Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Historia Del Trabajo Social en Colombia
Historia Del Trabajo Social en Colombia
En Colombia este equívoco conduce a pensar que los inicios del Trabajo Social
datan de principios del siglo XX, cuando en realidad la primera escuela se fundó
solo hasta en 1936. Es posible que las organizaciones filantrópicas hubieran
alcanzado una cierta presencia a principios del siglo pasado, pero esto sólo
representa una de las sinergias que posteriormente condujeron a la fundación de
las primeras escuelas de Trabajo Social en Latinoamérica y en el país.
Dudo que haya otra profesión que se cuestione tanto a sí misma y que presente
en forma tan descalificadora el pasado profesional...Las respuestas que la
reconceptualización buscó alejaron este proceso de la práctica profesional. En
parte ella refleja la desvalorización de la práctica profesional que compartían los
reconceptualizadores, impulsada en gran medida por los cientistas sociales que se
desempeñaban como docentes en las escuelas de Trabajo Social, los que
lógicamente no la conocían...Cabe preguntarse en que medida estas narrativas
del pasado que se construyeron durante la reconceptualización son adecuadas a
la realidad que pretenden describir y reflejan con justicia los esfuerzos
profesionales del pasado...
Antes que nada, debe decirse que representan dos lógicas de pensamiento que
informan prácticas diferentes y autónomas para interpretar y actuar en el contexto
de las relaciones sociales carentes. Lo profesional está marcado por la
intervención de tales relaciones con el propósito de materializar imperativos éticos
o valores sociales sobre la vida humana digna contenidos en conceptos como
calidad de vida, bienestar humano, progreso o desarrollo social. Tales imperativos
o valores sociales por lo general tiene la fuerza y el respaldo de lo jurídico. Los
Derechos Humanos constituyen una muy buena ilustración. No se discutirá por
ahora las concepciones, teorías, estilos estrategias o metodologías para la
intervención.
Tiene que contarse con un grupo de académicos identificados con tal aspiración.
Debe proveerse toda la base material y organizativa necesaria, es decir una sede,
aulas, personal de apoyo, etc. Así, pensar la historia del Trabajo Social conduce
en primer lugar a mirar los escenarios académicos que han hecho posible su
aparición y consolidación. Sin este criterio, se estaría inclinado a leer la historia del
Trabajo Social en cualquier evento relacionado con la pobreza, el sufrimiento o las
acciones altruistas que la sociedad emprende para reducir tales condiciones.
Por ejemplo, podría pensarse que la historia del Trabajo Social en Inglaterra surge
en la figura del inspector de pobres que desde principios del siglo XVII se
encargaba de aplicar en su respectiva parroquia, las leyes isabelinas de pobres,
esto es, recibir la solicitud del pobre que demandaba socorro; investigar sus
condiciones; decidir si era merecedor o no de ayuda, si debía ser colocado en el
hospicio o en el asilo, ofrecido al mejor postor o recibir ayuda en su propia casa;
recaudar el impuesto para los pobres fijado sobre las tierras y las casas, así como
los diezmos de todos los habitantes, y llevar un registro de lo que recibía y
pagaba. (Friedlander, 1979: 19) O bien podía creerse, que Trabajo Social derivó
de la tradición construida por la gran cantidad de organizaciones caritativas laicas
o religiosas que fueron surgiendo en Inglaterra y que terminaron agrupándose en
1868, por recomendación del reverendo Henry Solly, en la Sociedad para la
organización del socorro caritativo y la represión de la mendicidad y que un año
después cambió su nombre al más conocido de Sociedad para la Organización de
la Caridad (Charity Organization Society ó COS) (Friedlander, 1979: 44).
También se podría pensar que el Trabajo Social inglés surgió de las diversas
expresiones que tuvo el ideario reformista británico, como el movimiento cartista
que en 1844 abrió en Rochdale la primera tienda cooperativa de la cual eran
dueños los propios trabajadores; o de la acción de los sindicatos (trade unions)
que por la misma época organizaron planes de ayuda mutua en casos de
enfermedad, accidente, desempleo, invalidez y ancianidad (Friedlander, 1979: 40);
o del socialismo cristiano que patrocinó asociaciones cooperativas entre
trabajadores de diversas industrias e impulsó la educación de adultos fundando
entre otros “el Colegio para Trabajadores” en 1854 en la parte oriental de Londres
(Friedlander, 1979: 41); o de las ideas socializantes de Robert Owen, quien
patrocinó una comunidad industrial modelo que proporcionaba casas con jardines,
buenas condiciones sanitarias, campos de juego a bajo precio, tiendas
cooperativas que vendían al costo, una biblioteca y servicios recreativos para los
trabajadores y sus familias (Friedlander 1979: 40); o la sociedad Fabiana que
desde 1883 defendió el sufragio femenino, la legislación laboral, y mejoras en la
vivienda y en la educación.
