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Personalidad.

Relaciones amorosas
y comunicación interpersonal.

Dra. Lourdes Fernández Rius

La interconexión de todos los fenómenos del universo, es una realidad insoslayable, pero en el
caso del hombre, ésto alcanza un matiz particular en tanto éste actúa en calidad de sujeto
capaz de orientar activamente dicha relación.
La vida del hombre es, ante todo, vida de relación. Su propia esencia radica en el vínculo o
relaciones que establece con la realidad y principalmente con los otros hombres. “La misma
persona es ya, por una parte, el producto de estos vínculos sociales, y por la otra, su
fundador, su activo creador.” (Andréeva,G.M. 1980. pag.69).
Cuando hablamos del hombre y de la sociedad, no nos referimos en modo alguno, a dos
realidades independientes, excluyentes, sino a dos planos de un mismo sistema. Así, no sería
prudente hablar de la sociedad y de sus diversas instituciones y grupos, mediatizadores de las
influencias sociales más generales, sin considerar a los individuos que los integran y que son a
su vez portadores de valores, motivos y necesidades, los cuales van incorporando, a los
grupos en los que se insertan.
Asimismo, resulta imprescindible, examinar al individuo en el sistema de las relaciones reales
que establece en su entorno. “Así como no es posible imaginar a la personalidad fuera de lo
social, así tampoco es posible imaginar el proceso social fuera de lo personal.”
(Ackerman,N.W.1988.pag. 78).
El individuo es sujeto de múltiples relaciones, distinguiéndose las que han sido llamadas
sociales y las psicológicas o interpersonales.
Sobre la base de las relaciones de producción, se erigen relaciones sociales muy generales,
de carácter político, ideológico, que se forman a partir de la representatividad de cada
individuo con respecto a una clase, a un grupo social, profesión, según la posición de cada
cual en el sistema de la sociedad. Se trata aquí de la expectativa comportamental con
respecto a un sujeto, de acuerdo a su posición social, acompañado también de una valoración
social.
Los individuos desempeñan diversos roles, siendo interesante señalar, que ésto no se detiene
en la demanda social, sino que el individuo asimila e interpreta el rol, según sus
particularidades personológicas. Aunque desde una mirada sociológica, política o económica,
sea posible prescindir del acento individual en este análisis, ello solo es posible desde una
abstracción, pues finalmente, los individuos entran, irremisiblemente, en interacción en el
propio contexto de las relaciones sociales más amplias y en esa interrelación se manifiestan
sus particularidades individuales, “(...) cada rol social no representa una determinación total de
las pautas de comportamiento, sino que siempre deja un cierto diapasón de posibilidades para
su intérprete (...)” (Andréeva,G.M.1980 pag72), como si en el ejercicio del rol se interceptaran
ambas aristas: lo exigido socialmente en cuanto a un determinado comportamiento y las

