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MemoriadeTrabajo Menteycerebro-HomenajeaPoTudela
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Memoria de trabajo
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Visuospatial skills: developmental factors, cognitive and emotional influence and benefits of training View project
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Referencia completa: Pelegrina S., Lechuga, M. T., Castellanos, M.C. y Elosúa, M. R. (2016). Memoria de
trabajo. En M.T. Bajo Molina, L.J. Fuentes Melero, J. Lupiañez Castillo y C. Rueda Cuerva (coords.). Mente y
cerebro: de la Psicología experimental a la Neurociencia cognitiva (pp. 237-262). Madrid: Alianza Editorial
S.A.
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Figura 8.1. Interpretación teórica de la curva de posición serial (adaptada de Tudela, 1988)
La idea de que la memoria a nivel funcional contiene almacenes a corto y a
largo plazo se concretaría en diferentes modelos de memoria de los cuales es
prototípico el propuesto por Richard Atkinson y Richard Shiffrin (1968) que se
recoge en la Figura 2. Según este influyente modelo, la información procedente del
ambiente se registra inicialmente en la memoria sensorial. Una parte limitada de
esta información, aquella que es atendida, se trasvasa a la memoria a corto plazo,
que se considera un almacén unitario de capacidad limitada en el que se mantiene
temporalmente la información para su posterior procesamiento. Aquí, la
información decae tras algunos segundos a menos que se repase. El repaso
permite, a la postre, codificar y almacenar la información en la memoria a largo
plazo, que consiste en un almacén sin límites de capacidad que puede conservar la
información indefinidamente.
Figura 8.2. Modelo de Atkinson y Siffrin
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CAPÍTULO 8 – MEMORIA DE TRABAJO
Figura 8.3. Modelo de Baddeley (2000)
2.1. El bucle fonológico
El bucle fonológico es el subsistema encargado del repaso continuo de la
información verbal para permitir su mantenimiento temporal durante la
realización del trabajo cognitivo. El bucle fonológico usa el sistema de articulación
del lenguaje para mantener la información verbal activa mediante el repaso
subvocal. Las características funcionales del bucle fonológico se sustentan en
multitud de evidencias empíricas, siendo el componente del modelo más
investigado. Una prueba de que la información que mantiene el bucle fonológico es
de tipo verbal se deriva del efecto de interferencia por similitud fonológica. En
tareas de recuerdo inmediato se observa un mayor número de errores en el
recuerdo de listas de palabras a medida que las palabras comparten más
características fonológicas. Este incremento en el número de errores no se produce
cuando las palabras de la lista comparten características semánticas. Otro efecto
experimental que evidencia la naturaleza verbal del bucle fonológico es el efecto de
longitud de la palabra. En tareas de recuerdo inmediato, las palabras con un mayor
número de sílabas, cuya pronunciación por tanto dura más tiempo, se recuerdan
menos que las palabras que se pronuncian más rápidamente. Este resultado es
interpretado como evidencia de que el bucle fonológico utiliza el sistema de
articulación vocal y que su capacidad de mantenimiento se define en términos de
duración de la pronunciación del contenido. Otro efecto relevante es el efecto de la
supresión articulatoria. La supresión articulatoria es un procedimiento
experimental que consiste en pronunciar un contenido irrelevante mientras se
presenta y se recuerda una lista de palabras. Además de una disminución del
recuerdo, en estas condiciones se elimina el efecto de la longitud de la palabra,
haciendo que el recuerdo de listas de palabras de diferente longitud sea igual de
bajo, aunque no elimina completamente la capacidad de mantener activa
información verbal.
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2.2. La agenda viso‐espacial
La agenda viso‐espacial es el subsistema utilizado para mantener y manipular
información de naturaleza visual o espacial. Diversos estudios han demostrado que
es posible distinguir entre los aspectos visuales del sistema, relacionados con
formas y objetos, y los aspectos espaciales, relacionados con la localización. Esta
separación está sustentada además en los resultados de los estudios con pacientes
con daño cerebral y con técnicas de neuroimagen que muestran como las regiones
dorso y ventrolaterales de la corteza prefrontal procesarían diferencialmente
estímulos de tipo espacial y objetos. En relación con el recuerdo de objetos, se ha
demostrado que, a diferencia del bucle fonológico, no se requiere el repaso
ordenado de las imágenes para su mantenimiento, ya que las imágenes pueden
combinarse y recordarse como un todo. También parece claro que la agenda viso‐
espacial está limitada en la cantidad total de imágenes independientes que puede
manipular simultáneamente. En cuanto al recuerdo inmediato de localizaciones, se
ha comprobado que existe poco olvido tras breves periodos de tiempo, a no ser
que se interfiera con el almacenamiento a través de alguna tarea distractora, lo que
aumenta el olvido en función de las demandas de la tarea interviniente. Esto
sugiere que existe cierta forma de repaso que se ve interrumpida por la tarea
distractora, incluso aunque esta tarea no sea visual, como por ejemplo el recuerdo
de secuencias de dígitos.