Sin el criterio aludido, también podría creerse que el Trabajo Social inglés se
originó en las investigaciones sociales sobre las formas de ayuda que existían en
Inglaterra, emprendidas desde mediados del siglo XIX, como la realizada por
Edwin Chadwick, entonces secretario de la comisión de la ley de pobres, que
versaban sobre la salud y las condiciones sanitarias de la clase trabajadora,
publicada en 1842 y punto de partida de un movimiento en favor de la salubridad
pública; los artículos que Henry Mayhew escribió sobre “El trabajo en Londres y el
pobre londinense” publicados en 1849 en el diario Morning Chronicle, y que
despertaron la conciencia social e impulsaron la aparición de filántropos como
Octavia Hill; o en la encuesta social más importante realizada por un hombre de
negocios acomodado llamado Charles Booth, quien en 1886 contrató un grupo de
entrevistadores y emprendió la averiguación como empresa privada.
Fue esta una investigación por oficios que indagaba sobre las condiciones de vida
y de trabajo, el número de horas de la jornada laboral y el salario percibido. El
estudio abarco a las personas desamparadas y a miles de familias de trabajadores
con empleo. Los resultados, que fueron publicados anualmente, demostraron que
una tercera parte de la población londinense estaba viviendo por debajo de la
línea de pobreza, desmintieron la teoría de que la pobreza era culpa del individuo,
y demostraron que el sufrimiento era causado por salarios insuficientes,
habitaciones inadecuadas y ambiente deprimente e insalubre y que las medidas
tomadas por las leyes de pobres no eran la solución.(Friedlander, 1979: 47-48).
Todo lo anterior puede haber influido en el surgimiento del Trabajo Social inglés,
pero no equivalen a su historia. Esta no se inicia con la aparición de las acciones
caritativas laicas o religiosas, ni con el desarrollo de alguno de estos eventos. Si la
historia del Trabajo Social tiene que interpretarse desde el surgimiento y
consolidación de los espacios académicos que lo producen, puede plantearse que
en el caso de Inglaterra ésta realmente se inicia con la fundación, en el año de
1884 en el distrito londinense de White Chapel de una casa universitaria de
rehabilitación que fue denominada Toynbee Hall, en honor a un graduado de
Oxford que acudió al llamado que el pastor Barnet, párroco de White Chapel, un
barrio muy pobre de Londres, le hiciera a estudiantes de Cambridge y Oxford para
que fueran a vivir a la parroquia y para que contribuyeran a investigar la pobreza,
a concebir soluciones y reformas sociales que la aliviaran, y a formar a las
personas interesadas en ayudar a los pobres.
La casa universitaria de rehabilitación Toynbee Hall tenia tres objetivos:
Si la historia del Trabajo Social debe leerse en los escenarios académicos que lo
construyen, un segundo criterio indica que tal reflexión en estricto sentido consiste
en interpretar tres asuntos básicos: primero, las visiones, concepciones o
paradigmas con los cuales se ha producido el Trabajo Social; segundo, los
cambios o rupturas en tales visiones que entregan los referentes para elaborar las
periodizaciones o etapas correspondientes; y tercero, las sinergias sociales que
explicarían la aparición de los escenarios académicos y los cambios o rupturas en
los paradigmas.
a. las discusiones que presentan los programas de formación sobre ética social, o
sea, sobre los deseables de calidad de vida, progreso o desarrollo que son
consonantes con alguna postulación sobre la dignidad humana y sobre las formas
de organización social que se consideran ideales para alcanzar tales aspiraciones;
contiene los criterios desde los cuales se definen los problemas sociales y los
sustentos que legitiman la intervención del Trabajo Social. b. Las ideas sobre el
altruismo social o la ética de la ayuda a los carentes; consideran las discusiones
existentes sobre las relaciones de bienestar social o los dispositivos de ayuda
como la Política Social, la autogestión, la asistencia social, la seguridad social y el
bienestar laboral. c. la ética profesional o la normatividad que regula las relaciones
con los carentes.