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particularidades personológicas del sujeto, históricamente condicionadas, en el punto de la
personalización del rol.
En este sentido, con nítida precisión ha afirmado A.Heller: “El hombre es más que el conjunto
de sus roles, en primer lugar porque éstos son simplemente las formas de sus relaciones,
estereotipadas en clisé y luego porque los roles no agotan nunca el comportamiento humano
en su totalidad” (1985 pag.146)
Resulta pues imposible, analizar la personalidad al margen de lo social ni a éste último fuera
de lo personal, no apareciendo a veces muy nítido, el límite entre lo subjetivo y lo social. Así,
el rol social interpretado, logra conectar lo intrapsíquico con la participación social,
produciéndose la prolongación de lo psicológico a lo social y la integración a la subjetividad
individual de la realidad social. (Ackermman,N.W. 1988)
Este énfasis apunta hacia el análisis personológico con respecto a la asunción y adjudicación
de roles, cuestión en la que profundizaremos más adelante, pero que sí nos permite apreciar,
la presencia de un espacio diferente en el propio ámbito de las relaciones sociales, para la
configuración de otro tipo de relaciones, las que formando parte de las primeras, mediatizan
las influencias ejercidas por la sociedad en general, aunque circunscritas al micromedio social
del sujeto. Nos referimos a vínculos directos entre los individuos, condicionados por factores
sociales y psicológicos y que han sido denominados relaciones interpersonales.
Las ideas de Pichón-Riviere (1980a) acerca de la noción de vínculo, resultan de gran utilidad
en la comprensión de las realaciones interpersonales, entendiéndose por vínculo, la manera
particular en que un sujeto se conecta con el otro o los otros, creándose una estructura
particular para cada caso y momento.
Las relaciones interpersonales, se distinguen por su acento emocional. Las mismas generan
vivencias, afectos sentimientos, a partir del mutuo vínculo. Estos sentimientos pueden ser
predominantemente conjuntivos, propiciadores de acercamiento y deseo mutuo, o
predominantemente disyuntivos, tendientes a la separación o al rechazo. También existen
vínculos que generan vivencias ambivalentes, de acercamiento y rechazo a la vez o vínculos
interpersonales que por su naturaleza y funcionalidad, no generan ningún tipo de vivencia
especial.
Las relaciones interpersonales no poseen siempre la misma carga vivencial ni el mismo grado
de selectividad, como de algún modo indiqué anteriormente. Las mismas se mueven en un
continum afectivo: desde el intercambio de información ocasional, a nivel muy funcional,
periférico y desimplicado afectivamente; a las expresiones convencionales, clisé,
caracterizadas por la superficialidad estéril y donde la subjetividad real permanece oculta;
pasando por otro momento en que se expresan juicios propios aunque tratando de mantener
una imagen; continuando por la expresión de sentimientos, propios de los intercambios entre
amigos o familiares; hasta ocasiones en las cuales lo que intercambian los sujetos, son sus
mutuas personalidades, es el darse, revelarse. (Rodríguez, M. 1988).
Este es un momento de gran complejidad, apego recíproco e intimidad psicológica, propio de
las relaciones de amor y amistad. Incluso, en el marco de estas propias relaciones, pocas

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veces se alcanza plenamente. Se trata aquí de relaciones en extremo selectivas, en las cuales
la implicación personológica y el carácter activo del sujeto, se manifiestan por excelencia. Es
importante aclarar que en los sentimientos disyuntivos, también opera este grado de
implicación personológica aunque con un sentido vivencial negativo para el sujeto, de rechazo
o repulsión.
Este análisis es particularmente importante en nuestro estudio, pues nos permite
contextualizar las relaciones de pareja como un tipo específico de relación interpersonal,
comprender la naturaleza social a la vez que la expresión individual de este tipo de relación
humana.
Estamos ante un tipo de relación interpersonal de elevada implicación personológica, inherente
a su propia esencia, lo cual avala la necesidad y pertinencia de su estudio desde un enfoque
que centre el análisis en las personalidades de los sujetos interactuantes para su mejor
comprensión.
No existe una definición universalmente aceptada de las relaciones de pareja ni del amor, una
precisión acabada ni un acuerdo total en el pensamiento científico. Diversos autores han
tratado de elaborar conceptos en este sentido. Veamos algunos de ellos.
J.Rattner, concibe al amor como el esfuerzo de acercarse a otro, que exige madurez y
autorrespeto como condición imprescindible para entregarse al otro. (1991).
Para M.L.Lerer, el amor tiene que ver con la inclusión y la comprensión, con tener en cuenta al
otro, aceptarlo, respetar lo diferente y abandonar la impotencia..(1992).
A.Fromme,estima que el amor es unión, que puede ser placentero o narcicista, egoista,
dominante y controlador. En el amor los deseos y sensaciones,.son dominantes, supone
emociones, sentimientos no fáciles de manejar, de controlar o contener. “El amor es una
manera de alcanzar a otra persona.” (1986 p.344)
Cowan y Melvyn lo definen como “(...) un proceso especial de conexión, de intenso interés y
generosidad(...)” (1991 p.281), “(...)la esencia del amor (...) es compartir un vínculo estrecho,
caracterizado por la comprensión y el compartir mutuo(...) deseo de conocer los sueños, las
inquietudes y los deseos más recónditos del otro y al mismo tiempo permitir que éste nos
conozca.” (1991, p.32). “Es apreciar a alguien por lo que es en realidad y no por lo que
quisiera que fuera (...) va más allá de nuestras necesidades e inquietudes.” (1991,p.174).
Sternberg define al amor como una de las más intensas de las emociones humanas. Las
personas pueden mentir, engañar y aún matar en su nombre y desear la muerte cuando lo
pierden.” (1989, p.11 ).
Para G.Tordjman, el amor es una experiencia, una relación entre dos individuos con todo su
contenido de vivida, de actuada y de no conceptualizada (...) es esa vivencia específica de
cada pareja que se crea cotidianamente en la relación interpersonal.” (1977, p.166) El amor
según él, implica duración, intimidad compartida en atracción sexual y emociones y el
intercambio de confidencias, alianza contra amenazas y agresiones externas, “(...) conceder un
mínimo de atención al otro (...) sigue siendo un imperativo por lo que respecta a una relación
auténtica.” (1987, p.236).