2.3. El retén episódico
Uno de los problemas del modelo original era explicar la relación entre la
memoria de trabajo y la memoria a largo plazo. Por ejemplo, la capacidad del bucle
fonológico se consideraba bastante más limitada que la requerida para mantener
toda la información necesaria para comprender un texto. De alguna manera la
memoria de trabajo debía de poder hacer uso del conocimiento almacenado en la
memoria a largo plazo para ampliar sus posibilidades de trabajo. Para superar esta
limitación, Baddeley (2000) propuso un cuarto componente, el retén episódico. Se
trataría de un sistema de almacenamiento temporal que mantendría alrededor de
cuatro paquetes de información en un código multidimensional. El retén episódico
actuaría como enlace entre los distintos subsistemas, conectando éstos con la
memoria a largo plazo, lo que permitiría la combinación de información
previamente no relacionada, por ejemplo las palabras de una frase en paquetes
significativos.
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2.4. El ejecutivo central
Puede considerarse que el componente más importante del sistema es el
ejecutivo central, dado que se encarga de controlar y gestionar el sistema. Sin
embargo, en la formulación original del modelo se le dedicó poca atención a su
funcionamiento. En la versión posterior, Baddeley (1996) adoptó la propuesta de
Norman y Shallice (1986) y consideró este componente como un controlador
atencional, más que un sistema de memoria, responsable de focalizar la atención y
controlar la conducta. Así, se asumió que el ejecutivo central mantenía dos modos
de control: uno automático para los hábitos y destrezas existentes, y otro limitado
y controlado, que sería el responsable de la realización de las tareas complejas en
curso. Según Baddeley, este componente realizaría cuatro funciones ejecutivas: a)
dirigiría la atención hacia la realización de la tarea en curso, facilitando o
inhibiendo el procesamiento de la información en función de la relevancia para la
tarea, b) dividiría la atención y coordinaría la realización de dos o más tareas
simultáneas, c) cambiaría de modo flexible el foco atencional entre una tarea y
otra, y d) activaría y recuperaría la información de la memoria a largo plazo.
La propuesta de diferentes funciones ejecutivas asociadas a la memoria de
trabajo ha tenido su continuación en distintas aproximaciones teóricas. Los
resultados de diversas investigaciones han demostrado que se pueden considerar,
al menos, tres procesos ejecutivos independientes implicados en la realización de
las tareas cognitivas: la inhibición de información o tendencias de acción no
relevantes para la tarea, la actualización del contenido de la memoria y el cambio
entre tareas o procesos (Miyake, Friedman, Emerson, Witzki, Howerter, y Wager,
2000).
3. MODELOS DE ALMACENAMIENTO UNITARIO
Nelson Cowan disiente de la propuesta multi‐almacen de Baddeley en la que
se proponen diferentes almacenes o sistemas en la memoria de trabajo dedicados a
información de distinto tipo. Además, Cowan no considera que la única distinción
relevante en función de la modalidad de la información sea la verbal frente a la
visoespacial. Aunque asume la existencia de disociaciones entre los procesos
verbales y visoespaciales, advierte que hay otras modalidades de información (p.e.,
táctil) que el modelo de Baddeley no recoge. Cowan (1988) intenta superar las
objeciones al modelo multi‐almacén proponiendo el modelo de procesos integrados
de la memoria de trabajo (embedded processes of WM) en el que no se conciben
distintos almacenes a largo y a corto plazo, sino que la memoria de trabajo se
identifica con la región de la memoria a largo plazo que ha alcanzado un cierto
nivel de activación.