Interpretar la historia del Trabajo Social a través del análisis de las visiones o
paradigmas que lo han construido, seguramente ayudará a neutralizar los sesgos
personalistas, los intereses laudatorios y las tentaciones difamatorias, riesgos que
podrían estar presentes en aproximaciones muy empíricas, anecdóticas,
institucionales o centradas en personajes. Es probable que existan otras formas
de leer la historia del Trabajo Social. Por ejemplo, desde el ejercicio profesional,
desde la organización gremial, desde su significación social. Sin embargo, la
opción planteada parece constituir el entronque fundamental que permitiría
referenciar esas otras historias
3. Aproximaciones a la historia del Trabajo Social en Colombia
El análisis de los planes de estudio del período (Ver Martínez y otros, 1981;
Asociación, 1963) permite realizar las siguientes consideraciones iniciales sobre
las concepciones en que fueron formadas las trabajadoras sociales de la época.
Los aumentos recientes de la industria y los nuevos caminos por los que van las
artes, el cambio obrado en las relaciones mutuas de amos y jornaleros, el haberse
acumulado las riquezas en unos pocos y empobrecido la multitud, la mayor
confianza de los obreros en sí mismos y la unión más estrecha con que unos y
otros se han juntado y finalmente la corrupción de las costumbres han hecho
estallar la guerra.” (...) “A aumentar el mal vino la voraz usura; la cual, aunque más
de una vez condenada por sentencia de la Iglesia sigue siempre bajo diversas
formas, la misma de su ser, ejercida por hombres avaros y codiciosos. Juntase a
esto que la producción y el comercio de todas las cosas está casi todo en manos
de pocos, de tal suerte, que unos cuantos hombres opulentos y riquísimos han
puesto sobre la multitud innumerable de proletarios un yugo que difiere poco del
de los esclavos.
Esto significa que la formación inicial de los trabajadores sociales no fue tan
conservadora ni retardataria como pudiera pensarse, así la Iglesia Católica de la
época desarrollara una acción política de esta naturaleza, la moral caritativa fuera
la ética dominante desde el punto de vista de los dispositivos sociales de ayuda, o
la prédica parroquial de púlpito insistiera en equiparar a los liberales y al
comunismo con el demonio.
El surgimiento del Trabajo Social en Colombia hizo parte del interés político
expansionista de la Iglesia Católica Romana que para la época buscaba
contrarrestar la influencia del ideario marxista y el avance de la lucha socialista.
Con tales fines desplegó al menos tres frentes que fueron: la evangelización
doctrinaria a través de la prédica parroquial y la acción misionera, la organización
de relaciones de ayuda o Bienestar Social como la Asistencia Social informada por
la ética caritativa o una modalidad de la Autogestión denominada “Obrerismo”
basada en la Doctrina Social de la Iglesia y un frente académico centrado en la
discusión filosófico teológica dentro del cual se originó la Unión Católica
Internacional de Servicio Social fundada en Brúcelas en 1925.
La UCISS tenía como propósitos estudiar a la luz de los principios católicos, las
cuestiones científicas y prácticas del Servicio Social, desarrollar el Servicio Social
con el objeto de contribuir a la realización de un orden social en el mundo
moderno, promover la creación de escuelas de Servicio Social y de grupos
católicos de acción social en diversos países promoviendo sus relaciones mutuas
y representar en el terreno internacional oficial o privado el punto de vista católico
en lo que concierne al Servicio Social. (Martínez y otros, 1981:38) Patrocinó la
creación del primer programa de Trabajo Social en el país y de siete más en
América Latina entre 1929 y 1939, a través de la escuela católica chilena Elvira
Matte de Cruchaga, que fue designada sede del secretariado de la Unión para el
continente con el encargo de fomentar el Servicio Social Católico.
Doña María Carulla interpretó con mucha claridad el sentimiento católico que
impulsó el surgimiento de los primeros programas de Trabajo Social. Decía en una
entrevista realizada en Abril de 1975: La situación de Colombia es bastante
confusa. La población pasó de un plano de servilismo a uno ya industrializado,
pero los trabajadores desconocen sus derechos y sobre todo falta un gran
sentimiento de caridad cristiana en las relaciones humanas. Las encíclicas
papales si bien son conocidas aún no han sido encarnadas, todo lo cual crea un
clima propicio a las ideas anarquistas y comunistas por lo cual es necesario que la
iglesia tome conciencia para inducir a las gentes sencillas a responder al momento
histórico. (Martínez y otros, 1981:38).
