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Las excepciones procesales constituyen mecanismos de defensa que utilizan las partes para
defenderse de las pretensiones, en sus aspectos formales.
La litispendencia es una de las excepciones que recoge nuestro sistema jurídico procesal.
Su vinculación con el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva nos remite al marco de
carácter constitucional. La litispendencia existe en todo proceso, porque es el espacio de
tiempo que existe entre la fecha de presentación de la demanda y la fecha en que se expide
sentencia definitiva, cediendo la posta a la cosa juzgada. En cuanto a la litispendencia,
debemos recurrir a la ficción de considerar que el tiempo no transcurre entre la fecha de
presentación de la demanda y el momento en que el Juez resuelve, ya que se asume que la
función jurisdiccional debería resolver de inmediato lo planteado por el demandante, pero
ello no es posible porque deben cumplirse las etapas por las que tiene que discurre el
proceso. Una de las consecuencias de la litispendencia es que no se puede repetir otro
proceso similar entre las mismas partes y el mismo objeto de la pretensión, porque de
ocurrir ello, la parte perjudicada hará valer la excepción de litispendencia. La doctrina y las
legislaciones extranjeras señalan que para la procedencia de la excepción de litispendencia
debe producirse la triple identidad: a) los mismos sujetos, b) el mismo objeto de la
pretensión y c) la misma causa. Nuestra legislación señala con precisión que sean las
mismas partes, el mismo objeto de la pretensión y el mismo interés para obrar. La triple
identidad mencionada, en la experiencia judicial, no se presenta siempre con meridiana
claridad. Es en estos casos, donde no se ajustan las identidades plenamente, porque en
alguna de ellas existen situaciones diferentes pero conexas, donde se pone a prueba la
interpretación de la institución. No existe identidad plena, pero si conexidad, de tal suerte
que el resultado de uno incidirá en el resultado del otro. Es razonable que se ampare la
excepción en estos casos, por cuanto si bien no existe la triple identidad, lo resuelto en
ambos procesos puede resultar contradictorio.
Cuando dos personas tienen una desavenencia, lo habitual es que la intenten resolver
primero en el ámbito privado. Después, si esto no es posible, puede que una de ellas
decida interponer una demanda. En ese momento, se inicia el proceso y, con él, un marco
nuevo para resolver la disputa que tiene sus propias reglas. La litispendencia es el término
con el que se define ese marco.
Cuando para resolver sobre el objeto del litigio sea necesario decidir acerca de alguna
cuestión que, a su vez, constituya el objeto principal de otro proceso pendiente ante el
mismo o distinto tribunal civil, si no fuere posible la acumulación de autos, el tribunal, a
petición de ambas partes o de una de ellas, oída la contraria, podrá mediante auto
decretar la suspensión del curso de las actuaciones, en el estado en que se hallen, hasta
que finalice el proceso que tenga por objeto la cuestión prejudicial.
Contra el auto que deniegue la petición cabrá recurso de reposición, y contra el auto que
acuerde la suspensión cabrá presentar recurso de apelación.
Este principio no impide que las partes puedan efectuar alegaciones complementarias y
aclaratorias en la audiencia previa, sin alterar sustancialmente sus pretensiones, ni alegar
hechos nuevos que puedan haber llegado a su conocimiento con posterioridad a la
litispendencia (art. 426 LEC).
BIBLIOGRAFÍA
Montero Aroca, Juan; Gómez Colomer; Juan Luis, Montón Redondo; Alberto,
Barona Vilar, Silvia. Derecho jurisdiccional II. Proceso civil. Valencia: Ed. Tirant
lo Blanch (19.ª edición), 2011.
https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/6daa0a0040d1ce96bb15fb726e1ea793/CA
S.+LAB.+N%C2%BA+6285-2012+-+CUSCO+-+15.04.2013.pdf?
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