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ADIOS ESTHER

Fic de Maca y Esther

©de ldana

3ª y última Parte
1 ”Adiós Esther” © by ldana
El amanecer sorprendió a Encarna sin haber podido cerrar los
ojos, había dado mil vueltas en la cama, a su lado Teresa, parecía
dormir relajadamente, pero supo que no era así cuando se levantó
aún con el cielo rojo y una vista impresionante.

T_ ¿No puedes dormir?

En_ No, la verdad a ti no te voy a engañar, estoy más nerviosa que


el día de mi boda... te lo aseguro.

T_ Lo sé –sonrió mientras se sentaba en la cama.

En_ Bendito lugar, ¡anda mira!, si ha nevado.

T_ A ver –se levantó acercándose hasta la ventana donde estaba


ella-. Que preciosidad, mira las montañas.

En_ Si, si.

T_ Sabemos lo que habrá pasado entre ellas, pero... ¿crees que lo


habrán hablado?

En_ Espero que sí, espero que cuando se haya terminado la pasión,
hayan hablado como dos personas racionales –entrecerró los ojos
mirando al infinito como si al hacerlo la visión de aquel lugar le
llegará más nítidamente-. Sería una verdadera lástima que
perdieran la oportunidad que les ha dado la vida.

T_ Creo que las dos han sufrido lo suyo, no son tontas y saben lo
que se quieren, quiero pensar que solo sea un bache cómo todos
pasamos en nuestros matrimonios, y estoy casi segura, que lo
sabrán apreciar para el futuro.

En_ ¿Sabes lo qué me da miedo?

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T_ Dime –la miraba con seriedad en su rostro, ya que hasta ese
momento no había percibido ningún bajón en aquella mujer que
parecía de hierro, pero simplemente, era como cualquier ser
humano, sensible y tierna.

En_ Me da miedo que confundan sentimientos, me da miedo que


todo cuanto han pasado les marqué el futuro pero con dudas, yo lo
pasé con mi marido y nunca volví a mirarlo igual.

T_ Pero entre ellas no ha habido terceras personas... no creo que...

En_ Una vez oí a alguien que dijo, “una duda pesa más que una
razón”, y en ellas han existido no una, sino, muchas dudas... tengo
miedo que algo les haga romper esa fina línea que han trazado a su
alrededor.

T_ Si lo dices por lo de Luna...

En_ Ella solo fue el pretexto... después vinieron miles de reproches


que con las dos en su sano juicio... deberían aclararlo y luchar...
pero me da miedo a que no sea así.

T_ Te confieso que a mí también... aunque estoy prácticamente


segura que no van a perder este gran amor que se tienen.

En_ Ojalá –la miró sonriendo con una pesada tristeza.

T_ Encarna... ¿sabes lo que pasa? –la mujer la miró con sus ojos
repletos de lagrimas-. Estás cansada, yo misma lo estoy... tu
cansancio ha salido ahora y no te deja ver las cosas con tranquilidad
–le acarició las manos que tenía cruzadas sobre el vientre-. ¿Sabes
lo que necesitas?

En_ Paz.

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T_ Aparte... –sonrió-. Un chocolate con churros bien calentito,
¿crees que Carmen tendrá?... bueno menuda pregunta más tonta
¿verdad?... esta mujer tiene de todo.

En_ Gracias Teresa... tienes razón, estoy cansada mucho... ¡venga


vamos a por ese chocolate que seguro nos anima! –le dijo sonriendo
y cogiéndola por los hombros.

Una tenue luz entraba por el cuarto de la pareja, Maca tenía el


cuerpo de Esther abrazado, estaba acurrucada entre sus brazos,
hacia tanto tiempo que lo necesitaba sentir así que entre el
cansancio de tanto amor y el cuerpo de su mujer, dormía
profundamente. Los ojos de Maca se fueron abriendo poco a poco,
lentamente sus pesados párpados iban tomando vida y al hacerlo,
sus ojos iban descubriendo lo que para ella era su bendición y lo
podía constatar después de tanto sufrimiento. Cuando sus ojos
estuvieron espabilados su piel se erizó al sentir la piel caliente y la
respiración tranquila de Esther que allí, parecía indefensa ante
cualquier cosa, y se juró así misma protegerla, amarla y luchar para
que fuera feliz o al menos, tratar que sus días fueran los mejores.
Suspiró y durante bastante rato la admiró, reconocía su olor,
reconocía su calor, su respiración, todo aquello que durante tres
años habían compartido noche tras noche, día tras día, sus labios al
recordar la noche anterior, mantenían una sonrisa un tanto traviesa,
otra vez habían sido una, esa comunión que jamás había conseguido
tener con nadie, solo Esther y allí mismo supo que era su vida y por
ella iba a luchar. Separó con cuidado la sábana, miró el reloj eran

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cerca de las doce de la mañana, bueno habían dormido unas cuatro
horas, no estaba mal pensó, se puso la bata y se dirigió hasta la
cocina, quería prepararle el desayuno como tantas veces ella lo
había hecho desde que estaban en aquel lugar, con tanto amor, con
tanta paciencia y con total dedicación, nuevamente una sonrisa
amplia dio a su rostro una luminosidad que demostraba como se
sentía su interior. Otro suspiro vino a ella, otra tímida sonrisa al
recordar sus besos, sus caricias, sus palabras en el oído, sus
promesas, sus ojos repletos de deseo, pero entonces, hasta su
mente llegó Encarna, Teresa y Carmen, aquellas mujeres debían
estar esperando noticias suyas, había prometido por activa y pasiva
que llamaría para decir que todo estaba solucionado, no demoró
más aquella llamada, descolgó y marcó el número de Teresa, le
costó como un timbrazo contestar.

T_ Dime Maca –su voz sonó precipitada y debía estar tomando algo
porque se notaba que salía a tropezones con algo que llevaba en su
boca.

M_ ¿Pero y esos modales? –le preguntó sonriendo mientras


jugueteaba con el tenedor de la noche anterior, pues había quedado
todo allí esparcido-. Se dice, buenos días, lo primero.

T_ Maca... no me vengas con tus saliditas bordes, ¡y dinos! –alzó la


voz gesticulando nerviosa.

En_ ¿Estos bichos no tienen altavoz? -se oyó la voz de Encarna que
por su ubicación debía estar cerca de Teresa.

Ca_ Vamos, venga Teresa, ¿qué dice?, ¿qué dice? –repetía Carmen.

T_ Nada, aún nada y sí tiene altavoz pero no sé por donde se le da.

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En_ Espera Maca... ven Carmen acércate –Maca sonreía podía
imaginarse el gesto de su suegra perfectamente-. Ya estamos.

M_ ¿Y cómo estamos? –preguntó dando una carcajada mientras


tapaba el auricular y elevaba sus hombros sonriente.

T_ ¡Maca!, venga por Dios que me van a echar al suelo que las
tengo encima mía –protestaba Teresa.

M_ Bueno... está bien... pues nada que no hemos podido hablar.

En_ ¡Qué te decía yo! –se oyó la voz nerviosa de Encarna por
encima de la protesta musitada de Teresa y la carcajada de Carmen.

Ca_ Dejar a las chicas tienen mucho que hacer, ¿verdad Maca? –le
preguntó mientras daba una sonora carcajada.

T_ Pero vamos a ver Maca, ¿tú qué quieres?, que nos tengan que
ingresar a las tres... bueno a Carmen no porque está encantada con
vuestras locuras... ¡pero a Encarna y a mí!, ¡vamos palabrita del
niño Jesús que de esta nos ingresan! –Maca sonrió.

En_ Si, si, tú ríete que cuando tengas que cuidar de nosotras –le
dijo sonriendo ella también.

Ca_ Ni caso Maca, ni caso vosotras a lo vuestro.

M_ A ver... por partes... Teresa no quiero que os dé nada, que os


quiero mucho y os necesito bien fuertes –Encarna y Teresa se
miraron tiernamente-. Por otro lado Carmen, si tenemos mucho que
recuperar –Carmen asintió sonriendo mientras Teresa ponía cara de
circunstancias-. Y por último hemos hablado, no mucho... pero
hemos arreglado cosas, ahora voy a prepararle el desayuno y si me
deja hablaremos más.

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Ca_ Eso está muy bien... además os recomiendo que os abriguéis
bien y salgáis al porche a ver la nieve.

M_ ¿La nieve? –preguntó recostándose en la silla para mirar por la


ventana.

T_ Dios mío –oyó a Teresa murmurar.

M_ Teresa te he oído, no sabía que había nevado.

En_ Mira Maca, hacer lo que queráis, pero quiero que la próxima
llamada tuya o de la pachorra de mi hija, me digáis que todo está
solucionado ¿me has oído?

M_ Sí suegra, sí, te lo prometo.

En_ Ya está bien de tanta tontería –protestaba pero con un tanto de


sorna.

M_ ¿Pero Encarna... tú crees que Esther va a resistir a mis


encantos? –estaba disfrutando como loca.

T_ ¡Mira, ya salió la pija!

M_ ¡Teresa yo también te quiero! –le dijo entre risas-. Y ahora si me


disculpáis voy a prepararle el desayuno a mi mujer que necesita
recuperar fuerzas.

T_ ¡Maca! –la riñó Teresa.

M_ ¡Ah y ya os diré cuando podéis volver!

Ca_ Oye Maca, aprovecha que por lo menos en un par de días no


vais a poder salir.

M_ ¿Tanto?

Ca_ Sí viene más nieve.

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M_ Está bien... otra cosa.

Ca_ Dinos hija –le hablaba con dulzura.

M_ ¿Sabéis algún remedio para las agujetas? –volvió a tapar el


auricular porque se destornillaba de risa.

En_ Sí, Teresa tápate las orejas.

T_ ¡Mujer, sí en el fondo a mí eso también me interesa! –exclamó y


todas rompieron entre risas, pero quien más Maca que demostraba
la felicidad que sentía-. Pero no se lo digas a Esther o se burlará de
mí.

M_ Te lo prometo –trataba de tranquilizarse mientras se limpiaba


algunas lagrimas que le caían.

En_ El remedio es continuar sin parar, así el cuerpo se habitúa, es


como el futbolista precalentar y jugar, pues vosotras igual... así que
ya sabéis.

T_ Pero bueno Encarna, ¡eso!, dales más ideas... ¡anda que tú


también!

Ca_ Maca aprovecha no seas tonta –oyó la voz de Carmen por


encima de la de Teresa y sonrió.

M_ Bueno chicas... gracias de verdad... ¿cómo sigue Daniel?

T_ ¿Cómo va a estar con sus abuelas?

M_ Malcriado –contestó contundentemente.

En_ ¿Y qué?, mientras ese par de madres que tiene tan fogosas
sigan poniéndose al día, el niño disfrutara de todos y cada uno de
los malcriamientos de sus abuelas, ¿alguna objeción, Maca?

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M_ Ninguna... no si yo estoy encantada.

En_ No has dicho tú una verdad tan grande como la que acabas de
decir en días –sonrieron todas-, que digo días... meses.

M_ Encarna no iba por ahí –decía sonriendo-. Bueno, quiero decir...


que os voy a dejar ¿vale?

T_ ¡Anda ves, ves qué desde luego!

M_ ¡Ah Teresa!, y mientras ves buscando la tecla del altavoz, ¿vale?

T_ Muy graciosa –moduló la voz volviéndola fina y guasona.

M_ Hasta la noche.

Ca_ Disfrutad hijas, disfrutad.

M_ Se hará lo que se pueda Carmen.

En_ Y lo que no también, pero recuerda... hablar hija, hablar –


insistía con la voz seria.

M_ Encarna... tranquila ¿vale?, todo va a ir bien –le aseguró Maca


con un poco de pena al notar en la voz de su suegra esa seriedad
tan poco característica en ella-. En cuanto pueda llamamos.

Se despidió de ellas, con una sonrisa en sus labios, ¡cuánto


habían ayudado aquellas mujeres para llegar a donde estaban!,
retiró con cuidado la silla hacia detrás y se asomó, era cierto, había
nevado todo estaba blanco, era una estampa preciosa que sus ojos
estaban disfrutando, de pronto sintió la necesidad de compartirlo
con su mujer, se giró para ir a llamarla pero un ligero ruido en la
puerta le llamó la atención, se acercó con cuidado y no vio a nadie,

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pero en ese momento, oyó como un pequeño maullido, abrió y allí
estaba aquel gato blanco tan blanco como la nieve que tanto le
había ayudado sin saber muy bien porque.

M_ ¿Qué le pasa a esta hermosura? –lo tomó en sus brazos y lo


acarició-. Estás helado, será mejor que te quedes aquí dentro ¿eh?,
¡sabes que eres muy guapo! –el animal maulló como agradeciendo
tal comentario-. Bueno, voy darte algo... ¿qué toman los gatos?,
voy a ver... un poco de leche... si... oye no te he dado las gracias
por tu ayuda –le puso la leche en un cuenco que encontró, lo
acarició y mientras preparaba el desayuno le hablaba al gato-. Es
increíble lo que una puede llegar a perder, pensé que me volvía loca
pero ahí estuvo Esther, si Esther –el gato la miró fijamente con sus
ojos verde esmeralda-. Si, mi mujer... mi maravillosa y encantadora
mujer a la que amo más que a mi propia vida, ésa que te dio aquel
susto, ¿recuerdas? –el gato volvió a beber ante su sonrisa-. Bueno...
pues gracias a ella estoy aquí, feliz, completamente feliz creo que
nunca lo había estado tanto, he descubierto lo que significa estar a
punto de perderla y no pienso dejar que nada pueda volver a hacer
sombra en nuestra relación... la quiero gato, la adoro, la amo yo...
¡bueno! –se quejó sonriente-, ¿y yo por qué te digo todo esto a ti?,
¿o me lo estaré diciendo a mí misma? –dibujó otra sonrisa en sus
labios y murmuró con expresión feliz-. Esther mi vida...

Con cuidado asomó su cabeza por la puerta y luego pasó con la


bandeja enorme y todo el desayuno que había preparado para ellas,
tostadas, mermelada, mantequilla de la que hacia Carmen,

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panecillos, tenían que recuperar fuerzas, pensó, al llegar a la cama
la vio dormir tan plácidamente que sintió como la ternura florecía en
su interior, en ese momento, supo lo que era sentir el amor, dejó
con cuidado la bandeja y se deslizó hasta la cama sutilmente, una
vez llegó a ella, le apartó el pelo de la cara, le besó con suavidad
primero en la oreja, no obtuvo respuesta, después en la mejilla,
nada, por último y haciendo un pequeño malabarismo, dejó con
ternura un beso en aquellos labios que la enloquecían, y entonces
notó como Esther movía mínimamente su cuerpo.

M_ Buenos días mi princesa, mi bella durmiente... ¿qué tal estás


cariño? –su voz aterciopelada y hermosa como el cielo que había
despertado a Encarna le susurró en forma de pétalos de rosa.

E_ ¡Uf, estoy molida! –respondió sin abrir los ojos.

M_ No se de que –le dijo mientras sin pensarlo se puso encima suya


haciéndole cosquillas-. Venga dormilona.

E_ ¡Maca, Maca por favor!, ¡Maca para o me muero! –gritaba entre


risas.

M_ ¿Morirte?, ni lo nombres –le dijo mirándola seriamente y Esther


puso gesto de disculpa-. Ese gesto me gusta, por eso lo haces
porque sabes que me pones.

E_ Y a mí me gusta verte sonreír.

M_ Mi amor –Esther se incorporó y Maca se acomodó arrodillada


sobre las piernas abiertas de Esther-. Te quiero...

E_ Maca... –la besó después de suspirar profundamente. Después


de un beso profundo separaron sus bocas para mirarse a los ojos

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que volvían a reflejar lo mismo, amor-. Cuando te miraba y veía la
sombra de tus ojos... pensaba que me volvía loca.

M_ Lo sé... los días que he estado bien, y te veía a ti, me pasaba


igual –le acarició lentamente la cara provocando en ella un ligero
temblor-. No sé cómo has podido soportarme.

E_ Porque te quiero –respondió rápidamente sin dudar y la besó


suavemente-. Ahora bien, por mucho que te quiera, te aseguro que
quiero más ahora mismo uno de esos panecillos de Carmen que a ti.

M_ ¿Ah si? –la miró con sorna.

E_ Por Dios Maca, ¿tú no tienes agujetas? –la miraba


ardientemente.

M_ No –le contestó con gesto simpático-. Además tu madre me ha


dicho lo que tenemos que hacer para las agujetas.

E_ ¿Mi madre?, ¿no me digas que están aquí, ya? –preguntó


entrejuntando sus cejas con gesto de fastidio lo que provocó una
carcajada en Maca-. No me digas por favor...

M_ No, estamos aisladas.

E_ ¿Aisladas?, ¿qué has hecho? –le preguntó sonriente.

M_ Yo nada tonta... ha nevado.

E_ ¡Nevado!

M_ Sí, pero a mí me lo han dicho ellas, las he llamado cariño –dijo a


modo de disculpa.

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E_ ¡Con lo que me gusta la nieve!, venga desayuna –le dio una
palmadita en el culo que hizo sonreír a Maca-. Dios me vuelve loca
esa sonrisa.

M_ ¿Ah, si?, creí que te volvían loca los panecillos de Carmen.

E_ Ahora si, pero dame tiempo... dame tiempo y verás –le susurró
mientras restregaban su nariz la una contra la otra.

M_ De nada ¿eh? –le dijo al ver como empezaba a desayunar.

E_ Gracias mi vida –le dijo con la boca llena y un besito-. A ver,


¿qué te ha dicho mi madre?

M_ Que tenemos agujetas porque hacemos poco el amor.

E_ ¡Joder con mi madre!

M_ ¿Te sorprende? –la miró mientras cogía el tazón de leche y se


sentaba a su lado.

E_ Es mi madre... no sé... me da un poco de cosa que me hable de


esto así tan a la ligera.

M_ ¡ Y luego hablas de Teresa! –se burló de ella.

E_ Maca es que es mi madre... aunque tiene razón, me has tenido a


dos velas.

M_ Por eso te he preparado este manjar mi niña... –sus ojos ardían


por el deseo, tanto que Esther no pudo reprimir una sonrisa
juguetona-... porque pienso ponerte al día de todo.

E_ ¡Uf! –le hizo ojitos mientras se ponía la mano sobre la frente-. No


sé si aguantaré.

M_ Claro que aguantaras... te lo digo yo.

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E_ Venga termina y salimos a ver la nieve.

M_ Tranquila ¿eh?... la nieve va a estar ahí fuera por mucho tiempo


y yo necesito apagar algunos fuegos que quedaron anoche.

E_ La derretiremos.

M_ ¿El qué?, ¿la nieve? –Esther asintió mientras daba su último


trago y bocado acercándose a Maca con mirada provocativa-. ¿Tú
crees?

E_ Sí... con tanto fuego cómo tenemos... cuando salgamos... no


habrá –se puso detrás de ella dándole un pequeño masaje en la
cabeza como tanto le gustaba y le susurró en el oído-. Te lo aseguro
mi amor.

M_ Esther... no he terminado.

E_ Pues date prisa que no respondo.

M_ Joder –dio un tragó de golpe y dejó la taza sobre la bandeja


girándose para coger a Esther-. Ven aquí.

E_ No, vamos a jugar a un juego.

M_ ¿Ah si? –Maca alzó su ceja derecha en señal de sorpresa-. ¿Y...


quién paga?

E_ Tú.

M_ Me lo temía.

E_ Te quiero, hoy, mando yo.

Maca sintió como las manos de Esther la tumbaban sobre la


cama, la vio como se marchaba hasta los pies, y allí se quedó quieta

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mientras Maca sonreía como una loca sabiendo que la tortura estaba
a punto de empezar...

Tras la tempestad de la pasión, llegó la calma del reposo, del


compartir el silencio que durante mucho tiempo se había convertido
en algo pesado. Esther terminó por dormirse agotada, su cuerpo
parecía estar dándole muestras por primera vez en todo el tiempo
que habían luchado por salir de aquel atolladero del cansancio
acumulado, de aquel cansancio que había ido haciendo mella en su
interior sin quererse dar cuenta. Maca, en cambio, era tal la ilusión y
felicidad que sentía que no podía cerrar los ojos, al terminar de
amarse, entre besos tímidos, caricias lentas y susurros enamorados
entre aquellos suspiros que el alma les provocaba, tenía abrazada a
Esther que dormía apaciblemente de lado cara a ella, había estado
notando cada movimiento que había hecho hasta entregarse al
cansancio y al sueño, primero su mano había viajado por el vientre
de Maca lentamente, después la presión de sus dedos había ido
dejando paso a una leve caricia, para más tarde terminar posando
sus yemas en aquel lugar tan dependiente para ella. Así, abrazadas
parecía que nada hubiera ocurrido, pero Maca que estaba
disfrutando de la visión de Esther, era consciente de que sí habían
ocurrido cosas y algunas de ellas habían dejado huellas, suspiró
pensativa, sabía que las palabras de su suegra eran acertadas,
debían hablar y no demorar más el momento, rebuscó la manera de
apoyar su cabeza sobre la de Esther, necesitaba sentirla más,
necesitaba sentir latir su corazón a un ritmo pausado, minutos antes
lo había hecho a galope, ese corazón que tanto le había hecho
sufrir, y ese pesado silencio que ahora agradecía, aquello le hizo

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recordar cuando por las noches, mientras Esther dormía ella luchaba
contra si misma, luchaba contra la fuerza que le hacía dudar de su
mujer, contra la fuerza que le hacía sentir odio por ella, recordaba
aquellas noches repletas de sufrimiento y en ese instante, estaba
disfrutando de aquel silencio repleto de hermosura, con la
respiración lenta de su amada, sobre su aliento inundando
suavemente su piel, sobre su cándida desnudez exhibiéndose tan
solo para ella. Así, disfrutando de la visión más hermosa que sus
ojos podían deleitarse el sueño y cansancio la venció.

Maca dormía gratamente cuando notó como algo recorría su


mejilla entonces, sin más una sonrisa iluminó su rostro, abrió
lentamente un ojo mirando a Esther que se había apoyado sobre el
codo para observarla y besarla mejor.

M_ Menuda manera de despertar...

E_ ¿Mala? –la miró sonriendo con gesto divertidamente malvado.

M_ La mejor –entonces fue ella quien la estrechó fuertemente


provocando que subiera sobre ella-. De todas las maneras posibles
en el mundo –la besó-, no hay mejor que esta.

E_ Te quiero Maca.

M_ Y yo mi vida –la acarició con ternura.

E_ Mucho, mi vida –le detuvo la mano para besarla.

M_ ¡Ay Esther! –le dijo suspirando profundamente.

E_ No lo olvides nunca mi amor, ni un solo segundo... que te adoro


–la miraba fijamente a los ojos con una luz que podía iluminar toda

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la casa, era la luz de la verdad, la luz del amor-. Que eres lo más
importante en mi vida.

Maca no respondió con palabras, la besó dulcemente mientras


las yemas de sus dedos recorrían delicadamente la espalda de su
mujer provocando en ella, un escalofrío que le hizo sonreír.

M_ Esther... –la llamó justo cuando comenzaba a besarle el cuello.

E_ Mmmm –le respondió sin detenerse en sus besos.

M_ La nieve cariño.

E_ ¿Qué? –llevó sus labios con suavidad hasta sus pechos para
devorarlos con mimo.

M_ Como sigamos así, se va a derretir.

E_ No importa... nevará más... no te lo dijo Carmen –seguía


besándola entre los suspiros de Maca que ni podía ni quería
detenerla.

M_ Si... me lo dijo –posó sus manos sobre el trasero de Esther


haciendo fuerza contra ella misma.

E_ Pues ya está –le susurró en la oreja mientras le besaba el lóbulo.

M_ ¡Ay! –no pudo reprimir un gemido prolongado e intenso-. Me


vuelves loca.

E_ Oye –se detuvo.

M_ No –dijo cerrando los ojos mientras sonreía.

E_ Tienes razón ¿eh?, mejor porque no dejamos esto para después,


olemos un poco mal –le dijo sonriente.

M_ Serás tú guapa, yo huelo a rosa.

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E_ Sí, no lo dudo, pero a rosa marchita.

M_ Pero bueno...

Comenzaron a hacerse cosquillas a besarse y a jugar por un


rato sobre la cama, después entre risas se fueron hasta la ducha,
entró Esther que abrió el grifo del agua caliente tal y como a ella le
gustaba, cuando entró Maca protestó, para ella quemaba
demasiado.

E_ Ven que te voy a quitar las quejas.

M_ Joder Esther es que no sé cómo puedes aguantar esta agua así,


no me extraña con lo friolera que eres, tú la temperatura no la
tienes muy regulada –decía mientras trataba de evitar el contacto
total con el agua.

E_ Pues nena… regúlame tú la temperatura –le miraba con sus ojos


repletos de un ardiente deseo.

Maca le devolvió la mirada con lamisca intensidad y con el


mismo ardor, pasó su mano por encima del hombro de su mujer y le
dio un tanto al agua fría.

M_ Así mucho mejor.

E_ Eres tan mandona.

M_ Y ahora… sus deseos son órdenes para mí… veamos la


temperatura corporal de mi niña… déjame ver –metía su mano con
tiento y dulzura entre sus piernas mientras Esther rompía en una
carcajada que resonó con fuerza. Maca la miró poniéndose seria-.
Eres muy mala enferma… si no te estás quietecita no puedo saber
que tal estás.

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E_ Lo siento… es que… -volvió a sonreír-. Lo siento me da la risa.

M_ ¿Ah si? –le besó con pasión dejándola más deseosa sin cabía.

E_ Maca… me estoy quietecita –dijo tras un suspiro demostrando


cuanto la deseaba en aquel preciso instante.

M_ Vale, ¿vas a ser una buena chica? –la miraba susurrándole tan
cerca que su aliento parecía llenar sus pulmones-. Dime.

E_ Sí, haz conmigo lo que quieras –sus manos se posaron en las


caderas de una Maca que al oír sus palabras mordió su labio
suspirando de igual manera que Esther.

M_ ¿Por qué me volverás tan loca? –la miraba intensamente a los


ojos.

E_ De igual manera que tú a mí, cariño, me vuelves loca.

M_ Así me gusta –su mano volvió a descender por el vientre de


Esther que gimió apretado instintivamente con sus dedos la piel de
Maca-. ¿Me deseas?

E_ Sabes que sí... lo sabes.

M_ Oye.

E_ Ni se te ocurra –le dijo cerrando los ojos pues acababa de actuar


de la misma manera que ella lo había hecho con anterioridad.

M_ La nieve... ya sabes –meneó ligeramente su cabeza de lado con


esa sonrisa que podía desmontar a Esther, y su ceja derecha
levantada, todo su gesto, era como para conseguir que su mujer
debajo de aquel chorro de agua caliente se derritiera como si fuera
pura nieve. Entonces, después de sonreír, se mordió el labio se

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acercó hasta su oreja y le musitó-. Donde las dan, las toman, mi
amor.

E_ Dios –murmuró apoyando su cabeza contra la frente de Maca.

M_ No tardes, te espero fuera –volvió a musitarle divertida.

Maca la abandonó en aquel lugar que había sido testigo de


pasión, testigo de discusiones, testigo de momentos repletos de
dificultades, pero que también comenzaba a serlo, del intenso amor
que sentían la una por la otra. Esther no quiso perder demasiado
tiempo, se duchó con rapidez y salió con bragas y sujetador a
buscar a su amor, la oía cantar algo que pocas veces hacía, con lo
que supuso que estaba realmente feliz, y sonrió. Asomó su cabeza y
la vio preparando la chimenea, ya iba vestida se había duchado en
el otro cuarto de baño y como siempre, había terminado antes que
ella. La observó durante un rato, veía como con delicadeza colocaba
los troncos, les daba forma para poder hacer un buen fuego, y así
entendía que todo en su vida lo hacía de la misma manera, Maca no
sabía ser de otra, era tierna hasta con una simple fogata. Volvió a
sonreír. Tras un suspiro repleto de amor entró al cuarto para
prepararse, se arropó bien, odiaba el frío y también la nieve, pero se
divertía tanto con Maca en la nieve que era un buen motivo para
salir y helarse. Recordó cuando estaban en la Sierra compartiendo
unos días de descanso del hospital, y aquellos recuerdos le hacían
entender que jamás podrían vivir la una sin la otra, porque todo
cuanto podía ver, tocar, disfrutar, había estado compartido con su
mujer, aquellos días fueron hermosos, estuvieron repletos de

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juegos, de pasión, de muñecos de nieve, así quería que fueran a
partir de ese instante su vida, apasionada, tierna y hermosa.

M_ ¿Piensas salir, o esperamos a la próxima nevada? –le preguntó


rompiendo sus pensamientos, al verla, estaba apoyada en el marco
de la puerta con sus brazos cruzados sobre el pecho. La mirada de
Esther le hizo sonreír-. Va, venga tardona.

E_ Dios estás tan buena –le dijo yendo hacia ella corriendo.

M_ Para, para –trataba de zafarse de sus besos.

E_ ¿No quieres qué te bese?

M_ Claro que quiero... pero... fuera –le hizo un gesto divertido.

E_ No vas hacerlo ¿eh?

M_ ¿El qué? –le preguntó haciéndose la remolona mientras había


movido su cabeza ligeramente hacía arriba.

E_ No me hagas ese gestito que te conozco.

M_ No sé de que me hablas.

E_ Si lo sabes... si se te ocurre echarme nieve dentro de la ropa –le


amenazaba con el dedo índice cerca de su cara-. Te mantendré a
raya.

M_ ¿Ah si? –entonces trató de morderle el dedo que aún blandía al


aire.

E_ ¡Eh!, ¡es qué eres mala! –la riñó sonriente.

M_ Va, que desde luego eres más lenta...

E_ La nieve no se va a marchar.

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M_ La nieve no lo sé… pero a mí... me va a subir la libido otra vez
y... –se humedeció los labios-... y...

E_ ¿Y qué? –le preguntó provocativamente poniéndose en jarras a


un paso de sus labios.

M_ Pues... ya sabes... –elevó sus cejas al mismo tiempo que se


mordía el labio.

E_ Pues adelante... estamos empatadas –le sonrió tratando de


besarle.

M_ ¡Ay Esther! –suspiró-, vas a hacer que vuelva a perder la


cordura –puso sus manos sobre la cintura de su mujer.

E_ ¡Eso no por Dios! –se quejo mientras ponía una expresión de


horror.

M_ Es verdad... pero... es que pierdo los estribos contigo –su voz


volvió a ser ardiente y su mirada quemaba por el fuego de la pasión.

E_ ¡Anda, vamos! –le hizo girarse dándole una palmada en el culo.

M_ Eso vamos.

Entre tanto, las mujeres estaban junto con el pequeño en el


patio de la casa de Carmen, allí jugaban con la nieve que parecía
encantarle al tocarla, el pequeño sonreía abiertamente. Las tres se
mostraban contentas por la reconciliación, allí bien abrigadas con el
niño haciendo diabluras y encargada Teresa de él, hablaban
distendidas.

En_ Yo sé que ahora están de subidón... ahora todo será ideal.

22 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Y después también mujer, no seas negativa.

En_ Mira, yo pase por algo así y nunca más volví a mirar a mi
marido como antes, porque siempre me quedó la duda.

Ca_ Pero ellas no es igual –les dijo muy seria-. ¿No decís que les
mintieron?

T_ Claro, no pasó nada entre Esther y Luna... Luna lo dejo claro.

Ca_ ¿Entonces Encarna? –la miraba sin entender muy bien la


preocupación de aquella mujer que tanto animo les había
transmitido y sin embargo se mostraba un tanto dubitativa ante un
nuevo giro que ambas desconocían cual era pero que ambas,
sentían en su amiga cierta zozobra que les preocupaba.

En_ No sé... mira os voy a decir algo, yo sí sé quien es el tal Pablo –


ambas la miraron serias-. Sé que este chico estuvo muy enamorado
de mi hija y ella de él, rompieron por circunstancias un tanto
complicadas, pero se amaban de verdad.

T_ ¿Y eso qué tiene que ver? –la miraba sin entender mientras cogía
a Daniel al brazo.

En_ Pues que estoy segura que dará con ella.

T_ Pero Esther quiere a Maca, no habrá ningún problema.

En_ Por su parte no, claro, pero me da miedo él –abrió sus ojos en
señal de temor.

T_ No me asustes –le dijo con gesto serio.

23 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ No te asusto quizá solo sean imaginaciones mías o temores
míos, pero, no me gustaría que tratara de interponerse entre ellas,
tan solo por hacer daño a Esther.

Ca_ ¿Y eso?

En_ Ella lo dejo, lo que no entiendo es su pregunta cuando tú le


comentaste que iba buscándola, no me creo que Esther no lo
recuerde.

T_ Pues te aseguro que yo no voy a poder soportar otra crisis –le


decía muy afectada por sus palabras.

Ca_ ¡Pero qué decís!, a ellas no las va a separar nadie, estoy segura
que con esta situación que han pasado ya no se dejan manejar por
nadie, y a lo mejor Encarna está exagerando al preocuparse –la
mirada de Encarna les hizo entender que no era una exagerada sino,
una dolorosa realidad-. Bueno... de todos modos no podemos hacer
nada.

En_ Yo si, en cuanto la carretera esté despejada me iré a Madrid.

T_ ¿A qué?

En_ A poner las cosas en su lugar, mientras yo viva no habrá nadie


quien se atreva a hacerles daño.

Ca_ Así me gusta, es más me voy contigo, por si hay que hacer más
fuerza.

T_ De eso nada, tú te quedas aquí con el chiquitín, Encarna y yo nos


marchamos a Madrid, porque con las madres en plan
reconquistador, no podemos contar que lo vayan a atender.

24 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ De acuerdo, pero me hubiera gustado ir... –su voz se volvió
melancólica.

En_ Carmen... te vamos a ayudar... así que no te entristezcas,


tenemos muchas amistades y vamos a mover cielo y tierra hasta
dar con el paradero de tu hijo, ¿verdad Teresa?

T_ Por supuesto hija, oye, me temo que Daniel ha hecho alguna de


sus travesuras.

En_ Anda, ¿desde cuándo a la caca se le llama travesura?, no vas a


dejar de sorprenderme nunca Teresa.

Se quedaron muertas de risa por el comentario de ambas,


Carmen durante el rato que estuvieron preparando la comida, no
dejó de hablarles de su hijo y del presentimiento que llevaba días
persiguiéndola, había soñado que él llegaba y los tres comenzaban
de nuevo a vivir como una familia, el tono repleto de esperanza de
Carmen, hizo que tanto Teresa como Encarna cruzaran su mirada
sonrientes. Faltaba poco querían pensar para poder hacer realidad el
sueño de aquella mujer que tanto tiempo llevaba sufriendo.

Ajenas a los comentarios e inquietudes de las mujeres, Esther


y Maca habían salido fuera para disfrutar de la nieve. Ambas bien
tapadas, y Esther además iba con guantes, sonreían al observar
aquella maravilla.

M_ Tengo que darte las gracias –le dijo mientras el vaho que salía
de su boca se perdía delante de ellas.

25 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Por qué? –le preguntaba bajando el gorro hasta las cejas pues
el frío era intenso.

M_ Por traerme a este lugar, me encanta –la miró y entonces


sonrió.

E_ ¿De qué te ríes? –le preguntó con cara de circunstancias.

M_ De ti, ¿de qué me voy a reír?

E_ Eres mala ¿eh?, tengo frío casi no puedo ni hablar.

M_ No me extraña que tengas frío, si casi te quemas en la ducha, el


cambio debe ser bestial, anda ven –la cogió por la cintura y la besó-
. ¿Mejor?

E_ Un poco –puso gesto infantil-. Pero poco.

M_ No sabes nada tú –volvió a besarla tímidamente.

E_ Así no me vas a quitar el frío, ven aquí –Esther tiró de su anorak


atrayéndola y literalmente comiéndole la boca con un ímpetu que
cuando se separaron, Maca la miraba con la boca abierta casi en
trance-. Eso es besar pequeña.

M_ Joder –suspiró fuertemente.

E_ ¿Paseamos?, ¿hacemos algo?, no sé de lo contrario si nos


quedamos aquí el muñeco de nieve no hará falta hacerlo, vamos a
ser nosotras.

M_ Sí, sí –decía aún desconcertada mientras parpadeaba y movía su


cabeza un tanto inquieta.

E_ ¿Te ha gustado, eh? –le guiñó el ojo sonriente.

M_ Sabes que sí.

26 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Hacemos un muñeco?, espera a ver allí parece que quedaría
mejor –la cogió de la mano llevándola hasta el lugar-. Demuéstrame
que estás bien. ¿Dónde hacíamos muñecos de nieve?

M_ ¿Muñecos de nieve? –puso gesto pensativo-, déjame recordar,


¡ah si!, en la Sierra, en mi casa, recuerdo perfectamente aquella vez
que le pusimos hasta la zanahoria y todo –sonrió.

E_ Bien, no sabes el gusto que me da oír todas esas cosas y que


vuelves a recordar –suspiró profundamente.

