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Daniel y Apocalipsis
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Nocturno
2020
APOCALIPSIS: JUICIO A BABILONIA
INTRODUCCIÓN
No cabe duda que el Libro de Apocalipsis es uno de los más tediosos al momento de
estudiarlo. Los más expertos teólogos, también papirólogos y arqueólogos, manifiestan la
complejidad del último libro de las Escrituras. Con todo, el Apocalipsis es un libro de
esperanza para todo cristiano que fiel.
Autor
La postura conservadora1 afirma que fue el apóstol Juan quien escribió el Apocalipsis.
Autoridades de antaño así lo manifiestan en alguno de sus escritos: Justino Mártir, Ireneo,
Tertuliano, Clemente de Alejandría, Orígenes, etc. No obstante, existen otras evidencias que
indican, con mucha más probabilidad, que el autor de Apocalipsis no fue el apóstol Juan.
El nombre Juan, que en griego es Ἰωάννης (Ioannes), era muy común en la época
apostólica, y el autor de Apocalipsis nunca se identifica como apóstol (1:4, 9; 22:8;
ἀπόστολος, apóstolos) sino como siervo (1:1; δοῦλος, dulos); aun así, al autor sólo le bastó
escribir su nombre de pila para ser identificado por sus receptores. Además, los doce
apóstoles «aparecen como un grupo venerable del pasado al que el autor no pertenecía (18:20;
21:14)».2 La tradición cristiana ha creído que Ignacio de Antioquia, Policarpo de Esmirna y
Papías de Hierápolis fueron de los discípulos directos del apóstol Juan. La autoridad de estos
tres obispos en su propia época cada uno es reconocida a través de sus escritos, pero se
extendió más cuando formaron parte del grupo de ocho obras que se denominó «Padres
Apostólicos», recién en el siglo XVII, porque se supuso que conocían a los apóstoles, aunque
existen testimonios que ponen en tela de juicio el discipulado de Ignacio por el apóstol Juan. 3
Por tanto, estos datos pueden poner en jaque esta parte de la tradición cristiana, por lo que hoy
se estima mucho más una postura cristiana crítica basado en las ciencias bíblicas.
El análisis filológico del evangelio de Juan, el apóstol, ha determinado que fue escrito con
un griego koiné vernácula4, o jonicoático5 exquisito, totalmente diferente del griego del
Apocalipsis, un jonicoático muy rústico, con diferencias de vocabulario, por ejemplo, el
1
Por ejemplo, Matthew Henry, Evis Carballosa, John MacArthur, etc.
2
Alfonso Ropero (Ed.), Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, pág. 156.
3
Justo L. González, Historia del pensamiento cristiano, Tomo I, pág. 61, 81.
4
Véase D. B. Wallace & D. S. Steffen, Gramática griega: Sintaxis del Nuevo Testamento, pág. 17–21.
5
Hablado en Atenas, en las Islas Cícladas y en Asia Menor (A. Marcolongo, La lengua de los dioses, pág. 180).
término «cordero» para referirse a Jesús es ἀρνίον (arnion), pero el evangelio usa ἀμνός
(amnós). Otro asunto es que Apocalipsis tiene muchas referencias a las actividades y objetos
del templo: el candelabro de oro (1:13, 20; cf. Éxodo 25:31–40), veinticuatro órdenes
sacerdotales (4:4, 10; 5:14; 11:16; 19:4; cf. 1 Crónicas 24:7–18) o veinticuatro grupos de
cantores (5:8, cf. 1 Crónicas 25:9–31), el servicio en el altar del incienso (5:8, cf. Lucas 1:9),
la solemne oración silenciosa que había en el templo al mismo tiempo que el sacerdote ponía
el incienso sobre el altar de oro (8:1, 3, 4), el lugar santísimo, el arca del pacto y el altar del
holocausto (11:1, 19; cf. Éxodo 25:10–22; 27:1–8), el atrio de los gentiles (11:2), el inicio de
la Fiesta de las Trompetas, o también llamada Fiesta de la Séptima Luna Nueva, se daba
cuando testigos confiables informaban al sanedrín sobre la aparición de la luna nueva para el
toque de las trompetas de los sacerdotes, por séptima vez en el año, que daba inicio a la fiesta
(11:3–15), el cordero sin defecto inmolado en la Fiesta de la Pascua (5:6, 9, 12; 13:8; cf.
