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GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

Magistrado ponente

SL4277-2018
Radicación n.° 59037
Acta 34

Bogotá, D.C., dos (2) de octubre de dos mil dieciocho


(2018).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


FERNANDO RODRÍGUEZ PARDO, contra la sentencia
proferida por la Sala Tercera de Decisión, Civil, Familia y
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Neiva,
el 31 de marzo de 2011, en el proceso que él instauró
contra GASEOSAS DEL HUILA S.A.

I. ANTECEDENTES

Fernando Rodríguez Pardo llamó a juicio a Gaseosas


del Huila S.A., con el fin de que se declare que le es
aplicable la convención colectiva de trabajo firmada por el
demandado y sus trabajadores sindicalizados para los años
2004 a 2006 y 2006 a 2010, en consecuencia, se condene a
la pasiva a pagarle los siguientes beneficios convencionales:

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la prima de antigüedad establecida en el artículo 24 de la


convención del año 2006 a 2010; las primas del mes de
junio de los años 2006, 2007 y 2008 establecida en el
artículo 39 de las convenciones 2004 - 2006, 2006 - 2010;
las primas de diciembre de los años 2005, 2006 y 2007,
establecidas en el artículo 40 de las citadas convenciones y
las primas de vacaciones de los años 2006, 2007 y 2008,
establecida en el artículo 41 de las convenciones; la
indemnización por despido injusto; el tiempo extraordinario
laborado, dominicales y festivos; la diferencia salarial
dejada de pagar con respecto del salario del gerente, el
aumento salarial del año 2007 por una cifra no inferior al
7.1%; la reliquidación de cada uno de los contratos de
trabajo y a pagar la diferencia adeudada de las prestaciones
sociales; se condene al demandado a pagar la sanción
moratoria por no pagar oportunamente los salarios y
prestaciones sociales e indemnizaciones, el valor de su
traslado y el de su familia a la ciudad de Girardot, las
costas del proceso.

Fundamentó sus peticiones en que laboró para


Gaseosas del Huila S.A. mediante contrato de trabajo a
término fijo de un año, desde el 2 de diciembre de 2002
hasta el 17 de julio de 2008, devengando un sueldo básico
de $2.450.000, con jornadas laborales compuestas de
turnos de 11 horas diarias aproximadamente; que casi
siempre laboraba los domingos y festivos, sin recibir por
este trabajo extraordinario el correspondiente pago; que en
los años 2005, 2006 y 2007 recibió órdenes de reemplazar
al gerente en el período de vacaciones, sin cancelarle la

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compañía recargo salarial por desempeñar este cargo; que


no recibió aumento de salario en 2007, sin ninguna
justificación, cuando a trabajadores de cargo directivo de la
misma compañía se les aumentó el salario en un 7.1%; que
en la entidad demandada existe una convención firmada
con los trabajadores sindicalizados, que son más de la
tercera parte del total de los trabajadores, lo que hace
extensivo los beneficios de la convención al personal no
sindicalizado, por lo que en consecuencia es beneficiario de
la misma convención por los conceptos pretendidos; que le
han desconocido los beneficios convencionales establecidos
en las acuerdos colectivos de 2004 a 2006 y 2006 a 2010,
adeudándosele la prima de antigüedad (art. 24), las primas
de junio de los años 2006, 2007 y 2008 (art. 39), las primas
de navidad (art. 40) y las primas de vacaciones (art. 41).

Dijo que fue despedido injustamente, sin que le


cancelaran, a la hora de hacerle la liquidación del contrato,
el tiempo que restaba para el cumplimiento del mismo; que
no se le tuvo en cuenta el verdadero salario para la
liquidación de sus prestaciones sociales; que la demandada
cuando lo contrató le canceló los gastos de traslado desde la
ciudad de Girardot hasta Neiva y a su terminación no le
canceló los gastos de regreso.

Al dar respuesta a la demanda, la parte accionada se


opuso a las pretensiones y, en cuanto a los hechos, expresó
que la vinculación laboral del actor fue mediante un
contrato a término fijo y por haber sido en un cargo de
dirección confianza y manejo o supervisión, de acuerdo al
texto del contrato, se celebró por un término de 6 meses

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(cláusula séptima del contrato); ingresó al servicio el 1 de


diciembre de 2002, con jornada de trabajo excepcional a la
máxima legal, por la calidad del cargo desempeñado,
conforme al artículo 162 del CST; se le cancelaron los
domingos y festivos laborados, ya que se encontraban
comprendidos en el salario pactado según las cláusulas 3 y
5 del contrato; nunca fue encargado de la gerencia; que es
cierto que no se le otorgó el incremento del salario de 7.1 %
en el año 2007, porque fue aplicado a personas de nivel
jerárquico diferente e inferior al del demandante.

