Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
MM Y
ASOCIADOS
*MM y Asociados
Transitamos una coyuntura en que la economía se mostrará más permeable a lo que suceda
en el ámbito de la política por lo que el comportamiento de los agentes económicos
mostrará una especial susceptibilidad frente a acontecimientos de naturaleza no
necesariamente económica. Tanto el campo de lo político como el de lo económico, se
rigen por las reglas que le son propias a su naturaleza. Sin embargo, a la vez existe una
universal aceptación de una perpetua intersección de los mundos económico y político, aun
cuando para su estudio ambas disciplinas focalicen en uno u otro ámbito.
De acuerdo a su propia empiria, las sociedades en general y los agentes económicos en
particular, valorizan esta dinámica que el saber académico no logra precisar, y cada país
configura estas relaciones de forma diversa, especialmente en cuanto a los grados de
libertad que cada ámbito detenta respecto del otro.
Suele observarse que, en economías razonablemente sólidas y estables, las amenazas de
crisis políticas no derivan impactos significativos sobre ellas, contrariamente a lo que
ocurre en aquellas de características oscilantes; la fortaleza de la economía tiende a ser un
factor explicativo de la intensidad de esas relaciones.
Podemos decir que, en el caso de la Argentina -inequívocamente perteneciente al segundo
grupo-, la relación de retroalimentación es especialmente intensa en cuanto a cómo la
economía puede afectar a la política y viceversa. Menos perceptible en tiempos de
crecimiento económico y armonía institucional, se hace más evidente en momentos de
cambio y se potencia hasta la exacerbación en los períodos de crisis, como los de las
hiperinflaciones de finales de los años ’80 o la crisis de diciembre de 2001.
Así, por ejemplo, el comienzo del ciclo económico de la era Macri debe situarse junto a los
resultados de la primera vuelta en las elecciones de 2015; la posibilidad cierta de un triunfo
de la alianza Cambiemos progresivamente comenzó a ordenar las decisiones de los agentes
económicos desde el mismo 25 de octubre, en sintonía con lo que se presumía sería el
resultado del balotaje de noviembre y el comportamiento gubernamental desde el momento
de su asunción en diciembre.
Sin pretensión de exhaustividad, también podemos examinar las diferencias en las
dinámicas de interacción en tiempos de crisis. Sobre el final del gobierno de Raúl Alfonsín,
la crisis económica determinó un fuerte deterioro de la administración gubernamental, que
derivó en la derrota electoral de la Unión Cívica Radical. La pérdida de las elecciones
melló aún más la capacidad política del gobierno, imposibilitando que sus medidas
obtuvieran "efectividades conducentes" y profundizando la crisis económica. En esa
coyuntura, las dificultades de la economía se reprodujeron en el terreno de la política y
repercutieron, ya en forma ampliada, induciendo la crisis económica.
Distinto fue el proceso hiperinflacionario del gobierno de Carlos Menem, cuya
reproducción ampliada fue limitada por la legitimidad política recientemente obtenida en
los comicios. Es decir que las condiciones políticas jugaron papeles determinantes para la
posibilidad (o no) de restituir el funcionamiento económico.
La prognosis del futuro económico inmediato de nuestro país está lejana a la expresión de
un consenso; por el contrario, es un terreno de arduo debate que no pocos califican,
equivocadamente, como una batalla entre el optimismo y el pesimismo. Según este
enfoque, en el primer grupo cabría contar a aquellos que empardaban o superaban los
pronósticos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que anticipa el Gobierno
Nacional (3,5% respecto al PIB de 2016) y, entre los segundos, a quienes anticipamos que
el crecimiento de la actividad económica será mínimo o inexistente durante 2017.
Desde ese punto de vista, la disciplina económica quedaría asociada, antes que nada, a los
mandatos de los estados anímicos de los analistas y sólo de modo auxiliar a la rigurosidad
profesional. Tales caminos de reflexión no sólo son errados, sino además inútiles.
No es en las previsiones de los informes económicos donde se juega el optimismo o el
pesimismo, sino en las prácticas que cada agente despliega en el desarrollo de su acción en
determinada realidad. En las proyecciones económicas sólo se pone en juego la
comprensión de la realidad, es decir la posibilidad de construir desde conjuntos
fragmentarios de informaciones dispersas, un sistema coherente y articulado de conceptos,
capaz de interpretar y dar adecuada cuenta de las situaciones pasadas, así como prever los
itinerarios posibles del devenir.
Aun pensando que, en términos del funcionamiento de la macroeconomía, no esperamos
para el corto plazo resultados positivos, ello no tendría por qué ser algo distinto a una onda
corta, negativa sí, pero situada en un ciclo extenso, positivo. Incluso dentro de esa "onda
corta", que caracterizaría negativamente el contexto general, no debería, necesariamente,
ser de similar signo para cada uno de los diferentes niveles de lo particular; en ellos están
(siempre estuvieron en períodos similares) las condiciones que permiten el milagro de
"multiplicar los panes y los peces".
*MM y Asociados
Hace pocos días el Instituto Nacional de Estadística y Censos publicó un informe sobre los
resultados de la “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra”,
correspondiente al primer trimestre de este año.
La cuenta de generación del ingreso (CGI) muestra cómo se distribuye el valor agregado
bruto (VAB) creado por la economía de un país, entre los distintos factores productivos.
Antes del cambio efectuado en el Sistema de Cuentas Nacionales de 1993, luego
actualizado al 2008, que utilizan la mayoría de los países, era conocida como la distribución
funcional del ingreso.
Un incremento de la participación de los asalariados en el ingreso puede ser interpretado
como una mejora de la distribución personal del ingreso. En la actualidad, dado que
muchos individuos son asalariados con alta remuneración, la relación entre distribución
funcional y personal es más imprecisa.
La CGI se compone de la Remuneración al trabajo asalariado (RTA); el Excedente de
explotación bruto (EEB), que es el saldo contable de las empresas constituidas en
sociedades (excedente o el déficit devengado de los procesos de producción) obtenido una
vez que se restan del valor agregado, la remuneración de los asalariados y los impuestos
menos las subvenciones sobre la producción; el Ingreso mixto bruto (IMB), que es aquel
producido por agentes donde no puede diferenciarse la parte correspondiente a la
remuneración del trabajo realizado por el propietario, del rendimiento obtenido como
empresario (monotributistas, autónomos), y por último la “remuneración” del Estado vía
percepción de impuestos denominada Otros impuestos sobre la producción netos de
subsidios (T-S).
Los resultados oficiales muestran una participación de 55,6% para la RTA; 35% para el
EEB; 12,2% IMB y -2,8% para los otros impuestos netos de subsidios a la producción.
Un primer análisis liviano de esos guarismos puede arrojar conclusiones falaces. Si bien
efectivamente la RTA superó el histórico anhelo del fifty-fifty, al indagar en las causas que
arrojan estos porcentajes, las conclusiones no son tan positivas, al menos desde el punto de
vista de la macroeconomía.
En efecto, al realizar un estudio por sector de actividad, se verifica que los que más inciden
en el supuesto “logro” distributivo son los asalariado intensivos que además están
relacionados ya sea por la prestación directa de la actividad o por la recepción de subsidios,
con la actividad estatal.
Ello repercutió en la participación que esas actividades perdieron respecto del total del
Valor Agregado Bruto de la Economía en ese período.
En efecto, la actividad agropecuaria pasó de representar el 6,4% al 6,1%, la industria
manufacturera del 20,% a 19,6%, la construcción del 4% al 3,8% y el comercio del 15,6%
al 15,4%.
Las dificultades que atraviesan vastos sectores de la economía se plasman con toda crudeza
en los cierres de plantas que numerosas empresas (algunas de ellas emblemáticas) han
dispuesto a largo del corriente año, por múltiples y variadas causas. Al agotarse las
posibilidades de extender las condiciones de funcionamiento a la espera de la recuperación
de la actividad, se vieron forzadas a la realización de ajustes.
La decisión de financiar el dé- ficit fiscal (que consolidado con provincias y cuasi fiscal
asciende a casi 11 puntos del PIB) con deuda, junto con la demorada expansión del
consumo de los hogares por efecto de la constante pérdida de poder adquisitivo, provocó
que el desempeño de la economía real se haya visto encorsetado.
La economía en lo inmediato
Vale puntualizar que, pese a los anuncios optimistas basados en los datos oficiales de mayo
y de junio, no se avisoran impactos sustantivos en el nivel de actividad.
El escenario económico en el que se desarrollará el segundo semestre ya está definido. Sus
contornos han sido esculpidos por las ambivalencias en las que transcurrió el primer año y
medio de políticas económicas de la administración Macri, especialmente las del ámbito de
las finanzas ampliadas (articulación de las políticas fiscales, monetarias y financieras), que
presentan, como único horizonte para lo queda del año, la persistencia de los desórdenes
fiscal y cuasifiscal, y la continuidad de la cobertura de esos baches mediante
endeudamiento y, más que nunca en los últimos años, el valor del tipo de cambio quedará
sujeto a la dinámica que impongan la oferta y demanda de dólares estadounidenses.
Los resultados de las elecciones, que se presentan como un “éxito” electoral del gobierno,
aunque su impacto haya sido mayor en el plano comunicacional que en el de las
“efectividades conducentes”, finalmente, patentizaron nuestra aseveración: “la ‘realidad
publicada’ no necesariamente refleja la totalidad de matices de la realidad pública, cuya
complejidad sí se expresará durante el proceso eleccionario y no será forzosamente
concurrente con la primera, lo que podría agudizar las sensibilidades de los agentes que
interactúan en los diferentes mercados, presentándose sobre-reacciones u otros factores
disruptivos”.
La coyuntura
El gobierno nacional sigue enfrentando una muy compleja situación. Los principales
objetivos económicos están lejos de poder cumplirse: la inflación continúa por encima de
las metas planteadas, los desequilibrios fiscales tienden a incrementarse al igual que el
déficit de cuenta corriente en la balanza de pagos, la producción de bienes y servicios se
encuentra por debajo de los niveles de 2015 (al igual que el consumo), mientras se
deterioran los niveles de vida de numerosas familias, a lo que se suma la volatilidad que
experimenta el mercado cambiario en el último bimestre.
Si el ordenamiento de las variables de la economía de por sí ya presentaba difi cultades
intrínsecas de considerable magnitud, a ello se suman las que provienen del resultado de las
elecciones primarias. Por un lado está la presión para implementar las políticas que sus
cercanos analistas le sugieren (correcciones bruscas o políticas de shock), para el que los
resultados no proveen suficiente legitimidad; por el otro la de mantener el actual esquema
de “gradualismo”, cuya continuidad depende de la aceptación en los mercados de las
sucesivas emisiones de deuda.
Las comparaciones son odiosas reza el dicho utilizado popularmente en muy diversas
circunstancias. Maradona o Messi, milanesa o asado, cerveza o vino, son algunas de las
discusiones que nos entretienen a los argentinos.
Sin embargo, en materia económica casi no existe otra posibilidad que evaluar o analizar
los distintos períodos históricos en comparación con otros. Y para ello resulta necesario
expresar parte de la realidad en la construcción de determinados indicadores que permitan
hacer lo más objetiva posible dicha contrastación.
Aislando los factores nominales (precios locales, precios internacionales, tipo de cambio,
tasa de interés, etc.), es relevante verificar lisa y llanamente el comportamiento de la
producción física, al menos en las ramas de actividad en las que eso es posible.
Todo ello viene a cuento de la polémica que, prácticamente desde el segundo trimestre de
2016, viene planteando el gobierno nacional en lo que ha dado en llamar el surgimiento de
los ya famosos “brotes verdes”. El año pasado, según el consenso generalizado, la realidad
dio por tierra con esas expectativas.
De manera desesperada, como un buzo que busca oxígeno, desde las esferas oficiales y las
consultoras oficiosas se viene destacando que este año la aparición de brotes verdes es
verificable, es decir que existirían indicadores sobre la actividad económica que mejoran en
2017, respecto del año 2016.
Sin embargo, un análisis riguroso y lo más objetivo posible debe incluir, necesariamente un
período más largo de tiempo, al observar las series históricas de la estadística que se
pretende estudiar.
La economía real
Desde la perspectiva fiscal el aumento del endeudamiento, utilizado en su mayor parte para
financiar gastos corrientes, constituye un entorno de peligrosa inconsistencia
macroeconómica.
Después de los reiterados anuncios oficiales acerca del shock de inversión, la participación
de la Formación Bruta de Capital Fijo en el PIB prácticamente no ha crecido en dos años,
pasando de representar el 19,0% al 19,1% del producto entre los primeros trimestres de
2015 y 2017.
La mayor deuda no está correlacionada con un crecimiento del stock de capital y cuando
sea necesario atender los servicios de la deuda, la economía no habrá aumentado su
capacidad productiva.
Ello, junto con el déficit en la cuenta de los servicios, impacta de manera negativa en el
saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que en el primer trimestre de este año
resultó negativa en U$S 6.871 millones, un 39% y 30% peor que en iguales trimestres de
2016 y 2015, respectivamente.
La estimación del déficit fiscal nacional para el cierre de 2017 se ubica en 7,4% de PIB, a
lo que debe adicionarse aproximadamente 1 punto más de las provincias, y 2 puntos que se
originan en la persistencia del pago de altas tasas de interés por parte del BCRA (déficit
cuasi fiscal). En consecuencia, el sector publico necesitará un financiamiento cercano a
10,5 puntos de PIB, equivalentes a entre 50 y 55 mil millones de dólares por año.
Más allá de las intenciones de unos y otros por enfatizar las virtudes o los defectos en
cuanto al comportamiento de la economía, es indudable que, independientemente también
de la interpretación política del resultado de las PASO, la situación en materia económica
continúa siendo de extrema delicadeza.
En el ámbito empresario, ello obliga como hemos señalado en esta misma columna, a
agudizar los sentidos que conducen las riendas de la prudencia en las decisiones de
negocios.
Queda el interrogante pendiente acerca de por qué se incrementaría la oferta si pari passu
no lo hace la demanda.
Lunes, 28 de agosto de 2017
Un presente de inconsistencia
macroeconó mica con estancamiento
Lic. Guillermo Moreno*
Dr. Claudio Comari*
Lic. Norberto Itzcovich*
Especial para BAE Negocios
La decidida apuesta del gobierno por ”volver al mundo“ se encuentra con un paisaje vacío
equivalente al de llegar a una fiesta cuando ya están barriendo el salón; la globalización y la
hegemonía del Consenso de Washington han fenecido y en el mundo se empiezan a adoptar
las medidas de protección de las economías locales que aquí se desprecian. No faltan las
paradojas en este desencuentro con la etapa histórica de la economía global; los EE.UU. no
sólo entornan sus puertas a los productos importados sino que, en la redefinición del
NAFTA, la solución buscada es la del aumento de los salarios: ¡de los trabajadores
mejicanos!
El Gobierno obtuvo en las PASO la misma cantidad de votos que en la primera vuelta de
2015
Más allá de las felicitaciones y palmadas, los ejemplos de las exportaciones de limones y
biodiesel e importación de carne de cerdo muestran el verdadero rostro del comercio
mundial de hoy: pocos compradores y demasiados vendedores.
En la coyuntura, ello se patentiza en el persistente déficit en el intercambio de bienes, que
ya superó los U$S3.400 millones y se incrementará hasta rondar los U$S5.000 millones a
fines de 2017; a ello debe agregarse el originado en el intercambio de servicios y las divisas
necesarias para la atención de los dividendos, regalías y servicios de la deuda externa.
El faltante de dólares para la resolución de este déficit de la cuenta corriente de la balanza
de pagos, será de alrededor de U$S24 mil millones a lo largo de 2017.
En tanto el set de precios relativos vigente, vis a vis con los del resto del mundo, impide
que dicha brecha pueda cerrarse en el marco de la cuenta corriente mencionada, las
resoluciones planteadas son el aumento de la inversión (esperanza del gobierno) o el
endeudamiento (realidad presente) en moneda extranjera.
Perspectivas de la inversión
Por ahora nuestro país, no sólo genera menos dólares de los que gasta, sino que las
diferentes instancias de gobierno (principalmente el Poder Ejecutivo Nacional) tampoco
logran conseguir los pesos que el estado requiere para sus gastos domésticos, por lo que la
proyección del déficit fiscal consolidado (Nación, Provincias y cuasifiscal del BCRA)
indica que orillará el 11% del Producto Interno Bruto durante 2017.
El endeudamiento en moneda extranjera por parte del gobierno nacional ha permitido hasta
hoy complementar la disponibilidad de dólares requeridos por el propio sector público y el
sector privado.
Todo ello implica, como mencionamos, que el sector público finalmente compite con el
privado en la captación de los excedentes. El resultado, hasta hoy, ha sido que el
financiamiento de las cuentas públicas ha prevalecido por sobre la inversión privada como
destino.
Conclusión
Más allá que, fundadas en las contingencias políticas, pudieran existir prevenciones entre
los agentes económicos, el verdadero basamento del estancamiento es la inconsistencia del
esquema macroeconómico, que perturba el normal desempeño del mundo de los negocios.
*MM y Asociados
Lunes, 4 de septiembre de 2017
Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos replanteó
las condiciones del Consenso de Washington y el rol de los organismos internacionales,
especialmente de la OMC, con conceptos tales como "Renegociaremos o saldremos de la
OMC, que es un desastre" o "la Unión Europea se construyó para derrotar comercialmente
a Estados Unidos, se habla de Europa como si esos países fueran maravillosos, yo adoro
Europa. Sólo digo que la razón de que se han unido en torno a una suerte de alianza es
competir con Estados Unidos".
Una de sus primeras medidas como presidente fue decretar la renegociación del NAFTA
con Canadá y México, así como la de retirar a los Estados Unidos del Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica (TPP).
Resulta interesante, al tiempo que complica ciertas perspectivas ideológicas esquemáticas,
que el presidente de EE.UU. trate de conseguir que los trabajadores al sur de la frontera con
México obtengan un aumento salarial. La reforma laboral mexicana con salarios más altos
y mejores condiciones laborales, en sentido inverso a la propiciada, por ejemplo, en Brasil
o en Francia es un objetivo importante para lograr la renegociación del acuerdo según las
exigencias de Trump. De esa forma pretende cerrar la brecha y evitar que las empresas
estadounidenses se trasladen a México, donde los trabajadores ganan la cuarta parte de los
salarios de sus pares de Estados Unidos.
Por otra parte, ante la decisión de Trump de sacar a los Estados Unidos del TPP, China
propuso conformar un "grupo de trabajo" para estudiar la factibilidad de un Acuerdo de
Libre Comercio Asia Pacífico, que beneficie a todos los países de la región, sin que
prevalezcan los intereses de EE.UU. Sin embargo, la decisión norteamericana no implica
dejarle el campo libre a China para que, como intentó en la última reunión internacional en
Davos, se convirtiera en el líder mundial del libre comercio. La disputa se da en el campo
de la geopolítica, con las advertencias estadounidenses al gigante asiático por la instalación
de islas artificiales en el mar de China meridional y Beijing afirmando que está decidido a
salvaguardar sus derechos y sus intereses.
Así se comienza a definir un mundo paradójico, donde una nación conducida por el partido
comunista propicia el libre comercio que tiende a igualar los salarios a la baja, y la primera
potencia, capitalista, pregona lo opuesto.
*MMyAsociados
La actual política monetaria del Banco Central de la República Argentina (BCRA), ha sido
descripta por sus actuales autoridades, de una manera bien simple, todo su accionar se
reduce a controlar el proceso inflacionario.
Sin embargo, esta simplicidad y las explicaciones que conllevan, son notoriamente
insuficientes a la hora de juzgar la capacidad que tiene para alcanzar su objetivo.
La inconsistencia de la política económica se manifiesta crudamente en la política
monetaria
El BCRA con su accionar influye en bastas variables macroeconómicas de importancia,
como el nivel y la composición de los agregados monetarios y del crédito al sector privado
y al público, el ingreso nacional, el nivel general de precios, y el tipo de cambio, entre
otras.
Entre los instrumentos que dispone para ejercitar esta influencia se destacan las operaciones
de mercado abierto, la política de redescuentos y adelantos transitorios y la de efectivos
mínimos, y la administración de las reservas internacionales.
Actualmente la autoridad monetaria utiliza las operaciones de mercado abierto como
instrumento principal para lograr disminuir gradualmente los agregados monetarios y, con
ello, intentar reducir progresivamente la tasa de inflación hasta llevarla a un dígito anual en
tres o cuatro años.
Se sostiene que, una vez lograda la estabilidad monetaria y la de precios, podrán lograrse el
resto de los objetivos de la política económica, en particular, el del desarrollo económico.
Debe quedar claro que a partir de las "ventas" de sus propias obligaciones (absorción o
estabilización de recursos monetarios) o de las "compras" (expansión monetaria), el BCRA
fija, al mismo tiempo, la tasa de interés de esas obligaciones y, con ello, el piso de las tasas
de interés en esa moneda, para el resto de la economía.
Para que esta política descriptiva sea efectiva, debe compensar las fuerzas expansivas que
le pueden provocar otros componentes de su balance, en particular, el financiamiento al
sector público y el que deviene de las compras de reservas.
Cuanto más financiamiento al Tesoro Nacional o más compra de reservas se vea obligado a
efectuar, deberá proceder a realizar más ventas de sus propias obligaciones (entre otras, las
denominadas actualmente Lebac) y a convalidar una más alta tasa de interés para que ellas
puedan efectuarse.
Muy bajo. Porque esta política de elevadas tasas de interés, unida a la medida adoptada de
liberar plenamente el movimiento de capitales especulativos, promocionan la entrada de
capitales de corto plazo con lo que, o el BCRA compra esas divisas para terminar
absorbiendo la emisión monetaria generada, incurriendo por lo tanto en, un círculo vicioso,
o deja que la moneda nacional se aprecie, afectando de esa manera negativamente la
balanza comercial y de la cuenta corriente de la balanza de pagos, lo que acelera, a su vez,
la necesidad de fondos adicionales del exterior con la repetición ad eternum del círculo
vicioso ya descripto.
Esto explica los vaivenes en la intervención del regulador en el mercado cambiario. Por un
lado había anunciado que no intervendría en el mismo adoptando un régimen de flotación
libre, pero en la práctica bajo ciertos extremos, interviene comprando reservas para evitar
una excesiva apreciación del peso o las vende, para no convalidar una devaluación que
pudiera afectar el nivel general de precios.
Ahora bien, simultáneamente a que el BCRA intenta llevar a cabo esta política restrictiva,
se expande el gasto público espiralizándose el déficit fiscal.
Como la autoridad bancaria limita la monetización del mismo, la Tesorería debe recurrir al
endeudamiento externo, con lo que vuelve a poner en contradicción a la política monetaria,
ya que, o esta permite la continua apreciación del peso, o compra esas divisas emitiendo
moneda para luego absorberlas con el sistema ut-supra señalado.
En este marco, a su vez, la política de ingresos discurre en sus propios cauces. Los reajustes
de tarifas, y los consecuentes incrementos de costos generalizados, que impactan en las
expectativas de inflación por encima de la pauta definida por el propio BCRA, lo obliga a
extremar la dureza de su política.
Los resultados están a la vista, y se manifiestan en un importante deterioro de los
"fundamentals" de la economía.
En este sentido el stock de Lebac superó, al 31 de agosto del corriente año, el $ 1 billón,
ubicándose por encima de un 20% de la Base Monetaria (BM), que alcanzó los
aproximadamente $ 838.000 millones.
Los intereses devengados sobre este stock de Lebac, implica mensualmente incrementar la
BM, por este solo concepto en aproximadamente un 3%.
Naturalmente, esto implica emitir más letras para que el inversionista aumente su tenencia,
ya que es imposible que se moneticen los intereses mencionados.
Este conjunto de sinrazones, podría estar determinando que los inversores más calificados
del sistema, estén tomando crédito en pesos, no para invertir en la economía real, sino para
posicionarse en dólares, apostando a una violenta modificación del tipo de cambio, en un
futuro no tal lejano.
Finalmente, es dable resaltar que las obligaciones que se derivan de la deuda externa
contraída, deben honrarse en dólares, pero hete aquí que estamos asistiendo a un déficit de
balanza comercial que alimenta un déficit histórico proyectado para todo el 2017 de más de
u$s 24.000 millones de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Los recientes datos publicados por la Dirección General de Estadística y Censos (DGEyC)
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) presentan con nitidez las consecuencias
que se derivan sobre el mercado de trabajo, de un esquema económico que no logra
incrementar su capacidad de producción de bienes y servicios cobrando especial entidad
por tratarse del distrito más rico del país.
Las estadísticas de la fuerza de trabajo tienen como objetivo principal el monitoreo del
comportamiento de uno de los factores de la producción: el del trabajo humano disponible
para ser aplicado a la realización de bienes y servicios destinados al mercado (frontera
estricta de la producción 1 definida por el Sistema de Cuentas Nacionales de Naciones
Unidas). De modo que, en primera instancia, los volúmenes de las tasas de desocupación y
subocupación describen de manera directa las magnitudes de la subutilización (total y
parcial respectivamente) de uno de los factores en una economía dada.
Heterogeneidad
La situación de la fuerza laboral resulta por demás coherente con el marco general del
desempeño de la economía.
*MM y Asociados
Las cifras del comercio exterior, durante los primeros siete meses del año, arrojaron un
déficit de 3.428 millones de dólares (con destino a superar los 5.000 millones cuando
culmine el 2017).
En ese mismo lapso, mientras las cantidades vendidas al exterior fueron 2,1% inferiores a
las del mismo período de 2016, las compras crecieron un 8,9%.
Al desagregar la información de importaciones según el "uso económico" que se le da a las
mercaderías, surge que las de bienes de consumo crecieron 12,5% y las de vehículos
automotores de pasajeros 42,3%. Por su parte, si bien las compras externas de bienes de
capital también crecieron, en este caso 13,8%, cabe aclarar que dentro de este último rubro
se incluyen, por ejemplo, las computadoras y los teléfonos celulares, incluso los de uso
particular, por lo que este supuesto dato positivo queda ciertamente relativizado.
Este comportamiento, al desarrollarse un proceso de sustitución inversa (reemplazando
producción nacional por productos importados), tiene un impacto negativo sobre diversos
sectores de actividad como por ejemplo el de la industria automotriz, el de la maquinaria
agrícola, el textil y el del calzado, sólo por mencionar algunos.
Así, mientras al inicio del actual gobierno la proporción de vehículos vendidos en el país
era 51% de importados y 49% de producción nacional (enero 2016), el resultado del octavo
mes de 2017 arroja, como muestra el gráfico, que los vehículos importados representan el
68% y los de producción nacional sólo el 32% del total de las ventas.
Respecto de la maquinaria agrícola (que incluye cosechadoras, tractores e implementos
agrícolas), como se observa en el gráfico, en el primer semestre del año pasado las
importadas representaban el 12% del total de las ventas, guarismo que casi se duplicó hasta
alcanzar el 22% en los primeros seis meses de este año, limitando el potencial crecimiento
de una industria nacional ligada a uno de los pocos sectores que tienen resultados positivos
como es la producción agropecuaria.
Por su parte, el sector textil sufre por la importación de tejidos de punto, que en el período
enero-mayo 2017 creció, en toneladas, 8,7% (lo que representó un aumento de 1% en
facturación) y, especialmente, por las compras externas de productos terminados que se
encuentran al final de la cadena: la importación de prendas de vestir creció 64,7% medida
en toneladas (32,1% más de facturación) y las confecciones para el hogar 28,7% (11,4% en
facturación), siempre comparadas con igual período de 2016.
Por último, el sector calzado vio crecer las importaciones, en los primeros siete meses del
año, un 16,8% en cantidades y un 11,7% en dólares.
Los datos, si bien son evidentes, no llegan a caracterizar con precisión la problemática a la
que estamos asistiendo, en la cual el mundo está en una posición vendedora de productos
manufacturados cada vez a precios más bajos, consecuencia, entre otras circunstancias, de
la revolución energética que abarata los costos industriales en EE.UU.
Las señales
Si la información cuantitativa resulta preocupante, las señales que recibe la economía por
parte del gobierno son decididamente apocalípticas.
Así, los hombres de negocios deben planificar sus actividades empresariales escuchando
expresiones tales como la del Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, acerca de que
"Argentina debería seguir inmune a la ola creciente de proteccionismo en Estados Unidos
porque recién estamos abriéndonos", que "es prioritario avanzar en el acuerdo de libre
comercio entre la UE y Mercosur", o que "Argentina abrazará la globalización".
Si a ello se suman las inconsistencias internas de la política económica, detalladamente
explicitadas en sucesivas notas en esta misma columna, se genera un entorno decisional
extremadamente complejo, que en algunos casos ponen en debate incluso la propia
continuidad de las unidades de negocios.
Es impensable suponer que la Argentina pueda constituirse en una nación soberana si desde
el gobierno se propicia una economía con déficits gemelos (fiscal y comercial)
permanentes, tal cual se deriva del proyecto de ley de presupuesto recientemente elevado al
congreso nacional.
Es evidente que el gobierno nacional ignora las verdaderas oportunidades que en materia
económica ofrece hoy el nuevo rediseño global. Tal vez sea por ello qué decidió no
concurrir con la máxima representación a la asamblea general de la ONU, pensando que las
ideas del Trump son irrelevantes para el devenir mundial. Cabe preguntarse entonces
¿estará guiando el barco hacia un puerto inexistente? Esperemos que no, todos deseamos
llegar a buen destino.
*MM y Asociados
Es claro que esta política apunta a fungir como un modo de compensación de la pérdida del
poder adquisitivo de los ingresos de los hogares, determinada principalmente por el
incremento del precio de los alimentos y por los aumentos tarifarios en segunda instancia.
Así, el gobierno se propone aumentar la demanda a través del otorgamiento de créditos, de
lo cual derivan dos consecuencias: la primera y más obvia, es el incremento del
endeudamiento de los particulares y, en segundo término, el posible impacto en la situación
patrimonial de las instituciones intervinientes si los supuestos a partir de los cuales los
directorios de esas instituciones orientaron su nuevo plan de negocios no se cumplieran.
Ciertamente, para la evaluar si las decisiones tomadas son apropiadas, deben analizarse el
origen y la aplicación de fondos tanto como sus implicancias en lo relativo a las
modalidades de su actualización, además de su consistencia en relación con las condiciones
macroeconómicas.
El origen de los fondos, el impacto territorial de los créditos y la indexación del principal
El origen de los fondos para la ejecución de estas operaciones surge, principalmente, del
traslado de créditos desde el sector productivo, especialmente agropecuario y
manufacturero, hacia el tipo de empréstitos descripto. Ello provoca evidentemente un
impacto negativo en esos sectores de actividad, generando a su vez un desacople inter
temporal entre consumo e inversión, con las implicancias que conlleva sobre la actividad y
el empleo.
Según información publicada por el Banco Central de la República Argentina (BCRA),
hasta el 20 de setiembre se verificaba un aumento de los créditos hipotecarios al sector
privado de 18 mil millones de pesos en los últimos 21 días hábiles y de 37 mil millones en
el año. Es decir que, en consonancia con la decisión política tomada, en las últimas cuatro
semanas previas al comienzo de la primavera se otorgaron la mitad de la totalidad de
préstamos adjudicados en el año.
En el mismo sentido del impacto buscado, la distribución geográfica tampoco es azarosa,
ya que el 70% de los préstamos se otorgan en el Área Metropolitana de Buenos Aires
(AMBA) y el resto en las regiones de Gran Córdoba y Gran Rosario principalmente.
El 84% de esos préstamos se realizó con la modalidad UVA (Unidad de Valor
Adquisitivo), la unidad de valor que se ajusta por inflación. En este tipo de créditos, la
actualización del principal (el dinero efectivamente prestado en el momento de efectivizada
la operación más los gastos y comisiones de otorgamiento) se realiza mediante el
Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), que en definitiva es un cálculo diario de
la variación mensual del Índice de Precios al Consumidor, o bien por la evolución del
Índice del Costo de la Construcción.
El deber de razonable prudencia de los hombres de negocios
Las inconsistencias generalizadas del actual diseño de la política económica, ya
abundantemente tratadas en otros artículos de esta columna, son a todas luces estructurales.
Entre los desequilibrios se destacan:
■ el ritmo de aumento del costo del servicio de deuda, que muy probablemente sería
superior al de los ingresos de los tomadores de crédito.
Pero principalmente, la situación también será de alto impacto para el sistema bancario, ya
que la propiedad es el bien subyacente del crédito a cobrar. Cabe mencionar que, al 31 de
marzo (cuando todavía no se había manifestado de forma cabal la situación descrita de
expansión de préstamos a personas y familias), los créditos hipotecarios representaban el
14,2% del patrimonio neto del BNA. Las informaciones parciales disponibles permiten
inferir que tal situación se agudizó notablemente al mes de setiembre, cuando ese guarismo
estaría superando fácilmente el 25%.
Ante un escenario como el descripto más arriba, existe el riesgo de que su valor no alcance
a cubrir los pasivos adeudados (tal como sucedió en los Estados Unidos durante la crisis del
año 2008), tornando vulnerable la solidez patrimonial de los bancos. Esto impactará de
lleno en el estado de resultados del balance de las instituciones bancarias y luego en su
patrimonio neto, que podría volverse negativo. Se produciría de esa forma un fenómeno
que en otros países se dio cuando "estalla la burbuja inmobiliaria".
De ocurrir esa situación, finalmente será el Estado nacional quien tendrá que capitalizar a
los bancos oficiales y, un gobierno que tiende al bien común naturalmente también deberá
ocuparse de las familias y de las empresas.
Las autoridades bancarias que hoy ofrecen con entusiasmo los créditos indexados: ¿están
tomando las decisiones correctas, operando con la prudencia y la previsión que todo buen
hombre de negocios debe aplicar a sus acciones? El cumplimiento de esa máxima implica
la responsabilidad de evaluar todos los escenarios posibles, no pudiendo desconocerse los
potenciales riesgos que las decisiones tomadas conlleven.
*MM y Asociados
¿Estamos creciendo?
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
En el trato cotidiano con los agentes económicos, resulta difícil entender el porqué de sus
lamentaciones a la luz de algunos datos macroeconómicos de crecimiento de la economía.
El estancamiento o caída de ventas que buena parte de las cámaras empresariales informa
mes a mes, no se corresponde con la mejora de la actividad que informan las fuentes
oficiales.
Si bien la heterogeneidad de los comportamientos de los sectores podría explicar en parte
tal divergencia, resultaría por demás extraño que fuera azaroso que los que padecen
dificultades las comuniquen y dejen de hacerlo aquellos a quienes ello no le sucede.
Es pertinente entonces invertir el interrogante y examinar el problema formulando la
pregunta de modo inverso: ¿es compatible el crecimiento de la actividad informado por las
estadísticas oficiales con la realidad cotidiana de los diversos sectores económicos?
El pasado 21 de agosto preguntábamos desde esta misma columna “¿hay brotes verdes en la
economía?” La duda distaba de ser caprichosa: a pesar de las numerosas declaraciones de
los más altos funcionarios gubernamentales y de las “buenas noticias económicas” que la
mayoría de los medios de comunicación proporcionaba, el pulso de la economía tomado a
partir de la interlocución con los agentes económicos (tanto empresarios como dirigentes
sindicales), indicaba que el estancamiento no daba signos de disipación para la mayoría de
las actividades, situación similar a la de estos días.
En aquel momento echamos mano a los datos disponibles, buscando aislar los factores
nominales (precios locales e internacionales, tipo de cambio, tasas de interés, etc.), para
verificar el comportamiento de la producción física, al menos en las ramas de actividad en
las que ello fuese posible. Se evidenciaba que, aún en los sectores más dinámicos, los
niveles de actividad se mantenían en torno a los del año anterior y en ningún caso
alcanzaban los desempeños de 2015.
Entonces nuestro análisis se basó en las estimaciones de actividad, es decir las mediciones
de las producciones físicas, pero mediadas por la elaboración estadística. En esta
oportunidad, iremos a un nivel más básico aún, el de las metodologías aplicadas, que
permiten obtener los resultados a partir de estimaciones en algunos de los sectores.
Efectivamente, según las últimas mediciones oficiales publicadas, en el primer semestre del
año el Producto Interno Bruto (PIB) de la Argentina creció 1,6% con respecto a igual
período de 2016. Este resultado se obtiene si se suman, en el período analizado, los valores
agregados estimados para cada uno de los 16 sectores en los que las cuentas nacionales
clasifican la actividad económica (por ejemplo: “Agricultura, ganadería, caza y
silvicultura”; “Pesca”; “Explotación de minas y canteras”; “Industria Manufacturera”;
“Electricidad, gas y agua”; “Comercio mayorista, minorista y reparaciones”; “Transporte y
comunicaciones”; entre otros), y a ello se le suman los impuestos a los productos (restados
los subsidios).
La suma del PIB más las importaciones constituye la Oferta Global de bienes y servicios de
la economía, que inexorablemente tiene que ser idéntica a la Demanda Global, donde la
producción puede ser consumida o constituir inversiones (incluyendo la variación de
existencias), ya sea por parte del sector privado o el público, o puede tener destino en el
exterior (exportaciones).
Para llegar a esa identidad, según cifras oficiales, el consumo privado (el componente más
importante de la demanda por su peso) tuvo un incremento del 2,4% en el primer semestre
del año. Ocurre que, violentando todo criterio basado en el sentido común, el gobierno
atribuye parte de ese crecimiento a los “gastos de turismo en el exterior”.
En ese marco resulta lógico que ese guarismo sea disonante con las opiniones de los actores
económicos de los diferentes rubros y amerite un análisis más detenido del cálculo oficial.
Y en efecto, al ahondar en los conceptos que se toman en cuenta al realizar las estimaciones
de distintos sectores de actividad, comienzan a aparecer situaciones extrañas, no atribuibles
a adulteraciones intencionadas sino a efectos no deseables de los procedimientos de cálculo
sobre el resultado final.
Primer efecto: para medir las actividades de “Agricultura, ganadería, caza y silvicultura”,
que en el semestre crecieron 4,8% según la metodología oficial, se utilizan las estimaciones
provistas por el Ministerio de Agroindustria. Ocurre que estas sobreestimaron la producción
agrícola de la campaña 16/17, que no fue de 137 millones de toneladas, sino de
aproximadamente 126 millones. Es decir que el subsector, que tiene un peso en el PIB de
más del 8%, no creció 11,4% como se estimó oficialmente, sino apenas un 2,2%.
Pero este menor crecimiento repercute, de manera relevante, en los sectores de transporte y
de comercio, cuyo aumento o disminución se asocia linealmente a los volúmenes de
producción, y que pesan aproximadamente 5,3% y 11,4% en el PIB, respectivamente.
Recalculando el impacto en estos tres sectores de las estimaciones más certeras y
actualizadas sobre la producción agrícola, el crecimiento de la economía en el semestre ya
no sería aquel 1,6% anunciado, sino que se acercaría al 1,1%.
Segundo efecto: si bien la actividad del sector “Minas y Canteras” bajó 6,1% en el
semestre, la metodología de cálculo sostiene que, para la extracción de minerales
metalíferos no ferrosos, excepto minerales de uranio y torio, la estimación se realiza a
través de un índice de ocupación en base a información del Sistema Integrado Previsional
Argentino. Es decir que, si la mina de oro más importante del país detuvo sus actividades
durante un período, como efectivamente ocurrió, es obvio que en ese lapso no produjo nada
aunque ello no se evidencie en el cálculo de las cuentas nacionales ya que para estas, en la
medida en que no hubo despidos, siguió produciendo.
Tercer efecto: respecto del sector “Pesca” se plantea un interrogante. Si las exportaciones
crecieron 6% en el semestre y la producción lo hizo un 24,3%, entonces debió haber subido
de manera significativa el consumo de pescado en el mercado doméstico. Los operadores
del sector no coinciden en ese diagnóstico.
a) se duplicó el déficit fiscal total, que incluye el que deviene de Nación, provincias y
municipios, y el cuasi fiscal generado por la política monetaria del Banco Central de la
República Argentina, que correctamente medido será cercano al 11% del PIB,
b) sigue aumentando el precio de los alimentos por encima del nivel general de inflación, al
igual que las tarifas, con el consecuente deterioro constante del consumo de las familias,
c) la tasa de desempleo alcanzó el 11% en los partidos del Gran Buenos Aires,
d) se llegó en ocho meses de 2017 a un saldo de balanza comercial negativo de U$S 4.498
millones (que determinaría uno mayor a U$S 6.000 al final del año), y
* MM y Asociados
Las hipótesis presentadas respecto del comportamiento del tipo de cambio promedio, del
deflactor de Producto Bruto Interno (variación de los precios implícitos del PBI), y del
Índice de Precios al Consumidor (IPC) están en el gráfico. Se observa que el aumento
porcentual anual del tipo de cambio es inferior tanto a la evolución del deflactor del PBI
como a la del IPC.
En consecuencia, si se toma como base el año 2017 y se proyecta hasta el año 2021, según
la evolución estimada del valor del dólar y de la inflación (medida por la evolución de los
precios implícitos del PBI), el resultado arroja que en el año 2021 el dólar equivaldría a
$15,8 a paridad de hoy.
Ello implica un franco deterioro del tipo de cambio real, tal como se observa en la siguiente
relación: Tipo de cambio real proyectado en Presupuesto 2018. Base 2017=16,7 $/u$s
(Deflactado por índice de precios implícitos del PIB).
Este esquema condiciona las posibilidades de éxito de cualquier intento de profundizar en
los actuales mercados externos o conquistar nuevos, a la vez que los bienes y servicios de
producción local quedan expuestos a la agresión de los que se adquieren en el exterior.
El cumplimiento de las proyecciones oficiales implica que nuestro país debe tener una
capacidad de endeudamiento con el resto del mundo de al menos u$s128.800 millones en el
período comprendido entre el inicio de 2018 y el año 2021.
Al respecto, cuando se pretende cuantificar la envergadura del problema, se mide el peso de
la deuda externa sobre el PBI. Para este cálculo va de suyo que resulta clave el tipo de
cambio al que se valoriza el producto.
Dado que el proyecto de presupuesto presupone una revaluación creciente, significaría
pasar de un endeudamiento en dólares de 34,8% del PBI en 2017, a uno de 45,8% en el año
2021. Pero si no se considera dicha revaluación, el porcentaje referido para este último año
sube a 48,5%. Es más, si se tomara el tipo de cambio real de 2016, la deuda acumulada al
2021 representaría un 53,3% del PBI.
Finalmente, como la proporción depende del valor del PIB medido en dólares y esto deriva
del tipo de cambio, si la economía no muestra capacidad de generar divisas, podría volverse
a una paridad cambiaria equivalente a la vigente en el año 2004 (39,10 $/u$s, base
2017=16,7 $/u$s), y en ese caso la deuda rondaría ¡el 100% del PBI!
Como resulta obvio suponer, este esquema es de difícil sostenibilidad ya que, a medida que
la proporción de pasivos externos se va incrementando, la economía requerirá en forma
creciente y sistemática mayores niveles de endeudamiento.
Si un proyecto de inversión presenta pérdidas crecientes en cada uno de los ejercicios,
requerirá de acceso permanente a nuevos créditos para cubrir los déficits más los servicios
de deudas anteriores para seguir operando, por lo que nunca reintegrará a sus accionistas el
capital inicial ni mucho menos repartirá ganancias: ¿habrá algún hombre de negocios o un
evaluador de proyectos que considere positivamente la factibilidad de una empresa de esa
naturaleza?
*MM y Asociados
Por MM y Asociados
Como señalamos en nuestra entrega anterior, del contenido del mensaje de remisión del
proyecto de Ley de Presupuesto 2018 que el Poder Ejecutivo Nacional envió al Congreso
de la Nación, emerge con claridad que las inconsistencias del presente esquema económico
perdurarán, aumentando por lo tanto las incertidumbres sobre su futuro cercano.