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3.1. El modelo de los procesos integrados de Cowan
El modelo de Cowan (1988, 1995) contempla dos componentes integrados
dependiendo del grado de activación que alcanza la información en la memoria
(véase la Figura 4). En primer lugar, se concibe una región relativamente activada
como resultado de la actividad cognitiva y de la experiencia perceptiva actual. Las
representaciones en este componente se activan automáticamente por la
información entrante en el sistema y estarían formadas principalmente por
características de naturaleza sensorial. Cowan mantiene que incluso cuando la
información en esta región alcanza un cierto nivel activación, puede no resultar
accesible a la consciencia. Esta diferenciación explícita entre activación y acceso a
la consciencia permite explicar ciertos fenómenos de facilitación que ocurren al
procesar información de la que la persona no es consciente. Sirvan de ejemplo los
efectos facilitatorios derivados de breves exposiciones a estímulos que son
inmediatamente enmascarados. Finalmente, una característica de la región
activada de la memoria a largo plazo es su capacidad limitada debido, por un lado,
a la constante degradación que sufren las representaciones como resultado de la
interferencia procedente de otras representaciones y, por otro lado, al rápido
decaimiento de la activación.
Figura 8.4. Modelo de Cowan
Al primer nivel de activación Cowan añade un segundo componente
denominado foco de atención, que consiste en un subconjunto reducido de la parte
activada de la memoria a largo plazo. En este nivel se representa aquella
información de cualquier modalidad que ha alcanzado un nivel más completo de
activación y que además es accesible a la consciencia. Una vez que la información
ingresa en el foco de atención puede tener lugar un procesamiento adicional que
propicia la activación de características adicionales (p.e., semánticas) relacionadas
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que las personas pueden captar de forma rápida y sin error cantidades de hasta
cuatro elementos, cantidad a partir de la cual la ejecución se vuelve más lenta y
susceptible de errores. Análogamente, el número máximo de objetos móviles que
las personas pueden seguir simultáneamente también coincide en unos cuatro.
Los resultados de algunos estudios que emplean técnicas de neuroimagen y
electrofisiológicas son consistentes con la idea de un límite de capacidad en torno a
cuatro elementos. Por ejemplo, Todd y Marois (2004) han demostrado que la
amplitud de la actividad en el surco intraparietal aumenta con las demandas de
memoria visual, alzando su nivel máximo precisamente cuando la carga de
memoria es de tres o cuatro elementos. Además, a diferencia de otras áreas, la
activación en esta región es sensible a las diferencias individuales ya que la
asíntota se alcanza cuando las demandas de memoria se aproximan a la capacidad
de memoria específica de cada persona.
Hay autores que consideran que la capacidad del foco es aún más limitada y
defienden que la cantidad de información mantenida en el foco de atención se
reduce a un único elemento. Esto implica que sólo se puede mantener y ser
consciente de un ítem (p.e., una idea) en un instante determinado. McElree (2006)
defiende este argumento a partir de los resultados obtenidos en tareas que miden
la velocidad de acceso a distintas unidades de información mantenidas en la
memoria. Por ejemplo, en una tarea de reconocimiento continuo, como la n‐back,
se comprueba que el ítem presentado en el ensayo inmediatamente anterior (n‐1)
se reconoce mucho más rápidamente y con mayor exactitud que los ítems
presentados en ensayos previos (p.e., en el ensayo n‐2). Se infiere que dicha
diferencia se debe a que en el momento de realizar la prueba de reconocimiento, el
último ítem presentado (n‐1) está todavía en el foco de atención con lo que la
comparación puede efectuarse de manera inmediata; pero no sucede lo mismo con
los ítems previamente presentados, que deben recuperarse en el foco de atención
antes de poder ser comparados con el ítem a reconocer, lo que acarrea un coste
adicional. MacElree además de defender la idea de un foco de atención reducido a
un elemento, plantea que sólo existen dos niveles de representación: fuera del foco
o dentro del foco (véase Figura 5).
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activadas son diferentes para cada modalidad. Por ejemplo, las regiones dorso y
ventrolaterales de la corteza prefrontal procesarían estímulos de tipo espacial y
objetos respectivamente (Smith y Jonides, 1999). También se encuentran
diferencias hemisféricas. En unos estudios, el procesamiento de estímulos de tipo
espacial se llevaría a cabo en la corteza prefrontal dorsolateral izquierda, y la de
objetos en la corteza prefrontal dorsolateral media derecha (Baker, Frith,
Frackowiak, y Dolan, 1996). En otros trabajos, los estímulos espaciales se
procesarían en la corteza ventrolateral izquierda y los objetos en la ventrolateral
derecha (Smith et al., 1995). Donde sí está clara esta especificidad de dominio es en
el caso de estimulación verbal, cuyo procesamiento se ha encontrado asociado
principalmente al hemisferio izquierdo (p.e., Smith y Jonides, 1999).