M_ Lo sé mi vida –le sonrió mientras pasaba su mano helada por su


mejilla.

E_ ¡Ah!, ¡joder Maca qué estás helada! –dio un salto al percibir su


helor-, no sé como puedes ir sin guantes, ¡uf qué fría!, mira me has
hecho hasta temblar.

M_ ¿De verdad?, ven aquí.

E_ No, no, no empieces o me voy dentro.

M_ No me amenaces –la miraba sonriente.

E_ Va Maca... no seas mala, que si te portas bien luego te haré –se


acercó a su oreja musitándole algo que hizo que Maca cerrara los
ojos sonriente.

M_ ¿Estás segura?

E_ Sí.

M_ Voy a ser el ser más bueno del planeta, vamos, un angelito –dijo
elevando sus hombros graciosamente.

E_ Me encanta –le sonrió-. ¿Hacemos el muñeco?

27 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Hacemos lo que tú quieras.

Sonrientes cogidas de la mano, se dirigieron a inspeccionar


bien el terreno, hasta llegar a uno de los rincones del jardín, la nieve
era la suficiente como para plantar allí un muñeco, Maca era la
encargada de hacer la bola grande mientras Esther preparaba dos
bolas pequeñas.

M_ ¿Y eso?

E_ Porque nosotras no vamos a poner un muñeco.

M_ ¿Ah no? –la miraba sonriente mientras continuaba moldeando la


base.

E_ No, nosotras vamos a tener una muñeca de nieve –Maca dio una
gran carcajada acompañada por Esther-. ¿Qué, no te gusta?

M_ Estás realmente loca.

E_ ¿Ah si?

M_ Sí mi amor... –entonces sin poder reaccionar sintió como una de


aquellas bolas que iban destinada a especificar que aquel muñeco
realmente iba a ser una muñeca, fue a parar a su cara. La nieve se
estampó contra su rostro, y tuvo que escupir unos trozos mientras
Esther se moría de la risa, tanto que tuvo que sentarse entre
lagrimas-. Esta me la pagas, vamos que si me la pagas.

E_ No, no Maca no por favor... –trataba de huir pero Maca le había


estirado de un pie-. ¡Maca no!

M_ Maca no –se burló subiéndose a horcajadas sobre ella


sujetándole las manos-. Has empezado tú.

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E_ Maca... no... no quería pero me has provocado –trataba de
zafarse de sus manos.

M_ Lo siento guapa... pero has cometido un error –le decía muy


seria con tono acusador.

E_ Payasa –sonreía abiertamente.

M_ A Macarena Wilson Fernández nadie le estampa sobre su bella


cara una bola de nieve... –Esther se retorcía de risa por el gesto
serio y la voz ronca que hacía Maca-. Has firmado tu sentencia.

E_ Maca por Dios que me va a dar un ataque de risa y me voy a


mear, por favor, por favor, para, para –le suplicaba sonriendo.

M_ Llegó tu hora.

Dicho y hecho, con habilidad soltó una de sus manos cogió un


buen puñado de nieve y se lo introdujo entre el jersey y su carne, el
grito de Esther pensó que se debió oír hasta en el Central, ésta la
empujó mientras trataba de sacarse los trozos de hielo que le hacían
tiritar mientras esta vez, quien reía con la boca abierta era Maca.

E_ ¡Mierda, mierda, mierda!, lo sabía... es que lo sabía.

M_ Tontita deja de decir palabrotas –le hablaba entre risas.

E_ ¡Te dije que no!, te has quedado sin lo prometido –entonces a


Maca se le borró la sonrisa-. Lo siento, te lo dije.

M_ Perdóname cariño, anda perdóname –se apresuró a ayudarle con


el hielo pero Esther le hacia gesto enfadado-. Si es que me has
provocado tú.

E_ No tienes nada que hacer Maca... no pienso hacer lo que te dije.

29 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Pero si sabes que eso me vuelve loca.

E_ ¡Ah!, haberlo pensado antes –seguía sacudiendo su camiseta.

M_ Me obnubilas –le hacia pucheritos graciosos mientras le


mandaba a la vez besitos.

E_ Nada... lo siento –trataba de no sonreír porque realmente Maca


estaba para comérsela allí mismo.

M_ Va Esther... venga...

E_ No, es más, haz tú solita el muñeco.

M_ ¿Pero que te cuesta?

E_ Nada, no me cuesta nada.

M_ Si te encanta bucear por mis piernas –le dijo coquetamente.

E_ Maca –trató de mostrarse firme pero sonrió.

M_ Esa sonrisita por bajo del bigotillo quiere decir... ¿que estoy
perdonada? –le estiró de la cremallera pero Esther se giró.

E_ Te lo tendrás que ganar –la miró fijamente.

M_ Vale –asintió más contenta-. Pues acabemos el muñeco...


¡perdón!, la muñeca, y –se mordía el labio mientras fijaba su mirada
en los de Esther-. Y...

E_ ¿Y? –le sonrió.

M_ Y trato de ganarme el perdón.

E_ Vale.

M_ Tienes tú muy medidos mis pechos ¿eh?

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E_ Claro tonta, tengo la medida exacta –le guiñó el ojo y después
ambas rompieron en carcajadas felices-. Venga.

M_ Vamos allá.

Durante un rato, estuvieron muy pendientes de la muñeca de


nieve, sonreían con cualquier comentario, se besaban, a veces una
sorprendía a la otra mirándola fijamente y entonces una sonrisa
tierna dibujaba sus labios. Así hasta terminar su trabajo, felices
miraron el resultado sonriendo y abrazándose fuertemente.

M_ Eres una artista.

E_ ¡Qué va!, solo que formamos un gran equipo.

M_ Ni lo dudes –sonrió-. ¿Vamos a comer algo?

E_ Sí, luego le haremos fotos, ¿vale?

M_ Esos pechos van a ser al final sospechosos –se miró a si misma.

E_ Plenamente de acuerdo, a ver –posó sus manos rodeándolos


mientras miraba al cielo con cara pillina y Maca sonreía gustosa
sintiendo nuevamente su propia excitación-. Clavaos cariño, clavaos.

M_ Si es que eres un bombón –le dijo mordiéndose el labio- Por


cierto, tengo hambre...

E_ ¿Seré tu postre?

M_ Mejor te comeré con el café.

E_ ¡Ay Maca!, esa idea me trastorna –decía frotándose las manos.

M_ Venga vamos o te me vas a quedar como la muñeca.

Entraron en casa, y prepararon la comida entre risas, entre


golpecitos en el culo, y besos furtivos, habían puesto la cadena de

31 ”Adiós Esther” © by ldana


música, y cantaban acompañando a Alejandro Fernández. Mientras
Esther ponía la mesa en la cocina Maca le dijo.

M_ No te muevas de aquí, voy a preparar el comedor.

E_ De acuerdo –sonrió dichosa al verla marchar.

M_ No te asomes –volvió a entrar asomándose ella por la puerta.

E_ Descuida.

M_ Ni de broma ¿eh? –volvió a asomarse.

E_ ¡Maca qué me muero de hambre! –sonreía feliz, le parecía


imposible poder sentirse tan plena, tan inmensamente feliz, tanto
que ya lo vivido parecía haber quedado en el olvido, solo lo recordó
al apoyarse con su mano sobre la mejilla y tocarse la zona que aún
tenía morada por el golpe-. ¡Ay!

M_ ¿Qué te pasa?

E_ Nada, nada –contestó con rapidez retirando la mano.

M_ ¿Te duele? –la miró con un sentimiento de culpabilidad.

E_ No, me he apoyado y me ha molestado, eso es todo.

M_ Lo siento tanto –le dijo acariciándole mientras la miraba


fijamente.

E_ Lo sé, no eras tú, aunque vaya tela, menuda fuerza cariño.

M_ No me hace gracia.

E_ Venga no vayamos a ponernos serias por esto, ya pasó, gracias


a Dios.

M_ Y no sé como te lo voy a agradecer...

32 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Como lo estás haciendo –le besó-. Amándome así.

M_ Me gustaría darte todo cuanto necesites, me gustaría darte


cuando anheles.

E_ Todo se resume en ti, mi amor, solo quiero y anhelo estar así


contigo.

M_ Mi princesa guapa –la besó entonces el gato maulló-. Vaya mira


a quien tenemos aquí.

E_ ¿Por qué lo dejaste entrar?

M_ Yo no lo dejé entrar, entró solo, estaba en la cocina oí como


tocaban a la puerta y era él.

E_ ¡Ya! –sonrió incrédula.

M_ Este gato es mágico, ¿no te das cuenta? –la miraba sonriente.

E_ Pues no, es un gato normal y corriente.

M_ Es único ¿verdad guapo? –miró al gato que pareció entenderle y


se tumbó a sus pies.

E_ No te pega nada hablar con gatos, que lo sepas –dio una


carcajada.

Comieron entre risas, recordando anécdotas y de esa manera


Maca iba refrescando su memoria y Esther, iba quedándose
tranquila al respecto, parecía que estaba completamente curada,
porque además, durante la comida, comenzó a hacerle preguntas
médicas y el lado de la pediatra volvió por sus fueros. Una vez
terminaron de recoger la cocina, se salieron con dos tazas de café al
comedor, allí esperaba a Esther una manta al lado de la chimenea

33 ”Adiós Esther” © by ldana


que mantenía un hermoso fuego, que había calentado todo el lugar
convirtiéndolo en un lugar cálido rodeado de fría nieve, Maca había
apartado lo justo la mesa para que ambas pudieran sentarse
apoyando sus espaldas sobre el sofá que hacía de respaldo. Al ver
aquello Esther sonrió más, cuando Maca cerró la luz y abrió las
cortinas para llenarse de una visión maravillosa.

M_ Todo este lugar es extraordinario.

E_ Si –se sentó y esperó a que lo hiciera Maca para acomodarse


sobre su pecho.

M_ Le compraría esta casa a Fermín.

E_ No creo que te la vendiera.

M_ Yo tampoco la vendería –pasó su brazo por detrás de la espalda


de Esther acunándola.

E_ Podría vivir así el resto de mi vida.

M_ Si, ¿te imaginas?, no trabajar y estar todo el día tranquilas,


amándonos, así dice tu madre que no tendríamos agujetas.

E_ Y dale con mi madre, yo no sé que le ha pasado a esta mujer, si


me llegan a decir que se liberaliza tanto, no me lo creo ¿eh?

M_ Es un encanto.

E_ Como yo.

M_ No.

E_ Gracias mi amor.

M_ No, ella es un encanto tú lo eres pero no tanto como ella.

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E_ Mira si querías arreglar lo de antes, cada vez lo estás
estropeando más.

M_ Tienes razón –sonrieron las dos-. Esther... de todos modos creo


que deberíamos hablar.

E_ ¿De qué quieres hablar?

M_ De todo cuanto ha pasado.

E_ Vale –aceptó sin más, pues sabía que el momento debía llegar,
se recostó algo más sobre su pecho y la escuchó.

M_ Teresa me ha traído una carta de Luna, está aquí –la sacó de su


bolsillo, Esther se tensó sin saber muy bien por que-. ¿Porqué te
pones así?.

E_ Porque el nombre de Luna, me recuerda todo nuestro dolor, no lo


puedo soportar.

M_ Me dijo que era para mí, puedo hacer dos cosas o leerla o
echarla a la chimenea.

E_ ¿Y? –la miró separándose de ella ante su silencio.

M_ Pues que haré lo que tú me digas.

E_ Yo no voy a decirte nada Maca, tú eres la destinataria.

M_ No me importa lo que diga –dijo con seguridad y cuando fue a


echar la carta al fuego Esther le tomó la mano-. ¿Qué?

E_ Léela, sepamos lo que dice esa loca.

M_ Está bien... veamos...

35 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca abrió cuidadosamente la carta, bajo la atenta y nerviosa
mirada de Esther, no sabía que podía haber escrito, sin quererlo
sintió miedo ¿y si volvía a crearles un problema?, Teresa le había
comentado que Luna había confesado a Maca la verdad, pero estaba
borracha, recordó, igual ahora quiere rectificar su error. Todas
aquellas observaciones iban pasando por la mente de una Esther, a
quien comenzaban a sudarle las manos. Maca tampoco podía
controlar su ritmo cardíaco, tenía miedo y ella hubiese querido echar
la carta sin más al fuego, sin saber que era lo que les aguardaba en
aquel interior.

Al abrir, vio que tan solo había una hoja, se miraron un tanto
nerviosas aunque ambas sonrieron, no fueron capaces de disimular
sus nervios que aparecían reflejados en sus gestos. Maca, pasó a
leer en voz alta, no quería leerla solamente para ella, fuera lo que
fuera, quiso compartirlo con su mujer que la escuchaba atentamente

M_ “ Querida Maca, imagino que cuando te llegue está carta será


porque ya estás recuperada del todo, y me gustaría decirte que me
alegro por ello. También imagino que a tu lado debe estar Esther, de
lo cual me alegro mucho más –ambas cruzaron una mirada tierna-.
Sé que no me porté bien, que lo que hice fue horrible y no hay día
que pase que no me arrepienta. Desde hace mucho tiempo tengo
asumido que me atraen las mujeres, pero no le dije a nadie, cuando
te vi por primera vez caí sin poderme resistir en tu tela de araña,
puede que no lo hagas conscientemente, pero tus ojos son como los
de una hechicera, yo sabía que era algo imposible para mí estar

36 ”Adiós Esther” © by ldana


cerca de ti entre otras cosas porque amabas profundamente a
Esther, yo podía leerlo en tus ojos, pero cuando te marchaste con el
bebé, cuando se quedó sola en el hospital, pensé que quizá tendría
una oportunidad de acercarme a ti por mediación suya, la utilicé, lo
siento Esther, me caes bien aunque te odiaba por estar junto a
Maca, soy perdedora desde nacimiento y por una vez quise ganar
sin mirar a quien podía hacer daño –Maca tomó la mano de Esther
que mantenía un gesto serio-. Esther no se emborrachó porque
quiso, yo la ayudé aquella noche hice una mezcla en su copa que le
provocó caer en aquel estado que yo necesitaba para jugar mi carta,
no pasó nada entre nosotras, absolutamente nada, creí que
borracha sería más fácil de convencerla, pero no, sólo sabía repetir
una y otra vez tu nombre, y un te quiero, tan... –Maca tuvo que
tragar el nudo que se había formado en su garganta, esta vez la que
apretó su mano, fue Esther a quien una arruga en su frente delataba
de su enfado-... un te quiero tan impetuoso, que me pregunté si
alguna vez a mí alguien me querría con la misma intensidad y
fidelidad con la que ella te ama a ti. Dejé las bragas a propósito,
todo preparado para que tú pudieras encontrarlas, y me salió bien la
jugada. Sin embargo, olvidé un detalle, cuando dos personas se
aman como vosotras, se necesita mucho más para separarlas –
ambas cruzaron sus miradas-. Ahora me siento culpable de todo,
ahora sé que lo que hice fue horrible y que provoqué en vosotras
esos celos, esa distancia corta, porque nunca os podréis separar
demasiado. Maca, no voy a pedirte perdón, porque para lo que hice
no hay perdón, tan solo voy a decirte lo siento, pero al mismo
tiempo, decirte que eres afortunada, tienes una mujer que nos ha

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demostrado a todos, lo mucho que te ama en especial a mí, la he
llegado a odiar, por amarte tanto y tan intensamente, ahora, solo
puedo decir que os admiro y os deseo que todo os vaya bien en
vuestra vida... “

M_ Bueno... –no sabía muy bien que decir, entonces sintió la caricia
lenta de la mano de Esther, como recorría su rostro poco a poco,
llenándolo de ternura-. Hubiera sido una lástima no leerla –ladeó su
cabeza para llenarse de aquellos ojos felinos que irradiaban luz.

E_ ¿Necesitas que Luna te diga que te quiero?

M_ No, claro que no Esther... –hizo una mueca con sus labios
tratando de retener sus lagrimas emocionadas-. Lo sé cariño, lo sé.

No hacían falta más palabras para sellar aquello que sentían, si


hubieran elegido una luz para aquel momento, todo el comedor
debía haberse tintado con el rosa de la ternura, sus cuerpos se
habían juntado para abrazarse hasta no poder más, Esther dejó un
suave beso en el cuello de Maca que mantenía los ojos cerrados y
con sus brazos, estrechaba la cintura de su mujer con fuerza, era un
momento tan deseado que ninguna quería romper el hechizo que
habían creado, el hechizo que tan solo el amor da para superar
todas las barreras que la vida va poniendo. Hasta que por fin, se
separaron con cuidado, mirándose a los ojos.

M_ Creo que debería ser sincera contigo.

E_ Claro –la miraba con un rubor en sus mejillas entre deseo y


miedo.

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M_ No todo fue por tu culpa, mientras estuvimos separadas, lo poco
que estuvimos separadas me dio mucho que pensar, creo que no
supe estar a la altura cuando me necesitabas.

E_ No sé que quieres decir –la miraba confundida.

M_ Tuve paciencia en aguantar tu pésimo humor durante mi


embarazo, pero no fui capaz de comprenderte, me daba miedo
realmente pensar que podía afectarte tanto como para dejarme,
prefería discutir que aclararlo todo, mientras discutíamos estabas a
mi lado, fui cobarde. Y cuando me marché a Jerez, lo hice sabiendo
que podía perderte, te aseguro que los celos no me dejaban vivir, no
fuimos capaces de aclarar todos los sentimientos Esther, ni tú, ni yo.

E_ Lo sé, nos equivocamos.

M_ Tú no cariño –le puso su mano en la barbilla para que la mirara


mientras sonreía levemente. Cuando Esther la miró le dijo-. Cuando
vi las bragas en el cuarto, cuando vi tu gesto, cuando sentí en mi
piel el engaño, te aseguro que pensé me iba a volver loca... –hizo
un alto porque a su memoria llegó como si lo estuviera viviendo en
ese mismo instante el momento en que supo la verdad y cuanto le
dolió, pudo notar como se le estrujaba nuevamente el corazón-.
Realmente no me importaba que te hubieras acostado con Luna, no
el hecho del engaño físico, para mí iba mucho más allá, porque
pensaba estaba convencida de que tú eras la única persona en el
mundo que no me haría daño, ni me decepcionaría nunca.

E_ Eso es imposible Maca, creo que te he decepcionado muchas


veces... no soy perfecta.

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M_ A ver si me explico Esther, no eres perfecta ni tú ni yo ni nadie,
pero tú eres especial para mí, con todos tus defectos y con todas tus
virtudes mi niña, me has hecho feliz, le has dado sentido a mi vida,
he hecho cosas que jamás pensé tuviera la oportunidad de hacerlas,
sabía que no sería madre porque para serlo, debía encontrar a una
persona única, hasta que te conocí, siempre me resigné pero
contigo a mi lado, mi mundo fue cambiando poco a poco,
conseguiste lo que nadie consiguió –la miró fijamente a los ojos
emocionados de Esther, quería que supiera la verdad, quería que se
llenara de ella para borrar de una vez todo cuanto había ocurrido-.
Hacerme feliz, hacerme sentir la Reina de tu Universo realmente...
te quiero Esther... –bajó la voz dejándola en un susurro que provocó
en su mujer una sensación de plenitud en su alma-. Te quiero mi
amor, te quiero como no he querido a nadie, te quiero como tú me
has enseñado a quererte.

E_ Maca –la volvió a abrazar, en ese minuto de gloria para ella,


daba por bueno todo lo sufrido y si para escucharlo necesitaba sufrir
todo cuanto había sufrido, estaba dispuesta a pasar nuevamente por
ello-. Yo también me equivoqué, por querer arreglar la situación, por
querer sacarle la verdad a Luna, cometí el error más grande de mi
vida, Teresa me tenía esclavizada por mi torpe comportamiento, y
no lo comprendí hasta que un día la vi cerca de ti hablándote,
entonces supe lo que dolía y me arrepentí al instante.

M_ Hemos hecho tantas tonterías... –sonrió con tristeza mientras le


ponía el mechón de su cabello bien tras la oreja.

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E_ Y el abogado, te juro Maca que no pasó nada, ni beso ni nada,
solo lo utilicé, verte celosa me daba vida –ante la mirada acusadora
de Maca agregó con rapidez-. Me daba la vida de saber que me
querías, que por mucho que me dijeras, que por mucho que me
recriminaras, seguía ocupando un trozo de tu corazón –entonces
Maca sonrió cogiéndole la mano entre las suyas y besándola con
suavidad y ternura-. Y en la fiesta... ¿recuerdas?

M_ ¿Cómo olvidar aquello? –se mordió el labio.

E_ Sí –sonrió-, le mandé un mensaje para que acudiera... quería


preparar la noche de nuestra reconciliación... pero fui torpe.

M_ Pues sí, porque me lo creí a pies juntillas, y el pobre se marchó


más blanco que la pared de allí.

E_ Lo siento, tú sabías como herirme con palabras, con miradas, yo


no.

M_ ¿Y crees que me gusta saber eso?, no Esther, quiero olvidar


todo, todo lo malo que pasó pero quiero que sigamos adelante
sabiendo ambas, que la base de nuestra familia es fuerte, sólida, y
que confiamos la una en la otra plenamente. Aún sabiendo que la
vida no es un camino de rosas, no sabemos que pasará mañana,
hoy puedo jurarte amor eterno y un día alguien se cruce en nuestras
vidas y provoqué cualquier ruptura.

E_ Maca no digas eso.

M_ Si Esther –la miró nuevamente con esa intensidad de mirada que


le daba a Maca una seguridad aplastante, aunque no la sintiera-. Yo
quiero que seas feliz y lucharé para que lo seas a mi lado, pero si un

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día no fuera así, si un día quisieras volar libre sin mí, si es para que
tú seas feliz, habré aprendido la lección.

E_ Yo no quiero volar lejos de ti –esta vez fue ella quien tomó su


mano entre las suyas para besarla-. Quiero hacerlo a tu lado, ni un
paso delante ni un paso detrás, sino, a tu lado.

M_ Pero hay que ser conscientes de cómo es la vida Esther... no


quiero que vuelvas a sufrir ni que yo vuelva a sufrir por una
mentira, sino tenemos la confianza suficiente para hablar claro,
cuando alguien mienta volveremos a caer, ¿no lo ves?

E_ ¿Quién va a mentir Maca?

M_ Trabajamos en un hospital... ¿lo recuerdas? –nuevamente la


intensidad volvió a su mirada.

E_ Sí, pero me niego a aceptar nada de lo que digan, solo quiero


estar a tu lado y punto... los demás nunca nos importaron.

M_ Lo sé, quizá por eso caímos las dos en la trampa, porque crearon
una duda, y es lo que no quiero que vuelva a pasar, quiero que me
prometas que si alguna vez dejas de quererme, al instante me lo
dirás.

E_ Maca....

M_ Esther, no seas niña, no sigas creyendo en el amor como un


cuento de hadas.

E_ Pero es que mi amor por ti es lo más importante en mi vida.

M_ Y tú en la mía, pero no quiero más dudas, quiero tu promesa


que lo dirás, haya o no otra persona –sus palabras fueron
contundentes.

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E_ ¿Y tú?, ¿me lo prometes?

M_ Sí.

E_ Está bien... aunque sigo pensando que no ocurrirá pero... te


prometo que si dejo de quererte serás la primera en saberlo.

M_ Vale, eso está mejor... y ahora... ven aquí –la cogió subiéndola
sobre sus piernas ante su risa y gritito-. Ahora vamos a revivir
aquellos momentos en el lavabo de la discoteca, ¿lo recuerdas?

E_ Por Dios como olvidarlo –se acomodó de manera que Maca podía
llegar a cualquier punto de su cuerpo con un simple movimiento.

M_ Esther... me vuelves loca... completamente loca –comenzó a


desabrocharle los botones de la camisa, mientras le besaba con
calidez los pechos por encima del sujetador-, cariño...

E_ ¡Maca, Maca! –susurraba una y otra vez mientras sus dedos


jugaban con su melena.

M_ Creo que esto nos sobra –le dijo graciosamente mientras dirigía
sus manos al cierre del sujetador. Justo cuando iba a desabrochar,
el timbre de la puerta sonó. Provocando el quejido de ambas-.
¡Mierda!

E_ ¿No decías que estábamos aisladas? –se apresuraba a


abrocharse nuevamente la camisa.

M_ Eso me dijo Carmen, ¡joder!, voy a ver –se acercó hasta la


puerta y al abrir sus ojos expresaron una sorpresa mayúscula-. ¡Tú!,
¡no podía ser otra nada más que tú!

T_ Yo también me alegro de verte Maca, cariño. ¡Y no quiero saber


nada de nada! –exclamó levantando las dos manos al aire mientras

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pasaba por delante de Maca hasta Esther que le dio dos besos-. Te
has abrochado mal la camisa hija.

M_ Más te vale tener una buena razón para venir –la miraba de
manera inquisitiva con aquellos ojazos que podían hacer temblar a
cualquiera.

E_ ¿Y cómo has llegado?

M_ Eso.

T_ Tengo el carné para conducir máquinas quita nieves –lo dijo tan
seria que ambas se miraron y rompieron en una gran carcajada que
ella misma les acompañó-. Bueno sentaros.

E_ Eso, estás en tu casa.

T_ Lo sé.

M_ ¿Qué pasa?, os dije dos días ¿vosotras no sabéis contar o que?

T_ Conmigo borderías las justas ¡eh!, además vas a tener más –les
guiñó un ojo.

E_ ¿Cómo, no me entero de nada?

T_ Tu madre y yo nos vamos a Madrid, el niño se queda con Carmen


y Fermín, cuando arreglemos un asuntito que tenemos entre manos,
volveremos.

M_ Espera, espera –se incorporó sobre el sofá-. ¿Qué quiere decir


eso de que tenéis un asunto?, ¿de qué tipo?

T_ Hija, si quisiera que os enteráis os lo habría dicho ¿no?, tanto


sexo os aturulla la mente –les reprochó entrecerrando los ojos
graciosamente.

44 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¡Qué fuerte Teresa! –le contestó ante su comentario.

E_ Ni tanto ¿eh?, que has llegado…

T_ ¡He dicho que no quiero saber nada! –la interrumpió mientras


Maca reía divertida.

E_ ¡Pero si lo has mencionado tú! –exclamó mirándola incrédula.

T_ Bueno a lo que iba, nos vamos, así que por unos días vamos a
descansar de vosotras que nos lo hemos ganado.

E_ ¡Ya te vale!

T_ Eso espero que me valga… hoy estamos a Miércoles, bien, el


Sábado vais a preparar una comida para todos.

M_ ¿Qué? –ambas la miraban boquiabiertas.

E_ ¿Nosotras.

T_ Definitivamente, estáis muy atontadas si es que tanto sexo no


puede ser bueno ¡mujer!, por mucho que diga Encarna ¿eh?

E_ ¡Y dale con mi madre! –protestó Esther mientras Maca volvía a


romper en una carcajada.

T_ Pues eso, yo hablaré con los chicos del Hospital para que vengan,
les hacéis una parrillada de carne, Carmen os ayudará, así que
hasta el Sábado podéis poneros al día de vuestro retraso marital, y
después, os ponéis a trabajar.

E_ Teresa ¿puedo preguntarte algo?

T_ Si me vas a decir que eso lo tendrías que decidir vosotras, te


diré, no, todos nos merecemos una reunión distendida, después de
tanto sufrimiento que nos habéis hecho pasar, así que queridas

45 ”Adiós Esther” © by ldana


mías, no hay nada más de que hablar –ellas dos se miraron
haciendo un gesto de conformidad elevando divertidas las cejas-. Os
dejo, que la máquina me espera fuera.

E_ Oye Teresa –la mujer se detuvo al levantarse-. ¿Y tu marido?,


¿sabes el tiempo que llevas aquí?

T_ Sí, lo sé, y mi marido es asunto mío, guapa.

M_ Pues también era asunto nuestro lo que íbamos a empezar y que


tú y tu máquina quita nieves nos habéis fastidiado, así que suelta
prenda o no te mueves de aquí.

T_ ¿Pero qué queréis que cuente, par de dos?, él está bien ya ha


aprendido a manejar el microondas sin socarrarse los dedos –dijo
orgullosa.

E_ Mira que bien.

M_ Sin socarrarse los dedos –repitió Maca haciendo un pucherito


con su barbilla mientras asentía.

T_ Le va bien estar solo y echarme de menos –les guiñó el ojo


sonriente mientras se ponía los guantes.

E_ Mañana cae –le dijo Esther a Maca dándole un golpecito en el


brazo mientras Teresa las miraba fijamente un tanto desconcertada-
. Lo que yo diga.

M_ Estoy contigo cariño, prepárate Teresa, que mañana hay tema.


¿Sabes lo de las agujetas, no?

T_ Me voy antes que os diga alguna barbaridad.

46 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Si quieres podemos darte ideas –Teresa se giró mirándola con
sus ojos entrecerrados y Esther se aguantó la risa que iba a soltar-.
Ten cuidado ¿eh?

M_ Estás segura que sabes llevar la máquina.

T_ ¡Pedazo inconscientes! –les dio dos besos a cada una y a Esther


una palmada en el culo-. Te la has ganado. ¡Ah!, y os ha quedado
muy ideal la muñeca de nieve, vais a crear escuela...

M_ Gracias.

T_ No hay de que, ¡inconscientes, más qué inconscientes!

E_ Joder Teresa –protestó mientras la mujer se pasaba la bufanda


por la boca y se marchaba recordándoles a voz en grito el Sábado-.
Oye Maca tú estás viendo lo mismo que yo.

M_ ¡Pero qué fuerte si va en máquina quita nieves de verdad! –decía


sin salir de su asombro desde la ventana.

E_ Está como una cabra –dio una carcajada al ver que les saludaba
con su brazo.

M_ Esto es cosa de Carmen… seguro.

E_ Seguro –afirmó sonriente.

M_ Princesa, ¿por dónde nos habíamos quedado? –se puso tras ella
rodeándola con sus manos la cintura.

E_ Pues no lo recuerdo… tendrás que refrescarme la memoria.

M_ Vale… a ver… –le besó el cuello mientras una mano bajaba hasta
la cremallera del pantalón y la otra subía hasta su pecho-. ¿Voy por
buen camino?

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E_ Mmmm ya sabes que sí.

M_ ¿Aún no me has perdonado? –le decía desabrochándole el


pantalón.

E_ No… aún no –decía entre suspiros entrecortados.

Esther había apoyado sus manos sobre el marco de la ventana,


las cortinas estaban recogidas a los lados y ante sus ojos, se
extendía una panorámica hermosa tal y como el momento que
ambas estaban compartiendo se merecía, comenzaba a nevar
levemente, aquellos copos jugando con el viento ante sus ojos como
las manos de Maca jugaban con su cuerpo, tal y como ellos volaban
a esos lugares donde ellos querían llegar libremente, sin ataduras de
ningún tipo, eran copos libres, como las caricias, caricias repletas de
libertad, más lentas, más rápidas, más intensas o simplemente roce
único y que abarcaba todos sus sentimientos, como cada copo iba
tomando forma en el suelo, en la ventana, en la montaña, así, se
sentía Esther cada vez que Maca le demostraba amor, libre, sin
cadenas de ningún tipo, sin exigencias, era una libertad extrema,
ella, y su mujer, su mujer y ella, libres, volaban juntas al paraíso sin
detenerse, de igual manera que aquellos copos, con la única
diferencia que lo que ella sentía en aquel momento no era frío, al
contrario, era algo tan cálido, tan maravillosamente cálido, el aliento
de Maca suspirando sobre su cuello, su cuerpo sobre el suyo
moviéndose al compás que Esther necesitaba, el calor de su corazón
palpitando sobre su espalda, aquellas manos ardientes, el fuego del
deseo, era tal, que pensaba que en el instante en que Maca la
estaba haciendo volverse completamente loca, abandonando su ser

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para convertirse en un copo más de nieve, pensó que ella sola
podría derretir toda aquella espesura que sus ojos que se negaban a
cerrarse para contemplarlo, estaban visionando. Sus manos tuvieron
que aferrarse a la de Maca para obligarle a parar, su garganta
emitió un gemido tan agudo que ni ella misma lo reconoció como
propio, su respiración jadeante chirriaba como si de una vieja
locomotora se tratase, y aquellos brazos, aquellos brazos que la
sujetaban ante su flojedad eran lo único que necesitaba para vivir,
aquella fuerza tan sutil de su mujer que como en aquel momento de
debilidad la sujetaban día tras día, necesitaba aquellas manos que
acariciaban las suyas lentamente, y aquellos labios que dejaban
plácidos besos en su mejilla provocando en ella la sensación más
maravillosa del mundo, sentirse amada.

M_ ¿Cómo estás? –le susurró mientras la acunaba contra su pecho.

E_ Bajando del cielo todavía… -musitó con la voz queda, casi


inaudible.

M_ Mi amor…

E_ No me sueltes.

Así se quedaron por un rato, en silencio, escuchando el sonido


que llegaba mezclado entre la chimenea y el tintineo de la nieve y el
agua golpeando en los cristales. Ambas notaban sus corazones y
mientras Maca apoyaba su cabeza sobre la de Esther pensaba que
era afortunada, así lo sintió y un suspiro hondo llegó a su alma, la
que le demostró que volvía a estar repleta de amor y calma, blanca
y feliz, iluminada con la llama del amor que sentía. Apoteósica por el
sentimiento de hacer dichosa a quien más amaba.

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E_ Maca –le interrumpió en sus pensamientos.

M_ Dime.

E_ Creo que te has ganado el perdón sobrada y merecidamente.

M_ Que buena noticia –sonrió mientras Esther se daba la vuelta


mirándola a los ojos-. He sido buena.

E_ Más que buena… esos ojos que me hacen perder el control… me


dicen tantas cosas –le sonrió acariciándole la cara.

M_ Te dicen que te quiero.

E_ Si –le dejó un suave roce en sus labios, tan suave que Maca se
quedó con los ojos cerrados esperando más-. Vamos.

M_ ¿Dónde? –la miró confundida.

E_ Confía en mí. ¿Confías en mí? –le preguntó con esa sonrisa suya
tan especial y mágica que enamoró a Maca. Tuvo que insistir pues
parecía como si la pediatra se hubiera quedado aturdida ante ella-.
¿Confías o no?

M_ Sabes que sí.

E_ No vas a ser solo tú quien de sorpresas. Dame un minuto.

M_ No tardes.

En realidad era lo que le dijo más que su voz, su corazón, no


podía estar mucho tiempo alejada de ella, había vuelto esa
sensación de sentirla continuamente, esa sensación de llenarse de
ella con una simple mirada, esa sensación que había perdido
durante un breve espacio en el tiempo, y que sabía lo que dolía, no
quería volverla a perder. Se mordía el labio un tanto nerviosa,

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después pasó a humedecerlos con la dependencia de sentirla a ella
en su boca, giró un poco su cabeza hacia la dirección que la había
visto marchar, la cocina, que nueva locura se le estaría ocurriendo
pensó divertida, después volvió su vista hacia fuera de la casa, y
sonrió. Entonces se percató que aquel gato misterioso volvía a estar
cerca de ella observándola, sus labios dibujaron una sonrisa ladeada
y el gato dando una vuelta sobre si mismo, con el rabo bien alto, le
demostró que estaba contento. Volvió a arrancarle una amplia
sonrisa justo en el momento en que Esther abría la puerta de la
cocina de golpe dándole un buen susto que hizo que rompiera a reír.

E_ Lo siento no pretendía asustarte –se disculpaba entre risas.

M_ Pues menos mal –se quejó sonriente con su mano sobre su


agitado pecho no por el susto, sino, por el deseo que le provocaba
Esther con su sola presencia.

E_ ¿Preparada? –se acercó hasta ella dándole su mano para que se


cogiera.

M_ Preparada –le tomó la mano y el contacto de ambas pieles,


provocó en ellas al mismo tiempo un suspiro incontrolado-. Soy toda
tuya.

E_ Que bien suena eso… ven.

Con suavidad tiró de ella para llevarla de la mano, entraron a la


cocina, abrió la despensa, y asombrada Maca vio como abría una
segunda puerta que daba a una escalera estrecha, le recordó a la
que una vez subieron en aquel mismo pueblo, pero en la Fonda
donde aquella noche también se desató la pasión. Sonreía al
recordarlo porque lo mejor que recordaba en su vida siempre había

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venido de la mano de Esther. Y aquella misma mano era la que la
detuvo ante una puerta.

E_ ¿Lista?

M_ Sí –fue a besarla pero Esther no al dejó.

E_ Aún no.

M_ No me hagas sufrir mucho que no creo que aguante –le susurró


a modo de queja seductiva.

E_ Aguantarás –clavó sus ojos abrasadores de tal manera que Maca


se estremeció-. Ven.

Esther abrió la puerta, Maca pasó un segundo después.

Cuando Teresa volvió a casa, se encontró a Encarna hablando


por teléfono con Rosario, Carmen había ido a comprar y el niño
dormía tranquilito. Cuando colgó, la miró esperando noticias.