Las cenas gratuitas no existen. El Gobierno pretende darse un festín y que otros
paguen la cuenta
En las proyecciones del gobierno, se espera que el resultado fiscal primario permanezca
deficitario hasta el año 2021, logrando hacia 2024 un módico superávit de 0,5% del
Producto Bruto Interno (PBI). Los supuestos de disminución del déficit fiscal primario,
contrariamente a lo que muchos esperan, no están principalmente asentados en los recortes
del gasto público sino en los aumentos de los ingresos devenidos de mayor actividad
económica y mejoras en el cumplimiento de las obligaciones tributarias.
Claro está que esas premisas son de dudoso cumplimiento. El proyecto de presupuesto 2018
informa que, por un lado, obviamente no habrá ingresos extraordinarios como los
correspondientes al régimen de exteriorización de capitales, aunque si prevé un ingreso de
$25.000 millones producto del proyecto de ley enviado al Congreso sobre Revalúo y ajuste
por inflación impositivo y contable.
Asimismo, el gobierno decidió presentar adicionalmente una reforma a la Ley de
Responsabilidad Fiscal que establece nuevos criterios para la administración de los recursos
públicos nacionales y provinciales, y se ha anunciado que próximamente se enviará al
Congreso una propuesta de reforma tributaria, en la que se ha trabajado tanto en el ámbito
del Poder Ejecutivo como en el Legislativo, que incluye modificaciones en las cargas
asociadas al sistema de seguridad social.
Es decir que hay certezas sobre la intención de disminuir imposiciones pero no sobre las
mejoras del cumplimiento ni sobre el crecimiento de la economía.
La realidad es que, si este último supuesto no se cumpliera, los deterioros en la
performance de la actividad económica en el sector privado originarán permanentes
presiones hacia un incremento del déficit fiscal.
Si bien las metas de primarias son de dudosa factibilidad, podría decirse que se orientan en
un sentido correcto. Pero cualquier optimismo se desvanece al contemplar las previsiones
de pago de intereses de deuda, que a partir de 2018 se situarán entre un mínimo de 1,86%
del PBI en 2024 y un máximo de 2,15% en 2019.
Es decir que, una vez incorporado el pago de obligaciones financieras, siempre el resultado
fiscal total será deficitario.
La sustentabilidad más que incierta de tal proyección, a su vez depende del cumplimiento
de las previsiones sobre inflación y tipo de cambio. Como lo señaláramos más arriba y
desarrollaremos más adelante, en el proyecto el ritmo de crecimiento de los precios internos
es superior al del valor del dólar. De no cumplirse, el peso de la deuda en moneda
extranjera se incrementará (y con ello el gasto total del sector público) aumentando el
persistente y voluminoso déficit.
Este aspecto crucial es el que revela como insostenible la estrategia fiscal. Sin embargo,
antes de adentrarnos en el examen detallado de las magnitudes e implicancias del
endeudamiento, es conveniente hacer un repaso de la situación de las cuentas del sector
público del presente ejercicio.
El punto de partida
Parecería ser entonces que, para este gobierno, el déficit fiscal (primario + financiero) es en
sí mismo virtuoso, lo que vulnera los criterios de eficiencia y sana administración.
Del proyecto oficial de presupuesto 2018 se desprende que se esperan muchos años de
saldos negativos de la balanza comercial y de la cuenta corriente de la balanza de pagos y
que, si bien el gobierno prevé un descenso del déficit primario, ese achicamiento no alcanza
a compensar de ninguna manera el rojo financiero, que incluye los intereses de la deuda.
Este esquema, que se pretende permanente por lo menos hasta el año 2024, excede en
mucho el período de gobierno de la actual alianza en el poder, como resulta obvio.
En la ciencia económica se sabe que las cenas gratuitas no existen. ¿Será que el Gobierno
pretende darse un festín pero que otros le paguen la cuenta?
Por Lic. Guillermo Moreno*, Dr. Claudio Comari* y Lic. Norberto Itzcovich*
Las expectativas económicas, que hoy se desplazan en un gradiente que va desde la calma a
la inquietud, parecieran depender de la distancia desde la que el observador se sitúa para
contemplar la realidad.
Quienes basan sus esperanzas en la observación de los aspectos más inmediatos (entre los
que se destacan la victoria electoral del gobierno, la dinámica de los mercados bursátiles y
financieros y los informes sobre indicadores de coyuntura que muestran progresos en la
actividad económica y en la recaudación impositiva, por ejemplo), se inclinan a esperar un
mejoramiento progresivo de la economía, a partir de la ratificación política del gobierno.
Pero si el punto de vista es más distante, se ve con claridad que, como contrapartida, siguen
sin resolverse o en la senda de profundizarse, los desequilibrios estructurales del actual
esquema económico que hemos venido señalando en esta columna. Como agravante, el
proyecto de Ley de Presupuesto 2018 que el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) remitió a la
Cámara de Diputados de la Nación expresa con meridiana claridad, que la resolución de
aquellas inconsistencias no forma parte de las preocupaciones centrales del gobierno, sino
que se perpetúan más allá de la duración del corriente período presidencial e incluso del
siguiente.
Sólo para este año, el déficit fiscal total, que incluye los desequilibrios en las cuentas de la
administración central, los gobiernos provinciales y municipales y el cuasifi scal del Banco
Central de la República Argentina (BCRA), requiere el equivalente a un monto de entre
55.000 y 60.000 millones de dólares de financiación. De estos, unos 30.000 millones
deberán ser tomados en moneda extranjera inexorablemente, por no existir otras fuentes
(entre ellas la inversión extranjera directa) para cubrir los desequilibrios del sector externo,
que se expresa en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Son las propias inconsistencias características del presente esquema las que lo hacen
vulnerable y, en cierto sentido, estas fragilidades son extremas. Existe un acuerdo
generalizado sobre que la continuidad de la actual política económica está sujeta a la
disponibilidad y fluidez del financiamiento de los déficits señalados. Lamentablemente, las
eventuales complicaciones en el acceso al crédito no son los únicos riesgos extremos del
presente diagrama. Dependencia del crédito Podría ser materia de controversia si la
dependencia del crédito es sostenible y por cuánto tiempo, pero no hay fisuras en la
convicción de que la reducción en sus volúmenes o incluso la ralentización de su flujo,
repercutirían en forma drástica e inmediata sobre el funcionamiento económico todo,
estableciendo un “punto de ruptura” que obligaría a profundos cambios. Algunos colegas
también han señalado esta amenaza, aunque apelando a términos metafóricos y aún
escatológicos para sustituir su denominación técnica, tales como “esto se va a la m…”,
“estos se dan la piña”, o “van a explotar”, entre otros.
Lo cierto es que cualquier escenario de restricción al crédito, ya se trate del voluntario
(préstamos) o el involuntario (diferimiento de pagos), que de modo central hoy depende de
los primeros, involucra la imposibilidad de realización de los gastos, objetivándose de esta
manera la crisis. Como ya mencionamos, las vulnerabilidades no se agotan en este flanco.
El tipo de cambio
En lo que va del mandato del presidente Mauricio Macri, se registra un ingreso sostenido de
moneda extranjera, obtenida vía créditos, cuyo destino es y ha sido el del financiamiento de
los déficits gemelos.
A ello se suma la corriente de inversores que convierten sus dólares en pesos para
usufructuar las elevadas tasas de interés que el BCRA ofrece. Según el último informe
“Evolución del Mercado Único Libre de Cambios y Balance Cambiario” de la entidad, en
setiembre “…la principal fuente del mercado de cambios vino dada por los ingresos netos
del exterior por inversiones de no residentes por u$s2.050 millones. De este total, unos
u$s$1.100 millones fueron cambiados a pesos…”; como la propia autoridad monetaria
resalta, ese nivel representa el máximo de ingresos por el concepto, en la historia del
Mercado Único Libre de Cambios (MULC).
En este caso el pase de dólares a pesos es transitorio, ya que el atractivo de los inversores
está en la posibilidad de materializar ganancias a través del carry-trade; es decir la
posibilidad de obtener rendimientos extraordinarios en la moneda estadounidense.
Otro segmento de agentes económicos considera que el precio del dólar en los niveles
corrientes, representa una oportunidad que no debe desaprovecharse.
Esto se ha evidenciado en los sucesivos informes del BCRA, según los cuales la Formación
de Activos Externos del Sector Privado No Financiero acumula en los primeros nueve
meses del año u$s15.500 millones.
La simultaneidad de tasas de interés elevadas y tipo de cambio subvaluado, explica en gran
medida que el sostenimiento de la estrategia del BCRA de esterilización de medios de
pago, resulte cada vez más onerosa. Hoy el circulante en poder del público ronda los 600
mil millones de pesos, lo que se suma a la sideral marca alcanzada por las Lebac, que
superan los 1,1 billones de pesos, potencialmente monetizables.
Relacionado con ello, cabe aclarar que alrededor del 25% de las reservas en dólares del
BCRA son los depósitos en moneda extranjera de los particulares (por lo tanto, no son de
libre disponibilidad), y a su vez hay punto crítico de aquellas, de alrededor de u$s6.000
millones (el equivalente a un mes de importaciones), piso que no se puede perforar.
Obviando otras restricciones, la libre disponibilidad de las reservas se reduce a unos
u$s30.000 millones.
Observando de conjunto la masa de circulante, las cifras potencialmente monetizables de
Lebac y las reservas en divisas de libre disponibilidad, se hace evidente que la actual
estrategia es de extrema fragilidad ante cualquier situación de aceleración de decisiones de
dolarización de carteras.
La dinámica de la recaudación
A la obvia respuesta negativa debe agregarse que la incremental toma de deuda del sector
público, que no sólo encarece los préstamos para empresas y particulares sino que compite
con ellos absorbiendo el crédito disponible, agrava la situación.
De manera que no existen condiciones que auguren crecimiento de la actividad económica,
al menos en forma generalizada, resultando esperable una consecuente disminución de la
tasa de ganancia para numerosas unidades de negocios.
Si esos deterioros terminan implicando dificultades para la reposición del capital de trabajo
(stock y créditos por cobrar), ante la inaccesibilidad del crédito por las altas tasas de interés,
los empresarios podrían apelar a financiarse con los fondos que debieran ir a impuestos o
cargas sociales, como ha ocurrido en otras ocasiones.
Teniendo en cuenta el actual nivel del déficit fiscal total y su proyectado incremento para
los años venideros, se hace evidente que cualquier reducción de los ingresos públicos por
evasión, elusión o diferimiento de pagos, redundará en un desborde de imprevisibles
consecuencias.
En síntesis, como hemos mostrado, la sostenibilidad de la actual política económica
deviene de decisiones exógenas y endógenas. Las primeras, tomadas por no residentes,
mientras decidan mantener el flujo de oferta de crédito al mercado doméstico; las segundas,
relacionadas con que no se produzcan comportamientos del tipo “manada” por parte de los
agentes económicos.
Aunque la prudencia del “buen hombre de negocios” debiera ser un criterio omnipresente,
especialmente al tratarse de la gestión de la cosa pública, el manejo del esquema económico
en marcha no parece corresponderse con dicha máxima. Mucho más cuando la Argentina
ha transitado todos los escenarios de crisis antes descriptos.
Los densos nubarrones de la inconsistencia macroeconómica no alcanzarán a ser disipados
sólo por el viento de cola que la política hoy le brinda al gobierno.
*MM y Asociados
Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich *
Con aires y gestos no exentos de pompa, el Gobierno Nacional relanza su gestión, luego de
la oxigenación política obtenida en los pasados comicios. El remozamiento incluye tanto
cambios en el elenco de ministros, entre los que se destaca el ingreso del presidente de la
Sociedad Rural Argentina, Luis Etchevehere, en la titularidad de la cartera de
Agroindustria, como la presentación de nuevas iniciativas.
Amén de las inconsistencias del esquema económico que hemos señalado repetidamente,
ellas también aparecen en el seguimiento del mercado de trabajo. En este aspecto, existen,
por una parte, las derivadas de los registros administrativos, que conllevan la limitación de
la ausencia de cobertura del trabajo no registrado. Y por otra parte, los relevamientos
sistemáticos del INDEC que, en la actualidad sólo alcanzan a 31 grandes aglomeraciones
urbanas, excluyendo tanto al resto de la población urbana como a la totalidad de la
población rural.
Dados los límites de cobertura de la encuesta oficial, las magnitudes para el total del país
deben ser estimadas a partir de modelos, para lo cual tomamos como período base el
mencionado tercer trimestre de 2015. De acuerdo a las proyecciones demográficas, y
aplicando las variaciones detectadas en EPH a tasas específicas para las poblaciones no
observadas, una reducción de aquella magnitud en la PEA (de 5 décimas de p.p.) significa
que la cantidad de personas activas se incrementó en alrededor de 300 mil, una magnitud
significativamente inferior al crecimiento esperado ya que, de mantenerse la participación
en la fuerza de trabajo de 2015, el aumento debiera haber sido cercano a las 470.000
personas.
En lo que respecta a la baja en el empleo (de 2,1 p.p.) el resultado es que hay 267.000
personas menos ocupadas en 2017 que las que había dos años atrás; para mantener la tasa
de empleo equivalente a la de 2015, haría falta que 710.000 personas más estuvieran
ocupadas. De las cifras oficiales presentadas en cuanto a personas activas y personas
ocupadas, finalmente se deduce que el número de desempleados sólo se incrementa, entre
2015 y 2017, en alrededor de 565.000, centralmente por el efecto de la reducción de la tasa
de actividad; si ésta se hubiera mantenido en los niveles de 2015, la cifra de nuevos
desocupados ascendería a 710.000.
A pesar de lo controversial de los datos contenidos en los diversos reportes oficiales sobre
la situación del mercado de trabajo, emerge con nitidez que la situación es de notorio
deterioro respecto a la de dos años atrás. No deja de ser llamativo que, en un contexto de
pérdida de puestos de trabajo, la población económicamente activa se contraiga. Ante la
pérdida de las ocupaciones prexistentes, el efecto esperable es el contrario: la PEA tiende a
crecer dado que pasan a buscar trabajo, además de las personas que no conservan su puesto,
algún otro miembro del hogar hasta el restablecimiento de la fuente de ingresos perdida. Es
decir que la persona no ocupada permanece en la PEA y los restantes integrantes del grupo
familiar se incorporan como nuevos oferentes.
La extensión del borrador y la diversidad de temas abordados en los 145 artículos que
contiene, obligan a seleccionar lo que, a nuestro criterio, constituyen los principales temas.
En primer término, el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) propone medidas tendientes a la
regularización de los asalariados no registrados del sector privado, con exclusión del
personal bajo el régimen de casas particulares, que representan alrededor del 25% de los
“trabajadores en negro” según las encuestas oficiales de fuerza de trabajo. El proyecto
dispone la eximición o reducción de multas y deudas (tanto capital como intereses) y la
extinción de las acciones penales para los infractores, si el acogimiento al régimen de
regularización se produce dentro de los 360 días. Si bien inicialmente ello puede suponer
un costo fiscal de importancia, podría verse compensado por el incremento en la
recaudación logrado a partir de la mayor registración.
Desde el punto de vista del trabajador, se establece la posibilidad de reconocimiento, a los
fines de la seguridad social, de hasta 60 meses de antigüedad y calculados sólo por un
monto mensual equivalente a un Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVyM), limitante que
podría afectar los futuros haberes jubilatorios. El proyecto cambia también las penalidades
en los casos de no registración, disminuyendo los costos de las multas (25% del SMVyM) y
dirigiéndolo sólo a la Seguridad Social. En la ley vigente, el infractor debe reparar al
trabajador en proporción a las remuneraciones devengadas. En el título II del borrador, se
establecen bajas en las contribuciones patronales al sistema de seguridad social, al igual que
respecto a los aportes del trabajador.
Los aspectos que seguramente serán más controversiales son los que modifican las
relaciones individuales de trabajo y están contenidos en el tercer título. Las disposiciones
no alcanzan a trabajadores de casas particulares, agrarios y a los “trabajadores autónomos
económicamente dependientes”, novedosa figura del proyecto y similar a la de la nueva
legislación brasilera.
Esta última figura, definida como las “personas que presten servicios especializados,
realizando una actividad económica o profesional a título oneroso, de manera habitual,
personal y directa, para una persona física o jurídica de la que dependan económicamente
hasta el OCHENTA POR CIENTO (80%) de sus ingresos anuales, quienes se regirán por
una regulación estatutaria especial.” Esta figura sin duda facilita el enmascaramiento de
relaciones de dependencia, especialmente si los trabajadores cuentan con otra fuente de
ingresos no laborales. En conjunto con el capítulo III de este título, que permite que el
trabajador independiente cuente con hasta cuatro “trabajadores independientes
colaboradores”, podrían constituir un incentivo a la tercerización de tareas y
responsabilidades.
En la misma línea se sitúa la extinción de la responsabilidad solidaria de la empresa
principal en los casos de subcontratación y delegación. Otros aspectos que cambian el
modo de ejercicio de los derechos laborales, se encuentran en la posibilidad que se otorga al
empleador para la modificación de jornadas y condiciones de trabajo, especialmente en la
creación de los “bancos de horas” que permitirían compensar a lo largo del año las
extensiones de jornadas reduciendo así el pago de horas extras. En idéntico sentido se
modifican las condiciones de los contratos a tiempo parcial.
Otro cambio notable es el que se promueve respecto a las indemnizaciones por despidos sin
causa. Para la determinación del monto de la indemnización se excluirán todos los
conceptos (aguinaldo, horas extraordinarias, premios y bonificaciones, etc.) diferentes del
sueldo, abaratando sensiblemente los costos de las desvinculaciones. Asimismo, mediando
el acuerdo de los sindicatos, podrían establecerse “fondos de cese” para que asuman los
pagos de las indemnizaciones que correspondieren, liberando al empleador de la carga
directa del pago.Como dijimos, el proyecto es muy extenso y razones de espacio nos
obligan a priorizar los aspectos destacados. Hemos eludido todos los capítulos destinados a
los programas de formación continua que, si bien presentan aspectos prometedores,
también alientan programas de pasantías que no requieren de la intervención de las
instituciones educativas, facilitando la sustitución de empleados por “pasantes”.
Los resultados esperables
Resulta difícil vincular las disposiciones del proyecto con los declamados objetivos de
aumento del empleo y su cualificación. Los incentivos a la registración del régimen de
regularización mejoran la calidad del vínculo laboral, pero no se ofrecen estímulos a la
creación de nuevos empleos, salvo que así se considere a las mayores facilidades para la
tercerización y el abaratamiento de los despidos. También se deriva una importante
afectación de los sistemas de Seguridad Social, aunque se prevé serán compensados por el
Tesoro Nacional.
El itinerario de esta reforma recién comienza y no será necesariamente corto ni exento de
dificultades. Faltan escuchar las opiniones de los principales involucrados: las
organizaciones de los empresarios y de los trabajadores, de quienes se espera un especial y
determinante protagonismo. El jefe del bloque de la oposición en el Senado de la Nación,
Miguel Ángel Pichetto, ya adelantó que su fuerza estaría dispuesta a “avanzar en lo que los
sindicatos acompañen”, mientras que la Confederación General del Trabajo, al tiempo que
suspendió las reuniones previstas con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, inició una ronda
de consulta entre los cuerpos orgánicos de las organizaciones que la componen, de la que
surgirán los lineamientos de acción frente a la iniciativa gubernamental.
*MM y Asociados
La reforma impositiva en el
palimpsesto de la economía
Por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*
Resultaba una práctica común en la antigüedad, tanto en la cultura griega como en la latina,
la reutilización de los papiros y pergaminos por razones de costo y accesibilidad. Las capas
superpuestas de información en un mismo soporte material permitieron la supervivencia de
valiosos textos como el Palimpsesto de Arquímedes, por caso. De la misma manera puede
leerse la coyuntura económica en la que, si bien tienden a realzarse comunicacionalmente
los indicadores de signo positivo, subyacen los trazos gruesos de las dificultades
estructurales.
Uno de los tres ejes que el presidente Macri expuso en el marco de la presentación de los
lineamientos generales de su política post elecciones, es el referido a la cuestión fiscal (los
otros dos están constituidos por las temáticas del empleo, ya tratadas en esta columna, y de
la llamada calidad institucional). Al respecto, el ministro Dujovne, presentó las
modificaciones propuestas al régimen impositivo vigente.
El Gobierno adelantó algunos parámetros que enviará al congreso en las próximas semanas,
disparando el debate. Si bien, dada la incompleta información disponible, es muy difícil
analizar los impactos cuantitativos, sí es posible realizar un abordaje en el plano
conceptual, enmarcado en lo que hasta ahora se conoce. Según los supuestos oficiales, la
reforma tendría en principio un costo fiscal de 1,5% del PBI, aunque dado que la economía
crecerá y bajará la evasión (siempre según esa perspectiva), ese guarismo se reducirá a
apenas un 0,3%. Si ello ocurre, se trataría de una reforma impositiva casi neutra en
términos de recaudación.
Una de las medidas más destacadas propone una reducción del Impuesto a las Ganancias
corporativas, que pasará del 35% actual al 25% en el año 2021, bajo la condición de que no
se distribuyan dividendos. Además, se buscará disminuir la carga de los denominados
“tributos en cascada”, tales como el impuesto a los créditos y débitos bancarios
(comúnmente denominado al cheque, que se podrá tomar a cuenta de ganancias) y a los
ingresos brutos. En este último caso (que constituye una de las principales fuentes de
ingreso jurisdiccional), se promueve su reducción a la mitad.
Cabe mencionar que la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, junto con Mendoza y
Córdoba, ya incluyeron en sus proyectos de presupuesto 2018 importantes reducciones del
impuesto a los Ingresos Brutos y Sellos. Sin embargo, la compensación llegará por el
aumento en otros tributos, como sería el caso de una suba en el inmobiliario urbano y rural.
Se implementará un régimen que devuelve el crédito fiscal de IVA a las empresas que
hayan realizado inversiones y no lo recuperen en un lapso de 6 meses.
Respecto del impuesto a la renta financiera obtenida por personas físicas residentes en el
país (las personas jurídicas ya lo pagan), se someten a imposición a determinadas ganancias
actualmente exentas. La alícuota será del 15% para rendimientos provenientes de
instrumentos en moneda extranjera o indexados, y del 5% para los de renta fija en pesos sin
cláusula de ajuste.
Resulta insólito que, dado el actual diseño de política monetaria, la posible mayor
recaudación de este impuesto por parte del Tesoro Nacional ya lo comenzó a pagar el
BCRA, a través del incremento de las tasas de interés que ofrece para tomar deuda.
Por otra parte, se elimina el Impuesto a las transferencias de inmuebles, aunque ello se
compensa con la extensión de “Ganancias” a la venta de una segunda vivienda. También el
gravamen a autos y motos de gama media y alta.
En relación a los impuestos internos, se incrementan de manera gradual para el whisky, el
coñac y otras bebidas blancas, desde el 20% actual hasta el 29%. En el caso de las gaseosas
en general y otras bebidas sin alcohol con azúcar agregada, se incrementará el impuesto
desde la franja actual (4% al 8%), hasta llevarlo al 17%. En contrapartida, las gaseosas sin
azúcar añadida no pagarán impuestos internos.
Adicionalmente, se reducen a cero los gravámenes para los teléfonos celulares, televisores
y monitores (en este acápite se incluye un etcétera referido a otros productos electrónicos
que por ahora no están definidos), lo cual impactaría de manera negativa sobre la
producción y el empleo en la provincia de Tierra del Fuego, por el obvio reemplazo por
bienes importados.
Esta transferencia de ingresos provocó la reacción tanto de las autoridades de las provincias
que se sienten perjudicadas, como de los representantes de esas actividades.
En otro aspecto, se modifica el impuesto a los combustibles para que las fluctuaciones en el
tipo de cambio y en el precio internacional del petróleo pierdan influencia sobre los precios
locales. Así, el monto ingresado en concepto de este impuesto tendrá dos valores de suma
fija (uno por emisiones de dióxido de carbono y el otro establecido de manera tal que no
altere la carga tributaria actual). Inicialmente afectará a los combustibles líquidos y a partir
del 2020 se aplicará sobre el carbón y el gas natural y licuado de petróleo.
Sabemos que el precio de venta de cualquier bien o servicio ofertado en el mercado tiene
tres grandes componentes: los costos totales, el margen aplicado sobre éstos, y el
impositivo. Y también, que uno de ellos, el margen, como lo señalamos más arriba, en la
actualidad tiende a ser muy exiguo o nulo para la inmensa mayoría de los emprendimientos.
Si se pretende que la reforma impositiva implique una mejora en la competitividad de
nuestros productos, vis a vis los precios internacionales, sus precios de venta tendrían que
tender a la baja.
Con un alto grado de certeza, podemos afirmar que lo que ocurrirá, una vez que entre en
vigencia la nueva propuesta impositiva, es que se modificará la participación proporcional
de cada uno de los componentes al interior del precio de venta, pero no este último. Con lo
cual, claramente, tal redistribución solo permitirá que emerja o se recupere el margen
empresarial.
Desde la perspectiva de la demanda, la posible disminución de los ingresos populares
(producto de una pretendida negociación a la baja de todos los ítems que tipifican el ingreso
por sueldos y salarios), repercutirá en el deterioro del deprimido mercado interno.
Paralelamente, al no haber una disminución de los precios de venta de los bienes y servicios
transables internacionalmente, se ve dificultada la profundización de los mercados ya
existentes y la inserción en los nuevos.
Todo ello coadyuva a mantener y/o incrementar las inconsistencias de la política económica
vigente, agudizando la situación fiscal (a menos que se asuman las consecuencias del
ajuste), sin tender, a su vez, a solucionar el déficit creciente de la balanza comercial.
¿Vale la pena someter a la sociedad a la tensión del debate político, académico, técnico, y
de intereses que se ha desatado en torno de la actual propuesta de reforma impositiva?
* MM y Asociados
“A ver si me explican qué está pasando; escuché a los economistas que a mí me gustan y
resulta que hay uno que habla de corralito, otro que recomienda comprar botes, el otro que
dice que el Banco Central está quebrado; me están asustando”.
Nos pareció entonces que, sin dramatizar, debíamos pintarle el cuadro más aproximado
posible. Y emulando a un economista, bien formado, que escribía sus artículos de
divulgación conversando con su tía transcribimos, tan fielmente como pudimos, nuestra
charla con la pariente contrera.
Le contamos que, cuando asumió el gobierno, pensábamos que iba a adecuar su
comportamiento a la antigua consigna: “de que siempre hay que hacer lo que hay que
hacer”.
Hacia mayo de 2016, nuestra opinión era: “luego de seis meses de gestión macrista, se
empiezan a agotar los plazos para definir el sesgo que tomará finalmente el gobierno.
Durante estos meses hemos observado una política económica poco coordinada, e incluso
acciones contrapuestas, entre un ala predominantemente desarrollista y la antagónica más
liberal.
Mientras que la última, con el Presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, como
expresión más visible de este enfoque, sostiene y promueve a través de voceros calificados
medidas más drásticas que permitan disminuir aceleradamente el déficit fiscal (aun cuando
implique tener que lidiar con las posibles consecuencias sociales que acarrearían), el sector
más desarrollista, expresado principalmente por el Ministro de Hacienda y Finanzas
Alfonso Prat Gay, postula que se pueden hacer gradualmente los ajustes necesarios e ir
financiándolos con emisión de deuda, desarrollando a su vez un proceso de atracción de
inversiones.”
Creíamos entonces que el gobierno iba a buscar algún tipo de solución a los problemas
(¡que es su obligación!), sin sospechar que se trataba del verdadero modus operandi de la
alianza Cambiemos: no importa si algo no se resuelve o incluso se agrava; lo importante es
salir del paso hoy.
Pero no se amilanaron. Porque consideraron que podían recurrir al crédito externo para su
financiamiento.
Los dólares comenzaron a entrar y a gastarse, para lo cual había que transformarlos en
pesos, pero estos aumentaban la emisión monetaria y con ello la inflación y encontraron
otra solución mágica: quitar esos pesos del mercado (esterilización) utilizando las Lebac.
Para lo cual tuvieron que pagar una enorme tasa de interés y entonces emergió el déficit
cuasifiscal, que sumado al del Tesoro Nacional y las jurisdicciones subnacionales, nos
acercan al 11% del PIB de este año, esto es alrededor de U$S60.000 millones, similar (en
porcentaje) al que alcanzó el gobierno de Alfonsín previo a su colapso. Y entonces ahora
¿cómo estamos?, preguntó En este punto de la conversación, tratando de minimizar la
angustia de la tía, tuvimos que reconocerle que ahí no terminaban los problemas. Porque los
dólares ingresados por las diferentes vías (deuda externa, carry trade, etc.) más la
persistencia del proceso inflacionario, habían licuado la teórica ganancia de competitividad
externa generada por la devaluación, con lo cual nos encontrábamos al día de hoy con que,
a los productores argentinos, salvo contadas excepciones, se les dificultaba vender sus
mercancías en el mercado externo y competir con las que, más baratas, llegan desde el
exterior.
Si esto le sumamos que tampoco hay mercado interno por lo citado más arriba, nos
encontramos en un punto que, por falta de ventas, prácticamente no hay empresas que
ganen plata.
¡Pero para eso van a hacer estas reformas nuevas!, sostuvo la tía
Y sí. Pero parece que no es todo tan fácil, contestamos. Pensaban que con la reforma
laboral podían transferir ingresos desde los asalariados hacia las empresas, pero eso no
resuelve los problemas de debilidad de la demanda, ni tampoco, salvo contadísimas
excepciones, mejora la competitividad de las compañías. Encima, si se achican los ingresos
de los asalariados, se cae más el mercado interno. Como era esperable, el proyecto generó
la reacción de todos los dirigentes sindicales así que hay que ver la propuesta definitiva y
cómo se da el trámite legislativo, pero aparentemente y, por suerte, mucho no van a
conseguir por ese lado.
En cuanto a la “reforma tributaria”, hay que tener en cuenta que el sector privado, enfrenta
a un mismo tiempo la disminución del consumo doméstico, la retracción de exportaciones y
la competencia de la producción foránea y que la supervivencia de la actividad de las
unidades económicas, en no pocos casos, ha sido a costa de la resignación de márgenes de
comercialización.
Así llegamos al momento de la “reforma fiscal” que, en un principio, iba a ser de resultado
neutro para el Tesoro.
Le contamos lo que habíamos señalado la semana pasada en esta columna: tal reforma no
permitiría mejorar la competitividad de la producción local vía disminución de precios sino
que, a lo sumo, podría auxiliar a las empresas a recomponer los márgenes perdidos. Claro
que esto sólo aplica a quienes se les bajaba la carga tributaria, ya que, para que el resultado
de las modificaciones sea neutro, otros debían sufrir aumentos de impuestos.
Sin embargo, la reforma significará profundizar el desequilibrio fiscal ya que, frente a
empresas y mandatarios provinciales perjudicados por incrementos que hicieron oír sus
justos reclamos, el gobierno comprometió su retracción.
¿Entonces quién pone la plata que falta?, inquirió nuevamente
Así fue que llegó el momento de las evasivas. ¿Para qué amargarla? Ninguno tuvo el coraje
de explicarle que, todo indica, serán las jubilaciones y pensiones los próximos “patos de la
boda” con los que el gobierno va a tratar de emparchar semejante descalabro. Y también
con las transferencias al Tesoro de las ganancias contables no reales, del Fondo de
Garantías de Sustentabilidad y de las utilidades del Banco Nación.
Antes de despedirnos la tía agradeció y, equilibrando la balanza de las mentiritas piadosas,
nos dijo: “me voy más tranquila”, sin que mutuamente nos creyéramos.
*MM y Asociados
Lunes, 27 de noviembre de 2017
Ahora bien, ¿esto será realmente así? ¿O quienes venden "futuro" en realidad encarnan un
pasado que languidece?
Durante el ya lejano mes de abril de este año, el presidente norteamericano Donald Trump
recibió a su par chino, Xi Jinping. Lo hizo en la residencia que posee en la costa de Florida,
cerca de Palm Beach. Un lugar distendido pero lejano del protocolo y, sobre todo, de la
importancia política de la capital norteamericana, Washington D.C. El encuentro fue, como
los primeros rounds en el boxeo, de conocimiento más que de resultados. Por eso Trump,
cuál si fuera Mohammad Alí, seguro de que con el correr de los asaltos ganaría la pelea,
bromeó con inusitada humildad ante la prensa "no he conseguido nada, absolutamente
nada".
Ambos presidentes se comprometieron a volver a verse las caras durante el año, esta vez en
la República Popular China (RPC).
Y en efecto, a principios de noviembre Xi recibió a Trump en Beijín, con toda la pompa de
una visita de estado. El norteamericano hizo del déficit comercial de su país con China uno
de los ejes de la campaña electoral del año pasado (cuando ese guarismo alcanzó los
309.000 millones de dólares), y en su viaje, junto a un nutrido grupo de empresarios, logró
concretar una serie de acuerdos comerciales que servirán para ir resolviendo ese
desbalance. Según la Casa Blanca, dichos convenios ascienden a u$s250.000 millones,
impactando razonablemente en la resolución de ese rojo comercial, que en los primeros
diez meses de este año alcanzan aproximadamente los u$s300.000 millones.
Los memorandos firmados se refieren a los sectores aeronáutico, biotecnológico, de
maquinaria y equipos, electrónico, y principalmente al de la energía. En este último campo,
en un periodo de 20 años, la Corporación de Inversión en Energía de China destinará a
nuevos proyectos 83.700 millones de dólares. En la misma dirección, la empresa oriental
Sinopec invertirá, en yacimientos de combustibles fósiles ubicados en Alaska, la suma de
43.000 millones de dólares, comprometiéndose a la compra de lo producido.
Estos acontecimientos confirman lo que habíamos señalado en esta misma columna meses
atrás. La globalización, tal cual había sido diseñada, ha llegado a su fin, y en su lugar el
mundo facilita la puesta en valor de los vectores nacionales en los nuevos modelos de
desarrollo.
Las dos primeras medidas de Trump, una vez llegado a la Casa Blanca, fueron en esa
dirección. Retiró a los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación
Económica, y decretó la renegociación del NAFTA con Canadá y México, en este último
caso poniendo como condición inexcusable la mejora de los salarios y las condiciones de
trabajo en el país azteca, para de esa forma evitar que las empresas estadounidenses se
trasladen allí.
Este nuevo modelo de funcionamiento, que puso fin tanto al orden surgido del Consenso de
Washington a fines de los años ´80, como al rol de los organismos internacionales
originados en los acuerdos de Bretton Woods, al final de la segunda guerra mundial
(especialmente el que cumple la Organización Mundial del Comercio - OMC), obliga a
nuestros países a repensar su inserción internacional.
Las circunstancias históricas generan la paradoja de que, mientras Estados Unidos (entre
otros países), aplica políticas de administración del comercio internacional, privilegiando la
generación de empleo en su territorio, al tiempo que propicia mejoras de salarios en uno de
sus socios comerciales; la RPC en una extraña conjunción con sectores retrógrados,
neoclásicos, y socialdemócratas, tanto europeos como latinoamericanos, persisten como los
cultores del libre comercio.
*MM y Asociados.
Cada vez que se acerca fin de año, en general, las personas realizamos un balance de lo
actuado. Nos preguntamos si cumplimos las metas que nos propusimos, si estamos, en
términos relativos, mejor o peor que los años anteriores; y naturalmente, también nos
planteamos, con mayor o menor rigurosidad analítica, los objetivos para el año que pronto
comenzará. Esto va a cuenta, simplemente, de que también en estas semanas las consultoras
económicas solemos finalizar la evaluación del año, y formular las proyecciones futuras.
Tomando como referencia nuestra prognosis, realizada hacia fines de 2016, y cotejándolas
con las cifras oficiales, encontramos que, en casi todas las variables el pronóstico sobre
2017 fue de alta precisión (inflación entre 22 y 25%, resultado fiscal deficitario en
u$s55.000 millones de dólares, cuenta corriente de la balanza de pagos, también con déficit,
cercano a u$s30.000 millones, rojo comercial mayor a u$s5.500 millones, entre otras). Sin
embargo, y de manera sorprendente, las mediciones gubernamentales no se condicen con
nuestros pareceres respecto del crecimiento de la economía.
Esta inconsistencia nos generó una situación de incomodidad, resultándonos por demás
llamativo que, hubiera tanta coincidencia en las componentes parciales, pero no fuera así en
el total que las agrega.
En consecuencia, la única alternativa era hacer el ejercicio minucioso de análisis sobre este
último, que aquí presentamos, pidiendo desde ya disculpas a los lectores, dado que
constituye un trabajo un tanto engorroso de explicar en un artículo periodístico, pero,
aseguramos, vale la pena hacer el intento.
Al sumar, en un período determinado, los valores agregados para cada uno de los 16
sectores en los que las cuentas nacionales clasifican la actividad económica (por ejemplo:
"Agricultura, ganadería, caza y silvicultura"; "Pesca"; "Explotación de minas y canteras";
"Industria Manufacturera"; "Electricidad, gas y agua"; "Comercio mayorista, minorista y
reparaciones"; "Transporte y comunicaciones"; "Intermediación financiera", entre otros), se
obtiene el Valor Agregado Bruto (VAB) de la economía.
Si al VAB se le adicionan los impuestos a los productos (restados los subsidios), el IVA, y
los impuestos a la importación, todo ello conforma, finalmente, el Producto Interno Bruto
(PIB) del país.
Dado que el cálculo del PIB se realiza de manera trimestral, y por su complejidad se
publica con 90 días de rezago (es decir, por ejemplo, que recién en marzo de 2018 se estará
informando por parte del gobierno el resultado del año 2017), es posible apelar a otro
indicador oficial, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que permite
anticipar, mensualmente, el comportamiento de la economía.
Haciendo el mismo ejercicio para el acumulado de 9 meses, el PIB creció 2,5%, mientras el
VAB lo hizo 2,2%. Es decir que, en ese período, las políticas implementadas por el
gobierno sobre los impuestos y los subsidios explican 0,3 puntos porcentuales del
crecimiento publicado. Es de esperar, ante la baja de subsidios prevista en la última parte
del año (y el consecuente aumento de tarifas), que el impacto de esas decisiones alcance
más de 0,5 puntos porcentuales del PIB en todo el 2017.
Como ejemplo extremo, podría darse la paradoja de que, por modificar al alza las alícuotas
impositivas, o por el impacto recaudatorio que se observa en cualquier economía que
aumenta su nivel de importaciones, o bien en caso de que disminuyan los subsidios al
sector privado, el PIB arrojaría una variación positiva, aunque no se haya incrementado, o
incluso habiendo disminuido, la producción de bienes y servicios.
Esto, que no reflejaría lo que está aconteciendo en el aparato productivo, ocurre dado que el
PIB se valoriza a precios de productor (incluyendo impuestos netos de subsidios), en tanto
el valor agregado bruto, se calcula a precios básicos.
De esta forma, comenzamos a encontrar las diferencias entre las cifras oficiales, que
naturalmente se publican de la manera que marcan las metodologías estadísticas vigentes, y
lo que verdaderamente ocurre con las unidades de negocios, que es hacia donde se orientan
nuestras estimaciones.
Pero al buen criterio interpretativo, que como explicitamos marca un crecimiento de los
bienes y servicios producidos menor al oficialmente publicado, debe sumársele el efecto, ya
comentado en artículos anteriores, de incorrectas estimaciones en diversos sectores de
actividad.
Se exagera el crecimiento del sector "Agricultura, ganadería, caza y silvicultura", que en los
primeros nueve meses del año creció 4,4%, según información oficial, ya que para evaluar
su actividad se utiliza información provista por el Ministerio de Agroindustria, que
sobreestima la producción agrícola de la campaña 16/17, en aproximadamente 11 millones
de toneladas. Esto significa que el sub sector agricultura, que tiene un peso en el PIB de
más del 8%, no creció 11% como se informó oficialmente, sino aproximadamente un 2%.
Aún falta contabilizar el último trimestre del año, en el cual, según las perspectivas, los
márgenes sobre producción y/o ventas no muestran un buen desempeño, con una posible
agudización de este fenómeno en el último mes del año.
Haciendo una más exhaustiva interpretación de los datos, junto con un correcto recálculo,
debe restarse, de aquel guarismo, 0,5% por el tema impositivo y de subsidios, 0,33% por el
impacto de las excesivas tasas de interés pagadas por el BCRA, y un 1% adicional por los
"errores" de estimación de los sectores agrícola, comercial, de transporte, pesquero, de
comunicaciones y minero.
Así, una vez finalizado el año, cuando llegue el próximo mes de marzo y el gobierno
publique las cifras correspondientes al 2017, podríamos encontrarnos con un crecimiento de
apenas 0,7%, respecto del pésimo desempeño en 2016, si se ajustaran los datos oficiales a
los correctos criterios del quehacer económico.
El diario de Yrigoyen
Cuenta la leyenda popular que a Hipólito Yrigoyen sus asesores le acercaban un diario
elaborado especialmente con buenas noticias. Hoy en día esto sería muy dificultoso por la
masividad de medios de comunicación a los que se tiene acceso. Pero quizás haya un
sistema de recolección y publicación de información que, sin poner en tela de juicio el
trabajo estadístico volcado en su elaboración, genere aquellas mismas consecuencias
políticas.
El resultado final que este tipo de revisiones arroja, pretende echar luz sobre la evolución
real de la economía de la República Argentina, y el impacto y consecuencias que las
políticas de agudización del déficit fiscal y endeudamiento (interno y externo), entre otras,
implementadas por el gobierno del presidente Macri, tienen sobre sus habitantes, no
siempre visualizado debidamente por quiénes desempeñamos la disciplina económica.
Así, dado que en el año 2016 la economía había caído 2,2%, y en el 2017, por las
explicaciones mencionadas, crecerá sólo 0,7%, la economía acumulará un deterioro de
1,5% en los últimos dos años. Con un crecimiento poblacional de aproximadamente 1,1%
por año, el presente año terminará con un PIB per cápita (PIB sobre cantidad de habitantes),
a valores constantes, 3,6% menor al de hace dos años.
Ello, como todo promedio, sin tomar en cuenta la regresiva distribución del ingreso a la que
lleva el actual experimento económico, producto del mayor impacto de los aumentos de
precios en los sectores de menores ingresos.
*MM y Asociados
A dos años de la asunción del gobierno nacional, la economía no presenta ninguna señal
alentadora: las inversiones productivas privadas no aparecen, la inflación no cede, el déficit
fiscal total -bien calculado- ronda los 11 puntos del PIB, el volumen de las LEBAC se ha
convertido en un problema autónomo, los déficits de la balanza comercial y de la cuenta
corriente de la balanza de pagos están entre los más altos de la historia, mientras que las
tasas de interés se mantienen en niveles realmente elevados y el peso sufre una
impresionante apreciación, que afecta tanto a la industria manufacturera como a las
economías regionales.
En ese marco, la distribución del ingreso ha empeorado y la pobreza y la indigencia han
crecido, al tiempo que el empleo se deteriora. Lo más grave es que las tendencias indican
que esta situación transita un sendero de agudización.
El punto es que, cuando se sale del diagnóstico para abordar los cursos de acción, los
consensos alcanzados se esfuman. Si la situación fiscal se intenta resolver mediante un
fuerte ajuste del gasto público, la recesión que provocaría no haría más que agravar la
propia situación fiscal por la baja de recaudación, la monetaria por la caída de demanda de
dinero, y obviamente la social por la pérdida de los ingresos de las familias.
