Está en la página 1de 271

Columnas semanales de Guillermo

Moreno en BAE Negocios (2017-2020)

MM Y

ASOCIADOS

Lunes, 24 de julio de 2017


La reforma laboral de Brasil: ¿el fin del
Mercosur?
A las asimetrías de competitividad se le suma el abaratamiento de la mano de obra vía la
flexibilización.

Por Guillermo Moreno y Claudio Comari

La reforma a la legislación del ámbito laboral recientemente sancionada por el parlamento


de la República Federativa de Brasil, se ha convertido en un centro de atención para
numerosos agentes económicos y toda clase de actores sociales y políticos. La polémica
trasciende holgadamente las fronteras y encuentra en nuestro país tanto exégetas que ven en
la reforma el futuro deseable para la regulación del mercado de trabajo argentino, como
fervorosos críticos que consideran a la nueva legislación un retroceso a los albores del siglo
XX. Casi en paralelo, durante la cumbre del Mercosur sostenida en Mendoza el pasado 21
de julio, los presidentes de las naciones que componen este ámbito de integración regional
no sólo ratificaron su vigencia, sino que además asumieron nuevos desafíos a enfrentar en
forma conjunta. En este contexto cabe preguntarse sobre cuáles podrían ser las implicancias
del nuevo régimen laboral brasileño, ya que incorpora un obstáculo adicional a la
tradicional dificultad de integración de economías que no son principalmente
complementarias sino esencialmente competitivas, especialmente en el caso de Brasil y
Argentina.
La reforma laboral
La reforma consistió en la modificación de 115 artículos de la norma conocida como
Consolidación de las Leyes del Trabajo (CLT) -que data de 1943 durante la presidencia de
Getulio Vargas-, que alteran de manera significativa el corpus legislativo que Brasil fue
desarrollando hasta la fecha en materia laboral.
En la lectura de la norma en vigencia, resulta difícil encontrar modificaciones orientadas a
mejorar o fortalecer la protección de los derechos de los trabajadores. Sí resultan
abundantes las medidas orientadas a flexibilizar las condiciones en las que los contratos
laborales pueden ser convenidos y las tareas desarrolladas.
Si se descuenta que Argentina tome un modelo similar, la tensión se incrementará
Uno de los aspectos más relevantes lo constituye el orden de prelación establecido para un
amplio espectro de componentes del contrato de trabajo, en el que predominan los arreglos
individuales o por empresa por sobre los convenios colectivos de la actividad. Las
negociaciones que pueden desarrollar por fuera de los acuerdos paritarios empleadores con
empleados, alcanzan a la estructuración de las jornadas laborales, las pautas organizativas
de las tareas, la distribución de las licencias, entre otros aspectos, permitiendo, por ejemplo,
la negociación de indemnizaciones por despido por debajo de los estipulado.
Resaltan asimismo la permisividad para la tercerización de actividades (incluso en el caso
de la principal) y la habilitación de formas de contratación en las que los trabajadores
pueden permanecer a disposición del empleador recibiendo remuneraciones solamente por
el período de prestación de servicios (el que puede pautarse por jornadas u horas inclusive),
o las que los trabajadores son considerados "autónomos exclusivos" cuando presten
servicios para un único cliente al que se exime de reconocer el vínculo laboral permanente.
El debilitamiento del papel de los sindicatos atraviesa la totalidad del nuevo ordenamiento
legal, no sólo en términos de afectar el financiamiento y la afiliación, sino en la admisión
de la subordinación a los acuerdos individuales o por empresas, aun en los casos de
despidos masivos y también en la facultad reconocida a comisiones no sindicales de
negociar como representación de los trabajadores ante las empresas.
En muchos sentidos podría decirse que la nueva legislación permite que las disposiciones
de los convenios colectivos -e incluso de la propia normativa- puedan ser eludidos.
Las regulaciones laborales son, en general, soluciones obtenidas frente a tensiones
existentes surgidas y situadas en un determinado contexto. Por ello, no cabe duda que, al
menos en ocasiones, ante transformaciones que los mercados particulares experimenten
(transitorias o permanentes), la búsqueda de las mejoras para el conjunto de los actores
podría incluir la revisión de aspectos puntuales que pudieran haber resultado disfuncionales
en el transcurso del tiempo. Sin embargo, la extensión y direccionalidad de la reforma
establecida por los poderes legislativo y Ejecutivo del estado brasileño, llevan a pensar que
no se trata de la salvaguarda de actividades en dificultades sino que el objetivo de la
reforma es el de la búsqueda de un salto en la productividad (y competitividad) de su
economía basado en el abaratamiento de la mano de obra.
La integración regional
La última reunión cumbre del Mercosur produjo, entre otros documentos, un comunicado
conjunto de los presidentes de los estados parte en el que se destacan, entre los logros
recientes, la "Suscripción del Protocolo de Cooperación y Facilitación de Inversiones intra
Mercosur, que establece condiciones jurídicas comunes destinadas a facilitar y fomentar las
inversiones recíprocas y atraer las extra-regionales (*)" y el "Acuerdo para modernizar el
proceso de elaboración, revisión y derogación de los Reglamentos Técnicos del Mercosur,
con miras a facilitar el intercambio comercial intrazona, así como mejorar la competitividad
del Mercosur a nivel internacional"; entre los desafíos identificados sobresalen la intención
de "Concluir el acuerdo de Contrataciones Públicas intra-Mercosur durante el año en
curso". Si, luego de más de dos décadas desde la creación del Mercosur, las dificultades de
la integración continúan, ello no se debe (sino en mínima medida) a falta de voluntad o
pericia política de los poderes ejecutivos, tal como ejemplifican los logros y objetivos
mencionados en el párrafo precedente. La competencia en las principales producciones de
las dos economías más importantes del bloque opera como el mayor e insuperable
impedimento. Si a las asimetrías de competitividad hoy existentes se le adiciona que la
producción brasileña logra obtener un diferencial basado en el abaratamiento del costo de la
mano de obra, será imposible la supervivencia del Mercosur tal como lo conocemos: o bien
el aparato productivo de Argentina, especialmente en el sector manufacturero, apela a
similar mecanismo de mejora de la competitividad o sucumbe ante la depreciación de las
manufacturas y capacidad de atracción de inversiones del país vecino.
Condiciones de posibilidad

Los incrementos de productividad y competitividad basados en la disminución del costo


laboral no son para nada novedosos. El siglo pasado fue pródigo en ejemplos de economías
que, como en el caso de los llamados "tigres asiáticos" lograron imponentes expansiones
sobre la base de bajos salarios y condiciones deplorables de trabajo y seguridad social.
Subyace a esos modelos económicos, una estructuración social muy diferente a la de
nuestra sociedad. La condición necesaria para su existencia es la de una tolerancia a la
desigualdad social que la sociedad argentina no tiene. La homologación implícita de los
seres humanos con las máquinas de producir choca no sólo contra los límites de la
conciencia social y moral de la comunidad argentina, sino también con las propias
posibilidades de supervivencia de los modelos en los que una significativa parte de la
población queda excluida de la posibilidad de consumir. Descontada la posibilidad que en
la Argentina se adopte un modelo laboral similar, la tensión entre los agentes económicos
de cada lado de la frontera no puede sino incrementarse. ¿Tendrá futuro el Mercosur en
tales condiciones? Imposible determinarlo con certeza, así como aún no sabemos si los
cambios establecidos en la reforma laboral se configurarán como las modalidades
dominantes en el mercado de trabajo de Brasil o si sólo ocuparán espacios en los márgenes:
sí podemos anticipar que si el costo de la mano de obra pasa a ser el factor de
competitividad privilegiado por la economía brasileña, la "guerra comercial" estará a la
vuelta de la esquina.

*MM y Asociados

Lunes, 31 de julio de 2017

El pesimismo es un momentum del


optimismo
El optimismo se pone en juego.

Lic. Guillermo Moreno*

Dr. Claudio Comari*

Especial para BAE Negocios


Desde la actividad empresarial o la representación sectorial, el optimismo se pone en juego
como ese espíritu de iniciativa requerido tanto para obtener la máxima ventaja posible de
cada situación dada, como para la paciente preparación ante lo que está por venir.

Economía y política, universo con galaxias que se enlazan

Transitamos una coyuntura en que la economía se mostrará más permeable a lo que suceda
en el ámbito de la política por lo que el comportamiento de los agentes económicos
mostrará una especial susceptibilidad frente a acontecimientos de naturaleza no
necesariamente económica. Tanto el campo de lo político como el de lo económico, se
rigen por las reglas que le son propias a su naturaleza. Sin embargo, a la vez existe una
universal aceptación de una perpetua intersección de los mundos económico y político, aun
cuando para su estudio ambas disciplinas focalicen en uno u otro ámbito.
De acuerdo a su propia empiria, las sociedades en general y los agentes económicos en
particular, valorizan esta dinámica que el saber académico no logra precisar, y cada país
configura estas relaciones de forma diversa, especialmente en cuanto a los grados de
libertad que cada ámbito detenta respecto del otro.
Suele observarse que, en economías razonablemente sólidas y estables, las amenazas de
crisis políticas no derivan impactos significativos sobre ellas, contrariamente a lo que
ocurre en aquellas de características oscilantes; la fortaleza de la economía tiende a ser un
factor explicativo de la intensidad de esas relaciones.
Podemos decir que, en el caso de la Argentina -inequívocamente perteneciente al segundo
grupo-, la relación de retroalimentación es especialmente intensa en cuanto a cómo la
economía puede afectar a la política y viceversa. Menos perceptible en tiempos de
crecimiento económico y armonía institucional, se hace más evidente en momentos de
cambio y se potencia hasta la exacerbación en los períodos de crisis, como los de las
hiperinflaciones de finales de los años ’80 o la crisis de diciembre de 2001.
Así, por ejemplo, el comienzo del ciclo económico de la era Macri debe situarse junto a los
resultados de la primera vuelta en las elecciones de 2015; la posibilidad cierta de un triunfo
de la alianza Cambiemos progresivamente comenzó a ordenar las decisiones de los agentes
económicos desde el mismo 25 de octubre, en sintonía con lo que se presumía sería el
resultado del balotaje de noviembre y el comportamiento gubernamental desde el momento
de su asunción en diciembre.
Sin pretensión de exhaustividad, también podemos examinar las diferencias en las
dinámicas de interacción en tiempos de crisis. Sobre el final del gobierno de Raúl Alfonsín,
la crisis económica determinó un fuerte deterioro de la administración gubernamental, que
derivó en la derrota electoral de la Unión Cívica Radical. La pérdida de las elecciones
melló aún más la capacidad política del gobierno, imposibilitando que sus medidas
obtuvieran "efectividades conducentes" y profundizando la crisis económica. En esa
coyuntura, las dificultades de la economía se reprodujeron en el terreno de la política y
repercutieron, ya en forma ampliada, induciendo la crisis económica.
Distinto fue el proceso hiperinflacionario del gobierno de Carlos Menem, cuya
reproducción ampliada fue limitada por la legitimidad política recientemente obtenida en
los comicios. Es decir que las condiciones políticas jugaron papeles determinantes para la
posibilidad (o no) de restituir el funcionamiento económico.

Nuestro pesimismo no es sino un momentum del optimismo

La prognosis del futuro económico inmediato de nuestro país está lejana a la expresión de
un consenso; por el contrario, es un terreno de arduo debate que no pocos califican,
equivocadamente, como una batalla entre el optimismo y el pesimismo. Según este
enfoque, en el primer grupo cabría contar a aquellos que empardaban o superaban los
pronósticos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que anticipa el Gobierno
Nacional (3,5% respecto al PIB de 2016) y, entre los segundos, a quienes anticipamos que
el crecimiento de la actividad económica será mínimo o inexistente durante 2017.
Desde ese punto de vista, la disciplina económica quedaría asociada, antes que nada, a los
mandatos de los estados anímicos de los analistas y sólo de modo auxiliar a la rigurosidad
profesional. Tales caminos de reflexión no sólo son errados, sino además inútiles.
No es en las previsiones de los informes económicos donde se juega el optimismo o el
pesimismo, sino en las prácticas que cada agente despliega en el desarrollo de su acción en
determinada realidad. En las proyecciones económicas sólo se pone en juego la
comprensión de la realidad, es decir la posibilidad de construir desde conjuntos
fragmentarios de informaciones dispersas, un sistema coherente y articulado de conceptos,
capaz de interpretar y dar adecuada cuenta de las situaciones pasadas, así como prever los
itinerarios posibles del devenir.
Aun pensando que, en términos del funcionamiento de la macroeconomía, no esperamos
para el corto plazo resultados positivos, ello no tendría por qué ser algo distinto a una onda
corta, negativa sí, pero situada en un ciclo extenso, positivo. Incluso dentro de esa "onda
corta", que caracterizaría negativamente el contexto general, no debería, necesariamente,
ser de similar signo para cada uno de los diferentes niveles de lo particular; en ellos están
(siempre estuvieron en períodos similares) las condiciones que permiten el milagro de
"multiplicar los panes y los peces".

Una coyuntura de hipersensibilidad

En el escenario de incertidumbres que se presenta, la prudencia parece imponerse como


requisito ineludible.
El calendario electoral general se desarrollará sobre la base de las propias inconsistencias
macroeconómicas; si durante el proceso irrumpen novedades inesperadas, sus hitos pueden
constituirse también en mojones de la agenda económica.
La "realidad publicada" no necesariamente refleja la totalidad de matices de la realidad
pública, cuya complejidad sí se expresará durante el proceso eleccionario y no será
forzosamente concurrente con la primera, lo que podría agudizar las sensibilidades de los
agentes que interactúan en los diferentes mercados, presentándose sobre-reacciones u otros
factores disruptivos.
Prudencia implica entonces, en el corto plazo, la vigilancia para mantener alineados los
pagos con las cobranzas (tanto cuanto la posición en el mercado lo permita), y conservar
equilibrada la relación entre las ventas y los stocks.
También parece aconsejable optimizar las situaciones crediticias, evitando deudas en
divisas (si se factura en pesos) y, en los casos en que ello no sea posible, disminuir los
riesgos apelando a los instrumentos de cobertura que el mercado ofrece, aun cuando ello
conlleve incrementos de los costos.
La preservación de los negocios, particularmente en aquellas áreas que atraviesan
situaciones tortuosas, es en esta etapa un valor en sí mismo. Así como la asunción de
riesgos otorga premios en los períodos de alza, también aquellos pueden resultar en duros
castigos en los períodos de retracción.
Disminuir la exposición parece ser una conducta sabia en los meses por venir. En algunas
actividades, llanamente se trata de la búsqueda de la supervivencia en un contexto hostil, en
las que mantener vigente el concepto de empresa en marcha es el criterio de éxito.

*MM y Asociados

Lunes, 7 de agosto de 2017

Caen el empleo y los salarios reales:


¿Mejora la distribució n?

Lic. Guillermo Moreno*


Lic. María Lucila “Pimpi” Colombo
Lic. Norberto Itzcovich*

Hace pocos días el Instituto Nacional de Estadística y Censos publicó un informe sobre los
resultados de la “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra”,
correspondiente al primer trimestre de este año.
La cuenta de generación del ingreso (CGI) muestra cómo se distribuye el valor agregado
bruto (VAB) creado por la economía de un país, entre los distintos factores productivos.
Antes del cambio efectuado en el Sistema de Cuentas Nacionales de 1993, luego
actualizado al 2008, que utilizan la mayoría de los países, era conocida como la distribución
funcional del ingreso.
Un incremento de la participación de los asalariados en el ingreso puede ser interpretado
como una mejora de la distribución personal del ingreso. En la actualidad, dado que
muchos individuos son asalariados con alta remuneración, la relación entre distribución
funcional y personal es más imprecisa.
La CGI se compone de la Remuneración al trabajo asalariado (RTA); el Excedente de
explotación bruto (EEB), que es el saldo contable de las empresas constituidas en
sociedades (excedente o el déficit devengado de los procesos de producción) obtenido una
vez que se restan del valor agregado, la remuneración de los asalariados y los impuestos
menos las subvenciones sobre la producción; el Ingreso mixto bruto (IMB), que es aquel
producido por agentes donde no puede diferenciarse la parte correspondiente a la
remuneración del trabajo realizado por el propietario, del rendimiento obtenido como
empresario (monotributistas, autónomos), y por último la “remuneración” del Estado vía
percepción de impuestos denominada Otros impuestos sobre la producción netos de
subsidios (T-S).

Perdieron los trabajadores y perdieron los empresarios

Los resultados oficiales muestran una participación de 55,6% para la RTA; 35% para el
EEB; 12,2% IMB y -2,8% para los otros impuestos netos de subsidios a la producción.
Un primer análisis liviano de esos guarismos puede arrojar conclusiones falaces. Si bien
efectivamente la RTA superó el histórico anhelo del fifty-fifty, al indagar en las causas que
arrojan estos porcentajes, las conclusiones no son tan positivas, al menos desde el punto de
vista de la macroeconomía.

En efecto, al realizar un estudio por sector de actividad, se verifica que los que más inciden
en el supuesto “logro” distributivo son los asalariado intensivos que además están
relacionados ya sea por la prestación directa de la actividad o por la recepción de subsidios,
con la actividad estatal.

Al comparar los primeros trimestres de 2017 y 2015 se registró una disminución de la


actividad, que en el sector agropecuario alcanzó el 3,9%, en la industria manufacturera el
3%, en la construcción el 4%, y en el comercio el 0,6%, por mencionar los principales
sectores donde el capital privado es generador de empleo.

Ello repercutió en la participación que esas actividades perdieron respecto del total del
Valor Agregado Bruto de la Economía en ese período.
En efecto, la actividad agropecuaria pasó de representar el 6,4% al 6,1%, la industria
manufacturera del 20,% a 19,6%, la construcción del 4% al 3,8% y el comercio del 15,6%
al 15,4%.

Por el contrario, las actividades de la administración pública (incluyendo salud y


enseñanza) pasaron de representar en conjunto el 10,4% al 10,7% del VAB, en tanto la
participación de los sectores transporte y comunicaciones crecieron de 9,5% a 10,3%.
Por su parte, los resultados del componente T-S de la CGI muestran que el estado, en lugar
de ser remunerado, se vio obligado a erogar dinero (subsidios) por casi el 3% del total del
VAB, principalmente en las ramas ´electricidad, gas y agua´, que se llevó algo más de la
mitad de ese total de subsidios y la de ´transporte almacenamiento y comunicaciones´.
Inconsistencias macro repercuten en menos actividad y menos trabajo

El mercado interno no “tira” de la demanda. El externo tampoco, por las deterioradas


condiciones de competitividad de la economía argentina.

Las dificultades que atraviesan vastos sectores de la economía se plasman con toda crudeza
en los cierres de plantas que numerosas empresas (algunas de ellas emblemáticas) han
dispuesto a largo del corriente año, por múltiples y variadas causas. Al agotarse las
posibilidades de extender las condiciones de funcionamiento a la espera de la recuperación
de la actividad, se vieron forzadas a la realización de ajustes.

Corroborando las hipótesis planteadas, el comportamiento del mercado de trabajo también


muestra una importante contracción, que afecta principalmente al sector privado. La tasa de
desocupación alcanzó al 9,2% de la población económicamente activa en el primer
trimestre del año, llegando a casi 12 puntos en el conurbano bonaerense. Las proyecciones
de las estadísticas oficiales (de los 31 aglomerados urbanos a la totalidad del país) dan
cuenta que hay 402.000 personas ocupadas menos que en 2015, a lo que se adiciona como
déficit los 444.000 mil puestos de trabajo que debieran haberse creado para la absorción del
crecimiento vegetativo poblacional.

El examen de las estadísticas realizadas por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad


Social (MTEySS) a partir de registros administrativos, sugiere que los incentivos a la
registración dan como saldo un crecimiento de la inscripción de empleos previamente
existentes, sin que se hayan creado nuevas posiciones.

La decisión de financiar el dé- ficit fiscal (que consolidado con provincias y cuasi fiscal
asciende a casi 11 puntos del PIB) con deuda, junto con la demorada expansión del
consumo de los hogares por efecto de la constante pérdida de poder adquisitivo, provocó
que el desempeño de la economía real se haya visto encorsetado.

Es la fuerte inconsistencia económica de las variables macro la que conduce a esta


debilidad observada en los procesos de inversión privada, generando la consiguiente baja
sistemática de la productividad de la mano de obra.

En consecuencia, puede inferirse de manera inequívoca que el reflejo de la supuesta mayor


participación de los asalariados en el reparto de un producto cada vez más pequeño, lejos de
ser consecuencia de una mejora en la distribución del ingreso, responde al ajuste al cual el
sector privado de la actividad económica debió someterse, producto de las políticas
desarrolladas por el actual gobierno nacional.
Martes, 15 de agosto de 2017

Las elecciones y la economía

Por Lic. Guillermo Moreno*


Lic. María Lucila “Pimpi” Colombo
Lic. Norberto Itzcovich*
Especial para BAE Negocios

Tal como anticipamos desde esta columna, la coyuntura económica comenzó a


experimentar cierto nivel de convulsión en simultáneo con el desarrollo del proceso
electoral. En la antesala de las recientes elecciones PASO, el nerviosismo de las
operaciones financieras -que por su inmediatez se evidenciaron en el día a día-, puso de
manifiesto la incertidumbre que atravesaron la mayoría de los agentes económicos.

La economía en lo inmediato

Vale puntualizar que, pese a los anuncios optimistas basados en los datos oficiales de mayo
y de junio, no se avisoran impactos sustantivos en el nivel de actividad.
El escenario económico en el que se desarrollará el segundo semestre ya está definido. Sus
contornos han sido esculpidos por las ambivalencias en las que transcurrió el primer año y
medio de políticas económicas de la administración Macri, especialmente las del ámbito de
las finanzas ampliadas (articulación de las políticas fiscales, monetarias y financieras), que
presentan, como único horizonte para lo queda del año, la persistencia de los desórdenes
fiscal y cuasifiscal, y la continuidad de la cobertura de esos baches mediante
endeudamiento y, más que nunca en los últimos años, el valor del tipo de cambio quedará
sujeto a la dinámica que impongan la oferta y demanda de dólares estadounidenses.
Los resultados de las elecciones, que se presentan como un “éxito” electoral del gobierno,
aunque su impacto haya sido mayor en el plano comunicacional que en el de las
“efectividades conducentes”, finalmente, patentizaron nuestra aseveración: “la ‘realidad
publicada’ no necesariamente refleja la totalidad de matices de la realidad pública, cuya
complejidad sí se expresará durante el proceso eleccionario y no será forzosamente
concurrente con la primera, lo que podría agudizar las sensibilidades de los agentes que
interactúan en los diferentes mercados, presentándose sobre-reacciones u otros factores
disruptivos”.

La coyuntura
El gobierno nacional sigue enfrentando una muy compleja situación. Los principales
objetivos económicos están lejos de poder cumplirse: la inflación continúa por encima de
las metas planteadas, los desequilibrios fiscales tienden a incrementarse al igual que el
déficit de cuenta corriente en la balanza de pagos, la producción de bienes y servicios se
encuentra por debajo de los niveles de 2015 (al igual que el consumo), mientras se
deterioran los niveles de vida de numerosas familias, a lo que se suma la volatilidad que
experimenta el mercado cambiario en el último bimestre.
Si el ordenamiento de las variables de la economía de por sí ya presentaba difi cultades
intrínsecas de considerable magnitud, a ello se suman las que provienen del resultado de las
elecciones primarias. Por un lado está la presión para implementar las políticas que sus
cercanos analistas le sugieren (correcciones bruscas o políticas de shock), para el que los
resultados no proveen suficiente legitimidad; por el otro la de mantener el actual esquema
de “gradualismo”, cuya continuidad depende de la aceptación en los mercados de las
sucesivas emisiones de deuda.

El concepto es “rienda corta”: defendamos el negocio

Sin que resulte esperable la disipación de la incertidumbre y de las amenazas de volatilidad,


el desafío de las empresas sigue planteado en el orden de continuar operando sin exponerse
a riesgos cuyos resultados pudieran ser irreversibles. Recae sobre las gerencias la enorme
responsabilidad de prever lo que hasta hace pocas semanas parecía improbable; saber el qué
y el cómo puede resultar insuficiente por desconocer el cuándo.
De allí que la presente etapa requiere esfuerzos lindantes con la desmesura; este costo a
pagar por tener la mirada atenta y el oído abierto 24 horas al día -los siete días de cada
semana-, serán un precio más que módico al lado de lo que pudiera acontecerle a quien se
distraiga.
El estrecho contacto con proveedores, clientes y consultores ayuda a adecuar el timing de
las operaciones: en el diario de hoy sólo aparecen las noticias de ayer. Los actores de los
mercados en el que cada empresa participa son los que proveen las señales que deben ser
decodificadas con particular sensibilidad, pero la agudeza para captar los signos, más aún si
son sutiles, se desarrolla y perfecciona en la experiencia; de ahí que, además de valorar a
los informantes claves, es un buen momento para convocar a los “mayores”, aquellos que,
hoy alejados de la cotidianeidad del negocio, han desarrollado su sensibilidad en la
experiencia de años de timonear en diferentes contextos y transitando las duras tormentas.
Finalmente, insistimos en el criterio de someter las operaciones a las reglas de la prudencia;
en este escenario de exposición a incertidumbres y eventuales disrupciones. Como
expresáramos desde estas mismas páginas:
“Prudencia implica entonces, en el corto plazo, la vigilancia para mantener alineados los
pagos con las cobranzas (tanto cuanto la posición en el mercado lo permita), y conservar
equilibrada la relación entre las ventas y los stocks.
También parece aconsejable optimizar las situaciones crediticias, evitando deudas en
divisas (si se factura en pesos) y, en los casos en que ello no sea posible, disminuir los
riesgos apelando a los instrumentos de cobertura que el mercado ofrece, aun cuando ello
conlleve incrementos de los costos.
(...) Disminuir la exposición parece ser una conducta sabia en los meses por venir. En
algunas actividades, llanamente se trata de la búsqueda de la supervivencia en un contexto
hostil, en las que mantener vigente el concepto de empresa en marcha es el criterio de
éxito”.
Vigilia atenta y permanente, serena sensibilidad y equilibrada prudencia, aparecen como
atributos indispensables para el corto y mediano plazo.
Lunes, 21 de agosto de 2017

¿Hay brotes verdes en la economía?


Todos los componentes de la demanda agregada, excepto el déficit fiscal, se perciben
contractivos

Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Las comparaciones son odiosas reza el dicho utilizado popularmente en muy diversas
circunstancias. Maradona o Messi, milanesa o asado, cerveza o vino, son algunas de las
discusiones que nos entretienen a los argentinos.
Sin embargo, en materia económica casi no existe otra posibilidad que evaluar o analizar
los distintos períodos históricos en comparación con otros. Y para ello resulta necesario
expresar parte de la realidad en la construcción de determinados indicadores que permitan
hacer lo más objetiva posible dicha contrastación.
Aislando los factores nominales (precios locales, precios internacionales, tipo de cambio,
tasa de interés, etc.), es relevante verificar lisa y llanamente el comportamiento de la
producción física, al menos en las ramas de actividad en las que eso es posible.
Todo ello viene a cuento de la polémica que, prácticamente desde el segundo trimestre de
2016, viene planteando el gobierno nacional en lo que ha dado en llamar el surgimiento de
los ya famosos “brotes verdes”. El año pasado, según el consenso generalizado, la realidad
dio por tierra con esas expectativas.
De manera desesperada, como un buzo que busca oxígeno, desde las esferas oficiales y las
consultoras oficiosas se viene destacando que este año la aparición de brotes verdes es
verificable, es decir que existirían indicadores sobre la actividad económica que mejoran en
2017, respecto del año 2016.
Sin embargo, un análisis riguroso y lo más objetivo posible debe incluir, necesariamente un
período más largo de tiempo, al observar las series históricas de la estadística que se
pretende estudiar.

La economía real

Para analizar ese comportamiento se tomaron distintos períodos, trimestrales, de 5 meses, o


de 7 meses, de acuerdo a la disponibilidad de información.
Así, por ejemplo, en el caso del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE)
que publica el Indec, y constituye un anticipo de la serie trimestral del PIB, el resultado de
mayo de 2017 (último dato oficial publicado) muestra un crecimiento de la actividad
económica de 3,3% con respecto a igual mes de 2016. Sin embargo, si la comparación se
realiza contra mayo de 2015, la economía prácticamente no se movió (0,07%). Peor aún, al
comparar el acumulado del crecimiento en los primeros cinco meses del año 2017 vs. igual
período de 2015, la torta es 0,01% menor.
Al análisis de esta variable debiera agregarse el crecimiento vegetativo de la población
(aproximadamente 1% por año), por lo que hay una población más grande para repartir una
torta más pequeña.
Dos de los sectores más beneficiados con las primeras medidas de gobierno hacia finales de
2015 (quita de retenciones más devaluación) fueron la actividad agropecuaria y la minería.
El primero encuentra (según la propia desagregación del EMAE) su actividad en 2017 en
niveles 4,5% inferiores a los de 2015, comparando el acumulado de los cinco primeros
meses de cada año.
Algo similar ocurre con el sector de explotación de minas y canteras, con una caída de
9,8%.
La industria manufacturera y la construcción también perdieron terreno, con mermas de
4,5% y 5,4%, respectivamente, en el mismo período.
La producción de vehículos creció 1,2%, entre julio de 2016 y julio de 2017, 1,23% (37.706
y 38.169 vehículos, respectivamente); pero aún está lejos de los 45.253 fabricados en el
séptimo mes de 2015.
Parecida performance se verifica si se considera el acumulado de los primeros siete meses
del año. Los 257,6 mil vehículos producidos representan una caída de 1,6% respecto de
igual período de 2016 y de 18,3% en relación a las 316 mil producidas en siete meses de
2015.
La fabricación de acero crudo, correspondiente a los primeros siete meses de 2017, fue de
2,5 millones de toneladas resultando 4,5% superior a la de igual período de 2016. Sin
embargo, aún está 11,9% por debajo de la de dos años atrás (enero-julio 2015=2,87
millones de toneladas).
Por su parte, según estimaciones de la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland el
2017 terminará con 11,6 millones de toneladas despachadas, incluyendo exportaciones, lo
que representa un alza de 6,3% con respecto a 2016. También en este caso, esa cantidad
representa todavía un 5,1% menos que los 12,2 millones despachados en el año 2015.
Este desempeño de la economía provocó además que en el primer trimestre de este año
(último dato oficial disponible) se alcance un nivel de desempleo de 9,2% para los 31
aglomerados en donde se lleva a cabo la Encuesta Permanente de Hogares, y del 11,8% en
los partidos del Gran Buenos Aires; mientras en el primer trimestre de 2015 aquel guarismo
fue de 7,1%. Hay que remontarse hasta el primer trimestre de 2007 para encontrar una tasa
de desocupación mayor (9,8%).

Déficit fiscal, endeudamiento y posibilidades de repago

Desde la perspectiva fiscal el aumento del endeudamiento, utilizado en su mayor parte para
financiar gastos corrientes, constituye un entorno de peligrosa inconsistencia
macroeconómica.

Después de los reiterados anuncios oficiales acerca del shock de inversión, la participación
de la Formación Bruta de Capital Fijo en el PIB prácticamente no ha crecido en dos años,
pasando de representar el 19,0% al 19,1% del producto entre los primeros trimestres de
2015 y 2017.
La mayor deuda no está correlacionada con un crecimiento del stock de capital y cuando
sea necesario atender los servicios de la deuda, la economía no habrá aumentado su
capacidad productiva.

Por su parte, la generación "genuina" de dólares a través de la balanza comercial, tampoco


ayuda a clarificar el panorama ya que acumula, en el primer semestre de 2017, un saldo
negativo de u$s2.613, con lo que finalizaría el año con un resultado mucho peor de lo que
el propio gobierno proyectó en la Ley de presupuesto. Esto en un contexto donde, además,
las exportaciones vienen cayendo en términos de cantidades, en los primeros dos trimestres
del año.

Ello, junto con el déficit en la cuenta de los servicios, impacta de manera negativa en el
saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que en el primer trimestre de este año
resultó negativa en U$S 6.871 millones, un 39% y 30% peor que en iguales trimestres de
2016 y 2015, respectivamente.

La estimación del déficit fiscal nacional para el cierre de 2017 se ubica en 7,4% de PIB, a
lo que debe adicionarse aproximadamente 1 punto más de las provincias, y 2 puntos que se
originan en la persistencia del pago de altas tasas de interés por parte del BCRA (déficit
cuasi fiscal). En consecuencia, el sector publico necesitará un financiamiento cercano a
10,5 puntos de PIB, equivalentes a entre 50 y 55 mil millones de dólares por año.

La toma de decisiones en contexto

Más allá de las intenciones de unos y otros por enfatizar las virtudes o los defectos en
cuanto al comportamiento de la economía, es indudable que, independientemente también
de la interpretación política del resultado de las PASO, la situación en materia económica
continúa siendo de extrema delicadeza.

Ante la espiralización del déficit fiscal debería haberse producido su contraparte en


términos de dinamismo del consumo interno, hecho que hoy no se verifica en el mercado.
En síntesis, todos los componentes de la demanda agregada, excepto el déficit fiscal, se
perciben contractivos.

En el ámbito empresario, ello obliga como hemos señalado en esta misma columna, a
agudizar los sentidos que conducen las riendas de la prudencia en las decisiones de
negocios.

Queda el interrogante pendiente acerca de por qué se incrementaría la oferta si pari passu
no lo hace la demanda.
Lunes, 28 de agosto de 2017

Un presente de inconsistencia
macroeconó mica con estancamiento
Lic. Guillermo Moreno*
Dr. Claudio Comari*
Lic. Norberto Itzcovich*
Especial para BAE Negocios

No son pocos los analistas políticos y económicos que, a la hora de caracterizar el


desarrollo de la coyuntura económica a lo largo del último año y medio, han apelado a la
hipótesis de la incertidumbre política para explicar el porqué de los sucesivos
aplazamientos de la lluvia de inversiones y del consecuente despegue de la actividad del
”segundo semestre“.
Aunque es imposible discernir en qué grado se combinan las genuinas creencias con la
intencionalidad de incidencia política, lo cierto es que, ya sea de forma tácita o explícita, el
análisis de las causales del estancamiento económico tiende a situarse en las variables
exógenas. Pareciera ser que, pese al supuesto virtuosismo de la propuesta económica
gubernamental, la incertidumbre sobre su continuidad en el mediano plazo se impone sobre
el entusiasmo; el desaliento que produce la amenaza del ”retorno del populismo“ lleva a los
agentes económicos a desertar de todo compromiso relacionado con invertir, sostener los
niveles de empleo e, incluso, cumplir con las obligaciones fiscales.

Claro es que la política y la economía constituyen territorios íntimamente imbricados cuyas


interrelaciones ya hemos mencionado en esta columna. Sin embargo, y tan cierto como lo
que antecede, la susceptibilidad del funcionamiento económico respecto al ámbito de la
política es tanto mayor cuanto más débil es la economía.
La volatilidad manifestada en los mercados bursátiles y financieros en el período pre y post
electoral, sólo podría atribuirse a interferencias devenidas de la contienda política, si no
estuviéramos atravesando un contexto de inconsistencia macroeconómica con
estancamiento.

Que aumenten los salarios de los trabajadores mexicanos

La decidida apuesta del gobierno por ”volver al mundo“ se encuentra con un paisaje vacío
equivalente al de llegar a una fiesta cuando ya están barriendo el salón; la globalización y la
hegemonía del Consenso de Washington han fenecido y en el mundo se empiezan a adoptar
las medidas de protección de las economías locales que aquí se desprecian. No faltan las
paradojas en este desencuentro con la etapa histórica de la economía global; los EE.UU. no
sólo entornan sus puertas a los productos importados sino que, en la redefinición del
NAFTA, la solución buscada es la del aumento de los salarios: ¡de los trabajadores
mejicanos!

El Gobierno obtuvo en las PASO la misma cantidad de votos que en la primera vuelta de
2015

Más allá de las felicitaciones y palmadas, los ejemplos de las exportaciones de limones y
biodiesel e importación de carne de cerdo muestran el verdadero rostro del comercio
mundial de hoy: pocos compradores y demasiados vendedores.
En la coyuntura, ello se patentiza en el persistente déficit en el intercambio de bienes, que
ya superó los U$S3.400 millones y se incrementará hasta rondar los U$S5.000 millones a
fines de 2017; a ello debe agregarse el originado en el intercambio de servicios y las divisas
necesarias para la atención de los dividendos, regalías y servicios de la deuda externa.
El faltante de dólares para la resolución de este déficit de la cuenta corriente de la balanza
de pagos, será de alrededor de U$S24 mil millones a lo largo de 2017.
En tanto el set de precios relativos vigente, vis a vis con los del resto del mundo, impide
que dicha brecha pueda cerrarse en el marco de la cuenta corriente mencionada, las
resoluciones planteadas son el aumento de la inversión (esperanza del gobierno) o el
endeudamiento (realidad presente) en moneda extranjera.

Perspectivas de la inversión

La inversión (extranjera o de residentes locales) mediante la utilización de dólares en


volumen suficiente, podría cerrar (parcial o totalmente) el déficit mencionado de algún año.
Incluso aportaría a la restitución del equilibrio en plazos más largos si su destino fueran
proyectos que incrementen el ingreso de dólares comerciales a la economía local a través de
la exportación de bienes o servicios.
Ahora bien, vale preguntarse cuál razón tendría más peso para determinar la ”llegada“ de
esas inversiones ¿la rentabilidad esperada de los proyectos o el resultado de una elección
legislativa?
La rentabilidad de los proyectos de inversión en el mercado local, en general, dejan mucho
que desear para suponer que es posible que se produzcan en un nivel tal que cierren dicha
brecha.
Ello es producto, entre otras causas, de que la recuperación del mercado interno ofrece
límites evidentes dada la dificultad de ampliar el consumo de vastos sectores poblacionales.
El incremento en el precio de los alimentos (que la eliminación de las retenciones y la
revaluación cambiaria determinaron), sumado a los aumentos en consumos básicos como
las tarifas y otros servicios públicos, ha modificado la estructura de los presupuestos
familiares, limitando la capacidad de gastos en bienes o servicios no esenciales.
Las expectativas de adecuados retornos a la inversión quedan entonces moderadas tanto por
la imposibilidad de profundizar en los actuales mercados externos o conquistar nuevos,
como por las limitantes del mercado interno, agravado a su vez por los estímulos que el
gobierno y el Banco Central de la República Argentina (BCRA) otorgan a aquellos que
orientan sus excedentes al financiamiento del déficit fiscal y cuasifiscal.
Los fondos captados mediante diferentes instrumentos públicos son los mismos que
debieran dirigirse a la inversión.
Cualquiera sea el resultado de la elección de octubre, no se insinúan mejoras en el contexto
que permitan anticipar el necesario aumento en la formación de capital.

El camino del endeudamiento

En el “mientras tanto“ (que ya lleva dieciocho meses), el endeudamiento en moneda


extranjera ha permitido no sólo proveer a la economía de los dólares necesarios, sino
también financiar simultáneamente el cuantioso déficit fiscal. Ahora bien, este mecanismo
no puede ser eterno: tarde o temprano habrá escasez de prestamistas.

Por ahora nuestro país, no sólo genera menos dólares de los que gasta, sino que las
diferentes instancias de gobierno (principalmente el Poder Ejecutivo Nacional) tampoco
logran conseguir los pesos que el estado requiere para sus gastos domésticos, por lo que la
proyección del déficit fiscal consolidado (Nación, Provincias y cuasifiscal del BCRA)
indica que orillará el 11% del Producto Interno Bruto durante 2017.

El endeudamiento en moneda extranjera por parte del gobierno nacional ha permitido hasta
hoy complementar la disponibilidad de dólares requeridos por el propio sector público y el
sector privado.

Todo ello implica, como mencionamos, que el sector público finalmente compite con el
privado en la captación de los excedentes. El resultado, hasta hoy, ha sido que el
financiamiento de las cuentas públicas ha prevalecido por sobre la inversión privada como
destino.

Conclusión

El resultado de las elecciones PASO muestra que el gobierno obtuvo -aproximadamente- la


misma cantidad de votos que en la primera vuelta de las presidenciales de 2015, sin sufrir
fugas del tipo ”voto castigo“ ni ampliar su base de sustentación. Presentado como un
triunfo del oficialismo derivó, en lo inmediato, en una recuperación de la bolsa de valores y
una mayor oferta de dólares del sector privado. Sin embargo, ninguno de los obstáculos
mencionados fue removido; tampoco lo hará ningún otro resultado.

Más allá que, fundadas en las contingencias políticas, pudieran existir prevenciones entre
los agentes económicos, el verdadero basamento del estancamiento es la inconsistencia del
esquema macroeconómico, que perturba el normal desempeño del mundo de los negocios.

*MM y Asociados
Lunes, 4 de septiembre de 2017

El mundo actual facilita los modelos de


desarrollo nacional

Por Lic. Guillermo Moreno*


Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

En sucesivos artículos semanales publicados en esta misma columna, fuimos describiendo


con todo el detalle posible las restricciones que la economía argentina registra, producto de
las inconsistencias macroeconómicas que resultan de las políticas aplicadas por el gobierno
nacional.
Así, según información recientemente publicada por el INDEC, aún con un crecimiento de
1,6% de la economía en el primer semestre del año, comparado con igual período de 2016
(un nivel muy bajo de contrastación), el PIB resultaría apenas 0,17% mayor respecto al de
los primeros 6 meses de 2015. El crecimiento vegetativo de la población de
aproximadamente 1% por año, llevan a que el PIB per cápita, aislado de las fluctuaciones
del valor del dólar, resulte hoy considerablemente menor que hace dos años.
Por su parte, el set de precios relativos vigentes provocó un déficit comercial de 3.428
millones de dólares en el período enero-julio de 2017 (con destino a superar los 5.000
millones en el año). La facturación por exportaciones representa en ese lapso apenas 1,4%
más respecto de igual período del año anterior, pero con una disminución de 2,1% en las
cantidades vendidas, lo cual implica una suba de 3,5% en los precios de exportación. En
tanto las compras al exterior crecieron 15,4% en valor, con 8,9% de crecimiento en las
cantidades y 5,9% en los precios. Cabe consignar que en todo el año 2016 argentina
exportó por U$S 57.733 millones, monto 30% inferior al récord de U$S 82.981 millones
del año 2011.
En ese marco de fragilidad, en esta nota abordaremos las posibilidades que brindan a la
economía argentina las nuevas condiciones globales, producto de la decisión de la principal
potencia mundial, Estados Unidos, de generar políticas que permitirían a países como el
nuestro, si toma el sendero adecuado, aplicar su propia velocidad de desarrollo.

Los acuerdos de Bretton Woods, el Consenso de Washington y el fin de la historia

Cuando en el año 1944 comenzó la conferencia monetaria y financiera de las Naciones


Unidas en Bretton Woods, Estados Unidos, el mundo se enfrentaba a las consecuencias
políticas y económicas de la II guerra mundial. De allí surgió un nuevo orden económico y
comercial con el dólar como divisa líder, con una equivalencia fija de U$S35 por una onza
troy1 de oro. Como parte de aquellos acuerdos el Fondo Monetario Internacional (FMI) y
Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (luego Banco Mundial) se
constituyeron en los ordenadores del sistema financiero mundial. Posteriormente, en 1947
se creó el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), transformado
en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995.
Hacia finales de los años 80 el colapso de la economía soviética, conjuntamente con la
llegada al poder de los partidos conservadores en Estados Unidos y Gran Bretaña de la
mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher fue determinante para la puesta en marcha
del proceso de liberalización de las economías y la desestructuración de los Estados de
bienestar. Nacía el "Consenso de Washington", concepto acuñado por el economista
británico John Williamson. El nuevo marco teórico promovía la reducción déficit público
vía disminución del gasto, las reformas para disminuir la carga impositiva, la privatización
de empresas públicas, la liberalización del comercio y de los mercados de capitales a nivel
internacional y la desregulación de los mercados laborales, entre otras medidas. El nuevo
orden económico internacional unipolar fue definido por el politólogo norteamericano
Francis Fukuyama como "El fin de la Historia", pronosticando el triunfo definitivo del
liberalismo económico y político, una vez derrotados sucesivamente los totalitarismos
fascistas y comunistas.

Un nuevo orden internacional: el fin de la globalización

Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos replanteó
las condiciones del Consenso de Washington y el rol de los organismos internacionales,
especialmente de la OMC, con conceptos tales como "Renegociaremos o saldremos de la
OMC, que es un desastre" o "la Unión Europea se construyó para derrotar comercialmente
a Estados Unidos, se habla de Europa como si esos países fueran maravillosos, yo adoro
Europa. Sólo digo que la razón de que se han unido en torno a una suerte de alianza es
competir con Estados Unidos".
Una de sus primeras medidas como presidente fue decretar la renegociación del NAFTA
con Canadá y México, así como la de retirar a los Estados Unidos del Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica (TPP).
Resulta interesante, al tiempo que complica ciertas perspectivas ideológicas esquemáticas,
que el presidente de EE.UU. trate de conseguir que los trabajadores al sur de la frontera con
México obtengan un aumento salarial. La reforma laboral mexicana con salarios más altos
y mejores condiciones laborales, en sentido inverso a la propiciada, por ejemplo, en Brasil
o en Francia es un objetivo importante para lograr la renegociación del acuerdo según las
exigencias de Trump. De esa forma pretende cerrar la brecha y evitar que las empresas
estadounidenses se trasladen a México, donde los trabajadores ganan la cuarta parte de los
salarios de sus pares de Estados Unidos.
Por otra parte, ante la decisión de Trump de sacar a los Estados Unidos del TPP, China
propuso conformar un "grupo de trabajo" para estudiar la factibilidad de un Acuerdo de
Libre Comercio Asia Pacífico, que beneficie a todos los países de la región, sin que
prevalezcan los intereses de EE.UU. Sin embargo, la decisión norteamericana no implica
dejarle el campo libre a China para que, como intentó en la última reunión internacional en
Davos, se convirtiera en el líder mundial del libre comercio. La disputa se da en el campo
de la geopolítica, con las advertencias estadounidenses al gigante asiático por la instalación
de islas artificiales en el mar de China meridional y Beijing afirmando que está decidido a
salvaguardar sus derechos y sus intereses.
Así se comienza a definir un mundo paradójico, donde una nación conducida por el partido
comunista propicia el libre comercio que tiende a igualar los salarios a la baja, y la primera
potencia, capitalista, pregona lo opuesto.

Trump y Putin, ¿hacia otro acuerdo de Yalta?

En la Conferencia de Yalta, en 1945, el presidente de la Unión de las Repúblicas Socialistas


Soviéticas, Joseph Stalin junto con el de EE.UU. Franklin Roosevelt y el primer ministro
británico Winston Churchill, acordaron y consolidaron el ordenamiento mundial de
posguerra y las áreas de influencia, en función de la resulta del campo de batalla, con la
impronta de los acuerdos de Bretton Woods para Occidente.
En la actualidad, el protagonismo que va ganando el gigante euroasiático a nivel global, a
favor entre otros motivos de su repotenciación armamentística, devuelven a Moscú al
relevante rol que jugó históricamente.
La actitud inicial del presidente norteamericano Donald Trump hacia Rusia así lo confirma,
aún con sus condicionamientos de política interna. La Cámara de Representantes de
EE.UU. votó (con sólo 3 votos en contra) un proyecto sobre un nuevo paquete de sanciones
contra Rusia, por la anexión de Crimea, el apoyo a los secesionistas de Ucrania, y la
injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Si bien resta la
aprobación del senado, dado que el texto fue acordado por los líderes ambas Cámaras, se
espera que obtenga una mayoría superior a los dos tercios, un apoyo lo suficientemente
amplio como para invalidar cualquier veto que Trump pudiera decidir imponer. El proyecto
de ley incluye un pasaje clave que impediría a Trump deshacer o alterar las sanciones
contra Moscú sin la aprobación del Congreso.
Las duras críticas del presidente norteamericano hacia la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN), así como los elogios a Gran Bretaña por su salida de la Unión
Europea (Brexit), evidencian la pérdida de relevancia del bloque europeo en el tablero
internacional, tal como se desprende de recientes afirmaciones de la canciller alemana
Angela Merkel: "Los tiempos en los que nos podíamos fiar completamente de los otros
están llegando a su fin… los europeos debemos realmente tomar el destino en nuestras
propias manos, naturalmente esto se hace manteniendo una relación de amistad con EE.UU.
y Reino Unido y con los vecinos como Rusia y otros países sin embargo debemos luchar
nosotros mismos por nuestro destino como europeos".
El futuro de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos dependerá del camino que cada
una de las potencias decida seguir para la consecución de sus propios objetivos nacionales.
Una de las posibilidades es que el territorio de Medio Oriente o el de Corea del Norte,
resulten el escenario elegido para transitar una agudización del conflicto en el marco de la
tercera guerra mundial en cuotas, como afirma el papa Francisco. La otra opción es que
esas acciones constituyan la tensión que antecede a la definición pacífica, en términos de
guerra directa, de los nuevos espacios económicos y de poder.
En ese marco, Trump y Putin emergen como los nuevos líderes mundiales, relegando del
primer plano del protagonismo a la República Popular China y a la Unión Europea.

El mundo a diferentes velocidades: una oportunidad para la Argentina

La asunción de Trump como presidente de EE.UU. terminó de coronar un proceso que se


mostraba incipiente en distintos países del mundo. Ya no es la globalización el modelo que
ordena el conjunto de las naciones relevantes, sino que se priorizan las condiciones
económicas y sociales al interior de sus territorios.
Sin embargo, para aprovechar esas potencialidades las decisiones del gobierno nacional no
son las más adecuadas. La realización de la próxima reunión de la OMC en Buenos Aires,
en diciembre, así como la "negociación" que llevó a posibilitar venderle a EE.UU. 50
millones de dólares en limones a cambio de abrir la importación de carne de cerdo con
peligro sanitario y de la imposición de aranceles que hace prohibitivo vender a la primera
potencia mundial U$S 1.200 millones en biodiesel, no marcan el rumbo correcto.
Un mundo que pone en valor nuevamente el interés nacional como el ordenador principal
de la toma de decisiones constituye una oportunidad para las fuerzas políticas, económicas
y sociales que entiendan que un modelo justo, inclusivo y sustentable se alcanzará a partir
de generar las condiciones necesarias para integrarse desde una posición competitiva, en un
marco de preservación de la propia velocidad del desarrollo económico.

*MMyAsociados

Lunes, 11 de septiembre de 2017

Inconsistencia de la política monetaria


Lic. Guillermo Moreno
Lic. Pablo Challú

Especial BAE Negocios

La actual política monetaria del Banco Central de la República Argentina (BCRA), ha sido
descripta por sus actuales autoridades, de una manera bien simple, todo su accionar se
reduce a controlar el proceso inflacionario.
Sin embargo, esta simplicidad y las explicaciones que conllevan, son notoriamente
insuficientes a la hora de juzgar la capacidad que tiene para alcanzar su objetivo.
La inconsistencia de la política económica se manifiesta crudamente en la política
monetaria
El BCRA con su accionar influye en bastas variables macroeconómicas de importancia,
como el nivel y la composición de los agregados monetarios y del crédito al sector privado
y al público, el ingreso nacional, el nivel general de precios, y el tipo de cambio, entre
otras.
Entre los instrumentos que dispone para ejercitar esta influencia se destacan las operaciones
de mercado abierto, la política de redescuentos y adelantos transitorios y la de efectivos
mínimos, y la administración de las reservas internacionales.
Actualmente la autoridad monetaria utiliza las operaciones de mercado abierto como
instrumento principal para lograr disminuir gradualmente los agregados monetarios y, con
ello, intentar reducir progresivamente la tasa de inflación hasta llevarla a un dígito anual en
tres o cuatro años.
Se sostiene que, una vez lograda la estabilidad monetaria y la de precios, podrán lograrse el
resto de los objetivos de la política económica, en particular, el del desarrollo económico.
Debe quedar claro que a partir de las "ventas" de sus propias obligaciones (absorción o
estabilización de recursos monetarios) o de las "compras" (expansión monetaria), el BCRA
fija, al mismo tiempo, la tasa de interés de esas obligaciones y, con ello, el piso de las tasas
de interés en esa moneda, para el resto de la economía.
Para que esta política descriptiva sea efectiva, debe compensar las fuerzas expansivas que
le pueden provocar otros componentes de su balance, en particular, el financiamiento al
sector público y el que deviene de las compras de reservas.
Cuanto más financiamiento al Tesoro Nacional o más compra de reservas se vea obligado a
efectuar, deberá proceder a realizar más ventas de sus propias obligaciones (entre otras, las
denominadas actualmente Lebac) y a convalidar una más alta tasa de interés para que ellas
puedan efectuarse.

¿Cuál es el grado de coherencia interna de esta política?

Muy bajo. Porque esta política de elevadas tasas de interés, unida a la medida adoptada de
liberar plenamente el movimiento de capitales especulativos, promocionan la entrada de
capitales de corto plazo con lo que, o el BCRA compra esas divisas para terminar
absorbiendo la emisión monetaria generada, incurriendo por lo tanto en, un círculo vicioso,
o deja que la moneda nacional se aprecie, afectando de esa manera negativamente la
balanza comercial y de la cuenta corriente de la balanza de pagos, lo que acelera, a su vez,
la necesidad de fondos adicionales del exterior con la repetición ad eternum del círculo
vicioso ya descripto.
Esto explica los vaivenes en la intervención del regulador en el mercado cambiario. Por un
lado había anunciado que no intervendría en el mismo adoptando un régimen de flotación
libre, pero en la práctica bajo ciertos extremos, interviene comprando reservas para evitar
una excesiva apreciación del peso o las vende, para no convalidar una devaluación que
pudiera afectar el nivel general de precios.
Ahora bien, simultáneamente a que el BCRA intenta llevar a cabo esta política restrictiva,
se expande el gasto público espiralizándose el déficit fiscal.
Como la autoridad bancaria limita la monetización del mismo, la Tesorería debe recurrir al
endeudamiento externo, con lo que vuelve a poner en contradicción a la política monetaria,
ya que, o esta permite la continua apreciación del peso, o compra esas divisas emitiendo
moneda para luego absorberlas con el sistema ut-supra señalado.

En general, como hemos visto, hace una mezcla de ambas.

En este marco, a su vez, la política de ingresos discurre en sus propios cauces. Los reajustes
de tarifas, y los consecuentes incrementos de costos generalizados, que impactan en las
expectativas de inflación por encima de la pauta definida por el propio BCRA, lo obliga a
extremar la dureza de su política.
Los resultados están a la vista, y se manifiestan en un importante deterioro de los
"fundamentals" de la economía.
En este sentido el stock de Lebac superó, al 31 de agosto del corriente año, el $ 1 billón,
ubicándose por encima de un 20% de la Base Monetaria (BM), que alcanzó los
aproximadamente $ 838.000 millones.

Los intereses devengados sobre este stock de Lebac, implica mensualmente incrementar la
BM, por este solo concepto en aproximadamente un 3%.

Naturalmente, esto implica emitir más letras para que el inversionista aumente su tenencia,
ya que es imposible que se moneticen los intereses mencionados.

Si sumamos el stock de Lebac y BM, las reservas de libre disponibilidad se ubican en el


entorno del 20% de ese total.

Este conjunto de sinrazones, podría estar determinando que los inversores más calificados
del sistema, estén tomando crédito en pesos, no para invertir en la economía real, sino para
posicionarse en dólares, apostando a una violenta modificación del tipo de cambio, en un
futuro no tal lejano.

Finalmente, es dable resaltar que las obligaciones que se derivan de la deuda externa
contraída, deben honrarse en dólares, pero hete aquí que estamos asistiendo a un déficit de
balanza comercial que alimenta un déficit histórico proyectado para todo el 2017 de más de
u$s 24.000 millones de la cuenta corriente de la balanza de pagos.

En síntesis, como queda demostrado, la inconsistencia de la actual política económica


también se manifiesta crudamente en la política monetaria, y sobre ella tienen que cabalgar
los empresarios para mantener, hoy más que nunca, el virtuoso concepto de "empresa en
marcha".

Ánimo amigos!!, que siempre que llovió, paró.

Lunes, 18 de septiembre de 2017

Desocupació n consistente con la


inconsistencia de la política econó mica

Lic. Guillermo Moreno*


Dr. Claudio Comari*
Lic. Norberto Itzcovich*
Especial BAE Negocios
En la Capital Federal, el distrito más rico del país, la desocupación roza el 17% para la zona
más empobrecida. La destrucción de empleos y el aumento del desempleo no son
homogéneas y afectan con mayor intensidad a quienes menos tienen.

Los recientes datos publicados por la Dirección General de Estadística y Censos (DGEyC)
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) presentan con nitidez las consecuencias
que se derivan sobre el mercado de trabajo, de un esquema económico que no logra
incrementar su capacidad de producción de bienes y servicios cobrando especial entidad
por tratarse del distrito más rico del país.

La segmentación socioespacial de la información permite una mejor comprensión de la


dinámica de la fuerza laboral que la que ofrece el último comunicado del INDEC, a la vez
que elude las confusiones que pudiera inducir el aparente descenso de la desocupación que
informa el ente nacional, basado en la disminución (absoluta y relativa) de la población
económicamente activa (PEA), es decir de las personas que trabajan o buscan ocupación.

Según el ente estadístico jurisdiccional, la desocupación alcanzó en la CABA, durante el


segundo trimestre del presente año, al 10,5% de la PEA; ello quiere decir que más de
178.000 personas que están disponibles para trabajar y buscan activamente hacerlo, no lo
consiguen.

A ello se le suma que el 9,2% de la PEA revista en la categoría de la subocupación es decir


que hay unas 157.000 personas que, si bien han trabajado en el período de referencia y
están disponibles y dispuestos a trabajar más horas, lo hacen con una carga horaria
insuficiente.

No nos detendremos en las dramáticas consecuencias sociales y familiares que representa la


falta de trabajo, no por irrelevante sino por obvio: en la Argentina actual, es un problema de
crucial importancia dado que, en los agregados de ingresos de los hogares, sólo un 25% no
es explicado por fuentes laborales. Por lo tanto, si el mercado de trabajo sufre deterioros, el
impacto en el bienestar de las familias es de significación. Sin embargo, en este artículo
más bien nos interesa reflexionar sobre las implicancias de los déficits del mercado de
trabajo en términos del funcionamiento económico.

Las estadísticas de la fuerza de trabajo tienen como objetivo principal el monitoreo del
comportamiento de uno de los factores de la producción: el del trabajo humano disponible
para ser aplicado a la realización de bienes y servicios destinados al mercado (frontera
estricta de la producción 1 definida por el Sistema de Cuentas Nacionales de Naciones
Unidas). De modo que, en primera instancia, los volúmenes de las tasas de desocupación y
subocupación describen de manera directa las magnitudes de la subutilización (total y
parcial respectivamente) de uno de los factores en una economía dada.

La simple sumatoria de las tasas de desocupación y subocupación indica que el 19,7% de la


fuerza laboral disponible no está siendo aplicada, es decir que una quinta parte del potencial
del factor productivo no se realiza.
Evolución reciente

La tasa de desocupación en la CABA recientemente conocida, no sólo es preocupante en


términos de la magnitud que manifiesta sino también en cuanto a su relación con los
valores históricos. En efecto se trata del valor más alto que el indicador adquirió durante la
serie (2013-2017), que replica el alcanzado durante el segundo trimestre del año anterior. Si
bien se reconoce la influencia de motivos estacionales, la dinámica de la desocupación se
evidencia en una tendencia creciente desde la asunción del actual gobierno, ya que la tasa
se incrementó desde el 6,8% de fin de 2015 al 10,5% actual.

El descenso de casi 2% de la tasa de empleo (proporción de personas ocupadas sobre la


población total) entre el cuarto trimestre de 2015 y el segundo de 2017, nos permite inferir
que la economía no solamente no está absorbiendo la nueva oferta laboral proveniente del
crecimiento vegetativo poblacional, sino que simultáneamente atraviesa un proceso de
destrucción neta de empleos: la dirección de estadísticas de la CABA informa que la
cantidad de personas ocupadas descendió en 55.000, pasando de 1.579.000 en el cuarto
trimestre de 2015 a 1.524.000 en el segundo trimestre de 2017.

De manera que la utilización de la fuerza de trabajo decrece en términos relativos (tasas) y


también absolutos (cantidad de personas).

Heterogeneidad

El interesante reporte de la DGEyC, también muestra una marcada desigualdad de los


indicadores, cuando se desagregan según la distribución geográfica en la Capital Federal.
La regionalización de la ciudad en tres grandes espacios, ampliamente correlacionados con
la estratificación socioeconómica, muestra que los déficits del mercado de trabajo son más
profundos en la zona sur que en las zonas central y norte.

En las comunas pertenecientes a la llamada zona sur, caracterizada por el predominio de


residentes de los sectores bajos y medios bajos, la tasa de desocupación alcanza al 16,9%
de la PEA. Ese mismo indicador es del 9% en la zona centro, con alta concentración de
sectores medios y del 7% en la zona norte, donde residen típicamente los hogares de mayor
poder adquisitivo.

La asociación entre los ingresos y la calidad de la inserción laboral es conocida en extenso.


Las remuneraciones tienden a ser menores cuanto mayor es la incidencia de la baja
calificación de las tareas, la insuficiencia de carga horaria y la informalidad de las
relaciones laborales.

De allí se deduce que los sectores de actividad económica de menores niveles de


calificación, formalización y estabilidad sufren con más intensidad las consecuencias de la
inconsistencia de la política económica que caracteriza la coyuntura.

Ello se correlaciona con los indicadores de consumo, que presentan dinámicas


contrapuestas conforme la segmentación socioeconómica: sostenido en el caso de sectores
altos y medios altos y hacia la disminución en los sectores de ingresos medios y bajos.
La distribución socioeconómica y territorial de los indicadores de la fuerza de trabajo de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, nos lleva también a inferencias sobre las grandes
aglomeraciones urbanas del país, ya que las características poblacionales de la zona sur de
la CABA son similares a las de los conurbanos de las mayores capitales. Es decir que la
heterogeneidad evidenciada en la ciudad capital del país presumiblemente se replica en
todas las grandes capitales y localidades colindantes, con tasas de desocupación que entre
los sectores de ingresos bajos y medios bajos más que duplican a las observadas en los
sectores medios y altos.

La situación de la fuerza laboral resulta por demás coherente con el marco general del
desempeño de la economía.

La inconsistencia de las actuales políticas fiscales, monetarias y financieras (ámbito de las


finanzas ampliadas), establecen un límite insalvable para la superación de las deficiencias
que presenta el mercado de trabajo.

1 Las estadísticas de la fuerza de trabajo se realizan en relación a las actividades


comprendidas dentro de la frontera de la producción en el Sistema de Cuentas Nacionales
(SCN), que es más restringida que la frontera general de la producción. La frontera estricta
de producción excluye las actividades que realizan los hogares en la producción de
servicios para su propio uso, excepto los servicios de viviendas ocupadas por sus
propietarios y los servicios producidos empleando personal de servicio doméstico
remunerado.

*MM y Asociados

Lunes, 25 de septiembre de 2017

Datos preocupantes y señ ales


apocalípticas en el comercio exterior
argentino
Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*
Especial para BAE Negocios
En su primer discurso ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), el pasado martes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump volvió a marcar,
en materia económica, los lineamientos fundamentales de su gobierno, que lógicamente
regirán en el futuro a la mayor parte de los países del mundo, dada la influencia de la
superpotencia.
Trató de persuadir a su auditorio de que su imperativo doctrinal, sintetizado en el lema
Norteamérica primero, no implicaba que EE.UU. quisiera estar solo. "Para mí estará
siempre en primer lugar, como para cualquier dirigente responsable. Pero no queremos
imponer nuestra forma de vida; no buscamos la expansión territorial, no pretendemos que
todos los países compartan las mismas culturas, tradiciones o incluso sistemas de gobierno.
Queremos naciones soberanas que trabajen juntas respetando los intereses de su propio
pueblo y los derechos de cualquier otra nación soberana".
Sobre el final se preguntó: "¿Seguimos siendo patriotas? ¿Amamos a nuestras naciones lo
suficiente para proteger su soberanía y tomar posesión de su futuro?".
Dos de las medidas iniciales de la administración Trump fueron retirar a los Estados Unidos
del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y decretar la renegociación del
Nafta con Canadá y México. Iniciado este último proceso, la propuesta incluye subas
salariales y mejores condiciones de trabajo en el país azteca, para de esa forma evitar que
las empresas estadounidenses se trasladen allí, donde los trabajadores ganan, en promedio,
la cuarta parte de los salarios de sus pares de Estados Unidos.
Así, desde que asumió la presidencia, Trump produjo un replanteo de las condiciones
económicas internacionales y del rol de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Y
sin ninguna duda, de esta forma, le puso fin a las ideas directrices que devenían del
denominado "Consenso de Washington".
En este contexto de grandes cambios de paradigmas económicos, y en pleno colapso de la
globalización, el gobierno argentino organizará en diciembre próximo en Buenos Aires el
"undécimo período de sesiones de la conferencia ministerial" de la OMC, la reunión anual
más importantes de ese organismo.
Ello, sumado a un discurso favorable a la apertura comercial indiscriminada, propicia un
escenario de la economía argentina, a todas luces, contradictorio y extemporáneo respecto
del rumbo económico que están tomando las principales potencias económicas.

Los datos del comercio exterior

Las cifras del comercio exterior, durante los primeros siete meses del año, arrojaron un
déficit de 3.428 millones de dólares (con destino a superar los 5.000 millones cuando
culmine el 2017).
En ese mismo lapso, mientras las cantidades vendidas al exterior fueron 2,1% inferiores a
las del mismo período de 2016, las compras crecieron un 8,9%.
Al desagregar la información de importaciones según el "uso económico" que se le da a las
mercaderías, surge que las de bienes de consumo crecieron 12,5% y las de vehículos
automotores de pasajeros 42,3%. Por su parte, si bien las compras externas de bienes de
capital también crecieron, en este caso 13,8%, cabe aclarar que dentro de este último rubro
se incluyen, por ejemplo, las computadoras y los teléfonos celulares, incluso los de uso
particular, por lo que este supuesto dato positivo queda ciertamente relativizado.
Este comportamiento, al desarrollarse un proceso de sustitución inversa (reemplazando
producción nacional por productos importados), tiene un impacto negativo sobre diversos
sectores de actividad como por ejemplo el de la industria automotriz, el de la maquinaria
agrícola, el textil y el del calzado, sólo por mencionar algunos.
Así, mientras al inicio del actual gobierno la proporción de vehículos vendidos en el país
era 51% de importados y 49% de producción nacional (enero 2016), el resultado del octavo
mes de 2017 arroja, como muestra el gráfico, que los vehículos importados representan el
68% y los de producción nacional sólo el 32% del total de las ventas.
Respecto de la maquinaria agrícola (que incluye cosechadoras, tractores e implementos
agrícolas), como se observa en el gráfico, en el primer semestre del año pasado las
importadas representaban el 12% del total de las ventas, guarismo que casi se duplicó hasta
alcanzar el 22% en los primeros seis meses de este año, limitando el potencial crecimiento
de una industria nacional ligada a uno de los pocos sectores que tienen resultados positivos
como es la producción agropecuaria.
Por su parte, el sector textil sufre por la importación de tejidos de punto, que en el período
enero-mayo 2017 creció, en toneladas, 8,7% (lo que representó un aumento de 1% en
facturación) y, especialmente, por las compras externas de productos terminados que se
encuentran al final de la cadena: la importación de prendas de vestir creció 64,7% medida
en toneladas (32,1% más de facturación) y las confecciones para el hogar 28,7% (11,4% en
facturación), siempre comparadas con igual período de 2016.
Por último, el sector calzado vio crecer las importaciones, en los primeros siete meses del
año, un 16,8% en cantidades y un 11,7% en dólares.
Los datos, si bien son evidentes, no llegan a caracterizar con precisión la problemática a la
que estamos asistiendo, en la cual el mundo está en una posición vendedora de productos
manufacturados cada vez a precios más bajos, consecuencia, entre otras circunstancias, de
la revolución energética que abarata los costos industriales en EE.UU.

Las señales

Si la información cuantitativa resulta preocupante, las señales que recibe la economía por
parte del gobierno son decididamente apocalípticas.
Así, los hombres de negocios deben planificar sus actividades empresariales escuchando
expresiones tales como la del Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, acerca de que
"Argentina debería seguir inmune a la ola creciente de proteccionismo en Estados Unidos
porque recién estamos abriéndonos", que "es prioritario avanzar en el acuerdo de libre
comercio entre la UE y Mercosur", o que "Argentina abrazará la globalización".
Si a ello se suman las inconsistencias internas de la política económica, detalladamente
explicitadas en sucesivas notas en esta misma columna, se genera un entorno decisional
extremadamente complejo, que en algunos casos ponen en debate incluso la propia
continuidad de las unidades de negocios.
Es impensable suponer que la Argentina pueda constituirse en una nación soberana si desde
el gobierno se propicia una economía con déficits gemelos (fiscal y comercial)
permanentes, tal cual se deriva del proyecto de ley de presupuesto recientemente elevado al
congreso nacional.
Es evidente que el gobierno nacional ignora las verdaderas oportunidades que en materia
económica ofrece hoy el nuevo rediseño global. Tal vez sea por ello qué decidió no
concurrir con la máxima representación a la asamblea general de la ONU, pensando que las
ideas del Trump son irrelevantes para el devenir mundial. Cabe preguntarse entonces
¿estará guiando el barco hacia un puerto inexistente? Esperemos que no, todos deseamos
llegar a buen destino.

*MM y Asociados

Lunes, 2 de octubre de 2017

En bú squeda del voto... el voto


pré stamo
Disponible de inmediato si así lo desea

Lic. Guillermo Moreno*


Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*
Especial para BAE Negocios

Probablemente estimado lector, usted haya recibido recientemente un llamado telefónico de


algún banco asegurándole que tiene pre acordado un crédito, disponible de inmediato si así
lo desea.
Nada tiene de casual; es la derivación de una fuerte decisión política del actual oficialismo,
tomada a principios de este año, para llegar a las elecciones con un volumen de crédito a las
familias que impacte de manera favorable al gobierno en los próximos comicios.
Actualmente existen dos vías mediante las cuales se están ofreciendo créditos a los
particulares, tanto orientados a la adquisición de viviendas como a bienes de consumo
(durables y no durables). La primera a través el sistema financiero, con especial
participación de la banca pública en la que se destacan el Banco de la Nación Argentina
(BNA), el de la Provincia de Buenos Aires y el Banco Ciudad (prácticamente el 70% del
total prestado es ofrecido a través de esas tres instituciones). La segunda es la que se
canaliza mediante la ANSES que, en todo el país, ya otorgó casi un millón novecientos mil
préstamos ARGENTA, destinados a los jubilados y pensionados, a los titulares de la
Asignación Universal por Hijo, a las personas que reciben Pensiones No Contributivas y
Universal para el Adulto Mayor, y para los titulares del Sistema Único de Asignaciones
Familiares.
Pan para hoy

Es claro que esta política apunta a fungir como un modo de compensación de la pérdida del
poder adquisitivo de los ingresos de los hogares, determinada principalmente por el
incremento del precio de los alimentos y por los aumentos tarifarios en segunda instancia.
Así, el gobierno se propone aumentar la demanda a través del otorgamiento de créditos, de
lo cual derivan dos consecuencias: la primera y más obvia, es el incremento del
endeudamiento de los particulares y, en segundo término, el posible impacto en la situación
patrimonial de las instituciones intervinientes si los supuestos a partir de los cuales los
directorios de esas instituciones orientaron su nuevo plan de negocios no se cumplieran.
Ciertamente, para la evaluar si las decisiones tomadas son apropiadas, deben analizarse el
origen y la aplicación de fondos tanto como sus implicancias en lo relativo a las
modalidades de su actualización, además de su consistencia en relación con las condiciones
macroeconómicas.
El origen de los fondos, el impacto territorial de los créditos y la indexación del principal
El origen de los fondos para la ejecución de estas operaciones surge, principalmente, del
traslado de créditos desde el sector productivo, especialmente agropecuario y
manufacturero, hacia el tipo de empréstitos descripto. Ello provoca evidentemente un
impacto negativo en esos sectores de actividad, generando a su vez un desacople inter
temporal entre consumo e inversión, con las implicancias que conlleva sobre la actividad y
el empleo.
Según información publicada por el Banco Central de la República Argentina (BCRA),
hasta el 20 de setiembre se verificaba un aumento de los créditos hipotecarios al sector
privado de 18 mil millones de pesos en los últimos 21 días hábiles y de 37 mil millones en
el año. Es decir que, en consonancia con la decisión política tomada, en las últimas cuatro
semanas previas al comienzo de la primavera se otorgaron la mitad de la totalidad de
préstamos adjudicados en el año.
En el mismo sentido del impacto buscado, la distribución geográfica tampoco es azarosa,
ya que el 70% de los préstamos se otorgan en el Área Metropolitana de Buenos Aires
(AMBA) y el resto en las regiones de Gran Córdoba y Gran Rosario principalmente.
El 84% de esos préstamos se realizó con la modalidad UVA (Unidad de Valor
Adquisitivo), la unidad de valor que se ajusta por inflación. En este tipo de créditos, la
actualización del principal (el dinero efectivamente prestado en el momento de efectivizada
la operación más los gastos y comisiones de otorgamiento) se realiza mediante el
Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), que en definitiva es un cálculo diario de
la variación mensual del Índice de Precios al Consumidor, o bien por la evolución del
Índice del Costo de la Construcción.
El deber de razonable prudencia de los hombres de negocios
Las inconsistencias generalizadas del actual diseño de la política económica, ya
abundantemente tratadas en otros artículos de esta columna, son a todas luces estructurales.
Entre los desequilibrios se destacan:

a) el déficit fiscal total (correspondientes a la Nación, las Provincias y los Municipios) y el


cuasi fiscal (del BCRA) que, correctamente medidos, alcanzan una magnitud en el entorno
de los 11 puntos del PIB;
b) el déficit comercial, que durante los primeros ocho meses del año alcanzó los U$S4.498
millones y preanuncia un resultado negativo superior a los U$S6.000 millones para el
corriente año, según los consensos del mercado;

c) el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que se acerca rápidamente a los


U$S 30.000 millones -si se confirma el saldo negativo del sector turismo de U$S15.000
millones, incluyendo gastos con tarjeta de crédito por compras en el exterior de residentes
argentinos -.

Esa condición estructural de los desequilibrios queda manifestada de manera patente en el


último proyecto de presupuesto enviado por el Poder Ejecutivo Nacional al parlamento, en
el que se prevé la continuidad de aquellos déficits hasta el año 2021 por lo menos. La
persistencia y la magnitud de las divergencias pueden alterar raudamente los planes de
negocios de las empresas en marcha, incluidas (naturalmente) las instituciones bancarias
que ofrecen los créditos, e impactar decididamente en sus flujos de caja (esto es: los
ingresos y egresos diarios que en armonía con lo planificado permiten sostener la actividad
del negocio).
Si estos desequilibrios finalmente se expresaran en lo que técnicamente se denomina "punto
de ruptura"2, nos encontraríamos ante una situación en la cual, desde la perspectiva de las
familias tomadoras de crédito con indexación del "principal" (que hoy razonablemente
entusiasma a los nuevos deudores con la posibilidad de acceder a su casa propia o nuevos
bienes), este esquema podría derivar en una situación crítica.
Si ello sucediera, la repercusión sobre las familias deudoras sería sumamente severa por dos
motivos:
- la caída del poder adquisitivo de los salarios, ante la dificultad de obtener saldos positivos
una vez incurridos los gastos insustituibles en alimentos y servicios al hogar, que
mantendrían su valor en términos internacionales;

■ el ritmo de aumento del costo del servicio de deuda, que muy probablemente sería
superior al de los ingresos de los tomadores de crédito.

Pero principalmente, la situación también será de alto impacto para el sistema bancario, ya
que la propiedad es el bien subyacente del crédito a cobrar. Cabe mencionar que, al 31 de
marzo (cuando todavía no se había manifestado de forma cabal la situación descrita de
expansión de préstamos a personas y familias), los créditos hipotecarios representaban el
14,2% del patrimonio neto del BNA. Las informaciones parciales disponibles permiten
inferir que tal situación se agudizó notablemente al mes de setiembre, cuando ese guarismo
estaría superando fácilmente el 25%.
Ante un escenario como el descripto más arriba, existe el riesgo de que su valor no alcance
a cubrir los pasivos adeudados (tal como sucedió en los Estados Unidos durante la crisis del
año 2008), tornando vulnerable la solidez patrimonial de los bancos. Esto impactará de
lleno en el estado de resultados del balance de las instituciones bancarias y luego en su
patrimonio neto, que podría volverse negativo. Se produciría de esa forma un fenómeno
que en otros países se dio cuando "estalla la burbuja inmobiliaria".
De ocurrir esa situación, finalmente será el Estado nacional quien tendrá que capitalizar a
los bancos oficiales y, un gobierno que tiende al bien común naturalmente también deberá
ocuparse de las familias y de las empresas.
Las autoridades bancarias que hoy ofrecen con entusiasmo los créditos indexados: ¿están
tomando las decisiones correctas, operando con la prudencia y la previsión que todo buen
hombre de negocios debe aplicar a sus acciones? El cumplimiento de esa máxima implica
la responsabilidad de evaluar todos los escenarios posibles, no pudiendo desconocerse los
potenciales riesgos que las decisiones tomadas conlleven.
*MM y Asociados

Lunes, 9 de octubre de 2017

¿Estamos creciendo?
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

En el trato cotidiano con los agentes económicos, resulta difícil entender el porqué de sus
lamentaciones a la luz de algunos datos macroeconómicos de crecimiento de la economía.
El estancamiento o caída de ventas que buena parte de las cámaras empresariales informa
mes a mes, no se corresponde con la mejora de la actividad que informan las fuentes
oficiales.
Si bien la heterogeneidad de los comportamientos de los sectores podría explicar en parte
tal divergencia, resultaría por demás extraño que fuera azaroso que los que padecen
dificultades las comuniquen y dejen de hacerlo aquellos a quienes ello no le sucede.
Es pertinente entonces invertir el interrogante y examinar el problema formulando la
pregunta de modo inverso: ¿es compatible el crecimiento de la actividad informado por las
estadísticas oficiales con la realidad cotidiana de los diversos sectores económicos?

Los brotes verdes

El pasado 21 de agosto preguntábamos desde esta misma columna “¿hay brotes verdes en la
economía?” La duda distaba de ser caprichosa: a pesar de las numerosas declaraciones de
los más altos funcionarios gubernamentales y de las “buenas noticias económicas” que la
mayoría de los medios de comunicación proporcionaba, el pulso de la economía tomado a
partir de la interlocución con los agentes económicos (tanto empresarios como dirigentes
sindicales), indicaba que el estancamiento no daba signos de disipación para la mayoría de
las actividades, situación similar a la de estos días.
En aquel momento echamos mano a los datos disponibles, buscando aislar los factores
nominales (precios locales e internacionales, tipo de cambio, tasas de interés, etc.), para
verificar el comportamiento de la producción física, al menos en las ramas de actividad en
las que ello fuese posible. Se evidenciaba que, aún en los sectores más dinámicos, los
niveles de actividad se mantenían en torno a los del año anterior y en ningún caso
alcanzaban los desempeños de 2015.
Entonces nuestro análisis se basó en las estimaciones de actividad, es decir las mediciones
de las producciones físicas, pero mediadas por la elaboración estadística. En esta
oportunidad, iremos a un nivel más básico aún, el de las metodologías aplicadas, que
permiten obtener los resultados a partir de estimaciones en algunos de los sectores.

