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PRIMERA CAUSAL DE INDIGNIDAD

“EL QUE HA COMETIDO EL CRIMEN DE HOMICIDIO EN LA PERSONA DEL


DIFUNTO O HA INTERVENIDO EN ESTE CRIMEN POR OBRA O CONSEJO,
O LA DEJÓ PERECER PUDIENDO SALVARLA.” ART. 1050.1 DEL CÓDIGO
CIVIL

Presentado por: Federico Nicolás Bernal Sánchez, Daniel Andrés Bravo Bernal , Juan José
Camués López, Angie Carolina Eraso Jaramillo, Julián Alejandro Naranjo Erazo y Juan Pablo
Rosero Gomajoa.

TABLA DE CONTENIDO

1 Antecedentes y justificación.............................................................................................................. 1

2 Diferenciación entre delito de homicidio (doloso, culposo y preterintencional ...................... 2

3 Estado actual del ordenamiento jurídico ....................................................................................... 6

4 Proyecto de reforma código civil de la universidad nacional de colombia ........................... 6

5 Jurisprudencia ..................................................................................................................................... 8

1 ANTECEDENTES Y JUSTIFICACIÓN

Respecto a la historia, tal como lo afirman Carrizosa1 y Valencia (1988)2, el origen de la


indignidad está en el derecho romano, como exheredatio, entendida como la potestad que
poseía el padre para excluir a sus hijos -sin restricciones en principio-, sin embargo, Justiniano
impuso limitaciones y planteó causales taxativas.

Entre las figuras del derecho y entendiendo el sentido de la sucesión, encontramos la indignidad
sucesoral, entendida como una sanción civil en contra de quien pudiera ser beneficiado con la
sucesión del causante y genera exclusión de la herencia. Cuestión ésta que tiene inicios en Roma,

1 CARRIZOSA PARDO, Hernando (1959). Las sucesiones. Cuarta edición. Editorial Lerner. Bogotá D.C.
2 VALENCIA ZEA, Arturo (1988). Derecho Civil. Tomo VI Sucesiones. Editorial Temis, Bogotá D.C.

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como Valencia Zea (1988)3 manifiesta, entendiendo que la indignidad surgió con la finalidad
de retener la herencia a quien intencionalmente hubiere dado muerte al de cujus, entre otras
causales como, la falta de persecución judicial de los homicidas del causante, la promesa
secreta hecha al testador para transmitir herencia a incapaz, entre otras que han evolucionado.
Bajo esa misma línea argumentativa, el tratadista Pedro Lafont4 sostiene que:

La indignidad es aquella sanción civil de pérdida total o parcial de derechos sucesorales,


impuesta por la ley y que debe ser declarada judicialmente contra aquel asignatario que ha
cometido ciertos actos u omisiones que eliminan o disminuyen su mérito para recoger o retener
la asignación que le ha sido deferida con respecto a cierto causante.

Atendiendo a lo anterior, la causal de indignidad es válida y tiene sustento en la no


admisibilidad del perjuicio en la vida ajena para tomar parte de ese patrimonio, así, se
entiende que desde antaño tiene como objetivo el retener la herencia impidiendo que acceda
a ella quien aún teniendo la posibilidad, por causas expresas que atenten contra el de cujus o
su patrimonio, pierde el derecho. En el mismo sentido, Barros (1931), manifestó que se llama
indignidad a la falta de mérito para obtener algo y que, en punto del derecho civil, se refiere
a quienes5,

por faltar a sus deberes para con un difunto en vida de él o después de su muerte, desmerecen
sus beneficios, y no pueden conservar la herencia que se les había dejado o a que tenían
derecho por ley (…)

Si bien se han limitado las libertades de quien hereda, también a medida que el tiempo pasa,
van teniéndose en consideración cuestiones primordiales para no perpetrar hechos “injustos”,
evitando que se beneficie alguien a partir de la comisión de una conducta punible y evitando
también el detrimento patrimonial de los demás herederos.