Una variante, entre quienes sostienen este diagnóstico, afirma que el oficialismo tiene
muchos objetivos mientras que sólo dispone de unos pocos instrumentos, con lo cual, no
hay posibilidades de alcanzar ninguna de las metas que se propone.
Y si ésta fuera sólo una, la inflación, su combate terminaría con un resultado similar:
recesión.
– creer que bastaría con políticas market friendly para generar una "avalancha" de
inversiones productivas;
– pensar que ese hipotético aumento de la inversión compensaría la baja del consumo
privado, generada por la afectación de los ingresos populares que las mismas políticas
provocaron, de tal modo que no se produciría una disminución en la demanda global que
agudizara las tendencias recesivas en la economía;
Al removerse estos errores conceptuales, surgen con evidencia los instrumentos necesarios
para solucionar las inconsistencias, y alcanzar los diferentes objetivos que permitan salir
del atolladero en el que se encuentra la economía, encarando simultáneamente los distintos
problemas.
– la política monetaria debe estabilizar los precios, sostener un tipo de cambio competitivo,
generar los incentivos para modificar el perfil de vencimiento de las LEBAC;
Todo ello propiciará, de manera sustentable, las condiciones para el desarrollo de las
actividades productivas y de la generación de empleo en los distintos sectores de actividad
económica. Al tiempo, se comenzará el camino hacia la recuperación de los superávits
gemelos, que garanticen el crecimiento de la economía y la mejora en la distribución del
ingreso.
Las discusiones, explícitas o implícitas, que la disciplina dio a través de medios tanto
gráficos como audiovisuales, parece haber alcanzado niveles de maduración suficientes
como para establecer nuevas bases de certezas compartidas. Pese a que la capacidad de
difusión es dispar (y hasta desproporcionada), y que se asumieron formas, si se quiere,
plebeyas de debate que trascendieron los acartonados círculos "aristocráticos" para darse de
cara a la sociedad, los "contendientes" empezamos a encontrar, cada vez más, inesperadas
coincidencias.
La situación actual luce diametralmente diferente, encontrándonos con que, aún en las
indisimulables discrepancias ideológicas y políticas, afloran comunes inquietudes,
conceptos y hasta usos de la terminología.
El caleidoscopio de los economistas
Seguramente todos habremos disfrutado, al menos una vez, de jugar con un caleidoscopio,
ese artefacto donde una imagen se replica en tres o más espejos. Algo similar ocurre con la
economía de hoy; sin importar si se focaliza la mirada en el reflejo de alguna de las
corrientes clásicas, ortodoxas o heterodoxas, la imagen percibida siempre es la misma,
políticas económicas contradictorias que impiden conciliar:
Los puntos de ruptura que, luego de haberlos señalado como amenazas por mucho tiempo,
describimos en detalle en nuestra nota de octubre "Viento de cola en la política, nubarrones
en la economía", también se hacen omnipresentes en el discurso de nuestros colegas. Con el
máximo de los cuidados, para no descontextualizar las citas ni distorsionar su sentido, vale
la pena repasar las afirmaciones recientes de algunos profesionales.
Lorenzo Sigaut Graviña, en su reciente nota "¿Otra vez sopa? Condiciones necesarias para
el desarrollo", sostuvo "La velocidad de acumulación de la deuda externa (títulos
públicos/Tesoro) e interna (Lebacs/BCRA) preocupa. Si en un par de años el gobierno no
logra bajar significativamente el déficit y la inflación, podríamos entrar en una etapa de
incertidumbre sobre el repago de nuestros pasivos".
José Luis Espert expresó en un programa televisivo, que "Argentina está en una trayectoria
insostenible" y que "esto que está haciendo Macri es absolutamente irresponsable"; en su
nota "Los liberales quieren alertar al Gobierno", puso corolario a su reflexión con la
advertencia de que "el Gobierno está haciendo lo mismo que condujo al fracaso de
múltiples programas económicos, en particular el Plan Austral de Alfonsín y la
convertibilidad () sostenida caprichosamente por De la Rúa hasta su explosión". Idéntica
perspectiva expresa Juan Carlos De Pablo, quien afirmó sin hesitación: "así como vamos,
chocamos".
El rector de la Universidad del CEMA y discípulo de Milton Friedman, Carlos Rodríguez,
caracteriza que Argentina es "un país que está en un profundo desequilibrio", y amplía:
"son más que atroces los desequilibrios que están generando el Banco Central, y la
continuidad de la política de déficit fiscal, pero esta vez financiado con deuda externa. Van
a explotar."
Carlos Melconian, ex presidente del Banco de la Nación Argentina y asesor del presidente
Macri, en una reciente entrevista televisiva sostuvo que "el Gobierno cayó en la trampa de
la inconsistencia fiscal y monetaria." Sobre ese mismo particular, él ha llegado a afirmar
que "esto se va a la m...".
*MM y Asociados
En esta época de balances de fin de año, estamos lejos de querer infundir pesimismo a
nuestros lectores. Sin embargo, ello no nos exime de observar la realidad. Para nosotros el
pesimismo es sólo un “momentum” inmanente del optimismo.
Como anticipamos, los meses de noviembre y diciembre transcurren con una preocupante
baja de las ventas en la mayoría de los negocios, que terminarán, una vez descontado el
efecto inflacionario, un 10% por debajo de diciembre de 2015.
Allá por diciembre de 2015, Mauricio Macri y sus consejeros económicos decidieron
iniciar su gobierno con una fuerte devaluación que, junto con la disminución de las
retenciones al maíz, trigo y soja, (en los dos primeros casos en forma total), provocó un
profundo deterioro de los ingresos populares con la consiguiente retracción de la demanda
global.
A sabiendas de que esta situación no podía ser permanente, el gobierno cifró sus esperanzas
en la “lluvia de inversiones” para reemplazar, con el sector privado como locomotora de la
economía, al público. Es más, en un rapto de optimismo pensaba que, si dicho “maná” se
direccionaba a sectores exportables, se podrían resolver las restricciones del sector externo.
En el plano del mercado interno, va de suyo que los proyectos de inversión necesitan de
una demanda sostenible a la cual colocar su producción de bienes y servicios. Situación
harto difícil, por cierto, ya que el incremento en el precio de los alimentos, sumado a los
aumentos tarifarios, han modificado la estructura de los presupuestos familiares, limitando
su capacidad de gasto.
A ello se agrega que los fondos que debieran financiar la inversión privada son absorbidos
por el sector público, dados los estímulos (altas y crecientes tasas de interés) que el
gobierno y el BCRA otorgan a quienes orientan sus excedentes al financiamiento del déficit
fiscal total.
Es evidente que tampoco por el lado de las inversiones, encontró el gobierno la salida al
laberinto en el que voluntariamente se ha metido.
Entonces, hacia el mes de marzo de 2017, para tratar de agilizar una demanda global, el
gobierno impulsó una política de otorgamientos masivos de créditos a las familias, tanto
para la adquisición de viviendas, como de bienes de consumo (durables y no durables). Ello
le permitió arribar a las elecciones de octubre sin interrumpir el ciclo iniciado en noviembre
del año pasado.
Sin embargo, esta política alcanza sus propios límites, dado el nivel de endeudamiento de
las familias y los descalces intertemporales en el sistema financiero entre el origen de los
fondos (depósitos) y su aplicación (préstamos).
Esta situación, comienza además a encender luces amarillas sobre la posible afectación
patrimonial que pudieran sufrir las instituciones bancarias.
En síntesis, ya no se puede seguir traccionando la demanda global con gasto público (el
déficit fiscal total, bien medido, orilla el 11% del PIB), ni tampoco con consumo o
inversión de las familias a partir de su endeudamiento.
Sin embargo, la idea de que la mejora de la rentabilidad de corto plazo incentive las
perspectivas de inversión privada es falsa ya que, para la maduración de los proyectos, las
mejoras deben sostenerse en períodos de tiempo extendidos.
Cabría decirle al gobierno, parafraseando la lograda frase que sintetizara una contienda
electoral norteamericana, me bajan las ventas porque: ¡es la macroeconomía, estúpido!
*MM y Asociados
Alguna vez, con su célebre ironía, el presidente Perón describió que algunos
malinterpretaron su conocida consigna y se pusieron más vigilantes que atentos.
En este caso, y para evitar confusiones, nos referimos a que debemos estar muy atentos al
comportamiento económico general y también muy vigilantes respecto a la propia empresa.
Tal conducta es requisito para eludir las amenazas que se ciernen sobre las unidades de
negocios, al agudizarse los riesgos que encierra la declinación de la actividad productiva en
un contexto de inconsistencia macroeconómica creciente, con conflictividad social en
aumento.
La caída en las ventas de los inicios del gobierno de Cambiemos, fue (para muchos)
tolerable a condición de que se iniciara, a posteriori, una etapa de ascenso. Sin embargo, a
la leve recuperación registrada entre fin del año pasado y las elecciones, le sucedió un
nuevo (y en algunos casos drástico) desplome. Ya no reditúa vender esperanza porque la
paciencia para transitar un nuevo ciclo recesivo se ha agotado.
Nuestros estudios de opinión pública, al igual que los de muchos colegas, indicaban que el
balance del primer tramo del gobierno de Macri resultaba predominantemente negativo, sin
que ello se constituyera en óbice para otorgarle una nueva chance de dar satisfacción a las
expectativas generadas.
Esa conjunción, de un balance negativo de lo actuado con anterioridad, con las expectativas
de mejoras, planteó un desafío al gobierno para la segunda mitad de su mandato: debía dar
respuestas tanto almundo empresarial como al del trabajo, que esperan la obtención de
resultados, pero ya sin contar conla ventaja de ser una gestión nueva, y partiendo de una
base de disconformidad con el desempeño previo. La conflictividad social emergente
durante el corriente mes de diciembre pareciera estarexpresando tal tensión en los estados
de ánimo colectivos.
Es así, ya que el verdadero caldo de cultivo del visible malestar es la parálisis, o retroceso,
que cada uno experimenta en su actividad económica, una vez superadas las elecciones,
más allá de que se haya expresado a partir de los debates por la reforma jubilatoria.
No es casualidad entonces, que la mayor concentración de "caceroleros", se registrara en
zonas de clasemedia de grandes centros urbanos, donde predominan comerciantes,
pequeños empresarios y profesionales. El malhumor de los mercados, al que hemos aludido
en esta misma columna la semana pasada, no es el de la "city", sino el de la economía real,
aquella de "carne y hueso".
En este marco, las palabras del Presidente de la Nación (con las que, subrayábamos dos
semanas atrás, concuerdan los diagnósticos de todas las bibliotecas económicas),
caracterizando a la macroeconomía "en una posición de altísima fragilidad" y que se orienta
"a estallar", catalizaron el proceso.
Y claro, también podría tratarse de una profecía autocumplida, toda vez que se han agotado
los motores de la efímera recuperación (no es posible seguir expandiendo el gasto público y
empiezan a frenarse los créditos a particulares por la fragilidad del sistema financiero), y no
quedan herramientas disponibles para revertir el ciclo.
Por ello es esperable que el mercado interno siga deprimido, en tanto:
Todo esto a la vez que el "paquete de reformas", presentado como una panacea, ha sufrido
una cantidad de retoques improvisados tal, que resulta imposible saber con precisión si el
desequilibrio fiscal se redujo o, como parece, se magnificó.
Bajo estas circunstancias, es sensato pensar que la tensión política ha llegado para
quedarse, y que incluso se expresará al interior de la alianza gobernante.
En este marco de dificultades, que agudizan la sensibilidad de los agentes que interactúan
en los diferentes mercados (pudiendo incluso presentarse sobre-reacciones u otros factores
disruptivos), resulta indispensable estar atentos a algunas de las siguientes señales
macroeconómicas:
► mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y stocks,
*MM y Asociados
Con su proverbial agudeza, el presidente Perón sostenía: " se infiere que el problema
argentino es un poco el problema del mundo. () la política puramente interna ha pasado a
ser una cosa casi de provincias; hoy todo es política internacional, que juega dentro o fuera
de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva".
Esta idea, de meridiana claridad, cobra hoy una vigencia manifiesta. La errada lectura que
el oficialismo hace sobre el contexto mundial lleva a nuestro país a transitar por senderos
equivocados, perjudicando sus potencialidades, y por ello desaprovechando buenas
oportunidades de negocios para nuestras empresas.
Curiosa caracterización, dado que mientras el primero de los países mencionados cuenta
con un poder militar importante, aunque de tipo defensivo, donde prevalecen las fuerzas
terrestres (ejército), las otras dos naciones carecen de esas posibilidades y, es más, ni
siquiera tienen asignada una silla permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas.
Así, parecería ser que, de manera antojadiza, se deja de lado el sendero que transitan hoy
las relaciones internacionales, marcado claramente por las políticas de Donald Trump,
presidente de la primera potencia mundial tanto por el tamaño de su economía, como por su
poderío militar.
¿Es posible ignorar la relevancia internacional de EE.UU. que, según el Banco Mundial,
tiene un PIB que es equivalente al de China, Japón y Alemania sumados? Y que a su vez
cuenta con una estructura militar organizada en cinco fuerzas (ejército, fuerza aérea,
armada e infantería de marina, además de la guardia costera) la cual, al margen de su
potencial nuclear, tiene como característica distintiva, en términos de conflicto
convencional, la de estar en condiciones de llevar a cualquier lugar del planeta, fuera de su
territorio, el teatro de operaciones, al contar, como mínimo, con 10 portaviones activos.
En su particular concepción, el actual gobierno también desoye las advertencias del papa
Francisco sobre el desarrollo de la 3ra guerra mundial, al tiempo que ignora la relevancia y
el impacto que el mensaje de Su Santidad tiene a escala global.
De allí deviene su seguidilla de fracasos hacia el final del año 2017, en términos de política
internacional. Los ejemplos palmarios de que el mundo que concibe ya no existe, es que ni
siquiera pudo presentar comunicados formales sobre los resultados de las anodinas
reuniones en Buenos Aires, del G-20 y la OMC, ni acordar los elementos constitutivos de
un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, lo cual no hace más que
ratificar que el mundo ya no funciona como antes.
La inserción internacional de la Argentina, a inicios del siglo pasado, estuvo signada por la
voluntad que tenían los sectores dominantes de ubicar su producción primaria en mercados
con economías complementarias. Ello tipificó el conjunto del aparato productivo local,
cuyas tensiones se expresaron en una consigna que, sin ser totalmente explicativa, reflejaba
una antinomia de manera clara y didáctica: "industria versus campo".
A todas luces, no es distinta la mirada actual del gobierno nacional, a juzgar por su
percepción del contexto global.
Pero la realidad es otra. Terminado el orden internacional surgido del Consenso de
Washington, así como el rol de los organismos internacionales derivados de los acuerdos de
Bretton Woods, quedan claramente expuestas dos posiciones antitéticas: una, la del
gobierno argentino, como continuidad del comportamiento pasado, y otra que refleja
realmente el nuevo paradigma vigente en el mundo.
Las nuevas reglas del comercio mundial abren importantes perspectivas para la toma de
decisiones autónomas, respecto de las posibilidades de un crecimiento armónico de todos
los sectores de actividad (industria, campo y servicios), privilegiando los intereses
nacionales.
► entender las especificidades de cada uno de los mercados nacionales que integran el
mundo y,
Es nuestro deseo que comencemos a transitar este camino en el año que se inicia.
¹ El G-20 o grupo de los 20 es un foro de 19 países, más la Unión Europea, donde se reúnen
regularmente, desde 1999, jefes de Estado (o Gobierno), gobernadores de bancos centrales
y ministros de finanzas. Está constituido por siete de los países más industrializados —
Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido (G- 7), más Rusia
(G-8) más once países de todas las regiones del mundo. Además, cada año participan como
invitados España, el país que ocupe la presidencia de la ASEAN, dos países africanos (el
que preside la Unión Africana y un representante de la Nueva Alianza para el desarrollo de
África y un país (a veces más de uno) invitado por la presidencia, por lo general de su
propia región.
*MM y Asociados
Corría el año 1988 y el "Plan Austral", implementado por el gobierno radical en 1985,
colapsaba. Entonces se les ocurrió el "Plan Primavera". Se pretendía alcanzar una situación
de convivencia razonable hasta la elección presidencial del año siguiente. Entre otros
objetivos, buscaba tener:
Pero claro, no se corrigieron los desmesurados desequilibrios del sector externo ni el fiscal.
Hacia marzo del '89 y bajo la creciente corrida cambiaria, el candidato radical, Eduardo
Angeloz, apremiado por las encuestas que pronosticaban un resultado desfavorable en la
citada elección, presionó al Dr. Alfonsín para que diera un golpe de timón que le permitiera
mejorar sus chances.
En ese marco, el Presidente cambió su Ministro de Economía, Juan V. Sourrouille, por Juan
C. Pugliese, obteniendo resultados contrarios a los buscados, acelerando la ruptura del
delicado proceso imperante hasta el momento. Con su recordada expresión "les hablé con el
corazón y me contestaron con el bolsillo", el entonces flamante ministro describió el
comportamiento del empresariado (que lógicamente tomaba decisiones de acuerdo a las
crecientes expectativas de devaluación) y expuso, contundentemente, la imposibilidad de
ordenar, mínimamente, las principales variables de la economía.
Algunos años después, con profundo realismo, Sourrouille reconoció que durante su
gestión "el Gobierno no tenía otra política posible que buscar, como pudiese, que hubiera,
en el mejor de los casos, un acto electoral razonablemente organizado, y no salió bien".
Décadas después, podemos evaluar que, así como él con su gestión garantizaba que el
radicalismo perdería las elecciones, también aseguraba la entrega del mando en la fecha
estipulada, y no seis meses antes, como finalmente aconteció.
Nos trajeron estos recuerdos los recientes anuncios oficiales de las áreas económicas.
3 contra 1 no es de caballeros
Finalizando 2017, los argentinos fuimos sorprendidos con una inusual conferencia de
prensa brindada por Peña, Dujovne y Caputo, de la que, insólitamente, participó también
Sturzenegger.
Hasta la vestimenta fue claro reflejo de los alineamientos. De manera análoga a los
vestuarios de los clásicos picados entre solteros y casados, el presidente del BCRA fue el
único de los cuatro luciendo corbata. El resultado fue el previsible: los más someten a los
menos.
Postergando la (necesaria) reflexión que merece la cuestión de la independencia de los
Bancos Centrales en los diseños institucionales de occidente, nos concentraremos en los
anuncios y sus implicancias.
¿Qué cambió?
En los dos primeros años del gobierno de Cambiemos, dados los estímulos que ofreció (las
tasas de interés), los fondos que debían dirigirse a solventar la inversión del sector privado
se desviaron al financiamiento del DFT. Los recientes anuncios de las autoridades
económicas pretenden iniciar un camino distinto: reducir los rendimientos financieros para
incentivar los proyectos privados de inversión.
De lado quedan los diagnósticos que indicaban que el alto nivel de la tasa de interés no
impactaba en el de la actividad del sector productivo, dado el bajo volumen de crédito con
que contaba la economía.
Si tenemos en cuenta que el DFT tenderá a estancarse o crecer, dadas las últimas
modificaciones impositivas y previsionales, no es sensato esperar que se lo pueda financiar
con fuentes locales sin absorber la totalidad, o al menos la mayor parte, de los fondos
disponibles para préstamos del sistema financiero ampliado. De esta forma, el sector
público seguirá desplazando al sector privado en la captación del ahorro doméstico1.
Queda claro, que el escenario económico se enfrenta, cada día más ostensiblemente, a los
límites del esquema diseñado. Como señalamos en nuestra nota "Cuesta abajo en las
ventas", los dos factores de incremento de demanda, que le permitieron al gobierno llegar a
las elecciones de octubre, están exhaustos:
► el gasto en obra pública, que no puede seguir aumentando sin elevar el déficit fiscal a
niveles explosivos y
► los préstamos para consumo/inversión de los particulares que, de seguir creciendo,
pondrían en crisis la solvencia del sistema financiero.
Ante este panorama, intentar revertir dicha situación mediante la baja de la tasa de interés
(por lo ut supra señalado) suena más a voluntarismo que a dominio de la disciplina
económica.
La osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta
irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad. Tal vez el
Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse con meticulosidad a administrar, de la
mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta alcanzar la meta.
Apelar a "jugadas maestras" desconociendo las causalidades elementales del "arte
económico", pueden llevar al sistema a acelerar su entropía.
Lamentablemente, las inconsistencias económicas del actual oficialismo, principalmente
sus déficits gemelos, se asemejan a las de los tramos finales del gobierno de Alfonsín.
Con profundo sentido del deber patriótico... lo estamos señalando.
*MM y Asociados
1. Suponiendo que tal hipótesis no se cumpla y que los agentes económicos dispongan de
pretérito atesoramiento para financiar el desarrollo de sus proyectos, este fondeo podría
estar en pesos o en dólares. Si fuera en pesos, el plus de inversión presionaría sobre el
sector externo haciendo inmanejable su déficit mientras que, si fuera en dólares, su
conversión a pesos para implementar los proyectos, deprimiría más el tipo de cambio real
impactando también en el sector externo.
Hacia finales de 2017, "el mejor equipo de los último 50 años" envió al congreso, junto con
la Ley de Presupuesto, sus previsiones macroeconómicas para el año 2018.
Sin embargo, pocos días después de que se convirtiera en ley, en conferencia de prensa, los
ministros Peña, Dujovne y Caputo, y el presidente del BCRA, F. Sturzenegger, anunciaron
el cambio de la meta de inflación para el actual período (objetivo que se mide punta a
punta, no como promedio anual), que pasó de 10% (+/- 2%) a 15%.
Ello significa que muchos de los parámetros previstos (que permiten estimar los ingresos y
autorizar los gastos del presupuesto), como inflación, tipo de cambio, crecimiento,
exportaciones, importaciones, saldo de balanza comercial, etc. quedaron inmediatamente
obsoletos.
Este contexto, a su vez, resulta a todas luces inapropiado para el desarrollo del ejercicio de
prognosis, es decir para la previsión del futuro comportamiento de las principales variables
macroeconómicas, ya que éste resulta valedero sólo cuando el marco general de desempeño
de la economía permanece en su melga.
Así, ya en el inicio del año, el "campeonato que juegan" los referentes económicos del
gobierno, será, por segundo período consecutivo, bien distinto al que habían planificado.
Hasta el mes de octubre del año pasado, el PIB acumulaba un incremento del 2,8% respecto
de igual período de 2016, según mediciones del Estimador Mensual de Actividad
Económica (EMAE). Este es un indicador de coyuntura (con las debilidades que ello
acarrea) que va publicando mensualmente el gobierno, a modo de anticipo del
comportamiento del PIB, el cual se da a conocer con 3 meses de rezago.
Pero hete aquí que, para llegar a esas cifras oficiales, por ejemplo, el consumo privado (el
componente más importante de la demanda por su peso) tuvo un incremento del 2,4% en el
primer semestre del año, producto de que, violentando cualquiera de los criterios
metodológicos usualmente utilizados, se atribuyó parte de ese crecimiento a los "gastos en
turismo de argentinos en el exterior".
A ello, debe sumarse, una serie de irregularidades (examinadas con todo detalle en el
artículo
¿Crecimiento económico o diario de Yrigoyen?", publicado el último 5 de diciembre), entre
otras:
► Los números del sector pesquero, cuestionados por los propios organismos de control
del estado.
Cuando se contabilicen los dos últimos meses del año pasado, durante los cuales el
desempeño económico fue decididamente malo, es posible que el crecimiento de ese año,
medido por el EMAE, se acerque al entorno del 2,5%.
Sin embargo, en marzo de 2018, se dará a conocer el cierre del año recién terminado, ya no
como estimación, sino como resultado del comportamiento del PIB, y ese guarismo se
ubicará por debajo del 2%. Pero esa cifra aún es provisoria hasta que, en setiembre, se
publiquen, los datos definitivos relativos al año pasado. Entonces, se hará patente que la
evolución de la economía, muy probablemente, se habrá alejado tanto del 3,5% pautado
originalmente en el presupuesto 2017, como del 2,5% de la primera estimación, para
ubicarse en el entorno del 1%, tal como lo visualiza hoy el mercado.
Por otra parte, si al déficit primario del sector público nacional, que alcanzó el 4,2% del
PIB (y que no se continuó espiralizando porque pasadas las elecciones se paralizó la obra
pública y se postergaron pagos a los contratistas), se le suman los intereses de la deuda
pública, por un montante de 2,3 puntos (en términos de PIB), más otros 1,5 puntos del
déficit correspondiente a provincias y municipios y, finalmente, 2,5 puntos más del costo
del endeudamiento que tomó el Banco Central (cuasi fiscal), el resultado arroja que el
Déficit Fiscal Total (nación, provincias, municipios y cuasi fiscal) finalizó el año pasado en
el entorno de los 10,5 puntos del PIB, tal como venimos alertando.
"La batalla contra la inflación recién está por comenzar" expresó Sturzenegger a mediados
de 2016, agregando: "el Central tiene una batería de instrumentos y los pone todos al
servicio de cumplimentar la meta de inflación de entre 12 y 17% para 2017. La función del
Banco Central es que se cumpla esa meta". Sin embargo, la variación interanual de precios
de diciembre último alcanzó entre el 25% y el 27%, según el consenso del mercado,
superando en 10 puntos porcentuales el tope máximo de la meta oficial.
Dado que, desde 2016 hasta la actualidad, la población continuó creciendo (2,1%), mientras
que el PIB, según lo ut supra señalado, disminuyó 1,2% (acumulado), cada uno de nosotros,
en promedio, sufrió un deterioro de 3,3% en la cantidad de producto recibido, en los
últimos dos años. Es claro que, si hay disponibles menos bienes y servicios de producción
nacional y a la vez, en vista de que la distribución del ingreso, medida oficialmente por el
Coeficiente de Gini, empeoró, el menoscabo necesariamente se concentró en los sectores
más vulnerables.
Esa situación incentiva el continuo deterioro de la demanda interna, que conjuntamente con
el de la externa, impacta con profundidad en el flujo de los negocios, perjudicando los
ingresos por ventas de las empresas. Y, como ya puede observarse con nitidez, también
derrama sus efectos negativos en el mercado laboral.
En el corto plazo, al igual que ocurre con figuras que van desde Krieger Vasena a Sigaut, o
de Martínez de Hoz a Machinea, entre muchos otros, los integrantes del "mejor equipo de
los últimos 50 años" sólo serán recordados por sus lamentables decisiones, y el consecuente
perjuicio causado a los intereses nacionales.
*MMyAsociados
Palabras, palabras, tan solo palabras… reprochaba una conocida canción de la década del
´70.
Como cada principio de año, volvieron a aparecer con ímpetu en los diferentes medios de
comunicación, los pronósticos y las explicaciones de los supuestos gurúes de la economía.
Cual si no existiera una complejísima y frágil coyuntura económica (descripta
detalladamente en artículos anteriores), que impide efectuar una correcta prognosis, los
“expertos analistas” afirman con enfática certeza lo que ocurrirá en el 2018 que, en líneas
generales, coincide “casualmente” con las expectativas oficiales. Así como no se
cumplieron sus previsiones para 2016/17, por partir de un desacertado análisis sistémico del
funcionamiento macroeconómico, tampoco se cumplirán las correspondientes al corriente
año.
No cabe duda de que los “esperanzadores” análisis que los consultores regalan al gran
público, son bien distintos a los que venden en privado. Obviamente, los primeros llevan la
intención de congraciarse con el gobierno.
Sorpresivamente, acaba de declarar: “Se puede producir para el mercado interno. (…) con
el tipo de cambio atrasado (…) uno es poco competitivo para salir a exportar, pero no deja
de ser rentable producir para el mercado interno (...) Para todas las industrias con
protección (…) esta tasa de interés es generadora de dólar barato, no frena el consumo y la
producción (…) crecieron las ventas de autos, motos y electrodomésticos que son en su
mayoría importados y esto es lo que se está tratando de cambiar (…) con tipo de cambio
más alto y tasa más baja. Hoy el tipo de cambio es 30% más alto que el de la
convertibilidad”.
Es difícil encontrar más contradicciones en una sola respuesta. Es una forma curiosa de
razonamiento, donde a la premisa “está todo bien”, le sigue otra “sin embargo, se aplican
políticas que cambien la situación, para que esté todo bien”.
Precisemos los conceptos: la oferta global de bienes y servicios está compuesta por el PIB
más las importaciones. Puede acontecer que crezca esa oferta, pero que caiga el producto
doméstico. Esto es lo que ocurrió efectivamente en los sectores mencionados. En el
automotriz, por ejemplo, se incrementaron las ventas, pero con una participación de los
vehículos importados que pasó del 50% al 71%, entre principios de 2016 y finales de 2017.
En cuanto a la competitividad cambiaria, al margen de los índices de actualización que se
apliquen sobre los diversos tipos de cambio utilizados, la referencia también es incorrecta,
ya que soslaya la ganancia de productividad que se generó en la industria norteamericana a
partir de la revolución energética del shale gas y shale oil, la cual se expresa en una baja
sustancial de sus costos primos.
La opinión de la mayoría de los empresarios locales es que hoy estaríamos en un nivel muy
similar al de la convertibilidad.
Desde hace casi dos años venimos advirtiendo sobre las inconsistencias crecientes del
actual esquema económico. Su agudización es manifiesta, a tal punto que el sistema
financiero tuvo que reciclar una vieja herramienta, acorde con la volatilidad actual de los
mercados.
Así, el BCRA comenzó a colocar letras a 7 días de plazo, denominadas “Leliq”. El nuevo
instrumento, exclusivo para los bancos, fue ofrecido inicialmente a una tasa anual del
27,25%.
Traducido al idioma criollo, el BCRA le dijo a los bancos “muchachos, por favor renueven
las Lebac a 30 días” y éstos le respondieron “No es posible, no sabemos qué va a pasar en
un mes, necesitamos acortar los plazos, no podemos prever que van a hacer nuestros
clientes”. Así comienzan a visualizarse los inconvenientes que, oportunamente hemos
advertido, respecto de los riesgos de la política de intentar incidir sobre la demanda interna
mediante créditos hipotecarios, prendarios y personales, sin tener los adecuados depósitos
del público para ello.
*MM y Asociados
Có mo seguimos
Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich
La fuerza de los hechos ha impuesto, aunque no siempre se exprese así en la arena pública,
un diagnóstico compartido por todos los colegas: las inconsistencias macroeconómicas del
esquema de la alianza Cambiemos erigieron obstáculos de ya imposible superación.
El ciclo económico de "la generación que está cambiando la Argentina para siempre", ha
llegado a su límite. De aquí en más, sólo nos queda esperar que su oportuno reemplazo se
dé evitando cualquier tipo de "colapso", especialmente en lo que se refiere al cumplimiento
del ciclo institucional.
Sin lugar a dudas, las secuelas negativas del experimento en curso serán severas y
profundas para la economía nacional y para vastos segmentos de nuestro pueblo. En este
marco, la hora nos impone desafíos urgentes y mediatos.
Entre los primeros, el de la búsqueda de mecanismos que maximicen la mitigación de
daños, adeudo que recae en el oficialismo en primera instancia, pero se hace extensivo al
conjunto del entramado institucional de nuestra Nación, así como también a la dirigencia
sindical, empresarial y social.
En plazos más extendidos, pero no laxos, la obligación de delinear un Modelo de
Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), que cimente la felicidad de
nuestro pueblo.
En el mientras tanto la economía y la política convergen en la impaciencia
Ya dijimos que el "mejor equipo" se está yendo al descenso, camino inexorable de quienes
se especializaron en hacer anuncios que no se materializan y en resultar sorprendidos por la
realidad siempre, para ellos, imprevista.
Aunque hayan creído que era fácil acabar con ella, la inflación siempre está; el segundo
semestre con la afamada "lluvia de inversiones" no ha llegado ni llegará, y los brotes verdes
no fueron más que comida tierna para las langostas, entre otros memorables yerros.
Los mecanismos de auxilio a los que se apeló, para morigerar el desplome de la actividad y
lograr una tenue recuperación (el endeudamiento de los particulares y la expansión del
gasto público), se agotaron. La marcada caída de las ventas hacia el final del año pasado
certificó la ausencia de "motores económicos" alternativos que permitieran sostenerlas.
Como consecuencia, también comienza a agotarse el crédito político, en tanto el aval
electoral obtenido por el oficialismo quedaba condicionado a la consecución de los
resultados económicos prometidos. Las movilizaciones del pasado diciembre,
especialmente los cacerolazos en nodos de las clases medias, compuestas por comerciantes,
profesionales y pequeños empresarios, patentizaron la impaciencia.
Cual irónica broma, el día de los inocentes el gobierno prometió iniciar una nueva etapa,
relajando las metas de inflación y bajando las tasas de interés. Ello permitiría, teóricamente,
incentivar los proyectos privados de inversión al reducir el costo del capital.
En nuestra nota del 8 de enero, "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?",
explicábamos por qué tal iniciativa no sólo era inviable, sino que en lo inmediato no
produciría más resultados que magnificar la incertidumbre y la volatilidad.
A la fecha, da la impresión de que el Gobierno aparenta haber comprendido en ese punto, al
menos de modo parcial, la real situación en la que nos encontramos y los riesgos que ella
encierra.
De ahí que, pese a la rimbombante conferencia de prensa anunciando el cambio de metas de
inflación, la tasa de referencia de la autoridad monetaria sólo descendió 150 puntos básicos
a lo largo del mes transcurrido, sin verificarse las bruscas alteraciones en la política
monetaria, ni los cambios institucionales en el Banco Central, que se presagiaban como
lógica consecuencia.
En la medida en que el oficialismo persevere en tal conducta, disminuyen los riesgos de que
el fracaso del esquema económico se contagie al terreno institucional. Ello contribuye a
otorgar condiciones de posibilidad al objetivo más urgente, que es el de minimizar los
daños.
Hoy parece que Cambiemos ha leído nuestra recomendación expresada en la nota antes
citada: "la osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta
irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad. Tal vez el
Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse con meticulosidad a administrar, de la
mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta alcanzar la meta."
Después de la transición
Sin dudas, las severas consecuencias del fallido experimento de la alianza gobernante, aun
cuando lleve mucho esfuerzo, serán revertidas y la Argentina podrá retomar un sendero de
desarrollo económico con justicia social.
-el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y
-los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos, asegurando así adecuados
niveles de bienestar para el conjunto de la población.
Dichos vectores no pueden ser otros que los asociados a las rentas extraordinarias en la
economía, es decir aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado,
independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de
explotación de algún recurso natural.
Estas condiciones, en nuestro país, las cumplen algunas tierras y la energía fósil. A su vez
las nuevas tendencias dominantes en el mundo, post caducidad del Consenso de
Washington, favorecen la puesta en valor de tales vectores en un todo sistémico.
*MM y Asociados
Lunes, 5 de febrero de 2018
No hay peor sordo que el que no quiere oír, enseña la sabiduría popular y lo confirma el
oficialismo, que se niega a reconocer la transformación operante en el mundo actual. Pese a
que los datos más destacados de la reciente gira presidencial por el continente europeo
fueron la reafirmación de Donald Trump de su consigna "(Norte) América Primero" y la
negativa de Emmanuel Macron de suscribir acuerdos perjudiciales para los productores
agropecuarios franceses, el Gobierno Nacional se empeña en su consigna de "abrazar la
globalización".
Al tiempo que potencias económicas como Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia o Francia
incrementan y perfeccionan los instrumentos regulatorios que mejoran la performance de
sus empresas y sus mercados de trabajo, en la Argentina (como otrora lo hicieran fallidas
experiencias), se desmontan los mecanismos de administración del comercio exterior,
favoreciendo la prelación de las producciones extranjeras por sobre las locales.
Partiendo de la base de que, mayoritariamente, las relaciones entre los agentes económicos
de los diferentes países no son colaborativas sino competitivas, el análisis1 de la relación
entre:
Mirado desde el punto de vista del interés nacional, es decir del cuidado de los hombres de
negocios y de los trabajadores del país, surge con claridad que, para el segundo grupo, esta
situación afectará tanto la rentabilidad de las empresas como la masa salarial; si los salarios
son inflexibles a la baja (como tiende a ocurrir) ello repercutirá en desocupación, mientras
que si son flexibles, podrá mantenerse el nivel de ocupación a costa de una baja en la
capacidad de consumo. En ambas situaciones, los efectos se derraman sobre el conjunto de
la actividad económica.
No es necesario ponerle nombres a los países ganadores ni a los perdedores, sino identificar
que sólo obtienen beneficios quienes producen el insumo estratégico, al obtener mayor
ingreso por igual cantidad vendida, y quienes pueden absorber el nuevo costo sin deteriorar
la utilización de la totalidad de los factores. Resultan perdidosos quienes, ante el nuevo
valor del insumo, tienen empresas que no pueden afrontar los nuevos costos y su traslado a
precios, y entonces o bien disminuyen la cantidad de bienes ofrecidos o, si la función de
producción no lo permite, desaparecen del mercado.
Esto nos ayuda a comprender las implicancias de las regulaciones del comercio exterior en
el desarrollo de la economía.
Justificación desde el orden de lo empírico
Como dijimos la semana pasada, la coyuntura nos enfrenta a desafíos tanto urgentes como
mediatos.
Para hoy, sabiendo que la continuidad de estas conductas gubernamentales sólo abundará
en una creciente subutilización de los factores de producción locales, apremia la defensa de
nuestros empresarios y trabajadores, mitigando los daños infringidos.
De cara al futuro, se trata de la búsqueda de un Modelo de Desarrollo Económico
Permanente y Sustentable (MoDEPyS), es decir de un esquema económico óptimo, que
permita el completo aprovechamiento de los factores locales.
Para ello, entre otras condiciones, se impone la administración del comercio exterior, no
sólo porque se trata de una alternativa racional (tanto desde la teoría económica como desde
la empiria), sino también porque están dadas las condiciones de su factibilidad.
Durante el apogeo del Consenso de Washington, sus organismos multilaterales garantes
limitaron los márgenes para la toma decisiones soberanas. El nuevo contexto internacional,
con los EE.UU. relegando a instituciones como la OMC a roles ya no sólo formales sino
esencialmente marginales, cambia las condiciones de posibilidad.
La regulación del comercio exterior no sólo es necesaria, sino que ahora, sin temor a sufrir
represalias, ¡también es posible!
*MM y Asociados
Lunes, 12 de febrero de 2018
Por
Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich
Con déficits:
Para comprender por qué no lo es, podemos remitirnos a un ejemplo cotidiano en el mundo
de los negocios donde en muchas ocasiones nos encontramos con empresas a las que no les
prestaríamos, pero que mantienen, sin embargo, acreedores que le suministran el crédito
necesario (en mercadería a pagar o financiero) para funcionar.
En general, al ahondar un poco, aparece que éstos últimos tienen o bien afinidades, o bien
supra garantías, a las que el resto no accede.
Dados los ordenamientos legales que regulan al Estado Argentino y sus tomas de deuda,
salvo excepciones, la segunda explicación es descartable. Quedan entonces, como elemento
determinante, las relaciones de conocimiento. Éstas, devenidas de relaciones de
subordinación o de vínculos sociales, familiares o comerciales, le brindan al acreedor la
confianza en el cobro, ya que si bien saben que "no alcanza para todos", otorgan la
certidumbre de que "estarán primeros en la fila".
Claro que la eficacia de la frase "tranquilo lo tuyo está" empieza a resquebrajarse cuando a
la delicada situación interna se adiciona la aparición de amenazas externas.
La tormenta que viene del norte
Las decisiones del gobierno de Trump respecto a la administración del comercio exterior, la
reciente reforma tributaria y el megaproyecto de obra pública, actúan como un poderoso
atractivo para la inversión fronteras adentro de EE.UU. Con una tasa de desocupación
rondando el 4%, el riesgo de "recalentamiento" está latente. Para su disipación, como lo
indica la reunión de la Fed, nada mejor que nuevas subas de tasas.
No hay dudas que, competir con los EE.UU. por el crédito internacional, es un desafío que
podría exceder con creces las potencialidades de nuestra economía.
Las constantes quejas sobre una supuesta retención de soja y maíz en los campos, y la caída
en la exportación de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario, no hacen
más que corroborar que las proyecciones del Ministerio de Agroindustria sobre la campaña
pasada fueron erróneas, llevando a que las estimaciones sobre el crecimiento de la actividad
económica en 2017 del Indec y las proyecciones de nuestros colegas del sector privado,
sean injustificadamente altas.
La sobrestimación de la cosecha, en alrededor de 11 millones de toneladas (M/tn), llevó a
un incremento artificial de la medición del PIB cercano al uno por ciento -como ya lo
hemos descripto y explicado en esta columna en reiteradas oportunidades-. Tuvimos
entonces, como resultado de la campaña 2016/17, un producido cercano a los 126 M/tn,
lejanos a los 137 M/ tn anunciados por la cartera de agroindustria.
Pero lo verdaderamente grave es que la presente campaña sufrirá una caída en la
producción, como efecto de la prolongada sequía y las altas temperaturas en la zona núcleo.
Declaraciones del presidente de la Sociedad Rural Argentina, reproducidas por la "tribuna
de doctrina", indican que el rendimiento esperado para la campaña 2017/18 es de 109 M/tn.
No es esta la visión más pesimista. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires prevé una
cosecha de soja de 51 M/tn (contra alrededor de 57 M/tn de la campaña anterior), pero
advierte que podría caer hasta los 40 M/tn si las condiciones climáticas imperantes
continúan en las próximas semanas.
Las consecuencias de tales pronósticos son estremecedoras, especialmente para quienes
hayan confiado en las estadísticas del ex ministro de agroindustria Buryaile y su sucesor
Etchevehere. Si el descenso en la cosecha va, en millones de toneladas, de 137 a 109, la
pérdida en exportaciones (en equivalente soja a u$s362,39 la tn, precio del 07/02/18)
superaría los u$s10.000 millones.
Para los lectores de esta columna el panorama será menos atemorizante, ya que la baja en la
producción sería de alrededor de "sólo" 17 millones de toneladas (de 126 M/tn a 109 M/tn),
con una baja en las ventas externas de más de u$s6.000 millones.
Esto implica que, aun cuando las importaciones no se incrementen siquiera en un dólar,
sólo por la pérdida de exportaciones del sector primario, la Balanza Comercial argentina
pasará de un déficit de alrededor de u$sS8.500 millones en 2017, a uno de entre ¡14.500 a
18.500 millones de dólares en 2018!
Hace menos de quince días, dos empresas argentinas que lanzaron ofertas públicas en Wall
Street (Corporación América Airports y Central Puerto S.A.), hicieron las colocaciones
planeadas, pero a costa de significativos recortes en los precios de sus acciones. Esto quiere
decir que los mercados internacionales no convalidaron los valores, en dólares, de las
compañías.
¿Serán los motivos de la quita intrínsecos a las empresas, o estamos ante indicios de que la
confianza de los inversores comienza a flaquear?
Por doquiera se mire, sea desde la perspectiva de lo interno o lo externo, sea desde las
finanzas o la economía real, los pronósticos sólo nos traen promesas de tormentas.
Por
Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich
En nuestras últimas entregas hemos estado reflexionando sobre los desafíos que la etapa
nos impone: los urgentes, para mitigar los daños producidos por el esquema económico
vigente, y los mediatos, para que -una vez atravesada la forzosa fase de la reconstrucción-,
podamos encarar la edificación de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y
Sustentable (MoDEPyS), que funja como el cimiento de una necesaria Argentina de pleno
empleo.
La consolidación del mundo que emerge dió su paso decisivo con la asunción de Trump.
Ello también requiere entender el mundo, totalmente distinto, en el que se juegan los
destinos de la Patria.