Las estimaciones y su impacto en el cálculo de la actividad económica

Efectivamente, según las últimas mediciones oficiales publicadas, en el primer semestre del
año el Producto Interno Bruto (PIB) de la Argentina creció 1,6% con respecto a igual
período de 2016. Este resultado se obtiene si se suman, en el período analizado, los valores
agregados estimados para cada uno de los 16 sectores en los que las cuentas nacionales
clasifican la actividad económica (por ejemplo: “Agricultura, ganadería, caza y
silvicultura”; “Pesca”; “Explotación de minas y canteras”; “Industria Manufacturera”;
“Electricidad, gas y agua”; “Comercio mayorista, minorista y reparaciones”; “Transporte y
comunicaciones”; entre otros), y a ello se le suman los impuestos a los productos (restados
los subsidios).
La suma del PIB más las importaciones constituye la Oferta Global de bienes y servicios de
la economía, que inexorablemente tiene que ser idéntica a la Demanda Global, donde la
producción puede ser consumida o constituir inversiones (incluyendo la variación de
existencias), ya sea por parte del sector privado o el público, o puede tener destino en el
exterior (exportaciones).
Para llegar a esa identidad, según cifras oficiales, el consumo privado (el componente más
importante de la demanda por su peso) tuvo un incremento del 2,4% en el primer semestre
del año. Ocurre que, violentando todo criterio basado en el sentido común, el gobierno
atribuye parte de ese crecimiento a los “gastos de turismo en el exterior”.
En ese marco resulta lógico que ese guarismo sea disonante con las opiniones de los actores
económicos de los diferentes rubros y amerite un análisis más detenido del cálculo oficial.
Y en efecto, al ahondar en los conceptos que se toman en cuenta al realizar las estimaciones
de distintos sectores de actividad, comienzan a aparecer situaciones extrañas, no atribuibles
a adulteraciones intencionadas sino a efectos no deseables de los procedimientos de cálculo
sobre el resultado final.
Primer efecto: para medir las actividades de “Agricultura, ganadería, caza y silvicultura”,
que en el semestre crecieron 4,8% según la metodología oficial, se utilizan las estimaciones
provistas por el Ministerio de Agroindustria. Ocurre que estas sobreestimaron la producción
agrícola de la campaña 16/17, que no fue de 137 millones de toneladas, sino de
aproximadamente 126 millones. Es decir que el subsector, que tiene un peso en el PIB de
más del 8%, no creció 11,4% como se estimó oficialmente, sino apenas un 2,2%.
Pero este menor crecimiento repercute, de manera relevante, en los sectores de transporte y
de comercio, cuyo aumento o disminución se asocia linealmente a los volúmenes de
producción, y que pesan aproximadamente 5,3% y 11,4% en el PIB, respectivamente.
Recalculando el impacto en estos tres sectores de las estimaciones más certeras y
actualizadas sobre la producción agrícola, el crecimiento de la economía en el semestre ya
no sería aquel 1,6% anunciado, sino que se acercaría al 1,1%.

Pero hay más

Segundo efecto: si bien la actividad del sector “Minas y Canteras” bajó 6,1% en el
semestre, la metodología de cálculo sostiene que, para la extracción de minerales
metalíferos no ferrosos, excepto minerales de uranio y torio, la estimación se realiza a
través de un índice de ocupación en base a información del Sistema Integrado Previsional
Argentino. Es decir que, si la mina de oro más importante del país detuvo sus actividades
durante un período, como efectivamente ocurrió, es obvio que en ese lapso no produjo nada
aunque ello no se evidencie en el cálculo de las cuentas nacionales ya que para estas, en la
medida en que no hubo despidos, siguió produciendo.

Tercer efecto: respecto del sector “Pesca” se plantea un interrogante. Si las exportaciones
crecieron 6% en el semestre y la producción lo hizo un 24,3%, entonces debió haber subido
de manera significativa el consumo de pescado en el mercado doméstico. Los operadores
del sector no coinciden en ese diagnóstico.

Cuarto efecto: en el sub sector comunicaciones, específicamente en lo referido a la


telefonía, las líneas de teléfonos celulares se adicionan mes a mes, permaneciendo en los
registros con independencia de si están activas o no. Así se contabilizan 62 millones de
líneas activas, un promedio de casi 1,5 teléfonos celulares por persona, tomando la totalidad
de la población, guarismo un tanto extravagante. Tal procedimiento se repite en relación a
la telefonía fija.
Podríamos seguir analizando y describiendo cada una de las imprecisiones que se plantean
a la hora de realizar el cálculo del comportamiento de la actividad económica, no por
intencionalidad de quienes lo hacen, sino por las propias formas en las que dichas
estimaciones son concebidas, pero la presentación de algunas en este artículo es evidencia
suficiente.
Si bien en algunos de los sectores descritos es difícil cuantificar las inexactitudes
cometidas, el resultado, agregando todas ellas, arroja una variación del PIB en el primer
semestre de 2017, con respecto a igual período del año anterior, inferior al 1%.
Y ese porcentaje resulta a su vez compatible con la ecuación macroeconómica descrita más
arriba, con un incremento del consumo privado en el entorno del 1,5% y una participación
de la inversión en el PIB de sólo 19,5%, todavía por debajo de la observada en 2015
(19,6%), y más acorde con las perspectivas reales de los diferentes actores económicos
involucrados.
Esto se da en un marco de inconsistencia macroeconómica en el cual, entre otros ítems:

a) se duplicó el déficit fiscal total, que incluye el que deviene de Nación, provincias y
municipios, y el cuasi fiscal generado por la política monetaria del Banco Central de la
República Argentina, que correctamente medido será cercano al 11% del PIB,

b) sigue aumentando el precio de los alimentos por encima del nivel general de inflación, al
igual que las tarifas, con el consecuente deterioro constante del consumo de las familias,

c) la tasa de desempleo alcanzó el 11% en los partidos del Gran Buenos Aires,

d) se llegó en ocho meses de 2017 a un saldo de balanza comercial negativo de U$S 4.498
millones (que determinaría uno mayor a U$S 6.000 al final del año), y

e) la cuenta corriente de la balanza de pagos se proyecta para el corriente con un déficit en


el entorno de los U$S 30.000 millones.
Resulta evidente que el camino emprendido por el gobierno no es el correcto si se desea
arribar a un crecimiento sostenido de la economía. Y en vistas de que la distribución del
ingreso medida oficialmente por el coeficiente de Gini empeoró, mucho menos el sendero
que deposite a nuestro país y su pueblo en el logro del objetivo de un desarrollo sustentable.
En síntesis: las percepciones de los agentes económicos, divergentes de las declaraciones
de funcionarios y de los informes oficiales y periodísticos, resultan ser las más realistas. El
crecimiento es mucho más moderado que el que indican las estadísticas gubernamentales,
así como lo son las perspectivas de los negocios hacia el futuro inmediato, ya que no se
avizoran mejoras en la demanda externa y mucho menos en la interna.
Lo mismo sucede en cuanto a la percepción de las familias, coincidente con la de los
agentes de la economía real, por la caída del PIB per cápita. Dado que desde 2015 la
población continuó creciendo (2,1%) mientras que disminuyó el PIB (1,2%), el deterioro es
de 3,3% menos de la producción para cada uno de nosotros.
Es claro que, si hay menos bienes y servicios disponibles y a la vez la distribución del
ingreso empeoró, el menoscabo necesariamente se concentró en los sectores más
vulnerables. Queda pendiente, para otra ocasión, analizar si efectivamente bajó la pobreza.

* MM y Asociados

Lunes, 16 de octubre de 2017

Ley de Presupuesto: una certificació n


de las inconsistencias econó micas
Proyecciones oficiales

Por BAE Negocios


Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*
Especial para BAE Negocios

Cuando en la disciplina económica se evalúan los proyectos de inversión, es inevitable


encontrar en las proyecciones un mix de supuestos que van desde el más crudo realismo
hasta casi la franca fantasía, pasando por las especulaciones de probabilidad intermedia.
Todos ellos elementos necesarios para dar coherencia a una prognosis que depende de
muchos más factores que los que el empresario podría controlar.
El papel del evaluador del proyecto es el de ampliar los márgenes de las certezas y con ello
también las probabilidades de éxito, identificando cada elemento que pudiera ser fuente de
perturbaciones y buscando descartar, tanto como sea posible, los aspectos que pudieran
complicar el desempeño del emprendimiento.

El producto esperado es un dictamen objetivo, ya sea para ratificar la factibilidad del


proyecto (señalando tanto los aspectos ventajosos como los deficitarios) o para evidenciar
los factores que determinan su inviabilidad. Las conclusiones deben depender de la
evidencia disponible y no de la subjetividad de quien evalúa.
El contenido del mensaje de remisión del proyecto de Ley de Presupuesto 2018 que el
Poder Ejecutivo Nacional envió al Congreso de la Nación, debe analizarse bajo idénticas
premisas a las arriba señaladas; una vez cumplimentada esa tarea, emerge con claridad que
las inconsistencias del presente esquema económico perdurarán, aumentando las
incertidumbres sobre su futuro cercano.
Las presunciones del proyecto dejan planteado el dilema de la "manta corta": la revaluación
cambiaria afecta la competitividad de los negocios, mientras que el proceso contrario, suba
del dólar, incrementa el peso de la deuda en moneda extranjera y con ello el gasto del sector
público.
En este primer artículo, examinaremos las inconsistencias vinculadas al sector externo:
proyecciones sobre el tipo de cambio, la balanza comercial, la cuenta corriente y el
endeudamiento externo. Por razones de extensión y relevancia dejamos para una próxima
entrega las vinculadas a las cuentas del sector público.

Proyección del tipo cambio

Las hipótesis presentadas respecto del comportamiento del tipo de cambio promedio, del
deflactor de Producto Bruto Interno (variación de los precios implícitos del PBI), y del
Índice de Precios al Consumidor (IPC) están en el gráfico. Se observa que el aumento
porcentual anual del tipo de cambio es inferior tanto a la evolución del deflactor del PBI
como a la del IPC.
En consecuencia, si se toma como base el año 2017 y se proyecta hasta el año 2021, según
la evolución estimada del valor del dólar y de la inflación (medida por la evolución de los
precios implícitos del PBI), el resultado arroja que en el año 2021 el dólar equivaldría a
$15,8 a paridad de hoy.
Ello implica un franco deterioro del tipo de cambio real, tal como se observa en la siguiente
relación: Tipo de cambio real proyectado en Presupuesto 2018. Base 2017=16,7 $/u$s
(Deflactado por índice de precios implícitos del PIB).
Este esquema condiciona las posibilidades de éxito de cualquier intento de profundizar en
los actuales mercados externos o conquistar nuevos, a la vez que los bienes y servicios de
producción local quedan expuestos a la agresión de los que se adquieren en el exterior.

Proyección de los déficits del sector externo

Las proyecciones oficiales confirman las perspectivas negativas en cuanto al


comportamiento del comercio exterior argentino. El presupuesto prevé para todo 2017 un
déficit comercial de u$s4.500 millones, cifra que ya fue alcanzada en los primeros ocho
meses del año, y que los consensos del mercado amplían hasta las cercanías de los u$s6.000
millones.
Para los sucesivos ejercicios, el mensaje de remisión del presupuesto prevé déficits en la
balanza comercial que crecen entre 2018 y 2021 desde u$s5.600 millones hasta u$s7.600
millones.
Cabe consignar que para el año 2021, el déficit será producto de un nivel de exportaciones
de u$s73.300 millones, casi un 12% menos que el récord de ventas al exterior alcanzado en
2011 (u$s82.981 millones) y de un monto de importaciones estimado de u$s80.900
millones, que sería el valor máximo de la serie histórica.

En el marco de la cuenta corriente de la balanza de pagos, a aquellas cifras debe adicionarse


la del saldo de los servicios reales, que proyectada en 2017 ya alcanzaba un rojo de
u$s7.000 millones (y que se supone constante en esa cifra hasta 2021), así como los
intereses devengados de la deuda externa. Las erogaciones por este último concepto,
considerando las tasas promedio pagadas en 2016 representarán, entre los años 2018 y
2021, de u$s15.500 millones hasta u$s22.100 millones anuales.
A su vez deben añadirse los conceptos de royalties y dividendos que las sucursales y
empresas nacionales con accionistas controlantes extranjeros deben obligadamente remitir
por las inversiones oportunamente realizadas.
En definitiva, el saldo negativo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que deberá ser
financiado con endeudamiento externo y que durante el presente ejercicio se presupuesta en
u$s25.800 millones (que también está subestimado ya que rondará los u$s30.000 millones),
se irá incrementando año tras año hasta alcanzar los u$s36.700 millones en 2021.

Proyección de la evolución de la deuda externa

El cumplimiento de las proyecciones oficiales implica que nuestro país debe tener una
capacidad de endeudamiento con el resto del mundo de al menos u$s128.800 millones en el
período comprendido entre el inicio de 2018 y el año 2021.
Al respecto, cuando se pretende cuantificar la envergadura del problema, se mide el peso de
la deuda externa sobre el PBI. Para este cálculo va de suyo que resulta clave el tipo de
cambio al que se valoriza el producto.
Dado que el proyecto de presupuesto presupone una revaluación creciente, significaría
pasar de un endeudamiento en dólares de 34,8% del PBI en 2017, a uno de 45,8% en el año
2021. Pero si no se considera dicha revaluación, el porcentaje referido para este último año
sube a 48,5%. Es más, si se tomara el tipo de cambio real de 2016, la deuda acumulada al
2021 representaría un 53,3% del PBI.
Finalmente, como la proporción depende del valor del PIB medido en dólares y esto deriva
del tipo de cambio, si la economía no muestra capacidad de generar divisas, podría volverse
a una paridad cambiaria equivalente a la vigente en el año 2004 (39,10 $/u$s, base
2017=16,7 $/u$s), y en ese caso la deuda rondaría ¡el 100% del PBI!
Como resulta obvio suponer, este esquema es de difícil sostenibilidad ya que, a medida que
la proporción de pasivos externos se va incrementando, la economía requerirá en forma
creciente y sistemática mayores niveles de endeudamiento.
Si un proyecto de inversión presenta pérdidas crecientes en cada uno de los ejercicios,
requerirá de acceso permanente a nuevos créditos para cubrir los déficits más los servicios
de deudas anteriores para seguir operando, por lo que nunca reintegrará a sus accionistas el
capital inicial ni mucho menos repartirá ganancias: ¿habrá algún hombre de negocios o un
evaluador de proyectos que considere positivamente la factibilidad de una empresa de esa
naturaleza?

*MM y Asociados

Lunes, 23 de octubre de 2017

Presupuesto: certificació n de las


inconsistencias econó micas
Las cenas gratuitas no existen

Por MM y Asociados

Lic. Guillermo Moreno*


Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

Como señalamos en nuestra entrega anterior, del contenido del mensaje de remisión del
proyecto de Ley de Presupuesto 2018 que el Poder Ejecutivo Nacional envió al Congreso
de la Nación, emerge con claridad que las inconsistencias del presente esquema económico
perdurarán, aumentando por lo tanto las incertidumbres sobre su futuro cercano.

Las cenas gratuitas no existen. El Gobierno pretende darse un festín y que otros
paguen la cuenta

Mostrábamos que el esquema de déficit comercial y saldo negativo en la cuenta corriente


de la balanza de pagos (que debería ser financiado con endeudamiento externo) no sólo
continúa, sino que se profundiza y que, a la vez, se proyecta una sistemática revaluación
cambiaria de forma implícita. Al respecto recordamos que el Proyecto de Presupuesto 2018
se elaboró asumiendo la pauta inflacionaria del Banco Central de la República Argentina
(BCRA).
Por todo ello señalábamos que las presunciones del proyecto dejan planteado el dilema de
la “manta corta”: la tensión entre una revaluación cambiaria que afecta la competitividad de
los negocios y el proceso contrario, suba del dólar, que incrementa el peso de la deuda en
moneda extranjera y con ello el gasto del sector público.
Así como en nuestro anterior artículo pusimos el foco en las inconsistencias que el proyecto
de ley de presupuesto 2018 muestra respecto de las variables relacionadas con el sector
externo de la economía, en este abordaremos las referidas a las previsiones fiscales.

La insostenibilidad de la estrategia fiscal

En las proyecciones del gobierno, se espera que el resultado fiscal primario permanezca
deficitario hasta el año 2021, logrando hacia 2024 un módico superávit de 0,5% del
Producto Bruto Interno (PBI). Los supuestos de disminución del déficit fiscal primario,
contrariamente a lo que muchos esperan, no están principalmente asentados en los recortes
del gasto público sino en los aumentos de los ingresos devenidos de mayor actividad
económica y mejoras en el cumplimiento de las obligaciones tributarias.
Claro está que esas premisas son de dudoso cumplimiento. El proyecto de presupuesto 2018
informa que, por un lado, obviamente no habrá ingresos extraordinarios como los
correspondientes al régimen de exteriorización de capitales, aunque si prevé un ingreso de
$25.000 millones producto del proyecto de ley enviado al Congreso sobre Revalúo y ajuste
por inflación impositivo y contable.
Asimismo, el gobierno decidió presentar adicionalmente una reforma a la Ley de
Responsabilidad Fiscal que establece nuevos criterios para la administración de los recursos
públicos nacionales y provinciales, y se ha anunciado que próximamente se enviará al
Congreso una propuesta de reforma tributaria, en la que se ha trabajado tanto en el ámbito
del Poder Ejecutivo como en el Legislativo, que incluye modificaciones en las cargas
asociadas al sistema de seguridad social.
Es decir que hay certezas sobre la intención de disminuir imposiciones pero no sobre las
mejoras del cumplimiento ni sobre el crecimiento de la economía.
La realidad es que, si este último supuesto no se cumpliera, los deterioros en la
performance de la actividad económica en el sector privado originarán permanentes
presiones hacia un incremento del déficit fiscal.
Si bien las metas de primarias son de dudosa factibilidad, podría decirse que se orientan en
un sentido correcto. Pero cualquier optimismo se desvanece al contemplar las previsiones
de pago de intereses de deuda, que a partir de 2018 se situarán entre un mínimo de 1,86%
del PBI en 2024 y un máximo de 2,15% en 2019.
Es decir que, una vez incorporado el pago de obligaciones financieras, siempre el resultado
fiscal total será deficitario.
La sustentabilidad más que incierta de tal proyección, a su vez depende del cumplimiento
de las previsiones sobre inflación y tipo de cambio. Como lo señaláramos más arriba y
desarrollaremos más adelante, en el proyecto el ritmo de crecimiento de los precios internos
es superior al del valor del dólar. De no cumplirse, el peso de la deuda en moneda
extranjera se incrementará (y con ello el gasto total del sector público) aumentando el
persistente y voluminoso déficit.
Este aspecto crucial es el que revela como insostenible la estrategia fiscal. Sin embargo,
antes de adentrarnos en el examen detallado de las magnitudes e implicancias del
endeudamiento, es conveniente hacer un repaso de la situación de las cuentas del sector
público del presente ejercicio.
El punto de partida

Si bien el presupuesto contempla específicamente los gastos e ingresos de la administración


central, debe tenerse en cuenta que, desde una perspectiva macroeconómica más amplia, es
imprescindible incorporar a las cuentas públicas presentadas en el proyecto de “ley madre”,
una serie de conceptos que permitan la cabal comprensión del funcionamiento de la
economía nacional.
En ese sentido, al déficit fiscal de la administración pública nacional debe sumársele el que
se origina en la acción del BCRA, dada la diferencia entre los pasivos remunerados que
oferta al mercado (Lebac, pases, etc.), y los intereses ganados por la colocación de sus
activos. Así queda constituido el denominado déficit cuasi fiscal, ítem que alcanza en la
actualidad, aproximadamente, el 2,5% del Producto Interno Bruto (PBI) de pérdida anual.
Este déficit se origina en la necesidad de esterilizar la expansión de los medios de pago
derivada del propio rojo fiscal lo que, en la medida en que persista y no encuentre
resolución, impide al BCRA modificar su estrategia, consecuencia de una política
macroeconómica inconsistente.
Finalmente, para calcular el déficit total del Sector Público Argentino, al del Tesoro
Nacional y al mencionado cuasi fiscal, se debe adicionar el generado por las
administraciones provinciales y municipales que alcanza, aproximadamente, un punto
porcentual del PBI.

No podemos dejar de señalar que en el presupuesto 2018, a fin de determinar el déficit


total, el gobierno incorpora como ingresos los que denomina como rentas de la propiedad,
que están constituidas, entre otros, por dos conceptos clave. Por un lado, el giro de las
utilidades del BCRA al tesoro que, aunque discutible, es una práctica habitual. En segundo
lugar, y más polémico, considera como rentas de la propiedad e incorpora a la contabilidad
del ingreso corriente la ganancia de las inversiones correspondientes al Fondo de Garantía
de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES.
Tanto las transferencias desde el FGS como su incorporación al balance son altamente
cuestionables dado que, en rigor, ello implica la descapitalización de aquel y, por tanto, la
desnaturalización de su objetivo como fondo de garantías del sistema de seguridad social.
Finalmente, la agregación de los déficits fiscales de niveles nacional, jurisdiccional y
municipal, más el cuasi fiscal, alcanzaría para el año 2017 y los subsiguientes un nivel
cercano a los 11 puntos del PBI.

Reajustando la proyección del endeudamiento

Los aumentos del gasto requieren un endeudamiento adicional (con su correspondiente


generación de intereses), que al destinarse al gasto corriente no generan las mejoras en la
productividad necesarias para atenderlo. En la medida en que el proceso de endeudamiento
se incrementa, por el creciente gasto fiscal, ello provoca una sobreoferta de dólares en la
plaza y en consecuencia una revaluación cambiaria (tal como detallamos en nuestro artículo
publicado la semana pasada). El círculo, como un perro que se muerde la cola, se cierra con
una mayor necesidad de financiar los desequilibrios fiscales con más dólares que, a su vez,
cada vez compran menos pesos en términos reales.
En consecuencia, una visión más ajustada de los números, específicamente de los
necesarios para cubrir ese exceso de gasto, permite consolidar una proyección propia sobre
el impacto de la deuda total (en dólares y en pesos) sobre el PBI.
Dicha proyección se realizó sobre la base de la información oficial disponible a diciembre
de 2016. Hacia fines de ese año el valor de la deuda del Sector Público a nivel nacional
había alcanzado los u$s264.300 millones. A ello debe adicionarse la deuda de las
administraciones provinciales por u$s18.000 millones, y la que el BCRA ha tomado con los
particulares y bancos. Así, se obtiene un punto de partida de deuda pública de u$s327.300
millones.
Las tasas de interés que pagó el banco central por Lebac fueron, en promedio, de 24,96%
anual en los últimos 12 meses, en tanto la de los pases alcanzó el 28,1%. Tomando la
proporción en que se utilizó cada uno de estos instrumentos en ese período, la tasa nominal
promedio del endeudamiento del BCRA es de 25,3%.
Por otra parte, la devaluación anual para 2017 y 2018 prevista en el presupuesto es de
12,84%, con lo que se colige que el gobierno espera pagar un mínimo de 13% en dólares
sobre esta deuda (teniendo en cuenta el nivel esperado de inflación).
Si se tiene en cuenta que el costo financiero internacional va subiendo, se pueden prever
tasas de endeudamiento promedio de 5,7%; 5,8% y 6,3% para los años 2017, 2018 y 2019,
respectivamente.
A partir de esas estimaciones propias de la tasa de interés relevante, los déficits previstos y
el stock de deuda inicial, es posible hacer una proyección de la deuda pública.
Así, al finalizar el corriente año la deuda pública total alcanzará los 381.000 millones de
dólares y los u$s493.900 millones hacia fines de 2019, reflejando que, al agregar el déficit
primario medido en dólares, más los intereses sobre deuda, el sector público argentino
requerirá un
endeudamiento adicional creciente de 53,4; 54,5 y 58,6 miles de millones de dólares por
año, entre 2017 y 2019 respectivamente.
Cabe aclarar que con las tasas actuales (que constituyen un piso)CABE , para pagar los
intereses y sostener dicho endeudamiento, el sector público tendría que generar en los
próximos años un superávit primario de 5,7 puntos de PBI.
Si se toma en cuenta el Producto Interno Bruto del año 2016 que se presentó en el
presupuesto, y se lo proyecta con la tasa de crecimiento oficialmente estimada, el PBI para
el año 2019 será de aproximadamente u$s600.000 millones. Ello significa que el
endeudamiento total del sector público hacia fines de 2019 resultará de, al menos, un 82%
del PBI.
Sin embargo, dada la potestad de emitir pesos por parte del BCRA, resulta relevante
estimar ese ratio en relación a la deuda nominada en dólares. En el siguiente gráfico se
presenta, para los años 2016 a 2021, la participación de esa deuda (externa) sobre el PBI,
teniendo en cuenta distintas alternativas de tipo de cambio (que incorpora la evolución
nominal del valor del dólar y la del deflactor del PBI como evolución de la inflación).
Desde el año 2017 el aumento porcentual anual del tipo de cambio es inferior, en todos los
años que se presentan en el presupuesto, a la evolución del deflactor del PBI.
En consecuencia, si se toma como base el año 2017 y se proyecta hasta el año 2021, según
la evolución estimada del valor del dólar y de la inflación, el resultado arroja que, a precios
de 2017, en el año 2021 el dólar equivaldría a $15,8 pesos por unidad. De esta forma, con
un PBI más abultado medido en dólares, el ratio de deuda resulta más pequeño. Pero,
tomando en cuenta otros valores de tipo de cambio real, ocurre lo contrario (como se
observa en el gráfico), con el caso extremo de los valores del año 2004.

Déficits gemelos… a perpetuidad

Parecería ser entonces que, para este gobierno, el déficit fiscal (primario + financiero) es en
sí mismo virtuoso, lo que vulnera los criterios de eficiencia y sana administración.
Del proyecto oficial de presupuesto 2018 se desprende que se esperan muchos años de
saldos negativos de la balanza comercial y de la cuenta corriente de la balanza de pagos y
que, si bien el gobierno prevé un descenso del déficit primario, ese achicamiento no alcanza
a compensar de ninguna manera el rojo financiero, que incluye los intereses de la deuda.
Este esquema, que se pretende permanente por lo menos hasta el año 2024, excede en
mucho el período de gobierno de la actual alianza en el poder, como resulta obvio.
En la ciencia económica se sabe que las cenas gratuitas no existen. ¿Será que el Gobierno
pretende darse un festín pero que otros le paguen la cuenta?

Lunes, 30 de octubre de 2017

Viento de cola en la política,


nubarrones en la economía
Los desequilibrios de 2017 continúan en el Presupuesto 2018

Por Lic. Guillermo Moreno*, Dr. Claudio Comari* y Lic. Norberto Itzcovich*

Las expectativas económicas, que hoy se desplazan en un gradiente que va desde la calma a
la inquietud, parecieran depender de la distancia desde la que el observador se sitúa para
contemplar la realidad.
Quienes basan sus esperanzas en la observación de los aspectos más inmediatos (entre los
que se destacan la victoria electoral del gobierno, la dinámica de los mercados bursátiles y
financieros y los informes sobre indicadores de coyuntura que muestran progresos en la
actividad económica y en la recaudación impositiva, por ejemplo), se inclinan a esperar un
mejoramiento progresivo de la economía, a partir de la ratificación política del gobierno.
Pero si el punto de vista es más distante, se ve con claridad que, como contrapartida, siguen
sin resolverse o en la senda de profundizarse, los desequilibrios estructurales del actual
esquema económico que hemos venido señalando en esta columna. Como agravante, el
proyecto de Ley de Presupuesto 2018 que el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) remitió a la
Cámara de Diputados de la Nación expresa con meridiana claridad, que la resolución de
aquellas inconsistencias no forma parte de las preocupaciones centrales del gobierno, sino
que se perpetúan más allá de la duración del corriente período presidencial e incluso del
siguiente.
Sólo para este año, el déficit fiscal total, que incluye los desequilibrios en las cuentas de la
administración central, los gobiernos provinciales y municipales y el cuasifi scal del Banco
Central de la República Argentina (BCRA), requiere el equivalente a un monto de entre
55.000 y 60.000 millones de dólares de financiación. De estos, unos 30.000 millones
deberán ser tomados en moneda extranjera inexorablemente, por no existir otras fuentes
(entre ellas la inversión extranjera directa) para cubrir los desequilibrios del sector externo,
que se expresa en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Son las propias inconsistencias características del presente esquema las que lo hacen
vulnerable y, en cierto sentido, estas fragilidades son extremas. Existe un acuerdo
generalizado sobre que la continuidad de la actual política económica está sujeta a la
disponibilidad y fluidez del financiamiento de los déficits señalados. Lamentablemente, las
eventuales complicaciones en el acceso al crédito no son los únicos riesgos extremos del
presente diagrama. Dependencia del crédito Podría ser materia de controversia si la
dependencia del crédito es sostenible y por cuánto tiempo, pero no hay fisuras en la
convicción de que la reducción en sus volúmenes o incluso la ralentización de su flujo,
repercutirían en forma drástica e inmediata sobre el funcionamiento económico todo,
estableciendo un “punto de ruptura” que obligaría a profundos cambios. Algunos colegas
también han señalado esta amenaza, aunque apelando a términos metafóricos y aún
escatológicos para sustituir su denominación técnica, tales como “esto se va a la m…”,
“estos se dan la piña”, o “van a explotar”, entre otros.
Lo cierto es que cualquier escenario de restricción al crédito, ya se trate del voluntario
(préstamos) o el involuntario (diferimiento de pagos), que de modo central hoy depende de
los primeros, involucra la imposibilidad de realización de los gastos, objetivándose de esta
manera la crisis. Como ya mencionamos, las vulnerabilidades no se agotan en este flanco.

El tipo de cambio

A partir de una aparente “abundancia” de dólares, hoy se confi - gura un contradictorio


escenario en el que conviven un proceso de reevaluación permanente del peso, con otro de
persistente dolarización de carteras, protagonizado por un espectro no menor de agentes
que perciben al dólar como un activo barato.

En lo que va del mandato del presidente Mauricio Macri, se registra un ingreso sostenido de
moneda extranjera, obtenida vía créditos, cuyo destino es y ha sido el del financiamiento de
los déficits gemelos.
A ello se suma la corriente de inversores que convierten sus dólares en pesos para
usufructuar las elevadas tasas de interés que el BCRA ofrece. Según el último informe
“Evolución del Mercado Único Libre de Cambios y Balance Cambiario” de la entidad, en
setiembre “…la principal fuente del mercado de cambios vino dada por los ingresos netos
del exterior por inversiones de no residentes por u$s2.050 millones. De este total, unos
u$s$1.100 millones fueron cambiados a pesos…”; como la propia autoridad monetaria
resalta, ese nivel representa el máximo de ingresos por el concepto, en la historia del
Mercado Único Libre de Cambios (MULC).
En este caso el pase de dólares a pesos es transitorio, ya que el atractivo de los inversores
está en la posibilidad de materializar ganancias a través del carry-trade; es decir la
posibilidad de obtener rendimientos extraordinarios en la moneda estadounidense.
Otro segmento de agentes económicos considera que el precio del dólar en los niveles
corrientes, representa una oportunidad que no debe desaprovecharse.
Esto se ha evidenciado en los sucesivos informes del BCRA, según los cuales la Formación
de Activos Externos del Sector Privado No Financiero acumula en los primeros nueve
meses del año u$s15.500 millones.
La simultaneidad de tasas de interés elevadas y tipo de cambio subvaluado, explica en gran
medida que el sostenimiento de la estrategia del BCRA de esterilización de medios de
pago, resulte cada vez más onerosa. Hoy el circulante en poder del público ronda los 600
mil millones de pesos, lo que se suma a la sideral marca alcanzada por las Lebac, que
superan los 1,1 billones de pesos, potencialmente monetizables.
Relacionado con ello, cabe aclarar que alrededor del 25% de las reservas en dólares del
BCRA son los depósitos en moneda extranjera de los particulares (por lo tanto, no son de
libre disponibilidad), y a su vez hay punto crítico de aquellas, de alrededor de u$s6.000
millones (el equivalente a un mes de importaciones), piso que no se puede perforar.
Obviando otras restricciones, la libre disponibilidad de las reservas se reduce a unos
u$s30.000 millones.
Observando de conjunto la masa de circulante, las cifras potencialmente monetizables de
Lebac y las reservas en divisas de libre disponibilidad, se hace evidente que la actual
estrategia es de extrema fragilidad ante cualquier situación de aceleración de decisiones de
dolarización de carteras.

La dinámica de la recaudación

Las condiciones para el crecimiento económico (aumento de la producción de bienes y


servicios) siguen siendo desfavorables desde el enfoque de la demanda. La persistente
pérdida de competitividad derivada de la revaluación cambiaria proyectada, complica la
profundización en los mercados internacionales existentes y la inserción en los nuevos; al
mismo tiempo, el deterioro del poder de compra de los ingresos familiares (con bienes
básicos como alimentos y los servicios comprometiendo cada vez mayores porciones de los
salarios), presupone un estancamiento del mercado interno.
A su vez, la revaluación del tipo de cambio también expone a la producción nacional a una
situación de mayor desventaja frente a los bienes y servicios ofrecidos por sus
competidores no residentes.
¿Podría crecer el Producto Interno Bruto (PIB) de manera sostenida si no traccionan ni el
mercado interno ni los externos?

A la obvia respuesta negativa debe agregarse que la incremental toma de deuda del sector
público, que no sólo encarece los préstamos para empresas y particulares sino que compite
con ellos absorbiendo el crédito disponible, agrava la situación.
De manera que no existen condiciones que auguren crecimiento de la actividad económica,
al menos en forma generalizada, resultando esperable una consecuente disminución de la
tasa de ganancia para numerosas unidades de negocios.
Si esos deterioros terminan implicando dificultades para la reposición del capital de trabajo
(stock y créditos por cobrar), ante la inaccesibilidad del crédito por las altas tasas de interés,
los empresarios podrían apelar a financiarse con los fondos que debieran ir a impuestos o
cargas sociales, como ha ocurrido en otras ocasiones.
Teniendo en cuenta el actual nivel del déficit fiscal total y su proyectado incremento para
los años venideros, se hace evidente que cualquier reducción de los ingresos públicos por
evasión, elusión o diferimiento de pagos, redundará en un desborde de imprevisibles
consecuencias.
En síntesis, como hemos mostrado, la sostenibilidad de la actual política económica
deviene de decisiones exógenas y endógenas. Las primeras, tomadas por no residentes,
mientras decidan mantener el flujo de oferta de crédito al mercado doméstico; las segundas,
relacionadas con que no se produzcan comportamientos del tipo “manada” por parte de los
agentes económicos.
Aunque la prudencia del “buen hombre de negocios” debiera ser un criterio omnipresente,
especialmente al tratarse de la gestión de la cosa pública, el manejo del esquema económico
en marcha no parece corresponderse con dicha máxima. Mucho más cuando la Argentina
ha transitado todos los escenarios de crisis antes descriptos.
Los densos nubarrones de la inconsistencia macroeconómica no alcanzarán a ser disipados
sólo por el viento de cola que la política hoy le brinda al gobierno.

*MM y Asociados

Lunes, 6 de noviembre de 2017

La reforma laboral y su contexto


Los cambios propuestos no apuntan a los objetivos de aumento de empleo y cualificación.
No se ofrecen estímulos a la creación de nuevos puestos sino facilidades para tercerizar y
abaratar los despidos

Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich *

Con aires y gestos no exentos de pompa, el Gobierno Nacional relanza su gestión, luego de
la oxigenación política obtenida en los pasados comicios. El remozamiento incluye tanto
cambios en el elenco de ministros, entre los que se destaca el ingreso del presidente de la
Sociedad Rural Argentina, Luis Etchevehere, en la titularidad de la cartera de
Agroindustria, como la presentación de nuevas iniciativas.

En el acto convocado la semana pasada en el Centro Cultural Kirchner y frente a una


nutrida concurrencia que reunió a mandatarios provinciales, legisladores, magistrados, y
dirigentes políticos, empresariales y sindicales, el Presidente de la Nación leyó su discurso,
en el que presentó los lineamientos prioritarios de la acción gubernamental. En la ocasión,
no se privó de afirmar “somos la generación que está cambiando la Argentina para
siempre”. Sólo el devenir histórico mostrará cuánto de cierto podría tener tan ampulosa
afirmación.

Los tres ejes

En palabras del primer mandatario, que a su vez dieron nombre y carácter a la


convocatoria, se trata de las “propuestas para promover un acuerdo nacional”, las que se
desarrollan en tres ejes principales: la cuestión fiscal, la del empleo y la de la llamada
“calidad institucional”. Al momento de escribir el presente artículo, no se conocen con
precisión las propuestas definitivas, aunque las relativas a las modificaciones de los
regímenes impositivos fueron presentadas, en sus grandes trazos, por el ministro Nicolás
Dujovne, y serán objeto de análisis en próximas entregas.

Sí existe una propuesta concreta de modificación de regulaciones en materia laboral y


previsional, que hasta la fecha reviste el carácter de borrador (lo que implica que puede ser
modificada o incluso sustituida), que amerita ser considerada. Previo a ello, conviene
repasar las actuales condiciones del mercado de trabajo.

El mercado de trabajo y las inconsistencias en su registración

Amén de las inconsistencias del esquema económico que hemos señalado repetidamente,
ellas también aparecen en el seguimiento del mercado de trabajo. En este aspecto, existen,
por una parte, las derivadas de los registros administrativos, que conllevan la limitación de
la ausencia de cobertura del trabajo no registrado. Y por otra parte, los relevamientos
sistemáticos del INDEC que, en la actualidad sólo alcanzan a 31 grandes aglomeraciones
urbanas, excluyendo tanto al resto de la población urbana como a la totalidad de la
población rural.

La inconsistencia de las estadísticas de registro, para mejor ilustración, se ejemplifica con


las cifras oficiales que están publicadas en los distintos informes basados en las nóminas
gubernamentales. El último informe disponible de la Administración Federal de Ingresos
Públicos (AFIP) ofrece las cifras relativas al mes de marzo de 2017, razón por la que las
comparaciones de los reportes referirán a dicho período. Según la autoridad tributaria, el
número de personas registradas, identificadas bajo la categoría “aportantes”, alcanza a
10.173.540.
Para el mismo período el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS),
presenta dos informes. En el primero de ellos, denominado “Boletín Estadístico de la
Seguridad Social“, registra 11.733.837 aportantes para el mes bajo examen; en el segundo,
llamado “Situación y evolución del total de trabajadores registrados”, la cantidad de
trabajadores inscriptos asciende a 12.117.700. Como es fácil de apreciar, las discordancias
son de magnitudes millonarias, no sólo entre organismos sino también entre los informes de
una misma institución.
Explicitadas las incongruencias, pasamos a revisar la dinámica que refleja este último
informe en la versión correspondiente al mes de junio de 2017, para su posterior
comparación con los datos de las encuestas. De acuerdo a esa estadística, la cantidad de
empleos existentes, siempre en referencia a personas inscriptas en los registros, sería en la
actualidad mayor al número observado en noviembre de 2015, en más de 123.000.

Como podrá observarse en la tabla que se presenta a continuación, se registran incrementos


en las categorías asalariados públicos (+37.300), Asalariados de casas particulares
(+20.100), Independientes monotributo (+78.800) e Independientes monotributo social
(+44.000). Los decrecimientos se registran en las categorías Asalariados privados (-49.300)
e Independientes autónomos (-7.700).

En resumidas cuentas: las categorías más típicas de la registración en el empleo privado


(Asalariados privados e Independientes autónomos) presentan caídas; las categorías
asociadas al empleo en el sector público son las que crecen: los Asalariados públicos y los
Independientes monotributo social (forma de registración de las personas incluidas en
programas sociales). La excepción pareciera ser la de la categoría Independientes
monotributo, cuya dinámica de crecimiento es coincidente con la eliminación de la
restricción al acceso al sistema de asignaciones familiares. De manera que, el crecimiento
del número de personas inscriptas pareciera explicarse por el aumento en el empleo público
y los planes sociales (+81.300 en total) y por la inscripción de monotributistas, que no
necesariamente implica la creación de nuevas posiciones, sino más bien expresa un proceso
de registración de puestos prexistentes, bajo el incentivo de la posibilidad de cobro de
asignaciones familiares.

La fuerza de trabajo registrada y no registrada

El seguimiento de los niveles de actividad, ocupación y desocupación y otros indicadores


para todos los trabajadores independientemente de su registración o no, debe realizarse a
través de encuestas. Como mencionáramos, la limitación de la encuesta oficial de la
Argentina -Encuesta Permanente de Hogares (EPH)- es que su administración se restringe a
los 31 aglomerados urbanos que integran el estudio.
El más reciente informe sobre la evolución del mercado de trabajo del INDEC, referido al
segundo trimestre de 2017, destacó que la desocupación alcanzó al 8,7% de la población
económicamente activa (PEA) residente en las aglomeraciones urbanas abarcadas.
Respecto a los períodos anteriores correspondientes a la actual gestión de gobierno, la cifra
marca un decrecimiento, aunque concomitante con la disminución (en términos absolutos y
relativos) en el tamaño de la población económicamente activa medida por el organismo
oficial.
Para el segundo trimestre de 2017, la PEA representaba al 57,4% de la población de 14 y
más años de edad –asimilable al concepto de población en edad de trabajar (PET)-,
mientras que en el tercer trimestre de 2015 alcanzaba al 57,9%. En cuanto a la tasa de
empleo, la reducción es de 1,3 puntos porcentuales (p.p.), descendiendo de 53,7% a 52,4%.

Dados los límites de cobertura de la encuesta oficial, las magnitudes para el total del país
deben ser estimadas a partir de modelos, para lo cual tomamos como período base el
mencionado tercer trimestre de 2015. De acuerdo a las proyecciones demográficas, y
aplicando las variaciones detectadas en EPH a tasas específicas para las poblaciones no
observadas, una reducción de aquella magnitud en la PEA (de 5 décimas de p.p.) significa
que la cantidad de personas activas se incrementó en alrededor de 300 mil, una magnitud
significativamente inferior al crecimiento esperado ya que, de mantenerse la participación
en la fuerza de trabajo de 2015, el aumento debiera haber sido cercano a las 470.000
personas.

En lo que respecta a la baja en el empleo (de 2,1 p.p.) el resultado es que hay 267.000
personas menos ocupadas en 2017 que las que había dos años atrás; para mantener la tasa
de empleo equivalente a la de 2015, haría falta que 710.000 personas más estuvieran
ocupadas. De las cifras oficiales presentadas en cuanto a personas activas y personas
ocupadas, finalmente se deduce que el número de desempleados sólo se incrementa, entre
2015 y 2017, en alrededor de 565.000, centralmente por el efecto de la reducción de la tasa
de actividad; si ésta se hubiera mantenido en los niveles de 2015, la cifra de nuevos
desocupados ascendería a 710.000.

A pesar de lo controversial de los datos contenidos en los diversos reportes oficiales sobre
la situación del mercado de trabajo, emerge con nitidez que la situación es de notorio
deterioro respecto a la de dos años atrás. No deja de ser llamativo que, en un contexto de
pérdida de puestos de trabajo, la población económicamente activa se contraiga. Ante la
pérdida de las ocupaciones prexistentes, el efecto esperable es el contrario: la PEA tiende a
crecer dado que pasan a buscar trabajo, además de las personas que no conservan su puesto,
algún otro miembro del hogar hasta el restablecimiento de la fuente de ingresos perdida. Es
decir que la persona no ocupada permanece en la PEA y los restantes integrantes del grupo
familiar se incorporan como nuevos oferentes.

El borrador de reforma laboral

La extensión del borrador y la diversidad de temas abordados en los 145 artículos que
contiene, obligan a seleccionar lo que, a nuestro criterio, constituyen los principales temas.
En primer término, el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) propone medidas tendientes a la
regularización de los asalariados no registrados del sector privado, con exclusión del
personal bajo el régimen de casas particulares, que representan alrededor del 25% de los
“trabajadores en negro” según las encuestas oficiales de fuerza de trabajo. El proyecto
dispone la eximición o reducción de multas y deudas (tanto capital como intereses) y la
extinción de las acciones penales para los infractores, si el acogimiento al régimen de
regularización se produce dentro de los 360 días. Si bien inicialmente ello puede suponer
un costo fiscal de importancia, podría verse compensado por el incremento en la
recaudación logrado a partir de la mayor registración.
Desde el punto de vista del trabajador, se establece la posibilidad de reconocimiento, a los
fines de la seguridad social, de hasta 60 meses de antigüedad y calculados sólo por un
monto mensual equivalente a un Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVyM), limitante que
podría afectar los futuros haberes jubilatorios. El proyecto cambia también las penalidades
en los casos de no registración, disminuyendo los costos de las multas (25% del SMVyM) y
dirigiéndolo sólo a la Seguridad Social. En la ley vigente, el infractor debe reparar al
trabajador en proporción a las remuneraciones devengadas. En el título II del borrador, se
establecen bajas en las contribuciones patronales al sistema de seguridad social, al igual que
respecto a los aportes del trabajador.
Los aspectos que seguramente serán más controversiales son los que modifican las
relaciones individuales de trabajo y están contenidos en el tercer título. Las disposiciones
no alcanzan a trabajadores de casas particulares, agrarios y a los “trabajadores autónomos
económicamente dependientes”, novedosa figura del proyecto y similar a la de la nueva
legislación brasilera.
Esta última figura, definida como las “personas que presten servicios especializados,
realizando una actividad económica o profesional a título oneroso, de manera habitual,
personal y directa, para una persona física o jurídica de la que dependan económicamente
hasta el OCHENTA POR CIENTO (80%) de sus ingresos anuales, quienes se regirán por
una regulación estatutaria especial.” Esta figura sin duda facilita el enmascaramiento de
relaciones de dependencia, especialmente si los trabajadores cuentan con otra fuente de
ingresos no laborales. En conjunto con el capítulo III de este título, que permite que el
trabajador independiente cuente con hasta cuatro “trabajadores independientes
colaboradores”, podrían constituir un incentivo a la tercerización de tareas y
responsabilidades.
En la misma línea se sitúa la extinción de la responsabilidad solidaria de la empresa
principal en los casos de subcontratación y delegación. Otros aspectos que cambian el
modo de ejercicio de los derechos laborales, se encuentran en la posibilidad que se otorga al
empleador para la modificación de jornadas y condiciones de trabajo, especialmente en la
creación de los “bancos de horas” que permitirían compensar a lo largo del año las
extensiones de jornadas reduciendo así el pago de horas extras. En idéntico sentido se
modifican las condiciones de los contratos a tiempo parcial.
Otro cambio notable es el que se promueve respecto a las indemnizaciones por despidos sin
causa. Para la determinación del monto de la indemnización se excluirán todos los
conceptos (aguinaldo, horas extraordinarias, premios y bonificaciones, etc.) diferentes del
sueldo, abaratando sensiblemente los costos de las desvinculaciones. Asimismo, mediando
el acuerdo de los sindicatos, podrían establecerse “fondos de cese” para que asuman los
pagos de las indemnizaciones que correspondieren, liberando al empleador de la carga
directa del pago.Como dijimos, el proyecto es muy extenso y razones de espacio nos
obligan a priorizar los aspectos destacados. Hemos eludido todos los capítulos destinados a
los programas de formación continua que, si bien presentan aspectos prometedores,
también alientan programas de pasantías que no requieren de la intervención de las
instituciones educativas, facilitando la sustitución de empleados por “pasantes”.
Los resultados esperables

Resulta difícil vincular las disposiciones del proyecto con los declamados objetivos de
aumento del empleo y su cualificación. Los incentivos a la registración del régimen de
regularización mejoran la calidad del vínculo laboral, pero no se ofrecen estímulos a la
creación de nuevos empleos, salvo que así se considere a las mayores facilidades para la
tercerización y el abaratamiento de los despidos. También se deriva una importante
afectación de los sistemas de Seguridad Social, aunque se prevé serán compensados por el
Tesoro Nacional.
El itinerario de esta reforma recién comienza y no será necesariamente corto ni exento de
dificultades. Faltan escuchar las opiniones de los principales involucrados: las
organizaciones de los empresarios y de los trabajadores, de quienes se espera un especial y
determinante protagonismo. El jefe del bloque de la oposición en el Senado de la Nación,
Miguel Ángel Pichetto, ya adelantó que su fuerza estaría dispuesta a “avanzar en lo que los
sindicatos acompañen”, mientras que la Confederación General del Trabajo, al tiempo que
suspendió las reuniones previstas con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, inició una ronda
de consulta entre los cuerpos orgánicos de las organizaciones que la componen, de la que
surgirán los lineamientos de acción frente a la iniciativa gubernamental.

*MM y Asociados

Lunes, 13 de noviembre de 2017

La reforma impositiva en el
palimpsesto de la economía
Por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Resultaba una práctica común en la antigüedad, tanto en la cultura griega como en la latina,
la reutilización de los papiros y pergaminos por razones de costo y accesibilidad. Las capas
superpuestas de información en un mismo soporte material permitieron la supervivencia de
valiosos textos como el Palimpsesto de Arquímedes, por caso. De la misma manera puede
leerse la coyuntura económica en la que, si bien tienden a realzarse comunicacionalmente
los indicadores de signo positivo, subyacen los trazos gruesos de las dificultades
estructurales.

Uno de los tres ejes que el presidente Macri expuso en el marco de la presentación de los
lineamientos generales de su política post elecciones, es el referido a la cuestión fiscal (los
otros dos están constituidos por las temáticas del empleo, ya tratadas en esta columna, y de
la llamada calidad institucional). Al respecto, el ministro Dujovne, presentó las
modificaciones propuestas al régimen impositivo vigente.

En su análisis, es fácil advertir que la sustancia de la iniciativa oficial profundiza las


inconsistencias de la política económica de este gobierno. Esto es así, ya que no avanza en
la modificación de las condiciones que generan los crecientes déficits:

■ El fiscal (sector público nacional, provincial y municipal),

■ El cuasi fiscal (generado por la deuda del BCRA) y

■ El de la cuenta corriente de la balanza de pagos. En consecuencia, tampoco altera, en el


corto y mediano plazo, el ruinoso entorno en el cual la actividad empresarial desarrolla sus
negocios.

Condiciones “objetivas y subjetivas” al interior de las empresas


Estamos asistiendo a una situación extremadamente singular, tanto en los directorios o
ámbitos decisionales de las unidades productivas, como en las estructuras dirigenciales de
las cámaras y asociaciones que las agrupan, ya que, en tanto condiciones “subjetivas”, se
observa una clara voluntad de acompañamiento a las políticas económicas
gubernamentales, sin embargo, cuando inmediatamente se pasa revista a las condiciones
“objetivas”, nos encontramos con un reclamo generalizado, debido a la muy baja o nula
rentabilidad empresaria. Ambos enfoques podrían sintetizarse en la frase “hoy no ganamos
plata, pero mañana… seguramente sí”.
En consecuencia, la reforma impositiva debería intentar aportar soluciones para corregir
aquellas condiciones “objetivas”, lo que permitiría, de manera intertemporal, llevarlas a la
convergencia con las “subjetivas”. ¿Será así?

La propuesta oficial en materia impositiva

El Gobierno adelantó algunos parámetros que enviará al congreso en las próximas semanas,
disparando el debate. Si bien, dada la incompleta información disponible, es muy difícil
analizar los impactos cuantitativos, sí es posible realizar un abordaje en el plano
conceptual, enmarcado en lo que hasta ahora se conoce. Según los supuestos oficiales, la
reforma tendría en principio un costo fiscal de 1,5% del PBI, aunque dado que la economía
crecerá y bajará la evasión (siempre según esa perspectiva), ese guarismo se reducirá a
apenas un 0,3%. Si ello ocurre, se trataría de una reforma impositiva casi neutra en
términos de recaudación.

Una de las medidas más destacadas propone una reducción del Impuesto a las Ganancias
corporativas, que pasará del 35% actual al 25% en el año 2021, bajo la condición de que no
se distribuyan dividendos. Además, se buscará disminuir la carga de los denominados
“tributos en cascada”, tales como el impuesto a los créditos y débitos bancarios
(comúnmente denominado al cheque, que se podrá tomar a cuenta de ganancias) y a los
ingresos brutos. En este último caso (que constituye una de las principales fuentes de
ingreso jurisdiccional), se promueve su reducción a la mitad.
Cabe mencionar que la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, junto con Mendoza y
Córdoba, ya incluyeron en sus proyectos de presupuesto 2018 importantes reducciones del
impuesto a los Ingresos Brutos y Sellos. Sin embargo, la compensación llegará por el
aumento en otros tributos, como sería el caso de una suba en el inmobiliario urbano y rural.
Se implementará un régimen que devuelve el crédito fiscal de IVA a las empresas que
hayan realizado inversiones y no lo recuperen en un lapso de 6 meses.

Respecto del impuesto a la renta financiera obtenida por personas físicas residentes en el
país (las personas jurídicas ya lo pagan), se someten a imposición a determinadas ganancias
actualmente exentas. La alícuota será del 15% para rendimientos provenientes de
instrumentos en moneda extranjera o indexados, y del 5% para los de renta fija en pesos sin
cláusula de ajuste.
Resulta insólito que, dado el actual diseño de política monetaria, la posible mayor
recaudación de este impuesto por parte del Tesoro Nacional ya lo comenzó a pagar el
BCRA, a través del incremento de las tasas de interés que ofrece para tomar deuda.
Por otra parte, se elimina el Impuesto a las transferencias de inmuebles, aunque ello se
compensa con la extensión de “Ganancias” a la venta de una segunda vivienda. También el
gravamen a autos y motos de gama media y alta.
En relación a los impuestos internos, se incrementan de manera gradual para el whisky, el
coñac y otras bebidas blancas, desde el 20% actual hasta el 29%. En el caso de las gaseosas
en general y otras bebidas sin alcohol con azúcar agregada, se incrementará el impuesto
desde la franja actual (4% al 8%), hasta llevarlo al 17%. En contrapartida, las gaseosas sin
azúcar añadida no pagarán impuestos internos.

Adicionalmente, se reducen a cero los gravámenes para los teléfonos celulares, televisores
y monitores (en este acápite se incluye un etcétera referido a otros productos electrónicos
que por ahora no están definidos), lo cual impactaría de manera negativa sobre la
producción y el empleo en la provincia de Tierra del Fuego, por el obvio reemplazo por
bienes importados.
Esta transferencia de ingresos provocó la reacción tanto de las autoridades de las provincias
que se sienten perjudicadas, como de los representantes de esas actividades.

En otro aspecto, se modifica el impuesto a los combustibles para que las fluctuaciones en el
tipo de cambio y en el precio internacional del petróleo pierdan influencia sobre los precios
locales. Así, el monto ingresado en concepto de este impuesto tendrá dos valores de suma
fija (uno por emisiones de dióxido de carbono y el otro establecido de manera tal que no
altere la carga tributaria actual). Inicialmente afectará a los combustibles líquidos y a partir
del 2020 se aplicará sobre el carbón y el gas natural y licuado de petróleo.

Finalmente, se aumenta la deducción especial en el Impuesto a las Ganancias para


trabajadores autónomos de manera tal de reducir el diferencial que existe con los
empleados en relación de dependencia.

Mucho ruido y pocas nueces

Sabemos que el precio de venta de cualquier bien o servicio ofertado en el mercado tiene
tres grandes componentes: los costos totales, el margen aplicado sobre éstos, y el
impositivo. Y también, que uno de ellos, el margen, como lo señalamos más arriba, en la
actualidad tiende a ser muy exiguo o nulo para la inmensa mayoría de los emprendimientos.
Si se pretende que la reforma impositiva implique una mejora en la competitividad de
nuestros productos, vis a vis los precios internacionales, sus precios de venta tendrían que
tender a la baja.
Con un alto grado de certeza, podemos afirmar que lo que ocurrirá, una vez que entre en
vigencia la nueva propuesta impositiva, es que se modificará la participación proporcional
de cada uno de los componentes al interior del precio de venta, pero no este último. Con lo
cual, claramente, tal redistribución solo permitirá que emerja o se recupere el margen
empresarial.
Desde la perspectiva de la demanda, la posible disminución de los ingresos populares
(producto de una pretendida negociación a la baja de todos los ítems que tipifican el ingreso
por sueldos y salarios), repercutirá en el deterioro del deprimido mercado interno.
Paralelamente, al no haber una disminución de los precios de venta de los bienes y servicios
transables internacionalmente, se ve dificultada la profundización de los mercados ya
existentes y la inserción en los nuevos.
Todo ello coadyuva a mantener y/o incrementar las inconsistencias de la política económica
vigente, agudizando la situación fiscal (a menos que se asuman las consecuencias del
ajuste), sin tender, a su vez, a solucionar el déficit creciente de la balanza comercial.

Finalmente, ante el panorama descripto, resulta claro que no se modificarán las


inconsistencias evidentes de la actual política económica, ni tampoco las condiciones para
generar el incremento de la inversión y las ganancias de productividad; a lo sumo, la
reforma permitirá la recuperación de ciertos márgenes empresariales, situación que
decididamente se obtendría si asistiéramos a un correcto diseño funcional de la economía
argentina. Entonces, cabe preguntarse:

¿Vale la pena someter a la sociedad a la tensión del debate político, académico, técnico, y
de intereses que se ha desatado en torno de la actual propuesta de reforma impositiva?

* MM y Asociados

Lunes, 20 de noviembre de 2017

Recauda como liberal, gasta como


keynesiano: la política del “despué s
vemos”
Por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*
La semana pasada se apareció en la oficina la tía que es “gorila”, pero que también gusta de
charlar de los temas económicos porque “de eso, Guillermito sabe”. Con modo simpático y
a la vez imperativo, reclamaba respuestas.

“A ver si me explican qué está pasando; escuché a los economistas que a mí me gustan y
resulta que hay uno que habla de corralito, otro que recomienda comprar botes, el otro que
dice que el Banco Central está quebrado; me están asustando”.

Nos pareció entonces que, sin dramatizar, debíamos pintarle el cuadro más aproximado
posible. Y emulando a un economista, bien formado, que escribía sus artículos de
divulgación conversando con su tía transcribimos, tan fielmente como pudimos, nuestra
charla con la pariente contrera.
Le contamos que, cuando asumió el gobierno, pensábamos que iba a adecuar su
comportamiento a la antigua consigna: “de que siempre hay que hacer lo que hay que
hacer”.

Pero su modus operandi es otro

Hacia mayo de 2016, nuestra opinión era: “luego de seis meses de gestión macrista, se
empiezan a agotar los plazos para definir el sesgo que tomará finalmente el gobierno.
Durante estos meses hemos observado una política económica poco coordinada, e incluso
acciones contrapuestas, entre un ala predominantemente desarrollista y la antagónica más
liberal.

Mientras que la última, con el Presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, como
expresión más visible de este enfoque, sostiene y promueve a través de voceros calificados
medidas más drásticas que permitan disminuir aceleradamente el déficit fiscal (aun cuando
implique tener que lidiar con las posibles consecuencias sociales que acarrearían), el sector
más desarrollista, expresado principalmente por el Ministro de Hacienda y Finanzas
Alfonso Prat Gay, postula que se pueden hacer gradualmente los ajustes necesarios e ir
financiándolos con emisión de deuda, desarrollando a su vez un proceso de atracción de
inversiones.”
Creíamos entonces que el gobierno iba a buscar algún tipo de solución a los problemas
(¡que es su obligación!), sin sospechar que se trataba del verdadero modus operandi de la
alianza Cambiemos: no importa si algo no se resuelve o incluso se agrava; lo importante es
salir del paso hoy.

Aumentemos la ganancia de un sector, aunque resignemos recaudación… después vemos


Al inicio del gobierno se duplicó el precio de la canasta alimenticia, producto de la
devaluación del 60% de la moneda y la eliminación o disminución de retenciones a ciertas
exportaciones. La licuación del poder adquisitivo de los ingresos populares (y su impacto a
la baja en el mercado, vía la demanda), que desplomó la economía, pretendió ser
reemplazada por el gasto público. Por un lado, recaudaban menos y por el otro gastaban
más. La conclusión es obvia: iniciaron un sendero de duplicación del déficit fiscal.

Pero no se amilanaron. Porque consideraron que podían recurrir al crédito externo para su
financiamiento.
Los dólares comenzaron a entrar y a gastarse, para lo cual había que transformarlos en
pesos, pero estos aumentaban la emisión monetaria y con ello la inflación y encontraron
otra solución mágica: quitar esos pesos del mercado (esterilización) utilizando las Lebac.
Para lo cual tuvieron que pagar una enorme tasa de interés y entonces emergió el déficit
cuasifiscal, que sumado al del Tesoro Nacional y las jurisdicciones subnacionales, nos
acercan al 11% del PIB de este año, esto es alrededor de U$S60.000 millones, similar (en
porcentaje) al que alcanzó el gobierno de Alfonsín previo a su colapso. Y entonces ahora
¿cómo estamos?, preguntó En este punto de la conversación, tratando de minimizar la
angustia de la tía, tuvimos que reconocerle que ahí no terminaban los problemas. Porque los
dólares ingresados por las diferentes vías (deuda externa, carry trade, etc.) más la
persistencia del proceso inflacionario, habían licuado la teórica ganancia de competitividad
externa generada por la devaluación, con lo cual nos encontrábamos al día de hoy con que,
a los productores argentinos, salvo contadas excepciones, se les dificultaba vender sus
mercancías en el mercado externo y competir con las que, más baratas, llegan desde el
exterior.

Si esto le sumamos que tampoco hay mercado interno por lo citado más arriba, nos
encontramos en un punto que, por falta de ventas, prácticamente no hay empresas que
ganen plata.

¡Pero para eso van a hacer estas reformas nuevas!, sostuvo la tía
Y sí. Pero parece que no es todo tan fácil, contestamos. Pensaban que con la reforma
laboral podían transferir ingresos desde los asalariados hacia las empresas, pero eso no
resuelve los problemas de debilidad de la demanda, ni tampoco, salvo contadísimas
excepciones, mejora la competitividad de las compañías. Encima, si se achican los ingresos
de los asalariados, se cae más el mercado interno. Como era esperable, el proyecto generó
la reacción de todos los dirigentes sindicales así que hay que ver la propuesta definitiva y
cómo se da el trámite legislativo, pero aparentemente y, por suerte, mucho no van a
conseguir por ese lado.

En cuanto a la “reforma tributaria”, hay que tener en cuenta que el sector privado, enfrenta
a un mismo tiempo la disminución del consumo doméstico, la retracción de exportaciones y
la competencia de la producción foránea y que la supervivencia de la actividad de las
unidades económicas, en no pocos casos, ha sido a costa de la resignación de márgenes de
comercialización.

Así llegamos al momento de la “reforma fiscal” que, en un principio, iba a ser de resultado
neutro para el Tesoro.
Le contamos lo que habíamos señalado la semana pasada en esta columna: tal reforma no
permitiría mejorar la competitividad de la producción local vía disminución de precios sino
que, a lo sumo, podría auxiliar a las empresas a recomponer los márgenes perdidos. Claro
que esto sólo aplica a quienes se les bajaba la carga tributaria, ya que, para que el resultado
de las modificaciones sea neutro, otros debían sufrir aumentos de impuestos.
Sin embargo, la reforma significará profundizar el desequilibrio fiscal ya que, frente a
empresas y mandatarios provinciales perjudicados por incrementos que hicieron oír sus
justos reclamos, el gobierno comprometió su retracción.
¿Entonces quién pone la plata que falta?, inquirió nuevamente
Así fue que llegó el momento de las evasivas. ¿Para qué amargarla? Ninguno tuvo el coraje
de explicarle que, todo indica, serán las jubilaciones y pensiones los próximos “patos de la
boda” con los que el gobierno va a tratar de emparchar semejante descalabro. Y también
con las transferencias al Tesoro de las ganancias contables no reales, del Fondo de
Garantías de Sustentabilidad y de las utilidades del Banco Nación.
Antes de despedirnos la tía agradeció y, equilibrando la balanza de las mentiritas piadosas,
nos dijo: “me voy más tranquila”, sin que mutuamente nos creyéramos.

La procrastinación como esencia

El gobierno parece estar enfocado sólo en la postergación de las manifestaciones de los


problemas que no soluciona. Esta actitud, rayana en la insensatez, es la que impregna al
conjunto de la administración; para mejorar algo el consumo, la ANSES y los bancos
públicos entregan créditos indexados que las familias no podrán devolver ni las entidades
cobrar, o se resiente el patrimonio del Banco Provincia con las promociones de 40% y 50%
de descuento. Finalmente, alguien se ocupará de sanear las cuentas de las instituciones,
pero en el futuro.

Ni siquiera la acelerada dolarización de carteras pareciera preocuparlos, como si


desconocieran la tradición bimonetaria de nuestra economía.
Cuando tomamos nota de que el circulante en poder del público ronda los 600 mil millones
de pesos, y que las Lebac superan los 1,15 billones de pesos, potencialmente monetizables,
contra U$S30.000 millones en reservas de libre disponibilidad, la división algebraica de
una sobre otra, que daría un tipo teórico de cambio, conmociona.

La apuesta gubernamental consiste, evidentemente, en posponer las expresiones de tan


compleja situación, hasta el momento de endosarle a terceros los costos de su resolución.
Entonces nos resta observar el curso de los acontecimientos con la conciencia de que el
actual gobierno no buscará soluciones de fondo, aun cuando ello implique agravar los
problemas. Y también con la certeza de que el timing de la economía no necesariamente se
subordina a los deseos de los gobernantes.
En ese marco, reflexionar en rededor de una posible crisis resultó inevitable. El ala joven de
la mesa repitió la frase de moda de los gurúes: “si sucede conviene” o, como dicen en
Oriente, “toda crisis es una oportunidad”.
Claro que los más adultos, no pudimos ignorar la definición que se usa en este hemisferio:
hay crisis cuando todas las posibles salidas… son malas.

*MM y Asociados
Lunes, 27 de noviembre de 2017

Lo que ocupa a Trump a Macri ni lo


preocupa

Lic. Guillermo Moreno*


Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*
Especial para BAE Negocios

El actual oficialismo, incluso desde su propio nombre, "cambiemos", nos ofrece la


posibilidad de que un mundo virtuoso irrumpa en estas costas, a partir de sus decisiones de
gobierno. "El mundo nos abre los brazos" o "el mundo está esperanzado en Argentina",
entre otras frases, bastan para sintetizar su cosmovisión. "Esta generación que vino a
cambiar definitivamente la Argentina", como disfruta decir el presidente Macri, funge
como interfase entre ese ideal de futuro venturoso y éste presente que necesita ser superado.

Ahora bien, ¿esto será realmente así? ¿O quienes venden "futuro" en realidad encarnan un
pasado que languidece?

Se impone la visión de Trump

Durante el ya lejano mes de abril de este año, el presidente norteamericano Donald Trump
recibió a su par chino, Xi Jinping. Lo hizo en la residencia que posee en la costa de Florida,
cerca de Palm Beach. Un lugar distendido pero lejano del protocolo y, sobre todo, de la
importancia política de la capital norteamericana, Washington D.C. El encuentro fue, como
los primeros rounds en el boxeo, de conocimiento más que de resultados. Por eso Trump,
cuál si fuera Mohammad Alí, seguro de que con el correr de los asaltos ganaría la pelea,
bromeó con inusitada humildad ante la prensa "no he conseguido nada, absolutamente
nada".
Ambos presidentes se comprometieron a volver a verse las caras durante el año, esta vez en
la República Popular China (RPC).
Y en efecto, a principios de noviembre Xi recibió a Trump en Beijín, con toda la pompa de
una visita de estado. El norteamericano hizo del déficit comercial de su país con China uno
de los ejes de la campaña electoral del año pasado (cuando ese guarismo alcanzó los
309.000 millones de dólares), y en su viaje, junto a un nutrido grupo de empresarios, logró
concretar una serie de acuerdos comerciales que servirán para ir resolviendo ese
desbalance. Según la Casa Blanca, dichos convenios ascienden a u$s250.000 millones,
impactando razonablemente en la resolución de ese rojo comercial, que en los primeros
diez meses de este año alcanzan aproximadamente los u$s300.000 millones.
Los memorandos firmados se refieren a los sectores aeronáutico, biotecnológico, de
maquinaria y equipos, electrónico, y principalmente al de la energía. En este último campo,
en un periodo de 20 años, la Corporación de Inversión en Energía de China destinará a
nuevos proyectos 83.700 millones de dólares. En la misma dirección, la empresa oriental
Sinopec invertirá, en yacimientos de combustibles fósiles ubicados en Alaska, la suma de
43.000 millones de dólares, comprometiéndose a la compra de lo producido.

Al respecto es importante resaltar, principalmente en lo referente al mercado del gas que,


como mínimo, al precio que se observa en el mercado doméstico norteamericano debe
adicionársele el costo de la logística de transporte, con lo cual queda palmariamente
demostrada la competitividad, en términos de precio del insumo energético, de la industria
manufacturera de los EE.UU. vis a vis la de la RPC.
De esta forma, la revolución energética norteamericana se empieza a expresar, sobre el
resto del mundo, con toda su potencia.
Así, la RPC, después de varios meses de disputa durante los cuales el conflicto con EE.UU.
se planteó en términos geopolíticos (reclamo de soberanía sobre el mar meridional de China
y apoyo relativo a Corea del Norte) parece haber aceptado, en su relación con la primera
potencia, las nuevas reglas de juego.

Estos acontecimientos confirman lo que habíamos señalado en esta misma columna meses
atrás. La globalización, tal cual había sido diseñada, ha llegado a su fin, y en su lugar el
mundo facilita la puesta en valor de los vectores nacionales en los nuevos modelos de
desarrollo.

El nuevo orden internacional

Las dos primeras medidas de Trump, una vez llegado a la Casa Blanca, fueron en esa
dirección. Retiró a los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación
Económica, y decretó la renegociación del NAFTA con Canadá y México, en este último
caso poniendo como condición inexcusable la mejora de los salarios y las condiciones de
trabajo en el país azteca, para de esa forma evitar que las empresas estadounidenses se
trasladen allí.

Asimismo, en su primer discurso en la asamblea general de las Naciones Unidas, en


setiembre pasado, Trump sostuvo que su imperativo doctrinal, sintetizado en el lema
"Norteamérica primero", no implicaba que EE.UU. quisiera estar solo. "Para mí estará
siempre en primer lugar, como para cualquier dirigente responsable. Pero no queremos
imponer nuestra forma de vida; no buscamos la expansión territorial, no pretendemos que
todos los países compartan las mismas culturas, tradiciones o incluso sistemas de gobierno.
Queremos naciones soberanas que trabajen juntas respetando los intereses de su propio
pueblo y los derechos de cualquier otra nación soberana".
Sobre el final se preguntó: "¿Seguimos siendo patriotas? ¿Amamos a nuestras naciones lo
suficiente para proteger su soberanía y tomar posesión de su futuro?".

Este nuevo modelo de funcionamiento, que puso fin tanto al orden surgido del Consenso de
Washington a fines de los años ´80, como al rol de los organismos internacionales
originados en los acuerdos de Bretton Woods, al final de la segunda guerra mundial
(especialmente el que cumple la Organización Mundial del Comercio - OMC), obliga a
nuestros países a repensar su inserción internacional.

Las circunstancias históricas generan la paradoja de que, mientras Estados Unidos (entre
otros países), aplica políticas de administración del comercio internacional, privilegiando la
generación de empleo en su territorio, al tiempo que propicia mejoras de salarios en uno de
sus socios comerciales; la RPC en una extraña conjunción con sectores retrógrados,
neoclásicos, y socialdemócratas, tanto europeos como latinoamericanos, persisten como los
cultores del libre comercio.

La comprensión de este nuevo fenómeno requiere que, especialmente los dirigentes


gremiales y empresariales, junto con los políticos y los especialistas en la temática,
agudicen y amplíen los esquemas analíticos, despojándose de dogmatismos obsoletos.

"Nostalgias" y "Desencuentro", los tangos preferidos de Cambiemos

Mientras el mundo camina claramente en un sentido determinado, nuestro país lo hace en la


dirección contraria. Tanto el presidente de la Nación, como sus referentes económicos,
siguen sosteniendo con "Nostalgias", que Argentina debe intentar vivir en un mundo que ya
no existe.

Siempre en el momento y lugar equivocados, resulta evidente que el gobierno nacional


ignora las verdaderas oportunidades que en materia económica ofrece hoy el nuevo
rediseño global. Por ello, como también lo señalamos oportunamente en esta columna,
Macri decidió no concurrir a la mencionada Asamblea General de las Naciones Unidas, tal
vez pensando que las ideas del presidente de la máxima potencia mundial son irrelevantes.
Nos preguntábamos si estaría guiando el barco, nuestro país, hacia un puerto inexistente.
Lamentablemente, parecería ser que sí.
En este sentido, la Argentina alcanzó en el período enero-octubre un saldo comercial
negativo de u$s6.115 millones, con serias perspectivas de superar los u$s7.000 millones
cuando finalice el año (cabe consignar que la proyección oficial para este año fue de
u$s4.500 millones, por lo que resultaría errónea en más de un 50%). Este sendero se ve
confirmando, siempre por las propias proyecciones oficiales presentadas en el presupuesto
2018, donde los déficits comerciales alcanzarían los 5.600; 6.000; 6.900 y 7.600 millones
de dólares, para los años 2018; 19; 20 y 21, respectivamente.
Respecto de sus dos principales socios comerciales, Brasil y China, Argentina registró en
10 meses de este año, saldos comerciales negativos de u$s7.042 millones y u$s6.011
millones, los que resultaron 86% y 33% superiores a los de igual período del año anterior,
respectivamente.
Mientras la primera economía del mundo, al igual que la mayoría de los países relevantes,
se ocupan de sus saldos comerciales bi o multilaterales, a nuestro gobierno parece no
preocuparle la temática.
Por el contrario, propicia la firma de tratados, como el de libre comercio entre la Unión
Europea y el Mercosur, cuyo único interés parece ser el de beneficiar las exportaciones de
origen primario, u organiza el "Undécimo período de sesiones de la conferencia
ministerial" de la OMC, la reunión anual de ese muy cuestionado organismo en decadencia.
Muchas veces el arte interpreta la realidad de una manera sublime y sencilla. El tango
"Desencuentro" reza en su comienzo "Estas desorientado y no sabés qué trole hay que
tomar para seguir. Y en ese desencuentro con la fe, querés cruzar el mar y no podés".
La globalización y el "pensamiento único" del Consenso de Washington han fenecido, y en
el mundo se adoptan políticas de protección de las economías locales. El desencuentro
evidente ocurre entre las medidas que aplica el gobierno del presidente Mauricio Macri y
los nuevos paradigmas de la actual etapa histórica mundial. Lo que equivale a desperdiciar
la oportunidad de administrar, de acuerdo a los intereses nacionales, la velocidad de
inserción internacional de los adecuados modelos de desarrollo local.
Le recomendamos, humildemente, al oficialismo que aproveche el haber obtenido la
primera minoría en las últimas elecciones para adaptar sus visiones a la nueva realidad
mundial. De otro modo, este experimento, como dice él tango, se convertirá en un "total
fracaso de vivir", donde, seguramente, "ni el tiro del final te va a salir".

*MM y Asociados.

Lunes, 4 de diciembre de 2017

¿Crecimiento econó mico o diario de


Yrigoyen?
Por Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

Cada vez que se acerca fin de año, en general, las personas realizamos un balance de lo
actuado. Nos preguntamos si cumplimos las metas que nos propusimos, si estamos, en
términos relativos, mejor o peor que los años anteriores; y naturalmente, también nos
planteamos, con mayor o menor rigurosidad analítica, los objetivos para el año que pronto
comenzará. Esto va a cuenta, simplemente, de que también en estas semanas las consultoras
económicas solemos finalizar la evaluación del año, y formular las proyecciones futuras.

En este artículo intentaremos comparar el resultado de algunos de los indicadores


oportunamente proyectados, a la luz de los resultados de las estadísticas oficiales, en tanto
dejaremos para próximas entregas nuestras previsiones para el año 2018.

Una extraña discordancia

Tomando como referencia nuestra prognosis, realizada hacia fines de 2016, y cotejándolas
con las cifras oficiales, encontramos que, en casi todas las variables el pronóstico sobre
2017 fue de alta precisión (inflación entre 22 y 25%, resultado fiscal deficitario en
u$s55.000 millones de dólares, cuenta corriente de la balanza de pagos, también con déficit,
cercano a u$s30.000 millones, rojo comercial mayor a u$s5.500 millones, entre otras). Sin
embargo, y de manera sorprendente, las mediciones gubernamentales no se condicen con
nuestros pareceres respecto del crecimiento de la economía.

Esta inconsistencia nos generó una situación de incomodidad, resultándonos por demás
llamativo que, hubiera tanta coincidencia en las componentes parciales, pero no fuera así en
el total que las agrega.
En consecuencia, la única alternativa era hacer el ejercicio minucioso de análisis sobre este
último, que aquí presentamos, pidiendo desde ya disculpas a los lectores, dado que
constituye un trabajo un tanto engorroso de explicar en un artículo periodístico, pero,
aseguramos, vale la pena hacer el intento.

Estadísticas verdaderas, conceptos erróneos

Al sumar, en un período determinado, los valores agregados para cada uno de los 16
sectores en los que las cuentas nacionales clasifican la actividad económica (por ejemplo:
"Agricultura, ganadería, caza y silvicultura"; "Pesca"; "Explotación de minas y canteras";
"Industria Manufacturera"; "Electricidad, gas y agua"; "Comercio mayorista, minorista y
reparaciones"; "Transporte y comunicaciones"; "Intermediación financiera", entre otros), se
obtiene el Valor Agregado Bruto (VAB) de la economía.

Si al VAB se le adicionan los impuestos a los productos (restados los subsidios), el IVA, y
los impuestos a la importación, todo ello conforma, finalmente, el Producto Interno Bruto
(PIB) del país.

Dado que el cálculo del PIB se realiza de manera trimestral, y por su complejidad se
publica con 90 días de rezago (es decir, por ejemplo, que recién en marzo de 2018 se estará
informando por parte del gobierno el resultado del año 2017), es posible apelar a otro
indicador oficial, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que permite
anticipar, mensualmente, el comportamiento de la economía.

Recientemente publicado, el resultado correspondiente al mes setiembre, arroja un


crecimiento de 3,8%, respecto de igual mes del año anterior. Pero al indagar, al interior de
él, cuál es el sector de actividad que más impactó en esa alza, viene la sorpresa. No fue la
industria, ni el comercio, ni la minería, ni siquiera el sector financiero. Un tercio de ese
crecimiento (1,29 puntos porcentuales) se debió al aporte del "sector Impuestos netos de
subsidios".Es decir, si en lugar de considerar el PIB, se analiza el VAB, la producción
propiamente dicha creció en setiembre 2,5%.

Haciendo el mismo ejercicio para el acumulado de 9 meses, el PIB creció 2,5%, mientras el
VAB lo hizo 2,2%. Es decir que, en ese período, las políticas implementadas por el
gobierno sobre los impuestos y los subsidios explican 0,3 puntos porcentuales del
crecimiento publicado. Es de esperar, ante la baja de subsidios prevista en la última parte
del año (y el consecuente aumento de tarifas), que el impacto de esas decisiones alcance
más de 0,5 puntos porcentuales del PIB en todo el 2017.
Como ejemplo extremo, podría darse la paradoja de que, por modificar al alza las alícuotas
impositivas, o por el impacto recaudatorio que se observa en cualquier economía que
aumenta su nivel de importaciones, o bien en caso de que disminuyan los subsidios al
sector privado, el PIB arrojaría una variación positiva, aunque no se haya incrementado, o
incluso habiendo disminuido, la producción de bienes y servicios.