Con relación a las convenciones colectivas, señaló que


el sindicato no está conformado por más de la tercera parte
del total de los trabajadores, ya que lo conforman 23
trabajadores, y el total de empleados de la empresa no son
solo son los empleados directos, sino los vinculados a través
de «Redeventas del Alto Magdalena» y los de las
Cooperativas de Trabajo Asociado que prestan sus servicios
a la empresa, por lo cual se elimina la extensión de la
convención a trabajadores no sindicalizados consagrada en
los artículos 470 y 471 del CST. Negó haber omitido en la
liquidación del vínculo cancelar todos los elementos
constitutivos de la indemnización debida, que no se le haya
tenido en cuenta el verdadero salario en cada una de las
liquidaciones. Afirmó que al actor se le envió comunicación
el 5 de diciembre de 2008, a efectos de que le informara a la
empresa si era su intención radicarse por fuera de la ciudad
de Neiva para contratar el trasteo correspondiente al lugar
que decidiera, sin que se recibiera respuesta por su parte.

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En su defensa propuso las excepciones de mérito que


denominó: inaplicación de las convenciones colectivas de
trabajo; inexistencia de la obligación por parte de la
demandada y de causa para pedir por parte de la
demandante; cobro de lo no debido y mala fe por parte de la
demandante.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Tercero Laboral del Circuito de Neiva, al


que correspondió el trámite de la primera instancia,
mediante fallo del 5 de noviembre de 2010, negó las
pretensiones de la demanda.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Tercera de Decisión Civil, Familia y Laboral del


Tribunal Superior del Distrito Judicial de Neiva, mediante
fallo del 31 de marzo de 2011, al resolver la apelación del
demandante, confirmó la sentencia de primer grado.

En lo que interesa al recurso extraordinario, el


Tribunal consideró como fundamento de su decisión, que
los puntos a dilucidar se centraban en la eficacia de la
renuncia del accionante a los beneficios convencionales; su
calidad de trabajador de dirección, confianza y manejo; y, la
procedencia de al pago de los gastos de traslado.

Sacó de discusión la renuncia presentada por el


demandante a los beneficios convencionales mediante los
oficios que le dirigió al empleador el 5 y el 27 de agosto de

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2004, destacando que la controversia se centraba en los


efectos de la misma, la cual califica el accionante de ineficaz
de acuerdo con el artículo 43 del CST, porque los derechos
laborales de conformidad con el artículo 53 de la
Constitución Política son irrenunciables. Frente a lo cual
dijo:

[…] se observa que de conformidad con los artículos 13 y 14 del


CST., en su orden, dicha codificación contiene el mínimo de
derechos y garantías a favor de los trabajadores, no produciendo
efecto alguno cualquier estipulación que afecte o desconozca este
mínimo, y determina que cualquier disposición legal que regule el
trabajo humano es de orden público, por lo que los derechos y
prerrogativas que ellas concedan son irrenunciables, salvo los
casos expresamente exceptuados por la Ley.
Significa entonces, que la renuncia a los pretendidos beneficios
convencionales es eficaz, en la medida que no corresponde a
derechos irrenunciables consagrados en disposiciones legales,
emanando los derechos renunciados del acuerdo convencional
que superan los contenidos en aquellas, como ha tenido
oportunidad de puntualizarlo nuestra Honorable Corte Suprema
de Justicia, específicamente respecto de la renuncia presentada
por trabajadores no sindicalizados a los beneficios de la
convención colectiva (situación del demandante), así expuso: […]

En sustento de su posición el ad quem trajo a cita la


sentencia CSJ, SL15650, 28 nov. 2001, y continúo
señalando que no se encontraba probado el vicio al
consentimiento aducidos por el actor para la firma de la
renuncia.

