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© SOCIEDAD TEOLÓGICA CRISTIANA

SOLA SCRIPTURA Y SU RELEVANCIA HOY.


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Edición de formato y diseño: Homero González.

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Primera edición: 13 de abril, 2020


4 Introducción.
6 El antecedente: El monje que amaba las
Escrituras.
10 ¿Por qué sola Scriptura?
15 La inquietud del monje por las Escrituras.
22 Qué significa sola Scriptura.
26 Conclusión.
La Biblia es la Palabra de Dios y es clara porque Dios quiso
comunicarse de manera clara con nosotros. En 1997, Michael
Drosnin escribió «El código secreto de la Biblia», un libro donde
explica que los libros del Pentateuco formaban un gigantesco
crucigrama que, al conectarse, revelaba una historia que era
oculta.

De manera similar, algunos místicos creen que las palabras


de la Biblia no quieren decir exactamente lo que dicen, sino que
revelan algo que está detrás, es decir, un significado oculto. Otros
creen que la Biblia está repleta de palabras obsoletas que no tienen
nada que decir al mundo de hoy.

Además, hay otros que piensan que es imposible entender


la Biblia ya que fue escrita hace tantos años en una cultura
totalmente diferente. Sin embargo, aún y cuando hay diversas
opiniones, la Biblia no es un códice secreto. No es un libro
misterioso ni obsoleto o anticuado. Es posible entender la
Escritura y aplicarla hoy en día, es igual de relevante que cuando

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se escribió, y es clara.

En otras palabras, la Biblia, que es la Palabra de Dios, es


absolutamente indispensable en nuestras vidas. La Escritura nos
dará sabiduría, será luz a nuestro camino y guiará nuestros pasos
de principio a fin. Somos salvos y santificados por medio de ella y
todo lo que Dios ha prometido vendrá a buen término según el
sabio consejo de Su voluntad. Él es Dios y ha querido comunicarse
con nosotros de manera clara. Además, Él nos ha dejado su
Espíritu para ayudarnos a entender. Tomemos su Palabra como
es, sabiendo que es clara y dependiendo del Espíritu para iluminar
su verdad en nosotros.

David González, M.Div.

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ace más de 500 años, el 31 de octubre de 1517, la
reforma protestante llegó a su apogeo y ese
momento marcó un antes y un después que sigue
siendo relevante aún para la iglesia hoy. Ese día, un monje
católico llamado Martín Lutero clavó sus 95 tesis contra las
enseñanzas y prácticas de la iglesia católica. Este hombre
plasmó en 95 tesis su descontento e invitó de esta manera a
debatir a otros al respecto.

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La pregunta entonces es: ¿Quién era ese Lutero que
ahora ha pasado a la historia?

Cuando estudiamos la vida y el ambiente en que fue


desarrollado, Lutero figura ser un hombre de gran erudición,
cuyo impacto llegó a manifestarse debido a que fue capaz de
aplicar esa erudición al pueblo. Es decir, hizo popular lo que
por años era reservado y selectivo.

Lutero era indudablemente sincero hasta el


apasionamiento, y frecuentemente vulgar en sus
expresiones. Su fe era profunda, y nada le importaba tanto
como ella. Cuando se convencía de que Dios quería que
tomara cierto camino, lo seguía hasta sus últimas
consecuencias. Un varón cuyo dominio del lenguaje lo
volvió una herramienta poderosa. Todos estos elementos lo
llevaron a tomar posturas trascendentales para el
florecimiento de la Escritura en medio del oscurantismo
católico romano1.

1 Justo González menciona: «Al estudiar la vida y obra de


Lutero, una cosa resulta clara, y es que la tan ansiada reforma se
produjo, no porque Lutero u otra persona alguna se lo propusiera, sino
porque llegó en el momento oportuno, y porque en ese momento el
Reformador, y muchos otros junto a él, estuvieron dispuestos a

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Lutero creía que la Biblia no podía concebirse de la
manera en que se estaba interpretando. El descontento era
respecto de la autoridad papal, los abusos financieros,
morales y doctrinales, entre otras cosas. Había cuatro
preguntas que los que estaban disconformes venían
haciéndose:

1) ¿Cómo es que una persona puede ser salva?

2) ¿Dónde reside la autoridad religiosa?

3) ¿Qué es la iglesia?

4) ¿Cuál es la esencia de la vida cristiana?

Todo lo que quería el ahora célebre monje, era


reformar su propia iglesia católica romana. En sus primeros
esfuerzos por conseguirlo nunca buscó la intención de
formar una nueva iglesia. No obstante, soberanamente Dios
tenía planes más allá de los suyos.

cumplir su responsabilidad histórica». Justo L. González, Historia de


La Reforma (Miami, FL: Editorial Unilit, 2003), 31–32.

