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En el 2018 el premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel se lo


otorgaron a William D. Nordhaus por integrar el cambio climático en el análisis macroeconómico a
largo plazo y a Paul Romer por integrar las innovaciones tecnológicas en el análisis
macroeconómico a largo plazo, dichos aportes son considerados pertinentes en el estudio del
crecimiento económico, pues este ha sido un axioma ampliamente discutido a través de las escuelas
de pensamiento económico y ha ido sufriendo constantes metamorfosis a medida que la ciencia
presenta anomalías en sus paradigmas y son reemplazados por otros que se cree son más certeros
que los anteriores.

 A priori se puede determinar que el crecimiento económico es el incremento de la renta en un país


o en una región, se mide cuantitativamente a través del PIB ( producto interno bruto), dicha
magnitud engloba el valor monetario de la producción de bienes y servicios de la demanda final,
por lo que los factores que determinan su crecimiento o retroceso son imprescindibles de analizar y
además intrínsecamente son una medida de bienestar, es decir, que un acelerado y alto crecimiento
económico sería lo más deseable, sin embargo,  este se centra en aspectos estructurales del cosmos
económico.

Paul Romer es un economista, empresario y activista estadounidense, nacido en 1955, considerado


como el padre del modelo del crecimiento endógeno, teoría que propone que el crecimiento es
propio de factores endógenos tales como el capital humano, el conocimiento, el cambio tecnológico
y las externalidades positivas; critico además de los modelos de crecimiento precedentes a su teoría,
específicamente por el exceso de matematización naturales en modelos neoclásicos y ortodoxos,
propiamente dicho Romer ha subrayado como la economía puede diversificar actividades futuras
para potencializar el crecimiento.

En síntesis, su enfoque para comprender el crecimiento económico dista del enfoque del modelo
aportado por Robert Solow y por el que fue galardonado en 1987 con el premio Banco de Suecia en
Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, quien asumió que la tecnología era exógena al
crecimiento, es decir, en el sentido más puro no abordó la raíz misma del crecimiento a largo plazo.
Romer en cambio, se centró en como las economías de mercado podían desarrollar nuevas
tecnologías a través de la inversión en Investigación y desarrollo, que conduce en el largo plazo a
ser más competitivo.

Conforme con lo anterior esta teoría sostiene que las ideas desarrolladas son cruciales para el
crecimiento económico, de acuerdo con Romer las nuevas ideas no son rivales por lo que una idea
puede ser adoptada por un colectivo que trabaje en ella y la haga producir beneficios económicos y
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sociales, pese a que las ideas pueden ser adoptadas por otras firmas, esto se puede regular, a fin de
que las ideas y posteriores investigaciones, se engendren en el mercado y no en un espacio
académico propiamente dicho, aunque recalca que no todas las ideas o nuevos conocimientos lo
permiten, en introspectiva a su teoría, argumentó que, que pese a que la producción de ideas
generalmente implica rendimientos crecientes a escala, con grandes costos iniciales para el plan y
costos marginales bajos, posiblemente constantes, para su posterior reproducción, en el mercado y
el poder de este es la forma típica en que se pueden garantizar precios superiores a los costos
marginales, permitiendo en este sentido recuperar los costos.

En concreto, para el mercado esto representa la formación de monopolios naturales y una


externalidad positiva, que normalmente generar un resultado ineficiente, por lo que es necesario que
los mercados estén regulados por el planeador central para que los resultados de la investigación y
el desarrollo sea cada vez más eficiente, es por esto que para Romer es de suma importancia que la
política económica, concentre sus esfuerzos en potencializar el crecimiento no solo a nivel regional,
sino a nivel mundial para optimizar sus resultados.

Por otra parte, William Nordhaus, es economista y profesor estadounidense, miembro además de la
Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, nacido en 1941, fundamentalmente es conocido
por priorizar dentro de sus trabajos de investigación sobre la naturaleza, pero específicamente el
cambio climático, ha sido un crítico acérrimo de quienes no consideran que la conservación de los
ecosistemas sea imperioso del crecimiento económico a largo plazo, pues existen bienes que el
mercado naturalmente no produce; dicho trabajo comenzó en la década de los 70,  desde que los
científicos  se preocupan cada vez más por cómo la combustión de combustibles fósiles provoca un
calentamiento global grave y los daños que este fenómeno provoca.