T_ Están enteras, ojerosas, un tanto atontadas, pero vuelven a ser


ellas, otra vez sus ojos reflejan el amor y otra vez esas miradas
cómplices delatan que todo ha vuelto al orden.

En_ Menos mal –suspiró aliviada.

T_ Ya saben lo del Sábado.

En_ ¿Y cómo se lo han tomado? –preguntó sonriendo mientras se


sentaba en el sofá más cómodamente.

T_ Asombradas, pero creo que a ellas también les ha parecido una


buena idea. ¿Qué te ha dicho Rosario? –se sentó también una vez se
había despojado e toda la ropa que llevaba para combatir el frío.

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En_ Vendrán, Pedro está muy ilusionado y… quiere compartir el
momento con todos.

T_ Bien. Encarna –la miró con dudas.

En_ Dime.

T_ Cuando las he visto así nuevamente, me ha venido a la cabeza


ese tal Pablo... ya sabes... –la mujer asintió seria-. ¿Pasa algo más
que yo no sepa?

En_ Espero que no, solo temo la reacción del muchacho, él iba
diciendo por el pueblo que llegaría un día en que Esther pagaría por
haberlo dejado, no estaba muy bien de la cabeza... yo siempre he
temido que llegara el momento en que apareciera en su vida
nuevamente, parecía que la había olvidado de esto que te cuento
hará más de ocho años.

T_ Ya.

En_ Por eso quiero localizarlo y hablar yo, no voy a permitir que
ahora ese hombre que ya no tiene ninguna explicación a que
aparezca, haga daño a mi hija o a Maca.

T_ ¿No debería saberlo Maca?

En_ Es que mi hija me ha desconcertado... no sé si es que de


verdad lo ha olvidado o simplemente no me quería preocupar.

T_ ¡Cómo se miraban! –sonrió-. Nadie creo que pueda borrar esa


mirada de amor.

En_ Pues ojalá y nada más sea un amago de susto –sonrió-. Y otra
cosa, ¿ya tienes preparado lo nuestro?

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T_ Sí, ya está preparado.

En_ ¿Pero has hablado con él?

T_ Sí –sonrió contenta.

En_ ¿Y? –la miraba expectante con la sonrisa nuevamente reflejada


en sus labios.

T_ Patidifusito se me quedó, pero deja deja, que cuanto hablemos


cara a cara, vas a entender muchas cosas.

En_ Me hace tanta ilusión.

Ca_ Ya estoy aquí –apareció Carmen cargada con bolsas.

En_ Deja que te ayudemos, mujer –se levantó y le ayudó a


descargar.

Ca_ ¡Qué frío hace!, bueno a ver, ¿y las niñas nuestras... cómo
están? –se sentó un tanto cansada.

T_ Pletóricas –sonrió.

Ca_ Eso es bueno, muy bueno.

En_ ¿Y no te riñeron? –la miraba nuevamente sonriente.

T_ ¡Uf!, la que me cayó encima –dijo elevando su mano-, es que no


hay nada como estar una pareja que se quiere sola ¡hija! –le
comentó a Carmen dándole un golpecito en la mano.

F_ Buenas tardes –apareció Fermín con el niño en brazos.

Ca_ Mira mi hombre... mira que estampa –dijo orgullosa sonriente


mientras el hombre la miraba con su seriedad habitual pero una
mirada serena-. Si es que es el hombre más guapo de todo el
mundo.

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F_ ¡Para ya mujer!

En_ Vamos Fermín no sea tímido, que su mujer está coladita por
usted –sonrió ampliamente.

Ca_ Si es que es guapo, bueno y lo mejor que tengo en la vida –le


cogió al niño dándole un beso que hizo que el hombre esbozara una
mínima sonrisa-. Y que decir de este niño tan guapo.

F_ Tengo hambre –pareció una protesta pero ya conociéndolo


sabían que estaba tan encariñado como el resto por aquel niño que
en sus grandes manos, parecía sentirse el más seguro del mundo.

Ca_ Ya voy, venga que hoy tenemos una cena para chuparse los
dedos, venga, venga chicas.

T_ La verdad –le dijo bajito al oído cogiéndola del brazo-, esta


mujer se le ve que ha sufrido lo suyo pero tiene a su marido
vamos... embobadito ¿eh?

En_ Claro Teresa... como tú el tuyo.

T_ ¡Qué va!, el mío ya no es lo que era –dijo poniendo un gesto


triste ladeando su boca-, aunque... le echo de menos.

En_ Mañana toca –le dijo bajando la voz para después dar una
sonora carcajada.

T_ Ya pareces dos que yo me sé –le dijo seria-. Por cierto, deben


estar poniéndose al día ¿eh? –está vez sonrió.

En_ Déjalas que el amor es lo más bello que tenemos en la vida, y


poder demostrarlo, es algo único, lo valoras cuando ya no lo tienes
–le guiñó un ojo sonriente-. Vamos con la cena.

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Los ojos de Maca estaban demostrándole a Esther que la
sorpresa le había impactado, ella la observaba sonriente,
mordiéndose el labio se acercó lentamente por detrás y la rodeó con
sus brazos por la cintura.

E_ ¿Te gusta?

M_ Me encanta.

E_ Este es el mejor secreto guardado por Fermín, y aún no has visto


nada, acuéstate ahí –le señaló una especie de cama que había en
medio de aquel cuarto.

M_ ¡Dios!, no había probado nada tan cómodo.

E_ Pues ahora abre bien los ojos.

Esther cogió una especie de vara larga, era un cuarto que


estaba iluminado por una pequeña chimenea, que calentaba lo
suficiente y alumbraba lo justo para poder quedarse prendada de
aquel lugar que parecía hecho para disfrutar de la soledad. Cuando
Esther abrió el techo, Maca quedó boquiabierta, la mitad justa era
una ventana en la que se veía la montaña, aún con la poca luz que
tenía el atardecer era una visión que dejaba completamente
embobada a Maca.

E_ ¿Precioso, verdad?

M_ No va a dejar de sorprenderme nunca este lugar.

E_ Esto es cosa del amor tan grande que Fermín le tiene a su mujer
–comenzó a desnudarse poco a poco ante el gesto fogoso de una

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Maca que no podía apartar los ojos del cuerpo de su mujer-. Y
esto... es cosa mía.

M_ Me encanta.

E_ ¡Pero... creo que mejor parar!

M_ Joder Esther no empieces por favor, ten piedad de esta pobre


que se muere por tenerte –se puso a gatear por la cama hasta llegar
a los pies, abriendo sus brazos para tener a su mujer, poniendo
gesto de compasión y mandándole besitos-. Ven.

E_ Voy –le susurró y sacando de su pantalón un pañuelo de gasa le


dijo sonriente, provocativa y encendida por el fuego de la pasión-.
Pero voy a ponerte esto en los ojos.

M_ No –susurró negando con expresión de clemencia al verlo.

E_ Si –sonrió.

M_ Por fi –le dijo juntando sus manos-. No me tortures más.

E_ ¡Pero si te gusta, tonta! –le dio un golpecito en el brazo mientras


se acercaba hasta su boca para dejarle un beso, pero se detuvo-.
Voy a volverte loca.

M_ ¿Más? –trató de besarla pero Esther se apartó.

E_ Te lo prometí.

M_ ¡Uf! –volvió a tratar de besarla mientras hablaban entre susurros


enamorados.

E_ Así me gusta... que seas buena chica –Esther le puso el pañuelo


sobre los ojos-. ¿Ves?

M_ No.

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E_ ¿Seguro?

M_ Uf, te lo aseguro.

E_ Bien... desnúdame –le cogió sus manos poniéndolas en su


cuerpo.

M_ Joder Esther... –musito dejando sus labios entre abiertos y


entonces notó como Esther le dejaba su boca allí para que buscara
aquello que tanto le gustaba investigar-. Mmmm mi amor...

Esther no le contestó pero sí sonreía, ver a Maca tan excitada


con su juego le hacía perder a ella también los estribos, además que
con suma delicadeza la estaba desnudando y aquello aún hacia que
el deseo entre las dos creciera.

M_ Esther...

E_ ¿Qué? –le contestó apartándose pues ya estaba desnuda.

M_ ¡Uf, me va a dar algo! –Esther no le contestó, Maca sonrió


divertida porque le gustaba todo cuanto le estaba haciendo, alargó
sus manos para poder tocarla pero no estaba-. De esta me tienes
que volver a ingresar.

E_ Te aseguro que no –le dijo de golpe justamente detrás suyo, el


roce de su aliento en su cuello le hizo ladear instintivamente su
cuerpo hacia el lado opuesto donde se encontraba Esther, quien
comenzó a pasar su lengua suavemente por él-. Me encanta este
cuello.

M_ Esther –volvió a susurrar mientras exhalaba un fuerte suspiro.

E_ Me encanta esta oreja –le hizo el mismo procedimiento y Maca


volvió a suspirar-, me encanta esta boca –Maca notó como Esther la

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empujaba suavemente hacia detrás hasta quedar en la cama, la
besó finamente-. Y que decirte de estos pechos...

M_ Esther –insistió con voz entregada a cada una de aquellas


caricias mientras Esther bebía de ellos primero con suavidad y luego
con fiereza.

E_ Me vuelves loca mi vida –sus palabras salieron lentas mientras


le quitaba el sujetador y su aliento jugaba por su piel, de igual
manera que las sombras lo hacían por las paredes de la habitación-.
No puedo vivir sin ti... Maca...

M_ No pares Esther –le susurró con la voz repleta de súplica


desesperada por todo cuanto le estaba haciendo sentir.

E_ Te quiero –le dijo lamiendo su ombligo mientras Maca soltaba un


gemido y se agarraba a la sábana.

M_ Esther...

Esther se separó de su cuerpo mientras le quitaba con suavidad


el pantalón y la ropa interior, Maca quedó allí sobre la cama
totalmente desnuda, repleta de deseo por sentir y vibrar con su
mujer, dependiendo de sus manos, de sus labios pues la venda
impedía saber donde estaba, así su imaginación comenzó a trabajar
excitando mucho más aún su respiración, Esther sonreía sabía que
la estaba volviendo loca, ella misma, sentía en su piel la necesidad
de hacer que la pasión estallara entre ellas y aquellas cuatro
paredes. Cuando Maca la rodeó con sus piernas una vez la localizó,
le suplicó que la amara, Esther actuó de inmediato sabía que no
podía continuar haciendo sufrir a su amada, sin previo aviso
comenzó a besarle la planta del pie logrando que Maca diera un

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pequeño gemido, pequeño que no por eso poco intenso, después
lentamente fue subiendo por sus piernas su lengua jugueteaba con
su piel, se detenía y besaba, después continuaba logrando que las
respiraciones de ambas se dispararan de igual modo que el fuego de
la chimenea había tomado viveza. Cuando Maca esperaba que
llegara a su entregado sexo, paso de largo hasta llegar a su
ombligo, las manos de Maca se posaron en su cabeza y suavemente
la llevó hasta donde quería, hasta donde le había prometido, el
fuego de ambas creció, y el de la chimenea dio vida a sus figuras
en la pared, allí se dibujaban dos cuerpos en movimiento, primero
lentamente iban jugando según las llamas iban tomando vida, para
poco a poco ir tomando una viveza que iluminó el cuarto e hizo que
aquella pared viera como las figuras que se reflejaran en ella,
cobraban vida, una vida repleta de placer, de gemidos, de caricias,
de dependencia la una de la otra, y así, conforme el ritmo se
incrementaba, las llamas parecían acompañar a la pareja, y como si
todo el lugar estuviera envuelto en magia, con el grito repleto de
placer de Maca, el fuego se apagó, y una llama fina, suave, comenzó
de nuevo a iluminar el lugar de una manera tímida, pero inmensa,
de una manera ligera pero repleta de vida.

Esther extenuada por el esfuerzo y su propio deseo, subió con


calma hasta la boca de Maca, la tenía entreabierta porque
necesitaba tomar aire a grandes cantidades para poder recuperarse
de cuanto había sentido, mientras sus manos rozaban con cuidado
la espalda de Esther, ésta le quito la venda y vio en sus ojos ya no
el fuego de la pasión, sino el fuego del amor.

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E_ Te quiero –la besó suavemente para quedar sobre su pecho
abrazada por los brazos aún temblorosos de Maca.

M_ Te quiero –susurró con la garganta seca pero el corazón repleto


de amor.

Y así, abrazadas, se quedaron profundamente dormidas.

Un suave movimiento de Maca para tratar de acomodar a


Esther sobre su pecho, despertó a la enfermera, aquel despertar
rodeada por los brazos de Maca sobre su pecho jugando con su
respiración, observándola desde su posición, le pareció una
bendición, llegaron a ella sin poderlo evitar los recuerdos de una
difícil temporada donde Maca no era Maca y donde ella le daba la
sensación que tenía que vivir a contracorriente. Recordó todas sus
dudas durante el proceso de recuperación, recordó los momentos
complicados junto a ella, y al hacerlo saboreó mucho más aquel
instante donde podía contemplarla dormir placidamente, donde su
gesto volvía a ser su gesto de siempre, donde sus manos volvían a
recorrer aquel camino que tanto les gustaba a las dos, y donde el
amor volvía a ser el principal eje de unión entre ellas. Esbozó una
sonrisa al pensar en lo mucho que había disfrutado Maca y en lo
mucho que había gozado ella misma, en aquel cuarto donde la
chimenea les regalaba aquel sonido del que ya ambas se habían
acostumbrado. Con sumo cuidado fue retirándose del cuerpo de
Maca, no sabía cuanto tiempo habían estado así adormiladas,
abrazadas y reposadas después de tan intenso momento vivido,

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ante su movimiento, Maca se movía quejándose un poco, Esther se
tumbó a su lado para seguir deleitándose de ella.

M_ No te vayas –murmuró.

E_ Nunca me iré –le besó suave y graciosamente en la punta de la


nariz.

Así estuvieron unos minutos, Maca pasaba su brazo por la


cintura de su mujer como si fuera el ancla que hurga la tierra
húmeda bajo el mar, para no dejar escapar el barco, así, en un
duermevela vigilante de no perder su contacto, abría los ojos la
miraba, le sonreía y después volvía a cerrarlos, de igual manera lo
hacía Esther, que sentir a su mujer aferrada a ella, la llenaba de
bienestar, calma y una paz que hacía mucho tiempo no tenía.
Entonces recordó el embarazo de Maca, su comportamiento durante
el mismo, sus estúpidos miedos, y por culpa de ellos como se alejo
de la persona que más quería, se pregunta una y mil veces como
pudo ser así, se reprochó su actitud y sonrió al recordar la paciencia
infinita que tuvo Maca con ella, ¿era especial lo que durante el
tiempo que habían estado allí, en aquella casa luchando había hecho
ella?, no, fue su respuesta segura, “Maca estaba enferma y he
aguantado a una persona que no tenía nada que ver con ella, sin
embargo yo no estaba enferma y sólo por amor me aguantó aquella
actitud tan necia”. Entonces sintiéndose avergonzada por todo
aquello, tuvo la necesidad de tocar a quien tantas cosas le había
enseñado en la vida, a quien le había dado la oportunidad de ser
mejor, a quien le regalaba siempre una sonrisa y a quien más amor
le había dado en su vida.

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E_ ¿Maca duermes?

M_ No –susurró agotada.

E_ Te quiero.

M_ Y yo mi amor…

E_ Quiero que sepas que eres lo más importante que tengo, y que…
bueno… me arrepiento de muchas cosas de las que te he hecho –sus
ojos se llenaron de lagrimas-, soy una estúpida y a veces no sé
porque estás a mi lado.

M_ ¿Pero qué dices? –la miró extrañada por su reacción, entonces le


quitó aquellas lagrimas y se acercó a ella hasta unir sus cuerpos y
sus bocas-. No me digas más esto mi niña… no me lo digas más…
ambas hemos cometido errores y te aseguro que seguiremos
cometiéndolos.

E_ Te quiero –se aferró a su cuello con devoción, Maca la recibió


entre sus brazos estrechándola fuertemente-. Te quiero Maca…

M_ Y yo mi reina… pero no llores… no soporto verte llorar.

E_ Es emoción –le murmuró mientras sus dedos se deslizaban


lentamente por la mejilla de la pediatra hasta rozar sus labios-.
Emoción de sentirte, emoción de tenerte.

M_ Cariño… -le sonrió.

E_ Mira… vamos a hacer una cosa, quédate aquí descansando


porque no estás para quemar tantas energías –sonrió y Maca le
puso morritos-, yo mientras voy a preparar la cena, tengo un
hambre –se tocó el estómago poniendo sus ojos en blanco.

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M_ No tardes… te espero aquí.

E_ ¿Te gusta, eh?

M_ Sí, ¿cenamos aquí cariño?

E_ Como tú quieras.

M_ No tardes ¿eh?, no me gusta que me dejes sola.

E_ Te aseguro que en menos de lo que piensas estoy aquí.

M_ Ya te echo de menos –le dijo mientras la observaba como se


ponía el suéter y los pantalones entonces se levantó hasta ella se
arrodilló detrás suya y dejándole un beso tierno en la mejilla
mientras la rodeaba con sus brazos por el cuello le susurró-. Te
quiero, no lo olvides un solo instante.

Esther se deshizo de aquel abrazo, se giró mirándola a los ojos


con una sonrisa en sus labios y la besó, con ternura dejando a un
lado la pasión, pero aquel beso tierno le devolvió a Maca de un solo
golpe la seguridad, y borró sus miedos.

E_ No tardo.

La vio perderse por la puerta con su andar gracioso, la vio


alejarse y cuando la perdió de su campo visual, siguió oyendo como
bajaba las escaleras hasta perder definitivamente sus pasos, la
noche había caído, y por lo que alcanzaba a ver por aquella inmensa
ventana, la nieve persistía, se aferró a la almohada hasta abrazarse
a ella, se cubrió con aquella blanca y fina sábana y esbozó una
enorme sonrisa, otra vez estaban juntas, como si nada hubiera
ocurrido, el miedo de sus últimos días se había evaporado como
seguramente se evaporaría la nieve que las rodeaba. Rebuscó un

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tanto la postura, sus brazos echaban de menos la figura de su
mujer, su cuerpo también, pero su alma había salido fortalecida de
aquellas dudas, Esther la veía como una mujer fuerte a la que
admiraba, una mujer que no tenía miedo a nada, y no era así, su
fuerza radicaba en la creencia que tenía de si misma, sabía hasta
donde era capaz de llegar en su trabajo, pero en su vida, nunca
había sido una mujer fuerte, Azucena le había hecho tanto daño que
se había quedado con el alma escondida y el corazón magullado, tan
solo con la presencia de la enfermera a su lado era capaz de sacar
su fuerza, pero no alejar su miedo, que se acrecentaba según iba
avanzando su relación con ella, le bastó aquel mes en Jerez, para
darse cuenta que sin Esther se volvía débil, asustadiza y vacía,
aquella dependencia que siempre pensó no sentiría por nadie, le
había llegado desde el momento que miró a Esther con los ojos del
amor. Suspiró profundamente, trató de relajar sus latidos un tanto
disparados aún por la excitación y recordando la sonrisa, la
carcajada y los susurros de Esther, se quedó dormida.

Entre tanto, Esther en la cocina preparaba una ensalada, y un


poco de ese fiambre que traía Fermín y era una perdición para la
dieta. Justo cuando estaba poniendo el queso, se acordó de su
madre y sintió unas ganas enormes de hablar con ella. Dejó cuanto
estaba haciendo porque conocía a Maca y sabía que debía estar en
aquel momento dormida presa del cansancio. Decidida fue en busca
y captura del teléfono y con sus movimientos sonrió porque sentía
unas agujetas feroces por todo su cuerpo. Feliz se sentó en el sofá
para poder hablar tranquilamente con Encarna. Marcó, esperó y al

65 ”Adiós Esther” © by ldana


descolgar se llevo la sorpresa que era Fermín, un tanto apurada le
preguntó por su madre, y el hombre con su tono frío como siempre,
no pareció alterarse al escucharla, ni cuando llamó a Encarna que se
le oía llegar armando un buen jolgorio que arrancó una carcajada de
su hija.

En_ Cariño ¡ya te ha dejado un ratito para tu madre, Maca!

E_ ¡Mamá! –la riñó sonriente.

En_ A ver… ¿qué tal va todo?

E_ Muy bien mamá, de verdad estamos recuperando lo que fuimos.

En_ No sabes lo que me alegra saberlo… ¡ya era hora!

T_ ¿Qué pasa? –oyó a Teresa como se acercaba al teléfono, su gran


apoyo Teresa y sonrió.

En_ Nada hija que parece que han tenido una tregua.

E_ Bueno si os vais a pasar el rato hablando vosotras… me voy a


cenar.

En_ ¿Has dicho cenar?

E_ Eso he dicho –asintió con voz divertida.

En_ ¡Por los clavos de Cristo!, ¿sabes la hora que es?

T_ Que va a saber, que va a saber –repetía una y otra vez Teresa.

Ca_ ¡Dejar a las chicas tranquilas! –se oyó a lo lejos la voz de


Carmen sonriente.

E_ No mamá, no sé que hora es –contestó sonriente porque podía


imaginarse a cada una de ellas en su papel.

En_ Son las doce menos cuarto de la noche.


66 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ ¡Tan tarde! –exclamó un tanto asustada.

T_ Nada, lo que yo te diga –separó el teléfono Teresa de la oreja de


Encarna-. Inconscientes par de inconscientes que vais a enfermar.

E_ Teresa –la quiso reñir pero solo podía sonreír-. Mamá.

En_ Dime hija.

E_ No sé la hora que es pero… -bajo su voz para susurrarle-, pero sí


sé que soy muy feliz… mucho mamá.

En_ Lo sé, y de corazón te digo Esther que soy muy feliz por
vosotras, en especial por ti hija, te lo mereces después de todo.

T_ Yo también Esther… de verdad –apareció la voz un tanto


quebrada por la emoción.

E_ Bueno… pues os dejo voy a llevarle la cena a mi niña. ¿Cuándo


os vais?

En_ Mañana.

E_ ¿Hasta el Sábado entonces?

En_ Sí cariño –la voz de Encarna se nubló por la felicidad.

E_ Te quiero mami.

En_ Y yo.

E_ ¡Teresa a ti también te quiero! –Teresa no contestó porque de


ver los ojos de Encarna repletos de lagrimas se le hizo un nudo en la
garganta que le impidió hablar-. ¡Y recuerda mañana hay tema!

T_ ¡Esther! –la riñó sacándose de golpe aquel nudo.

Cuando colgó se fue feliz hasta la cocina, mientras, en la otra


casa aquella mujer que había aguantado durante tantos días la
67 ”Adiós Esther” © by ldana
presión que estaban viviendo la pareja, con un simple te quiero de
su hija, se vino abajo, cuando colgó el teléfono las lagrimas se
sucedieron una tras otra, y por mucho que las quería controlar no
había manera de detenerlas, y aquella otra mujer, que había estado
sufriendo también el calvario de la pareja, sintió el derrumbe de la
que pensó nunca se derrumbaba, y no pudo más que abrazarla, sin
mediar palabra, tan solo compartir una alegría en silencio que daba
un descanso brutal a sus corazones.

Al abrir la puerta Esther con el culo, vio que Maca estaba


sentada en la cama mirando por el ventanal, sonrió al verla desnuda
y Maca sonrió al verla tan cargada.

M_ Ya era hora, iba a llamar a los bomberos.

E_ ¡Anda y por que no has bajado tú a rescatarme!

M_ Porque estoy muy vaga –puso gesto tierno.

E_ Según para que –sonrió y se sentó a su lado dejando la bandeja


entre las dos. Luego se besaron-. Que hambre, ¿sabes que hora es?

M_ No, pero sí tengo hambre sí –le contestó lanzándose a por un


sándwich que había hecho de foiagras.

E_ Las doce menos cuarto.

M_ ¡Con razón tengo tanta hambre! –murmuró mientras la miraba


atontada-. Y por lo que has tardado yo pensaba que iba a tener una
cena espectacular.

68 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Qué mala eres!, no te burles ¿eh? –Maca sonrió dejándole un
beso en los labios-. Que bien sabes. Pues es que he tardado porque
he hablado con mi madre.

M_ ¿Qué dice Encarna?

E_ Está muy contenta, pásame por favor la servilleta.

M_ A cambio de un beso.

E_ Eres genial, ¿lo sabías? –sonrieron besándose-. Está feliz ¡ah!, y


la pesada de Teresa metiéndonos caña, ¡qué lo sepas!

M_ Es adorable… ahora que lo dices… debería haber llamado a mi


madre.

E_ Pues si hija, sí.

M_ Pero es que no tengo tiempo –se quejó elevando sus hombros-.


¿De qué es ese?

E_ Queso de cabra, lo hace Fermín, que por cierto me ha dado un


corte hablar con él.

M_ ¿Y eso? –la miró sonriente.

E_ No sé, debe saber todo lo que estamos haciendo, ¡yo que sé! –
dio una carcajada.

M_ Es un hombre muy serio, pero debe ser encantador.

E_ Si, aunque esto me lo dijo Carmen, ¿sabes para qué construyó


este cuarto?

M_ Para lo mismo que lo hemos usado nostras, ¡seguro! –afirmó


sonriente mientras le quitaba a Esther un trozo de lechuga.

E_ ¡Ya te vale Maca!

69 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ La culpa es tuya –se acercó nuevamente y le dejó un beso en el
cuello ante el suspiro de una Esther que no podía reprimirse cuando
la rozaba-. Has acabado con mis reservas de energía necesito
reponerme.

E_ Te adoro –le dijo mimosa.

M_ Venga cuéntame ¿para qué lo hizo?

E_ ¿El qué? –preguntó distraídamente mientras mordía su sándwich.

M_ Esther estás un poco despistadita ¿eh?

E_ Despistada no, es que no puedo concentrarme en nada, estando


tú así... desnuda... es que se me van los ojos cariño –decía
acercándose a darle un beso en el pecho.

M_ ¡Esther! –sonrió divertida tratando de alejarse y en el


movimiento se le cayó un trozo de queso en la cama, se miraron
divertidas-. ¡Mira lo que me has hecho hacer!

E_ Pues ahora te lo tienes que comer –le dijo muy seria-, no he


estado yo ahí dale que te pego con la cena como para que tú me la
vengas desperdiciando.

M_ Mala mujer –le dijo entrecerrando los ojos.

E_ Si, mucho, pero te encanta que lo sea.

M_ ¡Ay! –suspiró profundamente mientras recogía el queso-. ¡Me


cuentas!

E_ ¡Ah es verdad!, pues como Carmen se quedo privada, a ella lo


que más le gustaba era ver las montañas, le hizo el mirador de la
habitación, pero allí no podía ver el cielo, entonces, construyó este

70 ”Adiós Esther” © by ldana


cuarto, me contaba Carmen que todas las mañanas a las cinco la
cogía en brazos, la subía aquí, y juntos veían el amanecer...

M_ Que tierno –dijo admirando aquella historia.

E_ Ahí donde lo ves, sí.

M_ Oye y puedo saber yo... porque tú –le cogió la barbilla con su


mano derecha acercándose a ella quedándose a escasos centímetros
de sus labios que la llamaban a gritos-... tú no me hacías esto a mí.

E_ ¿Yo? –le preguntó divertida.

M_ Sí, tú.

E_ Pues porque yo no soy tan fuerte como Fermín, además, quería


darle otro fin al cuarto.

M_ Mmmm si es que no te puedo reñir –la besó.

E_ Ahora si quieres, mañana o mejor dicho, dentro de un rato te


subo a ver el amanecer.

M_ No hará falta, quedémonos aquí y lo compartimos.

E_ Bien –le dijo quedándose atrapada en sus ojos que la miraba


intensamente.

M_ Dame un par de minutos y llamo a mi madre.

E_ De acuerdo... un par ¿eh?

M_ Te quiero mi niña.

E_ Y yo. ¡Oye Maca! –Maca se detuvo en la puerta después de


ponerse la camisa, y se giró-. Bájate algo guapa.

M_ Esther estoy cansada... muy cansada.

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E_ ¡Tendrás cara! –explotó en una carcajada mientras la veía
marcharse feliz-. Gracias Señor... gracias por regalarme
nuevamente su sonrisa.

Esther miraba por el ventanal el cielo oscuro como si fuera un


telón negro, ese telón que se había alzado para que la vida de las
dos, comenzara de nuevo como si fuera una función de teatro, las
dos actrices protagonistas decididas a ganar no solo el aplauso del
público, sino, a hacer de aquella obra, su obra, la mejor del mundo.
Sonrió con ese pensamiento, pero volvió a agradecer a Dios, la
ayuda prestada cuando más lo necesitó, sus ruegos al final fueron
valiosos, y sabía que cuando el telón bajara, aquella obra de su vida
continuaría siendo la mejor. Se tumbó en la cama a esperar
relajadamente a su mujer, mientras pensaba miles de maneras de
hacerle perder los estribos, y así, poco a poco se fue quedando
dormida.

Maca, había llamado al teléfono de su casa pero no le habían


contestado, le extrañó pero imaginó que estarían en alguna fiesta,
como siempre, y suspiró, al recordar aquella vida anterior a la que
estaba disfrutando, a aquella manera de engañarse a sí misma y
engañar a los demás, cerró los ojos pensando que había dado un
paso que le había costado muchos disgustos pero que si hacia una
retrospectiva de su vida, en ese momento se sentía orgullosa de
haberlo dado, rompió el sonido del teléfono sus pensamientos.

M_ ¿Si?

72 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¿Maca hija has llamado? –era su madre que le hablaba con tono
feliz.

M_ Sí mamá, quería saber como estabais.

R_ Muy bien todo está bien, ¿y tú?, ¿cómo sigues?

M_ Mejor... ahora mismo me estoy poniendo al día de todo.

R_ Eso está bien –le dijo con una sonrisa-. ¿Y Esther?

M_ Descansando.

R_ Le hace falta cariño... cuídala no vaya a salirle ahora todo el


stress que ha estado sufriendo.

M_ Ya... estoy en ello –sonrió nuevamente.

R_ Me alegro mucho.

M_ El Sábado hacemos una fiesta, ¿vais a venir?

R_ Claro ya he hablado con Encarna.

M_ Bien... así nos vemos... ¿Y papá?

R_ Durmiendo, hoy ha tenido una reunión ya sabes... y una fiesta


después

M_ Pensaba que estabais en algún sitio así.

R_ No, hija, si te soy sincera, estaba esperando tu llamada y no he


querido moverme de aquí –le dijo contenta.

M_ Lo siento es que se me ha ido la hora –se disculpó de manera


serena, tanta que no se creía que estaba hablando con su madre.

R_ Tranquila me hago cargo.

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M_ Mamá... yo quería decirte que... –sabía que le iba a costar
decirlo porque no era muy dada a ello pero en ese instante lo
necesitaba. Tomó aire para decirlo de una-. Quería decirte que te
quiero, que os quiero mucho.

R_ Nosotros también, no lo olvides...

M_ Bueno... me voy a dormir... os espero el Sábado.

R_ Allí estaremos, dale un beso a Esther de nuestra parte y por


favor, cuídala.

M_ Descuida, lo estoy haciendo.

R_ Te quiere mucho cariño, no me gustaría que perdieras a una


persona tan maravillosa como ella, hablar todo lo que tengáis que
hablar –Maca no salía de su asombro, su madre dándole un consejo
que nada tenía que ver con todos los que hasta aquel momento le
había dado-. Pero por favor, no la pierdas.

M_ No, mamá, me alegro que pienses así.

R_ Buenas noches cariño.

M_ Buenas noches.

Se quedó allí quieta mirando el teléfono, y es que Esther era


así, pensó, conseguía que la gente la quisiera sin proponérselo pero
siempre lo conseguía, sonrió contenta de ver que su madre se había
unido a la lista de admiradoras que tenía su mujer. Entonces, volvió
a descolgar el teléfono y llamó.

M_ ¿Cómo está la suegra más maravillosa del mundo? –sonreía y al


hablar con ella una intensa paz se apoderó de su interior.

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En_ Vaya por lo que veo os habéis dado un respiro –dijo muerta de
risa por el comentario de Maca.

M_ Si, hay que reponerse de vez en cuando, ¿estás sola?

En_ Sí, Teresa se ha ido a descansar, Carmen ha ido a ordeñar una


vaca para llevarle la leche fresca a Fermín, esta mujer no deja de
sorprenderme.

M_ Ni a mí.

En_ ¿Qué quieres hija?

M_ Verás... sé que el Sábado te voy a ver pero quería decirte algo...

En_ No me asustes ¿eh?, que mi corazón no está para más


sobresaltos.

M_ No, Encarna yo quería darte las gracias por todo lo que has
hecho por mí.

En_ Maca –su voz se volvió un tanto temblorosa demasiadas


emociones para tan poco tiempo.

M_ Déjame continuar –le interrumpió con dulzura-, sé que siempre


me has apoyado y siempre me has dado tu cariño, no sé si yo te he
correspondido como debía, hoy mientras hablaba con mi madre, he
entendido lo importante que eres no sólo para mí como suegra
Encarna, también como amiga –en su voz Encarna podía notar un
temblor sincero y repleto de emoción, la mujer tuvo que suspirar
para poder reaccionar-. Encarna te quiero mucho... y necesito que
hoy lo sepas.

En_ Lo sé Maca... pero gracias por decírmelo, conociéndote sé que


no es fácil para ti mostrar tu corazón. Pero tú sabes cariño, que yo

75 ”Adiós Esther” © by ldana


no tengo otra cosa más importante en mi vida que Esther, y que lo
único que quiero es que ella sea feliz, y eso hija, eso solo lo
consigues tú, y además –agregó después de suspirar porque podía
escuchar nítidamente la respiración un poco agitada de Maca, las
palabras de su suegra le estaban haciendo bien-. Además a ti te
quiero como si fueras mi propia hija, no tienes que agradecerme
nada, porque es fácil quererte, muy fácil cariño.

Después de hablar con su suegra, una lagrima emocionada


recorrió su rostro, el gato que se había sentado a su lado la miraba
con sus ojos hechiceros verdes fijamente, ella lo acarició y sonrió,
sabía que era afortunada, y contenta subió las escaleras, hacía
aquel nuevo nido de amor que tenían, entró con unos caramelos
redondos que encontró en la cocina de chocolate, una especie de
bombones al abrir la puerta lo hizo con una sonrisa de oreja a oreja,
pero allí tendida en la cama desnuda aunque tapada
estratégicamente con la sábana se encontraba durmiendo Esther.

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Sonrió al acercarse hasta ella, aquella sorpresa divertida que se le
había ocurrido después de hablar con su suegra, se esfumó en un
segundo, Esther parecía realmente estar agotada y sabía que ya no
físicamente sino, mentalmente estaba peor después de todo lo que
había estado soportado con su accidente. Decidió comerse los
bombones y una vez terminó, bajó para llevarse la bandeja y
lavarse la boca, después apagó todas las luces y lentamente subió
hasta el cuarto, notaba como su corazón latía más rápido conforme
llegaba a la cama, y es que aquella mujer le había robado la
tranquilidad, todo era deseo, y una ternura que ni ella misma
recordaba cuando se había sentido así. Despacio sin despertarla se
acostó, se arrimó a ella pasando su mano por la cintura
acomodando su cuerpo al de Esther, reposaba en forma de cuatro, y

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su mujer reconociendo aquel cuerpo, sin siquiera abrir sus ojos se
acomodó a las formas que le brindaba Maca. Abrazadas, se
quedaron dormidas, seguras la una de la otra piel con piel
entrelazados sus dedos durmieron hasta que unos tímidos rayos de
sol tuvieron a bien jugar con sus caras. Maca se desperezó con
cuidado, bostezó sin separarse del cuerpo de Esther y entonces,
comenzó a despertarla tal y como sabía que le gustaba recibir los
buenos días. Se separó lo justo, apartó la sábana de su cuerpo y
comenzó a besarla, sus besos delicados tan solo un pequeño roce de
sus labios que humedecía una y otra vez después de rozar la piel
deseada, alguna vez dejaba juguetear su lengua por los rincones
que a ella tanto le gustaban y conforme besaba, lamía notaba como
la piel de Esther iba erizándose, demostrándole que iba por buen
camino. Maca sonreía conforme se iba acercando a sus labios,
Esther también y cuando la tuvo cerca, la abrazó con fuerza
demostrándole su dependencia total.

M_ Buenos días dormilona.

E_ Buenos días cariño –le contestó y se besaron.

M_ Anoche cuando subí estabas dormidita –jugueteó con su nariz.

E_ Traté de esperarte... pero... –sonrió sonrojándose.

M_ Mi amor... –suspiró con fuerza después de volverse a besar tras


un segundo en silencio contemplándose le preguntó sonriente-. ¿Has
visto que sol más maravilloso tenemos?

E_ Sí –apartó un poco su cabeza para mirar el gran ventanal-. Joder


el techo es una auténtica pasada ¿eh?

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M_ Sí, deberíamos comprarnos una casa así para cuando seamos
mayores y nuestros hijos nos abandonen.

E_ ¿Tú crees que nos abandonaran? –la miró pensativa.

M_ Pues claro, como hemos hecho tú, yo y todo el mundo.