Levítico 23:5–12), las vestiduras blancas y brillantes de los sacerdotes (3:4, 5, 18; 4:4; 6:11;
7:9, 13; 15:6; 19:8; cf. Levítico 28) y el cinto de oro que llevaba el sumo sacerdote (1:13), el
Hallel (Salmos 113–118) que era cantado mientras se sacrificaban los corderos de la Pascua
(19:1, 3, 4, 6), la inscripción del nombre de un postulante al sacerdocio en el libro de Jeshana
después de pasar las pruebas (3:5: 21:27) y la exclusión permanente al no pasarlas (17:8;
20:15; 22:19). Según la historiografía, la gente de Galilea no era dada al estudio y mucho
menos relacionada con las actividades del templo, sino los de Judea, los sacerdotes, los levitas
y los «varones estacionarios».6 El evangelio de Juan 7:49, 52 lo expresa de la siguiente
manera: «Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es… Escudriña y ve que de Galilea nunca
se ha levantado profeta». Es difícil pensar que el Apocalipsis, teniendo tantas referencias al
templo, haya sido escrito por el galileo apóstol Juan, hijo de Zebedeo, también galileo.
Destinatarios
El Apocalipsis fue dirigido históricamente a las siete iglesias de la provincia romana de Asia:
Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Éstas no eran las únicas en la
región, puesto que había iglesias en Colosas, en Hierápolis, en Milesia y en Trales. Entonces
se podemos pensar que las siete iglesias tenían alguna importancia en la provincia o tuvieron
alguna relación con Juan. Sin embargo, como dice Evis L. Carballosa:
Sobre la base de Apocalipsis 1:3 puede decirse que el contenido del libro, en sentido general,
va dirigido a todo cristiano. El creyente en Cristo de manera personal y la asamblea cristiana
de manera colectiva, pueden recibir una gran bendición a través del estudio tanto doctrinal
como práctico del Apocalipsis. Recuerde que el tema central del libro es la manifestación
gloriosa de Jesucristo en su segunda venida y el cristiano debe ser un fiel amante de ese
singular acontecimiento (2 Ti. 4:8).9
Propósito
Juan y los cristianos contemporáneos a él pasaban una terrible tribulación —la persecución de
Domiciano—, y muchos se desconsolaban al ver a sus hermanos muertos por la bestia. La
paciencia y la lealtad a Cristo se veía amenazada, por lo que Apocalipsis les ofrecía consuelo
y esperanza. Ya lo dijo José M. Martínez:
…el libro es esencialmente un mensaje alentador. El conjunto de las visiones hace resaltar de
modo impresionante la verdad medular: Jesucristo es el verdadero Señor. Lo es no sólo de la
Iglesia, sino del universo y de la historia. Su pueblo, mientras esté en el mundo, tendrá
aflicción; pero Él ya ha vencido al mundo (Jn. 16:33) y seguirá venciéndolo. Todos los poderes
hostiles, humanos y demoníacos, serán finalmente del todo sometidos al Rey de Reyes. El
último triunfo corresponde no a Roma, sino al Reino de Dios. No importa que en el conflicto
muchos cristianos sufran el martirio. Lo importante es que sean «fieles hasta la muerte»; así
8
Nick Page, Atlas de la Biblia, pág. 120.
9
Apocalipsis: la consumación del plan eterno de Dios, pág. 22.
serán tenidos por dignos del Reino (comp. 2 Ts. 1:5) y recibirán «la corona de la vida»
(Ap.2:10).10
Contexto histórico
Podemos notar en Apocalipsis un contexto de suplicio terrible contra los cristianos en el reinado de
Domiciano:
…Juan se presenta como hermano y compañero en la tribulación (1:9). En las cartas, cuando
describen lo que ya estaba sucediendo a quienes se mantenían firmes en su fe: cárcel, prueba y
tribulación. (2:10) y muerte, como acredita el caso excepcional de Antipas, único mártir citado
por su propio nombre en Ap. (2:13). En la muerte de los dos testigos (Ap. 11). En la decisión
del dragón de hacer la guerra contra los que guardan los mandamientos de Dios y el testimonio
de Jesucristo (12:17). Y, finalmente, en la actuación de las bestias y de la Gran Ramera (Ap.
13 y 17).
El contexto es, pues, el de las relaciones con el Imperio romano, es decir, con el Estado.
