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El Fallo de la Corte de La Haya en 2012 sobre el litigio entre Colombia y Nicaragua fue una
sentencia emitida por la Corte Internacional de Justicia el 19 de noviembre de 2012,
mediante la cual se procedió a resolver la cuestión de fondo del caso sobre la disputa
territorial y de delimitación marítima entre la República de Nicaragua y la República de
Colombia en el mar Caribe sudoccidental, iniciado por la primera en el 2001.
La posición de Colombia ha sido que desde el inicio de su vida como nación independiente
el país ha ejercido en forma pública, pacífica e ininterrumpida su soberanía y jurisdicción
sobre el Archipiélago de San Andrés, incluyendo los cayos de Roncador, Quitasueño,
Serrana, Serranilla, Bajo Nuevo, Alburquerque, Cayos Este Sudeste y todas las áreas
marítimas que le corresponden.
Nicaragua pretende que la Corte le conceda unos territorios (islas, islotes, cayos) sobre los
cuales no tiene ningún título histórico ni jurídico y sobre los que jamás ha ejercido ningún
acto de señor y dueño. En cuanto a la delimitación marítima, Nicaragua plantea una
infundada línea de delimitación extrema hacia el oriente, cerca de la costa continental de
Colombia y basada en una supuesta extensión del margen exterior de su plataforma
continental.
La corte:
La Corte Internacional de Justicia es el órgano judicial principal de Naciones Unidas y el
principal tribunal internacional para resolver diferencias jurídicas entre Estados que le han
reconocido competencia para tal fin. Tanto Nicaragua como Colombia reconocieron la
competencia de la Corte en 1948. Se debe recordar que la Corte sólo se ocupa de
diferencias entre Estados y no entre Estados y Particulares o entre Particulares; tampoco
es un tribunal de arbitraje.
3. Etapa Oral: Es la etapa final del litigio ante la Corte (se desarrolla a través de audiencias
públicas, que consisten en la presentación de los Estados en conflicto de sus argumentos
de fondo y de manera presencial, ante los Jueces de la Corte). La mayoría de las
audiencias son de fondo y por ende se constituyen en el último escenario de
argumentación ante la Corte. Las audiencias se suelen organizar en una, dos o tres
semanas dependiendo de lo complejo del tema, dándole a cada Estado la posibilidad de
intervenir en igualdad de condiciones en una primera y segunda ronda.