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Se ha hecho notar que la mecánica de los suelos práctica está basada principalmente en la
experiencia. Pero debe también reconocerse que la ingeniería civil no alcanzó mayor progreso
hasta que el cúmulo de experiencia adquirida no fue fertilizada con el aporte de la ciencia
aplicada, que tuvo por función revelar las relaciones existentes entre los fenómenos y sus
causas.
Para establecer estas relaciones fue indispensable investigar las propiedades físicas de los
diferentes tipos de suelo, muchas veces es necesario conocer varías propiedades distintas. De
ellas, las más importantes son: la permeabilidad, la compresibilidad, la resistencia a la rotura, la
resistencia a la fluencia lenta y la relación tensión - deformaciones.
Los problemas relativos al flujo de líquidos en general, pueden dividirse en dos grupos
principales: los que se refieren a flujo laminar y aquellos que tratan con flujo turbulento.
Un flujo se define como laminar cuando las líneas de flujo permanecen sin juntarse entre sí en
toda su longitud.
Una línea de flujo se define como la línea ideal que en cada punto tiene la dirección del flujo, en
el instante de que se trate; en todo punto el vector velocidad y la línea de flujo que pasa por él,
serán tangentes.
Si en un tubo se inserta una fuente puntual de tintura, se tiene una distinción objetiva de los dos
tipos de flujo mencionados observando la trayectoria trazada por la tintura, que puede
asimilarse a una línea de flujo, si este está establecido.
Se sabe que a velocidades bajas un flujo ocurre en forma laminar, mientras que al aumentar
aquellas se llega a un límite en que se transforma en turbulento; si en ese punto la velocidad se
reduce, el flujo volverá a ser laminar, pero la nueva transición ocurre, generalmente a menor
velocidad que la primera.
Esto indica la existencia de un intervalo de velocidades en el cuál el flujo puede ser laminar o
turbulento.
Reynolds probó que existe una cierta velocidad en cada líquido abajo de la cual, para un cierto
diámetro de conducción y a una temperatura dada, el flujo es siempre laminar. Esta velocidad
se la define como la crítica.
Similarmente, existe una velocidad mayor arriba de la cual el flujo es siempre turbulento; en el
caso del agua esta segunda velocidad es aproximadamente, igual a 6.5 veces la velocidad
crítica.
Reynolds encontró que la velocidad crítica del agua puede expresarse por la ecuación:
VC = 36 1
1 + 0.0337 T + 0.00022 T 2 D
Así, la velocidad crítica resulta ser inversamente proporcional al diámetro de la conducción por
la que ocurre el flujo.
Si una masa de agua fluye con la misma velocidad en cada punto (flujo uniforme) no habrá
pérdida de energía, pero esta condición nunca existe en conductos, debido a la resistencia que
generan las fronteras, lo cual produce una distribución de velocidades.
En el caso del flujo turbulento, por otra parte, existe una pérdida continua de energía debido a
las velocidades diferentes de las partículas adyacentes de líquido aun cuando la masa fluya a
velocidad constante.
Se dice que un material es permeable cuando contienen vacíos existen en todos los suelos,
incluyendo las arcillas más compactas y en todos los materiales de construcción no metálicos,
comprendidos el granito sano y la pasta de cemento, dichos materiales son permeables.
La circulación de agua a través de su masa obedece también aproximadamente a leyes
idénticas, de modo que la diferencia entre una arena limpia y un granito sano es, en este
concepto, solo una diferencia de magnitud.
La permeabilidad de los suelos tiene un efecto decisivo sobre el costo y las dificultades a
encontrar en muchas operaciones constructivas, como lo son, por ejemplo, las excavaciones a
cielo abierto en arena bajo agua o la velocidad de consolidación de un estrato de arcilla blanda
bajo el peso de un terraplén.
Hasta la permeabilidad de un hormigón denso o de una roca sana puede tener importancia
práctica, ya que el agua ejerce presión sobre el material poroso a través del cual circula, y está
presión, que se conoce con el nombre de presión de filtración, puede llegar a ser muy alta.
El flujo de agua a través de medios porosos, de gran interés en la mecánica de suelos, está
gobernado por una ley descubierta experimentalmente por Henry Darcy en 1856. Darcy
investigo las características del flujo de agua a través de filtros, formados precisamente por
materiales térreos, lo cual es particularmente afortunado para la aplicación de los resultados de
la investigación a la mecánica de suelos.
i = h1 - h2
L
En cualquier punto del flujo la altura piezométrica h es la carga de la elevación z del punto, más
la carga de presión en dicho punto (P/w).
Nótese que, en la figura anterior, por ej., el agua fluye de un punto a menor presión a otro de
mayor y es que la carga hidráulica total es suma de los dos factores mencionados y no sólo de
la presión, es claro que el flujo horizontal el gradiente de presión si será proporcional al
gradiente de presión si será proporcional al gradiente hidráulico y el flujo tendrá que ocurrir en
el sentido de las presiones descendientes.
