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ACEITUNEROS

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

5 No los levantó la nada,


ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura


10 y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,


dijeron al pie del viento.
15 Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
20 amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,


no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

25 No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán


30 consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,


los pies y las manos presos,
35 sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
COMENTARIO CRÍTICO

El poema “aceituneros” pertenece al poemario “Viento del pueblo” compuesto por el poeta y dramaturgo
español Miguel Hernández y publicado en 1937 en pleno desarrollo de la guerra civil española, en la cual el
autor participó como miembro del bando republicano. A partir del mismo título emerge una relación entre
el contenido del poema y los aceituneros que, valga la redundancia, son los que trabajan el olivo y sus frutos.

El tema principal de este poema es la opresión de los aceituneros. Asimismo, se presentan temas como la
desigualdad social y el trabajo mal remunerado, todo esto haciendo alusión a una crítica social de la época.
El motivo lítico del poema es la indignación que se siente a causa de que las clases altas se enriquecen a costa
del arduo trabajo de las clases bajas y mal pagadas. El hablante lírico es una persona furiosa y crítica que
considera que los aceituneros deberían reconocer que es su arduo trabajo el que hace que crezcan los olivos
y no el de los terratenientes y los señores de la clase alta, ante ello busca que se levanten e imprequen a
aquellos que se han aprovechado de su trabajo. El yo lírico presenta un gran temperamento, empatía,
solidaridad y patriotismo. Referente al tono, se ha utilizado más de uno, se usó un tono reivindicativo por los
aceituneros que deben reestablecer su dignidad, un tono reflexivo para que los aceituneros piensen en la
situación en la que viven, un tono evocativo para que los trabajadores recuerden a sus predecesores
aceituneros que trabajaron el olivo desde sus inicios y un tono crítico para resaltar la desigualdad entre las
clases.

El poema posee treinta y seis versos agrupados en nueve estrofas de 4 versos cada una. Esta composición de
arte mayor, cuyas estrofas son cuartetas, de rima consonante y versos octosílabos, cuenta con el esquema
métrico: 8a, 8b, 8a, 8b.

El texto se divide en dos apartados. El primer apartado va desde el verso 1 hasta el 16, mientras que el
segundo apartado va desde el verso 17 hasta el 36. Donde cada apartado inicia con una estrofa en forma de
estribillo que conduce al contenido de las siguientes estrofas del apartado.

En el primer apartado el poeta pregunta a aquellos que trabajan en las tierras andaluzas “quién levantó los
olivos” (versos 3 y 4) para hacerlos pensar; y cuenta lo que ocurrió con un olivo al que ordenaron que se
levantase.

En el primer verso es utilizado un pleonasmo al decir “Andaluces de Jaén” (verso 1), ello con el fin de enfatizar
a quienes está dirigido el poema y realizar una contextualización geográfica; dentro del mismo estribillo
mediante la adjetivación se habla del orgullo de los aceituneros, hacia los cuales se aclara que se dirige el
poema, misma cualidad por la cual deben insurreccionarse y oponerse a la sumisión que destruye su altiva
imagen: “aceituneros altivos” (verso 2); asimismo, mediante la metáfora “decidme en el alma” (verso 3) habla
de que los aceituneros le digan “cara a cara” al yo lírico, la respuesta a la pregunta retórica “¿quién, quién
levantó los olivos?” (versos 3 y 4), que colateralmente invita a los aceituneros a reflexionar en lo referente a
quién puso la semilla que germinó y se convirtió en el olivo.