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ara entender por qué es importante el concepto de
sola Scriptura, primeramente debemos considerar
la manera en que la iglesia católica romana
concebía —y continúa haciéndolo— la sucesión apostólica.

Los reformadores estaban reaccionando a esta


realidad histórica cuando hablaron de sola Scriptura. La
sucesión apostólica es uno de los aspectos importantes de la
iglesia católica romana y bajo este argumento afirma ser la

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única iglesia sucesora válida, ya que proviene directamente
de los apóstoles. La iglesia católica romana clama tener esa
línea directa y, por lo tanto, posee una autoridad única que
invalida a otras iglesias y denominaciones.

Esta supuesta sucesión apostólica le da una autoridad


única a la iglesia católica romana para interpretar las
Escrituras. Por lo tanto, las enseñanzas o tradiciones de la
iglesia romana —provenientes del Papa— son consideradas
por ellos básicamente infalibles y autoritativas, aún sobre la
Escritura misma. Esa es una de las mayores diferencias
existentes entre la iglesia católica romana y el
protestantismo, y fue una de las razones fundamentales que
provocó la reforma protestante.

Un ejemplo de la autoridad que la iglesia católica se


había asignado a sí misma fue la venta de indulgencias. La
iglesia, y en especial el Papa, afirmaba ser la autoridad
suprema en asuntos políticos y desde luego económicos. Para
financiar las obras magnificentes que querían realizar tanto
en Roma como en el resto de sus dominios, comenzaron a
ofrecer indulgencias plenarias. Esto quería decir que por un
módico precio —una cantidad de dinero determinada—
quien pagara dinero por estas indulgencias podría comprar

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la salvación no solamente de un vivo, sino también de un
muerto. La idea que pregonaba era: «Necesitamos esplendor
en nuestra Roma, y necesitamos indulgencias de parte del
mundo entero».

Uno de los comisarios principales de las indulgencias


en Alemania, fue el fraile Juan Tetzel de la Orden de los
Dominicos, nacido en Leipzig y reconocido como el hombre
que degradó hasta lo sumo la práctica de las indulgencias. Su
nombre es asociado con el tráfico de indulgencias. Su
cinismo e insolencia sobrepujó a todo lo que hasta entonces
se había visto.

Para Juan Calvino, otro conocido reformador y gran


teólogo, la idea de comprar la salvación mediante
indulgencias fue definido como algo grotesco; era
completamente inaceptable porque era contrario a la
Escritura. La compra de indulgencias estaba absoluta y
completamente en contra de las Escrituras.

Martín Lutero, el hombre que clavó sus tesis de


protesta a las puertas de la iglesia, no entendía cómo era
posible que la iglesia actuara de forma contraria a la
Escritura. Simplemente no entendía cómo podían amparar
las indulgencias —entre otras cosas— si no estaba en la

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Escritura. Para Lutero, las indulgencias eran una afrenta al
nombre de Cristo, a su evangelio y a la Palabra de Dios.

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iempo atrás, Lutero buscó por años la respuesta a
sus preguntas y no pudo encontrarlas en la iglesia
católica romana. Él entró al monasterio como una
promesa a Dios y buscando conocerlo para tener esperanza
para su vida. Lutero quería encontrar al Dios de la gracia y
quería saber si Dios estaba a su favor o en contra de él. Lo
intentó todo —oración, ayuno, confesión, buenas obras—
pero nada de eso le trajo paz para con Dios. Fue solo

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estudiando la Biblia que llegó a entender que la justicia de
Dios que Pablo describe en Romanos 1:17 no podía ser
obtenida o ganada por obras que él hiciera; por el contrario,
era un regalo dado a los hombres por la obra vicaria de
Cristo. Lutero experimentó la gracia de Dios a medida que él
descubrió la Escritura, el libro de Dios que estaba oscuro, que
necesitaba leerse, y que no se leía por intención deliberada.

El gran descubrimiento vino probablemente en 1515,


cuando Lutero comenzó a dar cátedra sobre la epístola a los
Romanos, pues él mismo dijo después que fue en el primer
capítulo de esa epístola donde encontró la respuesta a sus
dificultades. Esa respuesta no vino fácilmente. No fue
sencillamente que un buen día Lutero abriera la Biblia en el
primer capítulo de Romanos, y descubriera allí que «el justo
por la fe vivirá».

