Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En los considerando de este tratado se encuentra las razones que hicieron necesaria que una
larga e histórica prácticas diplomáticas tuviese un texto claro y preciso, que regulara las
relaciones entre las diversas naciones que lo subscribieron.
Es preciso recordar que la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas nació en plena
Guerra Fría. La Viena de 1961 no era ya la ciudad devastada por la Segunda Guerra de 1945
inmortalizada, pero llena de espías, la neutralidad de los austriacos, convertía a la antigua capital
de Habsburgo en un cruce de camino entre un lado y otro lado.
Pero los cambios experimentados en el mundo en estos 56 años han sido extraordinarios. El
número de Estado miembros de la ONU ha pasado de 99 en los días previstos a la conferencia
de Viena de diciembre de 1960 a 193 en la actualidad, incluyendo los observadores
permanentes. La crisis sanitaria y la económica es el mayor desafío del momento.
Este tratado de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, es hoy una base esencial de la diplomacia,
manteniendo abiertas las líneas de comunicación diplomáticas y protegiendo los privilegios de
las misiones diplomáticas.
La misma facilita las relaciones y confianza entre los Estados propiciando que trabajen juntos
para construir objetivos prioritarios de la agenda internacional y contribuir al desarrollo de las
relaciones amistosas prescindiendo de sus diferencias de régimen constitucional.
Para concluir, estos 56 años han sido la de una visión realista que da por hecho que no es
necesario estar de acuerdo en el rumbo que cada país decida darse para mantener relaciones
basadas en la igualdad jurídica de los estados y en la reciprocidad.
La Convención de Viena de 1961 sobre relaciones Diplomáticas vino a regular a nivel mundial el
establecimiento de las relaciones Diplomáticas entre los países y muchos otros aspectos de
importante trascendencia, como lo son los privilegios e inmunidades que gozan los agentes
diplomáticos.
Desde la antigüedad hay una costumbre internacional, la cual se conoce como consuetudinaria,
misma que se aplicaba y se sigue aplicando en términos del establecimiento de las relaciones
diplomáticas. Podemos por consiguiente hacer algunas menciones de estas costumbres, por
ejemplo en la antigüedad los mensajeros dejaron de serlo, y pasaron a convertirse en
negociadores con ciertos privilegios muy limitados, hoy en día esto es un hecho; todo embajador
es un buen negociador. Sin embargo, desde la Paz de Westfalia ya se venía tratando de darle
cierta formalidad a estas relaciones diplomáticas consuetudinarias con el fin de formalizarlas.
Finalizadas las consultas y las observaciones, la Asamblea General aprobó la resolución 1450 en
la cual se pedía al Secretario General de la ONU que convocara a una conferencia que tendría
lugar en Viena en 1961. Esta conferencia se celebró del 2 de Marzo al 14 de Abril de ese año y
participaron 81 delegaciones de todo el mundo. La convención entró en vigor el 24 de Abril de
1964, cuando se depositó el vigesimosegundo instrumento de ratificación, ya para 1975 habían
sido parte de esta convención 117 estados.
Es de gran importancia que hoy contemos con este instrumento jurídico que vino de manera
formal a regular el envío de embajadores y los diferentes tipos de misiones entre estados. Ha
sido estudiada en diferentes escenarios y ha dado lugar a múltiples discusiones, pero ante todo
enfoquémonos ahora en escudriñarla y mostrar los aspectos que regulan una gran parte de la
vida internacional, la cual codifica de alguna manera las relaciones interestatales.
Un poco de Historia
Los orígenes de las relaciones diplomáticas son tan antiguos como la historia de las propias
sociedades humanas. A medida que estas se fueron configurando como unidades políticas
autónomas, surgió la necesidad de relacionarse y comunicarse con aquellas que les circundaban.
Evidentemente, la diplomacia actual presenta sustanciales diferencias de aquellas "prácticas
diplomáticas" sustentadas por las comunidades primitivas. Sin embargo, hoy, como ayer, las
relaciones diplomáticas forman, junto con la guerra, el comercio y la comunicación, el sustrato
esencial de una sociedad internacional cuyo entramado de relaciones y actores ha
experimentado una constante y creciente complejidad a lo largo de la historia.