Si bien es cierto que una de las tareas de la ciencia económica, es estudiar la asignación de los
recursos escasos, Nordhaus, reconoce que la naturaleza dicta las principales limitaciones del
crecimiento económico y reconocerlos determina el uso de la naturaleza, razón por lo cual examinó
los circuitos de retroalimentación bidireccional entre la actividad humana, la economía y el cambio
climático, combinando teorías básicas y resultados empíricos, para la formulación de su modelo,
creado en 1990, ahora denominados modelos de evaluación integrados (IAM), que permiten
representar matemáticamente la problemática multidimensional y dinámica del cambio climático,
mediante la generación de escenarios que permiten evaluar las políticas públicas que intervienen
sobre los recursos naturales.
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Ahora bien, el comité evaluador del premio nobel, galardonó a Romer y a Nordhaus, porque sus
trabajos constituyen avances críticos en el crecimiento económico a largo plazo, reconoce que no
existen aún respuestas definitivas, pero tales avances metodológicos han allanado el camino para
una gran cantidad de investigación adicional, por parte de ellos mismos de otros investigadores, los
marcos que han construido proporcionan guías de investigación sobre el cambio climático y los
avances tecnológicos en relación al crecimiento económico y al bienestar social.

Entrando en materia, el modelo precedente al de Romer y Nordhaus, también ganador del premio
nobel en 1924, Robert Solow, es conocido por desarrollar la teoría del crecimiento económico de
carácter neoclásico, la construcción de su modelo se validó con el paper seminal de 1954, pero no
fue sino hasta 1957 que lo formalizó con la introducción del cambio tecnológico determinado
además de manera exógena, dicho modelo es de gran importancia en la construcción teórica del
crecimiento económico, pues mediante supuestos fundamentales, corrigió problemas asociados al
crecimiento, el primero de ellos fue que supuso que en una economía se producía solo un bien, esto
le permite sustituir la función de coeficientes fijos de leontief con elasticidad de sustitución igual a
0  por una función de producción con elasticidad de sustitución mayor a 0, esto es de suma
importancia, pues postuló al modelo de Solow como predominante de la postura neoclásica, además
permitía que una economía reemplazará trabajo por capital manteniendo el mismo nivel productivo.

Conforme a lo anterior se procede a referenciar al modelo de Solow como aquel que sigue los
principios de la teoría neoclásica, mientras que el modelo tanto el de Romer como de Nordhaus, son
modelos más bien poskeynesianos críticos además de algunos de los preceptos neoclásicos, así pues
y continuando, cabe resaltar que la teoría neoclásica actualmente es predominante en la ciencia
económica, por lo que muchos autores consideran que es aquella que puede modelar con más
certeza la realidad económica y sus constantes transformaciones.

La principal diferencia entre los autores Romer y Nordhaus, con respecto a los modelos de
crecimiento neoclásico son las posibilidades y restricciones del bienestar a largo plazo,
específicamente, centraron su atención hacia las externalidades del mercado, Romer hacia las
positivas como producto de la investigación y el desarrollo, mientras que Nordhaus, se centró en las
externalidades negativas como los daños por la excesiva intervención humana a los ecosistemas,
mientras que la teoría neoclásica sólo determina el crecimiento endógeno por parte del   trabajo, el
capital y la producción, mientras que las externalidades son exógenas al crecimiento.

Así pues, el primer principio de la teoría neoclásica a confrontar para Romer y Nordhaus, es
propiamente el objeto de estudio de la economía, que dictamina la asignación de los recursos por
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parte del planeador central, si bien para Romer la asignación de los recursos son asignados de
manera estocástica entre las regiones, pueden ser distribuidas y asignadas dependiendo de los
procesos productivos de cada firma, mientras que Nordhaus no descarta que uno de los objetivos de
la economía es asignar los recursos, estos también pueden ser volátiles dependiendo del uso
productivo e industrial, por lo que en ambos casos la asignación de los recursos también puede estar
asociada a las decisiones de los agentes económicos y éstas necesariamente repercuten en el
crecimiento.

