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Introducción: Habiendo tantos documentos sobre este tema, pero ninguno en especifico sobre el
aporte de la iglesia Bautista a la Reforma y aquí hay que marcar una diferencia entre reforma
magisterial1 (Lutero, Calvino, Zwinglio) y una reforma radical (Anabaptistas y grupos disidentes).
Mi intención es tratar de descubrir cual fue el aporte de la iglesia Bautista a la reforma magisterial.
Aunque de antemano se sabe que la Iglesia Bautista existió mucho años después de la reforma
magisterial. Sin embargo la iglesia Bautista se fundo bajo algunos de los principios de una iglesia
que sí existió en la misma época en que se suscito la reforma magisterial. A este movimiento se le
llamo la reforma radical, y muchos grupos separatistas tuvieron parte en esto, pero en especial un
grupo llamado “Anabaptistas”. En el desarrollo del tema espero no caer en la teoría de la sucesión
apostólica como lo es el libro “el rastro de la sangre: historia de la iglesia bautista” por el autor:
J.W. Porter. 2Así que sin mas preámbulo tratare de exponer el desarrollo de estos principios bajo
los cuales se estableció la iglesia bautista y luego los aporte de la iglesia bautista a la reforma
magisterial como se le conoce.
Bosquejo:
I. Breve análisis de la reforma magisterial y sus aportes al protestantismo.
II. Reforma radical (historia y principios anabaptistas).
III. Aporte de la iglesia bautista a la reforma magisterial.
1
T.M. Lindsay, History of the Reformation; R.H. Bainton, The Reformation of the Sixteenth
Century; W. Pauck, The Heritage of the Reformation; H.M. Gwatkin en Hastings’ Encyclopaedia of
Religion and Ethics A. Skevington Wood
2
http://infocatolica.com/blog/apologeticamundo.php/1312280816-el-rastro-de-la-sangre-histor
Sistematización de la educación, organización de textos educativos
Acomodación a las tradiciones católicas que no consideraba nocivas o contrarias a la
verdad bíblica
Ulrico Zuinglio (1484-1531)
Fundador de la Iglesia Reformada Suiza, basada en Zúrich
Llegó independientemente a una perspectiva parecida a la de Lutero
Iconoclasia
Juan Calvino (1509-1564)
Teólogo francés quien tuvo que escaparse de París tras su participación en la predicación
de un sermón protestante en la Universidad de la Sorbona
Tuvo gran influencia en Ginebra, Suiza, en la formación de un gobierno evangélico
Promovió cambios fuertes de doctrina dentro de la iglesia y para la sociedad, y tuvo que
pasar tres años exiliado en Estrasburgo, hasta que el Concilio de Ginebra le pide volver como
pastor, y él lucha diez meses con la decisión antes de aceptar
La Institución de la Religión Cristiana
Los padres de familia, según el pensamiento de los reformadores, eran los primeros
responsables de la educación de sus hijos. Pero por diversas razones no siempre lograban educar
bien a sus niños (falta de tiempo para dedicar al esfuerzo, corriente antiacadémico, condición
analfabeta de la mayoría de la población). Ya que los padres de familia no estaban ni convencidos
ni capacitados para proveer esa instrucción directamente a sus hijos, Lutero se encargó de
estimular la creación de escuelas. En 1524 escribió una carta promoviendo su argumento a favor
de la formación de escuelas cristianas por los consejos municipales de cada ciudad en Alemania.
Los gobernadores civiles, según el concepto bíblico de Lutero, recibían su autoridad de Dios,
entonces debían promover una sociedad con reverencia y temor a Dios. Lutero buscó persuadirles
que servía el interés tanto del gobierno como de la iglesia educar a todos y todas los residentes del
municipio. Dijo: “El principal bienestar, seguridad, y fuerza de una ciudad consiste en que tenga
gran número de ciudadanos capaces, inteligentes, sabios, honorables, y educados.”