Las relaciones diplomáticas han sido siempre muy importantes y aunque Roma no la valoró,
como los griegos ya que prefería la guerra en la mayoría de los casos está en la actualidad ha
sido de vital importancia para las relaciones interestatales. Cabe destacar, que no fue hasta el
renacimiento que esta tomó un perfeccionamiento, de manera tal que ya para mediados del
siglo XV se recurre al envío de representantes permanentes que se constituían en embajadores
continuos. A partir de esta fecha la diplomacia se disemina por el resto de Europa. A raíz de la
Paz de Westfalia se generalizó a la diplomacia permanente. Este tipo de diplomacia subsiste
hasta el fin de la primera guerra mundial.
Las relaciones diplomáticas se rigen por el derecho internacional público y encuentra su asidero
jurídico en la Convención de Viena Sobre Relaciones Diplomáticas de 196,1 tanto en su forma
como en su fondo, pero no se puede dejar a un lado la doctrina consuetudinaria en la resolución
de conflictos.
A finales de la Primera Guerra Mundial la diplomacia pasa de ser secreta y restringida a ser
abierta y pública. Este cambio fue auspiciado por el Presidente norteamericano Woodrow
Wilson, quien en su conocido Programa de los Catorce Puntos defendía que: "la adopción de
Acuerdos de Paz concluidos abiertamente, y según los cuales no habrá acuerdos internacionales
privados, cualquiera que fuese su naturaleza; la diplomacia procederá siempre de forma franca
y pública."
Informaciones generales
La convención de Viena sobre relaciones diplomáticas consta de cincuenta y tres (53) artículos
en los cuales se regulan las relaciones Diplomáticas entre los países y la inmunidad del personal
diplomático. Fue adoptada el 18 de abril de 1961 en Viena (Austria) y entró en vigor el 24 de
abril de 1964. Fue complementada en 1963 por la Convención de Viena sobre Relaciones
Consulares. 174 Estados pertenecen a la Convención y en los pocos Estados que no han firmado
el documento, sus disposiciones se aplican como Derecho Internacional consuetudinario.
Considerandos
Entre los considerandos están: tomar en cuenta que desde la antigüedad los pueblos de las
naciones han reconocido la importancia de las relaciones internacionales y más aún de la
Diplomacia, se toma en consideración que una convención internacional sobre relaciones,
privilegios e inmunidades diplomáticas contribuirá al desarrollo de las relaciones amistosas
entre los estados y se reconoce que tales inmunidades y privilegios se conceden, no en beneficio
de las personas, sino con el fin de garantizar el desempeño eficaz de las funciones de las misiones
diplomáticas en calidad de representantes de los Estados.
Definiciones
En el primer artículo tenemos una serie de definiciones las cuales son las siguientes:
A. por "jefe de misión", se entiende la persona encargada por el Estado acreditante de actuar
con carácter de tal;
B. por "miembros de la misión", se entiende el jefe de la misión y los miembros del personal de
la misión;
C. por "miembros del personal de la misión", se entiende los miembros del personal diplomático,
del personal administrativo y técnico y del personal de servicio de la misión;
D. por "miembros del personal diplomático", se entiende los miembros del personal de la misión
que posean la calidad de diplomático;
F. por "miembros del personal administrativo y técnico", se entiende los miembros del personal
de la misión empleados en el servicio administrativo y técnico de la misión;
I. por "locales de la misión", se entiende los edificios o las partes de los edificios, sea cual fuere
su propietario, utilizados para las finalidades de la misión, incluyendo la residencia del jefe de la
misión, así como el terreno destinado al servicio de esos edificios o de parte de ellos.
Los Estados deben antes de acreditar a una persona en un Estado receptor cerciorarse de que
la persona es aceptada en el Estado al cual se acreditará. Un jefe de misión puede ser acreditado
ante dos o más Estados siempre y cuando se cuente con el consentimiento de estos. Si esto
sucede el Estado podrá nombrar un encargado de negocios Ad Interim en la sede donde el jefe
de la misión no tenga asiento permanente. También se le da facultad al jefe de la misión o a
cualquier miembro del personal diplomático a representar al país ante Organismos
Internacionales.