Esto, que no reflejaría lo que está aconteciendo en el aparato productivo, ocurre dado que el
PIB se valoriza a precios de productor (incluyendo impuestos netos de subsidios), en tanto
el valor agregado bruto, se calcula a precios básicos.

Un párrafo aparte merece la consideración sobre el comportamiento del sector


"Intermediación financiera". En el mes de setiembre aporta 0,3 puntos porcentuales al
crecimiento del PIB, en tanto en los 9 meses del año creció 4,5%. Según la metodología de
cálculo, su VAB incluye los intereses cobrados menos los pagados. Esto es, cuanto más alta
sea las tasas de interés que pague el BCRA en lebac, pases, etc., al sistema financiero
ampliado, mayor será el VAB del sector.

De esta forma, comenzamos a encontrar las diferencias entre las cifras oficiales, que
naturalmente se publican de la manera que marcan las metodologías estadísticas vigentes, y
lo que verdaderamente ocurre con las unidades de negocios, que es hacia donde se orientan
nuestras estimaciones.

Hasta aquí, las consideraciones se refieren a la forma de interpretar el desempeño


económico, de manera correcta y útil, tanto cuantitativa como conceptualmente, con las
herramientas que el análisis de la disciplina provee.

Conceptos verdaderos, estadísticas erróneas

Pero al buen criterio interpretativo, que como explicitamos marca un crecimiento de los
bienes y servicios producidos menor al oficialmente publicado, debe sumársele el efecto, ya
comentado en artículos anteriores, de incorrectas estimaciones en diversos sectores de
actividad.

Se exagera el crecimiento del sector "Agricultura, ganadería, caza y silvicultura", que en los
primeros nueve meses del año creció 4,4%, según información oficial, ya que para evaluar
su actividad se utiliza información provista por el Ministerio de Agroindustria, que
sobreestima la producción agrícola de la campaña 16/17, en aproximadamente 11 millones
de toneladas. Esto significa que el sub sector agricultura, que tiene un peso en el PIB de
más del 8%, no creció 11% como se informó oficialmente, sino aproximadamente un 2%.

Ello repercute a su vez, de manera relevante, en los sectores de transporte y de comercio,


cuyo aumento o disminución se asocia linealmente a los volúmenes de producción agrícola.

También resulta dudoso el "notable crecimiento" verificado en el sector "pesca", que no es


coherente con los datos de exportaciones y consumo interno, hasta tal punto que un informe
recientemente publicado por Auditoría General de la Nación pone en cuestión las cifras de
las que se nutre la estimación estadística oficial.
Por otra parte, el seguimiento de la actividad del sector minero, a través de la cantidad de
ocupados y no de la producción física, debe necesariamente formar parte del análisis.

Adicionalmente, en el sub sector comunicaciones, específicamente en lo referido a la


telefonía, las líneas de celulares se adicionan mes a mes, permaneciendo en los registros,
con independencia de si están activas o no. Así se contabilizan 62 millones de líneas, un
promedio de casi 1,5 teléfonos celulares por persona, tomando la totalidad de la población,
guarismo extravagante. Tal procedimiento se repite en relación a la telefonía fija.

La única verdad es la realidad

Las cifras oficiales publicadas, correspondientes al período enero-setiembre de 2017,


arrojan un crecimiento de la economía del 2,5%.

Aún falta contabilizar el último trimestre del año, en el cual, según las perspectivas, los
márgenes sobre producción y/o ventas no muestran un buen desempeño, con una posible
agudización de este fenómeno en el último mes del año.

Haciendo una más exhaustiva interpretación de los datos, junto con un correcto recálculo,
debe restarse, de aquel guarismo, 0,5% por el tema impositivo y de subsidios, 0,33% por el
impacto de las excesivas tasas de interés pagadas por el BCRA, y un 1% adicional por los
"errores" de estimación de los sectores agrícola, comercial, de transporte, pesquero, de
comunicaciones y minero.

Así, una vez finalizado el año, cuando llegue el próximo mes de marzo y el gobierno
publique las cifras correspondientes al 2017, podríamos encontrarnos con un crecimiento de
apenas 0,7%, respecto del pésimo desempeño en 2016, si se ajustaran los datos oficiales a
los correctos criterios del quehacer económico.

El diario de Yrigoyen

Cuenta la leyenda popular que a Hipólito Yrigoyen sus asesores le acercaban un diario
elaborado especialmente con buenas noticias. Hoy en día esto sería muy dificultoso por la
masividad de medios de comunicación a los que se tiene acceso. Pero quizás haya un
sistema de recolección y publicación de información que, sin poner en tela de juicio el
trabajo estadístico volcado en su elaboración, genere aquellas mismas consecuencias
políticas.

El resultado final que este tipo de revisiones arroja, pretende echar luz sobre la evolución
real de la economía de la República Argentina, y el impacto y consecuencias que las
políticas de agudización del déficit fiscal y endeudamiento (interno y externo), entre otras,
implementadas por el gobierno del presidente Macri, tienen sobre sus habitantes, no
siempre visualizado debidamente por quiénes desempeñamos la disciplina económica.

Así, dado que en el año 2016 la economía había caído 2,2%, y en el 2017, por las
explicaciones mencionadas, crecerá sólo 0,7%, la economía acumulará un deterioro de
1,5% en los últimos dos años. Con un crecimiento poblacional de aproximadamente 1,1%
por año, el presente año terminará con un PIB per cápita (PIB sobre cantidad de habitantes),
a valores constantes, 3,6% menor al de hace dos años.

Ello, como todo promedio, sin tomar en cuenta la regresiva distribución del ingreso a la que
lleva el actual experimento económico, producto del mayor impacto de los aumentos de
precios en los sectores de menores ingresos.

Humildemente le volvemos a recomendar al oficialismo que aproveche el haber obtenido la


primera minoría en las elecciones generales, para modificar de raíz el actual diseño de la
política económica. Es cierto que es muy difícil que pueda estar aconteciendo "lo del diario
de Yrigoyen", pero parece que al "mejor equipo de los últimos 50 años" le resulta muy útil
confundir "gordura con hinchazón".

*MM y Asociados

Viernes, 8 de diciembre de 2017

Algunos elementos conceptuales de un


Plan Econó mico de Contingencia (PEC)

Lic. Guillermo Moreno


Lic. Pablo Challú
Lic. Sergio Carbonetto

Comienza a existir consenso en nuestra comunidad profesional en que, producto de las


inconsistencias de la actual política económica, se está llegando a una situación
insostenible. Esto nos da la razón a quienes, desde el primer trimestre de 2016, alertábamos
que ese diseño nos llevaría a instancias críticas.

A dos años de la asunción del gobierno nacional, la economía no presenta ninguna señal
alentadora: las inversiones productivas privadas no aparecen, la inflación no cede, el déficit
fiscal total -bien calculado- ronda los 11 puntos del PIB, el volumen de las LEBAC se ha
convertido en un problema autónomo, los déficits de la balanza comercial y de la cuenta
corriente de la balanza de pagos están entre los más altos de la historia, mientras que las
tasas de interés se mantienen en niveles realmente elevados y el peso sufre una
impresionante apreciación, que afecta tanto a la industria manufacturera como a las
economías regionales.
En ese marco, la distribución del ingreso ha empeorado y la pobreza y la indigencia han
crecido, al tiempo que el empleo se deteriora. Lo más grave es que las tendencias indican
que esta situación transita un sendero de agudización.

El punto es que, cuando se sale del diagnóstico para abordar los cursos de acción, los
consensos alcanzados se esfuman. Si la situación fiscal se intenta resolver mediante un
fuerte ajuste del gasto público, la recesión que provocaría no haría más que agravar la
propia situación fiscal por la baja de recaudación, la monetaria por la caída de demanda de
dinero, y obviamente la social por la pérdida de los ingresos de las familias.

Una variante, entre quienes sostienen este diagnóstico, afirma que el oficialismo tiene
muchos objetivos mientras que sólo dispone de unos pocos instrumentos, con lo cual, no
hay posibilidades de alcanzar ninguna de las metas que se propone.

Y si ésta fuera sólo una, la inflación, su combate terminaría con un resultado similar:
recesión.

Parecería entonces que el país se encuentra en un atolladero, no solo por la delicada


situación macroeconómica, sino también por el riesgo que conllevan algunas de las
soluciones propuestas. Sin embargo, se abre otra perspectiva si, al mismo tiempo que se
observan las inconsistencias macroeconómicas, se analizan las causas que las han
originado.

Entre ellas, podemos destacar:

– creer que bastaría con políticas market friendly para generar una "avalancha" de
inversiones productivas;

– pensar que ese hipotético aumento de la inversión compensaría la baja del consumo
privado, generada por la afectación de los ingresos populares que las mismas políticas
provocaron, de tal modo que no se produciría una disminución en la demanda global que
agudizara las tendencias recesivas en la economía;

– la idea de que una apertura indiscriminada, llevaría a la eficiencia económica;

– sostener que la inflación es siempre y en todo momento solo un fenómeno monetario y;

– considerar que, en una economía altamente concentrada, la formación de precios se daría


de manera similar a la que ocurre en una de tipo competitiva.

Al removerse estos errores conceptuales, surgen con evidencia los instrumentos necesarios
para solucionar las inconsistencias, y alcanzar los diferentes objetivos que permitan salir
del atolladero en el que se encuentra la economía, encarando simultáneamente los distintos
problemas.

Así, algunos de los elementos conceptuales de un PEC son:


– una política de ingresos que permita restituir el poder de compra a los sectores populares,
a partir de la concertación de precios y salarios, logrando así una efectiva concurrencia de
las expectativas, reconstruyendo el consumo y el mercado interno;

– la política de comercio exterior debe proveer una adecuada consideración de las


necesidades competitivas de las actividades económicas internas, y establecer una
administración del comercio exterior, acorde a los nuevos paradigmas mundiales, que
garantice "primero lo argentino";

– la política monetaria debe estabilizar los precios, sostener un tipo de cambio competitivo,
generar los incentivos para modificar el perfil de vencimiento de las LEBAC;

– y coadyuvar al crecimiento del PIB; y la política fiscal mejorará el perfil de su déficit al


recomponerse la recaudación por el mayor nivel de actividad económica y la recuperación
de la base imponible del sector agropecuario de más alta productividad.

Todo ello propiciará, de manera sustentable, las condiciones para el desarrollo de las
actividades productivas y de la generación de empleo en los distintos sectores de actividad
económica. Al tiempo, se comenzará el camino hacia la recuperación de los superávits
gemelos, que garanticen el crecimiento de la economía y la mejora en la distribución del
ingreso.

Lunes, 11 de diciembre de 2017

Un consenso inquietante sobre el


actual diseñ o econó mico
Por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Pocos meses atrás, cualquier ejercicio de interpretación de la realidad económica exponía al


público a un esfuerzo hercúleo. La diversidad de diagnósticos, valoraciones y pronósticos
reinante entre los economistas era de tal envergadura, que parecía imposible encontrar
denominadores comunes que permitieran a cualquier lego asumir una posición como propia
sin ejercer, al mismo tiempo, un acto de fe. Tal vez sin adquirir un formato explícito de
debate entre colegas, la confrontación de los puntos de vista a través de los medios de
comunicación, sumada a la fuerza brutal de los hechos, comienzan a parir extendidas
coincidencias en la disciplina.
Sin embargo, al alivio que supone la disipación de la virtual Torre de Babel en la que
parecíamos inmersos, le sucede lo inquietante de los contenidos del consenso encontrado:
inconsistencia macroeconómica de base con perspectivas de irrupción de una profunda
crisis sistémica.

La convergencia fue posible

En las diagnosis y proyecciones económicas lo que se pone en juego es la comprensión de


la realidad. Se trata, ni más ni menos, de un intento de construir, desde conjuntos
fragmentarios de informaciones dispersas, sistemas coherentes y articulados de conceptos,
capaces de interpretar y dar adecuada cuenta de las situaciones pasadas y presentes, así
como de prever los itinerarios posibles del devenir.
Como todo proceso de producción de conocimientos, mucho más cuando se trata de una
ciencia social, requiere para su éxito, además de la buena fe, cumplimentar las exigencias
de adecuadas rupturas epistemológicas, misión imposible de llevar adelante sin la
confrontación de los propios paradigmas con las evidencias que les son hostiles. Con mayor
sencillez, el papá de uno de nosotros suele explicar que, si en una mesa para cuatro, cada
uno tiene una idea y la comparte, al levantarse cada cual habrá cuadruplicado su sabiduría.
Hasta no hace mucho, los debates económicos se asemejaban a diálogos entre sordos. En
esta misma columna subrayábamos en el mes de julio que "la prognosis del futuro
económico inmediato de nuestro país está lejana a la expresión de un consenso; por el
contrario, es un terreno de arduo debate que no pocos califican, equivocadamente, como
una batalla entre el optimismo y el pesimismo."

Las discusiones, explícitas o implícitas, que la disciplina dio a través de medios tanto
gráficos como audiovisuales, parece haber alcanzado niveles de maduración suficientes
como para establecer nuevas bases de certezas compartidas. Pese a que la capacidad de
difusión es dispar (y hasta desproporcionada), y que se asumieron formas, si se quiere,
plebeyas de debate que trascendieron los acartonados círculos "aristocráticos" para darse de
cara a la sociedad, los "contendientes" empezamos a encontrar, cada vez más, inesperadas
coincidencias.

En esta misma columna, y en más de una oportunidad, hemos caracterizado el contexto


como de profunda inconsistencia macroeconómica, y alertado tanto sobre las insalvables
limitaciones que ello impone al crecimiento y a la inversión, como sobre los riesgos de
alcanzar los puntos de ruptura del sistema. Al mismo tiempo, las inquietudes de nuestros
colegas se enfocaban mayoritariamente, en esclarecer la cuantía que iba a alcanzar el
crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) este año y los subsiguientes, dando por
descontados los "éxitos" que la actual administración obtendría en el terreno económico;
por esta razón, lo que nosotros caracterizábamos como obstáculos estructurales de tortuosa
superación, ellos apenas lo percibían como ligeras desviaciones susceptibles de fácil
corrección.

La situación actual luce diametralmente diferente, encontrándonos con que, aún en las
indisimulables discrepancias ideológicas y políticas, afloran comunes inquietudes,
conceptos y hasta usos de la terminología.
El caleidoscopio de los economistas

Seguramente todos habremos disfrutado, al menos una vez, de jugar con un caleidoscopio,
ese artefacto donde una imagen se replica en tres o más espejos. Algo similar ocurre con la
economía de hoy; sin importar si se focaliza la mirada en el reflejo de alguna de las
corrientes clásicas, ortodoxas o heterodoxas, la imagen percibida siempre es la misma,
políticas económicas contradictorias que impiden conciliar:

► La (insostenible) estrategia fiscal,

► El creciente déficit de la balanza comercial,

► El escalofriante saldo negativo en la cuenta corriente de la balanza de pagos (financiado


con endeudamiento externo, sobre el que a la vez que se proyecta una sistemática
revaluación cambiaria en términos reales), y

► El creciente déficit cuasifiscal, generado por la política monetaria, con la reactivación de


un mercado interno severamente dañado y una imprescindible mejora en las ventas
externas.

Los puntos de ruptura que, luego de haberlos señalado como amenazas por mucho tiempo,
describimos en detalle en nuestra nota de octubre "Viento de cola en la política, nubarrones
en la economía", también se hacen omnipresentes en el discurso de nuestros colegas. Con el
máximo de los cuidados, para no descontextualizar las citas ni distorsionar su sentido, vale
la pena repasar las afirmaciones recientes de algunos profesionales.

Javier Milei y Diego Giacomini, en una entrevista para un diario especializado,


coincidiendo con MM y Asociados en que el déficit fiscal total consolidado alcanza al 11%
del PBI, alertan que, si no se hacen correcciones urgentes, los funcionarios del gobierno
"volverán a las andadas de la maquinita, vendrá la infleta, vendrá la devaluta y eso se llama
piña". Germán Fermo no duda en calificar como "experimento" la política económica, en su
nota titulada "Macri y una lotería sin plan: un acto de fe que sólo apuesta a la suerte".

Lorenzo Sigaut Graviña, en su reciente nota "¿Otra vez sopa? Condiciones necesarias para
el desarrollo", sostuvo "La velocidad de acumulación de la deuda externa (títulos
públicos/Tesoro) e interna (Lebacs/BCRA) preocupa. Si en un par de años el gobierno no
logra bajar significativamente el déficit y la inflación, podríamos entrar en una etapa de
incertidumbre sobre el repago de nuestros pasivos".

José Luis Espert expresó en un programa televisivo, que "Argentina está en una trayectoria
insostenible" y que "esto que está haciendo Macri es absolutamente irresponsable"; en su
nota "Los liberales quieren alertar al Gobierno", puso corolario a su reflexión con la
advertencia de que "el Gobierno está haciendo lo mismo que condujo al fracaso de
múltiples programas económicos, en particular el Plan Austral de Alfonsín y la
convertibilidad () sostenida caprichosamente por De la Rúa hasta su explosión". Idéntica
perspectiva expresa Juan Carlos De Pablo, quien afirmó sin hesitación: "así como vamos,
chocamos".
El rector de la Universidad del CEMA y discípulo de Milton Friedman, Carlos Rodríguez,
caracteriza que Argentina es "un país que está en un profundo desequilibrio", y amplía:
"son más que atroces los desequilibrios que están generando el Banco Central, y la
continuidad de la política de déficit fiscal, pero esta vez financiado con deuda externa. Van
a explotar."

Carlos Melconian, ex presidente del Banco de la Nación Argentina y asesor del presidente
Macri, en una reciente entrevista televisiva sostuvo que "el Gobierno cayó en la trampa de
la inconsistencia fiscal y monetaria." Sobre ese mismo particular, él ha llegado a afirmar
que "esto se va a la m...".

La aflicción incluso alcanza a los periodistas de opinión, como es el caso de Joaquín


Morales Solá, quien en su nota de llamado de atención al gobierno "Una economía que
demanda otras señales", apunta que "Las economías regionales se están apagando
lentamente por obra de un dólar subvaluado. El déficit obliga a un endeudamiento cada vez
mayor, que, a su vez, tira hacia abajo el precio del dólar y hace inviables las exportaciones
y facilita las importaciones".

Opinión de muchos, consuelo de...

Con el parafraseo de la antigua expresión popular queremos hacer referencia al hecho de


que, no necesariamente ni siempre, la coincidencia en las opiniones ayuda a formar las
decisiones más favorables para el conjunto de la Nación.
Pero tan cierto como ello es que, cuando las opiniones coincidentes señalan con claridad
prístina un final que está cantado, corresponde considerar si no es preferible corregir a
tiempo. La incógnita que flota en el mercado es ¿Cambiemos quiere cambiar?; de la
respuesta a este interrogante dependerá el sentido en que cada quien orientará sus
decisiones empresariales.
Nosotros preferimos ser optimistas, pensando que el actual oficialismo adoptará las
erudiciones sugeridas por los consensos alcanzados. Finalmente, todos coincidimos en que
es necesario cambiar a Cambiemos.

*MM y Asociados

Lunes, 18 de diciembre de 2017

Cuesta abajo… en las ventas


Por
Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*
Especial para BAE Negocios

En esta época de balances de fin de año, estamos lejos de querer infundir pesimismo a
nuestros lectores. Sin embargo, ello no nos exime de observar la realidad. Para nosotros el
pesimismo es sólo un “momentum” inmanente del optimismo.

Como anticipamos, los meses de noviembre y diciembre transcurren con una preocupante
baja de las ventas en la mayoría de los negocios, que terminarán, una vez descontado el
efecto inflacionario, un 10% por debajo de diciembre de 2015.

Así, comienza a derramarse el malhumor en el mercado, dado que, luego de haberse


recuperado los ingresos a partir del último bimestre de 2016 (sin desconocer situaciones
particulares negativas), resulta difícil explicar si la actual baja es consecuencia de las
incorrectas decisiones de los administradores de las compañías o, por el contrario, del
propio comportamiento de la economía. Este artículo intenta contribuir a allanar esa duda.

Que en el mundo no cabía… no llegan las inversiones

Allá por diciembre de 2015, Mauricio Macri y sus consejeros económicos decidieron
iniciar su gobierno con una fuerte devaluación que, junto con la disminución de las
retenciones al maíz, trigo y soja, (en los dos primeros casos en forma total), provocó un
profundo deterioro de los ingresos populares con la consiguiente retracción de la demanda
global.

Posteriormente, se intentó revertir esa caída mediante el incremento de la inversión pública,


aunque este proceso no fue inmediato, ya que sus efectos comenzaron a sentirse en el
último bimestre del 2016, extendiéndose durante gran parte del 2017. La recuperación
lograda sólo fue transitoria y trajo aparejada la espiralización del déficit fiscal.

A sabiendas de que esta situación no podía ser permanente, el gobierno cifró sus esperanzas
en la “lluvia de inversiones” para reemplazar, con el sector privado como locomotora de la
economía, al público. Es más, en un rapto de optimismo pensaba que, si dicho “maná” se
direccionaba a sectores exportables, se podrían resolver las restricciones del sector externo.

Sin embargo, las dificultades que se expresan en la ausencia de condiciones de


competitividad vis a vis los costos de producción de otros países, impidió (e impide) la
concreción de este proceso, lo cual, a su vez, se trató de paliar, mediante políticas de
modificación de tipo de cambio efectivas (reintegros, reembolsos, baja de retenciones, etc.)
para las economías regionales, sin mayores resultados, ya que hoy se encuentran
agonizando.

En el plano del mercado interno, va de suyo que los proyectos de inversión necesitan de
una demanda sostenible a la cual colocar su producción de bienes y servicios. Situación
harto difícil, por cierto, ya que el incremento en el precio de los alimentos, sumado a los
aumentos tarifarios, han modificado la estructura de los presupuestos familiares, limitando
su capacidad de gasto.
A ello se agrega que los fondos que debieran financiar la inversión privada son absorbidos
por el sector público, dados los estímulos (altas y crecientes tasas de interés) que el
gobierno y el BCRA otorgan a quienes orientan sus excedentes al financiamiento del déficit
fiscal total.

Es evidente que tampoco por el lado de las inversiones, encontró el gobierno la salida al
laberinto en el que voluntariamente se ha metido.

Entonces, hacia el mes de marzo de 2017, para tratar de agilizar una demanda global, el
gobierno impulsó una política de otorgamientos masivos de créditos a las familias, tanto
para la adquisición de viviendas, como de bienes de consumo (durables y no durables). Ello
le permitió arribar a las elecciones de octubre sin interrumpir el ciclo iniciado en noviembre
del año pasado.

Sin embargo, esta política alcanza sus propios límites, dado el nivel de endeudamiento de
las familias y los descalces intertemporales en el sistema financiero entre el origen de los
fondos (depósitos) y su aplicación (préstamos).

Esta situación, comienza además a encender luces amarillas sobre la posible afectación
patrimonial que pudieran sufrir las instituciones bancarias.

En síntesis, ya no se puede seguir traccionando la demanda global con gasto público (el
déficit fiscal total, bien medido, orilla el 11% del PIB), ni tampoco con consumo o
inversión de las familias a partir de su endeudamiento.

¿Mi esperanza y mi pasión?… estas reformas no son solución

El presidente Macri reconoció que el consenso alcanzado por la disciplina económica es


correcto, afirmando que si seguimos así…estallamos.

Ante este panorama inquietante, el gobierno apuesta nuevamente a generar un shock de


inversiones, mediante las reformas laboral, impositiva y previsional, junto con el acuerdo
de responsabilidad fiscal, que intenta disminuir el déficit consolidado total.

Sin embargo, la idea de que la mejora de la rentabilidad de corto plazo incentive las
perspectivas de inversión privada es falsa ya que, para la maduración de los proyectos, las
mejoras deben sostenerse en períodos de tiempo extendidos.

En este sentido, de las reformas presentadas, sólo la previsional (siempre y cuando se


cumplan las proyecciones oficiales para 2018, fenómeno de difícil ocurrencia), impactará
de acuerdo al objetivo originalmente planteado, aunque con el costo de afectar a más de 17
millones de jubilaciones, pensiones y asignaciones familiares.

La baja de ventas, salvo situaciones particulares, es producto de las propias inconsistencias


del diseño macroeconómico, y a esta altura el gobierno no tiene ya la posibilidad de revertir
transitoriamente la situación, como lo hizo a partir de noviembre de 2016.
Así que sólo le resta a los hombres de negocios tomar las mejores decisiones “de gestión”,
que les permitan preservar el concepto de “empresa en marcha”: no es tiempo de
autoinculparse, porque la causa de la retracción de la facturación es, finalmente, externa a
sus compañías.

Cabría decirle al gobierno, parafraseando la lograda frase que sintetizara una contienda
electoral norteamericana, me bajan las ventas porque: ¡es la macroeconomía, estúpido!

*MM y Asociados

Lunes, 25 de diciembre de 2017

En esta coyuntura econó mica: ¡atentos


y vigilantes!
Por
Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Alguna vez, con su célebre ironía, el presidente Perón describió que algunos
malinterpretaron su conocida consigna y se pusieron más vigilantes que atentos.
En este caso, y para evitar confusiones, nos referimos a que debemos estar muy atentos al
comportamiento económico general y también muy vigilantes respecto a la propia empresa.
Tal conducta es requisito para eludir las amenazas que se ciernen sobre las unidades de
negocios, al agudizarse los riesgos que encierra la declinación de la actividad productiva en
un contexto de inconsistencia macroeconómica creciente, con conflictividad social en
aumento.

La paciencia Zen no era infinita

La caída en las ventas de los inicios del gobierno de Cambiemos, fue (para muchos)
tolerable a condición de que se iniciara, a posteriori, una etapa de ascenso. Sin embargo, a
la leve recuperación registrada entre fin del año pasado y las elecciones, le sucedió un
nuevo (y en algunos casos drástico) desplome. Ya no reditúa vender esperanza porque la
paciencia para transitar un nuevo ciclo recesivo se ha agotado.
Nuestros estudios de opinión pública, al igual que los de muchos colegas, indicaban que el
balance del primer tramo del gobierno de Macri resultaba predominantemente negativo, sin
que ello se constituyera en óbice para otorgarle una nueva chance de dar satisfacción a las
expectativas generadas.
Esa conjunción, de un balance negativo de lo actuado con anterioridad, con las expectativas
de mejoras, planteó un desafío al gobierno para la segunda mitad de su mandato: debía dar
respuestas tanto almundo empresarial como al del trabajo, que esperan la obtención de
resultados, pero ya sin contar conla ventaja de ser una gestión nueva, y partiendo de una
base de disconformidad con el desempeño previo. La conflictividad social emergente
durante el corriente mes de diciembre pareciera estarexpresando tal tensión en los estados
de ánimo colectivos.
Es así, ya que el verdadero caldo de cultivo del visible malestar es la parálisis, o retroceso,
que cada uno experimenta en su actividad económica, una vez superadas las elecciones,
más allá de que se haya expresado a partir de los debates por la reforma jubilatoria.
No es casualidad entonces, que la mayor concentración de "caceroleros", se registrara en
zonas de clasemedia de grandes centros urbanos, donde predominan comerciantes,
pequeños empresarios y profesionales. El malhumor de los mercados, al que hemos aludido
en esta misma columna la semana pasada, no es el de la "city", sino el de la economía real,
aquella de "carne y hueso".
En este marco, las palabras del Presidente de la Nación (con las que, subrayábamos dos
semanas atrás, concuerdan los diagnósticos de todas las bibliotecas económicas),
caracterizando a la macroeconomía "en una posición de altísima fragilidad" y que se orienta
"a estallar", catalizaron el proceso.
Y claro, también podría tratarse de una profecía autocumplida, toda vez que se han agotado
los motores de la efímera recuperación (no es posible seguir expandiendo el gasto público y
empiezan a frenarse los créditos a particulares por la fragilidad del sistema financiero), y no
quedan herramientas disponibles para revertir el ciclo.
Por ello es esperable que el mercado interno siga deprimido, en tanto:

► no se reconstituya el poder de compra de los sectores populares,

► el comercio internacional siga en situación de desventaja para la producción local, y

► la política monetaria continúe dificultando el financiamiento del capital de trabajo de las


empresas.

Todo esto a la vez que el "paquete de reformas", presentado como una panacea, ha sufrido
una cantidad de retoques improvisados tal, que resulta imposible saber con precisión si el
desequilibrio fiscal se redujo o, como parece, se magnificó.
Bajo estas circunstancias, es sensato pensar que la tensión política ha llegado para
quedarse, y que incluso se expresará al interior de la alianza gobernante.

Atentos en la macro y vigilantes en la microeconomía

En este marco de dificultades, que agudizan la sensibilidad de los agentes que interactúan
en los diferentes mercados (pudiendo incluso presentarse sobre-reacciones u otros factores
disruptivos), resulta indispensable estar atentos a algunas de las siguientes señales
macroeconómicas:

► el volumen, rendimiento y origen de los fondos de los préstamos al BCRA (Lebac y


Pases) y al Tesoro Nacional (Letras y Bonos),

► el comportamiento del tipo de cambio (formal e informal),


► el funcionamiento de las cadenas de pago (sobre todo el cumplimiento del Estado hacia
sus proveedores), entre otros significativos indicadores del funcionamiento general.

A la vez, en lo microeconómico, es más que conveniente atenerse a los criterios de la


prudencia, vigilando la propia exposición a los factores de contexto, buscando:

► mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y stocks,

► optimizar la situación crediticia (principalmente en cuanto a las deudas en divisas) y


disminuir riesgos mediante instrumentos de cobertura, aun cuando ello implique gastos
adicionales.

► la correcta previsión de las posibles modificaciones en las estructuras de costos, a partir


de cambios en las listas de precios de nuestros proveedores, provocados por factores
externos a ellos, tales como los aumentos de tarifas, por ejemplo.

Insistimos en la idea de que, en esta etapa, la preservación de la compañía es un valor en sí


mismo. Los riesgos, que suelen otorgar premios en los períodos de alza, pueden propinar
duros castigos durante los períodos de retracción y, aunque ésta máxima es extensible a
todas las empresas, vale especialmente para las pequeñas y medianas, corazón y nervio de
nuestra economía, por su particular vulnerabilidad.
Disminuir la exposición parece ser una conducta sabia en los meses por venir. Para algunos,
llanamente se tratará de la búsqueda de la supervivencia en un contexto hostil, en el que
lograr la vigencia del concepto de empresa en marcha será el mayor criterio de éxito.
No hay dudas...este es uno de aquellos momentos donde "empatar es ganar".

*MM y Asociados

Lunes, 1 de enero de 2018

La visió n del mundo de Cambiemos:


¿suma o resta para los negocios?
Por
Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Con su proverbial agudeza, el presidente Perón sostenía: " se infiere que el problema
argentino es un poco el problema del mundo. () la política puramente interna ha pasado a
ser una cosa casi de provincias; hoy todo es política internacional, que juega dentro o fuera
de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva".
Esta idea, de meridiana claridad, cobra hoy una vigencia manifiesta. La errada lectura que
el oficialismo hace sobre el contexto mundial lleva a nuestro país a transitar por senderos
equivocados, perjudicando sus potencialidades, y por ello desaprovechando buenas
oportunidades de negocios para nuestras empresas.

¿Quiénes lideran hoy el mundo?

Recientemente, el Presidente de la Nación, en ocasión del acto de asunción de la


presidencia pro tempore del G-20¹ por parte de nuestro país, definió a Xi Jinping,
presidente de la República Popular China, Angela Merkel, canciller de Alemania, y Shinzo
Abe, premier japonés, como "los tres líderes más importantes del siglo XXI".

Curiosa caracterización, dado que mientras el primero de los países mencionados cuenta
con un poder militar importante, aunque de tipo defensivo, donde prevalecen las fuerzas
terrestres (ejército), las otras dos naciones carecen de esas posibilidades y, es más, ni
siquiera tienen asignada una silla permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas.
Así, parecería ser que, de manera antojadiza, se deja de lado el sendero que transitan hoy
las relaciones internacionales, marcado claramente por las políticas de Donald Trump,
presidente de la primera potencia mundial tanto por el tamaño de su economía, como por su
poderío militar.

¿Es posible ignorar la relevancia internacional de EE.UU. que, según el Banco Mundial,
tiene un PIB que es equivalente al de China, Japón y Alemania sumados? Y que a su vez
cuenta con una estructura militar organizada en cinco fuerzas (ejército, fuerza aérea,
armada e infantería de marina, además de la guardia costera) la cual, al margen de su
potencial nuclear, tiene como característica distintiva, en términos de conflicto
convencional, la de estar en condiciones de llevar a cualquier lugar del planeta, fuera de su
territorio, el teatro de operaciones, al contar, como mínimo, con 10 portaviones activos.

La misma apreciación cabe en el caso de Rusia. Si bien no se destaca por su poderío


económico-financiero, su voz inexorablemente debe ser escuchada, ya que a su arsenal
nuclear debe adicionarse su potencial militar convencional. De hecho, parte de su flota de
guerra, situada en Kaliningrado, entre Polonia y Lituania, en el báltico europeo, fue este
mismo año desplazada para apoyar a las tropas oficiales en el conflicto en Siria, pasando de
camino a sólo unas pocas millas náuticas de tierras británicas y españolas, lo que alarmó a
los gobiernos de esos países.

En su particular concepción, el actual gobierno también desoye las advertencias del papa
Francisco sobre el desarrollo de la 3ra guerra mundial, al tiempo que ignora la relevancia y
el impacto que el mensaje de Su Santidad tiene a escala global.

Estas menciones al poderío económico y militar, así como a la influencia de esos


liderazgos, contribuyen a explicar por qué el mundo va encontrando en la diversidad de los
modelos nacionales, un funcionamiento sistémico que los incluye, dejando atrás los
uniformes "consejos para el buen gobierno", que devenían del Consenso de Washington.
En términos prácticos, estos cambios revelan, entre otras razones, el motivo por el cual
cuando (para proteger su industria y su empleo) nuestro país decidió aplicar medidas de
administración de comercio exterior, fue sancionado por la OMC; y en cambio ahora, ante
una política espejo de Estados Unidos que las replica, tanto Europa como Japón
transforman las sanciones en paciencia estratégica.

Escudriñan el futuro por el espejo retrovisor

En este contexto, no cabe duda de que el actual oficialismo no percibe correctamente la


nueva situación internacional. Su cosmovisión lo llevó en su momento a desear el triunfo
electoral de Hillary Clinton en EE.UU. y, lo que es peor, a creer que el mundo sigue
funcionando de la misma manera que si ella hubiese ganado.

Su ceguera ideológica, le impide percibir la realidad tal cual es.

De allí deviene su seguidilla de fracasos hacia el final del año 2017, en términos de política
internacional. Los ejemplos palmarios de que el mundo que concibe ya no existe, es que ni
siquiera pudo presentar comunicados formales sobre los resultados de las anodinas
reuniones en Buenos Aires, del G-20 y la OMC, ni acordar los elementos constitutivos de
un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, lo cual no hace más que
ratificar que el mundo ya no funciona como antes.

Resulta evidente que el gobierno se ve inhabilitado para comprenderlo, y que la realidad no


le hace mella a su equivocada concepción.

Nos quieren integrar a un mundo que ya no existe

La inserción internacional de la Argentina, a inicios del siglo pasado, estuvo signada por la
voluntad que tenían los sectores dominantes de ubicar su producción primaria en mercados
con economías complementarias. Ello tipificó el conjunto del aparato productivo local,
cuyas tensiones se expresaron en una consigna que, sin ser totalmente explicativa, reflejaba
una antinomia de manera clara y didáctica: "industria versus campo".
A todas luces, no es distinta la mirada actual del gobierno nacional, a juzgar por su
percepción del contexto global.
Pero la realidad es otra. Terminado el orden internacional surgido del Consenso de
Washington, así como el rol de los organismos internacionales derivados de los acuerdos de
Bretton Woods, quedan claramente expuestas dos posiciones antitéticas: una, la del
gobierno argentino, como continuidad del comportamiento pasado, y otra que refleja
realmente el nuevo paradigma vigente en el mundo.

En este marco, es imprescindible repensar esa inserción de nuestro país, lo que


inevitablemente incluye las alianzas regionales y subregionales, así como la problemática
que deviene de determinar cuáles economías son complementarias, y cuáles competitivas.

Las nuevas reglas del comercio mundial abren importantes perspectivas para la toma de
decisiones autónomas, respecto de las posibilidades de un crecimiento armónico de todos
los sectores de actividad (industria, campo y servicios), privilegiando los intereses
nacionales.

Es una oportunidad de generar condiciones que, en lo económico, permitan negocios


rentables para el conjunto de las empresas, lo cual redundará en una mejora de las
condiciones generales de la economía nacional. Pero hay que saber aprovecharla, y para
ello, deben hacerse los análisis precisos que permitan:

► caracterizar correctamente la situación global,

► entender las especificidades de cada uno de los mercados nacionales que integran el
mundo y,

► posibilitar, una vez restituidos los equilibrios macroeconómicos, la concreción de


buenos negocios por parte de las empresas, lo que constituye, a no dudarlo, la base del
desarrollo.

Es nuestro deseo que comencemos a transitar este camino en el año que se inicia.

¹ El G-20 o grupo de los 20 es un foro de 19 países, más la Unión Europea, donde se reúnen
regularmente, desde 1999, jefes de Estado (o Gobierno), gobernadores de bancos centrales
y ministros de finanzas. Está constituido por siete de los países más industrializados —
Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido (G- 7), más Rusia
(G-8) más once países de todas las regiones del mundo. Además, cada año participan como
invitados España, el país que ocupe la presidencia de la ASEAN, dos países africanos (el
que preside la Unión Africana y un representante de la Nueva Alianza para el desarrollo de
África y un país (a veces más de uno) invitado por la presidencia, por lo general de su
propia región.

*MM y Asociados

Lunes, 8 de enero de 2018

¿Será Sturzenegger el Sourrouille de


Macri?

Corría el año 1988 y el "Plan Austral", implementado por el gobierno radical en 1985,
colapsaba. Entonces se les ocurrió el "Plan Primavera". Se pretendía alcanzar una situación
de convivencia razonable hasta la elección presidencial del año siguiente. Entre otros
objetivos, buscaba tener:

► Un tipo de cambio único y administrado,

► Tasas de interés arbitradas por el mercado y,

► Una política de ingresos activa.

Pero claro, no se corrigieron los desmesurados desequilibrios del sector externo ni el fiscal.

Hacia marzo del '89 y bajo la creciente corrida cambiaria, el candidato radical, Eduardo
Angeloz, apremiado por las encuestas que pronosticaban un resultado desfavorable en la
citada elección, presionó al Dr. Alfonsín para que diera un golpe de timón que le permitiera
mejorar sus chances.

En ese marco, el Presidente cambió su Ministro de Economía, Juan V. Sourrouille, por Juan
C. Pugliese, obteniendo resultados contrarios a los buscados, acelerando la ruptura del
delicado proceso imperante hasta el momento. Con su recordada expresión "les hablé con el
corazón y me contestaron con el bolsillo", el entonces flamante ministro describió el
comportamiento del empresariado (que lógicamente tomaba decisiones de acuerdo a las
crecientes expectativas de devaluación) y expuso, contundentemente, la imposibilidad de
ordenar, mínimamente, las principales variables de la economía.

Algunos años después, con profundo realismo, Sourrouille reconoció que durante su
gestión "el Gobierno no tenía otra política posible que buscar, como pudiese, que hubiera,
en el mejor de los casos, un acto electoral razonablemente organizado, y no salió bien".

Décadas después, podemos evaluar que, así como él con su gestión garantizaba que el
radicalismo perdería las elecciones, también aseguraba la entrega del mando en la fecha
estipulada, y no seis meses antes, como finalmente aconteció.

Nos trajeron estos recuerdos los recientes anuncios oficiales de las áreas económicas.

3 contra 1 no es de caballeros

Finalizando 2017, los argentinos fuimos sorprendidos con una inusual conferencia de
prensa brindada por Peña, Dujovne y Caputo, de la que, insólitamente, participó también
Sturzenegger.

Hasta la vestimenta fue claro reflejo de los alineamientos. De manera análoga a los
vestuarios de los clásicos picados entre solteros y casados, el presidente del BCRA fue el
único de los cuatro luciendo corbata. El resultado fue el previsible: los más someten a los
menos.
Postergando la (necesaria) reflexión que merece la cuestión de la independencia de los
Bancos Centrales en los diseños institucionales de occidente, nos concentraremos en los
anuncios y sus implicancias.

Allí, los funcionarios informaron a la población sobre el cambio en la meta de inflación


prevista para el año 2018, que pasó de 10% (+/- 2 puntos porcentuales) a 15%. La idea
principal subyacente a ese cambio, es la de disminuir las tasas de interés de referencia,
flexibilizando la política monetaria. Adicionalmente, explicaron que redireccionarían el
financiamiento del déficit fiscal total (DFT)1 hacia el mercado local, tomando crédito
interno.

¿Qué cambió?

En los dos primeros años del gobierno de Cambiemos, dados los estímulos que ofreció (las
tasas de interés), los fondos que debían dirigirse a solventar la inversión del sector privado
se desviaron al financiamiento del DFT. Los recientes anuncios de las autoridades
económicas pretenden iniciar un camino distinto: reducir los rendimientos financieros para
incentivar los proyectos privados de inversión.

De lado quedan los diagnósticos que indicaban que el alto nivel de la tasa de interés no
impactaba en el de la actividad del sector productivo, dado el bajo volumen de crédito con
que contaba la economía.

Veamos ahora su factibilidad.

Si tenemos en cuenta que el DFT tenderá a estancarse o crecer, dadas las últimas
modificaciones impositivas y previsionales, no es sensato esperar que se lo pueda financiar
con fuentes locales sin absorber la totalidad, o al menos la mayor parte, de los fondos
disponibles para préstamos del sistema financiero ampliado. De esta forma, el sector
público seguirá desplazando al sector privado en la captación del ahorro doméstico1.

A su vez, es necesario tener en cuenta que, si la "esperanza de devaluación" supera a la tasa


de interés, el comportamiento esperable es el de búsqueda de valorización patrimonial
mediante la acumulación del ahorro en la moneda que se considera "retrasada". Si, por el
contrario, se espera una prevalencia de la tasa de interés, la apreciación de la moneda local
profundizará los desequilibrios del sector externo.

Todas las salidas son malas

Queda claro, que el escenario económico se enfrenta, cada día más ostensiblemente, a los
límites del esquema diseñado. Como señalamos en nuestra nota "Cuesta abajo en las
ventas", los dos factores de incremento de demanda, que le permitieron al gobierno llegar a
las elecciones de octubre, están exhaustos:

► el gasto en obra pública, que no puede seguir aumentando sin elevar el déficit fiscal a
niveles explosivos y
► los préstamos para consumo/inversión de los particulares que, de seguir creciendo,
pondrían en crisis la solvencia del sistema financiero.

Ante este panorama, intentar revertir dicha situación mediante la baja de la tasa de interés
(por lo ut supra señalado) suena más a voluntarismo que a dominio de la disciplina
económica.
La osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta
irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad. Tal vez el
Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse con meticulosidad a administrar, de la
mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta alcanzar la meta.
Apelar a "jugadas maestras" desconociendo las causalidades elementales del "arte
económico", pueden llevar al sistema a acelerar su entropía.
Lamentablemente, las inconsistencias económicas del actual oficialismo, principalmente
sus déficits gemelos, se asemejan a las de los tramos finales del gobierno de Alfonsín.
Con profundo sentido del deber patriótico... lo estamos señalando.

*MM y Asociados

1. Suponiendo que tal hipótesis no se cumpla y que los agentes económicos dispongan de
pretérito atesoramiento para financiar el desarrollo de sus proyectos, este fondeo podría
estar en pesos o en dólares. Si fuera en pesos, el plus de inversión presionaría sobre el
sector externo haciendo inmanejable su déficit mientras que, si fuera en dólares, su
conversión a pesos para implementar los proyectos, deprimiría más el tipo de cambio real
impactando también en el sector externo.

Lunes, 15 de enero de 2018

En materia econó mica... se fueron al


descenso
Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Hacia finales de 2017, "el mejor equipo de los último 50 años" envió al congreso, junto con
la Ley de Presupuesto, sus previsiones macroeconómicas para el año 2018.

Sin embargo, pocos días después de que se convirtiera en ley, en conferencia de prensa, los
ministros Peña, Dujovne y Caputo, y el presidente del BCRA, F. Sturzenegger, anunciaron
el cambio de la meta de inflación para el actual período (objetivo que se mide punta a
punta, no como promedio anual), que pasó de 10% (+/- 2%) a 15%.
Ello significa que muchos de los parámetros previstos (que permiten estimar los ingresos y
autorizar los gastos del presupuesto), como inflación, tipo de cambio, crecimiento,
exportaciones, importaciones, saldo de balanza comercial, etc. quedaron inmediatamente
obsoletos.

Comenzando el 2018 con una derrota

Las condiciones de inconsistencia de la economía nacional, sobre las que venimos


alertando desde hace prácticamente dos años, se agudizaron notoriamente, y han llevado al
esquema económico vigente a una situación de alta volatilidad, complicando,
especialmente, el marco de los negocios empresarios.

Este contexto, a su vez, resulta a todas luces inapropiado para el desarrollo del ejercicio de
prognosis, es decir para la previsión del futuro comportamiento de las principales variables
macroeconómicas, ya que éste resulta valedero sólo cuando el marco general de desempeño
de la economía permanece en su melga.

Así, ya en el inicio del año, el "campeonato que juegan" los referentes económicos del
gobierno, será, por segundo período consecutivo, bien distinto al que habían planificado.

¡Perciben mal la realidad!

El anterior proyecto de presupuesto, enviado al congreso en setiembre de 2016, se


construyó, entre otros guarismos, sobre la base de un saldo de la balanza comercial
negativo de U$S 1.866 millones para el 2017. Finalmente, este rojo, faltando contabilizar al
momento de esta publicación el mes de diciembre, habrá alcanzado el entorno de los U$S
9.000 millones. Un error de estimación del 382%!!!

Hasta el mes de octubre del año pasado, el PIB acumulaba un incremento del 2,8% respecto
de igual período de 2016, según mediciones del Estimador Mensual de Actividad
Económica (EMAE). Este es un indicador de coyuntura (con las debilidades que ello
acarrea) que va publicando mensualmente el gobierno, a modo de anticipo del
comportamiento del PIB, el cual se da a conocer con 3 meses de rezago.

Pero hete aquí que, para llegar a esas cifras oficiales, por ejemplo, el consumo privado (el
componente más importante de la demanda por su peso) tuvo un incremento del 2,4% en el
primer semestre del año, producto de que, violentando cualquiera de los criterios
metodológicos usualmente utilizados, se atribuyó parte de ese crecimiento a los "gastos en
turismo de argentinos en el exterior".

A ello, debe sumarse, una serie de irregularidades (examinadas con todo detalle en el
artículo
¿Crecimiento económico o diario de Yrigoyen?", publicado el último 5 de diciembre), entre
otras:

► La sobreestimación de la cosecha de maíz de la campaña 2016/17 en más de 10 millones


de toneladas,
► La repercusión de lo anterior, en la medición de las actividades del comercio mayorista
y el transporte,

► La estimación claramente sobredimensionada de los rubros minería y telefonía, y

► Los números del sector pesquero, cuestionados por los propios organismos de control
del estado.

Cuando se contabilicen los dos últimos meses del año pasado, durante los cuales el
desempeño económico fue decididamente malo, es posible que el crecimiento de ese año,
medido por el EMAE, se acerque al entorno del 2,5%.

Sin embargo, en marzo de 2018, se dará a conocer el cierre del año recién terminado, ya no
como estimación, sino como resultado del comportamiento del PIB, y ese guarismo se
ubicará por debajo del 2%. Pero esa cifra aún es provisoria hasta que, en setiembre, se
publiquen, los datos definitivos relativos al año pasado. Entonces, se hará patente que la
evolución de la economía, muy probablemente, se habrá alejado tanto del 3,5% pautado
originalmente en el presupuesto 2017, como del 2,5% de la primera estimación, para
ubicarse en el entorno del 1%, tal como lo visualiza hoy el mercado.

Por otra parte, si al déficit primario del sector público nacional, que alcanzó el 4,2% del
PIB (y que no se continuó espiralizando porque pasadas las elecciones se paralizó la obra
pública y se postergaron pagos a los contratistas), se le suman los intereses de la deuda
pública, por un montante de 2,3 puntos (en términos de PIB), más otros 1,5 puntos del
déficit correspondiente a provincias y municipios y, finalmente, 2,5 puntos más del costo
del endeudamiento que tomó el Banco Central (cuasi fiscal), el resultado arroja que el
Déficit Fiscal Total (nación, provincias, municipios y cuasi fiscal) finalizó el año pasado en
el entorno de los 10,5 puntos del PIB, tal como venimos alertando.

"La batalla contra la inflación recién está por comenzar" expresó Sturzenegger a mediados
de 2016, agregando: "el Central tiene una batería de instrumentos y los pone todos al
servicio de cumplimentar la meta de inflación de entre 12 y 17% para 2017. La función del
Banco Central es que se cumpla esa meta". Sin embargo, la variación interanual de precios
de diciembre último alcanzó entre el 25% y el 27%, según el consenso del mercado,
superando en 10 puntos porcentuales el tope máximo de la meta oficial.

Lo que palpa la tribuna

Dado que, desde 2016 hasta la actualidad, la población continuó creciendo (2,1%), mientras
que el PIB, según lo ut supra señalado, disminuyó 1,2% (acumulado), cada uno de nosotros,
en promedio, sufrió un deterioro de 3,3% en la cantidad de producto recibido, en los
últimos dos años. Es claro que, si hay disponibles menos bienes y servicios de producción
nacional y a la vez, en vista de que la distribución del ingreso, medida oficialmente por el
Coeficiente de Gini, empeoró, el menoscabo necesariamente se concentró en los sectores
más vulnerables.
Esa situación incentiva el continuo deterioro de la demanda interna, que conjuntamente con
el de la externa, impacta con profundidad en el flujo de los negocios, perjudicando los
ingresos por ventas de las empresas. Y, como ya puede observarse con nitidez, también
derrama sus efectos negativos en el mercado laboral.

Todo lo descripto justifica que el guarismo oficial sobre el comportamiento de la economía


suene disonante con las opiniones de los actores económicos de los diferentes rubros. No es
para menos: el oficialismo sostiene que el resultado del PIB es igual al pronosticado, pese a
que no se cumplió ninguna de las previsiones de los restantes parámetros.

En términos futboleros, la tribuna empezó a chiflar a los jugadores (cacerolazos) y estos no


parecen comprender por qué.

Este clima también se visualiza en los debates y charlas de los profesionales de la


economía, entre quienes, con mayor o menor nivel de reserva, existe un consenso: la actual
es la peor gestión económica de los últimos 70 años.

En el corto plazo, al igual que ocurre con figuras que van desde Krieger Vasena a Sigaut, o
de Martínez de Hoz a Machinea, entre muchos otros, los integrantes del "mejor equipo de
los últimos 50 años" sólo serán recordados por sus lamentables decisiones, y el consecuente
perjuicio causado a los intereses nacionales.

Los que venían a ganar el campeonato terminaron yéndose al "descenso".

*MMyAsociados

Lunes, 22 de enero de 2018

Vuelven las falsas promesas hablan los


gurú es
Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Palabras, palabras, tan solo palabras… reprochaba una conocida canción de la década del
´70.
Como cada principio de año, volvieron a aparecer con ímpetu en los diferentes medios de
comunicación, los pronósticos y las explicaciones de los supuestos gurúes de la economía.
Cual si no existiera una complejísima y frágil coyuntura económica (descripta
detalladamente en artículos anteriores), que impide efectuar una correcta prognosis, los
“expertos analistas” afirman con enfática certeza lo que ocurrirá en el 2018 que, en líneas
generales, coincide “casualmente” con las expectativas oficiales. Así como no se
cumplieron sus previsiones para 2016/17, por partir de un desacertado análisis sistémico del
funcionamiento macroeconómico, tampoco se cumplirán las correspondientes al corriente
año.
No cabe duda de que los “esperanzadores” análisis que los consultores regalan al gran
público, son bien distintos a los que venden en privado. Obviamente, los primeros llevan la
intención de congraciarse con el gobierno.

Para muestra basta un botón

Un ex funcionario del fallido gobierno de la anterior Alianza, devenido en uno de los


consultores más renombrados, sostenía que en el año 2017 la economía crecería 5%, que la
inflación sería del 21%, y que el saldo de la balanza comercial alcanzaría un déficit cercano
a u$s1.000 millones. Por supuesto, todos esos pronósticos fueron errados de principio a fin.
Basta mencionar que el saldo de esa balanza se habría acercado a un rojo de u$s 9.000
millones.

Sorpresivamente, acaba de declarar: “Se puede producir para el mercado interno. (…) con
el tipo de cambio atrasado (…) uno es poco competitivo para salir a exportar, pero no deja
de ser rentable producir para el mercado interno (...) Para todas las industrias con
protección (…) esta tasa de interés es generadora de dólar barato, no frena el consumo y la
producción (…) crecieron las ventas de autos, motos y electrodomésticos que son en su
mayoría importados y esto es lo que se está tratando de cambiar (…) con tipo de cambio
más alto y tasa más baja. Hoy el tipo de cambio es 30% más alto que el de la
convertibilidad”.

Es difícil encontrar más contradicciones en una sola respuesta. Es una forma curiosa de
razonamiento, donde a la premisa “está todo bien”, le sigue otra “sin embargo, se aplican
políticas que cambien la situación, para que esté todo bien”.

Las afirmaciones sobre el comportamiento de la producción y el consumo, con dólar


retrasado, podrían eventualmente ser ciertas sólo si la producción local estuviera protegida,
cosa que de ninguna manera ocurre con el actual gobierno que, por el contrario, sostiene
que desea abrazar la globalización, es decir abrir cada vez más la economía. Prueba de ello
es el decreto recientemente publicado, que quita del régimen de licencias no automáticas de
importación 314 posiciones arancelarias, lo cual repercutirá negativamente en la industria
nacional.

Precisemos los conceptos: la oferta global de bienes y servicios está compuesta por el PIB
más las importaciones. Puede acontecer que crezca esa oferta, pero que caiga el producto
doméstico. Esto es lo que ocurrió efectivamente en los sectores mencionados. En el
automotriz, por ejemplo, se incrementaron las ventas, pero con una participación de los
vehículos importados que pasó del 50% al 71%, entre principios de 2016 y finales de 2017.
En cuanto a la competitividad cambiaria, al margen de los índices de actualización que se
apliquen sobre los diversos tipos de cambio utilizados, la referencia también es incorrecta,
ya que soslaya la ganancia de productividad que se generó en la industria norteamericana a
partir de la revolución energética del shale gas y shale oil, la cual se expresa en una baja
sustancial de sus costos primos.
La opinión de la mayoría de los empresarios locales es que hoy estaríamos en un nivel muy
similar al de la convertibilidad.

La única verdad… volvieron los plazos fijos a 7 días

Desde hace casi dos años venimos advirtiendo sobre las inconsistencias crecientes del
actual esquema económico. Su agudización es manifiesta, a tal punto que el sistema
financiero tuvo que reciclar una vieja herramienta, acorde con la volatilidad actual de los
mercados.

Así, el BCRA comenzó a colocar letras a 7 días de plazo, denominadas “Leliq”. El nuevo
instrumento, exclusivo para los bancos, fue ofrecido inicialmente a una tasa anual del
27,25%.

Traducido al idioma criollo, el BCRA le dijo a los bancos “muchachos, por favor renueven
las Lebac a 30 días” y éstos le respondieron “No es posible, no sabemos qué va a pasar en
un mes, necesitamos acortar los plazos, no podemos prever que van a hacer nuestros
clientes”. Así comienzan a visualizarse los inconvenientes que, oportunamente hemos
advertido, respecto de los riesgos de la política de intentar incidir sobre la demanda interna
mediante créditos hipotecarios, prendarios y personales, sin tener los adecuados depósitos
del público para ello.

La historia de ir acortando los plazos, por la imposibilidad de prever las situaciones, ya la


conocemos los argentinos, y habla a las claras de la fragilidad de la actual coyuntura.

Recuperar los valores de la disciplina

La palabra de los “expertos” ejerce un efecto sobre la actividad económica en la medida


que afecta las decisiones de sus agentes; de modo directo en las asesorías particulares, o
indirecto en el plano de la intervención pública. Decíamos en noviembre: “en las diagnosis
y proyecciones económicas lo que se pone en juego es la comprensión de la realidad”,
refiriéndonos al ideal del ejercicio profesional.
Hace tiempo que, en nuestra Patria, ha sonado la hora para que la economía, como
profesión, comience a saldar una cuenta pendiente con sus clientes y destinatarios
(inclusive con sus propios integrantes), respetando inviolables parámetros de ética
profesional.
Resulta ineludible elevar sus estándares de calidad y cercenar los márgenes de las malas
prácticas. En varios países, entre ellos EE.UU., este debate está presente y se desarrolla con
todo vigor.
La necesidad de los agentes económicos de contar con análisis precisos y fidedignos para la
adecuada toma de decisiones es impostergable.
Es tiempo de que cesen las proyecciones “a medida”, en especial las que se ajustan a las
necesidades del Gobierno, y de que se asuma la pertinente responsabilidad profesional.
Las costas de las decisiones económicas erróneas siempre las pagan los mismos: los
empresarios, sus trabajadores y las familias que los contienen.

*MM y Asociados

Lunes, 29 de enero de 2018

Có mo seguimos
Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich

La fuerza de los hechos ha impuesto, aunque no siempre se exprese así en la arena pública,
un diagnóstico compartido por todos los colegas: las inconsistencias macroeconómicas del
esquema de la alianza Cambiemos erigieron obstáculos de ya imposible superación.

Desafíos urgentes y mediatos

El ciclo económico de "la generación que está cambiando la Argentina para siempre", ha
llegado a su límite. De aquí en más, sólo nos queda esperar que su oportuno reemplazo se
dé evitando cualquier tipo de "colapso", especialmente en lo que se refiere al cumplimiento
del ciclo institucional.

Sin lugar a dudas, las secuelas negativas del experimento en curso serán severas y
profundas para la economía nacional y para vastos segmentos de nuestro pueblo. En este
marco, la hora nos impone desafíos urgentes y mediatos.
Entre los primeros, el de la búsqueda de mecanismos que maximicen la mitigación de
daños, adeudo que recae en el oficialismo en primera instancia, pero se hace extensivo al
conjunto del entramado institucional de nuestra Nación, así como también a la dirigencia
sindical, empresarial y social.
En plazos más extendidos, pero no laxos, la obligación de delinear un Modelo de
Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), que cimente la felicidad de
nuestro pueblo.
En el mientras tanto la economía y la política convergen en la impaciencia
Ya dijimos que el "mejor equipo" se está yendo al descenso, camino inexorable de quienes
se especializaron en hacer anuncios que no se materializan y en resultar sorprendidos por la
realidad siempre, para ellos, imprevista.
Aunque hayan creído que era fácil acabar con ella, la inflación siempre está; el segundo
semestre con la afamada "lluvia de inversiones" no ha llegado ni llegará, y los brotes verdes
no fueron más que comida tierna para las langostas, entre otros memorables yerros.
Los mecanismos de auxilio a los que se apeló, para morigerar el desplome de la actividad y
lograr una tenue recuperación (el endeudamiento de los particulares y la expansión del
gasto público), se agotaron. La marcada caída de las ventas hacia el final del año pasado
certificó la ausencia de "motores económicos" alternativos que permitieran sostenerlas.
Como consecuencia, también comienza a agotarse el crédito político, en tanto el aval
electoral obtenido por el oficialismo quedaba condicionado a la consecución de los
resultados económicos prometidos. Las movilizaciones del pasado diciembre,
especialmente los cacerolazos en nodos de las clases medias, compuestas por comerciantes,
profesionales y pequeños empresarios, patentizaron la impaciencia.

En "la diaria" gestión de riesgos

Cual irónica broma, el día de los inocentes el gobierno prometió iniciar una nueva etapa,
relajando las metas de inflación y bajando las tasas de interés. Ello permitiría, teóricamente,
incentivar los proyectos privados de inversión al reducir el costo del capital.
En nuestra nota del 8 de enero, "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?",
explicábamos por qué tal iniciativa no sólo era inviable, sino que en lo inmediato no
produciría más resultados que magnificar la incertidumbre y la volatilidad.
A la fecha, da la impresión de que el Gobierno aparenta haber comprendido en ese punto, al
menos de modo parcial, la real situación en la que nos encontramos y los riesgos que ella
encierra.
De ahí que, pese a la rimbombante conferencia de prensa anunciando el cambio de metas de
inflación, la tasa de referencia de la autoridad monetaria sólo descendió 150 puntos básicos
a lo largo del mes transcurrido, sin verificarse las bruscas alteraciones en la política
monetaria, ni los cambios institucionales en el Banco Central, que se presagiaban como
lógica consecuencia.
En la medida en que el oficialismo persevere en tal conducta, disminuyen los riesgos de que
el fracaso del esquema económico se contagie al terreno institucional. Ello contribuye a
otorgar condiciones de posibilidad al objetivo más urgente, que es el de minimizar los
daños.
Hoy parece que Cambiemos ha leído nuestra recomendación expresada en la nota antes
citada: "la osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta
irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad. Tal vez el
Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse con meticulosidad a administrar, de la
mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta alcanzar la meta."

Después de la transición

Sin dudas, las severas consecuencias del fallido experimento de la alianza gobernante, aun
cuando lleve mucho esfuerzo, serán revertidas y la Argentina podrá retomar un sendero de
desarrollo económico con justicia social.

Ahora bien: ¿cómo hacerlo sustentable y permanente?


Entre las muchas lecciones que nuestra historia económica, no sin crueldad, nos ha
enseñado, es que esto no es sencillo. Por ejemplo, es necesario mantener los superávits
gemelos a lo largo del tiempo para así lograr una macroeconomía equilibrada y consistente.
Para implementar un MoDEPyS, es imprescindible que las dirigencias gremiales, de
empresarios y de trabajadores, lo hagan propio, y para ello deben cumplirse, entre otras
condiciones, que:

-las empresas obtengan adecuada rentabilidad,

-el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y

-los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos, asegurando así adecuados
niveles de bienestar para el conjunto de la población.

Entonces, principalmente, nos hace falta identificar y maximizar los vectores de


competitividad¹ del aparato productivo nacional, capaces de reducir los costos primos (en
forma intensiva y extensiva) de nuestras empresas, garantizando su hegemonía en el
mercado doméstico y potenciando su inserción en los internacionales.

Dichos vectores no pueden ser otros que los asociados a las rentas extraordinarias en la
economía, es decir aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado,
independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de
explotación de algún recurso natural.

Estas condiciones, en nuestro país, las cumplen algunas tierras y la energía fósil. A su vez
las nuevas tendencias dominantes en el mundo, post caducidad del Consenso de
Washington, favorecen la puesta en valor de tales vectores en un todo sistémico.

Al universo de lo político pertenece la responsabilidad de generar las condiciones de


contexto que permitan la operacionalización de un MoDEPyS.

Sólo el encuentro armonioso entre la política y la economía permitirá el tránsito adecuado


desde este presente oprobioso a un futuro venturoso.

¹No se trata de un debate totalmente novedoso; ya empezaba a abordarse durante el


gobierno anterior en las Mesas de Competitividad de la Secretaría de Comercio Interior que
abarcaba diferentes sectores y posteriormente, cuando se creó la Subsecretaría de
Competitividad, y lo retoma la actual administración, ya que en tales objetivos se justificó
el mega DNU y la creación de la Secretaría de Simplificación Productiva.

Especial para BAE Negocios

*MM y Asociados
Lunes, 5 de febrero de 2018

Administració n del comercio exterior,


un imperativo del ahora
Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich

No hay peor sordo que el que no quiere oír, enseña la sabiduría popular y lo confirma el
oficialismo, que se niega a reconocer la transformación operante en el mundo actual. Pese a
que los datos más destacados de la reciente gira presidencial por el continente europeo
fueron la reafirmación de Donald Trump de su consigna "(Norte) América Primero" y la
negativa de Emmanuel Macron de suscribir acuerdos perjudiciales para los productores
agropecuarios franceses, el Gobierno Nacional se empeña en su consigna de "abrazar la
globalización".

Al tiempo que potencias económicas como Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia o Francia
incrementan y perfeccionan los instrumentos regulatorios que mejoran la performance de
sus empresas y sus mercados de trabajo, en la Argentina (como otrora lo hicieran fallidas
experiencias), se desmontan los mecanismos de administración del comercio exterior,
favoreciendo la prelación de las producciones extranjeras por sobre las locales.

Las adscripciones ideológicas de este Gobierno inhiben cualquier ilusión de que el


desencuentro con la etapa histórica mundial, que caracteriza la actual política comercial de
nuestro país, sea revisado.

No termina de aprehender que una regulación minuciosa del comercio exterior es un


imperativo categórico de la sustentabilidad económica de las naciones.

Justificación desde el orden teórico

Partiendo de la base de que, mayoritariamente, las relaciones entre los agentes económicos
de los diferentes países no son colaborativas sino competitivas, el análisis1 de la relación
entre:

- el abastecimiento de un insumo estratégico y,

- la utilización del resto de los factores de producción,

explica el porqué de la necesidad de las regulaciones sobre la comercialización de algunos


bienes.
La cotización del barril de petróleo, que pasó de oscilar en la franja de los u$sS30 a la de
alrededor de u$s68 entre enero de 2016 y el mismo mes de 2018, en virtud de las decisiones
de control de la producción de los países de la OPEP, provee un adecuado y certero
ejemplo, que además nos alienta a seguir reflexionando sobre la cuestión de los "vectores
de competitividad" de nuestra economía, abordada en la entrega de la semana pasada.
Tenemos entonces un aumento en el precio del insumo energético, sin que hubiera
variaciones en la función de productividad real (utilización de factores) de los países
consumidores.

Si el criterio de asignación de dicho bien entre países es por la "igualación de precios",


quienes puedan convalidar el nuevo valor (países con diferencial positivo de productividad)
pueden adquirir el recurso (con transferencia de ingresos inter factores), mientras que
quienes no lo puedan hacer (por su menor productividad) deberán ajustar a la baja sus
compras, afectando el volumen de su producción.

Mirado desde el punto de vista del interés nacional, es decir del cuidado de los hombres de
negocios y de los trabajadores del país, surge con claridad que, para el segundo grupo, esta
situación afectará tanto la rentabilidad de las empresas como la masa salarial; si los salarios
son inflexibles a la baja (como tiende a ocurrir) ello repercutirá en desocupación, mientras
que si son flexibles, podrá mantenerse el nivel de ocupación a costa de una baja en la
capacidad de consumo. En ambas situaciones, los efectos se derraman sobre el conjunto de
la actividad económica.

El agravante de tal cuadro (evidenciado a diario y muchas veces de modo dramático) es


que, ya sea motivados por la pérdida de su empleo o porque sus salarios se deterioraron
respecto de sus pares del grupo de países que pudo pagar el nuevo precio del insumo, si los
trabajadores afectados desearan migrar, las restricciones de aquellos estados no lo
permitirían.

A resultas del cambio de situación, mejora la posición, en términos relativos e incluso


absolutos, del conjunto de naciones que mantienen su producción sin afectar la utilización
de sus factores, o que la aumentan gracias a la ventaja obtenida frente a sus competidores.

No es necesario ponerle nombres a los países ganadores ni a los perdedores, sino identificar
que sólo obtienen beneficios quienes producen el insumo estratégico, al obtener mayor
ingreso por igual cantidad vendida, y quienes pueden absorber el nuevo costo sin deteriorar
la utilización de la totalidad de los factores. Resultan perdidosos quienes, ante el nuevo
valor del insumo, tienen empresas que no pueden afrontar los nuevos costos y su traslado a
precios, y entonces o bien disminuyen la cantidad de bienes ofrecidos o, si la función de
producción no lo permite, desaparecen del mercado.

Esto nos ayuda a comprender las implicancias de las regulaciones del comercio exterior en
el desarrollo de la economía.
Justificación desde el orden de lo empírico

El aperturismo implementado por la alianza Cambiemos empieza a mostrar resultados. En


el intercambio de bienes con el resto del mundo, entre 2016 y 2017, nuestro país logró
aumentar sus exportaciones en alrededor de 550 millones de dólares (por variaciones de
precios ya que las cantidades descendieron 0,4%), mientras que las importaciones crecieron
en 11.000 millones de dólares.
Pasando por alto las graves consecuencias sobre los equilibrios macroeconómicos que el
déficit comercial resultante provoca (u$s8.471 millones), posamos nuestra mirada en los
efectos sobre el uso de los factores locales.
Ante un consumo virtualmente estancado, el incremento de las importaciones nos
proporciona la medida aproximada en que la producción local fue desplazada por la
foránea. Dicho de otra manera, cuantifica la pérdida de presencia de nuestras empresas en
el mercado local y de la masa salarial de los trabajadores argentinos a favor de los
extranjeros.
Las premisas de la política de "apertura" son falsas porque no son recíprocas. Mientras a
cualquier empresa extranjera se le permite aprovechar en nuestro país las ventajas
competitivas (acceso a insumos, tecnología, salarios, etc.) que le ofrece el suyo, la situación
inversa no se verifica. Cualquier intento de mejorar la inserción argentina en mercados
internacionales choca contra las regulaciones que los demás estados sí erigen y continuarán
haciéndolo en forma creciente.

Camino hacia el óptimo económico

Como dijimos la semana pasada, la coyuntura nos enfrenta a desafíos tanto urgentes como
mediatos.
Para hoy, sabiendo que la continuidad de estas conductas gubernamentales sólo abundará
en una creciente subutilización de los factores de producción locales, apremia la defensa de
nuestros empresarios y trabajadores, mitigando los daños infringidos.
De cara al futuro, se trata de la búsqueda de un Modelo de Desarrollo Económico
Permanente y Sustentable (MoDEPyS), es decir de un esquema económico óptimo, que
permita el completo aprovechamiento de los factores locales.
Para ello, entre otras condiciones, se impone la administración del comercio exterior, no
sólo porque se trata de una alternativa racional (tanto desde la teoría económica como desde
la empiria), sino también porque están dadas las condiciones de su factibilidad.
Durante el apogeo del Consenso de Washington, sus organismos multilaterales garantes
limitaron los márgenes para la toma decisiones soberanas. El nuevo contexto internacional,
con los EE.UU. relegando a instituciones como la OMC a roles ya no sólo formales sino
esencialmente marginales, cambia las condiciones de posibilidad.

La regulación del comercio exterior no sólo es necesaria, sino que ahora, sin temor a sufrir
represalias, ¡también es posible!

*MM y Asociados
Lunes, 12 de febrero de 2018

Los prestamistas externos tambié n


preguntan có mo seguimos

Por
Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich

La fluidez que ha conseguido el Gobierno en su financiamiento sorprende cuando se lo


examina a la luz de los descalabros macroeconómicos en los que discurre su gestión.

Con déficits:

- Fiscal Total (DFT) que ronda el 11% del PBI,

- de la Balanza Comercial del orden de los u$s8.500 millones y

- de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos de u$s30.000 millones,

la obtención de préstamos debiera ser una quimera.

Para comprender por qué no lo es, podemos remitirnos a un ejemplo cotidiano en el mundo
de los negocios donde en muchas ocasiones nos encontramos con empresas a las que no les
prestaríamos, pero que mantienen, sin embargo, acreedores que le suministran el crédito
necesario (en mercadería a pagar o financiero) para funcionar.

En general, al ahondar un poco, aparece que éstos últimos tienen o bien afinidades, o bien
supra garantías, a las que el resto no accede.

Dados los ordenamientos legales que regulan al Estado Argentino y sus tomas de deuda,
salvo excepciones, la segunda explicación es descartable. Quedan entonces, como elemento
determinante, las relaciones de conocimiento. Éstas, devenidas de relaciones de
subordinación o de vínculos sociales, familiares o comerciales, le brindan al acreedor la
confianza en el cobro, ya que si bien saben que "no alcanza para todos", otorgan la
certidumbre de que "estarán primeros en la fila".

Claro que la eficacia de la frase "tranquilo lo tuyo está" empieza a resquebrajarse cuando a
la delicada situación interna se adiciona la aparición de amenazas externas.
La tormenta que viene del norte

Las decisiones del gobierno de Trump respecto a la administración del comercio exterior, la
reciente reforma tributaria y el megaproyecto de obra pública, actúan como un poderoso
atractivo para la inversión fronteras adentro de EE.UU. Con una tasa de desocupación
rondando el 4%, el riesgo de "recalentamiento" está latente. Para su disipación, como lo
indica la reunión de la Fed, nada mejor que nuevas subas de tasas.

Los mercados financieros globales se anticiparon a tal decisión, aumentándolas a partir de


incrementar el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense.

La suba de tasas es funcional a fines de evitar el "recalentamiento" de la economía


norteamericana, así como también para la obtención del financiamiento para los proyectos
de inversión privados y los públicos presupuestados. Esto nos lleva a prever que la
principal economía del mundo será la gran "esponja" de la liquidez mundial.

No hay dudas que, competir con los EE.UU. por el crédito internacional, es un desafío que
podría exceder con creces las potencialidades de nuestra economía.

No sólo sube la tasa sino que asoma la niña

Las constantes quejas sobre una supuesta retención de soja y maíz en los campos, y la caída
en la exportación de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario, no hacen
más que corroborar que las proyecciones del Ministerio de Agroindustria sobre la campaña
pasada fueron erróneas, llevando a que las estimaciones sobre el crecimiento de la actividad
económica en 2017 del Indec y las proyecciones de nuestros colegas del sector privado,
sean injustificadamente altas.
La sobrestimación de la cosecha, en alrededor de 11 millones de toneladas (M/tn), llevó a
un incremento artificial de la medición del PIB cercano al uno por ciento -como ya lo
hemos descripto y explicado en esta columna en reiteradas oportunidades-. Tuvimos
entonces, como resultado de la campaña 2016/17, un producido cercano a los 126 M/tn,
lejanos a los 137 M/ tn anunciados por la cartera de agroindustria.
Pero lo verdaderamente grave es que la presente campaña sufrirá una caída en la
producción, como efecto de la prolongada sequía y las altas temperaturas en la zona núcleo.
Declaraciones del presidente de la Sociedad Rural Argentina, reproducidas por la "tribuna
de doctrina", indican que el rendimiento esperado para la campaña 2017/18 es de 109 M/tn.
No es esta la visión más pesimista. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires prevé una
cosecha de soja de 51 M/tn (contra alrededor de 57 M/tn de la campaña anterior), pero
advierte que podría caer hasta los 40 M/tn si las condiciones climáticas imperantes
continúan en las próximas semanas.
Las consecuencias de tales pronósticos son estremecedoras, especialmente para quienes
hayan confiado en las estadísticas del ex ministro de agroindustria Buryaile y su sucesor
Etchevehere. Si el descenso en la cosecha va, en millones de toneladas, de 137 a 109, la
pérdida en exportaciones (en equivalente soja a u$s362,39 la tn, precio del 07/02/18)
superaría los u$s10.000 millones.
Para los lectores de esta columna el panorama será menos atemorizante, ya que la baja en la
producción sería de alrededor de "sólo" 17 millones de toneladas (de 126 M/tn a 109 M/tn),
con una baja en las ventas externas de más de u$s6.000 millones.
Esto implica que, aun cuando las importaciones no se incrementen siquiera en un dólar,
sólo por la pérdida de exportaciones del sector primario, la Balanza Comercial argentina
pasará de un déficit de alrededor de u$sS8.500 millones en 2017, a uno de entre ¡14.500 a
18.500 millones de dólares en 2018!

Una atmósfera inclemente

Hace menos de quince días, dos empresas argentinas que lanzaron ofertas públicas en Wall
Street (Corporación América Airports y Central Puerto S.A.), hicieron las colocaciones
planeadas, pero a costa de significativos recortes en los precios de sus acciones. Esto quiere
decir que los mercados internacionales no convalidaron los valores, en dólares, de las
compañías.

¿Serán los motivos de la quita intrínsecos a las empresas, o estamos ante indicios de que la
confianza de los inversores comienza a flaquear?
Por doquiera se mire, sea desde la perspectiva de lo interno o lo externo, sea desde las
finanzas o la economía real, los pronósticos sólo nos traen promesas de tormentas.

Desde la desatinada conferencia de prensa del 28 de diciembre pasado, el "mejor equipo de


los últimos 50 años" ha sumido a los mercados en un mar de incertidumbres, afectando con
su propio desconcierto al conjunto de los agentes económicos.

Las prevenciones sobre las eventuales medidas gubernamentales se superponen con la


certeza de la persistencia de los desequilibrios preexistentes, dando así, a nuestra economía,
la fortaleza de un castillo de naipes.

Los nuevos datos de contexto derivan también novedosas preguntas:

¿Cuál será el comportamiento de los agentes financieros globales, prestamistas de nuestro


país, si la economía de los EE.UU. comienza a fungir como una aspiradora de la liquidez
mundial? ¿Qué consecuencias derramará la reducción de la cosecha sobre el conjunto de la
actividad económica, en especial sobre las cuentas fiscales y la capacidad de honrar las
deudas contraídas?
En tanto las acechanzas se mantengan, no sólo las respuestas no serán estimulantes, sino
que se pondrá en duda la certeza de "cobrar primero (en dólares)" entre dichos acreedores.
Tal vez más que nunca, conviene insistir en transitar la etapa atentos a las señales
macroeconómicas y vigilantes hacia la propia exposición a los factores de contexto en la
microeconomía.
Reafirmamos que lograr la vigencia del concepto de empresa en marcha puede convertirse
en el mayor criterio de éxito porque como ya lo dijimos este es un año donde "empatar es
ganar".
El comportamiento de los inversores ante la renovación de los préstamos, adquiere el
carácter de primus inter pares entre los indicadores clave. La "cadena de la felicidad" de las
acreencias externas se corta cuando comienzan las dudas sobre si "lo tuyo está".
Lunes, 19 de febrero de 2018

Una Argentina de pleno empleo es


posible y necesaria

Por
Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich

En nuestras últimas entregas hemos estado reflexionando sobre los desafíos que la etapa
nos impone: los urgentes, para mitigar los daños producidos por el esquema económico
vigente, y los mediatos, para que -una vez atravesada la forzosa fase de la reconstrucción-,
podamos encarar la edificación de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y
Sustentable (MoDEPyS), que funja como el cimiento de una necesaria Argentina de pleno
empleo.

La consolidación del mundo que emerge dió su paso decisivo con la asunción de Trump.

Ello también requiere entender el mundo, totalmente distinto, en el que se juegan los
destinos de la Patria.

La vieja globalización bajo el influjo del Consenso de Washington ha fenecido y emerge un


nuevo orbe, caracterizado por la puesta en valor de los vectores de competitividad de las
economías nacionales. Sin embargo, esto se desarrolla en una dinámica de fondo
esencialmente confrontativa, una lucha sin concesiones por la determinación de cuáles son
los pueblos que tendrán trabajo y cuáles lo perderán.

Si bien se trata de una reflexión que ineludiblemente involucra a todos, la responsabilidad


recae con mayor fuerza sobre la dirigencia que conforma la oposición política, sobre cuyas
espaldas se distribuirá la carga de la conducción de los destinos de la Argentina.

La III guerra y la reconfiguración mundial

El papa Francisco acaba de hacer un llamamiento a la abolición de los arsenales nucleares.