2 DIFERENCIACIÓN ENTRE DELITO DE HOMICIDIO (DOLOSO,


CULPOSO Y PRETERINTENCIONAL

3 VALENCIA ZEA, Arturo (1988). Derecho Civil. Tomo VI Sucesiones. Editorial Temis, Bogotá D.C.
4 LAFONT PIANETTA, Pedro (2003). Derecho de sucesiones. Décima edición. Librería Ediciones del Profesional.
Bogotá D.C.
5 BARROS A. (1931) “Curso de Derecho Civil”. Editor Nascimento.

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Se lo primero en advertir, que la indignidad proviene de causales expresas y taxativas
indicadas en el artículo 1025 del Código Civil colombiano y puede tener lugar tanto en
sucesiones testadas e intestadas como en herencias y legados.

Es menester mencionar, que la figura de la indignidad en ningún caso se produce de plano,


toda vez que siempre se necesitará una sentencia proferida por juez penal (si la causal conduce
a un ilícito penal) o juez civil (según causal de indignidad), dictada a instancia de cualquiera
de los interesados, según lo señalado en el artículo 1031 del Código Civil, a contrario sensu,
quien ha cometido los hechos que la ley erige en causales de indignidad, pero no ha sido
juzgado y condenado, puede recibir la asignación y disponer de los bienes. Cabe resaltar,
que si en razón del transcurso del tiempo no puede iniciarse la investigación penal por haber
prescrito el delito, debe entenderse prescrita la acción de indignidad.

Con lo anterior, es preciso recalcar que una vez pronunciada la sentencia que declare la
indignidad, se extingue en el asignatario la aptitud legal para recibir toda herencia o legado.
De manera tal que la indignidad acarrea una pena o una sanción de carácter civil, pues por
causa de ella un asignatario puede ser totalmente excluido de la sucesión de una persona a
quien estaría legal o testamentariamente llamado a suceder.

Lo anterior, ha sido dirimido por la Corte Suprema de Justicia, que, en sentencia del 15 de
febrero de 1958, sala casación civil, afirma que lo propio del derecho civil solo es la aclaración
del problema, si es o no indigno para la herencia. Además, recalca que lo concerniente a la
imputabilidad y responsabilidad por hechos ilícitos corresponde directamente al derecho penal.
Lo que lleva a la conclusión de que la responsabilidad por homicidio nunca podrá ser
determinada por un juez civil que conozca un proceso de indignidad por quien haya cometido
el crimen de homicidio.

En este sentido, cuando la legislación civil establece como precepto una infracción penal para
determinar una institución civil, en este caso la indignidad, la sanción civil queda subordinada
a la sanción penal, declarada formalmente en sentencia proferida por juez penal que declare
la responsabilidad de la conducta típica. Ocurre entonces que la acción penal es prejudicial de
la acción civil.

En firme la condena penal, declara para siempre la existencia del hecho ilícito y la
responsabilidad del sentenciado. Culmina y se agota la acción pública de que es titular el
estado como representante de la sociedad, cuya defensa asume contra los ilícitos penalmente
sancionados.

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Y si el derecho civil encuentra en el delito, que la sentencia penal declara cometido por cierto
responsable, la condición de hecho que pone en movimiento el imperio de la norma, es
indudable que el juez civil debe aplicarla al amparo de la cosa juzgada por el juez penal. No
es dable al juicio civil poner siquiera en duda la existencia del hecho y la responsabilidad del
condenado.

Por otra parte es imperativo realizar un análisis sobre el enunciado textual de la causal. Así
entonces, la primera de las causales agrupadas en el artículo 1025, afecta a quien ha cometido
el crimen de homicidio en la persona del difunto, o ha intervenido en este crimen por obra o
consejo, o la dejó perecer pudiendo salvarla.