Requisitos de Nombramiento
Se establece que los miembros del personal diplomático en un principio deben tener la
nacionalidad del Estado acreditante, pero también se expresa que los miembros del personal
diplomático no se podrán elegir de personas que tengan la nacionalidad del estado receptor, a
excepción de que el Estado receptor tenga conocimiento de eso, el cual en cualquier momento
puede retirarlo. El Estado receptor puede reservarse este derecho en el caso de que los
nacionales fueran de un tercer estado.
El estado receptor puede dar termino a las funciones del jefe de la misión u otro miembro del
personal diplomático, esto sin declarar los motivos del porque lo ha declarado non grata, en el
caso que el Estado que envía no ejecute la decisión del país que recibe este puede no reconocer
a dicha persona como miembro del personal diplomático, sería algo como no reconocer su
inmunidad al igual como empezar a evaluarlo como una persona normal en cuanto a términos
civiles se refiera.
Los jefes de la misión tienen tres divisiones las cuales son en primer rango la de Embajador o
Nuncios acreditados ante los jefes estados u otros jefes de misión de rango equivalentes, en
segunda parte tenemos los enviados, ministros o internuncios los cuales se acreditan ante los
jefes de estados y por último se presentan los encargados de negocios acreditados ante el
Ministerio de Relaciones Exteriores. Los jefes de estado se pondrán de acuerdo a la clase en que
pertenecerán los jefes de las misiones.
Se considera que el jefe de la misión ha asumido sus funciones al momento que ha presentado
sus cartas credenciales ante el jefe de estado o haya anunciado su llegada una vez presentadas
sus copias de estilo. Este orden de la presentación de la carta credencial está determinado por
la fecha y hora de llegada del jefe de la misión así también se determinará su precedencia.
A falta del jefe de la misión podrá ejercer su cargo un encargado de negocios ad interim previa
comunicación del nombre de esta persona.
Uso de Símbolos, Banderas y la inviolabilidad de los locales de la misión así como de sus
documentos
Estos locales de la misión son inviolables, lo que deja dicho que los agentes del país receptor no
pueden penetrar en el sin el consentimiento del jefe de la misión.
El pago de impuestos esta exonerado para los locales de la misión así como para los jefes de la
misión, salvo en servicios prestados de forma particulares.
Los documentos que posea la misión son inviolables así como también lo son los archivos; la
valija diplomática la cual no podrá ser abierta ni retenida. Para estos últimos si hay bultos usados
como valijas, que deben de identificarse con un signo que indique su carácter.
La libertad de comunicación entre el Estado acreditante y el consulado así como para los actos
oficiales será permitida y deberá de protegerse. Para dicha comunicación podrán utilizarse por
ejemplo los correos diplomáticos y los mensajes cifrados, pero solo con el consentimiento del
estado receptor se podrá instalar una emisora de radio.
Privilegios e Inmunidades
Conforme el artículo 31, el agente diplomático gozará de inmunidad de la jurisdicción penal del
Estado receptor, no estará obligado a testificar y su persona es inviolable (art. 29), no pudiendo
ser objeto de ninguna forma de detención o arresto. El Estado receptor le tratará con el debido
respeto y adoptará todas las medidas adecuadas para impedir cualquier atentado contra su
persona, su libertad o su dignidad.
Los miembros de la familia de un agente diplomático, siempre que no sean nacionales del Estado
receptor, gozarán de sus privilegios e inmunidades (art. 37) y también están protegidos por la
inmunidad de jurisdicción (limitada al ejercicio de sus funciones) los miembros del personal
administrativo y técnico de las misiones diplomáticas, con los miembros de sus familiares que
formen parte de sus respectivas casas.
Los locales de la misión diplomática son inviolables, los agentes del Estado receptor no podrán
penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión. No podrán ser objeto de ningún
registro, requisa, embargo o medida de ejecución los locales de la misión, su mobiliario, archivos
o medios de transportes, que deberán ser protegidos por el Estado receptor contra todo ataque
o intromisión (art. 22). También están protegidas por esta inviolabilidad las viviendas de los
agentes diplomáticos.
