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Velad y estad alertas

- No se trata de una espera pasiva (Mt 9, 37; Mc 16, 15; Mt 10, 16ss)

I. Estad “vigilantes”
Comparación con el personal de seguridad: atentos, mirando alrededor en espera.
Los profetas tuvieron una actitud similar, como centinelas, esperando la venida del
Salvador prometido (Ez 3, 16-21)
San Juan Bautista orientó toda su vida a la espera del Mesías, pero su actitud fue
concreta y activa: preparar el camino al Señor (Jn 1, 30-31; Lc 3, 4b)
Su vida no fue sencilla, su espera no fue fácil, sino llena de sufrimientos y pruebas, al
punto de no ver cumplidos sus deseos, porque antes sufrió el martirio y murió. Pero
su entrega no fue en vano: él preparó los caminos del Señor e incluso formó a dos
discípulos que luego siguieron al Mesías (Jn 1, 37-40).
Muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo están también comprometidos con la
misión de proclamar el Evangelio, trabajando en activa espera, confiando en que las
promesas del Señor se cumplirán. (Mt 5, 9)

II. ¡Velad, pues! (Mt 25, 13)


La invitación de Jesús se convierte en un mandato imperativo. (Mt 24, 43-44)
La Palabra nos enseña dos formas de velar:
o Como la vigilancia del amo de la casa que tiene miedo del ladrón;
o o con la vigilancia alegre de la espera del novio, con la seguridad de que lo que
vivimos en el presente no es más que un pequeño anticipo de la vida plena que
tendremos al lado del Señor.

Mt 25, 1-12. Perseverantes en la espera, con suficiente aceite para el camino,


porque las pruebas y dificultades pueden tentarnos a perder la esperanza.

Como cristianos no debemos aceptar ningún tipo de temor, por el contrario,


debemos confiar y tener la seguridad de que el Señor cumplirá cada una de sus
promesas.

III. Cómo estar listos y prevenidos


El Señor no nos ha dejado desprotegidos, sino que siempre nos acompaña y nos ha
dejado los recursos necesarios para poder permanecer atentos a sus inspiraciones.
o Nos ha dotado de dones y carismas, talentos que debemos poner al servicio de
los demás (Mt 25, 14-30) y deben ser administrados con amor (1 P 4, 8-10)
o Nos invita a protegernos con las armas espirituales del cristiano (Ef 6, 10-13)
o Por nuestra fe, nos da la seguridad de que Dios esta con nosotros y en nosotros.
Nos da la seguridad de que, en Cristo y por ser hijos de Dios, podemos vencer al
enemigo de este mundo (Jn 16, 33b)
o Por la oración podemos acudir confiadamente y sin desanimarnos a Él, y
seremos atendidos en nuestras necesidades (Ef 6, 18)
o La lectura inspirada y asidua de la Palabra de Dios, nos asegura fuerza, sustento
y vigor en nuestra vida espiritual y la de la Iglesia.

IV. ¡Ven Señor!


No debemos desaprovechar ninguna ocasión para llamar al Señor, para aceptarlo y
abrirle de par en par las puertas de nuestro corazón. ¡Ven! es el llamado del amor, la
palabra de los que estamos en el destierro y anhelamos la patria eterna. Si estamos
listos para recibirlo a cada instante, estaremos listos para recibirlo en su segunda
venida en Cuerpo y Alma glorioso (Hch 1, 10-11).
o Parábola de las vírgenes: ESTAR SIEMPRE DESPIERTOS
o Parábola de los talentos: TRABAJANDO Y DESARROLLANDO los talentos
o Parábola del juicio final: Hacer todo A FAVOR DE NUESTRO PRÓJIMO, como si se
lo hiciéramos a Jesús.

Lectura de Ap 22, 17

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