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E. Fromm concibe al amor como “(...) una acción, la práctica de un poder humano que solo
puede realizarse en la libertad y jamás como resultado de una compulsión (...) amor es
fundamentalmente dar, no recibir.” (1979,p.35), “(...) es una experiencia personal que solo
podemos tener por y para nosotros mismos.” (1979, p.127)
F. Alberoni considera al amor como “(...) la vinculación más estable, duradera, a la cual tiende
el enamoramiento en cuanto portador de proyecto.” (1990, p.137)
En tanto creación cultural, refiere R. Cavalcanti,puede ser el modo de pensar y de sentir de una
época pero “(...) me niego a pensar que el amor no sea también una creación profundamente
individual (...). Él es parte de la vida. Él crea y recrea la vida. No la vida en general sino el vivir
de cada uno.”( 1992.pag.18). En todas estas definiciones están presentes de un modo u otro,
la noción vincular, de unión, de relación entre dos, para referirse al amor, el carácter
personalizado del mismo, su fuerte naturaleza afectiva, su relación con elementos de la
comunicación interpersonal como la tolerancia, la comprensión del otro, el conocimiento mutuo
y la intimidad psicológica.
Teniendo en cuenta lo aportado por éstos y otros autores, presento una propia concepción
acerca de las relaciones de pareja y del amor que integra y sistematiza los puntos esenciales
que en este sentido han sido más abordados.
La relación de pareja, constituye un tipo especial, particular de relación interpersonal, entre
sujetos, en función de sus particularidades personológicas, caracterizada por su selectividad,
reciprocidad e intenso carácter emocional. Es la más íntima de las relaciones humanas y
también la más difícil de satisfacer. Se trata de un vínculo interpersonal, a través de un
atractivo sexual, corporal, comunicativo, moral, cultural, psicológico. Lo que interesa a los
sujetos que están decidiendo o configurando una relación íntimo personal de esta naturaleza,
es la propia subjetividad del otro, es el otro como totalidad y es ésto también, lo que pretenden
entregarse. Aunque condicionada socialmente, su forma de expresión es completamente
individual e irrepetible.
El amor, es la vivencia positiva, el sentimiento favorable, de acercamiento, de aproximación
hacia el otro en la medida en que las expectativas propias, logran satisfacerse en esa relación.
Apunta hacia la necesidad de aproximación, de unión, de comunicación, de interés y
preocupación por el otro, de entrega e identificación, de fuerte atracción física y espiritual. Se
trata aquí de emociones estables y profundas. El amor , en tanto elección libre, es una
expresión de la individualidad.
En el amor, los deseos, sensaciones y sentimientos, son en extremo dominantes. Supone
simpatía, unión afectiva, sentir con el otro, conciencia del otro. Este sentimiento no sobreviene
de manera repentina, sino que deriva de una unión compleja, de un proceso lento de
conformación del vínculo, no exento de escollos y vicisitudes.
La comunicación interpersonal, es el vehículo por excelencia de la interacción social entre
sujetos, en virtud de la cual se forman, realizan, discurren, las relaciones interpersonales y por
supuesto, las de pareja. “La comunicación -dice L.Buscaglia- es el arte de conversar con otros,
diciendo lo que sentimos y pensamos, diciéndolo claramente, escuchando a los otros y