Es probable que doña María se refiriera a los agudos conflictos de clase que se
expresaron bajo la forma de grandes huelgas sindicales surgidas en los enclaves
capitalistas de las compañías bananeras y petroleras norteamericanas durante la
década de los años veinte. La primera se hizo contra la Tropical Oil Company,
pues las condiciones de trabajo eran desastrosas. En 1923, 40.81% de los
trabajadores empleados enfermaron, había pocos hospitales, y mientras los
trabajadores colombianos ganaban $ 1,50 al día sin alojamiento ni comida, los
extranjeros en los mismos puestos ganaban $ 3,50 más alojamiento y comida. El 8
de octubre de 1924 más de cincuenta obreros se declararon en huelga y dos días
después el paro se hizo total.
En enero de 1927 hubo otra huelga contra la Tropical Oil Company ocasionada
por un aumento salarial muy bajo. De nuevo Mahecha, quien para la época
editaba un periódico comunista en Barranca, asesoró el movimiento.
La huelga duró veinte días y convocó a unos 5.000 obreros. María Cano e Ignacio
Torres Giraldo, líderes comunistas, viajaron a apoyar el movimiento. La Compañía
se negó a negociar y el 21 de Enero la policía disparó contra los trabajadores.
Hubo dos muertos y ocho heridos. El gobierno declaró el estado de sitio y
Mahecha y otros líderes fueron encarcelados y deportados.
La United, con el aval del gobierno rechazó las solicitudes de los trabajadores. A
finales del mes las fuerzas militares habían apresado a más de 400 huelguistas y
al inspector de trabajo regional, quien encontró las peticiones obreras razonables y
declaró la huelga legal. El 4 de diciembre los trabajadores bloquearon las líneas
férreas para evitar que los trenes cargados con fruta llegaran a puerto, y obligaron
a que el general Cortes Vargas abandonara un tren cargado con prisioneros que
fueron liberados. Al día siguiente el gobierno declaró el estado de sitio y autorizó
disparar contra la multitud. El 6 de diciembre a la 1:30 un pelotón del ejército entró
en la plaza de Ciénaga, leyó la declaración del estado de sitio, dio 5 minutos para
que la multitud se dispersara y disparó. Después comenzó el reino del terror. Los
huelguistas en su huida quemaron y saquearon los edificios de la compañía, por lo
cual el general Cortes Vargas los declaró malhechores y los persiguió como a
tales. Se ha calculado que el ejército masacró de 1000 y 1500 personas.
Cincuenta y cuatro participantes en la huelga fueron juzgados en consejos de
guerra y 31 fueron condenados a prisión. (Urrutia, 1983: 224-231).
Este período se inicia con un hecho de gran significación. Se trata del decreto
gubernamental 1572 del 1 de Julio de 1952 del Ministerio de Educación Nacional,
que reglamenta la Ley 25 del 27 de Octubre de 1948 sobre escuelas de Servicio
Social, en el cual se establecen orientaciones académicas universales para la
formación de trabajadores sociales. De tal decreto se destacan el artículo 1° que
define el carácter de las escuelas de servicio Social, el 4° en el cual se establece
que todas las escuelas de Servicio Social existentes en el país, cualquiera que sea
la entidad de la que dependan, someterán su plan de estudios y organización a la
supervisión de los ministerios de Educación e Higiene, y el 6° que define un plan
de estudios general de tres años.
Su análisis permite realizar las siguientes hipótesis sobre las orientaciones en que
se formaron los trabajadores sociales de la época. (Ver Asociación, 1963).
Las asignaturas fueron Moral General, Moral Familiar, Ética Profesional, con 36
horas cada una y Cultura Religiosa con 108 horas, es decir, tres veces más de lo
programado para cualquiera de las asignaturas del área, cuatro veces más con
respecto a las materias de menor intensidad, y 36 horas por encima de cátedras
de gran importancia como Sociología, Legislación del Trabajo, Higiene
Alimentaría, Origen Histórico del Servicio Social, Caso Social o Estadística e
Investigación Social, con 72 horas cada una.