E_ ¡Qué mal! –puso gesto serio.

M_ ¿Le preguntamos a Encarna? –entonces sonrió.

E_ Siempre tienes remedio para todo, ¡cuánto he echado de menos


estas cosas tuyas! –sus brazos rodearon su cintura desnuda
estrechándola contra si con fuerza. Después la miró a los ojos y le
dijo-. Cuanto te he echado de menos, mi vida.

M_ Lo sé –la besó delicadamente-. He sido muy injusta contigo.

E_ Tú no cariño... pero me era tan extraño mirarte y no ver esa luz


en tus ojos, ni ver la sonrisa repleta de ilusión –pasó con suavidad
su dedo índice por sus labios, aprovechando Maca para regalarle un
beso-... era insoportable.

M_ Mi niña... –la besó con pasión.

E_ Te quiero.

M_ Y yo...

E_ ¿Qué vamos a hacer?

M_ Yo creo si te parece bien, no me vayas a decir que soy una


marimandona –sonrió y Esther le sacó la lengua sonriendo también
ante el comentario y su gesto simpático-. Deberíamos aprovechar el
día, si tenemos el camino despejado podríamos ir a ver que tal está
Daniel.

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E_ Es una muy buena idea.

M_ No tenemos casi reservas... las comilonas de tu madre, Teresa y


la mía, han acabado con todo.

E_ Si –sonrió ampliamente al recordar esos desayunos y comidas las


iba a echar de menos.

M_ ¿Qué pasa mi amor?, te has puesto triste.

E_ Triste no, un poco melancólica.

M_ Ya... –le besó la puntita de la nariz tiernamente.

E_ Venga vamos a disfrutar de ese sol, de esas vistas y de nuestro


niño.

M_ Si –se separó de su cuerpo.

E_ Ven aquí –la volvió a coger para que subiera-. ¿Y mi súper beso?

M_ ¡Qué mala eres! –se besaron apasionadamente dejando que sus


lenguas jugaran a su juego preferido una vez se separaron, Maca
suspiró-. O nos levantamos o no respondo.

E_ Me encantaría que no respondieras... pero mejor levantémonos.

M_ De acuerdo... ya tendremos tiempo –le decía entrecerrando los


ojos.

E_ Oye, ¿y esto? –le preguntó al levantarse y ver los envoltorios en


el suelo.

M_ Bombones, los subí para jugar pero... estabas durmiendo.

E_ ¡Y por qué no me despertaste! –puso gesto incrédulo.

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M_ Porque estabas muy guapa durmiendo y quise disfrutar de esa
maravillosa visión, no todo lo que me hace feliz, lo tengo que
compartir contigo.

E_ En eso tienes razón –se incorporó mientras ambas se vestían-,


miles de veces te he contemplado yo, y es algo maravilloso.

M_ Si –se acercó y la besó-. ¿Bajamos?

E_ Creo que será mejor ducharnos primero, ¿no?

M_ ¿Juntas? –le separó la camiseta mirándole con devoción los


pechos desnudos.

E_ Mejor no –sonrió.

M_ ¡Qué lastima! –negó con su cabeza mientras se mordía el labio-.


Pero bueno, no se puede tener todo en esta vida...

E_ Tú lo has dicho –la miraba sonriente.

M_ Si es que por esa sonrisa daría todo lo que tengo –se acercó
irremediablemente a su cuello y Esther la rodeó con sus manos la
cintura.

E_ ¡Maca! –le advirtió con su voz melosa.

M_ ¡Está bien!, vamos allá.

Por la escalera mientras bajaban se iban besando, Esther le


daba golpecitos simpáticos en el culo de una Maca que la reñía
muerta de risa, al abrir la puerta que daba directamente a la cocina,
ambas se quedaron boquiabiertas, la mesa de la cocina, estaba
repleta de comida, la cafetera puesta y la chimenea encendida, se

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cruzaron sus miradas con una sonrisa, eran cerca de las diez de la
mañana, ambas a la vez dijeron:

M y E_ ¡Carmen!

La buscaron por la casa llamándola pero no había ni rastro de


la mujer, así que mientras Esther decidía ducharse rápidamente,
Maca la llamó para agradecerle su ayuda, su inestimable ayuda, una
vez terminó de hablar se acercó hasta su habitación, allí Esther
llevaba la cabeza enrollada con una toalla, y su albornoz, al verla
sintió unos deseos brutales por besar aquel cuello que se mostraba
al descubierto, Esther que la vio venir por el espejo con ese gesto
que conocía tan bien, le sonrió y se giró.

M_ Mala.

E_ Venga dúchate luego habrá tiempo para todo, le diremos a


Carmen que se quede hasta el Sábado con Daniel, ¿qué te parece?

M_ Como tú quieras, pero tengo ganas de besarle y abrazarle y


darle mimos.

E_ Ya, pero... vas a tener un poco de trabajo –se le acercó


insinuantemente desabrochándose el albornoz-, dando mimos,
abrazando y besando este cuerpo.

M_ Esther –murmuró mordiéndose el labio-. No me hagas esto.

E_ Pues venga, a la ducha. Bueno y que te ha dicho Carmen.

M_ No es justo, me pones el caramelo en la boca y cuando ya casi lo


tengo, me lo quitas, ¡joder Esther! –protestó poniendo pucheros.

E_ Te prometo, que cuando vengamos tendrás el caramelo todo y


exclusivamente para ti.

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M_ Eso es irresistible –cerró los ojos sacando la lengua mientras se
la pasaba por sus labios.

E_ ¡Qué payasa eres, va!, y dime que te ha dicho Carmen.

M_ No lo vas a creer –dijo mientras se metía en la ducha y Esther la


miraba de reojo-. Pues resulta que no ha sido Carmen, ha sido
Fermín –abrió le grifo dejando caer con fuerza el agua-. Nos lo ha
preparado todo él.

E_ No me extraña, es así, un cielo de hombre.

M_ Ya veo ya, me ha dicho también que estuviéramos tranquilas


que lo del Sábado ya lo tenemos todo encargado, ¡ah!, y también
me ha dicho.

E_ ¿Qué? –le susurró en su oreja mientras sus manos cubrían sus


pechos sin apretarlos, tan solo masajeándolo.

M_ Esther –casi grito ante el susto y también el placer de notar su


cuerpo contra el suyo.

E_ Dime –volvió a susurrarle.

M_ Pero... pero... –no salía de su asombro.

E_ Si no te gusta me salgo –le susurró mientras le pasaba su dedo


índice por el ombligo haciendo círculos.

M_ Si te sales de la bañera ¡ay! –gimió sin poderlo evitar-. Te


aseguro que no respondo de mis ¡ah! –gimió algo más fuerte
mientras se agarraba a los grifos dadas la profundidad de las
caricias de una Esther que estaba disfrutando como una loca de ver
a su mujer en ese estado de máximo placer-... de mis actos, sigue
por favor...

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Esther siguió, hasta culminar el más bello climax, después,
Maca no quiso dejarla sin su parte, y aún cansada por su propio
placer, no dudó en girarse y lograr que sintiera lo mismo que había
sentido instantes antes ella. El placer más hermoso que puede
existir entre dos personas que se aman.

Mientras en Madrid, las dos amigas habían llegado a la ciudad,


habían decidido ir directamente a sus casas y descansar un rato, el
plan estaba preparado, así Encarna le daba tiempo a Teresa a ver a
su marido y su hijo. Llegada la hora, se encontraron en una
cafetería donde se habían citado previamente.

T_ Hola Encarna –le sonrió y ante la carcajada de ésta agregó


poniéndose colorada-. Por favor Encarna...

En_ Vale, vale no voy a decirte nada.

T_ Creo que voy a irme más veces, ¡uf! –se tapó la boca con su
mano mientras Encarna se reía abiertamente.

En_ No hay nada como sentirse querida.

T_ Bueno a lo que vamos. Ya he reservado hora.

En_ Bien... ahora solo falta que lo hagamos correctamente y


toquemos lo que hay que tocar.

T_ Yo creo que sí.

En_ ¿A qué hora entras en el hospital?

T_ Tengo turno de noche –puso gesto de cansancio.

En_ Yo quiero pasarme esta tarde, he hablado con Cruz.

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T_ ¿Y qué te ha dicho?

En_ Que volvió el otro día.

T_ ¡Qué pesadito!

En_ Eso me da miedo... su insistencia... así que el plan también está


en marcha.

T_ Bien, estaremos todas y todos alerta. ¿Vamos?

En_ Vamos... de verdad que estoy con el corazón en un puño ¿eh?

T_ ¡Anda que yo! –le dijo sofocada ante la risa de Encarna agregó
con rapidez-. No seas mal pensada Encarna digo... por el asunto
este.

En_ Ya, ya, anda tira que desde luego no sé que voy a hacer con
tanta loca a mi alrededor.

Así sonriendo se marcharon de la cafetería y marcharon juntas


hablando para conseguir su propósito.

En el refugio las chicas, entre bromas y con grandes muestras


de hambre, devoraron el desayuno que el bueno de Fermín les había
preparado. Después de lavarse los dientes, arreglarse el pelo, se
abrigaron bien y salieron, aunque hacía sol el frío por la nieve era
importante. Caminaban cogidas de las manos, se detenían ante
cualquier pequeño descubrimiento por el camino, una flor, una
ardilla, unas hojas caídas... todo era bello y le daban aquella
importancia que para ellas era compartirlo. De vez en cuando se
detenían y se besaban, besarse en aquel lugar era algo que no se
podía explicar, el amor que se habían demostrado, seguía creciendo

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fuera de aquella casa, sin la desnudez a la que habían estado
acostumbradas, porque era amor verdadero, amor que salía
directamente del corazón. Al llegar al pequeño riachuelo, se
detuvieron. Se sentaron bajo un gran árbol donde la nieve no había
llegado, se abrazaron y allí se quedaron admirando la hermosa
naturaleza.

M_ Esther...

E_ Dime.

M_ Esta mañana cuando estábamos hablando, te has puesto


melancólica, ¿qué te ha pasado?, me vas a contar lo que te ha
pasado con nuestras madres.

E_ Si Maca tienes razón, esta vivencia me ha afectado por muchas


causas, por muchas razones y cada una de ellas diferentes.

M_ Yo recuerdo prácticamente todo... desde la alianza entre tú y


Teresa –Esther sonrió-, hasta aquella noche donde compartí cama
con tu madre.

E_ ¿Con mi madre? –se separó de su cuerpo para girarse y mirarla


totalmente boquiabierta.

M_ Sí –esta vez la que regaló una carcajada al viento fue Maca-.


Recuerdo que me dijo que te tenía que reconquistar...

E_ Vaya... yo no te creí.

M_ Pues ya ves... es un sol Encarna.

E_ Todas... mira he tenido el aprendizaje de cuatro mujeres, cuatro


mujeres que me han demostrado cada una a su manera, el inmenso
coraje de la vida.

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M_ ¿Mi madre también? –la miró sorprendida.

E_ Sí, cada una a su manera, como te digo cuatro maneras


diferentes, cuatro mujeres diferentes, cuatro madres distintas, pero
ante el sentimiento de amor por los hijos, tan parecidas...

M_ ¿Las vas a echar de menos?

E_ Sí, ellas han sido mi sostén cariño... creo que si no hubieran


estado a mi lado no lo habríamos conseguido.

M_ Sí, es cierto, es extraño como recuerdo todo esto, esta parte –


decía mientras volvía a acomodarse a Esther en su cuerpo y
apoyaba su cabeza sobre el hombro de la enfermera-. Mi mente me
lo traslada como si fuera una película, sus consejos, cada una me
los daba de diferente modo pero todas al fin y al cabo igual, era
amor, inmenso amor.

E_ Si cariño –sonrió acariciando la mano que Maca había dejado


sobre su vientre-. Somos afortunadas, ya no solo de tenernos a
nosotras a Daniel, también de tener a esas cuatro grandes mujeres.

M_ Si, lo somos –le dijo abrazándola fuertemente contra su pecho


después dejándole un beso sobre su frente, le repitió con ternura-.
Lo somos...

E_ ¿Nos vamos?

M_ Esther –la detuvo cuando se levantó y mirándola a los ojos le


dijo-. Te quiero.

E_ Yo también no lo olvides nunca mi amor.

M_ Tú tampoco, no olvides que eres la persona más importante en


mi vida.

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Se besaron apasionadamente para después con un abrazo
intenso y dependiente sellar sus palabras.

Fueron por el camino deteniéndose entre bromas, abrazos,


besos, ambas se mostraban felices sin ningún tapujo, al llegar al
pueblo y antes de pasar por la Fonda para verse con su hijo, Esther
quiso llevarla hasta la fuente que había en la plaza del centro del
pueblo. A esas horas y pese al día tan frío que hacia y la nieve por
las callejuelas, el ambiente era distendido, la gente bien abrigada se
detenía para hablar en plena calle, por aquellas callejas tan
estrechas las continuas risas y carcajadas de las mujeres que
hablaban resonaban de tal manera, que Maca sintió envidia de
poder vivir en aquel lugar.

E_ ¿Te gusta, eh? –el vaho por el frío recorrió el camino hasta la
figura de Maca quien pareció reaccionar a su contacto.

M_ Me encanta esta cercanía de la gente.

E_ Pues no has visto lo mejor.

Pa_ ¡Esther hija! –se detuvo una señora al salir de su casa y verla.

E_ Señora Paquita, ¿qué tal?

Pa_ Muy bien hija, y no me digas más, esta preciosidad es quien te


ha tenido tan en vela todos estos meses –sin necesidad de más la
mujer besó a una Maca tan desconcertada como encantada.

E_ Así es Paquita, Maca.

M_ Encantada Señora Paquita.

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Pa_ No sabes las ganas que tenía de conocerte... ver a esta
criaturita tan mal, me rompía el alma –le acariciaba la cara con
delicadeza.

E_ Ahora ya estamos bien, ya lo ha superado todo y volvemos a


estar como siempre.

Pa_ Me alegro mucho hacéis muy buena pareja –les sonrió con
sinceridad-. Pues nada... ha disfrutar que la vida es corta y en dos
suspiros se pasa.

E_ Adiós Señora Paquita. Es genial... –sonrió.

M_ Eres conocida ¿eh?

E_ Somos... pero no por nosotras, por Carmen, es un pueblo


singular que además mantiene vivas sus costumbres y algunas de lo
más sorprendentes –caminaban con las manos metidas en los
bolsillos, Maca escuchaba de lo más atenta las explicaciones de
Esther, le encantaba escucharla-. ¿Sabías que aquí cuando hay un
entierro va todo el pueblo a dar el pésame y hacen cola y todo?

M_ ¿Qué me dices? –la miró sorprendida.

E_ Sí, yo no me lo podía creer, es todo tan cercano ¿verdad? –


andaban por las separadas pero sintiéndose tan unidas como
siempre.

M_ La verdad que aquí en estos lugares se mantienen esas


costumbres que aún nos sorprenden pero que hablan tanto de
sentimientos que en las ciudades se han perdido.

E_ Si cariño, pues Carmen es quien se encarga de todo.

M_ Es una mujer bandera –dijo con una mueca de admiración.

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E_ Así es –justamente cuando estaban llegando a la plaza se oyeron
las voces de unos niños llamándola, Maca los miró entre divertida y
asombrada. Todos la abrazaron y besaron-. Pero si son mis
amigos... ¿cómo estáis?

D_ Bien Esther... jugando con la nieve.

E_ Bueno dejarme que os presente, mira, Daniel, Antonia, Severino,


Jacinta, Lorenzo y... Sara, ella es Maca, mi... –se detuvo sin saber si
seguir o no.

M_ Hola chicos –intervino Maca sacándola del apuro. Ellos le


devolvieron el saludo.

S_ ¿Ya has recuperado la cabeza?

Ja_ Seve bruto, la cabeza siempre la tuvo en su sitio.

E_ ¡Qué gracia! –murmuró contenta mirando a Maca.

M_ Si ya la he recuperado –le contestó sonriendo mientras le tocaba


el pelo alborotándoselo bajo la sonrisa del pequeño.

An_ ¿Y ya la has llevado al lago?

E_ Sí –le guiñó el ojo simpáticamente.

M_ ¿Así qué vosotros sois quienes nos han recomendado ese lugar
tan maravilloso? –todos contestaron orgullosos y sonrientes-. Pues
muchas gracias chicos, nos gustó mucho, ¿verdad Esther? –le guiñó
el ojo sonriente.

E_ Es verdad... ellos me llevaron los días que estuve por aquí.

Sa_ ¿Y cómo sigue Daniel? –preguntó Sara que era la más mayor.

E_ Ahora vamos a verlo.

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Ja_ Es muy guapo.

M_ Gracias Jacinta –le contestó sonriente Maca.

E_ Venga a seguir jugando que nosotras vamos a casa de Carmen,


pero darnos besos. Una cosa –se detuvo cuando fue a besar a
Jacinta-. ¿Pero falta una chica, no?

Ja_ Sí, Beni pero está mala.

E_ ¿Qué le pasa?

Ja_ No lo sabemos –dijo encogiéndose de hombros.

E_ Bueno ahora sí, nos vamos.

Los niños se despidieron de ellas, y en unos segundos sus


voces gritando y sonriendo se perdieron por las angostas calles. Con
paso lento se acercaron hasta la fuente que estaba helada por el frío
y rodeada por la nieve. Cada una pasó por un lado de la fuente en
silencio y se unieron en la parte opuesta. Maca parecía pensativa,
Esther se percató de su seriedad y se le fue acercando con gesto
preocupado.

E_ ¿Qué te ocurre cariño?

M_ Nada... pensaba que con toda la maravilla que nos rodea es una
verdadera lastima no tener aquí mi cámara de fotos, te haría miles.

E_ Está en casa –le dijo sorprendiéndola ante su mirada


interrogante y su elevación de cejas sonriente agregó-. Sabía que en
cuanto estuvieras bien, querrías inmortalizar todo nuestro entorno.

M_ Y a ti –se le acercó sinuosamente arrancándole una gran


carcajada que le produjo un acto reflejo, morderse el labio y

91 ”Adiós Esther” © by ldana


entrecerrar los ojos-. Te libras de un beso porque estamos en medio
de la calle pero que sepas que en cuanto pueda te debo un bocado.

E_ Me muero por recibirlo –dijo bajito poniendo gesto provocativo.

M_ ¡Dios mío qué difícil es estar aquí ahora y desear besarte!

E_ No lo intentes, pero me gusta contemplarte así, tan excitada.

M_ Pues entonces eres más mala de lo que podía imaginar porque


no sé si te das cuenta del calvario que esto supone.

E_ Es el mismo calvario que he pasado yo estos meses –se le acercó


mucho más sin llegar a rozarla-. Sé como te sientes y por eso me
encanta.

M_ ¡Mala!, eres tan maravillosamente mala.

E_ Venga vamos –estiró de su chaqueta para llevársela.

M_ Espera –miró el reloj y le dijo-. No podemos ir aún.

E_ ¿Cómo qué no?, con las ganas que tengo de ver a mi chiquitín –
la miraba incrédula.

M_ Pues aún tenemos que aguantar un poco, solo un poco.

E_ ¿Me lo vas a explicar?

M_ No puedo –contestó poniendo expresión de disculpa.

E_ Mira Maca –la miró tan fijamente que notó como sus ojos le
escocían-. O me lo explicas inmediatamente o te aseguro que te
torturare y ya sabes como me las gasto.

M_ ¡Joder!, está bien, Carmen te está haciendo un pastel de


frambuesa, me ha dicho que hasta las dos no podíamos ir, y
también me ha dicho que si te lo decía, me haría chichinas.

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E_ Pues no se que es peor, si aguantarla a ella o a mí.

M_ Si eres buena y no te vas de la boca... me libro de las dos –


sonrió con esa sonrisa amplia que volvía loca a Esther.

E_ Te quiero... ¿te lo había dicho?

M_ Hacía rato que no.

E_ Pues ya lo sabes.

En ese momento, un hombre pasaba cerca de ellas, no se


habían besado pero habían unido sus narices en un movimiento
suave y gracioso, Maca y Esther pudieron captar no solo la mirada
sino, también el comentario de aquel hombre y se miraron un tanto
sorprendidas.

E_ Ya te dije que nada de besos.

M_ Si no te he besado... ¡será posible!

E_ Bueno... déjalo... vamos hasta casa de Carmen y esperaremos


por allí.

M_ Será mejor –dijo un tanto afectada por la actitud de aquel


hombre hacia ellas.

E_ Eh, Maca... mírame –ella la obedeció-. Nunca te importó lo que


dijeran los demás... no quiero verte así por un comentario que no
nos afecta ¿vale?

M_ Vale, lo siento... pero no me lo esperaba ya no recordaba el


sentimiento que crea.

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E_ Míralo por el lado bueno... has recuperado totalmente todos y
cada uno de los sentimientos –le sonrió-, los buenos y los malos. Te
quiero, vamos.

Caminaban en silencio separadas nuevamente y con las manos


en los bolsillos, Esther saludó a varias mujeres más que hicieron lo
propio con Maca y todas se mostraban sonrientes con ambas y
contentas de verlas juntas, aquellas reacciones suavizaron un tanto
el malestar que había provocado en ellas aquel hombre. Volvían a
caminar cuando Esther hizo a Maca entrar en una tasca muy
pequeña, allí les sirvieron dos cervezas mientras hacían tiempo y
también recibían las felicitaciones de la dueña del lugar.

M_ Parece que eres muy conocida ¿eh?

E_ Que va –sonrió después de dar un trago de su copa-. Todo esto


es porque Carmen me presentó hizo algo así como advertir, ésta es
mi amiga y además es lesbiana, como vea yo una mala cara, no
haré como cuando las pusisteis a mi hijo.

M_ Debió sufrir mucho –sonrió tímidamente por el tono con que


Esther imitaba a su buena amiga.

E_ Sin duda, por eso es algo así como nuestra protectora aquí. Si le
decimos lo que ha pasado antes, ¡uf!, seguro la arma.

M_ Pues no le diremos nada. Oye.. ¿a ti no te parece raro todo lo


que tu madre y Teresa están haciendo?, ¿no tienes curiosidad por
saber?

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E_ Francamente, mucha –elevó sus cejas hablando bajito-. Miedo
me dan lo que se traen entre manos, parece que han hecho un
alianza un tanto peligrosa.

M_ ¡Qué va!, son adorables las dos, seguro que es algo bueno.

E_ Yo me temo cualquier cosa, seguro que nos preparan alguna


sorpresita.

M_ Por mí, encantada...

E_ Jo, me muero por ver a Daniel, faltan cinco minutos... va...


venga.

M_ ¿Crees que yo no?, esperaremos esos cinco minutos aquí,


tranquilamente, hablando, mirando, deleitándonos –le sonrió
hablando bajito.

E_ ¿Y con qué? –le preguntó bajito con su punto de picardía que


tanto le gustaba a Maca.

M_ Yo contigo... tú conmigo –le guió un ojo.

E_ Hecho –le devolvió el guiño.

M_ ¿Sabes?

E_ ¿Qué?

M_ Si nos viera Vilches, diría que estamos desagradablemente


empalagosas.

E_ Es verdad –dio una carcajada y Maca la acompañó también con


sus sonora carcajada.

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Encarna y Teresa se encontraban en la cafetería con aquel
hombre, era alto, vestido de una manera elegante pero informal,
con el pelo corto y rizado, con gesto amable, sonrisa sincera pero
ojos nublados por la tristeza, ambas mujeres lo observaban
detenidamente mientras el camarero les servía tres cafés. El
hombre, estaba tan desconcertado como preocupado.

Ju_ Bueno Teresa la verdad me estás poniendo un tanto nervioso


con tu comportamiento.

T_ ¿Juan cuántos años nos conocemos?, ¿diez?

Ju_ Sí, más o menos.

T_ ¿Cómo iba yo a imaginar querido mío que tendría que ser


precisamente yo quien te diera esta noticia?

Ju_ ¡Vamos mujer!, mira que te encanta hacerme sufrir.

En_ Bueno hijo... danos el gusto de hacer un poco de boca con la


historia.

Ju_ ¿Encarna, verdad? –ella asintió sonriente-. Es que le juro que no


sé que se traen entre manos, aunque conociendo a Teresa, malo no
debe ser.

T_ ¿No te dije que era encantador?

En_ De casta le viene al galgo.

Juan las miró con un gesto confuso, entrecerró los ojos


mirando primero a Encarna con el gesto serio, después a Teresa,
ambas bebieron de sus trazas de café, y guardaron un tenso
silencio.

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Mientras la pareja había llamado a la puerta de la Fonda, les
abrió Fermín con su gesto adusto, su mirada fría y su voz fuerte, les
hizo pasar directamente a la cocina, allí estaba su mujer y el hijo de
ambas.

M_ ¡Qué bien huele!

E_ Esta Carmen es una gran cocinera.

M_ Que ganas de ver a mi chiquitín.

E_ Si. ¡Hola! –dijo abriendo la puerta y encontrándose con una


Carmen que le estaba cantando al niño que reía divertido.

Ca_ Pero si son mis niñas adorables –dijo abriendo los brazos y
sonriendo-. Venir, venir a estos brazos.

E_ ¡Carmen que me ahogas! –protestó divertida Esther.

Ca_ ¿Serás exagerada? –miró a Maca y luego se miró a ella misma y


le dijo-. Aquí tienes buen reposadero y encima protestas.

E_ ¡Carmen!

Las tres rompieron a reír, mientras Maca después de abrazar a


la mujer con cariño, fue a darle miles de besos a su niño, miles de
caricias por cada día que se había perdido de su crecimiento. Esther
la miraba embobada y fue Carmen quien con un comentario
gracioso, la sacó de aquel ensimismamiento.

Ca_ Esther me vas a manchar el suelo de tanto babeo.

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La tensión en la cafetería había subido un tanto, Teresa tomó
aire decidida a cortarla de cuajo y después de recibir el visto bueno
por parte de Encarna le soltó sin miramiento alguno.

T_ Hemos tenido la inmensa suerte de conocer a dos personas


maravillosas, dos personas que te echan de menos... tus padres...

El gesto de Juan les demostró bien a las claras todo cuanto


estaba sintiendo, una mezcla de alegría, mucha de temor, cierto
alivio, mucho desconcierto. Ladeó un poco la cabeza, después con
su mano derecha se acarició en un gesto intuitivo la frente para más
tarde dejar escapar el aire que había de sobra en sus pulmones que
se dio cuenta era mucho, con un fuerte suspiro. Después quiso
hablar y tuvo que aclararse la garganta, se le había secado por la
impresión.

En_ Bebe hijo bebe, nosotras sabemos que esto después de tantos
años te iba a impresionar, pero... tus padres realmente te necesitan
–él la miró incrédulo.

T_ Así es Juan... han sufrido mucho tu ausencia.

En_ Es más, cada día que ha pasado ha dejado surcos en ambos


rostros... el sufrimiento vivido ha sito terrible hijo –Juan alternaba la
mirada de una a otra desconcertado sin saber que decir.

T_ Hemos venido con la idea de que nos acompañes, de que los


veas, de que los abraces.

Ju_ Pero... yo no puedo volver.

T_ ¿Cómo que no? –le preguntó con ese gesto de incredulidad que
también sabía expresar Teresa.

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Ju_ Ellos no querían saber de mí –trató de justificarse.

En_ Bueno... puede que su reacción no fuera la más adecuada


pero... de ahí a que no quieran saber de ti, ¿qué padre puede dar la
espalda a su hijo?

Ju_ Ellos.. fue lo peor que he hecho en mi vida, cuando les dije la
verdad sabía que les estaba inflingiendo un dolor que me estaba
matando a mi mismo, jamás podré olvidar los ojos de mi padre... su
mirada... todas las noches la revivía en las paredes de mi casa... –
su tono era apenado.

T_ Tu padre es un hombre maravilloso.

Ju_ Puede –dijo aturdido.

En_ Carmen, tu madre sufrió un accidente muy grave –la mirada de


Juan les hizo ver cuanto amaba a su madre-. Estuvo un año sin
poder caminar, sin memoria, muy mal... ¿sabes que hizo tu padre?
–miró a Teresa como dándole el testigo

T_ Tu padre vino a Madrid a buscarte –Juan se tapó el rostro con las


manos-. Y tu madre nos contó que cuando encontró los zapatos con
los que vino, no tenían suelas.

En_ Esos son tus padres, ¿sabes que les mantiene el alma viva? –él
negó con lagrimas en los ojos-. La esperanza de verte llegar un día.

T_ Juan... mírame cariño –lo miró con ternura-. Todos nos


equivocamos y créeme que ellos han aprendido la lección.

En_ ¿Por qué nunca les diste una dirección?, no sé un lugar donde
encontrarte.

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Ju_ Porque siempre pensé que no querían saber nada de mí –se
apartó una lagrima y miró a las mujeres con pena mientras tomaba
aire para contar su propia experiencia-. Me marché con dieciocho
años, tengo treinta y seis, he vivido la mitad de mi vida temiendo
decir la verdad por hacer daño a mis padres, y la otra mitad,
viviendo una pesadilla por hacerles daño de verdad. Mil veces he
cogido el coche para visitarles para decirles que les quiero, que les
necesito, unas veces me desviaba antes de llegar, otras, pasaba de
largo, fui cobarde porque los ojos de mi padre y el llanto de mi
madre viven conmigo desde entonces día y noche.

T_ Dales una oportunidad... ellos saben lo que es perderte y se


mueren por recuperarte.

Ju_ Se avergüenzan de mí.

En_ Mira, te contaré una historia. Mi hija un día me puso un desafío


en mi vida, me confesó que estaba enamorada y su pareja era una
mujer, reaccioné como me imagino lo hicieron tus padres, pensando
en el error tan grande que estaba cometiendo, en que sería una
vergüenza para todos los miembros que forman mi familia, que la
mirarían mal, no podía entender aquello, pero tuve la oportunidad
de rectificar de pensar, es su vida y si es feliz poco me importa con
quien. La he visto sonreír y ser feliz con su mujer, entonces mis
dudas se evaporaron, mi hija me dio la oportunidad con su
comportamiento de entender que el amor es lo más maravilloso que
existe en el mundo, ames a quien ames, esa oportunidad tus padres
no la han tenido sin tenerla, sin ver en tus ojos lo que yo veo en los
de mi hija, desean tener la oportunidad de abrazarte, besarte y

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pedirte perdón, quizá si no te hubieras marchado, no te habrías
pasado al menos esta mitad de tu vida sufriendo.

T_ Ni ellos tampoco, Juan, no tengas miedo –vio en su amigo un


acto reflejo que no pudo ocultar sus dudas, se echó hacia detrás
buscando el respaldo de su silla resoplando, mirando fijamente la
taza-. La vida te da una segunda oportunidad.

En_ No la desaproveches –Juan la miró fijamente podía entender


que Teresa lo quisiera ayudar, eran vecinos y lo apreciaba de igual
modo que él a ella, pero aquella otra mujer... se le escapaba su
implicación en su historia-. Entiendo tu mirada, ¿qué pinto yo en
esto? –sonrió y él la acompañó en aquella sonrisa sincera-. Tu
madre ha ayudado a mi hija y a Maca, les ha dado amor, cariño, tu
padre con sus silencios les ha ayudado sin dudarlo, no iba a ser
menos en venir con Teresa y tratar de ayudarte.

Ju_ Tendría que decirles la verdad.

T_ Claro, es una maravillosa verdad Juan, y ellos se alegraran.

Ju_ No sé Teresa, no sé.

T_ Mira, hasta el Sábado tienes tiempo, tú verás ¿vale?

Ju_ Mis padres –murmuró todavía impactado-. ¿Será el destino qué


insiste en qué vuelva a ellos?

En_ Sin duda... ellos te esperan con los brazos abiertos, pero te
quedan dos días y medio para pensarlo.

T_ Decidas lo que decidas, nosotras lo entenderemos –le rozó la


mano-. Ahora que conozco a tus padres, es que ¡eres clavadito a
Carmen!

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En_ Clavadito –apuntó sonriendo.

Ju_ Mi madre, ¡cómo la echo de menos!

T_ Pues te ponemos al día en un pis pas.

Las dos mujeres se quedaron allí junto al hijo de aquella pareja


que tanto les habían ayudado con Maca y Esther, le contaron todo
cuanto sabían, le contaron tantas anécdotas que a Juan se le
nublaron los ojos en varias ocasiones, y tantas otras le arrancaron
una carcajada. Cuando se despidieron de él en la puerta de la
cafetería, Teresa le preguntó a Encarna su opinión y segura
mirándolo marchar le dijo:

En_ Irá.

T_ La vida es un pañuelo ¿eh?

En_ Parece mentira...

T_ Pues ahora vamos a por el segundo.

En_ Ese... ese nos va a costar más, te lo aseguro –le dijo con un
tono un tanto intranquilo.

T_ Ya he hablado con Cruz.

En_ Espero que todo salga bien Teresa, porque no creo que
pudiéramos pasar por lo mismo otra vez.

T_ Dios no lo quiera. ¿Vamos?

Mientras en casa de Carmen ajenos a todo cuanto la pareja


estaba tramando, habían terminado de comer, durante la comida,
Carmen y Esther le contaron miles de cosas a una Maca que sonreía

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y que de vez en cuando miraba a Fermín, el hombre con su mirada
repleta de calma le daba a entender que se alegraba de tenerla allí.
Una vez terminaron la pareja se salió al comedor junto a la
chimenea con su hijo, lo tenía Esther y Maca los observaba
sonriente, en la otra parte de aquella estancia, se encontraba
Fermín, sentado en una mecedora de madera con un trozo de
regaliz entre sus labios son el que jugueteaba de manera
continuada, sus ojos no se apartaban de la pareja y el niño, sentía
nostalgia a él le hubiera gustado tener la casa repleta de niños
jugueteando y aunque la vida le había negado aquella oportunidad
como abuelo, le había entregado aquel otro niño con el que
disfrutaba como loco y con el que sabía iba a sufrir en su marcha.
Maca de vez en cuando desvía su atención hasta el hombre, él no
apartaba su mirada y parecía entregarle una sonrisa en sus labios,
pequeña pero a la pediatra le parecía uno de los regalos más
hermosos que estaba recibiendo de aquel lugar. Cuando Carmen
terminó de fregar todos los cacharros habiéndose negado por activa
y pasiva a ser ayudada por alguna de las dos mujeres, salió al
encuentro de aquella familia improvisada, de aquella familia que se
había encontrado sin buscarla pero que le había llenado los días de
felicidad. Y apoyada en el marco de la puerta, limpiándose las
manos con el delantal que se estaba quitando en aquel mismo
instante, no separaba su mirada de la figura pensativa de su
marido, sonriente y con paso firme se acercó hasta él, le sonrió y
sorprendiendo a la pareja que contemplaron la escena con un tanto
de sorpresa, le dio un beso suave y tierno en los labios de aquel
hombre que parecía estar acostumbrado a aquellas muestras de

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cariño por parte de su mujer, Maca y Esther cruzaron sus miradas y
sonrieron.

Ca_ ¡Bueno y a vosotras os quiero fuera de mi casa dentro de diez


minutos!

E_ Pero Carmen –trató de protestar una Esther sonriente que le


daba a Daniel a Maca.

Ca_ Ni Carmen ni nada, dijimos dos días, así que hasta el Viernes
por la tarde no os quiero ver.

M_ ¿Pero... y la fiesta? –la miraba mientras se sentaba en el sofá de


enfrente.

Ca_ De eso me encargo yo.

E_ No Carmen, tú no puedes encargarte de todo.

Ca_ ¿Ah no?, ¿estás dudando de mi capacidad? –la miraba seria


pero por dentro una carcajada llenaba su alma de alegría.

E_ Por supuesto que no, pero representa que es nuestra fiesta y que
nosotras debemos ponernos las pilas, tú bastante haces y has hecho
–los ojos se le fueron hasta su mujer que en ese momento regalaba
una carcajada al viento.

M_ Esther tiene razón, además yo creo que Daniel debería venirse


¿eh?, te da mucha faena.

F_ No da ninguna faena, al contrario.

La voz de Fermín cubrió todos los espacios del comedor, hasta


dio un ligero susto a ambas mujeres poco acostumbradas a
escucharle hablar, ambas lo miraron y sonrieron a la vez. Aquel

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hombre mirando al niño sonrió y el niño ajetreó sus bracitos al aire
dando muestras de lo bien que se lo pasaba con él.

Ca_ Ya lo sabéis, habló el hombre de la casa y en este lugar eso es


sagrado.

M_ Vale, vale, no vamos a llevaros la contraria –sonrió.

Ca_ Debéis disfrutar que os lo habéis ganado –les guiñó el ojo.

F_ Abriga bien al pequeño que vamos a ver las gallinas.

Ca_ Le encantan... se vuelve loco –sonreía tomando sus mofletes el


color rojo pasión.

E_ ¿Ah si?

M_ Pero eres un bichejo –le dijo Maca sonriendo el niño sonrió.

F_ Os despedimos y me lo llevo un ratito.

Ca_ Ya voy cariño –le habló con eterna dulzura a su marido.