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asegurándonos de que escuchamos con exactitud, es según todos los indicios, la habilidad
más necesaria para crear y mantener relaciones amorosas.” (1985b, p.55)
Es un proceso de intercambio de mensajes entre dos o varias personas, con la finalidad de
alcanzar determinados objetivos. Es un dar y recibir información, interactuar, transar,
incluyendo todos los símbolos y claves de trasmisión de significados. “La comunicación -
precisa V.Satir - abarca toda la amplia gama de formas en que las personas intercambian
información, incluye la información que proporcionan y reciben y la manera en que ésta se
utiliza.” ( 1989 pag.31).
Supone contactos directos entre sujetos que se influyen mutuamente, se enriquecen y crean
nuevos vínculos a través de su propia expresión personológica.
En virtud de la comunicación, el sujeto sintetiza y elabora las experiencias e información que
recibe, intercambia valores, concepciones, emociones, intereses, exterioriza sus motivaciones,
que al confrontarse con la realidad, generan el enriquecimiento de los propios puntos de vista
y valoraciones. Se condiciona, forma y desarrolla así, la propia subjetividad.
La satisfacción de necesidades como las de aceptación y comprensión, imprescindibles para el
bienestar emocional e identidad personal, se logra en una adecuada comunicación
interpersonal, la cual resulta entonces, una fuente de vivencias.
A través de la misma, los sujetos se evalúan emocionalmente, se comparan, intentan
comprenderse, elaborar estrategias de comportamiento, de interacción, de posibles cambios,
en función de las necesidades del otro y de todo el proceso de interinfluencia mutua.
En el proceso de la comunicación interpersonal, los sujetos implicados, operan de modo activo
en su expresión actual. Cada cual reflexiona, valora, expresa, tanto verbal como
extraverbalmente sus ideas y vivencias. Constituye éste un proceso plurimotivado de
naturaleza consciente e inconsciente y variable, ya que en su devenir aparecen diferentes y
nuevos motivos con respecto a la intención original. (González, F.1994)
“(...)en toda comunicación, los participantes se ofrecen entre sí definiciones de su relación, o
para decirlo de modo más riguroso, cada uno trata de determinar la naturaleza de la relación
(...) responde con su propia definición de la relación, que puede confirmar, rechazar o
modificar la del otro.” (Watzlawick,P., Beavin,J. y Jackson,D. 1991 pag. 129). Esto ilustra, la
intensidad interactiva de este proceso que en la medida en que garantiza su variabilidad, va
propiciando la redefinición del vínculo, su estabilidad y perdurabilidad.
La calidad de la comunicación interpersonal, constituye un indicador del funcionamiento de la
relación interpersonal, de las expectativas, imágenes mutuas y atmósfera psicológica de la
relación. La comunicación siempre existe, definiendo la relación e implicando un compromiso
para con ella.
¿Qué nos comunicamos?, ¿cómo nos comunicamos?, ¿por qué nos comunicamos?
Siempre que nos comunicamos, trasmitimos algo, una idea, un sentimiento. Ello se produce
verbalmente, a través del propio contenido, el ritmo y tono de la voz o de modo no verbal, a
través de los gestos, postura, la mirada, la distancia corporal, la disposición espacial, etc. El
primer canal, es mucho más intencional, mientras que los sentidos psicológicos esenciales, se