Ese descubrimiento fue precedido por una larga lucha


y una amarga angustia, pues Romanos 1:17 empieza diciendo
que «en el evangelio la justicia de Dios se revela». De acuerdo
con este texto bíblico, el evangelio es revelación de la justicia
de Dios. Y era precisamente la justicia de Dios lo que Lutero
no podía tolerar. Si el evangelio fuera el mensaje de que Dios
no es justo, Lutero no habría tenido problemas. Pero este

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texto relacionaba indisolublemente la justicia de Dios con el
evangelio.

Día y noche pasaba el monje buscando comprender la


relación entre las dos partes del versículo que, tras afirmar
que «en el evangelio la justicia de Dios se revela», concluye
diciendo que «el justo por la fe vivirá».

La respuesta fue sorprendente. La «justicia de Dios» es


don de Dios. La justicia de Dios es la que obtiene todo aquel
que vive por fe, no porque sea en sí mismo justo, o porque
cumpla las exigencias de la justicia divina, sino porque Dios
le da este don por medio de Cristo. La «justificación por la
fe» no quiere decir que la fe sea una obra más sutil que las
obras buenas, y que Dios nos pague esa obra. Quiere decir
más bien que tanto la fe como la justificación del pecador son
obra de Dios por medio de su amado Hijo, don gratuito.

Habiendo encontrado la verdadera autoridad en la


Palabra de Dios, Lutero protestó ampliamente. Algunas de
sus tesis2 dicen lo siguiente:

2 Tomado de Martin Luther, Disputation of Doctor Martin


Luther on the Power and Efficacy of Indulgences: October 31, 1517,
electronic ed. (Bellingham, WA: Logos Bible Software, 1996).

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o En consecuencia, yerran aquellos predicadores de
indulgencia que afirman que el hombre es
absuelto a la vez que salvo de toda pena a causa de
las indulgencias del Papa (tesis 21).

o Por esta razón, la mayor parte de la gente es


necesariamente engañada por esa indiscriminada
y jactanciosa promesa de la liberación de las penas
que tiene que ver con las indulgencias (tesis 24).

o Mera doctrina humana predican aquellos que


aseveran que tan pronto suena la moneda que se
echa en la caja, el alma sale volando (tesis 27).

o Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae


en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en
aumento, más la intercesión de la iglesia depende
sólo de la voluntad de Dios (tesis 28).

o Serán eternamente condenados juntos con sus


maestros, aquellos que crean estar seguros de su
salvación mediante una carta de indulgencia
(tesis 32).

o Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o


muerto, tiene participación en todos los bienes de

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Cristo y de la iglesia; esta participación le ha sido
concedida por Dios, aun sin cartas de
indulgencias (tesis 37).

o Vana la confianza en la salvación por medio de


una carta de indulgencia, aunque el comisario y
hasta el mismo Papa pusieran su misma alma
como prenda (tesis 52).

Fue por lo anterior que Lutero, después de ser


convocado a retractarse de sus famosas tesis en contra de las
prácticas de la iglesia católica romana, dijo de manera
contundente en la Dieta de Worms en el año 1521 lo
siguiente:
A menos que esté convencido mediante el testimonio
de las Escrituras o por razones evidentes, yo no confío
en el Papa, ni en su concilio, debido a que ellos han
errado continuamente y se han contradicho. Me
mantengo firme en las Escrituras a las que he
adoptado como mi guía. Mi conciencia es prisionera
de la Palabra de Dios. No puedo ir en contra de mi

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conciencia. Que Dios me ayude. Amén.3
Su respuesta y postura fue contundente. Así de importante
era la Palabra de Dios para Lutero.

3 Jennifer Powell McNutt, CH221 Milestones of the


Protestant Reformation, Logos Mobile Education (Bellingham, WA:
Lexham Press, 2016).

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S
ola Scriptura, o «solamente la Escritura», afirma la
doctrina bíblica de que solo la Biblia es la autoridad
final para todos los asuntos de fe y práctica. La
Escritura y solamente la Escritura es la norma por la cual
todas las enseñanzas y doctrinas de la iglesia deben ser
medidas.

Sin embargo, bajo el lente del catolicismo romano,


donde la tradición y las enseñanzas autoritarias de la iglesia
ocupan un papel similar —o superior— que las Sagradas
Escrituras, esta verdad pareciera ser secundaria. A esta

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realidad es a la que apelaron los reformadores.

Por el ejemplo, el Concilio Vaticano II (1962–1965)


de la iglesia católica romana convocado por el papa Juan
XXIII, ha sido considerado como uno de los eventos
históricos más importantes del siglo XX. En este concilio
ecuménico se trató la revelación, la liturgia, la libertad
religiosa y otros temas importantes sobre la renovación y la
tradición católica. Con relación a la revelación, el concilio
dice:
Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la
Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según
el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y
unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno
sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la
acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a
la salvación de las almas4.