Luego, en la segunda estrofa el mismo autor responde la pregunta retórica iniciando con una enumeración
en la cual menciona los elementos a los que no se les debe atribuir el levantamiento de los olivos: “No los
levantó la nada, ni el dinero, ni el señor” (versos 5 y 6); lo que va seguido del conector de contraste “sino”
(verso 7) que enfatiza aún más el “no” y “ni”, al mismo tiempo que precede la enumeración de los factores a
los que realmente se les debe atribuir tal germinación, a “la tierra callada, el trabajo y el sudor” (verso 7 y 8).
Asimismo, el uso del paralelismo “ni el dinero, ni el señor” (verso 6) introduce a la clase alta que, en contraste
a la clase baja y realmente trabajadora, como los aceituneros, se aprovecha de la labor de estos últimos.
Prontamente mediante metáforas se hace mención de dos complementos para la germinación del olivo:
“Unidos al agua pura y a los planetas unidos” (versos 9 y 10), donde la primera hace referencia a las sales
minerales y agua necesaria, mientras que la segunda a una situación propicia para su florecimiento,
popularmente determinada por sucesos cósmicos; ante ello regresa a hacer mención de “los tres” (verso 10)
elementos primordiales para el desarrollo del olivo, ya mencionados en la estrofa anterior, a los cuales
confiere la autoría de “la hermosura de los troncos retorcidos” (versos 11 y 12), metáfora que alude a los
olivos bien desarrollados gracias a los elementos antes mencionados. Esta estrofa, no solo hace mención de
los suplementos necesarios, sino que a su vez evita la mención de las clases altas para reforzar la idea de que
no colaboraron en el proceso de desarrollo del olivo.

En la cuarta estrofa se utiliza la prosopopeya, ello son el propósito de hacer referencia a una orden donde se
manda que un olivo germine: “Levántate, olivo cano” (verso 13); asimismo, es patente el uso de una metáfora
que caracteriza dicho olivo como un olivo añejo; lo que acompañado de la otra metáfora: “dijeron al pie del
viento” (verso 14), esclarece el uso del sistema de comunicación verbal donde el emisor de la orden es el
aceitunero. Luego, se reitera el uso del plano semántico con la prosopopeya: “el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento” (versos 15 y 16), con esto el autor, a la vez que demuestra el poder de los aceituneros
para hacer levantarse incluso a un olivo viejo que se supone ya no se levantaría, impulsa la insurrección de
esta población trabajadora.

En el segundo apartado el poeta afirma que esos olivos han sido levantados por los aceituneros y no por
aquellas personas que se dicen propietarias y se enriquecen, pero no cuidan las tierras ni las aman. A estos
los acusa de ser injustos, despiadados y egoístas.

El estribillo con el cual inicia este apartado varía en la pregunta retórica con respecto al primero, esta vez se
cuestiona “¿quién amamantó los olivos?” (versos 19 y 20), esto con el fin de que los aceituneros ahora
piensen y reflexionen ya no referente a quien hizo que se levantasen los olivos, sino que piensen en quien
nutrió a estos majestuosos arboles fructíferos.

Posteriormente, en la sexta estrofa, se hace uso de un paralelismo entre dos sujetos oracionales que a su vez
contienen sendas sinécdoques: “Vuestra sangre, vuestra vida” (verso 21), donde ambos tropos mediante las
designaciones del contenido por el continente y lo abstracto por lo concreto, respectivamente, hacen
referencia al esfuerzo del aceitunero como aquel que nutrió a los olivos. Asimismo, se utiliza la lítote: “no la
del explotador” (verso 22), esto retomando el asunto de clases que se introdujo en el primer apartado; no
obstante, esta vez se menciona y analiza con mayor profundidad que antes el papel de las clases altas,
iniciando con la metáfora: “que se enriqueció de la herida generosa del sudor” (versos 23 y 24), figura
semántica de la cual se rescata el aprovechamiento de los explotadores que obtienen grandes sumas de
dinero a costa del arduo trabajo de otros, en este caso de los aceituneros.

Después hace mención de nuevo de las clases altas, esta vez hablando de los terrateniente e iniciando con
una lítote: “no la del terrateniente” (verso 25), para negar la participación del terrateniente al nutrir y cuidar
al olivo, en respuesta a la pregunta retórica del estribillo; asimismo, procede con la anáfora “que os” (versos
26, 28 y 28), embelleciendo el texto y enumerando, al mismo tiempo que homologa, los abusos del
terrateniente “que os sepultó en la pobreza, que os pisoteó la frente, que os redujo la cabeza” (versos 26, 28
y 28).