Sobre el hecho de haber ostentado el demandante un


cargo de dirección, confianza y manejo, significando que
durante su vinculación contractual laboral con la
demandada estaba excluido de la jornada máxima legal de
trabajo, de conformidad con los mandatos del artículo 162,
numeral 1, literal a) del CST y por tanto del pago del
pretendido trabajo suplementario, la denominación del

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cargo para el cual se contrata al trabajador por sí no lo


cataloga como tal, sino las labores realmente
desempeñadas, precisando que:

Así, aquellos trabajadores que ocupan, una especial posición


jerárquica en la empresa, con mando y función no simplemente
ejecutiva, sino orgánica y de coordinación, dirigido al desarrollo
de la misma, ejerciendo labores de enlace con el nivel central, y
con representación del empleador, son los llamados a ser
clasificarlos como de dirección, confianza y manejo.
En el presente asunto el demandante al absolver interrogatorio,
responde a la pregunta sobre el objeto del contrato y las
funciones desarrolladas, textualmente: “… fui contratado para
desempeñar el cargo de administrador, mis funciones varias en
el área administrativa, de pronto hacer cumplir las políticas de la
compañía, transmitir las instrucciones a los demás trabajadores
y seguir las indicaciones de mis superiores."
Determinan las expresas funciones aceptadas por el actor, que
en su desempeño laboral en la empresa demandada, no se
limitaba simplemente a ejecutar las instrucciones de sus
superiores, es decir no era solamente operario, sino que en su
carácter de administrador hacía cumplir las políticas de la
empresa, transmitiendo instrucciones a los demás trabajadores,
supervisando su cumplimiento, actividad dirigida al buen
desarrollo de la empresa que perfectamente encaja en la
discutida labor de dirección, confianza y manejo, ya que
precisamente por ser el administrador, intermediaba entre el
empleador y los trabajadores, supervisando el cumplimiento de
los fines de la empresa, aunque sin tener representación legal de
la misma, conforme se determina en el certificado de existencia y
representación expedido por la Cámara de Comercio de Neiva,
hecho que sin embargo no le resta el acotado carácter, pues el
personal de esta categoría no se limita al representante legal de
la sociedad.
Tampoco excluye la discutida calidad de trabajador, el hecho de
la contratación laboral a término fijo, llamada por el señor
apoderado recurrente "precaria contratación", porque la misma
de conformidad con el artículo 46 del C.S. del T. es renovable
indefinidamente, y por lo demás la temporalidad no impide que
durante la vigencia del contrato el trabajador adquiera las
obligaciones propias de dirección, confianza y manejo, como
tampoco excluye la tan anotada categoría de trabajador, el
salario devengado, el que no fue el salario mínimo legal de un
operario, […] por lo que no hay lugar a la pretendida condena al
pago de trabajo suplementario, de acuerdo con el artículo 162.1.
a) del CS del T., como tampoco al salario de gerente por el hecho
de haber desempeñado el cargo por vacaciones del titular, en
aplicación del artículo 47 de la Convención Colectiva, porque

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según se expuso en precedencia, esta no le es aplicable al actor,


y consecuentemente no procede la reliquidación de prestaciones,
decisión de primera instancia que debe ser confirmada.

En lo que tiene que ver con las condenas que reclamó


por el pago de los gastos de regreso del traslado por el valor
correspondiente, refiere que no se encuentra acreditada «
[…] la manifestación del actor al empleador demandado de
su deseo de retornar a su residencia original, la ciudad de
Girardot, gastos a los que no se ha opuesto la sociedad
demandada, requiriendo en oficio fechado el 5 de diciembre
de 2008 , que se le informe a donde se va a trasladar, para
la contratación del trasteo respectivo […]».

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por el demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende el recurrente que la Corte case totalmente la


sentencia recurrida, para que, en sede de instancia,
revoque la de primer grado.

Con tal propósito formula dos cargos, por la causal


primera de casación, los cuales fueron oportunamente
replicados.

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VI. CARGO PRIMERO

Acusa la sentencia de ser violatoria de la ley


sustancial, por la vía directa, en la modalidad de
interpretación errónea de los artículos 1°, 9°, 13, 14, 16, 43,
193 y 471 del CST, que llevó al desconocimiento de los
artículos 53, 58 de la CN, y de los principios de
progresividad y de irrenunciabilidad de los derechos
laborales que consagran las pretensiones reclamadas.