Así, la profesión ganó cierta presencia académica y perdió identidad como forma
acción política, pero creó las tensiones necesarias para iniciar la construcción
disciplinar. (5)
Por tanto los objetivos de formación deben: 1°. Preparar profesionales con pericia
y responsabilidad para trabajar con individuos, grupos y comunidades en estados
de desadaptación social y en procesos de cooperación y desarrollo.
El Seminario propuso una estructura general para un plan de estudios básico, pero
no alcanzó a discutir los contenidos de las asignaturas, lo que quedó como
compromiso para una reunión posterior. Sin embargo, el curriculum vigente en
1962 en el colegio Mayor de Cundinamarca, surgido de la consulta con la doctora
Bunker y recomendado por el Ministerio, interpretó el ambiente del Seminario.
Este plan redujo la formación ética a dos cursos de Moral general y Familiar que
sumaban 4 horas semanales, mientras que creó el área de Estudios de la
sociedad con las asignaturas de Introducción a la sociología, Sociología de la
familia, de la Vida rural, Urbana, Doctrinas sociales, Instituciones básicas del
Estado y sus funciones, Movimientos sociales y políticos contemporáneos,
Economía y su relación con el Bienestar Social, Estructura de la Nación,
Problemas sociales colombianos y Antropología cultural, las cuales sumaban 28
horas semanales, es decir, seis veces más que la intensidad destinada a la
formación ética.
También creó el área de Estudios del hombre que incluía las asignaturas de
Psicología general, Desarrollo de la personalidad, Aspectos médico-sociales de la
enfermedad, Psicopatología y Psiquiatría para Trabajadores Sociales con un total
de 20 horas semanales, o sea, cuatro veces más que lo dedicado a la formación
ética. Perfeccionó el área de Trabajo Social, distinguiendo la discusión filosófica
de la metodológica.
En la primera ubicó los cursos de Historia del Servicio Social, Problemas Sociales,
Bienestar Social y Ética Profesional, con un total de 10 horas semanales, y en la
segunda las cátedras de Trabajo social de Caso, Trabajo social de Grupo,
Organización de la comunidad, Actividades para grupos en Servicio Social,
Métodos de educación popular aplicables al Servicio Social, Métodos y técnicas de
acción social, Introducción a la supervisión, Administración de Servicios Sociales,
Campos de aplicación y planeamiento económico y social, con un total de 40
horas semanales. O sea que en conjunto el área de Trabajo Social tenía una
intensidad nueve veces por encima de la asignada a la formación ética.
El plan eliminó las áreas médica y jurídica. Solo consideró los cursos de
Información médica para Trabajadores Sociales con 4 horas, y Derecho Familiar y
de protección social con 4 horas. Bosquejó el tema de la investigación con los
cursos de Estadística, Investigación Social, Encuesta Social y Tesis que sumaron
12 horas semanales, si bien, su baja intensidad y dispersión dentro del plan hacen
pensar que se concibió como un instrumento al servicio de la intervención y que la
opción disciplinar continuaba siendo una intuición.
En síntesis, puede afirmarse que durante este período el Trabajo Social continuó
entendido como una profesión, es decir, una forma de intervención social, pero
ahora fundamentada en las ciencias sociales y humanas que por sus exigencias
de neutralidad valorativa hicieron invisible lo más propio y fundamental de la
profesión, lo que debe ser plenamente consciente y debatido, esto es, su
orientación ética e intencionalidad política.
Durante los 18 años que abarca esta época se fundaron ocho escuelas. En 1953
la escuela de Servicio Social de Cali, en 1961 la Facultad de Trabajo Social de la
Universidad Javeriana, cerrada en 1971 para reprimir un movimiento estudiantil y
profesoral de protesta propiciado por la reconceptualización; en 1963, la Escuela
de Servicio Social de la Universidad Femenina de Santander; en 1964, el
Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Caldas; en 1965 se organizó
el Consejo Nacional para la Educación en Trabajo Social CONETS, que recogió la
experiencia de la Asociación de Escuelas y Facultades de Trabajo Social fundada
en 1951; en 1966 se creó la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de la
Salle y se trasladó como carrera anexa de la Facultad de Sociología de la
Universidad Nacional de Colombia (ver adelante) el programa del Colegio Mayor
de Cundinamarca ,fundado en 1946; y en 1969 se abrió la sección de Trabajo
Social de la Universidad de Antioquia, se creó la Facultad de Trabajo Social de la
Universidad Externado de Colombia y reinició labores la Facultad de Trabajo
Social del Colegio Mayor de Cundinamarca.