Confesando sus temores expresó: "pienso en serio que estamos al límite. Tengo miedo de
esto. Si seguimos así, basta un pequeño incidente para que la situación pueda precipitarse.
Hay que eliminar las armas".

Así también, durante la edición del corriente año del Foro Económico Mundial reunido en
Davos, el creciente riesgo de conflictos bélicos de escala global, incluyendo el de una
conflagración nuclear, ocupó el centro de las preocupaciones entre los integrantes del
exclusivo club de multimillonarios.
Los episodios que involucran a Israel, Irán y Siria, siguen en creciente tensión; prueba de
ello es que, por primera vez en más de tres décadas, un avión caza bombardero israelí fue
derribado, mientras que la región toda está envuelta en conflictos y tensiones, desde
Turquía hasta Yemen y del Mar Rojo a Afganistán.

El desarrollo ulterior de los eventos es imprevisible. Lo que sí se puede colegir es que la


guerra continuará, en cuotas como afirma el Papa, por todas las latitudes, pero
especialmente en el oriente medio, donde se decide cómo se distribuye la energía que
sostiene parte de la economía global.

Así como los ganadores de la II Guerra Mundial dieron forma tanto al diseño de las
relaciones como a la economía internacional -prácticamente hasta estos días-, los
vencedores de la III son quienes configuran el mundo en el que tendremos que vivir. De allí
la presencia en aquella región de los dos principales oferentes globales de energía, EE.UU.
y Rusia, que con su accionar refuerzan la retracción de las potencias económicas
subordinadas como Europa y China.

Llegaron para quedarse

En este nuevo orden mundial, potencias económico-militares como Estados Unidos, Gran
Bretaña o Rusia, incrementan y perfeccionan los instrumentos con que defienden sus
intereses nacionales, con independencia de si ellos se ajustan o no a los acuerdos
prexistentes. Sus gobiernos fueron elegidos por sus pueblos, entre otros motivos, para darle
materialidad a las ansias de bienestar y prosperidad de extendidos segmentos sociales
previamente postergados.

Por ello, la participación de EE.UU. y de Rusia en las contiendas del medio oriente no
serán coyunturales sino permanentes. Mientras persista la guerra, el suministro de energía
se encarecerá para sus competidores en términos económicos; así el país euroasiático se
mantendrá como proveedor principal en Europa y en Asia percibiendo los precios por él
determinados, mientras que el norteamericano, a partir de su revolución energética,
consolidará su ventaja competitiva frente al resto de las economías.

Para obtener una noción aproximada de la prevalencia obtenida por EE.UU., gracias a la
baja en los costos primos lograda a partir de la explotación del Shale Gas, podemos
comparar los precios pagados por el gas natural. Mientras que, según el Banco Mundial, a
diciembre de 2017 el costo por millón de BTU (MBTU) fue de u$s2,76 en la potencia
americana, para Europa el precio promedio de abastecimiento alcanzó los u$s6,56.

El acceso a la energía determina la actividad económica en un quantum asociado. Y, dado


que los países que consiguen altos desempeños económicos también erigen sólidas barreras
migratorias, en simultáneo finalmente definen cuáles son los pueblos que pueden trabajar y
cuáles los que no.

Nos encontramos entonces frente a una guerra por los puestos de trabajo.
El papel de la economía principal

La consolidación del mundo que emerge dió su paso decisivo con la asunción de Trump al
gobierno estadounidense. El despegue de la economía en el país del norte no sólo deja
perimidas las tesis de un paso fugaz, casi accidental, sino que lo proyecta hacia la
posibilidad de un segundo mandato.

Nos espera un mundo, en el corto plazo, en el que su principal economía será la gran
"esponja" de la liquidez mundial, absorbiendo el financiamiento que demanden tanto el
sector público como el privado para la puesta en valor de sus proyectos de inversión. Como
señalamos oportunamente, estos están potenciados por el aumento de la tasa de ganancia
empresarial -causado por la administración del comercio exterior y la reciente reforma
tributaria-, estimulada por el plus de demanda que originará el megaplan de obra pública
recientemente aprobado (cercano a los U$S2,2 billones).

En este marco el dólar se fortalecerá como moneda, ratificando su rol indiscutido como
numerario y reserva de valor a escala global, mientras que la pérdida de competitividad que
de ello pudiera derivarse para sus bienes transables, resultará más que compensada por las
ganancias de productividad obtenidas por el abaratamiento del insumo energético.

Esto último, también ha llegado para quedarse.

La necesidad de nuestro MoDEPyS

En este contexto internacional, un MoDEPyS es imprescindible. Como hemos señalado en


artículos precedentes, implementarlo requiere que también las dirigencias empresariales y
sindicales lo hagan propio, y para ello, recordemos, debe cumplirse, entre otras
condiciones, que:

► las empresas obtengan adecuada rentabilidad,

► el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y

► los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos, asegurando así los
necesarios niveles de bienestar para el conjunto de la población.

Los pueblos que sufren la pérdida de empleos lidian también con la inestabilidad
institucional. La desocupación al alza es sinónimo de ingobernabilidad del sistema.
Por ello, aprovechar la ventana de oportunidad que, pese a sus complejidades, el nuevo
contexto mundial nos ofrece, convierte a la Argentina de pleno empleo en una realidad
posible, la que, a su vez, es estrictamente necesaria, porque de ella dependen la estabilidad
de las instituciones y la paz social.
Debemos maximizar la utilización de nuestros propios vectores de competitividad, que no
son otros que los que devienen de las rentas extraordinarias originadas en:

► la producción de algunos alimentos y


► la exploración-explotación de los combustibles fósiles.

En ello se juega nuestro destino como Nación.

Lunes, 26 de febrero de 2018

El oficialismo un pato rengo y criollo


Por
Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari y Lic. Norberto Itzcovich

La frase "pato rengo" (lame duck) se acuñó en el siglo XVIII, en la Bolsa de Londres, en
referencia a un corredor que incumplió sus deudas. En la ciencia política, se retoma el
concepto en los años ´20 del siglo pasado, aludiendo, entre otros, a aquellos presidentes
que, con poco tiempo de mandato por delante, pierden el poder del que gozaban para
implementar las decisiones pergeñadas. Esta percepción puede aplicársele hoy al Poder
Ejecutivo Nacional.
El cambio de humor social, reflejado incluso con cánticos masivos en algunos estadios
deportivos, recientes fallos judiciales contrarios a los intereses del gobierno, y
modificaciones forzadas en su elenco que, por motivos similares, hasta ahora no habían
provocado ninguna renuncia, son algunas de las señales que confirman lo antedicho.

La expresión "pato criollo", extraída del saber popular, no necesita mayor explicación.
En este marco, el enjambre de complicaciones generado por sus propias decisiones
económicas, llevó al gobierno a un callejón sin salida. Tiene una única opción, y es la de
intentar no agudizar las inconsistencias macro, con el fin de evitar que ellas generen un
colapso en el ámbito institucional.

Los cuidados paliativos

En nuestro artículo del pasado 7 de enero, "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?", le


advertimos al gobierno que "los dos factores de incremento de la demanda que le
permitieron llegar a las elecciones de octubre están exhaustos: el gasto en obra pública, que
no puede seguir aumentando sin elevar el déficit fiscal a niveles explosivos, y los préstamos
para consumo/inversión de los particulares que, de seguir creciendo, pondrían en crisis la
solvencia del sistema financiero". "... intentar revertir dicha situación mediante la baja de la
tasa de interés suena más a voluntarismo que a dominio de la disciplina económica".
Casi dos meses después, pareciera que el gobierno tomó conciencia del nefasto escenario
que se le presenta, y decidió no complejizar aún más la situación. De esa forma, mantuvo
en su cargo al funcionario que preside el Banco Central y retomó su anterior política
monetaria, dejando así en el olvido aquella insólita conferencia de prensa brindada el
mismísimo día de los inocentes.
Por cierto, que sonaba decididamente descabellado implementar lo entonces anunciado,
ante una situación económica que, entre otros aspectos, presenta:

► un Déficit Fiscal Total que alcanzó el 11% del PBI,

► un saldo negativo récord de la balanza comercial (U$S8.471 M en 2017), el cual tiende a


agudizarse producto, entre otros motivos, del impacto de la sequía en la producción
agropecuaria, y en consecuencia en la exportación de bienes de ese origen. Basta mencionar
que el déficit alcanzado en el primer mes de 2018 resultó 1.833% superior al de enero de
2017.

► un rojo de la cuenta corriente de la balanza de pagos que se ubica en el entorno del 6%


del PBI,

► perturbadores y distorsivos niveles inflacionarios, que no tienen visos de disminuir, y

► tasas de interés internacionales al alza, que incrementarán los servicios de la deuda


externa.

Bajo este contexto, corresponde a la oposición, no sólo prepararse para asumir


oportunamente la responsabilidad que le compete, sino también acompañar la actual
coyuntura, del mismo modo que los médicos lo hacen con sus pacientes terminales,
tratando de minimizar el sufrimiento.

La oposición debatiendo el porvenir

La dirigencia política, empresarial y sindical, debe aprovechar este intersticio ente lo viejo
y lo nuevo para reflexionar en rededor de un Modelo de Desarrollo Económico, Permanente
y Sustentable (MoDEPyS), que encuadrará las decisiones que orgánicamente deberán
tomarse.

Precisando los conceptos, se trata de:

► un Modelo, porque articulará sistémicamente los mejores planes, programas y proyectos


que impactarán en la vida económica de la nación.

► de Desarrollo Económico, porque debe contemplar, de manera simultánea, el


crecimiento económico y la inclusión social.

► Permanente, con el objeto de que sean decididamente superados los ciclos de "stop and
go", que han caracterizado a nuestra economía durante las últimas décadas,
fundamentalmente como consecuencia de la restricción externa y, finalmente,

► Sustentable, porque como nos enseña Su Santidad, debemos cuidar la casa común.

Acerca de las rentas extraordinarias


Para posibilitar su implementación, es necesario disponer de las rentas extraordinarias.
Estas, tal como definimos en nuestro artículo hacia finales del mes enero, están constituidas
por "aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado, independientemente
del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de la explotación de
algún recurso natural". Esa característica, en Argentina, la cumplen algunas tierras y la
energía fósil, constituyéndose, en consecuencia, en los vectores de competitividad de
nuestra economía.

El debate sobre la administración de dichas rentas está presente en la reflexión de la


oposición. Esquemáticamente se pueden mencionar tres grandes corrientes que orientarán
los alineamientos político-técnicos:

Una, reflexiona entorno de que, aún funcionando al máximo de su potencial, la economía


en su conjunto no alcanza para incluir a la totalidad de la Población Económicamente
Activa1 (PEA), manteniendo un cierto nivel de desocupación y por lo tanto de pobreza,
definidos, justamente por ese motivo, como estructurales. En consecuencia, las rentas
extraordinarias deben ser aplicadas, bajo diversas modalidades, en la subsistencia de esos
sectores.

La segunda visión presupone que éstas deben ser utilizadas por el propio Estado, quién
asume así el rol de dinamizador de la economía, y las aplicará de acuerdo a las prioridades
que una preexistente planificación económica les asigne.

Por último, una tercera posición, que al día de hoy emerge como mayoritaria, plantea que
dichas rentas deben ser distribuidas en la totalidad del entramado empresarial, con el
objetivo de mejorar sus estructuras de costos y, por ende, sus precios de comercialización.

Ello garantizará la hegemonía de esas compañías en el mercado doméstico, al tiempo que


facilitará su adecuada inserción en los flujos internacionales de comercio, asegurando de
esta manera el pleno empleo de los factores productivos.

En síntesis, la responsabilidad de la oposición política es la de generar los ámbitos de


reflexión, que permitan que el debate planteado sea desarrollado con la mayor participación
posible de dirigentes sindicales y empresariales.

De esta forma, los consensos entre todos alcanzados garantizarán el éxito de lo


aprehendido.
Lunes, 5 de marzo de 2018

Les hablé con el corazó n, me


contestaron con el bolsillo

Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Ante un foro económico realizado recientemente en España, el ministro de Hacienda


argentino abordó entre otros, el tópico de la inflación en nuestro país. La temática,
trascendente de por sí, lo es además porque de acuerdo a cómo el gobierno aborde la
problemática, el empresario avezado interpretará ese criterio para orientar sus decisiones de
inversión. Sin embargo, insólitamente Nicolás Dujovne reconoció: "Tenemos muy pocas
herramientas, pero una voluntad de hierro para derrotarla".
Tal muestra de incompetencia nos recuerda cuando el Dr. Juan C. Pugliese reemplazó a J.
V. Sourrouille en el Ministerio de Economía, en marzo de 1989. En medio de un contexto
hiperinflacionario, y no habiendo reaccionado favorablemente los mercados a su arenga,
inmortalizó la frase: "Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo". Cuarenta
y cinco días después tuvo que renunciar.
Cuando el último 8 de enero publicamos nuestro artículo "¿Será Sturzenegger el
Sourrouille de Macri?", no imaginábamos que las coincidencias del actual gobierno con la
desastrosa gestión económica de aquel entonces, serían tantas. Parecería que se vuelve a
repetir aquello de que todos los hechos de la historia aparecen dos veces: una como tragedia
y otra como farsa.

La inflación

Su definición estricta sostiene que es un aumento generalizado de todos los precios de una
economía.
Para medir su evolución, se utiliza una multiplicidad de indicadores, como el Índice de
Precios al Consumidor, el Sistema de Índices de Precios Mayoristas, y el Índice del Costo
de la Construcción, entre otros.
Para adentrarnos en el tema, imaginemos el comportamiento de los precios en una
economía donde sólo hay dos tipos de bienes (a y b) y su comercio se realiza mediante el
trueque. Si por alguna circunstancia escasea el bien "a", esto implica que será necesaria una
mayor cantidad de "b" para adquirirlo. Queda claro que no hubo inflación, sino una
modificación de valores relativos, ya que el aumento del primer bien es compensado por
una baja en el segundo.
Pero al incorporar el dinero a la economía, que ahora media en el intercambio comercial, si
el precio del bien "a" aumenta, el de "b" puede no modificarse. La única posibilidad de que
esto efectivamente acontezca es que aumente la cantidad de moneda emitida o su velocidad
de circulación.
Sin existencia de dinero, o un sucedáneo, no habría inflación. Esa es la razón por la cual los
libertarios, monetaristas, neoliberales o marxistas, sostienen que la inflación es "siempre y
en cualquier lugar un fenómeno monetario". Pero ello, sólo es cierto en el largo plazo.
Por el contrario, en el corto y el mediano, las causas de la inflación son múltiples. Esto es
así, dado que resulta impensado que, para no convalidar procesos inflacionarios, un
gobierno restrinja a tal punto la cantidad de dinero que impida la normal circulación de
bienes y servicios en la economía.
De ahí que resulte imprescindible coordinar las decisiones empresariales, impactadas por
esa multiplicidad de causas.

Las decisiones económicas y su coordinación

Como todos sabemos, dichas decisiones moldean el futuro. Para tomarlas, los hombres de
negocios acuden a sus propias expectativas.

Pero ¿cómo se conforman éstas?

La mayoría de los sectores de la economía trabaja con "expectativas adaptativas", excepto


los vinculados al vector especulativo-rentístico, el financiero ampliado, que lo hace en base
a "expectativas racionales".
Las expectativas adaptativas toman en cuenta, para predecir lo que sucederá en el futuro, lo
que ha ocurrido en el pasado, esto es "adaptan" su comportamiento en el porvenir en
función de lo vivido.
Por su parte, las racionales, se forman teniendo en cuenta toda la información relevante
disponible, tanto teórica como empírica. En este esquema, resulta trascendente conocer la
tasa de emisión monetaria, para realizar una previsión de la inflación futura. Tanto es así,
que un conocido economista oficialista llegó a afirmar: "Díganme cuál es la tasa de emisión
y yo les diré de cuanto será la inflación".
Estos modelos simplificados, resultan útiles para que los estudiantes de economía puedan
tener una aproximación a la comprensión del entramado productivo, pero de ninguna
manera describen el cabal funcionamiento de nuestra economía. Como enseña Su Santidad,
la realidad es superior a la idea el vivir es mucho más complejo.
En el mercado interactúan, como mínimo, estas dos conceptualizaciones de las
expectativas, por lo que resulta imprescindible generar los instrumentos que permitan, al
conjunto de los agentes económicos, tomar sus decisiones de manera coordinada.
En este marco, y para conseguirlo, es que las políticas de regulación del comercio, tanto
interior como exterior, adquieren su relevancia1.

Las regulaciones como instrumento para alcanzar el óptimo económico

En una economía subóptima como la Argentina, debería ser obligación del gobierno, si
pretende obtener un entorno macroeconómico consistente y equilibrado, implementar estos
instrumentos con habilidad y sapiencia.
En definitiva, no se trata de que las regulaciones sostengan la economía en un desequilibrio
pernicioso, sino de utilizarlas para suplementar un equilibrio virtuoso2.
Sin embargo, el actual oficialismo descree de las regulaciones, excepto claro, de las que
utiliza para poner tope a la discusión paritaria.
Ese renunciamiento a utilizar herramientas fundamentales es, justamente, una de las
razones que llevó al ministro a mencionar que se quedó sin instrumentos aunque con mucha
voluntad.
Como afirmamos en diversas oportunidades, la economía se encuentra en un autogenerado
enjambre de inconsistencias, y con sus declaraciones los funcionarios relevantes del área
sólo agudizan los problemas.
Es de esperar entonces, que desafortunadas apreciaciones como las de Dujovne, no se
repitan.

Y ello es necesario ya que constituye principalmente una responsabilidad del oficialismo, y


secundariamente de la oposición, que las actuales circunstancias económicas no deriven en
un colapso del entramado institucional.

1 Las regulaciones más usuales son aquellas que impactan en el precio de venta de los
bienes y servicios, o en la cantidad que de ellos se comercializa.

2 Como antecedente histórico en nuestro país de un espacio común entre sindicatos,


empresarios y gobierno para reflexionar en rededor de los mejores instrumentos
regulatorios, puede citarse el “Primer Congreso Nacional de la Productividad y el Bienestar
General”, cuyas jornadas preparatorias se desarrollaron durante el primer lustro de la
década del ’50.

Lunes, 12 de marzo de 2018

Lo peor no pasó . Por las dudas... no


insistan
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Aunque desde nuestro antagonismo hacia las políticas económicas del Gobierno pudiera
parecer paradojal esta afirmación, el mensaje presidencial a la Asamblea Legislativa fue un
momento tranquilizador a nuestros oídos.
No es que creamos en su frase hecha "lo peor ya pasó", o que no hayamos reparado en las
inexactitudes y falacias contenidas, sino que, en la ausencia de anuncios sustantivos en
materia económica, radica lo central del discurso del Presidente.
Dos meses atrás señalábamos que "el Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse
con meticulosidad a administrar, de la mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta
alcanzar la meta". El Presidente de la Nación pareciera haberlo comprendido.
De allí que haya resistido exitosamente la tentación de apelar a "jugadas maestras" o planes
salvadores que, como la fallida conferencia de prensa del pasado 28 de diciembre, sólo
traen más riesgos de incrementar los desequilibrios en los que transita nuestra economía. La
aparente confirmación de que se archivaría el proyecto de reforma laboral se inscribiría en
la misma tónica, eludiendo así innecesarias confrontaciones.
Tal aceptación de la (cruda) realidad es un mérito que vale reconocer al primer mandatario;
no es el caso de algunos de sus principales ministros quienes, dominados por las
sensaciones de impotencia (Nicolás Dujovne) o desesperación (Francisco Cabrera), no
cesan de proferir destempladas declaraciones.

Se suman más espadas de Damocles

Poco a poco, los diagnósticos y pronósticos que hemos desgranado en estas páginas se van
cumpliendo, componiendo un irreversible cuadro de creciente complejidad.
En la economía real, los componentes de la demanda agregada continúan deteriorándose:
► el consumo continúa su pendiente negativa, provocada por el propio gobierno a partir
del incremento del precio de los alimentos y otros gastos esenciales como tarifas, agudizado
con que alcanzó su límite el endeudamiento de particulares,

► la inversión privada permanecerá retraída mientras las perspectivas de ventas, internas


y/o externas, no insinúen rentabilidad razonable,

► la inversión pública no puede seguir aumentando sin elevar aún más el nivel explosivo
del déficit fiscal, y

- las exportaciones enfrentan los problemas de competitividad que arrastra nuestra


economía.

A ello se suma el imponderable de los estragos que la sequía está causando en los cultivos,
cuyas proyecciones de cosecha han debido ajustarse día a día a la baja y que redundarán en
un deterioro en el producido de, al menos, 20 millones de toneladas, afectando en medidas
asociadas al conjunto de las actividades conexas.

De ello se desprende un panorama aún más desfavorable que el que ya se preveía,


incrementando los abultados déficits comercial y de la cuenta corriente de la balanza de
pagos; por lo mismo, aumenta la necesidad de ingreso de divisas a través de préstamos,
tanto como las presiones sobre el tipo de cambio.

El nuevo orden mundial, sobre el que también hemos abundado en esta columna, comienza
a provocar las consecuencias anunciadas.

Por una parte, la demanda de financiamiento de la pujante economía de los EE.UU.


complejiza y encarece el acceso al crédito internacional y, como lo habíamos pronosticado,
el dólar se fortalece.
Por la otra, las consecuencias de la caducidad del "Consenso de Washington" y de sus
instituciones regulatorias, empieza a manifestarse con mayor intensidad, proceso que no
tiene marcha atrás, ya que se opera en simultáneo en todas las dimensiones del poder: el
político, el económico y el militar.

Aún sabiendo que el oficialismo no dejará de "abrazar la globalización", ello no debe


inhibir la reflexión de la sociedad sobre el aprovechamiento de las ventanas de oportunidad
que las nuevas condiciones ofrecen.

Las restricciones que la economía norteamericana impone a sus competidores no sólo


afectan las posibilidades de ventas directas, sino que someterán a nuestros productores a la
competencia con mercancías que deberán buscar nuevos destinos.

Vanas serían las esperanzas de quienes anhelen que esto se revierta. La respuesta de Trump
a las airadas protestas fue "las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar". Las
amenazas de retaliación que profieren los países afectados no tienen posibilidad alguna de
materialización, debido a la desproporción entre las economías contrincantes.

Asimismo, la importancia de los EE.UU. en la tutela militar de Europa, impide imaginar


cualquier escenario que derive en la prescindencia de la superpotencia.

Un infeliz intento de "jugada maestra"

La inconsistencia macroeconómica que subyace al corriente esquema impide que el actual


derrotero nos lleve a buen puerto. Los golpes auto infringidos y los que los mercados
internacionales propinan, agravan el panorama.

La desdichada conferencia de prensa mencionada no hizo más que contagiar el desconcierto


en el que el gobierno está sumido, al resto de los agentes económicos; en la tensión que se
observa entre las tasas de interés y el tipo de cambio quedaron sepultados los sueños de
estimular las inversiones productivas.

En tal contexto, urge que el gabinete de gobierno se encolumne homogéneamente tras la


nueva actitud presidencial, en busca del imperio de la serenidad.

Que Dujovne confiese, rememorando al ex ministro Pugliese, que sólo le queda su voluntad
para luchar contra el flagelo inflacionario, equivale a un certificado de impotencia. Lo
mismo cabe en cuanto al ministro que, emulando las "chicanas" a un dirigente sindical,
rotula de "llorones" a los empresarios, sin entender que la ausencia de inversiones no
responde a "falta de ganas", sino a la imposibilidad de obtener rentabilidades adecuadas.

Tanto uno como el otro confirman la ignorancia de las dinámicas de las materias que les
competen, pero lo más grave es que así conspiran contra el razonable objetivo de "no hacer
olas" en un contexto que se presenta inclemente.
La consigna es evitar el colapso

Paso a paso, el gobierno fue construyendo un escenario que, por las situaciones fiscales,
monetarias y cambiarias, rememora a los de 1989 y de 2001.

El deber gubernamental es el de coordinar las decisiones de los agentes económicos; nada


aporta a tal cometido que se ataque al sector privado (sean trabajadores o empresarios). Si
las dificultades (hasta hoy) no se han expresado en modos más virulentos, es debido a los
esfuerzos que la dirigencia realiza para el sostenimiento de la actividad dentro de los
carriles normales y habituales. Pero si se confronta en vez de coordinar, esta conducta
puede variar, llevando a los actores a sentirse liberados de la responsabilidad de defender
sus intereses y de, simultáneamente, garantizar la gobernabilidad sistémica.

Retomando la cuestión del discurso presidencial, no es la primera vez que se sostiene que
"lo peor ya pasó", sugiriendo (una vez más) que todo futuro será mejor.

Atento a lo que se puede esperar de este equipo gobernante, tanto en relación a sus
objetivos como en su pericia para alcanzarlos, nosotros nos conformaríamos con que se
evite el colapso que podrían provocar los "planes salvadores", y que así, por lo tanto, "no
pase lo peor".

Conducirse con serenidad en la inclemencia, es la demanda de la hora.

Lunes, 19 de marzo de 2018

Inconsistencias del mercado laboral:


só lo el sector pú blico crea empleo
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Se dice que la única forma de que un grupo de personas cuente con la hora exacta, es que
haya sólo un reloj; si hay dos sobrevendrá una discusión y si son tres tendremos un
problema estadístico. Con esta divertida metáfora se suele ejemplificar, en nuestra
profesión, la dificultad que enfrentamos cuando la información disponible es contradictoria.
Idénticos inconvenientes se nos presentan para conocer la verdadera dinámica del mercado
laboral, ya que las actuales estadísticas oficiales proporcionan información muy limitada
(por recortes de cobertura), afectadas por extensas demoras en su publicación y por
incongruencias entre los diferentes informes, incluso entre los de un mismo organismo.
Y, cuando nos adentramos en las cifras, la confusión muta a la sorpresa al develarse que el
sector público es el que provee mayoritariamente los nuevos empleos.
Como dijeron en la película: "Houston... estamos en problemas"

Nuestro país no cuenta con un sistema de estadísticas regulares completas sobre el mercado
de trabajo.
Las que se realizan a partir de los registros administrativos oficiales conllevan serias
limitaciones. En primer lugar, la de la ausencia de cobertura del trabajo "en negro" y, en
segundo término, la de la inconsistencia entre las estadísticas de las distintas bases de datos.
Por otra parte, los relevamientos sistemáticos del INDEC, que sí contabilizan el trabajo no
registrado, en la actualidad sólo alcanzan a 31 grandes aglomeraciones urbanas (Encuesta
Permanente de Hogares-EPH), excluyendo tanto al resto de la población urbana como a la
rural.
El gobierno de la alianza Cambiemos extendió el período de rezago (lapso de tiempo entre
el fin del ciclo observado y la difusión) para la publicación de información de la mayoría de
las estadísticas laborales, decisión que es especialmente llamativa por incluir a varias
reparticiones:

► En el caso de la EPH, se amplió de 50 a 80 días el plazo para el inicio de la difusión de


los informes, por lo que los más recientes pertenecen al tercer trimestre de 2017.

► La AFIP suspendió prácticamente por un año las estadísticas sobre los empleos
registrados que da a conocer vía su Informe de Seguridad Social (ISS), retomándolo recién
el pasado mes de febrero.

► La Ciudad Autónoma de Buenos Aires no ha publicado aún los informes de la Encuesta


Trimestral de Ocupación e Ingresos (ETOI, relevamiento similar a la EPH limitado a la
CABA) correspondientes al tercer y cuarto trimestre de 2017, cuando usualmente el rezago
era de 45 a 50 días.
De manera que, avanzado el mes de marzo de 2018, las únicas estadísticas conocidas sobre
el total de 2017 son las del número de aportantes registrados ante la AFIP y el Reporte del
Trabajo Registrado que difunde el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social
(MTEySS); que, como hemos señalado, presentan la restricción de la ausencia de
información sobre el trabajo no registrado. El resto de las fuentes sólo han brindado
informes parciales sobre el año pasado.

Como te digo una cosa te digo la otra

El MTEySS es el organismo responsable de la realización de dos de los informes basados


en registros: el Reporte del Trabajo Registrado (RTR) y el Boletín Estadístico de la
Seguridad Social (BESS). Según el primero, las personas ocupadas registradas eran
12.104.000 en diciembre de 2016 y 12.372.000 un año después, mientras que en el segundo
se pasa de 9.854.000 a 9.665.000, entre el final de 2016 y setiembre de 2017.
No sólo resulta muy difícil de explicar el motivo de la diferencia de alrededor de dos
millones y medio de personas entre informes que son elaborados por el mismo ministerio,
sino que mientras uno muestra crecimiento del empleo, el otro exhibe lo contrario.
El tercer parte accesible al público es el que elabora la AFIP, en el que el número de
aportantes crece desde 10.072.000 en diciembre de 2016 a 10.302.000 en el mismo mes de
2017, cifra que, por exceso o por defecto, tampoco coincide con las fuentes del ministerio
antecitado.

El conjunto de factores compuesto por:

► la parcialidad en la cobertura,

► las discrepancias en las cantidades,

► la contradicción en las tendencias (crecimiento o decrecimiento) del empleo registrado,


y

► la prolongación de los rezagos en la publicación de la información oficial, impide


conocer, con aceptable certeza y oportunidad, el comportamiento del mercado de trabajo.

A fuerza de empleo público y planes sociales

Sin embargo, del análisis de la fuente que más frecuentemente utiliza el oficialismo para
dar cuenta de la situación laboral (el RTR de la cartera de Trabajo), que es también la que
presenta mayores incrementos en las cifras de personas ocupadas, se desprende que, desde
el momento de la asunción del actual gobierno, el crecimiento total en el número de
ocupados registrados es del orden de las 330 mil personas y, como se muestra
detalladamente en el gráfico, es explicado mayoritariamente por el sector público, ya sea
por vía directa o indirecta.
Acerca de la categoría "Independientes Monotributo" (+135.800 registros), existe consenso
en que no se trata de la creación de nuevas posiciones sino, centralmente, del blanqueo
generado a partir del estímulo que representa la extensión del sistema de asignaciones
familiares a tal universo, (injustamente) excluido con anterioridad.
Le siguen, en cantidad de nuevos ocupados, los Asalariados del Sector Público (con
+82.000) y los Independientes Monotributo Social (+64.600) derivados de los planes
sociales. Estas dos categorías, que representan diferentes formas del empleo creado por el
sector público, explican casi el 45% de los nuevos registros. En el sector privado, el
personal doméstico crece en 32.900 registros mientras que las empresas, en dos años, sólo
generaron 21.300 nuevos ocupados.
Si este, que es el más optimista entre todos los informes, fuera correcto, se derivaría que
durante los primeros dos años del gobierno de Cambiemos, el crecimiento en el empleo
(2,2%) sería inferior por poco al crecimiento vegetativo de la población en edad de trabajar
(2,5%) y, por lo tanto, el crecimiento de la desocupación sería moderado.
Pero también surge que, si no se hubieran creado empleos en el estado o por medio de los
planes sociales, el crecimiento de los ocupados sólo sería de 1,5%, aun considerando a las
inscripciones de monotributistas como puestos de trabajo nuevos, aunque, como fue
señalado, tenemos nuestras dudas.
Resultó evidente que, cuando el mejor equipo de los últimos 50 años decía "disfrazan el
desempleo con empleo público", se refería a lo que estaba por acontecer. Tenemos que
reconocerle que, en ese campo, tenían las ideas claras.
Lunes, 26 de marzo de 2018

Acuerdo UE-Mercosur: ¿innovació n o


desuetudo?
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

El abordaje sobre la temática internacional se desarrolla actualmente enfrentando dos


corrientes principales. Una de las líneas argumentales entiende que eventos como el Brexit
o la implementación de políticas proteccionistas por parte de la administración
norteamericana, constituyen sólo singularidades que no modifican el proceso globalizador.
La otra, por el contrario, pone el énfasis en tales singularidades, interpretándolas como
hitos estructurantes del nuevo orden mundial.
Como ilustra el papa Francisco, la figura geométrica que representa la primera de las
vertientes es una esfera donde los puntos que la conforman, todos equidistantes del centro,
son uniformes y no se distinguen entre sí. En contraste, la segunda opción es simbolizada
por un poliedro irregular, en el cual cada una de las caras, desde sus propias
especificidades, integran un todo.
En este marco analítico debe insertarse la caracterización del acuerdo UE-Mercosur. Podrá
representar un trampolín sobre el que se articulará el aparato productivo argentino, visto
desde la primera perspectiva, o nacerá obsoleto y se tornará intrascendente, desde la
segunda.

Las dimensiones política, económica y militar del poder mundial

La caída del muro de Berlín, y la posterior desintegración de la Unión Soviética,


permitieron suponer que Rusia se retiraba de las grandes ligas, salía del grupo de países
protagónicos, y aún se ponía en duda que alguna vez pudiera volver a integrarlo.
Tanto es así que, en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G-20, que se celebró en
noviembre de 2014 en Brisbane, Australia, el presidente ruso, Vladimir Putin, se retiró
antes de su finalización luego de que varios líderes internacionales le reprocharan su actitud
en la "cuestión Crimea". Por primera vez en mucho tiempo se dejaba de lado a Rusia en el
núcleo duro de la toma de decisiones mundiales.
Finalizada la reunión, Putin afirmó: "Tratan continuamente de acorralarnos porque tenemos
una posición independiente", y agregó: "Si comprimes el muelle hasta su límite, regresará a
su posición inicial de manera violenta. Recuérdenlo siempre".
Aquel desaire resultó un punto de inflexión. Los enfrentamientos entre el presidente ruso y
el bloque occidental liderado por Barak Obama fueron conformando un crescendo de
tensión.
Con posterioridad, la irrupción en escena de Donald Trump modificó dicha situación. El
actual presidente norteamericano, aún en un escenario no exento de desavenencias,
reconoce la impronta de Rusia en el concierto de las naciones. Ello se deriva no tanto de su
trascendencia económica, (el PIB ruso es el doble que el argentino, mientras que el de
EE.UU. nos supera en casi 35 veces), sino de su poderío militar, tanto de las fuerzas
terrestres convencionales, como del arsenal de misiles, incluidos los provistos de ojivas
nucleares, los más modernos de los cuales fueron "presentados" recientemente en sociedad
por el propio Putin.
En contraste con el resurgimiento del potencial militar ruso y con la aceleración del
crecimiento de la economía norteamericana (basada en la ganancia de productividad
resultante de su revolución energética), se observa una desdibujada imagen de la Europa
integrada, como lo confirman el proceso del Brexit y los resultados electorales en Italia,
Polonia y Austria, entre otros. El viejo continente, liderado por Alemania, intenta preservar
su unicidad, insistiendo en el libre comercio intra y extra zona. Junto a él, la República
Popular China, cual oxímoron político, defiende la globalización con su partido comunista
a la cabeza.

Una visión que atrasa

El nuevo orden mundial destina al ostracismo a los organismos multilaterales otrora


relevantes. Muestra de ello es la intrascendencia de la reunión de representantes de la OMC
en Buenos Aires, en diciembre pasado, que el gobierno intentó mostrar infructuosamente
cómo un acontecimiento prominente, así como la deslucida visita que la titular del FMI,
Christine Lagarde, realizó recientemente a nuestro país con motivo de la reunión de
ministros de economía y presidentes de bancos centrales en el marco del G-20. Recuérdese
cuando en otras épocas, segundas y terceras líneas del FMI arribaban a Ezeiza,
concentrando las expectativas de los agentes económicos.
Llegado este punto, es oportuno recordar el concepto "desuetudo", que en términos
jurídicos describe la situación de una norma que, al no responder al contexto social para el
cual fue dictada, cae en desuso, porque ese es el camino que, inexorablemente, seguirá el
acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur, si finalmente el gobierno logra
estampar su firma en él, con el agravante de que, al parecer, es su principal apuesta en
materia de comercio internacional.

Mercado para nuestras empresas

Hoy el debate en el mundo ya no gira en torno a una geopolítica horizontal, que fue la que
tipificó, con sus distintas intensidades, la guerra fría hasta el último cambio de mando en
Estados Unidos. La realidad actual parece requerir, en cambio, un análisis vertical,
alineando de un lado a los globalistas, sean estos liberales o socialdemócratas, y del otro a
las diversas corrientes del pensamiento nacional, que priorizan las condiciones endógenas
en sus modelos de desarrollo.
Esta última perspectiva, lejos de constituir una posición dogmática que lleve al aislamiento,
debe coadyuvar a la posibilidad de imprimir a nuestra economía la velocidad de
crecimiento y distribución del producto que le es propia, y que a su vez genere las
condiciones imprescindibles de competitividad internacional de nuestros bienes y servicios.
Esto es, una apertura oportuna e inteligente.
El primer interrogante que un empresario se formula es dónde comercializará su producido,
siendo obligación de los gobiernos brindar el mayor grado de certidumbre posible al
respecto.
Sin duda, el primer mercado, constituido por la demanda doméstica, es el más accesible.
Para ello deben generarse las condiciones de administración del comercio exterior que
permitan a las empresas locales tener un rol hegemónico en su abastecimiento.
Por otra parte, los mercados externos, en una adecuada inserción internacional, deben
fungir como complementarios, posibilitando a las unidades productivas locales avanzar en
la búsqueda de su óptimo económico.
Para instrumentar aquellas políticas que propicien el mejor desempeño empresarial, se
requiere por parte de los gobernantes, una correcta interpretación de la direccionalidad que
está tomando el comercio mundial. Las visiones al interior del actual oficialismo, que
priorizan acuerdos de libre comercio como el de UE-MERCOSUR, conllevan el descuido
del mercado interno, favoreciendo la competencia desigual por parte de oferentes
extranjeros, al tiempo que perturban los planes de negocios.
Resulta imprescindible que el debate que atraviesa el mundo empresarial en rededor de ese
acuerdo, enmarcado en las dos corrientes de pensamiento que interpretan el mundo actual,
se extienda al conjunto del entramado social.
De allí deberá surgir el correcto análisis que permita el pleno despliegue de las
potencialidades de nuestro aparato productivo.

Lunes, 2 de abril de 2018

El traje nuevo del emperador


Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

En la fábula que el danés H. C. Andersen popularizara, la corte que regía en unas lejanas
tierras decidió adquirir una mágica tela que, además de ser la más bella y deslumbrante,
tenía la propiedad de tornarse invisible a los ojos de los ineptos.

Seguramente bajo el temor de ser considerados de aquel modo, convencidos además de ser
"el mejor equipo", todos elogiaron la inexistente vestimenta del emperador, afirmando ver
lo que necesitaban ver. Sólo aquel que no temía decir la verdad, en este caso un niño, alertó
exclamando ¡el rey está desnudo!

Este cuento viene a cuento, de que estamos obligados a retomar el debate sobre el
crecimiento, dado que la última publicación oficial lo sitúa en 2,9% en el año 2017, y
debemos dilucidar si ello realmente aconteció o es un nuevo "traje del emperador".
Por cierto, sus consecuencias son sustantivas. Tanto por la importancia de conocer la
magnitud que alcanza el valor agregado generado en el país, como para precisar aquellas
relaciones macroeconómicas que se construyen como proporción del PIB, ya que cuanto
menor es el divisor, mayor es el cociente que resulta (por ejemplo los porcentajes que
representan el déficit fiscal total, la inversión, el endeudamiento, los déficits del sector
externo, tanto de cuenta corriente como comercial, etc.) y, a la inversa, éste disminuye
cuando se utiliza como dividendo, tal es el caso del PBI per cápita.

Como en el cuento, el crecimiento también es invisible

El Producto Bruto Interno resulta de adicionar los valores agregados estimados para cada
uno de los 16 sectores (agricultura, comercio, minería, industria manufacturera, transporte,
entre otros) en los que las cuentas nacionales clasifican la actividad económica, más sus
impuestos, restados los subsidios que le correspondan. Dado que estos últimos
disminuyeron, el saldo de "impuestos menos subsidios" explicó 0,7 puntos porcentuales del
crecimiento total del PBI, siendo el sector privado el "pato de la boda".

Al ahondar en los conceptos que se toman en cuenta al realizar las estimaciones sectoriales,
surgen situaciones llamativas.

Así, para medir las actividades del sector agrícola, se utilizan principalmente los cálculos
de cosecha provistos por el Ministerio de Agroindustria. Ocurre que, mientras extrañamente
aún no se conocen los resultados oficiales de la campaña 2016-2017, el Indec mantuvo la
primera proyección de 137 millones de toneladas (Mtn) de cereales y oleaginosas. Sin
embargo, todos los análisis privados son coincidentes en que la producción alcanzó el
entorno de los 125,5 Mtn. Esto implica que se la ha sobreestimado en 11,5 Mtn.

Este desempeño repercutió, de manera relevante, también en las actividades de servicios


agrícolas, en el transporte (con una disminución de alrededor de un millón de viajes de
camión), en la logística, en los seguros, y en el área del comercio mayorista, ya que todas
ellas se ven directamente afectadas por los volúmenes cosechados.

Adicionalmente, en la producción automotriz, se destaca que mientras los datos de las


cámaras que agrupan a los fabricantes indican que prácticamente no hubo variación en la
producción, entre los años 2016 y 2017, el Estimador Mensual Industrial del Indec registra
un crecimiento del 5,4% y el cálculo del PBI (que según su metodología utiliza los datos de
dichas cámaras como fuente) incorpora una variación positiva del sector de 11,2%.

También encontramos problemas metodológicos en el sub sector comunicaciones. Las


líneas de celulares se adicionan mes a mes, permaneciendo en los registros, con
independencia de si se encuentran activas o no. Así, se las contabiliza en 62 millones, un
promedio de casi 1,5 teléfono celular por persona, guarismo un tanto extravagante. Tal
procedimiento se repite en relación con la telefonía fija.
En síntesis, descontando estos y otros errores metodológicos, el crecimiento del valor
agregado bruto a precios básicos ya no sería del 2,2% (2,9 del PBI, restando 0,7 de
impuestos menos subsidios), sino que se acercaría al 0,78%.

La economía sin "Photoshop"

Como señalamos ut supra, con un Producto Bruto Interno menor, los indicadores relevantes
de la economía se ven seriamente modificados. El déficit primario del sector público resultó
negativo, no ya en 3,8%, sino en un 4,9%, y lo mismo ocurrió con el resultado financiero,
que no alcanzó el -6%, como se desprendería de los números oficiales, sino el -7,6%. Así,
el déficit fiscal total se encuentra en niveles cercanos al 11% del PBI, como ya lo habíamos
señalado oportunamente.

El aumento del endeudamiento, utilizado en su mayor parte para financiar gastos corrientes,
constituye un entorno riesgoso. Con la adecuación de la estimación del producto, la deuda
contraída en 2017 ya no fue del 19,8, sino del 25,2 del PBI.

Como agravante de la situación, la cuenta corriente de la balanza de pagos alcanzó un rojo


de u$s30.792 millones, lo que significa un 5,9% del PBI, influida en buena medida por una
balanza comercial que finalizó el 2017 con un déficit récord de u$s8.471 millones (y que
continúa agravándose en lo que va del 2018).

Este comportamiento de la actividad económica impactó en la tasa de desempleo, que


según números oficiales promedió el 2017 en niveles del 8,4%, así como en su
composición. Prueba de ello es que la mayoría de los nuevos puestos de trabajo fueron
generados en el sector público o por los monotributistas (que en mayor medida representan
un blanqueo de puestos de trabajo que ya preexistían).

En este marco, el pulso de la sociedad resulta compatible con la caracterización de la


economía que surge del recálculo realizado. Mientras a fines del año 2015 el PBI per cápita
alcanzaba, aproximadamente, los u$s14.000, actualmente orilla los u$s10.000.

En síntesis, en el seno de la inmensa mayoría de las familias de nuestra sociedad, donde se


objetiva la realidad, la verdad se impone sin tapujos al igual que ocurre con el niño de la
fábula. Allí, de manera incontrastable, no sólo no se percibe ningún crecimiento, sino que
se padece el ostensible retroceso del bienestar.
Domingo, 8 de abril de 2018

El consumo, la pobreza y el sentido


comú n
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

La relevancia que la medición de la pobreza tiene en el campo de lo social, también se


extiende al ámbito empresarial, en tanto constituye una variable proxy de la demanda
potencial en el mercado doméstico.

Mientras el debate en torno a la magnitud del fenómeno se daba entre contendientes


políticos en la arena pública, los empresarios, en base al sentido común del "buen hombre
de negocios", planificaban su porvenir analizando centralmente lo que acontecía con el
consumo.

El gobierno, con su medición ad-hoc, clausuró aquel debate, profundizando el ya sombrío


ambiente comercial, al definir que la sociedad argentina tiene un nivel de pobreza similar al
de la hermana república de Bolivia, y el triple de la que se encuentra en las sociedades
uruguaya o chilena.

Con ese indicador en el entorno del 30%, y en un contexto de inconsistencia


macroeconómica que se caracteriza, entre otras razones, por alcanzar magnitudes en
términos de PIB del:

► 11% de déficit fiscal total

► 6% de déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos

► 2,5% de déficit de la balanza comercial y una creciente dolarización de los portafolios


de inversión, resulta comprensible por qué más de uno de los integrantes del "mejor
equipo" mantienen buena parte de su patrimonio en el exterior.

Una singular medición

En nuestro país, la medición de la pobreza1 a través del "método del ingreso" como
estadística regular, tiene menos de cuatro décadas. Es un cálculo indirecto y unidimensional
cuyos resultados se obtienen comparando los ingresos monetarios declarados por los
miembros del hogar, con los estimados para la satisfacción de las necesidades de las
personas.
Al clasificar como "pobres indigentes" a aquellos hogares y a sus integrantes- cuyos
ingresos declarados no superan el valor teórico de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y
como "pobres" a los que no superan el valor teórico de la Canasta Básica Total (CBT)2, no
se identifican necesidades no satisfechas, sino que se asume su insatisfacción. Asimismo,
quedan excluidos de la medición tanto los factores "estructurales" (como saneamiento y
calidad de la vivienda, por ej.) como los bienes y servicios provistos a través de la
asignación secundaria de ingresos (educación, salud, computadoras, etc.).

La primera vez que el método se utilizó en nuestro país, fue durante el gobierno de Raúl
Alfonsín, como parte de un estudio sobre múltiples dimensiones de la pobreza, aunque
como medición sistemática fue establecido en los años 90, a partir del trabajo del Comité
Ejecutivo para el Estudio de la Pobreza en la Argentina (CEPA), que a su vez determinó
que los valores teóricos de las canastas no surjan de precios observados.

El valor de la CBA se calculaba actualizando el monto de una "Canasta de Costo Mínimo",


que aquel gobierno fijó en el equivalente a unos U$S17 por mes, a través de su proyecto
"Investigación sobre Pobreza en Argentina", en 1985. Desde aquellas épocas, hasta el 2013,
tanto la CBA, como los componentes no alimentarios de la CBT se ajustaron con las
variaciones de los precios relevados por el Índice de Precios al Consumidor (IPC-GBA),
alcanzando los valores que se muestran en el siguiente gráfico.

Por la singular modificación metodológica realizada por el actual oficialismo, la CBA


triplicó su valor, a fuerza de cambios en la composición y la valorización. Con ello,
consiguió que la nueva serie de estadísticas de pobreza empalme con los discursos de
campaña, al costo de que no resulte comparable con las anteriores mediciones.

Antes peras...

Si bien el colapso de la convertibilidad provocó un alza en los niveles de pobreza hasta


superar la mitad de la población, esa situación se fue morigerando en los años
subsiguientes, conforme crecía la economía, descendía la desocupación y se recomponían
los ingresos de las familias. La medición de la pobreza en el segundo semestre del año
2006, cuando aún no se expresaban públicamente los cuestionamientos al indicador, resultó
del 26,9%.

A partir de 2007 se implementaron la Asignación Universal por Hijo, que alcanzó a 3,7
millones de personas, las jubilaciones para 3,2 millones de adultos mayores que no recibían
el beneficio, y diversos planes sociales que impactaban en las poblaciones de riesgo, en un
entorno de crecimiento de la economía y caída de la desocupación desde el 10% al 6%.

Como se aprecia en el siguiente gráfico, a lo largo del período 2007/15, a través de la


implementación de diversas políticas, el conjunto de la pirámide poblacional fue impactada
favorablemente en sus ingresos. La totalidad de los adultos mayores recibiendo jubilación o
pensión, la población económicamente activa tendiendo al pleno empleo, y todas las
personas menores de 18 años siendo incluidas bajo los regímenes de asignaciones.
... y ahora manzanas

Como ya sostuvimos, el posicionamiento político en rededor del fenómeno de la pobreza


generó distintos tipos de alineamientos. Aquellos actores que se ubicaban en el extremo
inferior del entorno, los que lo hacían en el superior, e incluso quienes tomando ambos
límites, promediaron los guarismos y gritaron "eureka".

El actual oficialismo validó sus argumentos con una nueva medición, ubicándose en el
límite superior, pero al hacerlo modificando la metodología, con una CBA que pasó de 44 a
115 dólares, clausuró cualquier posibilidad de comparación con el pasado3.

Olvidando los tecnicismos, y apelando al sentido común, es evidente, que en el ciclo de la


alianza gobernante, el bienestar de nuestras familias disminuyó y la pobreza se incrementó.

Es que, lamentablemente, cambiamos para estar peor.

Lunes, 16 de abril de 2018

Nacionalistas, globalizadores y las


decisiones de inversió n
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Frente a la flagrante guerra comercial Sino-Norteamericana en curso, se hace evidente el


porqué de nuestra insistencia en la caracterización del escenario global y nacional, en el que
los empresarios deben desempeñar sus negocios y tomar las decisiones.
Las tensiones económicas y militares que el mundo atraviesa no hacen más que corroborar
los diagnósticos que hemos ido desgranando en esta columna, a la vez de denotar que, lejos
de tratarse de una abstracción de escasa relevancia para el quehacer cotidiano, el Nuevo
Orden Internacional (NOI) se materializa a ritmo de vértigo y de forma contundente.
De modo que, tal vez en mayor medida que nunca, es fundamental entender y aprehender
adecuadamente los sustratos de los cambios en marcha, así como los escenarios posibles en
el futuro inmediato.
Se trata, en los días que corren, de eludir los riesgos de que las decisiones, tanto
individuales (a nivel de las empresas) como colectivas (en el plano de la administración del
país), sean las inapropiadas, así como gigantescas las consecuentes pérdidas. Y, en cuanto
al porvenir, de prever las mejores estrategias para el aprovechamiento de este NOI, para
que al momento del oportuno reemplazo del ya agotado ciclo económico del que se decía
"mejor equipo", le suceda un exitoso Modelo de Desarrollo Económico Permanente y
Sustentable (MoDEPyS).
En una serie de artículos que comienza con el presente, desarrollaremos, de manera sucinta,
un panorama del escenario político y económico, tanto a nivel mundial, como regional y
nacional.

Surgimiento, apogeo y ocaso de la globalización

Cuando en el año 1944 el mundo se enfrentaba a las consecuencias políticas y económicas


de la II Guerra Mundial, comenzó la conferencia monetaria y financiera de las Naciones
Unidas en Bretton Woods, Estados Unidos. De ella surgió un nuevo orden económico y
comercial, así como los organismos internacionales que fungirían como sus instituciones
garantes (FMI, BM y principalmente el GATT, que a posteriori se transformó en la OMC),
con el dólar estadounidense como divisa líder.
Luego de la resolución de la "Guerra Fría" con un claro vencedor, el colapso del bloque
socialista y el proclamado "fin de la historia", el cumplimiento de las recomendaciones del
"Consenso de Washington" se convierte en el paradigma que tipifica "el buen gobierno", y
extiende su hegemonía a prácticamente todo el orbe.
En este marco, los postulados del mundo globalizado pasan a ser parte de los cimientos
axiomáticos tanto de las corrientes neoliberales como de las socialdemócratas. Es por ello
por lo que no resulta extraño que las expresiones políticas de ambas corrientes, en nuestro
país, se hayan pronunciado a favor de la candidata Hillary Clinton, en las últimas
elecciones norteamericanas.

A lo largo del corriente siglo comenzaron a cobrar fuerza las ideas enfrentadas al proceso
globalizador, manifestándose en nuestra región con el fracaso de la Cumbre de las
Américas de 2005 y su corolario, la administración del comercio exterior del anterior
gobierno en nuestro país, con el crecimiento de opciones nacionalistas en Europa y el
resurgimiento de Rusia de la mano de Putin, completando el proceso con la llegada de
Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, que replantean las condiciones
preexistentes, así como el rol de los organismos internacionales, especialmente de la OMC.
Como ilustramos semanas atrás apelando a una imagen retórica del papa Francisco (cuya
consagración también es un hito del actual proceso), la figura geométrica que representa la
corriente globalizadora es una esfera, donde los puntos que la conforman, todos
equidistantes del centro, son uniformes y no se distinguen entre sí, contrastando con la
óptica del nacionalismo, donde el mundo se simboliza en un poliedro irregular, en el cual
cada una de sus caras -los pueblos- desde sus propias especificidades, integran un todo.
En la mencionada corriente "globalizadora" (la esfera) se reconoce la convergencia de
vertientes diversas, como el neoliberalismo y socialdemocracia. Lo mismo sucede en el
campo de los "nacionalistas" (el poliedro), que integran tanto los que proponen la
construcción de muros, como los que, fieles a la tradición de acogimiento de inmigrantes a
la Argentina, nos sentimos hermanados con los demás pueblos del mundo.

La cuestión energética y su influencia en el NOI

Los países que liderarán el NOI tienen como principal condición de posibilidad y
permanencia, el aprovechamiento diferencial del acceso a los insumos energéticos. Su
abastecimiento y precio son las condiciones esenciales.
En este entorno, la revolución energética de los Estados Unidos, basada en la aptitud
comercial que adquirieron los yacimientos de shale gas y shale oil, le permitió obtener una
reducción de los costos primos de sus productos, ganancia de competitividad que a su vez
acelera el ritmo de crecimiento de su economía.
En el gráfico se muestra el precio que pagan diferentes espacios económicos por el millón
de BTU. Allí se evidencian, además de las notorias diferencias de costos, las diversas
proporciones de reducción de los precios para cada espacio, durante la última década.
En el NOI, esa revolución energética cumple un rol central desde el vector de la oferta, en
tanto desde la demanda, la administración del comercio exterior impacta en la penetración
que terceros países efectuaban en el mercado norteamericano.
Los aparatos productivos de la República Popular China y de la Unión Europea, por el
contrario, son tomadores de los precios energéticos, que a nivel internacional (aún con las
lógicas negociaciones que posibilitan la escala y la permanencia de cada uno de los
contratos) son superiores a los del mercado estadounidense, y por otra parte sufren las
consecuencias de las barreras comerciales que se les imponen a sus productos.
La Federación Rusa, cuya impronta está dada por su capacidad militar y no por el quantum
de su economía, es justamente el principal proveedor de energía para Europa y China.
El otro espacio regional que podría ser abundante oferente de energía a costo razonable es
Medio Oriente, si consiguiera ser un abastecedor confiable de largo plazo. Pero está claro
que, por lo ut supra señalado, esa direccionalidad no es conveniente para quienes detentan,
y detentarán, los liderazgos mundiales.
En el NOI empiezan a quedar claramente definidos los nuevos ganadores y perdedores, con
la siguiente singularidad: éste último grupo incluye a viejos ganadores.

Lunes, 23 de abril de 2018

Nacionalistas, globalizadores y las


decisiones de inversió n (segunda
parte)
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

En nuestra anterior entrega analizamos el surgimiento de un Nuevo Orden Internacional


(NOI), cuyas condiciones de posibilidad y permanencia están dadas por el aprovechamiento
diferencial del acceso a los insumos energéticos, por parte de los países que lideran la
reconfiguración.

Tanto la agonía del viejo orden, como la emergencia del nuevo, se desarrollan signadas por
la confrontación.

Ella se expresa en los conflictos que, declarados o latentes, afectan distintas zonas del
globo, y que a diferencia de las de otrora, son parte de una lid en la que los pueblos
derrotados no verán cercenado su territorio, sino que sufrirán el impacto sobre su tasa de
desocupación.

Política económica desde la categoría de la "defensa y seguridad nacional"

En esta batalla por la protección del trabajo y del empleo, los postulados de ambas
disciplinas, la económica y la de la defensa y seguridad nacional, se imbrican para dar
fundamento a las decisiones políticas que tipifican el actual proceso de consolidación del
NOI.

Es en este marco que, como sostiene el papa Francisco desde hace varios años, se viene
librando en distintas partes del mundo la "tercera guerra mundial en cuotas".

En el arte de los negocios la disputa se evidencia, específicamente, por proteger el nivel de


ocupación en cada uno de los mercados de trabajo. Y, como afirmamos en anteriores
artículos, en ese escenario se va ampliando el espacio para la puesta en valor de los
vectores nacionales en los nuevos modelos de desarrollo.

La guerra comercial Sino-Norteamericana es el capítulo más reciente, y tal vez también el


hasta hoy más relevante, pero lejos está de ser el único.

Amén de sepultar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP) de modo


inmediato a su asunción, Donald Trump, como presidente de EE.UU. también arremetió
contra el NAFTA, forzando su reformulación e imponiendo a México la elevación de los
salarios como condición para la continuidad del acuerdo, e incluso fue más allá, aplicando
novedosas restricciones al tercer integrante del tratado, Canadá.

En esta misma línea de acción, decretó aranceles del 25% a las importaciones de acero y
del 10% a las de aluminio, para proteger a los establecimientos ubicados en su país, y
sostuvo que esas medidas son una respuesta "al ataque" que se viene verificando desde hace
muchos años contra esas industrias, las que han estado siendo "devastadas por virulentas
prácticas del comercio internacional".
Para ejecutarlas, se basó en una ley que le da el poder de restringir el comercio, en nombre
de la amenaza a la defensa y seguridad nacional que resultaría de socavar la viabilidad de
producir localmente esos insumos estratégicos.

Adicionalmente, la Casa Blanca anunció que considera la aplicación de nuevos impuestos


por 100.000 millones de dólares a importaciones provenientes de China. La respuesta de
ese país no se hizo esperar, al prometer que luchará contra Estados Unidos "a cualquier
precio", imponiendo derechos de importación por 50.000 millones de dólares a productos
provenientes de ese país.

El liderazgo norteamericano del NOI, como venimos sosteniendo, se asienta principalmente


en su revolución energética (explotación comercial del shale gas/oil), lo cual le permite
obtener ganancias de competitividad que aceleran la velocidad de crecimiento de su
economía. Mientras el tema energético cumple un rol central bajando los costos primos de
los productos ofrecidos, la administración del comercio exterior, por el lado de la demanda,
pone freno a la penetración que terceros países efectuaban en su mercado.

Los aparatos productivos de la República Popular China (RPC) y de la Unión Europea


(UE), por el contrario, son tomadores de los precios energéticos (sensiblemente superiores a
los del mercado estadounidense), y al mismo tiempo, sufren las consecuencias de aquellas
barreras comerciales.

Por su parte, la Federación Rusa, es justamente el principal proveedor de energía para


Europa y China.

Así, la tercera guerra mundial en cuotas persistirá hasta que la economía de EE.UU., que a
la salida de la segunda guerra mundial tenía el liderazgo absoluto en el bloque occidental
(distancia que con el transcurrir de las décadas se fue acortando, tanto respecto de la UE
como de la RPC), vuelva a imponer una amplia "zona de confort"1.

En este contexto, más temprano que tarde, los países que hoy lideran el bloque ganador
repetirán de alguna manera un tratado que, a imagen del de Yalta, establezca áreas de
influencia y construya las instituciones multilaterales que expresen el nuevo acuerdo. Es
deseable que, en nombre de los pueblos que no tienen voz, bajo el auspicio del papa
Francisco, el nuevo esquema resulte más justo que el anterior.

Iberoamérica ¿en proceso de adaptación al NOI?

En la medida que las naciones que constituyen Iberoamérica adapten sus políticas
domésticas al NOI, las implicancias positivas se harán sentir en sus economías. De allí, la
importancia de reflexionar y poner en marcha distintos Modelos de Desarrollo Económico
Permanentes y Sustentables (MoDEPyS), aprovechando la ventana de oportunidad que el
actual proceso mundial ofrece.

La región transita un sendero que elude exitosamente el conflicto bélico, situación


ventajosa (además de deseable) de cara al NOI, en un momento en que, como señalamos
oportunamente, las alternativas "globalizadoras" (tanto neoliberales como
socialdemócratas) carecen de factibilidad.

En este marco, México enfrenta un proceso electoral que refleja las tensiones propias de la
situación internacional, que se expresan, entre otros aspectos, en la renegociación del
NAFTA, aunque debe considerarse que no necesariamente los tiempos electorales y la
maduración de los procesos económicos van de la mano.

Por otra parte, es dable resaltar el caso colombiano, donde es posible que a partir de los
acuerdos de paz alcanzados, un sector de la oligarquía nativa conducido por el presidente
Santos2 y una vieja guerrilla marxista-leninista, bajo la potencialidad del pensamiento
nacional, se encuentren para dar inicio a un vigoroso tránsito hacia el desarrollo económico.

En tanto, Brasil podría también sumarse al proceso si, como aventuran algunos conocedores
del pensamiento del expresidente Lula, éste vira desde las perimidas visiones
socialdemócratas hacia la revalorización de los "aggiornados" proyectos nacionales3.

Tampoco carece de fundamento esperar que, si el actual presidente de Venezuela, Nicolás


Maduro, revalida electoralmente sus credenciales y reencauza su economía, pueda
concretarse, tomando como antecedente lo que está aconteciendo con el presidente
norcoreano Kim Jong-Un, un encuentro con su par norteamericano, Donald Trump.

En el marco de estas realidades circundantes es que podemos analizar la situación de la


Argentina. Eso sí, será en la próxima entrega.

Lunes, 30 de abril de 2018

Nacionalistas, globalizadores y las


decisiones de inversió n (Tercera
parte)
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Mientras que en todo el mundo se empiezan a adoptar medidas de protección de las


economías locales, el gobierno sigue despreciándolas, abrazado a las ya fenecidas premisas
de la globalización y del Consenso de Washington.
Ello sin duda profundiza el fracaso del actual esquema económico con déficits proyectados
al finalizar el corriente año, de la balanza comercial cercano a U$S 12.500 millones, de la
cuenta corriente de la balanza de pagos de alrededor U$S 35.000 millones, y fiscal total en
una proporción que alcanzaría al 11% del PIB.
La adecuada comprensión de la estructuración internacional es uno de los cimientos para
que, luego de la necesaria reversión de las severas consecuencias del fallido experimento de
la alianza gobernante, se pueda iniciar la implementación de un Modelo de Desarrollo
Económico Permanente y Sustentable (MoDePyS).
Para lograrlo, no basta con administrar el comercio exterior (reduciendo la exposición de
nuestras industrias a desiguales competencias con sus pares extranjeros), sino que,
principalmente, se trata de crear las condiciones para que las empresas locales, además de
conseguir la preponderancia en el abasto del mercado doméstico, logren acceder a los
consumidores allende las fronteras.

Aprender de la historia para aprehender el futuro

La vertiginosa transformación del comercio internacional provoca una creciente presión por
la colocación de las mercancías que, debido a las medidas de protección que adoptan
algunos estados, deben encontrar nuevos destinos.
En nuestro país, las consecuencias se hacen sentir sobre prácticamente toda la producción
de bienes y servicios (ByS) transables. Las compañías, desde el sector primario hasta las
industrias más desarrolladas, sufren la creciente intromisión de las producciones extranjeras
en nuestro mercado, al tiempo que no logran ampliar las exportaciones, lo que determina
persistentes caídas de ventas y/o rentabilidad.

Pero este escenario no es ineludible.

Como ya hemos mencionado reiteradamente, la revolución energética norteamericana, que


empieza a impactar hacia 2010, indujo a una baja en los costos primos de las manufacturas,
así como en los precios de los principales commodities agrícolas exportables argentinos,
agudizando el proceso de pérdida de competitividad sistémica de nuestras producciones.
En consecuencia, hacia 2012, los equilibrios macroeconómicos domésticos quedaron
amenazados por la abundante oferta internacional de mercancías a precios decrecientes
(incentivando la conducta importadora) así como por las dificultades para nuestros ByS
que, por no poder acompañar aquella dinámica bajista, tampoco podían profundizar su
inserción en los mercados foráneos.

La política de administración del comercio exterior fue la respuesta idónea que permitió
contener tales apremios.

En aquel entonces, esos instrumentos desafiaron el orden de la globalización, por lo que


fueron duramente combatidos por los principales espacios económicos (EE.UU., Europa y
Japón) en los organismos multilaterales (OMC) que -por su capacidad de punición-
oficiaban como garantes de aquel "status quo", logrando condenarlos por constituir "una
violación de las normas del comercio internacional".

Las medidas que ayer revestían el carácter de quijotesco, y que eran calificadas como "del
pasado", hoy, impulsadas por el presidente Donald Trump, aceleran el crecimiento de la
economía norteamericana y determinan las conductas del orbe a futuro.
Así se abre una invaluable "ventana de oportunidad" para quienes reflexionamos integrando
en un
todo armónico e indisoluble los preceptos de la economía, la seguridad y la defensa, desde
el pensamiento nacional.

Claro está que ello podría considerarse como una condición necesaria, pero no suficiente,
para garantizar la exitosa instalación de un MoDePyS.

Un modelo con orientación a la producción

Los ciclos económicos de desarrollo (crecimiento con distribución) que experimentó la


Argentina, asentaron su dinámica central en la "variable consumo", originando que, al
acercarse a la frontera de producción comenzaran los "cuellos de botella" en determinados
sectores, hasta finalmente enfrentar una insuficiencia en la generación de divisas para el
normal funcionamiento de la economía, especialmente en las actividades demandantes de
moneda dura, situación técnicamente conocida como de "restricción externa".

Así como 1952 fue un claro ejemplo de lo ut supra señalado, una vez más, como a lo largo
de la historia, resurge a partir de 2012 el clásico problema, aunque esta vez agudizado por
la singular característica que ha adquirido nuestra economía de ser bimonetaria.

Para las etapas reconstructivas que necesariamente sucederán al experimento en marcha, los
estímulos del consumo serán los pasos iniciales para recuperar la utilización de la
capacidad instalada ociosa. Ahora bien, sistémica y concomitantemente, la economía
deberá sesgarse a incrementar sus potencialidades en forma significativa.

El Modelo de Desarrollo para la Argentina, con los requisitos de ser permanente y


sustentable, deberá orientarse, esta vez, a la producción.

Ello es así dado que, para lograr las mejoras imprescindibles en los niveles de
competitividad de nuestros productos, se requiere que la propia asignación de recursos del
sector privado, orientada por el set de precios relativos, incremente a través de la inversión,
la oferta de bienes y servicios en forma sostenida.

Es perfectamente posible esperar que el desarrollo productivo argentino, asentado en el


ineludible equilibrio macroeconómico, pueda duplicar el PIB en 12 años, si se crece a una
tasa promedio de 6% anual, con una imprescindible modificación en las proporciones entre
consumo e inversión, a favor de esta última.

Para ello también se requiere de las mejoras de competitividad modélica que permitan
mantener equilibrado el sector externo. Si bien ello podría (eventualmente) devenir de una
importante ganancia en los términos de intercambio, la garantía debe depender de factores
endógenos, en especial el incremento de la productividad, con una consecuente
disminución de los costos totales unitarios y el necesario aumento en la participación de los
asalariados en la distribución de la renta nacionali.
La construcción de este círculo virtuoso requiere de la convergencia de las dirigencias de
los trabajadores y del empresariado, en un ámbito que podría ser el 2° Congreso Nacional
de Productividad y Bienestar Social, a imagen del primero que fuera convocado por el
presidente Perón en los inicios de su segundo mandato.

Su promoción y articulación, será responsabilidad principal de aquella fuerza política que,


leyendo correctamente la realidad circundante, oriente y, finalmente, gestione la
implementación del MoDePyS.

Miércoles, 2 de mayo de 2018

¡Ay, Patria mía!


Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

El autodenominado "mejor equipo de los últimos 50 años" ha logrado que la Argentina


enfrente una situación de crisis sistémica, que puede resultar la más profunda de su historia
y que, por poner en riesgo la continuidad de la Patria como tal, debe ser analizada en
conjunto desde los planos político, económico y social.

Los cuerpos orgánicos de la Nación (instituciones constitucionales y organizaciones


empresariales, sindicales y sociales) deben tomar conciencia de la situación que
enfrentamos y actuar con el compromiso y la prudencia que la hora reclama.

Quedan así impuestas las responsabilidades de todos los actores, particularmente las de la
política.

Para el oficialismo, es la obligación de dedicarse con meticulosidad a administrar, de la


mejor manera posible, el tiempo que le resta, ya que la "hipercrisis" arrastrará consigo a
todos los componentes de la alianza gobernante. Para la oposición, es la de proporcionar
una alternativa capaz de devolver a sus cauces normales de funcionamiento al "todo
armónico", evitando de esta manera la anomia1.

El espejo de la historia

La historia universal nos enseña que el conocimiento, como todo producto social, es hijo de
su época.
Así como el imperio británico dio origen a las ciencias económicas de la mano de Adam
Smith y David Ricardo, resolviendo la forma de administrar la reproducción ampliada del
capital (o sea, sus negocios), la sociedad francesa, a partir de su revolución, debió
reflexionar sobre sí misma desde la disgregación, acuñando el concepto de "anomia" y
creando, con la obra de Emile Durkheim, la sociología.

Acercándonos en el tiempo y el espacio, podemos pensar sobre los momentos de crisis


vividos por la Argentina, especialmente los de 1989 y de 2001. Los comunes
denominadores de ambos períodos son tanto su origen económico como su encausamiento
hacia la solución desde lo político.

El desorden de las cuentas fiscales hacia el final del gobierno de Raúl Alfonsín provocó, a
partir de la monetización del déficit, la hiperinflación que culminó con el adelantamiento
del traspaso del mandato a su sucesor, Carlos Menem. La legitimidad obtenida por éste en
las elecciones presidenciales posibilitó mantener el ordenamiento institucional, poniendo
coto a la caótica situación, aun cuando las condiciones económicas permanecían lejos de
estabilizarse.

El estallido de 2001 fue la resultante del profundo desequilibrio del sector externo.
También en esa situación el vector institucional jugó un papel fundamental en la contención
de la crisis, ya que, si bien no se había elegido el sucesor de Fernando de la Rúa, Eduardo
Duhalde acababa de obtener una resonante victoria en las elecciones para Senador Nacional
en la provincia de Buenos Aires, lo que lo consagró como un primus inter pares al interior
de la dirigencia justicialista.

La Argentina de mayo de 2018 se enfrenta a un escenario en el que convergen los


desequilibrios fiscales del '89 con los del sector externo de 2001, por lo que ambos
fenómenos se potencian mutuamente generando las condiciones de "super crisis", que con
el adicional agravante de la ausencia de legítimos emergentes políticos que funjan como
garantes de la restitución del orden hoy amenazado, configura así la perspectiva de la "hiper
crisis".

Atrapado sin salida

Con prisa y sin pausa, el gobierno fue construyendo su irreparable intríngulis, violentando
los más elementales consensos sobre las leyes de la economía que, sin ser una ciencia
exacta, es capaz de ofrecer un corpus de conocimiento suficientemente probado como para
no ser ignorado.

Desde su inicio, la gestión mantiene la tensión entre su política fiscal y la monetaria,


abundando en acciones contrapuestas.

Como lo hemos señalado reiteradamente, al inicio del gobierno se duplicó el precio de la


canasta alimenticia (mediante la devaluación del 60% de la moneda y la eliminación o
disminución de las retenciones a ciertas exportaciones). Ello licuó el poder adquisitivo de
los ingresos populares (disminuyendo la demanda en el mercado interno) desplomando así
la economía, lo que pretendió ser subsanado a través del aumento del gasto público. Así,
recaudando menos y gastando más, comenzó el sendero de duplicación del déficit fiscal,
recurriendo al crédito externo para su financiamiento.
Para poder aplicar esos dólares al gasto, es necesario transformarlos en pesos, con el
consiguiente aumento de la emisión monetaria; para que ello no impactara en los índices
inflacionarios decidieron esterilizar (retirar esos pesos del mercado) utilizando las Lebac,
por las que deben pagarse onerosas tasas de interés, espiralizando de esta manera el déficit
cuasifiscal, que sumado al del Tesoro Nacional y las jurisdicciones subnacionales, resultó
en un déficit fiscal total (DFT) en 2017 cercano al 11% del PIB, proporción similar a la
alcanzada por el gobierno de Alfonsín, previo a su colapso.
A su vez las restricciones del sector externo, que a partir de 2012 se habían instalado en
nuestra economía, se agudizaron, cerrando el año pasado con un déficit de u$s8.500
millones en la balanza comercial y de más de u$s30.000 millones en la cuenta corriente de
la balanza de pagos.
De esta forma hemos llegado, a un desequilibrio del sector externo que, al igual que en
2001, genera los incentivos para la dolarización de las carteras a partir de la caída de
demanda de la moneda doméstica.

Hacer llover sobre mojado

Sin la gracia de las "leyes de Murphy" el oficialismo proveyó una nueva muestra de que
todo lo podía empeorar, con su conferencia de prensa del último 28 de diciembre.
Relajando la meta inflacionaria, anunció su intención de reducir los rendimientos
financieros para así incentivar los proyectos privados de inversión.
Ninguno de los objetivos proclamados se cumplió, tal como (también) lo anticipáramos en
nuestras columnas, no sólo porque por no se ajustaban a la "buena técnica económica", sino
además porque financiar el déficit fiscal con fuentes locales, como a posteriori decidió el
ministro de Finanzas, implicó el desplazamiento del sector privado en el acceso al crédito,
mostrando que la alianza gobernante es capaz de hacer llover sobre mojado.
Claro está que las altas tasas de interés se contraponen en cierta medida a la inversión
productiva, pero el verdadero límite de ésta se encuentra en la ausencia de mercados.
Es que, por las razones que hemos explicado ut supra, se condenó a la retracción al
mercado doméstico, cuya recuperación, como está a la vista, no pudo lograrse ni con el
aumento del gasto público ni con la (irresponsable) promoción del crédito a los particulares
desde la banca pública y la ANSES.

A ello se suma la manifiesta incomprensión de la coyuntura mundial.

Ignorando las implicancias de:

► el fortalecimiento internacional del dólar,

► la economía estadounidense como aspiradora de la liquidez global y, especialmente,

► el proceso en que se combinan una tendencia decreciente en el precio de las


manufacturas (producto de la revolución energética norteamericana) con las medidas
proteccionistas tomadas por algunos Estados.
El oficialismo no sólo expone a nuestros productores a una crecientemente desigual
competencia con sus pares extranjeros sino que, a la vez, deterioró aún más las ventas
externas de la producción nacional.

Evitemos la anomia

El fracaso de la alianza Cambiemos, en términos económicos, es irreversible. Queda en


manos del oficialismo la responsabilidad de limitar los alcances de la potencial hipercrisis
que sobrevendrá, actuando con la máxima prudencia y responsabilidad.

Mientras tanto, la oposición política debe acelerar la resolución de sus liderazgos,


constituyéndose en una alternativa suficientemente robusta y en capacidad de ofrecer el
Plan Económico de Contingencia (PEC) que la realidad reclama.

Sólo a partir de allí es posible sentar las bases del Modelo de Desarrollo Permanente y
Sustentable (MoDePyS) que permita, bajo el adecuado entendimiento de las condiciones
imperantes en el comercio internacional, consolidar, robustecer y expandir el aparato
productivo nacional.

Lunes, 14 de mayo de 2018

Llegó la supercrisis, evitemos la


hipercrisis
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Lamentablemente, a una semana de nuestro diagnóstico volcado en la anterior entrega, la


coyuntura nos vuelve a dar la razón. Allí afirmamos: “La Argentina de mayo de 2018 se
enfrenta a un escenario en el que convergen los desequilibrios fiscales del ’89 con los del
sector externo de 2001, por lo que ambos fenómenos se potencian mutuamente generando
las condiciones de una supercrisis, que al adicionarle el agravante de la ausencia de
legítimos emergentes políticos que funjan como garantes de la restitución del orden hoy
amenazado, se configura la perspectiva de una hipercrisis”.

El mundo no es el responsable

Si bien algunos elementos de la coyuntura internacional tienen cierta incidencia sobre los
acontecimientos domésticos, ellos de ninguna manera constituyen un “cisne negro” (1) , ya
que fueron oportunamente advertidos, entre otros, en nuestros artículos del pasado mes de
febrero: “Los prestamistas externos también se preguntan cómo seguimos” y “Una
Argentina de pleno empleo es posible y necesaria”. Allí sosteníamos que la tasa de interés
de EE.UU. subiría por la necesidad de fondeo y para evitar el “recalentamiento” de su
economía.

Y agregábamos: “Nos espera un mundo, en el corto plazo, en el que su principal economía


será la gran esponja de la liquidez mundial, absorbiendo el financiamiento que demanden
tanto el sector público como el privado para la puesta en valor de sus proyectos de
inversión… En este marco el dólar se fortalecerá como moneda, ratificando su rol
indiscutido como numerario y reserva de valor a escala global…”.

Por ello también dijimos: “No hay dudas que, competir con los EE.UU. por el crédito
internacional, es un desafío que excede con creces las potencialidades de nuestra
economía”.

Las inconsistencias macroeconómicas que originaron la supercrisis

A la luz de este análisis, resulta incuestionable que los hechos que están aconteciendo en el
mercado doméstico son el resultado de las inconsistencias de la propia política económica
del actual oficialismo, que inexorablemente tenía el destino al que hoy estamos asistiendo.

A fuerza de parecer reiterativos, es necesario caracterizar con precisión las causas que
dieron origen a la actual supercrisis, dado que de esas mismas relaciones de determinación
se desprenden las posibles soluciones.

La duplicación del precio de la canasta alimenticia (mediante la devaluación del 60% de la


moneda y la eliminación o disminución de las retenciones a ciertas exportaciones) al inicio
del gobierno, licuó el poder adquisitivo de los ingresos populares, disminuyendo la
demanda en el mercado interno y desplomando la economía. Ello pretendió ser subsanado a
través del aumento del gasto público, por lo que, recaudando menos y gastando más,
comenzó el sendero de duplicación del déficit fiscal, recurriendo al crédito externo para su
financiamiento.

La utilización de las Lebac (para esterilizar los pesos sobrantes en el mercado, generados a
partir de las compras que realiza el BCRA de los dólares obtenidos por el endeudamiento
externo del tesoro) y las onerosas tasas de interés que por ellas se pagan espiralizó el déficit
cuasi- fi scal, que sumado al rojo presupuestario de nación, provincias y municipios
(Déficit Fiscal Total - DFT), alcanzó en 2017 el entorno del 11% del PBI.

Además, se agudizaron las restricciones del sector externo, cerrando el año pasado con un
déficit en la balanza comercial de u$s8.500 millones, y de más de u$s30.000 millones en la
cuenta corriente de la balanza de pagos.
Apagando el fuego con nafta (2)

En ese marco, y transcurridos algo más de cuatro meses de la fallida conferencia de prensa
que brindó “el mejor equipo” el día de los inocentes, realizó nuevos anuncios.
Proclamaron la disminución de la obra pública para intentar bajar el nivel de DFT y
también la decisión de financiarlo con fuentes locales. Eso implica desplazar (crowding
out) del acceso al crédito al sector privado, relegándolo a cumplir un rol secundario,
incrementando así la participación del sector público en la economía.
Por su parte, el BCRA ubicó el interés de los pases activos a un día en 57% (TNA), que
equivale a una Tasa Efectiva Anual de casi el 77%.
Este nivel de tasa de interés intrasistema financiero, más que se duplica en su correlato para
operaciones comerciales (descuento de documentos, cheques, pronto pago, etc.).
Bajo esas circunstancias, la estructura de costos contenida en los precios a los que las
empresas ofrecen sus bienes y servicios queda indeterminada.