Con lo anterior, debemos afirmar que la redacción es incorrecta, por lo que cabe formularse el
siguiente interrogante: ¿Cuál es el crimen de homicidio? Porque nuestro Código Penal no
reconoce la división tripartita de las puniciones en crímenes, delitos y contravenciones, como el
código francés; las infracciones de la ley penal colombiana son, únicamente, delitos o
contravenciones. La diversidad terminológica entre el código civil y el código penal, determina
la necesidad de interpretar el texto, para saber a cuáles tipos de homicidio cobija la causal.

Así las cosas, es racional pensar que con la frase “crimen de homicidio” la ley civil redujo la
incriminación al delito voluntario, es decir, al homicidio perpetrado con intención de matar,
porque la naturaleza de la indignidad es ser pena civil, para sancionar el agravio hecha al
difunto. Así quedan excluidos todos los homicidios culposos, cometidos sin intención de matar, y
los llamados preterintencionales, en que el agente del delito, queriendo ocasionar un daño,
produjo la muerte. Algunos autores como Carrizosa y Valencia Zea excluyen también como
causal de indignidad el homicidio por piedad, el ocasionado por orden de autoridad y el que
se comete en estado de ira e intenso dolor (Delitos justificables). De otra parte, Lafont Pianetta
excluye además la legítima defensa y el homicidio cometido por error en la persona del
causante o aberratio ictus (Delitos excusables).

Para que pueda demandarse esta causal debe existir sentencia condenatoria debidamente
ejecutoriada en la cual se de fe que el heredero o legatario fue autor, partícipe o interviniente
en la conducta punible. Algún sector de la doctrina, plantea que la norma no exige la existencia
de una condena por parte de la justicia penal para estructurar la causal de indignidad6. Se
manifiesta que basta una simple sindicación para que pueda desatarse la demanda civil de

6 RAMÍREZ FUERTES Roberto, Sucesiones, Sexta edición, Editorial Temis, Bogotá, 2003. Pág. 124.

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indignidad., mientras que la Corte Suprema de Justicia y la gran mayoría de autores de la
doctrina como Lafont (2003), Valencia (1988), etc., sostienen que es menester la existencia de
una sentencia proferida por la justicia penal en la que conste la intención de matar, esto es, el
animus occidendi, en cualquier cualidad, ya bien sea autor, partícipe o determinador. Y es por
ello que concluye que, como lo manifiesta Carrizosa (1945), al encubridor no le es atribuible
una indignidad por cuanto su actuación delictuosa se realizó cuando ya el crimen estaba
consumado.

Con respecto a otra modalidad del homicidio, ésta es la del homicidio por piedad, al igual que
lo que propone Lafont (2003), no es otra distinta a la de excluirla como concluyente de esta
causal, puesto que la intención del infractor, en este caso el heredero o legatario, no es la de
terminar con la vida del causante por un motivo personal, abyecto, fútil o económico sino por
la de acabar con un sufrimiento incurable tal y como reza en el estatuto penal colombiano7.

En la cuestión de la tentativa de homicidio, algunos tratadistas como Valencia (1988)


manifiestan que la ley castiga únicamente la intención de matar y es por ello que con la
tentativa se configura la causal primera; contrario al pensamiento de éste, consideramos que
no habría lugar a consumarse la primera causal por dos situaciones; la primera: de haber sido
voluntad del legislador castigar la intención de matar, así lo habría expresado en el tenor
literal del artículo 1025 del Código Civil colombiano en su numeral primero; y la segunda: al
haber inferido daño con la intención de matar al causante, se estaría ante la causal segunda
del artículo indicado.

Es importante recalcar que no se trata que el legislador no castigue con la indignidad al que
cometa homicidio en grado de tentativa, sino que se plantea en una causal distinta a la primera.
Algún sector de la doctrina como Carrizosa, sostiene que la segunda causal contiene tres
diferentes tipos de agravios: el atentado grave contra la vida, contra el honor y contra los
bienes del causante, o de sus parientes. Constituyen atentados graves contra la vida los delitos
de lesiones personales y los que en general pongan en riesgo la vida e integridad del causante.
Asimismo, se incluiría el delito de homicidio en grado de tentativa.