Esfuerzos paralelos hacia la educación universal y obligatoria se dieron en Suiza y otras zonas
protestantes. Juan Calvino y Ulrico Zuinglio promovieron la educación y un plan estricto de lectura
bíblica para edificar a los ciudadanos. Calvino habló extensivamente de la importancia de la
educación y la cultivación del intelecto. Dijo que “una verdadera fe debe ser una fe inteligente.”
Los reformadores abrieron la educación para las mujeres, por lo menos en la escuela básica,
para aprender a leer en el vernáculo y cultivar su capacidad de administrar sus casas y criar a hijos
educados en la religión. Los reformadores no estaban preparados para tener a mujeres como
pastoras o líderes de la Reforma, pero sin embargo reconocieron que las mujeres figuraban dentro
del sacerdocio de todos los (y las) creyentes y como tal tenían que leer la Biblia, la fuente de la fe.
Otra innovación interesante de los reformadores fue la incorporación de más tiempo para
recreación en la jornada escolar. El plan elaborado por Felipe Melanchthon en 1529 para las
escuelas contó con una hora dedicada al descanso. Ulrico Zuinglio identificó la utilidad pedagógica
de los juegos, y opinó que tiempo en la escuela para “correr, brincar, lanzar, pelear, y luchar” en
moderación preparaba a los estudiantes para los retos de la vida común, y también ofreció un
descanso del estudio académico. Lutero promovió la incorporación de la música en las escuelas.
También reconoció la importancia de cultivar la curiosidad innata de los niños para motivar el
estudio, y no depender sólo de motivarles con el miedo o un sentido de obligación.
Conclusión: En todo esto nos damos cuenta que los reformadores hicieron grandes aportes a la
religión cristiana instituida. Ellos nunca tuvieron la intención de separarse de la iglesia Católica
Romana. Su reforma giro en torno a la teología, y la liturgia. Seguían utilizando el estado y nunca
vieron una independencia del estado y la iglesia. Aunque no se pusieron de acuerdo en muchos
aspectos doctrinales y teológicos, sus aportes a la sociedad, política, educación y religión fueron
en muchos aspectos de suma importancia para el cristianismo protestante.
Tanto Lutero como Zwinglio se quejaban de que a través de los siglos el cristianismo había
dejado de ser lo que había sido en tiempos del Nuevo Testamento. Lutero deseaba librarlo de todo
lo que contradijera las Escrituras. Zwinglio iba más lejos, y sostenía que sólo ha de practicarse o de
creerse lo que se encuentre en la Biblia. Pero pronto aparecieron otros que señalaban que el
propio Zwinglio no llevaba esas ideas a su conclusión lógica.
Según esas personas, Zwinglio y Lutero olvidaban que en el Nuevo Testamento hay un
contraste marcado entre la iglesia y la sociedad que la rodea. Ese contraste pronto resultó en
persecución, porque la sociedad romana no podía tolerar al cristianismo primitivo. Luego, la
avenencia entre la iglesia y el estado que tuvo lugar a partir de la conversión de Constantino
constituye en sí misma un abandono del cristianismo primitivo. Por tanto, la reforma iniciada por
Lutero debía ir más lejos si verdaderamente quería ser obediente al mandato bíblico. La iglesia no
debía confundirse con el resto de la sociedad. Y la diferencia fundamental entre ambas es que,
mientras se pertenece a una sociedad por el mero hecho de nacer en ella, y sin hacer decisión
alguna al respecto, para ser parte de la iglesia hay que hacer una decisión personal. La iglesia es
una comunidad voluntaria, y no una sociedad dentro de la cual nacemos.