A modo práctico se puede determinar que para el caso de Nordhaus la emisión de carbono a la
atmósfera es un fenómeno que perdura en el tiempo, por lo que el recurso ya asignado puede
deteriorarse al punto de agotarse, pero si dicha emisión es controlada el recurso natural puede
perdurar, para Romer el ejemplo también es diáfano, si en un país se  mantiene la investigación y el
desarrollo en el mercado, pese a los altos costos iniciales que esto genera, el precio superior al costo
marginal hace que los recursos inicialmente asignados puedan ser reproducidos de manera
sistemática.

El segundo principio de la teoría neoclásica, es tal vez uno de los más criticados por los autores,
pues esto resaltan que el principio utilitarista, tiene un exceso de formalización que no se adecua a
la realidad y tampoco se refleja en el crecimiento, así pues, Romer argumentó contra el modelo de
Solow que el crecimiento no solo era producto de la acumulación del  capital, sino que incluso el
trabajo renovado a través de las ideas podía incluso llegar a ser más productivo y diversificado,
Romer también mostró que el crecimiento impulsado por la acumulación de ideas, a diferencia del
crecimiento impulsado por la acumulación de capital físico, no tiene que experimentar rendimientos
decrecientes. (Kungl Vetenskaps Akademien, 2018).

Nordhaus por otra parte argumentó que de hecho los agentes económicos no son del todo
racionales, pues de hecho el cambio climático es uno de los mayores fallos del mercado y de la
racionalidad de sus agentes, puesto que el ahorro no solo debe ser determinado por el capital, sino
que también debe ser por el cuidado de los recursos naturales, puesto que el crecimiento se ve
limitado a ellos. En realidad, los humanos se ven afectados por el clima al mismo tiempo que el
clima se ve afectado por las actividades económicas de la humanidad (Nordhaus, 2015).

Continuando, el tercer paradigma neoclásico se basa en  las variaciones marginales, es decir, en el
principio de sustitución, asegurando que un bien homogéneo puede ser cambiado por otro
disponible en el mercado, conservando el nivel de utilidad que proporciona un bienestar, si bien es
cierto que en el modelo de Solow, cambiar trabajo por capital iba a ser indiferente al crecimiento,
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Romer critica fuertemente esta posición, merced a que los factores de producción tienen sentidos
distintos, en particular la generación de ideas productivas hace que una región o país crezca mucho
más rápido que el capital per se,  además emplea la misma posición para los bienes pues considera
que existen bienes que no tienen un sustituto en el mercado como los satélites, sin embargo estos
cooperan al crecimiento.

Por otra parte, Nordhaus, parte al igual que la teoría neoclásica que los recursos son escasos y los
factores de producción son fundamentalmente el trabajo y el capital, determinados endógenamente,
particularmente los recursos naturales no tienen un sustituto en el mercado y por ende se debe
priorizar su conservación, Los métodos de Nordhaus nos muestran los principios de cómo analizar
el crecimiento y el cambio climático desde una perspectiva de costo-beneficio. Sin embargo, su
análisis también muestra la importancia de medir los daños del cambio climático y la incertidumbre
en torno a estos daños.

En lo que respecta al individualismo metodológico, Romer consideraba quien no solo el crecimiento


era producto de las relaciones mercantiles entre los agentes, sino que también, entre los individuos
podía existir construcción de ideas, definidas en un principio por Romer como un acervo de
conocimiento que produce rendimientos en el mercado, señala además que las ideas son una
propiedad que puede ser comercializada y no son rivales entre ellas, además que si bien representan
un beneficio individual, también conducen al bienestar general, mientras tanto  Nordhaus, relaciona
una causalidad bidireccional entre el cambio climático y las relaciones sociales de producción, pues
en definitiva se afectan mutuamente, por lo que para alcanzar un crecimiento en el largo plazo el
planeador debe intervenir a fin de modelar políticas que se encaminan al bien común, ya que ni el
mercado, ni los individuos lo pueden hacer de manera eficiente.

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