La ley penal que nos rige castiga el homicidio por omisión. Existen difíciles problemas para
concretar esa responsabilidad. Muy arduo será fijar en ciertos eventos la relación de
causalidad entre la omisión y la muerte; otras veces la omisión que ocasionó la muerte será

7 LAFONT PIANETTA Pedro, Derecho de Sucesiones, Tomo I, 5ª edición, Editorial Librería del Profesional.

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moralmente lícita; quien no se arroja para salvar a quien se está ahogando, podrá alegar
para excusarse, no estar obligado a correr un peligro propio para evitar la muerte de otro. La
ley civil, cuando declara indigno a quien dejó perecer al de cujus pudiendo salvarlo, levanta
dificultades de orden práctico, que son deferidas a la apreciación soberana y prudente del
juzgador, sin que deba formularse sobre ello regla alguna. Todo dependerá de las
circunstancias personales del heredero, y de las características del episodio sub judice.

3 ESTADO ACTUAL DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO

La causal de indignidad que nos atañe en el presente trabajo está contenida en el artículo
1025 del código civil. Cabe señalar que si bien, el mencionado artículo fue modificado por la
ley 1893 de 2018, este no modificó en esencia el numeral primero del artículo 1025, sino que
introdujo en el ordenamiento jurídico 3 nuevas causales.

Así mismo, un estudio de la jurisprudencia y la doctrina detalla que alrededor de la presente


causal no han surgido mayores controversias al interior de los tribunales, o de la academia.

Por lo expresado anteriormente encontramos que la presente causal de indignidad se configura


como una norma muy sólida, con una redacción perenne y una motivación atemporal que es
perfectamente aplicable tanto a las épocas del origen de la norma, como a nuestros tiempos.

4 PROYECTO DE REFORMA CÓDIGO CIVIL DE LA UNIVERSIDAD


NACIONAL DE COLOMBIA

Al encomendarse a Andrés Bello la tarea de establecer un Código Civil para Chile, misma que
en 1853 concluye, se tomó el resultado por varias provincias de la República de la Nueva
Granada. En 1873, a través de ley 84 pasó a ser código de los Estados Unidos de Colombia.
Posteriormente, en 1887 con la ley 57 se fija como Código Nacional.

Este estatuto normativo ha sido objeto de varias modificaciones desde su inicial carrera hasta
nuestros días. En 1980 se creó una comisión revisora encabezada por Arturo Valencia Zea,
pero no trascendió en el congreso. A través de diferentes leyes y decisiones de las cortes el
Código Civil se ha visto inmerso en cambios a través del tiempo por la necesidad de
modernización.

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La Universidad Nacional el 30 de junio de 2020 presentó un proyecto de reforma liderado
por José Alejandro Bonivento Fernández y Pedro Lafont Pianetta. Esta iniciativa tiene como
propósito unificar el Código Civil y el Código de Comercio.

La estructura de este proyecto tiene seis libros: El primer libro corresponde a la “Parte general”,
el segundo a “De los bienes”, el tercero “De las obligaciones”, el cuarto “De los contratos”, el
quinto “Derecho de la familia” y, el sexto libro “Sucesión por causa de muerte”.

El Gobierno ha demostrado apoyo a esta iniciativa. El Ministerio de Justicia y del Derecho, a


través de la entonces ministra Margarita Cabello respaldó fuertemente la reforma (Maritano,
2020) 8.Pero por otro lado, este proyecto ha suscitado varias críticas, dentro de las cuales se
enmarcan en señalar que no es admisible una reforma al régimen mercantil, pues de ello
derivaría en inseguridad jurídica de una normatividad que es estable y confiable para los
colombianos e inversionistas extranjeros (Martínez, 2020).9

También se indica que implica una verdadera reforma constitucional, debido a que pretende
modificar derechos (principalmente el derecho de propiedad privada), libertades de los
individuos y el modelo económico. Citando como ejemplo el artículo 272 del proyecto, que
incluye una nueva forma de expropiación (Martínez, 2020).10