F_ El abrigo lo he dejado preparado.

Ca_ Vale.

M_ Pues la verdad que nosotras nos podemos marchar tranquilas,


¿verdad Esther?

E_ Está en las mejores manos –rozó el brazo de Fermín con un poco


de temor pero el hombre agradeció la caricia con una sonrisa.

M_ Bueno rey mío, hasta mañana cariño.

Ca_ Hasta pasado mañana cielo, mañana no.

M_ Pero...

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Ca_ Sin rechistar. Hablar, hablar pero sobre todo –le decía mientras
le ponía el abrigo con cuidado al niño-. Hablar de amor con el
corazón.

Maca le sonrió, agradeciendo sus palabras, y también


agradeciendo los gestos continuados de aquella pareja que se
mostraba tal como era, los admiraba, por se como eran. Mientras
Esther que comprendía perfectamente aquella mirada de su mujer,
se acercó hasta su hijo dándole un beso en la mejilla y estrechando
la mano de Maca con fuerza.

Ca_ Adiós chicas, cuidaros del frío –dio otra carcajada.

Fueron hasta su casa guardando silencio, tan solo escuchaban


sus propios pasos cuando la nieve las dejaba caminar por el suelo,
iban cogidas de la mano compartiendo en silencio los pensamientos
que ambas tenían y sabían que eran los mismos. Al llegar a casa, se
quitaron la ropa de abrigo y le dieron viveza a la chimenea,
después, Maca se sentó con una taza de café y sobre su pecho se
recostó Esther con otra. Volvieron a guardar silencio, hasta que
Maca lo rompió.

M_ Hoy me he dado cuenta de muchas cosas, pero la principal –


hablaba despacio, casi en un susurro-. La principal es que te quiero.

E_ Yo también Maca –le besó la mano que le tenía abrazada a ella.

M_ Cuando he visto besar a Carmen de aquella manera a su marido,


he comprendido muchas cosas, creo que somos afortunadas de la
gente que nos rodea.

E_ Completamente de acuerdo –bebió un trago pequeño.

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M_ Tenemos un hijo que es un sol.

E_ Como su madre –agregó.

M_ No seas mala –sonrió mordiéndose el labio.

E_ Es la verdad.

M_ Pues si yo soy un sol, tú eres la luna cariño y precisamente de


eso también somos afortunadas, porque el amor es lo más
maravilloso del mundo, y hoy cuando he visto a un hombre serio,
adusto, distante, mirar a su mujer primero, y luego a nuestro
pequeño así, me he dado cuenta que tenemos la alianza más
hermosa cariño.

E_ Estar juntas y amarnos, yo también lo sé, mientras estabas tan


lejos de mí, pensaba en lo mucho que habíamos vivido y en lo
mucho que yo quería seguir viviendo contigo, esta situación nos ha
hecho valorar más lo que somos.

M_ Así es Esther... y cuando el hombre que nos hemos cruzado en


el pueblo, nos ha dicho aquello, he sentido una lastima profunda,
¿cómo nos puede juzgar por vivir un amor como el nuestro?

E_ No tiene sentido pensar en la respuesta mi vida, tú y yo somos lo


importante, siempre me lo dijiste el mundo puede darnos la espalda,
que mientras nos tengamos la una a la otra no importa.

M_ Lo sé, y por eso me siento hoy más que nunca tan afortunada.

E_ Te quiero.

Guardaron silencio, decidieron compartir aquella hermosa


sensación que ambas tenían de estar viviendo algo único, algo
privilegiado. Un amor verdadero. Cerraron los ojos y se entregaron

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a caricias lentas, se acomodaron tapándose con una manta fina, sus
cuerpos rendidos ante tanto placer agradecieron aquella calma,
abrazadas, disfrutaban la una de la otra de la manera más hermosa
que pudieran imaginar.

Sin embargo lejos de allí, de aquel lugar ideal estaba a punto


de ocurrir un encuentro que tenía en vilo a muchos de sus amigos.
Teresa se mostraba más nerviosa de lo habitual y aunque la tarde
estaba siendo tranquila, ella sabía lo que podía acontecer en aquel
lugar y no podía controlar aquella incertidumbre que la embargaba.
Cuando lo vio entrar, sus ojos lo juzgaron duramente y su voz sonó
con decisión y fuerza.

P_ Hola, soy Pablo, me está esperando Esther.

T_ Si, un momento por favor –descolgó el teléfono-. ¿Vilches?, hola


Pablo está aquí para hablar con Esther... ¿le puedes acompañar?.
Vale. Ahora mismo el Doctor Vilches lo acompañara.

P_ Gracias –se mostraba nervioso, inquieto y aunque iba vestido de


manera impecable, había algo que no le gustaba a Teresa-. ¿Va a
tardar?

T_ No lo creo.

P_ Podría decirme donde...

T_ ¡Mire caballero!, le he dicho que se espere y se espera –se había


quitado las gafas y las había sujetado con su mano derecha
mientras lo apuntaba con ellas en el aire-. ¿Está claro?

V_ Ya estoy aquí, ¿pasa algo Teresa?

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T_ No, nada. Acompáñele.

V_ ¿Tú eres el famoso Pablo? –lo miró como la anterior mujer había
hecho con anterioridad, duramente, él asintió un tanto intimidado
por aquel hombretón-. Vamos, cuanto antes acabemos, mejor.

Lo llevó por un pasillo hasta un despacho, allí en el cartel ponía


el nombre de la persona que lo acompañaba y supuso que Esther lo
esperaba dentro, sus latidos aumentaron, sabía lo que quería y lo
iba a conseguir. Pero su cara reflejo un gran impacto cuando vio allí
a la persona que lo esperaba.

La pareja había decidido salir un rato al porche bien tapadas,


después de un buen rato riéndose y hablando de aquel lugar y todo
cuanto había ocurrido con sus madres, entraron y mientras Maca se
quitaba el chaquetón de plumas, Esther la abrazó por detrás.

M_ Mmmm me encanta.

E_ Oye cariño... –le hablaba con voz melosa-... ¿por qué no me


esperas en la cama con poca ropa, eh?

M_ Menuda propuesta como para resistirse –puso sus manos sobre


las de su mujer que le besaba el cuello.

E_ Vale, pues ves pero antes... –la volvió de cara a ella y se besaron
tímidamente sin demostrarse pasión-. ¿Dónde está ese chocolate de
anoche?

M_ ¿El chocolate? –le preguntó dando una carcajada que no pudo


reprimir.

E_ Sí –volvió a besarla.

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M_ En el armario de la derecha –le susurro apoyando su frente
contra la suya.

E_ ¿Me esperas?

M_ Por supuesto... no tardes...

Esther esperó hasta verla desaparecer tras la puerta, sonriente


y mientras canturreaba fue hasta donde le había indicado su mujer,
cogió los bombones y se marchó a la habitación, dio dos toques y
entró con una sonrisa que volvía loca a Maca y los bombones
apoyados sobre el pecho.

E_ Hola.

M_ Hola –le contestó mirándola despacio.

E_ Qué bien, me has dejado la ropa interior a mí.

M_ Se que te gusta quitármela –no hizo nada por moverse.

E_ Más que eso... me vuelve loca –dejó los bombones sobre la


mesilla y con gesto picarón se acercó hasta Maca-. Y tú lo sabes
mala...

M_ Claro que lo sé –se besaron y al tocar la piel de la pediatra


ambas suspiraron-. Que fría estás.

E_ Lo siento, debe ser lo único que tengo frío.

M_ Por favor... no me digas más –sus respiraciones fueron


aumentando a medida iban besándose, sus manos se llenaban de la
piel ajena apropiándose de cada rincón-. Mi amor... mi vida.

E_ Te quiero Maca... te quiero...

M_ Llevas mucha ropa –se quejó mientras comenzaba a desnudarla.

110 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Será más divertido –le besaba la oreja entre suspiros de gozo.

M_ Será un calvario para mí –le quitó de un solo golpe el jersey y la


camiseta interior-. Así está mejor.

E_ Pero que bruta eres –le dijo mientras le daba una palmada suave
en el culo e introducía sus manos entre el tanga y la piel.

M_ Sigue.

E_ ¡Por Dios qué cuerpazo vida mía!

M_ Y tú... que... ¿han llamado a la puerta? –se detuvieron en seco


con sus respiraciones ajetreadas.

E_ Hostia, y de que manera.

M_ Espera que te acompaño,

E_ ¿Joder dónde me has dejado la camiseta?

M_ Allí sobre la cama –le decía deprisa mientras se vestía pues los
golpes no cesaban.

E_ Voy –gritó Esther yendo hasta la puerta al abrir se quedó


paralizada era Fermín y no con muy buena cara-. ¿Qué pasa?

F_ Rápido es Beni, necesitamos que vengáis a verla.

E_ ¿La niña? –el hombre parco en palabras asintió-.¡Maca!

M_ Estoy aquí –se presentó ante ellos con la respiración un tanto


desbocada todavía. Al ver sus rostros preguntó preocupada-. ¿Qué
pasa?

E_ Tenemos que irnos, ¡rápido!, por el camino nos cuenta Fermín.

Iban en el coche un tanto asustadas, porque Fermín no


conducía con demasiado cuidado, aunque él estaba acostumbrado a
111 ”Adiós Esther” © by ldana
esas carreteras, ellas no. Les contó que la niña había comenzado a
ahogarse, que el médico había ido al otro pueblo porque una mujer
estaba pariendo y que él, había tirado la puerta abajo y la niña
esperaba allí que ellas la pudieran salvar. Esther que iba en el
asiento del copiloto, se giró mirando a Maca, por su gesto entendió
que no estaba todavía preparada pero también entendían que era
un caso aparentemente de vida o muerte. No hubieron más palabras
hasta que llegaron a lo que era la consulta del médico y allí
constataron las palabras de Fermín, la puerta estaba destrozada.
Bajaron rápidamente y se dieron cuenta que aquel lugar estaba
repleto de gente, en el interior todo mujeres, fuera hombres
fumando nerviosos. Esther tomó de la mano a Maca para
transmitirle fuerza y calma al mismo tiempo, porque si ella estaba
nerviosa podía entender como estaría su mujer después de todo lo
que le había ocurrido y con la responsabilidad de enfrentarse con
aquella fatal situación. Entraron bajo la atenta mirada de todas,
precedidas por Fermín que abría paso.

F_ Ya está aquí la doctora, dejarla pasar.

Ma_ Esta mujer no va a tocar a mi hija –apareció entre un grupo de


mujeres un hombre, el mismo que por la mañana les había faltado
el respeto-. Esperaremos al doctor, no quiero que unas manos
sucias como las de estas dos, toquen a mi hija.

Esther que seguía teniendo la mano de Maca entre las suya,


notó como Maca contraía todo su cuerpo, notó como su gesto se
endureció, pero asombrada vio como agachó la cabeza y guardó

112 ”Adiós Esther” © by ldana


silencio. A Esther el corazón dejó de latirle por un segundo,
comprendía y percibía lo que Maca estaba sufriendo.

E_ Su hija puede morir –trató de ser ella quien se enfrentara a


aquel hombre.

Ma_ Prefiero que muera a que una de ustedes la toque, ¡me dan
asco! –las miró con odio primero a Esther, luego a Maca.

E_ Pero... estamos perdiendo un tiempo que...

Ma_ ¡Qué no la van a tocar!

El silencio tenso y pesado se hizo dueño del lugar, tan solo roto
por el sollozo de una mujer. Todos quietos, todos contemplando a
las dos mujeres que se habían quedado quietas, tan solo hubo un
movimiento... tan solo uno...

Aquel movimiento firme y sin dudas fue dado por Fermín, dio
dos pasos hasta colocarse delante de Manuel, el padre de la niña.
Los ojos de los dos hombres parecían desafiarse, los de Fermín rojos
por la cólera clavaban su mirada en los otros que trataban de no dar
marcha atrás. Mientras, al fondo de la sala seguía oyéndose el llanto
de una mujer, y la mano tierna pero al mismo tiempo fuerte de
Esther mantenía a una Maca que se había quedado sin capacidad
para reaccionar.

Tan solo fueron unos segundos, unos segundos que parecían


interminables en el desafío de aquellos dos hombres enormes, que
parecían el reflejo del pasado y el futuro, al observarlos podían
percatarse que Fermín en su juventud tenía que ser de la misma

113 ”Adiós Esther” © by ldana


fortaleza que aquel Manuel que mantenía sus puños apretados en
tensión.

F_ La doctora va a pasar, y va a tratar de salvar a tu hija, porque tu


hija no tiene ninguna culpa de tener un padre tan bruto como tú.

Ma_ He dicho que…

F_ Sé perfectamente lo que has dicho, y cuando salga la Doctora, le


darás una disculpa por tu comportamiento.

Ma_ Claro tú tienes un hijo maricón, que puedo esperar de ti.

E_ Fermín no podemos perder tiempo –trató de amortiguar aquel


basto comentario, que había caído a todos como si un puñetazo les
golpeara en pleno estómago-. Vamos Fermín.

F_ Cuando la Doctora haya terminado, le pedirás disculpas y no te


parto la cabeza, porque tienes una hija.

Fermín abrió paso ante los que allí estaban, todos miraban
apenados al hombre, en el pueblo todos eran conscientes del dolor
que aquel hombre llevaba consigo, y llevaría hasta la tumba por
haber dado la espalda a su hijo, todos lo miraron tratando de darle
un poco de apoyo ante aquel momento en que le había hecho daño.

Cuando abrió la puerta se fue a quedar fuera, pero ante la


insistencia de Esther pasó. Allí aferrada a la mano de su hija, la
madre, que lloraba desesperada, la niña parecía que respiraba con
dificultad y un ronquido demasiado intenso salía de sus pulmones.

Su_ Doctora por Dios, sálveme a mi niña –le decía entre lagrimas
mientras apretaba las manos de una Maca totalmente
desconcertada.

114 ”Adiós Esther” © by ldana


F_ Susana… por favor… -su voz sonó como un susurro que arropó a
la madre que se apoyó en el pecho grande del hombre para romper
nuevamente a llorar.

E_ Susana rápido díganos que le pasa a la niña, no podemos perder


demasiado tiempo –se notaba en ella cierto nerviosismo al darse
cuenta del estado real de la pequeña.

Su_ Empezó a decirme que le dolía la garganta, parecía un catarro,


tenía tos y un poco de fiebre, pero enseguida empezó con la
respiración muy alterada y ya cuando llegamos aquí perdió el
sentido por la fiebre –les explicaba entre sollozos bajo la mirada
atenta de Esther y la mirada asustada de Maca.

E_ Está bien, ahora será mejor que salga fuera Susana, deje a su
hija con nosotras, haremos todo lo que podamos… se lo aseguro.

Su_ Cariño… cariño –decía una y otra vez entre sollozos.

Fermín la separó con cuidado y mimo de su pecho


acompañándola hasta la puerta, después la cerró y quedaron los
tres allí en una consulta que de repente se tenía que volver en un
improvisado quirófano.

Esther estaba reconociendo a la pequeña mientras Maca se


había quedado quieta a los pies de aquella camilla tan grande, o a
ella le pareció que era enorme. Esther miró a su mujer, comprendía
su estado de shock pero no podían perder más tiempo del que ya la
intolerancia de aquel hombre les había hecho perder. La miró con
pena pero sabía que debía hacerle reaccionar de alguna manera.

E_ ¡Maca tienes que reconocerla!

115 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Cómo Esther?, ¿cómo? –se notaba la angustia en su rostro.

E_ Como siempre lo has hecho, concéntrate.

M_ No puedo Esther… no sé por donde empezar.

E_ Maca –se acercó sujetándole las manos con fuerza mientras la


miraba penetrantemente a los ojos-. Cariño sé que es complicado
para ti pero no tenemos más remedio la niña está mal.

F_ Maca se está poniendo morada –dijo con un tono que no


reconocieron en él, su tono rudo cambió por preocupado.

E_¡Rápido!, no podemos perder más tiempo cariño.

El grito asustado de Esther más el consiguiente síntoma de la


niña de asfixia, hicieron reaccionar a Maca que aunque al llegar miró
a la criatura sin saber muy bien que hacer enseguida reaccionó,
dejando a un lado sus temores.

Entre tanto, en el despacho de Vilches, Pablo seguía paralizado,


ante él, estaba Encarna la reconocía perfectamente, habían pasado
muchos años pero aquella mujer se mantenía de igual modo, los
años se habían marcado en su rostro, pero estaba como aún la
recordaba. Se acercó a él mientras Vilches tomaba posesión de su
sillón, quedando en un segundo plano, observando sin más la
escena.

Encarna se acercó, lo miró fijamente casi con pena, pero al


mismo tiempo aquellos ojos que en su día le dieron comprensión, le
estaban mostrando cierto malestar.

En_ Hola Pablo, me habían dicho que estabas buscando a mi hija.

116 ”Adiós Esther” © by ldana


P_ Hola Encarna, así es.

En_ ¿Y para qué?

P_ Quiero hablar con ella –le contestó con sequedad.

En_ Que yo sepa, no tienes nada que hablar con ella.

P_ Permítame decirle Encarna que lo que yo tenga que hablar con


ella, es asunto nuestro.

En_ Mira hijo, sabes que te aprecio, y sabes que aunque en su día
hiciste sufrir a mi hija, aquello lo dejamos pasar, ha pasado mucho
tiempo desde entonces, no sé a que vienes pero te diré algo... mi
hija tiene su vida, su familia y no creo que tú tengas nada que
decirle.

P_ ¿Se ha casado?

En_ Sí –le contestó con calma.

P_ Lo imaginaba, ella no podía estar sin un tío, daba igual que me


tuviera a mí o no, la cuestión era estar con uno u otro.

V_ Oye amigo... –se levantó Vilches con expresión dura.

En_ No Vilches déjalo –le dijo con media sonrisa Encarna y Vilches
se volvió a sentar-. Sabes que aquello solo estaba en tu cabeza,
sabes que era mentira.

P_ Ella prometió esperarme.

En_ Y te esperó –volvió a hablarle con tono calmado y pausado-.


Pablo, mi hija tiene su vida, como he sabido que tú tenías la tuya...
así que no tienes nada que hacer aquí... vive tu vida y deja que mi
Esther viva la suya.

117 ”Adiós Esther” © by ldana


P_ No pienso irme sin verla, se ponga como se ponga al menos
tendrá que pedirme perdón por mentirme.

Mientras en el pequeño improvisado quirófano en la consulta,


Esther y Fermín continuaban esperando una reacción de Maca.

M_ Dame el fonendoscopio –Esther se lo entregó mientras la niña


cada vez se iba poniendo peor. Mientras la reconocía con rapidez
volvió Esther a ver en ella aquel gesto de concentración que tanto le
gustaba, se había retirado el pelo sujetándoselo con una coleta al
igual que había hecho ella, estaba hermosa parecía la misma de
siempre y aunque el momento era el menos oportuno, a Esther el
corazón se le llenó de paz y alegría-. Está ardiendo... ¡joder Esther
tiene una disnea severa!

E_ ¡Mierda!, aquí no podemos hacer nada.

M_ Pues tenemos que hacerlo... –le dijo mirándola con temor.

F_ Maca...

M_ Lo sé Fermín, está entrando en parada respiratoria, ¡rápido


Esther no hay tiempo que perder tengo que hacerle una
traqueotomía!, tiene una supraglotitis, ¡rápido!, búscame un bisturí.

E_ Voy... ¡mierda! –dijo de pronto mientras buscaba desesperada


por los cajones y por los armarios-. Aquí no hay nada, joder.

M_ ¡Y una cánula!. Fermín necesito su ayuda, ¿está seguro que


podrá aguantarlo? –sus ojos temblaban por el miedo pero al mirarlo
a él, notó como le transmitía calma.

F_ ¿Qué quiere que haga?

118 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Necesito que le incorpore un poco de las cervicales, sujetándole
para que no se me mueva.

F_ De acuerdo.

M_ Así está bien.

E_ ¡Ya joder menudo sitio para trabajar! –protestó nerviosa Esther-.


No hay cánulas así que he cogido un tubo de una mascarilla... no
puedo hacer otra cosa...

M_ Vamos allá.

El silencio se adueñó del cuarto, tan solo la espantosa


respiración de la niña rompía tal sensación de tensión, Maca
comenzó la localización de las estructuras laríngeas y traqueales
mediante la palpación de la garganta, con su mano izquierda
palpaba la laringe bajo la atenta mirada tanto de Fermín como de
Esther, quien admiraba su destreza con que trataba de salvar a la
niña para como había pasado los últimos cinco meses alejada de
todo, mientras Maca ajena a los pensamientos de su mujer, seguía
el reconocimiento con su mano derecha de el cartílago tiroides con
su escotadura, el espacio cricotiroideo, el cricoides y los primeros
anillos traqueales. Por su parte Esther controlaba como podía los
latidos del corazón de la pequeña pues tan solo encontraron un
fonendoscopio.

E_ ¡Maca! –le habló sin querer asustarla pues sabía que aquel
reconocimiento tan minucioso era vital para poder salvarla.

119 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Lo sé Esther pero no puedo ir más deprisa –le contestó sin
mirarla, Maca tenía fijados sus ojos a un lado, mientras con su tacto
trataba de localizar el punto idóneo.

E_ No tenemos mucho tiempo.

M_ Ya lo tengo casi.

Fermín miró a Esther, la niña comenzó a hacer unos sonidos


extraños, de su garganta salían unos balbuceos que impresionaron
al hombre, que además al ver el gesto preocupado de aquella
enfermera que mantenía su concentración sobre las pulsaciones de
la pequeña con la frente fruncida por el pánico, que también
reflejaban sus ojos, sintió como la vida seguía siendo igual de dura,
había visto morir demasiados amigos, familiares, algún niño, pero
jamás había estado plantándole cara a la muerte de aquella manera,
de repente la imagen de su hijo volvió después de algunos años a su
cabeza, compartiendo un partido de fútbol, aunque el niño era más
bien patoso, tratando que aprendiera a ordeñar una vaca, pero el
niño se empeñaba en hablar con ella, sin poderlo evitar, por mucho
que lo trató los ojos se le humedecieron, “mi hijo” pensó con
melancolía. Sin embargo el grito de Maca le hizo volver a la
realidad.

M_ Bisturí, Fermín que no se mueva.

E_ ¡Maca, Maca se está quedando sin pulso!...

M_ ¡Mierda!.

Mientras Maca había tomado el bisturí y había hecho la incisión


de una manera precisa, Esther con un movimiento rápido tenía en

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sus manos aquella improvisada cánula que iban a hacer servir de vía
de escape para que pudiera respirar. Fermín miraba como trabajan
y sufría de ver el sufrimiento de la niña que comenzó a
convulsionarse.

M_ Rápido Esther ¿tienes el gotero?

E_ Maca a esto no se le puede llamar gotero –decía nerviosa.

M_ Haz lo que sea –le decía mientras se ponía el fonendoscopio y la


auscultaba-. ¡Mierda, mierda, mierda!

E_ Está echando sangre Maca.

M_ Eso no me importa ahora, está entrando en parada –le dijo con


los nervios a flor de piel mientras comenzaba a hacerle el masaje
cardíaco.

F_ ¿Qué puedo hacer? –se mostró igual de nervioso que ambas


mientras Maca subía sobre la pequeña.

E_ Nada Fermín, ¡no responde Maca! –se había colocado ella el


fonendoscopio para controlar su pulso.

M _ Vamos Beni, vamos cariño –seguía con el masaje mientras por


el movimiento unas cuantas greñas de su pelo, le caían sobre la
cara.

E_ Nada…

M_ Joder busca algo.

En ese momento la puerta se abrió y acompañando al médico


entraron los muchachos de la ambulancia.

M_ Rápido ha entrado en parada.

121 ”Adiós Esther” © by ldana


Su_ Hija, hija –gritaba al ver la situación Susana completamente
fuera de sí.

E_ Fermín llévate a la madre.

F_ Vamos Susana.

M_ A la de tres ¿de acuerdo? –le preguntó al médico que sacaba el


desfibrilador- Una…

E_ Maca espera… está retomando el pulso.

M_ Eso es Beni… vamos… vamos cariño.

Rápidamente los médicos siguieron con el trabajo que había


empezado Maca, mientras Esther ayudaba a colocar los goteros que
trajeron de la ambulancia y arreglar aquella improvisada cánula, ella
comenzaba a explicarle el procedimiento y el posible diagnostico, los
hombres salieron corriendo de allí con la niña en la camilla, y fue
entonces cuando Maca notó una mano sobre su hombro, se giró y
era el doctor del pueblo.

A_ Gracias ¿Maca? –ella asintió-. Soy Anastasio el médico de aquí,


creo que si no hubieras atendido a la niña tú, no estaría con
posibilidades de vivir.

M_ No creo… seguro que usted hubiera hecho lo mismo.

A_ Con los medios que tengo y mi edad, yo no hubiera sido capaz


de salvarla.

M_ La verdad que los medios han sido bastante ridículos –Esther la


miró mientras trataba de poner un poco de orden en aquel cuarto,
aquella era Maca y sonrió-. Pero bueno… espero que la niña salga
adelante.

122 ”Adiós Esther” © by ldana


A_ Estoy seguro que sí, nuevamente gracias.

F_ Ya se fue –dijo volviendo a su tono seco.

E_ Nosotras ya hemos acabado Fermín.

F_ Doctor, le he roto la puerta, mañana sin falta la arreglaré.

A_ Descuida Fermín –miraba a Maca fijamente-. Para estar cinco


meses fuera del mundo racional, ha estado muy por encima de las
circunstancias –ella lo miró con dudas-, no hay nada como
comprobar la verdad, su suegra me dijo que era la mejor Pediatra
de todo Madrid –le sonrió ampliamente-, no creo que me exagerara.

M_ Gracias –le sonrió de lado.

E_ ¿Vamos? –sabía que las adulaciones a Maca no le gustaban y


quizá sin querer podía ofender a aquel buen hombre que no sabía
como agradecerle su actitud.

M_ Vamos.

Fermín saludó al doctor que les acompañó hasta la puerta, al


salir Esther notó como casi sin poderlo evitar Maca se tensionaba,
ella le apretó la mano como queriendo darle fuerzas, ante sus ojos,
se encontraron con las mismas personas que habían a su llegada,
excepto los padres de la pequeña. Delante de ellas abría paso
Fermín, en el pequeño espacio que tenían que caminar, las mujeres
las miraban con una tímida sonrisa en sus labios, Maca procuraba
mirar hacia delante, sin fijar sus ojos en nadie, no estaba dispuesta
a tolerar ningún comentario más y sabía que si alguien se acercaba
no callaría, sabía que mientras estaba luchando con la muerte, todo
aquello que quizá su mente había dejado adormilado había

123 ”Adiós Esther” © by ldana


emergido, podía reconocer en ella aquella actitud que Esther
siempre admiraba, su fortaleza ante los comentarios desagradables
de los demás. Por eso cuando la señora que sollozaba al entrar se
les acercó, Maca la recibió con una expresión dura, una mirada fría y
un porte defensivo.

Li_ Me llamo Libertad, soy la abuela de Benilde y quería agradecerle


personalmente que haya salvado a mi nieta.

M_ No tiene que darme las gracias, soy médico y es mi deber.

Li_ Lo sé –le sonrió con amabilidad, Esther volvió a apretar la mano


de Maca para que tratara de relajarse-. También quería pedirle
disculpas por la barbaridad que les dijo mi yerno, me avergüenzan
sus palabras, lo siento.

E_ Tranquila Libertad, no se lo tomamos en cuenta –sonrió para


tratar de hacer ver a Maca que estaba siendo algo dura.

Li_ Puede que usted no, pero sí su mujer y aunque en este pueblo
no somos muy abiertos con este tema, el bueno de Fermín lo sabe,
quería pedirle mis disculpas de todo corazón.

M_ Gracias, pero como usted misma dijo, mi mujer ya le ha dicho


que no lo tomamos en cuenta… y ahora si nos permite estamos
cansadas.

Li_ Gracias a usted y que Dios la bendiga.

Esther le sonrió, mientras andaban hacia el coche pensaba que


quizá Maca había sido demasiado dura aunque también sabía que
había tratado de ser lo suficientemente comedida como para no
lastimar a la señora. Fermín marchó delante hasta el coche, arrancó

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y en silencio los tres llegaron hasta su casa. Detuvo el motor, las
acompañó hasta la puerta, la tarde noche, se había vuelto fría y el
cielo había decidido cubrirse como un manto negro sobre ellas.
Esther abrió y cuando se dieron la vuelta para despedirse del
hombre, lo vieron con la boina sobre sus manos, un tanto nervioso y
aquello les sorprendió a las dos. Entonces con voz triste les dijo:

F_ Os pido disculpas por lo que ha ocurrido... son así... hay gente


que nunca podrá mirar con los ojos del amor a todos los seres
humanos, sin etiquetarlos como si fueran cerdos, yo llevo mucho
tiempo soportando comentarios que al final me han endurecido el
corazón, pero sé lo que duelen por eso, me gustaría que no lo
tomarais en cuenta... el amor es amor se pinte como se pinte...
buenas noches.

Ambas se quedaron allí petrificadas y en el mas absoluto de los


silencios, vieron como el hombre se subía en el coche y como
despacio abandonaba aquella casa donde estaban seguras no solo
habían visto su amor, su pasión, sus lagrimas, también la de aquella
pareja tan singular.

En el hospital, Vilches no perdía detalle de la escena que


estaba siendo testigo, conocía lo suficiente a Encarna como para
adivinar que la mujer estaba pasando una situación delicada. Aquel
hombre un tanto extraño la desafiaba tranquilamente como
sabiendo lo que estaba consiguiendo con su presencia. Pero Encarna
estaba dispuesta a defender el amor que por fin habían recuperado
las dos mujeres, y sacó fuerzas de flaqueza para poder continuar.

125 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Sabes perfectamente que mi hija no tuvo la culpa de lo que
pasó.

P_ Prometió...

En_ Sé lo que te prometió –le cortó de golpe acercándose a él


mientras lo miraba con una mezcla de la maestría que da la edad, la
fiereza de ser madre y defender la felicidad de su hija-. Pero creo
que te olvidas de algo primordial, estuviste a punto de matarla y
aún así ella te ayudó, no te abandonó. Hizo más de lo que nadie
haría por ti, de lo que ninguna persona hubiera hecho en su lugar,
no tienes derecho alguno a venir ahora después de tantos años a
pedirle cuentas de nada –su tono iba subiendo poco a poco.

P_ Ella...

En_ Ella está felizmente casada, tiene un hijo y una vida, y si


tuvieras lo que un hombre debe tener, no vendrías aquí a pedirle
explicaciones de nada, ¡de nada! –elevó fuertemente su voz
sorprendiendo a Vilches que se incorporó poco a poco de su sillón
mientras miraba con atención a Encarna-. Deberías besar el suelo
que mi hija pisa porque gracias a ella estás curado, te dio la
oportunidad de vivir ¿qué más quieres?, si tuvieras vergüenza no
vendrías a buscarle problemas que es lo que sé buscas, te lo diré
una sola vez Pablo, si veo que vuelves aquí, o te acercas a ella o
haces el mínimo esfuerzo por contactar con ella, te denunciaré y
sabes lo que pasaría ¿verdad?

P_ Yo la quería.

En_ No Pablo... tú no la querías... la usaste y por eso te dejó, no


porque estuvieras enfermo, sino, por tu sucia y detestable jugada.

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P_ Como siempre está usted defendiéndola, jamás vio la clase de
hija que tenía.

En_ Te equivocas nuevamente, claro que vi la hija que tengo, una


mujer integra que hizo lo que pocas hubieran hecho.

P_ Liarse con cualquiera, a su marido le gustaría saber la clase de


mujerzuela que tiene a su lado.

Mientras en aquel cuarto la tensión iba aumentando poco a


poco, en el muelle una más que nerviosa Teresa esperaba
cualquiera clase de acontecimiento con nerviosismo. Hasta ella y
después de una tarde movidita llegó Cruz.

C_ ¿Ya se ha ido?

T_ Que va, aún sigue ahí dentro hija –se quitó las gafas
sujetándolas con el poyo acodado sobre el mostrador.

C_ ¿Y Encarna no te ha dicho nada?

T_ Poco, la verdad y lo que me ha contado no me ha gustado nada


–ponía gesto de cierto temor.

C_ Mira yo voy a ir para allá.

T_ Está Vilches.

C_ Por eso mismo... porque no me fío de lo que haga como no


sabemos que intenciones tiene el tipo ese...

T_ Malas –la interrumpió.

C_ Pues si ocurre algo ya sabes... al busca.

T_ Si hija y nada más sepas algo, me lo dices.

C_ Eso está hecho.

127 ”Adiós Esther” © by ldana


El frío había jugado en las mejillas de Maca y Esther, al notarlo
reaccionaron por fin de aquella inesperada explicación de Fermín.
Fue Esther quien tiró lentamente de su mujer, la hizo sentarse
frente a la chimenea sabía que ahora tendría un bajón después de
toda la adrenalina que habían gastado.

E_ Cariño voy a prepararte una manzanilla... quédate aquí


tranquilita ¿vale? –la besó.

M_ No tardes –le contestó mientras se sentaba agotada.

E_ Claro que no mi vida... ¡Maca! –la llamó cuando salía.

M_ Dime.

E_ Te quiero.

M_ Y yo –le sonrió pero su sonrisa se mostró apagada.

Esther se fue hasta la cocina y mientras puso a calentar el agua


llamó a su madre para contarle lo sucedido, necesitaba sus palabras
de apoyo, porque normalmente cuando sucedía esto, era Maca quien
le daba aliento a ella, aquella situación era completamente nueva y
no sabía que decirle. Marcó el número de su madre mientras sus
ojos se posaban en la ventana llenándose de la oscuridad que había
en el exterior. El teléfono terminó de sonar y se desconectó.

E_ Que raro –murmuró-. Estará jugando al bingo con sus amigas,


debe tener muchas partidas atrasadas –sonrió, porque el hecho de
pensar con su madre le daba tranquilidad.

128 ”Adiós Esther” © by ldana


Sin embargo lejos de lo que ella pensaba, Encarna continuaba
en aquel lugar enfrentándose al pasado de su hija. Ante el
comentario de Pablo, no pudo reaccionar porque se le adelantó
Vilches.

V_ Mira listo, odio la violencia, pero si vuelves a hablarle con ese


tonito a Encarna, te aseguro que te cojo de los huevos y te echo de
este hospital.

P_ Por lo que veo Esther se rodea de gente interesante.

V_ Mucho, no lo dudes –se cruzó los brazos sobre el pecho con


actitud chulesca, mientras lo miraba desafiantemente.

En_ Lo mejor que puedes hacer es marcharte Pablo, no tienes nada


que hacer aquí.

P_ Me debe una explicación.

En_ Te la estoy dando yo –no quería mostrarle la desesperación que


sentía en aquel preciso instante.

P_ No me vale.

En_ Claro que te vale, ¿quieres probarme Pablo?, ¿de verdad


quieres probarme?, una vez te demostré de lo que era capaz por mi
hija, te aseguro que aquello quedara en nada por lo que sería capaz
en este momento de hacer por ella –Vilches la miró por su extrema
seguridad en sus palabras y gestos.

Hubo un instante de desafío entre los dos, los ojos de Encarna


no desviaron ni un solo segundo los de aquel extraño hombre, él por
su parte hubo un momento que no pudo soportar la mirada

129 ”Adiós Esther” © by ldana


escrutadora, juiciosa y dura de aquella mujer, definitivamente,
agachó la cabeza y admitiendo su derrota le dijo:

P_ Nunca pude con usted, pero tenga seguro que jamás podré
olvidar a Esther.

En_ Claro que no, porque le debes la vida... no lo olvides.

P_ Espero que sea muy feliz.

En_ Lo es... y yo espero que tú lo seas con tu mujer.

P_ Por lo que veo lo sabe todo ¿eh?

En_ Sabes que sí –no separaba ni un instante sus ojos de él.

P_ Por un lado la odio, por otro, la admiro, ojalá mi madre hubiera


luchado así por mí.

En_ Mi hija lo hizo y mira como le pagaste... quizá lo que deberías


hacer es pedirme perdón por lo que nos hiciste sufrir –Vilches no
podía apartar la mirada de Encarna no entendía nada pero sabía que
se trataba de algo grave.

P_ Dígale que quizá la vida vuelva a cruzar nuestros caminos,


entonces ya se verá quien pide perdón a quien.

En_ Jamás se pide perdón por amar.

P_ Ya veremos Encarna... ya veremos... –repitió con la voz


apagada.

En_ Espero que no vuelvas a aparecer...

P_ No, pero yo espero que la vida me dé la oportunidad de tenerla


cara a cara, solo así sabré si tengo o no que pedirle perdón. Hasta
nunca ex suegra.

130 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Hasta nunca...

Murmuró lentamente viéndolo marchar y entonces cuando


Vilches fue a preguntarle por saber todo cuanto había pasado,
Encarna sintió que alguien le había quitado el suelo y notó como sus
piernas no respondían. Sin tiempo a nada más, Vilches la sujetó a
tiempo de que no cayera al suelo justo en el momento en que Cruz
abría la puerta y acudía a ellos con rapidez.