Adujo que el sentenciador violó por vía directa la ley


sustancial al interpretar erróneamente el artículo 43 del
CST, porque en la relación laboral, nada está gobernado por
fuera del contrato de trabajo, en el contrato de trabajo están
consignadas todas reglas que deben gobernar dicha
relación, así se desprende del entendimiento racional y
justo del artículo 16 del C.S.T.

De igual forma, expresó que en el derecho laboral los


derechos convencionales o extralegales son renunciables,
pero esta afirmación admite las excepciones que la ley ha
establecido, así el artículo 14 del CST señala que las
normas del trabajo son de orden público, y por consiguiente
los derechos y prerrogativas que ellas conceden son
irrenunciables, a su vez el artículo 43 ibídem contiene un
derecho a favor del trabajador, «a no ser desmejorado
contractualmente, en relación con lo que le haya reconocido
la convención colectiva de trabajo», derecho que al estar
consignado en las normas laborales es irrenunciable, según
lo preceptuado en el artículo 14 del CST.

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Adujo que el contrato de trabajo del actor fue


modificado, después de firmado, con una cláusula que le
implicaba renunciar a los derechos convencionales, siendo
la misma ineficaz porque el demandante no podía renunciar
a estos derechos, contrario a lo interpretado por el Tribunal,
ya que dicha renuncia novó el contrato de trabajo en
beneficio del empleador, desmejorando los derechos
convencionales de los cuales era beneficiario, por ser
mayoritario el número de afiliados al sindicato, formando
parte del mínimo de los derechos comprendido en las
normas laborales y a las que no podía renunciar el
trabajador. El ad quem interpretó erróneamente los
artículos 13 y 14 del CST asignándole una consecuencia
que no traen las normas en cita, claramente el artículo 43
del CST sanciona con la ineficacia, las cláusulas que en el
contrato de trabajo desmejoran la situación del trabajador
en relación con lo que establezca la convención colectiva.

Para la época en que se firmó la convención colectiva


de trabajo (el 24 de agosto de 2004) -que amparaba al
demandante ya que el sindicato agrupaba a más de la
tercera parte de los trabajadores (art. 471 del CST)- los
derechos contenidos en ella a favor del trabajador
ingresaron al contrato de trabajo a partir del día 25 de
agosto de 2004, debido a que conforme al artículo 467 del
CST, la convención rige las relaciones contractuales, es
decir las normas convencionales estaban integradas al
contrato de trabajo, por lo que el día 27 de agosto cuando
Fernando Rodríguez Pardo firmó la renuncia a los derechos
convencionales, ya los derechos convenciones hacían parte

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de su patrimonio, ya se había concretado, el establecido en


la cláusula 24 (prima de antigüedad), las cláusulas 39 y 40
(primas de junio de navidad), lo mismo sucedió con la
renuncia del 5 de agosto del año 2006, desde el día 14 de
julio de ese mismo año, se había firmado una convención
colectiva de trabajo, cuyos beneficios había ingresado al
contrato de trabajo y regia las relación de trabajo entre la
empleadora y el trabajador. Puntualizó que:

Es allí donde se interpreta erróneamente la consecuencia del


artículo 43 del CS. del T., esta renuncia de derechos
convencionales, constituía una desmejora del trabajador, pues
no hay prueba en el proceso que diga, que esta renuncia le haya
traído beneficios mayores a los que se renunciaba al
demandante, si esta prueba no existe está establecido que la
renuncia a los derechos convencionales era una desmejora, que
solo beneficiaba al patrono, y este actuar no estaba permitido,
porque tal cláusula seria sancionada con la ineficacia. Y no con
lo que erróneamente dijo el Ad-Quem que era eficaz.
Y no es que no pueda renunciar el trabajador a los derechos
convencionales o extralegales, porque otra cosa sucede cuando el
derecho convencional o extralegal no ha ingresado al contrato de
trabajo, por ejemplo cuando el sindicato no es mayoritario, el
trabajador no sindicalizado, podrá renunciar a este hecho futuro,
en el evento que la filiación de trabajadores al sindicato lo hagan
un sindicato con las dos terceras partes de los trabajadores del
patrono, porque este derecho aún no ha ingresado a su
patrimonio es decir no está dentro de su contrato de trabajo. Pero
cuando siendo mayoritario el sindicato, se ha extendido este
derecho, de aplicar los beneficios convencionales, a todos los
trabajadores de la empresa, sindicalizados o no, por virtud de lo
que dispone el artículo 471 del CS. del T., es decir ingresa
automáticamente al contrato de trabajo este derecho
convencional o extralegal, hace parte; por virtud de la ley, este
derecho, del patrimonio del trabajador no sindicalizado.
No de otra manera debe ser entendido el artículo 43 del CS. del
T., proporcionar una interpretación diferente dándole visos de
eficacia a una renuncia de estos derechos protegidos, es
entender erróneamente su finalidad diáfana y concreta, de
proteger al trabajador, con la ineficacia estas cláusulas cuando
se trueca el contrato de trabajo para desmejorar al trabajador.