4.2. Modelos basados en procesos
Contrapuestos a los modelos de organización funcional basados en el
dominio, los modelos de organización funcional basada en procesos postulan que
diferentes áreas se dedican al almacenamiento y al procesamiento,
respectivamente, y cada una procesa distintos tipos de modalidad. Este tipo de
modelos fue motivado por la propuesta de Petrides (1994) de que la corteza
prefrontal lateral de los monos está organizada en dos escenarios, de manera que
las áreas ventrolaterales llevarían a cabo funciones ejecutivas
computacionalmente más simples, como la comparación y evaluación de
estímulos; mientras que las áreas dorsolaterales medias realizarían funciones
ejecutivas más complejas, como la supervisión de los diferentes de estímulos
representados en la memoria de trabajo, y su relevancia para los objetivos de las
tareas. Los estudios no difieren tanto en cuanto a sus resultados como en el caso de
los modelos basados en el dominio. Por un lado, hay estudios que sugieren que la
corteza prefrontal dorsolateral se encargaría de la manipulación de los estímulos
mantenidos en la memoria de trabajo (D’Esposito, Postle y Rypma, 2000). Por otro
lado, otros estudios sugieren una doble disociación, en la que la corteza prefrontal
dorsolateral se encargaría de procesos de manipulación de la información y la
corteza prefrontal ventromedial sería responsable de procesos de mantenimiento
(Smith y Jonides, 1999).
Aunque los dos tipos de modelos descritos, en función del dominio o de los
procesos, han suscitado muchas críticas, no tienen por qué ser antagónicos. Por
ejemplo, en el trabajo de Smith y Jonides (1999) se propone que la corteza
prefrontal puede dividirse funcionalmente dependiendo tanto del dominio como
del proceso, ya que ambos tipos de modelos son ortogonales entre sí, y ambos se
reflejan en la organización de la corteza prefrontal. Otro modelo híbrido es el de
Postle y D`Esposito (2000) que proponen que muchas regiones de la corteza
prefrontal pueden encargarse de más de un proceso relacionado con la memoria
de trabajo. En este caso, los procesos de manipulación de la información aparecen
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7. LECTURAS RECOMENDADAS
Baddeley, A. (2012). Working memory: Theories, models, and controversies.
Annual Review of Psychology, 63,1–29.
Baddeley interpreta e integra nuevos hallazgos recientes en su propuesta multi‐
almacén de memoria de trabajo. Además, discute brevemente la relación de
su modelo con otros planteamientos teóricos sobre memoria de trabajo.
Cowan, N. (2005). Working memory capacity. New York: Psychology Press [cap. 2].
El segundo capítulo del libro está dedicado a presentar de forma breve las
principales características del modelo teórico de los procesos integrados.
Constituye una apropiada introducción a la teoría.
Jonides, J., Lewis, R. L., Nee, D. E., Lustig, C. A., Berman, M. G., y Moore, K. S. (2008).
The mind and brain of short‐term memory. Annual Review of Psychology 59,
193‐224.
Esta revisión conecta las concepciones teóricas procedentes de la Psicología
Cognitiva y las aportaciones de la Neurociencia Cognitiva para responder a
cuestiones acerca de la arquitectura de la memoria de trabajo y sus
mecanismos. El resultado final es un marco general que integra numerosos
resultados empíricos.
Kane, M. J., Conway, A. R. A., Hambrick, D. Z., y Engle, R. W. (2007). Variation in
working memory capacity as variation in executive attention and control. En
A. R. A Conway, C. Jarrold, M. J. Kane, A. Miyake, y J. N. Towse (Eds.), Variation
in Working Memory. New York: Oxford University Press.
Engle y colaboradores presentan una revisión de los resultados cosechados a
través de su dilatada trayectoria investigadora a la vez que exponen su
concepción sobre el origen de las diferencias individuales en memoria de
trabajo
Morrison, A. B., y Chein, J. M. (2011). Does working memory training work? The
promise and challenges of enhancing cognition by training working memory.
Psychonomic Bulletin & Review,18, 46‐60.
Se trata de uno de las primeros trabajos que revisa y analiza críticamente los
resultados obtenidos en los estudios de entrenamiento en memoria de
trabajo surgidos en la última década.
8. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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its control processes. En K. W. Spence, y J. T. Spence (Eds.), The psychology of
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promise and challenges of enhancing cognition by training working memory.
Psychonomic Bulletin & Review, 18, 46‐60.
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