Cuando por fin resultó evidente que Zwinglio no seguiría el camino que ellos propugnaban,
algunos de los “hermanos” decidieron fundar ellos mismos esa comunidad de verdaderos
creyentes. En señal de ello, el exsacerdote Jorge Blaurock le pidió a otro de los hermanos, Conrado
Grebel, que lo bautizara. El 21 de enero de 1525, junto a la fuente que se encontraba en medio de
la plaza de Zurich, Grebel bautizó a Blaurock, quien acto seguido hizo lo mismo con otros
hermanos. Aquel primer bautizo no fue todavía por inmersión, pues lo que preocupaba a Blaurock,
Grebel y los demás no era la forma en que se administraba el rito, sino la necesidad de que la
persona tuviera fe y la confesara antes de ser bautizada. Más tarde, en sus esfuerzos por ser
bíblicos en todas sus prácticas, empezaron a bautizar por inmersión. Pronto se les dio a estas
personas el nombre de “anabaptistas”, que quiere decir “rebautizadores”. Naturalmente, ese
nombre no era del todo exacto, porque lo que los supuestos rebautizadores decían no era que
fuese necesario bautizarse de nuevo, sino que el primer bautismo no era válido, y que por tanto el
que se recibía después de confesar la fe era el primero y único. Pero en todo caso la historia los
conoce como “anabaptistas”, y ése es el nombre que les daremos aquí a fin de evitar confusiones.
El movimiento anabaptista pronto atrajo gran oposición, tanto por parte de los católicos
como de los reformadores. Aunque esa oposición se expresaba comúnmente en términos
teológicos, el hecho es que los anabaptistas fueron perseguidos porque se les consideraba
subversivos. A pesar de todas sus reformas, Lutero y Zwinglio continuaron aceptando los términos
fundamentales de la relación entre el cristianismo y la sociedad que se habían desarrollado a partir
de Constantino. Ni el uno ni el otro interpretaban el evangelio de tal modo que fuera un reto
radical al orden social. Y eso fue, aun sin quererlo, lo que hicieron los anabaptistas. Su pacifismo
extremo les resultaba intolerable a los encargados de mantener el orden social y político,
particularmente en una época de gran incertidumbre, como fue el siglo XVI.
Todo esto resultaba ser altamente subversivo en la Europa del siglo XVI, y por tanto pronto
se comenzó a perseguir a los anabaptistas. En 1525 los cantones católicos de Suiza empezaron a
condenar a los anabaptistas a la pena capital. Al año siguiente el Concejo de Gobierno de Zurich
decretó también la pena de muerte para quien rebautizara o se hiciera rebautizar. A los pocos
meses todos los demás territorios protestantes de Suiza siguieron el ejemplo de Zurich. En
Alemania no existía una política uniforme, pues se aplicaban a los anabaptistas las viejas leyes
contra los herejes, y cada estado seguía el curso que le parecía. En 1528 Carlos V decretó la pena
de muerte para los anabaptistas, apelando a una vieja ley romana, creada para extirpar el
donatismo, según la cual quien se hiciera culpable de rebautizar o de rebautizarse debía ser
condenado a muerte. La dieta de Spira de 1529, la misma en que los príncipes luteranos
protestaron y recibieron por ello el nombre de “protestantes”, aprobó el decreto imperial contra
los anabaptistas. Y esta vez nadie protestó. El único príncipe alemán que, sin protestar
formalmente, se negó por razones de conciencia a aplicar el decreto imperial en sus territorios fue
el landgrave Felipe de Hesse.
En algunos lugares, como en la Sajonia electoral en que vivía Lutero, se acusó a los
anabaptistas tanto de herejes como de sediciosos. Puesto que lo primero era un crimen religioso,
y lo segundo civil, tanto las cortes eclesiásticas como las civiles tenían jurisdicción para castigar a
quien se atreviera a repetir el bautismo, y a quien se negara a presentar a sus hijos pequeños para
que lo recibieran. El número de los mártires fue enorme, probablemente mayor que el de todos
los que murieron durante los tres primeros siglos de la historia de la iglesia. El modo en que se les
aplicaba la pena de muerte variaba de lugar a lugar, y hasta de caso en caso. Con cruel ironía, en
algunos lugares se condenaba a los anabaptistas a morir ahogados. Otras veces eran quemados
vivos, siguiendo la costumbre establecida siglos antes. Pero no faltaron casos en los que fueron
muertos en medio de torturas increíbles, como la de ser descuartizados en vida. Las historias de
heroísmo en tales circunstancias llenarían volúmenes. Y tal parecía que, mientras más se le
perseguía, más crecía el movimiento.