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VII. RÉPLICA

Señaló la oposición que el fundamento de la


acusación, es que se interpretó erróneamente el artículo 43
del CST, al establecer como válida la renuncia a los
derechos convencionales, lo cual, según el demandante, no
es viable jurídicamente por cuanto ella es ineficaz por
desmejorar las condiciones del trabajador ya que las
renuncias a los beneficios previstos en las convenciones
colectivas incorporadas al proceso, fueron posteriores al
depósito y entrada en vigencia de dichas convenciones y por
ende posteriores a que dichos beneficios convencionales se
integraran al contrato de trabajo. Sin embargo, el
recurrente admite la posibilidad de la renuncia a los
derechos convencionales o extralegales.

Indicó que, contrario a lo afirmado, la interpretación


efectuada por el Juzgado y el honorable Tribunal, en las
sentencias de primera y segunda instancia, estuvieron en
un todo ajustadas a los lineamientos jurisprudenciales que
frente al tema de la renuncia de los beneficios
convencionales han sostenido las Altas Cortes en nuestro
país, al darle plena eficacia a la renuncia siempre y cuando
esta sea posterior a la aplicación de la convención y que
esté libre de vicios del consentimiento al igual que no haya
sido producto de maniobras tendientes a menoscabar el
derecho de asociación previsto en la Constitución Política.

Cuestionó que las dimisiones corresponden a fechas


posteriores a la firma y depósito de las convenciones
colectivas de trabajo, por lo que tal argumentación carece

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de sentido en tanto por obvias razones solo podría


renunciarse de beneficios existentes y actuales, esto es, los
que surgen de convenciones firmadas y depositadas ante el
Ministerio de Trabajo. Dentro del régimen laboral
colombiano los derechos irrenunciables son los que están
consagrados en las disposiciones legales y no los que
emanan de acuerdos de las partes que superan los
beneficios y prerrogativas contenidos en aquellas.

VIII. CONSIDERACIONES

La finalidad perseguida por la censura con el cargo


está dirigida a que se case la sentencia en cuanto el
Tribunal le concedió eficacia a la renuncia realizada por el
actor a los beneficios convencionales.

Arguye el recurrente que como quiera que el día 24 de


agosto de 2004, se firmó la convención colectiva, la misma
integró el contrato de trabajo a partir del 25 de agosto, y
como la renuncia a los derechos convencionales se dio el 27
de agosto de 2004, algunos alcanzaron a concretarse como
fue la prima de antigüedad establecida en la cláusula 24, y
los establecidos en la cláusula 39 y 40, que para la fecha de
la renuncia ya eran parte del patrimonio del demandante.

A partir de los hechos referidos construye el


argumento central de su ataque directo a la sentencia
enjuiciada, según el cual, el juez de apelaciones interpretó
erróneamente el artículo 43 del CST, porque el mismo
contiene un derecho a favor del trabajador «[…] a no ser
desmejorado contractualmente, en relación con lo que le

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haya reconocido la convención colectiva de trabajo», siendo


que en el sub examine el actor renunció a beneficios
convencionales, que ya eran parte del contrato de trabajo,
razón por la cual la renuncia lo modificó desmejorando su
situación, «[…] pues, no hay prueba en el proceso que diga,
que esta renuncia le haya traído beneficios mayores a los
que se renunciaba […]», por lo tanto si era ineficaz.