Q=AV
O sea que en el intervalo en que la ley de Darcy es aplicable, la velocidad del flujo es
directamente proporcional al gradiente hidráulico, esto indica que, dentro del campo de
aplicabilidad de la ley de Darcy, el flujo en el suelo es laminar.
Darcy construyó sus filtros de arenas finas, generalmente, de lo cual se deduce que ya en
estos suelos el flujo del agua es laminar, por lo menos mientras las cargas hidráulicas no sean
excesivas. En suelos más finos (mezclas de limos y arcillas o arcillas puras) el agua circula a
velocidades aún menores, por lo que, con mayor razón, el flujo también será laminar.
En las ecuaciones anteriores, relacionadas con la ley de Darcy, aparece una constante física
de proporcionalidad k, llamada el coeficiente de permeabilidad del suelo. En cualquiera de esas
ecuaciones y en especial en la de V = k i, puede verse que sus unidades son las
correspondientes a una velocidad (téngase presente que i es un concepto adimensional).
Es obvio que en el valor numérico de k se reflejan propiedades físicas del suelo y en cierta
medida ese valor indica la mayor o menor facilidad con que el agua fluye a través del suelo,
estando sujeta a un gradiente hidráulico dado.
Esta facilidad a su vez depende de toda una serie de propiedades físicas del suelo y, también
de algunos factores, tales como la temperatura y otros que se analizan más adelante.
Velocidad de descarga. -
v es la cantidad de agua que circula en la unidad del tiempo a través de una superficie unitaria
perpendicular a las líneas de filtración v = k i
Velocidad de filtración. -
AV V1 = A V
de donde: V1 = A V
AV
A = 1
AV
Por lo tanto:
V1 = 1 + e V
e
a) Directos
b) Indirectos
Ofrece el método más simple para determinar el coeficiente de permeabilidad de ese suelo.
Una muestra de suelo de área transversal A y longitud L confinada en un tubo, se somete a una
carga hidráulica h. El agua fluye a través de la muestra, midiéndose la cantidad en cm 3 que
pasa en el tiempo t. Aplicando la ley de Darcy
Q = kAit
Entonces: k = QL
hAt
En este tipo de permeámetro se mide la cantidad de agua que atraviesa una muestra de suelo,
por diferencia de niveles en un tubo alimentador
Dónde: a = área de la sección transversal de la bureta o tubería de entrada cm 2
A = área seccional de la muestra de suelo, en cm2
h1 = cabeza hidráulica a través de la muestra al comienzo del experimento t= 0
h2 = cabeza hidráulica a través de la muestra al final del ensayo t = t ensayo
L = longitud de la muestra en cm
t = tiempo transcurrido durante el experimento, en segundos
ln = logaritmo natural en base 2.7182818….
k = 2.3 L a log h1
At h2
Cuando la caída de carga hidráulica sea pequeña en comparación con la carga media usada
en la prueba, podrá usarse para el permeámetro de carga variable la fórmula
k = QL
hAt
con la carga h = h1 - h2
2
Es obvio que existen razones para creer que pudiera establecerse tal correlación; en suelos
arenoso gruesos, los poros entre las partículas minerales son relativamente grandes y por ello
la permeabilidad resulta comparativamente alta; en suelos de menores tamaños, los poros y
canalículos entre los granos son más pequeños, por lo cual estos materiales son de menor
permeabilidad. Desgraciadamente en la práctica, estas correlaciones tienen un valor muy
limitado; sobre todo debido al hecho de que otros factores aparte del tamaño, ejercen notoria
influencia en el valor del coeficiente en estudio; estos factores se han resistido, hasta hoy, a ser
introducidos en una fórmula única, por lo que no hay ninguna que los tome en cuenta de un
modo aceptable.
Así pues, las expresiones que abajo se detallan deben verse como una manera muy tosca de
valuar la permeabilidad, de un suelo y de ningún modo sustituye a métodos más precisos y,
desgraciadamente, más complicados y costosos, en todos los casos en que un conocimiento
correcto del valor de k sea necesario.
Prácticamente todos los métodos del tipo en estudio siguen la fórmula clásica de Allen Hazen
(1892)
Hazen obtuvo su fórmula experimentando con arenas uniformes con diámetro efectivo
comprendido entre 0.1 y 3 mm.; en estos suelos C varió entre 41 y 146. El valor de C = 116
suele mencionarse como un promedio aceptable de las experiencias efectuadas por Hazen. Sin
embargo, se ve que, en primer lugar, la fórmula es inaplicable a la mayoría de los suelo, que
quedan fuera del tipo de los experimentos realizados, en segundo lugar aún para esos suelos,
la variación de la constante C resulta muy excesiva para que la fórmula sea muy confiable.
Siendo t la temperatura º C.
Es necesario repetir que todas las fórmulas anteriores son de valor muy limitados, válidas como
norma de criterio, pero nunca substitutivas de métodos más precisos.
Ejercicio. -