Además, por las implicaciones e importancia de los temas que están en juego, se sostiene que
se debe dar un debate a nivel nacional puesto que influirá en “asuntos que hoy no están
regulados completamente, como el concepto de familia, la perspectiva de género, inclusión de
grupos marginados, nuevas realidades de relacionamiento personal, evolución de marcos
regulatorios de derechos fundamentales, así como la tipología de nuevos negocios y realidades
contractuales” (Reforma al Código Civil, 2020).11

8 MARITANO, A. (1 de julio de 2020) Colombia – Ministerio de Justicia respalda la reforma al Código Civil. Diario
jurídico. Recuperado de: https://www.diariojuridico.com/colombia-ministerio-de-justicia-respaldo-la-reforma-al-
codigo-civil/
9 MARTINEZ, C. (9 de julio de 2020) Nuevo Código Civil: la Constitución. La República. Recuperado de:

https://www.larepublica.co/analisis/camilo-martinez-beltran-2986720/nuevo-codigo-civil-la-constitucion-
3028684
10 MARTINEZ, C. (17 de septiembre de 2020). Código sin propiedad privada. La República. Recuperado de:

https://www.larepublica.co/analisis/camilo-martinez-beltran-2986720/codigo-sin-propiedad-privada-
3061340
11 Reforma al Código Civil. Nuevo Siglo. Recuperado de: https://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/09-20-

2020-pc-editorial-reforma-al-codigo-civil

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Ahora bien, el Código Civil vigente, como se mencionó anteriormente, trae las causales de
indignidad en su artículo 1025 señalando como primera causal “1. El que ha cometido el crimen
de homicidio en la persona del difunto o ha intervenido en este crimen por obra o consejo, o la
dejó perecer pudiendo salvarla”. Dentro del proyecto de reforma, esta causal se consagra
dentro del libro Vl Sucesión por causa de muerte, Título l Disposiciones generales, Capítulo lll
De la indignidad en su artículo 1868 y se cambia esta causal de la siguiente forma: “1. El que
voluntariamente ha dado muerte o intentado matar al causante, o intervenido en ella por obra
o consejo, o le dejó perecer pudiendo salvarlo, excepto los casos de ausencia de
responsabilidad penal e inimputabilidad.”. Esta redacción es más clara y despeja muchas dudas
que suscitaba la anterior, como los casos de tentativa y los casos que llevaban inmersos una
causal de atenuación como la ira e intenso dolor.

5 JURISPRUDENCIA

Antes de iniciar con el análisis es necesario aclarar que en Colombia la causal de indignidad
no tiene un ámbito desarrollo jurisprudencial, tan es así que la última sentencia sobre el tema
remonta a finales de la década de los cincuentas, ello nos permite concluir por un que (i) es una
norma que ha generado poco conflicto interpretativo o que en su defecto (ii) es una norma
desconocida o poco aplicada, hipótesis que se descarta pues Colombia tiene uno de los más
altos índices de homicidios dolosos del mundo. Así las cosas, se procederá al análisis de la
sentencia de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia del 25 de febrero de
1958, en esta providencia la sala analiza un problema jurídico fundamental para la benigna
interpretación del art. 1050.1 relativo a la prueba válida del homicidio en materia civil,
estableciendo que es necesario tener una sentencia penal ejecutoriada para tener por probada
la causal dado que en sede civil no se debería discutir la ocurrencia o no de un ilícito12. Esta
postura conlleva unos efectos procesales relevantes a la luz del Código General del Proceso
(en adelante CGP) pues la sentencia penal ejecutoriada se transforma un medio de prueba
documental único y excluyente del homicidio, trasladando el estándar de más alá de toda duda
razonable usado en materia penal a un asunto civil por subsunción -el cual no surge de la
valoración probatoria en el proceso civil, sino en el penal-. Sin perjuicio de lo antes expuesto,
consideramos que en caso de que se pretenda comenzar un proceso civil invocando la causal
de indignidad estudiada sin en el escrito de demanda se aporte como prueba la sentencia