Aunque muchos de los primeros jefes del movimiento eran eruditos, y casi todos ellos
eran pacifistas, pronto aquella primera generación pereció víctima de la persecución. El
movimiento se fue haciendo entonces cada vez más radical, y se mezcló con el resentimiento
popular que había dado lugar a la rebelión de los campesinos. Poco a poco, el pacifismo original se
fue olvidando, y el movimiento tomó un giro violento. Aun antes de que surgiera el movimiento
anabaptista, Tomás Muntzer había unido algunas de las doctrinas que ese movimiento después
promulgaría con las ansias de justicia por parte de los campesinos. Ahora muchos anabaptistas
hicieron lo mismo. Entre ellos se contaba Melchor Hoffman, un talabartero que había sido
predicador laico luterano en Dinamarca, pero que más tarde había rechazado las teorías de Lutero
acerca de la comunión, para hacerse seguidor de Zwinglio. En Estrasburgo, donde el anabaptismo
era relativamente fuerte, y donde había cierta medida de tolerancia, Hoffman se hizo anabaptista.
Poco después empezó a anunciar que el día del Señor estaba cercano. Su predicación inflamó a las
multitudes, que acudieron a Estrasburgo, donde según él se establecería la Nueva Jerusalén. El
propio Hoffman predijo que sería encarcelado por seis meses, y que entonces vendría el fin.
Además, abandonó el pacifismo inicial de los anabaptistas, declarando que al aproximarse el fin
sería necesario que los hijos de Dios tomaran las armas contra los hijos de las tinieblas. Cuando fue
encarcelado, y se cumplió así la primera parte de su profecía, fueron muchos los que acudieron a
Estrasburgo en espera de la señal de lo alto para tomar las armas. Pero el hecho mismo de que
cada día eran más los anabaptistas que había en la ciudad obligó a las autoridades a tomar
medidas cada vez más represivas. Y Hoffman continuaba encarcelado.
El anabaptismo posterior
Aunque los menonitas sufrieron las mismas persecuciones de que eran objeto los demás
anabaptistas, Menno Simons logró sobrevivir, y pasó el resto de su vida viajando por Holanda y el
norte de Alemania, y predicando su fe. Para él, el pacifismo era parte fundamental de la fe
cristiana, y por tanto repudiaba toda relación con el ala revolucionaria del anabaptismo. Los
cristianos, según creía Menno Simons, no han de prestar juramento alguno, y por tanto no han de
ocupar cargos públicos que requieran tales juramentos. Pero sí han de obedecer a las autoridades
civiles en todo, excepto en lo que las Escrituras prohíban. El bautismo, que Menno practicaba
echando agua sobre la cabeza, sólo ha de serles administrado a los adultos que confiesen su fe. Ni
ese rito ni la comunión confieren gracia alguna, sino que son señales externas de lo que sucede
internamente entre el cristiano y Dios. Además, siguiendo el ejemplo de Jesús, Menno y los suyos
practicaban el lavado mutuo de los pies. Aunque se abstenían de participar activamente en
cualquier acto de subversión, los menonitas pronto fueron considerados subversivos por muchos
gobiernos, pues se negaban a participar de la vida común de la sociedad, particularmente en lo
que a portar armas se refería. Esto a su vez los hizo esparcirse por toda Europa. Muchos emigraron
hacia Europa oriental, particularmente hacia Rusia.