Esto es así, ya que es impensable que un descuento por pago contado, por una operación
comercial ofrecida a 60 días, sea superior al Mark-Up usualmente utilizado en ese mercado.
Ello originó que a partir del lunes 7 de mayo las cadenas de producción y comercialización
al interior del aparato productivo de nuestro país comenzaran un inusitado proceso de
paralización, que inclusive impacta en los circuitos informales de crédito.
En síntesis, el nivel de tasas de interés fijado por el BCRA con el objetivo de desincentivar
la dolarización de las carteras, introduce a la economía, por falta de referencia de costos, en
el tan temido sendero de la anomia.

Preservar nuestras familias, nuestros trabajos y nuestra Patria

Ante la gravedad de los acontecimientos, dada nuestra experiencia laboral y profesional, así
como el sentir patriótico que nos orienta, exhortamos a:

■ Cuidar nuestra salud, tanto física como espiritual, para luego poder proteger la de quienes
nos rodean, especialmente la de los mayores y niños. (3)

■ Preservar la ecuación patrimonial de las empresas, manteniendo las dotaciones completas


de puestos de trabajo, comprendiendo de forma mancomunada que el sólo concepto de
“empresa en marcha” es el criterio de éxito en esta coyuntura.

■ Ofrecer, por parte de la oposición política, un sendero de esperanza que permita


oportunamente atravesar la actual supercrisis, impidiendo su transformación, al evitar la
anomia, en una hipercrisis.

*MM y Asociados

1 La teoría del Cisne Negro es una metáfora que se utiliza en los casos en que, ante un
suceso sorpresivo y de gran impacto, ese acontecimiento es analizado “ex post”, es decir
con posterioridad a su ocurrencia.
2 La obtención de un préstamo “stand by” otorgado por el Fondo Monetario Internacional
(FMI) podrá servir, en el mejor de los casos, para el financiamiento parcial de la brecha
externa (que alcanza el entorno del 5,5% del PIB), pero de ninguna manera para mejorar la
performance de los indicadores fi scales.

3 Al igual que en el protocolo de un avión en vuelo, en caso de despresurización, primero


póngase usted la máscara, para luego poder cuidar a los suyos.

Lunes, 21 de mayo de 2018

La supercrisis se materializó
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Seguramente hoy se entienda mejor por qué, ya hace diez meses, titulamos nuestra columna
en este diario "El pesimismo es un momentum del optimismo", advirtiendo que las políticas
económicas del gobierno cincelaban, a fuerza de profundizar las inconsistencias, un destino
inexorable de fracaso.

También sugeríamos allí cómo proteger nuestros trabajos.

A quien haya tomado en consideración nuestros análisis, la supercrisis que anticipamos no


lo sorprende, y encuentra guarnecida a su empresa y sus trabajadores, permitiéndole poner
en juego el optimismo que, como definíamos, es el "espíritu de iniciativa requerido tanto
para obtener la máxima ventaja posible de cada situación dada, como para la paciente
preparación ante lo que está por venir".

La solución yace en el acierto del diagnóstico

Nuestra insistente prédica para la preservación de los negocios y las empresas en marcha,
como valor en sí, enraíza no sólo en la hostilidad del contexto que avizorábamos y hoy se
evidencia, sino también en los peligrosos cantos de sirena emitidos desde el discurso
oficial, así como además en los equivocados diagnósticos que, desde una perspectiva
"opositora progresista", daban por inexorable la continuidad, en el mediano plazo, de los
esquemas económicos de la alianza Cambiemos.

Quienes escucharon estas voces, seguramente hoy enfrentan una compleja situación, en
muy distintas condiciones de quienes han permanecido, como sugeríamos en julio del año
pasado en el artículo ya citado, atentos a las señales de la macroeconomía y vigilantes de la
micro. Entre otros aspectos, tal prudencia implicaba:

► mantener alineados los pagos con las cobranzas (tanto como la posición en el mercado
lo permita);

► conservar equilibrada la relación entre las ventas y los stocks;

► optimizar las situaciones crediticias, evitando deudas en divisas (si se factura en pesos)
y,

► en los casos en que ello no fuera posible, disminuir los riesgos apelando a los
instrumentos de cobertura que el mercado ofrece, aun cuando ello conllevara incrementos
de los costos.

Cuanto más se hayan ajustado las empresas a tales parámetros, más sólidas son las
condiciones para capear con éxito el temporal y reencausar los negocios cuando, como
inexorablemente sucederá, escampe.

Errar es humano, pero también es mala praxis

La fuerza de los hechos va zanjando los debates. Hoy es nítido que la coyuntura
internacional no presentaba ni el ingreso triunfal a la globalización que festejaba el
oficialismo, ni la ola neoliberal en latinoamérica que sectores de la oposición blandían.

Ambos diagnósticos fueron remitidos a la obsolescencia.

Es que la puesta en valor de los vectores nacionales se va imponiendo como común


denominador de los diseños de política económica, configurando el verdadero rostro del
mundo actual. Así lo comprueba la administración del comercio exterior que impuso
Trump en los EE.UU. (que enterrara en el arcón de los recuerdos el Consenso de
Washington), junto con la ratificación de Putin al frente de la Federación Rusa, la vigorosa
emergencia de los nacionalismos europeos, y las tendencias que también se expresan en la
coyuntura latinoamericana y seguramente se impondrán en el corto plazo en nuestra
Nación.

En tal contexto desplegaremos el propio Modelo de Desarrollo Económico Permanente y


Sustentable (MoDEPyS).

Lo que sí conserva vigencia, son las consecuencias que tienen para las empresas y los
ciudadanos de a pie, las acciones basadas en los malos diagnósticos que los falsos
"expertos" les han proporcionado, sea en referencia al marco internacional o se trate de la
dinámica de las economías locales.
La singularidad de la supercrisis

Como ya hemos dicho, el gobierno fue construyendo su irreparable intríngulis, con prisa y
sin pausa, violentando elementales causalidades en la economía. Persistiendo, a lo largo de
toda la gestión, en mantener la tensión entre su política fiscal y la monetaria, generó las
acciones contrapuestas que nos llevaron a la situación actual.

Cambiemos ostenta el dudoso laurel de haber conseguido unir en una misma coyuntura un
déficit fiscal de similar envergadura que el que provocó el colapso de 1989, con un
desequilibrio del sector externo que, al igual que en 2001, genera -a partir de la caída de la
demanda de la moneda doméstica-, los incentivos para la agresiva dolarización de las
carteras de inversión.

Ninguna asistencia del Fondo Monetario Internacional, ni ningún porcentaje de renovación


de Lebac en un "supermartes", modifican las condiciones de base de la supercrisis. Como
ya hemos señalado, los problemas más inmediatos, no son los de índole monetaria sino los
que se vinculan con la economía real: la continuidad de la producción de bienes y servicios
y su posterior consumo o inversión que, mediados por la comercialización, hoy están
profundamente trastornados.

Mensaje a los funcionarios del área económica

Exhortamos a que, para evitar mayores sufrimientos a la población en esta situación de


emergencia, se observe la relevancia que la tasa de interés tiene sobre el cálculo de los
costos totales (CT) de los bienes y servicios. El verdadero problema de la hora es el de
garantizar el abastecimiento (en precio y cantidad) de las personas tanto físicas como
jurídicas.

Ya advertimos que las cadenas de producción y comercialización de nuestro país


comenzaron un inusitado proceso de paralización, lo que es especialmente crítico en lo que
refiere a alimentos y medicamentos. Algunas compañías sólo hacen entregas a sus
distribuidores premium, y proliferan las operaciones de pago contado (anulando el crédito
comercial) o con remisión de mercadería sin la factura correspondiente, debido a que la
estructura de los CT de la producción y de la reposición, contenida en los precios, ha
quedado indeterminada.

La comercialización mayorista es la arteria principal del sistema vascular de la economía.


Si se interrumpe su flujo, las consecuencias serán dramáticas para el resto de los canales y,
finalmente, para los consumidores que, aún teniendo el dinero para realizar las
adquisiciones, no podrán concretarlas por la falta de disponibilidad de las mercancías.

Mensaje a la alianza gobernante

La actual supercrisis, sorpresiva para algunos sectores (y lamentablemente el conjunto del


Gobierno entre ellos), ha provocado airadas reacciones por parte de destacadas figuras del
oficialismo, incluyendo insultos, destratos y hasta frases amenazantes.
No es momento para que quienes tienen la responsabilidad de conducir los destinos
nacionales por mandato de las urnas, o bien pierdan los estribos o intenten apelar a recetas
mágicas.

En enero, a posteriori de la rimbombante conferencia de prensa del 28D, brindada por las
autoridades económicas, advertíamos en nuestro artículo "¿Será Sturzenegger el Sourrouille
de Macri?": "La osadía, que puede ser un valor tratándose de asuntos particulares, es
manifiesta irresponsabilidad cuando lo que se arriesga son los activos de toda la sociedad.
Tal vez el Gobierno debiera resignarse a su fracaso y dedicarse con meticulosidad a
administrar, de la mejor manera posible, el tiempo que le resta hasta alcanzar la meta.
Apelar a "jugadas maestras" desconociendo la técnica del "arte económico", pueden llevar
al sistema a acelerar su entropía."

Mensaje a nuestros lectores

La supercrisis se materializó ante nosotros. Según cómo nos hayamos preparado,


sortearemos con mayor o menor éxito, el duro trance al que el Gobierno nos expone.
Son los momentos difíciles los que más requieren de la solidaridad para la búsqueda del
"bien común".
Para salir airosos, no olvidemos de cuidar nuestra salud y la de nuestros familiares y
allegados, así como la de los planteles y las ecuaciones patrimoniales de las empresas.
Finalmente, nuestro esfuerzo cotidiano es para el bienestar de todos esos mundos a los que
pertenecemos, y a ellos debemos la fuerza vital del optimismo, que debe guiar nuestros
pasos en el porvenir.

Lunes, 28 de mayo de 2018

El discurrir de la supercrisis
Volvió a incrementarse el déficit cuasifiscal y se espiraliza el desequilibrio de las cuentas
públicas

Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Pasó el supermartes y la economía ha quedado más frágil que en sus vísperas. La


renovación de la totalidad de las Lebacs es presentada por el oficialismo como un éxito y el
punto de inflexión con el que se dan por finalizadas las "turbulencias cambiarias".

Las conclusiones no podrían ser más disparatadas.


El saldo de la aparentemente "exitosa" operación es que, con las medidas adoptadas para
lograrla, la solvencia del sistema financiero ha sido puesta en jaque.

Al haber llevado desde la franja del 27,5% a la del 40% la tasa de interés anual de las
Lebacs a 35 días, volvió a incrementarse el déficit cuasifiscal, espiralizando aún más el
desequilibrio de las cuentas públicas, en cuyo financiamiento, además, se ha acrecentado la
participación de los bancos.

Al trasladarse ese aumento a la tasa de descuento de las operaciones en el circuito real de la


economía, el crédito comercial, como opción de financiamiento permanente, quedó
prácticamente en extinción.

El verdadero balance es que, al núcleo duro de la supercrisis, se han incorporado las


instituciones bancarias.

Ahora también el sistema financiero

Las autoridades económicas tomaron decisiones que no sólo afectaron la tasa de ganancia
de las entidades que operan en el sistema financiero local, sino también, finalmente, su
situación patrimonial.

En primer término, se obligó a reducir la posición global neta positiva de moneda


extranjera de las firmas, forzándolas a realizar un pésimo negocio al desprenderse de
dólares que se encarecieron aún más.

A posteriori, también se las obligó a reducir sus tenencias en moneda local, mediante el
recálculo de encajes, para así aumentar su capacidad de compra en el mercado de deuda
pública.

El saldo del día después del supermartes, para los bancos, es que cuentan con menos
dólares, con menos pesos y con más instrumentos de deuda.

El nivel de la tasa de interés y su impacto en la economía real

La consolidación, ya ratificada por el BCRA, de las tasas de interés en niveles prohibitivos


para el funcionamiento del aparato productivo, a lo que se suma la certificación de que así
se mantendrá por largo tiempo, equivale a la desaparición del crédito comercial, dado que,
al superar el "mark up" habitualmente utilizado en los mercados masivos, se convierte en
una abstracción en los circuitos de comercialización.

Es que el costo de tal financiamiento se propaga en la economía real y en niveles muy


superiores a los que rigen en los préstamos entre entidades financieras. Ya no se trata de las
dificultades en los empréstitos para la expansión de las operaciones, sino del
mantenimiento del "pago a plazo" sobre el que se sostiene la marcha cotidiana de los
negocios, y que se requiere tanto en relación a los proveedores como hacia los clientes. En
el circuito formal, esas tasas de interés usualmente más que duplican a las de referencia,
llegando a cuadruplicarlas en el mercado informal.
No hace falta demasiada perspicacia para inferir que, para cualquier compañía, el descenso
del crédito implica su inmediato correlato en los stocks.

Las medidas anunciadas por el oficialismo para aminorar aquel impacto sobre las
empresasiii, señalamiento central de nuestro artículo "Llegó la supercrisis. Evitemos la
hipercrisis", no es más que arar en el mar, dada la desproporción entre la minúscula
"solución" aportada y la magnitud de la problemática, ya que no se restituyen las tasas de
interés a niveles razonables, ni se contempla que alrededor del 40% de la economía
argentina se desarrolla en la informalidad.

Así, entonces, el descenso de los stocks señala el inicio del desabastecimiento de los
mercados.

A su vez, la desmesurada diferencia entre los precios de contado y los de las operaciones a
plazo (que imposibilitan la realización de estas últimas), implica una caída en las ventas de
todos los eslabones de la cadena, generando una disminución en las operaciones
comerciales que supera en proporción a la causada por la pérdida del poder adquisitivo de
los ingresos, determinada por el traslado a precios de la devaluación.

Como un búmeran, los problemas originados en el desequilibrio de las cuentas públicas se


transfieren al sector privado, pero vuelven hacia el Estado en forma de disminución de la
recaudación.

Incrementando el déficit fiscal

En julio, cuando la Afip informe la recaudación impositiva efectuada durante junio,


producto de la baja de las ventas del mes de mayo, reflejará una brusca caída.

Asimismo, es previsible que la disminución de los ingresos tributarios se dé en una


proporción aún mayor que la de la merma de la actividad económica, atento a las
dificultades que las empresas afrontarán para cumplir con todos sus acreedores, ya que el
retraso en el pago de las obligaciones tributarias es un mecanismo de financiamiento
alternativo.
A ello, debe agregarse que se recaudarán impuestos sobre precios viejos para ejecutar un
gasto con precios nuevos (efecto Olivera-Tanzi), incrementando el déficit fiscal.
Aun teniendo en cuenta la pretensión del Gobierno de reducir el gasto público, vale señalar
que el descenso de la recaudación será aún más vertiginoso que el ajuste buscado.
Con el incremento en moneda nacional que la devaluación determina sobre los servicios de
deuda (déficit financiero), se completa el panorama trágico de la situación actual, en el que
también se ha modificado, para mal, el ratio deuda/PIB, como obvio producto del salto del
tipo de cambio.
Llegado a este punto, y entendiendo que el déficit fiscal total (DFTiv) es superior al de
cuenta corriente, la posibilidad de una asistencia financiera del FMI quedará condicionada a
obtener un resultado fiscal preciso y calculable, cuando hoy, claramente, está
indeterminado por lo ut supra señalado.
Lo urgente

En este contexto, el gobierno debiera abocarse a atender las urgencias de un país con una
economía desquiciada, buscando garantizar que las tensiones, que se multiplican, se
resuelvan en un marco de paz y armonía.
Parafraseando nuestro artículo "Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política
del después vemos" de noviembre del año pasado, "hay supercrisis porque todas las salidas
posibles son malas".
Dado que lo económico está en una situación irreversible, el gobierno debe concentrarse en
no profundizar los daños más allá de los que ya ocasionó, buscando resguardar con el
máximo de los cuidados, el funcionamiento institucional de la Nación.

La responsabilidad principal está en las espaldas del oficialismo. El resto de las


organizaciones políticas, religiosas, empresariales, sindicales y sociales, no hay dudas, van
a asumir la suya sin hesitar.

Lunes, 4 de junio de 2018

Persiguiendo su propia sombra


El ajuste está siempre detrás del déficit fiscal

Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Caracterizamos como supercrisis el actual escenario, en el que el gobierno se ocupó de


hacer concurrir los desequilibrios fiscales que originaron la crisis de 1989 con los del sector
externo que desencadenaron la de 2001, con el agravante de que ambos fenómenos se
potencian mutuamente.
En fuga hacia adelante, el oficialismo enfrentó las tensiones cambiarias devenidas de la
agresiva dolarización de carteras de inversión (producida a partir de la caída de la demanda
de la moneda local), con una inconcebible suba de las tasas de interés.
Con ello consiguió, transitoriamente, sofrenar la devaluación de la moneda nacional, pero a
un costo enorme, inclusive superior al que hubiera generado la continuidad de la corrida
cambiaria.
Con la consolidación de las tasas de interés en niveles usurarios, también se ratificó la
desaparición del crédito comercial, obligando a las empresas a reducir bruscamente sus
operaciones.
Al descenso del consumo masivo generado por la pérdida de poder adquisitivo debido a la
traslación a precios de la modificación del tipo de cambio, se suma la descomunal
disminución de transacciones en el comercio mayorista.
Pero el gobierno, desconociendo estos antecedentes, actúa como si sólo atravesara una
transitoria dificultad en la balanza de pagos, apostando a su financiamiento mediante un
contrato de mutuo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Su rúbrica estará sujeta, entre otros aspectos, a que los parámetros económicos que debe
contener presenten un principio de cálculo cierto al momento de su incorporación en las
cláusulas del acuerdo. Sin embargo, las circunstancias económicas nacionales dificultan al
extremo tal cuantificación, de modo que podrían condicionar, ya sea en estadios iniciales o
mediatos, la materialización de los desembolsos solicitados o, incluso, la propia suscripción
del contrato.

El prestamista

Cuando en 1944 comenzó la conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas en


Bretton Woods, Estados Unidos, los líderes y representantes de los 44 países participantes,
se abocaron a diseñar el orden económico de la posguerra para occidente, mientras el
mundo enfrentaba las consecuencias de la II Guerra Mundial.

Allí prevalecieron las propuestas norteamericanas, representadas por Harry D. White,


Secretario Adjunto del Tesoro de los EE.UU., por sobre las de la delegación británica,
encabezada por John M. Keynes.

Como parte de los acuerdos, al finalizar la conferencia, se creó el FMI y se concibió el


Banco Mundial (BM).

Según el propio FMI, su misión "consiste en asegurar la estabilidad del sistema monetario
internacional; es decir, el sistema de pagos internacionales y tipos de cambio que permite a
los países y a sus ciudadanos efectuar transacciones entre sí". Más allá de su papel en la
supervisión de las condiciones económicas a nivel nacional, regional y mundial, y en la
asistencia técnica y asesoramiento a los gobiernos de los países miembro, su principal rol es
el de brindar recursos financieros a los estados nacionales que los soliciten, para la atención
de desequilibrios en la balanza de pagos.

Explícitamente, el organismo define que, cuando un país obtiene un crédito del FMI, "su
gobierno se compromete a ajustar la política económica", tanto para superar los problemas
que le llevaron a solicitarlo, como para garantizar que ese estado será capaz de reembolsar
el principal y sus intereses.

La mayor parte de ese financiamiento se otorga por medio de desembolsos escalonados,


supeditados a la aplicación de medidas en el marco de determinadas políticas (por ej.
referidas a la administración del comercio exterior e interior) y criterios de ejecución y
metas cuantitativas (como los agregados monetarios, las reservas internacionales, los saldos
fiscales o los empréstitos externos), que son las variables que están bajo el control de las
autoridades nacionales.
El solicitante

En nuestro último artículo, "El discurrir de la supercrisis", advertíamos que "en julio,
cuando la Afip informe la recaudación impositiva efectuada durante junio, producto de la
baja de las ventas del mes de mayo, reflejará una brusca caída".

Ello es consecuencia de que se han conjugado:

► la baja del consumo por pérdida de poder adquisitivo de los ingresos populares,

► el descenso en el flujo de las ventas mayoristas por restricción del crédito comercial, y

► el incremento de la morosidad de las obligaciones tributarias como financiamiento


alternativo, dado el diferencial entre las tasas de los punitorios y las que se observan en el
mercado.

Así se ingresa en un círculo vicioso en el que la baja de la actividad económica se expresa


en la caída de la recaudación impositiva, sin solución a la vista que pudiera interrumpir
dicha dinámica.

A su vez, tal situación se verá agudizada por:

► el déficit cuasifiscal del BCRA (diferencia entre intereses pagados y cobrados) que
continúa en aumento producto de la expansión de las emisiones de sus instrumentos y de
las crecientes tasas de interés;

► el efecto Olivera-Tanzi (se recaudan impuestos sobre precios viejos para ejecutar gasto a
precios nuevos),

ya que contribuirán a seguir espiralizando el déficit fiscal.

Al respecto, tampoco serán de utilidad los eventuales recortes a las erogaciones


presupuestarias, que por cierto auguran la incorporación de un componente recesivo
adicional, dado que la caída de los ingresos tributarios, en velocidad y magnitud, supera
holgadamente cualquier disminución de los gastos públicos y, por lo tanto, se ingresa en un
espiral que deja indeterminado el déficit fiscal total.
La imposibilidad de cuantificarlo, tratándose de uno de los parámetros de mayor relevancia,
podría condicionar la materialización del acuerdo con el FMI.

Yendo a ninguna parte

Como hemos mencionado, la supercrisis es la conjunción de dos desequilibrios en tiempo y


espacio: el fiscal y el externo.
En el imaginario del oficialismo, el acuerdo con el FMI serviría simultáneamente a ambos
fines, olvidando la regla de Tinbergen, según la cual, para cada objetivo se necesita un
instrumento, y planteando así propósitos de imposible consecución.
En consecuencia, la solución que permita resolver ambos desequilibrios requiere de otras
medidas tanto en cantidad y como en cualidad.
El (im) probable acuerdo con el FMI es claramente insuficiente, dado que, a lo sumo,
operaría como paliativo transitorio en el frente externo.
Por su parte, el implícito ajuste del gasto que, desde el marco de decisiones del gobierno,
tendería a mejorar las cuentas públicas, iría siempre por detrás del incremento del déficit
fiscal por caídas de recaudación.
Así, como si persiguiera su propia sombra, en cada paso que da hacia su objetivo, el
Gobierno, simultáneamente, se aleja de él.

Lunes, 11 de junio de 2018

Lo por venir
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

El esquema económico que el oficialismo decidió implementar se encuentra en una


situación desquiciada e irreversible. Sólo le resta abocarse a atender las urgencias,
garantizando que los conflictos se resuelvan en un marco de paz y armonía, evitando que la
Nación sucumba ante la anomia.

El oficialismo actual, por no caracterizar correctamente la coyuntura nacional y al mismo


tiempo no incorporar a su análisis el Nuevo Orden Internacional (sayo que también le cabe
a algunas vertientes de la oposición) está condenado a la intrascendencia política.

Ante este panorama, es pertinente retomar una reflexión que, más allá de analizar los
orígenes y el discurrir de la supercrisis (tal como lo hemos venido haciendo en anteriores
entregas), nos permita otear, saliendo de lo inmediato, los plausibles senderos que tomará la
Patria.

El Nuevo Orden Internacional (NOI)

Recientemente, el gobierno de EE.UU. impuso aranceles a la importación de acero y


aluminio, para proteger a las industrias radicadas en su territorio. Para ejecutar esas
medidas, se basó en la idea de que socavar la producción local de esos insumos estratégicos
constituye una amenaza a la defensa y seguridad nacional.
Ello es un ejemplo más de que las determinaciones a tomar en los nuevos modelos de
desarrollo imbrican necesariamente, en un todo armónico, las categorías analíticas de la:
Economía, Defensa, y Seguridad Nacional, tal como lo analizamos en la trilogía de
artículos "Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión"i.

De modo que resulta de fundamental importancia entender adecuadamente los sustratos de


la tercera guerra mundial en cuotas, al decir del papa Francisco, ya que, a diferencia de
antaño, los pueblos derrotados no verán cercenado su territorio, sino que sufrirán el impacto
sobre su tasa de desocupación.

Por ello, lejos de que la reflexión en rededor del NOI se circunscriba a los ámbitos
académicos, su ritmo vertiginoso y su impacto contundente en la cotidianeidad, tanto de las
familias como de los pueblos, vuelve necesaria su cabal comprensión.

La hora de la Patria

En este contexto internacional, se visualiza una invaluable "ventana de oportunidad" para


quienes impulsamos la puesta en valor de los vectores nacionales, en la implementación de
un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS) en nuestro
país.

Ello involucra un imprescindible debate sobre la interrelación dinámica de tres variables


fundamentales: las rentas extraordinarias, la distribución del ingreso y finalmente, la
acumulación de capital al interior de las unidades de producción de bienes y servicios.

El primero de estos conceptos lo definimos oportunamente en nuestro artículo del 29 de


enero titulado "Cómo seguimos", donde señalamos que las rentas extraordinarias están
constituidas por "aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado,
independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de
la explotación de algún recurso natural. Esa característica, en nuestro país, la cumplen
algunas tierras y la energía fósil, constituyéndose, en consecuencia, en los vectores de
competitividad de nuestra economía".

La discusión sobre la administración de dichas rentas impacta, entre otros elementos, en la


segunda variable mencionada, la distribución del ingreso, y presenta, como explicamos el
26 de febrero en nuestra nota "El oficialismo un pato rengo y criollo", tres grandes
corrientes.

A fuerza de ser reiterativos, vale la pena recordarlas:

► la que considera que un cierto nivel de desocupación -y por lo tanto de pobreza- son
estructurales. Por lo tanto, las rentas extraordinarias deben ser aplicadas, bajo diversas
modalidades, en la subsistencia de los sectores sociales afectados.

► la que supone que deben derivarse al Estado (quien asume el rol dinamizador de la
economía) para que las aplique de acuerdo a las prioridades que les asigne una preexistente
planificación económica; y
► la que plantea que dichas rentas deben ser distribuidas hacia la totalidad del entramado
empresarial, con el objetivo de mejorar sus estructuras de costos y, por ende, sus precios de
comercialización, siempre garantizando el pleno empleo de los factores productivos.

Atento a los sustratos culturales argentinos donde necesariamente debe asentarse la política
económica, y su imprescindible adecuación al NOI, surge la tercera opción como la de
mayor eficacia para ser implementada en las etapas reconstructivas, que sucederán al
experimento económico actual.

Sin embargo, aún en este marco, el modelo emergente no carecerá de tensiones en su


interior, al definir sus prioridades respecto de la "administración" de la tasa de acumulación
de capital, variable que se asocia a la tasa de ganancia neta (después de impuestos) que será
aplicada a la consolidación o expansión de cada una de las empresas en el mercado.

Esquemáticamente, hay dos enfoques:

► el que favorece el incremento de la tasa de acumulación de capital de las grandes


empresas, que si bien constituye un porcentaje menor se aplica sobre un Capital Total
Empleado (CTE) sustantivo, para que luego derrame sus beneficios sobre el resto de los
eslabones productivos; y

► la visión mayoritaria y popular, que pretende que dicha tasa se incremente en las miles
de pequeñas y medianas empresas, grandes generadoras de empleo y trabajo argentino.

Se trata, finalmente, de que la política económica articule sistémicamente los mejores


planes, programas y proyectos, contemplando simultáneamente el crecimiento y la
inclusión social, garantizando la permanencia y sustentabilidad de sus logros.

Lunes, 18 de junio de 2018

Demasiado tarde para lá grimas


Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

El gobierno se orienta, bajo la tutela del FMI, a encarar una política económica armonizada
en un plan, ahora sí, neoliberal.

La factibilidad del intento queda severamente amenazada, no sólo por las implicancias en
términos de sustentabilidad económica y social, sino por la distancia existente entre los
desequilibrios que constituyen el punto de partida y la convergencia esperada.
Mientras tanto, el día a día de las empresas, es cada vez más complicado y para muchas,
imposible de sostener.

Empezó mal y termina peor

Apenas tres meses después de que asumiera el actual oficialismo, llamábamos la atención
sobre las serias inconsistencias del esquema macroeconómico implementado que,
desdeñando las más elementales causalidades de la disciplina, pavimentaron el camino
hacia el abismo.

El "mejor equipo de los últimos 50 años" logró introducir a nuestro país en una supercrisis,
que en su discurrir, pone en riesgo la propia continuidad de la Nación.

Ya en el mes de febrero de 2016, alertábamos sobre la problemática fiscal, al afirmar: "la


disminución de los ingresos que recibe el Estado por un lado y el incremento de sus gastos
por el otro, conducen a una inconsistencia macroeconómica que podrá ser sostenida unos
pocos meses".

En este marco, el gobierno comenzó a tomar deuda en el exterior, y como sosteníamos en


nuestro artículo "Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política del después
vemos" (BAE Negocios 20-11-17): "Los dólares comenzaron a entrar y a gastarse, para lo
cual había que transformarlos en pesos, pero estos aumentaban la emisión monetaria y con
ello la inflación y encontraron otra solución mágica: quitar esos pesos del mercado
(esterilización) utilizando las Lebac. Para lo cual tuvieron que pagar una enorme tasa de
interés y entonces emergió el déficit cuasifiscal, que sumado al del Tesoro Nacional y las
jurisdicciones subnacionales, nos acercan al 11% del PIB de este año, esto es alrededor de
u$s60.000 millones, similar (en porcentaje) al que alcanzó el gobierno de Alfonsín previo a
su colapso".

Posteriormente, al problema fiscal se le sumó el del sector externo.

La incomprensión sobre la importancia de la administración del comercio exterior


(instrumento hoy en auge en el mundo), condujo a nuestro país a un rojo comercial récord
de u$s8.471 millones en 2017, que forma parte del déficit de la cuenta corriente de la
balanza de pagos, de aproximadamente 6% del PIB, y que seguía en ascenso hasta el inicio
del actual ciclo de depreciación de la moneda doméstica.

Finalmente, como dijimos en "Ay Patria mía" (BAE 7-5-18): "La Argentina de mayo de
2018 se enfrenta a un escenario en el que convergen los desequilibrios fiscales del 89 con
los del sector externo de 2001, por lo que ambos fenómenos se potencian mutuamente
generando las condiciones de una supercrisis".

¿Respaldo internacional o riesgo de default?

El aporte ciertamente extraordinario que aparentemente hará el FMI es leído como un


fuerte respaldo de la comunidad internacional al gobierno. ¿Será así?
El crecimiento de la prima de riesgo de default de las compañías aseguradoras, para el caso
argentino, funcionó como una alerta para el sistema financiero internacional que, para
disminuir su exposición por los préstamos oportunamente otorgados, promovió la activa
participación del FMI. La visita de Christine Lagarde a nuestro país, en marzo pasado, fue
la "mise en scene" del inicio de este proceso.
En este marco debe interpretarse el verdadero motivo del inusitado monto pre-acordado
(que alcanza 11 veces la cuota que aporta por su participación nuestro país). Así, los fondos
a girar a la Argentina por el FMI sirven como garantía subyacente de los créditos otorgados
por la banca extranjera.
El reemplazo de un acreedor por otro tiene una lógica de hierro: el sector privado está
sujeto a la posibilidad de cesación de pagos, mientras que el organismo multilateral está
prácticamente blindado a esta alternativa, como quedó demostrado en diciembre de 2001.
Naturalmente, el aporte comprometido sólo se efectivizará bajo la condición de resolver las
inconsistencias macroeconómicas preexistentes con lo cual, ex post acuerdo con el FMI
emerge ahora sí, un plan económico neoliberal.

¿Demasiado tarde para un plan?

Desequilibrios tales como un déficit fiscal total que supera en términos de PIB al de 1989, y
un rojo de cuenta corriente mayor al que provocó la crisis de 2001, sólo podrían resolverse,
en el marco de dicho plan, con una baja de la tasa de interés a niveles razonables y
aceptando que el tipo de cambio alcance un nivel, hoy, indeterminado.
Sin embargo, sus consecuencias sociales son inaceptables, ya que requiere que el consumo
de los hogares disminuya en magnitudes sólo compatibles con el 25% de la Población
Económicamente Activa Desempleada, y el 50% de la Población Total en Situación de
Pobreza.
La dudosa viabilidad social del "nuevo modelo" no es el único obstáculo ya que, en el corto
plazo, el préstamo del FMI no resuelve el serio problema del "trade off" (intercambio) entre
la tasa de interés y el valor del dólar.

El nivel de dichas tasas, fijado por el BCRA con el objetivo de desincentivar la dolarización
de las carteras de inversión (producto de la caída de demanda de la moneda doméstica),
podría provocar en la economía un impacto de desabastecimiento, por la acelerada
contracción del crédito comercial, perjudicando principalmente a las pequeñas y medianas
empresas, cómo ya hemos explicado en el artículo "Llegó la supercrisis. Evitemos la
hipercrisis" (BAE Negocios 14-5-18).

Asimismo, su permanencia en el tiempo tiene un efecto demoledor sobre las Empresas


Capital Intensivo (ECI), característica que en la Argentina es propia de las grandes
compañías proveedoras de insumos difundidos.
Su función de producción, sesgada a la utilización del capital, se ve tremendamente
impactada por niveles de tasa de interés reales superiores al 70%.
Por el contrario, si para evitar este sobrecosto, las ECI optan por utilizar como numeral de
cálculo la moneda estadounidense, enfrentan la incertidumbre sobre el nivel futuro del tipo
de cambio (esperanza de devaluación).
Por un camino, o por el otro, se encuentran en la problemática situación de no saber si el
precio al que comercializan sus bienes cubre, o no, sus costos de producción.

¿Cuánto tiempo podrá soportar la economía enfrentando estas condiciones?

Lunes, 25 de junio de 2018

Saltando... de la sarté n al fuego


Si los fondos del FMI son dilapidados, aumenta el riesgo de incumplir los pagos

Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Antaño, casi siete meses atrás, el Gobierno daba a conocer pretendidas "políticas
milagrosas" para futuros venturosos con pompa y oropeles. En la actualidad, cuando
anuncia cambios, lo hace con vergüenza.

Oportunamente, caracterizábamos como "la política del después vemos" (BAE Negocios,
21/1/2018) a la conducta oficialista de, a través de medidas inconexas, intentar resolver un
problema, pero creando uno más grande y complejo aún.

Los anuncios realizados confirman la persistencia de aquel modus operandi, en el que


resalta, como elemento más alarmante, el relacionado con los desembolsos del préstamo del
FMI. Es que, procrastinando una vez más, pareciera que los fondos serán aplicados en el
diferimiento de la solución de las inconsistencias, lo que podría poner al país en el riesgo de
la cesación de pagos.

Uno de los cambios más significativos es, sin dudas, el que se produjo en la conducción del
Banco Central de la República Argentina (BCRA), ahora encabezado por el
"mesadinerista" Luis Caputo, privilegiando así el papel de rectoría de la "timba financiera"
por sobre el de autoridad monetaria.

En su momento, luego de la fallida conferencia de prensa del 28 de diciembre pasado,


titulábamos una nota con la pregunta: "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?" (BAE
Negocios, 8/1/18), ya que encontrábamos un paralelismo entre el saliente presidente del
BCRA y el exministro de Alfonsín cuya dimisión precipitó la crisis que obligó al traspaso
anticipado de la Presidencia de la Nación. En aquellos días, pese a sus profusos malogros,
era quien "con su gestión garantizaba que el radicalismo perdería las elecciones", pero a la
vez "aseguraba la entrega del mando en la fecha estipulada".
Asimismo, el Gobierno tampoco parece haber adquirido mayor densidad técnica ni política
con las concomitantes salidas de los exministros Aranguren y Cabrera.
Es que, con la sustitución de un expresidente de una refinadora de petróleo por un
exvicepresidente del rubro, seguirá vacante la definición de una política energética que
permita hacer de los combustibles fósiles un vector de competitividad de la economía
nacional. Y, en cuanto a la cartera de Producción, más allá de los nombres, poco puede
anhelarse en el contexto recesivo que transitamos y que signará los días que se avecinan.

Sin soluciones a la vista

Finalmente, se suscribió el contrato de mutuo con el FMI y se liberaron los primeros 15.000
millones de dólares del crédito Stand-By. Los desembolsos de los tramos siguientes quedan
sujetos al cumplimiento, por parte del Gobierno, de los compromisos asumidos. Como
hemos señalado con anterioridad, la velocidad de la caída de la recaudación tributaria
superaría a la de la disminución del gasto público, poniendo en duda la observancia de las
metas fiscales y, por tanto, de la continuidad de las transferencias del organismo
multilateral.

La búsqueda de fondos del Tesoro Nacional mediante la emisión de letras, sólo se puede
realizar cuando, como el lunes pasado, las tasas de interés son exageradamente altas y se
incluyen cláusulas que funcionan como seguros de cambio.

Por parte del BCRA, la última licitación de Lebac sólo consiguió la renovación del 60% de
los vencimientos, a costa de un sustancial incremento de las tasas de interés ofrecidas, que
alcanzaron el 47% anual para el tramo más corto.
Así, como lo explicitamos oportunamente, se agravan día a día los problemas prexistentes:

► se perpetúa la restricción del crédito comercial entre las compañías ("El discurrir de la
supercrisis", BAE Negocios, 28/5/18),

► se imposibilita a de las Empresas Capital Intensivo la determinación sus costos de


producción ("Demasiado tarde para lágrimas", BAE Negocios, 19/6/18), al tiempo que,

► debido a la baja en la demanda de la moneda doméstica, no cede la dolarización de las


carteras de inversión (ibid.).

Desvistiendo a un santo para vestir a otro

Como manifestamos la semana pasada en el artículo citado, el acuerdo con el FMI es, en
esencia, el reemplazo de un acreedor por otro, en tanto que los fondos girados por el
organismo multilateral no tendrían otro fin que el de servir como subyacente de los créditos
otorgados por la banca privada extranjera a nuestro país.

Sin embargo, es posible que tal resguardo no esté disponible al momento de usarlo porque,
si una significativa parte de esas divisas se aplica a la contención de la corrida cambiaria,
tal vez no haya suficientes dólares para la atención de los vencimientos de deuda. Esto
significa, lisa y llanamente, el ingreso en situación de default de los bonos soberanos.
El Gobierno anunció que la mitad del primer desembolso será vendido por el Tesoro,
mediante el Banco Central a través del mecanismo de subasta de dólares, para intervenir en
el mercado cambiario y así abastecer al sector privado, al tiempo que colecta los pesos que
permiten atender sus gastos domésticos.

El extraño dispositivo implementado no está exento de riesgos de posibles cartelizaciones


por parte de los bancos intervinientes en las compulsas, elemento que ameritaría, en
cumplimiento de la ley recientemente sancionada, posteriores investigaciones de la
Autoridad Nacional de la Competencia.
Asimismo, los fondos en dólares provistos bajo este mecanismo, lejos están de aportar al
mercado el volumen necesario para compensar el desequilibrio de la cuenta corriente de la
balanza de pagos. Sin ir más lejos, sólo uno de sus componentes, el déficit comercial, sigue
en ascenso y en mayo alcanzó los 1.285 millones de dólares (si bien es cierto que podría ir
disminuyendo por la contracción de las importaciones).

En síntesis, si como el propio Gobierno sostuvo, los mercados de deuda voluntarios están
cerrados para la Argentina y los fondos provistos por el FMI son dilapidados, aumenta el
riesgo de incumplir los pagos, por lo que los funcionarios actuantes deberán asumir su
responsabilidad ante tal evento.

Apelando una vez más a la conducta de "vestir a un santo desnudando a otro", la alianza
Cambiemos nos confirma que goza de la extraña habilidad de empeorarlo todo, incluso lo
que ya estaba muy mal.

La supercrisis sigue su derrota.

Lunes, 2 de julio de 2018

FMI, MSCI, las siglas del nuevo


"segundo semestre"
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Bajo la apariencia de uno de esos juegos de mesa con letras o palabras, el oficialismo apela
a siglas como MSCI o FMI, y las convierte en las soluciones mágicas que aliviarían el
derrumbe de los negocios.

La recategorización del Índice MSCI de Argentina en una jerarquía superior, junto al


acuerdo Stand-By con el Fondo Monetario Internacional (FMI), conforman la artillería para
combatir la supercrisis, según reza el discurso gubernamental y su réplica en boca de
"especialistas".
Vale la pena entonces, detenerse a analizar los alcances que podrían tener tales eventos.

El discreto encanto de ser "emergentes"

Derivada de la antigua sigla de "Morgan Stanley Capital Investor", MSCI Inc. no es otra
cosa que una compañía privada que, como muchas otras, se especializa en el
"asesoramiento de cartera" a sus clientes, principalmente, fondos de inversión.

Entre sus productos, se destacan los índices con los que monitorea a los mercados de
capitales de alrededor de 80 naciones. De ellos, el que utiliza para medir la performance del
de nuestro país, se basa en el seguimiento de diez compañías argentinas.

A su vez, los mercados nacionales (y los índices que los representan) son periódicamente
calificados, en las categorías de "desarrollados", "emergentes" o "de frontera", dependiendo
de la evaluación que la empresa realiza sobre las condiciones en las que ellos se
desempeñan, de acuerdo a criterios tales como la apertura hacia el capital extranjero, su
facilidad de movimiento en los flujos de ingreso y egreso al país, como así también la
eficiencia y la estabilidad de los marcos operativo e institucional.

Es importante subrayar que, finalmente, se trata de la forma en que una empresa privada
aprecia el funcionamiento de los mercados de valores de un país, y que no está sujeta a
mayores regulaciones que las del "buen hombre de negocios, que con su plata hace lo que
quiere".

Sirve esta aclaración para distinguir entre la relevancia que presentan las evaluaciones de
los organismos multilaterales de crédito, sujetos a las normas y el control que sus Estados
miembro le imponen, vis a vis con las de una compañía privada que otorga credenciales de
acuerdo a su entender y conveniencia.

Pero más importante que eso, es calibrar adecuadamente cuál es el impacto de la decisión
de esa empresa.

Aun asumiendo como cierto que la recategorización aumenta la demanda de las acciones
promovidas, no podemos abstraernos del hecho que los proyectos de inversión en la
economía real dependen de la tasa interna de retorno (TIR) esperada.

Ejemplificando, imaginemos que JB es un accionista relevante de una de las compañías de


oferta pública argentina que reúne las condiciones de elegibilidad y que, dado el aumento
en los precios de las acciones a partir de la demanda plus que generaría dicha recalificación,
podría tomar la decisión de desprenderse de una cierta cantidad de sus tenencias.

El resultado es evidente: JB obtuvo fondos líquidos que puede tanto gastar como invertir.
En este último caso, privilegiar una inversión en la economía real por sobre una de cartera,
implica que la evaluación de su proyecto debe presentar un retorno que supere a las que
ofrece el Sistema Financiero Ampliado (SFA), hoy conducido a ser "especulativo-
rentístico" por las malogradas decisiones económicas del actual oficialismo.
Lo propio sucede mirado desde la compañía. Suponiendo que, por la demanda extra, el
directorio sugiere y la asamblea de accionistas acepta realizar una ampliación del capital (y
que la mayor oferta no provoca un descenso en el precio de las acciones), ello le permitiría
acceder a nuevos fondos de alta liquidez. Pero, también en este caso, la posibilidad de su
aplicación en la economía real dependerá de la relación entre los rendimientos del proyecto
versus los de las inversiones financieras.

Es decir que, ya sea desde el punto de vista de los accionistas o del de las compañías, no
hay incentivos para la inversión productiva, en tanto siga siendo imposible encontrar
proyectos cuyos rendimientos superen a los que ofrece el SFA.

¡No desvíen los fondos!

A lo antedicho, se suma que la tensión entre los niveles del tipo de cambio y de las tasas de
interés vigentes (que operan como una trampa mortal para el funcionamiento de la
economía real), resultó hasta ahora irresoluble.

Ni siquiera el acuerdo con el FMI atenuó esta situación.

En precedentes artículos, hemos dedicado atención tanto a las limitaciones del instrumento
ante la magnitud de los problemas, como a la dudosa factibilidad de las metas
comprometidas para su materialización ("Llegó la supercrisis. Evitemos la hipercrisis",
BAE Negocios, 14/6/18; "Persiguiendo su propia sombra", BAE Negocios, 4/6/18).

No obstante, en esta instancia, es otra la principal de las preocupaciones que queremos


expresar.

La mayor zozobra es la que se funda en la conducta gubernamental de desviar los fondos


obtenidos mediante el acuerdo Stand-By con el organismo multilateral, hacia la contención
de la suba del tipo de cambio, como viene haciendo el BCRA por mandato del Ministerio
de Hacienda, a través de las subastas diarias de cifras millonarias de dólares, que
inicialmente alcanzaban los 100, pero se ampliaron considerablemente la semana que pasó.

Esta acción no se correspondería con lo estipulado en el Memorandum de Políticas


Económicas y Financieras (que el gobierno remitiera al FMI y funge como base del
contrato de mutuo suscripto) donde el BCRA se comprometió a publicar, pero recién en
setiembre, una regulación para introducir un mecanismo de subasta de divisas en los
mercados de contado y de futuro.

Aunque el acuerdo contempla que la mitad del primer desembolso (U$S7.500 millones)
pueda utilizarse como auxilio fiscal, quedan dudas acerca de si el oficialismo está
respetando los compromisos auto impuestos.

Pareciera que no. Así se activa no sólo la severa amenaza de default de los bonos soberanos
que señalamos "la semana pasada ("Saltandode la sartén al fuego"", BAE Negocios,
26/6/18), sino la de un riesgo superior: el de incumplimiento con el mismo FMI.
En ese caso, las consecuencias serían nefastas e incontables, no sólo para el actual
Gobierno, sino también respecto de sus sucesores, dado que la salida de la actual supercrisis
se expresará mediante otros equilibrios macroeconómicos, que requerirán del sistema
multilateral de crédito, a fin de aliviar ciertas restricciones durante la recuperación.

Recordemos cómo, en el período de contingencia desde el 23 de diciembre de 2001 al 25 de


mayo de 2003, se sostuvieron los compromisos preexistentes con los organismos
internacionales y se concertaron nuevos créditos. Ello incluye al último antecedente de
acuerdo Stand-By, cancelado en enero de 2006, cuya renegociación fue suscripta en
setiembre de 2003.

La alianza Cambiemos dejará un país económicamente desquiciado y, para atemperar sus


consecuencias, se requerirá disponer de todas las herramientas posibles.

Por favor, no las rompan...

Lunes, 9 de julio de 2018

Siempre que llovió , paró


Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Ya no quedan esperanzas para el actual esquema económico.

Como se aprecia, tanto en sus declaraciones públicas como en sus expresiones privadas, el
conjunto de los economistas converge en el mismo diagnóstico: al superponerse el déficit
fiscal (que desencadenó la crisis de 1989) con el del sector externo (que originó la de
2001), se dan las condiciones de la supercrisis.

Con independencia de las afinidades político-ideológicas, o de si se privilegia


analíticamente el factor fiscal o el externo, la fuerza de los hechos ha terminado de
imponer, incluso ante "el mercado", la conclusión de que la situación es irresoluble.

El temprano fracaso de la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) es, tal
vez, la última y más relevante certificación de la magnitud de los desbalances que no logran
ser "abatidos", ni siquiera con el arma de mayor calibre. Es que, como lo habíamos
anticipado, la posibilidad de éxito "queda severamente amenazada por la distancia existente
entre los desequilibrios que constituyen el punto de partida y la convergencia esperada"
(Demasiado tarde para lágrimas, BAE Negocios, 18/6/18).
Si bien el discurrir de la supercrisis podría seguirse desde el desarrollo del "minuto a
minuto" de los mercados cambiarios y bursátiles, recientemente impactados con el crédito
del FMI y la promoción a la categoría de "mercado emergente" de MSCI, no hay que
perder de vista que su verdadera densidad es la que se expresa en el vertiginoso derrumbe
de la producción y comercialización de bienes y servicios (FMI, MSCI: las siglas del nuevo
"segundo semestre", BAE Negocios, 2/7/18).

De modo que son las circunstancias las que imponen, como imperativo ineludible, la
reflexión sobre el nuevo modelo económico que deberá construirse en la Argentina como
sucesor de la fracasada propuesta de la alianza Cambiemos, ya sea en un proceso de tractos
sucesivos, a posteriori de la aplicación de un Programa Económico de Contingencia (PEC),
o como su directa superación.

El sol del 25 viene asomando

Inexorablemente la sociedad argentina deberá elegir el camino por el cual seguiremos


adelante y es este el marco en el que debatimos los planes económicos.

Oportunamente, fuimos desgranando el enfoque al que denominamos Modelo de Desarrollo


Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS).

Este implica, entre otras condiciones, que:

► las empresas obtengan adecuada rentabilidad,

► el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y

► los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos,

de modo que se aseguren los necesarios niveles de bienestar para el conjunto de la


población.

Hemos señalado que una de las claves reside en la determinación de los vectores de
competitividad de la Argentina (Cómo seguimos, BAE Negocios, 29/1/18), entre los que
avizoramos, en primer término, las rentas extraordinarias originadas en:

► la producción de algunos alimentos y

► la exploración-explotación de los combustibles fósiles.

Ahora bien, para que el MoDEPyS, cumpla con los requisitos de ser permanente y
sustentable, deberá orientarse, esta vez, a la producción.

Los anteriores ciclos de desarrollo económico que vivió nuestro país, se asentaron en la
dinámica de la variable "consumo", de modo tal que, al acercarse a la frontera de
producción comenzaron los llamados "cuellos de botella", hasta finalmente desembocar en
una situación de insuficiencia en la generación de divisas para el normal funcionamiento de
la economía, especialmente en las actividades demandantes de moneda dura, situación
técnicamente conocida como de "restricción externa".

Las actuales condiciones del comercio mundial, como hemos señalado (El mundo actual
facilita los modelos de desarrollo nacional, BAE Negocios, 4/9/17, y otros artículos)
ofrecen una ventana de oportunidad para la puesta en valor de los vectores nacionales de
desarrollo, que sería absurdo desaprovechar.

Poner el acento en la inversión, privilegiando la producción por sobre el consumo, con el


adecuado set de precios relativos, implica la necesidad de profundas mejoras en las
condiciones de competitividad de nuestra economía.

Tecnología vs. mano de obra

Entre los múltiples factores de incremento de la competitividad de las empresas, y más allá
de las mejoras en los procesos y la optimización de la utilización de los recursos, las
ganancias de productividad, en vastos sectores, requieren de la incorporación de nuevas
tecnologías, lo que a menudo agudiza las tensiones entre el rol empresarial y el del
movimiento obrero organizado, al contraponerse con los objetivos de pleno empleo. Es que
la modernización del aparato productivo, en algún punto, implica la sustitución del trabajo
humano.
Ello obliga a pensar un abordaje del problema que permita superar la contradicción, en
apariencia, ineludible, entre mejorar la productividad y mantener el pleno empleo ya que,
en la agregación de valor, cada vez es mayor el aporte de la tecnología, al tiempo que
disminuye la participación del trabajo humano.
Para estas situaciones, un enfoque posible, sería el de que los asalariados también
participen en la propiedad de la nueva tecnología mediante sus representaciones gremiales.
Tal esquema, desde el punto de vista de las empresas, significaría, entre otras implicancias
posibles, la incorporación de un nuevo accionista. Desde el punto de vista del movimiento
obrero organizado, sería una posibilidad de obtener beneficios para la compensación de la
nueva situación entre los afectados.

Entre otras formas, las ganancias que correspondan al "accionista sindical", podrían ser
utilizadas para subvencionar el reparto de las horas laborales entre todos los trabajadores,
eludiendo así las desvinculaciones, o bien como fondo que permita asignar salarios para
quienes sean desplazados del proceso de generación de valor agregado.

Estas reflexiones no tienen mayor aspiración que la de aportar al debate que empresarios y
trabajadores (verdaderos arquitectos del MoDEPyS, a través de sus respectivas dirigencias
gremiales), deberán enfrentar en el camino de su consolidación.

Porque al final del temporal... FEBO ASOMA.


Lunes, 16 de julio de 2018

La gestió n empresarial en tiempos de


"Supercrisis"
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Hacia mediados del año 2017, las condiciones de inconsistencia macroeconómica se


agudizaron notoriamente, alcanzando niveles críticos y llevando al esquema económico
vigente a una situación de alta volatilidad, sobre la que oportunamente vinimos alertando
("El pesimismo es un momentum del optimismo", BAE Negocios 31-7-17 y "Las
elecciones y la economía", BAE Negocios 15-8-17).

La fragilidad sistémica imperante nos indujo a afirmar, hacia fines del año pasado, que para
el año 2018 la coyuntura resultaba inapropiada para el desarrollo del ejercicio de
proyección de los principales indicadores macroeconómicos, cuyos comportamientos
(dentro de rangos de variación aceptables), era de imposible previsión, razón por la cual
fuimos presentando nuestras prognosis acotadas a plazos cortos.

Esta prudencia en el ejercicio de la profesión no fue imitada por algunos consultores


"mediáticos", que se atrevieron a vaticinar qué acontecería con variables tales como el
resultado fiscal, el nivel de inflación, del tipo de cambio y de la tasa de interés, la tasa de
crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), y los resultados de la balanza comercial y de
pagos, entre otras.

Al poco tiempo de iniciado el presente año, una significativa porción de esos "expertos
económicos" debieron corregir sus pronósticos (¡y continúan haciéndolo!), evidenciando
una escasa densidad en su producción, cuyas bases podrían ser la impericia, la
irresponsabilidad, la mala praxis, o todas ellas combinadas.

Incluso, estos yerros fueron resaltados por algunos periodistas económicos, quienes se
preguntaron cómo fue que ninguno de esos aparentes "gurúes" pudo prever la crisis,
cometiendo injustas generalizaciones, ya que soslayaron la multiplicidad de artículos
publicados en este mismo espacio (1), como los ut supra señalados, que alertaban sobre el
actual desenlace del esquema económico pergeñado por el oficialismo.

En este marco de antecedentes vamos a intentar, en un punto en la línea de tiempo tal cual
como si fuera una fotografía (ya que al final de la película están indeterminados), dilucidar
el alcance de los desequilibrios fiscales y externos, de tal manera que sirvan de parámetros
para las decisiones microeconómicas a tomar.
Del funambulismo a la Supercrisis

Desde su inicio, esta gestión funambulesca abundó en acciones contrapuestas entre su


política fiscal y la monetaria, espiralizando el Déficit Fiscal Total (DFT, que es la
sumatoria de los déficits de la Nación, las Provincias y los Municipios, más el cuasifiscal
del BCRA), hasta alcanzar 11,3%, medido en términos de PIB (2).

El DFT es generado por el rojo financiero (que incluye crecientes intereses de la deuda
soberana) que alcanzaría aproximadamente el 6,5% del PIB, el déficit fiscal de las
jurisdicciones subnacionales, en el entorno del 0,8%, y el déficit cuasifiscal, cercano a 4
puntos del PIB, consecuencia de las exorbitantes tasas de interés ofertadas por el BCRA,
sobre su stock de pasivos financieros.

Este nivel de tasas de interés, que tiene como objetivo desincentivar la dolarización de las
carteras de inversión, trae aparejada una dinámica caótica y disruptiva al conjunto de la
economía.

Mientras esto acontece, se mantiene la restricción del sector externo.

Uno de sus componentes, la Balanza Comercial (BC), arrojó en los primeros cinco meses
del año un déficit de U$S 4.691 millones, mientras que el saldo de la Cuenta Corriente de la
Balanza de Pagos, (que además de la BC incluye la Balanza de Servicios Reales -fletes,
seguros, turismo, etc.-, Utilidades y Dividendos, e Intereses), en la fotografía de hoy,
alcanza un déficit de 6% del PIB.

Así, la situación de supercrisis (desbalances críticos y simultáneos en el terreno de las


cuentas fiscales y externas), presenta un crescendo de significativas dificultades para su
control o acotamiento.

El empresario y sus decisiones

En este entorno de dificultades, los criterios de "rienda corta" y de "sana prudencia" deben
guiar la administración de los negocios.

Para reducir las exposiciones innecesarias, insistimos en la recomendación de:

► mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y
stocks;

► optimizar la situación crediticia (principalmente en cuanto a las deudas en divisas) y


disminuir los riesgos mediante instrumentos de cobertura, aun cuando ello implique algún
tipo de gastos adicionales;

► permanecer atentos a los incesantes cambios en las listas de precios de los proveedores,
actualizando sistemáticamente las estructuras de costos de los bienes y servicios ofrecidos,
de modo de conservar un adecuado margen rentabilidad, y
► estar alertas en cuanto al abastecimiento de los insumos clave de la unidad productiva, a
fin de poder garantizarse, al menos, 60 días de producción y/o comercialización.

Y, dependiendo de la actividad económica y las necesidades de la empresa, también puede


ser recomendable:

► en el caso de productos importados: generar promociones de pre-venta de la mercadería


que "está en el mar" (en viaje), para así poder cancelar las obligaciones a un tipo de cambio
adecuado;

► utilizar el financiamiento de los bancos oficiales (dado que el gobierno parece


despreocuparse por la gestión seria y eficiente de esas entidades), que hoy ofrecer créditos a
tasas y plazos notoriamente distintos a los de mercado.

Reafirmando lo que sostuvimos en nuestro artículo "En esta coyuntura económica: ¡atentos
y vigilantes!" (BAE Negocios, 26-12-17), hoy es imperioso ajustarse a la sentencia que
entonces mencionábamos:

"Este es uno de aquellos momentos donde empatar es ganar".

1-Un ejemplo de lo antedicho es la posición explicitada respecto de la reforma previsional


sancionada por el Congreso de la Nación. Mientras el gobierno se enfrascaba en disputas
innecesarias, incluyendo luchas callejeras, sosteniendo que ello le permitiría un ahorro
fiscal importante, nuestra posición fue que, si bien en el primer semestre los jubilados iban
a ver perjudicados sus ingresos, la evolución de la inflación y de la recaudación provocaría
que en la segunda mitad del año el beneficio fuera mayor. Por ello oportunamente
afirmamos que lo correcto hubiese sido que la ley contemplara ambas formas de cálculo y
tomar en cada período la más beneficiosa para los perceptores.

2-Este porcentaje tiene una magnitud que ingresa en un rango de comparación con los del
gobierno de Alfonsín (aprox. 12%) y del de Isabel Perón (aprox. 14%), en los momentos
previos a sus respectivos colapsos institucionales.

Lunes, 23 de julio de 2018

Subir la tasa de interé s: Un remedio


peor que la enfermedad
Por
Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
El Gobierno sigue fiel a la improvisación y a su característica incapacidad de caminar y
mascar chicle. La suba de tasas para frenar la devaluación tiene un costo superior a la
continuidad de la corrida
Cuando en las decisiones de una empresa comienza a tomar mayor relevancia el gerente
financiero que el de producción o comercialización, se atisba una situación dramática.
Esta es una realidad que se torna cada vez más vigente en el día a día de las compañías
residentes en nuestro país.
Para comprender el porqué, resulta indispensable considerar el carácter bimonetario de la
economía argentina, en la cual los gastos corrientes se realizan en pesos, pero los de
mediano y largo plazo (bienes de consumo durable y de inversión) se cuantifican y pueden
erogarse en dólares. A su vez, cuando se acelera el proceso inflacionario que perfila una
caída en la demanda
de moneda doméstica, la preservación del ahorro, para las familias y las empresas, suele
realizarse en la divisa norteamericana.
En este marco, y fiel a su impronta de la improvisación como "modus operandi", y con su
característica incapacidad de caminar mientras masca chicle, el gobierno ha concentrado
todos sus esfuerzos en la contención de la tendencia ascendente del tipo de cambio,
elevando la tasa de interés, y en consecuencia el costo del crédito, a niveles inauditos.

Billetera mata galán

La justificación del concepto de tasa de interés (valor monetario expresado en porcentaje


que debe pagar el deudor por el uso de una suma que se le ha concedido en préstamo), se
basa en la consideración de que quien recibe el crédito se beneficia de él, al poder crear un
ingreso adicional, por lo que aquel que lo otorga también tiene derecho a coparticipar de
este provecho.
Sin embargo, los actuales niveles de tasa de interés real1 tergiversan este concepto,
transformándola en confiscatoria del activo de la firma.
La idea fuerza que subyace a la decisión tomada por el actual oficialismo, es que la
espiralización de los tipos de interés resulta, para la actividad económica, menos dañino
que funcionar con un tipo de cambio al alza e indeterminado, en el corto y mediano plazo,
en un rango de valores razonablemente acotado.
Pero acontece que en nuestra economía las empresas, en general, han encontrado los
mecanismos para continuar produciendo y comercializando sus bienes y servicios (no
exentas de dificultades, utilizando la modalidad de "remito abierto" o en dólares a plazo) en
contextos devaluatorios.
Aunque también es cierto que algunos agentes, guiados por conductas especulativas,
acopiaban la mercadería, y esperando una suba de su precio desabastecían el mercado,
incrementando la zozobra en la población.
Por ello, las crisis económicas vividas en nuestro país fueron, en rigor, alteraciones de
mayor o menor intensidad en la distribución de las mercancías. Es decir que los bienes
existían, y en lugar de circular a la velocidad usual, se acumulaban en algún punto de la
cadena de producción-comercialización, a la espera de un cambio de las condiciones que
habían determinado el "acaparamiento".
Una vez modificado ese elemento contextual determinante, el restablecimiento de la normal
provisión de los mercados sólo dependía de la aceleración de la distribución.
En cambio, el actual nivel de las tasas de interés (cuya referencia fija el BCRA) perjudicó
tanto a las pequeñas y medianas unidades de negocios (Pymes), como a las Empresas
Capital Intensivo (grandes compañías), cuya función de producción se ve tremendamente
impactada por los actuales niveles de las tasas de interés reales. (Ver "Llegó la supercrisis.
Evitemos la hipercrisis", BAE Negocios 14-5-18 y "Demasiado tarde para lágrimas", BAE
Negocios 18-6-18).

Las firmas se encuentran en la situación de no saber si el precio al que comercializan su


producido cubre o no sus costos totales. Ante esta situación, el desabastecimiento que se
comienza a percibir es de una naturaleza distinta al ut supra señalado, ya que deviene de la
desestructuración de los costos-precios que fungen como orientadores de la actividad.
Así, en este caso, la contracción de la producción finalmente podría derivar en que las
mercancías sean insuficientes o directamente inexistentes.

Las consecuencias sociales de esta situación serían gravísimas.


Es que el abastecimiento normal del mercado requeriría restablecer, antes que nada, la
propia producción.
Es decir que los plazos de la reconstrucción, aún en niveles mínimos, de la actividad
económica para la satisfacción de las necesidades básicas de la población serían,
forzosamente, más prolongados que los que se hayan experimentado alguna otra vez.

Para muestra basta un botón o tres

Como dice el popular dicho, un puñado de ejemplos de la imposibilidad de desarrollar


actividades productivas en este marco macroeconómico bastan, desgraciadamente, para
describir cabalmente la situación:

► Las declaraciones del presidente de una importante industria automotriz, quien sostuvo
recientemente "con las tasas de interés de hoy no hay industria ni negocio que se pueda
sostener", y agregó "estamos comercializando muchos de nuestros modelos a pérdida".

► El caso de una destacada empresa molinera, que luego de adquirir otros establecimientos
puestos a la venta en el mismo sector, se encuentra con inconvenientes para refinanciar su
pasivo. En este caso debe considerarse que la magnitud que tiene su oferta de harina en el
mercado (aproximadamente el 40% del total), hace que peligre el normal abasto de la
población.

► Las dificultades en la refinación y comercialización mayorista de combustibles, que


están perturbando tanto las actividades del sector primario, incluyendo siembra y cosecha,
como las de las empresas de transporte de pasajeros y de mercancías, ya que queda
indeterminado un vector fundamental de sus costos totales.

Decíamos semanas atrás ("Persiguiendo su propia sombra", BAE Negocios, 4/6/18): "en
fuga hacia adelante, el oficialismo enfrentó las tensiones cambiarias devenidas de la
agresiva dolarización de carteras de inversión (producida a partir de la caída de la demanda
de la moneda local), con una inconcebible suba de las tasas de interés. Con ello consiguió,
transitoriamente, sofrenar la devaluación de la moneda nacional, pero a un costo enorme,
inclusive superior al que hubiera generado la continuidad de la corrida cambiaria".

En la memoria de nuestro empresariado ha quedado registrada la forma en que se


atravesaron las crisis de 1989 y de 2001. Era inimaginable, para quiénes lo "habían vivido
todo", que una gestión gubernamental condujera al aniquilamiento del aparato productivo
argentino.

Pero lamentablemente, en la era de Cambiemos "sí se puede".

1.- La Tasa de Interés Real Anual es la que surge de sustraer a la Tasa Nominal Anual
(TNA) la inflación del período. Es distinta de la Tasa Efectiva Anual (TEA) que es aquella
a la que efectivamente está colocado el capital, dado que la capitalización del interés en
determinado número de veces por año da lugar a una tasa efectiva mayor que la nominal.
Tampoco debe confundirse con el Costo Financiero Total (CFT) que es el que debe tenerse
en cuenta al evaluar la decisión de toma de un préstamo, y se determina agregando a la tasa
de interés los cargos asociados a la operación, tales como seguros, impuestos, y gastos de
resumen, entre otros. Es decir que habrá que pagar un CFT, aunque la TNA sea 0%.

Lunes, 30 de julio de 2018

Será s lo que debas ser…


La globalización consolidada hacia fines del siglo XX se dirige hacia su sepulcro. El
experimento económico del oficialismo no hizo más que profundizar los problemas y crear
nuevos

Por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Acaba de terminar una nueva cumbre de ministros de economía del G20 ratificando, con su
intrascendencia, que en el Nuevo Orden Mundial (NOI), muchas de las instancias y algunos
de los organismos multilaterales otrora relevantes (en particular, la Organización Mundial
del Comercio, OMC), han pasado a la obsolescencia.

A contramano de los diagnósticos y discursos predominantes, reiteradamente hemos


remarcado(1) la necesidad de un análisis profundo de los cambios mundiales en curso.

Hacia su sepulcro se dirige la globalización consolidada en el final del siglo XX y, con ella,
la pretensión de uniformidad en los planos de la cultura, la política y la economía.
La puesta en valor de los vectores nacionales en los nuevos modelos de desarrollo que
irrumpen, especialmente evidente desde la orientación que adquieren los Estados Unidos
con D. Trump, Rusia con V. Putin y el proceso entrópico que atraviesa Europa, no sólo deja
atrás la antigua estructuración de la economía global, sino también su sistema de ideas y
representaciones, especialmente los que, coincidentes en los aspectos centrales, encarnan
los marcos teóricos del neoliberalismo y la socialdemocracia(2).

Resurge forzosamente, en esta nueva situación, el concepto de Patria como eje ordenador
de las sociedades, ya no sólo como aglutinador deseable y necesario, sino también factible.
Concomitantemente, se revalorizan las reflexiones del Papa Francisco quien, como el
profundo intérprete de nuestros días que es, alerta sobre la urgencia de resolver las
confrontaciones entre las naciones para que, desde sus propias especificidades, se integren
en un todo de cooperación(3).

La adecuada comprensión del mundo es una condición necesaria para el correcto diseño de
un Modelo de Desarrollo Económico, Permanente y Sustentable (MoDEPyS) en nuestro
país, ya que desde allí se determinan, en significativa medida, sus condiciones de
posibilidad.

En esta línea de reflexión sobre la potencia y el acto, se inscribe una de las máximas que el
General José de San Martín legó a su hija: "serás lo que debas ser, o no serás nada".

Nada

El gobierno asumió prometiendo una lluvia de inversiones para el segundo semestre de


2016, que no podía suceder porque se encargó de que no hubiera mercado interno ni
externo.

El drástico encarecimiento de los alimentos con el que el actual oficialismo inauguró su


administración, determinó un cambio en los precios relativos (y con ello un extraordinario
deterioro del poder adquisitivo de los ingresos populares) que asfixió, irremediablemente,
el mercado doméstico, a la vez que la inflación fue carcomiendo el salto de competitividad
del tipo de cambio que se obtuvo con la devaluación.

Por la incomprensión del proceso global, el supuesto "regreso al mundo" le deparaba


nuevas sorpresas al "mejor equipo de los últimos cincuenta años". Este se disponía a
incorporar a nuestro país a los mismos tratados de libre comercio que, aceleradamente,
pasaban a convertirse en cascarones vacíos.

El experimento económico del oficialismo no hizo más que profundizar los problemas
preexistentes y crear nuevos, al punto de haber alcanzado, en sólo dos años y medio y a
fuerza de políticas macroeconómicas inconsistentes, desequilibrios en las cuentas fiscales y
el sector externo, sólo compatibles con los experimentados, respectivamente, en las crisis
de 1989 y de 2001, con el agravante de que se dan en forma simultánea, configurando lo
que ya hemos definido como una Supercrisisi(4).
La apelación al recurso de última instancia, el Fondo Monetario Internacional (FMI), debía
representar tanto el certificado de defunción del esquema económico previo como el inicio
de un plan consistentemente neoliberal, que postergara en el tiempo las inexorables
convulsiones sociales derivadas.

Pero nada de ello sucedió

La semana anterior analizamos las consecuencias de espiralizar indefinidamente los tipos


de interés para controlar la suba del dólar ("Subir la tasa de interés. Un remedio peor que la
enfermedad". BAE Negocios, 23/7/18).

El actual nivel de tasas (cuya referencia fija el BCRA) impacta tanto a las pequeñas y
medianas unidades de negocios, como a las grandes compañías de Capital Intensivo. En
este marco, las firmas, al margen de su tamaño, no pueden determinar si sus precios de
comercialización cubren o no sus costos totales, poniendo en duda su sustentabilidad en el
tiempo.

Las empresas, como simbiosis del capital y del trabajo, son el elemento primario de la base
material de la Nación. Si ellas no pueden ser, el esquema económico de la alianza
Cambiemos nada será.

Lo que debas ser

De lo ut supra señalado, se desprende que el MoDEPyS, necesariamente, deberá estar


orientado a la producción(5).

En este escenario, uno de los elementos a considerar es que la Administración del


Comercio Exterior, cumple un rol central.

Y esto no sólo es deseable sino también posible, porque la instauración del NOI y la
concomitante debacle de la OMC, abrieron una ventana de oportunidad que amplía el
arsenal de instrumentos económicos (complementando la determinación del tipo de
cambio), para la búsqueda de competitividad sistémica, que propenda al equilibrio del
sector externo.

Oportunamente, la recuperación económica posterior al derrumbe de la convertibilidad, fue


acompañada por una drástica devaluación que llegó a alcanzar el 300%, de la moneda
nacional.

En aquel entonces, restringir el "libre flujo" de bienes y servicios entre los países, era una
herramienta vedada por la institucionalidad imperante en la globalización, por lo tanto el
"overshooting" cambiario (sobrereacción) era ineludible.

En la actualidad, nuestras estimaciones indican que el nivel del tipo de cambio (de junio de
2018) equivale a 1,34 del vigente hacia el año 2001.
Reiteramos entonces, la adecuada Administración del Comercio Exterior es un poderoso
instrumento para alcanzar el superávit comercial que, en principio, permita obtener un
resultado neutro para la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos.

Las condiciones de posibilidad están dadas, por primera vez en muchas décadas, para que
las empresas nacionales puedan predominar en el mercado doméstico, para luego, a partir
de su consolidación, poder expandirse en los externos.

A diferencia de otros momentos históricos recientes, el mundo actual facilita los modelos
de desarrollo nacional.

Mas temprano que tarde, después de la nada del actual oficialismo, la Patria cobijará a
todos sus hijos y, finalmente, será lo que debe ser.

1- BAE Negocios: Lo que ocupa a Trump a Macri ni lo preocupa (27/11/17); Nacionalistas,


globalizadores y las decisiones de inversión (16/4/18), y otras.

2- La coincidencia se expresa en el sostenimiento del libre comercio mundial, el apoyo a


Hillary Clinton en la pasada elección presidencial de los EE.UU., la hostilidad hacia
Vladimir Putin, la confrontación con los movimientos de raigambre nacional y las políticas
militares de la OTAN, entre otros.

3- El Papa caracteriza esta etapa histórica como la de la una Guerra Mundial en cuotas.
Describe así el proceso de confrontaciones en el que, excediendo el marco de los choques
bélicos, los contrincantes disputan no ya por la ocupación de territorios sino por la
conservación de los puestos de trabajo.

4- BAE Negocios: Ay, Patria mía (7/5/18); Llegó la Supercrisis, evitemos la Hipercrisis
(12/5/18) y otras.

5- BAE Negocios: Cómo seguimos (29/1/18); Administración del comercio exterior, un


imperativo del ahora (5/2/18), y otras.

*MM y Asociados
Lunes, 6 de agosto de 2018

Panes y peces
La mejora agrícola no alcanzará para compensar el mal desempeño de casi todos los
sectores. A la menor cantidad de bienes y servicios se suma el empeoramiento de la
distribución del ingreso
Por Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*

Todos los evangelios del cristianismo relatan el milagro de la multiplicación de los panes y
los peces, narración que provee un prodigioso ejemplo de los principales conceptos
económicos.

Según se describe, Jesús pidió a sus discípulos que alimentaran a miles de personas que se
habían reunido ante su presencia, aunque inicialmente sólo contaban con cinco panes y dos
pescados para hacerlo. Una vez que comenzaron la tarea de distribuir los alimentos, no sólo
pudieron satisfacer el apetito de todos los concurrentes, sino que los sobrantes fueron
ingentes.

A la multiplicación de los bienes, subyace el concepto de crecimiento, y a su reparto, el de


distribución, conformando, en conjunto, el de desarrollo económico. Pero, tal vez con
mayor relevancia, se presenta la enseñanza de que la satisfacción de las necesidades
depende del acceso a los bienes (o servicios) satisfactores y no de una mediata
representación, como es el dinero.

Y así como Jesús no habría podido alimentar a esa multitud mediante el reparto de
denarios1, tampoco podrán satisfacerse las necesidades de los argentinos si no se producen,
en cantidades suficientes, los bienes y servicios requeridos.

¿Cómo fue la producción de panes y peces?

Para ello, debemos analizar el comportamiento de una serie de indicadores


macroeconómicos y sectoriales.

Pero, dado que el cálculo del Producto Interno Bruto ( PIB) se realiza de manera trimestral,
y se publica con 90 días de rezago (en setiembre se informará el primer semestre de 2018),
es necesario apelar a otro indicador oficial, el Estimador Mensual de Actividad Económica
( EMAE) que describe, como variable proxy, el comportamiento mensual de la economía.

La abrupta caída de la actividad económica del 5,8% en mayo de este año, con respecto a
igual mes del año anterior, sólo es equiparable a la de agosto del 2009, cuando la economía
mundial se estaba desplomando. Asimismo, debemos remontarnos hasta el 2012 para
encontrar un mes de mayo con un nivel menor al actual.

Cabe consignar que, si bien el EMAE permite inferencias que pueden no resultar
suficientemente robustas, algunos indicadores generados en el sector privado para el primer
semestre del corriente año, bastan para ratificar esos resultados:

la producción de acero crudo todavía se encuentra un 5% por debajo de la correspondiente


a igual período de 2014;
lo propio ocurre con la de cemento Portland, con respecto al 2015 (-1%) y,
la fabricación de automotores resultó 39% inferior a la de igual período de 2013.
En síntesis, en el contexto del transcurrir de la supercrisis que se viene verificando desde
finales del año pasado, resulta evidente el deterioro de todos los indicadores de desempeño
de la actividad económica real, tal como lo fuimos anticipando oportunamente2.

El reparto de los panes y los peces

En un famoso programa cómico de la tv argentina repetían una frase que se transformó en


saber popular: "antes de hablar quesería decir unas palabras", aludiendo a la obligación de
tocar un tema que no se quería mencionar.

Esto viene a cuento de que, hacia fin del año pasado, la magnitud de las inconsistencias
macroeconómicas nos indujo a afirmar que los comportamientos de sus principales
indicadores eran de imposible previsión para el año 20183. Ello, es dable resaltar, en
contraste con la posición de la mayoría de nuestros colegas, que sí las realizaron, y que a
poco de andar debieron modificarlas.

Sin embargo, transcurrida largamente la primera mitad del año, resulta imprescindible
formular alguna prognosis que coadyuve a la toma de decisiones de las empresas (ámbito
donde mancomunan empresarios y trabajadores), ya que garantizar que subsistan la mayor
cantidad de ellas cuando finalice este ciclo económico, es la razón de ser de nuestros
análisis.

Por ese motivo, (sin dejar de señalar que la mencionada supercrisis y su potencial desenlace
disruptivo continúa siendo el elemento dominante), estimamos el comportamiento de la
actividad económica para lo que resta del año 2018, y luego elaboramos el Índice de Valor
Agregado Bruto per cápita ( IVABpc), que permite visualizar la cantidad de bienes y
servicios que se generan anualmente, en promedio, por cada habitante de nuestro país.

La decisión de tomar en cuenta el Valor Agregado Bruto (VAB) de la economía (que es la


suma de los valores agregados de cada uno de los sectores de actividad), en lugar del PIB
(como es habitual), radica en que permite dimensionar sin distorsiones (al no incluir los
impuestos a los productos restados los subsidios; el IVA; y los impuestos a la importación)
las cantidades de bienes y servicios producidos por cada uno de esos sectores.

Los resultados que arroja el IVABpc son lapidarios (aun partiendo de la información oficial
de 2017, que adolece de serias inconsistencias4), y contradicen los más recientes
pronósticos oficiales sobre la culminación del actual sendero de caída de la actividad
económica hacia fin de año (producto de la buena cosecha de trigo), dado que esa mejora
agrícola no alcanzará a compensar el mal desempeño de casi todos los sectores de
actividad, incluyendo el resto de la actividad agropecuaria, la industria manufacturera, el
comercio mayorista y minorista y la actividad inmobiliaria, entre otros5.

Claramente se observa como el stock de bienes y servicios de la economía por cada


habitante se encontrará a fines de 2018 en su peor nivel en los últimos ocho años. Así, la
población dispondrá, en promedio, de un 8% menos de bienes y servicios que en el 2010.

Adicionalmente, a semejanza del trillado ejemplo del pollo (en una isla con dos habitantes
y dos pollos para comer, si una de las personas se come ambos y la otra sufre hambre, el
promedio dirá que a cada uno se comió un pollo), al menor nivel de cantidad de bienes y
servicios disponibles debe sumársele el notable empeoramiento de la distribución del
ingreso.
Ambos efectos explican el considerable deterioro de las condiciones de vida de la
población, que se puede observar, a simple vista, caminando por las calles de cualquier
ciudad y pueblo de nuestro país.
Bajo el actual esquema económico, unos pocos van a tener la oportunidad de comprar carne
importada de Japón a $14.000 (sí, catorce mil pesos) el kilo, en tanto la gran mayoría de
nuestros compatriotas ya no podrán agasajar a su familia o los amigos con el tradicional
asado que supo engalanar la mesa de los argentinos.
Para revertir esta situación, resulta imprescindible volver a implementar un modelo de
desarrollo con énfasis en la producción, que garantice la adecuada dotación de "panes y
peces" y que, al mismo tiempo, asegure su justa distribución, incluyendo a la totalidad de
los habitantes del suelo patrio.