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manifiestan a través de las expresiones no verbales y de otros como el tono y ritmo de la voz.
De manera que, siempre que nos comunicamos, lo hacemos en virtud de formas y modos
específicos, en cuya base hay siempre necesidades e intereses más o menos intencionales,
que se desean satisfacer, aunque es importante significar, que el sentido del mensaje, está
fuertemente mediatizado por las particularidades personológicas de los sujetos en interacción,
lo cual no deja de introducir elementos de distorsión.
La comunicación interpersonal, es un sistema abierto y móvil que garantiza la alternancia de
roles entre los participantes. La misma posee funciones que aunque operan de modo
integrado, lo cual es un indicador importante de su calidad, en ocasiones es posible el
predominio de una en relación con otras y deslindarlas en su análisis y comprensión.
La función informativa, se refiere a la trasmisión , recepción y construcción de información.
Incluye el propio contenido que se trasmite, la variedad y riqueza del mismo o apertura
comunicativa, la profundidad conque se aborda el contenido, y la frecuencia en que aparece.
La función afectiva apunta hacia la trasmisión de afectos, emociones, a la determinación de
vivencias y estados emocionales mutuos, a la satisfacción de necesidades de aceptación,
valoración, comprensión, apoyo, confianza e intimidad psicológica.
La función regulativa, está asociada con el control y regulación mutua de los sujetos
interactuantes, si tal control y regulación inhiben o estimulan el comportamiento del otro, si
propician el intercambio, la participación conjunta en la configuración de motivos y proyectos
en la relación, la propulsión del comportamiento y la reflexión independiente, o si es restrictivo,
autoritario, bloqueador de ideas y conductas, propiciador de un ejercicio asimétrico del poder.
En la medida en que estas funciones se integren orgánicamente en el sentido de su riqueza y
desarrollo esto constituirá un indicador de gran relevancia acerca de la calidad de la relación
interpersonal.
Por otra parte, la comunicación puede favorecer el desarrollo de la sensibilidad del sujeto
hacia las influencias de la realidad y personalizar así, nuevos elementos de la misma, pero
puede a su vez, reducir la capacidad de percibir objetivamente la realidad, sobre todo, cuando
se refiere a la subjetividad de otra persona con quien se implique en una relación íntima
profunda, como en el amor, en los momentos iniciales del vínculo fundamentalmente.
Estamos aquí, ante el componente perceptivo de la comunicación, que posee como
particularidad, la configuración inicial y progresiva de una imagen sobre el otro sujeto, imagen
en estos momentos parcial como tendencia, muy mediatizada por experiencias pasadas,
conduncente a todo un proceso de percepciones mutuas entre los sujetos interactuantes,
indicador también de la calidad del proceso comunicativo y de la relación interpersonal. Así, la
tendencia a la congruencia entre la autopercepción y la heteropercepción mutua, nos habla a
favor de una mayor calidad del vínculo interpersonal. Por el contrario, las incongruencias
marcadas en este sentido, conducen, o son indicadores de distanciamiento del contacto
interpersonal, siendo generadoras de falsos supuestos, de alejamiento psicológico, de
insuficiente calidad del vínculo.
Watslawick, Beavin y Jackson afirman cómo la incapacidad para metacomunicarse (hablar