Las objeciones más o menos radicales que durante este período se le hicieron al
Trabajo Social impulsaron un gran esfuerzo académico de profesores y
estudiantes en el estudio y comprensión del ideario marxista especialmente, en la
búsqueda de redefiniciones epistemológicas, teóricas y metodológicas para el
Trabajo Social y en la construcción de nuevas relaciones pedagógicas. También
generaron cambios caóticos en los planes de estudio, desorganización de las
rutinas académicas, dolorosas confrontaciones y en el caso de la Universidad
Javeriana de Bogotá el cierre de los programas de Trabajo Social y Sociología.
La influencia que tuvo el ideario marxista en las décadas de los años 60 y 70 y una
aparente cercanía entre la lucha revolucionaria y el carácter y propósitos de la
profesión pueden explicar el surgimiento e influencia de este período. Para esos
momentos el encuadre crítico y emancipatorio que el Marxismo hace del modo de
producción capitalista constituía el paradigma dominante, y los esfuerzos por
construir el socialismo eran esperanzadores.
La población rusa estaba entre las mejor alimentadas y educadas del mundo y las
revoluciones chinas y cubanas marchaban. Por su parte, el Trabajo Social parecía
entender mejor que otras disciplinas y profesiones las aspiraciones y compromisos
de la lucha revolucionaria y las angustias de los excluidos. Reclamaba para si una
vocación “práctica” antes que académica o teórica, se encontraba en contacto
permanente y directo con la pobreza y el sufrimiento de los sectores populares,
hacía una clara opción en favor de estos buscando mejorar sus condiciones de
vida y su ejercicio poco remunerativo, exigía compromiso y sacrifico. Los
profesores y estudiantes que recién llegaban al escenario teórico de la lucha de
clases encontraron en ésta, la mejor forma de redefinir al Trabajo Social.
Las anteriores hipótesis pueden ser útiles para debatir la historia del Trabajo
Social latinoamericano que parece tener los mismos movimientos y avatares.
También para analizar las diferencias y similitudes de su desarrollo en otros
continentes. Es decir que en la interpretación de la historia del Trabajo Social
existe un programa de investigación disciplinar interesante, amplio y complejo, que
se corresponde con una de las expresiones de su objeto.
El contrato fue firmado en 1965 por Daniel Arango Ministro de Educación Nacional
de la época, y el rector de la Universidad José Félix Patiño. El acuerdo señalaba
que:
…a) de acuerdo con las exigencias modernas y las necesidades del país se
hace preciso procurar que los estudios de Servicio Social tengan proyecciones
más amplias en los aspectos investigativos y sociológicos; b) Que la escuela de
Servicio Social de Bogotá funciona actualmente como establecimiento
dependiente del colegio Mayor de Cultura Femenina de Cundinamarca, por lo cual
y con el objeto de procurarle el mejor cumplimiento de sus fines, se considera
indispensable incorporarla a la Universidad Nacional, … convienen en celebrar el
contrato que se consigna en la siguientes cláusulas: Primera. La Universidad se
obliga para con el Gobierno a organizar dentro de la Facultad de Ciencias Sociales
los estudios de Servicio Social. Segunda. La universidad incorporará los cursos
que actualmente funcionan en la escuela de Servicio Social del colegio Mayor de
Cultura Femenina de Cundinamarca. Tercera. La universidad tendrá a su cargo la
orientación y dirección de la carrera de Servicio Social que en esta forma se
organiza y que en tal razón tendrá libertad para adoptarlos planes de estudio y
programas de cada uno de los cursos que se hayan de seguir”(6).
Era la respuesta al reto planteado por el éxito que en ese entonces tenía la
planificación centralizada adelantada en países que intentaban construirse como
socialistas. Es decir que las mismas tensiones entre Capitalismo y Socialismo que
en los 30 originaron los primeros programas académicos de Trabajo Social con el
encargo neutralizar la influencia del ideario marxista por la vía de la Doctrina
Social de la Iglesia, se reeditaban ahora en un escenario que enlazaba al Trabajo
Social con un saber científico social emergente en el país, el cambio social
planificado, la Alianza para el progreso y el Desarrollo de la Comunidad.