*MM y Asociados

Lunes, 13 de agosto de 2018

Te ganará s el pan

Por

Lic. Guillermo Moreno* Lic. Norberto Itzcovich* Dr. Claudio Comari*


En los días que corren no es fácil ganarse el pan con el "sudor de tu frente". La pelea por
los puestos de trabajo es el motivo que da formato a la III Guerra Mundial en cuotas de la
que habla el papa Francisco, y nuestra Patria no queda exenta de tal confrontación.

Los argentinos pagamos con puestos de trabajo la incomprensión del oficialismo del mundo
actual por una parte, y el insensato, por su inconsistencia, esquema macroeconómico
desplegado, por el otro. Tristemente, el oficialismo no está a la altura de ejercer el
"generalato" que transitoriamente le otorgó el voto popular.

Así lo ratifica el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación (MTEySS)


que, recientemente, dio a conocer su informe mensual "Reporte del Trabajo Registrado"i,
presentando las novedades del pasado mes de mayo, en el que se verifica una pérdida de
más de 27.000 inscriptos respecto a abril, y se consolida la tendencia negativa que
caracteriza a 2018.

Es que, desde diciembre de 2017, la pérdida de inscriptos contabilizada por el MTEySS


para los primeros cinco meses del año supera los 127.000, de los cuales más del 83% de las
bajas se registran entre asalariados: 56.000 pertenecen a los del sector privado y otras
50.000 a los del sector público.

Pero más allá de este alarmante señalamiento sobre la coyuntura, un examen más
minucioso del reporte de la cartera laboral nos permite distinguir, en términos de la
dinámica cuantitativa y cualitativa del empleo, tres ciclos durante el gobierno de
Cambiemos:

► uno contractivo, desde su asunción hasta mediados de 2016;


► uno expansivo que, de la mano del aumento del gasto público y del endeudamiento de
los particulares, se extiende hasta las postrimerías del año pasado, y

► una nueva fase destructiva, que tiende a profundizarse con el transcurrir de la


Supercrisis.

Registrando el trabajo registrado

En los primeros seis meses del actual gobierno, la tendencia observada en el trabajo
registrado fue netamente contractiva, con una pérdida cercana a 112.000 inscripciones,
necesaria consecuencia de la asfixia al mercado interno determinada por el deterioro del
poder adquisitivo de los ingresos populares ante el drástico encarecimiento de los alimentos
con el que el oficialismo inauguró su administración.

Luego, a partir mayo de 2016 y hasta fines del año pasado, la tendencia se revierte, hasta
alcanzar un saldo positivo de 327.000 nuevos registros desde la cantidad observada al
momento de la asunción.

Coincidió esa dinámica con la fuerte expansión del gasto público, que fue espiralizando el
déficit fiscal, y cuyo financiamiento en dólares sobreofertó al mercado de divisas,
provocando la apreciación de la moneda doméstica, deteriorando así la competitividad de
nuestras empresas en los mercados internacionales. En consecuencia, a la señalada ausencia
de mercado interno se le adicionó la del externo, imposibilitando la inversión del sector
privado, que además ha debido competir por el crédito disponible con el Estado, que
pagaba (y paga) tasas de interés astronómicas.

Ante esa situación, la alianza gobernante, pese a sus previas diatribas contra el empleo
público, tomó la decisión de sustituir a los particulares en la generación de puestos de
trabajo, al tiempo que, mediante la expansión del sistema de asignaciones familiares,
promovió la mejora en la registración laboral.

Ese ciclo expansivo del trabajo registrado, como ya hemos expresado en artículos
anteriores y se verá en mayor detalle al continuar, se explica por la conjunción de las
inscripciones de puestos de trabajo preexistentes, con la creación de nuevas posiciones. En
este último grupo, los mayores aportes son los que provienen de los puestos de trabajo
creados por los planes sociales (que se identifican como independientes monotributo social)
y del empleo público.

Agotada esa fase, durante el desarrollo del presente año la dinámica destructiva volvió a
convertirse en tendencia. Con ello, el saldo de la actual administración, desde su asunción
hasta mayo, es de 213.000 nuevas inscripciones, poco más de la cuarta parte del total de
puestos de trabajos necesarios para cubrir el crecimiento vegetativo de la población
económicamente activa.
Acercando la lupa

En el gráfico, se puede observar en las líneas cuáles son las categorías de trabajo registrado
que exhibieron tendencias predominantemente crecientes a lo largo del período.
Como se observa, sobresale la de independientes monotributo por la magnitud de su
contribución. Sin embargo, este es un caso en el que la mayor parte de las nuevas
registraciones no corresponden a la creación de puestos de trabajo, sino que son explicadas
por la inscripción de posiciones preexistentes declaradas a partir de estímulos fiscales. Es
que, a partir de abril de 2016, el Gobierno Nacional decidió que esta clase de
independientes monotributistas podrían acceder al sistema de asignaciones familiares, del
que estaban excluidos hasta ese momento, decisión que tuvo un fuerte y sostenido impacto,
alentando la registración de posiciones antes desempeñadas en el ámbito informal de la
economía.
Los trabajadores inscriptos como independientes monotributo social muestran un
sistemático crecimiento que, como ya señalamos, se corresponde con la expansión de los
planes sociales, tendencia que podría estar revirtiéndose desde el segundo trimestre de este
año.
También se observa un persistente incremento, aunque de inferiores órdenes de magnitud,
entre los asalariados de casas particulares, cuya dinámica también podría estar influida por
mejoras en la registración de trabajadores.
Pero las restantes categorías, graficadas con barras, han mostrado una dinámica oscilante a
lo largo del gobierno de la alianza Cambiemos.
La categoría más típica de registración para trabajadores por cuenta propia, profesionales y
pequeños empresarios, es la de independientes autónomos, que fue la que mostró las
menores variaciones entre noviembre de 2015 y mayo de 2018, finalizando con una pérdida
de alrededor de 12.000 posiciones.

También es negativo el saldo entre los asalariados del sector privado, con una pérdida de
28.000 inscriptos respecto de noviembre de 2015. A lo largo del período, se observan
importantes oscilaciones, en las que el límite inferior se alcanza hacia mediados de 2016 (-
131.000). Son muy pocos meses en los que la cantidad de registros superan el nivel de
inicio de la serie. El segundo trimestre del corriente año, muestra el comienzo de una nueva
tendencia decreciente.
Contrariamente, entre los asalariados del sector público se verifica un saldo positivo de
37.000 registros. En el gráfico se pueden observar los procesos de disminución que
estacionalmente ocurren en los primeros meses de cada año en ese segmento del mercado
de trabajo doméstico (que se asocia con finalizaciones de contratos y jubilaciones), y los
posteriores ascensos que no sólo recuperan las pérdidas, sino que tienden a superar los
picos precedentes.
Tanto en los saldos de cada categoría durante el período, como en las dinámicas observadas
en su transcurso, se evidencia una extrema sensibilidad del mercado de trabajo a las
decisiones gubernamentales.

La acción estatal explica 219.000 nuevas inscripciones si sumamos:

► las determinadas por el estímulo a la inscripción de independientes monotributistas (123


mil),
► el crecimiento de los planes sociales (60 mil), y

► del empleo público propiamente dicho (37 mil).

Al tiempo, las dos categorías típicas del sector privado en el entramado productivo,
asalariados e independientes autónomos, presentan saldos negativos, y acumulan una
pérdida de 40.000 posiciones entre la asunción de Cambiemos y mayo de 2018.

El gráfico que antecede también muestra la sensibilidad del empleo en las empresas ante la
política pública, atento a que los períodos de ascenso se vinculan estrechamente a los de
expansión del gasto fiscal, especialmente en el dirigido a la obra pública.

Finalmente, en la producción de servicios no orientados al mercado, los hogares como


empleadores mostraron el desempeño positivo (+34 mil) previamente señalado.

A cuatro meses vista

Como lo explicitamos reiteradamente, la economía argentina ha pasado a desempeñarse en


un escenario de Supercrisis, por lo que, sin considerar el impacto de probables hechos
disruptivos, el empleo, al igual que los ingresos populares y el mercado doméstico, seguirá
contrayéndose.

Es previsible que los trabajadores que debieran incorporarse al empleo en lo que resta del
año por el crecimiento vegetativo de la población, no logren hacerlo, al tiempo que
continúe el proceso destructivo tanto en el sector privado (registrado y no registrado), como
en el público.

De modo que, por no haber conseguido trabajo o haber perdido el que tenían, rondarían las
800.000 personas las que se sumarán al contingente de los desempleados, por lo que el año
terminaría con un crecimiento cercano al 50% en la tasa de desocupación.

Esta es la triste verdad a la que, más temprano que tarde, deberemos ponerle remedio.

Informe elaborado sobre la base de registros administrativos de los sistemas de la seguridad


social (AFIP). Contabiliza personas registradas. A fin de evitar duplicaciones, cada
inscripto es considerado sólo en la categoría principal. BAE Negocios: “Llegó la
supercrisis, evitemos la hipercrisis” (12/5/18); “La supercrisis se materializó” (21/5/18); y
otros.

*M.M. y Asociados
Lunes, 20 de agosto de 2018

Pinta tu aldea y pintará s el mundo


Por Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

"Me asustas. ¡No me dijiste que no hay ninguna posibilidad de una supercrisis!".

Pese a lo tentador que resultaría escribir sobre el reconocimiento del ministro Dujovne, en
un diálogo televisivo con un afamado relator deportivo, sobre la caracterización que
oportunamente hicimos acerca del surgimiento de la supercrisis1, y las consecuencias
vividas en su transcurrir, nos parece más oportuno centrar la mirada en los desafíos del
porvenir.
Para ello, resulta ineludible realizar un correcto diagnóstico del contexto global. Hoy
asistimos a una nueva era caracterizada por la puesta en valor de los vectores nacionales en
los modelos de desarrollo. Esto es especialmente evidente desde la orientación que
adquieren los Estados Unidos con D. Trump, Rusia con V. Putin y el proceso entrópico que
atraviesa Europa, y deja atrás la antigua estructuración de la economía internacional2.
Los modelos universalistas dominantes en el siglo XX, con sus pretensiones de
uniformidad en los planos de la economía, la política y la cultura han caído en la
obsolescencia. El modelo socialista fue sepultado por los escombros del muro de Berlín,
mientras que la globalización neoliberal se encamina hacia su sepulcro, y con ella sus
instituciones regulatorias que, como el caso de la Organización Mundial del Comercio,
sometían al conjunto de las naciones al cumplimiento de los preceptos del Consenso de
Washington.
Es por ello que el Nuevo Orden Internacional (NOI) emergente, constituye una oportunidad
para las fuerzas políticas, económicas y sociales que entiendan que un modelo justo,
inclusivo y sustentable podrá alcanzarse sólo si se generan las condiciones necesarias de
integración mundial desde una posición competitiva.
En esta dirección, la administración del comercio exterior, desde la perspectiva de la
demanda, y la baja de los costos primos unitarios, desde la de la oferta, se transforman en
elementos determinantes de este proceso.

La revolución energética norteamericana

Dentro del modo de producción capitalista observamos tres momentos que podemos
caracterizar como "revolucionarios", por la brusca caída de los costos primos unitarios en
las funciones de producción.

Tales revoluciones son:

la industrial, en Inglaterra, a finales del siglo XVIII, que le permitió transformarse en el


"taller del mundo";
la de los procesos, cuando florecieron las ideas de Taylor y Ford en la organización fabril,
que le permitió a Estados Unidos internacionalizar su producción manufacturera; y
la energética, cuyo epicentro se ubica en Estados Unidos, y se asienta en la explotación no
convencional de combustibles fósiles.
En este aspecto, y tal cual venimos anticipando en sucesivos informes y artículos, el propio
Secretario de Energía norteamericano, Rick Perry, afirmó hace pocos días: "Los beneficios
de nuestra revolución del shale han dado un tremendo impulso tanto a la economía
doméstica como a nuestra seguridad energética".
Además, agregó "hace unos pocos años, en los EE.UU. los productores de gas gastaron
miles de millones para construir instalaciones para importar dicho combustible. Hoy, por
primera vez desde que Dwight Eisenhower fue presidente, nos convertimos en un
exportador neto de gas natural".
El impacto del insumo energético en los costos del aparato productivo norteamericano
arroja ya resultados visibles. En el segundo trimestre del año, el PIB norteamericano
alcanzó el 4,1% de crecimiento, logrando una tasa de desocupación que tocó el menor nivel
de los últimos quince años (3,9%), generando así, por primera vez en décadas, un
crecimiento anual mayor al 2% en los salarios reales.

La ceguedad oficial

A principios del siglo pasado, la inserción internacional de la Argentina estuvo signada por
la necesidad que tenían los sectores dominantes de ubicar su producción primaria en los
mercados externos. Ello tipificó la economía local, cuyas tensiones se expresaron en la
consigna que reflejaba una antinomia de manera clara y didáctica: "campo versus
industria".

Desde su inicio, hace ya más de dos años y medio, el oficialismo ha intentado revalidar
aquella vetusta consigna, a juzgar tanto por su errónea percepción del contexto global,
como por su accionar en cuanto a las decisiones de política económica netamente
destructivas del entramado manufacturero doméstico.
Su tozuda miopía le impide interpretar correctamente el NOI (lo que se evidencia, por
ejemplo, en la insistencia de firmar un tratado de libre comercio con la Unión Europea), así
como percibir la importancia de la energía como uno de los vectores de competitividad
sistémica, lo que agrega una tensión adicional a las estructuras de costos empresariales.

El color de lo por venir

El contexto internacional constituye una invaluable "ventana de oportunidad" para


impulsar, una vez finiquitado el actual esquema económico, la implementación de un
Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS) en nuestro país
que, necesariamente, deberá estar orientado a la producción3.

Para ello, entre otros aspectos, el MoDEPyS deberá contener los dos elementos
determinantes mencionados al comienzo:

por un lado, las políticas de Administración del Comercio Exterior (ACE), que tienen la
virtud de complementar la determinación de un tipo de cambio de equilibrio, y coadyuven a
generar la protección de mercado que las empresas necesitan, y
de otra parte, la disponibilidad de energía en cantidad y precio que les permita minimizar
sus costos, mejorando en términos relativos su competitividad vis a vis el resto del mundo.
Achicar el diferencial entre los valores de la energía en EE.UU. y los que alcanza en
nuestro país, actualmente de u$s4,79 por MBTU (promedio neto de subsidios), un 61,8%
mayor al norteamericano, debe constituir uno de los objetivos a lograr en el marco del
nuevo modelo de desarrollo.
Ambos factores posibilitarán generar las condiciones endógenas necesarias para la
búsqueda de un entorno de competitividad sistémica. Se trata de que la política económica,
realizando una correcta apreciación de las condiciones de contexto, articule los
instrumentos indispensables para lograr los objetivos simultáneos de crecimiento e
inclusión social (desarrollo), garantizando el pleno empleo de los factores productivos.

Este es, sin dudas, el formato de nuestro futuro.

Por esto mismo es que de nada sirve asustarse, como le sucedió al mentado relator.

Por el contrario, es el momento de poner en juego nuestro optimismo que, como hemos
dicho5, es ese espíritu de iniciativa requerido tanto para obtener la máxima ventaja posible
de cada situación dada, como para la paciente preparación ante lo que está por venir.

1 BAE Negocios: Llegó la supercrisis, evitemos la hipercrisis (14/5/18).


2 BAE Negocios: El mundo actual facilita los modelos de desarrollo nacional (5/9/18); Lo
que ocupa a Trump a Macri ni le preocupa (26/11/17).
3 BAE Negocios: Cómo seguimos (29/1/18); Administración del comercio exterior, un
imperativo del ahora (5/2/18), y otras.
4 Esto implica revisar el acuerdo que oportunamente la administración de YPF firmó con
las empresas productoras de gas, donde se les garantiza, a mediano plazo, un precio de
u$s7,5 por MBTU en boca de pozo.
5 BAE Negocios: El pesimismo es momentum del optimismo (31/7/17)
*MM y Asociados

Lunes, 27 de agosto de 2018

El añ o sin verano
Por Lic. Guillermo Moreno

Lic. Pablo Challú

Sr. Leonardo Fabre

El año 1816 es conocido en la historia de la climatología como el "año sin verano", debido
a un infortunado fenómeno natural de consecuencias sociales dramáticas. En aquel "verano
invernal", Mary Shelley dio nacimiento literario a Frankenstein, durante las inusuales
vacaciones que pasó, junto con el resto de sus colegas escritores, a orillas del Lago Leman.

Dos siglos después, a la vera del Río de La Plata, el oficialismo deambula como el doctor
Víctor Frankenstein, preso del pánico al monstruo que él mismo creó y, al igual que la
aberrante criatura aparecida en "el año sin verano", la Supercrisis irrumpe en el "trienio sin
segundos semestres".

Hace unos días, el ministro de Hacienda erizaba la piel de su entrevistador al declarar


"tenemos una responsabilidad muy grande, que es evitar una Megacrisis". Las balbuceantes
aclaraciones de que trabaja para que no haya ninguna posibilidad de Supercrisis, no
lograron tranquilizar a su interlocutor. En un ejercicio de "sinceramiento" involuntario, el
ministro converge en el consenso (reciente) de los economistas, y confirma que los
episodios económicos vividos de abril a esta parte no son simples turbulencias, como antes
decían los profesionales allegados al oficialismo, o torpezas en el manejo de situaciones de
simple resolución, como afirmaban algunos jóvenes colegas opositores.

El diagnóstico correcto es el de supercrisis, que en estas páginas fuimos anticipando y el


oficialismo ahora confiesa compartir.
Lo paradójico del caso, es que el cataclismo que dice estar tratando de evitar, no tiene más
padres que el propio oficialismo, ya que fueron sus políticas económicas las que generaron
las condiciones críticas actuales: un nivel de déficit fiscal similar al del final del gobierno
de Alfonsín, y un desbalance en las cuentas externas aún mayor que el que desató los
acontecimientos de 2001.

En los días que corren, de los compromisos asumidos con el FMI, se deduce que
Cambiemos intenta dejar atrás la inconsistencia de las políticas económicas que caracterizó
su gestión hasta ahora, para migrar a un programa consistente dentro de las premisas del
neoliberalismo.

Pero el intento de desarme del espeluznante escenario creado por el oficialismo es


demasiado tardío, así como insuficientes las herramientas con que cuenta.

Siendo el desenlace sólo cuestión de tiempo, será necesario un giro copernicano


privilegiando, por sobre las alquimias monetarias y financieras, la producción.

Bajo esta impronta, la concreción de nuevos acuerdos económicos-sociales y su expresión


en el plano de las instituciones, resulta imprescindible.

El monstruo que tú creaste

Fiel a un modus operandi de intentar resolver un entuerto disparando un problema mayor,


la alianza gobernante fue creando un intríngulis ya irresoluble. En diversas oportunidades
se ha advertido que de continuar las inconsistentes políticas macroeconómicas de
Cambiemos, no cabría otro destino que la actual Supercrisis1.

Cuando la "plata dulce" dejó de llegar, tal como fuera anticipado que sucedería ("Los
prestamistas externos también preguntan ¿cómo seguimos?", BAE Negocios, 12/2/2018),
se expresó en toda su magnitud la imposibilidad de continuar el esquema vigente, basado
en:

La insostenible estrategia fiscal,


El escalofriante saldo negativo en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Llegó entonces la hora de pedir auxilio al sistema multilateral de crédito, pero

Tarde piaste

El cierre del crédito privado externo, de inmediato aceleró la dolarización de las carteras de
inversión, con una consecuente presión a la suba del tipo de cambio, que pretenden ser
contenidas con las exorbitantes tasas de interés que pagan el BCRA y el Tesoro Nacional.
Una vez más el remedio fue peor que la enfermedad2, llevando al entramado productivo a
una parálisis inusitada.

La notable inventiva del oficialismo nos trajo siglas mágicas tales como FMI e índice
MSCI, como sustitutos de la "lluvia de inversiones", el "segundo semestre", los "brotes
verdes", el "proceso de desinflación" y la "creación de empleo de calidad".
Poco tiempo bastó para que quedara en claro su insuficiencia.

Como también se anticipó (" FMI, MSCI: las siglas del nuevo segundo semestre", BAE
Negocios, 2/7/18), la promoción del mercado argentino a la categoría de "emergentes" no
tendría mayor impacto.

El derrumbe de las cotizaciones de los títulos de las compañías argentinas en los diferentes
mercados bursátiles lo puso en inmediata evidencia.

Por otra parte, el acuerdo de fines de junio entre el gobierno y el Fondo Monetario
Internacional, no fue más que el reemplazo de un acreedor por otro, producto de la alerta
del sistema financiero internacional ante el crecimiento de la prima de riesgo de default de
las compañías aseguradoras para el caso argentino. Así, los fondos girados y a girar por el
FMI al Tesoro Nacional sirven como garantía subyacente de los créditos otorgados por la
banca extranjera.

En definitiva, desequilibrios tales como un déficit fiscal total que supera en términos de
PIB al de 1989, y un rojo de cuenta corriente mayor al que provocó la crisis de 2001, sólo
podrían resolverse, en el marco de dicho acuerdo, con una baja de la tasa de interés a
niveles razonables y aceptando que el tipo de cambio alcance un nivel futuro hoy imposible
de determinar.

Sin embargo, sus consecuencias sociales serían inaceptables, ya que implicaría que el
consumo de los hogares disminuya en magnitudes sólo compatibles con el 25% de la
Población Económicamente Activa desempleada, y el 50% de la población total en
situación de pobreza.

La dudosa viabilidad social del "nuevo modelo" no es el único obstáculo. También es


incierta la capacidad del Gobierno de cumplir con sus compromisos, tanto por la
imposibilidad de lograr los objetivos acordados en materia inflacionaria y fiscal, como por
el desvío del objeto del préstamo cuando se utilizan esos fondos para la contención del
valor del dólar.

Barajar y dar de nuevo

Ahora bien: ¿es posible encarrilar la economía en los meses por venir?

Dentro de los esquemas de la alianza Cambiemos la respuesta es, decididamente, ¡NO!

Como ya fue señalado ("Ay Patria mía", BAE Negocios, 7/5/2018): "el autodenominado
mejor equipo de los últimos 50 años ha logrado que la Argentina enfrente una situación de
crisis sistémica, que puede resultar la más profunda de su historia y que, por poner en
riesgo la continuidad de la Patria como tal, debe ser analizada en conjunto desde los planos
político, económico y social".
El actual escenario está signado por el carácter explosivo de la configuración económica. Si
la resolución de esta crisis queda librada a las urgencias del conflicto social, sus
derivaciones anómicas nos enfrentan al peligro cierto de la potenciación del caos.

Es necesario, para evitarlo, un rotundo cambio en la orientación económica, que permita


restituir los equilibrios elementales, dinamizar el aparato productivo y proteger al conjunto
social en forma simultánea. Eso no es posible sin el concurso de los cuerpos orgánicos de la
Nación (instituciones constitucionales y organizaciones empresariales, sindicales y
sociales), que deben tomar conciencia de la situación que enfrentamos y actuar con el
compromiso y la prudencia que la hora reclama.

Sin eximir de responsabilidad a ninguno de los actores, la mayor de ellas cae sobre el
ámbito de la representación política del conjunto de la sociedad, la Asamblea Legislativa,
cuando finalmente se convoque al primer mandatario ante los estrados judiciales por las
investigaciones sobre el "club de la obra pública" y sus ramificaciones sobre la familia
presidencial, como recientemente sucedió en Perú.

Este es el ámbito que debe y puede proporcionar una alternativa capaz de devolver a sus
cauces normales de funcionamiento al "todo armónico" de la Nación, evitando a la Patria y
al Pueblo los estragos de la anomia.

1 “Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política del después vemos”, BAE
Negocios, 20/11/2018 y otros.
2 “Subir la tasa de interés. Un remedio peor que la enfermedad”, BAE Negocios,
23/7/2018.

Lunes, 3 de septiembre de 2018

¿Dó nde hay un dó lar, viejo Gó mez?

Por

Lic. Guillermo Moreno*


Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*
Perseguido por el monstruo que creó, la alianza Cambiemos continúa su corta huida hacia
adelante, a pura negación.

El muy breve anuncio presidencial del miércoles pasado, con los bucólicos jardines de
Olivos como escenografía, pretendió disipar las dudas tanto sobre la capacidad de pago de
los vencimientos del stock de deuda externa contraída (amortización del principal), como
del financiamiento del flujo deficitario que se origina en la Cuenta Corriente de la Balanza
de Pagos (CC). Y, colateralmente, intentó detener el proceso de dolarización, tanto de las
carteras de inversión de las empresas, como así también del ahorro de las familias.

En general, en el plan financiero anual elaborado por el poder ejecutivo, se presupone que
sobre las acreencias de capital se efectúa un rollover (renovación) periódico. Por el
contrario, en un escenario como el actual, con mercados externos de financiamiento
cerrados, el prestamista niega el revolving y solicita, no sólo los intereses, sino también el
capital invertido.

A esta situación nos condujo el oficialismo con su proverbial soberbia, desechando los
sanos consejos de algunos veteranos economistas que, conocedores del carácter
bimonetario de la Argentina, supieron recomendar:

"nunca te quedes sin dólares", siempre vendele al mundo más de lo que comprás (superávit
o equilibrio externo), y
"nunca te quedes sin pesos", siempre recaudá más de los que gastás (superávit o equilibrio
fiscal),
instalando así el escenario que fuimos anticipando, la Supercrisis.
De los dos vectores que la componen, centraremos la mirada sobre el defecto en la
generación de dólares en el sector externo, lo que convirtió a algunos funcionarios del
oficialismo en

"Mangueros doctoraos"

Aclarando lo obvio, el BCRA no emite dólares sino pesos. Por lo cual, la única manera que
tiene la economía nacional de conseguir divisas, en un contexto que inhibe nuevas
inversiones externas, es lograr superávits en la balanza comercial (exportaciones menos
importaciones de bienes) y/o en la de servicios (turismo, royalties, seguros, fletes, etc.), ya
que el ítem correspondiente a renta de la inversión (pagos y cobros de intereses de deuda)
es siempre negativo.

Sin embargo, al no lograr revertir el saldo comercial deficitario, ni tampoco equilibrar el


resultado de la CC, como se observa en el gráfico, los dólares siguen escaseando.

Si desagregamos este resultado:

El saldo comercial girará en torno a los u$s8.000 millones, a pesar de la devaluación que
desincentiva las importaciones,
La balanza de servicios alcanzará un resultado negativo de alrededor de u$s4.000 millones,
y
El ítem renta de la inversión presentará un rojo de, aproximadamente, u$s13.000 millones.
En síntesis, la gestión del actual oficialismo se caracteriza por presentar un persistente
déficit en el saldo de la CC.

Blanco sobre negro, números rojos

Afirmamos oportunamente, que el objetivo del acuerdo al que arribó el gobierno con el
FMI era el de disminuir la exposición del sistema financiero internacional por los
prestamos oportunamente otorgados, simplemente reemplazando un acreedor (banca
privada extranjera) por otro (organismo multilateral) y que el auxilio era tardío e
insuficiente.

Restando cuatro meses para la finalización del año, y a pesar de su calamitoso


funcionamiento, la economía aun demandará cerca de u$s8.300 millones6 para su
operación diaria.

A ello deben agregarse otros u$s12.000 millones, producto de la dolarización de las


empresas y familias, ut supra señalado.
Y a su vez, a estos dos montos se le debe adicionar un tercero, también de u$s12.000
millones, correspondiente a la amortización del capital que los prestamistas extranjeros no
renovarán.
La suma de estos tres ítems alcanza los u$s32.300 millones.
Las reservas del BCRA, actualmente rondan los u$s54.000 millones, restando ingresar las
dos transferencias pendientes del FMI por u$s6.000 millones.
A este activo del BCRA se le irán descontando, durante el último cuatrimestre, los
u$s32.300 millones mencionados, con lo que restarían u$s27.700 millones de reservas
potencialmente utilizables al final del ciclo mencionado.
Ahora bien, de ellas, casi u$s13.000 millones corresponden a encajes de los depósitos en
moneda extranjera de los particulares. Otro monto similar concierne al pase de monedas
acordado con la República Popular China (swap), el cual requiere de una negociación
previa a su posible conversión a dólares. Por último, es impensable que las reservas queden
en cero, dado que siempre debe preservarse, al menos, un monto equivalente a un mes y
medio de importaciones (alrededor de u$s9.000 millones) por si fuera necesario, en el
límite, pagarlas al contado.

Las cuentas quedan claras, y el panorama bien oscuro.

En consecuencia, el proceso de incremento del valor del dólar en el mercado doméstico,


que se viene verificando desde el pasado mes de abril, no es más que el reflejo de una
simple cuestión matemática. Cuando en una división el denominador (las reservas) tiende a
cero, el cociente (el tipo de cambio) tiende a infinito.
Inflamando la gravedad del panorama, al desequilibrio del sector externo, debe agregársele
el fiscal. La persistencia de crecientes tasas de interés, para tratar de contrarrestar sin éxito
la mencionada dolarización, provoca una notable caída en la actividad económica y, en
consecuencia, en la recaudación, por lo que cualquier intención de achicar el gasto del
sector público corre de atrás a la pérdida de sus ingresos.
Queda claro que el esquema Ponzi, una pretendida cadena de felicidad basada en el
endeudamiento externo permanente, se agotó.
Es imprescindible que el conjunto de las fuerzas políticas tome debida nota de que el
problema de la escasez de dólares se objetiva en el año en curso, y que, en este marco, el
2019 es muy largo plazo

1 Se considera Deuda Externa a aquella contraída en moneda extranjera con independencia


de la residencia del tenedor del título.

2 Si bien la Balanza de Pagos consta de tres cuentas, dado que actualmente los mercados
internacionales se encuentran cerrados para nuestro país, el análisis debe enfocarse
principalmente en una de ellas, la Cuenta Corriente (CC).

3 En lugar de ahorro, sería atesoramiento en el caso de que los dólares adquiridos no se


mantengan en el sistema bancario.

4 BAE Negocios, Demasiado tarde para lágrimas, 18/6/18.

5 Los u$s21.000 millones aportados por el FMI este año (los u$s15.000 millones recibidos
en junio, más los u$s6.000 que ingresarían en setiembre y diciembre), descontando los
u$s7.500 millones que se dispusieron para refuerzo fiscal, y lo que el fondo monetario
autorizó a utilizar para cuestiones de índole social, coinciden con las necesidades que
surgen de los vencimientos del principal, mencionado arriba (u$s12.000 millones).
6 Esta cifra surge de realizar una distribución proporcional del déficit anual proyectado de
la CC, de u$s25.000 millones.

*MM y Asociados

Lunes, 10 de septiembre de 2018

Me tomo 5 minutos...
Por Guillermo Moreno, Norberto Itzcovich y Claudio Comari*

Parafraseando a una conocida publicidad, vale la pena detenernos y hacer una pausa de
cinco minutos, para recapitular y pensar lo por venir.

Esto es necesario, ya que no son pocos quienes aún no comprenden cómo se sucedieron los
eventos que nos llevaron a este presente.

Y, así como no pudieron prever la irrupción de la Supercrisis, desatada por los


descomunales desequilibrios del sector externo y fiscal, que evidentemente ya no tiene
salida en el marco de los parámetros establecidos por la alianza Cambiemos, tampoco
pueden determinar los pasos a seguir.

Por el contrario, los que anticipamos diagnósticos más certeros tenemos la responsabilidad
de elaborar y proponer, para debatir en la arena pública, las posibles soluciones que
contribuyan a mitigar los daños para nuestra Patria.

Repasemos lo dicho

Ni cisnes negros ni tormentas externas inesperadas. Los episodios de la actual coyuntura


eran perfectamente previsibles desde un riguroso trabajo analítico basado en un sólido
corpus conceptual, esto es, ni más ni menos, el adecuado ejercicio profesional.

Como se hace evidente, la importancia de la buena o mala praxis en la prognosis económica


no comporta, en esencia, logros o fracasos en el ámbito académico o intelectual, sino,
principalmente, en cómo determina decisiones fundamentales de los cuerpos colectivos
(estados en sus tres niveles, y organizaciones representativas de los empresarios, los
trabajadores, etc.) y de cada familia en particular.

Examinando la coyuntura, nos encontramos con una economía que no genera los dólares
que necesita para funcionar ("Dónde hay un dólar viejo Gómez", BAE Negocios, 3/9/18),
sin prestamistas externos del sector privado, y con el desembolso del FMI malgastado en la
pulseada cambiaria ("Saltando de la sartén al fuego", BAE Negocios, 25/6/18), por lo que
el panorama es desolador, ya que el intento de los inversores calificados de recuperar su
dinero en moneda dura y retirarlo lo antes posible, es el lógico corolario.

Al tiempo, las consecuencias del (re)accionar oficial sobre la economía real, es devastador.
Con tasas de interés inafrontables para el funcionamiento de las empresas y un tipo de
cambio de equilibrio imposible de determinar ("La gestión empresarial en tiempos de
Supercrisis", BAE Negocios, 16/7/18), la parálisis del aparato productivo es, por
momentos, total.

Hoy, el quiebre de stocks generalizado trasciende los circuitos de fabricantes y mayoristas,


para llegar a todos los puntos de venta. En estos aciagos días, como advertimos en mayo,
"el verdadero problema de la hora es el de garantizar el abastecimiento (en precio y
cantidad) de las personas tanto físicas como jurídicas" ("La Supercrisis se materializó",
BAE Negocios, 21/5/18).

Ahora bien, nada de esto fue sorpresivo dado que, como hemos ido señalando, obedece,
entre otras causales relevantes, a la reconfiguración de las relaciones entre las naciones
emergente en el Nuevo Orden Internacional ("El mundo actual facilita los modelos de
desarrollo nacional", BAE Negocios, 4/9/17 y otros) y a la transformación de la economía
de los EE.UU. en el principal punto de atracción de las inversiones productivas y
financieras a escala global.

Decíamos en febrero, en nuestro artículo "Los prestamistas externos también se preguntan


¿cómo seguimos?" (BAE Negocios, 12/2/18):

"Las decisiones del gobierno de Trump respecto a la administración del comercio exterior,
la reciente reforma tributaria y el megaproyecto de obra pública, actúan como un poderoso
atractivo para la inversión fronteras adentro de los EE.UU. Con una tasa de desocupación
rondando el 4%, el riesgo de "recalentamiento" está latente. (...) La suba de tasas de interés
es funcional a fines de evitarlo, así como también para la obtención del financiamiento para
los proyectos de inversión públicos y privados. Esto nos lleva a prever que la principal
economía del mundo será la gran "esponja" de la liquidez mundial.

No hay dudas que, competir con los EE.UU. por el crédito internacional, es un desafío que
podría exceder con creces las potencialidades de nuestra economía."

Al verificarse este pronóstico, el esquema Ponzi que prohijó el oficialismo, quedó


interrumpido y, con ello, la Supercrisis, (o la "emergencia", según los decires
presidenciales) determinada por las inconsistencias macroeconómicas de la alianza
gobernante ("Un presente de inconsistencia macroeconómica con estancamiento", BAE
Negocios, 1/2/18) se objetivó. La posterior ayuda del FMI fue, como también señalamos
("Demasiado tarde para lágrimas", BAE Negocios, 18/6/18), extemporánea e insuficiente,
no en términos de montos, sino en cuanto a su pertinencia.
Te lo digo

Hace más de un año ("Las elecciones y la economía", BAE Negocios, 15/8/17) que
señalábamos la peligrosidad del diagrama económico vigente que, al caminar sobre la
cuerda floja en claros desbalances, amenazaba con arrastrarnos a todos cuando el
funambulista perdiera el equilibrio. Esto sucedió y nos enfrentamos así a una situación de
crisis sistémica, que puede resultar la más profunda de nuestra historia y poner en riesgo la
continuidad de la Patria.

Las recientes medidas del diezmado "mejor equipo" no tendrán ninguna efectividad,
especialmente porque están basadas en cálculos erróneos y pésimas decisiones.

Los U$S 6.000 millones de ahorro fiscal, se estimaron en base a una sobrevaluación del
PIB o una subvaluación del tipo de cambio.

Respecto del incremento esperado en los ingresos públicos, si bien mejorarán por la
imposición de las retenciones a todas las actividades exportadoras, no alcanzarán lo
planificado en la medida que no se contemplan los deterioros en la recaudación devenidos
del descenso del nivel de la actividad económica, que oportunamente anticipáramos ("El
discurrir de la Supercrisis", BAE Negocios, 28/5/18). Además, su implementación es
pésima, al establecerse topes superiores de sumas fijas en pesos. El absurdo de que
proporcionalmente se pague más cuando el dólar pierde competitividad (o viceversa) se
complementa con el "hallazgo" de que ante los incrementos de la inflación y/o del tipo de
cambio, se licúan dichos ingresos.

En síntesis, el objetivo de reducción del déficit fiscal queda severamente cuestionado.

De manera que volverá a llover sobre mojado, confirmando la irreversibilidad del fracaso
económico de Cambiemos, exponiendo al entramado social y productivo, a la amenaza de
la anomia ("¡Ay, Patria mía!", BAE Negocios, 7/5/18).

Urge entonces evitar que el carácter explosivo de la configuración económica canalice la


resolución de la Supercrisis librándola a las urgencias del conflicto social, porque sus
derivaciones anómicas sólo nos enfrentarían al peligro cierto de la potenciación del caos.

Evitar un "punto de ruptura" explosivo requiere del protagonismo de todos los cuerpos
orgánicos de la Nación, especialmente de aquellos que ejercen la representación política de
la sociedad, sean oficialistas u opositores.

Sobre sus espaldas recae la responsabilidad de proponer las soluciones; de otro modo el
descalabro económico perturbará irremediablemente el funcionamiento institucional y la
paz entre los argentinos.

*MM y asociados
Lunes, 17 de septiembre de 2018

Encarrilar a los gemelos


Por Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

Ante la certeza de que el actual esquema económico encontrará "solución de continuidad" a


su inconsistencia intrínseca, se impone ya la discusión sobre los consensos necesarios para
el reemplazo de tal diseño.
Decíamos, allá por agosto de 20171: "en el mientras tanto, el endeudamiento en moneda
extranjera ha permitido no sólo proveer a la economía de los dólares necesarios, sino
también financiar simultáneamente el cuantioso déficit fiscal. Sin embargo, este mecanismo
no puede ser eterno: tarde o temprano habrá escasez de prestamistas".
Efectivamente, hacia el fin del primer semestre de este año, el crédito privado externo se
agotó, debiéndose recurrir al financista de última instancia, el Fondo Monetario
Internacional ( FMI).
Pero, el aporte del FMI fue, como oportunamente señalamos2, extemporáneo e
insuficiente, no en términos de montos, sino en cuanto a su pertinencia, mientras que, al
mismo tiempo, también resultaba dudosa su viabilidad. Por ello, no fue sorpresa que los
funcionarios, antes de cumplirse tres meses desde el primer desembolso tuvieran que viajar
a Washington para intentar reformular los términos del acuerdo.

Y en eso aún están

Ahora bien, en el marco de esa renegociación, no podemos dejar de señalar que, si el FMI
decidiera adelantar al año entrante el desembolso del saldo de los fondos previstos en el
préstamo Stand by, para auxiliar al actual gobierno, dejará al que surja de las próximas
elecciones presidenciales en una situación de extrema fragilidad.
Dado que, como es fácil prever, si durante el período 2019/20:

*persisten los déficits gemelos (fiscal y externo) y,

-los mercados internacionales de crédito permanecen cerrados,


-la concentración de la totalidad de los desembolsos en el próximo año no dejará para el
subsiguiente otra posibilidad que realizar una reducción brutal del Déficit Fiscal Total
(DFT)3, por incremento de ingresos y/o disminución de gastos, así como incumplir
parcialmente los compromisos de la deuda.
Sintetizando, el FMI debe tener bien en claro que sus obligaciones son para con el país, y
no hacia un determinado gobierno, por lo que no puede ser partícipe de un accionar dirigido
a "vestir un santo desvistiendo otro".
Los gemelos malcriados

Durante el cuatrimestre en curso, el funcionamiento de la economía, aún con su notable


deterioro, necesita aproximadamente U$S 32.300 millones4, que menguarán las reservas
del BCRA.
De estas, como aclaramos oportunamente5, alrededor de U$S 11.000 millones pertenecen a
encajes de los depósitos en moneda extranjera de los particulares; otros U$S 12.000
millones corresponden al pase de monedas acordado con la República Popular China
(Swap), el cual requiere de una negociación previa a su posible conversión a dólares; y por
último, es impensable que las reservas queden en cero, dado que, por lo menos, siempre
debe preservarse un monto equivalente a un mes y medio de importaciones (alrededor de
U$S 9.000 millones) por si fuera necesario, en el límite, pagarlas al contado.
Como puede deducirse, el estrés que se ejerce sobre la cuenta "Variación de Reservas de la
Balanza de Pagos" alcanza la desmesura.
Por su lado, DFT se mantiene en el entorno del 11% del PIB, ya que el programa que
recientemente presentara el gobierno para la reducción de esa brecha, sobre la base de
disminuir los gastos y aumentar los ingresos estatales, no está "bien planeado":

por el lado de los egresos, se estima obtener un ahorro fiscal de U$S 6.000 millones, pero
ese cálculo fue realizado en base a una sobrevaluación del PIB o una subvaluación del tipo
de cambio.
en cuanto a los ingresos, debería computarse el deterioro en la recaudación que
oportunamente anticipáramos, devenido del derrumbe de la actividad económica, que
impactará negativamente en las arcas públicas, a pesar de las mejoras esperadas por la
reciente imposición de las retencionesvi a todas las actividades exportadoras.
No hay duda de que el actual oficialismo, como "padre, tutor o encargado" de los actuales
"gemelos", debe hacerse responsable por su desastrosa conducta.

Sentido común para educar a los gemelos

Hacia el fin de 2018, la deuda externa pública y privada argentina alcanzará los U$S 435
mil millones, estableciendo un piso de servicios en torno a los U$S 20 mil millones.
Consecuentemente, en el mediano plazo, será necesario un superávit de esa magnitud en el
resto de los componentes que integran la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos, sólo
para mantener la deuda constante, o bien asumir la inestabilidad cambiaria derivada del
defecto de la oferta de dólares.
En este marco de déficits gemelos (externo y fiscal), urge discutir un entorno de política
económica que posibilite su solución.
En este sentido, la situación externa tendrá una rápida mejora mediante la implementación
de una política de Administración del Comercio Exterior (ACE), al permitir complementar
la determinación del tipo de cambio. Esto es posible dada la instauración del Nuevo Orden
Internacional (NOI) y la concomitante debacle de la OMC, que abrieron una ventana de
oportunidad que amplía el arsenal de instrumentos económicos para la búsqueda de
competitividad sistémica (la recuperación económica posterior al derrumbe de la
convertibilidad fue precedida por una drástica devaluación, que llegó a alcanzar el 300%,
de la moneda nacional. En la actualidad, nuestras estimaciones indican que el nivel del tipo
de cambio -de agosto de 2018- equivale a 1,79 del vigente en el año 2001).
La adecuada ACE entonces, se convierte en un poderoso instrumento para lograr un
superávit comercial que permita honrar todos los compromisos internacionales.
Complementariamente, la reactivación del mercado interno que devendrá de volver a
colocar el precio de los alimentos en una relación justa y razonable con los ingresos
populares (salarios, jubilaciones y pensiones), así como el de la energía, estimulando la
competitividad y rentabilidad empresarial, todo ello en un entorno de acuerdo sistémico
entre el trabajo y el capital, permitirá recuperar los ingresos tributarios, de tal manera que
las cuentas fiscales tiendan rápidamente al equilibrio.
Estas políticas, aplicadas en un marco "doctrinario de amor y paz", permitirán, sin "azotes
ni castigos", "reeducar a los gemelos en la virtud".

1 BAE Negocios, "Consistencia macroeconómica con estancamiento”.


2 BAE Negocios, 18/6/18: “Demasiado tarde para lágrimas”.
3 DFT = Déficit de la Nación, que computa no sólo el déficit fiscal primario (como lo
publicita el gobierno) sino también el pago de los intereses de la deuda externa. Además,
incluye el rojo de las provincias y los municipios, más el déficit cuasifiscal originado en el
BCRA.
4 El monto surge de sumar U$S 8.300 millones, proporcional a un tercio del déficit anual
de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos, más U$S 12.000 millones por la
dolarización de las carteras de las empresas y familias a partir de la caída de la demanda de
dinero, y otros U$S 12.000 millones por la amortización del capital de los créditos
tomados, que los prestamistas extranjeros no renovarán.
5 BAE Negocios, 3/9/2018: “Donde hay un dólar viejo Gómez”, aquí con cifras
actualizadas.

6 Al respecto, cabe acotar que su implementación es pésima, al establecerse topes


superiores de sumas fijas en pesos. El absurdo de que proporcionalmente se pague más
cuando el dólar pierde competitividad (o viceversa) se complementa con el “hallazgo” de
que los incrementos de la inflación y/o del tipo de cambio, licúan dichos ingresos.
*MM y asociados

Lunes, 24 de septiembre de 2018

Responsabilidades compartidas
Por Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

El 12 de junio (hace sólo 104 días) el oficialismo presentó al Fondo Monetario


Internacional ( FMI) dos memorándums, uno de políticas económicas y financieras y otro
correspondiente al entendimiento técnico. Allí se describían los condicionamientos con los
cuales funcionaría la economía, tanto en el actual gobierno, como en el que lo sucederá.
El contrato resultante que formalizó la relación entre nuestro país y el FMI contempla una
asistencia crediticia por 35.379 millones de Derechos Especiales de Giro (DEG),
equivalentes a, aproximadamente u$s 50.000 millones. El primer desembolso (u$s 15.000
millones) se hizo efectivo a fines de aquel mes, en tanto que, posteriormente, el organismo
iría asignando unos U$S 2.900 millones por trimestre a partir de setiembre, hasta junio de
2021, siempre que se dieran por cumplidos los compromisos asumidos.
Ahora bien, al persistir las inconsistencias macroeconómicas que determinaron la
Supercrisis (desequilibrios fiscal y externo), aquello que señalamos oportunamente respecto
de que el acuerdo era de su dudosa viabilidad, tanto por ser extemporáneo como por su
incorrecta formulación aritmética, se demostró certero.
Esto es así ya que, ante el defecto de oferta de dólares que presenta la economía para el
corriente año, el gobierno nacional decidió comenzar a utilizar la previsión de fondos, que,
en esa moneda, correspondía para el 2019.
Naturalmente, en una típica situación de "vestir un santo desvistiendo otro", el conflicto se
traslada al año entrante, con lo cual debió ir en búsqueda de la urgente reformulación del
contrato, solicitando a las autoridades del organismo multilateral de crédito el
adelantamiento de los desembolsos previstos para el bienio 2020/2021.
Si el FMI accediera a darle cabida a semejante pretensión, sin modificar el monto total del
mutuo firmado, el auxilio al actual gobierno dejaría al que surja de las próximas elecciones
presidenciales en una situación de extrema fragilidad.
Ello, habida cuenta de que, como reconoce el propio oficialismo, durante el período
2019/20 persistirán los déficits gemelos y previsiblemente los mercados internacionales de
crédito continuarán cerrados.
Como resulta de la normativa vigente, las obligaciones del FMI son para con sus países
miembro y no hacia un determinado gobierno, por lo que la búsqueda de un equilibrio
intertemporal que incluya el nuevo período presidencial también le compete al prestamista
de última instancia.

Sin anuencia para tirar la plata

La tensión entre el precio del dólar y el nivel de las tasas de interés, oportunamente
señalado, se agudizó, a pesar de la irresponsable conducta gubernamental de desviar los
fondos obtenidos hacia la contención de la suba del tipo de cambio.
Sostuvimos entonces: "No se cumplen los términos del acuerdo con el FMI y así se activa,
no sólo la severa amenaza de default de los bonos soberanos sino la de un riesgo superior,
el
incumplimiento con el mismo FMI. En ese caso, las consecuencias serían nefastas, no sólo
para el actual Gobierno, sino también respecto de sus sucesores".
En este aspecto, vale rescatar de la historia reciente que, en los diversos ciclos
presidenciales de contingencia, que abarcaron desde el 23 de diciembre de 2001 hasta el 10
de diciembre de 2003 (gobiernos presididos por A. Rodríguez Saá, E. Duhalde y N.
Kirchner), no sólo se honraron los compromisos preexistentes con los organismos
multilaterales, sino que además se concertaron nuevas asistencias crediticias.
La Alianza Cambiemos dejará un país económicamente desquiciado, y tal como se
desprende de las proyecciones oficiales presentadas en el mensaje de remisión del
presupuesto 2019 al Congreso de la Nación, finalizará su gestión con déficits, tanto fiscal
como de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos.
Obligación patriótica

Resulta evidente que el nuevo gobierno, para "administrar la cosa pública tendiendo al bien
común", requerirá disponer de todas las herramientas económicas posibles, tanto en el
orden local como internacional.
Así, mientras el oficialismo intenta corregir el déficit fiscal primario, le queda a la próxima
administración hacerlo con el Déficit Fiscal Total (DFT)i v, con lo cual, lo firmado en junio
pasado, al margen de su incorrección en el diseño, aportaría parte de los fondos necesarios
para completar el actual período, así como para los 18 meses iniciales del siguiente.
Sin embargo, al solicitar acelerar los plazos de ingreso de los montos originalmente
destinados al próximo gobierno, casi U$S 18.000 millones, se violenta el sentido común, ya
que, si como mencionamos los mercados internacionales de crédito permanecen cerrados,
ello lo obligaría a generar un brutal ajuste del DFT.
Para realizarlo existen sólo dos mecanismos: restringir "extraordinariamente" los gastos y/o
incrementar "extraordinariamente" los ingresos.
Y, ante la grave situación económica y social que atraviesa nuestro país (sin negar que es
posible que exista algún tipo de gasto sobredimensionado), es impensable que el ajuste
necesario recaiga sobre los sectores de menores ingresos, y que estos sean los que realicen
el esfuerzo de equilibrar, ex ante, la ecuación macroeconómica básica.
En consecuencia, un gobierno popular debe inexorablemente, vía la aplicación de
impuestos, tasas y contribuciones sobre los sectores artificialmente más beneficiados,
obtener los recursos que le permitan descartar la propuesta de default, honrando los
compromisos asumidos.
En este marco, resulta imprescindible, para una sana convivencia democrática, que se
busquen los mecanismos que faciliten una transición ordenada, al tiempo que deseche el
falaz razonamiento oficial alrededor de la idea: "después de mí, el diluvio".
Para ello, las fuerzas políticas argentinas en conjunto, con la colaboración del FMI y demás
instituciones multilaterales de crédito, deben avocarse, como ya hemos mencionado, a
encontrar el equilibrio macroeconómico intertemporal, y así aportar las mejores soluciones
a una Supercrisis que pone en peligro la continuidad de la patria como tal.

1 BAE Negocios, 18/6/18: “Demasiado tarde para lágrimas”.


2 BAE Negocios, 3/9/2018: “¿Dónde hay un dólar, viejo Gómez?”.
3 BAE Negocios, 23/7/18: “Subir la tasa de interés, un remedio peor que la enfermedad”.
4 DFT = Déficit de la Nación, que computa no sólo el déficit fiscal primario (ingresos
operativos, gastos operativos), sino también el pago de los intereses de la deuda externa.
Además, incluye el rojo de las provincias y los municipios, más el déficit cuasifiscal
originado en el BCRA.
Lunes, 1 de octubre de 2018

Simuladores y negligentes
Por
Lic. Guillermo Moreno
Lic. Norberto Itzcovich
Dr. Claudio Comari

Se precipitan instancias decisivas en el devenir de la Supercrisis. El mesadinerista Luis


Caputo, renunció intempestivamente a la presidencia del BCRA, en medio de la
renegociación con el FMI, replicando lo sucedido con su antecesor cuatro meses atrás, en el
proceso de discusión del primigenio, hoy caduco, acuerdo Stand-by.

La deserción trae a nuestra memoria aquella nota del inicio del año, en la que nos
preguntábamos "¿Será Sturzenegger el Sourrouille de Macri?" (BAE Negocios, 8/1/18).
Estábamos entonces convencidos de que, aún cuando fuera incapaz de ordenar,
mínimamente, las principales variables de la economía, se trataba de la única autoridad
económica en condiciones de garantizar que la gestión de Cambiemos llegara a cumplir,
aún deshilachada, su plazo institucional.

La jibarización del elenco gubernamental, ratifica nuestra prognosis.

En el camino de cornisa

Los profusos cierres de plantas fabriles y establecimientos comerciales conocidos en las


últimas semanas nos eximen de ulteriores comentarios sobre el desempeño económico
actual.

En este marco, la situación de las grandes empresas (compañías de capital intensivo) no es


diferente de la que sufren las pequeñas y medianas, y queda patentizada por el trance de la
industria automotriz, con miles de suspensiones. Oportunamente lo anticipaban las
declaraciones del presidente de Volkswagen Argentina, Héctor Vázquez, que meses atrás
sostuvo "con las tasas de interés de hoy no hay industria ni negocio que se pueda sostener",
cuando ellas estaban en el orden del 40% anual, ya lejanas a las de hoy.

Impertérrito ante a la gravedad de la situación, el gobierno ahonda su diseño de tasas de


interés real cada vez más elevadas (paralizando la actividad económicai a un ritmo
vertiginoso), como lo refleja la adenda al acuerdo Stand-by, luego de su renegociación con
el FMI.
La imposibilidad de ampliar la base monetaria (bm) desde hoy hasta junio del siguiente
año, en un contexto de inflación inercial, tendrá como inmediatas consecuencias la caída de
los saldos monetarios reales, espiralizando las tasas de interés e indeterminando tanto:

los costos totales de producción, como


el diferencial entre pago contado y a plazo en las cadenas de comercialización,
de todos los bienes y servicios, generando así un impacto explosivo sobre la base material
de la Nación.
La anunciada contracción de la bm, fungirá a su vez como garantía de cumplimiento del
objeto principal del préstamo. En nuestra nota "Demasiado tarde para lágrimas" (BAE
Negocios, 18/6/18), explicábamos: "los fondos a girar a la Argentina por el FMI sirven
como garantía subyacente de los créditos otorgados por la banca extranjera".

No sorprende que el oficialismo asuma políticas descabelladas vulnerando las reglas


elementales de un correcto funcionamiento económico.

Distinto es el caso del staff del FMI, constituido por experimentados profesionales, que ha
decidido acompañar esta aventura que, para los argentinos, terminará muy mal.
Posiblemente, la meta central de los técnicos del organismo multilateral sea contener dentro
del interior de nuestras fronteras, la onda expansiva de la detonación de la Supercrisis,
salvaguardando así al resto del mundo de un posible "efecto tango".

Llegamos al precipicio

Entretanto, como en los espacios televisivos pagos, donde prometen que, si uno llama de
inmediato, recibirá la milagrosa crema de la juventud y la salud eternas, el oficialismo
persiste en prometer un futuro venturoso, y (tratar de) disimular el presente desastroso.

Lo más absurdo es que la política económica hoy aplicada, que es el nexo entre ambos
momentos, jamás podría decantar en tales resultados. Esperar sobrellevar la Supercrisis
mediante mayores dosis de los ingredientes que la generaron, es propio de un conjunto de
necios.

No es otra cosa el oficialismo. Decíamos en la primera nota citada, "la osadía, que puede
ser un valor tratándose de asuntos particulares, es manifiesta irresponsabilidad cuando lo
que se arriesga son los activos de toda la sociedad".

Es posible que en los próximos días volvamos a escuchar a altos funcionarios aseverando
que "lo peor ya pasó", aunque lo que realmente sucede es lo contrario, ya que los
progenitores de la Supercrisis: el déficit fiscal y el del sector externo, lejos de reducirse,
están hoy en su zénit.

El desfasaje entre los ingresos y los gastos del Estado es monumental:

el déficit fiscal del Sector Público Nacional alcanza (sin rentas de la propiedadii, como
debe medirse) al 7,4% del PIB, a setiembre de 2018;
el rojo de algunas provincias y municipios representa el 1% del PIB; y
el déficit cuasi fiscal, generado por los pasivos remunerados del BCRA, encarna otro 2,9%
del producto.
Correctamente calculado, el Déficit Fiscal Total (DFT)iii es del 11,3% del PIB.

Ante esa "fotografía", vale profundizar el examen de factibilidad de los anuncios del
ministro Dujovne, quien presentó medidas para reducir el desequilibrio fiscal basándose en
el recorte de los gastos y la expansión de la recaudación, ya que "la película" será diferente
a lo esperado.

Como señalamos ("Me tomo 5 minutos", BAE Negocios, 10/9/18), los U$S 6.000 millones
de ahorro fiscal esperados, se estimaron en base a una sobrevaluación del PIB o una
subvaluación del tipo de cambio.

Pero además el gobierno, mediante la emisión de nueva obligaciones a tasas crecientes y,


mayoritariamente nominadas en dólares, incrementa aceleradamente el peso de los
servicios de deuda en el erario nacional, alejando a pasos de gigante la posibilidad de
equilibrar las cuentas fiscales.
Como agravante, debe mencionarse la segura caída de la recaudación impositiva por el
pésimo desempeño de la actividad económica que más que compensará el incremento de
ingresos fiscales producto de la reciente imposición de derechos de exportación, que serían
aproximadamente U$S 1.500 millones en los cuatro meses de vigencia previstos este año
(septiembre-diciembre), pero que todo parece indicar, se liquidarían con 90 días de rezago
(y en moneda doméstica) desde el momento de cumplida la operación, al menos para las
ventas de productos no primarios, lo que reducirá notoriamente los ingresos percibidos.
En cuanto al sector externo, como explicamos en nuestro artículo "¿Dónde hay un dólar,
viejo Gómez?" (BAE Negocios, 3/9/18), el déficit de la cuenta corriente de la balanza de
pagos en 2018 se orienta a ser negativo en una magnitud cercana a los U$S 25.000
millones, representando el 6,3% del PIB.
En la Supercrisis convergen los resultados negativos en las cuentas fiscales -similares a los
que provocaron el colapso del gobierno de Raúl Alfonsín-, con los del sector externo -aún
peores a los que desataron la crisis del 2001.
El oficialismo nos ha conducido al borde del precipicio y, con su proverbial
irresponsabilidad, se muestra dispuesto a continuar avanzando en la misma dirección y
arrastrarnos al fondo del abismo.

¡Evitemos que den el paso al frente!

Es el momento para que el conjunto de actores que conforma la base de sustentación de la


alianza Cambiemos, especialmente los de mayor gravitación (ciertos sectores empresarios y
los conductores del partido centenario), pongan de relieve la insostenibilidad del rumbo y
eviten el despeñe de la Nación por culpa de los negligentes. En aquellos recae la
responsabilidad de reorientar el timón para eludir el desastre.
En tanto, las fuerzas de la oposición cargan con el adeudo de consensuar los mejores
planes, programas y proyectos para la rápida reconstrucción de la Argentina y la ulterior
puesta en marcha de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable
(MoDEPyS).
La fallida experiencia de la alianza Cambiemos y sus nefastas consecuencias lejos están de
condenarnos a un futuro irreversible de miseria.
La posibilidad que se nos abre a partir de la configuración del Nuevo Orden Internacional
(NOI) y del aprovechamiento de nuestros propios vectores de competitividad (que devienen
de las rentas extraordinarias originadas en la producción de algunos alimentos y la
exploración-explotación de los combustibles fósiles), auguran el futuro venturoso para la
Patria que sabremos conseguir.

1-Los informes oficiales y privados indican un persistente incremento de la capacidad


ociosa en la mayoría de las ramas de actividad económica.
2-Las Rentas de la propiedad, que representan el 0,9% del PIB, refieren principalmente a
transferencias desde el Fondo de Garantía de Sustentabilidad al Tesoro Nacional, lo que
implica una descapitalización del sistema de seguridad social.
3-DFT es la sumatoria de los déficits de la Nación, las Provincias y los Municipios, más el
déficit cuasifiscal del BCRA.

*M.M. y asociados

Lunes, 8 de octubre de 2018

El domo del FMI


Por
Lic. Guillermo Moreno*
Dr. Claudio Comari*
Lic. Norberto Itzcovich*

Hay quienes interpretan que el "acuerdo revisado" entre el gobierno argentino y el Fondo
Monetario Internacional, aun sujeto a la aprobación de su Directorio Ejecutivo, es en
esencia la cesión de todas las decisiones económicas al organismo multilateral.
Queda implícito en tal enfoque, la existencia de un plan injusto pero sustentable, así como
la persistencia de una autoridad capaz de implementarlo.
Pero, más allá de que la lamentable imagen del ministro Dujovne y la titular del FMI bajo
la enseña nacional diera pábulo a esta hipótesis, la realidad es, infelizmente, aun peor.
Lo que verdaderamente se deduce de las nuevas pautas del acuerdo, es que también el
Fondo considera insostenible la política económica en curso, y ante el irremediable final,
apuesta a transformar la explosión en implosión.
Por ello, la prohibición de expandir la base monetaria tiene como objeto evitar que se
dilapiden los fondos desembolsados (como ocurriera durante la era Caputo en el BCRA) y
que se apliquen a garantizar su finalidad original, esto es, el pago de la deuda soberana a los
tenedores no residentes, considerando que es posible establecer una renegociación
voluntaria con los locales.
Así, cual el domo invisible de la novela de terrori, el FMI intenta contener las ondas
expansivas del colapso de la economía nacional, dentro de nuestras fronteras.
Desde su óptica, imposibilitado el éxito de cualquier salvataje, sólo le queda prevenir los
contagios, a la región y al mundo, de la entropía argentina.

Argentina en cuarentena

En ese contexto, la restricción monetaria comprometida por el gobierno a través del BCRA,
explicitada por su nuevo titular: "tomaremos las medidas necesarias para que la base
monetaria crezca cero por ciento, en términos nominales de acá a junio del año que viene",
es absolutamente descabellada dada la inflación inercialii, ya que lleva a la disminución de
los saldos monetarios reales, provocando una espiralización de las tasas de interés,
elevándolas a niveles ignotos para nuestra economía, incluso hasta su potencial
indeterminación.
Esto genera incertidumbre en el cálculo de costos que deben realizar las empresas para
operar en el mercado, dejando los precios de producción y comercialización, en las diversas
cadenas, también indefinidos.
Oportunamente sostuvimos ("Subir la tasa de interés, un remedio peor que la enfermedad"
BAE Negocios, 23/7/18), que "fiel a su impronta de la improvisación como ´modus
operandi´, y con su característica incapacidad de caminar mientras masca chicle, el
gobierno ha concentrado todos sus esfuerzos en la contención de la tendencia ascendente
del tipo de cambio, elevando la tasa de interés, y en consecuencia el costo del crédito, a
niveles inauditos". Por ello el impacto de este salto de nivel, sobre el ya deteriorado
funcionamiento de la actividad económica, será de una severidad inédita, afectando a las
compañías en un gradiente asociado a la elasticidad ingreso de la demandaiii de los bienes
o servicios que ofrecen.
Como si esto fuera poco, la emisión diaria de Leliq, letras del BCRA a 7 días de plazo,
rememora a las fallidas políticas implementadas entre el segundo semestre de 1988 y el
primero de 1989, cuyo final es por todos conocido.

Ante el fracaso, no dilapidar los fondos del Fondo

El diseño económico pergeñado por el oficialismo está condenado a un estrepitoso fracaso.

Marcábamos la semana pasada ("Simuladores y negligentes", BAE Negocios,, 1/10/18) que


el gobierno nos ha conducido hasta el borde del precipicio, y que había que evitar que nos
llevara al fondo del abismo.
Bajo estas circunstancias, resulta clave que no se continúen dilapidando los fondos
obtenidos del FMI, ya que todo será peor si se compromete el repago de la deuda soberana.
En el mismo artículo, también apelábamos a la responsabilidad de los actores que dieron
sustento a la gestión de la alianza Cambiemos.
En esa dirección, resulta significativa la declaración emitida por el cónclave del partido
centenario en Tucumán, que denota un principio de disposición a poner coto al
comportamiento irresponsable de las autoridades gubernamentales.
De nada sirve sucumbir a la angustia y la desesperanza. Los caminos de superación de la
Supercrisis serán tortuosos, pero posibles, en tanto se articulen los esfuerzos, más temprano
que tarde, de quienes hoy representan a la oposición, e incluso, de los actuales y futuros
desencantados de la alianza gobernante.
Esto es así ya que, hacia el fin de 2018, la deuda externa pública y privada argentina
alcanzará los u$s435.000 millones, estableciendo un piso de servicios, en concepto de
interés, en torno a los u$s20.000 millones para cada año.

Consecuentemente, será necesario generar un superávit, en el entorno de esa cuantía, en la


balanza comercial, objetivo que no puede ser logrado de inmediato, aun contando con un
tipo de cambio competitivo y la invaluable herramienta de la administración del comercio
exterior.

Tampoco es esperable una repentina mejora de la recaudación de una magnitud que permita
equilibrar de inmediato las cuentas fiscales.

Entonces, en ese "mientras tanto", los desembolsos del FMI representan una invalorable
reserva para dotar a la economía, en un plan de contingencia, de los recursos faltantes hasta
alcanzar su consistencia endógena.

En este marco, es imprescindible que los argentinos, ante este contundente diagnóstico,
apelemos al espíritu patriótico que anida en el seno de nuestro pueblo, neutralizando a los
"cipayos"iv, generando los consensos necesarios para que un gobierno de transición
establezca las sólidas bases sobre las que se asentará el próximo Modelo de Desarrollo
Económico Permanente y Sustentable.

I. Under The Dome, novela de Stephen King.


II. Inflación incluso incentivada por el gobierno a través del aumento de tarifas y
combustibles, entre otros.
III: Inflación incluso incentivada por el gobierno a través del aumento de tarifas y
combustibles, entre otros.
IV. Soldado de la India de los siglos XVIII y XIX al servicio de Francia, Portugal y Gran
Bretaña. Secuaz a sueldo.

*MM y Asociados

LUNES, 15 DE OCTUBRE DE 2018

El día despué s de mañ ana


Por
Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*
Dos fines de semana atrás, nos llamó la atención que numerosos artículos, en diferentes
medios y de distintos autores, incluyeran en sus títulos el potente término anomia.
Oportunamente, en "Ay, Patria mía" (BAE Negocios, 7/5/18), también hemos reflexionado
sobre esta noción.

Los conceptos, como toda construcción intelectual mediante la que intentamos aprehender
el mundo que nos rodea, están sujetos a variabilidades devenidas de los marcos teóricos a
los que pertenecen y las instancias analíticas de su empleo en particular.

Y aún cuando es claro que se trata de una polisemia, pareciera ser oportuno debatir sobre
las bases de las diversas definiciones de "las anomias", bajo las que, en todas las
circunstancias, subyace la percepción de profundas disrupciones como parte de las
transformaciones en curso.

¿De la Supercrisis a la anomia?

En mayo de este año, en la citada nota, alertábamos que "el autodenominado mejor equipo
de los últimos 50 años ha logrado que la Argentina enfrente una situación de crisis
sistémica, que puede resultar la más profunda de su historia y que, por poner en riesgo la
continuidad de la Patria como tal, debe ser analizada en conjunto desde los planos político,
económico y social."Marcábamos, asimismo, que las derivaciones de la Supercrisis
arrastrarían consigo a todos los componentes de la alianza gobernante y que, por lo tanto,
recaía como una responsabilidad de la oposición, la de proporcionar una alternativa capaz
de evitar la anomia1, es decir la situación de ausencia de regulaciones derivada de la
disolución de una arquitectura normativa sin que fuera reemplazada por otra.

Preocupados por los riesgos de que, en el devenir de la Supercrisis económica, se abriera


paso dicho estado (al irradiarse los efectos disruptivos sobre el plano institucional,
transformándose así en una Hipercrisis), examinábamos cómo la instauración de los nuevos
"órdenes" que sucedieron a las debacles gubernamentales de 1989 y de 2001, fueron
posibles merced a la previa existencia de actores ungidos de autoridad en instancias previas.
Ello fue lo que, en ambas coyunturas, impidió el imperio de la anomia.

El sistema internacional cambia sus reglas

Uno de los agudos analistas que reflexionaron recientemente sobre el tema, caracterizaba
como anomia mundial la actual depreciación de las instituciones que regularon el sistema
internacional durante el apogeo de la globalización.

La caducidad de ese orden, con la caída en la obsolescencia de los modelos universalistas


dominantes en el siglo XX -y sus pretensiones de uniformidad en los planos de la
economía, la política y la cultura- que fuera profusamente tratado en nuestros artículos, ha
dado paso a otro sistema de relaciones al que caracterizamos como Nuevo Orden
Internacional (NOI), en el que cobran creciente importancia los modelos de desarrollo
nacionales y que expresan y promueven estadistas como Donald Trump, Vladimir Putin y
el papa Francisco.
Y si bien el paso hacia este NOI lógicamente propaga las incertidumbres, es importante
distinguir que la decadencia de las reglas previas no necesariamente deriva en la ausencia
de regulaciones; no puede desconocerse que, por poderío económico, militar o
predicamento2, el principio de autoridad ordena las relaciones internacionales.

Pensar que no hay reglas, podría resultar tan errado como seguir ateniéndose a las
anteriores, es decir, los postulados del fenecido Consenso de Washington.

Porque tratándose, en realidad, del surgimiento de nuevas normas, nuestra responsabilidad


está, en rigor, en su acabada comprensión, como requisito indispensable para el
delineamiento de una correcta inserción de la Argentina en el sistema internacional.

Nuevas normas en la economía y la política

Así como el pasado es la materia de análisis de los historiadores y el presente la de los


periodistas, el conocimiento de lo que va a suceder en el futuro es parte del métier de los
consultores.

En nuestro caso, desde hace algún tiempo, venimos anticipando un cambio de ciclo, que
hoy es para muchos difícil de ver, tanto como lo fueron el año pasado nuestras advertencias
sobre la Supercrisis que hoy transitamos.

El esquema económico de la alianza Cambiemos recorre sus estertores. La causal


estructural, expresada en la inconsistencia de los diseños de política económica, radicó en
la imposibilidad de establecer un modelo de acumulación de capital viable.

En las economías modernas, la posibilidad de reponer lo que se consume (reproducción


ampliada) depende de la tasa de inversión. El quantum que ésta alcance, intersectores,
determina, entre otros aspectos, el gradiente que ordena a los beneficiarios centrales,
secundarios y marginales, e incluso, en algunos modelos (como los neoliberales), quienes
quedan "descartados", al decir del papa Francisco, de toda recompensa.

El necesario paso a un modelo viable, involucra la dimensión de la política, ya no en


términos de ámbito de disputa de lugares de poder en un campo establecido, sino en
términos del propio diseño en sí mismo.

Nos enfrentamos entonces, a un período en el que las litis por la distribución de los
espacios de las representaciones quedan secundarizadas por la dimensión más amplia de la
política, que no es otra que la que define quiénes serán los ganadores y los perdedores a
partir de instaurar un sesgo distintivo en el proceso de acumulación de capital futuro.

Es tal vez por ello que la noción de anomia se hace presente en tantas reflexiones, ya que
cuando las pugnas por los cargos decisionales en juego se desarrollan dentro de los límites
de un modelo establecido, normalmente, las disrupciones institucionales no forman parte de
las opciones. No es este el caso de la Argentina de hoy.
Al igual que los consultores, los políticos están obligados a entrever el futuro, con una
carga adicional: la de forjarlo.

Y es aquí que retomamos nuestra preocupación de impedir que la Supercrisis derive en la


Hipercrisis, es decir, la anomia.

Dado que, inevitablemente se avecina el momento de redefinir entre los diversos sectores
económicos los diferenciales (positivos o negativos respecto del promedio) de sus
respectivas tasas de ganancias, al ser dicha pugna potencialmente disruptiva, le cabe a la
política, en todas sus instancias organizativas, encontrar, a pesar de lo complejo, las formas
de la continuidad de las instituciones, que amortigüe la transición entre un proyecto y el que
le suceda.

Un diseño para que ganen todos

Claro está que no todos los modelos, sólo por ser viables, son necesariamente equitativos;
incluso algunos basan su sustentabilidad en la "exitosa" exclusión de importantes
segmentos poblacionales.

En estas circunstancias y frente al clima de desazón que impregna a parte de la dirigencia


política, económica y social, consideramos oportuno desgranar una visión sobre las
condiciones necesarias para que la Argentina retome un sendero de desarrollo económico
con justicia social de modo sustentable y permanente, al que llamamos MoDEPyS (Modelo
de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable).

Decíamos ("¿Cómo seguimos?", BAE Negocios, 29/1/18):

"Para implementar un MoDEPyS, es imprescindible que las dirigencias gremiales, de


empresarios y de trabajadores, lo hagan propio, y para ello deben cumplirse, entre otras
condiciones, que:

las empresas obtengan adecuada rentabilidad,


el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y
los sistemas de seguridad social sean suficientemente vigorosos,
asegurando así adecuados niveles de bienestar para el conjunto de la población."
Y agregábamos que el despliegue del nuevo modelo de acumulación dependerá de
"identificar y maximizar los vectores de competitividad del aparato productivo nacional,
capaces de reducir los costos primos (en forma intensiva y extensiva) de nuestras empresas,
garantizando su hegemonía en el mercado doméstico y potenciando su inserción en los
internacionales.

Dichos vectores no pueden ser otros que los asociados a las rentas extraordinarias en la
economía, es decir aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado,
independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de
explotación de algún recurso natural.

Estas condiciones, en nuestro país, las cumplen algunas tierras y la energía fósil."
Las profundas transformaciones en el mundo (que favorecen la puesta en valor de tales
vectores en un todo sistémico), y las de la economía y la política nacional, tanto justifican
las preocupaciones por las derivaciones anómicas, como el entusiasmo por un futuro
venturoso.

En este último grupo nos encontramos, confiando en los buenos resultados del encuentro
armonioso entre la política y la economía.

1-Anomia: ausencia de normas. Es un concepto relevante del estudio “El Suicidio” de


Emile Durkheim, considerado como la obra pionera de la sociología. En el contexto de tal
investigación, describe la ausencia de regulaciones que sobrevienen a un cambio de las
prexistentes, atendiendo a la crisis que provoca en los sujetos afectados.

2-Las fuentes de poder se combinan en diferentes dosis. En el caso de los EE.UU. su


predicamento se basa en su poderío militar y económico, así como la musculatura nuclear
de Rusia amplifica su influencia, mientras que la voz del Vaticano resuena como reflejo de
un mundo que reclama equidad y paz

*M.M. y Asociados

LUNES, 22 DE OCTUBRE DE 2018

El nuevo "Nuevo Mundo"


Por Lic. Guillermo Moreno*
Dr. Claudio Comari
Lic. Norberto Itzcovich

Desencontrado con la etapa histórica, el oficialismo se arrojó a los brazos del libre
comercio al mismo tiempo que éste, como modelo hegemónico y excluyente, sufría su
derrota final con la deserción de los Estados Unidos de sus filas.
Es por ello que, varias veces, señalamos que la estrategia de inserción internacional de la
alianza Cambiemos fue, entre otros, uno sus mayores errores de diagnóstico.
El surgimiento del Nuevo Orden Internacional (NOI), caracterizado por la puesta en valor
de los vectores de competitividad de las economías nacionales, se desarrolla en una
dinámica de fondo esencialmente confrontativa1, una lucha sin concesiones por la
determinación de cuáles son los pueblos que tendrán trabajo y cuáles lo perderán.
Y, como hemos tratado de manera recurrente (la semana pasada, entre otras oportunidades),
ese reordenamiento paulatino de las relaciones internacionales, cada vez más ajeno a las
premisas del Consenso de Washington, abre una ventana de oportunidad para convertir a
una Argentina de pleno empleo en una realidad posible.
En todo el orbe tal mutación adquiere diferentes características y velocidades, conforme se
van redefiniendo a su vez las relaciones comerciales entre los países.

En América, dos hechos resonantes recientes ameritan ser objeto de análisis por sus
secuelas:

en el hemisferio Norte, el acuerdo NAFTA acaba de ser renegociado, sobre bases que se
apartan significativamente de su matriz filosófica inicial, dando origen al "Acuerdo Estados
Unidos- México-Canadá" (USMCA, por su sigla en inglés), en mayor armonía con el NOI;
y en el Cono Sur, Brasil parece encaminarse a consagrar como presidente a Jair Bolsonaro,
quien ha realizado altisonantes declaraciones sobre su preferencia por "menos Mercosur y
más acuerdos bilaterales", abriendo un interrogante sobre el enfoque hacia las relaciones
internacionales que desarrollaría el nuevo gobierno de nuestro vecino país, que podría
distar significativamente del de sus antecesores inmediatos, y del que sostiene el actual
gobierno argentino.
Ninguna de estas novedades puede ser ignorada a la hora de reflexionar sobre el Modelo de
Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS) que la Argentina necesita y
que, más temprano que tarde, iniciará su marcha.

En el norte: hecho en casa y bien pago

Con el allanamiento de Canadá a revisar el anterior tratado de libre comercio, culminó un


proceso de arduas negociaciones, bajo la amenaza del presidente Trump de denunciar el
antiguo pacto si no se modificaban aspectos considerados perjudiciales para su país.

Aunque restan los pasos formales para su vigencia, tales como la ratificación por los
parlamentos, los trazos principales del USMCA ya han sido acordados por los negociadores
de los respectivos poderes ejecutivos.

Los aspectos más distintivos, en cuanto a las modificaciones introducidas, son aquellas
disposiciones orientadas a limitar el ingreso de bienes finales o insumos intermedios
provenientes de países externos al tratado, ya que los beneficios arancelarios, en el
intercambio comercial entre sus miembros, están subordinados al cumplimiento de cuotas
mínimas, en general muy altas, de uso de componentes producidos en la región.

Bolsonaro anticipa “menos Mercosur y más acuerdos bilaterales” si gana la presidencia


En el caso particular del intercambio con México, otro elemento clave impulsado por los
EE.UU., es el vinculado a la reducción de las asimetrías entre los mercados laborales de los
países.

Así se acordó:

que entre el 40% y el 45% de los productos de la industria automotriz debe ser realizado
por trabajadores que ganen al menos u$s16 por hora,
incluir un Anexo que compromete acciones en la legislación mexicana para garantizar el
ejercicio de las negociaciones colectivas y obliga a las partes a adoptar y mantener derechos
laborales reconocidos por la Organización Internacional del Trabajo,
limitar, entre otros, los llamados "contratos de protección" que tienden a favorecer la
precarización de las condiciones de los asalariados, e
incorporar nuevas disposiciones para prohibir la importación de mercancías producidas por
el trabajo esclavo y garantizar que los migrantes estén protegidos por las leyes laborales.
Resulta evidente que el cuidado de las industrias locales y la promoción de empleos bien
remunerados, son los ejes rectores de estos nuevos acuerdos.

Diseñando nuestra nueva integración económica

En varias oportunidades hemos señalado que las transformaciones del orden internacional
hacen cada vez más evidente los límites del Mercosur.

Es que si luego de más de tres décadas desde la "Declaración de Foz de Iguazú"2, los
impedimentos de la integración continúan, ello no se debe (centralmente) a falta de
voluntad o pericia política de los poderes ejecutivos, sino a la ausencia de
complementariedad entre las dos economías más importantes del bloque.

Se trata de entramados productivos que compiten entre sí. Por ello, sin importar de cuál
bien o servicio se trate, en general, las empresas brasileñas y las argentinas disputan los
mismos clientes, incluso en sus mercados internos.

