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AUTOMEDICACIÓN

Entendemos como automedicación a un comportamiento no basado en la


consulta y orientación médica adecuada, que puede ocasionar grandes
problemas o repercusiones en la salud de las personas.

Actualmente la automedicación es un tema de controversia para el sistema de


salud y la población en general, puesto que su práctica, así como beneficios y
prejuicios que esta genera diariamente, es muy complejo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) entiende este comportamiento


como "la práctica mediante la cual los individuos tratan sus enfermedades y
condiciones con medicamentos que están aprobados y disponibles sin
prescripción, y que son seguros y efectivos cuando se usan según las
indicaciones". Sin embargo, no siempre sucede bajo esta definición y muchas
de las indicaciones para cada medicamento, no son totalmente comprendidas o
entendidas de acuerdo a la enfermedad de cada paciente.

En los últimos meses, ha acontencido momentos de crisis importantes en el


tema sanitario, agravadas por situaciones de aislamiento social. Las personas,
ante esta situación, tienden a recurrir al acopio de medicamentos y la eventual
autoadministración de fármacos sin la prescripción debida. Se trata de una
actitud preventiva y tranquilizadora, pero incorrecta desde el punto de vista de
la salud.

Un claro ejemplo que atenta contra la salud, evidenciado durante esta


pandemia, es el consumo innecesario de antibióticos, los cuales son indicados
para combatir bacterias, pero su ingesta crónica debilita el sistema
inmunológico, haciéndonos más vulnerables a los virus.

Entre los principales problemas causados por la automedicación en general se


incluyen:

 Diagnóstico inexacto.
 Usar medicamentos inapropiados que causan efectos secundarios.
 Enmascarar los síntomas de una enfermedad grave.
 Retrasar el asesoramiento médico
 Dosificación inexacta que conduce a una sobredosis accidental
 Mezclar medicamentos que no son seguros para mezclar, que pueden
resultar en costos legales o problemas de salud
 Riesgo de abuso

Siendo específicos, frente al coronavirus, el automedicarse causa más


consecuencias negativas que positivas, por las siguientes razones:

 No existe a la fecha un medicamento con evidencia de cura de la


enfermedad infecciosa COVID-19.
 No existe hoy una vacuna con evidencia de prevención del COVID-19.
 Encubrir síntomas de la enfermedad o modificarlos
 Originar una intoxicación
 Provocar efectos no deseados

Las medidas más eficaces para frenar el desarrollo de esta enfermedad son
todas NO farmacológicas: Lavado de manos con frecuencia, cubrirse la boca
con el codo o con un pañuelo de papel al toser, mantener un metro de distancia
de las personas que tosen o estornudan. La clave es aislamiento social.

Para la población, se recomienda:

 Desconfiar de la publicidad de medicamentos dudosos.


 Las personas bajo tratamiento, seguir las prescripciones.
 Seguir las recomendaciones sanitarias oficiales.
 Buscar información profesional.

Entre los medicamentos más usados actualmente está una combinación de


Hidroxicloroquina + Azitromicina, considerada la opción terapéutica más
viable, tanto por relación costo - beneficio cuanto por disponibilidad. Pese a
esto, la Agencia de Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA)
advierte el riesgo de arritmias potencialmente fatales relacionadas con el uso
azitromicina.

El uso de cloroquina o hidroxicloroquina, la FDA establece que tiene efectos


cardiotóxicos (prolongación del QT, arritmias potencialmente letales, bloqueo
aurículo-ventricular avanzado, trastornos de la conducción eléctrica y
miocardiopatía hipertrófica biventricular). Efectos que pueden ser de naturaleza
irreversible, sobre todo con la sobredosis del medicamento. Se ha
documentado que dosis superiores a 5 gramos de cloroquina se asocian con la
mortalidad debida a arritmias ventriculares e hipopotasemia. El colapso
cardiovascular y la hipotensión profunda pueden ocurrir dentro de 1 a 3 horas
después de la sobredosis. Los efectos neurológicos incluyen convulsiones y
depresión del SNC.

El uso automedicado de la ivermectina puede tener riesgos importantes:


sarpullido, náuseas, vómitos, diarrea, dolor de estómago, hinchazón del rostro
o de las extremidades, eventos adversos neurológicos (mareos, convulsiones,
confusión), baja repentina de la presión arterial, sarpullido grave que pueda
requerir hospitalización y lesión hepática (hepatitis).

Con respecto al remdesivir, los efectos secundarios notificados incluyen


náuseas, vómitos y aumento de las transaminasas. En un ensayo, los eventos
adversos más comunes fueron anemia, insuficiencia renal aguda, fiebre,
hiperglucemia y elevaciones de transaminasas.
La dexametasona y su consumo irracional ocasiona graves efectos
secundarios a corto plazo como hemorragias digestivas o descompensaciones
diabéticas y cuando se toman de forma crónica, osteoporosis y cataratas, entre
otros.

Aunque algunas soluciones de la medicina occidental o tradicional o remedios


caseros pueden resultar reconfortantes y aliviar los síntomas leves de la
COVID-19, hasta ahora ningún medicamento ha demostrado prevenir o curar
esta enfermedad. La OMS no recomienda automedicarse con ningún fármaco,
incluidos los antibióticos, para prevenir o curar la COVID-19. Sin embargo, hay
varios ensayos clínicos en marcha, tanto de medicamentos occidentales como
tradicionales. La OMS está coordinando la labor de desarrollo de vacunas y
medicamentos para prevenir y tratar la COVID-19 y seguirá proporcionando
información actualizada a medida que se disponga de los resultados de las
investigaciones.

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