En seguida, en el plano semántico se hace uso de la metáfora: “Árboles que vuestro afán consagró al centro
del día” (versos 29 y 30), donde se hace referencia a que los aceituneros dedicaban empeñosamente su
trabajo al único alimento diario que comúnmente se daba al mediodía. No obstante, luego se desmiente la
remuneración de esta consagración, ya que se aclara que el arduo trabajo de los aceituneros “eran inicio de
un pan que solo el otro comía” (versos 31 y 32), metáfora que quiere dar a entender que los aceituneros
únicamente proporcionaban el alimento al que solo las clases altas accedían y consumían, haciendo
nuevamente alusión de la desigualdad entre las únicas dos clases mencionadas.

En la última estrofa se resalta la gran cantidad de años de trabajo del pueblo de Jaén en la labor aceitunera
mediante la metáfora: “Cuantos siglos de aceituna” (verso 33); después, a través otra metáfora: “los pies y
las manos presos” (verso 34), se introduce la idea de un estado de opresión o esclavitud en el que viven los
aceituneros, con tiempos de trabajo excesivos o, como se hace referencia en el poema, mediante una
hipérbole, de "sol a sol y luna a luna" (verso 35); además, luego se regresa al plano semántico con la metáfora:
“pesan sobre vuestros huesos” (verso 36), esto se asocia con el hecho de que a los aceituneros les precede
un extenso periodo de tiempo en el que han trabajado en una situación de esclavitud. Asimismo, toda esta
última estrofa está contenida entre signos de exclamación, con el propósito de que este reclame y exclame
a los aceituneros por estar tantos siglos bajo la opresión, pero al mismo tiempo los empodere para detener
esta situación; este tono, sobre todo exclamatorio y evocativo, también se vale los fonemas “t” (versos 33 y
36) y “p” (versos 34 y 36), para reforzar su énfasis a la insurrección de los aceituneros.

Por otro lado, en cuanto al registro lingüístico, se ha utilizado un registro formal durante la mayoría del
poema, donde el autor se expresa con prudencia a los aceituneros. No obstante, es necesario resaltar que el
uso de los pronombres “vuestras” (verso 21), “os” (versos 21, 26 y 28) y “vuestro” (verso 31) demuestra el
uso de modismos españoles pertenecientes al lenguaje informal.

A lo largo del poema podemos notar que se destaca el poder de los aceituneros, parte de la población
trabajadora que, a pesar de su gran esfuerzo al trabajar el olivo, no son correctamente remunerados; sino
que en este contexto de clases altas y opresoras contra clases bajas, trabajadoras y sumisas, se denota la
gran desigualdad por la cual el autor reclama a los aceituneros, no con el propósito de increparlos, sino de
llevarlos a la reflexión respecto a la situación de la que ellos mismos deben escapar y no resignarse; los califica
como altivos, no porque sean orgullosos e indiferentes, sino porque son de la orgullosa clase trabajadora que
como implicancia del adjetivo, no debe permitir que otros la controlen a su antojo. En estos aspectos, el autor
tiene gran influencia, ya que este poema sirve para empoderar a los aceituneros y, con gran belleza musical,
guiar a los aceituneros hacia su insurrección. Asimismo, el tema de la desigualdad entre clases, tocado por
Hernández, es de especial trascendencia ya que se escapa de los límites temporales y trasciende a esbozar
una realidad que, aunque no es tan radical, se mantiene actualmente.

En conclusión, este poema es una sincera exclamación con la que Hernández quiere recordar a todos los
trabajadores explotados andaluces de su época lo mucho que han sufrido. Se narra de forma magistral,
mediante el uso de figuras literarias y lingüísticas, ente las cuales resaltan la metáfora y la personificación
con mayor uso y relevancia interpretativa, el sufrimiento de los trabajadores en los campos de olivo de Jaén
y todo para enriquecer a sus mismos opresores, las clases altas. Perteneciente a la corriente de la prosa
poética, este magnífico poeta del pueblo, supo llegar al corazón de cada lector para que sientan el sufrimiento
que en esas épocas la clase trabajadora vivía en sus propias carnes; de tal forma que además se evidenciase
aquel contexto de desigualdad. Desde mi perspectiva este poema no es solo un reflejo del contexto desigual
que se vivía en España durante la guerra civil, sino que es un potente canal de transmisión de sentimientos
que se vale de todo tipo de recursos para lograr el propósito de llegar a los aceituneros e impulsarlos en su
levantamiento conjunto.

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