C_ ¿Qué ha pasado?

V_ Ayúdame luego te lo cuento, creo que hay cosas que aún no


sabemos de Esther.

C_ Encarna... Encarna –le golpeaba la cara.

V_ Llama a Héctor.

Cruz se marchó a toda prisa en busca de Héctor, y una camilla.


Cuando llegaron, ambos, la llevaron hasta un box. Allí la vio Teresa
que acudió con rapidez y muy nerviosa al ver allí a su amiga.

T_ ¿Qué ha pasado?, ¿qué ha pasado?, Encarna...

V_ Nada Teresa, sal.

T_ ¿Qué le pasa?

V_ Un simple desmayo –le decía mientras él le tomaba la tensión y


Héctor le colocaba las ventosas para hacerle un electrocardiograma.

T_ ¡Encarna!

V_ Teresa quieres largarte ¡joder!

T_ Hijo que insensible eres –le protestó.

131 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Vamos Teresa, mejor dejemos que los chicos le hagan
reaccionar.

T_ ¿Pero qué ha pasado?

C_ No lo sé, cuando entré estaba desmayada –dijo con gesto de


preocupación.

T_ Han sido demasiadas tensiones, no tenemos edad para todo esto


–su voz tembló por el temor de ver allí a su amiga.

C_ Vamos Teresa... ya veras como es solo eso, un bajón de tensión.

La miraban tras la puerta que las separaba de ella, mientras


veían con preocupación como le colocaban una mascarilla de
oxigeno.

Cuando Esther salió con las dos tazas de tila, se encontró con
una Maca pensativa, había subido sus piernas al sofá y estaba
abraza a ellas, Esther se sentó a su lado, dejó con cuidado las tazas
sobre la mesa de madera sin derramar ni una sola gota, sus ojos
después fueron directos a la chimenea y entendió que Maca había
echado más leña para calentar aquel lugar que sin saber porque,
había perdido la calidez de horas antes. Sus pensamientos los
rompió la voz apagada de Maca.

M_ Abrázame cariño, abrázame...

Esther la estrechó entre sus brazos, y notó en su propio cuerpo


el temblor de su mujer, sabía que la necesitaba más que nunca,
aquel día había sido especialmente duro afectándolas a las dos, pero

132 ”Adiós Esther” © by ldana


comprendía que el estado y descontrol en el cual había vivido Maca
le produjo aquel temor que le hacía temblar ante lo ocurrido pocos
minutos antes. Y Esther pensó en cuantas veces se había dado el
caso contrario, cuantas veces había llegado cansada del trabajo,
hundida por algún caso, y allí estaba ella para estrecharla en sus
brazos, para llenarla de besos cálidos, para regalarle una sonrisa,
para acariciarla en silencio sin necesidad de nada más, no hacían
falta las palabras, pero cuando las necesitaba, siempre eran las
justas siempre las que Esther precisaba para animarse para
comprender las cosas y relajarse, sintió profundamente que su
madre no le hubiera contestado para explicarle la situación y que le
diera el consejo que siempre tenía a punto. Estuvieron abrazadas
durante bastante rato, hasta que Esther decidió hablarle sin
separarla de su cuerpo, mientras le acariciaba lentamente.

E_ Maca cariño se va a enfriar la tila y te hará bien tomarla caliente


–le dejó un beso sobre el cabello.

M_ No me apetece nada moverme de aquí.

E_ Ya lo sé –sonrió-, yo voy a estar después ¿eh?, y nos iría muy


bien.

M_ Estoy temblando.

E_ Por eso, aunque el temblor que tienes no es de frío cariño.

M_ No –le confirmó mientras se esforzaba por sacudirse aquel


estremecimiento.

133 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Has estado genial mi niña –le separó una greña del flequillo
mientras ella bebía despacio-. Es normal que te haya costado
reaccionar al principio, no creo que debas estar así.

M_ ¿Y si no puedo volver a trabajar?

E_ ¿Por qué dices eso? –la miró preocupada.

M_ Esther… no sabía que hacer estaba bloqueada… tenía miedo…


que digo miedo… horror –decía con nerviosismo y su voz un tanto
apagada.

E_ Pero eso es normal, se acumula el tiempo que has estado de


baja por maternidad, después se fueron tus recuerdos, tus
emociones y también tus conocimientos pero todo eso poco a poco
lo has ido recuperando…

M_ Ya lo sé Esther –se levantó de repente haciendo que Esther


alzara el cuello para seguir sus movimientos-. Quizá me estaba
acostumbrando a vivir entre estas cuatro paredes, entre tus brazos
–Esther se puso en pie yendo hacia ella con gesto un tanto
intranquilo-, estaba acostumbrándome a lo irreal…

E_ Cariño –le susurró con pena.

M_ Ya lo sé esto no va conmigo, parezco una niña asustada que


quiere meterse en el regazo de su mami –le tomó por la cintura
mirándola con devoción mientras Esther le sonreía-. Antes allí con la
niña he sentido verdadero pánico, de no haber estado tú no hubiera
sido capaz de hacer nada.

E_ Claro que lo hubieras hecho, de igual modo mi vida –le acarició


la cara mirándola ella también con ternura-. Te quiero tanto Maca,

134 ”Adiós Esther” © by ldana


que ojalá pudiéramos quedarnos aquí encerradas para siempre, tú
yo y Daniel, pero eso no puede ser tenemos que seguir viviendo,
quizás no deberíamos quedarnos mucho más tiempo aquí,
deberíamos irnos ya a casa y poco a poco recuperar nuestras
costumbres.

M_ Pero esto es tan ideal –miró alrededor marcándose en su gesto


la lastima.

E_ Ya… pero no es real, no es nuestra realidad cariño, aquí estás


segura y te entiendo porque a mí también me pasaba lo mismo,
mira –le tomó la mano y la llevo hasta el sofá para que se sentara
junto a ella-… yo pensaba que aquí te tenía para mí y todo cuanto
pasará fuera no me importaba porque nuestra vida estaba aquí
dentro, pensaba bueno... es como una burbuja de amor, todo lo que
mueve el mundo me da exactamente igual, solo la quiero a ella,
pero no es verdad y no podemos seguir así, tendrás que repasar los
libros de pediatría, tendremos que volver a ser las que éramos antes
–la miraba con una sombra de pena en sus ojos-, tendremos que
volver a la que sí es nuestra realidad, el hospital, el niño, nosotras…

M_ Te quiero –le dijo de repente y Esther sintió como un escalofrío


recorría su piel, entonces se abrazaron con ternura sin pasión, fue
un abrazo largo y repleto de amor, al separarse Maca la miró a los
ojos y con voz segura le dijo-. No he querido a nadie como te quiero
a ti Esther, eres lo mejor que tengo en mi vida y cuando recobré
todo mi interior y recordé los momentos en que creí perderte, me di
cuenta mi niña, que quiero estar todos los días de lo que sea mi vida
a tu lado, no me importa otra cosa, solo tú –le acarició lentamente

135 ”Adiós Esther” © by ldana


el rostro donde resbaló una lagrima tan distintas a las otras que
habían sido derramadas, porque esta era realmente de felicidad-. Y
me di cuenta que soy afortunada de tener contigo una familia...

E_ Maca... –apoyó su cara en la palma de aquella mano que había


vuelto a su calidez-... y yo solo espero estar a tu altura y no
decepcionarte nunca más...

M_ Aprendamos de esto cariño... que no vuelva a suceder o –esta


vez quien dejó resbalar una lagrima fue ella-... o estoy segura que
moriré porque eres todo en mí, absolutamente todo...

Se besaron con tranquilidad podían escuchar sus latidos


palpitar, se miraron a los ojos repletos de lagrimas de felicidad, se
abrazaron dependientes la una de la otra, sabían que les quedaba
poco para volver a lo real, a la vida cotidiana y que quizás ese
tiempo que les quedaba debían aprovecharlo, debían sentar
definitivamente las bases de su matrimonio, de su vida futura, y se
quedaron abrazadas, Esther tenía reposada su cabeza en el hombro
de una Maca que seguía con su ceño fruncido parecía que su cabeza
trabajaba de manera continuada todo lo que durante su amnesia
retrograda no había trabajado.

Mientras en el hospital Héctor y Vilches habían conseguido


volver en sí a una Encarna que no sabía muy bien que había pasado,
llevaba oxigeno y un gotero, allí a su lado Vilches la miraba con
gesto preocupado.

V_ Hola Encarna, bienvenida.

136 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Hola hijo –contestó con dificultad.

V_ Será mejor que no hable... ha sufrido un amago de infarto.

En_ ¿Yo? –sonrió de lado-, eso no va conmigo.

V_ Pues ya ve, no es tan fuerte como parece, aunque... con lo que


lleva pasado, creo que es una explosión de sentimientos –ella
asintió-. Ahora mejor no hable, creo que debería descansar la loca
de Teresa está ahí fuera creo que ya no le quedan uñas...

En_ Es un cielo.

V_ Si no se chiva, le diré –bajó la voz como si alguien estuviera por


allí-, que es verdad, es un cielo... un tanto nublado pero un cielo.

En_ Eres estupendo –sonrió y tosió un poco.

V_ Bueno ahora voy a dejarla tranquilita ¿eh?

Encarna asintió y tras un suspiro prolongado cerró los ojos


mientras Vilches salía fuera y se encontraba con Teresa, nerviosa
casi al punto de la histeria.

T_ ¿Qué, qué?

V_ Eres pesadita ¿eh?, ¿qué, qué?

T_ ¡Vilches no me toques las narices! –le dijo con gesto muy serio.

V_ Esta no es mi Teresa –murmuró poniéndose en jarras mirándola


con gesto de extrañeza. Ante su mirada contestó con rapidez
levantando ambas manos en alto-. Vale, vale, ha tenido una subida
de tensión, simplemente eso…

T_ ¡Anda ya!, dime la verdad no me vengas con cuentos.

137 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ No puedo contigo ¿eh?. Ha sido una pequeña angina de pecho –
Teresa abrió sus ojos asustada-. No pasa nada, simplemente se ha
alterado demasiado su ritmo cardíaco, le hemos hecho algunas
pruebas y todo está correcto, como dice la Doctora Teresa, han sido
las emociones –y bajito añadió-. Pero tú de esto que dice ésa
Doctora ni caso ¿vale?

T_ Vale Vilches –le sonrió tímidamente-. ¿Puedo verla?

V_ Sí, pero trata que descanse mañana se irá a casa y todos tan
contentos.

T_ ¿Avisamos a Esther?

V_ No hace falta.

C_ ¿Cómo está Encarna? –apareció Cruz con el pijama de quirófano.

V_ ¿Y tú donde vas?

C_ A bailar Rodolfo, ¿dónde voy a ir?, una operación urgente.

V_ ¿Y qué haces aquí chismosa?

T_ Mira Vilches estás tú demasiado guasón.

V_ No te metas conmigo Teresa que ahora tengo alguien que me


defiende –elevó las cejas en dirección al cuarto donde estaba
Encarna.

C_ ¡Pero me vas a decir cómo está! –lo miraba seria.

V_ Está bien, voy a dejar que esté aquí esta noche como tenemos
guardia la vigilaremos pero mañana a casita.

C_ ¿Qué ha dicho el tal Pablo?

138 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Un mal bicho pero creo que le ha quedado clarito como se las
gasta Encarna.

T_ ¡Ay Dios mío más problemas no!, voy a verla.

C_ Recuerda que me lo tiene que contar.

V_ Chismosa… más que chismosa… ¡tira para quirófano anda!

C_ La noche promete, te tenemos de buen humor –le dio un beso en


la mejilla y salió corriendo.

En el sofá seguían abrazadas tapadas con una fina manta la


pareja, había pasado casi media hora y dormitaban entre
respiraciones tranquilas, hasta que Maca le habló a una Esther que
había entrelazado los dedos de su mano derecha con la mano
izquierda de su mujer.

M_ Cariño ¿por qué no nos vamos a la cama?

E_ Sí… tengo mucho sueño… estoy agotada –le decía con voz aún
adormilada-. ¿Qué hora es?, quiero llamar a mi madre antes no
estaba debía estar jugando al bingo o las cartas con sus amigas.

M_ Claro ella está recuperando sus costumbres –sonrió.

E_ Si… voy a llamarla.

M_ Es tarde ¿por qué no la llamas mañana?, son casi las doce.

E_ Ah, pues estará viendo la televisión –marcó el número mientras


Maca jugueteaba con su barriga, hasta que el gesto de Esther la
hizo detenerse-. No está.

M_ ¿Cómo que no? –la miró un tanto inquieta.

139 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Como que no, ¿habrá pasado algo?

M_ ¿Qué va a pasar mujer?, estará con sus amigas, y se habrá


alargado algo más de lo normal, venga ve y luego volvemos a
llamar.

E_ Voy a ducharme a ver si me puedo quitar el olor a cloroformo


que hacía en ese cuartito.

M_ Es cierto, que horror, ve ahora iré yo.

E_ No tardes.

M_ Descuida.

Al quedarse sola se retumbó sobre el sofá, se quedó pensativa


algo no le gustaba y esperó a oír el grifo de la ducha.

Entre tanto en aquella habitación del hospital, Encarna sonreía


a una preocupada Teresa que se había sentado a su lado dispuesta
a ayudarla.

En_ De verdad Teresa quita esa cara de susto, no me pienso morir


todavía, mi Esther tiene que darme la dicha de verla embarazada.

T_ ¡Qué cosas tienes Encarna por Dios!, aunque es mejor que estés
de buen humor.

En_ Que remedio hija.

T_ ¿Fue mal? –la miró con temor.

En_ Fue como me esperaba, llevo esperando mucho tiempo que


aparezca, y justo viene en el peor momento.

140 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¿Va a insistir?

En_ No lo sé, yo creo que no porque Vilches estuvo muy bien puesto
en su lugar, se dio cuenta que aquí está bien cuidada.

T_ ¿Y a casa?

En_ No sabe donde vive, podría seguirla pero no creo, no creo que
se exponga tanto.

T_ Encarna ¿seguro qué estás bien?, tienes mala cara.

En_ Tranquila Teresa, solo fue un cúmulo de emociones y temores


que... bueno... tenían que salir por algún sitio.

T_ Si, si –sonó su móvil-. ¡Uy mi marido seguro que no sabe donde


están los macarrones! –Encarna sonrió mientras buscaba una mejor
postura-. Dime cariño.

M_ ¿Vaya desde cuando me quieres tanto? –le preguntó desde la


cocina donde había decidido averiguar que pasaba.

T_ Maca –murmuró nerviosa tapando el auricular-. ¿Si me


pregunta?

En_ Tú no me has visto –le dijo también con cierto nerviosismo.

T_ ¿Qué pasa hija?, ¿cómo me llamas a estas horas?

M_ Verás estoy preocupada por Encarna.

T_ ¿Preocupada por Encarna? –repitió en voz alta para que ella la


oyera.

M_ Sí Teresa, ¿qué pasa que tienes que repetirlo para enterarte?

T_ Mira como salió la parte borde de mi niña –trató de evitar que


siguiera con el tema.

141 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Recuérdame cuando te tenga delante que te de un buen pellizco.
Pues eso, que Encarna no contesta en su casa, Esther ha llamado
varias veces y ahora acabo de hacerlo yo y nada... ¿no la habrás
visto por casualidad?

T_ ¿Tienes a Esther cerca?

M_ Está en la ducha, ¿por qué?

T_ Encarna está aquí en el hospital –trató de decirlo con suavidad.

M_ ¿Y qué hace ahí? –no sabía muy bien como encajar aquel
comentario aunque de repente empezó a dolerle el estómago.

T_ Tuvo un desmayo.

M_ ¡Qué!, vamos ahora mismo para allá.

T_ ¡Maca, Maca escúchame! –Encarna le puso gesto de enfado.

M_ Voy a avisar a Esther y vamos.

T_ Ni se te ocurra, está bien.

M_ ¿Está ahí?

T_ Sí la tengo aquí espera que quiere ponerse, espera. Que dice que
vienen.

En_ Maca hija.

M_ Encarna, ¿qué te pasa? –en su voz la mujer notó su sincera


preocupación y su angustia.

En_ Nada hija, un mareo y Vilches que es un exagerado me ha


querido dejar aquí –trataba de quitarle importancia.

142 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Cómo que un mareo?, ¿dónde te ha dado el mareo?, a ver
Encarna creo que es mejor que vayamos yo me voy a quedar mucho
más tranquila y Esther también.

En_ Maca escúchame bien, solo te lo diré una vez, si te veo entrar
por la puerta de este hospital, te aseguro que vas a conocer el lado
más desagradable de tu suegra y te aseguro que es muy pero que
muy desagradable –su voz no dejaba dudas a que lo decía en serio.

M_ ¿Me estás amenazando? –elevó una ceja totalmente perpleja


antes la actitud de su suegra.

En_ Completamente, ¿te ha quedado claro?

M_ Pero...

En_ No hay peros que valgan, no le digas nada a Esther porque esto
es una tontería y total pasado mañana nos volvemos a ver...

M_ No me convences.

En_ Me da igual, tú te quedas ahí con tu mujer que yo tengo aquí a


Teresa, a Vilches, a todos hija... a todos.

M_ Pero no es justo porque tú me has cuidado a mí, has estado


pendiente de Esther y ahora no me parece justo que te dejemos
sola.

En_ ¡Ahora mismo te daba un colleja que todas las tonterías que has
dicho juntas te las tragabas! –le dijo molesta.

M_ Joder Encarna.

En_ Eso, joder, déjame tranquila que ya soy mayorcita. Ale, ahora a
callar a disfrutar de tu mujer y a dormir. Hasta mañana hija.

143 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Pero... Encarna... oye... Encarna.

E_ ¿Has conseguido hablar con mi madre? –le preguntó Esther


entrando a la cocina con un camisón y oliendo a azahar.

Maca la miró fijamente sin saber que decir...

M_ Pues sí, hemos hablado y... tenías razón estaba jugando con sus
amigas –le dijo un tanto nerviosa girándose para beber agua.

E_ Si es que mi madre... es la repera –dio una carcajada enrollando


sus brazos por la cintura de su mujer.

M_ Oye voy a ducharme yo, ¿vale?, necesito también quitarme este


olor –puso gesto de aversión.

E_ Pues a mí me gustas con este olor y todo –la besó y Maca sonrió
mordiéndose el labio-... ¿será que estoy muy pero que muy
enamorada... tanto que pierdo la cordura? –le decía mientras iba
besándole por el cuello, la barbilla, la boca.

M_ Puede... ¡uf Esther que pierdo el control cariño!

E_ Piérdelo ¡anda! –le puso carita tierna haciéndole pucheros con su


barbilla.

M_ Déjame que me duche, ¿vale?

E_ Vale... pero te doy exactamente 5 minutos.

M_ ¡Vale!

Se fue corriendo ante la carcajada de una Esther que estaba


tan feliz que le daba miedo, sin darse cuenta se había acoplado al

144 ”Adiós Esther” © by ldana


sentimiento de sufrir, era como el martirio que se soporta a gusto,
se sintió como el masoquista que espera ser maltratado, pero su
diferencia era que quien le había maltratado era la vida y esa misma
vida le estaba dando una tregua, una paz, una enorme paz y calma,
y sin querer no sabía que era lo que temía más, si esa paz o lo que
llegará después. Sacudió su cabeza tratando de sacudir sus temores
que momentos antes los había padecido Maca, sin duda era una
herida que les iba a dejar aquella lucha que habían tenido a golpes
de vida.

En el hospital, después de soportar la bronca de Encarna,


Teresa se había quedado en silencio a su lado, la mujer se había
dormido y parecía respirar tranquila, pero de golpe, se despertó.

En_ Teresa ¿estás ahí?

T_ Claro Encarna,. ¿qué te pasa? –le preguntó poniéndose a su lado


mientras le tomaba la mano suavemente mirándola con temor.

En_ Tenía una pesadilla, Pablo tenía a mi hija... la iba a matar...

T_ Vamos Encarna, Esther está bien con Maca, en un lugar seguro

En_ ¿Y cuándo esté aquí?

T_ Ya nos preocuparemos entonces... tú tranquila no puedes


arreglarlo todo, recuerda lo que le dijiste una vez a tu hija, no eres
Dios para estar en todos lados.

En_ Lo sé –dijo tragando un poco su angustia-... pero es fácil dar el


consejo otra cosa es ponerlo en practica.

T_ ¿Te subo un poco la cama?

145 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Sí por favor.

T_ Ahora te doy agua.

En_ Siento molestarte así Teresa.

T_ Venga no me digas tonterías o te doy una colleja –le guiñó un


ojo seria

En_ ¡Ay Teresa no me hagas reír anda! –le decía sonriendo.

V_ Bueno, bueno, bueno aquí las tenemos ya sabía yo que lo que se


dice descansar Encarna, no iba a descansar estando aquí Teresita –
entró seguido por Cruz.

En_ Que hombre más simpático ¿por qué os metéis con él? –
sonreía.

T_ Mira Encarna no le des vidilla que luego no hay quien lo soporte.

C_ Es cierto –decía sonriendo Cruz-. ¿Qué tal estás?

En_ Bien hija, bien... un poco cansada pero bien.

V_ Necesitas unas buenas vacaciones, lejos de aquellas dos.

T_ Eso lo digo yo también.

V_ Pero... vamos a darte una buena noticia Cruz y yo.

C_ Es buena por lo que me ha contado Vilches... pero podría ser de


otra manera.

T_ Me estáis liando –dijo de pronto Teresa muy metida en la


conversación

V_ Verás... antes Cruz tenía que ir de urgencias a una operación ¿te


acuerdas? –Teresa asintió-. Pues bien, quiero que te tomes la
noticia con calma Encarna, mucha calma.
146 ”Adiós Esther” © by ldana
En_ Dime hijo, estoy en el hospital aprovecha ahora –sonrió.

Cuando Maca salió de la ducha, Esther había puesto el


compacto de

Catherine Marie Charlton, ella sonrió y fue la primera sonrisa que


pudo mostrar después de durante la ducha sentir miedo por
Encarna, sabía que se lo tenía que decir a Esther, no quería omitir
aquello sabía que después se enfadaría, lo había pensando muy bien
y no podía ocultarle la verdad.

E_ ¿Oye Maca qué te pasa?, en lugar de ponerme cara traviesa me


sales con ese gesto que tanto miedo me da.

M_ Verás Esther...

Fue hasta la cadena de música y bajó el volumen, se oía muy


en el fondo pero sin darse cuenta creó un ambiente un tanto de
intriga por su gesto y la música. Esther se asustó, se levantó de la
cama y se acercó hasta ella sentándose en el sofá, a su lado.

E_ ¿Qué pasa? –su cuerpo se tensó de manera inmediata.

M_ Pues... pasa que... no sé como decírtelo porque yo misma tengo


miedo.

E_ ¿Es mi madre?

M_ Sí, está en urgencias –Esther se tapó la cara con sus manos-,


ella no quería que te lo dijera, está bien cariño, sólo ha sido un
subida de tensión pero yo no podía callármelo Esther, lo siento.

E_ Voy a llamarla –dijo nerviosa.

147 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Está con Teresa no me ha dejado casi hablar, me amenazó por si
te lo decía.

E_ ¿Te dijo que le pasó?

M_ No, que había tenido una subida de tensión, la verdad que me


siento culpable –sin poderlo evitar una lluvia de lagrimas cayeron
como estrellas del cielo.

E_ Maca cariño... tú no tienes la culpa.

M_ Creo que sí, ella ha estado aquí con mucha tensión y...

E_ Maca por favor, no puedes culparte de todo cuanto pasa ¿vale?,


tú no tenías culpa alguna.

M_ Encarna es muy importante para mí Esther, tú lo sabes... no


puedo estar tranquila.

E_ De acuerdo... vamos a hacer una cosa... conozco a mi madre lo


suficiente para saber que se va a molestar si yo lo sé, llama tú di
que estoy durmiendo y que te explique todo.

M_ Creo que deberíamos ir, se lo he dicho pero no me ha dejado.

E_ Bueno... que te cuente y... con calma decidimos...

M_ Está bien... –se secó las lagrimas.

E_ Que no note que has llorado cariño –ella misma se estaba


asombrando de su actitud, por dentro temblaba por fuera estaba
tranquilizando a Maca. Resopló y después le dejó un beso en la
mejilla-. Vamos.

M_ ¿Teresa?

T_ ¡Otra vez tú!

148 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Escúchame por favor Teresa.

T_ ¡Qué pesadita eres, espera!. Encarna es tu nuera, ¿qué


hacemos?

M_ Joder con Teresa –tapó el auricular y le habló a una Esther que


no podía evitar mostrarse nerviosa.

E_ Dile que quieres hablar con ella, insístele.

M_ Si, En... ¿Vilches? –preguntó con sorpresa.

V_ Sí, ¿qué pasa? –le preguntó con tono seco.

M_ Eso digo yo, ¿qué le pasa a Encarna?

V_ Tuvo una subida de tensión –Maca dejaba oír a Esther-. Nada


más, lo que pasa es que he querido tenerla aquí para que
descansara y estuviera tranquila, así de paso la observaba por si
había algo más.

M_ ¿Y? –preguntó ansiosa.

V_ Oye Encarna... ¡pero que nuera más pesada tienes! –oyeron


como se reían y se miraron las dos serias-. Pues que nada, y nada,
está aquí la pesada de Teresa con ella.

T_ ¡Oye! –se quejó Teresa.

V_ ¿La habéis oído no?

M_ Solo estoy yo Vilches.

V_ Menos lobos caperucita, sé que Esther está ahí.

E_ Joder Vilches eres adivino –le dijo Esther sin poder aguantarse.

V_ No, solo que sé que Maca no iba a poder callarse esto. Anda
quieres hablar con tu madre.
149 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ Si.

V_ Encarna... tu hija –acentuó cada palabra.

En_ Dime hija –sonrió.

E_ ¿Cómo que dime?, ¿qué es eso de que no nos tenemos que


enterar de lo que te pasa?, ¿cómo es posible que no nos digan
nada?, ¿eh mamá?, ¿mamá?, ¿mamá?...

M_ ¿Qué pasa?

E_ ¡Me ha colgado! –dijo con sus ojos abiertos como platos mirando
fijamente el teléfono.

M_ Joder con Encarna... bueno podemos estar más tranquilas.

E_ Se va a enterar –marcó nuevamente el número y le dijo a su


madre-. ¡Mamá no me cuelgues!

En_ Si me riñes sí, si dices tonterías sí –le dijo tranquila.

E_ ¿Cómo estás?

En_ Estoy bien, dile a Maca que cuando la vea ella y yo tendremos
una charla.

E_ Mamá no seas mala, está preocupada.

En_ Lo sé, y ya le dije que estuviera tranquila, y tú también, es


Vilches que no sabe como sonsacarme recetas de cocina, y me ha
ingresado para que no me escape –sonrieron en la habitación.

E_ Como eres mamá –le dijo sonriendo.

M_ ¿Encarna, qué tal?

En_ Bien, hija, bien, ya os lo he dicho bien y ahora dejarme


descansar que mira que horas son para tenerme despierta.
150 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ De acuerdo Encarna, besos y mañana iremos a verte.

En_ Ni se os ocurra venir... me voy con Teresa...

E_ ¡Qué peligro! –murmuró Esther.

T_ ¡Te he oído guapa! –le dijo riñéndola.

E_ No lo digo por ti Teresa –por primera vez sonrió más tranquila-.


Venga mamá, mañana te llamamos, estamos bien tranquila ¿eh?

En_ Vale hija. Hasta mañana.

M_ Hasta mañana Encarna.

En_ Descansa Maca... bueno... mejor no... no descanses.

Dio una carcajada que arrancó la de Esther, se miraron más


tranquilas y sin palabras se abrazaron con fuerza, Encarna era muy
importante para las dos y ellas lo sabían.

E_ Menos mal.

M_ Si, solo ha sido un susto...

E_ No sé que haría sin ella.

M_ Ni yo –murmuró con el mismo punto de tristeza que ella.

E_ Aunque –la miró sonriente sabía que debía borrar aquella tristeza
suya-. Si que sé que te haría a ti.

M_ Pues hazlo –le susurró envolviéndola suavemente con aquella


voz aterciopelada pero sin mover un solo músculo de su cuerpo-,
hazlo ya.

E_ ¿Tienes prisa? –le retó subiendo sobre sus piernas y acoplándose


a su cuerpo.

151 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Tú verás cariño, si con esa carita ya me deshago.

E_ ¿Entonces... –le fue desabrochando uno a uno y lentamente los


botones de la camisa de dormir-... lo hago?

M_ ¿Tú que crees? –le preguntó con un suspiro al notar como las
manos cálidas, deseosas y hambrientas de Esther se llenaban con
sus pechos apetitosos.

E_ Maca –susurró ella también lanzándose a su boca, en la que su


lengua se dedicó a jugar un rato al escondite, una vez encontrada se
separó de una Maca completamente entregada a ella-. Te quiero...

M_ Esther –había logrado deshacerse de la ropa que le impedía


llegar hasta su piel y al tocarla ambas estallaron en un suave
gemido repleto de placer-. Yo también mi vida...

Allí quedaron primero en el sofá y una vez llegado al mayor de


los orgasmos, como pudieron sin desprenderse de sus pieles, de sus
manos, de sus cuerpos siguieron con el ritual de amarse sobre la
cama, rodaron por ella, se dedicaron a devorar un cuerpo para
después devorar el otro, se amaron sin prisas, mezclaron una pasión
salvaje con una pasión repleta de ternura, se dedicaron palabras
dulces, se dijeron cientos de te quiero, miles de te amo, todo era
poco para poder demostrar cuanto sentían en su interior.

Cuando terminaron de ese amor dependiente, cuando


terminaron de demostrarse cual dependiente era, se dedicaron
caricias suaves, abrazadas la una contra la otra, enlazadas una
mano con la otra, Esther quedaba de lado y en su espalda
perfectamente unida a ella una Maca que respiraba todavía inquieta,
se aferraba a ella.

152 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Qué te preocupa cariño?

M_ Llevo un rato pensando algo Esther.

E_ ¿Qué? –fue a girarse.

M_ No te gires, quiero sentirte así.

E_ ¿Qué te pasa, no me asustes?

M_ Hoy he comprendido muchas cosas de golpe, ha sido como si un


aprendizaje intenso, llegara hasta mí para entender ciertas cosas
que seguían haciéndome daño en el corazón.

E_ Dime –apretó su mano porque conocía aquel tono de voz, estaba


preocupada.

M_ Cuando estábamos en la ante sala de la consulta, aquel hombre


que trató de ofendernos, me hizo daño porque como tú, estamos
aquí en este lugar con nuestras almas totalmente abiertas.

E_ Si, reconozco que a mí también me pasó –dijo con delicadeza


mientras Maca con la mano que le quedaba libre, comenzó a
acariciar su cadera.

M_ Al ver la reacción de Fermín, al ver sus ojos volverse opacos,


repletos de dolor, y no sé si te diste cuenta la manera de apretar
sus puños...

E_ Si, hasta del temblor que recorrió su espalda, me ha impactado


tanto.

M_ Pues entonces entendí el dolor de mis padres, siempre he


pensado que ellos anteponían el que los demás pensaran sobre mí a
mis propios sentimientos, mis propias ilusiones, pero creo que ha

153 ”Adiós Esther” © by ldana


debido ser para ellos igual de duro que para Fermín. La gente les ha
debido hacer daño, mucho más del que yo pueda imaginar.

E_ ¿Sabes qué me contó mi madre?

M_ Dime –le dejó un beso sobre su hombro.

E_ ¿Recuerdas la revista, cuándo salimos en el reportaje?

M_ Claro.

E_ Pues... ella me contó solo lo bueno, claro, un día que llevaba a


Daniel nos cruzamos con una vecina que no nos saludó, a mi la
verdad me extrañó un poco porque siempre estaba metida en
nuestra casa, pues mi madre me contó que le había retirado la
palabra por tener una hija enferma mental.

M_ Dios mío –murmuró apenada.

E_ Mire a mi madre y le dije, ¿te ha hecho daño su comentario, su


actitud?, si es así te pido perdón, me miró fijamente como solo sabe
mirar mi madre, y me dijo, ¿daño?, si mi hija es feliz como ella
quiera, ¿qué le importa a nadie?, es más, me apuntó graciosamente,
no quiero a mi alrededor personas que tengan perjuicios o etiqueten
personas, es su problema no el mío porque mi hija es feliz y la
próxima vez que me pidas perdón por amar a Maca, de la colleja
que te doy, se te caen los dientes –ambas dieron una carcajada.

M_ Encarna es especial, bueno, quizá las madres deberían ser más


como ella, dejar que los hijos sean felices de la manera que quieran.
Yo sé que mi madre lo ha debido pasar muy mal, y mi padre ha
debido muchas veces apretar los puños de igual manera que lo hizo
Fermín, pero... no puedo ser de otra manera.

154 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Claro cariño, ellos lo entienden, quizás han tenido que pasar un
momento tan delicado como este para entenderlo.

M_ Lo sé –volvió a besarle-. Pero no dejo de pensar en esa mirada


triste, en ese dolor.

E_ Pero estoy segura que si el hijo de Fermín viniera, él rompía en


un llanto pidiéndole perdón.

M_ ¿Tú crees?

E_ Estoy absolutamente segura.

M_ Carmen seguro que sí, pero Fermín...

E_ Es un hombre cabal, te lo digo yo que me ha dado consejos de


esos que te dejan huella y jamás lo hubiera creído de él.

M_ Si, debías ver como esta tarde nos miraba, creo que sueña en
ver así a su hijo, feliz, sea como sea.

E_ Si mi vida, como lo somos tú y yo, ¿puedo girarme ya?

M_ Claro –le dijo despacito.

E_ ¡Ay! –se quejó cuando estaba frente a ella-. Me tenías castigada.

M_ Si –sonrió-, es que me encanta tenerte así entre mis brazos...


me da la sensación de que eres completamente mía.

E_ Es que lo soy.

M_ Me encanta que me lo digas.

E_ Lo sé.

M_ Y me encanta que me mires así, con ese fervor.

E_ ¿Fervor?

155 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Sí, como se mira a una Diosa, como te miro yo.

E_ Me gustaría poder hablar tan bien como tú –sonrió.

M_ Tonta.

E_ Pero yo te diré, que te miro con los ojitos que Dios me ha dao
con un único fin –se detuvo y la besó-. Mirarte a ti.

M_ Me vuelves loca –murmuró dejándole un beso sobre la nariz.

E_ Y más que te voy a volver, ¡ahora verás!

Dieron una carcajada porque Esther subió de un salto sobre


una Maca que no podía reprimir aquella carcajada, era como dejarse
llevar por la corriente el río, sabía que al final llegaría al grandioso
mar, se fundiría con él y acabaría siendo participe de la gran
superficie, de igual modo Maca sentía que al final eran una
amándose por igual.

En el hospital, después de la llamada, las caras se habían


vuelto a poner serias, los gestos de sonrisas habían desaparecido
dejando paso a los de preocupación. Vilches, fue el encargado de
dar la noticia, él en el fondo sabía que era algo bueno, pero
conociendo a Encarna, sabía que en cierto modo iba a afectarle y lo
último que necesitaba ella, eran más problemas. Teresa se sentó a
su lado, Cruz lo hizo en el sillón y Vilches lo hizo en el otro lado, le
tomó la mano y con delicadeza le dijo.

V_ Encarna... es sobre Pablo...

En_ ¿Qué pasa?

156 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ La operación de Cruz, era él.

En_ ¿Qué le ha pasado? –preguntó con preocupación.

V_ Ha muerto.

En_ ¡Qué! –masculló incrédula.

V_ Lo siento, sé que se borran de un plumazo tus problemas, pero


también sé que no lo querrías de ese modo.

En_ ¿Qué ha pasado, Cruz? –le dijo con sus ojos entrecerrados por
la fuerza que las arrugas de su frente le oprimían.

C_ Al parecer ha sido un ajuste de cuentas... la policía ha estado


hablando con nosotros, ellos querían hacerte algunas preguntas y
les hemos dicho que no estabas en condiciones.

En_ Entiendo –dijo tan débilmente que todos la miraron un tanto


desconcertados, aquella Encarna era diferente a la que siempre les
daba ánimos.

T_ Encarna... ¿estás bien?

E_ Sí, sí...

V_ Estaba metido hasta las orejas en deudas por la droga Encarna,


me imagino que por eso quería ver a Esther...

En_ Otra vez había vuelto a las andadas –acertó a murmurar.

T_ Pues no lo parecía, el chico siempre venía muy arreglado...

V_ Pues ya ves... no te puedes fiar de nadie.