Así también, durante la edición del corriente año del Foro Económico Mundial reunido en
Davos, el creciente riesgo de conflictos bélicos de escala global, incluyendo el de una
conflagración nuclear, ocupó el centro de las preocupaciones entre los integrantes del
exclusivo club de multimillonarios.
Los episodios que involucran a Israel, Irán y Siria, siguen en creciente tensión; prueba de
ello es que, por primera vez en más de tres décadas, un avión caza bombardero israelí fue
derribado, mientras que la región toda está envuelta en conflictos y tensiones, desde
Turquía hasta Yemen y del Mar Rojo a Afganistán.
Así como los ganadores de la II Guerra Mundial dieron forma tanto al diseño de las
relaciones como a la economía internacional -prácticamente hasta estos días-, los
vencedores de la III son quienes configuran el mundo en el que tendremos que vivir. De allí
la presencia en aquella región de los dos principales oferentes globales de energía, EE.UU.
y Rusia, que con su accionar refuerzan la retracción de las potencias económicas
subordinadas como Europa y China.
En este nuevo orden mundial, potencias económico-militares como Estados Unidos, Gran
Bretaña o Rusia, incrementan y perfeccionan los instrumentos con que defienden sus
intereses nacionales, con independencia de si ellos se ajustan o no a los acuerdos
prexistentes. Sus gobiernos fueron elegidos por sus pueblos, entre otros motivos, para darle
materialidad a las ansias de bienestar y prosperidad de extendidos segmentos sociales
previamente postergados.
Por ello, la participación de EE.UU. y de Rusia en las contiendas del medio oriente no
serán coyunturales sino permanentes. Mientras persista la guerra, el suministro de energía
se encarecerá para sus competidores en términos económicos; así el país euroasiático se
mantendrá como proveedor principal en Europa y en Asia percibiendo los precios por él
determinados, mientras que el norteamericano, a partir de su revolución energética,
consolidará su ventaja competitiva frente al resto de las economías.
Para obtener una noción aproximada de la prevalencia obtenida por EE.UU., gracias a la
baja en los costos primos lograda a partir de la explotación del Shale Gas, podemos
comparar los precios pagados por el gas natural. Mientras que, según el Banco Mundial, a
diciembre de 2017 el costo por millón de BTU (MBTU) fue de u$s2,76 en la potencia
americana, para Europa el precio promedio de abastecimiento alcanzó los u$s6,56.
Nos encontramos entonces frente a una guerra por los puestos de trabajo.
El papel de la economía principal
La consolidación del mundo que emerge dió su paso decisivo con la asunción de Trump al
gobierno estadounidense. El despegue de la economía en el país del norte no sólo deja
perimidas las tesis de un paso fugaz, casi accidental, sino que lo proyecta hacia la
posibilidad de un segundo mandato.
Nos espera un mundo, en el corto plazo, en el que su principal economía será la gran
"esponja" de la liquidez mundial, absorbiendo el financiamiento que demanden tanto el
sector público como el privado para la puesta en valor de sus proyectos de inversión. Como
señalamos oportunamente, estos están potenciados por el aumento de la tasa de ganancia
empresarial -causado por la administración del comercio exterior y la reciente reforma
tributaria-, estimulada por el plus de demanda que originará el megaplan de obra pública
recientemente aprobado (cercano a los U$S2,2 billones).
En este marco el dólar se fortalecerá como moneda, ratificando su rol indiscutido como
numerario y reserva de valor a escala global, mientras que la pérdida de competitividad que
de ello pudiera derivarse para sus bienes transables, resultará más que compensada por las
ganancias de productividad obtenidas por el abaratamiento del insumo energético.
► el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y
► los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos, asegurando así los
necesarios niveles de bienestar para el conjunto de la población.
Los pueblos que sufren la pérdida de empleos lidian también con la inestabilidad
institucional. La desocupación al alza es sinónimo de ingobernabilidad del sistema.
Por ello, aprovechar la ventana de oportunidad que, pese a sus complejidades, el nuevo
contexto mundial nos ofrece, convierte a la Argentina de pleno empleo en una realidad
posible, la que, a su vez, es estrictamente necesaria, porque de ella dependen la estabilidad
de las instituciones y la paz social.
Debemos maximizar la utilización de nuestros propios vectores de competitividad, que no
son otros que los que devienen de las rentas extraordinarias originadas en:
La frase "pato rengo" (lame duck) se acuñó en el siglo XVIII, en la Bolsa de Londres, en
referencia a un corredor que incumplió sus deudas. En la ciencia política, se retoma el
concepto en los años ´20 del siglo pasado, aludiendo, entre otros, a aquellos presidentes
que, con poco tiempo de mandato por delante, pierden el poder del que gozaban para
implementar las decisiones pergeñadas. Esta percepción puede aplicársele hoy al Poder
Ejecutivo Nacional.
El cambio de humor social, reflejado incluso con cánticos masivos en algunos estadios
deportivos, recientes fallos judiciales contrarios a los intereses del gobierno, y
modificaciones forzadas en su elenco que, por motivos similares, hasta ahora no habían
provocado ninguna renuncia, son algunas de las señales que confirman lo antedicho.
La expresión "pato criollo", extraída del saber popular, no necesita mayor explicación.
En este marco, el enjambre de complicaciones generado por sus propias decisiones
económicas, llevó al gobierno a un callejón sin salida. Tiene una única opción, y es la de
intentar no agudizar las inconsistencias macro, con el fin de evitar que ellas generen un
colapso en el ámbito institucional.
La dirigencia política, empresarial y sindical, debe aprovechar este intersticio ente lo viejo
y lo nuevo para reflexionar en rededor de un Modelo de Desarrollo Económico, Permanente
y Sustentable (MoDEPyS), que encuadrará las decisiones que orgánicamente deberán
tomarse.
► Permanente, con el objeto de que sean decididamente superados los ciclos de "stop and
go", que han caracterizado a nuestra economía durante las últimas décadas,
fundamentalmente como consecuencia de la restricción externa y, finalmente,
► Sustentable, porque como nos enseña Su Santidad, debemos cuidar la casa común.
La segunda visión presupone que éstas deben ser utilizadas por el propio Estado, quién
asume así el rol de dinamizador de la economía, y las aplicará de acuerdo a las prioridades
que una preexistente planificación económica les asigne.
Por último, una tercera posición, que al día de hoy emerge como mayoritaria, plantea que
dichas rentas deben ser distribuidas en la totalidad del entramado empresarial, con el
objetivo de mejorar sus estructuras de costos y, por ende, sus precios de comercialización.
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
La inflación
Su definición estricta sostiene que es un aumento generalizado de todos los precios de una
economía.
Para medir su evolución, se utiliza una multiplicidad de indicadores, como el Índice de
Precios al Consumidor, el Sistema de Índices de Precios Mayoristas, y el Índice del Costo
de la Construcción, entre otros.
Para adentrarnos en el tema, imaginemos el comportamiento de los precios en una
economía donde sólo hay dos tipos de bienes (a y b) y su comercio se realiza mediante el
trueque. Si por alguna circunstancia escasea el bien "a", esto implica que será necesaria una
mayor cantidad de "b" para adquirirlo. Queda claro que no hubo inflación, sino una
modificación de valores relativos, ya que el aumento del primer bien es compensado por
una baja en el segundo.
Pero al incorporar el dinero a la economía, que ahora media en el intercambio comercial, si
el precio del bien "a" aumenta, el de "b" puede no modificarse. La única posibilidad de que
esto efectivamente acontezca es que aumente la cantidad de moneda emitida o su velocidad
de circulación.
Sin existencia de dinero, o un sucedáneo, no habría inflación. Esa es la razón por la cual los
libertarios, monetaristas, neoliberales o marxistas, sostienen que la inflación es "siempre y
en cualquier lugar un fenómeno monetario". Pero ello, sólo es cierto en el largo plazo.
Por el contrario, en el corto y el mediano, las causas de la inflación son múltiples. Esto es
así, dado que resulta impensado que, para no convalidar procesos inflacionarios, un
gobierno restrinja a tal punto la cantidad de dinero que impida la normal circulación de
bienes y servicios en la economía.
De ahí que resulte imprescindible coordinar las decisiones empresariales, impactadas por
esa multiplicidad de causas.
Como todos sabemos, dichas decisiones moldean el futuro. Para tomarlas, los hombres de
negocios acuden a sus propias expectativas.
En una economía subóptima como la Argentina, debería ser obligación del gobierno, si
pretende obtener un entorno macroeconómico consistente y equilibrado, implementar estos
instrumentos con habilidad y sapiencia.
En definitiva, no se trata de que las regulaciones sostengan la economía en un desequilibrio
pernicioso, sino de utilizarlas para suplementar un equilibrio virtuoso2.
Sin embargo, el actual oficialismo descree de las regulaciones, excepto claro, de las que
utiliza para poner tope a la discusión paritaria.
Ese renunciamiento a utilizar herramientas fundamentales es, justamente, una de las
razones que llevó al ministro a mencionar que se quedó sin instrumentos aunque con mucha
voluntad.
Como afirmamos en diversas oportunidades, la economía se encuentra en un autogenerado
enjambre de inconsistencias, y con sus declaraciones los funcionarios relevantes del área
sólo agudizan los problemas.
Es de esperar entonces, que desafortunadas apreciaciones como las de Dujovne, no se
repitan.
1 Las regulaciones más usuales son aquellas que impactan en el precio de venta de los
bienes y servicios, o en la cantidad que de ellos se comercializa.
Aunque desde nuestro antagonismo hacia las políticas económicas del Gobierno pudiera
parecer paradojal esta afirmación, el mensaje presidencial a la Asamblea Legislativa fue un
momento tranquilizador a nuestros oídos.
No es que creamos en su frase hecha "lo peor ya pasó", o que no hayamos reparado en las
inexactitudes y falacias contenidas, sino que, en la ausencia de anuncios sustantivos en
materia económica, radica lo central del discurso del Presidente.
Dos meses atrás señalábamos que "el Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse
con meticulosidad a administrar, de la mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta
alcanzar la meta". El Presidente de la Nación pareciera haberlo comprendido.
De allí que haya resistido exitosamente la tentación de apelar a "jugadas maestras" o planes
salvadores que, como la fallida conferencia de prensa del pasado 28 de diciembre, sólo
traen más riesgos de incrementar los desequilibrios en los que transita nuestra economía. La
aparente confirmación de que se archivaría el proyecto de reforma laboral se inscribiría en
la misma tónica, eludiendo así innecesarias confrontaciones.
Tal aceptación de la (cruda) realidad es un mérito que vale reconocer al primer mandatario;
no es el caso de algunos de sus principales ministros quienes, dominados por las
sensaciones de impotencia (Nicolás Dujovne) o desesperación (Francisco Cabrera), no
cesan de proferir destempladas declaraciones.
Poco a poco, los diagnósticos y pronósticos que hemos desgranado en estas páginas se van
cumpliendo, componiendo un irreversible cuadro de creciente complejidad.
En la economía real, los componentes de la demanda agregada continúan deteriorándose:
► el consumo continúa su pendiente negativa, provocada por el propio gobierno a partir
del incremento del precio de los alimentos y otros gastos esenciales como tarifas, agudizado
con que alcanzó su límite el endeudamiento de particulares,
► la inversión pública no puede seguir aumentando sin elevar aún más el nivel explosivo
del déficit fiscal, y
A ello se suma el imponderable de los estragos que la sequía está causando en los cultivos,
cuyas proyecciones de cosecha han debido ajustarse día a día a la baja y que redundarán en
un deterioro en el producido de, al menos, 20 millones de toneladas, afectando en medidas
asociadas al conjunto de las actividades conexas.
El nuevo orden mundial, sobre el que también hemos abundado en esta columna, comienza
a provocar las consecuencias anunciadas.
Vanas serían las esperanzas de quienes anhelen que esto se revierta. La respuesta de Trump
a las airadas protestas fue "las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar". Las
amenazas de retaliación que profieren los países afectados no tienen posibilidad alguna de
materialización, debido a la desproporción entre las economías contrincantes.
Que Dujovne confiese, rememorando al ex ministro Pugliese, que sólo le queda su voluntad
para luchar contra el flagelo inflacionario, equivale a un certificado de impotencia. Lo
mismo cabe en cuanto al ministro que, emulando las "chicanas" a un dirigente sindical,
rotula de "llorones" a los empresarios, sin entender que la ausencia de inversiones no
responde a "falta de ganas", sino a la imposibilidad de obtener rentabilidades adecuadas.
Tanto uno como el otro confirman la ignorancia de las dinámicas de las materias que les
competen, pero lo más grave es que así conspiran contra el razonable objetivo de "no hacer
olas" en un contexto que se presenta inclemente.
La consigna es evitar el colapso
Paso a paso, el gobierno fue construyendo un escenario que, por las situaciones fiscales,
monetarias y cambiarias, rememora a los de 1989 y de 2001.
Retomando la cuestión del discurso presidencial, no es la primera vez que se sostiene que
"lo peor ya pasó", sugiriendo (una vez más) que todo futuro será mejor.
Atento a lo que se puede esperar de este equipo gobernante, tanto en relación a sus
objetivos como en su pericia para alcanzarlos, nosotros nos conformaríamos con que se
evite el colapso que podrían provocar los "planes salvadores", y que así, por lo tanto, "no
pase lo peor".
Se dice que la única forma de que un grupo de personas cuente con la hora exacta, es que
haya sólo un reloj; si hay dos sobrevendrá una discusión y si son tres tendremos un
problema estadístico. Con esta divertida metáfora se suele ejemplificar, en nuestra
profesión, la dificultad que enfrentamos cuando la información disponible es contradictoria.
Idénticos inconvenientes se nos presentan para conocer la verdadera dinámica del mercado
laboral, ya que las actuales estadísticas oficiales proporcionan información muy limitada
(por recortes de cobertura), afectadas por extensas demoras en su publicación y por
incongruencias entre los diferentes informes, incluso entre los de un mismo organismo.
Y, cuando nos adentramos en las cifras, la confusión muta a la sorpresa al develarse que el
sector público es el que provee mayoritariamente los nuevos empleos.
Como dijeron en la película: "Houston... estamos en problemas"
Nuestro país no cuenta con un sistema de estadísticas regulares completas sobre el mercado
de trabajo.
Las que se realizan a partir de los registros administrativos oficiales conllevan serias
limitaciones. En primer lugar, la de la ausencia de cobertura del trabajo "en negro" y, en
segundo término, la de la inconsistencia entre las estadísticas de las distintas bases de datos.
Por otra parte, los relevamientos sistemáticos del INDEC, que sí contabilizan el trabajo no
registrado, en la actualidad sólo alcanzan a 31 grandes aglomeraciones urbanas (Encuesta
Permanente de Hogares-EPH), excluyendo tanto al resto de la población urbana como a la
rural.
El gobierno de la alianza Cambiemos extendió el período de rezago (lapso de tiempo entre
el fin del ciclo observado y la difusión) para la publicación de información de la mayoría de
las estadísticas laborales, decisión que es especialmente llamativa por incluir a varias
reparticiones:
► La AFIP suspendió prácticamente por un año las estadísticas sobre los empleos
registrados que da a conocer vía su Informe de Seguridad Social (ISS), retomándolo recién
el pasado mes de febrero.
► la parcialidad en la cobertura,
Sin embargo, del análisis de la fuente que más frecuentemente utiliza el oficialismo para
dar cuenta de la situación laboral (el RTR de la cartera de Trabajo), que es también la que
presenta mayores incrementos en las cifras de personas ocupadas, se desprende que, desde
el momento de la asunción del actual gobierno, el crecimiento total en el número de
ocupados registrados es del orden de las 330 mil personas y, como se muestra
detalladamente en el gráfico, es explicado mayoritariamente por el sector público, ya sea
por vía directa o indirecta.
Acerca de la categoría "Independientes Monotributo" (+135.800 registros), existe consenso
en que no se trata de la creación de nuevas posiciones sino, centralmente, del blanqueo
generado a partir del estímulo que representa la extensión del sistema de asignaciones
familiares a tal universo, (injustamente) excluido con anterioridad.
Le siguen, en cantidad de nuevos ocupados, los Asalariados del Sector Público (con
+82.000) y los Independientes Monotributo Social (+64.600) derivados de los planes
sociales. Estas dos categorías, que representan diferentes formas del empleo creado por el
sector público, explican casi el 45% de los nuevos registros. En el sector privado, el
personal doméstico crece en 32.900 registros mientras que las empresas, en dos años, sólo
generaron 21.300 nuevos ocupados.
Si este, que es el más optimista entre todos los informes, fuera correcto, se derivaría que
durante los primeros dos años del gobierno de Cambiemos, el crecimiento en el empleo
(2,2%) sería inferior por poco al crecimiento vegetativo de la población en edad de trabajar
(2,5%) y, por lo tanto, el crecimiento de la desocupación sería moderado.
Pero también surge que, si no se hubieran creado empleos en el estado o por medio de los
planes sociales, el crecimiento de los ocupados sólo sería de 1,5%, aun considerando a las
inscripciones de monotributistas como puestos de trabajo nuevos, aunque, como fue
señalado, tenemos nuestras dudas.
Resultó evidente que, cuando el mejor equipo de los últimos 50 años decía "disfrazan el
desempleo con empleo público", se refería a lo que estaba por acontecer. Tenemos que
reconocerle que, en ese campo, tenían las ideas claras.
Lunes, 26 de marzo de 2018
Hoy el debate en el mundo ya no gira en torno a una geopolítica horizontal, que fue la que
tipificó, con sus distintas intensidades, la guerra fría hasta el último cambio de mando en
Estados Unidos. La realidad actual parece requerir, en cambio, un análisis vertical,
alineando de un lado a los globalistas, sean estos liberales o socialdemócratas, y del otro a
las diversas corrientes del pensamiento nacional, que priorizan las condiciones endógenas
en sus modelos de desarrollo.
Esta última perspectiva, lejos de constituir una posición dogmática que lleve al aislamiento,
debe coadyuvar a la posibilidad de imprimir a nuestra economía la velocidad de
crecimiento y distribución del producto que le es propia, y que a su vez genere las
condiciones imprescindibles de competitividad internacional de nuestros bienes y servicios.
Esto es, una apertura oportuna e inteligente.
El primer interrogante que un empresario se formula es dónde comercializará su producido,
siendo obligación de los gobiernos brindar el mayor grado de certidumbre posible al
respecto.
Sin duda, el primer mercado, constituido por la demanda doméstica, es el más accesible.
Para ello deben generarse las condiciones de administración del comercio exterior que
permitan a las empresas locales tener un rol hegemónico en su abastecimiento.
Por otra parte, los mercados externos, en una adecuada inserción internacional, deben
fungir como complementarios, posibilitando a las unidades productivas locales avanzar en
la búsqueda de su óptimo económico.
Para instrumentar aquellas políticas que propicien el mejor desempeño empresarial, se
requiere por parte de los gobernantes, una correcta interpretación de la direccionalidad que
está tomando el comercio mundial. Las visiones al interior del actual oficialismo, que
priorizan acuerdos de libre comercio como el de UE-MERCOSUR, conllevan el descuido
del mercado interno, favoreciendo la competencia desigual por parte de oferentes
extranjeros, al tiempo que perturban los planes de negocios.
Resulta imprescindible que el debate que atraviesa el mundo empresarial en rededor de ese
acuerdo, enmarcado en las dos corrientes de pensamiento que interpretan el mundo actual,
se extienda al conjunto del entramado social.
De allí deberá surgir el correcto análisis que permita el pleno despliegue de las
potencialidades de nuestro aparato productivo.
En la fábula que el danés H. C. Andersen popularizara, la corte que regía en unas lejanas
tierras decidió adquirir una mágica tela que, además de ser la más bella y deslumbrante,
tenía la propiedad de tornarse invisible a los ojos de los ineptos.
Seguramente bajo el temor de ser considerados de aquel modo, convencidos además de ser
"el mejor equipo", todos elogiaron la inexistente vestimenta del emperador, afirmando ver
lo que necesitaban ver. Sólo aquel que no temía decir la verdad, en este caso un niño, alertó
exclamando ¡el rey está desnudo!
Este cuento viene a cuento, de que estamos obligados a retomar el debate sobre el
crecimiento, dado que la última publicación oficial lo sitúa en 2,9% en el año 2017, y
debemos dilucidar si ello realmente aconteció o es un nuevo "traje del emperador".
Por cierto, sus consecuencias son sustantivas. Tanto por la importancia de conocer la
magnitud que alcanza el valor agregado generado en el país, como para precisar aquellas
relaciones macroeconómicas que se construyen como proporción del PIB, ya que cuanto
menor es el divisor, mayor es el cociente que resulta (por ejemplo los porcentajes que
representan el déficit fiscal total, la inversión, el endeudamiento, los déficits del sector
externo, tanto de cuenta corriente como comercial, etc.) y, a la inversa, éste disminuye
cuando se utiliza como dividendo, tal es el caso del PBI per cápita.
El Producto Bruto Interno resulta de adicionar los valores agregados estimados para cada
uno de los 16 sectores (agricultura, comercio, minería, industria manufacturera, transporte,
entre otros) en los que las cuentas nacionales clasifican la actividad económica, más sus
impuestos, restados los subsidios que le correspondan. Dado que estos últimos
disminuyeron, el saldo de "impuestos menos subsidios" explicó 0,7 puntos porcentuales del
crecimiento total del PBI, siendo el sector privado el "pato de la boda".
Al ahondar en los conceptos que se toman en cuenta al realizar las estimaciones sectoriales,
surgen situaciones llamativas.
Así, para medir las actividades del sector agrícola, se utilizan principalmente los cálculos
de cosecha provistos por el Ministerio de Agroindustria. Ocurre que, mientras extrañamente
aún no se conocen los resultados oficiales de la campaña 2016-2017, el Indec mantuvo la
primera proyección de 137 millones de toneladas (Mtn) de cereales y oleaginosas. Sin
embargo, todos los análisis privados son coincidentes en que la producción alcanzó el
entorno de los 125,5 Mtn. Esto implica que se la ha sobreestimado en 11,5 Mtn.
Como señalamos ut supra, con un Producto Bruto Interno menor, los indicadores relevantes
de la economía se ven seriamente modificados. El déficit primario del sector público resultó
negativo, no ya en 3,8%, sino en un 4,9%, y lo mismo ocurrió con el resultado financiero,
que no alcanzó el -6%, como se desprendería de los números oficiales, sino el -7,6%. Así,
el déficit fiscal total se encuentra en niveles cercanos al 11% del PBI, como ya lo habíamos
señalado oportunamente.
El aumento del endeudamiento, utilizado en su mayor parte para financiar gastos corrientes,
constituye un entorno riesgoso. Con la adecuación de la estimación del producto, la deuda
contraída en 2017 ya no fue del 19,8, sino del 25,2 del PBI.
En nuestro país, la medición de la pobreza1 a través del "método del ingreso" como
estadística regular, tiene menos de cuatro décadas. Es un cálculo indirecto y unidimensional
cuyos resultados se obtienen comparando los ingresos monetarios declarados por los
miembros del hogar, con los estimados para la satisfacción de las necesidades de las
personas.
Al clasificar como "pobres indigentes" a aquellos hogares y a sus integrantes- cuyos
ingresos declarados no superan el valor teórico de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y
como "pobres" a los que no superan el valor teórico de la Canasta Básica Total (CBT)2, no
se identifican necesidades no satisfechas, sino que se asume su insatisfacción. Asimismo,
quedan excluidos de la medición tanto los factores "estructurales" (como saneamiento y
calidad de la vivienda, por ej.) como los bienes y servicios provistos a través de la
asignación secundaria de ingresos (educación, salud, computadoras, etc.).
La primera vez que el método se utilizó en nuestro país, fue durante el gobierno de Raúl
Alfonsín, como parte de un estudio sobre múltiples dimensiones de la pobreza, aunque
como medición sistemática fue establecido en los años 90, a partir del trabajo del Comité
Ejecutivo para el Estudio de la Pobreza en la Argentina (CEPA), que a su vez determinó
que los valores teóricos de las canastas no surjan de precios observados.
Antes peras...
A partir de 2007 se implementaron la Asignación Universal por Hijo, que alcanzó a 3,7
millones de personas, las jubilaciones para 3,2 millones de adultos mayores que no recibían
el beneficio, y diversos planes sociales que impactaban en las poblaciones de riesgo, en un
entorno de crecimiento de la economía y caída de la desocupación desde el 10% al 6%.
El actual oficialismo validó sus argumentos con una nueva medición, ubicándose en el
límite superior, pero al hacerlo modificando la metodología, con una CBA que pasó de 44 a
115 dólares, clausuró cualquier posibilidad de comparación con el pasado3.
A lo largo del corriente siglo comenzaron a cobrar fuerza las ideas enfrentadas al proceso
globalizador, manifestándose en nuestra región con el fracaso de la Cumbre de las
Américas de 2005 y su corolario, la administración del comercio exterior del anterior
gobierno en nuestro país, con el crecimiento de opciones nacionalistas en Europa y el
resurgimiento de Rusia de la mano de Putin, completando el proceso con la llegada de
Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, que replantean las condiciones
preexistentes, así como el rol de los organismos internacionales, especialmente de la OMC.
Como ilustramos semanas atrás apelando a una imagen retórica del papa Francisco (cuya
consagración también es un hito del actual proceso), la figura geométrica que representa la
corriente globalizadora es una esfera, donde los puntos que la conforman, todos
equidistantes del centro, son uniformes y no se distinguen entre sí, contrastando con la
óptica del nacionalismo, donde el mundo se simboliza en un poliedro irregular, en el cual
cada una de sus caras -los pueblos- desde sus propias especificidades, integran un todo.
En la mencionada corriente "globalizadora" (la esfera) se reconoce la convergencia de
vertientes diversas, como el neoliberalismo y socialdemocracia. Lo mismo sucede en el
campo de los "nacionalistas" (el poliedro), que integran tanto los que proponen la
construcción de muros, como los que, fieles a la tradición de acogimiento de inmigrantes a
la Argentina, nos sentimos hermanados con los demás pueblos del mundo.
Los países que liderarán el NOI tienen como principal condición de posibilidad y
permanencia, el aprovechamiento diferencial del acceso a los insumos energéticos. Su
abastecimiento y precio son las condiciones esenciales.
En este entorno, la revolución energética de los Estados Unidos, basada en la aptitud
comercial que adquirieron los yacimientos de shale gas y shale oil, le permitió obtener una
reducción de los costos primos de sus productos, ganancia de competitividad que a su vez
acelera el ritmo de crecimiento de su economía.
En el gráfico se muestra el precio que pagan diferentes espacios económicos por el millón
de BTU. Allí se evidencian, además de las notorias diferencias de costos, las diversas
proporciones de reducción de los precios para cada espacio, durante la última década.
En el NOI, esa revolución energética cumple un rol central desde el vector de la oferta, en
tanto desde la demanda, la administración del comercio exterior impacta en la penetración
que terceros países efectuaban en el mercado norteamericano.
Los aparatos productivos de la República Popular China y de la Unión Europea, por el
contrario, son tomadores de los precios energéticos, que a nivel internacional (aún con las
lógicas negociaciones que posibilitan la escala y la permanencia de cada uno de los
contratos) son superiores a los del mercado estadounidense, y por otra parte sufren las
consecuencias de las barreras comerciales que se les imponen a sus productos.
La Federación Rusa, cuya impronta está dada por su capacidad militar y no por el quantum
de su economía, es justamente el principal proveedor de energía para Europa y China.
El otro espacio regional que podría ser abundante oferente de energía a costo razonable es
Medio Oriente, si consiguiera ser un abastecedor confiable de largo plazo. Pero está claro
que, por lo ut supra señalado, esa direccionalidad no es conveniente para quienes detentan,
y detentarán, los liderazgos mundiales.
En el NOI empiezan a quedar claramente definidos los nuevos ganadores y perdedores, con
la siguiente singularidad: éste último grupo incluye a viejos ganadores.
Tanto la agonía del viejo orden, como la emergencia del nuevo, se desarrollan signadas por
la confrontación.
Ella se expresa en los conflictos que, declarados o latentes, afectan distintas zonas del
globo, y que a diferencia de las de otrora, son parte de una lid en la que los pueblos
derrotados no verán cercenado su territorio, sino que sufrirán el impacto sobre su tasa de
desocupación.
En esta batalla por la protección del trabajo y del empleo, los postulados de ambas
disciplinas, la económica y la de la defensa y seguridad nacional, se imbrican para dar
fundamento a las decisiones políticas que tipifican el actual proceso de consolidación del
NOI.
Es en este marco que, como sostiene el papa Francisco desde hace varios años, se viene
librando en distintas partes del mundo la "tercera guerra mundial en cuotas".
En esta misma línea de acción, decretó aranceles del 25% a las importaciones de acero y
del 10% a las de aluminio, para proteger a los establecimientos ubicados en su país, y
sostuvo que esas medidas son una respuesta "al ataque" que se viene verificando desde hace
muchos años contra esas industrias, las que han estado siendo "devastadas por virulentas
prácticas del comercio internacional".
Para ejecutarlas, se basó en una ley que le da el poder de restringir el comercio, en nombre
de la amenaza a la defensa y seguridad nacional que resultaría de socavar la viabilidad de
producir localmente esos insumos estratégicos.
Así, la tercera guerra mundial en cuotas persistirá hasta que la economía de EE.UU., que a
la salida de la segunda guerra mundial tenía el liderazgo absoluto en el bloque occidental
(distancia que con el transcurrir de las décadas se fue acortando, tanto respecto de la UE
como de la RPC), vuelva a imponer una amplia "zona de confort"1.
En este contexto, más temprano que tarde, los países que hoy lideran el bloque ganador
repetirán de alguna manera un tratado que, a imagen del de Yalta, establezca áreas de
influencia y construya las instituciones multilaterales que expresen el nuevo acuerdo. Es
deseable que, en nombre de los pueblos que no tienen voz, bajo el auspicio del papa
Francisco, el nuevo esquema resulte más justo que el anterior.
En la medida que las naciones que constituyen Iberoamérica adapten sus políticas
domésticas al NOI, las implicancias positivas se harán sentir en sus economías. De allí, la
importancia de reflexionar y poner en marcha distintos Modelos de Desarrollo Económico
Permanentes y Sustentables (MoDEPyS), aprovechando la ventana de oportunidad que el
actual proceso mundial ofrece.
En este marco, México enfrenta un proceso electoral que refleja las tensiones propias de la
situación internacional, que se expresan, entre otros aspectos, en la renegociación del
NAFTA, aunque debe considerarse que no necesariamente los tiempos electorales y la
maduración de los procesos económicos van de la mano.
Por otra parte, es dable resaltar el caso colombiano, donde es posible que a partir de los
acuerdos de paz alcanzados, un sector de la oligarquía nativa conducido por el presidente
Santos2 y una vieja guerrilla marxista-leninista, bajo la potencialidad del pensamiento
nacional, se encuentren para dar inicio a un vigoroso tránsito hacia el desarrollo económico.
En tanto, Brasil podría también sumarse al proceso si, como aventuran algunos conocedores
del pensamiento del expresidente Lula, éste vira desde las perimidas visiones
socialdemócratas hacia la revalorización de los "aggiornados" proyectos nacionales3.
La vertiginosa transformación del comercio internacional provoca una creciente presión por
la colocación de las mercancías que, debido a las medidas de protección que adoptan
algunos estados, deben encontrar nuevos destinos.
En nuestro país, las consecuencias se hacen sentir sobre prácticamente toda la producción
de bienes y servicios (ByS) transables. Las compañías, desde el sector primario hasta las
industrias más desarrolladas, sufren la creciente intromisión de las producciones extranjeras
en nuestro mercado, al tiempo que no logran ampliar las exportaciones, lo que determina
persistentes caídas de ventas y/o rentabilidad.
La política de administración del comercio exterior fue la respuesta idónea que permitió
contener tales apremios.
Las medidas que ayer revestían el carácter de quijotesco, y que eran calificadas como "del
pasado", hoy, impulsadas por el presidente Donald Trump, aceleran el crecimiento de la
economía norteamericana y determinan las conductas del orbe a futuro.
Así se abre una invaluable "ventana de oportunidad" para quienes reflexionamos integrando
en un
todo armónico e indisoluble los preceptos de la economía, la seguridad y la defensa, desde
el pensamiento nacional.
Claro está que ello podría considerarse como una condición necesaria, pero no suficiente,
para garantizar la exitosa instalación de un MoDePyS.
Así como 1952 fue un claro ejemplo de lo ut supra señalado, una vez más, como a lo largo
de la historia, resurge a partir de 2012 el clásico problema, aunque esta vez agudizado por
la singular característica que ha adquirido nuestra economía de ser bimonetaria.
Para las etapas reconstructivas que necesariamente sucederán al experimento en marcha, los
estímulos del consumo serán los pasos iniciales para recuperar la utilización de la
capacidad instalada ociosa. Ahora bien, sistémica y concomitantemente, la economía
deberá sesgarse a incrementar sus potencialidades en forma significativa.
Ello es así dado que, para lograr las mejoras imprescindibles en los niveles de
competitividad de nuestros productos, se requiere que la propia asignación de recursos del
sector privado, orientada por el set de precios relativos, incremente a través de la inversión,
la oferta de bienes y servicios en forma sostenida.
Para ello también se requiere de las mejoras de competitividad modélica que permitan
mantener equilibrado el sector externo. Si bien ello podría (eventualmente) devenir de una
importante ganancia en los términos de intercambio, la garantía debe depender de factores
endógenos, en especial el incremento de la productividad, con una consecuente
disminución de los costos totales unitarios y el necesario aumento en la participación de los
asalariados en la distribución de la renta nacionali.
La construcción de este círculo virtuoso requiere de la convergencia de las dirigencias de
los trabajadores y del empresariado, en un ámbito que podría ser el 2° Congreso Nacional
de Productividad y Bienestar Social, a imagen del primero que fuera convocado por el
presidente Perón en los inicios de su segundo mandato.
Quedan así impuestas las responsabilidades de todos los actores, particularmente las de la
política.
El espejo de la historia
La historia universal nos enseña que el conocimiento, como todo producto social, es hijo de
su época.
Así como el imperio británico dio origen a las ciencias económicas de la mano de Adam
Smith y David Ricardo, resolviendo la forma de administrar la reproducción ampliada del
capital (o sea, sus negocios), la sociedad francesa, a partir de su revolución, debió
reflexionar sobre sí misma desde la disgregación, acuñando el concepto de "anomia" y
creando, con la obra de Emile Durkheim, la sociología.
El desorden de las cuentas fiscales hacia el final del gobierno de Raúl Alfonsín provocó, a
partir de la monetización del déficit, la hiperinflación que culminó con el adelantamiento
del traspaso del mandato a su sucesor, Carlos Menem. La legitimidad obtenida por éste en
las elecciones presidenciales posibilitó mantener el ordenamiento institucional, poniendo
coto a la caótica situación, aun cuando las condiciones económicas permanecían lejos de
estabilizarse.
El estallido de 2001 fue la resultante del profundo desequilibrio del sector externo.
También en esa situación el vector institucional jugó un papel fundamental en la contención
de la crisis, ya que, si bien no se había elegido el sucesor de Fernando de la Rúa, Eduardo
Duhalde acababa de obtener una resonante victoria en las elecciones para Senador Nacional
en la provincia de Buenos Aires, lo que lo consagró como un primus inter pares al interior
de la dirigencia justicialista.
Con prisa y sin pausa, el gobierno fue construyendo su irreparable intríngulis, violentando
los más elementales consensos sobre las leyes de la economía que, sin ser una ciencia
exacta, es capaz de ofrecer un corpus de conocimiento suficientemente probado como para
no ser ignorado.
Sin la gracia de las "leyes de Murphy" el oficialismo proveyó una nueva muestra de que
todo lo podía empeorar, con su conferencia de prensa del último 28 de diciembre.
Relajando la meta inflacionaria, anunció su intención de reducir los rendimientos
financieros para así incentivar los proyectos privados de inversión.
Ninguno de los objetivos proclamados se cumplió, tal como (también) lo anticipáramos en
nuestras columnas, no sólo porque por no se ajustaban a la "buena técnica económica", sino
además porque financiar el déficit fiscal con fuentes locales, como a posteriori decidió el
ministro de Finanzas, implicó el desplazamiento del sector privado en el acceso al crédito,
mostrando que la alianza gobernante es capaz de hacer llover sobre mojado.
Claro está que las altas tasas de interés se contraponen en cierta medida a la inversión
productiva, pero el verdadero límite de ésta se encuentra en la ausencia de mercados.
Es que, por las razones que hemos explicado ut supra, se condenó a la retracción al
mercado doméstico, cuya recuperación, como está a la vista, no pudo lograrse ni con el
aumento del gasto público ni con la (irresponsable) promoción del crédito a los particulares
desde la banca pública y la ANSES.
Evitemos la anomia
Sólo a partir de allí es posible sentar las bases del Modelo de Desarrollo Permanente y
Sustentable (MoDePyS) que permita, bajo el adecuado entendimiento de las condiciones
imperantes en el comercio internacional, consolidar, robustecer y expandir el aparato
productivo nacional.
El mundo no es el responsable
Si bien algunos elementos de la coyuntura internacional tienen cierta incidencia sobre los
acontecimientos domésticos, ellos de ninguna manera constituyen un “cisne negro” (1) , ya
que fueron oportunamente advertidos, entre otros, en nuestros artículos del pasado mes de
febrero: “Los prestamistas externos también se preguntan cómo seguimos” y “Una
Argentina de pleno empleo es posible y necesaria”. Allí sosteníamos que la tasa de interés
de EE.UU. subiría por la necesidad de fondeo y para evitar el “recalentamiento” de su
economía.
Por ello también dijimos: “No hay dudas que, competir con los EE.UU. por el crédito
internacional, es un desafío que excede con creces las potencialidades de nuestra
economía”.
A la luz de este análisis, resulta incuestionable que los hechos que están aconteciendo en el
mercado doméstico son el resultado de las inconsistencias de la propia política económica
del actual oficialismo, que inexorablemente tenía el destino al que hoy estamos asistiendo.
A fuerza de parecer reiterativos, es necesario caracterizar con precisión las causas que
dieron origen a la actual supercrisis, dado que de esas mismas relaciones de determinación
se desprenden las posibles soluciones.
La utilización de las Lebac (para esterilizar los pesos sobrantes en el mercado, generados a
partir de las compras que realiza el BCRA de los dólares obtenidos por el endeudamiento
externo del tesoro) y las onerosas tasas de interés que por ellas se pagan espiralizó el déficit
cuasi- fi scal, que sumado al rojo presupuestario de nación, provincias y municipios
(Déficit Fiscal Total - DFT), alcanzó en 2017 el entorno del 11% del PBI.
Además, se agudizaron las restricciones del sector externo, cerrando el año pasado con un
déficit en la balanza comercial de u$s8.500 millones, y de más de u$s30.000 millones en la
cuenta corriente de la balanza de pagos.
Apagando el fuego con nafta (2)
En ese marco, y transcurridos algo más de cuatro meses de la fallida conferencia de prensa
que brindó “el mejor equipo” el día de los inocentes, realizó nuevos anuncios.
Proclamaron la disminución de la obra pública para intentar bajar el nivel de DFT y
también la decisión de financiarlo con fuentes locales. Eso implica desplazar (crowding
out) del acceso al crédito al sector privado, relegándolo a cumplir un rol secundario,
incrementando así la participación del sector público en la economía.
Por su parte, el BCRA ubicó el interés de los pases activos a un día en 57% (TNA), que
equivale a una Tasa Efectiva Anual de casi el 77%.
Este nivel de tasa de interés intrasistema financiero, más que se duplica en su correlato para
operaciones comerciales (descuento de documentos, cheques, pronto pago, etc.).
Bajo esas circunstancias, la estructura de costos contenida en los precios a los que las
empresas ofrecen sus bienes y servicios queda indeterminada.
Esto es así, ya que es impensable que un descuento por pago contado, por una operación
comercial ofrecida a 60 días, sea superior al Mark-Up usualmente utilizado en ese mercado.
Ello originó que a partir del lunes 7 de mayo las cadenas de producción y comercialización
al interior del aparato productivo de nuestro país comenzaran un inusitado proceso de
paralización, que inclusive impacta en los circuitos informales de crédito.
En síntesis, el nivel de tasas de interés fijado por el BCRA con el objetivo de desincentivar
la dolarización de las carteras, introduce a la economía, por falta de referencia de costos, en
el tan temido sendero de la anomia.
Ante la gravedad de los acontecimientos, dada nuestra experiencia laboral y profesional, así
como el sentir patriótico que nos orienta, exhortamos a:
■ Cuidar nuestra salud, tanto física como espiritual, para luego poder proteger la de quienes
nos rodean, especialmente la de los mayores y niños. (3)
*MM y Asociados
1 La teoría del Cisne Negro es una metáfora que se utiliza en los casos en que, ante un
suceso sorpresivo y de gran impacto, ese acontecimiento es analizado “ex post”, es decir
con posterioridad a su ocurrencia.
2 La obtención de un préstamo “stand by” otorgado por el Fondo Monetario Internacional
(FMI) podrá servir, en el mejor de los casos, para el financiamiento parcial de la brecha
externa (que alcanza el entorno del 5,5% del PIB), pero de ninguna manera para mejorar la
performance de los indicadores fi scales.
La supercrisis se materializó
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
Seguramente hoy se entienda mejor por qué, ya hace diez meses, titulamos nuestra columna
en este diario "El pesimismo es un momentum del optimismo", advirtiendo que las políticas
económicas del gobierno cincelaban, a fuerza de profundizar las inconsistencias, un destino
inexorable de fracaso.
Nuestra insistente prédica para la preservación de los negocios y las empresas en marcha,
como valor en sí, enraíza no sólo en la hostilidad del contexto que avizorábamos y hoy se
evidencia, sino también en los peligrosos cantos de sirena emitidos desde el discurso
oficial, así como además en los equivocados diagnósticos que, desde una perspectiva
"opositora progresista", daban por inexorable la continuidad, en el mediano plazo, de los
esquemas económicos de la alianza Cambiemos.
Quienes escucharon estas voces, seguramente hoy enfrentan una compleja situación, en
muy distintas condiciones de quienes han permanecido, como sugeríamos en julio del año
pasado en el artículo ya citado, atentos a las señales de la macroeconomía y vigilantes de la
micro. Entre otros aspectos, tal prudencia implicaba:
► mantener alineados los pagos con las cobranzas (tanto como la posición en el mercado
lo permita);
► optimizar las situaciones crediticias, evitando deudas en divisas (si se factura en pesos)
y,
► en los casos en que ello no fuera posible, disminuir los riesgos apelando a los
instrumentos de cobertura que el mercado ofrece, aun cuando ello conllevara incrementos
de los costos.
Cuanto más se hayan ajustado las empresas a tales parámetros, más sólidas son las
condiciones para capear con éxito el temporal y reencausar los negocios cuando, como
inexorablemente sucederá, escampe.
La fuerza de los hechos va zanjando los debates. Hoy es nítido que la coyuntura
internacional no presentaba ni el ingreso triunfal a la globalización que festejaba el
oficialismo, ni la ola neoliberal en latinoamérica que sectores de la oposición blandían.
Lo que sí conserva vigencia, son las consecuencias que tienen para las empresas y los
ciudadanos de a pie, las acciones basadas en los malos diagnósticos que los falsos
"expertos" les han proporcionado, sea en referencia al marco internacional o se trate de la
dinámica de las economías locales.
La singularidad de la supercrisis
Como ya hemos dicho, el gobierno fue construyendo su irreparable intríngulis, con prisa y
sin pausa, violentando elementales causalidades en la economía. Persistiendo, a lo largo de
toda la gestión, en mantener la tensión entre su política fiscal y la monetaria, generó las
acciones contrapuestas que nos llevaron a la situación actual.