Como puede observarse el cargo no fue debidamente


formulado, porque habiéndose escogido la vía directa, su
demostración debió ser estrictamente jurídica, sin embargo,
su planteamiento resulta ser fundamentalmente fáctico,
invitando a la Sala a que valore la convención colectiva con
el fin de determinar la fecha en que entró a regir, que revise
su contenido para determinar si es cierto que por ese solo
hecho se encontraban pactados derechos convencionales
que entraron automáticamente al patrimonio del
demandante, incluso, a valorar el contenido de los oficios
del 5 y 27 de agosto de 2004, para saber a qué renunció el
accionante, lo cual no puede hacer la Corte, a la que le
corresponde eso, si dejar de lado los argumentos fácticos y
centrar su estudio en lo jurídico, dado el sendero escogido
por el censor, pero en este caso se encuentran tan
íntimamente unidos unos y otros, que de excluirse los
primeros no tendrían sentido los juicios de puro derecho,
porque su demostración dependen de la acreditación de los
hechos en que se soporta.

Resulta evidente que erró el censor al escoger el


camino para atacar la decisión del Tribunal que consideró
eficaz la renuncia que libre de todo apremio hizo el

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demandante de los derechos convencionales a través de los


oficios del 5 y 27 de agosto de 2004 (f.° 113 y 114), en la
medida que concluyó, en absoluto acuerdo con la sentencia
que trajo a cita (CSJ SL15650, 28 nov. 2001) -que fue el
verdadero argumento jurídico para colegir la eficacia de la
renuncia- que «[…] los derechos irrenunciables son los que
están consagrados en las disposiciones legales (CST, art. 13
y 14), y no los que emanan de acuerdos de las partes que
superan los beneficios y prerrogativas contenidos en
aquellas».

Al margen de lo expuesto, resulta pertinente resaltar,


que la posición contenida en la sentencia citada que sirvió
de soporte al Tribunal, ha sido reiterada en las sentencias
CSJ SL41685, 15 may. 2012 y en la SL4375-2016, en las
que, entre otras, la Sala definió que «[…] es válida la
renuncia individual a los beneficios de una convención
colectiva, de aquellos trabajadores no afiliados al sindicato
suscriptor del convenio […]», que es el caso del demandante.

Lo expuesto resulta suficiente para que el cargo no


salga victorioso.

IX. CARGO SEGUNDO

Lo formuló por la vía indirecta, por ser la sentencia


gravada violatoria de la ley sustancial por aplicación
indebida de los artículos 47 de ambas convenciones
colectivas de trabajo tanto la de 2004 como la de 2006, en
relación con lo que disponen los artículos 467 y 471 del

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CST; de igual forma violó por la misma vía los numerales 1


y 3 del artículo 143 del CST.

Le atribuye al Tribunal haber incurrido en los


siguientes errores de hecho:

1. Uno de los yerros más protuberantes y gravísimos en que


incurre la sentencia impugnada consiste en dar por
demostrado, sin estarlo, que mi poderdante era un trabajador
de dirección, confianza y manejo.
2. Invertir la carga de la prueba respecto de la presunción legal
consagrada en el artículo 143 numeral 3 del CS. del T., a
favor del empleado.
3. No dar por demostrado, estándolo, que mí poderdante no
tenía la calidad de trabajador de dirección confianza y
manejo.
4. Apreciar inexactamente la prueba de confesión, interrogatorio
de parte absuelto por la parte demandante, al asignarle un
valor que riñe con lo que la prueba dice.

En la demostración del cargo señala que si bien «[…] el


contrato de trabajo consigna que mi poderdante era un
trabajador de dirección confianza y manejo, le correspondía
a la empleadora probar que esa también era la realidad
contractual, lo que no logró, se limitó a lo escrito en la forma
contractual», la realidad es que fue contratado de manera
precaria, por lo que, «[…] la dirección confianza y manejo de
una empresa como gaseosas del Huila, filial de
conglomerado empresarial de Postobón, no iba a estar en
manos de una persona contratada a seis meses […]». Agregó
que:

[…]. Uno de los elementos esenciales que se deben de tener en


cuenta, definir si un trabajador es de dirección confianza y
manejo, es la estabilidad en el empleo que va a diseñar dirigir y
ejecutar y hacer ejecutar las políticas y directrices de la
compañía, que además necesita tener la representación del
patrono para estas tareas, está claro que mi representado no
tenía; ni la estabilidad en el empleo, ni la representación del