En_ No puedo alegrarme de su muerte pero... me quita un


sufrimiento de encima. Hace muchos años... cuando mi Esther aún
era demasiado joven, íbamos al pueblo los fines de semana y en

157 ”Adiós Esther” © by ldana


verano. A mí nunca me gustó ese chico, no sabía por que –todos la
miraban atentos y seguían con interés su narración-. Pero se
hicieron novios, yo cuando veníamos a Madrid le decía a mi hija que
se olvidara de él, pero no, él le mandaba cartas, ramos de flores, la
tenía tontita, se enamoró hasta los huesos, nosotros no sabíamos
que era drogadicto, no sabíamos nada porque a su familia les
interesó que se hiciera novio de mi hija, pensaban que al no estar
allí no nos enteraríamos de la verdad. Pero ya se sabe que en un
pueblo es difícil que no sepas algo, para no aburriros os contaré que
pasamos miles de batallas, a Esther le desaparecía el dinero, algún
anillo, algunos pendientes pero ella siempre lo disculpaba, yo tenía
miedo que no me enredara a mi hija, hasta que un día llegó con la
mejilla morada.

T_ Dios mío –murmuró Teresa sin poderlo evitar.

En_ Él le había pegado, ella lo negó decía que estaba enfermo y


trató de ayudarlo, me consta ya sabéis como es mi Esther, hasta
que un día cansada de su comportamiento le dijo que no podía
seguir a su lado. Jamás se me olvidara aquel día, había verbena,
ella estaba allí con nosotros decaída, sabíamos que le dolía hacer
aquello pero tampoco podía enredarse en aquella trampa que la vida
le había tendido. Sin darnos cuenta desapareció, la perdimos de
vista, mientras mi marido la buscaba yo fui a casa con el corazón a
punto de salir por mi garganta, tenía el presentimiento de que algo
le había pasado, cuando llegué, no hice ruido, y allí estaba, él la
tenía contra la pared con un cuchillo en su garganta –todos la
miraron un tanto desconcertados porque pudieron notar un ligero
temblor en su voz-. Despacio cogí la escopeta de mi marido y se la

158 ”Adiós Esther” © by ldana


puse en la cabeza, no hubiese dudado en matarlo, ni un segundo,
era mi hija o él –suspiró fuertemente-. Le costó mucho superar
aquello, Pablo ingresó en un centro ayudado por mi hija desde la
lejanía, en el pueblo todos nos ayudaron a protegerla, estaba
tranquila, sabía de él, y aunque mi hija lo borró todo de su
memoria, yo sabía que un día iba a volver.

V_ Pues mira, francamente, está bien en la nevera.

C_ ¡Rodolfo! –le riñó Cruz.

V_ Yo no voy a ser tan cuidadoso como Encarna, al final habría


hecho daño a Esther.

En_ Desgraciadamente así es –dijo lentamente.

C_ Bueno Encarna, ahora todo ha terminado y lo mejor es que


podemos estar tranquilos...

En_ Quizás ahora me entendáis porque quiero tanto a Maca, yo sé lo


que es ver a mi hija sufrir, y para mí, verla feliz ha sido un regalo
del cielo, Maca la hace feliz, y si tuviera que besar el suelo que pisa
Maca, lo haría.

Su voz segura sin el temblor que momentos antes habían


notado ante el dolor de su narración, pudieron hacerles entender
muchas cosas, pero la principal que Encarna sabía valorar lo que
para muchos pasaba desapercibido, el amor, y de eso todo sabían
que Maca y Esther sentían mucho.

En aquel nido donde el amor y pasión habían sido los


protagonistas, la oscuridad de la noche no podía con la tenue luz

159 ”Adiós Esther” © by ldana


que había allí mismo, ya no solo la luz que reflejaba tímidamente la
chimenea, sino, la luz que manaba de sus almas, todo era paz allí,
había vuelto la tranquilidad habían vuelto a hacer lo que siempre
hicieron, lo que siempre salvó algún que otro escollo de problema
entre ellas, hablar, hablaron de aquel miedo que había existido en el
rostro de Maca salvando a la niña, hablaron del dolor de sus almas
al ver la reacción de Fermín, hablaron sin tapujos de aquellos
sentimientos, se ayudaron a sacarlos fuera, incluidos el temor por la
salud de Encarna. Sin embargo, mientras Esther dormía cansada,
extenuada por tanto placer, Maca no podía conciliar el sueño, la luz
que tenía, le era suficiente para observar a su mujer, no la tocaba
había puesto su brazo bajo la cabeza y así, se aupaba un poco más
para poder contemplar con adoración a quien tanto había luchado
por ella. Suspiraba cada vez que recordaba alguna sonrisa de las
que tanto le gustaban, sonreía la pensar en aquellos ataques de
pasión sin medida, la miraba concentrada para insistirle a su mente
en aquellas imágenes que también le dolían, los momentos difíciles,
aquellos momentos donde la distancia entre ellas era dolorosa, sabía
que podía ocurrir de nuevo, sabía que un día podían dejarse de
amar, pero contemplando a Esther le parecía imposible, rechazo
aquel pensamiento mientras le dejaba un beso en los labios,
aquellos labios que le provocaban la locura cuando rozaban su piel,
aquella boca que tenía necesidad de besar y hacer suya. Acarició sin
tocarla con la yema de los dedos la figura de su mujer, hasta ese
momento habían estado viviendo alejadas de la realidad, pero Maca
sabía que al volver la necesitaría mucho más, cuando tuviera que
enfrentarse a esos momentos de tensión, cuando su mente se

160 ”Adiós Esther” © by ldana


bloqueara pues sabía que aún le quedaba camino por recorrer,
cuando tuviera pánico sabía que Esther estaría a su lado, luchando
con ella, llevando aquel timón de su barco, un barco llamado Amor.

No durmió, no quiso, quería verla, llenarse de ella, quería


dibujarla nuevamente en su cabeza, y cuando los primeros rayos del
amanecer dibujaron un cielo de mil colores, se levantó con cuidado,
la tapó y al renegar Esther ella le susurro entre dientes aquel sonido
que se hace cuando quieres que el bebé siga soñando con los
ángeles, de esa manera Maca acarició con su voz, el sueño de
Esther. Se puso la bata, corrió un poco la cortina de aquel enorme
ventanal, no sin antes, mirar atónita el hermoso paisaje que existía
ante ella, y sonrió, suspiró y lentamente para no hacer ruido se
marchó hasta la cocina, allí vio asombra pan fresco sobre la mesa,
algo de frambuesa y un bote que no sabía muy bien que era, se
acercó y lo abrió, olió.

M_ Mmmm miel... se me ocurren mil diabluras con esto –sonrió de


su propio pensamiento-. Haré café y...

F_ Buenos días –se oyó la voz seca y ruda de Fermín en la puerta.

M_ Buenos días Fermín –sonrió un tanto sonrojada al pensar en su


comentario en voz alta pensando que estaba sola-. No le oí.

F_ Perdón... no pensaba que estaríais despiertas.

M_ No pasa nada, ven, te invito a un café.

F_ No quiero molestar –dijo levemente.

M_ ¡Por favor Fermín!, ¡qué tonterías son esas, hombre! –le dijo
mirándolo fijamente con sus ojos grandes mirándolo fijamente.

161 ”Adiós Esther” © by ldana


F_ Está bien... la verdad que eres con la única que me falta tomar
café.

M_ Por eso... vamos... así me cuentas cosas.

Maca estaba guapa, llevaba el pelo recogido en una coleta y


una greña a modo de flequillo caía sobre su frente tapando un poco
su ojo izquierdo pero aún así, el hombre pudo percibir todo cuanto
Esther le había hablado de ella. Al notar aquella mirada fija en su
rostro, sintió como una oleada de calor subía a sus mejillas, cuando
el hombre se percató, se disculpo inmediatamente.

F_ Disculpa –ella sonrió con apuro-. La verdad que estaba


comprobando que Esther sabe tu rostro a la medida exacta.

M_ ¿Esther? –entonces su mirada aún fue de mayor incertidumbre.

F_ Sí, he hablado mucho con ella de ti, un día estaba hundida aquí
llorando sin ver una solución ante el grave problema al que debía
enfrentarse –Maca frunció su frente mientras dejaba su taza
nuevamente sobre la mesa y miraba aquel hombre-. No sé si a
modo de ayuda a sí misma, me explicó como era tu rostro, lo definió
parte por parte, y te aseguro que lo hizo perfecto.

M_ Ya... –no sabía muy bien que decir.

F_ ¿Te sorprende?

M_ No... bueno un poco.

F_ Seguro que tú también eres capaz de describirme su rostro,


¿verdad? –ella asintió no sabía porque aquel hombre le estaba
llenado su corazón de calma-. Ella es lo único que ha visto en cinco
meses, era lo único que le daba esperanzas de que la persona que

162 ”Adiós Esther” © by ldana


ahí había echada en la cama, era la misma que amaba... un día mi
mujer me dijo que era afortunada –bebió lentamente de su taza
saboreando el intenso sabor a café-. Le pregunté porque, me dijo,
me he casado con un bruto maravilloso, un bruto que mira con los
ojos del amor... cosas de mujeres le dije yo... pero después mis ojos
derramaron lagrimas entre las ovejas... si resumo mi vida con mi
mujer, esa frase lo dice todo.

M_ Si yo resumo la vida con Esther, puedo decir que me he casado


con una mujer un tanto despistada, muy inestable, un poco
asustadiza... pero que siempre me mira con los ojos del amor. ¿Eso
es lo qué me quiere decir? –él sonrió-. Ojalá pueda decir lo mismo
de mí.

F_ Lo dice, que no te quepa la mínima duda.

M_ ¿Por qué hace esto, Fermín? –lo miró sonriendo amablemente


mientras el hombre apuraba su taza de café.

F_ Porque sé lo duro que es empezar, porqué ahora todo está en


una nube, todo es amor... cuando venga la cuesta arriba... recuerda
lo que me acabas de decir, tu la amas de la misma manera que ella
a ti.

M_ Fermín –lo llamó cuando se iba y el hombre se detuvo-.


Gracias...

Cuando se marchó, Maca se quedo allí pensativa frente a su


taza de café, podría haberle contado todo lo mal que Esther lo había
pasado, podría haberle relatado todos los momentos de dolor, pero
quiso elegir justamente lo contrario. El amor. Sonrió ampliamente, y
tras un suspiro se fue directamente a la habitación, abrió de par en

163 ”Adiós Esther” © by ldana


par las cortinas, y sin pensarlo se echó encima de una Esther que se
estaba quejando.

M_ Te quiero... te quiero... te quiero –le decía mientras la besaba.

E_ Ma... pero... Maca... –trataba de hablar pero sus labios estaban


sellados por la boca de su mujer que no cesaba de acariciarla.

M_ Te quiero...

E_ Y yo... no sé que te pasa... pero quiero despertar así todos los


días de mi vida...

Se abrazaron sintiéndose dichosas, se tenían la una a la otra,


¿qué mas podían pedir?, sí, algo más.

M_ Somos afortunadas cariño –le dijo sentada a horcajadas sobre su


vientre con el pelo revuelto por su ataque de locura amoroso-.
Mucho.

E_ Lo sé –reía mirándola como embobada.

M_ Te tengo a ti, me tienes a mí y tenemos un hijo maravilloso –se


le notaba feliz, exultante y Esther sonreía de verla así.

E_ No tenemos derecho a quejarnos... te quiero –se sentó


estrechando el cuerpo fuertemente de Maca.

M_ Te quiero mi niña...

Se besaron con ternura... sin prisas... despacio... se miraban...


se besaban... sus manos recorrían lentamente la otra piel... todo
ternura... que sabe mejor...

Mientras en el hospital...

164 ”Adiós Esther” © by ldana


Encarna no había podido dormir tranquila, había pasado la
noche en un duerme vela, que la llevaba desde el nerviosismo al
pensar en Pablo, hasta la calma al recordar que todo había acabado,
que nunca más aparecería en la vida de su hija. En aquel momento
se encontraba sola en la habitación, pero Teresa no se había movido
de allí en toda la noche, habían guardado silencio después de
relatarles la historia que todos desconocían, y aquello les había dado
a entender mejor porque Esther siempre había dicho que era una
desgraciada en el amor, sin duda, encontrar a Maca como decía
Encarna, había sido lo mejor de su vida.

T_ Buenos días Encarna, ¡cómo llueve!

En_ ¿Pero qué haces aquí?, te dije que te fueras a casa a descansar
–la quiso reñir pero el verla la llenó de paz y no pudo más que
sonreír agradecida.

T_ Calla, calla –decía sentándose con su taza de café en la mano.

En_ Tu marido nos debe odiar.

T_ Mira un secreto –bajó la voz y con mirada un tanto picarona le


dijo-. ¿Sabes?, desde que me voy y vengo, desde que estamos un
poco más. separados, nuestros reencuentros son fabulosos –
Encarna dio una carcajada más por el gesto un tanto avergonzado
que por lo que le contaba su buena amiga que podía llegar a
suponer-. Así que estoy encantada.

En_ Me alegro –sonreía-. Te mereces ser feliz.

T_ Y lo soy Encarna… te lo aseguro… Oye quería comentarte algo.. –


se quedo callada mirándola con cierta duda.

165 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ ¿Sobre Pablo? –le preguntó más asintiendo que otra cosa.

T_ Sí, bueno… más concretamente sobre Esther, tú sabes que la


quiero como si fuera algo mío, a Maca también, pero Esther siempre
me pareció más débil, ella nunca me había contado este episodio
tan desagradable de su vida, pero al saberlo entiendo muchas
cosas.

En_ Fue algo que ella quiso borrar de su mente, tiene esa facilidad –
elevó sus hombros en señal de afirmación- … yo en cambio siempre
lo tuve presente.

T_ Debió ser duro para ella… y para ti.

En_ Si Teresa lo fue, y siempre rogué a Dios para que enderezara la


vida de mi hija, le ofrecía a cambio mi vida si fuera necesario –
Teresa la miró con los ojos de madre, con esos ojos de un
sentimiento que solo es entendible entre madres-. Por eso cuando
me dijo que tenía novia, cuando conocí a Maca, cuando las vi juntas
por primera vez pensé “¡que me importa que sea una mujer!, que
me importa lo que opine el mundo entero si veo la luz en los ojos de
mi hija, esa luz del amor y la felicidad”.

T_ ¡Ay amiga… esta sociedad y sus prejuicios!, ¿por qué miramos


con los ojos de la hipocresía?

En_ Tú lo has dicho, ¿por qué no podemos dejar a la gente ser feliz?

Hubo un silencio entre ellas mientras Teresa daba un sorbo a


su café, pero aquel silencio pronto fue roto por el sonido de la
música de la canción, La Campanera cantada por Joselito, como

166 ”Adiós Esther” © by ldana


música de su teléfono móvil. Encarna la miró fijamente muerta de
risa mientras con una sonrisa cómplice descolgaba.

T_ ¿Vamos a ver, que pasa ahora guapas?

E_ Teresa primero se dice Buenos días.

T_ Venga que se me enfría el café, ve al grano –le guiñó un ojo


divertida a Encarna que mantenía una sonrisa.

E_ ¿Cómo está mi madre?

T_ Yo la veo muy bien, ¿quieres hablar con ella?

E_ ¿Estás aún en el hospital? –le preguntó un tanto desconcertada


porque sabía que de esa manera había pasado la noche con ella, y
el corazón se alegró.

T_ Sí, ¿algún problema?

E_ No, no –contestó un poco azorada por la pregunta directa de


Teresa que parecía molesta ante su comentario.

M_ Buenos días Teresa, anda se buena no machaques a Esther que


la tengo agotadita –dio una enorme carcajada.

T_ Ya tuvo que salir… si no lo dice, ¡revienta!. Pues que sepas


Macarena, que ya no me asustan tus chulerías porque todo eso es
chulería –le decía sonriendo.

M_ ¿Me has llamado Macarena? –Teresa notó su seriedad por el


tono de su voz y oyó como Esther reía abiertamente-. Oye Teresa,
que por mí… yo te lo cuento… y tú valoras.

T_ Calla, calla, te paso a Encarna. Es tu hija y tu nuera, no sé cual


de las dos está peor –le entregó el teléfono-. Apáñate con ellas.

167 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Buenos días.

E_ ¡Mamá como estás! –exclamó con preocupación.

En_ Muy bien hija… me imagino que apunto de marcharme.

M_ Encarna, ¿seguro que todo bien, eh?

En_ Sí hija sí, todo bien, de está no os quedáis sin madre.

M_ ¡No digas esas cosas, eh!, no me hagas enfadar.

En_ Bueno... ¿y vosotras qué? –les preguntó sonriente.

E_ Apurando mamá... si vieras está todo nevado... aún continua


igual ¡ah!, y si ves a Vilches dile que Maca ayer tuvo que salvarle la
vida a una niña –la miraba orgullosa mientras le acariciaba con
ternura la fina cara.

En_ ¿No me digas Maca?

T_ ¿Qué ha pasado?

En_ Que ayer mi nuera salvó la vida a una niña –le dijo al ver el
gesto preocupado de la mujer.

M_ Bueno... si no llega a ser por Esther, no lo hubiera conseguido...


me costó arrancar –les dijo sonriendo.

En_ Bien... pero arrancaste... –le sonrió-. ¿Y qué tal está la niña?

E_ No lo sabemos mami.

En_ ¡Uy que ñoña la tengo! –dijo de pronto Encarna ante la risa de
Maca y Teresa.

E_ ¡Mamá! –protestó ella-. Ya está bien.

168 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Yo siempre estoy bien... Oye Maca, a ver que le haces a mi hija
que me la dejas más tontita que tontita.

T_ Eso echa tu leña al fuego –dijo Teresa con cara de circunstancias.

M_ Pues procuro hacerlo bien ¿eh Encarna?

E_ ¡Maca joder que es tu suegra!

M_ Mira Encarna ahora le da corte, si se ha puesto colorada y todo –


decía muerta de risa.

E_ ¡Es mi madre!

En_ Anda ni que tu madre fuera tonta y no supiera lo que haces con
tu mujer.

M_ Ves –le sacó la lengua graciosamente sonriendo.

E_ Vale mamá, vale, voy a dejarte... total te llamo para saber que
tal vas y te pasas el rato hablando con Maca.

En_ Además celosa –añadió muerta de risa nuevamente-. Venga mi


amor, estaros tranquilas que estoy bien... ahora cuando el cabezota
de Vilches llegue me dará el alta.

T_ ¿Tenéis todo preparado para mañana?

M_ ¿Mañana? –le preguntó totalmente olvidada de la fiesta.

T_ Lo que yo te diga, tanto sexo no es bueno para la mente.

Todas rompieron en una carcajada, Esther y Maca porque


sabían perfectamente el gesto que debía estar poniendo en ese
momento Teresa, Encarna porque aquella amiga que había surgido
de improviso pero que estaba allí ayudándole sin importarle nada, le
hacía reír con ganas con sus divertidos comentarios, y Teresa

169 ”Adiós Esther” © by ldana


porque le encantaba escuchar las risas de la pareja después de
tantas lagrimas vertidas.

T_ La fiesta Maca, la parrillada de carne Maca, no la carne de Esther


Maca.

M_ Vale Teresa, lo he pillado Teresa, tranquila Teresa... –decía


mientras Esther se tapaba la boca muerta de risa.

T_ Encima borde y de coña, ¡ya estás muy recuperada, eh!

E_ ¡Si Teresa no sabes cuanto!

V_ ¡Pero bueno esto es una habitación de hospital o un circo! –entró


protestando Vilches.

M_ ¡Hola Vilches!

En_ Espera hija ahora le paso el teléfono, besos.

V_ Sois un poco cansinas, ¿no?


E_ Es mi madre Vilches –le habló con rotundidad.

V_ Ya y no te fías de mí.

E_ Si me fío de ti, pero es natural que quiera saber como está.

V_ Pues mira, vengo a darle una buena bronca –la miró con
seriedad la misma mirada que le devolvió ella desde su cama con los
brazos cruzados-. No tiene ni colesterol, ni triglicéridos, ni glucemia,
¡no tiene nada!, está hecha una chavalina.

En_ ¿Y qué esperabas?, comer como Dios manda es vital.

V_ Pues será cosa de Dios.

E_ ¿Y de la tensión? –sonrió el comentario de Vilches.

170 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Nada Esther, creo que ha sido un fallo de su organismo por el
stress acumulado pero nada más... deberíais pagarle unas buenas
vacaciones.

M_ Eso está hecho, un balneario a ella y a Teresa.

T_ Yo ya contaba con ello guapa, me lo prometiste hace mucho.

E_ ¡Mira qué eres bocazas! –le dio un golpecito en el brazo.

V_ Bueno voy a ver a mi paciente...

E_ Anda déjame que me despida de ella.

V_ Encarna... tu hija la empalagosa.

En_ Dime cariño –le habló como si estuviera cansada de ella,


aunque su expresión demostraba todo lo contrario.

E_ Que te quiero mami... que te quiero mucho –le dijo un tanto


emocionada y Maca le pasó su brazo por los hombros.

En_ Lo sé, yo también cariño.

M_ ¡Y yo!

En_ ¡Ay Maca, Maca!, ¿qué haría yo sin ti?. Besos.

Aquella observación dejó un tanto desconcertada a Maca, se lo


había dicho de una manera tan especial, que sintió un ligero temblor
en su cuerpo.

M_ ¿Por qué me ha dicho eso? –le preguntó a Esther que había


dejado el teléfono sobre la mesa.

E_ Porque es verdad...

M_ Ya... pero...

171 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Por qué me aguantas, será –sonrió dándole un beso en los
labios.

M_ Será –elevó sus cejas sonriendo-. Pero que sepa que te aguanto
con mucho gusto –bajó la voz para susurrarle al oído-. Sobre todo
me gusta aguantarte cuando subes sobre mí en la cama.

E_ Ya... pero ese será nuestro secreto –le contestó con la piel
erizada pues el roce de su aliento en la oreja la hizo tiritar.

M_ Vale... ¿llamamos a Carmen? –le besó el cuello.

E_ Sí –le dijo sin moverse besándole ella también-. A ver que tal
está Daniel.

M_ Bien... –siguió con sus besos.

E_ De acuerdo –la besaba subiendo la intensidad de sus labios.

M_ Me parece... perfecto... –metió sus manos por el pijama.

E_ Y a mí... –le quitó el suyo de un estirón.

M_ Si... –murmuró mientras Esther la empujaba suavemente contra


el respaldo del sofá.

E_ Creo que comunica...

M_ Si... yo también –Maca abrió sus piernas dejando que Esther se


acomodara entre ellas, mientras sus manos iban a parar al trasero
de su mujer apretándola contra ella con decisión-... Esther...
Esther...

E_ ¿Quieres que pare? –le preguntó sonriendo con gesto malvado.

M_ Posiblemente si paras, te mataré –le decía estirando su camiseta


de golpe.

172 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Es verdad... creo que debería seguir –miró su desnudez y se
mordió el labio repleta de sensualidad- ... ¡Ay! –suspiró porque las
manos de Maca apretaron con fuerza sus pechos.

M_ Creo que será mejor –decía jadeante.

E_ Maca... Maca... –no podía parar de llamarla mientras notaba


como la mano de su mujer se iba colando por su pantalón-. Cariño...
¡ay!

M_ No pares mi vida... no pares... –buscaban sus bocas deseosas,


llenaban sus labios con el roce de los otros cada vez más intensos,
cada vez más fieros.

E_ Maca... –susurró al notar como la mano recorría tan suavemente


por el camino indicado que no pudo más que gemir de placer.

M_ Esther –le animaba a seguir pues ella también había empezado


su recorrido por el sexo de una Maca que apretaba con sus
pantorrillas más y más a Esther contra su cuerpo. La miró con esos
ojos ardientes repletos de fuego y vio reflejados en los de su mujer
la misma pasión-. ¿Te gusta?

E_ Sabes que sí... ¿y a ti?

M_ Uf Esther…

Comenzaron con el ritual, sus lenguas se buscaban para jugar,


se escondían, se unían se separaban, sus manos directas buscando
profundizar en las caricias, justo cuando sonó el teléfono...

M_ ¡Mierda! –exclamó con rabia mientras Esther no cesaba de


besarla.

173 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Déjalo que suene –más que un comentario era un ruego
desesperado mientras sus manos se llenaban de su piel.

M_ Puede ser del Hospital cariño –trataba de controlar su


respiración mientras apartaba la mano del sexo de una más que
excitada Esther-. Pero sea quien sea… recuérdame que lo mate.

E_ Pues… tendrás que matar a tu madre –decía extenuada al igual


que Maca, tratando de controlar sus jadeos al ver el número de
teléfono reflejado en su pantalla.

M_ ¡Joder! –murmuró con la garganta seca. Carraspeó y tratando de


mostrarse lo más serena posible contestó-. ¿Mamá?

R_ Hola hija… ¿qué tal estáis?

M_ Bien… mamá… muy bien, ¿y vosotros? –sujetaba el teléfono con


la mano izquierda mientras Esther la miraba sonriente un tanto
desafiante un tanto provocativa…

R_ Bien hija, bien –Maca volvió a llevar su mano donde debía estar
respondiendo así a la mirada y la sonrisa de Esther que tuvo que
contener un gemido entregado-. Llamaba porque… bueno… no sé
muy bien si decírtelo…

M_ ¿Qué pasa? –se mordía el labio al ver el gesto de Esther de total


entrega a ella, con los ojos cerrados con la boca entre abierta, con
su pecho alterado por el placer que le estaba proporcionando.

R_ He estado llamando a Encarna pero… -Esther se mordía los labios


ante la sublime entrega de Maca a ella, sus movimientos variaban
de intensidad provocando casi la locura en ella-… pero…

174 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Pero qué? –su voz había cambiado pues a ella misma le estaba
provocando un alud de exaltación y fogosidad difícil de controlar.

R_ ¿Estás bien?

M_ Sí –le salió un hilo de voz pues notaba como Esther estaba


llegando a su clímax.

R_ Pues nada que… ¿Maca… Maca?

Maca había tenido que colgar, vio la necesidad de llegar hasta


la boca de su mujer que se abría para exclamar su máximo delirio,
fue como un arrebato no dudó ni un instante dejó a su madre
hablando… porque no le importaba nada que no fuera compartir la
intimidad que estaba provocando en su mujer, la locura… la pasión…
y aquella boca la llamaba a gritos para ser besada.

E_ ¿Le has colgado? –decía entre jadeos.

M_ No podía seguir sin que lo notara –sonreía tímidamente


mientras los brazos de Esther rodeaban su torso desnudo.

E_ Mi amor…

M_ ¿Qué…?

E_ Creí que me moría –decía con los ojos cerrados mientras la


sonrisa de la felicidad se había instalado en sus labios.

M_ Y yo…

E_ Te quiero cariño…

M_ Esth… -volvió a sonar el teléfono-. ¡Joder qué pesadita la tengo!


–exclamó apartándose del cuerpo de su amada y reclinándose esta

175 ”Adiós Esther” © by ldana


vez ella para poder hablar con más tranquilidad y sosiego-. Dime
mamá, si, sí se ha cortado es que tenemos muy mal tiempo –sonrió
guiñándole un ojo a Esther que a su vez volvía a sonreír
insinuantemente.

R_ Pues como te decía…

M_ Antes que me digas nada, Encarna está en el hospital –trató de


cortar a su madre porque entendía perfectamente las intenciones de
Esther.

R_ ¡En el hospital!

M_ Joder mamá casi me dejas sorda –en ese momento Esther


comenzó a rodar con su boca por las piernas de Maca que negaba
con la cabeza ante la insistencia de aquellos labios húmedos sobre
su piel.

R_ Bueno… me vas a decir que tiene –su voz se mostró algo severa
ante el silencio nuevamente de su hija.

M_ Nada, fue un susto –le contestó de manera rápida, tuvo que


humedecer sus labios… cerrar sus ojos… mientras su cuerpo se
ponía en tensión, ante la llegada inminente de Esther al centro de su
locura. Tragó saliva y trató de continuar-. Una subida de tensión.

R_ ¿Pero Maca hija qué te pasa?

M_ Nada –contestó aguantándose la risa pues notaba como Esther


ubicada entre sus piernas sonreía sobre su sexo provocando una
sensación maravillosa e única.

R_ ¿Está en el Central?

M_ ¡Si! –gritó sin poderlo evitar.

176 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¡Hija estás de un raro!, ahora casi me dejas sorda a mí.

M_ Es que no te oía –dijo mordiéndose el labio con fuerza, mientras


con su mano libre presionaba sobre la cabeza de Esther para que
profundizara más sobre la fuente de su deseo.

R_ Debe ser el tiempo.

M_ Sí, sí, sí –el último sí fue más una exclamación fuera de control
que una contestación relajada.

R_ Maca… ¿estás segura que todo va bien?

M_ No sabes lo bien que estoy mamá… oye… que… que…

Tuvo que volver a colgar no podía soportar aquella bendita


tortura de la que estaba siendo una más que entregada víctima. Una
vez colgó no quiso ahogar aquel grito que anunció a Esther que
había llegado al cielo, había rozado la luna con sus yemas, su
respiración, sus convulsiones, sus jadeos, su voz susurrando…

M_ Te quiero…

La suya contestándole.

E_ Mi vida…

Esther llegó hasta su cuello, había decidido no rozar su cuerpo


hasta llegar a él, su rincón preferido donde le encantaba perderse,
Maca se estremeció, la abrazó, la besó, sabiendo que era suya, que
le pertenecía y quería pertenecerle toda la vida… todos los días,
noches, madrugadas, amaneceres, atardeceres de lo que fuera su
vida, todo, lo quería ser de ella y para ella.

177 ”Adiós Esther” © by ldana


No tuvieron mucho tiempo para dedicarse porque nuevamente
el teléfono sonó, Maca contestó con su voz todavía envuelta por la
paz que da el amor cuando se mezcla con la pasión.

M_ Dime mamá.

R_ Como está el tiempo hija…

M_ Si… la verdad que el tiempo está muy mal –dijo exhalando un


fuerte suspiro que arrancó una sonrisa a Esther sobre su pecho-.
Encarna está con Teresa, si quieres llamarla, hemos hablado con ella
hace nada y está bien… solo ha sido una subida de tensión –hablaba
con los ojos cerrados y sus dedos jugando con el pelo de su mujer
que también había caído derrumbada sobre ella y acariciaba
lentamente su piel con la poca fuerza que le quedaba.

R_ De acuerdo –parecía ahora sí entender aquellos cortes de


teléfono-. Pues nada hija… no te molesto más… ya… ya llamo en
otro momento ¿vale?

M_ Vale mami.

R_ Adiós –le dijo tan desconcertada como sofocada al entender lo


que había pasado.

E_ ¿Mami? –le preguntó sonriendo sin demasiada fuerza.

M_ ¿He dicho mami? –no hizo el mínimo esfuerzo por moverse al


contrario buscó la manera de adaptar sus cuerpos bajo un fuerte
abrazo.

E_ Sí… -sonrió.

M_ ¡Ay Esther… es que me vuelves loca!, creo… que mi madre se ha


dado cuenta por fin, que estaba molestando.

178 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Qué vergüenza!, van a pensar que nada más hacemos el amor.

M_ Es que… no se equivocarían –sonrió.

E_ Mala –Maca dio una carcajada-. Te quiero mi vida… no me


importaría morirme así.

M_ ¡Hostia menudo susto para mí! –le recriminó ante su sonrisa


añadió-. No me digas esas cosas… no me gustan.

E_ Vale.

M_ ¿No ibas a llamar a Carmen?

E_ ¿No ibas a prepararme el desayuno?

M_ Es cierto –dijo sin moverse.

E_ ¿Y?

M_ Pues que ahora voy… llama tú primero anda.

E_ No puedo.

M_ Ni yo.

E_ ¿Y qué hacemos?

M_ Absolutamente nada… estarnos así, juntitas…

E_ Pero tengo hambre –le dijo mirándola con gesto divertido.

M_ Mi glotona favorita…

E_ Venga… ve.

M_ ¿Sabes qué Fermín nos ha traído una miel divina?

E_ ¿Ah si? –la miró pues sus ojos le estaban transmitiendo sus
pensamientos y dio una carcajada acompañada por Maca-. Pero es
pegajosa…

179 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ De eso se trata, cuesta un poquito.

E_ Maca para… creo que es mejor que hagamos todas las llamadas
precisas y desconectemos los teléfonos –se levantó a duras penas.

M_ No creo que Carmen nos vaya a llamar –puso gesto de cansancio


y un fuerte suspiro la ayudó a levantarse. Ante la mirada
interrogativa de Esther le dijo-. Fermín me oyó.

E_ ¿Qué te oyó? –sonreía divertida mientras era esta vez Maca la


que le contestaba afirmativamente con un movimiento de cabeza
afirmativo mientras elevaba sus cejas-. ¡Qué fuerte!.

Ambas dieron una carcajada común, se abrazaron, se volvieron


a besar y después de darse unos cuantos mimos, cada una fue a
hacer lo que debía.

En su cama del hospital, Encarna estaba contando a la policía


todo lo que sabía, no era mucho contó que lo conocía del pueblo y
que sabía había tenido algún problema con la droga, omitió
totalmente a su hija y tampoco dio más detalles.

Fuera esperando que terminara la declaración, estaba Teresa


con Laura que había llegado para visitar a Encarna.

L_ La verdad que creo que Encarna ha debido pagar todo cuanto ha


pasado.

T_ Si hija, sólo espero que de ahora en adelante no se les complique


tanto la vida.

L_ Luna pidió traslado, creo que hizo bien –apoyó su cabeza sobre la
pared.

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T_ No hizo bien, no, nunca debió entrometerse porque mira a donde
nos ha llevado todo eso.

L_ ¿Sabes una cosa Teresa? –ella la miró fijamente-. Me alegro


mucho por las dos, creo que a mí, también me gustaría que me
amaran así.

T_ ¿Tú también? –la miró con la mano en el pecho-…. Bueno… ya


estoy acostumbrándome a esta nueva situación…

L_ Teresa, para ¿eh?, no te estoy diciendo que quiero que me ame


una mujer, solo te digo que, me gustaría que un hombre me amara
así, tal como se quieren ellas.

T_ ¡Ah!. Pero bueno… que no pasaba nada ¿eh?

L_ Ya… pero te aseguro que no soy lesbiana.

T_ ¡Anda y Esther tampoco lo era! –se burló jactándose de ella.

L_ Te veo a ti yo… como muy normalizada ¿no?

T_ Ven –le hizo un gesto cómplice para que se acercara a ella-. Si


volviera a nacer, me haría lesbiana –le hizo un guiño guasón ante el
gesto de sorpresa de la médico-. Te lo juro.

L_ Me parece muy fuerte…

Ambas se miraron fijamente y ante el gesto afirmativo de la


mujer, rompieron a reír, justo en el momento en que se abría la
puerta y dos policías salían, las saludaron y se marcharon hablando
entre ellos. Las mujeres entraron con gestos preocupados.

T_ ¿Qué tal Encarna… han sido muy duros….?, no sé porque no me


han dejado estar aquí presente, ¡venga dime!

181 ”Adiós Esther” © by ldana


L_ ¿Pero cómo te va a decir si no la dejas hablar?

T_ Es que estoy muy nerviosa ¡hija! –se frotaba las manos como
disculpándose por hablar.

En_ Pues no estés nerviosa Teresa, y no me pongas a mí –le indicó


con su dedo índice ante la sonrisa de Laura que se borró por la
mirada asesina de Teresa-. Está todo arreglado, es una lastima
porque el chico era muy joven, pero no le sirvió de mucho la ayuda
que le ofrecieron.

T_ ¿Y de Esther?

En_ Ni palabra –contestó con firmeza.

T_ Bien… -suspiró-, menudo peso nos quitamos de encima… -se


puso en jarras.

En_ Pues más bien, sí.

L_ Y yo que me alegro, pero ahora Encarna usted se viene conmigo.

En_ De acuerdo hija.

L_ No va a protestar.

En_ ¿Y qué gano protestando?, me vas a llevar igual –elevó los


hombros con expresión un tanto decaída.

L_ Así me gusta Encarna, que sea fuerte que aún me acuerdo de la


operación de cadera el disgusto que llevaba.

En_ Más bien llevaba otra clase de disgusto –murmuró sonriendo al


recordarlo.

T_ Oye nunca me has contado ¿eh?

L_ Teresa –le advirtió en tono cansino.

182 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¿No tienes nada mejor que hacer? –le elevó las cejas.

L_ Pero Teresa estamos en el hospital… -miró a las dos que la


miraban seriamente-. Cinco minutos.

En_ Acabo antes. Pues veréis la bruta de mi hija, porque no tiene


otro nombre, se le ocurrió decirme lo suyo con Maca justo antes de
llevarme a quirófano.

T_ ¡Esther y su tacto! –sonrió.

En_ Eso mismo, yo de todos modos me quedé sorprendida porque


mientras hablaban, Maca le soltó un cariño que le salió del alma.

T_ Claro es que ella lo tenía muy asumido, es normal –decía como


tratando de justificarla.

En_ Si, si, y tan asumido que lo tenía, pero a mi se me cortó la


respiración –sonrió al recordarlo.

L_ Oiga Encarna… pues le puedo asegurar que nosotros nos


quedamos todos muy sorprendidos.

T_ Di la verdad, todos estábamos inquietos, sabíamos que algo


ocurría entre ellas pero…

L_ Ya, sobre todo tú que la tenías a la pobre machacadita.