Otros marcharon hacia Norteamérica, donde la tolerancia religiosa les prometía poder
vivir en paz. Pero también en Rusia y en Norteamérica tuvieron dificultades, pues en ambos casos
el estado quería que se ajustaran a sus leyes sujetándose al servicio militar obligatorio. Por esa
causa, en los siglos XIX y XX fuertes contingentes emigraron hacia Sudamérica, donde todavía
había territorios donde podían vivir en aislamiento relativo del resto de la sociedad. Hasta el día de
hoy, los menonitas son la principal rama del viejo movimiento anabaptista del siglo XVI, y
continúan insistiendo en su pacifismo, y dedicándose frecuentemente al servicio social. 3
Los siete artículos en los que el Espíritu les había unido son los siguientes:
(2) La separación de los que caen en el error o el pecado. Aquí sencillamente siguen las
instrucciones de Mat. 18.
(3) El partimiento del pan. Aquí defienden lo que se conoce como «comunión cerrada», o sea que
sólo pueden participar los que son miembros comprometidos de la comunidad y viven en
santidad.
3
Textos escogidos de la reforma radical. Autor: John Howard Yoder
(4) Apartarse de todo tipo de pecado, maldad, idolatría y abominación. Los pecados proscritos
incluyen el frecuentar los bares y las iglesias, y el empleo de armas incluso en defensa propia.
(5) Los pastores. Sobre ellos se dice que deben gozar de buena reputación dentro y fuera de la
comunidad. Y que cuando uno es conducido a la cruz (o sea cuando muere mártir), esa misma hora
ha de ordenarse otro, con el fin de impedir la destrucción de la comunidad.
(6) La espada: La espada ha sido ordenada por Dios para las autoridades civiles, pero fuera de la
perfección de Cristo. En la perfección de Cristo sólo se emplea la separación. Así como Cristo no
permitió que le hicieran rey, el cristiano evitará servir como magistrado; el magistrado emplea las
armas de la carne, pero el cristiano las del Espíritu. Por todos estos motivos el cristiano no puede
portar armas en defensa del orden y de la sociedad.
(7) El juramento. Aquí siguen las instrucciones de Jesucristo en el Sermón del Monte: El cristiano
debe decir siempre la verdad y nunca jurar. 4
4
https://www.menonitas.org/n3/historianab.html
embargo, la realidad del anabaptismo del Siglo XVI es una de impresionante variedad, desde las
comunidades de bienes de los huteritas, pasando por los revolucionarios apocalípticos de
Münster, hasta el pacifismo evangélico de Menno. 5
El pueblo bautista tiene sus raíces hondamente arraigadas en la historia del cristianismo. La
historia, de una denominación dentro del protestantismo, que surgió del puritanismo inglés, sino
también de un movimiento que se ha caracterizado por un espíritu no conformista. Aunque el
vocablo “bautista” no se usó, refriéndose a una denominación de iglesias, hasta el siglo XVII, el
espíritu bautista y los principios bautistas han existido desde la época apostólica. Por eso, aquellos
primeros bautistas del siglo XVII preferían el nombre “creyentes neotestamentarios”. Entonces se
puede concluir: la denominación bautista ha existido desde el siglo XVII, pero el pueblo bautista
desde los mismos comienzos cristianos. Es imposible hablar de un solo origen de los bautistas,
porque el origen doctrinal se encuentra en la época apostólica. La continuación espiritual se ve en
todos aquellos individuos y grupos disidentes que procuraban mantener o restaurar los principios
neotestamentarios, a pesar de la corrupción y de la persecución de la religión oficial. Con éstos, los
bautistas tienen un parentesco espiritual. El origen histórico de la denominación bautista se
encuentra en el siglo XVII, relacionado con la revuelta de los puritanos separatistas ingleses contra
la tiranía de una iglesia establecida. Debido al énfasis sobre la lectura y el estudio del Nuevo
Testamento, en gran parte promulgados por los no conformistas ingleses por muchos años, estos
hombres reconocieron la falsedad de las pretensiones de la iglesia establecida (Anglicana) y
aprendieron los verdaderos principios neotestamentarios. Fue un movimiento espontáneo.