Dijimos hace más de un año ("Reforma laboral de Brasil: ¿el fin del Mercosur?", BAE
Negocios, 24/7/17), "si a las asimetrías de competitividad hoy existentes se le adiciona que
la producción brasileña logra obtener un diferencial basado en el abaratamiento del costo de
la mano de obra, será imposible la supervivencia del acuerdo tal como lo conocemos".

A su vez, recordemos, las áreas de libre comercio nacieron enmarcadas en los postulados
del mundo globalizado, sostenidas en los cimientos axiomáticos de las corrientes
neoliberales y que también fueran adoptados como tales por las socialdemócratas.

Así como el oficialismo argentino se "abraza a la globalización", también lo vienen


haciendo las últimas administraciones de Brasil, fenómeno especialmente notorio una vez
que, en su segundo gobierno, Dilma Rousseff cediera las riendas de la economía al
neoliberal Joaquim Levy3.

En el caso de que asumiera Bolsonaro, y una vez en el gobierno diera curso a los anuncios
antes citados, Brasil sólo anticiparía una discusión que ineludiblemente debemos dar,
compelidos por las necesidades que supondrán para la instalación de un MoDEPyS en la
Argentina, la continuidad de las múltiples tensiones e incompatibilidades en el mercado
común.
No caben dudas de que el diseño del nuevo ciclo de integración económica, adaptado a las
necesidades de nuestro modelo de desarrollo, requerirá, además de redefinir la relación con
Brasil, extender los horizontes de nuestro intercambio comercial en un esquema de
articulación en el que la producción argentina llegue, entre otros destinos, cada vez más al
norte del continente.

En el nuevo amanecer de nuestra Patria, nuestro mejor futuro estará en saber integrar a
todas las naciones hispanoparlantes de América del Sur, en un conjunto armónico de
economías complementarias, alrededor del eje Caracas-Bogotá-Lima-Buenos Aires,
recuperando así la gesta sanmartiniana.

1 Proceso no exento de violencia, al que el papa Francisco con crudeza caracteriza como III
Guerra Mundial en cuotas.
2 Acuerdo de integración, precursor del Mercosur, firmado por los presidentes Raúl
Alfonsín y José Sarney en 1985.
3 Dicha orientación tendría continuidad si resultara electo el candidato del Partido de los
Trabajadores, Fernando Haddad, según sus propios anuncios de campaña.

*MM y Asociados

LUNES, 29 DE OCTUBRE DE 2018

Adonde quieren llevarnos...¡es


imposible llegar!
Por Lic. Guillermo Moreno*
Lic. Norberto Itzcovich*
Dr. Claudio Comari*

Mediante el "Yo confieso", una de las más conocidas oraciones de la liturgia católica que
junto con el "yo pecador" conforman el "Confiteor", se pide perdón por los pecados de
pensamiento, palabra, obra u omisión, cometidos.

Por ello, si no advirtiéramos de manera contundente lo que viene sucediendo en materia


económica y sus consecuencias para nuestro país, estaríamos, no sólo vulnerando el
juramento profesional que oportunamente realizamos, sino esencialmente pecando.

Bajo esta "tea votiva", durante el primer semestre de su mandato, alertamos a la alianza
Cambiemos sobre las inconsistencias macroeconómicas entre una política monetaria
contractiva y otra fiscal expansiva, que anidaban en el seno del diseño propuesto.

Lejos de ser transitorias, ellas se consolidaron como los componentes definitorios del
esquema económico oficial, llevándonos a caracterizarlo como un "experimento", dada la
carencia de una "estructura ordenadora" que permita tipificarlo como un "modelo".
A pesar de ello, oportunamente efectuamos las proyecciones macroeconómicas para el año
2017, con la expectativa de que cierto dominio de la disciplina iba a hacer entrar en razones
a las autoridades económicas de aquel entonces. Pero, por el contrario, se dedicaron a
agudizar los desequilibrios durante el año electoral.

Llegado este punto, nos vimos obligados a señalar que la magnitud de los desbalances
alcanzados imponía tales niveles de oscilación sobre los principales indicadores, que
tornaba imposible la elaboración de pronósticos certeros de su desempeño en 2018I.

Eran tiempos en los que la mayoría de los "especialistas" pronosticaban un crecimiento del
PIB del 3,5%, una inflación del 15%, y un valor del dólar de 21 pesos, a fin del corriente
año.

Durante el último mes de abril la realidad confirmó nuestra razón. En el artículo "¡Ay,
Patria mía!" (BAE Negocios, 7-5-18), señalábamos: "La Argentina de mayo de 2018 se
enfrenta a un escenario en el que convergen los desequilibrios fiscales del 89 con los del
sector externo de 2001, por lo que ambos fenómenos se potencian mutuamente generando
las condiciones de una Supercrisis".

Así entonces, de la misma forma que de haber asumido la interesada posición del
mainstream hubiéramos pecado por omisión, hoy ocurriría lo propio si no señaláramos
claramente que las iniciativas económicas oficiales no tienen ninguna chance de viabilidad.

Como ya dijimos, el remedio es peor que la enfermedad (II)

Cuando el oficialismo decide espiralizar las tasas de interés, la idea fuerza que subyace es
que ello resulta, para la actividad económica, menos dañino que un tipo de cambio al alza.
De esa manera, soslaya que en una economía bimonetaria como la nuestra, las empresas, en
general, encuentran los mecanismos para continuar operando en contextos devaluatorios.

Los tipos de interés para los pasivos remunerados del BCRA que, hacia el mes de abril,
cuando estallaron las dificultades cambiarias, se incrementaron hasta valores del 40%
anual, alcanzan hoy guarismos insólitos en torno al 74%, siendo aún inferiores a los que
deben pagar las compañías para financiarse, que ya superan los 3 dígitos.

Ello perjudica a todas las empresas, independientemente de su tamaño, las cuales se ven día
a día severamente impactadasIII, hasta paralizar crecientemente las actividades de
producción y comercialización de sus bienes y servicios.

Sin aportar ninguna solución, al persistir las inconsistencias macroeconómicas que


determinaron la Supercrisis, el gobierno nacional acudió al FMI, cuya intervención como
ya advirtiéramosIV se justificaba en que "los fondos a girar a la Argentina por el organismo
sirven como garantía subyacente de los créditos otorgados por la banca extranjera".

Pero, con su proverbial irresponsabilidad, el oficialismo dilapidó el monto ingresado por el


primer desembolso, según se observa en el gráfico, viéndose obligado a renegociar el
acuerdo con urgencia, apenas 60 días después de su entrada en vigor.
Ahora bien, con el objetivo de evitar que nuevamente se "timbeen" los fondos
desembolsados (como ocurriera durante la gestión del mesadinerista Caputo en el BCRA) y
asegurar que se apliquen a garantizar su finalidad original, el gobierno comprometió la no
expansión de la base monetaria, hasta junio de 2019.

Esto les resulta necesario ya que, dado el deber ser del organismo multilateral, y al prever el
colapso del esquema vigente, sólo resta evitar los contagios, a la región y al mundo, de la
entropía argentinaV.

¡Peligro-Periculum-Danger!

De ninguna manera resulta sorprendente que el oficialismo ejecute medidas económicas


descabelladas, que vulneran las reglas más elementales de la disciplina.

Pero la decisión de mantener en cero el crecimiento de la base monetaria es el súmmum del


absurdo.

Como ya señalamos, esa medida, en un contexto de inflación inercial, tiene como inmediata
consecuencia la caída de los saldos monetarios reales, espiralizando aún más las tasas de
interés.

De esta forma, en un derroche de incompetencia, el actual oficialismo se ha encargado de


acelerar el deterioro tanto del Sector Privado:

donde en la economía real, concomitantemente se ven indeterminados los costos totales de


producción, y el diferencial entre pago contado y a plazo en las cadenas de
comercialización,
mientras que, en el sistema financiero ampliado, si bien se devengan importantes ganancias
producto del diferencial entre las tasas de interés activa y pasiva, su efectiva realización se
cubre de un manto de incertidumbre a partir del incremento que se dará en la morosidad e
incobrabilidad de los créditos.
Como del Sector Público, con la espiralización del Déficit Fiscal Total, tanto por la caída
estrepitosa de la recaudación tributaria, como por el crecimiento geométrico del déficit
cuasi fiscal, producto de los pasivos remunerados del BCRA.

Finalmente, de continuar por este sendero, la alianza gobernante obligará al cierre


indiscriminado de empresas de todas las actividades, destruyendo gran parte de la base
material de la Nación, agudizando hasta el paroxismo la Supercrisis.

A ese sitio, al que el oficialismo pretende llevar al país, es imposible llegar.

En consecuencia, es tan importante para quienes nos desempeñamos en la tarea del análisis
económico advertirlo, como para quienes tienen las responsabilidades pertinentes, evitarlo,
de tal manera de no incurrir en los pecados de omisión ni de obrar.

Amén.
I-El alto grado de dispersión en las variables involucradas, impedían la construcción de una
prognosis correctamente elaborada.

II-BAE Negocios, 23-7-18, “Subir la tasa de interés, un remedio peor que la enfermedad”.

III-BAE Negocios, 14-5-18, “Llegó la Supercrisis. Evitemos la hipercrisis” y BAE


negocios, 18-6-18, “Demasiado tarde para lágrimas”.

IV-BAE Negocios,, 14-5-18, “Llegó la Supercrisis. Evitemos la hipercrisis” y BAE


negocios, 18-6-18, “Demasiado tarde para lágrimas”.

V-BAE Negocios, 08/10/18, “El domo del FMI”.

*MM y Asociados

Lunes, 5 de noviembre de 2018

Sobre las representaciones y lo


representado: los casos de Brasil y de
Argentina
Por Lic. Guillermo Moreno*
Dr. Claudio Comari*
Lic. Norberto Itzcovich*

Pocas semanas atrás introducíamos algunas reflexiones relacionadas con distintas


dimensiones de la política ("El día después de mañana", BAE, 15/10/18), no como ámbito
de disputa de lugares de decisión en un campo establecido (la representación), sino en
términos de su propio diseño (lo representado) en tanto determinación de la tasa de
ganancia y la distribución inter e intra sectores económicos del ingreso nacional.

Nos parece válido retomar esta problemática, frente al hecho que, la irrupción de Jair
Bolsonaro en el estrellato de la política brasileña, señala un significativo cambio en el
sistema de representaciones del vecino país, abriendo una serie de interrogantes que
trascienden sus fronteras.

Sin embargo, entender este evento, de por sí disruptivo, como la trivial incorporación de un
nuevo actor relevante en el establishment político, sería simplista, ya que su paso desde la
cuasi marginalidad política al dominio del centro de la escena pública, es la manifestación
inmediata de una crisis en el sistema político que expresó, bajo diversos matices, un modelo
de acumulación de capital que rigió desde el golpe de Estado de 1964 hasta la fecha. Por
ello, posiblemente, también sea el punto a partir del cual se torne irreversible la
transformación de las representaciones que se empezara a expresar en el proceso de
destitución de Dilma Rousseff.

Brasil parece enfrentarse así a una nueva etapa que, atravesada por la redefinición de la
relación de los diferentes actores económicos y sociales con las formaciones políticas que
los expresarán en el futuro, previsiblemente estará signada por la inestabilidad.

No sólo existe una manifiesta contradicción entre el discurso nacionalista y el programa


neoliberal del designado ministro Paulo Guedes, que dificulta saldar la crisis de
representatividad, sino que, centralmente, al ubicarse dentro del paradigma decadente del
Consenso de Washington (CW), queda a contramano de los emergentes modelos de
desarrollo nacional y las nuevas pautas que comienzan a regir las relaciones entre las
naciones.

Se abre el interrogante, hacia el mediano plazo, sobre si Bolsonaro no será, el último paso
intermedio hacia la génesis de una nueva superestructura política que, finalmente, ponga en
discusión el patrón de acumulación sobre el que se sustentó el orden que hoy está en
cuestión.

Mientras tanto, de este lado del Río Uruguay, ello da pie a profundizar la reflexión en torno
a la instauración de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable
(MoDEPyS), especialmente desde el punto de vista de cómo la expresión en términos
políticos de necesidades, intereses y aspiraciones de los conjuntos sociales, se vincula con
su participación en la generación y distribución del ingreso total.

Historias que se cruzan

En un esquemático repaso histórico1, hay paralelismos y perpendicularidades a las que vale


atender para una mejor comprensión de los procesos en curso en Brasil y Argentina.

La desigual industrialización en los países de Iberoamérica, durante la primera mitad del


siglo pasado, produjo duraderas huellas en las sociedades.

Las transformaciones de las matrices productivas, y la aceleración en el paso de sociedades


agro-ganaderas y rurales a entramados urbanos con mayor participación de la industria y
los servicios, dieron nacimiento a nuevos actores económicos y sociales, que colisionaron y
pusieron en cuestión los esquemas económicos hasta entonces vigentes.
Surgen en el período, las expresiones políticas nacionalistas-populares como las encarnadas
por Getulio Vargas en Brasil o Juan D. Perón en la Argentina, como expresión de esos
actores secundarizados o marginados por el orden conservador, formaciones cuyas
evoluciones resultaron determinantes hasta el día de hoy.

En el caso de Brasil, el golpe de Estado que derrocó a João Goulart, logró configurar un
modelo de acumulación que dio viabilidad a la asociación de las antiguas oligarquías con
una significativa parte de las capas altas y medias emergentes. Ello significó, a su vez, la
partición del entramado que dio sustento a la experiencia de aquel nacionalismo brasileño,
hasta la final dilución de esa tradición, por lo que los segmentos sociales excluidos,
numerosos por cierto, privados de sus "alianzas naturales", carecieron de volumen
suficiente para engendrar representaciones políticas relevantes o centrales.

Es a partir de allí, que se desarrolla un proceso en el que las lógicas tensiones y las
adaptaciones a los escenarios cambiantes, se dan sin volver a poner en cuestión los trazos
centrales de la estructuración económica nacional, determinando, a la vez, la notable
estabilidad del sistema político brasileño, que va evolucionando hacia los postulados del
CW, vía diferentes versiones y combinatorias de sus dos expresiones icónicas (la
socialdemocracia y el neoliberalismo), aun ante la incorporación de nuevas figuras y
formaciones relevantes. De allí que fuera posible que Dilma Rousseff cediera las riendas de
la economía al neoclásico Joaquim Levy.

En nuestras latitudes, por el contrario, la inestabilidad se convirtió en la regla.

Es que, así como el peronismo no pudo terminar con el orden oligárquico conservador, este
último, aunque sí fue capaz de interrumpir el desarrollo del modelo del nacionalismo
popular criollo, no pudo ofrecer un esquema económico idóneo para la incorporación de
otros actores en una alianza de carácter permanente, ni desarticular los altos niveles de
organización social alcanzados, especialmente por el movimiento obrero.

De manera que quedan en pie dos contendientes de peso, que al mismo tiempo no logran la
entidad suficiente para imponer su hegemonía, dando lugar al proceso pendular que
vivimos los argentinos desde hace prácticamente 80 años.

Permanente y de pleno empleo

Decíamos en uno de los artículos2 citados:

"El esquema económico de la alianza Cambiemos recorre sus estertores. La causal


estructural, expresada en la inconsistencia de los diseños de política económica, radicó en
la imposibilidad de establecer un modelo de acumulación de capital viable.

En las economías modernas, la posibilidad de reponer lo que se consume (reproducción


ampliada) depende de la tasa de inversión. El quantum que ésta alcance, inter e intra
sectores, determina, entre otros aspectos, el gradiente que ordena a los beneficiarios
centrales, secundarios y marginales, e incluso, en algunos modelos (como los neoliberales),
quienes quedan "descartados", al decir del papa Francisco, de toda recompensa.
Nos enfrentamos entonces, a un período en el que las litis por la distribución de los
espacios de las representaciones quedan secundarizadas por la dimensión más amplia de la
política, que no es otra que la que define quiénes serán los ganadores y los perdedores a
partir de instaurar un sesgo distintivo en el proceso de acumulación de capital futuro."

Como hemos remarcado en otras oportunidades, la puesta en marcha de un modelo de


desarrollo económico implica disponer de las rentas extraordinarias3, pero, vale reconocer,
existen diversas perspectivas no sólo respecto a su cuantía sino, especialmente, a su
utilización.

Para el enfoque que postula como inevitable, aun cuando la economía funcionara al
máximo de su potencial, la existencia de ciertos niveles de desocupación y de pobreza,
definidos como "estructurales", dichas rentas extraordinarias deben ser aplicadas, bajo
diversas modalidades, en la subsistencia de aquellos sectores marginalizados.

Esta visión, sin embargo, pone en irresoluble colisión los aspectos aspiracionales con la
perpetuación del status quo de una extendida franja de la sociedad.

Otra mirada, presupone que aquellas deben ser utilizadas por el propio Estado, quién asume
así el rol de dinamizador de la economía, y las aplicará de acuerdo a las prioridades que una
preexistente planificación económica les asigne, razón por lo cual, la imprecisa definición
del papel del empresariado, no parece ofrecer estímulos suficientes para participar de una
alianza perdurable.

Por último, la perspectiva que nos seduce, es la que plantea que dichas rentas deben ser
distribuidas en la totalidad del entramado empresarial, con el objetivo de mejorar sus
estructuras de costos y, por ende, sus precios de comercialización. Ello garantizará la
hegemonía de esas compañías en el mercado doméstico, al tiempo que facilitará su
adecuada inserción en los flujos internacionales de comercio4, asegurando de esta manera
el pleno empleo de los factores productivos.

Las condiciones del Nuevo Orden Internacional, no podrían ser más favorables, al
permitirnos apelar a la administración del comercio exterior como instrumento (transitorio)
de protección y fortalecimiento del aparato productivo nacional.

Se trata, ni más ni menos, de resolver el desafío de articular armónicamente la participación


de los diferentes actores de la sociedad en la estructura económica, en un modelo viable
desde el punto de vista productivo, capaz de reproducirse en forma ampliada y dar origen,
en el nivel de la superestructura política, a las representaciones que expresen dicha alianza.

A diferencia de lo que acaba de acontecer en Brasil, eso es lo que estará en juego en las
próximas elecciones generales de la Argentina: la discusión de la representación en
términos de lo representado.

De allí lo desafiante de los meses por venir.


*MM y Asociados

1 Por razones de espacio debemos apelar a simplificaciones y síntesis más allá de lo


deseado.

2 “El día después de mañana”, BAE, 15/10/18.

3 Estas, tal como definimos en nuestro artículo “Cómo seguimos” (BAE Negocios,
29/1/18), están constituidas por “aquellos beneficios redundantes, que se generan en el
mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la
exclusividad de la explotación de algún recurso natural”. Esa característica, en Argentina,
la cumplen algunas tierras y la energía fósil, constituyéndose, en consecuencia, en los
vectores de competitividad de nuestra economía.

4 Como señalamos en “El nuevo Nuevo Mundo” (BAE Negocios, 22/10/18), el diseño del
nuevo ciclo de integración económica, adaptado a las necesidades de nuestro modelo de
desarrollo, requerirá, además de redefinir la relación con Brasil, extender los horizontes de
nuestro intercambio comercial en un esquema de articulación que integre a todas las
naciones hispanoparlantes de América del Sur, en un conjunto armónico de economías
complementarias.

Lunes, 12 de noviembre de 2018

Las esferas de lo pú blico y lo privado


en el MoDEPyS
Por Lic. Guillermo Moreno*
Dr. Claudio Comari*
Lic. Norberto Itzcovich*

Quienes venimos predicando insistentemente sobre el Modelo de Desarrollo Económico


Permanente y Sustentable (MoDEPyS), debemos reflexionar profundamente en torno de la
asignación de recursos entre los diferentes sectores que componen la economía, que se
realiza a partir de las señales de precios que brinda el mercado, destacando, a su vez, el rol
del Estado dentro del universo de los "regulados", y poniendo especial énfasis en cómo se
entrelazan los segmentos de mayor productividad y niveles de formalización con el
denominado Sector Informal Urbano1 (SIU).

En el marco de este debate, en nuestro artículo El día después de mañana (BAE Negocios,
15/10/18), sosteníamos: "en las economías modernas, la posibilidad de reponer lo que se
consume (reproducción ampliada) depende de la tasa de inversión. El quantum que esta
alcance, inter e intra sectores, determina, entre otros aspectos, el gradiente que establece los
beneficiarios centrales, secundarios y marginales, e incluso, en algunos modelos (como los
neoliberales), quienes quedan "descartados", al decir del papa Francisco, de toda
recompensa".

Esos diversos ordenamientos, que no son otra cosa que "modelos de acumulación de
capital", encarnan tanto en la dimensión más profunda de la política, en términos de
definición de la relación de los diferentes actores económicos y sociales entre sí (lo
representado), como con las formaciones que disputan los espacios de decisión (las
representaciones) que los expresan.

Repasábamos la semana pasada ("Sobre las representaciones y lo representado", BAE


Negocios, 5/11/18) los contrastes observables entre un único modelo hegemónico
perdurable como el que imperó en Brasil desde el golpe de Estado de 1964 hasta estos días,
y la pendularidad de la superestructura política argentina, tensionada entre dos modelos
contrapuestos, suficientemente vigorosos para, alternativamente, establecer primacías sobre
su contrario, pero a la vez imposibilitados de consolidarlas en el tiempo.

Continuando estas reflexiones, especialmente desde el punto de vista de cómo la expresión,


en términos políticos, de necesidades, intereses y aspiraciones de los conjuntos sociales, se
vincula con su participación en la generación y distribución del ingreso total, en esta nota,
proponemos un análisis complementario a los anteriores, en torno a la forma más eficiente
de abordar la problemática del SIU y su articulación con los ámbitos de mayor
formalización.

Al ser el sector privado de la economía el principal generador de valor agregado, deben


propiciarse las condiciones macroeconómicas para que las compañías incrementen su tasa
de ganancia y consecuentemente su actividad, hasta lograr el pleno empleo de los factores
productivos.

Sobre el Estado, la informalidad y la exclusión

Entre las múltiples implicancias de la relación público-privado, se encuentra la referida a


las problemáticas que expresan las denominadas "organizaciones sociales", que reúnen a un
heterogéneo colectivo que va desde el SIU a los contingentes de "excluidos" residentes en
barriadas y asentamientos.

Tales organizaciones se han ido institucionalizando progresivamente, formando diversos


nucleamientos con creciente protagonismo, tanto en su actuación en el ámbito social
(comedores comunitarios, clubes y centros vecinales, etc.) y económico (cooperativas de
trabajo, gestión de empresas recuperadas, etc.), como en su participación y
representatividad política.

La consideración sobre la importancia de este conglomerado social, tanto en términos


numéricos como en su actuación pública, se expresa en los numerosos estudios existentes
sobre el SIU y los debates sobre la "superpoblación relativa" o "masa marginal".
En este entorno, la pobreza y la desocupación que conviven al interior de este extendido
conjunto social suele ser caracterizada como "estructural" por determinados enfoques. Esto
implica asumir que, a pesar de que el aparato productivo lograra funcionar a pleno, siempre
existiría una cantidad de familias que permanecerían en aquella condición.

De allí que, casi invariablemente, las respuestas de política económica a esta problemática
oscilen entre resignarse a la exclusión (el penoso criterio de "que se la rebusquen"), que es
la "solución" neoliberal, o bien que tengan un ingreso de subsistencia a partir del
presupuesto del Estado en cualquiera de sus tres niveles.

Sin embargo, además de resultar ambas opciones económicamente ineficientes, la primera


es moralmente inaceptable, en tanto la segunda implica convertir en perenne el equilibrio
subóptimo alcanzado.

Si, por el contrario, se incrementa la tasa de ganancia de estas unidades productivas (UP)
integrantes del SIU, es esperable que su crecimiento redunde en la formalización, con las
ventajas de inclusión social que ello trae aparejado.

El rol del estado, en consecuencia, es el de utilizar sus políticas regulatorias para establecer
el marco adecuado en el que todas las UP obtengan su cuota parte del excedente. Y esa
decisión, obviamente, tiene estrecha relación con las consecuencias sobre los ganadores y
los perdedores en el devenir del MoDEPyS.

La apropiación del excedente

El aparato productivo argentino, a diferencia de lo que acontece en las economías de otros


países de Iberoamérica, se caracteriza por la generación de un único excedente social,
apropiado en forma desigual por los distintos eslabones de las cadenas de producción y
comercialización.

Sin embargo, actualmente, la desaparición de la tasa de ganancia (en prácticamente todos


los sectores de actividad, al margen del tamaño de las empresas) producto del elevado costo
de la energía y la espiralización hasta el ridículo de las tasas de interés reales, dañan
peligrosamente la base material de la nación2.

Por su parte, desde el inicio del gobierno, los sectores populares ven gravemente afectados
sus ingresos (conformados por sueldos, salarios, jubilaciones y pensiones), por el efecto
devastador del aumento del precio de los alimentos (con origen en la devaluación inicial y
la quita de retenciones), lo cual a su vez provocó una brutal pérdida de su poder adquisitivo,
y la lógica caída del consumo.

En consecuencia, para recrear el círculo virtuoso de una economía sana, deben maximizase
los vectores de competitividad del aparato productivo nacional, que no son otros que los
asociados a las rentas extraordinarias3, utilizando todas las herramientas que el Estado tiene
a su disposición en materia de regulación de precios.

Así, en el marco de un modelo que tienda al equilibrio:


a) desde el lado de la oferta, deberá contarse con precios de la energía (en todas sus formas)
adecuados a los valores de los mercados de referencia internacionales, lo cual redundará en
la baja de los costos totales de las empresas y en la recomposición de su rentabilidad y,

b) desde la perspectiva de la demanda, buscar precios justos y equitativos para los


alimentos que permitirá recomponer el poder adquisitivo de los ingresos populares,
impactando favorablemente en el consumo privado.

Ello, junto con políticas de tipo de cambio competitivo y una adecuada administración del
comercio exterior (cuya implementación se ve favorecida por el contexto internacional),
garantizará la hegemonía de las empresas locales en el mercado doméstico, al tiempo que
potenciará su inserción en los internacionales.

Este correcto desenvolvimiento del MoDEPyS permitirá arribar al pleno empleo de los
factores productivos, posibilitando, por lo tanto, la paulatina incorporación del SIU al
sector formal de la economía.

Durante este tránsito, quedará demostrado que la pobreza y la desocupación no deben ser
caracterizadas como "estructurales", sino sólo "circunstanciales".

*MM y Asociados

1 Definimos al SIU, como aquel sector compuesto por múltiples unidades productivas
(unipersonales o no) oferentes de bienes y servicios, donde no resulta determinante su
tipificación de acuerdo con el grado de cumplimiento de sus obligaciones fiscales, sino
ciertas características intrínsecas de su organización, principalmente la indiferenciación en
la retribución entre el trabajo y el capital, entre otras. Son activos generadores del
excedente social, pero participando sólo marginalmente en su apropiación.

2 Las empresas, como simbiosis del capital y del trabajo, son el elemento primario
constitutivo de la base material de la Nación.

3 Las rentas extraordinarias, tal como definimos en nuestro artículo “Cómo seguimos”
(BAE Negocios, 29-1-18), están constituidas por “aquellos beneficios redundantes, que se
generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de
ejercer la exclusividad de la explotación de algún recurso natural”. Esa característica, en
Argentina, la cumplen algunas tierras y la energía fósil, constituyéndose, en consecuencia,
en los vectores de competitividad de nuestra economía.
Lunes, 19 de noviembre de 2018

Reflexiones sobre el modelo de


desarrollo argentino
Por
Lic. Guillermo Moreno*
Dr. Claudio Comari*
Lic. Norberto Itzcovich*

El ciclo económico de la alianza Cambiemos transita un sendero que no tiene destino ni


retorno.

De aquí en más, es importante que su oportuno reemplazo se lleve a cabo de forma


incruenta, minimizando riesgos para el conjunto de la población.

Las secuelas negativas del experimento en curso son severas para la economía nacional en
su totalidad y, de no operarse en contrario, el daño, en el discurrir de los acontecimientos,
se irá profundizando.

En este marco, se imponen los siguientes desafíos:

en lo inmediato, establecer los mecanismos de transición que reviertan el deterioro y,


en el mediano plazo, delinear e implementar un Modelo de Desarrollo Económico
Permanente y Sustentable (MoDEPyS).

La hora de la oferta

Los ciclos económicos de desarrollo (crecimiento con distribución) que experimentó la


Argentina en las últimas décadas, asentaron su dinámica, centralmente, en la variable
consumo, dado que una importante ociosidad de los factores productivos era su punto de
partida.

Sin embargo, a medida que éstos iban siendo utilizados, se suscitaba una creciente tensión
de precios en aquellos sectores que más rápido alcanzaban el límite de su capacidad
instalada (inflación de demanda).

A su vez, dado que el crecimiento del PIB provoca un incremento más que proporcional en
las importaciones, el deterioro de la balanza comercial que ello conlleva tiende a impactar
al alza en las expectativas de devaluación y, por consiguiente, en la tasa de interés
(inflación de costos).

Así como el año 1952 fue un claro ejemplo de lo ut supra señalado, una vez más, como a lo
largo de la historia, resurge a partir de 2012 el clásico problema, aunque esta vez agudizado
por la singular característica de bimonetarismo que ha adquirido nuestra economía.

Para las etapas reconstructivas que necesariamente sucederán al fracasado esquema actual,
los estímulos de la demanda serán los pasos iniciales para emprender la recuperación.

Pero de manera sistémica y concomitante, la economía deberá incrementar


significativamente sus capacidades productivas y, a partir del set de precios relativos,
acelerar la dinámica inversora que aumente la oferta de bienes y servicios en forma
sostenida, y de esta manera superar las recurrentes restricciones mencionadas.

Por lo tanto, el Modelo de Desarrollo para la Argentina, con los necesarios requisitos que lo
hagan permanente y sustentable, deberá orientarse, esta vez, a la producción.

Poder adquisitivo popular y rentabilidad empresaria: al alza y en simultáneo

Existe una propensión, en algunos empresarios, a pensar que la disminución proporcional


de los sueldos y salarios permite incrementar su tasa de ganancia.

Este razonamiento se da de bruces con las directrices del capitalismo moderno, que tienden
a la protección y el fortalecimiento de los mercados internos (a partir de mejorar el poder
adquisitivo de los ingresos populares-IP1), los cuales se constituyen en los elementos
iniciales de las condiciones endógenas de desarrollo.

La manera de encontrar una solución a esta falsa dicotomía (sueldos y salarios vs. tasa de
ganancia) es la apropiación, por parte del conjunto de la sociedad, de las rentas
extraordinarias. Estas, como definimos en BAE Negocios, 29-01-2018, "Cómo seguimos",
están constituidas por "aquellos beneficios redundantes, que se generan en el mercado,
independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de ejercer la exclusividad de
la explotación de algún recurso natural. Esa característica, en Argentina, la cumplen
algunas tierras y la energía fósil, constituyéndose, en consecuencia, en los vectores de
competitividad de nuestra economía".

Para maximizar el aprovechamiento de esos dos vectores de competitividad, se deben


utilizar las políticas regulatorias pertinentes.

En consecuencia:

Por el lado de la demanda, los precios justos y equitativos para los alimentos, permitirán
recomponer el poder adquisitivo2 del IP, impactando favorablemente en el crecimiento del
consumo privado.
En tanto, desde la perspectiva de la oferta, la posibilidad de contar con precios de la energía
(en todas sus formas) adecuados a los valores de los mercados de referencia
internacionales, redundará en la baja de los costos totales de las empresas que la utilizan
como insumo, y en la recomposición de su rentabilidad.
Para el correcto funcionamiento de las políticas aplicadas para incentivar simultáneamente
el consumo y la producción, se necesita un contexto macroeconómico consistente, en el que
deben lograrse, y mantenerse a lo largo del tiempo, los equilibrios fiscal y externo.

Asimismo, las tasas de interés reales y la inflación deben converger a niveles


internacionales, eliminando de esa forma las expectativas de devaluación, llevando a un
punto de indiferencia en la utilización de cualquiera de las dos monedas (peso o dólar).
El tipo de cambio competitivo3, complementado con una adecuada política de
administración del comercio exterior (cuya implementación se ve favorecida por el
contexto internacional), garantizará la hegemonía de las empresas locales en el mercado
doméstico, y potenciará su inserción internacional.
Este panorama permitirá a nuestro país ingresar en la etapa virtuosa del bimonetarismo
(sobre la que nos explayaremos en próximas entregas), dejando atrás los ciclos dañinos de
dolarización de carteras, como el actual.

En síntesis, para la implementación del MODEPyS es imprescindible que las dirigencias


gremiales, tanto empresarias como sindicales, lo hagan propio, y ello sólo se conseguirá
con una trayectoria que permita que:

las empresas obtengan una adecuada rentabilidad,


el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, y los IP gocen de alto poder adquisitivo, y
los sistemas de previsión y seguridad social4 sean suficientemente vigorosos, asegurando
adecuados niveles de bienestar para el conjunto de la población.

Se trata, finalmente, de implementar los mejores planes, programas y proyectos, que


garanticen simultáneamente el crecimiento y la inclusión social, asegurando la permanencia
y sustentabilidad de esos logros.
*MM y Asociados

1 Los Ingresos Populares (IP), incluyen los sueldos y salarios, jubilaciones, pensiones y
asignaciones.

2 Al reducir la proporción del ingreso requerido para la adquisición de alimentos (en virtud
de la mejora de los precios relativos), aumenta la capacidad de consumo de bienes y
servicios no alimentarios.

3 Si bien algunas propuestas contemplan desdoblar el tipo de cambio, dado que


históricamente finalmente el equilibrio se ajusta por el tipo de cambio más alto, dicha
política no resulta recomendable.

4 Por previsión social entendemos el ingreso en concepto de salario diferido que recibirá
todo trabajador cuando deje de prestar servicio activo, en tanto la referencia a seguridad
social involucra aquellos ingresos o beneficios que recibirá determinada población meta,
incapacitada de obtenerlo en condiciones de mercado.

Lunes, 26 de noviembre de 2018

La singularidad bimonetaria de la
economía argentina
Por Lic. Guillermo Moreno
Lic. Norberto Itzcovich
Dr. Claudio Comari

Decíamos la semana pasada en Reflexiones sobre el modelo de desarrollo argentino (BAE,


19-11-18), que el ciclo económico de la alianza Cambiemos transita un sendero cuyo
destino es el fracaso.

Por lo tanto, no hay dudas, que al actual experimento lo sucederá un esquema de


recuperación del aparato productivo nacional.

No se le puede demandar a las ciencias sociales (y la economía es una de ellas), la


predicción exacta sobre fecha y hora en que se producirá el punto de inflexión hacia la
transición; sí es exigible, por el contrario, que la prognosis sobre el proceso en curso sea
verificable a lo largo del tiempo.
Por caso, el diseño del mundo capitalista de la post guerra, producto de los acuerdos de
Bretton Woods, y las líneas principales de la Guerra Fría, fueron determinados en el año
1944, sin necesidad de esperar el final de la II Guerra Mundial, porque los pronósticos
realizados sobre su resultado eran suficientemente robustos.

Del mismo modo, comprobándose el desarrollo de la crisis, repetidamente anunciada como


inevitable desde este espacio, debemos preparar la Argentina que vendrá, para estar listos
cuando "lo terminado" acabe de irse. Es por ello que venimos aportando al debate, con
insistencia, sobre el diseño del Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable
(MODEPyS).

En este marco, y continuando con el tratamiento de algunas de las singularidades de nuestro


país, no podemos dejar de reflexionar sobre los desafíos y oportunidades que impone el
marcado carácter bimonetario de su economía.

Antecedentes

Las tres funciones principales del dinero, generalmente aceptadas, son: fungir como medio
de pago, ser unidad de cuenta y constituir reserva de valor1.

En general, los países adscriben a sistemas unimonetarios. Sin embargo, en la Argentina, se


utilizan dos monedas de manera casi indistinta: el peso y el dólar.

Esta particular dinámica bimonetaria se fue exacerbando durante las últimas seis décadas,
en la medida que se producían profundos desequilibrios macroeconómicos que aceleraban
el proceso inflacionario.

Si bien el primer antecedente público de esta problemática, que ya comenzaba a estar


latente, fue la conocida frase del entonces presidente Juan D. Perón ¿Alguien vio alguna
vez un dólar?, a posteriori se fue agudizando.

A partir de la década del ´60, los inversores más calificados comenzaban a operar en
"moneda dura", proceso que fue discurriendo a lo largo de los años, dejando en el camino
ganadores y perdedores, provocando una lógica reasignación de riqueza.

Posteriormente, con los acontecimientos conocidos como "el rodrigazo", "la tablita" de
Martínez de Hoz y "el que apuesta al dólar pierde" de L. Sigaut, entre otros, se aceleró y
masificó la dolarización de carteras, proceso que fue in crescendo, hasta alcanzar el
paroxismo con la hiperinflación alfonsinista de 1989.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, es relevante comprender que dicha conducta no


constituye, esencialmente, una "actitud especulativa rentística" especialmente arraigada en
nuestra sociedad, sino que, simplemente, es la manera que fueron encontrando tanto las
empresas como las familias para preservar el valor de sus patrimonios y sus ahorros.

Desde un apropiado enfoque de esta realidad, es posible convertir aquella conducta


aparentemente defectuosa en una virtuosa para el conjunto social.
En efecto, existieron ciclos gubernamentales donde la utilización de cualquiera de las dos
monedas (peso o dólar) era indiferente. Eso, permitió, incluso, que pretéritos
atesoramientos se transformaran en ahorro para fondear la inversión.

¿Deudores o acreedores en dólares?

Si bien el estado argentino posee un significativo pasivo en dólares, hay que considerar que,
a la inversa, el sector privado conserva un activo en esa misma moneda aún mayor. En
tanto y en cuanto la Nación Argentina está conformada por el agregado de ambos sectores,
podemos resaltar, como señalan las estadísticas oficiales, que nuestro país mantiene con el
mundo una "posición neta positiva".

Esta situación puede observarse en las cifras que el INDEC publica como "Posición de
Inversión Internacional (PII)", tal como se detalla en el cuadro.

Los resultados de la PII, al segundo trimestre del año 2018, arrojan un saldo favorable de
poco más de U$S 52.000 millones, con un activo cercano a los U$S 362.000 millones, de
los cuales casi el 79% (U$S 284.792 millones) pertenecen al sector institucional
denominado "otros sectores" (que corresponde al sector privado no financiero).

Volviendo a hacer del defecto una virtud, el próximo modelo de desarrollo argentino debe
permitir que los fondos en el extranjero, así como el atesoramiento doméstico, se
transformen en ahorro que financie el flujo inversor, facilitando el crecimiento sostenido de
la economía.

Consistencia macroeconómica para un bimonetarismo virtuoso

Para ello, es relevante indagar sobre la forma en la cual la política monetaria consigue que
haya una situación de indiferencia entre la utilización de ambas monedas.

Y ese sendero debe lograrse mediante políticas que posibiliten la convergencia de las tasas
de interés y de inflación, hacia niveles compatibles con los internacionales, eliminando las
expectativas de devaluación.

En ese marco, además, debe consolidarse un esquema de consistencia macroeconómica,


donde los superávits gemelos cumplen un rol central, tal como ya fue demostrado en
anteriores etapas de desarrollo de la Argentina.

Así, se generará un contexto en el cual las empresas puedan encarar proyectos de inversión
a mediano y largo plazo, que generen una adecuada rentabilidad, utilizando parte de
aquellos activos en moneda extranjera.

Cabe consignar que, una vez conseguido ese objetivo, es preciso prever que la sobre
abundancia de dólares no retrase el tipo de cambio competitivo, necesario para que la
economía nacional sostenga su desarrollo. Ello, teniendo en cuenta que no puede absorber
más de 12 a 15 mil millones de dólares plus por año, con un PIB creciendo a tasas anuales
del 6% o 7%, sin que se produzca una revaluación del peso.

Ello permitirá a nuestro país ingresar en la etapa virtuosa del bimonetarismo, evitando lo
que aconteció, con excepciones, en los últimos sesenta años, cuando al tiempo que la
Argentina iba transformando bienes de producción en dólares, fueron creciendo,
notablemente, la desocupación y la pobreza. Como afirmamos en Panes y peces (BAE, 6-8-
18) "se presenta la enseñanza de que la satisfacción de las necesidades depende del acceso a
los bienes (o servicios) y no de una mediata representación, como es el dinero".

Por esa razón, en el próximo MODEPyS, que deberá ser con una clara orientación a la
producción, crecerá significativamente la base material de la nación.

*MM y Asociados

1 La utilización del dólar como reserva de valor puede realizarse como ahorro o
atesoramiento. En este último caso, se debe tener en cuenta que los fondos no pertenecen al
virtuoso circuito “ahorroinversión”, pero en el instante en que son utilizados para la
adquisición de un bien, al financiar la inversión, se transforman en ahorro.

Lunes, 3 de diciembre de 2018

El G20 en la era de Antó n Pirulero

Por Lic. Guillermo Moreno*


Dr. Claudio Comari*
Lic. Norberto Itzcovich*

Las calles de la Ciudad de Buenos Aires cortadas, multitudes que se desplazan de un lado a
otro. Miles de personas llegadas de distintos lugares se juntan en los lobbies de los hoteles,
comentan, se dirigen hacia donde se realizará el evento. Se ven autos y motos de la policía,
la gendarmería y otras fuerzas de seguridad por doquier.

No, no estamos hablando del encuentro más relevante del G201, la Cumbre de Jefes de
Estado, que se desarrolló la semana pasada en Buenos Aires, sino de los preparativos para
la frustrada revancha del River- Boca.
Sin embargo, el final es el mismo para ambos acontecimientos. Ninguno de los dos tuvo
resultado alguno.

El último intento por salvar la globalización

Con la desintegración de la Unión Soviética no sólo se resuelve la Guerra Fría, sino que
emerge y se consolida la "globalización"2.

Este esquema, que llegó a ser catalogado como el "fin de la historia"3 por su vigor inicial,
al ingresar al siglo XXI, mostró serios síntomas de agotamiento, hasta el estallido de la
crisis financiera internacional de 2008.

Ello dio lugar al surgimiento de la "Cumbre de líderes del G20", constituyéndose en el


último intento, no exento de dificultades, de salvataje del orden globalizador frente a los
obstáculos que ya se venían manifestando. Por caso, en nuestra región, con el fracaso de la
Cumbre de las Américas de 2005 y con la administración del comercio exterior de la
Argentina como su corolario; en Europa con el crecimiento de opciones nacionalistas que
propugnan, con diferentes grados de éxito, la reformulación o disolución de la Unión
Europea, y con el resurgimiento de Rusia como potencia militar.

Las tensiones también hicieron eclosión al interior del G20, cuando en su reunión cumbre
de 2014 en Brisbane, Australia, a instancias del ex presidente de Estados Unidos (EE.UU.),
Barack Obama, se excluyó al líder ruso, Vladimir Putin, de la foto oficial.

El proceso de crisis de la globalización ingresa en su fase final con la llegada de Donald


Trump a la primera magistratura de los EE.UU., que replantea los fundamentos
preexistentes, así como el rol de los organismos internacionales, en especial el de la
Organización Mundial de Comercio ( OMC).

Se trata, ni más ni menos, del surgimiento del Nuevo Orden Internacional (NOI) que, paso
a paso, va sepultando el esquema que le antecedió, cuyas instituciones rectoras, incluyendo
el G20, avanzan raudamente hacia la obsolescencia.

Como ilustramos oportunamente, apelando a una imagen retórica del papa Francisco (cuya
elección también es un hito del actual proceso), el mundo uniformizado va siendo sustituido
por otro en el que son las características de cada pueblo las que se destacan. La figura
geométrica que representa la corriente globalizadora es una esfera, donde los puntos que la
conforman, todos equidistantes del centro, son homogéneos y no se distinguen entre sí,
contrastando con la óptica del NOI, donde el mundo se simboliza como un poliedro
irregular, en el que cada una de sus caras -los pueblos- desde sus propias especificidades,
integran un todo.

Así como la mencionada corriente "globalizadora" (la esfera) es reconocida como propia
por el neoliberalismo y la socialdemocracia, lo mismo sucede en el campo de los
"nacionalismos", que integran tanto los que proponen la construcción de muros como los
que, fieles a la tradición de acogimiento de inmigrantes a la Argentina -que nos sentimos
hermanados con los demás pueblos del mundo (aquel poliedro)-, aspiran a tender puentes.
La economía desde los conceptos de "la defensa y seguridad nacional"

La batalla de la hora, a nivel internacional, es por la protección del trabajo y del empleo en
cada una de las naciones, a partir de la defensa de la producción y los mercados domésticos.
Es una era en la que, como en la canción infantil, cada cual atiende su juego.

La guerra comercial Sino-Norteamericana es una muestra cabal. Allí, los postulados de la


economía y los de la defensa y seguridad nacional, se imbrican para dar fundamento a las
decisiones políticas que tipifican el actual proceso de consolidación del NOI.

Es así que el presidente de EE.UU., país que lidera el nuevo orden, invocó una ley que le da
el poder de restringir el comercio, en nombre de la amenaza a la defensa y seguridad
nacional que resultaría de socavar la viabilidad de producir localmente insumos
estratégicos, así como, al renegociar los acuerdos comerciales del NAFTA o excluir a su
país del tratado del pacífico, se basó en la primacía de los "intereses de la Nación".

EE.UU. recuperando su "zona de confort"

La revolución energética estadounidense, basada en la explotación comercial de shale


gas/oil, permite obtener ganancias de competitividad que aceleran su tasa de inversión, y
extiende así, nuevamente, la distancia de EE.UU. respecto de las economías de la
República Popular China (RPC) y de la Unión Europea (UE) que, por el contrario, son
tomadoras de los precios energéticos (sensiblemente superiores a los del mercado
norteamericano), y al mismo tiempo, las más perjudicadas por las crecientes barreras
comerciales.

En este marco, algunos de los ganadores del anterior orden, pasan a ser los perdedores del
NOI y viceversa, como es el caso de la Federación Rusa que por ser, justamente, el
principal proveedor de energía para Europa y China, pasa a integrar el grupo de los
triunfadores.
Así, la III Guerra Mundial en cuotas, como la designa el papa Francisco, persistirá hasta
que la economía de EE.UU., que a la salida de la II Guerra tenía el liderazgo absoluto en el
bloque occidental (distancia que con el transcurrir de las décadas se fue acortando, tanto
respecto de la UE como de la RPC), vuelva a imponer una amplia "zona de confort".

Réquiem al G20

Ningún programa será susceptible de ser exitoso para nuestro país, si no se basa en la
comprensión de las profundas transformaciones que se operan en las relaciones
internacionales, especialmente en el plano económico, desde hace ya una década.
Mucho ha incidido en el fracaso del gobierno de la alianza Cambiemos su incorrecto
diagnóstico, que lo llevó a permanecer aferrado, en el plano internacional, a las ya
fenecidas premisas de la globalización, mientras que en todo el mundo se privilegia adoptar
medidas de protección de las economías locales.
Tampoco es acertada la visión que caracteriza a los actuales procesos políticos de los países
latinoamericanos como insertos en una gigantesca "ola neoliberal", que tipifica la situación
de todo el subcontinente.
Ello no sólo implica una errónea evaluación del papel que está jugando la principal
economía mundial en la constitución del NOI, sino que tampoco justiprecia los sucesos de
la región. Bolivia y Venezuela, mantienen los rumbos adoptados, al tiempo que sería
impensable que un neoliberalismo rampante acepte un proceso de paz, en vez del
aniquilamiento de su oponente, como sucede en Colombia.
Aquel diagnóstico tampoco se ajusta a lo sucedido en nuestro país o Brasil. Las
presidencias de Mauricio Macri y de Michel Temer espiralizaron los desequilibrios fiscales,
en franca contradicción con la premisa nodal de las administraciones en tiempos de
globalización.

Es necesario profundizar nuestra comprensión del NOI, que acarrea:

severas amenazas, por su lógica esencialmente confrontativa, y


inéditas oportunidades, por la admisión como regla de la defensa de los intereses
nacionales.

El G20, como entidad del orden decadente, no tiene más destino que el de la
intrascendencia. Así lo ratificó la reciente Cumbre de Buenos Aires.
En el actual contexto, más temprano que tarde, los países que hoy lideran el conjunto
victorioso repetirán, de alguna manera, un tratado que, a imagen del de Yalta, establezca
áreas de influencia y construya las instituciones multilaterales que expresen el nuevo
acuerdo que, sólo si incorpora la palabra rectora del papa Francisco en nombre de los
pueblos que no tienen voz, resultará más justo que el anterior.

1 G-20: foro integrado por 19 países como miembros permanentes (Alemania, Arabia
Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, EE.UU., Francia,
India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía), y una
representación adicional por la Unión Europea. España concurre en calidad de invitado
permanente. Participan, además, organizaciones internacionales que integran el foro a
través de sus presidencias (ONU, FMI, Banco Mundial, Consejo de Estabilidad Financiera
-FSB-, OIT, OMC, OMS; la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático -ASEAN-, la
Unión Africana, la Comunidad del Caribe -CARICOM-, el BID, entre otras)
2 Ordenamiento internacional orientado por las premisas del “Consenso de Washington” y
regulado por las instituciones alumbradas por los acuerdos de Bretton-Woods..

3 Concepto popularizado a partir de la tesis del ex funcionario del Departamento de Estado


de los EE.UU., Francis Fukuyama, quien a posteriori de la caída del bloque socialista,
postuló que el triunfo de la democracia liberal era definitivo e inevitablemente global, ya
que la mayor parte de la humanidad había alcanzado la fase final de la evolución de la
historia universal. Su teoría se expone en el libro “El fi n de la historia y el último hombre”,
de 1992.

*MM y Asociados
Lunes, 10 de diciembre de 2018

Tres añ os de mala praxis econó mica


Por Lic. Guillermo Moreno*, Dr. Claudio Comari*, Lic. Norberto Itzcovich*

Hoy, al cumplirse tres años de la asunción del gobierno de Cambiemos, el aparato


productivo nacional exhibe una performance calamitosa, en la que la vulnerabilidad no es
privativa de las compañías pequeñas y medianas, sino que afecta a todos los negocios, ya
que abundan entre las grandes empresas, los procesos preventivos de crisis, concursos y
balances que exhiben cuantiosos quebrantos.

La situación de las familias no es diferente a la de las empresas. Los ingresos han perdido
poder adquisitivo en forma sostenida, al tiempo que el panorama del empleo es de cotidiano
declive.

El boom de inversiones y producción prometido por la alianza gobernante no se verificó y,


por el contrario, la economía redujo su tamaño en el trienio.

Las explicaciones (excusas) oficiales de la secuencial postergación de la "lluvia de


inversiones" del, ya ilustre, "segundo semestre", siempre son extra económicas: el peligro
del triunfo populista en las elecciones de medio término, el "pasaron cosas" y, más
recientemente, "la incertidumbre que genera el riesgo político", dada la caída del
oficialismo en las preferencias electorales que vienen registrando las encuestas.

Tales descargos están lejanos a ser veraces. La ruinosa situación de la economía nacional es
el inevitable resultado de la sucesión de políticas erróneas implementadas por Cambiemos,
que no sólo no resolvió los problemas prexistentes, sino que los profundizó hasta extenuar a
los agentes económicos.

La mala praxis económica nos ha conducido hasta aquí. Sin embargo, frente a ello,
reafirmamos que nada justifica desfallecer ante el sombrío panorama, ya que sería injusto
en cuanto valoración de lo hecho (mantener la empresa en marcha) y, principalmente, inútil
hacia el porvenir.

Así como el pesimismo es un momentum del optimismo, este es un período que puede ser
el punto de apoyo preparatorio para el reverdecer en los, necesariamente, mejores días que
sabremos construir.

Y aunque las duras condiciones que hoy atravesamos hacen difícil percibir que tales
afirmaciones tienen mayor fundamento que la propia voluntad de los enunciantes, ellas se
sustentan en la misma profundidad y rigurosidad analítica que nos llevó a prever1 (con
antelación suficiente a los primeros síntomas y a contramano de las corrientes mayoritarias
de opinión profesional), la Supercrisis que transitamos.

En el principio fueron los alimentos

Con la devaluación inicial y la quita de las retenciones a las exportaciones agrícolas, el


gobierno provocó un desmesurado aumento del precio de la canasta alimentaria,
derrumbando el consumo del resto de los bienes y servicios, asestando así un golpe brutal al
mercado interno.

Hacia mayo de 2016, nuestra opinión era: "Luego de seis meses de gestión macrista, se
empiezan a agotar los plazos para definir el sesgo que tomará finalmente el gobierno.
Durante estos meses hemos observado una política económica poco coordinada, e incluso
acciones contrapuestas."2

Creíamos entonces que el gobierno iba a buscar algún tipo de solución a los problemas, sin
sospechar que se trataba del verdadero modus operandi de la alianza Cambiemos:

"no importa si algo no se resuelve o incluso se agrava, salgamos del paso hoy".

El desplome de la economía, provocado por la caída del consumo privado, pretendió ser
solucionado vía el aumento del gasto público, pero al recaudar menos y erogar más, se
inició un sendero de duplicación del déficit fiscal heredado.

Este fue, fundamentalmente, financiado mediante el crédito externo. Dado que los dólares
ingresados, para poder ser gastados, requerían ser transformados en pesos (aumentando la
emisión monetaria y la probabilidad de inflación), el Banco Central de la República
Argentina los esterilizó mediante instrumentos de deuda (Lebac, entre otros). Para lograrlo,
debió pagar una exorbitante tasa de interés nominal, espiralizando el déficit cuasifiscal, que
sumado a los rojos del Tesoro Nacional y las jurisdicciones subnacionales, siempre
superaron el 10% del PIB.

La creciente inconsistencia del esquema macroeconómico de Cambiemos, alcanzó niveles


críticos en 2017, hasta llegar al punto de disrupción el corriente año.

No conforme con la espiralización del resultado fiscal negativo, el oficialismo, leal a su


premisa de empeorar lo que está mal, se lanzó a la desesperada búsqueda del desequilibrio
externo, para completar su obra maestra: los "déficits gemelos".
Mientras en el mundo se adoptan las medidas de protección de las economías locales que
aquí se desprecian, la producción doméstica de bienes y servicios quedó expuesta frente a
la oferta de sus competidores no residentes, cuadro agravado por la revaluación del tipo de
cambio derivada del sostenido ingreso de dólares provistos por los prestamistas externos.
En este marco, al finalizar 2017, se alcanzó un récord de u$s31.000 millones de resultado
negativo en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Se configuraron así las condiciones para la actual Supercrisis: Cambiemos consiguió, a un
mismo tiempo, los desequilibrios macroeconómicos que, en términos fiscales provocaron el
colapso del gobierno de Alfonsín, y en el sector externo, el de De la Rua3.

Por eso advertíamos, en diciembre pasado ("En esta coyuntura económica: ¡atentos y
vigilantes!", BAE Negocios, 25/12/17), que lograr la vigencia del concepto de empresa en
marcha sería el mayor criterio de éxito para los meses siguientes, y subrayábamos que, para
la gestión en lo microeconómico, "es más que conveniente atenerse a los criterios de la
prudencia, vigilando la propia exposición a los factores de contexto como:

el volumen, rendimiento y origen de los fondos de los préstamos al BCRA (Letras y Pases)
y al Tesoro Nacional (Letras y Bonos),
el comportamiento del tipo de cambio,
el funcionamiento de las cadenas de pago (sobre todo el cumplimiento del Estado hacia sus
proveedores),
Y aconsejábamos:

mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y stocks,
optimizar la situación crediticia (principalmente en cuanto a las deudas en divisas) y
disminuir riesgos mediante instrumentos de cobertura, aun cuando ello implique gastos
adicionales.
la correcta previsión de las posibles modificaciones en las estructuras de costos, a partir de
cambios en las listas de precios de nuestros proveedores, provocados por factores externos
a ellos, tales como los aumentos de tarifas, por ejemplo.
Ninguna de estas exhortaciones ha perdido validez; por el contrario, se encuentran más
vigentes que nunca.

A confesión de parte, relevo de pruebas

En el año que finaliza, tal como lo habíamos adelantado en "Los prestamistas externos
también preguntan ¿cómo seguimos?" (BAE Negocios, 12/2/18), la Supercrisis se
materializó.
A partir de allí, el Fondo Monetario Internacional (FMI) fue requerido como garantía
subyacente de los créditos otorgados por la banca extranjera. Pero, fiel a su estilo, la alianza
Cambiemos no tardó en dilapidar los primeros u$s15.000 millones girados.
Fracasado el acuerdo, y forzado a renegociarlo, el organismo multilateral impuso las
condiciones para que los fondos desembolsados se apliquen a garantizar su finalidad
original, esto es, el pago de la deuda soberana a los tenedores no residentes, considerando
que es posible establecer una renegociación voluntaria con los locales.
Como lo señalamos en octubre ("El domo del FMI", BAE Negocios, 10/12/18), el Fondo
intenta contener las ondas expansivas del colapso de la economía nacional, dentro de
nuestras fronteras.
Desde su óptica, imposibilitado el éxito de cualquier salvataje, sólo le queda prevenir los
contagios, a la región y al mundo, de la entropía argentina.
La espiralización de las tasas de interés y el insólito "congelamiento de la base monetaria",
no hacen más que reforzar el corset sobre la economía real, aventando cualquier expectativa
de reanimación de la actividad y extremando las dificultades para las empresas.
Tal vez el único acierto del ministro Dujovne esté en su discurso en la Comisión Nacional
de Valores, cuando dijo que en la Argentina nunca se hizo algo así "sin que caiga el
Gobierno".

1 “Viento de cola en la política, nubarrones en la economía”, BAE Negocios, 30/10/17.


2 “Recauda como liberal, gasta como keynesiano: la política del después vemos”, BAE
Negocios, 20/11/17.
3 Tanto fue así, que en nuestra consultora decidimos no realizar proyecciones para 2018,
pese a que las formuladas en 2016 respecto a 2017, resultaron notablemente precisas; tan
certeras como el pronóstico de lo que se avecinaba.
*MM y Asociados

Lunes, 17 de diciembre de 2018

La "pax cambiaria" y la destrucció n de


la base material de la Nació n
Por
Lic. Guillermo Moreno*, Lic. Norberto Itzcovich*, Dr. Claudio Comari*

Las clásicas tensiones entre los hacedores de la política económica (ministerio de economía
vs. bancos centrales) son habituales en cualquier país del mundo, y por supuesto lo han sido
en el nuestro.

De acuerdo con el énfasis político de la fuerza gobernante, dicha disputa se resuelve


mediante un acuerdo de convivencia o con la primacía de uno u otro actor. En este último
caso, el contendiente que logre predominar intentará alterar a su favor los grados de libertad
de la autoridad monetaria y la direccionalidad de la política que deberá implementar.

Sin embargo, este gobierno agrega otro pergamino al amplio stock de desaguisados que
atesora, y cumpliendo una vez más su premisa de transformar lo que está mal en algo aún
peor, ha inaugurado una nueva etapa: el Banco Central de la República Argentina ( BCRA)
autista.

La megalomanía del COPOM

En el comunicado del Comité de Política Monetaria (COPOM)1 del BCRA, emitido el


pasado 5 de diciembre, las autoridades de la entidad informan su decisión de mantener
tanto el régimen de expansión de la base monetaria, como la determinación de la tasa de
interés. Con ello reafirman una inconsistencia implícita de su diseño regulatorio, dado el
marco teórico al que adscriben, estableciendo al mismo tiempo la "cantidad" de dinero y su
precio.

En ese contexto, estiman una expectativa inflacionaria del 26,8% (2% mensual acumulado
en los próximos 12 meses), en tanto la tasa nominal anual (TNA) se mantiene en el entorno
del 60% en el trimestre. Ello implica obligar a la economía a trabajar con un piso de interés
real de 33,2%, aún superior al que había cuando la TNA rondaba el 70% y el nivel
inflacionario minorista se acercaba al 50%.

En el plano de los mayoristas, que registraron una variación interanual de precios del
76,6%, pareciera que la situación reviste menos dramatismo, dado que la tasa de interés real
sería sensiblemente más baja que del segmento de ventas al por menor.

Ahora bien, esta diferencia entre los precios mayoristas y minoristas es la expresión
contundente de la pérdida de rentabilidad que está sufriendo este último sector, impedido
(ante la muy notable retracción de la demanda) de trasladar los aumentos de precios a los
consumidores.

Dicha situación impacta en la acumulación de stocks en la cadena comercial y, a posteriori,


en el descenso de la producción del circuito fabril. Este escenario, que se verifica en todos
los eslabones, al alejarse notablemente del punto óptimo de funcionamiento, trae,
ineludiblemente, consecuencias sobre el cumplimiento de las obligaciones crediticias e
impositivas.

Hace meses que desde estas mismas líneas venimos advirtiendo sobre el peligro que
implica, para el conjunto de las empresas del sector real de la economía (al margen de su
tamaño), la política monetaria implementada por BCRA.

Pero, con las modificaciones regulatorias previas, a lo que se suma este último comunicado,
esas dificultades se extienden al sector que el BCRA "debería cuidar" con mayor énfasis,
poniendo en peligro la salud del Sistema Financiero Ampliado -SFA- (que incluye a las
entidades financieras, las compañías de seguros y las administradoras de riesgo de trabajo,
entre otras).

La paz de los cementerios

Como afirmábamos en "Subir la tasa de interés: un remedio peor que la enfermedad" (BAE
Negocios, 23-7-18): " fiel a su impronta de la improvisación como "modus operandi", y con
su característica incapacidad de caminar mientras masca chicle, el gobierno ha concentrado
todos sus esfuerzos en la contención de la tendencia ascendente del tipo de cambio,
elevando la tasa de interés, y en consecuencia el costo del crédito, a niveles inauditos".

El brutal impacto de esta política insensata se verifica tanto en la economía real2, como en
el sector financiero, a la vez que repercute de manera negativa en la situación fiscal.

Respecto de la primera, la evolución del indicador oficial Estimador Mensual de Actividad


Económica ( EMAE), mostró en setiembre una caída de 5,8% respecto de igual mes del año
anterior, acumulando, en todo el período de Cambiemos una disminución de 0,37% en
relación con el promedio del año 2015.

Similar performance evidenció la industria manufacturera, con una caída de 4,3% respecto
del nivel que esa actividad mostró en aquel año.

Adicionalmente, uno de los sectores que el oficialismo estimuló durante el 2017,


previamente a las elecciones de medio término, fue el de la construcción, tratando de
incentivar la obra pública.

Sin embargo, la imposibilidad de continuar con ese esquema durante el presente año, llevó
a que la producción de asfalto, entre los meses de octubre de 2017 y de 2018, se redujera
casi a la mitad (-48%).

Lo propio sucedió en la producción de hierro redondo y aceros, cemento portland y cales,


con caídas de 7,9%; 9,6% y 13%, respectivamente.

Va de suyo que el estrepitoso "parate" en la actividad productiva impacta a pleno en la tasa


de desempleo, que casi se duplicó en estos tres años de gestión de la alianza Cambiemos.

En este contexto, a pocos días de finalizar el año cobra vigencia nuestra observación del 6
de agosto pasado (BAE Negocios, "Panes y peces") donde sosteníamos que "el stock de
bienes y servicios de la economía por cada habitante se encontrará a fines de 2018 en su
peor nivel en los últimos ocho años. Así, la población dispondrá, en promedio, de un 8%
menos de bienes y servicios que en el 2010".

En relación con el Sector Financiero Ampliado, las decisiones del BCRA afectan a las
instituciones bancarias que lo componen, de acuerdo con el grado de penetración crediticia
que hubieren alcanzado. Esto significa que cuanto más crédito hayan otorgado al resto de
las empresas, mayor es el riesgo de incobrabilidad para la entidad prestamista.

En tanto, el resto del SFA (principalmente ART y compañías de seguros) queda expuesto al
creciente riesgo de incobrabilidad de los papeles de deuda, que integran su cartera de
inversión.

Por último, en lo referente al panorama fiscal, cabe consignar que las mayores tasas de
interés que debe pagar el BCRA por sus pasivos remunerados espiralizan el rojo cuasifiscal.

Además, aun cuando se cumplieran las reducciones previstas en el gasto público, ni


siquiera resultará posible alcanzar el resultado operativo esperado, dado que, como también
habíamos advertido desde estas páginas, la velocidad de caída de la recaudación impositiva
supera a la del recorte planeado. Muestra de ello es la caída interanual que exhiben los
ingresos tributarios de noviembre, correspondientes a la actividad de octubre, medidos en
términos reales, al margen del deflactor que se utilice.
De esta manera, el Déficit Fiscal Total (DFT) conformado por el de la nación (incluido el
cuasi fiscal del BCRA) las provincias y los municipios, se encuentra en niveles récord, en
el entorno de 13% del PIB, con tendencia creciente.

Volver a la cultura de la producción y el trabajo

El autismo del BCRA, centrado en sus propios objetivos, acarrea severas consecuencias, no
sólo respecto de la economía real, sino también en relación al SFA.

El costo de la "pax cambiaria"3 de las pasadas semanas es la destrucción, con prisa y sin
pausa, de la base material de la Nación y su trabajo incorporado.

Sólo el encuentro armonioso entre la política y la economía permitirá el tránsito adecuado


desde este presente oprobioso, hacia un futuro venturoso.

Constituir una alternativa institucional que tenga la capacidad de ofrecer el Plan Económico
de Contingencia (PEC) que la realidad reclama, como afirmamos en "Ay Patria mía" (BAE
Negocios, 7-5-18), permitirá dar vuelta la página.

De esa forma, quedarán sentadas las bases para la posterior implementación del Modelo de
Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MODEPyS) que, con el protagonismo de
la dirigencia sindical, empresarial y social, permita consolidar, robustecer y expandir el
aparato productivo nacional, y así alcanzar la grandeza de la Patria que nuestro pueblo
merece.

*MM y Asociados

1 El pasado 7 de agosto de 2018, el Directorio del BCRA creó el Comité de Política


Monetaria (COPOM) conformado por el presidente, el vicepresidente, un director
designado por el Directorio a tales efectos y el subgerente general de investigaciones
económicas. Este comité tiene carácter resolutivo por votación de sus miembros. Su
función primordial es la de determinar la tasa de referencia, las tasas de operaciones de pase
y de los instrumentos emitidos por el BCRA, así como también los plazos y demás
condiciones a observar para ejecutar la política monetaria.

2 Cuando el oficialismo decide espiralizar las tasas de interés, la idea fuerza que subyace es
que ello resulta, para la actividad económica, menos dañino que un tipo de cambio al alza.
De esa manera, soslaya que en una economía bimonetaria como la nuestra, las empresas, en
general, encuentran los mecanismos para continuar operando en contextos devaluatorios.

3 Si para contener una corrida cambiaria sólo fuera necesaria una suba de la tasa de interés,
y ello no acarreara dramáticas consecuencias, hasta el equipo económico del gobierno de R.
Alfonsín lo hubiera llevado
Domingo, 23 de diciembre de 2018

Primero hay que saber diagnosticar,


despué s planificar y, al fin, gestionar
los resultados

Los mayores riesgos los correrán las compañías que ajusten sus planes de negocios a la
previsión optimista del Gobierno

Por

Guillermo Moreno*, Lic. Norberto Itzcovich*, Dr. Claudio Comari*

Cierre del ejercicio 2018. Tiempo de balance y de planificación del próximo. Fácil lo
primero, desafiante lo que sigue, en pasos sucesivos como en el exquisito tango (1) de los
hermanos Expósito.

Las condiciones en que se encuentra la empresa, más la propia creatividad e iniciativa, son
las claves de un buen plan de negocios. Pero este no puede estar divorciado del contexto
general que,como todos sabemos, luego delos tres años de mala praxis económica, lejos
está de poder brindar las mínimas certezas necesarias para proyectar normalmente las
actividades.

En este marco, la correcta toma de decisiones requiere tanto información endógena como
exógena. Claro está que nadie puede conocer mejor la situación interna que quienes
conducen la compañía, pero las expectativas sobre el comportamiento del entorno en que se
desenvuelve, deben necesariamente ser provistas por analistas externos.

De allí la relevancia de las prognosis que hoy pueblan la arena pública, donde pugnan dos
visiones.

Una, de tono optimista, sólo sostenida por el oficialismo (y un puñado de comunicadores


paraoficiales en el marco del año electoral que se avecina), augura el inicio de la
recuperación, ya no en el “segundo semestre”, como gustaban decir, sino en el “segundo
trimestre” de 2019. Nuevas “promesas vanas de un amor que se escaparon en el viento”,
diría Homero.
La otra, sustentada por la mayoría de los profesionales experimentados en la disciplina
económica, se despliega en un gradiente que va desde la espera de un año de continuidades
en el estado agónico de la economía, a la certeza de la imposibilidad de eludir la disrupción
económica y la correspondiente resolución institucional.

Cada unidad de negocios deberá establecer la direccionalidad de su estrategia,


seleccionando uno de los escenarios probables de ese “menú” de opciones, a sabiendas de
que, si se confirma la evolución prevista, pueden obtenerse importantes premios, pero
también severos castigos si las circunstancias no fueran las esperadas.

Para los resultados de la empresa, es tan determinante su propio plan de negocios, como el
rango de los límites y posibilidades que el contexto ofrezca, temática que abordaremos en
la entrega de la próxima semana.

En este artículo analizamos, principalmente, los aspectos microeconómicos, centrando la


atención enlos riesgos y beneficios implicados en el proceso decisional de las empresas,
según sus

estrategias se alineen (o no)con el entorno que finalmente se materialice. En otras palabras,


se trata de concentrar la búsqueda en la obtención del máximo provecho posible frente auna
situación dada, determinada por fuerzas ajenas a las de la propia compañía.

Entre empates o derrotas

La elaboración de pronósticos económicos exige solidez teórica y un adecuado manejo del


repertorio de técnicas de la disciplina, al igual que la destreza en el arte de su ejecución, ya
que se trata de construir, desde conjuntos fragmentarios de informaciones dispersas, un
sistema coherente y articulado de conceptos, capaz de interpretar y dar adecuada cuenta de
las situaciones pasadas, así como prever los itinerarios posibles del devenir.

Adicionalmente, se requiere tanto de información relativa a las variables intervinientes,


como de que el rango posible de oscilación,para ellas, sea razonablemente precisable.

En la actualidad, la magnitud de los desequilibrios macroeconómicos alcanzados impone tal


variabilidad a los principales indicadores (PIB, tipo de cambio, tasa de interés nominal e
inflación, entre otros), que resulta imposible la realización de pronósticos certeros de su
evolución para el año 2019.

Idéntica situación se presentó a fines de 2017, por lo que, conscientes de que los costos de
los errores de las proyecciones no los pagan los consultores equivocados sino las empresas
que se guían por ellos, decidimos, oportunamente,hacer sucesivas proyecciones de corto
plazo a lo largo de 2018 (por trimestres, en lugar de la usual para todo el año),
recomendando enfáticamente atenerse a los principios de la prudencia.
De tal diagnóstico, se derivaban las recomendaciones presentada hace exactamente un año
atrás: mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y
stocks; optimizar la situación crediticia, principalmente en cuanto a las deudas en divisas,
disminuyendo riesgos mediante instrumentos de cobertura; y hacer correctas previsiones de
las posibles modificaciones en las estructuras de costos, a partir de cambios en las listas de
precios de los proveedores, provocados por factores externos a ellos (devaluaciones,
aumentos de tarifas, etcétera).

La situación de las empresas que se ajustaron a tales premisas, es hoy muy diferente de las
que encararon el año 2018 bajo el influjo de los cantos de sirena que pronosticaron entre
3,5% y 5,5% de crecimiento del PIB, 10% a 15% de inflación, tasas de interés nominal por
debajo del 30% y un tipo de cambio en el entorno de $20.

Prepararse adecuadamente para el 2019, implica que la compañía se apreste para alguno de
los escenarios posibles y escoger un sendero que determinará, en gran medida, las
magnitudes de las ganancias o los quebrantos del próximo ejercicio.

Una matriz decisional

Enfrentamos 2019 como un entorno de predominante anormalidad, repleto de


incertidumbre e impregnado de volatilidad; quizás nunca como hoy fue tan difícil
determinar el rumbo de cada negocio.

El rol del consultor, claro está, no es el de sustituir el papel de los directivos en la guía de
su empresa, pero sí el de facilitar el análisis de riesgos a asumir, en el balance entre el
entorno para el que se adecuó la estrategia empresarial y las consecuencias posibles si tal
contexto se verifica o no.

Antes de presentar la matriz, es importante identificar los conceptos operativos a utilizar. Si


bien, decíamos en la introducción, entre las proyecciones económicas circulantes podemos
distinguir con nitidez las del actual oficialismo y a las del consenso de la profesión, a los
fines analíticos descomponemos este último grupo en dos subconjuntos, dependiendo de
que consideren o no las hipótesis de disrupción.

Simplificando esquemáticamente, obtenemos así tres tipos de entorno:

el esperado por el oficialismo, obligadamente optimista, bajo el cual se prevé la leve


recuperación de la actividad económica;

el de las visiones moderadamente pesimistas, que presume la continuidad de este escenario


económico hasta el inicio del próximo período de mandato presidencial, y

el que anticipa la insustentabilidad del esquema vigente, previendo una disrupción


económica con solución institucional.
Atento que cada empresa asumirá uno de estos contextos como el más probable y que esa
elección determinará múltiples decisiones (sobre inversiones, créditos financieros o
comerciales, recursos humanos, etc.), es importante considerar que no todas las estrategias
suponen los mismos niveles de riesgo, como puede observarse en la tabla.

Como se desprende del esquema de doble entrada, los mayores riesgos los correrán las
compañías que ajusten sus planes de negocios a la previsión gubernamental, mientras que
quienes desarrollen estrategias expectantes de un cambio drástico de rumbo económico,
estarán menos expuestos ante los demás entornos.

Pero el principal objetivo de las empresas no puede ser el de eludir riesgos, sino el de
obtener beneficios, posibilidad en gran medida determinada por el contexto general, cuyas
potencialidades analizaremos en nuestra próxima entrega.

Es que, paradójicamente, si se diera el escenario oficial y las empresas hubieran alineado


sus objetivos con ellos, sólo podrían aspirar a conseguir tan magros resultados como los
que ofrecería la economía nacional, mientras que ante un cambio de rumbo que restituya
los equilibrios macroeconómicos fundamentales, dinamice el mercado interno e incremente
la competitividad internacional, se abriría nuevamente la oportunidad de obtener
ganancias.equilibrios macroeconómicos fundamentales, dinamice el mercado interno e
incremente la competitividad internacional, se abriría nuevamente la oportunidad de
obtener ganancias.

[1] Referencia a la obra Naranjo en Flor de Homero y Virgilio Expósito,paráfrasis de


“Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y, al fin, andar sin
pensamientos…”.

*MM y Asociados
Lunes, 31 de diciembre de 2018

Primero que hay saber diagnosticar,


despué s planificar y, al fin, gestionar
los resultados (Segunda parte)

Por

Lic. Guillermo Moreno*, Dr. Claudio Comari*, Lic. Norberto Itzcovich*

La planificación de las actividades de la compañía conlleva la toma de decisiones de las


que derivarán, según su tino, beneficios o quebrantos.

Ellos, tendrán directa relación con el grado de coincidencia entre la realidad que finalmente
acontezca, y el entorno esperado al momento de diseñar el plan de negocios anual de la
empresa.

Teniendo en cuenta lo antedicho, en “Primero que hay saber diagnosticar, después


planificar y, al fin, gestionar los resultados, (primera parte)”, BAE Negocios, 24-12-18, se
analizó la Matriz de Riesgos 2019 (MR 19), circunscripta, esquemáticamente, a tres tipos
de panorama:

el optimista (oficialista), que prevé una leve recuperación de la actividad económica;

el moderadamente pesimista, que presume la continuidad del actual escenario económico


hasta el inicio del próximo período de mandato presidencial, y

el que anticipa la insustentabilidad del esquema vigente, previendo una disrupción


económica con solución institucional.
Del análisis de la MR 19, se desprende con claridad que el escenario de disrupción
económica con solución institucional, que a priori parecería ser el más severo desde el
punto de vista político, resulta, a la vez, el que presenta mejores perspectivas para el futuro
de las empresas.

Ello, porque al mismo tiempo que permite minimizar los riesgos, es el único abordaje que
posibilita eyectarse con mayor velocidad de la crítica situación actual.

En efecto, si se produjera un cambio de rumbo que: restituya los equilibrios


macroeconómicos fundamentales, dinamice el mercado interno, y mejore la competitividad
internacional; la oportunidad de recuperar la rentabilidad empresarial, e incluso
incrementarla, quedaría al alcance de la mano.

Despejar esta aparente contradicción entre gravedad institucional y beneficio económico


resulta simple, sólo hay que repasar cuáles serían los rasgos principales de los diferentes
entornos y las potencialidades que cada uno ofrece.

Optimista: una leve mejoría

Tal es la previsión y esperanza del oficialismo (y los “expertos” paraoficiales), en el marco


de la próxima campaña electoral, para el discurrir económico del 2019.
Este panorama ofrece una expectativa de incremento del PIB muy moderada, por debajo del
crecimiento vegetativo de la población, asentada en una buena performance de la
producción agrícola, consecuencia de una campaña 20% mayor a la anterior (impactada por
la sequía), y en una muy leve recuperación del consumo interno.

Asimismo, espera el gobierno: revertir el déficit comercial, atender adecuadamente los


servicios de la deuda (utilizando para ello los desembolsos del FMI), que disminuyan
significativamente las tasas de interés y de inflación, y que el tipo de cambio se mantenga
dentro de las bandas de flotación establecidas por el BCRA.

Por lo tanto, las empresas que decidan sus “plan de negocios” en virtud de esta “mesa de
arena”, serán proclives, entre otras providencias, a: endeudarse en dólares, ofrecer crédito
comercial a mediano y largo plazo, aumentar sus stocks.

Moderadamente pesimista: una agonía prolongada

La continuidad de la actual coyuntura, hasta el comienzo del próximo período presidencial,


implica la persistencia del angustiante contexto en el que se desempeñan las empresas
desde hace ya tres trimestres.

En este marco, es esperable que el mercado interno siga deprimido, en tanto: no se


reconstituya el poder de compra de los sectores populares, el comercio internacional siga en
situación de desventaja para la producción local, y la política monetaria continúe
imposibilitando el financiamiento empresario.

Por eso, es necesario atenerse a los criterios de la prudencia, buscando preservar la


compañía, lo cual constituye un valor en sí mismo (1).

Por ello, se deberá:

• mantener una adecuada relación entre pagos y cobranzas, así como entre ventas y stocks,

• optimizar la situación crediticia (principalmente en cuanto a las deudas en divisas) y


disminuir riesgos mediante instrumentos de cobertura, aun cuando ello implique gastos
adicionales,

• prever correctamente las posibles modificaciones en las estructuras de costos, a partir de


cambios en las listas de precios de los proveedores, provocados por factores externos a
ellos (devaluaciones, aumentos de tarifas, etc.)
En consecuencia, disminuir la exposición parece ser una conducta sabia, en una
macroeconomía hostil, donde mantener la empresa en marcha sería el mayor criterio de
éxito, ya que, como dijimos oportunamente, “empatar es ganar”.

Disrupción económica con solución institucional: la resurrección

Finalmente, la opción de disrupción económica con solución institucional se presenta como


la más severa en términos políticos, pero resulta, a la vez, la que presenta mayores
oportunidades desde el punto de vista de los negocios empresarios.

Como afirmábamos en “Subir la tasa de interés: un remedio peor que la enfermedad”


(BAE, 23-7-18): “…el gobierno ha concentrado todos sus esfuerzos en la contención de la
tendencia ascendente del tipo de cambio, elevando la tasa de interés, y en consecuencia el
costo del crédito, a niveles inauditos”.