Cambiemos ostenta el dudoso laurel de haber conseguido unir en una misma coyuntura un
déficit fiscal de similar envergadura que el que provocó el colapso de 1989, con un
desequilibrio del sector externo que, al igual que en 2001, genera -a partir de la caída de la
demanda de la moneda doméstica-, los incentivos para la agresiva dolarización de las
carteras de inversión.
En enero, a posteriori de la rimbombante conferencia de prensa del 28D, brindada por las
autoridades económicas, advertíamos en nuestro artículo "¿Será Sturzenegger el Sourrouille
de Macri?": "La osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es
manifiesta irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad.
Tal vez el Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse con meticulosidad a
administrar, de la mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta alcanzar la meta.
Apelar a "jugadas maestras" desconociendo la técnica del "arte económico", pueden llevar
al sistema a acelerar su entropía."
El discurrir de la supercrisis
Volvió a incrementarse el déficit cuasifiscal y se espiraliza el desequilibrio de las cuentas
públicas
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
Al haber llevado desde la franja del 27,5% a la del 40% la tasa de interés anual de las
Lebacs a 35 días, volvió a incrementarse el déficit cuasifiscal, espiralizando aún más el
desequilibrio de las cuentas públicas, en cuyo financiamiento, además, se ha acrecentado la
participación de los bancos.
Las autoridades económicas tomaron decisiones que no sólo afectaron la tasa de ganancia
de las entidades que operan en el sistema financiero local, sino también, finalmente, su
situación patrimonial.
A posteriori, también se las obligó a reducir sus tenencias en moneda local, mediante el
recálculo de encajes, para así aumentar su capacidad de compra en el mercado de deuda
pública.
El saldo del día después del supermartes, para los bancos, es que cuentan con menos
dólares, con menos pesos y con más instrumentos de deuda.
Las medidas anunciadas por el oficialismo para aminorar aquel impacto sobre las
empresasiii, señalamiento central de nuestro artículo "Llegó la supercrisis. Evitemos la
hipercrisis", no es más que arar en el mar, dada la desproporción entre la minúscula
"solución" aportada y la magnitud de la problemática, ya que no se restituyen las tasas de
interés a niveles razonables, ni se contempla que alrededor del 40% de la economía
argentina se desarrolla en la informalidad.
Así, entonces, el descenso de los stocks señala el inicio del desabastecimiento de los
mercados.
A su vez, la desmesurada diferencia entre los precios de contado y los de las operaciones a
plazo (que imposibilitan la realización de estas últimas), implica una caída en las ventas de
todos los eslabones de la cadena, generando una disminución en las operaciones
comerciales que supera en proporción a la causada por la pérdida del poder adquisitivo de
los ingresos, determinada por el traslado a precios de la devaluación.
En este contexto, el gobierno debiera abocarse a atender las urgencias de un país con una
economía desquiciada, buscando garantizar que las tensiones, que se multiplican, se
resuelvan en un marco de paz y armonía.
Parafraseando nuestro artículo "Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política
del después vemos" de noviembre del año pasado, "hay supercrisis porque todas las salidas
posibles son malas".
Dado que lo económico está en una situación irreversible, el gobierno debe concentrarse en
no profundizar los daños más allá de los que ya ocasionó, buscando resguardar con el
máximo de los cuidados, el funcionamiento institucional de la Nación.
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
El prestamista
Según el propio FMI, su misión "consiste en asegurar la estabilidad del sistema monetario
internacional; es decir, el sistema de pagos internacionales y tipos de cambio que permite a
los países y a sus ciudadanos efectuar transacciones entre sí". Más allá de su papel en la
supervisión de las condiciones económicas a nivel nacional, regional y mundial, y en la
asistencia técnica y asesoramiento a los gobiernos de los países miembro, su principal rol es
el de brindar recursos financieros a los estados nacionales que los soliciten, para la atención
de desequilibrios en la balanza de pagos.
Explícitamente, el organismo define que, cuando un país obtiene un crédito del FMI, "su
gobierno se compromete a ajustar la política económica", tanto para superar los problemas
que le llevaron a solicitarlo, como para garantizar que ese estado será capaz de reembolsar
el principal y sus intereses.
En nuestro último artículo, "El discurrir de la supercrisis", advertíamos que "en julio,
cuando la Afip informe la recaudación impositiva efectuada durante junio, producto de la
baja de las ventas del mes de mayo, reflejará una brusca caída".
► la baja del consumo por pérdida de poder adquisitivo de los ingresos populares,
► el descenso en el flujo de las ventas mayoristas por restricción del crédito comercial, y
► el déficit cuasifiscal del BCRA (diferencia entre intereses pagados y cobrados) que
continúa en aumento producto de la expansión de las emisiones de sus instrumentos y de
las crecientes tasas de interés;
► el efecto Olivera-Tanzi (se recaudan impuestos sobre precios viejos para ejecutar gasto a
precios nuevos),
Lo por venir
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
Ante este panorama, es pertinente retomar una reflexión que, más allá de analizar los
orígenes y el discurrir de la supercrisis (tal como lo hemos venido haciendo en anteriores
entregas), nos permita otear, saliendo de lo inmediato, los plausibles senderos que tomará la
Patria.
Por ello, lejos de que la reflexión en rededor del NOI se circunscriba a los ámbitos
académicos, su ritmo vertiginoso y su impacto contundente en la cotidianeidad, tanto de las
familias como de los pueblos, vuelve necesaria su cabal comprensión.
La hora de la Patria
► la que considera que un cierto nivel de desocupación -y por lo tanto de pobreza- son
estructurales. Por lo tanto, las rentas extraordinarias deben ser aplicadas, bajo diversas
modalidades, en la subsistencia de los sectores sociales afectados.
► la que supone que deben derivarse al Estado (quien asume el rol dinamizador de la
economía) para que las aplique de acuerdo a las prioridades que les asigne una preexistente
planificación económica; y
► la que plantea que dichas rentas deben ser distribuidas hacia la totalidad del entramado
empresarial, con el objetivo de mejorar sus estructuras de costos y, por ende, sus precios de
comercialización, siempre garantizando el pleno empleo de los factores productivos.
Atento a los sustratos culturales argentinos donde necesariamente debe asentarse la política
económica, y su imprescindible adecuación al NOI, surge la tercera opción como la de
mayor eficacia para ser implementada en las etapas reconstructivas, que sucederán al
experimento económico actual.
► la visión mayoritaria y popular, que pretende que dicha tasa se incremente en las miles
de pequeñas y medianas empresas, grandes generadoras de empleo y trabajo argentino.
El gobierno se orienta, bajo la tutela del FMI, a encarar una política económica armonizada
en un plan, ahora sí, neoliberal.
La factibilidad del intento queda severamente amenazada, no sólo por las implicancias en
términos de sustentabilidad económica y social, sino por la distancia existente entre los
desequilibrios que constituyen el punto de partida y la convergencia esperada.
Mientras tanto, el día a día de las empresas, es cada vez más complicado y para muchas,
imposible de sostener.
Apenas tres meses después de que asumiera el actual oficialismo, llamábamos la atención
sobre las serias inconsistencias del esquema macroeconómico implementado que,
desdeñando las más elementales causalidades de la disciplina, pavimentaron el camino
hacia el abismo.
El "mejor equipo de los últimos 50 años" logró introducir a nuestro país en una supercrisis,
que en su discurrir, pone en riesgo la propia continuidad de la Nación.
Finalmente, como dijimos en "Ay Patria mía" (BAE 7-5-18): "La Argentina de mayo de
2018 se enfrenta a un escenario en el que convergen los desequilibrios fiscales del 89 con
los del sector externo de 2001, por lo que ambos fenómenos se potencian mutuamente
generando las condiciones de una supercrisis".
Desequilibrios tales como un déficit fiscal total que supera en términos de PIB al de 1989, y
un rojo de cuenta corriente mayor al que provocó la crisis de 2001, sólo podrían resolverse,
en el marco de dicho plan, con una baja de la tasa de interés a niveles razonables y
aceptando que el tipo de cambio alcance un nivel, hoy, indeterminado.
Sin embargo, sus consecuencias sociales son inaceptables, ya que requiere que el consumo
de los hogares disminuya en magnitudes sólo compatibles con el 25% de la Población
Económicamente Activa Desempleada, y el 50% de la Población Total en Situación de
Pobreza.
La dudosa viabilidad social del "nuevo modelo" no es el único obstáculo ya que, en el corto
plazo, el préstamo del FMI no resuelve el serio problema del "trade off" (intercambio) entre
la tasa de interés y el valor del dólar.
El nivel de dichas tasas, fijado por el BCRA con el objetivo de desincentivar la dolarización
de las carteras de inversión (producto de la caída de demanda de la moneda doméstica),
podría provocar en la economía un impacto de desabastecimiento, por la acelerada
contracción del crédito comercial, perjudicando principalmente a las pequeñas y medianas
empresas, cómo ya hemos explicado en el artículo "Llegó la supercrisis. Evitemos la
hipercrisis" (BAE Negocios 14-5-18).
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
Antaño, casi siete meses atrás, el Gobierno daba a conocer pretendidas "políticas
milagrosas" para futuros venturosos con pompa y oropeles. En la actualidad, cuando
anuncia cambios, lo hace con vergüenza.
Oportunamente, caracterizábamos como "la política del después vemos" (BAE Negocios,
21/1/2018) a la conducta oficialista de, a través de medidas inconexas, intentar resolver un
problema, pero creando uno más grande y complejo aún.
Uno de los cambios más significativos es, sin dudas, el que se produjo en la conducción del
Banco Central de la República Argentina (BCRA), ahora encabezado por el
"mesadinerista" Luis Caputo, privilegiando así el papel de rectoría de la "timba financiera"
por sobre el de autoridad monetaria.
Finalmente, se suscribió el contrato de mutuo con el FMI y se liberaron los primeros 15.000
millones de dólares del crédito Stand-By. Los desembolsos de los tramos siguientes quedan
sujetos al cumplimiento, por parte del Gobierno, de los compromisos asumidos. Como
hemos señalado con anterioridad, la velocidad de la caída de la recaudación tributaria
superaría a la de la disminución del gasto público, poniendo en duda la observancia de las
metas fiscales y, por tanto, de la continuidad de las transferencias del organismo
multilateral.
La búsqueda de fondos del Tesoro Nacional mediante la emisión de letras, sólo se puede
realizar cuando, como el lunes pasado, las tasas de interés son exageradamente altas y se
incluyen cláusulas que funcionan como seguros de cambio.
Por parte del BCRA, la última licitación de Lebac sólo consiguió la renovación del 60% de
los vencimientos, a costa de un sustancial incremento de las tasas de interés ofrecidas, que
alcanzaron el 47% anual para el tramo más corto.
Así, como lo explicitamos oportunamente, se agravan día a día los problemas prexistentes:
► se perpetúa la restricción del crédito comercial entre las compañías ("El discurrir de la
supercrisis", BAE Negocios, 28/5/18),
Como manifestamos la semana pasada en el artículo citado, el acuerdo con el FMI es, en
esencia, el reemplazo de un acreedor por otro, en tanto que los fondos girados por el
organismo multilateral no tendrían otro fin que el de servir como subyacente de los créditos
otorgados por la banca privada extranjera a nuestro país.
Sin embargo, es posible que tal resguardo no esté disponible al momento de usarlo porque,
si una significativa parte de esas divisas se aplica a la contención de la corrida cambiaria,
tal vez no haya suficientes dólares para la atención de los vencimientos de deuda. Esto
significa, lisa y llanamente, el ingreso en situación de default de los bonos soberanos.
El Gobierno anunció que la mitad del primer desembolso será vendido por el Tesoro,
mediante el Banco Central a través del mecanismo de subasta de dólares, para intervenir en
el mercado cambiario y así abastecer al sector privado, al tiempo que colecta los pesos que
permiten atender sus gastos domésticos.
En síntesis, si como el propio Gobierno sostuvo, los mercados de deuda voluntarios están
cerrados para la Argentina y los fondos provistos por el FMI son dilapidados, aumenta el
riesgo de incumplir los pagos, por lo que los funcionarios actuantes deberán asumir su
responsabilidad ante tal evento.
Apelando una vez más a la conducta de "vestir a un santo desnudando a otro", la alianza
Cambiemos nos confirma que goza de la extraña habilidad de empeorarlo todo, incluso lo
que ya estaba muy mal.
Bajo la apariencia de uno de esos juegos de mesa con letras o palabras, el oficialismo apela
a siglas como MSCI o FMI, y las convierte en las soluciones mágicas que aliviarían el
derrumbe de los negocios.
Derivada de la antigua sigla de "Morgan Stanley Capital Investor", MSCI Inc. no es otra
cosa que una compañía privada que, como muchas otras, se especializa en el
"asesoramiento de cartera" a sus clientes, principalmente, fondos de inversión.
Entre sus productos, se destacan los índices con los que monitorea a los mercados de
capitales de alrededor de 80 naciones. De ellos, el que utiliza para medir la performance del
de nuestro país, se basa en el seguimiento de diez compañías argentinas.
A su vez, los mercados nacionales (y los índices que los representan) son periódicamente
calificados, en las categorías de "desarrollados", "emergentes" o "de frontera", dependiendo
de la evaluación que la empresa realiza sobre las condiciones en las que ellos se
desempeñan, de acuerdo a criterios tales como la apertura hacia el capital extranjero, su
facilidad de movimiento en los flujos de ingreso y egreso al país, como así también la
eficiencia y la estabilidad de los marcos operativo e institucional.
Es importante subrayar que, finalmente, se trata de la forma en que una empresa privada
aprecia el funcionamiento de los mercados de valores de un país, y que no está sujeta a
mayores regulaciones que las del "buen hombre de negocios, que con su plata hace lo que
quiere".
Sirve esta aclaración para distinguir entre la relevancia que presentan las evaluaciones de
los organismos multilaterales de crédito, sujetos a las normas y el control que sus Estados
miembro le imponen, vis a vis con las de una compañía privada que otorga credenciales de
acuerdo a su entender y conveniencia.
Pero más importante que eso, es calibrar adecuadamente cuál es el impacto de la decisión
de esa empresa.
Aun asumiendo como cierto que la recategorización aumenta la demanda de las acciones
promovidas, no podemos abstraernos del hecho que los proyectos de inversión en la
economía real dependen de la tasa interna de retorno (TIR) esperada.
El resultado es evidente: JB obtuvo fondos líquidos que puede tanto gastar como invertir.
En este último caso, privilegiar una inversión en la economía real por sobre una de cartera,
implica que la evaluación de su proyecto debe presentar un retorno que supere a las que
ofrece el Sistema Financiero Ampliado (SFA), hoy conducido a ser "especulativo-
rentístico" por las malogradas decisiones económicas del actual oficialismo.
Lo propio sucede mirado desde la compañía. Suponiendo que, por la demanda extra, el
directorio sugiere y la asamblea de accionistas acepta realizar una ampliación del capital (y
que la mayor oferta no provoca un descenso en el precio de las acciones), ello le permitiría
acceder a nuevos fondos de alta liquidez. Pero, también en este caso, la posibilidad de su
aplicación en la economía real dependerá de la relación entre los rendimientos del proyecto
versus los de las inversiones financieras.
Es decir que, ya sea desde el punto de vista de los accionistas o del de las compañías, no
hay incentivos para la inversión productiva, en tanto siga siendo imposible encontrar
proyectos cuyos rendimientos superen a los que ofrece el SFA.
A lo antedicho, se suma que la tensión entre los niveles del tipo de cambio y de las tasas de
interés vigentes (que operan como una trampa mortal para el funcionamiento de la
economía real), resultó hasta ahora irresoluble.
En precedentes artículos, hemos dedicado atención tanto a las limitaciones del instrumento
ante la magnitud de los problemas, como a la dudosa factibilidad de las metas
comprometidas para su materialización ("Llegó la supercrisis. Evitemos la hipercrisis",
BAE Negocios, 14/6/18; "Persiguiendo su propia sombra", BAE Negocios, 4/6/18).
Aunque el acuerdo contempla que la mitad del primer desembolso (U$S7.500 millones)
pueda utilizarse como auxilio fiscal, quedan dudas acerca de si el oficialismo está
respetando los compromisos auto impuestos.
Pareciera que no. Así se activa no sólo la severa amenaza de default de los bonos soberanos
que señalamos "la semana pasada ("Saltandode la sartén al fuego"", BAE Negocios,
26/6/18), sino la de un riesgo superior: el de incumplimiento con el mismo FMI.
En ese caso, las consecuencias serían nefastas e incontables, no sólo para el actual
Gobierno, sino también respecto de sus sucesores, dado que la salida de la actual supercrisis
se expresará mediante otros equilibrios macroeconómicos, que requerirán del sistema
multilateral de crédito, a fin de aliviar ciertas restricciones durante la recuperación.
Como se aprecia, tanto en sus declaraciones públicas como en sus expresiones privadas, el
conjunto de los economistas converge en el mismo diagnóstico: al superponerse el déficit
fiscal (que desencadenó la crisis de 1989) con el del sector externo (que originó la de
2001), se dan las condiciones de la supercrisis.
El temprano fracaso de la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) es, tal
vez, la última y más relevante certificación de la magnitud de los desbalances que no logran
ser "abatidos", ni siquiera con el arma de mayor calibre. Es que, como lo habíamos
anticipado, la posibilidad de éxito "queda severamente amenazada por la distancia existente
entre los desequilibrios que constituyen el punto de partida y la convergencia esperada"
(Demasiado tarde para lágrimas, BAE Negocios, 18/6/18).
Si bien el discurrir de la supercrisis podría seguirse desde el desarrollo del "minuto a
minuto" de los mercados cambiarios y bursátiles, recientemente impactados con el crédito
del FMI y la promoción a la categoría de "mercado emergente" de MSCI, no hay que
perder de vista que su verdadera densidad es la que se expresa en el vertiginoso derrumbe
de la producción y comercialización de bienes y servicios (FMI, MSCI: las siglas del nuevo
"segundo semestre", BAE Negocios, 2/7/18).
De modo que son las circunstancias las que imponen, como imperativo ineludible, la
reflexión sobre el nuevo modelo económico que deberá construirse en la Argentina como
sucesor de la fracasada propuesta de la alianza Cambiemos, ya sea en un proceso de tractos
sucesivos, a posteriori de la aplicación de un Programa Económico de Contingencia (PEC),
o como su directa superación.
► el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y
Hemos señalado que una de las claves reside en la determinación de los vectores de
competitividad de la Argentina (Cómo seguimos, BAE Negocios, 29/1/18), entre los que
avizoramos, en primer término, las rentas extraordinarias originadas en:
Ahora bien, para que el MoDEPyS, cumpla con los requisitos de ser permanente y
sustentable, deberá orientarse, esta vez, a la producción.
Los anteriores ciclos de desarrollo económico que vivió nuestro país, se asentaron en la
dinámica de la variable "consumo", de modo tal que, al acercarse a la frontera de
producción comenzaron los llamados "cuellos de botella", hasta finalmente desembocar en
una situación de insuficiencia en la generación de divisas para el normal funcionamiento de
la economía, especialmente en las actividades demandantes de moneda dura, situación
técnicamente conocida como de "restricción externa".
Las actuales condiciones del comercio mundial, como hemos señalado (El mundo actual
facilita los modelos de desarrollo nacional, BAE Negocios, 4/9/17, y otros artículos)
ofrecen una ventana de oportunidad para la puesta en valor de los vectores nacionales de
desarrollo, que sería absurdo desaprovechar.
Entre los múltiples factores de incremento de la competitividad de las empresas, y más allá
de las mejoras en los procesos y la optimización de la utilización de los recursos, las
ganancias de productividad, en vastos sectores, requieren de la incorporación de nuevas
tecnologías, lo que a menudo agudiza las tensiones entre el rol empresarial y el del
movimiento obrero organizado, al contraponerse con los objetivos de pleno empleo. Es que
la modernización del aparato productivo, en algún punto, implica la sustitución del trabajo
humano.
Ello obliga a pensar un abordaje del problema que permita superar la contradicción, en
apariencia, ineludible, entre mejorar la productividad y mantener el pleno empleo ya que,
en la agregación de valor, cada vez es mayor el aporte de la tecnología, al tiempo que
disminuye la participación del trabajo humano.
Para estas situaciones, un enfoque posible, sería el de que los asalariados también
participen en la propiedad de la nueva tecnología mediante sus representaciones gremiales.
Tal esquema, desde el punto de vista de las empresas, significaría, entre otras implicancias
posibles, la incorporación de un nuevo accionista. Desde el punto de vista del movimiento
obrero organizado, sería una posibilidad de obtener beneficios para la compensación de la
nueva situación entre los afectados.
Entre otras formas, las ganancias que correspondan al "accionista sindical", podrían ser
utilizadas para subvencionar el reparto de las horas laborales entre todos los trabajadores,
eludiendo así las desvinculaciones, o bien como fondo que permita asignar salarios para
quienes sean desplazados del proceso de generación de valor agregado.
Estas reflexiones no tienen mayor aspiración que la de aportar al debate que empresarios y
trabajadores (verdaderos arquitectos del MoDEPyS, a través de sus respectivas dirigencias
gremiales), deberán enfrentar en el camino de su consolidación.
La fragilidad sistémica imperante nos indujo a afirmar, hacia fines del año pasado, que para
el año 2018 la coyuntura resultaba inapropiada para el desarrollo del ejercicio de
proyección de los principales indicadores macroeconómicos, cuyos comportamientos
(dentro de rangos de variación aceptables), era de imposible previsión, razón por la cual
fuimos presentando nuestras prognosis acotadas a plazos cortos.
Al poco tiempo de iniciado el presente año, una significativa porción de esos "expertos
económicos" debieron corregir sus pronósticos (¡y continúan haciéndolo!), evidenciando
una escasa densidad en su producción, cuyas bases podrían ser la impericia, la
irresponsabilidad, la mala praxis, o todas ellas combinadas.
Incluso, estos yerros fueron resaltados por algunos periodistas económicos, quienes se
preguntaron cómo fue que ninguno de esos aparentes "gurúes" pudo prever la crisis,
cometiendo injustas generalizaciones, ya que soslayaron la multiplicidad de artículos
publicados en este mismo espacio (1), como los ut supra señalados, que alertaban sobre el
actual desenlace del esquema económico pergeñado por el oficialismo.
En este marco de antecedentes vamos a intentar, en un punto en la línea de tiempo tal cual
como si fuera una fotografía (ya que al final de la película están indeterminados), dilucidar
el alcance de los desequilibrios fiscales y externos, de tal manera que sirvan de parámetros
para las decisiones microeconómicas a tomar.
Del funambulismo a la Supercrisis
El DFT es generado por el rojo financiero (que incluye crecientes intereses de la deuda
soberana) que alcanzaría aproximadamente el 6,5% del PIB, el déficit fiscal de las
jurisdicciones subnacionales, en el entorno del 0,8%, y el déficit cuasifiscal, cercano a 4
puntos del PIB, consecuencia de las exorbitantes tasas de interés ofertadas por el BCRA,
sobre su stock de pasivos financieros.
Este nivel de tasas de interés, que tiene como objetivo desincentivar la dolarización de las
carteras de inversión, trae aparejada una dinámica caótica y disruptiva al conjunto de la
economía.
Uno de sus componentes, la Balanza Comercial (BC), arrojó en los primeros cinco meses
del año un déficit de U$S 4.691 millones, mientras que el saldo de la Cuenta Corriente de la
Balanza de Pagos, (que además de la BC incluye la Balanza de Servicios Reales -fletes,
seguros, turismo, etc.-, Utilidades y Dividendos, e Intereses), en la fotografía de hoy,
alcanza un déficit de 6% del PIB.
En este entorno de dificultades, los criterios de "rienda corta" y de "sana prudencia" deben
guiar la administración de los negocios.
► mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y
stocks;
► permanecer atentos a los incesantes cambios en las listas de precios de los proveedores,
actualizando sistemáticamente las estructuras de costos de los bienes y servicios ofrecidos,
de modo de conservar un adecuado margen rentabilidad, y
► estar alertas en cuanto al abastecimiento de los insumos clave de la unidad productiva, a
fin de poder garantizarse, al menos, 60 días de producción y/o comercialización.
Reafirmando lo que sostuvimos en nuestro artículo "En esta coyuntura económica: ¡atentos
y vigilantes!" (BAE Negocios, 26-12-17), hoy es imperioso ajustarse a la sentencia que
entonces mencionábamos:
2-Este porcentaje tiene una magnitud que ingresa en un rango de comparación con los del
gobierno de Alfonsín (aprox. 12%) y del de Isabel Perón (aprox. 14%), en los momentos
previos a sus respectivos colapsos institucionales.
► Las declaraciones del presidente de una importante industria automotriz, quien sostuvo
recientemente "con las tasas de interés de hoy no hay industria ni negocio que se pueda
sostener", y agregó "estamos comercializando muchos de nuestros modelos a pérdida".
► El caso de una destacada empresa molinera, que luego de adquirir otros establecimientos
puestos a la venta en el mismo sector, se encuentra con inconvenientes para refinanciar su
pasivo. En este caso debe considerarse que la magnitud que tiene su oferta de harina en el
mercado (aproximadamente el 40% del total), hace que peligre el normal abasto de la
población.
Decíamos semanas atrás ("Persiguiendo su propia sombra", BAE Negocios, 4/6/18): "en
fuga hacia adelante, el oficialismo enfrentó las tensiones cambiarias devenidas de la
agresiva dolarización de carteras de inversión (producida a partir de la caída de la demanda
de la moneda local), con una inconcebible suba de las tasas de interés. Con ello consiguió,
transitoriamente, sofrenar la devaluación de la moneda nacional, pero a un costo enorme,
inclusive superior al que hubiera generado la continuidad de la corrida cambiaria".
1.- La Tasa de Interés Real Anual es la que surge de sustraer a la Tasa Nominal Anual
(TNA) la inflación del período. Es distinta de la Tasa Efectiva Anual (TEA) que es aquella
a la que efectivamente está colocado el capital, dado que la capitalización del interés en
determinado número de veces por año da lugar a una tasa efectiva mayor que la nominal.
Tampoco debe confundirse con el Costo Financiero Total (CFT) que es el que debe tenerse
en cuenta al evaluar la decisión de toma de un préstamo, y se determina agregando a la tasa
de interés los cargos asociados a la operación, tales como seguros, impuestos, y gastos de
resumen, entre otros. Es decir que habrá que pagar un CFT, aunque la TNA sea 0%.
Por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*
Acaba de terminar una nueva cumbre de ministros de economía del G20 ratificando, con su
intrascendencia, que en el Nuevo Orden Mundial (NOI), muchas de las instancias y algunos
de los organismos multilaterales otrora relevantes (en particular, la Organización Mundial
del Comercio, OMC), han pasado a la obsolescencia.
Hacia su sepulcro se dirige la globalización consolidada en el final del siglo XX y, con ella,
la pretensión de uniformidad en los planos de la cultura, la política y la economía.
La puesta en valor de los vectores nacionales en los nuevos modelos de desarrollo que
irrumpen, especialmente evidente desde la orientación que adquieren los Estados Unidos
con D. Trump, Rusia con V. Putin y el proceso entrópico que atraviesa Europa, no sólo deja
atrás la antigua estructuración de la economía global, sino también su sistema de ideas y
representaciones, especialmente los que, coincidentes en los aspectos centrales, encarnan
los marcos teóricos del neoliberalismo y la socialdemocracia(2).
Resurge forzosamente, en esta nueva situación, el concepto de Patria como eje ordenador
de las sociedades, ya no sólo como aglutinador deseable y necesario, sino también factible.
Concomitantemente, se revalorizan las reflexiones del Papa Francisco quien, como el
profundo intérprete de nuestros días que es, alerta sobre la urgencia de resolver las
confrontaciones entre las naciones para que, desde sus propias especificidades, se integren
en un todo de cooperación(3).
La adecuada comprensión del mundo es una condición necesaria para el correcto diseño de
un Modelo de Desarrollo Económico, Permanente y Sustentable (MoDEPyS) en nuestro
país, ya que desde allí se determinan, en significativa medida, sus condiciones de
posibilidad.
En esta línea de reflexión sobre la potencia y el acto, se inscribe una de las máximas que el
General José de San Martín legó a su hija: "serás lo que debas ser, o no serás nada".
Nada
El experimento económico del oficialismo no hizo más que profundizar los problemas
preexistentes y crear nuevos, al punto de haber alcanzado, en sólo dos años y medio y a
fuerza de políticas macroeconómicas inconsistentes, desequilibrios en las cuentas fiscales y
el sector externo, sólo compatibles con los experimentados, respectivamente, en las crisis
de 1989 y de 2001, con el agravante de que se dan en forma simultánea, configurando lo
que ya hemos definido como una Supercrisisi(4).
La apelación al recurso de última instancia, el Fondo Monetario Internacional (FMI), debía
representar tanto el certificado de defunción del esquema económico previo como el inicio
de un plan consistentemente neoliberal, que postergara en el tiempo las inexorables
convulsiones sociales derivadas.
El actual nivel de tasas (cuya referencia fija el BCRA) impacta tanto a las pequeñas y
medianas unidades de negocios, como a las grandes compañías de Capital Intensivo. En
este marco, las firmas, al margen de su tamaño, no pueden determinar si sus precios de
comercialización cubren o no sus costos totales, poniendo en duda su sustentabilidad en el
tiempo.
Las empresas, como simbiosis del capital y del trabajo, son el elemento primario de la base
material de la Nación. Si ellas no pueden ser, el esquema económico de la alianza
Cambiemos nada será.
Y esto no sólo es deseable sino también posible, porque la instauración del NOI y la
concomitante debacle de la OMC, abrieron una ventana de oportunidad que amplía el
arsenal de instrumentos económicos (complementando la determinación del tipo de
cambio), para la búsqueda de competitividad sistémica, que propenda al equilibrio del
sector externo.
En aquel entonces, restringir el "libre flujo" de bienes y servicios entre los países, era una
herramienta vedada por la institucionalidad imperante en la globalización, por lo tanto el
"overshooting" cambiario (sobrereacción) era ineludible.
En la actualidad, nuestras estimaciones indican que el nivel del tipo de cambio (de junio de
2018) equivale a 1,34 del vigente hacia el año 2001.
Reiteramos entonces, la adecuada Administración del Comercio Exterior es un poderoso
instrumento para alcanzar el superávit comercial que, en principio, permita obtener un
resultado neutro para la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos.
Las condiciones de posibilidad están dadas, por primera vez en muchas décadas, para que
las empresas nacionales puedan predominar en el mercado doméstico, para luego, a partir
de su consolidación, poder expandirse en los externos.
A diferencia de otros momentos históricos recientes, el mundo actual facilita los modelos
de desarrollo nacional.
Mas temprano que tarde, después de la nada del actual oficialismo, la Patria cobijará a
todos sus hijos y, finalmente, será lo que debe ser.
3- El Papa caracteriza esta etapa histórica como la de la una Guerra Mundial en cuotas.
Describe así el proceso de confrontaciones en el que, excediendo el marco de los choques
bélicos, los contrincantes disputan no ya por la ocupación de territorios sino por la
conservación de los puestos de trabajo.
4- BAE Negocios: Ay, Patria mía (7/5/18); Llegó la Supercrisis, evitemos la Hipercrisis
(12/5/18) y otras.
*MM y Asociados
Lunes, 6 de agosto de 2018
Panes y peces
La mejora agrícola no alcanzará para compensar el mal desempeño de casi todos los
sectores. A la menor cantidad de bienes y servicios se suma el empeoramiento de la
distribución del ingreso
Por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*
Todos los evangelios del cristianismo relatan el milagro de la multiplicación de los panes y
los peces, narración que provee un prodigioso ejemplo de los principales conceptos
económicos.
Según se describe, Jesús pidió a sus discípulos que alimentaran a miles de personas que se
habían reunido ante su presencia, aunque inicialmente sólo contaban con cinco panes y dos
pescados para hacerlo. Una vez que comenzaron la tarea de distribuir los alimentos, no sólo
pudieron satisfacer el apetito de todos los concurrentes, sino que los sobrantes fueron
ingentes.
Y así como Jesús no habría podido alimentar a esa multitud mediante el reparto de
denarios1, tampoco podrán satisfacerse las necesidades de los argentinos si no se producen,
en cantidades suficientes, los bienes y servicios requeridos.
Pero, dado que el cálculo del Producto Interno Bruto ( PIB) se realiza de manera trimestral,
y se publica con 90 días de rezago (en setiembre se informará el primer semestre de 2018),
es necesario apelar a otro indicador oficial, el Estimador Mensual de Actividad Económica
( EMAE) que describe, como variable proxy, el comportamiento mensual de la economía.
La abrupta caída de la actividad económica del 5,8% en mayo de este año, con respecto a
igual mes del año anterior, sólo es equiparable a la de agosto del 2009, cuando la economía
mundial se estaba desplomando. Asimismo, debemos remontarnos hasta el 2012 para
encontrar un mes de mayo con un nivel menor al actual.
Cabe consignar que, si bien el EMAE permite inferencias que pueden no resultar
suficientemente robustas, algunos indicadores generados en el sector privado para el primer
semestre del corriente año, bastan para ratificar esos resultados:
Esto viene a cuento de que, hacia fin del año pasado, la magnitud de las inconsistencias
macroeconómicas nos indujo a afirmar que los comportamientos de sus principales
indicadores eran de imposible previsión para el año 20183. Ello, es dable resaltar, en
contraste con la posición de la mayoría de nuestros colegas, que sí las realizaron, y que a
poco de andar debieron modificarlas.
Sin embargo, transcurrida largamente la primera mitad del año, resulta imprescindible
formular alguna prognosis que coadyuve a la toma de decisiones de las empresas (ámbito
donde mancomunan empresarios y trabajadores), ya que garantizar que subsistan la mayor
cantidad de ellas cuando finalice este ciclo económico, es la razón de ser de nuestros
análisis.
Por ese motivo, (sin dejar de señalar que la mencionada supercrisis y su potencial desenlace
disruptivo continúa siendo el elemento dominante), estimamos el comportamiento de la
actividad económica para lo que resta del año 2018, y luego elaboramos el Índice de Valor
Agregado Bruto per cápita ( IVABpc), que permite visualizar la cantidad de bienes y
servicios que se generan anualmente, en promedio, por cada habitante de nuestro país.
Los resultados que arroja el IVABpc son lapidarios (aun partiendo de la información oficial
de 2017, que adolece de serias inconsistencias4), y contradicen los más recientes
pronósticos oficiales sobre la culminación del actual sendero de caída de la actividad
económica hacia fin de año (producto de la buena cosecha de trigo), dado que esa mejora
agrícola no alcanzará a compensar el mal desempeño de casi todos los sectores de
actividad, incluyendo el resto de la actividad agropecuaria, la industria manufacturera, el
comercio mayorista y minorista y la actividad inmobiliaria, entre otros5.
Adicionalmente, a semejanza del trillado ejemplo del pollo (en una isla con dos habitantes
y dos pollos para comer, si una de las personas se come ambos y la otra sufre hambre, el
promedio dirá que a cada uno se comió un pollo), al menor nivel de cantidad de bienes y
servicios disponibles debe sumársele el notable empeoramiento de la distribución del
ingreso.
Ambos efectos explican el considerable deterioro de las condiciones de vida de la
población, que se puede observar, a simple vista, caminando por las calles de cualquier
ciudad y pueblo de nuestro país.
Bajo el actual esquema económico, unos pocos van a tener la oportunidad de comprar carne
importada de Japón a $14.000 (sí, catorce mil pesos) el kilo, en tanto la gran mayoría de
nuestros compatriotas ya no podrán agasajar a su familia o los amigos con el tradicional
asado que supo engalanar la mesa de los argentinos.
Para revertir esta situación, resulta imprescindible volver a implementar un modelo de
desarrollo con énfasis en la producción, que garantice la adecuada dotación de "panes y
peces" y que, al mismo tiempo, asegure su justa distribución, incluyendo a la totalidad de
los habitantes del suelo patrio.
*MM y Asociados
Te ganará s el pan
Por
Los argentinos pagamos con puestos de trabajo la incomprensión del oficialismo del mundo
actual por una parte, y el insensato, por su inconsistencia, esquema macroeconómico
desplegado, por el otro. Tristemente, el oficialismo no está a la altura de ejercer el
"generalato" que transitoriamente le otorgó el voto popular.
Pero más allá de este alarmante señalamiento sobre la coyuntura, un examen más
minucioso del reporte de la cartera laboral nos permite distinguir, en términos de la
dinámica cuantitativa y cualitativa del empleo, tres ciclos durante el gobierno de
Cambiemos:
En los primeros seis meses del actual gobierno, la tendencia observada en el trabajo
registrado fue netamente contractiva, con una pérdida cercana a 112.000 inscripciones,
necesaria consecuencia de la asfixia al mercado interno determinada por el deterioro del
poder adquisitivo de los ingresos populares ante el drástico encarecimiento de los alimentos
con el que el oficialismo inauguró su administración.
Luego, a partir mayo de 2016 y hasta fines del año pasado, la tendencia se revierte, hasta
alcanzar un saldo positivo de 327.000 nuevos registros desde la cantidad observada al
momento de la asunción.
Coincidió esa dinámica con la fuerte expansión del gasto público, que fue espiralizando el
déficit fiscal, y cuyo financiamiento en dólares sobreofertó al mercado de divisas,
provocando la apreciación de la moneda doméstica, deteriorando así la competitividad de
nuestras empresas en los mercados internacionales. En consecuencia, a la señalada ausencia
de mercado interno se le adicionó la del externo, imposibilitando la inversión del sector
privado, que además ha debido competir por el crédito disponible con el Estado, que
pagaba (y paga) tasas de interés astronómicas.
Ante esa situación, la alianza gobernante, pese a sus previas diatribas contra el empleo
público, tomó la decisión de sustituir a los particulares en la generación de puestos de
trabajo, al tiempo que, mediante la expansión del sistema de asignaciones familiares,
promovió la mejora en la registración laboral.
Ese ciclo expansivo del trabajo registrado, como ya hemos expresado en artículos
anteriores y se verá en mayor detalle al continuar, se explica por la conjunción de las
inscripciones de puestos de trabajo preexistentes, con la creación de nuevas posiciones. En
este último grupo, los mayores aportes son los que provienen de los puestos de trabajo
creados por los planes sociales (que se identifican como independientes monotributo social)
y del empleo público.
Agotada esa fase, durante el desarrollo del presente año la dinámica destructiva volvió a
convertirse en tendencia. Con ello, el saldo de la actual administración, desde su asunción
hasta mayo, es de 213.000 nuevas inscripciones, poco más de la cuarta parte del total de
puestos de trabajos necesarios para cubrir el crecimiento vegetativo de la población
económicamente activa.
Acercando la lupa
En el gráfico, se puede observar en las líneas cuáles son las categorías de trabajo registrado
que exhibieron tendencias predominantemente crecientes a lo largo del período.
Como se observa, sobresale la de independientes monotributo por la magnitud de su
contribución. Sin embargo, este es un caso en el que la mayor parte de las nuevas
registraciones no corresponden a la creación de puestos de trabajo, sino que son explicadas
por la inscripción de posiciones preexistentes declaradas a partir de estímulos fiscales. Es
que, a partir de abril de 2016, el Gobierno Nacional decidió que esta clase de
independientes monotributistas podrían acceder al sistema de asignaciones familiares, del
que estaban excluidos hasta ese momento, decisión que tuvo un fuerte y sostenido impacto,
alentando la registración de posiciones antes desempeñadas en el ámbito informal de la
economía.
Los trabajadores inscriptos como independientes monotributo social muestran un
sistemático crecimiento que, como ya señalamos, se corresponde con la expansión de los
planes sociales, tendencia que podría estar revirtiéndose desde el segundo trimestre de este
año.
También se observa un persistente incremento, aunque de inferiores órdenes de magnitud,
entre los asalariados de casas particulares, cuya dinámica también podría estar influida por
mejoras en la registración de trabajadores.
Pero las restantes categorías, graficadas con barras, han mostrado una dinámica oscilante a
lo largo del gobierno de la alianza Cambiemos.
La categoría más típica de registración para trabajadores por cuenta propia, profesionales y
pequeños empresarios, es la de independientes autónomos, que fue la que mostró las
menores variaciones entre noviembre de 2015 y mayo de 2018, finalizando con una pérdida
de alrededor de 12.000 posiciones.
También es negativo el saldo entre los asalariados del sector privado, con una pérdida de
28.000 inscriptos respecto de noviembre de 2015. A lo largo del período, se observan
importantes oscilaciones, en las que el límite inferior se alcanza hacia mediados de 2016 (-
131.000). Son muy pocos meses en los que la cantidad de registros superan el nivel de
inicio de la serie. El segundo trimestre del corriente año, muestra el comienzo de una nueva
tendencia decreciente.
Contrariamente, entre los asalariados del sector público se verifica un saldo positivo de
37.000 registros. En el gráfico se pueden observar los procesos de disminución que
estacionalmente ocurren en los primeros meses de cada año en ese segmento del mercado
de trabajo doméstico (que se asocia con finalizaciones de contratos y jubilaciones), y los
posteriores ascensos que no sólo recuperan las pérdidas, sino que tienden a superar los
picos precedentes.
Tanto en los saldos de cada categoría durante el período, como en las dinámicas observadas
en su transcurso, se evidencia una extrema sensibilidad del mercado de trabajo a las
decisiones gubernamentales.
Al tiempo, las dos categorías típicas del sector privado en el entramado productivo,
asalariados e independientes autónomos, presentan saldos negativos, y acumulan una
pérdida de 40.000 posiciones entre la asunción de Cambiemos y mayo de 2018.
El gráfico que antecede también muestra la sensibilidad del empleo en las empresas ante la
política pública, atento a que los períodos de ascenso se vinculan estrechamente a los de
expansión del gasto fiscal, especialmente en el dirigido a la obra pública.
Es previsible que los trabajadores que debieran incorporarse al empleo en lo que resta del
año por el crecimiento vegetativo de la población, no logren hacerlo, al tiempo que
continúe el proceso destructivo tanto en el sector privado (registrado y no registrado), como
en el público.
De modo que, por no haber conseguido trabajo o haber perdido el que tenían, rondarían las
800.000 personas las que se sumarán al contingente de los desempleados, por lo que el año
terminaría con un crecimiento cercano al 50% en la tasa de desocupación.
Esta es la triste verdad a la que, más temprano que tarde, deberemos ponerle remedio.
*M.M. y Asociados
Lunes, 20 de agosto de 2018
"Me asustas. ¡No me dijiste que no hay ninguna posibilidad de una supercrisis!".
Pese a lo tentador que resultaría escribir sobre el reconocimiento del ministro Dujovne, en
un diálogo televisivo con un afamado relator deportivo, sobre la caracterización que
oportunamente hicimos acerca del surgimiento de la supercrisis1, y las consecuencias
vividas en su transcurrir, nos parece más oportuno centrar la mirada en los desafíos del
porvenir.
Para ello, resulta ineludible realizar un correcto diagnóstico del contexto global. Hoy
asistimos a una nueva era caracterizada por la puesta en valor de los vectores nacionales en
los modelos de desarrollo. Esto es especialmente evidente desde la orientación que
adquieren los Estados Unidos con D. Trump, Rusia con V. Putin y el proceso entrópico que
atraviesa Europa, y deja atrás la antigua estructuración de la economía internacional2.