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acerca de la propia comunicación),genera disparidad en la visión que existe entre dos sujetos
con respecto a la vida y experiencia en común. De ahí la importancia de la comunicación
abierta para el esclarecimiento de las percepciones mutuas.
El aspecto perceptivo de la comunicación influye en la comprensión mutua, en tanto
acercamiento a los fines, motivos del otro, a su aceptación, favoreciendo las relaciones
íntimo-psicológicas como las de pareja.
La autoconciencia del sujeto, interviene aquí de modo esencial, pues la riqueza y nitidez de la
misma, facilita la representación sobre el otro, a la vez que profundizar en el conocimiento del
otro, propicia el enriquecimiento de la propia autoconciencia.
No todos los sujetos pueden desempeñarse por igual en el proceso comunicativo, ello
depende de los recursos personológicos desarrollados para comportarse en este sentido, lo
cual alcanza especial relevancia en las relaciones íntimo-personales como las de pareja.
Comunicarse de modo funcional, requiere de determinadas capacidades comunicativas que se
integran como recursos en la propia configuración personológica, posibilitando la regulación
comportamental en el plano de la comunicación interpersonal. Entre tales capacidades las más
significativas - a mi juicio -, son la autenticidad o congruencia, la expresividad afectiva, la
comprensión empática y la tolerancia. (Rogers,C.1987, 1989).
La autenticidad o congruencia se refiere a la posibilidad que posee el sujeto de acercarse
francamente a lo que acontece en su propia subjetividad, que al concientizarse y expresarse,
conduce a un nivel de coherencia singular. El sujeto con tales posibilidades, puede expresar lo
que piensa y siente sin dañar la autoestima propia ni del otro, pedir lo que desea vencer la
estereotipia y enfrentarse a lo nuevo asumiendo sus riesgos, armonizar lo diferente con lo
semejante. Es capaz de revelar lo que sucede en su interior de modo abierto y directo.
La mutua autenticidad, genera en los sujetos la vivencia de que serán atendidos, escuchados
comprendidos, la confianza de que su revelación no será usada en su contra, lo cual unido a la
significación del contenido que se intercambia, su profundidad e intimidad, adjudica a la
comunicación un tono especialmente confidencial. La congruencia permite mensajes y
respuestas claras, lo cual propicia el crecimiento personal.
La expresividad afectiva, es la capacidad que posee el sujeto de exteriorizar sus vivencias,
sentimientos, emociones, fracasos, alegrías e insatisfacciones, demostrar cariño tanto verbal
como corporalmente.
La comprensión empática, indica la capacidad que posee el sujeto de acercarse a la
subjetividad del otro, de entender el mundo interior del otro desde el punto de vista y
sentimientos de éste, desde los sentidos que sus vivencias e ideas tienen para él e
identificarse con los mismos. La capacidad para escuchar, está muy relacionada con la
empatía, constituye su condición, pues supone atender de modo activo y sensible, los
sentimientos, ideas y conflictos del otro sin anticipar ni evaluar, desprendiéndose de los
propios referentes sin perder la propia identidad. De lo contrario, más que escuchar, nos
escuchamos, lo cual se instala como obstáculo comunicativo.
La disponibilidad a la escucha y receptividad del otro, supone permitirle que se exprese, ceder

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cuando éste tiene la razón, excusarse cuando se comete un error, lo cual supone la tolerancia
y el reconocimiento al otro. Asimismo, la atención, la paciencia, la solicitud de aclaraciones,
contribuye a la capacidad de escuchar y a la receptividad, así como legitimar las vivencias del
otro, no descalificarlas, contenerle en sus sentimientos y elevarle la autoestima. La tolerancia
se relaciona con la posibilidad de reconocer y aceptar la subjetividad del otro como diferente,
reconocer en él lo positivo y negativo, sin restringir el amor hacia él. Supone aceptar la
autenticidad del otro, admitir lo diferente. Cuando se produce mutuamente, implica un
encuentro personal profundo, aunque constituye una realidad poco frecuente.
Esta capacidad, se encuentra muy interrelacionada con el respeto al otro, con la posibilidad de
aceptar el derecho de todos a pensar, opinar, actuar, sin transgredir los límites de la
individualidad ajena, de tratar al otro con dignidad, sin imponerse, cuidando su imagen e
intimidad. Querer al otro por lo que es y no por lo que desearía que fuera.
La comunicación interpersonal puede ser funcional o disfuncional en dependencia de la
articulación de las diversas funciones de la comunicación, del grado de congruencia de las
percepciones mutuas, en vinculación con las capacidades comunicativas en tanto recursos
personológicos y otros recursos de la personalidad asociados a las mismas que condicionan y
contribuyen a la expresión reguladora del sujeto en el ámbito de la comunicación interpersonal,
lo cual analizaré posteriormente.
La comunicación interpersonal, aunque es un indicador de la calidad de la relación, no es
una garantía de la misma ya que en ello influyen otros factores. Pero lo que sí es cierto que
los que se comunican poco, de modo precario, insuficiente y distorsionado, tienen pocas
probabilidades de mejorar o mantener una relación, de evitar contradicciones y desarrollar
sentidos que conduzcan al crecimiento personal. Por lo general subyace a este fenómeno, la
falta de cultura comunicativa que impide la identificación de conflictos y problemas en las
relaciones.

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BIBLIOGRAFÍA.

Fernández,L. y López, L. 1995. “Sexo y amor hacia el 2000” Revista Siglo XXI, México
Fernández,L. y Navarro, R. 1993. “¿Cómo educar para la relación de pareja? Una proposición.” (en
proceso editorial).
Fernández , L. 1995- “Personalidad y Relaciones de pareja.” Impresión Ligera, Veracruz, México.

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