El desastroso impacto de esta política se verifica en:

la economía real (2), donde un cúmulo de indicadores oficiales y privados da cuenta de la


brutal recesión y de la destrucción de empleo registrado;

el Sector Financiero Ampliado, en el cual las instituciones bancarias corren riesgo de


incobrabilidad de acuerdo con el grado de penetración crediticia alcanzado, en tanto, las
ART y las compañías de seguros quedan expuestas al mismo peligro, respecto de los
papeles de deuda que integran su cartera de inversión;

el Déficit Fiscal Total, dado que la velocidad de caída de la recaudación impositiva supera a
la del recorte planeado en el gasto, con lo cual ni siquiera resultará posible alcanzar el
resultado operativo esperado. Adicionalmente, las tasas de interés que paga el BCRA por
sus pasivos remunerados espiralizan el rojo cuasifiscal.

Dadas estas circunstancias, los desequilibrios alcanzados son irresolubles y por lo tanto el
colapso del esquema macroeconómico resulta inevitable.

Paradójicamente, del escenario disruptivo emergerá un rotundo viraje para la economía


nacional, en un proceso de sentido contrapuesto al transitado hasta ahora, que permita
restituir los equilibrios macro, dinamizar los mercados, y proteger al entramado social, en
forma simultánea.

En ese marco, aprestar la empresa para tenerla en “aptitud”, en términos formales y en


capacidad productiva, resultará decisivo para aprovechar las ventajas que ofrezca el nuevo
escenario.
El espíritu emprendedor será el que marque la diferencia dado que, con un mercado interno
floreciente y mejores condiciones externas en términos de competitividad, llegará la hora
de capitalizar los buenos negocios.

El día después de mañana

En el artículo homónimo (BAE, 15-10-18), sosteníamos: “frente al clima de desazón que


impregna a parte de la dirigencia política, económica y social, consideramos oportuno
desgranar una visión sobre las condiciones necesarias para que la Argentina retome un
sendero de desarrollo económico con justicia social de modo sustentable y permanente”.

Ante el nuevo esquema, las empresas se enfrentan a una perspectiva que abarca,
claramente, dos etapas (3).

En la primera, de contingencia o transición, los estímulos de la demanda serán los pasos


iniciales para emprender la recuperación, y así revertir, rápidamente, el deterioro causado
por el actual proceso.

En la segunda, de mediano y largo plazo, deberá delinearse -e implementarse- un Modelo


de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), que maximice el
aprovechamiento de los dos vectores de competitividad de la economía nacional: la energía
y algunos alimentos.

Así, por el lado de la demanda, el precio justo y razonable de estos últimos, permitirá
recomponer el poder adquisitivo de los ingresos populares, impactando favorablemente en
el crecimiento del consumo privado.

En tanto, desde la perspectiva de la oferta, la posibilidad de contar con precios energéticos


adecuados a los valores de mercados comparables redundará en la baja de los costos totales
de las empresas que la utilizan como insumo, y en la recomposición de su rentabilidad.

De manera sistémica y concomitante, la economía deberá incrementar significativamente


sus capacidades productivas, mediante políticas que propicien un tipo de cambio
competitivo, la administración del comercio exterior (para buscar la hegemonía de las
empresas locales en el mercado doméstico), los superávits fiscal y externo (gemelos), y la
convergencia de las tasas de inflación e interés a niveles internacionales.

Ellas, junto con un correcto set de precios relativos, acelerarán la dinámica inversora que
aumente, por parte de las compañías que operan en nuestro territorio, la oferta de bienes y
servicios en forma sostenida.
Queda claro, en consecuencia, que la mejor opción que puede presentarse para las empresas
y sus trabajadores, en orden a las soluciones políticas disponibles que prevé nuestro marco
institucional, es la de la disrupción del actual esquema económico y la rápida
implementación de un esquema de contingencia o transición.

Ello permitirá generar las condiciones para recomponer tanto la rentabilidad empresarial
como la plena ocupación de los factores productivos, y al mismo tiempo sentará las bases
para el desarrollo económico permanente y sustentable que el conjunto de la Nación espera
y merece.

1.- “En esta coyuntura económica: ¡atentos y vigilantes!”, BAE, 25-12-17.

2.- Cuando el oficialismo decide espiralizar las tasas de interés, la idea fuerza que subyace
es que ello resulta, para la actividad económica, menos dañino que un tipo de cambio al
alza. De esa manera, soslaya que en una economía bimonetaria como la nuestra, las
empresas, en general, encuentran los mecanismos para continuar operando en contextos
devaluatorios.

3- “Reflexiones sobre el modelo de desarrollo argentino”, BAE, 19-11-18.

4- Al reducir la proporción del ingreso requerido para la adquisición de alimentos (en virtud
de la mejora de los precios relativos), aumenta la capacidad de consumo de bienes y
servicios no alimentarios.

*MM y Asociados
Lunes, 7 de enero de 2019

Se consolida el Nuevo Orden


Internacional

Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Los modelos universalistas dominantes en el siglo XX, con sus pretensiones de


uniformidad en los planos de la economía, la política y la cultura, han caído en la
obsolescencia.

Después de que el bloque socialista fuera sepultado por los escombros del muro de Berlín,
la globalización neoliberal se encamina rápidamente hacia su desaparición, y con ella su
paradigma expresado en el decálogo de "recomendaciones" del Consenso de Washington
(CW), y sus instituciones regulatorias, dando origen a un Nuevo Orden Internacional
(NOI).

Ello explica que en los últimos dos años se hayan producido acontecimientos tales como el
proceso entrópico que atraviesa Europa, la salida de Estados Unidos del tratado del Pacífico
y sus imposiciones que dieron origen al nuevo acuerdo comercial, USMCA, que reemplazó
al NAFTA, así como la intención de vastos sectores de la sociedad argentina y brasilera, de
rever el diseño actual del MERCOSUR1.

En este marco, la nueva era está caracterizada, principalmente por:

la orientación "America first" que tomó Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald
Trump, a partir de la puesta en valor de su revolución energética,

el resurgimiento de Rusia, con Vladimir Putin, como potencia energética-militar,

la representatividad que de los pueblos sin voz ejerce el papa Francisco, para que el nuevo
esquema resulte más justo que el anterior.

En este contexto, más temprano que tarde, estos tres protagonistas repetirán de alguna
manera un protocolo que, a imagen del de Yalta, establezca áreas de influencia y diseñe las
instituciones multilaterales que expresen la nueva realidad.
El modo de producción capitalista y sus tres revoluciones

Caracterizamos como circunstancias revolucionarias, al interior del modo de producción


capitalista, a aquellas que provocan una brusca caída de los costos primos unitarios en las
funciones de producción de los bienes manufactureros y, en consecuencia, de sus precios de
comercialización.

En este sentido, pueden destacarse tres revoluciones:

la industrial, en Inglaterra, a finales del siglo XVIII, que le permitió transformarse en el


"taller del mundo";

la de los procesos, cuando florecieron las ideas de Taylor y Ford en la organización fabril,
que posibilitó a Estados Unidos internacionalizar su producción manufacturera; y

la energética, cuyo epicentro se ubica también en EE. UU., y se asienta en la explotación no


convencional de combustibles fósiles.

Respecto de esta última, recientemente el Secretario de Energía de ese país, Rick Perry
afirmó que los beneficios de esa revolución de producción de shale actúan como un enorme
impulso, no solo para la economía interna sino también, para la seguridad energética de su
país.

Ganadores o perdedores

Mientras Estados Unidos cuenta cada vez con más energía "abundante y barata", los
aparatos productivos de la República Popular China (RPC) y de la Unión Europea ( UE),
por el contrario, son tomadores de precios de ese insumo fundamental, que a nivel
internacional son superiores a los imperantes en el mercado estadounidense.

Ambos complejos manufactureros, para competir con el norteamericano, deberían recibirlo


a un valor similar.

Para ello, habría dos opciones:

que la Federación Rusa esté dispuesta a bajar significativamente su precio de


abastecimiento, y/o

que medio Medio Oriente se pacifique y estabilice, de tal manera que pueda transformarse
en un proveedor confiable a mediano y largo plazo2.

Ninguna de las dos tiene visos de posibilidad.


Complementariamente, otro rasgo relevante del NOI son las políticas de administración del
comercio exterior. Entre otros casos, se destaca EE. UU., que las aplica invocando incluso
cuestiones de seguridad y defensa nacional3, impactando ello, en la penetración comercial
de terceros países en su mercado4.

Así, bajo este diseño, comienza a definirse cuales son los países ganadores o perdedores,
independientemente, en este último caso, de si adscribían a las vertientes neoliberales o
socialdemócratas.

Hacia ese mismo pelotón continúa yendo Brasil, bajo su nueva administración, como
consecuencia de la segura predominancia de los decadentes postulados del CW, por sobre
los del interés nacional, (conceptos por cierto antitéticos, vertidos ambos en el discurso
inaugural del presidente Jair Bolsonaro).

En el conjunto de los victoriosos se identifican las orientaciones del heterogéneo campo de


los "nacionalismos", en el que se registra una tensión entre aquellas que proponen la
"construcción de muros" y las que aspiran a "tender puentes"5.

Es este panorama mundial el que persistirá, al menos, hasta que los EE. UU. vuelvan a
imponer una amplia "zona de confort", es decir, recuperen el liderazgo absoluto, que
detentaban desde la salida de la segunda guerra mundial, y que con el transcurrir de las
décadas se fue acortando respecto de sus rivales.

Una ventana de oportunidad

La tasa de crecimiento que se verifica en la economía norteamericana (y la lógica y


simultánea disminución del desempleo), inédita en las últimas décadas, consolida tanto su
liderazgo, como el NOI.

En la medida que las naciones, entre ellas la Argentina, adapten sus políticas domésticas al
nuevo diseño, las implicancias positivas se harán sentir en sus economías, eludiendo las
irreparables pérdidas que las decisiones equivocadas (tanto a nivel de empresas, como en el
plano de la administración del país) puedan conllevar.

Así, la nueva configuración mundial constituye una oportunidad para las fuerzas políticas,
económicas y sociales que entiendan que un modelo justo, inclusivo y sustentable podrá
alcanzarse si se generan las condiciones necesarias de integración a la nueva realidad
planetaria.

La aplicación de esas políticas correctas, que articulan en un todo armónico e indisoluble


los "preceptos de la economía" y de la "seguridad y defensa nacional", permitirá, en
definitiva, la instauración de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y
Sustentable (MoDEPyS) en nuestra Patria.
*MM y Asociados

1 BAE Negocios: El mundo actual facilita los modelos de desarrollo nacional (5/9/18); Lo
que ocupa a Trump a Macri ni le preocupa (26/11/17).

2 La retirada de las tropas estadounidenses de Siria genera condiciones de inestabilidad e


impide a los países de esa región del mundo convertirse en proveedores constantes,
regulares, y a precios competitivos del insumo energético que la economía europea
necesita.

3 BAE Negocios: Nacionalistas, globalizadores y las decisiones de inversión – segunda


parte (24/4/18).

4 Cabe consignar que la política de administración del comercio exterior fue aplicada en
nuestro país en 2012, desafiando entonces al orden global establecido.

5 Tal es el caso argentino, de hermandad con los pueblos del mundo.

Lunes, 14 de enero de 2019

Bolsonaro y la Argentina: una de cal y


una de arena

Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Siendo tan significativo el cambio producido en el sistema de representaciones, vale la pena


profundizar sobre las posibles derivaciones que podría acarrear, especialmente luego de que
los pasos iniciales de la nueva administración confirmaran nuestras apreciaciones ("Sobre
las representaciones y lo representado: los casos de Brasil y de Argentina", BAE, 5/11/18)
de que "existe una manifiesta contradicción entre el discurso nacionalista y el programa
neoliberal del designado ministro Paulo Guedes que (...) al ubicarse dentro del paradigma
decadente del Consenso de Washington (CW), queda a contramano de los emergentes
modelos de desarrollo nacional y las nuevas pautas que comienzan a regir las relaciones
entre las naciones."
Resulta entonces inevitable que el deterioro de la institucionalidad política tienda a
permanecer e incrementarse, producto del predominio del "globalismo" asumido en la
política económica y exterior, por sobre la esperada defensa de los intereses domésticos que
prometía su discurso de campaña, aun cuando, entre las diversas vertientes del heterogéneo
campo de los nacionalismos, el nuevo gobierno se ubicara entre aquellas que proponen la
"construcción de muros", distante de las que aspiran a "tender puentes".

Por ello, la presente crisis no sólo no será resuelta, sino que es dable esperar su
profundización e incluso su extensión hacia la propia configuración social y económica de
Brasil, cuyas repercusiones, en términos de relaciones internacionales, serán sustantivas
para nuestro país.

Fracaso allá, oportunidad aquí

Al igual que sucedió con el actual gobierno argentino, la asunción de Bolsonaro despertó la
adhesión de algunos segmentos empresariales.

Pero, dado que tanto la cancillería como la cartera económica han ratificado su entusiasta
abrazo de las reglas, hoy caducas, de la globalización, y de que los reparos al libre
comercio esbozados durante la campaña se han desvanecido desde el triunfo electoral, el
desempeño económico se encargará de esfumar las esperanzas, como sucediera en estos
terruños.

Es el propio diseño el que permite anticipar serias consecuencias en el funcionamiento


económico, que así se orienta a privilegiar la tasa de ganancia en el sector primario, en
detrimento del -hasta ahora- poderoso entramado industrial, que será sometido a una
competencia desigual con sus pares extranjeros.

Se abre así un panorama que, como anticipáramos en noviembre en la citada nota,


previsiblemente estará signado por la inestabilidad, ya que:

"el golpe de Estado que derrocó a João Goulart, logró configurar un modelo de
acumulación que dio viabilidad a la asociación de las antiguas oligarquías con una
significativa parte de las capas altas y medias emergentes. Ello significó, a su vez, la
partición del entramado que dio sustento a la experiencia de aquel nacionalismo brasileño,
hasta la final dilución de esa tradición, por lo que los segmentos sociales excluidos,
numerosos por cierto, privados de sus alianzas naturales, carecieron de volumen suficiente
para engendrar representaciones políticas relevantes o centrales.

Es a partir de allí, que se desarrolla un proceso en el que las lógicas tensiones y las
adaptaciones a los escenarios cambiantes, se dan sin volver a poner en cuestión los trazos
centrales de la estructuración económica nacional, determinando, a la vez, la notable
estabilidad del sistema político brasileño, que va evolucionando hacia los postulados del
Consenso de Washington, vía diferentes versiones y combinatorias de sus dos expresiones

icónicas (la socialdemocracia y el neoliberalismo), aun ante la incorporación de nuevas


figuras y formaciones relevantes."

Tal asociación ha llegado a sus límites, dando origen a la actual crisis de representatividad,
la que, por la inevitable colisión de intereses que se dará entre ganadores y perdedores del
"modelo Bolsonaro", se profundizará aún más.

De allí que, como también señalamos el año pasado, permanece abierto el interrogante,
hacia el mediano plazo, "sobre si Bolsonaro no será, el último paso intermedio hacia la
génesis de una nueva superestructura política que, finalmente, ponga en discusión el patrón
de acumulación sobre el que se sustentó el orden que hoy está en cuestión".

En todos los casos, es claro que el camino elegido por Brasil representa una oportunidad
para el entramado productivo de nuestro país, al empalmar con la necesidad de modificar
las relaciones, atento a que se trata de economías que no son complementarias entre sí, sino
esencialmente competitivas.

Decíamos en "El nuevo Nuevo Mundo" (BAE, 22/10/18): "el diseño del nuevo ciclo de
integración económica, adaptado a las necesidades de nuestro modelo de desarrollo,
requerirá, además de redefinir la relación con Brasil, extender los horizontes del
intercambio comercial en un esquema de articulación en el que la producción argentina
llegue, entre otros destinos, cada vez más al norte del continente.

En el nuevo amanecer de la Patria, nuestro mejor futuro estará en saber integrar a todas las
naciones hispanoparlantes de América del Sur, en un conjunto armónico de economías
complementarias, alrededor del eje Caracas-Bogotá-Lima-Buenos Aires, recuperando así la
gesta sanmartiniana."

Si al divorcio por la superposición de nuestras conveniencias con las determinaciones de


política exterior brasileñas, le sumamos el esperable debilitamiento de sus segmentos
manufactureros, nos encontramos con una oportunidad, posiblemente única en la historia,
para el desarrollo industrial de la Argentina, siempre que sus protagonistas, los trabajadores
y los empresarios, sean capaces de darle materialidad política junto al resto de los actores.

¿Quiénes son los "enemigos" de Brasil?

El seguro desencanto interno con el desempeño económico de Brasil en los tiempos por
venir, augura una mayor conflictividad social y política, que previsiblemente será
respondida, en una "fuga hacia adelante", con mayores niveles de despliegue de fuerzas
represivas y el atizamiento del discurso de la intolerancia.
Ello podría configurar un nuevo panorama para nuestro país, en términos de defensa y
seguridad nacional.

Es que es posible que el señalamiento y combate a los "enemigos internos" (por ej., al
caracterizar como terrorismo al narcotráfico) no resulten suficientes para restañar los daños
que el fracaso económico producirá en la relación entre los representantes y sus
representados, por lo que las hipótesis de "amenazas externas" podrían volver a estar a la
orden del día, así como nuestro país en la mira de las armas brasileñas.

Resultaría por demás coherente con la cosmovisión de su actual gobierno, robustecer la


extensa tradición hegemonista que ha caracterizado a Brasil, ya no sólo vigorizando aún
más su política armamentista, sino también promoviendo tensiones con sus vecinos, que
ayuden a la descompresión de la situación interna.

De allí se deriva, como una forzosa necesidad, la de redefinir también en estos lares, las
prioridades respecto de nuestras fuerzas armadas y de las de custodia de las fronteras.

Como hemos sostenido en reiteradas oportunidades, la "tercera guerra mundial en cuotas",


como caracteriza el papa Francisco, es una batalla por la protección del trabajo y del
empleo, en la que los postulados de las disciplinas "económica" y de "la defensa y
seguridad nacional", se imbrican para dar fundamento a las decisiones políticas que
tipifican el actual proceso de consolidación del Nuevo Orden Internacional.

Así deberá ser para nuestra Patria, si queremos aprovechar la ventana de oportunidad que se
nos abre ante el ocaso de la globalización y la errada decisión de Brasil de acompañarla
hasta sus últimos estertores.

*MM y Asociados

Lunes, 21 de enero de 2019

2019: un escenario lá bil

Por

Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari


Elegimos este adjetivo, que refiere a un contexto frágil y resbaladizo, cuya característica
central es la de mutar rápidamente, porque así será el primer trimestre del año económico
en la Argentina.

Es tal la inestabilidad de los principales indicadores (tipo de cambio, tasa de interés


nominal, inflación, entre otros) que, al igual que el año pasado, resulta imposible la
realización de pronósticos certeros de su evolución para el año 2019.

Pero la vida continúa y dejar de trabajar o poner en "pausa" a las empresas no es opción. Es
por ello que pusimos a disposición de los lectores la Matriz de Riesgos (MR19), donde se
evaluaban distintos resultados posibles, dependiendo del grado de coincidencia entre las
decisiones empresarias y los acontecimientos futuros ("Primero hay que saber diagnosticar
- primera y segunda parte)" (BAE Negocios, 24-12-18 y 31-12-18).

En este marco, continuaremos nuestro trabajo bajo la modalidad de sucesivas prognosis de


corto plazo, respecto del comportamiento de algunos indicadores relevantes para la toma de
decisiones. En este artículo, por caso, analizaremos el Déficit Fiscal Total (DFT: incluye el
de los Tesoros nacional, provinciales y municipales, y el cuasi fiscal generado a partir de la
operatoria del BCRA), neto de rentas de propiedad1.

La única verdad

La actividad económica en 2018 debiera haber resultado, cuando se publiquen los números
finales, más de 3% menor a la de 2017, tal como lo anticipáramos ("Panes y peces", BAE
Negocios, 6/8/18) oportunamente2.

Causa de ello es la performance desastrosa que exhibe el aparato productivo nacional, que
afecta a la totalidad de las compañías, sin importar actividad ni tamaño (salvo escasas
excepciones). Por eso, abundan, entre las grandes empresas, los procesos preventivos de
crisis, concursos y balances que exhiben cuantiosos quebrantos, así como los ceses de
operaciones entre las de menor envergadura.

A diferencia de los años anteriores, los problemas de financiamiento son acuciantes

El indicador sobre la utilización de la capacidad instalada en la industria manufacturera,


que alcanzó el 63,3% en noviembre pasado3, es una muestra más de la insostenible
situación.

Lo mismo se observa en otras actividades como las del comercio mayorista y minorista,
hoteles y restaurantes, actividades inmobiliarias, comunicación, transporte, etcétera.
Recaudación con tendencia negativa

Cuando se acelera la inflación, se produce una distorsión en términos nominales en la


comparación de cifras en una serie de tiempo. Evitar errores de análisis, exige la utilización
de herramientas que aíslen el efecto precio del comportamiento de la variable en estudio.

Para examinar cómo evolucionaron los recursos tributarios, recurrimos al trabajo realizado
por nuestro colega Oscar Carreras4, que consistió en indexar (utilizando un conjunto
representativo de indicadores) la recaudación de diciembre de 2017, obteniendo un valor
teórico de los recursos tributarios que debieran haberse alcanzado en el mes de diciembre
de 20185 para mantenerla en el mismo nivel del año precedente y que, al compararse contra
los pagos efectuados por los contribuyentes en el último mes del año pasado, permitió
estimar la magnitud de la pérdida de ingresos acaecida.

La primera conclusión relevante es que en diciembre de 2018 hubo una pérdida interanual
de recaudación mensual del 13,5%.

Adicionalmente, aunque no se explicita en la tabla, para el mes estudiado hubo un ingreso


extra de aproximadamente $9.400 millones -originado en la modificación del régimen de
retenciones- sin el cual, la caída hubiera alcanzado el orden del 16,0%.

Este porcentaje es el que expresa, como proxi, la baja en el nivel de actividad, ya sea por
sequía o por recesión.

¡Infinanciable!

Lo observado en diciembre de 2018, en términos de recaudación y su deterioro, es apenas


el comienzo de una situación que se profundizará en el primer trimestre de este año.

Esto es así dado que, a pesar de la recuperación en la producción agrícola, la reducción de


los ingresos tributarios por la merma de la actividad en el resto de los sectores, será mayor
que el ajuste del gasto público reflejado en el presupuesto oportunamente aprobado.

Bajo estas circunstancias, el déficit primario, lejos de acercarse al 0% acordado con el FMI,
se mantendrá en el orden del 2,7% al 3% del Producto Interno Bruto ( PIB).

El pago de intereses demandará otro 3,3% del PIB que, sumado a lo anterior, genera un
déficit financiero de entre 6% y 6,3%.

Pero a ello deben agregarse alrededor de 1% de las jurisdicciones subnacionales y otro 4%


(cuasi fiscal) generado por los pasivos remunerados del BCRA6.

En síntesis, el DFT, neto de rentas de la propiedad, del primer trimestre de 2019, se ubicará
en el entorno del 11% del PIB.
A diferencia de los años anteriores, los problemas de financiamiento son acuciantes, dado
que los fondos provenientes del acuerdo alcanzado entre el Gobierno Nacional y el FMI
sólo puede destinarse al pago de la deuda en moneda extranjera, por lo que, aun
consiguiendo una autorización para la modificación del destino, sólo alcanzaría para
financiar la mitad de aquel déficit.

Todo ello se refleja en los exorbitantes niveles de riesgo país (más allá de esporádicas
fluctuaciones) y la imposibilidad de acceder al crédito externo voluntario.

Si, por el contrario, la pretensión fuera cubrirlo en el mercado doméstico, dadas las
limitaciones establecidas en el último acuerdo con el FMI, ello sólo podría realizarse
apelando a créditos y/o activos del Sistema Financiero Ampliado, profundizando el proceso
de crowding out (desplazamiento) del sector privado.

Persiste entonces el grave desequilibrio de la situación fiscal, pese a los compromisos


asumidos, pero ahora es prácticamente infinanciable, lo que, como venimos alertando desde
esta columna7, no hace más que consolidar uno de los vectores de la supercrisis.

De este modo, por la inherente labilidad de la situación descripta, aumenta la probabilidad


de ocurrencia del escenario de disrupción económica con solución institucional, que
contempláramos en la MR19.

1 Nos referimos a las utilidades contables (que pueden no serlo bajo estrictos criterios
económicos) que devengan el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del ANSES y el BCRA
de su actividad, y se transfieren al Tesoro Nacional.

2 En la serie corregida del PIB calculada por la actual administración del INDEC, se
publicó una caída del 6% para el año 2009. Parecería ser que aquel año, fue el doble de
catastrófico que el que acaba de terminar. Será todo un desafío para la autoridad estadística,
el gobierno y el sentido común, la comparación.

3 A modo de referencia, la mayor utilización fue alcanzada en setiembre de 2011 cuando


llegó a 83,6%

4 Integrante del staff de MMyAsociados, EMA de la Universidad de Chicago.

5 Sin tener en cuenta la caída de la actividad (aunque sí el impacto de la seca), ni la


modificación de la estructura impositiva con las nuevas alícuotas de retenciones.

6 Las elevadas tasas de interés (en torno al 58% anual) sobre sobre un monto anual
equivalente a U$S22 mil millones representa, aproximadamente, unos U$S17,2 mil
millones al año en intereses.
7 Tal vez no escape a esta realidad la escasa repercusión que el oficialismo decidió dar a la
renuncia, a partir del primero de enero, de Andrés Edelstein como Secretario de Ingresos
Públicos, luego de dos años en la función.

*MM y Asociados

Lunes, 28 de enero de 2019

El "America first" y el Nuevo Orden


Internacional
Las compañías pagan el gas natural menos de la mitad que en Europa y un tercio de lo que
cuesta en Japón

Por Guillermo Moreno, Claudio Comari, Norberto Itzcovich

Reiteradamente nos hemos referido al entorno internacional, cuyo entramado experimenta


la transformación más profunda desde el final de la Guerra Fría.

La globalización, en ese entonces emergente como modelo hegemónico y excluyente de las


relaciones entre los países, hoy da paso a un Nuevo Orden Internacional (NOI),
caracterizado por la puesta en valor de los vectores de competitividad de las economías
nacionales.

El punto de inflexión entre uno y otro fue, sin dudas, el drástico cambio de enfoque que los
Estados Unidos imprimieron a sus políticas, tanto internas como externas, desde la
asunción de Donald Trump como presidente, bajo la consigna "America first".

En este marco, nos parece oportuno profundizar el examen de la "revolución energética


estadounidense", proceso que constituye el sustrato de tal viraje.

Es que el NOI, en este "barajar y dar de nuevo", no sólo determina entre los países a los
nuevos "ganadores y perdedores", sino también las posibilidades y los límites para escalar
posiciones en el nuevo escenario mundial.

Cuanto antes entendamos las "reglas del juego", mejores serán los resultados a los que
nuestra Nación podrá aspirar.
Las bases materiales del "America first"

Durante el apogeo de la globalización, jugó un papel medular en la ganancia de


competitividad de las compañías norteamericanas, mediante la internacionalización de las
cadenas de producción, el aprovechamiento de los bajos salarios pagados en otras partes del
mundo. Tal esquema no estuvo exento de perjuicios dando lugar a la profunda crisis de sus
industrias locales, de la que surgió el denominado "rust belt" (1).

A la inversa de lo ocurrido en aquellos días, hoy esas empresas vuelven a "hundir capital"
en suelo estadounidense, tanto atraídos por las mejoras en los precios de la energía y los
costos de logística, como por la reciente reforma tributaria y el megaplan de obra pública.

Y aunque la mutación se evidenció en forma súbita, sus bases materiales se fueron


desarrollando a lo largo del siglo XXI.

Según la gubernamental Administración de Información de Energía (EIA según su sigla en


inglés), durante 2018, los Estados Unidos terminaron como el principal productor de
petróleo crudo del mundo, al alcanzar el récord de 10,9 millones de barriles por día.

Hace más de una década, en 2006, el entonces presidente George W. Bush, en su Discurso
del estado de la Unión señaló que "EE.UU. es adicto al petróleo", a la par que anunció el
impulso de la Advanced Energy Initiative (Iniciativa de Energía Avanzada).

En 2007, en la misma instancia, volvió a abogar por reducir la "dependencia de petróleo


extranjero", así como por el aumento en la producción de combustibles alternativos
(biodiesel 2, entre otros) y, en 2008, exigió al Congreso que autorizara:

► la exploración en alta mar en la Plataforma Continental Exterior,

► el acceso al esquisto bituminoso, y

► la extensión de los créditos tributarios por energía renovable.

Los resultados no tardaron en llegar.

En términos de energías renovables, entre los años 2000 y 2017, los Estados Unidos
duplicaron el consumo basado en ese origen, pero el aspecto más saliente, es el que se
observa en la producción de combustibles fósiles, que representan alrededor del 80% del
abasto total de energía.
El aumento en la disponibilidad de petróleo y gas extraído localmente, principalmente
mediante la explotación de shale oil/gas, determina una decreciente dependencia de las
importaciones e, incluso, convierte a los Estados Unidos en un exportador de energía
relevante
La energía como vector de la competitividad

La puesta en acción de los reservorios de esquisto como fuente masiva de producción ha


sido, hasta ahora, privativa de los EE.UU., que lograron el desarrollo tecnológico que hizo
posible el abaratamiento de los costos de extracción.

Así como el precio del petróleo, dada una cierta demanda estable en un lapso de tiempo,
está determinado por la oferta que proveen múltiples productores, no sucede lo mismo en el
caso del gas, cuya transformación en commodity demanda múltiples procesos adicionales.

En la actualidad, la explotación de los yacimientos de shale en los Estados Unidos, se


extiende desde las fronteras con Canadá hasta las de México, por casi todos los estados
(exceptuando la mayoría de los costeros), reduciendo significativamente los costos
logísticos de distribución de gas a las grandes aglomeraciones urbanas y complejos
industriales, al no requerir de infraestructuras faraónicas ni procesos de liquidificación y
regasificación.

Basta señalar que la principal concentración de instalaciones extractivas se sitúa entre


Nueva York y Chicago, a escasos centenares de kilómetros de la primera y tercera de las
ciudades más pobladas y, a la vez destacados centros manufactureros.

Todo ello determinó el abrupto descenso del costo del insumo.

De acuerdo con el Banco Mundial, el precio del gas (por millón de BTU3) hacia 2008, era
de u$s8,9 en suelo norteamericano, u$s13,4 en el viejo continente y u$s12,5 en el país del
sol naciente, mientras que el año pasado fueron, respectivamente, u$s3,16; u$s7,68 y
u$s10,654.

En orden de magnitudes, las compañías en EE.UU. cuentan con gas natural a menos de la
mitad del valor que pagan en Europa y un tercio respecto de lo que cuesta en Japón.

A la vez, los países que se erigieron en sus principales competidores industriales


(especialmente China y los de la Unión Europea) deben abastecerse de grandes proveedores
de combustibles que no están interesados en bajar significativamente los precios (Rusia) o
atraviesan situaciones por las que no pueden aumentar los volúmenes de abastecimiento
(Medio Oriente).

Esto garantiza para los EE.UU. mantener, durante el siguiente cuarto de siglo, la ventaja
competitiva de marras, proceso que amerita la denominación de "revolución energética
estadounidense"5.
Las decisiones del gobierno de Trump respecto a la administración del comercio exterior6,
coronan este contexto de maximización del aprovechamiento de la primacía lograda en los
últimos años, dificultando el acceso de la producción foránea a su mercado.

Por ello resulta previsible que, en primera instancia, el renacer de la industria


estadounidense, beneficiada por los bajos precios energéticos domésticos, se oriente,
principalmente, a la recuperación de las franjas del mercado interno ocupadas por sus
competidores extranjeros.

Pero seguramente no falta mucho para que las manufacturas que proliferen en el mundo
también empiecen a tener el sello "made in USA".

Y antes que ello suceda, como "sin industria no hay Nación", urge encarar y consolidar
nuestro propio proceso de desarrollo.

*MM y Asociados

Lunes, 4 de febrero de 2019

La energía: vector de competitividad


para el desarrollo argentino

Por

Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

En nuestra entrega de la semana pasada1 examinamos la revolución energética


estadounidense (en sus orígenes, resultados e implicancias futuras) como el sustrato
material del "América first" y, por extensión, del Nuevo Orden Internacional.

Como señalábamos allí, la transnacionalización de la producción de las compañías


estadounidenses para ganar competitividad -vía el usufructo de los bajos salarios pagados
fuera de sus fronteras-, está siendo revertida como resultado de la disponibilidad a bajo
costo de los insumos energéticos.

Ello explica en gran medida:

el proceso expansivo que experimenta la economía norteamericana, con prácticamente


pleno empleo y salarios al alza, y

el flujo inversor (que incluye la repatriación de importantes factorías) que garantiza su


perdurabilidad en el tiempo.

Es en este marco que, cualquier diseño de un modelo de desarrollo económico para la


Argentina que sea permanente y sustentable, necesita de la utilización de la energía como
"vector de competitividad" en la producción de bienes y servicios.

Los insumos estratégicos y los factores de producción

A la luz de lo antedicho, y antes de entrar de lleno en el examen de nuestras condiciones


nacionales, es conveniente vincular las problemáticas de la disponibilidad de insumos
energéticos y de la administración del comercio exterior como catalizador de una correcta
inserción internacional de nuestra economía.

Retomamos para ello los conceptos vertidos un año atrás ("Administración del comercio
exterior: un imperativo del ahora", BAE Negocios, 5/2/18), cuando decíamos: "partiendo de
la base de que, mayoritariamente, las relaciones entre los agentes económicos de los
diferentes países no son colaborativas sino competitivas, el análisis2 de la relación entre:

el abastecimiento de un insumo estratégico y,

la utilización del resto de los factores de producción,

explica el porqué de la necesidad de las regulaciones sobre la comercialización de algunos


bienes.

La cotización del barril de petróleo, que pasó de oscilar en la franja de los U$S30 a la de
alrededor de U$S68 entre enero de 2016 y el mismo mes de 2018, en virtud de las
decisiones de control de la producción de los países de la OPEP, provee un adecuado y
certero ejemplo, que además nos alienta a seguir reflexionando sobre la cuestión de los
"vectores de competitividad" de nuestra economía.

Tenemos entonces un aumento en el precio del insumo energético, sin que hubiera
variaciones en la función de productividad real (utilización de factores) de los países
consumidores.
Si el criterio de asignación de dicho bien entre países es por la "igualación de precios",
quienes puedan convalidar el nuevo valor (países con diferencial positivo de productividad)
pueden adquirir el recurso (con transferencia de ingresos inter factores), mientras que
quienes no lo puedan hacer (por su menor productividad) deberán ajustar a la baja sus
compras, afectando el volumen de su producción.

Mirado desde el punto de vista del interés nacional, es decir del cuidado de los hombres de
negocios y de los trabajadores del país, surge con claridad que, para el segundo grupo, esta
situación afectará tanto la rentabilidad de las empresas como la masa salarial; si los salarios
son inflexibles a la baja (como tiende a ocurrir) ello repercutirá en desocupación, mientras
que si son flexibles, podrá mantenerse el nivel de ocupación a costa de una baja en la
capacidad de consumo. En ambas situaciones, los efectos se derraman sobre el conjunto de
la actividad económica.

A resultas del cambio de situación, mejora la posición, en términos relativos e incluso


absolutos, del conjunto de naciones que mantienen su producción sin afectar la utilización
de sus factores, o que la aumentan gracias a la ventaja obtenida frente a sus competidores.

No es necesario poner nombres a los países ganadores ni a los perdedores, sino identificar
que sólo obtienen beneficios quienes producen el insumo estratégico3, al obtener mayor
ingreso por igual cantidad vendida, y quienes pueden absorber el nuevo costo sin deteriorar
la utilización de la totalidad de los factores. Resultan perdidosos quienes, ante el nuevo
valor del insumo, tienen empresas que no pueden afrontar los nuevos costos y su traslado a
precios, y entonces o bien disminuyen la cantidad de bienes ofrecidos o, si la función de
producción no lo permite, desaparecen del mercado.

Esto nos ayuda a comprender las implicancias de las regulaciones del comercio exterior en
el desarrollo de la economía."

Energía nacional

El abastecimiento de hidrocarburos en nuestro país experimenta una brutal disociación


respecto de sus potencialidades. Concurren allí la insuficiencia en la producción de petróleo
y gas natural con una política de precios energéticos que no sólo tiende a ampliar la brecha
competitiva con los EE.UU., sino que además agobia a los presupuestos familiares.

Según el ex ministerio de Energía y Minería, desde el año 2000, la producción de petróleo


ha bajado sistemática y dramáticamente, de 39,2 millones de toneladas equivalentes de
petróleo (TEP) hasta 24,8 millones en 2017.

En cuanto a la producción de gas natural, los últimos datos publicados indican similares
niveles de los de principios de siglo, en promedio 12% inferior a lo alcanzado en el período
2003-2008.
La reciente incorporación de las explotaciones no tradicionales de hidrocarburos
(yacimientos de esquisto) no es suficiente para revertir la situación.

Es que la actual política energética, continuidad de la que fuera puesta en marcha en 2012,
se basa en la utilización de subsidios estatales para incentivar el incremento de la
producción.

Dichos estímulos, en el caso del gas natural, cubren la diferencia entre el precio
-teóricamente definido- de U$S7,5 y el efectivamente observado en el mercado.

Aquel monto teórico, se estipuló bajo el criterio de que fuera inferior al de paridad de
importación4, según la previsión de que, en un sendero de tiempo definido, el mercado iría
reemplazando con precio pleno el aporte estatal. Ello obligó al aparato productivo a hacer
sus costos a mediano plazo con precios de ese hidrocarburo al alza, en abierta contradicción
con lo que venía sucediendo en los EE.UU.5.

De manera que la diagramación de la política energética prescindió de los parámetros de


costos internos de exploración y explotación, y simplemente se alineó con las referencias de
los precios internacionales.

Por ello es que, durante el año pasado, se garantizó a los productores6, por cada millón de
BTU, ese valor dolarizado, que más que duplicó los montos pagados por las industrias en
los EE.UU.

Allí se originan las altas tarifas energéticas que hoy asfixian a empresas y familias, pese a
la vigencia de los ingentes subsidios requeridos para alcanzar el "precio sostén" prometido
a los productores. Y, aun así, las compañías locales pagan, en promedio, un 35% más que
sus competidores norteamericanos ya que, según la autoridad energética, en nuestro país el
valor promedio por el gas natural para las industrias alcanzó los U$S4,11 durante 2018.

Dado este conjunto de circunstancias, y siendo la energía el insumo más difundido, este
esquema se erige como un obstáculo insuperable para cualquier intento de mejora
sustantiva en la competitividad internacional de nuestras manufacturas.

Se trata, sin embargo, de un impedimento removible, atento a las potencialidades que


ofrecen los yacimientos hidrocarburíferos convencionales (continentales y off shore) y no
convencionales de la Argentina.

Si ponemos en marcha una política energética que vincule los precios de comercialización
con sus costos de exploración y explotación, el ciclo virtuoso que hoy observamos en los
Estados Unidos podría reeditarse en nuestra Patria.

1-“El ‘America first’ y el Nuevo Orden Internacional”, BAE, 28/1/19.

2-Ejercicio que se realiza sobre un modelo económico simplificado.


3-Asociado al ejemplo, pero en el otro extremo, la revolución energética de los EE.UU.,
con la explotación de Shale Gas y Shale Oil, genera las mismas consecuencias.

4-El precio de adquisición más los costos requeridos para su llegada a los mercados
relevantes.

5-Ello explica por qué el grupo controlante de la empresa venezolana SIDOR (y de las
principales acerías argentinas), utilizó los fondos obtenidos como indemnización por su
estatización, para instalar su nueva planta en los EE.UU., competitiva de la que ya tiene en
nuestro país.

6-Resolución 46-e/2017 del (ex) Ministerio de energía y minería. Estableció los siguientes
precios mínimos (en dólares por millón de BTU) en cada año calendario: 7,50 para 2018;
7,00 en 2019; 6,50 en 2020 y 6,00 para el 2021. Al cierre de esta nota, el Gobierno
Nacional estipulaba que el límite máximo de los volúmenes subsidiados sería aquellos
previstos en el programa original.

*MM y Asociados

Lunes, 11 de febrero de 2019

Resultados rojos, perspectivas negras

Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari

Así como las estadísticas sobre recaudación tributaria pueden brindarnos un panorama del
comportamiento que tuvo la actividad económica en el pasado reciente, el análisis del nivel
que alcanzan las importaciones resulta un buen proxy para vislumbrar lo que acontecerá, en
el primer trimestre del año, en el mercado de bienes y servicios1.

Generalmente, el desempeño de la balanza comercial suele analizarse a partir de su saldo.


Y, naturalmente, el superávit comercial resulta necesario para la economía argentina. Ahora
bien, lo que actualmente ocurre es que este se consigue por un desplome de las
importaciones, por lo que no es más que otra de las aristas de la Supercrisis, que venimos
señalando desde "¡Ay Patria mía!" (BAE, 7-5-18).
En este marco es que analizaremos las perspectivas de la economía real, teniendo en cuenta
el comportamiento de ambas variables.

Recaudación: pésimas noticias

En nuestro artículo "2019. Un escenario lábil" (BAE, 21-1-19) calculamos la caída de la


recaudación en términos reales2. Para ello realizamos un ejercicio que consistió en:

indexar la recaudación de diciembre de 2017 mediante un conjunto representativo de


indicadores, obteniendo un valor teórico de los ingresos tributarios que debieran haberse
alcanzado en diciembre de 2018, para mantener el mismo "poder de compra" que el año
anterior;

comparar ese valor teórico con lo efectivamente obtenido y, finalmente,

estimar la magnitud de la pérdida de ingresos reales acaecida.

Repitiendo dicha metodología para enero de 2019, una conclusión relevante es que, en el
primer mes del año, hubo una pérdida interanual de recaudación del 11,8%.

Adicionalmente, hubo un ingreso extra de aproximadamente $8.000 millones -originado en


la modificación del régimen de retenciones- sin el cual, la baja hubiera alcanzado el orden
del 13,7%.

Se necesita un cambio que oriente la economía a un modelo de desarrollo permanente y


sustentable

Este porcentaje, razonablemente, se puede asimilar a la caída promedio de la actividad


económica en el sector privado.

Así, tal como habíamos anticipado, la disminución de la recaudación supera en velocidad a


la del gasto público, por lo que el objetivo oficial, acordado con el Fondo Monetario
Internacional, planteado para el año en curso, acerca de alcanzar el equilibrio entre ingresos
y gastos operativos3, se vuelve incumplible.

¿Por qué importa cuánto se importa?

Las decisiones empresarias sobre cuánto importar se ajustan, principalmente, al nivel de


producción y dinámica comercial previstos para el futuro, resultando un "correcto
orientador" del porvenir inmediato del conjunto de la actividad económica.

Por lo tanto, si quisiéramos estimar el nivel del Producto Interno Bruto (PIB) que el
mercado asigna al primer trimestre de 2019, podríamos utilizar el dato sobre importaciones
de diciembre de 2018.

Para realizar este ejercicio efectuamos el siguiente procedimiento:


actualizamos, con el índice de precios del comercio exterior publicado por el INDEC, las
importaciones de los meses de diciembre de una serie histórica reciente,

seleccionamos el mes de mayor equivalencia, que es el de diciembre de 2007, cuyas


importaciones ajustadas (U$S 3.801 millones) muestran un nivel similar a las del último
mes de 2018 (U$S 3.913 millones),

inferimos que, si el nivel de importaciones de ambos diciembres se asemeja, el del PIB en


los meses inmediatos subsiguientes también lo hacen, y

actualizamos, para realizar la comparación antedicha, el PIB del primer trimestre de 2008
con el índice de precios al consumidor de los EE. UU.

Así, concluimos que las importaciones de diciembre pasado sólo son compatibles con un
PIB, en el primer trimestre de 2019, casi 10% inferior4 al del final de 20185.

Ya estamos en el precipicio

Lamentablemente, la actual coyuntura nos vuelve a dar la razón. Tal como afirmamos en
"Llegó la Supercrisis, evitemos la Hipercrisis" (BAE, 14-5-18), la Argentina se enfrenta a
un escenario en el que convergen los desequilibrios fiscales del 89 con los del sector
externo de 20016, por lo que ambos fenómenos se potencian mutuamente generando las
condiciones de una Supercrisis.

Al respecto, en todo el abanico ideológico de la profesión existe ya un consenso acerca de


la inviabilidad del actual esquema oficialista, y en muchos casos se ha perdido el pudor de
expresarlo abiertamente.

Así, un consultor, insospechado de oponerse políticamente al gobierno actual, sostuvo hace


pocos días en diversos medios de prensa: "Lo cierto es que mas de dos tercios de las
empresas que operan en nuestro país se han lanzado a cerrar sus puertas, a desprenderse de
los negocios, a reducir la estructura para evitar mayor exposición al riesgo de una quiebra,
y de pérdidas irremediables fuera de control. En las pequeñas compañías se tienen cifras
verdaderamente inigualables de cierres de sucursales, de oficinas y hasta de centros de
producción. En las medianas y grandes, con mayor respaldo, se están afrontando retiros
voluntarios, procedimientos de crisis y de reestructuración productivos".

En simultáneo, economistas liberales están planteando (aunque no constituya una


alternativa técnicamente viable), la dolarización de nuestra economía como esquema de
salida.

En sí, lo relevante, es que ninguno de los colegas encuentra que este gobierno pueda virar el
barco y llevar la economía a un puerto que no se llame "desastre".
Como sostuvimos recientemente7, "el costo de la pax cambiaria de las recientes semanas es
la destrucción, con prisa y sin pausa, de la base material de la Nación y su trabajo
incorporado".

Este esquema sólo será revertido ante un cambio profundo que oriente la economía hacia un
modelo de desarrollo permanente y sustentable.

Por lo tanto, sólo el encuentro armonioso entre la política y la economía permitirá el


tránsito adecuado desde este presente oprobioso, hacia un futuro venturoso.

*MM y Asociados

1 Ello, debido a que el adecuado funcionamiento del aparato productivo nacional requiere
de la adquisición en el extranjero de un conjunto de bienes de capital e insumos.

2 El concepto “real” alude a la capacidad de compra de la recaudación en términos de


bienes y servicios.

3 Uno de los objetivos planteados en el acuerdo Stand by entre el gobierno nacional y el


FMI es el de alcanzar un déficit fiscal primario igual a cero en 2019.

4 El PIB de 2018 fue proyectado, dado que aún no se ha publicado oficialmente. Cabe
consignar que un elemento determinante en esa estimación es el tipo de cambio que se
utiliza en su conversión de pesos a dólares. Así, mientras a los fines estadísticos es usual
utilizar el valor del dólar promedio, en el mundo de los negocios es el del final del año el
que cobra relevancia.

5 Está claro que la drástica reducción de las compras externas observada al final del año
pasado no está motivada por la vigencia de ninguna medida gubernamental que restringa
las importaciones, ni tampoco obedece a un súbito proceso de sustitución de importaciones.

6 Si bien, producto de la devaluación, el resultado de la balanza comercial mejoró hacia el


final de 2018, la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos (la totalidad del sector externo)
sigue siendo ampliamente deficitaria.

7 “La pax cambiaria y la destrucción de la base material de la Nación”, BAE Negocios, 17-
12-18.
Lunes, 18 de febrero de 2019

The "Duran" show

Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto itzcovich

Como en aquella exitosa película, cuyo título parafraseamos en este artículo (The Truman
show), el oficialismo vive en una realidad ficticia, intentando que la verdad no salga a la
luz. Pero, a diferencia del filme, donde luego de muchos años el protagonista toma nota de
que transita una ficción, en este caso el gobierno se empeña en permanecer en su mundo
irreal.

Así, pone en práctica las recomendaciones de Duran Barba, quién sostiene que para ganar
elecciones lo relevante es el show.

A ello coadyuvan algunos economistas cooptados por el oficialismo, con frases tales como:
"pero con el correr de los meses y con el relativo éxito del esquema de flotación entre
bandas, el gobierno logró acumular capacidad de fuego"; "La crisis económica terminó. Lo
cierto es que con un poco de suerte, no más, el presidente podrá enfrentar las elecciones con
una economía en franca recuperación"; "Hoy estamos mal pero vamos bien, hemos dejado
de caer"; o "Creo que el año que viene (por el 2019) deberíamos tener cuatro trimestres
consecutivos de crecimiento", entre otras.

Pero el rol de la consultoría económica es brindar las herramientas necesarias para que las
decisiones empresariales queden despojadas de todo elemento de ficción.

Es por esto que, luego de desentrañar el verdadero comportamiento de los tipos de interés,
nos adentramos en el análisis de la matriz decisional, oportunamente presentada1, a fin de
facilitar la evaluación de los riesgos, al elegir el camino a seguir en los negocios en los
próximos meses.

¿Bajan las tasas de interés? Sí, pero

De un examen minucioso de la hoja de balance del Banco Central de la República


Argentina ( BCRA), surge con claridad que el mes de enero cerró con una deuda financiera
superior, en mil millones de dólares, a la de septiembre de 2018, alcanzando una
proporción de una vez y media sus pasivos totales sobre las reservas internacionales (netas
de depósitos en dólares de las entidades financieras en el BCRA).
Ello es así, porque las tasas promedio de los pasivos financieros remunerados tuvieron una
leve baja en términos nominales ya que, durante el primer mes del año, la autoridad
monetaria fue reduciendo la tasa nominal anual (TNA) sobre las Leliq de 59% a 51%2
pero, simultáneamente, terminó el mes con una TNA de Pases en valores del 69%
(habiendo partido del 74% a principios de enero), una reducción mucho menos
significativa.

Así, al calcular la tasa efectiva anual (TEA)3 con el mix de portafolio (entre Leliq y Pases),
resulta que el interés anual que pagó la autoridad monetaria sobre estos pasivos se mantuvo
en valores superiores al 74% e incluso, entre los días 22 y 29 de enero, subió en lugar de
bajar 4.

Y, aunque para los que apuestan al carry trade sencillamente se trata de una "gallina de los
huevos de oro" (si logran realizar la ganancia en dólares esperada), para el sector privado
doméstico la TEA promedio en los préstamos comerciales y personales de las entidades
bancarias permanecen inalteradas, con costos anuales que superan el 100%5.

La decisión empresaria: "ser o no ser"

En nuestro artículo "Primero hay que saber diagnosticar, después planificar y, al fin,
gestionar los resultados" -segunda parte- (BAE Negocios 31-12-18), presentamos un
esquema, simplificando los escenarios que el estado del arte de la economía considera
probables, y las posibles estrategias a seguir por las empresas. Claro está que esta última
dimensión es la única susceptible de control (ya que el entorno pertenece al espacio de "lo
dado"), por lo que cada quien deberá resolver los riesgos implicados de la intersección que
entre ambos resulte.

Para facilitar la comprensión de nuestro planteo, resumimos en un tabulado, al que


llamamos Matriz de Riesgos 2019 (MR19), los resultados que cada compañía podría
obtener, según la adecuación de sus acciones al funcionamiento económico que se plasme
en la realidad.S i se asume la predicción oficial, el escenario más optimista bajo el que se
prevé una leve mejoría, las empresas que decidan su "plan de negocios" en virtud de esta
"mesa de arena", serán proclives, entre otras providencias, a:

endeudarse en dólares,

ofrecer crédito comercial a mediano y largo plazo, y

aumentar sus stocks,

asumiendo riesgos severos o muy severos si la hipótesis no se verifica.


Los primeros datos de actividad económica relativos a enero de 2019 muestran la
continuidad de la pendiente descendente. Fuentes privadas informaron que,
interanualmente, los patentamientos de automotores bajaron 50,4%, la construcción más del
20%, y la industria y el comercio continúan con su profunda caída.

Atento al desempeño observado hasta la fecha y al desplome de las importaciones como


anticipo de la actividad futura ("Resultados rojos, perspectivas negras", BAE Negocios, 11-
2-19), se puede dar por sentado que la probabilidad de ocurrencia de este contexto es nula.

En los casos que esperan el entorno moderadamente pesimista (continuidad del actual
escenario económico agónico), la preocupación central será la de la mantención del
funcionamiento de las compañías. Ello no conllevaría mayores riesgos que la pérdida de
oportunidades de negocios si se registrara un cambio drástico en las condiciones generales.

Sin embargo, no son pocos los especialistas que otorgan pocas chances a la verificación de
ese tipo de entorno. Ejemplo de ello es la propuesta de dolarización que sostiene un grupo
de economistas, cuyo implícito diagnóstico es el de la insustentabilidad del presente
esquema.

Finalmente, también está la posibilidad de prepararse para la opción de disrupción


económica con solución institucional, que se presenta como la más severa en términos
políticos, pero a la vez resulta la que ofrece mayores oportunidades comerciales.

Es que, paradójicamente, del escenario disruptivo emergerá un rotundo viraje para la


economía nacional, en un proceso de sentido contrapuesto al transitado hasta ahora, que
permitirá restituir los equilibrios macro, dinamizar los mercados, y proteger al entramado
social, en forma simultánea.

En ese marco, aprestar la empresa para tenerla en "aptitud", en términos formales y en


capacidad productiva, resultará decisivo para aprovechar las ventajas que ofrezca la nueva
coyuntura.

El espíritu emprendedor será el que marque la diferencia dado que, con un mercado interno
floreciente y mejores condiciones externas en términos de competitividad, llegará la hora
de aprovechar las buenas decisiones tomadas, capitalizando las empresas.

1 “Primero hay que saber diagnosticar, después planificar y, al fin, gestionar los resultados
(primera parte)”, BAE Negocios, 24/12/18.

2 Cabe consignar que al 12 de febrero la tasa nominal anual de Leliq llegó a 44%, en tanto
la de pases activos se ubicó, en esa misma fecha, en 61%.
3 La diferencia entre la tasa nominal y la efectiva, es que la primera se calcula sobre el
capital invertido originalmente (interés simple), en tanto la segunda acumula y capitaliza
los intereses, es decir va calculando la tasa sobre el capital más los intereses ganados
(interés compuesto).

4 Valores obtenidos de un trabajo realizado por nuestro colaborador Lic. Oscar Carreras
(Máster de la Universidad de Chicago), en base a información oficial del BCRA

5 En los servicios de préstamos de entidades no bancarias e informales, los costos


financieros varían en un amplio rango, siempre superando el 100% anual, hasta incluso
alcanzar el nivel 440% en los casos de los microcréditos personales a sola firma.

*MM y Asociados

Lunes, 25 de febrero de 2019

Unió n Europea: sueñ o de una noche de


verano
Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto itzcovich

Hemos venido señalando, como un elemento clave para la comprensión de la coyuntura y del
escenario en que deberemos desenvolvernos en los próximos lustros, el proceso de
transformación profunda que el entramado internacional experimenta ya que, desde el final de la
Guerra Fría, no habíamos observado cambios de semejante relevancia.

La globalización, en aquel entonces emergente como modelo hegemónico y excluyente de las


relaciones entre los países, hoy da paso al Nuevo Orden Internacional (NOI), caracterizado por la
puesta en valor de los vectores de competitividad de las economías nacionales.

La transformación en curso repercute en todos los ámbitos, con intensidades que se expresan -en
cada país- de forma proporcional a los usufructos obtenidos en el diseño anterior, afectando
incluso el espacio de las representaciones, hasta prácticamente poner en crisis la institucionalidad
dominante.

Las que fueran fulgurantes estrellas del orden de la globalización, especialmente China y la Unión
Europea ( UE), no sólo pierden su resplandor, sino que, en el caso del viejo continente, queda
además atravesado por agudas crisis políticas, cuyas consecuencias aún no son mensurables.

El bloque, por su diseño históricamente extemporáneo, parece enfrentarse finalmente a sus


límites objetivos, encaminándose al destino de lo onírico: confuso y efímero.

La base material de la transformación

Como hemos señalado1, el NOI es un proceso sin retorno, con sólidas bases materiales, en el que
queda atrás el aprovechamiento que las compañías de los países "centrales" hicieron de los bajos
salarios pagados en otras partes del mundo mediante la internacionalización de las cadenas de
producción, aspecto medular de su ganancia de competitividad, cuya contracara fue el deterioro
de la infraestructura industrial en los propios territorios de origen, y las consecuentes secuelas
sobre los entramados sociales.

El drástico cambio de enfoque que los Estados Unidos imprimieron a sus políticas, tanto internas
como externas, desde la asunción de Donald Trump como presidente, bajo la consigna "America
first", se erige como punto de inflexión, dando irreversibilidad a la transformación del orbe.

La dependencia energética de Europa es un obstáculo para su competitividad

En el actual proceso, el vector energético se posiciona como el "ordenador" que define a los
ganadores y los perdedores del NOI, esquema en el que los países que estén en condiciones de
poner en valor sus propios vectores de competitividad, son los que potencialmente pueden
afrontar la reparación de sus propios entramados sociales, vigorizando la producción fronteras
adentro y mejorando sus posiciones en el comercio internacional.

Los límites de la competitividad europea

La dependencia energética de Europa2, sin dudas constituye un obstáculo casi insalvable en


términos de potenciales ganancias de competitividad de la producción en su propio territorio, sin
afectar el empleo y los salarios.

Según los reportes oficiales, casi el 90% del petróleo y el 70% del gas natural consumido en los
países de la eurozona3 son importados, siendo Rusia el principal proveedor (también en cuanto a
combustibles sólidos). Al tiempo, en los últimos años la UE ha producido, en promedio, 15%
menos de energía primaria, respecto de una década atrás.

También hay implicancias en términos de seguridad del abastecimiento energético del mercado
común, ya que una alta proporción de las compras externas se concentra en pocos socios
comerciales.

En 2016 (última estadística agregada disponible), el 77,1% de las importaciones (netas) de gas
natural en la eurozona provino de Rusia, Noruega o Argelia; en cuanto a las de combustibles
sólidos, el 68,2% se obtuvo de Rusia, Colombia y Australia, mientras que Rusia, Noruega e Iraq
proveyeron el 52,6 % de las de petróleo crudo.

Como hemos visto, la disparidad de los precios energéticos4 es crecientemente significativa. De


acuerdo con el Banco Mundial, el precio del gas (por millón de BTU) hacia 2008, era de u$s8,9 en
suelo norteamericano, u$s13,4 en el viejo continente y u$s12,5 en el país del sol naciente,
mientras que el año pasado fueron, respectivamente, u$s3,16; u$s7,68 y u$s10,65.

De allí que, previsiblemente, las dificultades para la mantención de la competitividad del aparato
productivo europeo sigan una tendencia incremental, conforme sus competidores, especialmente
los Estados Unidos, continúen reduciendo sus costos unitarios de producción e implementando
políticas de administración del comercio exterior.

El ocaso de la unificación

Así como, en el pináculo de la globalización, la constitución de ámbitos de gobierno y legislaciones


de orden supranacional sirvieron como óptimos complementos del proceso económico basado en
el libre comercio, la internacionalización de las cadenas de producción y la financierización del
capital, tal institucionalidad hoy entra en crisis, acompañando el hundimiento del modelo
neoliberal y su ideario.
Es que, desde hace ya tiempo, cobran creciente fortaleza en la eurozona los planteos
antieuropeístas, estableciendo tensiones que se expresan tanto al interior de los países, como
entre los estados y la institucionalidad supranacional o incluso de aquellos entre sí.

En el centro de tal confrontación se ubica la pugna entre las viejas representaciones que
sustentaron el orden de la globalización, hoy caduco, y las nuevas formaciones políticas y sociales,
que expresan las búsquedas autónomas de cada nación europea.

Si bien la salida del Reino Unido de la UE ( Brexit) es la manifestación más acabada (hasta la fecha),
de la tendencia a la desintegración de la eurozona en los términos institucionalmente
establecidos, posiblemente sean más relevantes otras expresiones, dado que podrían indicar la
aparición de conflictos que se desarrollen por vías menos ordenadas y diplomáticas.

Es muy significativo que desde el propio gobierno de Alemania, indiscutible líder de la eurozona y
adalid del libre mercado, hoy se alcen voces que, contradictoriamente reclaman tanto la puesta en
vigencia de medidas proteccionistas (como la propuesta del ministro de Economía de que el
gobierno adquiera participación temporal en algunas empresas tecnológicas, a fin de evitar que
sean compradas por corporaciones extranjeras5), como el fortalecimiento de unas "fuerzas
armadas conjuntas"6 para el bloque.

La beligerancia también opera al interior de Europa. Así lo testimonia el congelamiento de las


relaciones entre Francia e Italia, en una escalada que comenzó ni bien accedió al gobierno
peninsular la alianza de los ascendentes "Movimiento 5 estrellas" y "La liga".

Son múltiples los indicadores de que las tendencias centrífugas, en sus variopintas vertientes, van
imponiendo paulatinamente sus nuevos enfoques, en detrimento de la anteriormente indiscutida
supremacía de la burocracia de Bruselas sobre los gobiernos nacionales.

Es que en todo el territorio europeo, las formaciones políticas que sustentaron el paradigma del
neoliberalismo que reinó a posteriori del colapso del bloque soviético (desde los partidos liberales
y conservadores hasta las tradicionales socialdemocracias e "izquierdas aggiornadas"),
experimentan un notorio deterioro en su representatividad.

Este proceso de ruptura va siendo capitalizado por expresiones de alcance local que, desde
diversos orígenes ideológicos, se alimentan de la disconformidad reinante y de las expectativas
que generan sus propuestas "nacionales".

Al mismo tiempo, es importante atender a la acción de los actores externos al bloque, que
también debilita las condiciones de supervivencia de la Eurozona.

Desde el final de la II Guerra Mundial, quienes mayoritariamente se hicieron cargo de custodiar los
mares y fronteras europeos, fueron los EE.UU., que hoy sostienen que es injusto imponer a los
contribuyentes estadounidenses los gastos militares hasta ahora requeridos. Como consecuencia
de tal cambio de enfoque, serán los propios países de la alianza continental quienes deban asumir
los costos de su defensa.
Ahora bien, aun cuando resulte comprensible, entre numerosos actores del viejo continente, la
obstinada persistencia en la defensa de un mundo que antaño proveyó de privilegios, pero que
hoy se desvanece, en estos lares, ese es un error que no podemos afrontar.

Esa retrógrada visión, que urge remover, es la que sostiene el actual oficialismo, constituyendo
una de las claves explicativas del rotundo fracaso económico al que nos ha dirigido.

La cabal comprensión del mundo que emerge en un Nuevo Orden Internacional, es una condición
sine qua non para la viabilidad del Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable
(MoDEPyS) que nuestra Patria necesita.

1-“El America First y el Nuevo Orden Internacional”. BAE Negocios. 28/1/18.

2- Dada la actual matriz energética. Si se decidieran transformaciones relevantes, amén de las


reacciones de los actuales proveedores ante el perjuicio, su ejecución requeriría de plazos
extensos, a contabilizar en lustros.

3-De acuerdo a las denominaciones utilizadas en el sitio web de la Unión Europea, los estados
miembro son: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chequia, Chipre, Croacia, Dinamarca,
Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia,
Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumanía y Suecia.

4-“El America First y el Nuevo Orden Internacional”. BAE Negocios. 28/1/18.

5-Caso similar a la negación del ente regulador norteamericano a la irrupción en sus puertos de
empresas de capitales árabes.

6-Reciente “Tratado de Aquisgrán” firmado por Ángela Merkel y Emmanuel Macron.

*MM y Asociados

Lunes, 4 de marzo de 2019

El precio de los alimentos en una


economía orientada a la producció n
Por Lic. Guillermo Moreno, Dr. Claudio Comari, Lic. Norberto Itzcovich

No es esta la primera vez que señalamos la urgencia de profundizar la reflexión sobre los
requisitos y fundamentos que permitan edificar un Modelo de Desarrollo Económico Permanente
y Sustentable (MoDEPyS) en nuestro país, ante el indisimulable agotamiento del experimento
económico en curso.

Es cierto que la etapa nos impone desafíos urgentes (para mitigar los daños producidos por el
esquema vigente), pero también hoy se hacen presentes los que son mediatos, aquellos que, una
vez atravesada la forzosa fase de la reconstrucción, nos orienten a plantar los cimientos de la
necesaria Argentina de la producción y el pleno empleo.

En un contexto mundial en el que se debilita el libre comercio y sus instituciones garantes, como la
Organización Mundial del Comercio ( OMC), se abren oportunidades para que las naciones pongan
en valor sus vectores de competitividad.

En nuestra Patria, ello se traduce en la necesidad de maximizar el beneficio colectivo de la


utilización de las rentas extraordinarias originadas en:

la producción de algunos alimentos y

la exploración-explotación de los combustibles fósiles.

Parece entonces apropiado dirigir la atención al primero de estos tópicos (luego de haber tratado
diversas facetas del segundo recientemente1), profundizando sobre las tensiones de la interacción
entre el mercado doméstico y el internacional en una de las producciones emblemáticas: la carne
vacuna.

El marco de la reflexión

Aun corriendo el riesgo de ser reiterativos, consideramos pertinente repasar algunos conceptos
que introdujimos, en este espacio comunicacional, el 29 de enero del año pasado, en el artículo
"¿Cómo seguimos?".

Allí asumimos como postulado básico que "para implementar un MoDEPyS, es imprescindible que
las dirigencias gremiales, tanto de empresarios como de trabajadores, lo hagan propio" y, para
que ello ocurra, "deben cumplirse, entre otras condiciones, que:

las empresas obtengan adecuada rentabilidad,

el mercado de trabajo tienda al pleno empleo, con salarios de alto poder adquisitivo, y
los sistemas de previsión y seguridad social sean suficientemente vigorosos,

asegurando así adecuados niveles de bienestar para el conjunto de la población".

Definíamos también a los vectores de competitividad del aparato productivo nacional, como
aquellos capaces de reducir los costos primos (en forma intensiva y extensiva) de nuestras
empresas, garantizando su hegemonía en el mercado doméstico y potenciando su inserción en los
internacionales, a la vez que señalábamos que "dichos vectores no pueden ser otros que los
asociados a las rentas extraordinarias en la economía, es decir aquellos beneficios redundantes,
que se generan en el mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir de
ejercer la exclusividad de explotación de algún recurso natural".

Y más acá, en noviembre pasado ("Reflexiones sobre el modelo de desarrollo argentino", BAE
Negocios, 19/11/18), marcábamos que, como aliciente de la demanda, "los precios justos y
equitativos para los alimentos, permitirán recomponer el poder adquisitivo de los ingresos
populares, impactando favorablemente en el crecimiento del consumo privado".

El consumo de las vaquitas: cada vez más ajeno

La ganadería -como explotación comercial- tiene tal envergadura en nuestro país, que algunos
académicos afirman que su historia es la de la Argentina.

En el día a día, algo de esto se verifica dado que, después del alza del precio del dólar y de los
combustibles, el de la carne es el que más impacto tiene en la vida social y familiar, lo que se
expresa en el viejo adagio de "aumenta la carne y aumenta todo", aunque ese "todo" es el costo
de los alimentos.

En lo que va del año, el precio del ganado en pie ("kilo vivo") se ha disparado en el entorno del
50%, llegando incluso a superar ese porcentaje en algunas de las categorías. Bajo estas
circunstancias, es importante descifrar el porqué de este acontecimiento.

En general el mercado interno tiene las siguientes características: los sectores de alto y medio
poder adquisitivo consumen el animal liviano (ternera, y vaquillona y novillo livianos) mientras
que, restaurantes orientados al turismo y otros demandantes sofisticados, adquieren el novillo
pesado de exportación (el famoso bife de chorizo de 500g.).

Las categorías populares son la vaquillona y el novillo pesados, pero la principal es la vaca buena.

En el contexto armado por Cambiemos, esta última, más económica, comenzó a ser masivamente
exportada, especialmente desde la incorporación de China como comprador relevante, tal como
se refleja en el gráfico, que muestra la casi triplicación de las cantidades vendidas y el simultáneo
descenso de los precios promedio.
Al margen de la imposición que hizo el FMI en la última renegociación, en la que exigió la
reinstalación de las retenciones, el marco ideológico de este gobierno contempla que el precio
doméstico se expresa en el concepto de "paridad de exportación", esto significa que, al eslabón de
la cadena que ejecuta dicha comercialización, le resulta indistinto que su comprador sea cliente
doméstico o extranjero2.

Bajo dicha paridad (con el fuerte incentivo a las exportaciones, sin selectividad de mercados ni de
cortes), la inevitable consecuencia fue lo que aconteció: para satisfacer la demanda externa,
resultó necesario contraer la doméstica, vía aumento de los precios internos.

Según los informes de la Secretaría de Agroindustria, entre los meses de enero de 2018 y 2019, el
consumo interno per cápita, medido en kilogramos al año, se redujo en más del 11%, desde casi 60
hasta menos de 53.

La política de Cambiemos, finalmente, quita la carne de las mesas argentinas para llevarla a las
extranjeras, especialmente a las de China, país que compró el 56% de las exportaciones de este
producto el año pasado.

¿Segmentación de la exportación o retenciones?

Si el MoDEPyS debe ser un modelo basado en la producción y, por ende, la inversión, los precios
justos y equitativos para los alimentos son una de las claves para su logro.

El aumento del poder adquisitivo de los ingresos populares (sueldos, salarios, jubilaciones y
pensiones), se logra modificando a la baja la proporción de las erogaciones de la canasta
alimentaria en los presupuestos familiares, permitiendo así acceder a la población a otros
consumos, dinamizándose el mercado doméstico.

Por una parte, tenemos que considerar que, si bien el producto genérico es la carne vacuna, su
comercialización para el consumo final se realiza mediante diferentes tipos de cortes.

No es un desafío especialmente difícil, el de administrar el sector de manera tal que se pueda


garantizar el abastecimiento mediante un acuerdo en la mesa cárnica, que ya lleva 13 años de
funcionamiento desde su lanzamiento en 2006. En él se podría pactar la segmentación de
exportaciones, por el tipo de animal y también por cortes, modalidad que fuera, históricamente, la
característica de esta rama de actividad, destinando a los mercados externos los más "exclusivos"
(cortes magros), mientras que los locales consumíamos los restantes.

Por la otra, también se contrapone al objetivo de "precios alimentarios justos y razonables", el


marco conceptual de "precios de paridad de exportación" hoy vigente, que implica desconocer o
repudiar el rol de las retenciones como tasa de imposición que permite diferenciar el doméstico
del internacional (desacople), principal efecto de este tipo de tributo, mucho más relevante que el
recaudatorio.
De modo que la búsqueda de un esquema óptimo a alcanzar puede basarse en que:

lo cobrado por retenciones vuelva al sector mediante fondos específicos, o

la puesta en marcha de un esquema en el que la producción que es consumida en el mercado


doméstico se desacople de los precios internacionales sólo en el quantum internamente requerido
(cuotas con valores diferenciales)3.

Bajo estos patrones, también es posible operar en otras cadenas de alimentos y derivados
(lácteos, cereales, oleaginosas, etc.), desalineando los precios internos de la canasta básica, del
valor de un tipo de cambio competitivo.

Estos ejemplos dejan meridianamente aclaradas las potencialidades del MoDEPyS, en el que,
simultáneamente a la satisfacción de las necesidades del conjunto de la población, crezcan la
inversión y la producción.

La Argentina de Pleno Empleo y Justicia Social, es tan necesaria como posible.

1 BAE Negocios. “Una Argentina de pleno empleo es posible y necesaria” (19/2/18). “Reflexiones
sobre el modelo de desarrollo argentino” (19/11/18).

2 Obviamente dicha conducta está calibrada por la facilidad de cobros, conocimiento del cliente y
otras múltiples referencias que influencian el precio y determinan la realización de una operación
comercial.

3 Existen antecedentes exitosos de este diseño, como lo fue el fideicomiso relacionado al aceite
mezcla de cocina entre 2009 y 2016.

*MM y Asociados

Lunes, 11 de marzo de 2019

Una nueva versió n de "lo peor ya pasó "


Una nueva versión de "lo peor ya pasó"

Por Lic. Guillermo Moreno, Lic. Norberto Itzcovich, Dr. Claudio Comari
A pesar de que la economía cayó 7% interanual en diciembre y 2,6% en el año1, los funcionarios
del Ministerio de Hacienda sostienen, no sin un alto grado de cinismo, que "el piso de la recesión
habría sido en noviembre".

En esta nueva versión de "lo peor ya pasó", el oficialismo vuelve a plantear, casi
desesperadamente, que a partir del segundo trimestre la economía mejorará, debido al impacto
positivo que podrían tener en el PIB:

el incremento de las exportaciones, y la subsecuente tranquilidad que brindaría el saldo positivo


de la balanza comercial, y

la disminución del déficit fiscal total, a partir de la búsqueda del equilibrio entre los ingresos y
gastos operativos2.

Ahora bien, con respecto al primero de los señalamientos, afirmábamos en "Resultados rojos,
perspectivas negras" (BAE Negocios, 11-2-19): "el desempeño de la balanza comercial suele
analizarse a partir de su saldo. Naturalmente, el superávit comercial resulta necesario para la
economía argentina, pero lo que actualmente ocurre es que este se consigue por un desplome de
las importaciones".

Y en lo referente al ámbito fiscal, como viene quedando palmariamente demostrado en los


últimos meses, y ratificado por los datos de febrero, la caída de la recaudación se produce a mayor
velocidad que la del gasto público, con lo cual la disminución del déficit se transforma en una
quimera.

Como nos hemos explayado en reiteradas ocasiones sobre este último tema, en los párrafos
subsiguiente desarrollaremos analíticamente aspectos relacionados a uno de los componentes del
sector externo: la balanza comercial.

Exportaciones: una desagradable ¿sorpresa?

El último dato oficial publicado, referente al mes de enero, muestra una caída del valor (precio por
cantidad) de las ventas externas argentinas de 4,7% con respecto a igual mes del año anterior.

Al analizar dicho comportamiento según su rubro, se observa que mientras se incrementaron las
exportaciones de Productos Primarios (PP, 12,6%) y de Manufacturas de Origen Agropecuario
(MOA, 6,5%), las de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) cayeron 24,3%, y las de Combustibles
y Energía (CyE), a pesar de los anuncios oficiales, lo hicieron en un 27,4%.

Así, el efecto alcista sobre las exportaciones de la "cosecha salvadora", que el oficialismo anhela
como un vaso de agua en el desierto, resulta más que compensado por la marcada baja del resto
de los rubros.

Cambiemos consiguió generar desequilibrios macroeconómicos, fiscal y del sector externo


Ello es causado, entre otros motivos, por la combinación de la descabellada medida de gravar con
retenciones a las exportaciones industriales, en simultáneo con la reducción, en el caso que los
hubiera, de los reintegros por las ventas al exterior.

Queda claro entonces que, al igual que ocurrió con otras tantas predicciones oficiales, el de las
exportaciones tampoco será el ítem de la demanda global que detenga la caída del PIB, ni
equilibre las cuentas del sector externo.

¿Y de impo como andamos?

Como explicábamos hace algunas semanas en el artículo citado, el análisis del nivel que alcanzan
las importaciones resulta un buen proxy para vislumbrar lo que acontecerá, en los meses
inmediatos posteriores, en el mercado de bienes y servicios.

Ello es así porque las decisiones empresarias sobre el quantum de compras externas se ajustan,
principalmente, al nivel de producción y la dinámica comercial previstos para el futuro, resultando
un "correcto orientador" del porvenir inmediato del conjunto de la actividad económica.

Y, en ese sentido, su desempeño durante el mes de enero augura el desplome de la economía, al


caer 26,5% en valor, producto casi exclusivamente de la disminución de las cantidades, ya que los
precios prácticamente no se modificaron.

En este comportamiento de las compras externas3 resalta el desempeño de las de bienes de


capital, cuyas cantidades disminuyeron 36,6%.

En consecuencia, nuestra afirmación acerca de que "las importaciones de diciembre pasado sólo
son compatibles con un PIB, en el primer trimestre de 2019, casi 10% inferior al del final de 2018",
puede perfectamente trasladarse a los meses subsiguientes, cobrando cada vez mayor vigencia a
medida que se van conociendo nuevos datos del desempeño de la actividad económica y la
balanza comercial.

La única verdad

Al transcurrir el último año del gobierno de Cambiemos, el aparato productivo nacional exhibe una
performance calamitosa, en la que la vulnerabilidad no es privativa de las compañías pequeñas y
medianas, sino que afecta a todos los negocios, ya que abundan entre las grandes empresas, los
procesos preventivos de crisis, concursos y balances que exhiben cuantiosos quebrantos.

Como muestra, basta mencionar el caso de una destacada empresa molinera (cuya magnitud de
oferta en el mercado de harinas alcanza el 40%, con lo cual corre riesgo el normal abasto a la
población) que se encuentra con severos inconvenientes para refinanciar un pasivo que, según el
mercado, alcanza los 60 mil millones de pesos.

La situación de las familias no es diferente. Los ingresos han perdido poder adquisitivo en forma
sostenida, al tiempo que el panorama del empleo es de cotidiano declive.
En este contexto, el déficit fiscal total permanece en el orden del 11% del PIB, tanto por la caída
estrepitosa de la recaudación tributaria, como por el crecimiento geométrico del déficit cuasi
fiscal, producto de los pasivos remunerados del BCRA.

Por otro lado, como explicamos ut supra, a pesar de la mejora del saldo de la balanza comercial, el
déficit del sector externo se encuentra en el entorno del 6% del PIB, ya que el ítem de los bienes ni
se aproxima a compensar el rojo del resto de los componentes de la cuenta corriente de la balanza
de pagos.

De esta manera, continúan en plena vigencia las condiciones de la Supercrisis, ya que Cambiemos
consiguió generar, a un mismo tiempo, los desequilibrios macroeconómicos, fiscal y del sector
externo, que provocaron el colapso de los gobiernos de Alfonsín y De la Rúa, respectivamente.

La ruinosa situación de la economía nacional es el inevitable resultado de la sucesión de


experimentos erróneos implementados por el oficialismo que no sólo no resolvió los problemas
prexistentes, sino que los profundizó hasta extenuar a los agentes económicos, poniendo en
peligro la propia base material de la nación: las empresas y sus trabajadores.

Sin embargo, ante el inminente desenlace, no sólo es hora de mantener el espíritu de iniciativa en
alto frente a las crueles inclemencias del contexto generado por el gobierno nacional, sino de dar
espacio a la preparación del nuevo futuro que, más temprano que tarde, vamos a protagonizar.

1-Cabe aclarar que este último dato refiere al estimador de actividad económica ( EMAE), por lo
que, cuando se publique el PIB, elaborado con mayor cantidad y más detallada información, los
resultados deberían coincidir con la baja de 3,2%, prevista oportunamente por MMyAsociados.
Asimismo, los primeros datos oficiales de actividad, correspondientes a enero del corriente año
(industria manufacturera y construcción), al igual que las informaciones sectoriales surgidas
durante febrero y marzo (parada de automotrices y resultados negativos y dificultades financieras
de las principales empresas alimenticias, entre otros), confirman la tendencia expresada.

2-Es dable resaltar que una de las metas acordadas con el FMI es que tienda a cero el déficit fiscal
primario, soslayando el abultado resultado financiero, y cuasi fiscal, negativos.

3-Está claro que la drástica reducción de las compras externas que se viene observando no está
motivada por la vigencia de ninguna medida gubernamental que restringa las importaciones, ni
tampoco obedece a un súbito proceso de sustitución de importaciones.

*MM y Asociados

También podría gustarte