Los modelos universalistas dominantes en el siglo XX, con sus pretensiones de
uniformidad en los planos de la economía, la política y la cultura han caído en la
obsolescencia. El modelo socialista fue sepultado por los escombros del muro de Berlín,
mientras que la globalización neoliberal se encamina hacia su sepulcro, y con ella sus
instituciones regulatorias que, como el caso de la Organización Mundial del Comercio,
sometían al conjunto de las naciones al cumplimiento de los preceptos del Consenso de
Washington.
Es por ello que el Nuevo Orden Internacional (NOI) emergente, constituye una oportunidad
para las fuerzas políticas, económicas y sociales que entiendan que un modelo justo,
inclusivo y sustentable podrá alcanzarse sólo si se generan las condiciones necesarias de
integración mundial desde una posición competitiva.
En esta dirección, la administración del comercio exterior, desde la perspectiva de la
demanda, y la baja de los costos primos unitarios, desde la de la oferta, se transforman en
elementos determinantes de este proceso.
Dentro del modo de producción capitalista observamos tres momentos que podemos
caracterizar como "revolucionarios", por la brusca caída de los costos primos unitarios en
las funciones de producción.
La ceguedad oficial
A principios del siglo pasado, la inserción internacional de la Argentina estuvo signada por
la necesidad que tenían los sectores dominantes de ubicar su producción primaria en los
mercados externos. Ello tipificó la economía local, cuyas tensiones se expresaron en la
consigna que reflejaba una antinomia de manera clara y didáctica: "campo versus
industria".
Desde su inicio, hace ya más de dos años y medio, el oficialismo ha intentado revalidar
aquella vetusta consigna, a juzgar tanto por su errónea percepción del contexto global,
como por su accionar en cuanto a las decisiones de política económica netamente
destructivas del entramado manufacturero doméstico.
Su tozuda miopía le impide interpretar correctamente el NOI (lo que se evidencia, por
ejemplo, en la insistencia de firmar un tratado de libre comercio con la Unión Europea), así
como percibir la importancia de la energía como uno de los vectores de competitividad
sistémica, lo que agrega una tensión adicional a las estructuras de costos empresariales.
Para ello, entre otros aspectos, el MoDEPyS deberá contener los dos elementos
determinantes mencionados al comienzo:
por un lado, las políticas de Administración del Comercio Exterior (ACE), que tienen la
virtud de complementar la determinación de un tipo de cambio de equilibrio, y coadyuven a
generar la protección de mercado que las empresas necesitan, y
de otra parte, la disponibilidad de energía en cantidad y precio que les permita minimizar
sus costos, mejorando en términos relativos su competitividad vis a vis el resto del mundo.
Achicar el diferencial entre los valores de la energía en EE.UU. y los que alcanza en
nuestro país, actualmente de u$s4,79 por MBTU (promedio neto de subsidios), un 61,8%
mayor al norteamericano, debe constituir uno de los objetivos a lograr en el marco del
nuevo modelo de desarrollo.
Ambos factores posibilitarán generar las condiciones endógenas necesarias para la
búsqueda de un entorno de competitividad sistémica. Se trata de que la política económica,
realizando una correcta apreciación de las condiciones de contexto, articule los
instrumentos indispensables para lograr los objetivos simultáneos de crecimiento e
inclusión social (desarrollo), garantizando el pleno empleo de los factores productivos.
Por esto mismo es que de nada sirve asustarse, como le sucedió al mentado relator.
Por el contrario, es el momento de poner en juego nuestro optimismo que, como hemos
dicho5, es ese espíritu de iniciativa requerido tanto para obtener la máxima ventaja posible
de cada situación dada, como para la paciente preparación ante lo que está por venir.
El añ o sin verano
Por Lic. Guillermo Moreno
El año 1816 es conocido en la historia de la climatología como el "año sin verano", debido
a un infortunado fenómeno natural de consecuencias sociales dramáticas. En aquel "verano
invernal", Mary Shelley dio nacimiento literario a Frankenstein, durante las inusuales
vacaciones que pasó, junto con el resto de sus colegas escritores, a orillas del Lago Leman.
Dos siglos después, a la vera del Río de La Plata, el oficialismo deambula como el doctor
Víctor Frankenstein, preso del pánico al monstruo que él mismo creó y, al igual que la
aberrante criatura aparecida en "el año sin verano", la Supercrisis irrumpe en el "trienio sin
segundos semestres".
En los días que corren, de los compromisos asumidos con el FMI, se deduce que
Cambiemos intenta dejar atrás la inconsistencia de las políticas económicas que caracterizó
su gestión hasta ahora, para migrar a un programa consistente dentro de las premisas del
neoliberalismo.
Cuando la "plata dulce" dejó de llegar, tal como fuera anticipado que sucedería ("Los
prestamistas externos también preguntan ¿cómo seguimos?", BAE Negocios, 12/2/2018),
se expresó en toda su magnitud la imposibilidad de continuar el esquema vigente, basado
en:
Tarde piaste
El cierre del crédito privado externo, de inmediato aceleró la dolarización de las carteras de
inversión, con una consecuente presión a la suba del tipo de cambio, que pretenden ser
contenidas con las exorbitantes tasas de interés que pagan el BCRA y el Tesoro Nacional.
Una vez más el remedio fue peor que la enfermedad2, llevando al entramado productivo a
una parálisis inusitada.
La notable inventiva del oficialismo nos trajo siglas mágicas tales como FMI e índice
MSCI, como sustitutos de la "lluvia de inversiones", el "segundo semestre", los "brotes
verdes", el "proceso de desinflación" y la "creación de empleo de calidad".
Poco tiempo bastó para que quedara en claro su insuficiencia.
Como también se anticipó (" FMI, MSCI: las siglas del nuevo segundo semestre", BAE
Negocios, 2/7/18), la promoción del mercado argentino a la categoría de "emergentes" no
tendría mayor impacto.
El derrumbe de las cotizaciones de los títulos de las compañías argentinas en los diferentes
mercados bursátiles lo puso en inmediata evidencia.
Por otra parte, el acuerdo de fines de junio entre el gobierno y el Fondo Monetario
Internacional, no fue más que el reemplazo de un acreedor por otro, producto de la alerta
del sistema financiero internacional ante el crecimiento de la prima de riesgo de default de
las compañías aseguradoras para el caso argentino. Así, los fondos girados y a girar por el
FMI al Tesoro Nacional sirven como garantía subyacente de los créditos otorgados por la
banca extranjera.
En definitiva, desequilibrios tales como un déficit fiscal total que supera en términos de
PIB al de 1989, y un rojo de cuenta corriente mayor al que provocó la crisis de 2001, sólo
podrían resolverse, en el marco de dicho acuerdo, con una baja de la tasa de interés a
niveles razonables y aceptando que el tipo de cambio alcance un nivel futuro hoy imposible
de determinar.
Sin embargo, sus consecuencias sociales serían inaceptables, ya que implicaría que el
consumo de los hogares disminuya en magnitudes sólo compatibles con el 25% de la
Población Económicamente Activa desempleada, y el 50% de la población total en
situación de pobreza.
Ahora bien: ¿es posible encarrilar la economía en los meses por venir?
Como ya fue señalado ("Ay Patria mía", BAE Negocios, 7/5/2018): "el autodenominado
mejor equipo de los últimos 50 años ha logrado que la Argentina enfrente una situación de
crisis sistémica, que puede resultar la más profunda de su historia y que, por poner en
riesgo la continuidad de la Patria como tal, debe ser analizada en conjunto desde los planos
político, económico y social".
El actual escenario está signado por el carácter explosivo de la configuración económica. Si
la resolución de esta crisis queda librada a las urgencias del conflicto social, sus
derivaciones anómicas nos enfrentan al peligro cierto de la potenciación del caos.
Sin eximir de responsabilidad a ninguno de los actores, la mayor de ellas cae sobre el
ámbito de la representación política del conjunto de la sociedad, la Asamblea Legislativa,
cuando finalmente se convoque al primer mandatario ante los estrados judiciales por las
investigaciones sobre el "club de la obra pública" y sus ramificaciones sobre la familia
presidencial, como recientemente sucedió en Perú.
Este es el ámbito que debe y puede proporcionar una alternativa capaz de devolver a sus
cauces normales de funcionamiento al "todo armónico" de la Nación, evitando a la Patria y
al Pueblo los estragos de la anomia.
1 “Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política del después vemos”, BAE
Negocios, 20/11/2018 y otros.
2 “Subir la tasa de interés. Un remedio peor que la enfermedad”, BAE Negocios,
23/7/2018.
Por
El muy breve anuncio presidencial del miércoles pasado, con los bucólicos jardines de
Olivos como escenografía, pretendió disipar las dudas tanto sobre la capacidad de pago de
los vencimientos del stock de deuda externa contraída (amortización del principal), como
del financiamiento del flujo deficitario que se origina en la Cuenta Corriente de la Balanza
de Pagos (CC). Y, colateralmente, intentó detener el proceso de dolarización, tanto de las
carteras de inversión de las empresas, como así también del ahorro de las familias.
En general, en el plan financiero anual elaborado por el poder ejecutivo, se presupone que
sobre las acreencias de capital se efectúa un rollover (renovación) periódico. Por el
contrario, en un escenario como el actual, con mercados externos de financiamiento
cerrados, el prestamista niega el revolving y solicita, no sólo los intereses, sino también el
capital invertido.
A esta situación nos condujo el oficialismo con su proverbial soberbia, desechando los
sanos consejos de algunos veteranos economistas que, conocedores del carácter
bimonetario de la Argentina, supieron recomendar:
"nunca te quedes sin dólares", siempre vendele al mundo más de lo que comprás (superávit
o equilibrio externo), y
"nunca te quedes sin pesos", siempre recaudá más de los que gastás (superávit o equilibrio
fiscal),
instalando así el escenario que fuimos anticipando, la Supercrisis.
De los dos vectores que la componen, centraremos la mirada sobre el defecto en la
generación de dólares en el sector externo, lo que convirtió a algunos funcionarios del
oficialismo en
"Mangueros doctoraos"
Aclarando lo obvio, el BCRA no emite dólares sino pesos. Por lo cual, la única manera que
tiene la economía nacional de conseguir divisas, en un contexto que inhibe nuevas
inversiones externas, es lograr superávits en la balanza comercial (exportaciones menos
importaciones de bienes) y/o en la de servicios (turismo, royalties, seguros, fletes, etc.), ya
que el ítem correspondiente a renta de la inversión (pagos y cobros de intereses de deuda)
es siempre negativo.
El saldo comercial girará en torno a los u$s8.000 millones, a pesar de la devaluación que
desincentiva las importaciones,
La balanza de servicios alcanzará un resultado negativo de alrededor de u$s4.000 millones,
y
El ítem renta de la inversión presentará un rojo de, aproximadamente, u$s13.000 millones.
En síntesis, la gestión del actual oficialismo se caracteriza por presentar un persistente
déficit en el saldo de la CC.
Afirmamos oportunamente, que el objetivo del acuerdo al que arribó el gobierno con el
FMI era el de disminuir la exposición del sistema financiero internacional por los
prestamos oportunamente otorgados, simplemente reemplazando un acreedor (banca
privada extranjera) por otro (organismo multilateral) y que el auxilio era tardío e
insuficiente.
2 Si bien la Balanza de Pagos consta de tres cuentas, dado que actualmente los mercados
internacionales se encuentran cerrados para nuestro país, el análisis debe enfocarse
principalmente en una de ellas, la Cuenta Corriente (CC).
5 Los u$s21.000 millones aportados por el FMI este año (los u$s15.000 millones recibidos
en junio, más los u$s6.000 que ingresarían en setiembre y diciembre), descontando los
u$s7.500 millones que se dispusieron para refuerzo fiscal, y lo que el fondo monetario
autorizó a utilizar para cuestiones de índole social, coinciden con las necesidades que
surgen de los vencimientos del principal, mencionado arriba (u$s12.000 millones).
6 Esta cifra surge de realizar una distribución proporcional del déficit anual proyectado de
la CC, de u$s25.000 millones.
*MM y Asociados
Me tomo 5 minutos...
Por Guillermo Moreno, Norberto Itzcovich y Claudio Comari*
Parafraseando a una conocida publicidad, vale la pena detenernos y hacer una pausa de
cinco minutos, para recapitular y pensar lo por venir.
Esto es necesario, ya que no son pocos quienes aún no comprenden cómo se sucedieron los
eventos que nos llevaron a este presente.
Por el contrario, los que anticipamos diagnósticos más certeros tenemos la responsabilidad
de elaborar y proponer, para debatir en la arena pública, las posibles soluciones que
contribuyan a mitigar los daños para nuestra Patria.
Repasemos lo dicho
Examinando la coyuntura, nos encontramos con una economía que no genera los dólares
que necesita para funcionar ("Dónde hay un dólar viejo Gómez", BAE Negocios, 3/9/18),
sin prestamistas externos del sector privado, y con el desembolso del FMI malgastado en la
pulseada cambiaria ("Saltando de la sartén al fuego", BAE Negocios, 25/6/18), por lo que
el panorama es desolador, ya que el intento de los inversores calificados de recuperar su
dinero en moneda dura y retirarlo lo antes posible, es el lógico corolario.
Al tiempo, las consecuencias del (re)accionar oficial sobre la economía real, es devastador.
Con tasas de interés inafrontables para el funcionamiento de las empresas y un tipo de
cambio de equilibrio imposible de determinar ("La gestión empresarial en tiempos de
Supercrisis", BAE Negocios, 16/7/18), la parálisis del aparato productivo es, por
momentos, total.
Ahora bien, nada de esto fue sorpresivo dado que, como hemos ido señalando, obedece,
entre otras causales relevantes, a la reconfiguración de las relaciones entre las naciones
emergente en el Nuevo Orden Internacional ("El mundo actual facilita los modelos de
desarrollo nacional", BAE Negocios, 4/9/17 y otros) y a la transformación de la economía
de los EE.UU. en el principal punto de atracción de las inversiones productivas y
financieras a escala global.
"Las decisiones del gobierno de Trump respecto a la administración del comercio exterior,
la reciente reforma tributaria y el megaproyecto de obra pública, actúan como un poderoso
atractivo para la inversión fronteras adentro de los EE.UU. Con una tasa de desocupación
rondando el 4%, el riesgo de "recalentamiento" está latente. (...) La suba de tasas de interés
es funcional a fines de evitarlo, así como también para la obtención del financiamiento para
los proyectos de inversión públicos y privados. Esto nos lleva a prever que la principal
economía del mundo será la gran "esponja" de la liquidez mundial.
No hay dudas que, competir con los EE.UU. por el crédito internacional, es un desafío que
podría exceder con creces las potencialidades de nuestra economía."
Hace más de un año ("Las elecciones y la economía", BAE Negocios, 15/8/17) que
señalábamos la peligrosidad del diagrama económico vigente que, al caminar sobre la
cuerda floja en claros desbalances, amenazaba con arrastrarnos a todos cuando el
funambulista perdiera el equilibrio. Esto sucedió y nos enfrentamos así a una situación de
crisis sistémica, que puede resultar la más profunda de nuestra historia y poner en riesgo la
continuidad de la Patria.
Las recientes medidas del diezmado "mejor equipo" no tendrán ninguna efectividad,
especialmente porque están basadas en cálculos erróneos y pésimas decisiones.
Los U$S 6.000 millones de ahorro fiscal, se estimaron en base a una sobrevaluación del
PIB o una subvaluación del tipo de cambio.
Respecto del incremento esperado en los ingresos públicos, si bien mejorarán por la
imposición de las retenciones a todas las actividades exportadoras, no alcanzarán lo
planificado en la medida que no se contemplan los deterioros en la recaudación devenidos
del descenso del nivel de la actividad económica, que oportunamente anticipáramos ("El
discurrir de la Supercrisis", BAE Negocios, 28/5/18). Además, su implementación es
pésima, al establecerse topes superiores de sumas fijas en pesos. El absurdo de que
proporcionalmente se pague más cuando el dólar pierde competitividad (o viceversa) se
complementa con el "hallazgo" de que ante los incrementos de la inflación y/o del tipo de
cambio, se licúan dichos ingresos.
De manera que volverá a llover sobre mojado, confirmando la irreversibilidad del fracaso
económico de Cambiemos, exponiendo al entramado social y productivo, a la amenaza de
la anomia ("¡Ay, Patria mía!", BAE Negocios, 7/5/18).
Evitar un "punto de ruptura" explosivo requiere del protagonismo de todos los cuerpos
orgánicos de la Nación, especialmente de aquellos que ejercen la representación política de
la sociedad, sean oficialistas u opositores.
Sobre sus espaldas recae la responsabilidad de proponer las soluciones; de otro modo el
descalabro económico perturbará irremediablemente el funcionamiento institucional y la
paz entre los argentinos.
*MM y asociados
Lunes, 17 de septiembre de 2018
Ahora bien, en el marco de esa renegociación, no podemos dejar de señalar que, si el FMI
decidiera adelantar al año entrante el desembolso del saldo de los fondos previstos en el
préstamo Stand by, para auxiliar al actual gobierno, dejará al que surja de las próximas
elecciones presidenciales en una situación de extrema fragilidad.
Dado que, como es fácil prever, si durante el período 2019/20:
por el lado de los egresos, se estima obtener un ahorro fiscal de U$S 6.000 millones, pero
ese cálculo fue realizado en base a una sobrevaluación del PIB o una subvaluación del tipo
de cambio.
en cuanto a los ingresos, debería computarse el deterioro en la recaudación que
oportunamente anticipáramos, devenido del derrumbe de la actividad económica, que
impactará negativamente en las arcas públicas, a pesar de las mejoras esperadas por la
reciente imposición de las retencionesvi a todas las actividades exportadoras.
No hay duda de que el actual oficialismo, como "padre, tutor o encargado" de los actuales
"gemelos", debe hacerse responsable por su desastrosa conducta.
Hacia el fin de 2018, la deuda externa pública y privada argentina alcanzará los U$S 435
mil millones, estableciendo un piso de servicios en torno a los U$S 20 mil millones.
Consecuentemente, en el mediano plazo, será necesario un superávit de esa magnitud en el
resto de los componentes que integran la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos, sólo
para mantener la deuda constante, o bien asumir la inestabilidad cambiaria derivada del
defecto de la oferta de dólares.
En este marco de déficits gemelos (externo y fiscal), urge discutir un entorno de política
económica que posibilite su solución.
En este sentido, la situación externa tendrá una rápida mejora mediante la implementación
de una política de Administración del Comercio Exterior (ACE), al permitir complementar
la determinación del tipo de cambio. Esto es posible dada la instauración del Nuevo Orden
Internacional (NOI) y la concomitante debacle de la OMC, que abrieron una ventana de
oportunidad que amplía el arsenal de instrumentos económicos para la búsqueda de
competitividad sistémica (la recuperación económica posterior al derrumbe de la
convertibilidad fue precedida por una drástica devaluación, que llegó a alcanzar el 300%,
de la moneda nacional. En la actualidad, nuestras estimaciones indican que el nivel del tipo
de cambio -de agosto de 2018- equivale a 1,79 del vigente en el año 2001).
La adecuada ACE entonces, se convierte en un poderoso instrumento para lograr un
superávit comercial que permita honrar todos los compromisos internacionales.
Complementariamente, la reactivación del mercado interno que devendrá de volver a
colocar el precio de los alimentos en una relación justa y razonable con los ingresos
populares (salarios, jubilaciones y pensiones), así como el de la energía, estimulando la
competitividad y rentabilidad empresarial, todo ello en un entorno de acuerdo sistémico
entre el trabajo y el capital, permitirá recuperar los ingresos tributarios, de tal manera que
las cuentas fiscales tiendan rápidamente al equilibrio.
Estas políticas, aplicadas en un marco "doctrinario de amor y paz", permitirán, sin "azotes
ni castigos", "reeducar a los gemelos en la virtud".
Responsabilidades compartidas
Por Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*
La tensión entre el precio del dólar y el nivel de las tasas de interés, oportunamente
señalado, se agudizó, a pesar de la irresponsable conducta gubernamental de desviar los
fondos obtenidos hacia la contención de la suba del tipo de cambio.
Sostuvimos entonces: "No se cumplen los términos del acuerdo con el FMI y así se activa,
no sólo la severa amenaza de default de los bonos soberanos sino la de un riesgo superior,
el
incumplimiento con el mismo FMI. En ese caso, las consecuencias serían nefastas, no sólo
para el actual Gobierno, sino también respecto de sus sucesores".
En este aspecto, vale rescatar de la historia reciente que, en los diversos ciclos
presidenciales de contingencia, que abarcaron desde el 23 de diciembre de 2001 hasta el 10
de diciembre de 2003 (gobiernos presididos por A. Rodríguez Saá, E. Duhalde y N.
Kirchner), no sólo se honraron los compromisos preexistentes con los organismos
multilaterales, sino que además se concertaron nuevas asistencias crediticias.
La Alianza Cambiemos dejará un país económicamente desquiciado, y tal como se
desprende de las proyecciones oficiales presentadas en el mensaje de remisión del
presupuesto 2019 al Congreso de la Nación, finalizará su gestión con déficits, tanto fiscal
como de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos.
Obligación patriótica
Resulta evidente que el nuevo gobierno, para "administrar la cosa pública tendiendo al bien
común", requerirá disponer de todas las herramientas económicas posibles, tanto en el
orden local como internacional.
Así, mientras el oficialismo intenta corregir el déficit fiscal primario, le queda a la próxima
administración hacerlo con el Déficit Fiscal Total (DFT)i v, con lo cual, lo firmado en junio
pasado, al margen de su incorrección en el diseño, aportaría parte de los fondos necesarios
para completar el actual período, así como para los 18 meses iniciales del siguiente.
Sin embargo, al solicitar acelerar los plazos de ingreso de los montos originalmente
destinados al próximo gobierno, casi U$S 18.000 millones, se violenta el sentido común, ya
que, si como mencionamos los mercados internacionales de crédito permanecen cerrados,
ello lo obligaría a generar un brutal ajuste del DFT.
Para realizarlo existen sólo dos mecanismos: restringir "extraordinariamente" los gastos y/o
incrementar "extraordinariamente" los ingresos.
Y, ante la grave situación económica y social que atraviesa nuestro país (sin negar que es
posible que exista algún tipo de gasto sobredimensionado), es impensable que el ajuste
necesario recaiga sobre los sectores de menores ingresos, y que estos sean los que realicen
el esfuerzo de equilibrar, ex ante, la ecuación macroeconómica básica.
En consecuencia, un gobierno popular debe inexorablemente, vía la aplicación de
impuestos, tasas y contribuciones sobre los sectores artificialmente más beneficiados,
obtener los recursos que le permitan descartar la propuesta de default, honrando los
compromisos asumidos.
En este marco, resulta imprescindible, para una sana convivencia democrática, que se
busquen los mecanismos que faciliten una transición ordenada, al tiempo que deseche el
falaz razonamiento oficial alrededor de la idea: "después de mí, el diluvio".
Para ello, las fuerzas políticas argentinas en conjunto, con la colaboración del FMI y demás
instituciones multilaterales de crédito, deben avocarse, como ya hemos mencionado, a
encontrar el equilibrio macroeconómico intertemporal, y así aportar las mejores soluciones
a una Supercrisis que pone en peligro la continuidad de la patria como tal.
Simuladores y negligentes
Por
Lic. Guillermo Moreno
Lic. Norberto Itzcovich
Dr. Claudio Comari
La deserción trae a nuestra memoria aquella nota del inicio del año, en la que nos
preguntábamos "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?" (BAE Negocios, 8/1/18).
Estábamos entonces convencidos de que, aún cuando fuera incapaz de ordenar,
mínimamente, las principales variables de la economía, se trataba de la única autoridad
económica en condiciones de garantizar que la gestión de Cambiemos llegara a cumplir,
aún deshilachada, su plazo institucional.
En el camino de cornisa
Distinto es el caso del staff del FMI, constituido por experimentados profesionales, que ha
decidido acompañar esta aventura que, para los argentinos, terminará muy mal.
Posiblemente, la meta central de los técnicos del organismo multilateral sea contener dentro
del interior de nuestras fronteras, la onda expansiva de la detonación de la Supercrisis,
salvaguardando así al resto del mundo de un posible "efecto tango".
Llegamos al precipicio
Entretanto, como en los espacios televisivos pagos, donde prometen que, si uno llama de
inmediato, recibirá la milagrosa crema de la juventud y la salud eternas, el oficialismo
persiste en prometer un futuro venturoso, y (tratar de) disimular el presente desastroso.
Lo más absurdo es que la política económica hoy aplicada, que es el nexo entre ambos
momentos, jamás podría decantar en tales resultados. Esperar sobrellevar la Supercrisis
mediante mayores dosis de los ingredientes que la generaron, es propio de un conjunto de
necios.
No es otra cosa el oficialismo. Decíamos en la primera nota citada, "la osadía, que puede
ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta irresponsabilidad cuando lo
que se arriesga son los activos de toda la sociedad".
Es posible que en los próximos días volvamos a escuchar a altos funcionarios aseverando
que "lo peor ya pasó", aunque lo que realmente sucede es lo contrario, ya que los
progenitores de la Supercrisis: el déficit fiscal y el del sector externo, lejos de reducirse,
están hoy en su zénit.
el déficit fiscal del Sector Público Nacional alcanza (sin rentas de la propiedadii, como
debe medirse) al 7,4% del PIB, a setiembre de 2018;
el rojo de algunas provincias y municipios representa el 1% del PIB; y
el déficit cuasi fiscal, generado por los pasivos remunerados del BCRA, encarna otro 2,9%
del producto.
Correctamente calculado, el Déficit Fiscal Total (DFT)iii es del 11,3% del PIB.
Ante esa "fotografía", vale profundizar el examen de factibilidad de los anuncios del
ministro Dujovne, quien presentó medidas para reducir el desequilibrio fiscal basándose en
el recorte de los gastos y la expansión de la recaudación, ya que "la película" será diferente
a lo esperado.
Como señalamos ("Me tomo 5 minutos", BAE Negocios, 10/9/18), los U$S 6.000 millones
de ahorro fiscal esperados, se estimaron en base a una sobrevaluación del PIB o una
subvaluación del tipo de cambio.
*M.M. y asociados
Hay quienes interpretan que el "acuerdo revisado" entre el gobierno argentino y el Fondo
Monetario Internacional, aun sujeto a la aprobación de su Directorio Ejecutivo, es en
esencia la cesión de todas las decisiones económicas al organismo multilateral.
Queda implícito en tal enfoque, la existencia de un plan injusto pero sustentable, así como
la persistencia de una autoridad capaz de implementarlo.
Pero, más allá de que la lamentable imagen del ministro Dujovne y la titular del FMI bajo
la enseña nacional diera pábulo a esta hipótesis, la realidad es, infelizmente, aun peor.
Lo que verdaderamente se deduce de las nuevas pautas del acuerdo, es que también el
Fondo considera insostenible la política económica en curso, y ante el irremediable final,
apuesta a transformar la explosión en implosión.
Por ello, la prohibición de expandir la base monetaria tiene como objeto evitar que se
dilapiden los fondos desembolsados (como ocurriera durante la era Caputo en el BCRA) y
que se apliquen a garantizar su finalidad original, esto es, el pago de la deuda soberana a los
tenedores no residentes, considerando que es posible establecer una renegociación
voluntaria con los locales.
Así, cual el domo invisible de la novela de terrori, el FMI intenta contener las ondas
expansivas del colapso de la economía nacional, dentro de nuestras fronteras.
Desde su óptica, imposibilitado el éxito de cualquier salvataje, sólo le queda prevenir los
contagios, a la región y al mundo, de la entropía argentina.
Argentina en cuarentena
En ese contexto, la restricción monetaria comprometida por el gobierno a través del BCRA,
explicitada por su nuevo titular: "tomaremos las medidas necesarias para que la base
monetaria crezca cero por ciento, en términos nominales de acá a junio del año que viene",
es absolutamente descabellada dada la inflación inercialii, ya que lleva a la disminución de
los saldos monetarios reales, provocando una espiralización de las tasas de interés,
elevándolas a niveles ignotos para nuestra economía, incluso hasta su potencial
indeterminación.
Esto genera incertidumbre en el cálculo de costos que deben realizar las empresas para
operar en el mercado, dejando los precios de producción y comercialización, en las diversas
cadenas, también indefinidos.
Oportunamente sostuvimos ("Subir la tasa de interés, un remedio peor que la enfermedad"
BAE Negocios, 23/7/18), que "fiel a su impronta de la improvisación como ´modus
operandi´, y con su característica incapacidad de caminar mientras masca chicle, el
gobierno ha concentrado todos sus esfuerzos en la contención de la tendencia ascendente
del tipo de cambio, elevando la tasa de interés, y en consecuencia el costo del crédito, a
niveles inauditos". Por ello el impacto de este salto de nivel, sobre el ya deteriorado
funcionamiento de la actividad económica, será de una severidad inédita, afectando a las
compañías en un gradiente asociado a la elasticidad ingreso de la demandaiii de los bienes
o servicios que ofrecen.
Como si esto fuera poco, la emisión diaria de Leliq, letras del BCRA a 7 días de plazo,
rememora a las fallidas políticas implementadas entre el segundo semestre de 1988 y el
primero de 1989, cuyo final es por todos conocido.
Tampoco es esperable una repentina mejora de la recaudación de una magnitud que permita
equilibrar de inmediato las cuentas fiscales.
Entonces, en ese "mientras tanto", los desembolsos del FMI representan una invalorable
reserva para dotar a la economía, en un plan de contingencia, de los recursos faltantes hasta
alcanzar su consistencia endógena.
En este marco, es imprescindible que los argentinos, ante este contundente diagnóstico,
apelemos al espíritu patriótico que anida en el seno de nuestro pueblo, neutralizando a los
"cipayos"iv, generando los consensos necesarios para que un gobierno de transición
establezca las sólidas bases sobre las que se asentará el próximo Modelo de Desarrollo
Económico Permanente y Sustentable.
*MM y Asociados
Los conceptos, como toda construcción intelectual mediante la que intentamos aprehender
el mundo que nos rodea, están sujetos a variabilidades devenidas de los marcos teóricos a
los que pertenecen y las instancias analíticas de su empleo en particular.
Y aún cuando es claro que se trata de una polisemia, pareciera ser oportuno debatir sobre
las bases de las diversas definiciones de "las anomias", bajo las que, en todas las
circunstancias, subyace la percepción de profundas disrupciones como parte de las
transformaciones en curso.
En mayo de este año, en la citada nota, alertábamos que "el autodenominado mejor equipo
de los últimos 50 años ha logrado que la Argentina enfrente una situación de crisis
sistémica, que puede resultar la más profunda de su historia y que, por poner en riesgo la
continuidad de la Patria como tal, debe ser analizada en conjunto desde los planos político,
económico y social."Marcábamos, asimismo, que las derivaciones de la Supercrisis
arrastrarían consigo a todos los componentes de la alianza gobernante y que, por lo tanto,
recaía como una responsabilidad de la oposición, la de proporcionar una alternativa capaz
de evitar la anomia1, es decir la situación de ausencia de regulaciones derivada de la
disolución de una arquitectura normativa sin que fuera reemplazada por otra.
Uno de los agudos analistas que reflexionaron recientemente sobre el tema, caracterizaba
como anomia mundial la actual depreciación de las instituciones que regularon el sistema
internacional durante el apogeo de la globalización.
Pensar que no hay reglas, podría resultar tan errado como seguir ateniéndose a las
anteriores, es decir, los postulados del fenecido Consenso de Washington.
En nuestro caso, desde hace algún tiempo, venimos anticipando un cambio de ciclo, que
hoy es para muchos difícil de ver, tanto como lo fueron el año pasado nuestras advertencias
sobre la Supercrisis que hoy transitamos.
Nos enfrentamos entonces, a un período en el que las litis por la distribución de los
espacios de las representaciones quedan secundarizadas por la dimensión más amplia de la
política, que no es otra que la que define quiénes serán los ganadores y los perdedores a
partir de instaurar un sesgo distintivo en el proceso de acumulación de capital futuro.
Es tal vez por ello que la noción de anomia se hace presente en tantas reflexiones, ya que
cuando las pugnas por los cargos decisionales en juego se desarrollan dentro de los límites
de un modelo establecido, normalmente, las disrupciones institucionales no forman parte de
las opciones. No es este el caso de la Argentina de hoy.
Al igual que los consultores, los políticos están obligados a entrever el futuro, con una
carga adicional: la de forjarlo.
Dado que, inevitablemente se avecina el momento de redefinir entre los diversos sectores
económicos los diferenciales (positivos o negativos respecto del promedio) de sus
respectivas tasas de ganancias, al ser dicha pugna potencialmente disruptiva, le cabe a la
política, en todas sus instancias organizativas, encontrar, a pesar de lo complejo, las formas
de la continuidad de las instituciones, que amortigüe la transición entre un proyecto y el que
le suceda.
Claro está que no todos los modelos, sólo por ser viables, son necesariamente equitativos;
incluso algunos basan su sustentabilidad en la "exitosa" exclusión de importantes
segmentos poblacionales.
Dichos vectores no pueden ser otros que los asociados a las rentas extraordinarias en la
economía, es decir aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado,
independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de
explotación de algún recurso natural.
Estas condiciones, en nuestro país, las cumplen algunas tierras y la energía fósil."
Las profundas transformaciones en el mundo (que favorecen la puesta en valor de tales
vectores en un todo sistémico), y las de la economía y la política nacional, tanto justifican
las preocupaciones por las derivaciones anómicas, como el entusiasmo por un futuro
venturoso.
En este último grupo nos encontramos, confiando en los buenos resultados del encuentro
armonioso entre la política y la economía.
*M.M. y Asociados
Desencontrado con la etapa histórica, el oficialismo se arrojó a los brazos del libre
comercio al mismo tiempo que éste, como modelo hegemónico y excluyente, sufría su
derrota final con la deserción de los Estados Unidos de sus filas.
Es por ello que, varias veces, señalamos que la estrategia de inserción internacional de la
alianza Cambiemos fue, entre otros, uno sus mayores errores de diagnóstico.
El surgimiento del Nuevo Orden Internacional (NOI), caracterizado por la puesta en valor
de los vectores de competitividad de las economías nacionales, se desarrolla en una
dinámica de fondo esencialmente confrontativa1, una lucha sin concesiones por la
determinación de cuáles son los pueblos que tendrán trabajo y cuáles lo perderán.
Y, como hemos tratado de manera recurrente (la semana pasada, entre otras oportunidades),
ese reordenamiento paulatino de las relaciones internacionales, cada vez más ajeno a las
premisas del Consenso de Washington, abre una ventana de oportunidad para convertir a
una Argentina de pleno empleo en una realidad posible.
En todo el orbe tal mutación adquiere diferentes características y velocidades, conforme se
van redefiniendo a su vez las relaciones comerciales entre los países.
En América, dos hechos resonantes recientes ameritan ser objeto de análisis por sus
secuelas:
en el hemisferio Norte, el acuerdo NAFTA acaba de ser renegociado, sobre bases que se
apartan significativamente de su matriz filosófica inicial, dando origen al "Acuerdo Estados
Unidos- México-Canadá" (USMCA, por su sigla en inglés), en mayor armonía con el NOI;
y en el Cono Sur, Brasil parece encaminarse a consagrar como presidente a Jair Bolsonaro,
quien ha realizado altisonantes declaraciones sobre su preferencia por "menos Mercosur y
más acuerdos bilaterales", abriendo un interrogante sobre el enfoque hacia las relaciones
internacionales que desarrollaría el nuevo gobierno de nuestro vecino país, que podría
distar significativamente del de sus antecesores inmediatos, y del que sostiene el actual
gobierno argentino.
Ninguna de estas novedades puede ser ignorada a la hora de reflexionar sobre el Modelo de
Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS) que la Argentina necesita y
que, más temprano que tarde, iniciará su marcha.
Aunque restan los pasos formales para su vigencia, tales como la ratificación por los
parlamentos, los trazos principales del USMCA ya han sido acordados por los negociadores
de los respectivos poderes ejecutivos.
Los aspectos más distintivos, en cuanto a las modificaciones introducidas, son aquellas
disposiciones orientadas a limitar el ingreso de bienes finales o insumos intermedios
provenientes de países externos al tratado, ya que los beneficios arancelarios, en el
intercambio comercial entre sus miembros, están subordinados al cumplimiento de cuotas
mínimas, en general muy altas, de uso de componentes producidos en la región.
Así se acordó:
que entre el 40% y el 45% de los productos de la industria automotriz debe ser realizado
por trabajadores que ganen al menos u$s16 por hora,
incluir un Anexo que compromete acciones en la legislación mexicana para garantizar el
ejercicio de las negociaciones colectivas y obliga a las partes a adoptar y mantener derechos
laborales reconocidos por la Organización Internacional del Trabajo,
limitar, entre otros, los llamados "contratos de protección" que tienden a favorecer la
precarización de las condiciones de los asalariados, e
incorporar nuevas disposiciones para prohibir la importación de mercancías producidas por
el trabajo esclavo y garantizar que los migrantes estén protegidos por las leyes laborales.
Resulta evidente que el cuidado de las industrias locales y la promoción de empleos bien
remunerados, son los ejes rectores de estos nuevos acuerdos.
En varias oportunidades hemos señalado que las transformaciones del orden internacional
hacen cada vez más evidente los límites del Mercosur.
Es que si luego de más de tres décadas desde la "Declaración de Foz de Iguazú"2, los
impedimentos de la integración continúan, ello no se debe (centralmente) a falta de
voluntad o pericia política de los poderes ejecutivos, sino a la ausencia de
complementariedad entre las dos economías más importantes del bloque.
Se trata de entramados productivos que compiten entre sí. Por ello, sin importar de cuál
bien o servicio se trate, en general, las empresas brasileñas y las argentinas disputan los
mismos clientes, incluso en sus mercados internos.
Dijimos hace más de un año ("Reforma laboral de Brasil: ¿el fin del Mercosur?", BAE
Negocios, 24/7/17), "si a las asimetrías de competitividad hoy existentes se le adiciona que
la producción brasileña logra obtener un diferencial basado en el abaratamiento del costo de
la mano de obra, será imposible la supervivencia del acuerdo tal como lo conocemos".
A su vez, recordemos, las áreas de libre comercio nacieron enmarcadas en los postulados
del mundo globalizado, sostenidas en los cimientos axiomáticos de las corrientes
neoliberales y que también fueran adoptados como tales por las socialdemócratas.
En el caso de que asumiera Bolsonaro, y una vez en el gobierno diera curso a los anuncios
antes citados, Brasil sólo anticiparía una discusión que ineludiblemente debemos dar,
compelidos por las necesidades que supondrán para la instalación de un MoDEPyS en la
Argentina, la continuidad de las múltiples tensiones e incompatibilidades en el mercado
común.
No caben dudas de que el diseño del nuevo ciclo de integración económica, adaptado a las
necesidades de nuestro modelo de desarrollo, requerirá, además de redefinir la relación con
Brasil, extender los horizontes de nuestro intercambio comercial en un esquema de
articulación en el que la producción argentina llegue, entre otros destinos, cada vez más al
norte del continente.
En el nuevo amanecer de nuestra Patria, nuestro mejor futuro estará en saber integrar a
todas las naciones hispanoparlantes de América del Sur, en un conjunto armónico de
economías complementarias, alrededor del eje Caracas-Bogotá-Lima-Buenos Aires,
recuperando así la gesta sanmartiniana.
1 Proceso no exento de violencia, al que el papa Francisco con crudeza caracteriza como III
Guerra Mundial en cuotas.
2 Acuerdo de integración, precursor del Mercosur, firmado por los presidentes Raúl
Alfonsín y José Sarney en 1985.
3 Dicha orientación tendría continuidad si resultara electo el candidato del Partido de los
Trabajadores, Fernando Haddad, según sus propios anuncios de campaña.
*MM y Asociados
Mediante el "Yo confieso", una de las más conocidas oraciones de la liturgia católica que
junto con el "yo pecador" conforman el "Confiteor", se pide perdón por los pecados de
pensamiento, palabra, obra u omisión, cometidos.
Bajo esta "tea votiva", durante el primer semestre de su mandato, alertamos a la alianza
Cambiemos sobre las inconsistencias macroeconómicas entre una política monetaria
contractiva y otra fiscal expansiva, que anidaban en el seno del diseño propuesto.
Lejos de ser transitorias, ellas se consolidaron como los componentes definitorios del
esquema económico oficial, llevándonos a caracterizarlo como un "experimento", dada la
carencia de una "estructura ordenadora" que permita tipificarlo como un "modelo".
A pesar de ello, oportunamente efectuamos las proyecciones macroeconómicas para el año
2017, con la expectativa de que cierto dominio de la disciplina iba a hacer entrar en razones
a las autoridades económicas de aquel entonces. Pero, por el contrario, se dedicaron a
agudizar los desequilibrios durante el año electoral.
Llegado este punto, nos vimos obligados a señalar que la magnitud de los desbalances
alcanzados imponía tales niveles de oscilación sobre los principales indicadores, que
tornaba imposible la elaboración de pronósticos certeros de su desempeño en 2018I.
Eran tiempos en los que la mayoría de los "especialistas" pronosticaban un crecimiento del
PIB del 3,5%, una inflación del 15%, y un valor del dólar de 21 pesos, a fin del corriente
año.
Durante el último mes de abril la realidad confirmó nuestra razón. En el artículo "¡Ay,
Patria mía!" (BAE Negocios, 7-5-18), señalábamos: "La Argentina de mayo de 2018 se
enfrenta a un escenario en el que convergen los desequilibrios fiscales del 89 con los del
sector externo de 2001, por lo que ambos fenómenos se potencian mutuamente generando
las condiciones de una Supercrisis".
Así entonces, de la misma forma que de haber asumido la interesada posición del
mainstream hubiéramos pecado por omisión, hoy ocurriría lo propio si no señaláramos
claramente que las iniciativas económicas oficiales no tienen ninguna chance de viabilidad.
Cuando el oficialismo decide espiralizar las tasas de interés, la idea fuerza que subyace es
que ello resulta, para la actividad económica, menos dañino que un tipo de cambio al alza.
De esa manera, soslaya que en una economía bimonetaria como la nuestra, las empresas, en
general, encuentran los mecanismos para continuar operando en contextos devaluatorios.
Los tipos de interés para los pasivos remunerados del BCRA que, hacia el mes de abril,
cuando estallaron las dificultades cambiarias, se incrementaron hasta valores del 40%
anual, alcanzan hoy guarismos insólitos en torno al 74%, siendo aún inferiores a los que
deben pagar las compañías para financiarse, que ya superan los 3 dígitos.
Ello perjudica a todas las empresas, independientemente de su tamaño, las cuales se ven día
a día severamente impactadasIII, hasta paralizar crecientemente las actividades de
producción y comercialización de sus bienes y servicios.
Esto les resulta necesario ya que, dado el deber ser del organismo multilateral, y al prever el
colapso del esquema vigente, sólo resta evitar los contagios, a la región y al mundo, de la
entropía argentinaV.
¡Peligro-Periculum-Danger!
Como ya señalamos, esa medida, en un contexto de inflación inercial, tiene como inmediata
consecuencia la caída de los saldos monetarios reales, espiralizando aún más las tasas de
interés.
En consecuencia, es tan importante para quienes nos desempeñamos en la tarea del análisis
económico advertirlo, como para quienes tienen las responsabilidades pertinentes, evitarlo,
de tal manera de no incurrir en los pecados de omisión ni de obrar.
Amén.
I-El alto grado de dispersión en las variables involucradas, impedían la construcción de una
prognosis correctamente elaborada.
II-BAE Negocios, 23-7-18, “Subir la tasa de interés, un remedio peor que la enfermedad”.