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patrono para diseñar, dirigir hacer ejecutar y ejecutar las


políticas y directrices de la de la junta directiva.
Es allí donde equivoca el juzgador de segunda instancia, su
análisis de la sana crítica, al entender en esta prueba (contrato
de trabajo) la dirección confianza y manejo por el solo hecho de
estar escrita en una cláusula, ignorando la inestabilidad en el
empleo de mi poderdante, también consignada en otra cláusula
del mismo contrato de trabajo. Estas dos cláusulas son
contradictorias entre sí, esta contradicción le impedía al juzgador
llegar a la conclusión a la que llegó, si se hacía una sana crítica
de la prueba -contrato de trabajo- en su conjunto.
De otro lado, la prueba de confesión -interrogatorio de parte- no
le permite al juzgador de segunda instancia en la sentencia que
se impugna, dar por demostrado que mi poderdante tenía la
calidad de trabajador de dirección confianza y manejo. Lo que
cita como dicho por mi poderdante, el sentenciador de segunda
instancia, no puede constituir por sí solo la calidad de trabajador
de dirección manejo, le ha dado a la prueba lo que ella no dice.
Por el contrario, ha dejado de lado la presunción de que mi
poderdante no era un trabajador de dirección confianza y
manejo, ya que le entidad que lo afirmó, no lo había probado.

X. RÉPLICA

Sostiene la réplica que del análisis de las pruebas


obrantes en el proceso se puede con claridad establecer la
calidad de ser el demandante un trabajador de manejo,
dirección y confianza, que resulta incongruente que el
demandante alegue no ser un funcionario de dirección
manejo y confianza y de otra parte pretenda que se le
reconozca derecho a percibir el salario del gerente en virtud
a habérsele encargado de algunas de las funciones
administrativas de este.

Se refiere al contrato de trabajo para resaltar que la


vinculación del demandante Fernando Rodríguez Pardo fue
para desempeñar el cargo de administrador, lo cual se
ratificó con el interrogatorio de parte absuelto por el mismo

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demandante y que obra a folio 127 a 129 del cuaderno


mencionado.

XI. CONSIDERACIONES

El cargo está dirigido a infirmar la sentencia en cuanto


en ella se determinó que el demandante era un trabajador
de dirección, confianza y manejo.

Sobre este tópico el ad quem consideró que el actor


estaba excluido de la jornada máxima legal de trabajo de
conformidad con los mandatos del artículo 162 numeral 1,
literal a) del CST, por desempeñar un cargo de dirección,
confianza y manejo, condición que derivó
fundamentalmente de las labores realmente realizadas, y
que no encontró enervada por el hecho de que el trabajador
no tuviera la representación legal de la empresa, ni por ser
su contrato a término fijo, ni por el salario devengado que
no era precisamente el de un operario. En consecuencia,
negó la condena al pago de trabajo suplementario.

El recurrente arguye que, si bien el contrato de trabajo


consigna que el actor era un trabajador de dirección,
confianza y manejo, le correspondía a la demandada
demostrar que esa era la realidad contractual, ya que lo que
realmente está probado es que la dirección y manejo de una
empresa como Gaseosas del Huila, no iba estar en manos
de una persona contratada por seis meses, bajo una
modalidad de contratación precaria, ya que uno de los
elementos que se deben tener en cuenta para clasificar un
trabajador como tal, es la estabilidad en el empleo, y que

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además tenga la representación del empleador, ninguna de


las dos condiciones tenía el accionante.

Con el anterior argumento pretende el censor


endilgarle al juez plural la errónea apreciación del contrato
de trabajo, de igual manera ataca el interrogatorio de parte
del demandante, limitándose a expresar que lo dicho por el
interrogado «[…] no puede constituir por sí solo la calidad de
trabajador de dirección, confianza y manejo, le ha dado a la
prueba lo que ella no dice».

Como puede observarse el ataque dirigido por la


censura contra la sentencia gravada, deja indemne la
reflexión colegiada que ata las aludidas condiciones de
dirección, confianza y manejo a las labores desempeñadas
por el trabajador, asunto de estricto derecho que debió ser
controvertido por la vía directa, ya que constituía la
columna vertebral del discurso sobre el cual se derivó la
condición del demandante. Dijo el Tribunal lo siguiente:

Así, aquellos trabajadores que ocupan, una especial posición


jerárquica en la empresa, con mando y función no simplemente
ejecutiva, sino orgánica y de coordinación, dirigido al desarrollo
de la misma, ejerciendo labores de enlace con el nivel central, y
con representación del empleador, son los llamados a ser
clasificados como de dirección, confianza y manejo.