Exenciones Fiscales
Cuando el agente sea nacional del estado receptor este solo gozará de inmunidad de jurisdicción
e inviolabilidad de los actos oficiales realizados en el ejercicio de sus funciones, o de otras
inmunidades y privilegios que el estado receptor le otorgue.
Estos privilegios e inmunidades podrán ser exigidos desde el momento mismo que el agente
diplomático pise tierra del Estado receptor y si está ya en el territorio desde el momento en que
se le comunique al Ministerio de Relaciones Exteriores.
Al término de sus funciones también cesaran los privilegios e inmunidades luego de este haber
salido del país o en el plazo convenido, en caso de guerra estos privilegios e inmunidades
continuarán hasta que este se retire del país receptor. En cambio tampoco está inmunidad
cesara en los actos realizados por el agente diplomático en el desempeño de sus funciones. Estos
actos no se aclaran en la convención si son actos oficiales o actos comunes en carácter de su
persona.
Si el agente falleciere los familiares de este continuarán con el goce de los privilegios hasta que
se cumpla el plazo convenido para que ellos abandonen el país.
Recordemos que sin prejuicio a sus inmunidades todas las personas que gocen de estos
privilegios e inmunidades deberán ser respetuoso de las leyes del país receptor y no pueden
inmiscuirse en los asuntos internos del Estado receptor.
El agente diplomático no podrá ejercer actividades profesionales fuera de sus funciones y sus
funciones terminaran; primero cuando el Estado acreditante comunique al ministerio de
relaciones exteriores del país receptor el término de las funciones del agente y segundo cuando
el Estado receptor se niegue a reconocerlo con el derecho de no expresar por qué no lo
reconoce.
El Estado receptor debe conceder facilidades en caso, incluso de conflicto armado la salida de
las personas que gocen de privilegios e inmunidades y no sean nacionales del Estado receptor.
A la salida de estos ya sea por conflicto armado o por ruptura de las relaciones diplomáticas el
Estado receptor tendrá la obligación de proteger los locales y archivos de la misión y el Estado
acreditante podrá confiar estos a un tercer estado.
La Convención estuvo abierta a la firma de todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas
o de algún otro organismo especializado, así como de todo Estado parte en el Estatuto de la
Corte Internacional de Justicia y de cualquier otro Estado invitado por la Asamblea General de
las Naciones Unidas a ser parte en la Convención, de la manera siguiente: hasta el 31 de octubre
de 1961, en el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Austria; y después, hasta el 31 de
marzo de 1962, en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York.
A modo de cierre
La historia nos enseña lo que el hombre es capaz de hacer cuando puede tener tanto poder,
inmunidades y privilegios sin contar con un contrapeso, para conocer las hecatombes que han
efectuado a la humanidad y las violaciones históricas de la ley solo basta estudiar la historia y
más aún las del siglo pasado.
Por lo que consideramos que deben de condicionarse estas inmunidades para que las
transgresiones a la ley disminuyan, ya que estos personajes se creen intangibles debido a estas
inmunidades.
Consta de setenta y nueve artículos. En ellos se regulan en forma de disposiciones positivas las
relaciones consulares, tanto respecto a las funciones consulares como tales, como en lo que se
refiere al estatuto de las Oficinas y los Funcionarios Consulares; abarca tanto a los Funcionarios
de Carrera como a los Honorarios.
Los Estados que no son Parte en la Convención siguen regulando sus relaciones consulares por
la costumbre internacional y por Tratados Bilaterales; éstos siguen teniendo su utilidad general
incluso para los Estados Parte en la Convención, en cuanto puedan complementar a ésta,
principalmente en el aspecto que en ella aparece desarrollado con menor detalle, como es el de
las relaciones consulares.
Contexto histórico
Gran parte de la historia de la función consular está relacionada con el desarrollo del comercio
internacional y los intereses económicos de los Estados. Si bien los orígenes de la institución
consular se remontan a la antigua Grecia, la figura del cónsul surgió por primera vez en el siglo
XII y evolucionó hasta convertirse en la estructura más compleja que conocemos actualmente.