*MM y Asociados
Nos parece válido retomar esta problemática, frente al hecho que, la irrupción de Jair
Bolsonaro en el estrellato de la política brasileña, señala un significativo cambio en el
sistema de representaciones del vecino país, abriendo una serie de interrogantes que
trascienden sus fronteras.
Sin embargo, entender este evento, de por sí disruptivo, como la trivial incorporación de un
nuevo actor relevante en el establishment político, sería simplista, ya que su paso desde la
cuasi marginalidad política al dominio del centro de la escena pública, es la manifestación
inmediata de una crisis en el sistema político que expresó, bajo diversos matices, un modelo
de acumulación de capital que rigió desde el golpe de Estado de 1964 hasta la fecha. Por
ello, posiblemente, también sea el punto a partir del cual se torne irreversible la
transformación de las representaciones que se empezara a expresar en el proceso de
destitución de Dilma Rousseff.
Brasil parece enfrentarse así a una nueva etapa que, atravesada por la redefinición de la
relación de los diferentes actores económicos y sociales con las formaciones políticas que
los expresarán en el futuro, previsiblemente estará signada por la inestabilidad.
Se abre el interrogante, hacia el mediano plazo, sobre si Bolsonaro no será, el último paso
intermedio hacia la génesis de una nueva superestructura política que, finalmente, ponga en
discusión el patrón de acumulación sobre el que se sustentó el orden que hoy está en
cuestión.
Mientras tanto, de este lado del Río Uruguay, ello da pie a profundizar la reflexión en torno
a la instauración de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable
(MoDEPyS), especialmente desde el punto de vista de cómo la expresión en términos
políticos de necesidades, intereses y aspiraciones de los conjuntos sociales, se vincula con
su participación en la generación y distribución del ingreso total.
En el caso de Brasil, el golpe de Estado que derrocó a João Goulart, logró configurar un
modelo de acumulación que dio viabilidad a la asociación de las antiguas oligarquías con
una significativa parte de las capas altas y medias emergentes. Ello significó, a su vez, la
partición del entramado que dio sustento a la experiencia de aquel nacionalismo brasileño,
hasta la final dilución de esa tradición, por lo que los segmentos sociales excluidos,
numerosos por cierto, privados de sus "alianzas naturales", carecieron de volumen
suficiente para engendrar representaciones políticas relevantes o centrales.
Es a partir de allí, que se desarrolla un proceso en el que las lógicas tensiones y las
adaptaciones a los escenarios cambiantes, se dan sin volver a poner en cuestión los trazos
centrales de la estructuración económica nacional, determinando, a la vez, la notable
estabilidad del sistema político brasileño, que va evolucionando hacia los postulados del
CW, vía diferentes versiones y combinatorias de sus dos expresiones icónicas (la
socialdemocracia y el neoliberalismo), aun ante la incorporación de nuevas figuras y
formaciones relevantes. De allí que fuera posible que Dilma Rousseff cediera las riendas de
la economía al neoclásico Joaquim Levy.
Es que, así como el peronismo no pudo terminar con el orden oligárquico conservador, este
último, aunque sí fue capaz de interrumpir el desarrollo del modelo del nacionalismo
popular criollo, no pudo ofrecer un esquema económico idóneo para la incorporación de
otros actores en una alianza de carácter permanente, ni desarticular los altos niveles de
organización social alcanzados, especialmente por el movimiento obrero.
De manera que quedan en pie dos contendientes de peso, que al mismo tiempo no logran la
entidad suficiente para imponer su hegemonía, dando lugar al proceso pendular que
vivimos los argentinos desde hace prácticamente 80 años.
Para el enfoque que postula como inevitable, aun cuando la economía funcionara al
máximo de su potencial, la existencia de ciertos niveles de desocupación y de pobreza,
definidos como "estructurales", dichas rentas extraordinarias deben ser aplicadas, bajo
diversas modalidades, en la subsistencia de aquellos sectores marginalizados.
Esta visión, sin embargo, pone en irresoluble colisión los aspectos aspiracionales con la
perpetuación del status quo de una extendida franja de la sociedad.
Otra mirada, presupone que aquellas deben ser utilizadas por el propio Estado, quién asume
así el rol de dinamizador de la economía, y las aplicará de acuerdo a las prioridades que una
preexistente planificación económica les asigne, razón por lo cual, la imprecisa definición
del papel del empresariado, no parece ofrecer estímulos suficientes para participar de una
alianza perdurable.
Por último, la perspectiva que nos seduce, es la que plantea que dichas rentas deben ser
distribuidas en la totalidad del entramado empresarial, con el objetivo de mejorar sus
estructuras de costos y, por ende, sus precios de comercialización. Ello garantizará la
hegemonía de esas compañías en el mercado doméstico, al tiempo que facilitará su
adecuada inserción en los flujos internacionales de comercio4, asegurando de esta manera
el pleno empleo de los factores productivos.
Las condiciones del Nuevo Orden Internacional, no podrían ser más favorables, al
permitirnos apelar a la administración del comercio exterior como instrumento (transitorio)
de protección y fortalecimiento del aparato productivo nacional.
A diferencia de lo que acaba de acontecer en Brasil, eso es lo que estará en juego en las
próximas elecciones generales de la Argentina: la discusión de la representación en
términos de lo representado.
3 Estas, tal como definimos en nuestro artículo “Cómo seguimos” (BAE Negocios,
29/1/18), están constituidas por “aquellos beneficios redundantes, que se generan en el
mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la
exclusividad de la explotación de algún recurso natural”. Esa característica, en Argentina,
la cumplen algunas tierras y la energía fósil, constituyéndose, en consecuencia, en los
vectores de competitividad de nuestra economía.
4 Como señalamos en “El nuevo Nuevo Mundo” (BAE Negocios, 22/10/18), el diseño del
nuevo ciclo de integración económica, adaptado a las necesidades de nuestro modelo de
desarrollo, requerirá, además de redefinir la relación con Brasil, extender los horizontes de
nuestro intercambio comercial en un esquema de articulación que integre a todas las
naciones hispanoparlantes de América del Sur, en un conjunto armónico de economías
complementarias.
En el marco de este debate, en nuestro artículo El día después de mañana (BAE Negocios,
15/10/18), sosteníamos: "en las economías modernas, la posibilidad de reponer lo que se
consume (reproducción ampliada) depende de la tasa de inversión. El quantum que esta
alcance, inter e intra sectores, determina, entre otros aspectos, el gradiente que establece los
beneficiarios centrales, secundarios y marginales, e incluso, en algunos modelos (como los
neoliberales), quienes quedan "descartados", al decir del papa Francisco, de toda
recompensa".
Esos diversos ordenamientos, que no son otra cosa que "modelos de acumulación de
capital", encarnan tanto en la dimensión más profunda de la política, en términos de
definición de la relación de los diferentes actores económicos y sociales entre sí (lo
representado), como con las formaciones que disputan los espacios de decisión (las
representaciones) que los expresan.
De allí que, casi invariablemente, las respuestas de política económica a esta problemática
oscilen entre resignarse a la exclusión (el penoso criterio de "que se la rebusquen"), que es
la "solución" neoliberal, o bien que tengan un ingreso de subsistencia a partir del
presupuesto del Estado en cualquiera de sus tres niveles.
Si, por el contrario, se incrementa la tasa de ganancia de estas unidades productivas (UP)
integrantes del SIU, es esperable que su crecimiento redunde en la formalización, con las
ventajas de inclusión social que ello trae aparejado.
El rol del estado, en consecuencia, es el de utilizar sus políticas regulatorias para establecer
el marco adecuado en el que todas las UP obtengan su cuota parte del excedente. Y esa
decisión, obviamente, tiene estrecha relación con las consecuencias sobre los ganadores y
los perdedores en el devenir del MoDEPyS.
Por su parte, desde el inicio del gobierno, los sectores populares ven gravemente afectados
sus ingresos (conformados por sueldos, salarios, jubilaciones y pensiones), por el efecto
devastador del aumento del precio de los alimentos (con origen en la devaluación inicial y
la quita de retenciones), lo cual a su vez provocó una brutal pérdida de su poder adquisitivo,
y la lógica caída del consumo.
En consecuencia, para recrear el círculo virtuoso de una economía sana, deben maximizase
los vectores de competitividad del aparato productivo nacional, que no son otros que los
asociados a las rentas extraordinarias3, utilizando todas las herramientas que el Estado tiene
a su disposición en materia de regulación de precios.
Ello, junto con políticas de tipo de cambio competitivo y una adecuada administración del
comercio exterior (cuya implementación se ve favorecida por el contexto internacional),
garantizará la hegemonía de las empresas locales en el mercado doméstico, al tiempo que
potenciará su inserción en los internacionales.
Este correcto desenvolvimiento del MoDEPyS permitirá arribar al pleno empleo de los
factores productivos, posibilitando, por lo tanto, la paulatina incorporación del SIU al
sector formal de la economía.
Durante este tránsito, quedará demostrado que la pobreza y la desocupación no deben ser
caracterizadas como "estructurales", sino sólo "circunstanciales".
*MM y Asociados
1 Definimos al SIU, como aquel sector compuesto por múltiples unidades productivas
(unipersonales o no) oferentes de bienes y servicios, donde no resulta determinante su
tipificación de acuerdo con el grado de cumplimiento de sus obligaciones fiscales, sino
ciertas características intrínsecas de su organización, principalmente la indiferenciación en
la retribución entre el trabajo y el capital, entre otras. Son activos generadores del
excedente social, pero participando sólo marginalmente en su apropiación.
2 Las empresas, como simbiosis del capital y del trabajo, son el elemento primario
constitutivo de la base material de la Nación.
3 Las rentas extraordinarias, tal como definimos en nuestro artículo “Cómo seguimos”
(BAE Negocios, 29-1-18), están constituidas por “aquellos beneficios redundantes, que se
generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de
ejercer la exclusividad de la explotación de algún recurso natural”. Esa característica, en
Argentina, la cumplen algunas tierras y la energía fósil, constituyéndose, en consecuencia,
en los vectores de competitividad de nuestra economía.
Lunes, 19 de noviembre de 2018
Las secuelas negativas del experimento en curso son severas para la economía nacional en
su totalidad y, de no operarse en contrario, el daño, en el discurrir de los acontecimientos,
se irá profundizando.
La hora de la oferta
Sin embargo, a medida que éstos iban siendo utilizados, se suscitaba una creciente tensión
de precios en aquellos sectores que más rápido alcanzaban el límite de su capacidad
instalada (inflación de demanda).
A su vez, dado que el crecimiento del PIB provoca un incremento más que proporcional en
las importaciones, el deterioro de la balanza comercial que ello conlleva tiende a impactar
al alza en las expectativas de devaluación y, por consiguiente, en la tasa de interés
(inflación de costos).
Así como el año 1952 fue un claro ejemplo de lo ut supra señalado, una vez más, como a lo
largo de la historia, resurge a partir de 2012 el clásico problema, aunque esta vez agudizado
por la singular característica de bimonetarismo que ha adquirido nuestra economía.
Para las etapas reconstructivas que necesariamente sucederán al fracasado esquema actual,
los estímulos de la demanda serán los pasos iniciales para emprender la recuperación.
Por lo tanto, el Modelo de Desarrollo para la Argentina, con los necesarios requisitos que lo
hagan permanente y sustentable, deberá orientarse, esta vez, a la producción.
Este razonamiento se da de bruces con las directrices del capitalismo moderno, que tienden
a la protección y el fortalecimiento de los mercados internos (a partir de mejorar el poder
adquisitivo de los ingresos populares-IP1), los cuales se constituyen en los elementos
iniciales de las condiciones endógenas de desarrollo.
La manera de encontrar una solución a esta falsa dicotomía (sueldos y salarios vs. tasa de
ganancia) es la apropiación, por parte del conjunto de la sociedad, de las rentas
extraordinarias. Estas, como definimos en BAE Negocios, 29-01-2018, "Cómo seguimos",
están constituidas por "aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado,
independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de
la explotación de algún recurso natural. Esa característica, en Argentina, la cumplen
algunas tierras y la energía fósil, constituyéndose, en consecuencia, en los vectores de
competitividad de nuestra economía".
En consecuencia:
Por el lado de la demanda, los precios justos y equitativos para los alimentos, permitirán
recomponer el poder adquisitivo2 del IP, impactando favorablemente en el crecimiento del
consumo privado.
En tanto, desde la perspectiva de la oferta, la posibilidad de contar con precios de la energía
(en todas sus formas) adecuados a los valores de los mercados de referencia
internacionales, redundará en la baja de los costos totales de las empresas que la utilizan
como insumo, y en la recomposición de su rentabilidad.
Para el correcto funcionamiento de las políticas aplicadas para incentivar simultáneamente
el consumo y la producción, se necesita un contexto macroeconómico consistente, en el que
deben lograrse, y mantenerse a lo largo del tiempo, los equilibrios fiscal y externo.
1 Los Ingresos Populares (IP), incluyen los sueldos y salarios, jubilaciones, pensiones y
asignaciones.
2 Al reducir la proporción del ingreso requerido para la adquisición de alimentos (en virtud
de la mejora de los precios relativos), aumenta la capacidad de consumo de bienes y
servicios no alimentarios.
4 Por previsión social entendemos el ingreso en concepto de salario diferido que recibirá
todo trabajador cuando deje de prestar servicio activo, en tanto la referencia a seguridad
social involucra aquellos ingresos o beneficios que recibirá determinada población meta,
incapacitada de obtenerlo en condiciones de mercado.
La singularidad bimonetaria de la
economía argentina
Por Lic. Guillermo Moreno
Lic. Norberto Itzcovich
Dr. Claudio Comari
Antecedentes
Las tres funciones principales del dinero, generalmente aceptadas, son: fungir como medio
de pago, ser unidad de cuenta y constituir reserva de valor1.
Esta particular dinámica bimonetaria se fue exacerbando durante las últimas seis décadas,
en la medida que se producían profundos desequilibrios macroeconómicos que aceleraban
el proceso inflacionario.
A partir de la década del ´60, los inversores más calificados comenzaban a operar en
"moneda dura", proceso que fue discurriendo a lo largo de los años, dejando en el camino
ganadores y perdedores, provocando una lógica reasignación de riqueza.
Posteriormente, con los acontecimientos conocidos como "el rodrigazo", "la tablita" de
Martínez de Hoz y "el que apuesta al dólar pierde" de L. Sigaut, entre otros, se aceleró y
masificó la dolarización de carteras, proceso que fue in crescendo, hasta alcanzar el
paroxismo con la hiperinflación alfonsinista de 1989.
Si bien el estado argentino posee un significativo pasivo en dólares, hay que considerar que,
a la inversa, el sector privado conserva un activo en esa misma moneda aún mayor. En
tanto y en cuanto la Nación Argentina está conformada por el agregado de ambos sectores,
podemos resaltar, como señalan las estadísticas oficiales, que nuestro país mantiene con el
mundo una "posición neta positiva".
Esta situación puede observarse en las cifras que el INDEC publica como "Posición de
Inversión Internacional (PII)", tal como se detalla en el cuadro.
Los resultados de la PII, al segundo trimestre del año 2018, arrojan un saldo favorable de
poco más de U$S 52.000 millones, con un activo cercano a los U$S 362.000 millones, de
los cuales casi el 79% (U$S 284.792 millones) pertenecen al sector institucional
denominado "otros sectores" (que corresponde al sector privado no financiero).
Volviendo a hacer del defecto una virtud, el próximo modelo de desarrollo argentino debe
permitir que los fondos en el extranjero, así como el atesoramiento doméstico, se
transformen en ahorro que financie el flujo inversor, facilitando el crecimiento sostenido de
la economía.
Para ello, es relevante indagar sobre la forma en la cual la política monetaria consigue que
haya una situación de indiferencia entre la utilización de ambas monedas.
Y ese sendero debe lograrse mediante políticas que posibiliten la convergencia de las tasas
de interés y de inflación, hacia niveles compatibles con los internacionales, eliminando las
expectativas de devaluación.
Así, se generará un contexto en el cual las empresas puedan encarar proyectos de inversión
a mediano y largo plazo, que generen una adecuada rentabilidad, utilizando parte de
aquellos activos en moneda extranjera.
Cabe consignar que, una vez conseguido ese objetivo, es preciso prever que la sobre
abundancia de dólares no retrase el tipo de cambio competitivo, necesario para que la
economía nacional sostenga su desarrollo. Ello, teniendo en cuenta que no puede absorber
más de 12 a 15 mil millones de dólares plus por año, con un PIB creciendo a tasas anuales
del 6% o 7%, sin que se produzca una revaluación del peso.
Ello permitirá a nuestro país ingresar en la etapa virtuosa del bimonetarismo, evitando lo
que aconteció, con excepciones, en los últimos sesenta años, cuando al tiempo que la
Argentina iba transformando bienes de producción en dólares, fueron creciendo,
notablemente, la desocupación y la pobreza. Como afirmamos en Panes y peces (BAE, 6-8-
18) "se presenta la enseñanza de que la satisfacción de las necesidades depende del acceso a
los bienes (o servicios) y no de una mediata representación, como es el dinero".
Por esa razón, en el próximo MODEPyS, que deberá ser con una clara orientación a la
producción, crecerá significativamente la base material de la nación.
*MM y Asociados
1 La utilización del dólar como reserva de valor puede realizarse como ahorro o
atesoramiento. En este último caso, se debe tener en cuenta que los fondos no pertenecen al
virtuoso circuito “ahorroinversión”, pero en el instante en que son utilizados para la
adquisición de un bien, al financiar la inversión, se transforman en ahorro.
Las calles de la Ciudad de Buenos Aires cortadas, multitudes que se desplazan de un lado a
otro. Miles de personas llegadas de distintos lugares se juntan en los lobbies de los hoteles,
comentan, se dirigen hacia donde se realizará el evento. Se ven autos y motos de la policía,
la gendarmería y otras fuerzas de seguridad por doquier.
No, no estamos hablando del encuentro más relevante del G201, la Cumbre de Jefes de
Estado, que se desarrolló la semana pasada en Buenos Aires, sino de los preparativos para
la frustrada revancha del River- Boca.
Sin embargo, el final es el mismo para ambos acontecimientos. Ninguno de los dos tuvo
resultado alguno.
Con la desintegración de la Unión Soviética no sólo se resuelve la Guerra Fría, sino que
emerge y se consolida la "globalización"2.
Este esquema, que llegó a ser catalogado como el "fin de la historia"3 por su vigor inicial,
al ingresar al siglo XXI, mostró serios síntomas de agotamiento, hasta el estallido de la
crisis financiera internacional de 2008.
Las tensiones también hicieron eclosión al interior del G20, cuando en su reunión cumbre
de 2014 en Brisbane, Australia, a instancias del ex presidente de Estados Unidos (EE.UU.),
Barack Obama, se excluyó al líder ruso, Vladimir Putin, de la foto oficial.
Se trata, ni más ni menos, del surgimiento del Nuevo Orden Internacional (NOI) que, paso
a paso, va sepultando el esquema que le antecedió, cuyas instituciones rectoras, incluyendo
el G20, avanzan raudamente hacia la obsolescencia.
Como ilustramos oportunamente, apelando a una imagen retórica del papa Francisco (cuya
elección también es un hito del actual proceso), el mundo uniformizado va siendo sustituido
por otro en el que son las características de cada pueblo las que se destacan. La figura
geométrica que representa la corriente globalizadora es una esfera, donde los puntos que la
conforman, todos equidistantes del centro, son homogéneos y no se distinguen entre sí,
contrastando con la óptica del NOI, donde el mundo se simboliza como un poliedro
irregular, en el que cada una de sus caras -los pueblos- desde sus propias especificidades,
integran un todo.
Así como la mencionada corriente "globalizadora" (la esfera) es reconocida como propia
por el neoliberalismo y la socialdemocracia, lo mismo sucede en el campo de los
"nacionalismos", que integran tanto los que proponen la construcción de muros como los
que, fieles a la tradición de acogimiento de inmigrantes a la Argentina -que nos sentimos
hermanados con los demás pueblos del mundo (aquel poliedro)-, aspiran a tender puentes.
La economía desde los conceptos de "la defensa y seguridad nacional"
La batalla de la hora, a nivel internacional, es por la protección del trabajo y del empleo en
cada una de las naciones, a partir de la defensa de la producción y los mercados domésticos.
Es una era en la que, como en la canción infantil, cada cual atiende su juego.
Es así que el presidente de EE.UU., país que lidera el nuevo orden, invocó una ley que le da
el poder de restringir el comercio, en nombre de la amenaza a la defensa y seguridad
nacional que resultaría de socavar la viabilidad de producir localmente insumos
estratégicos, así como, al renegociar los acuerdos comerciales del NAFTA o excluir a su
país del tratado del pacífico, se basó en la primacía de los "intereses de la Nación".
En este marco, algunos de los ganadores del anterior orden, pasan a ser los perdedores del
NOI y viceversa, como es el caso de la Federación Rusa que por ser, justamente, el
principal proveedor de energía para Europa y China, pasa a integrar el grupo de los
triunfadores.
Así, la III Guerra Mundial en cuotas, como la designa el papa Francisco, persistirá hasta
que la economía de EE.UU., que a la salida de la II Guerra tenía el liderazgo absoluto en el
bloque occidental (distancia que con el transcurrir de las décadas se fue acortando, tanto
respecto de la UE como de la RPC), vuelva a imponer una amplia "zona de confort".
Réquiem al G20
Ningún programa será susceptible de ser exitoso para nuestro país, si no se basa en la
comprensión de las profundas transformaciones que se operan en las relaciones
internacionales, especialmente en el plano económico, desde hace ya una década.
Mucho ha incidido en el fracaso del gobierno de la alianza Cambiemos su incorrecto
diagnóstico, que lo llevó a permanecer aferrado, en el plano internacional, a las ya
fenecidas premisas de la globalización, mientras que en todo el mundo se privilegia adoptar
medidas de protección de las economías locales.
Tampoco es acertada la visión que caracteriza a los actuales procesos políticos de los países
latinoamericanos como insertos en una gigantesca "ola neoliberal", que tipifica la situación
de todo el subcontinente.
Ello no sólo implica una errónea evaluación del papel que está jugando la principal
economía mundial en la constitución del NOI, sino que tampoco justiprecia los sucesos de
la región. Bolivia y Venezuela, mantienen los rumbos adoptados, al tiempo que sería
impensable que un neoliberalismo rampante acepte un proceso de paz, en vez del
aniquilamiento de su oponente, como sucede en Colombia.
Aquel diagnóstico tampoco se ajusta a lo sucedido en nuestro país o Brasil. Las
presidencias de Mauricio Macri y de Michel Temer espiralizaron los desequilibrios fiscales,
en franca contradicción con la premisa nodal de las administraciones en tiempos de
globalización.
El G20, como entidad del orden decadente, no tiene más destino que el de la
intrascendencia. Así lo ratificó la reciente Cumbre de Buenos Aires.
En el actual contexto, más temprano que tarde, los países que hoy lideran el conjunto
victorioso repetirán, de alguna manera, un tratado que, a imagen del de Yalta, establezca
áreas de influencia y construya las instituciones multilaterales que expresen el nuevo
acuerdo que, sólo si incorpora la palabra rectora del papa Francisco en nombre de los
pueblos que no tienen voz, resultará más justo que el anterior.
1 G-20: foro integrado por 19 países como miembros permanentes (Alemania, Arabia
Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, EE.UU., Francia,
India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía), y una
representación adicional por la Unión Europea. España concurre en calidad de invitado
permanente. Participan, además, organizaciones internacionales que integran el foro a
través de sus presidencias (ONU, FMI, Banco Mundial, Consejo de Estabilidad Financiera
-FSB-, OIT, OMC, OMS; la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático -ASEAN-, la
Unión Africana, la Comunidad del Caribe -CARICOM-, el BID, entre otras)
2 Ordenamiento internacional orientado por las premisas del “Consenso de Washington” y
regulado por las instituciones alumbradas por los acuerdos de Bretton-Woods..
*MM y Asociados
Lunes, 10 de diciembre de 2018
La situación de las familias no es diferente a la de las empresas. Los ingresos han perdido
poder adquisitivo en forma sostenida, al tiempo que el panorama del empleo es de cotidiano
declive.
Tales descargos están lejanos a ser veraces. La ruinosa situación de la economía nacional es
el inevitable resultado de la sucesión de políticas erróneas implementadas por Cambiemos,
que no sólo no resolvió los problemas prexistentes, sino que los profundizó hasta extenuar a
los agentes económicos.
La mala praxis económica nos ha conducido hasta aquí. Sin embargo, frente a ello,
reafirmamos que nada justifica desfallecer ante el sombrío panorama, ya que sería injusto
en cuanto valoración de lo hecho (mantener la empresa en marcha) y, principalmente, inútil
hacia el porvenir.
Así como el pesimismo es un momentum del optimismo, este es un período que puede ser
el punto de apoyo preparatorio para el reverdecer en los, necesariamente, mejores días que
sabremos construir.
Y aunque las duras condiciones que hoy atravesamos hacen difícil percibir que tales
afirmaciones tienen mayor fundamento que la propia voluntad de los enunciantes, ellas se
sustentan en la misma profundidad y rigurosidad analítica que nos llevó a prever1 (con
antelación suficiente a los primeros síntomas y a contramano de las corrientes mayoritarias
de opinión profesional), la Supercrisis que transitamos.
Hacia mayo de 2016, nuestra opinión era: "Luego de seis meses de gestión macrista, se
empiezan a agotar los plazos para definir el sesgo que tomará finalmente el gobierno.
Durante estos meses hemos observado una política económica poco coordinada, e incluso
acciones contrapuestas."2
Creíamos entonces que el gobierno iba a buscar algún tipo de solución a los problemas, sin
sospechar que se trataba del verdadero modus operandi de la alianza Cambiemos:
"no importa si algo no se resuelve o incluso se agrava, salgamos del paso hoy".
El desplome de la economía, provocado por la caída del consumo privado, pretendió ser
solucionado vía el aumento del gasto público, pero al recaudar menos y erogar más, se
inició un sendero de duplicación del déficit fiscal heredado.
Este fue, fundamentalmente, financiado mediante el crédito externo. Dado que los dólares
ingresados, para poder ser gastados, requerían ser transformados en pesos (aumentando la
emisión monetaria y la probabilidad de inflación), el Banco Central de la República
Argentina los esterilizó mediante instrumentos de deuda (Lebac, entre otros). Para lograrlo,
debió pagar una exorbitante tasa de interés nominal, espiralizando el déficit cuasifiscal, que
sumado a los rojos del Tesoro Nacional y las jurisdicciones subnacionales, siempre
superaron el 10% del PIB.
Por eso advertíamos, en diciembre pasado ("En esta coyuntura económica: ¡atentos y
vigilantes!", BAE Negocios, 25/12/17), que lograr la vigencia del concepto de empresa en
marcha sería el mayor criterio de éxito para los meses siguientes, y subrayábamos que, para
la gestión en lo microeconómico, "es más que conveniente atenerse a los criterios de la
prudencia, vigilando la propia exposición a los factores de contexto como:
el volumen, rendimiento y origen de los fondos de los préstamos al BCRA (Letras y Pases)
y al Tesoro Nacional (Letras y Bonos),
el comportamiento del tipo de cambio,
el funcionamiento de las cadenas de pago (sobre todo el cumplimiento del Estado hacia sus
proveedores),
Y aconsejábamos:
mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y stocks,
optimizar la situación crediticia (principalmente en cuanto a las deudas en divisas) y
disminuir riesgos mediante instrumentos de cobertura, aun cuando ello implique gastos
adicionales.
la correcta previsión de las posibles modificaciones en las estructuras de costos, a partir de
cambios en las listas de precios de nuestros proveedores, provocados por factores externos
a ellos, tales como los aumentos de tarifas, por ejemplo.
Ninguna de estas exhortaciones ha perdido validez; por el contrario, se encuentran más
vigentes que nunca.
En el año que finaliza, tal como lo habíamos adelantado en "Los prestamistas externos
también preguntan ¿cómo seguimos?" (BAE Negocios, 12/2/18), la Supercrisis se
materializó.
A partir de allí, el Fondo Monetario Internacional (FMI) fue requerido como garantía
subyacente de los créditos otorgados por la banca extranjera. Pero, fiel a su estilo, la alianza
Cambiemos no tardó en dilapidar los primeros u$s15.000 millones girados.
Fracasado el acuerdo, y forzado a renegociarlo, el organismo multilateral impuso las
condiciones para que los fondos desembolsados se apliquen a garantizar su finalidad
original, esto es, el pago de la deuda soberana a los tenedores no residentes, considerando
que es posible establecer una renegociación voluntaria con los locales.
Como lo señalamos en octubre ("El domo del FMI", BAE Negocios, 10/12/18), el Fondo
intenta contener las ondas expansivas del colapso de la economía nacional, dentro de
nuestras fronteras.
Desde su óptica, imposibilitado el éxito de cualquier salvataje, sólo le queda prevenir los
contagios, a la región y al mundo, de la entropía argentina.
La espiralización de las tasas de interés y el insólito "congelamiento de la base monetaria",
no hacen más que reforzar el corset sobre la economía real, aventando cualquier expectativa
de reanimación de la actividad y extremando las dificultades para las empresas.
Tal vez el único acierto del ministro Dujovne esté en su discurso en la Comisión Nacional
de Valores, cuando dijo que en la Argentina nunca se hizo algo así "sin que caiga el
Gobierno".
Las clásicas tensiones entre los hacedores de la política económica (ministerio de economía
vs. bancos centrales) son habituales en cualquier país del mundo, y por supuesto lo han sido
en el nuestro.
Sin embargo, este gobierno agrega otro pergamino al amplio stock de desaguisados que
atesora, y cumpliendo una vez más su premisa de transformar lo que está mal en algo aún
peor, ha inaugurado una nueva etapa: el Banco Central de la República Argentina ( BCRA)
autista.
En ese contexto, estiman una expectativa inflacionaria del 26,8% (2% mensual acumulado
en los próximos 12 meses), en tanto la tasa nominal anual (TNA) se mantiene en el entorno
del 60% en el trimestre. Ello implica obligar a la economía a trabajar con un piso de interés
real de 33,2%, aún superior al que había cuando la TNA rondaba el 70% y el nivel
inflacionario minorista se acercaba al 50%.
En el plano de los mayoristas, que registraron una variación interanual de precios del
76,6%, pareciera que la situación reviste menos dramatismo, dado que la tasa de interés real
sería sensiblemente más baja que del segmento de ventas al por menor.
Ahora bien, esta diferencia entre los precios mayoristas y minoristas es la expresión
contundente de la pérdida de rentabilidad que está sufriendo este último sector, impedido
(ante la muy notable retracción de la demanda) de trasladar los aumentos de precios a los
consumidores.
Hace meses que desde estas mismas líneas venimos advirtiendo sobre el peligro que
implica, para el conjunto de las empresas del sector real de la economía (al margen de su
tamaño), la política monetaria implementada por BCRA.
Pero, con las modificaciones regulatorias previas, a lo que se suma este último comunicado,
esas dificultades se extienden al sector que el BCRA "debería cuidar" con mayor énfasis,
poniendo en peligro la salud del Sistema Financiero Ampliado -SFA- (que incluye a las
entidades financieras, las compañías de seguros y las administradoras de riesgo de trabajo,
entre otras).
Como afirmábamos en "Subir la tasa de interés: un remedio peor que la enfermedad" (BAE
Negocios, 23-7-18): " fiel a su impronta de la improvisación como "modus operandi", y con
su característica incapacidad de caminar mientras masca chicle, el gobierno ha concentrado
todos sus esfuerzos en la contención de la tendencia ascendente del tipo de cambio,
elevando la tasa de interés, y en consecuencia el costo del crédito, a niveles inauditos".
El brutal impacto de esta política insensata se verifica tanto en la economía real2, como en
el sector financiero, a la vez que repercute de manera negativa en la situación fiscal.
Similar performance evidenció la industria manufacturera, con una caída de 4,3% respecto
del nivel que esa actividad mostró en aquel año.
Sin embargo, la imposibilidad de continuar con ese esquema durante el presente año, llevó
a que la producción de asfalto, entre los meses de octubre de 2017 y de 2018, se redujera
casi a la mitad (-48%).
En este contexto, a pocos días de finalizar el año cobra vigencia nuestra observación del 6
de agosto pasado (BAE Negocios, "Panes y peces") donde sosteníamos que "el stock de
bienes y servicios de la economía por cada habitante se encontrará a fines de 2018 en su
peor nivel en los últimos ocho años. Así, la población dispondrá, en promedio, de un 8%
menos de bienes y servicios que en el 2010".
En relación con el Sector Financiero Ampliado, las decisiones del BCRA afectan a las
instituciones bancarias que lo componen, de acuerdo con el grado de penetración crediticia
que hubieren alcanzado. Esto significa que cuanto más crédito hayan otorgado al resto de
las empresas, mayor es el riesgo de incobrabilidad para la entidad prestamista.
En tanto, el resto del SFA (principalmente ART y compañías de seguros) queda expuesto al
creciente riesgo de incobrabilidad de los papeles de deuda, que integran su cartera de
inversión.
Por último, en lo referente al panorama fiscal, cabe consignar que las mayores tasas de
interés que debe pagar el BCRA por sus pasivos remunerados espiralizan el rojo cuasifiscal.
El autismo del BCRA, centrado en sus propios objetivos, acarrea severas consecuencias, no
sólo respecto de la economía real, sino también en relación al SFA.
El costo de la "pax cambiaria"3 de las pasadas semanas es la destrucción, con prisa y sin
pausa, de la base material de la Nación y su trabajo incorporado.
Constituir una alternativa institucional que tenga la capacidad de ofrecer el Plan Económico
de Contingencia (PEC) que la realidad reclama, como afirmamos en "Ay Patria mía" (BAE
Negocios, 7-5-18), permitirá dar vuelta la página.
De esa forma, quedarán sentadas las bases para la posterior implementación del Modelo de
Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MODEPyS) que, con el protagonismo de
la dirigencia sindical, empresarial y social, permita consolidar, robustecer y expandir el
aparato productivo nacional, y así alcanzar la grandeza de la Patria que nuestro pueblo
merece.
*MM y Asociados
2 Cuando el oficialismo decide espiralizar las tasas de interés, la idea fuerza que subyace es
que ello resulta, para la actividad económica, menos dañino que un tipo de cambio al alza.
De esa manera, soslaya que en una economía bimonetaria como la nuestra, las empresas, en
general, encuentran los mecanismos para continuar operando en contextos devaluatorios.
3 Si para contener una corrida cambiaria sólo fuera necesaria una suba de la tasa de interés,
y ello no acarreara dramáticas consecuencias, hasta el equipo económico del gobierno de R.
Alfonsín lo hubiera llevado
Domingo, 23 de diciembre de 2018
Los mayores riesgos los correrán las compañías que ajusten sus planes de negocios a la
previsión optimista del Gobierno
Por
Cierre del ejercicio 2018. Tiempo de balance y de planificación del próximo. Fácil lo
primero, desafiante lo que sigue, en pasos sucesivos como en el exquisito tango (1) de los
hermanos Expósito.
Las condiciones en que se encuentra la empresa, más la propia creatividad e iniciativa, son
las claves de un buen plan de negocios. Pero este no puede estar divorciado del contexto
general que,como todos sabemos, luego delos tres años de mala praxis económica, lejos
está de poder brindar las mínimas certezas necesarias para proyectar normalmente las
actividades.
En este marco, la correcta toma de decisiones requiere tanto información endógena como
exógena. Claro está que nadie puede conocer mejor la situación interna que quienes
conducen la compañía, pero las expectativas sobre el comportamiento del entorno en que se
desenvuelve, deben necesariamente ser provistas por analistas externos.
De allí la relevancia de las prognosis que hoy pueblan la arena pública, donde pugnan dos
visiones.
Para los resultados de la empresa, es tan determinante su propio plan de negocios, como el
rango de los límites y posibilidades que el contexto ofrezca, temática que abordaremos en
la entrega de la próxima semana.
Idéntica situación se presentó a fines de 2017, por lo que, conscientes de que los costos de
los errores de las proyecciones no los pagan los consultores equivocados sino las empresas
que se guían por ellos, decidimos, oportunamente,hacer sucesivas proyecciones de corto
plazo a lo largo de 2018 (por trimestres, en lugar de la usual para todo el año),
recomendando enfáticamente atenerse a los principios de la prudencia.
De tal diagnóstico, se derivaban las recomendaciones presentada hace exactamente un año
atrás: mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y
stocks; optimizar la situación crediticia, principalmente en cuanto a las deudas en divisas,
disminuyendo riesgos mediante instrumentos de cobertura; y hacer correctas previsiones de
las posibles modificaciones en las estructuras de costos, a partir de cambios en las listas de
precios de los proveedores, provocados por factores externos a ellos (devaluaciones,
aumentos de tarifas, etcétera).
La situación de las empresas que se ajustaron a tales premisas, es hoy muy diferente de las
que encararon el año 2018 bajo el influjo de los cantos de sirena que pronosticaron entre
3,5% y 5,5% de crecimiento del PIB, 10% a 15% de inflación, tasas de interés nominal por
debajo del 30% y un tipo de cambio en el entorno de $20.
Prepararse adecuadamente para el 2019, implica que la compañía se apreste para alguno de
los escenarios posibles y escoger un sendero que determinará, en gran medida, las
magnitudes de las ganancias o los quebrantos del próximo ejercicio.
El rol del consultor, claro está, no es el de sustituir el papel de los directivos en la guía de
su empresa, pero sí el de facilitar el análisis de riesgos a asumir, en el balance entre el
entorno para el que se adecuó la estrategia empresarial y las consecuencias posibles si tal
contexto se verifica o no.
Como se desprende del esquema de doble entrada, los mayores riesgos los correrán las
compañías que ajusten sus planes de negocios a la previsión gubernamental, mientras que
quienes desarrollen estrategias expectantes de un cambio drástico de rumbo económico,
estarán menos expuestos ante los demás entornos.
Pero el principal objetivo de las empresas no puede ser el de eludir riesgos, sino el de
obtener beneficios, posibilidad en gran medida determinada por el contexto general, cuyas
potencialidades analizaremos en nuestra próxima entrega.
*MM y Asociados
Lunes, 31 de diciembre de 2018
Por
Ellos, tendrán directa relación con el grado de coincidencia entre la realidad que finalmente
acontezca, y el entorno esperado al momento de diseñar el plan de negocios anual de la
empresa.
Ello, porque al mismo tiempo que permite minimizar los riesgos, es el único abordaje que
posibilita eyectarse con mayor velocidad de la crítica situación actual.
Por lo tanto, las empresas que decidan sus “plan de negocios” en virtud de esta “mesa de
arena”, serán proclives, entre otras providencias, a: endeudarse en dólares, ofrecer crédito
comercial a mediano y largo plazo, aumentar sus stocks.
• mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y stocks,
el Déficit Fiscal Total, dado que la velocidad de caída de la recaudación impositiva supera a
la del recorte planeado en el gasto, con lo cual ni siquiera resultará posible alcanzar el
resultado operativo esperado. Adicionalmente, las tasas de interés que paga el BCRA por
sus pasivos remunerados espiralizan el rojo cuasifiscal.
Dadas estas circunstancias, los desequilibrios alcanzados son irresolubles y por lo tanto el
colapso del esquema macroeconómico resulta inevitable.
Ante el nuevo esquema, las empresas se enfrentan a una perspectiva que abarca,
claramente, dos etapas (3).
Así, por el lado de la demanda, el precio justo y razonable de estos últimos, permitirá
recomponer el poder adquisitivo de los ingresos populares, impactando favorablemente en
el crecimiento del consumo privado.
Ellas, junto con un correcto set de precios relativos, acelerarán la dinámica inversora que
aumente, por parte de las compañías que operan en nuestro territorio, la oferta de bienes y
servicios en forma sostenida.
Queda claro, en consecuencia, que la mejor opción que puede presentarse para las empresas
y sus trabajadores, en orden a las soluciones políticas disponibles que prevé nuestro marco
institucional, es la de la disrupción del actual esquema económico y la rápida
implementación de un esquema de contingencia o transición.
Ello permitirá generar las condiciones para recomponer tanto la rentabilidad empresarial
como la plena ocupación de los factores productivos, y al mismo tiempo sentará las bases
para el desarrollo económico permanente y sustentable que el conjunto de la Nación espera
y merece.
2.- Cuando el oficialismo decide espiralizar las tasas de interés, la idea fuerza que subyace
es que ello resulta, para la actividad económica, menos dañino que un tipo de cambio al
alza. De esa manera, soslaya que en una economía bimonetaria como la nuestra, las
empresas, en general, encuentran los mecanismos para continuar operando en contextos
devaluatorios.
4- Al reducir la proporción del ingreso requerido para la adquisición de alimentos (en virtud
de la mejora de los precios relativos), aumenta la capacidad de consumo de bienes y
servicios no alimentarios.
*MM y Asociados
Lunes, 7 de enero de 2019
Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
Después de que el bloque socialista fuera sepultado por los escombros del muro de Berlín,
la globalización neoliberal se encamina rápidamente hacia su desaparición, y con ella su
paradigma expresado en el decálogo de "recomendaciones" del Consenso de Washington
(CW), y sus instituciones regulatorias, dando origen a un Nuevo Orden Internacional
(NOI).
Ello explica que en los últimos dos años se hayan producido acontecimientos tales como el
proceso entrópico que atraviesa Europa, la salida de Estados Unidos del tratado del Pacífico
y sus imposiciones que dieron origen al nuevo acuerdo comercial, USMCA, que reemplazó
al NAFTA, así como la intención de vastos sectores de la sociedad argentina y brasilera, de
rever el diseño actual del MERCOSUR1.
la orientación "America first" que tomó Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald
Trump, a partir de la puesta en valor de su revolución energética,
la representatividad que de los pueblos sin voz ejerce el papa Francisco, para que el nuevo
esquema resulte más justo que el anterior.
En este contexto, más temprano que tarde, estos tres protagonistas repetirán de alguna
manera un protocolo que, a imagen del de Yalta, establezca áreas de influencia y diseñe las
instituciones multilaterales que expresen la nueva realidad.
El modo de producción capitalista y sus tres revoluciones
la de los procesos, cuando florecieron las ideas de Taylor y Ford en la organización fabril,
que posibilitó a Estados Unidos internacionalizar su producción manufacturera; y
Respecto de esta última, recientemente el Secretario de Energía de ese país, Rick Perry
afirmó que los beneficios de esa revolución de producción de shale actúan como un enorme
impulso, no solo para la economía interna sino también, para la seguridad energética de su
país.
Ganadores o perdedores
Mientras Estados Unidos cuenta cada vez con más energía "abundante y barata", los
aparatos productivos de la República Popular China (RPC) y de la Unión Europea ( UE),
por el contrario, son tomadores de precios de ese insumo fundamental, que a nivel
internacional son superiores a los imperantes en el mercado estadounidense.
que medio Medio Oriente se pacifique y estabilice, de tal manera que pueda transformarse
en un proveedor confiable a mediano y largo plazo2.
Así, bajo este diseño, comienza a definirse cuales son los países ganadores o perdedores,
independientemente, en este último caso, de si adscribían a las vertientes neoliberales o
socialdemócratas.
Hacia ese mismo pelotón continúa yendo Brasil, bajo su nueva administración, como
consecuencia de la segura predominancia de los decadentes postulados del CW, por sobre
los del interés nacional, (conceptos por cierto antitéticos, vertidos ambos en el discurso
inaugural del presidente Jair Bolsonaro).
Es este panorama mundial el que persistirá, al menos, hasta que los EE. UU. vuelvan a
imponer una amplia "zona de confort", es decir, recuperen el liderazgo absoluto, que
detentaban desde la salida de la segunda guerra mundial, y que con el transcurrir de las
décadas se fue acortando respecto de sus rivales.