En 1965 la profesora María Cristina Salazar, quien con el profesor Orlando Fals
Borda gestionaron con mucho énfasis y en diversas instancias académicas y
gubernamentales el traslado del programa de Trabajo Social a la Universidad
Nacional, interpretaba estas circunstancias y explicaba dentro de ese marco las
razones del traslado. En una ponencia presentada al III Congreso Nacional de
Servicio Social realizado en Cali entre el 17 y el 22 de julio, afirmaba que en
Colombia y en el contexto latinoamericano empezaban a vislumbrase los
elementos de una sociedad futura que exigían una reflexión constante sobre lo
que Mannheim denominaba la planificación democrática, que contestara a las
preguntas sobre los derroteros del cambio y las responsabilidades de la
planificación.
CONSIDERANDO:
Que la historia del Trabajo Social en Colombia deja ver una rápida transformación
de esta disciplina que la ha llevado a pasar de un estado inicial, marcado por el
asistencialismo sin mayores aportes teóricos e investigativos a la situación actual,
particularmente en la Universidad Nacional, caracterizada por un desarrollo
teórico y metodológico en las áreas de su conocimiento y en los procedimientos de
su intervención profesional;
Que el campo del saber asumido por el Trabajo Social: el conocimiento de las
políticas de desarrollo y de Bienestar Social en correspondencia con las
necesidades individuales y colectivas de la población, desarrollando procesos y
modalidades de intervención social no es sumido por ninguna otra unidad
académica de la universidad; Que existe la necesidad inaplazable de contribuir al
estudio y tratamiento de los problemas sociales del país a través de proyectos
específicos de desarrollo e intervención social y que la Universidad puede contar
con una entidad que permita el cumplimiento de esta tarea; Que existe una
considerable presencia de la investigación en lo que hoy es la carrera de Trabajo
Social, la cual da contornos distintivos a la calidad del conocimiento que busca y a
su aplicación; Que posee una planta docente capaz de desarrollar el campo de
conocimiento que ha definido; Que Trabajo Social como disciplina tiene una
considerable presencia y reconocimiento tanto en la Universidad como fuera de
ella, en el área de planeación, prestación y evaluación de servicios y organización
y desarrollo comunitario.
ACUERDA
Desde 1998 el Departamento de Trabajo Social publica una revista anual, la cual
contiene temáticas especializadas. El primer número se centró en el tema de
familia, el segundo en la metodología de intervención, el tercero en el estudio de
las políticas sociales, el cuarto y el quinto en la relación entre las disciplinas
sociales y el Trabajo Social, el sexto en las nuevas dinámicas sociales en los
ámbitos local y global y el séptimo en desplazamiento y derechos humanos.
La mayor parte de sus artículos fueron elaborados por profesoras y profesores del
Departamento de Trabajo Social a partir de su trabajo de investigación y docencia
y de las y los estudiantes de la carrera.
1- Con este mismo título se publicó un artículo escrito por el profesor Edgar
Malagón en la revista Trabajo Social # 3, Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá 2001, del cual se toman con algunas variaciones, las
ideas planteadas en esta tercera parte del presente trabajo.
2- “Rerum Novarum”. Ediciones Paulinas, Lima 1977 pp. 3, 4, 5. En Manrique,
M. “De Apostoles a Agentes de Cambio”. Celats, Lima, 1982. p. 43.
BIBLIOGRAFIA
1. Acosta, Luis. “Consideraciones sobre la historia del Trabajo Social en
Uruguay”. www.ucr.cr.
2. Alayon, Norberto. “Hacia la historia del Trabajo Social en Argentina”.
Ediciones CELATS, Perú, 1980.
3. Ander-egg, Ezequiel. “Historia del Trabajo Social”. Lumen, Buenos
Aires, 1994.
4. De la Vega, Beatriz. “La situación en América Latina y el Trabajo
Social”. En Revista “Acción Crítica # 1, Dic. 1970.
5. Faleiros, Vicente de Paula. “Contribuciones a un análisis crítico del
Trabajo Social latinoamericano”. En “Metodología e Ideología del
Trabajo Social. CELATS, Perú, 1983.