Emulando el ejemplo de los anabautistas del Continente, ansiaban poner los principios
neotestamentarios por obra. Así iniciaron, clandestinamente a veces, su esfuerzo por restaurar en
aquel entonces, el modelo neotestamentario, separándose de la Iglesia Anglicana y fundando sus
congregaciones.
De aquel fondo histórico surgió la denominación bautista. Fue nada más que la reaparición de
los principios neotestamentarios sobre la pantalla de la historia. Vemos, entonces, una base
apostólica, que viene del Nuevo Testamento, una sucesión esporádica de principios en grupos
disidentes y una restauración que resultó en una nueva denominación. 6
A la luz de esta breve historia de los movimientos reformadores. Podemos decir que la iglesia
Bautista adopto los principios que muchos grupos separatistas ya habían venido cultivando
durante siglos. Estos principios no pueden ser llamados: “principios bautistas” como dice Justo
Anderson. Deben ser llamados “principios bíblicos”. A continuación los principios bíblicos sobre los
cuales se estableció la iglesia bautista:
5
https://www.menonitas.org/n3/legadanab.html
6
Historia y principios bautistas. Justo C. Anderson, capitulo 1
6- PRINCIPIO POLÍTICO: La separación entre la Iglesia y el Estado.
7- EL PRINCIPIO EVANGELÍSTICO: El Evangelismo Personal y la Obra Misionera.
Ya durante la reforma la iglesia Bautista fue cruelmente perseguida. Entre los artículos de
fe por los cuales se les perseguía eran los siguientes, que por cierto fueron algunos aportes de la
iglesia Bautista a la reforma.
1. Que en el sacramento del altar no se encuentra el cuerpo de Cristo, sino pan real.
2. Que el sacramento del bautismo y el de la confirmación no son necesarios ni provechosos para
el bienestar del alma humana.
3. Que la confesión de pecados no debe ser hecha ante un sacerdote.
4. Que Dios no ha dado más poder a un sacerdote que a un laico.
5. Que hacer del matrimonio un sacramento (mediante la intervención solemne de un sacerdote)
no era ni provechosa ni necesaria para el bienestar del alma humana.
6. Que el sacramento de la extremaunción no es ni necesario ni provechos para el alma humana.
7. Que el hacer peregrinación a los ‘lugares santos’ no era ni provechoso ni necesario para el alma
humana.
8. Que las imágenes de los santos no deben ser adoradas.
9. Que el hombre debe dirigir sus oraciones a Dios, no a los santos.
10. Que el agua bendita, y el pan de la comunión, no eran mejores después de haber sido
bendecidos por un sacerdote, que antes 7
Además de esto, desde un inicio la iglesia Bautista siempre mantuvo un espíritu
evangelista y misionero, reconocido por sus enemigos. 8 Los Bautistas tenían sus iglesias,
observaban los sacramentos, y vivían de una manera más estricta. Nadie, excepto los Bautistas,
sostenían puntos de vista tan peculiares como los de libertad de conciencia y la total
independencia del gobierno eclesiástico. Además de esto los Bautistas establecieron el bautismo
por inmersión y esta era la regla para pertenecer a una congregación regenerada.
Conclusión: Estos y otros aportes realizo la iglesia Bautista a la Reforma llamada Magisterial. Fue
un aporte mas activo en lo espiritual y misionero. Un aporte en la educación y en lo social. Un
aporte de una independencia total de la iglesia-estado. Cada iglesia era autónoma y no se debía a
un sistema clerical. Pero esta ultima lamentablemente no la imitaron las iglesias
congregacionalistas protestantes.
7
Burnet, History of the Reformation of the Church of England, I. 27
8
Whitgift, An Answer to a Certain Libel