En contraste con esto, grandes teólogos afirman que


sola Scriptura es un asunto de la fuente de entendimiento; la
verdad de Dios. Solamente las Escrituras son autoritarias.

4 Miguel Nicolau, Iniciación a la teología (Toledo: Graficas C.


Martin, 1984), 31.

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La teología de los reformadores explica que Lutero no
necesariamente estaba en contra de la tradición de los padres
de la iglesia, pues tanto él como muchos otros reformadores
citaron en sus escritos a Clemente de Roma, Ignacio de
Antioquía, Papías de Hierápolis, Justino Martir, Ireneo de
Lyon, etc. Sin embargo, para los reformadores protestantes,
los escritores patrísticos eran eminentes y útiles a medida
que ellos se sometían al escrutinio de las Escrituras. En otras
palabras, una sólida exegesis bíblica era necesaria para
aceptar sus escritos.

Lutero retuvo los credos apostólicos y las


formulaciones teológicas derivadas de los concilios de Nicea
y Calcedonia. Sin embargo, su convicción era que estos
credos no podían suplementar o invalidar las Escrituras; sino
que, la validez de estos credos era proteger la intención de
las Escrituras en contra de deviaciones heréticas. Para Lutero
la Biblia era «el libro del Espíritu Santo», «el vehículo del
Espíritu». La Biblia no era un libro entre otros libros, sino la
única fuente inerrante de revelación divina que debe ser
entendida y obedecida.

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ivimos en una cultura diferente a la sociedad en ese
entonces. Esto lleva a muchos a pensar que lo único
útil es lo nuevo y que lo viejo es simplemente obsoleto
y sin importancia. Sin embargo, lo que sucedió en la reforma
protestante tiene implicaciones prácticas hoy para la iglesia.

Una de las implicaciones prácticas de la reforma


protestante para la iglesia de hoy tiene que ver con la segunda
pregunta que los disconformes se hacían y con una de las solas de
la reforma.

Sola Scriptura es increíblemente importante hoy, así como


lo fue para los reformadores. Constantemente la iglesia está
siendo atacada por diferentes frentes. La iglesia se enfrenta a
amenazas importantes que hacen que valoremos aún más el
concepto de sola Scriptura. Por eso es vital recordar, ya que los
reformadores no solamente creyeron en sola Scriptura, sino que

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vivieron a la luz de esa realidad5.

Los reformadores protestantes insistieron que la


Escritura es suficiente, que la autoridad última en nuestra
creencia y práctica eclesiástica es y debe ser la Palabra
sagrada de Dios. Ellos creían que el cristianismo debía estar
basado en el libro de Dios —la revelación infalible de Dios—
, confinada a los 66 libros de la Escritura, ya que su Palabra
es suficiente y es poderosa.

Para los reformadores esta suficiencia y poder


transformador de la Escritura no lo goza la tradición ni el
colegiado de la iglesia católica. Estas fuentes de autoridad no
están al nivel de las Escrituras —la palabra de Dios es única
y no tiene ni puede tener competencia alguna—.

La Palabra de Dios debe ser la autoridad de la iglesia


y debe normar lo que creemos y practicamos. Esto es sola
Scriptura. Y esta debe ser la práctica de la iglesia —y nuestra

5 Matthew Barrett, eminente teólogo y editor de la serie «Las


5 solas», nos ayuda a poner en perspectiva la reforma cuando dice: «La
tentación es a pensar que las cinco solas son piezas de museo de una
era pasada con muy poca relevancia para la iglesia de hoy. Estamos en
desacuerdo con esta postura. Nosotros necesitamos esas solas hoy en
día tanto como los reformadores las necesitaron en el siglo dieciséis».
Matthew Barrett, God’s Word Alone: The Authority of Scripture,
(Grand Rapids: Zondervan, 2016), 11.

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como creyentes— hoy en día. Por eso, es importante
recordar lo que implica que la Escritura sea nuestra norma
hoy. Debemos tener a la Escritura en alta estima y que sea
Dios y su Palabra que guíe a su iglesia cada día.

Así que, el fin de esta reflexión no es solamente una


lección de historia sobre la reforma protestantes en el siglo
XVI, sino ver el presente a la luz de reforma protestante y
especialmente de las Escrituras y definirnos conforme a ella.
Creemos que la reforma fue una iniciativa de regresar a las
Escrituras y que, por lo tanto, la iglesia del Señor debe
continuar reformándose y no conformarse al mundo o
cualquier sistema religioso.

¡Que Dios nos permita desear su Palabra cada día!

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