En la medida que las naciones, entre ellas la Argentina, adapten sus políticas domésticas al
nuevo diseño, las implicancias positivas se harán sentir en sus economías, eludiendo las
irreparables pérdidas que las decisiones equivocadas (tanto a nivel de empresas, como en el
plano de la administración del país) puedan conllevar.
Así, la nueva configuración mundial constituye una oportunidad para las fuerzas políticas,
económicas y sociales que entiendan que un modelo justo, inclusivo y sustentable podrá
alcanzarse si se generan las condiciones necesarias de integración a la nueva realidad
planetaria.
1 BAE Negocios: El mundo actual facilita los modelos de desarrollo nacional (5/9/18); Lo
que ocupa a Trump a Macri ni le preocupa (26/11/17).
4 Cabe consignar que la política de administración del comercio exterior fue aplicada en
nuestro país en 2012, desafiando entonces al orden global establecido.
Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
Por ello, la presente crisis no sólo no será resuelta, sino que es dable esperar su
profundización e incluso su extensión hacia la propia configuración social y económica de
Brasil, cuyas repercusiones, en términos de relaciones internacionales, serán sustantivas
para nuestro país.
Al igual que sucedió con el actual gobierno argentino, la asunción de Bolsonaro despertó la
adhesión de algunos segmentos empresariales.
Pero, dado que tanto la cancillería como la cartera económica han ratificado su entusiasta
abrazo de las reglas, hoy caducas, de la globalización, y de que los reparos al libre
comercio esbozados durante la campaña se han desvanecido desde el triunfo electoral, el
desempeño económico se encargará de esfumar las esperanzas, como sucediera en estos
terruños.
"el golpe de Estado que derrocó a João Goulart, logró configurar un modelo de
acumulación que dio viabilidad a la asociación de las antiguas oligarquías con una
significativa parte de las capas altas y medias emergentes. Ello significó, a su vez, la
partición del entramado que dio sustento a la experiencia de aquel nacionalismo brasileño,
hasta la final dilución de esa tradición, por lo que los segmentos sociales excluidos,
numerosos por cierto, privados de sus alianzas naturales, carecieron de volumen suficiente
para engendrar representaciones políticas relevantes o centrales.
Es a partir de allí, que se desarrolla un proceso en el que las lógicas tensiones y las
adaptaciones a los escenarios cambiantes, se dan sin volver a poner en cuestión los trazos
centrales de la estructuración económica nacional, determinando, a la vez, la notable
estabilidad del sistema político brasileño, que va evolucionando hacia los postulados del
Consenso de Washington, vía diferentes versiones y combinatorias de sus dos expresiones
Tal asociación ha llegado a sus límites, dando origen a la actual crisis de representatividad,
la que, por la inevitable colisión de intereses que se dará entre ganadores y perdedores del
"modelo Bolsonaro", se profundizará aún más.
De allí que, como también señalamos el año pasado, permanece abierto el interrogante,
hacia el mediano plazo, "sobre si Bolsonaro no será, el último paso intermedio hacia la
génesis de una nueva superestructura política que, finalmente, ponga en discusión el patrón
de acumulación sobre el que se sustentó el orden que hoy está en cuestión".
En todos los casos, es claro que el camino elegido por Brasil representa una oportunidad
para el entramado productivo de nuestro país, al empalmar con la necesidad de modificar
las relaciones, atento a que se trata de economías que no son complementarias entre sí, sino
esencialmente competitivas.
Decíamos en "El nuevo Nuevo Mundo" (BAE, 22/10/18): "el diseño del nuevo ciclo de
integración económica, adaptado a las necesidades de nuestro modelo de desarrollo,
requerirá, además de redefinir la relación con Brasil, extender los horizontes del
intercambio comercial en un esquema de articulación en el que la producción argentina
llegue, entre otros destinos, cada vez más al norte del continente.
En el nuevo amanecer de la Patria, nuestro mejor futuro estará en saber integrar a todas las
naciones hispanoparlantes de América del Sur, en un conjunto armónico de economías
complementarias, alrededor del eje Caracas-Bogotá-Lima-Buenos Aires, recuperando así la
gesta sanmartiniana."
El seguro desencanto interno con el desempeño económico de Brasil en los tiempos por
venir, augura una mayor conflictividad social y política, que previsiblemente será
respondida, en una "fuga hacia adelante", con mayores niveles de despliegue de fuerzas
represivas y el atizamiento del discurso de la intolerancia.
Ello podría configurar un nuevo panorama para nuestro país, en términos de defensa y
seguridad nacional.
Es que es posible que el señalamiento y combate a los "enemigos internos" (por ej., al
caracterizar como terrorismo al narcotráfico) no resulten suficientes para restañar los daños
que el fracaso económico producirá en la relación entre los representantes y sus
representados, por lo que las hipótesis de "amenazas externas" podrían volver a estar a la
orden del día, así como nuestro país en la mira de las armas brasileñas.
De allí se deriva, como una forzosa necesidad, la de redefinir también en estos lares, las
prioridades respecto de nuestras fuerzas armadas y de las de custodia de las fronteras.
Así deberá ser para nuestra Patria, si queremos aprovechar la ventana de oportunidad que se
nos abre ante el ocaso de la globalización y la errada decisión de Brasil de acompañarla
hasta sus últimos estertores.
*MM y Asociados
Por
Pero la vida continúa y dejar de trabajar o poner en "pausa" a las empresas no es opción. Es
por ello que pusimos a disposición de los lectores la Matriz de Riesgos (MR19), donde se
evaluaban distintos resultados posibles, dependiendo del grado de coincidencia entre las
decisiones empresarias y los acontecimientos futuros ("Primero hay que saber diagnosticar
- primera y segunda parte)" (BAE Negocios, 24-12-18 y 31-12-18).
La única verdad
La actividad económica en 2018 debiera haber resultado, cuando se publiquen los números
finales, más de 3% menor a la de 2017, tal como lo anticipáramos ("Panes y peces", BAE
Negocios, 6/8/18) oportunamente2.
Causa de ello es la performance desastrosa que exhibe el aparato productivo nacional, que
afecta a la totalidad de las compañías, sin importar actividad ni tamaño (salvo escasas
excepciones). Por eso, abundan, entre las grandes empresas, los procesos preventivos de
crisis, concursos y balances que exhiben cuantiosos quebrantos, así como los ceses de
operaciones entre las de menor envergadura.
Lo mismo se observa en otras actividades como las del comercio mayorista y minorista,
hoteles y restaurantes, actividades inmobiliarias, comunicación, transporte, etcétera.
Recaudación con tendencia negativa
Para examinar cómo evolucionaron los recursos tributarios, recurrimos al trabajo realizado
por nuestro colega Oscar Carreras4, que consistió en indexar (utilizando un conjunto
representativo de indicadores) la recaudación de diciembre de 2017, obteniendo un valor
teórico de los recursos tributarios que debieran haberse alcanzado en el mes de diciembre
de 20185 para mantenerla en el mismo nivel del año precedente y que, al compararse contra
los pagos efectuados por los contribuyentes en el último mes del año pasado, permitió
estimar la magnitud de la pérdida de ingresos acaecida.
La primera conclusión relevante es que en diciembre de 2018 hubo una pérdida interanual
de recaudación mensual del 13,5%.
Este porcentaje es el que expresa, como proxi, la baja en el nivel de actividad, ya sea por
sequía o por recesión.
¡Infinanciable!
Bajo estas circunstancias, el déficit primario, lejos de acercarse al 0% acordado con el FMI,
se mantendrá en el orden del 2,7% al 3% del Producto Interno Bruto ( PIB).
El pago de intereses demandará otro 3,3% del PIB que, sumado a lo anterior, genera un
déficit financiero de entre 6% y 6,3%.
En síntesis, el DFT, neto de rentas de la propiedad, del primer trimestre de 2019, se ubicará
en el entorno del 11% del PIB.
A diferencia de los años anteriores, los problemas de financiamiento son acuciantes, dado
que los fondos provenientes del acuerdo alcanzado entre el Gobierno Nacional y el FMI
sólo puede destinarse al pago de la deuda en moneda extranjera, por lo que, aun
consiguiendo una autorización para la modificación del destino, sólo alcanzaría para
financiar la mitad de aquel déficit.
Todo ello se refleja en los exorbitantes niveles de riesgo país (más allá de esporádicas
fluctuaciones) y la imposibilidad de acceder al crédito externo voluntario.
Si, por el contrario, la pretensión fuera cubrirlo en el mercado doméstico, dadas las
limitaciones establecidas en el último acuerdo con el FMI, ello sólo podría realizarse
apelando a créditos y/o activos del Sistema Financiero Ampliado, profundizando el proceso
de crowding out (desplazamiento) del sector privado.
1 Nos referimos a las utilidades contables (que pueden no serlo bajo estrictos criterios
económicos) que devengan el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del ANSES y el BCRA
de su actividad, y se transfieren al Tesoro Nacional.
2 En la serie corregida del PIB calculada por la actual administración del INDEC, se
publicó una caída del 6% para el año 2009. Parecería ser que aquel año, fue el doble de
catastrófico que el que acaba de terminar. Será todo un desafío para la autoridad estadística,
el gobierno y el sentido común, la comparación.
6 Las elevadas tasas de interés (en torno al 58% anual) sobre sobre un monto anual
equivalente a U$S22 mil millones representa, aproximadamente, unos U$S17,2 mil
millones al año en intereses.
7 Tal vez no escape a esta realidad la escasa repercusión que el oficialismo decidió dar a la
renuncia, a partir del primero de enero, de Andrés Edelstein como Secretario de Ingresos
Públicos, luego de dos años en la función.
*MM y Asociados
El punto de inflexión entre uno y otro fue, sin dudas, el drástico cambio de enfoque que los
Estados Unidos imprimieron a sus políticas, tanto internas como externas, desde la
asunción de Donald Trump como presidente, bajo la consigna "America first".
Es que el NOI, en este "barajar y dar de nuevo", no sólo determina entre los países a los
nuevos "ganadores y perdedores", sino también las posibilidades y los límites para escalar
posiciones en el nuevo escenario mundial.
Cuanto antes entendamos las "reglas del juego", mejores serán los resultados a los que
nuestra Nación podrá aspirar.
Las bases materiales del "America first"
A la inversa de lo ocurrido en aquellos días, hoy esas empresas vuelven a "hundir capital"
en suelo estadounidense, tanto atraídos por las mejoras en los precios de la energía y los
costos de logística, como por la reciente reforma tributaria y el megaplan de obra pública.
Hace más de una década, en 2006, el entonces presidente George W. Bush, en su Discurso
del estado de la Unión señaló que "EE.UU. es adicto al petróleo", a la par que anunció el
impulso de la Advanced Energy Initiative (Iniciativa de Energía Avanzada).
En términos de energías renovables, entre los años 2000 y 2017, los Estados Unidos
duplicaron el consumo basado en ese origen, pero el aspecto más saliente, es el que se
observa en la producción de combustibles fósiles, que representan alrededor del 80% del
abasto total de energía.
El aumento en la disponibilidad de petróleo y gas extraído localmente, principalmente
mediante la explotación de shale oil/gas, determina una decreciente dependencia de las
importaciones e, incluso, convierte a los Estados Unidos en un exportador de energía
relevante
La energía como vector de la competitividad
Así como el precio del petróleo, dada una cierta demanda estable en un lapso de tiempo,
está determinado por la oferta que proveen múltiples productores, no sucede lo mismo en el
caso del gas, cuya transformación en commodity demanda múltiples procesos adicionales.
De acuerdo con el Banco Mundial, el precio del gas (por millón de BTU3) hacia 2008, era
de u$s8,9 en suelo norteamericano, u$s13,4 en el viejo continente y u$s12,5 en el país del
sol naciente, mientras que el año pasado fueron, respectivamente, u$s3,16; u$s7,68 y
u$s10,654.
En orden de magnitudes, las compañías en EE.UU. cuentan con gas natural a menos de la
mitad del valor que pagan en Europa y un tercio respecto de lo que cuesta en Japón.
Esto garantiza para los EE.UU. mantener, durante el siguiente cuarto de siglo, la ventaja
competitiva de marras, proceso que amerita la denominación de "revolución energética
estadounidense"5.
Las decisiones del gobierno de Trump respecto a la administración del comercio exterior6,
coronan este contexto de maximización del aprovechamiento de la primacía lograda en los
últimos años, dificultando el acceso de la producción foránea a su mercado.
Pero seguramente no falta mucho para que las manufacturas que proliferen en el mundo
también empiecen a tener el sello "made in USA".
Y antes que ello suceda, como "sin industria no hay Nación", urge encarar y consolidar
nuestro propio proceso de desarrollo.
*MM y Asociados
Por
Retomamos para ello los conceptos vertidos un año atrás ("Administración del comercio
exterior: un imperativo del ahora", BAE Negocios, 5/2/18), cuando decíamos: "partiendo de
la base de que, mayoritariamente, las relaciones entre los agentes económicos de los
diferentes países no son colaborativas sino competitivas, el análisis2 de la relación entre:
La cotización del barril de petróleo, que pasó de oscilar en la franja de los U$S30 a la de
alrededor de U$S68 entre enero de 2016 y el mismo mes de 2018, en virtud de las
decisiones de control de la producción de los países de la OPEP, provee un adecuado y
certero ejemplo, que además nos alienta a seguir reflexionando sobre la cuestión de los
"vectores de competitividad" de nuestra economía.
Tenemos entonces un aumento en el precio del insumo energético, sin que hubiera
variaciones en la función de productividad real (utilización de factores) de los países
consumidores.
Si el criterio de asignación de dicho bien entre países es por la "igualación de precios",
quienes puedan convalidar el nuevo valor (países con diferencial positivo de productividad)
pueden adquirir el recurso (con transferencia de ingresos inter factores), mientras que
quienes no lo puedan hacer (por su menor productividad) deberán ajustar a la baja sus
compras, afectando el volumen de su producción.
Mirado desde el punto de vista del interés nacional, es decir del cuidado de los hombres de
negocios y de los trabajadores del país, surge con claridad que, para el segundo grupo, esta
situación afectará tanto la rentabilidad de las empresas como la masa salarial; si los salarios
son inflexibles a la baja (como tiende a ocurrir) ello repercutirá en desocupación, mientras
que si son flexibles, podrá mantenerse el nivel de ocupación a costa de una baja en la
capacidad de consumo. En ambas situaciones, los efectos se derraman sobre el conjunto de
la actividad económica.
No es necesario poner nombres a los países ganadores ni a los perdedores, sino identificar
que sólo obtienen beneficios quienes producen el insumo estratégico3, al obtener mayor
ingreso por igual cantidad vendida, y quienes pueden absorber el nuevo costo sin deteriorar
la utilización de la totalidad de los factores. Resultan perdidosos quienes, ante el nuevo
valor del insumo, tienen empresas que no pueden afrontar los nuevos costos y su traslado a
precios, y entonces o bien disminuyen la cantidad de bienes ofrecidos o, si la función de
producción no lo permite, desaparecen del mercado.
Esto nos ayuda a comprender las implicancias de las regulaciones del comercio exterior en
el desarrollo de la economía."
Energía nacional
En cuanto a la producción de gas natural, los últimos datos publicados indican similares
niveles de los de principios de siglo, en promedio 12% inferior a lo alcanzado en el período
2003-2008.
La reciente incorporación de las explotaciones no tradicionales de hidrocarburos
(yacimientos de esquisto) no es suficiente para revertir la situación.
Es que la actual política energética, continuidad de la que fuera puesta en marcha en 2012,
se basa en la utilización de subsidios estatales para incentivar el incremento de la
producción.
Dichos estímulos, en el caso del gas natural, cubren la diferencia entre el precio
-teóricamente definido- de U$S7,5 y el efectivamente observado en el mercado.
Aquel monto teórico, se estipuló bajo el criterio de que fuera inferior al de paridad de
importación4, según la previsión de que, en un sendero de tiempo definido, el mercado iría
reemplazando con precio pleno el aporte estatal. Ello obligó al aparato productivo a hacer
sus costos a mediano plazo con precios de ese hidrocarburo al alza, en abierta contradicción
con lo que venía sucediendo en los EE.UU.5.
Por ello es que, durante el año pasado, se garantizó a los productores6, por cada millón de
BTU, ese valor dolarizado, que más que duplicó los montos pagados por las industrias en
los EE.UU.
Allí se originan las altas tarifas energéticas que hoy asfixian a empresas y familias, pese a
la vigencia de los ingentes subsidios requeridos para alcanzar el "precio sostén" prometido
a los productores. Y, aun así, las compañías locales pagan, en promedio, un 35% más que
sus competidores norteamericanos ya que, según la autoridad energética, en nuestro país el
valor promedio por el gas natural para las industrias alcanzó los U$S4,11 durante 2018.
Dado este conjunto de circunstancias, y siendo la energía el insumo más difundido, este
esquema se erige como un obstáculo insuperable para cualquier intento de mejora
sustantiva en la competitividad internacional de nuestras manufacturas.
Si ponemos en marcha una política energética que vincule los precios de comercialización
con sus costos de exploración y explotación, el ciclo virtuoso que hoy observamos en los
Estados Unidos podría reeditarse en nuestra Patria.
4-El precio de adquisición más los costos requeridos para su llegada a los mercados
relevantes.
5-Ello explica por qué el grupo controlante de la empresa venezolana SIDOR (y de las
principales acerías argentinas), utilizó los fondos obtenidos como indemnización por su
estatización, para instalar su nueva planta en los EE.UU., competitiva de la que ya tiene en
nuestro país.
6-Resolución 46-e/2017 del (ex) Ministerio de energía y minería. Estableció los siguientes
precios mínimos (en dólares por millón de BTU) en cada año calendario: 7,50 para 2018;
7,00 en 2019; 6,50 en 2020 y 6,00 para el 2021. Al cierre de esta nota, el Gobierno
Nacional estipulaba que el límite máximo de los volúmenes subsidiados sería aquellos
previstos en el programa original.
*MM y Asociados
Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
Así como las estadísticas sobre recaudación tributaria pueden brindarnos un panorama del
comportamiento que tuvo la actividad económica en el pasado reciente, el análisis del nivel
que alcanzan las importaciones resulta un buen proxy para vislumbrar lo que acontecerá, en
el primer trimestre del año, en el mercado de bienes y servicios1.
Repitiendo dicha metodología para enero de 2019, una conclusión relevante es que, en el
primer mes del año, hubo una pérdida interanual de recaudación del 11,8%.
Por lo tanto, si quisiéramos estimar el nivel del Producto Interno Bruto (PIB) que el
mercado asigna al primer trimestre de 2019, podríamos utilizar el dato sobre importaciones
de diciembre de 2018.
actualizamos, para realizar la comparación antedicha, el PIB del primer trimestre de 2008
con el índice de precios al consumidor de los EE. UU.
Así, concluimos que las importaciones de diciembre pasado sólo son compatibles con un
PIB, en el primer trimestre de 2019, casi 10% inferior4 al del final de 20185.
Ya estamos en el precipicio
Lamentablemente, la actual coyuntura nos vuelve a dar la razón. Tal como afirmamos en
"Llegó la Supercrisis, evitemos la Hipercrisis" (BAE, 14-5-18), la Argentina se enfrenta a
un escenario en el que convergen los desequilibrios fiscales del 89 con los del sector
externo de 20016, por lo que ambos fenómenos se potencian mutuamente generando las
condiciones de una Supercrisis.
En sí, lo relevante, es que ninguno de los colegas encuentra que este gobierno pueda virar el
barco y llevar la economía a un puerto que no se llame "desastre".
Como sostuvimos recientemente7, "el costo de la pax cambiaria de las recientes semanas es
la destrucción, con prisa y sin pausa, de la base material de la Nación y su trabajo
incorporado".
Este esquema sólo será revertido ante un cambio profundo que oriente la economía hacia un
modelo de desarrollo permanente y sustentable.
*MM y Asociados
1 Ello, debido a que el adecuado funcionamiento del aparato productivo nacional requiere
de la adquisición en el extranjero de un conjunto de bienes de capital e insumos.
4 El PIB de 2018 fue proyectado, dado que aún no se ha publicado oficialmente. Cabe
consignar que un elemento determinante en esa estimación es el tipo de cambio que se
utiliza en su conversión de pesos a dólares. Así, mientras a los fines estadísticos es usual
utilizar el valor del dólar promedio, en el mundo de los negocios es el del final del año el
que cobra relevancia.
5 Está claro que la drástica reducción de las compras externas observada al final del año
pasado no está motivada por la vigencia de ninguna medida gubernamental que restringa
las importaciones, ni tampoco obedece a un súbito proceso de sustitución de importaciones.
7 “La pax cambiaria y la destrucción de la base material de la Nación”, BAE Negocios, 17-
12-18.
Lunes, 18 de febrero de 2019
Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto itzcovich
Como en aquella exitosa película, cuyo título parafraseamos en este artículo (The Truman
show), el oficialismo vive en una realidad ficticia, intentando que la verdad no salga a la
luz. Pero, a diferencia del filme, donde luego de muchos años el protagonista toma nota de
que transita una ficción, en este caso el gobierno se empeña en permanecer en su mundo
irreal.
Así, pone en práctica las recomendaciones de Duran Barba, quién sostiene que para ganar
elecciones lo relevante es el show.
A ello coadyuvan algunos economistas cooptados por el oficialismo, con frases tales como:
"pero con el correr de los meses y con el relativo éxito del esquema de flotación entre
bandas, el gobierno logró acumular capacidad de fuego"; "La crisis económica terminó. Lo
cierto es que con un poco de suerte, no más, el presidente podrá enfrentar las elecciones con
una economía en franca recuperación"; "Hoy estamos mal pero vamos bien, hemos dejado
de caer"; o "Creo que el año que viene (por el 2019) deberíamos tener cuatro trimestres
consecutivos de crecimiento", entre otras.
Pero el rol de la consultoría económica es brindar las herramientas necesarias para que las
decisiones empresariales queden despojadas de todo elemento de ficción.
Es por esto que, luego de desentrañar el verdadero comportamiento de los tipos de interés,
nos adentramos en el análisis de la matriz decisional, oportunamente presentada1, a fin de
facilitar la evaluación de los riesgos, al elegir el camino a seguir en los negocios en los
próximos meses.
Así, al calcular la tasa efectiva anual (TEA)3 con el mix de portafolio (entre Leliq y Pases),
resulta que el interés anual que pagó la autoridad monetaria sobre estos pasivos se mantuvo
en valores superiores al 74% e incluso, entre los días 22 y 29 de enero, subió en lugar de
bajar 4.
Y, aunque para los que apuestan al carry trade sencillamente se trata de una "gallina de los
huevos de oro" (si logran realizar la ganancia en dólares esperada), para el sector privado
doméstico la TEA promedio en los préstamos comerciales y personales de las entidades
bancarias permanecen inalteradas, con costos anuales que superan el 100%5.
En nuestro artículo "Primero hay que saber diagnosticar, después planificar y, al fin,
gestionar los resultados" -segunda parte- (BAE Negocios 31-12-18), presentamos un
esquema, simplificando los escenarios que el estado del arte de la economía considera
probables, y las posibles estrategias a seguir por las empresas. Claro está que esta última
dimensión es la única susceptible de control (ya que el entorno pertenece al espacio de "lo
dado"), por lo que cada quien deberá resolver los riesgos implicados de la intersección que
entre ambos resulte.
endeudarse en dólares,
En los casos que esperan el entorno moderadamente pesimista (continuidad del actual
escenario económico agónico), la preocupación central será la de la mantención del
funcionamiento de las compañías. Ello no conllevaría mayores riesgos que la pérdida de
oportunidades de negocios si se registrara un cambio drástico en las condiciones generales.
Sin embargo, no son pocos los especialistas que otorgan pocas chances a la verificación de
ese tipo de entorno. Ejemplo de ello es la propuesta de dolarización que sostiene un grupo
de economistas, cuyo implícito diagnóstico es el de la insustentabilidad del presente
esquema.
El espíritu emprendedor será el que marque la diferencia dado que, con un mercado interno
floreciente y mejores condiciones externas en términos de competitividad, llegará la hora
de aprovechar las buenas decisiones tomadas, capitalizando las empresas.
1 “Primero hay que saber diagnosticar, después planificar y, al fin, gestionar los resultados
(primera parte)”, BAE Negocios, 24/12/18.
2 Cabe consignar que al 12 de febrero la tasa nominal anual de Leliq llegó a 44%, en tanto
la de pases activos se ubicó, en esa misma fecha, en 61%.
3 La diferencia entre la tasa nominal y la efectiva, es que la primera se calcula sobre el
capital invertido originalmente (interés simple), en tanto la segunda acumula y capitaliza
los intereses, es decir va calculando la tasa sobre el capital más los intereses ganados
(interés compuesto).
4 Valores obtenidos de un trabajo realizado por nuestro colaborador Lic. Oscar Carreras
(Máster de la Universidad de Chicago), en base a información oficial del BCRA
*MM y Asociados
Hemos venido señalando, como un elemento clave para la comprensión de la coyuntura y del
escenario en que deberemos desenvolvernos en los próximos lustros, el proceso de
transformación profunda que el entramado internacional experimenta ya que, desde el final de la
Guerra Fría, no habíamos observado cambios de semejante relevancia.
La transformación en curso repercute en todos los ámbitos, con intensidades que se expresan -en
cada país- de forma proporcional a los usufructos obtenidos en el diseño anterior, afectando
incluso el espacio de las representaciones, hasta prácticamente poner en crisis la institucionalidad
dominante.
Las que fueran fulgurantes estrellas del orden de la globalización, especialmente China y la Unión
Europea ( UE), no sólo pierden su resplandor, sino que, en el caso del viejo continente, queda
además atravesado por agudas crisis políticas, cuyas consecuencias aún no son mensurables.
Como hemos señalado1, el NOI es un proceso sin retorno, con sólidas bases materiales, en el que
queda atrás el aprovechamiento que las compañías de los países "centrales" hicieron de los bajos
salarios pagados en otras partes del mundo mediante la internacionalización de las cadenas de
producción, aspecto medular de su ganancia de competitividad, cuya contracara fue el deterioro
de la infraestructura industrial en los propios territorios de origen, y las consecuentes secuelas
sobre los entramados sociales.
El drástico cambio de enfoque que los Estados Unidos imprimieron a sus políticas, tanto internas
como externas, desde la asunción de Donald Trump como presidente, bajo la consigna "America
first", se erige como punto de inflexión, dando irreversibilidad a la transformación del orbe.
En el actual proceso, el vector energético se posiciona como el "ordenador" que define a los
ganadores y los perdedores del NOI, esquema en el que los países que estén en condiciones de
poner en valor sus propios vectores de competitividad, son los que potencialmente pueden
afrontar la reparación de sus propios entramados sociales, vigorizando la producción fronteras
adentro y mejorando sus posiciones en el comercio internacional.
Según los reportes oficiales, casi el 90% del petróleo y el 70% del gas natural consumido en los
países de la eurozona3 son importados, siendo Rusia el principal proveedor (también en cuanto a
combustibles sólidos). Al tiempo, en los últimos años la UE ha producido, en promedio, 15%
menos de energía primaria, respecto de una década atrás.
También hay implicancias en términos de seguridad del abastecimiento energético del mercado
común, ya que una alta proporción de las compras externas se concentra en pocos socios
comerciales.
En 2016 (última estadística agregada disponible), el 77,1% de las importaciones (netas) de gas
natural en la eurozona provino de Rusia, Noruega o Argelia; en cuanto a las de combustibles
sólidos, el 68,2% se obtuvo de Rusia, Colombia y Australia, mientras que Rusia, Noruega e Iraq
proveyeron el 52,6 % de las de petróleo crudo.
De allí que, previsiblemente, las dificultades para la mantención de la competitividad del aparato
productivo europeo sigan una tendencia incremental, conforme sus competidores, especialmente
los Estados Unidos, continúen reduciendo sus costos unitarios de producción e implementando
políticas de administración del comercio exterior.
El ocaso de la unificación
En el centro de tal confrontación se ubica la pugna entre las viejas representaciones que
sustentaron el orden de la globalización, hoy caduco, y las nuevas formaciones políticas y sociales,
que expresan las búsquedas autónomas de cada nación europea.
Si bien la salida del Reino Unido de la UE ( Brexit) es la manifestación más acabada (hasta la fecha),
de la tendencia a la desintegración de la eurozona en los términos institucionalmente
establecidos, posiblemente sean más relevantes otras expresiones, dado que podrían indicar la
aparición de conflictos que se desarrollen por vías menos ordenadas y diplomáticas.
Es muy significativo que desde el propio gobierno de Alemania, indiscutible líder de la eurozona y
adalid del libre mercado, hoy se alcen voces que, contradictoriamente reclaman tanto la puesta en
vigencia de medidas proteccionistas (como la propuesta del ministro de Economía de que el
gobierno adquiera participación temporal en algunas empresas tecnológicas, a fin de evitar que
sean compradas por corporaciones extranjeras5), como el fortalecimiento de unas "fuerzas
armadas conjuntas"6 para el bloque.
Son múltiples los indicadores de que las tendencias centrífugas, en sus variopintas vertientes, van
imponiendo paulatinamente sus nuevos enfoques, en detrimento de la anteriormente indiscutida
supremacía de la burocracia de Bruselas sobre los gobiernos nacionales.
Es que en todo el territorio europeo, las formaciones políticas que sustentaron el paradigma del
neoliberalismo que reinó a posteriori del colapso del bloque soviético (desde los partidos liberales
y conservadores hasta las tradicionales socialdemocracias e "izquierdas aggiornadas"),
experimentan un notorio deterioro en su representatividad.
Este proceso de ruptura va siendo capitalizado por expresiones de alcance local que, desde
diversos orígenes ideológicos, se alimentan de la disconformidad reinante y de las expectativas
que generan sus propuestas "nacionales".
Al mismo tiempo, es importante atender a la acción de los actores externos al bloque, que
también debilita las condiciones de supervivencia de la Eurozona.
Desde el final de la II Guerra Mundial, quienes mayoritariamente se hicieron cargo de custodiar los
mares y fronteras europeos, fueron los EE.UU., que hoy sostienen que es injusto imponer a los
contribuyentes estadounidenses los gastos militares hasta ahora requeridos. Como consecuencia
de tal cambio de enfoque, serán los propios países de la alianza continental quienes deban asumir
los costos de su defensa.
Ahora bien, aun cuando resulte comprensible, entre numerosos actores del viejo continente, la
obstinada persistencia en la defensa de un mundo que antaño proveyó de privilegios, pero que
hoy se desvanece, en estos lares, ese es un error que no podemos afrontar.
Esa retrógrada visión, que urge remover, es la que sostiene el actual oficialismo, constituyendo
una de las claves explicativas del rotundo fracaso económico al que nos ha dirigido.
La cabal comprensión del mundo que emerge en un Nuevo Orden Internacional, es una condición
sine qua non para la viabilidad del Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable
(MoDEPyS) que nuestra Patria necesita.
3-De acuerdo a las denominaciones utilizadas en el sitio web de la Unión Europea, los estados
miembro son: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chequia, Chipre, Croacia, Dinamarca,
Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia,
Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumanía y Suecia.
5-Caso similar a la negación del ente regulador norteamericano a la irrupción en sus puertos de
empresas de capitales árabes.
*MM y Asociados
No es esta la primera vez que señalamos la urgencia de profundizar la reflexión sobre los
requisitos y fundamentos que permitan edificar un Modelo de Desarrollo Económico Permanente
y Sustentable (MoDEPyS) en nuestro país, ante el indisimulable agotamiento del experimento
económico en curso.
Es cierto que la etapa nos impone desafíos urgentes (para mitigar los daños producidos por el
esquema vigente), pero también hoy se hacen presentes los que son mediatos, aquellos que, una
vez atravesada la forzosa fase de la reconstrucción, nos orienten a plantar los cimientos de la
necesaria Argentina de la producción y el pleno empleo.
En un contexto mundial en el que se debilita el libre comercio y sus instituciones garantes, como la
Organización Mundial del Comercio ( OMC), se abren oportunidades para que las naciones pongan
en valor sus vectores de competitividad.
Parece entonces apropiado dirigir la atención al primero de estos tópicos (luego de haber tratado
diversas facetas del segundo recientemente1), profundizando sobre las tensiones de la interacción
entre el mercado doméstico y el internacional en una de las producciones emblemáticas: la carne
vacuna.
El marco de la reflexión
Aun corriendo el riesgo de ser reiterativos, consideramos pertinente repasar algunos conceptos
que introdujimos, en este espacio comunicacional, el 29 de enero del año pasado, en el artículo
"¿Cómo seguimos?".
Allí asumimos como postulado básico que "para implementar un MoDEPyS, es imprescindible que
las dirigencias gremiales, tanto de empresarios como de trabajadores, lo hagan propio" y, para
que ello ocurra, "deben cumplirse, entre otras condiciones, que:
el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y
los sistemas de previsión y seguridad social sean suficientemente vigorosos,
Definíamos también a los vectores de competitividad del aparato productivo nacional, como
aquellos capaces de reducir los costos primos (en forma intensiva y extensiva) de nuestras
empresas, garantizando su hegemonía en el mercado doméstico y potenciando su inserción en los
internacionales, a la vez que señalábamos que "dichos vectores no pueden ser otros que los
asociados a las rentas extraordinarias en la economía, es decir aquellos beneficios redundantes,
que se generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de
ejercer la exclusividad de explotación de algún recurso natural".
Y más acá, en noviembre pasado ("Reflexiones sobre el modelo de desarrollo argentino", BAE
Negocios, 19/11/18), marcábamos que, como aliciente de la demanda, "los precios justos y
equitativos para los alimentos, permitirán recomponer el poder adquisitivo de los ingresos
populares, impactando favorablemente en el crecimiento del consumo privado".
La ganadería -como explotación comercial- tiene tal envergadura en nuestro país, que algunos
académicos afirman que su historia es la de la Argentina.
En el día a día, algo de esto se verifica dado que, después del alza del precio del dólar y de los
combustibles, el de la carne es el que más impacto tiene en la vida social y familiar, lo que se
expresa en el viejo adagio de "aumenta la carne y aumenta todo", aunque ese "todo" es el costo
de los alimentos.
En lo que va del año, el precio del ganado en pie ("kilo vivo") se ha disparado en el entorno del
50%, llegando incluso a superar ese porcentaje en algunas de las categorías. Bajo estas
circunstancias, es importante descifrar el porqué de este acontecimiento.
En general el mercado interno tiene las siguientes características: los sectores de alto y medio
poder adquisitivo consumen el animal liviano (ternera, y vaquillona y novillo livianos) mientras
que, restaurantes orientados al turismo y otros demandantes sofisticados, adquieren el novillo
pesado de exportación (el famoso bife de chorizo de 500g.).
Las categorías populares son la vaquillona y el novillo pesados, pero la principal es la vaca buena.
En el contexto armado por Cambiemos, esta última, más económica, comenzó a ser masivamente
exportada, especialmente desde la incorporación de China como comprador relevante, tal como
se refleja en el gráfico, que muestra la casi triplicación de las cantidades vendidas y el simultáneo
descenso de los precios promedio.
Al margen de la imposición que hizo el FMI en la última renegociación, en la que exigió la
reinstalación de las retenciones, el marco ideológico de este gobierno contempla que el precio
doméstico se expresa en el concepto de "paridad de exportación", esto significa que, al eslabón de
la cadena que ejecuta dicha comercialización, le resulta indistinto que su comprador sea cliente
doméstico o extranjero2.
Bajo dicha paridad (con el fuerte incentivo a las exportaciones, sin selectividad de mercados ni de
cortes), la inevitable consecuencia fue lo que aconteció: para satisfacer la demanda externa,
resultó necesario contraer la doméstica, vía aumento de los precios internos.
Según los informes de la Secretaría de Agroindustria, entre los meses de enero de 2018 y 2019, el
consumo interno per cápita, medido en kilogramos al año, se redujo en más del 11%, desde casi 60
hasta menos de 53.
La política de Cambiemos, finalmente, quita la carne de las mesas argentinas para llevarla a las
extranjeras, especialmente a las de China, país que compró el 56% de las exportaciones de este
producto el año pasado.
Si el MoDEPyS debe ser un modelo basado en la producción y, por ende, la inversión, los precios
justos y equitativos para los alimentos son una de las claves para su logro.
El aumento del poder adquisitivo de los ingresos populares (sueldos, salarios, jubilaciones y
pensiones), se logra modificando a la baja la proporción de las erogaciones de la canasta
alimentaria en los presupuestos familiares, permitiendo así acceder a la población a otros
consumos, dinamizándose el mercado doméstico.
Por una parte, tenemos que considerar que, si bien el producto genérico es la carne vacuna, su
comercialización para el consumo final se realiza mediante diferentes tipos de cortes.
Bajo estos patrones, también es posible operar en otras cadenas de alimentos y derivados
(lácteos, cereales, oleaginosas, etc.), desalineando los precios internos de la canasta básica, del
valor de un tipo de cambio competitivo.
Estos ejemplos dejan meridianamente aclaradas las potencialidades del MoDEPyS, en el que,
simultáneamente a la satisfacción de las necesidades del conjunto de la población, crezcan la
inversión y la producción.
1 BAE Negocios. “Una Argentina de pleno empleo es posible y necesaria” (19/2/18). “Reflexiones
sobre el modelo de desarrollo argentino” (19/11/18).
2 Obviamente dicha conducta está calibrada por la facilidad de cobros, conocimiento del cliente y
otras múltiples referencias que influencian el precio y determinan la realización de una operación
comercial.
3 Existen antecedentes exitosos de este diseño, como lo fue el fideicomiso relacionado al aceite
mezcla de cocina entre 2009 y 2016.
*MM y Asociados
Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
A pesar de que la economía cayó 7% interanual en diciembre y 2,6% en el año1, los funcionarios
del Ministerio de Hacienda sostienen, no sin un alto grado de cinismo, que "el piso de la recesión
habría sido en noviembre".
En esta nueva versión de "lo peor ya pasó", el oficialismo vuelve a plantear, casi
desesperadamente, que a partir del segundo trimestre la economía mejorará, debido al impacto
positivo que podrían tener en el PIB:
la disminución del déficit fiscal total, a partir de la búsqueda del equilibrio entre los ingresos y
gastos operativos2.
Ahora bien, con respecto al primero de los señalamientos, afirmábamos en "Resultados rojos,
perspectivas negras" (BAE Negocios, 11-2-19): "el desempeño de la balanza comercial suele
analizarse a partir de su saldo. Naturalmente, el superávit comercial resulta necesario para la
economía argentina, pero lo que actualmente ocurre es que este se consigue por un desplome de
las importaciones".
Como nos hemos explayado en reiteradas ocasiones sobre este último tema, en los párrafos
subsiguiente desarrollaremos analíticamente aspectos relacionados a uno de los componentes del
sector externo: la balanza comercial.
El último dato oficial publicado, referente al mes de enero, muestra una caída del valor (precio por
cantidad) de las ventas externas argentinas de 4,7% con respecto a igual mes del año anterior.
Al analizar dicho comportamiento según su rubro, se observa que mientras se incrementaron las
exportaciones de Productos Primarios (PP, 12,6%) y de Manufacturas de Origen Agropecuario
(MOA, 6,5%), las de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) cayeron 24,3%, y las de Combustibles
y Energía (CyE), a pesar de los anuncios oficiales, lo hicieron en un 27,4%.
Así, el efecto alcista sobre las exportaciones de la "cosecha salvadora", que el oficialismo anhela
como un vaso de agua en el desierto, resulta más que compensado por la marcada baja del resto
de los rubros.
Queda claro entonces que, al igual que ocurrió con otras tantas predicciones oficiales, el de las
exportaciones tampoco será el ítem de la demanda global que detenga la caída del PIB, ni
equilibre las cuentas del sector externo.
Como explicábamos hace algunas semanas en el artículo citado, el análisis del nivel que alcanzan
las importaciones resulta un buen proxy para vislumbrar lo que acontecerá, en los meses
inmediatos posteriores, en el mercado de bienes y servicios.
Ello es así porque las decisiones empresarias sobre el quantum de compras externas se ajustan,
principalmente, al nivel de producción y la dinámica comercial previstos para el futuro, resultando
un "correcto orientador" del porvenir inmediato del conjunto de la actividad económica.
En consecuencia, nuestra afirmación acerca de que "las importaciones de diciembre pasado sólo
son compatibles con un PIB, en el primer trimestre de 2019, casi 10% inferior al del final de 2018",
puede perfectamente trasladarse a los meses subsiguientes, cobrando cada vez mayor vigencia a
medida que se van conociendo nuevos datos del desempeño de la actividad económica y la
balanza comercial.
La única verdad
Al transcurrir el último año del gobierno de Cambiemos, el aparato productivo nacional exhibe una
performance calamitosa, en la que la vulnerabilidad no es privativa de las compañías pequeñas y
medianas, sino que afecta a todos los negocios, ya que abundan entre las grandes empresas, los
procesos preventivos de crisis, concursos y balances que exhiben cuantiosos quebrantos.
Como muestra, basta mencionar el caso de una destacada empresa molinera (cuya magnitud de
oferta en el mercado de harinas alcanza el 40%, con lo cual corre riesgo el normal abasto a la
población) que se encuentra con severos inconvenientes para refinanciar un pasivo que, según el
mercado, alcanza los 60 mil millones de pesos.
La situación de las familias no es diferente. Los ingresos han perdido poder adquisitivo en forma
sostenida, al tiempo que el panorama del empleo es de cotidiano declive.
En este contexto, el déficit fiscal total permanece en el orden del 11% del PIB, tanto por la caída
estrepitosa de la recaudación tributaria, como por el crecimiento geométrico del déficit cuasi
fiscal, producto de los pasivos remunerados del BCRA.
Por otro lado, como explicamos ut supra, a pesar de la mejora del saldo de la balanza comercial, el
déficit del sector externo se encuentra en el entorno del 6% del PIB, ya que el ítem de los bienes ni
se aproxima a compensar el rojo del resto de los componentes de la cuenta corriente de la balanza
de pagos.
De esta manera, continúan en plena vigencia las condiciones de la Supercrisis, ya que Cambiemos
consiguió generar, a un mismo tiempo, los desequilibrios macroeconómicos, fiscal y del sector
externo, que provocaron el colapso de los gobiernos de Alfonsín y De la Rúa, respectivamente.
Sin embargo, ante el inminente desenlace, no sólo es hora de mantener el espíritu de iniciativa en
alto frente a las crueles inclemencias del contexto generado por el gobierno nacional, sino de dar
espacio a la preparación del nuevo futuro que, más temprano que tarde, vamos a protagonizar.
1-Cabe aclarar que este último dato refiere al estimador de actividad económica ( EMAE), por lo
que, cuando se publique el PIB, elaborado con mayor cantidad y más detallada información, los
resultados deberían coincidir con la baja de 3,2%, prevista oportunamente por MMyAsociados.
Asimismo, los primeros datos oficiales de actividad, correspondientes a enero del corriente año
(industria manufacturera y construcción), al igual que las informaciones sectoriales surgidas
durante febrero y marzo (parada de automotrices y resultados negativos y dificultades financieras
de las principales empresas alimenticias, entre otros), confirman la tendencia expresada.
2-Es dable resaltar que una de las metas acordadas con el FMI es que tienda a cero el déficit fiscal
primario, soslayando el abultado resultado financiero, y cuasi fiscal, negativos.
3-Está claro que la drástica reducción de las compras externas que se viene observando no está
motivada por la vigencia de ninguna medida gubernamental que restringa las importaciones, ni
tampoco obedece a un súbito proceso de sustitución de importaciones.
*MM y Asociados