12 COLOMBIA. Corte Suprema de Justicia. Casación Civil. Sentencia del 25 de febrero de 1958.

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penal ejecutoriada, el demandado puede solicitarle al juez la suspensión del proceso por
prejudicialidad penal en el proceso civil a tenor de lo dispuesto en el art. 161.1 del CGP:

El juez, a solicitud de parte, formulada antes de la sentencia, decretará la suspensión del


proceso en los siguientes casos:
1. Cuando la sentencia que deba dictarse dependa necesariamente de lo que se decida en otro
proceso judicial que verse sobre cuestión que sea imposible de ventilar en aquel como excepción
o mediante demanda de reconvención. El proceso ejecutivo no se suspenderá porque exista un
proceso declarativo iniciado antes o después de aquel, que verse sobre la validez o la
autenticidad del título ejecutivo, si en este es procedente alegar los mismos hechos como
excepción (…)

Pues bien, es claro que la declaratoria de un ilícito no es algo que se pueda determinar en un
proceso civil, pues deben respetarse una seria garantía procesales que dé deben discutir en el
proceso penal, haciendo la salvedad de que si ocurre la extensión de la acción penal a tenor
de lo dispuesto en el artículo 80 de ley 906 de 2004 es viable que el juez civil se pronuncie
sobre la ocurrencia o no de un delito para satisfacer únicamente su proceso. En todo caso la
reanudación del proceso civil por prejudicialidad solo se podrá decretar cuando (i) exista
providencia ejecutoriada que resuelva el asunto, o (ii) cuando hayan pasado más de dos
contados a partir de la fecha en la que se decretó la suspensión -evento en el cual el juez de
oficio o solicitud de parte decretará su reanudación-13.

En este punto es pertinente tratar es la diferencia entre la excepción previa de pleito pendiente
y la solicitud de suspensión del proceso por prejudicialidad la cual ha sido abordada por el
Consejo de estado en sentencia del 2 de marzo de 2016, en el primero de los casos se trata
de un derecho de las partes para solicitar la suspensión por la (i) coexistencia de uno o varios
procesos que guardan una relación íntima, que la decisión de uno tiene influencia directa en
otro, es decir hay una relación de codependencia, (iii) el proceso que sirve para invocar la
suspensión se encuentre en etapa para dictar sentencia y (iv) no se haya dictado sentencia en
el otro proceso14. Mientras que la excepción de pleito pendiente configura cuando existe otro
proceso judicial, los mismos hechos, partes, y pretensiones.

13 En todo caso la prejudicialidad penal en materia civil es una regla que admite excepciones como lo es al caso
de la desición sobre la tacha de falsedad de un documento. COLOMBIA. Corte Constitucional. Sala Plena,
Sentencia C-816-2001.
14 COLOMBIA, Consejo de Estado, Sección Primera, Sentencia 05001233300020130129001, Mar. 02/16

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Dejando a un lado el desarrollo normativo y jurisprudencial colombiano, analizaremos el caso
RIGGS Vs. PALMER del Tribunal de Apelaciones de Nueva York15, en el que el señor Francis B.
Palmer otorgó su última voluntad mediante testamente dejando dos legados a sus hijas -
demandantes- y un tercero al nieto -demandado-, este último asesinó a su abuelo una vez supo
del testamento. El tribunal se pregunta si tiene derecho o no para reclamar la herencia. La
corporación hace un análisis pincipalístico del derecho, apoyándose en la equidad para
resolver el caso y llegando a la conclusión de que nadie puede valerse de su propio dolo
(adopta argumentos de derecho continental) y decide la restricción de uso de la herencia a
Palmer.

15ESTADOS UNIDOS. Tribunal de Apelaciones de Nueva York. Riggs Vs. Palmer. 115 NY 506. 13 de agosto de
1880.

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