Relaciones que, como se sabe por otras fuentes, fueron más o menos tensas en función de los
intereses del emperador de turno, pero que en lo fundamental se mantuvieron hasta que
Constantino cambió la situación jurídica. Hasta ese momento, Roma consideró el cristianismo
como religión ilícita, no pudiendo, por tanto, practicarse legalmente en el Imperio. A su
monoteísmo, que de suyo ya la hacía incompatible con el politeísmo imperante, se añadían
otras características igualmente detestables: era una religión nueva, carecía de territorio propio,
tenía un líder ajusticiado por cabecilla político y propugnaba l acreencia en un solo Dios y
Señor que habría de volver en breve para instaurar su Reino. Todo ello la convirtió en una
religión no homologable con las de su época, que sí admitían el culto simultaneo a varios
dioses y señores, entre los cuales se contaba el emperador. 11
Domiciano era un gran devoto de la religión romana tradicional por lo que hizo resucitar las
antiguas costumbres y la práctica del culto imperial, que consistía en adorar a los emperadores
considerados como dioses una vez fallecidos. El único emperador que se declaró a sí mismo dios
mientras estaba con vida fue Domiciano, declaración que no fue tan bien recibido por sus
contemporáneos. Admitió las religiones extranjeras siempre y cuando no interfiriera con el orden
público y con la religión nacional. Creyéndose dios, mandó a edificar un templo para sí en Éfeso,
exigiendo adoración como ὁ κύριος καῖσαρ (jo kirios kaisar, «el Señor César»), lo cual iba en contra
de la convicción de los cristianos de que Jesucristo es el único κύριος. Aquí, los nicolaítas, herejes que
10
Hermenéutica bíblica, págs. 524, 525.
11
Alfonso Ropero (Ed.), Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, págs. 157, 158.
comían de lo sacrificado en fiestas que terminaban en orgias y hacían procesiones por las calles con la
imagen de un dios local para adorarlo, se acomodaron al culto al emperador, siendo denunciados por
Juan en Apocalipsis 2:6, 15. Ante la negativa de los cristianos efesios, el emperador lo consideró un
atentado de lesa majestad, y persiguió y sentenció a todo aquel que se negaba a adorarlo. «El número
de los ajusticiados por causa del testimonio de Jesucristo no puede determinarse, y no parece que fuera
el mismo en todas las provincias, pero sí se sabe que en Asia Menor, cuna del culto al Emperador,
hubo muertes y otros castigos en número nada desdeñable». 12
Contexto literario
Apocalipsis se denomina así mismo como profecía (1:3; 22:7, 10, 18, 19), acerca de «las
cosas que deben suceder pronto» (1:1; 22:6). Existían muchos apocalipsis pseudoepígrafos
desde el periodo intertestamentario que hablan acerca del futuro Reino de Dios Invencible,
pero, como dijeron G.D. Fee y D. Stuart:
Juan se propone que este apocalipsis sea un mensaje profético para la Iglesia. Su libro no debía
sellarse para el futuro. Era un mensaje de Dios para una situación presente. Como se recordará
del capítulo 10, la “profecía” no es principalmente la “predicción del futuro”, sino la entrega
de la Palabra de Dios en el presente, para indicar usualmente la salvación o el juicio
venideros.13
Por último, el Apocalipsis fue elaborado de tal forma que se presenta como epístola: tiene
una fórmula introductoria (1:4–8), un cuerpo (1:9–22:5) y la conclusión (22:6–21). «Juan, con
la gran autoridad que parece tener, hace uso de la palabra, presenta el amplio informe de su
visión y, a través de él, dice a las iglesias allí reunidas qué es lo que han de hacer y qué es lo
que va a suceder».14
12
Alfonso Ropero (Ed.), Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, pág. 158.
13
G. D. Fee & D. Stuart, La lectura eficaz de la Biblia, pág. 206.
14
Alfonso Ropero (Ed.), Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, págs. 159.
El griego antiguo tenía cinco grupos dialectales: el jonicoático, el eólico, el dórico, el
noroccidental y el arcadiochipriota. Se le decía κοινή (koiné, «común, popular») a un dialecto
griego que se hablaba más que otro en una determinada zona geográfica. La κοινή que se
hablaba en tiempos apostólicos era el jonicoático, dialecto preferido en Asia Menor, por lo
que el Apocalipsis fue escrito en ese dialecto griego, de tipo vernáculo muy tosco.