6. Faleiros, Vicente de Paula. “Reconceptualización: acción política y
teoría dialéctica”. En revista “Acción Crítica nº 8”. Diciembre de 1980.
7. Friedlander, Walter. “La dinámica del Trabajo Social”. Pax, México,
1979.
8. Iamamoto, Marilda, “Servicio Social y división del trabajo”. Cortez Sao
Pablo, 1995.
9. Iamanoto, Marilda y Carvalho, Raul. “Relaciones sociales y Trabajo
Social”. CELATS, lima, 1984.
10. Iamanoto. Marilda y De Carvalho Raúl. “Aspectos de la historia del
Servicio Social en el Brasil (1930 – 1960). En “Relaciones Sociales y
Trabajo Social”. CELATS, Perú, 1984.
11. Kohs, S. C. “Las raices del Trabajo Social”. Paidos, Buenos Aires
1969.
12. Kruse Hernán, y otros. “Del paternalismo a la consciencia de cambio.
Los congresos Panamericanos de Servicio Social”. Humanitas, Buenos
Aires.
13. Maguiña Alejandro. “Desarrollo Capitalista y Trabajo Social”, Ediciones
CELATS, Perú 1979.
14. Malagón, Edgar. “Hipótesis sobre la Historia del Trabajo Social en
Colombia”. En revista Trabajo Social nº 3, Universidad Naconal de
Colombia, Bogotá 2001.
15. Malagón, Edgar. “Trabajo Social: Ética y Ciencia”. En revista Trabajo
Social nº 5, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 2003.
16. Martinelli, María Luisa. “Servicio Social, identidad y alienación”. Cortez,
Sao Pablo, 1992.
17. Martínez, María E. y otros. “Historia del Trabajo Social en Colombia
1970-1975”. Tecnilibros, Bogotá 1981.
18. Martínez, María E. y Yolanda Puyana. “Trabajo Social en el umbral del
siglo XXI. Informe de investigaciòn CONETS, 1994.
19. Martínez, María Eugenia. “Trabajo Social en Colombia: de profesión a
disciplina”. En memorias del XXV Congreso Internacional de Escuelas
de Trabajo Social. Lima, Perú, 1990.
20. Manrique, Manuel. “De apóstoles a agentes de cambio. El Trabajo
Social en la historia Latinoamericana”. CELATS, Perú 1988.
21. Netto, José Paulo. “Capitalismo Monopolista y Servicio Social”. Cortez,
Sao Pablo, 1987.
22. Netto, José Paulo. “La crítica conservadora a la reconceptualización”.
En revista acción crítica # 9, ALAETS-CELATS, Lima 1981.
23. Santos, Leila. “El desarrollo del Trabajo Social en América Latina”. En
revista “Acción Crítica nº 8, Dic. 1980.
24. Quiroz, Teresa y Rodolfo Osorio. “Estrategias del quehacer
profesional”. En Revista Acción Crítica nº 12, Dic.1982.
25. Varios. “Desarrollo del Trabajo Social en Cuba”. Revista “Acción
Crítica” nº 12, Dic. 1982.
26. Varios. “Antología del Trabajo Social Chileno”. Universidad de
Concepción. 1999.
27. Varios. “Primer seminario de facultades y escuelas de Trabajo Social”.
Asociación Colombiana de Universidades, Bogotá, 1963.
28. Varios. “María Carulla de Vergara. Entre la tradición y el progreso”.
CONETS, 2003.
29. Varios autores. “Desafío al Servicio Social. ¿está en crisis la
reconceptualización?”. Humanitas, Buenos Aires, 1975.
30. Varios. “Trabajo Social en algunos países: aportes para su
comprensión”. Neila Tello (coordinadora), UNAM, México, 2000.
31. Varios. “Informe de Autoevaluación” Departamento de Trabajo Social,
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2004.
32. Varios, “ABC del Trabajo Social Latinoamericano”. ECRO, Buenos
Aires, 1971.
33. Tobón Cecilia. “Panorama general del Trabajo Social en América
Latina”. En revista Acción Crítica nº 12, Dic, 1982.
34. Torres, Jorge “Historia del Trabajo Social”. Plaza y Janes, Bogotá,
1987.
35. Valenzuela, Jorge. “Hacia un momento de síntesis del Trabajo Social
Latinoamericano”. En revista del Comité de publicaciones de la
corporación de Trabajadores Sociales de Bogotá, nº14.