Resaltado lo anterior, el juez plural auscultó la


realidad de la naturaleza de las labores realizadas y del
interrogatorio de parte del demandante coligiendo que las
funciones desarrolladas por él se adecuaban a labores de
dirección, confianza y manejo, revisada la prueba (f.° 128),
dijo el accionante lo siguiente:

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[…] sé que fui contratado para desempeñar el cargo de


administrador, mis funciones varias en el área administrativa,
de pronto hacer cumplir las políticas de la compañía, transmitir
las instrucciones a los demás trabajadores y seguir las
indicaciones de mis superiores. […] PREGUNTA No. 12°. ¿Diga al
juzgado, si usted impartía órdenes a los ayudantes, auxiliares y
operarios de la planta de la empresa GASEOSAS DEL HUILA
S.A.? CONTESTÓ: Yo trasmitía órdenes emanadas de mi jefe
inmediato y de las directivas de la empresa.

El colegiado extrajo de la prueba lo que de ella emana,


que no se trataba de un simple operario, sus funciones eran
la de administrador y en desarrollo de ellas hacía cumplir
las políticas de la empresa, impartiendo instrucciones a los
demás trabajadores y supervisando que se cumplieran,
intermediaba entre el empleador y los trabajadores,
actividades dirigidas al buen desarrollo de la empresa, que
encajan en las labores de dirección, confianza y manejo,
que previamente había tipificado de manera general,
descripción que como se dijo no cuestionó el recurrente por
la vía adecuada. Destacándose que para la colegiatura este
era el elemento diferenciador, sin que la contratación a
término fijo enervara la condición del trabajador, porque
bien podría el contrato renovarse indefinidamente, y de
todas maneras la temporalidad no impide que durante el
tiempo que esté vigente el vínculo laboral, desarrolle las
labores indicadas.

Las inferencias fácticas del juez de apelaciones, no


fueron controvertidas, ningún esfuerzo argumentativo se
hizo para demostrar que, de la prueba acusada, la
confesión del demandante y el contrato, surgía algo distinto
a lo que el dedujo el Tribunal de ellas, es más lo pactado en

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el contrato refuerzan las conclusiones del juez corporativo.


Se pactó en el contrato (f.° 137 y 138) lo siguiente:

PRIMERA. OBJETO DEL CONTRATO: a) EL TRABAJADOR se


obliga a prestar a LA EMPRESA su capacidad normal de
trabajo, a su servicio exclusivo en el desempeño de todas las
funciones o labores propias, anexas o complementarias del
empleo u oficio de ADMINISTRADOR y/o las que le encomendare
LA EMPRESA de conformidad con las reglamentaciones, órdenes
e instrucciones que le imparta por medio de sus representantes,
[…] SEGUNDA. JORNADA DE TRABAJO: EL TRABAJADOR en
virtud a las funciones que le corresponde realizar […] de
trabajador de dirección, confianza, manejo y/o supervisión, en
consecuencia, reconoce su obligación de trabajar para LA
EMPRESA todo el tiempo que sea necesario para cumplir a
cabalidad sus funciones por no tener limitada su jornada de
trabajo según la ley.

La lectura de las trascritas cláusulas no prueba


desatino alguno del ad quem, toda vez que de su texto no se
entiende nada diferente a lo discernido por éste: el actor en
su calidad de administrador de la empresa no sólo se
comprometió contractualmente, sino que, además, ejecutó
durante la vigencia del vínculo laboral, actividades de
dirección, confianza y manejo.

Por lo expuesto el cargo no prospera.

Las costas en el recurso extraordinario estarán a cargo


de la parte recurrente. Fíjense las agencias en derecho en la
suma de ($3.750.000,00), las cuales liquidara el Juzgado de
Primera Instancia conforme al artículo 366 del Código
General del Proceso.

XII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia

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en nombre de la República de Colombia y por autoridad de


la ley, NO CASA la sentencia proferida por la Sala Tercera
de Decisión, Civil, Familia y Laboral del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Neiva, el treinta y uno (31) de marzo
de dos mil once (2011), en el proceso que FERNANDO
RODRÍGUEZ PARDO instauró contra GASEOSAS DEL
HUILA S.A.

Costas como quedo dicho en la parte considerativa.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA

OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

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