Además, los primeros códigos sobre funciones consulares se elaboraron en el mismo período,
principalmente en forma de compilaciones de derecho marítimo.
En los siglos XVI y XVII, con el establecimiento de las misiones diplomáticas en Europa y su
ulterior proliferación, se produjo un cambio considerable en las facultades consulares, que
culminó en la publicación de la primera colección de disposiciones consulares (Ordonnance de
la Marine, Colbert, 1681). El extraordinario aumento del número de consulados en los siglos XIX
y XX puso de relieve la necesidad de contar con un marco jurídico más preciso, especialmente
en lo relativo al servicio consular y la condición jurídica de los cónsules. Más adelante, los
cambios vertiginosos en la actividad social, política y económica, así como las crecientes
tendencias mundiales que influían en la vida cotidiana plantearon un nuevo desafío a la
institución consular: la protección de los ciudadanos y la salvaguardia de sus intereses.
Con miras a aprobar una convención sobre el tema, la Comisión recomendó que la Asamblea
General de las Naciones Unidas celebrara una conferencia internacional de plenipotenciarios en
marzo de 1963.
Hay unos pocos artículos en que se especifican las obligaciones de los funcionarios consulares
cuando los ciudadanos de su país tienen dificultades en una nación extranjera.
De especial interés para el derecho de las personas físicas es el artículo 36, en el que se
establecen algunas de las obligaciones que tienen las autoridades competentes en caso de que
se arreste o detenga a un ciudadano extranjero, a fin de garantizar su derecho inalienable a
disponer de asesoramiento letrado y a que se respeten las garantías procesales mediante
notificación al cónsul y acceso efectivo a la protección consular.
En los últimos años, el derecho a la notificación consular y al acceso al cónsul, como se prevé en
la Convención de Viena, se ha invocado cada vez más en procesos judiciales, no sólo en el plano
nacional y regional, sino también en tribunales internacionales.
En los Estados Unidos la primera causa relacionada con el artículo 36 de la Convención de Viena
fue Breard v. Greene (523 U.S. 371, 1988), a la que siguieron numerosas demandas en las salas
de apelación de los circuitos federales de los Estados Unidos, las cortes supremas de los Estados
y el Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Las interpretaciones han variado
considerablemente, desde el no reconocimiento de los derechos fundamentales que confiere el
artículo 36, cuando no hay un recurso apropiado, hasta la posibilidad de reivindicar esos
derechos a título individual.
En 1999, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió una opinión consultiva, en la que
reconocía que el artículo 36 creaba derechos individuales, lo que constituía “una notable
excepción con respecto a la naturaleza, esencialmente estatal, de los derechos y obligaciones
consagrados [en otras partes]” de la Convención (Opinión consultiva de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos: el derecho a la información sobre la asistencia consular en el marco de
las garantías del debido proceso legal (OC-16/99, párr. 82).
El asunto Avena y otros nacionales mexicanos (México c. Estados Unidos de América) constituyó
un punto de inflexión en la jurisprudencia sobre el artículo 36. En un fallo sin precedentes
dictado por la Corte Internacional de Justicia en 2004, se reconoció expresamente la
interdependencia de los derechos individuales y los del Estado, afirmando que las violaciones
de los derechos reconocidos a las personas en virtud del artículo 36 podían constituir una
violación de los derechos del Estado que envía al cónsul, lo cual a su vez podía suponer una
violación de los derechos de la persona (I.C.J. Reports 2004, pág. 36).
Además, la Corte afirmó que el hecho de que en este caso el fallo se refiriera únicamente a
nacionales mexicanos, no significaba que las conclusiones de la Corte en la causa Avena no se
aplicaran a otros extranjeros que se encontraran en situaciones similares en otros países.
Esas causas pueden llegar a tener consecuencias importantes para los países que imponen
legalmente la pena de muerte: “Es decir, sólo cuando se apliquen escrupulosamente las más
estrictas normas de justicia y legalidad de la jurisprudencia internacional”. (Catherine M.
Amirfar, “The Avena Case in the International Court of Justice”, en German Law Journal No. 4,
abril de 2004).