EL TEXTO: APOCALIPSIS 18
Texto en español
1
Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada
con su gloria. 2Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se
ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave
inmunda y aborrecible. 3Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su
fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han
enriquecido de la potencia de sus deleites. 4Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella,
pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas;
5
porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. 6Dadle
a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó
bebida, preparadle a ella el doble. 7Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto
dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy
viuda, y no veré llanto; 8por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre,
y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga. 9Y los reyes de la
tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán
lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, 10parándose lejos por el temor de
su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una
11
hora vino tu juicio! Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella,
12
porque ninguno compra más sus mercaderías; mercadería de oro, de plata, de piedras
preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de
todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; 13y
canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias,
ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. 14Los frutos codiciados por tu alma se
apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las
hallarás. 15Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán
16
lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran
ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de
piedras preciosas y de perlas! 17Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y
todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se
18
pararon lejos; y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era
semejante a esta gran ciudad? 19Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y
lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el
mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada! 20Alégrate sobre
ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.
21
Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar,
diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será
hallada. 22Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y
ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. 23Luz
de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de esposa se oirá más en ti; porque tus
mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las
naciones. 24Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han
sido muertos en la tierra. (Reina-Valera 1960)
Texto griego
En la siguiente sección notamos los lamentos de quienes tenían relaciones con Babilonia,
los que «se han enriquecido de la potencia de sus deleites» (v. 3). Los reyes, los mercaderes y
los navegantes se sorprenden por la repentina destrucción de Babilonia, pero sus lamentos,
οὐαὶ, οὐαί (uai, uai, «¡Ay, ay!»; vv. 10, 16, 19), que con el doble uso de la interjección
manifiesta un enorme dolor y angustia, no van dirigidos a la ciudad, sino a las pérdidas de sus
riquezas que de ella obtenían y se deleitaban. «Dios tiene siempre la última palabra. La
soberanía se sobrepone sobre los deseos y acciones de los hombres. El que moraba en los
cielos se reirá de la rebeldía y desafío de los hombres».16
El verbo con que empieza la última sección del texto es εὐφραίνου (eufraínu), que en
presente pasivo imperativo 2da persona significa «regocijarse, hacer fiesta», manifiesta la
alegría, no respecto al sufrimiento de los enjuiciados, sino por la intervención de la justicia
divina. «Antes fueron los hombres de la tierra que se alegraron con la muerte de los dos
testigos (11:10). Ahora son los cielos quienes se alegran, mientras los hombres experimentan
las angustias del juicio de Dios (12:12)». 17 Es su pago retribuido por las muertes de los
creyentes en la gran tribulación (v. 24).
Hago mías las palabras del Dr. Samuel Pérez Millos, dándonos una reflexión respecto:
15
Samuel Pérez Millos, Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento: Apocalipsis, pág. 1061;
énfasis del autor.
16
Samuel Pérez Millos, Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento: Apocalipsis, pág. 1079.
17
Samuel Pérez Millos, Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento: Apocalipsis, pág. 1096.
18
Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento: Apocalipsis, pág. 1105.
De ahí que Dios manda a su pueblo a escapar de Babilonia, a despojarnos de la soberbia
que divide a la iglesia. Y practiquemos más la humildad que une a la iglesia en el amor de
Dios.
CONCLUSIÓN
De la misma manera, aunque siempre existirán personas que verán al Apocalipsis como un
libro de terror o de catástrofes mundiales o del fin de todo lo que existe, el Libro tiene un
genuino mensaje consolador para todo cristiano que pasa aflicciones, que promueve la fe en
Cristo y la esperanza de que él mismo vendrá por segunda vez a exterminar el sistema
pecaminoso y reinaremos con él.
BIBLIOGRAFÍA
Carballosa, E. (1997). Apocalipsis: la consumasión del plan eterno de Dios. Grand Rapids:
PORTAVOZ.
Fee, G., & Stuart, D. (1985). La lectura eficaz de la Biblia. Miami: Editorial Vida.
Kittel, G., & Friedrich, G. (Edits.). (2002). Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo
Testamento. Grand Rapids: Libros Desafío.
Page, N. (2013). Atlas de la Biblia (Primera ed.). Grand Rapids: Libros Desafío.
Ropero Berzosa, A. (Ed.). (2015). Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia (Cuarta ed.).
Barcelona: CLIE.
Wallace, D., & Steffen, D. (2015). Gramática griega: Sintaxis del Nuevo Testamento. Grand Rapids:
Editorial Vida.