T_ ¡Anda esta y lo rápido que veníais a preguntar, que, eh mona!

L_ Bueno ya está bien… me llevo a Encarna le hago un electro y una


analítica.

En_ ¿Otra vez?

L_ Si.

En_ A este paso me dejáis sin sangre.

183 ”Adiós Esther” © by ldana


L_ Venga, no se queje que iba muy bien. ¿Qué es eso? –preguntó
un tanto sorprendida por una música extraña que salía del bolso de
Teresa.

En_ ¿Eso? –comenzó a reír de buena gana-. La Campanera de


Joselito.

L_ Dios mío –murmuró totalmente perpleja.

T_ Seguro que son las pesadas de tus… ah no, pues este número no
se de quien es.

L_ ¡Pero quieres contestar mujer! –le decía nerviosa.

T_ ¿Si?, ¡Rosario! –exclamó alegre-. Si, si está aquí ahora se la van


a llevar a hacer unas pruebas y luego se viene a mi casa, ¡ah!, ya…
espera. Dice que vienen para aquí y Pedro pasará a recogerte para
llevaros a casa de las niñas.

En_ ¡Ah, cómo quiera pero... anda trae! –le dijo-. Rosario, hija ¿qué
tal?, yo bien no te preocupes... no quiero ser molestia de verdad, le
he dicho a Teresa que me iba a mi casa pero insiste... de acuerdo...
vale... gracias hija.

L_ Está muy solicitada Encarna –le sonrió.

En_ Insiste en que me vaya con ellos –le dijo a Teresa.

T_ Bien Encarna, yo creo que os irá bien hablar... –no pudo evitar
un poco la decepción de no llevársela.

En_ Y me ha dicho que te vengas, así mañana salimos temprano y


no pasamos por la ciudad –le sonrió.

184 ”Adiós Esther” © by ldana


L_ ¡De esta te separas!, y por cierto, ¿cómo puedes llevar esa
música tan hortera?

T_ Oye guapa de hortera nada ¿eh?, es de mi época y no esa que


me quería poner mi hijo de no se que bakuka o no se que.

L_ ¡Anda, anda vamos que me va a dar un ataque de risa con


vosotras!

C_ ¿Pero qué pasa?, estoy esperando y no venís –apareció Cruz


cruzándose de brazos en la puerta con gesto atónito.

L_ Nada Cruz, que aquí Encarna es una mujer muy solicitada.

C_ Venga, vamos mujer solicitada... si es que no se puede ser tan


grande.

En_ No me digáis esas cosas, ¡y anda vamos a pincharme antes que


me arrepienta!.

T_ ¡Oye Cruz! –la apartó Teresa cuando se llevaron camilla-.


¿Seguro qué todo está bien?

C_ Seguro –le guiñó un ojo.

T_ Menos mal, porque ya está bien de disgustos, ¿no?

Lejos de allí, en la cocina Maca estaba preparando el desayuno,


se había puesto el delantal que llevaba normalmente su suegra y al
entrar Esther no pudo más que apoyarse sobre el marco de la
puerta mondándose de la risa, Maca al verla, la miró elevando su
ceja derecha en señal de insinuación.

M_ ¿Qué te pasa?

185 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Nada... es que estás graciosísima, Maca Wilson la super pija del
Central –se le acercaba con andar burlón y sonrisa dibujada en sus
labios-, con coleta, y el delantal de su suegra –dio una carcajada-.
Estás para comerte enterita...

M_ Te perdono todo lo anterior ante esa posibilidad maravillosa –le


dijo entrecerrando los ojos mientras se acercaba sin tocarla.

E_ ¿Y digo yo... dónde está la miel esa... tan jugosa...?

Esta vez quien rompió a reír fue Maca, se besaron con


suavidad.

E_ Venga que tengo un hambre.

M_ ¿De mi?

E_ Eso ni se pregunta cariño... pero mi estómago también tiene


hambre –le dio una palmada en el culo al pasar por su lado y dejarle
el café con leche

M_ ¿Qué te ha dicho Carmen? –le preguntó sonriente ante el golpe


cariñoso.

E_ Que de traernos a Daniel, nada de nada.

M_ ¿Cómo que nada? –la miró extrañada.

E_ Ya ves cariño... que dice que esta es nuestra última noche de


solteras... y que la aprovechemos.

M_ Pues ¿sabes qué?

E_ ¿Qué? –le dijo dando un bocado a la tostada.

M_ Que tiene razón, que deberíamos aprovechar cada instante que


tenemos hoy.

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E_ Me parece una idea excelente –seguía comiendo.

M_ ¿Tanta hambre tienes?

E_ Sí. Oye –la miró fijamente-. ¿No me habrás dejado embarazada,


verdad?

M_ ¿Te importaría? –posó su mano entre la pierna de Esther que dio


un brinco cayéndole un trozo de pan tostado con mermelada.

E_ No, me encantaría... pero por favor... déjame cargar pilas –la


miraba con gesto suplicante.

M_ Es que no puedo Esther... me pones.... me pones... –se


acercaba a ella con cuidado mordiéndose el labio.

E_ ¿Y la miel?

M_ Cerquita –le susurró-. A mano.

E_ ¡Ay que no puedo... que no puedo! –decía sorbiendo el café.

M_ ¿Qué no puedes mi vida? –le acariciaba la cara.

E_ Aguantar.

M_ Bien.

E_ Dios Maca...

M_ Esther...

E_ Voy a hacer algo que he querido siempre.

M_ Sorpréndeme –puso sus codos sobre la mesa y la miró.

E_ Espera –dio el último sorbo a su taza acabando con todo el café-.


Esto.

187 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther retiró con su mano todo cuanto había sobre la mesa, el
ruido estrepitoso de los platos, tazas y cubiertos rodando por el
suelo, hicieron que Maca diera una gran carcajada, miraba con
deseo a su mujer, sabía lo que quería, apoyó su espalda en el
respaldo de la silla, que separó lo suficiente para que ella pudiera
hacer lo que pensaba, mientras Esther abría sus piernas y se ponía
sobre ella sin sentarse, la miraba con ardor, sus ojos gritaban el
deseo que estaba sintiendo, Maca sonrió cómplice y Esther entendió
su juego... comenzó a desabrocharse los botones del pijama ante la
mirada deseosa de Maca que no la tocaba, solo disfrutaba ante
aquel cuerpo que tanto deseaba, ante aquella persona que tanto
amaba, entonces cuando Esther lentamente se retiro la camisa,
Maca comenzó a recorrer con sus manos lentamente las piernas de
su mujer que comenzaba a respirar un poco más agitadamente,
después comenzó a besar su ombligo… pasaba lentamente su
lengua por el vientre mientras Esther se subía graciosamente a la
mesa mirándola con pasión, Maca se mordió el labio, la contempló
con sus ojos repletos de amor tumbarse sobre la mesa mientras con
sus piernas enlazaba las caderas de la pediatra que sonreía y
lentamente se iba acercando más y más a ella, justo cuando iba a
doblar su cuerpo, justo cuando sus labios estaban a un paso de
aquellos pezones que la atraían como si fueran un imán, justo
cuando los iba a rozar, sonó el timbre de la puerta.

E_ ¡La hostia! –no pudo evitar gritar mientras Maca apoyaba su


frente sobre el pecho de su mujer que comenzaba a maldecir en
arameo-. ¿Y ahora quién coño es?... ¡de verdad eh!, ¡esto es muy
fuerte, joder!

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M_ Para que me va a dar algo –sonreía mientras trataba de
controlar su respiración.

E_ Sea quien sea, te juro que me oye.

M_ ¡Menudo día de solteras!, entre unos y otros.

E_ Pero esto no queda así –la miró desafiante!

M_ Tomo nota –cuando la vio perderse tras la puerta, con sus


manos se tapó la cara resoplando y así tratando de volver a
controlar sus deseos. Entonces murmuró-. ¡Qué fuerte!

Mientras, Esther había llegado una vez se había arreglado del


todo, el timbre había vuelto a sonar y la insistencia le hizo pensar
que quizás eran noticias de la Beni, lo que hizo que su semblante
cambiara. Al abrir, se quedó boquiabierta, con los ojos abiertos
como platos.

En el hospital, Cruz estaba firmando el alta de Encarna


mientras ésta terminaba de vestirse con la ayuda de una Teresa que
se mostraba contenta de que su buena amiga estuviera recuperada.

T_ Bueno Encarna esto ya está…

En_ Que ganas de salir de aquí, no sé con lo poco que me gusta a


mí este lugar, como mi hija puede trabajar tan a gusto.

T_ Es cuestión de acostumbrarse… y digo yo… tardan mucho en


llamar de nuevo ¿eh?

En_ Déjalas… que disfruten que luego ya no será igual –tocaron a la


puerta-. Adelante.

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R_ ¿Puedo pasar? –le preguntó Rosario con un ramo de flores.

T_ ¡Qué barbaridad de ramo! –exclamó sonriendo Teresa que fue a


cogerlo para que las consuegras pudieran darse un par de besos.

R_ ¿Cómo estás? –la abrazó sorprendiendo a la propia Encarna.

En_ Bien… nada más fue un susto… yo creo que debilidad más bien.

R_ He hablado con Cruz –le sonrió y luego besó a Teresa que seguía
con el ramo en sus manos-. ¿Qué tal Teresa?

T_ Bien hija bien. Toma Encarna que es tuyo.

En_ Gracias es hermoso, pero no debías haberte molestado –decía


emocionada.

R_ No digas tonterías Encarna... ¿nos vamos?

En_ Sí por favor.

R_ ¿Teresa te vienes ya con nosotros?

T_ No, ya acudo yo a la noche Rosario, tengo que trabajar y dejar


todo preparado para mi marido. ¡Pero no empecéis a hablar sin mí!
–les acusó con el índice.

En_ Tranquila hija... te esperaremos... –sonrió.

T_ De acuerdo... cuídala Rosario, le iría muy bien tomarse un


caldito.

R_ Eso está hecho...

En_ Ven aquí Teresa –su amiga llegó y al recibir el enorme abrazo
de Encarna cerró los ojos emocionada. Mientras Encarna le decía
con un nudo en la garganta y una gran emoción en su voz.-. Gracias
por estar ahí, gracias.

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Ajenas a cuanto sucedía, en la casa una vez se arregló también
Maca, salió a ver quien era, quien osaba romper un momento tan
íntimo entre ellas, aquel pensamiento, le recordó lo que instantes
antes había conseguido Esther en ella, un deseo que le había llegado
como una oleada de calor abrasándole todo su interior. Al salir, lo
hizo secándose las manos en el delantal, la estampa de Maca
saliendo con el pijama, su pelo recogido y el delantal, mostró a las
visitantes que aquella mujer que aparentaba frialdad, era como
todas las demás mujeres.

Ella también abrió sus ojos, le extrañó ver allí a Libertad y


Asunción, la abuela y la madre de Benilde, ambas al verla salir se
giraron quedándose frente a ella paradas, observándola
detenidamente mientras por detrás, asomaba la cabeza de una
Esther un tanto incrédula ante aquella inoportuna visita.

M_ Hola –les dijo ante aquella mirada un tanto a la defensiva y su


tono seco.

As_ Buenos días Doctora –se le acercó con un pañuelo entre sus
manos temblorosas al igual que su barbilla que no cesaba de
contraerse.

M_ ¿Cómo está la niña? –preguntó temiéndose lo peor mientras se


acercaba a la madre.

As_ Vengo… vengo primero a darle las gracias –de sus ojos cayeron
un par de lagrimas tan fuertes que Maca mostró temor ante las
noticias que pudiera darle-. Gracias por salvar a mi pequeña que es
lo único que tengo…

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M_ No debe darme las gracias, soy médico y… era mi deber luchar
por su vida, el mío y el de mi mujer –lo dijo con rotundidad sin
titubeos y Esther sonrió levemente-. De todos modos, me alegro
que la niña esté bien.

As_ También venía a disculparme… por todo cuanto dijo mi marido…


yo… yo –le costaba decir las palabras que tanto había ensayado.

L_ Mi hija quiere decirle que a nadie le importa como viven.

As_ Quiero pedirles perdón… porque mientras mi marido les hirió…


les humilló… ustedes salvaron a mi hija a cambio… y no soy capaz
de dormir no soy capaz de mirarle a los ojos… lo siento –decía
llorando con una gran congoja.

Allí, en aquel comedor, que tantas emociones se habían vivido,


que tantas veces había sido testigo de disculpas, que aquellas
paredes habían acogido tantas veces el perdón, de Maca, de Esther,
de Rosario, de Carmen, quizá ninguno había sido tan del corazón
como el que aquella mujer realmente agradecida les estaba
ofreciendo, no podía mirar a los ojos de una Maca que la miraba
completamente impresionada, que no sabía muy bien que decirle, y
cuando buscó los ojos de Esther para que le ayudara, vio como su
mujer la miraba emocionada sin saber muy bien que decir, era la
primera vez que alguien les pedía disculpas por haberlas ofendido,
tan poco acostumbradas estaban que no sabían que hacer ni que
decir.

As_ Sé que fue un momento muy desagradable y que entendería


que no aceptaran mis disculpas... pero... no podía quedarme con
este dolor en mi corazón.

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M_ No hace falta que se disculpe –acertó a decir Maca mirándola
con calma-. De verdad, lo importante es que su hija se recupera, el
daño que nos hizo su marido ya está olvidado, ¿de acuerdo?

As_ Lo siento de verdad.

E_ No sigo disculpándose –añadió Esther acercándose a la mujer y


pasando su mano por la espalda.

As_ Si puedo hacer algo por ustedes... cualquier cosa... no duden


que pueden contar conmigo... lo que sea –miró por primera vez a
los ojos de Maca-. Gracias –le sonrió.

M_ Me alegro que Beni esté mejor... de verdad... –le mostró su


mejor sonrisa.

L_ Que Dios les Bendiga.

Fueron las últimas palabras que ambas mujeres dijeron, y allí


completamente absortas se quedaron la pareja, Esther fue a cerrar
la puerta y al girarse vio a Maca con su boca un tanto entreabierta,
los ojos que le estaban dando a entender que no había podido
asimilar lo que allí había pasado y ella misma pensó que su rostro y
sus ojos debían reflejar la misma incredulidad. Entonces como si
hubieran pensado lo mismo se miraron en silencio y tras unos
segundos de desconcierto, Esther se acercó hasta Maca y se
abrazaron.

M_ ¡Qué fuerte cariño!

E_ Si, prométeme que cuando nos jubilemos vendremos a vivir aquí

M_ Te lo prometo.

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E_ Menos mal que Beni está bien... –dejaron de abrazarse tan
intensamente para sujetarse de los brazos suavemente con las
manos sin presionar como si fueran figuras de cristal que al tacto
pudieran romperse-. Eres la mejor mi vida.

M_ No digas tonterías...

E_ Es cierto... que luego te lo crees.

M_ ¿Yo? –la miró sonriente mordiendo levemente su labio inferior.

E_ Sí tú, mi pija preferida –la besó con suavidad-. Mi pija adorada –


volvió a besarla.

M_ ¿Tenemos algo pendiente, no? –la estrechó con más fuerza


acercándola a su cuerpo.

E_ ¿Crees que nos dejaran?

M_ Tengo una idea –la besó rápidamente.

E_ ¿Qué haces? –la miraba divertida.

M_ Clavijas fuera... no funciona el teléfono, desconecta el tuyo –


decía nerviosa por las ansias de poder seguir con aquella propuesta
de Esther.

E_ ¡Ya está! –exclamó divertida también ella sonriendo un tanto


alterada.

M_ ¿Qué mas falta?

E_ La puerta.

M_ Si... espera.... –se marchó al cuarto y la veía como se movía


divertida.

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E_ Estás de un sexy vida mía con el delantal, que no sé si
aguantaré... –se mordía la uña.

M_ Ya...

E_ ¿Pero...?

M_ ¿Te parece bien? –le enseñó un cartel hecho a mano.

E_ ¡Estás loca! –se precipitó hasta ella abrazándola.

M_ Te juro que es lo que pienso hacer, volverte loca –sus ojos


echaban fuego como si fueran flechas directas a su mujer.

E_ Ya lo estoy –murmuró con su respiración algo excitada.

M_ Voy a ponerlo.

E_ Como venga alguien, va a alucinar.

Esther daba carcajadas sonoras, pues Maca puso un gran cartel


con la leyenda “NO MOLESTAR”.

Cuando Encarna llegó a casa de sus hijas, parecía como si


aquel lugar hubiera permanecido inmutable al paso de los días,
demasiados, aún permanecía el olor al perfume de Maca, al sentarse
en el sofá, vio una goma del pelo de su hija, aquella casa le hablaba
de ellas, y le recordaba todo el calvario sufrido.

R_ Voy a avisarles que ya estás en casa.

En_ De acuerdo... –le sonrió.

R_ ¿Parece mentira, verdad? –la miraba mientras tecleaba el


número de su hija.

195 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Sí, todo está igual, es como si no hubiera ocurrido nada el día
que Maca vuelva a su casa, va a ser un impacto para ella.

P_ Ya está todo, voy a ir a encargar la comida, ¿qué te apetece


Encarna?

En_ Lo que comáis vosotros y con la sangre que me han sacado,


algo fuerte como un buen potaje –sonrió.

P_ Ya vuelvo cariño –le dejó un beso en la mejilla ante la sonrisa de


Encarna.

R_ No tienen el teléfono conectado... –elevó las cejas.

En_ Estarán ocupadas.

R_ No me lo recuerdes... –sonrió sonrojándose-... creo que antes


cuando he llamado he sido un tanto inoportuna...

En_ Pobrecillas deben estar rendidas –sonrió más fuerte.

R_ Pues... deben estarlo porque el de casa tampoco... será la


tormenta.

En_ ¡La tormenta pasional! –exclamó muerta de risa.

R_ Ya era hora... ya lo tienen bien merecido... nada, el teléfono de


la casa no va y ambos móviles desconectados.

En_ solo les falta el cartel de no molestar en la puerta.

Se miraron dando una estruendosa carcajada, feliz, por fin...


después de tanto sufrimiento volvía la felicidad a aquellas mujeres
que tanto habían pasado.

196 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca cerró la puerta muerta de frío ante la mirada repleta de
fogosidad de su mujer, que se acercó a ella despacio, de igual
manera que lo hizo Maca hasta que sus bocas se unieron en un beso
profundo, abrazadas, sin despegar sus bocas, sus manos repletas
de la piel ajena, tratando de arrancar la ropa de la otra, caminando
llegaron hasta la cocina, Maca abrió con un golpe de cadera la
puerta y entraron besándose con locura, con un frenesí que parecía
que les habían comunicado que el mundo se iba a terminar y debían
aprovechar los momentos que quedaban, susurraban palabras
sueltas, no les daba tiempo a más, pues sus lenguas parecían
unidas que no podían estar la una sin el tacto de la otra. Esther
separó por fin con algo de apuro la boca extasiada, húmeda y
enrojecida por la presión de los otros labios a Maca, la miró, se
llenaron de esos ojos, unos y otros, entregándose pasión y amor,
mucho amor.

M_ Esther... –su voz sonó dependiente.

E_ Hazme el amor Maca... vuélveme loca cariño –su voz jadeaba


mientras le arrancaba con un golpe secó pero firme el delantal-.
Quiero que me vuelvas loca...

M_ Sí... si –decía con un hilo de voz casi ahogada por el deseo.

Llegaron hasta la mesa y una vez Esther tropezó con ella se


subió y Maca le acomodó su propio jersey para que apoyara la
cabeza, a un lado había dejado preparado el frasco de la miel, y
junto a él, uno con mermelada de fresa, ambas sonrieron
ampliamente, habían llegado desnudas entre caricias fieras, besos
apasionados, mientras la ropa fue quedando repartida allá por

197 ”Adiós Esther” © by ldana


donde pasaron. Esther al ver lo que Maca le había preparado dejó
escapar un suspiró repleto de deseo, se sentó y llegó hasta Maca
que aún estaba de pie, la besó con pasión, necesitaba tocar a la
pediatra, a quien le quitó la goma del pelo dejándole la melena
suelta, tal y como a ella le gustaba verla, Maca apoyó su mano
sobre el pecho de la enfermera que separó sus piernas esperándola,
entregándose como si fuera la tierra que con ansias espera la lluvia,
una lluvia en forma de besos, caricias, finos mordiscos que volvían
loca a Esther que pasaba sus manos por la espalda de su mujer
quien decidió bajar el ritmo, se separó lo justo para mirarle a los
ojos, para entender que estaba dispuesta a dejarse hacer todo
cuanto ella quisiera... y Esther se lo confirmó con un susurró repleto
de ardor.

E_ Hazme lo que quieras Maca... pero ya... por favor.

M_ No tengas prisa mi vida, mi princesa, mi niña... mi amor... –le


musitaba mientras jugueteaba con su oreja, primero atrapó entre
sus labios el lóbulo, después adentró su lengua suavemente para
cambiar el ritmo y conseguir un grito profundo de Esther-. ¿Te gusta
cariño?

E_ Maca... me estás volviendo loca –decía con sus labios


humedecidos por su propia lengua, y la garganta seca por el deseo.

M_ Ya voy cariño... pero me gusta tanto verte así.

Le decía con una dulzura infinita mientras su mano, apartaba la


melena de Esther para recorrer el cuello de ésta con su lengua,
alternando en el juego besos finos con dibujos de aquella lengua
que hacían gemir a Esther que había posado sus manos en las

198 ”Adiós Esther” © by ldana


caderas de su mujer tratando de moverla pues necesitaba sentir su
propio calor.

Con un movimiento inesperado, Maca rozó sus pezones con la


miel, jugueteó con ellos y cuando ya quedaron a su gusto, su lengua
recorrió lentamente desde la base de su cuello, aquel pequeño
agujero en la base de su garganta que le hacía detenerse allí a la
pediatra, para después poco a poco bajar por su pecho, primero
recorrió lentamente el pecho izquierdo entre gemidos de Esther, y
los suyos propios, sabía que estaba regalando a su mujer un placer
que se merecía después de tanto sufrimiento, quería darle todo su
amor, llenarla de pasión, de una locura repleta de sentimientos
tiernos y apasionados. Así, llegó hasta su pecho lamió la miel
desatando en Esther movimientos como si fuera un palmera agitada
por el viento, no podía cerrar sus labios, ni sellar sus gemidos, allí
en aquella cocina nadie podía ser testigo de aquellos gritos de
placer.

E_ Maca... Maca –le acariciaba la espalda lentamente aunque a


veces debía clavar sus uñas de manera suave porque el deseo
desataba en ella las caricias más viscerales del amante que está
siendo transportado al séptimo cielo-. Sigue... sigue...

Y Maca seguía, siguió con su otro pecho, lo lamió con una


maestría que dejó patente, el tiempo podía haberle hecho olvidar
cosas, pero jamás olvidar el punto exacto donde Esther lograba
estremecerse, una vez terminó con aquella miel jugosa fue a su
boca para poder transmitirle un poco de su aliento, como si fuera el
oxigeno que recibe el ahogado para sobrevivir, de igual manera

199 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther recibía los besos de Maca, humedeciendo sus labios algo que
agradecía profundamente. Después volvió a separarse volvió a
mirarla y Esther sonrió mordiéndose el labio, sabía que cuando
aquellos ojos la miraban así, acababa cerca de las estrellas aun
siendo de día.

M_ ¿Sigo?

E_ Maca por Dios... sigue por lo que más quieras.

M_ A ti, a ti es a lo que más quiero –le susurró jugando su nariz con


la de su mujer que seguía tratando de forzar que sus caderas
reposaran en las suyas y que una y otra vez, Maca se resistía-. Me
gustas cariño mío... no sé si puedes imaginar cuanto te quiero,
cuanto me gustas...

E_ Maca...

Y allí en aquella mesa volvieron a encontrarse las dos amantes,


Esther recibiendo el sol de Maca, la lluvia de Maca, el viento fresco
de Maca, que daba sentido a las raíces de su tierra, que no era otra
cosa que aquel corazón repleto de amor por ella. Y allí con su dedo
pasando entre sus pechos, por su estómago, jugando a dibujar
miles de formas inimaginables unas otras repletas de sentido como
ese mismo corazón que ella también sentía latir repleto de amor por
Esther, hasta que llegó al ombligo donde se detuvo, donde su
lengua recorrió lugares que hicieron a Esther doblegar su cuerpo,
llamarla con su propia piel, llamarla con su propia voz.

Esther trataba de aferrarse a algo pero lo único que podía


hacer era gemir con un placer extremo, Maca era así, la volvía loca
como jamás nadie lo hizo. Y al notar como uno de los dedos de Maca

200 ”Adiós Esther” © by ldana


recorría lentamente su sexo como si fuera una rosa, no pudo más
que volver a gemir y Maca a sonreír tratando de controlar su propio
deseo visceral al verla entregada a ella; con sumo cuidado cubrió
aquella rosa con un poco de mermelada, el contacto hacia que
Esther gimiera, sin parar, sin cesar en aquella respiración que se
entrecortaba con las caricias de Maca. Y su frenesí estalló cuando
Maca al envolver aquella flor suave y tierna con sus labios, aquella
flor que para ella era la más bella, no pudo más que cerrar los ojos
cuando con cuidado aquellos labios comenzaron a besar lentamente
aquella maravilla, cuando su lengua comenzó a lamer la mermelada,
Esther giraba su cabeza de un lado a otro mientras con decisión
hundía sus dedos entre el pelo de su mujer jugueteando con
suavidad estirando con voracidad, se había desatado la pasión,
ambas gemían sin evitar nada, Esther se convulsionaba ante las
suaves pero profundas caricias que le estaba dedicando la lengua
que jugaba como si fuera aquella agua que regaba la rosa, y así,
cambiando el ritmo profundizando, besando, atrapando entre sus
labios aquellos hermosos pétalos, así, logró que Esther se llenara de
luz, se llenara de hermosura y con su mano entrelazada a la suya
llegara a tocar la luna que estaba escondida pero Maca la había
descubierto solo para su mujer quien la tocó la rozó con sus dedos
porque Maca la llevó hasta ella con una dulzura a la que Esther no
podía más que entregarse entera.

Un aullido, una convulsión y un erguir su cuerpo hicieron


entender a Maca que había logrado su propósito, entonces con
suavidad separó su cara de aquel lugar que para ella era su
debilidad, dejó que Esther juntara sus piernas, subió con cuidado su

201 ”Adiós Esther” © by ldana


cansado cuerpo, la besó, la acarició con una ternura infinita y Esther
aún con la respiración agitada necesitó abrazarla, besarla y adorarla
como la adoraba.

E_ No puedo moverme Maca.

M_ Pues no te muevas –le musitó feliz.

E_ Ha sido increíble... gracias mi vida... gracias por llevarme a la


gloria.

M_ Ha sido un placer –le besó la frente.

E_¿Y tú?

M_ ¿Yo qué?

E_ ¿Crees que podré llevarte allí dónde he estado yo? –la miraba de
manera provocativa.

M_ Yo creo que sí... es más... –la miró profundamente-. Estoy


segura que sí.

Esther sonrió y dejó el sitio que ocupaba para que una Maca
que no podía borrar de sus labios la sonrisa se tumbara. Esther
suspiró para poder controlar las ganas que tenía de devorar aquel
cuerpo maravilloso, trataba de dominar su estado excitado para
poder devolver a su mujer todo cuanto ella había sentido. Una vez
Maca estuvo cómoda subió sobre ella, le sonrió y comenzó a besar
suavemente su rostro, simples roces de sus labios que desataban
los latidos de ambos corazones, su boca rodaba por sus mejillas
lentamente, cuando Maca cerró los ojos le besó con tacto los
párpados, después llegó a la comisura de aquellos labios tan

202 ”Adiós Esther” © by ldana


sensuales que parecían llamarla a gritos, al notar como se
entreabría su boca para dejarle pasó, dejó caer su cuerpo
totalmente sobre el de su mujer que la aferró como si fuera una
planta carnívora, la atrajo a ella con una mezcla de fuerza y
suavidad, sus manos acariciaban despacio la espalda, sus piernas
rodeaban sus muslos dejando que ambos sexos pudieran rozarse
con suavidad, que ambas sintieran que formaban un solo cuerpo, un
solo amor. Sus cuerpos comenzaron a moverse con la danza de la
pasión, los gemidos salían de sus gargantas, las caricias se hacían
más intensas según iba elevándose la temperatura de aquella
ardiente y maravillosa locura. Sus lenguas, ágiles buscaban
encontrarse, y cuando lo hacían, Esther era quien se retiraba
creando en Maca la sensación de máxima dependencia, entonces la
buscaba, se incorporaba en aquella mesa donde la locura y la
fantasía les estaba haciendo devorarse, se levantaba buscando la
boca que tanto deseaba, y cuando la atrapaba, sus labios oprimían
los otros con fuerza con éxtasis, se mordían provocando que sus
respiraciones jadeantes aumentaran ante tal frenesí.

M_ Esther... cariño...

E_ ¿Qué mi amor? –le susurró en su oído pues estaba besándolo,


lamiéndolo y succionándolo con delicadeza.

M_ Te quiero... te quiero –su voz aterciopelada se había vuelto


trémula por el deseo y el placer que en ella estaba provocando cada
movimiento de Esther.

E_ Y yo... –le besó nuevamente los labios-. Te adoro...

203 ”Adiós Esther” © by ldana


Y tomó el camino que tanto le gustaba, aquel cuello de Maca
fino y largo al que tanto le seducía dedicarle su tiempo, sus besos,
su lengua recorriéndolo despacio algo que lograba que a su mujer se
le erizara la piel de una manera que la excitaba. Después con
ternura fue bajando hasta sus pechos, donde los pezones la
esperaban ansiosos, allí silenciosos pero haciéndose ver como la flor
que nace en primavera, captando la mirada de todos, pues de igual
manera la mirada de Esther se dirigió sin titubear hasta ellos que de
manera suave los acarició con su boca, los besó con toda su
delicadeza mientras la frente de Maca se arrugaba producto de su
gesto al notar aquel hermoso tacto, al notar como se fundía su boca
en ellos. Soltó un tímido gemido gutural mientras sus labios se
apretaban con fuerza, sin poder contener aquel momento de lujuria
que sabía era el preámbulo de aquello que tanto le gustaba, y que
sabía Esther era la única persona que la había transportado hasta
aquel lugar único y privilegiado.

M_ Esther...

Le salió como un susurró de su voz ahogada por la delicia de


sentirla, por la delicia de saber que era suya. Las manos de Esther
dibujaron un recorrido por ambos laterales de su torso, después
elevó los brazos de Maca besándole la parte interna de los mismos,
algo que logró hacerle emitir otro gemido, que arrancó una sonrisa
de una entusiasmada Esther.

E_ ¿Te gusta? –le susurró.

M_ Sí, sigue –fue lo único que acertó a decir extasiada por las
caricias de su mujer-. Sigue...

204 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther con cuidado, llegó hasta sus pies, comenzó a besarlos,
comenzó a lamer sus piernas haciendo que cada milímetro de piel
que era recorrido se fuera estremeciendo, al llegar a los muslos, no
titubeó, dejó un pequeño mordisco que hizo que Maca se
incorporara un poco apoyándose sobre sus codos, para observar lo
que tanto le gustaba, ver en aquel lugar a Esther, alargó uno de sus
brazos para poder obligarla a detenerse donde deseaba, pero ella
lejos de obedecerla, pasó de largo haciendo que Maca jadeara como
si fuera una locomotora, la miraba con sus ojos fogosos le pedía, le
susurraba que no parara, que la hiciera suya a lo que Esther sentía
su propio deseo ir creciendo. Entonces de un solo movimiento se
aupó hasta los labios de Maca, se fundió en un beso largo, sus
cabezas se ladeaban de un lado a otro continuadamente, se mordían
fuera de control mientras sus manos se enlazaron, sus respiraciones
se alteraron de tal modo que Maca no podía controlar ni siquiera los
latidos de su corazón.

M_ Esther... por favor... –susurraba con su voz extasiada con la


garganta seca.

E_ No tengas prisa mi vida... quiero volverte loquita –le sonrió


mientras suavemente le dejaba tumbarse sobre la mesa
nuevamente-. Así...

M_ No voy a poder Esther... –le decía mojándose los labios con la


lengua, su deseo se había disparado como nunca antes, pensaba
para sí, y sus ojos así se lo demostraban a Esther, brillaban con el
brillo especial que da la luz del máximo placer y su respiración se
volvía agitada por momentos-. Me estás matando... no puedo más...

205 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Claro que puedes cariño... claro que sí –le volvió a susurrar.

Esther cogió la mermelada con su dedo índice le untó sus


pezones con sutileza mientras Maca le rodeaba con sus manos
ambas caderas, su lengua jugueteó y saboreó la mermelada
mientras emitía un gemido de placer al saborearla entre sus
pezones; las manos de Maca se habían aferrado a la nuca de la
enfermera que no cesaba de jugar con aquella maravilla que parecía
estar hecha únicamente para su deleite. Con cada movimiento
juguetón de su lengua Maca emitía más y más gemidos sin
controlarse, haciendo fuerza con sus manos sobre la cabeza de
Esther que no dudó en juguetear con sus dientes en atrapar aquella
maravilla.

M_ Esther...

Fue un susurro con su voz envuelta en una nube, en la nube


que da la felicidad y en la que ambas habían decidido subirse
nuevamente y de la que no querían bajar, en aquella nube
volviéndose loca por las caricias de los labios, la lengua y los dientes
de Esther estaba Maca que le pedía más y más algo que hacía que la
excitación de ambas fuera aún mayor.

Después de devorar sus pechos bajó por su vientre y al igual


que había hecho ella, se detuvo a jugar con su ombligo, se detuvo a
recorrer el vientre con la lengua mientras al mismo tiempo su mano
rozaba aquella humedad que le indicaba cuanto la deseaba y la
necesitaba. Sonrió de manera malévola, y Maca la miró sonriendo
ampliamente aunque no tenía fuerzas para apoyarse sobre sus
codos, así que dejó que ella hiciera lo que quisiera, y lo que quería

206 ”Adiós Esther” © by ldana


Esther, era lo que deseaba ella. Notó como llegó hasta su tesoro tal
y como ella lo llamaba, allí como si estuviera aún escondido en el
fondo del mar, buceó Esther, primero pasó sus dedos suavemente
provocando un leve tiritar en Maca, después como si ésta le hubiera
puesto una alfombra roja para que su sirena entrara como lo que
era, su protagonista a aquel lugar reservado para ella, entró
sintiendo su calor, su humedad y en aquel mar, no le importaba
pasarse el resto de sus días y sus noches, Maca dejó escapar un
grito extasiado y a la vez se mordía el labio, mientras Esther
desfilaba una y otra vez cual aquella sirena por su alfombra, y con
su boca sorprendió a una Maca que pensaba estaba a punto de
morir.

E_ Yo también tengo mis armas.

Le dijo murmurando mientras en su boca se ponía un bombón


de chocolate de los que Maca había subido la noche anterior, con
forma redonda provocando tal éxtasis embriagador en ella, que
trató de aferrarse a la mesa pero el placer que le estaba llegando a
oleadas no le dejaba más que sacudir su cuerpo, con los ojos
cerrados, la boca entreabierta por donde ligeros gemidos escapaban
de su alma, y que según el movimiento de Esther tanto dentro como
fuera de ella, hacían que fueran subiendo su intensidad, que se
transformaran en gritos desesperados que por primera vez dejó
escapar de su alma, como si de aquella forma, su alma renaciera y
borrara de su interior todo lo sufrido. Esther disfrutaba de oírla, de
verla, de sentir en su interior toda aquella oleada de sensaciones
que le producía y su propia excitación le hacía emitir sonidos
guturales hasta que aquella alfombra húmeda y salada, comenzó a

207 ”Adiós Esther” © by ldana


contraerse y Maca a gritar, entonces dejó a un lado el bombón que
tanto había hecho estremecer a su mujer y la ayudó a llegar al cielo
besándola con locura, y ante el grito, las convulsiones y los ruegos
de Maca, detuvo aquella pasión descontrolada

M_ Esther... Esther... –la abrazó mientras su pecho jadeaba como si


hubiera perdido completamente el control.

E_ Mi vida estoy aquí... estoy aquí...

M_ Te quiero –su garganta estaba seca y su voz le llegó de manera


ronca pero aún así, era tan maravillosa que Esther se sintió feliz-.
Me haces tan feliz.

E_ Mi amor... y tú a mí... –le contestó extenuada... completamente


extasiada.

M_ Te quiero –musitó con un hilo de voz pues de igual modo su


extenuación no le permitió más que tratar de tragar algo de saliva
para recuperarse.

Y allí subidas en su nube se quedaron adormiladas...

Una vez pasada la pasión y llegada la calma decidieron irse a la


cama, después de beber una buena cantidad de agua para reponer
fuerzas, y entre abrazos y besos mezclados con sonrisas y
preguntas ante la satisfacción obtenida, se acostaron, allí yacían
abrazadas, y entre caricias lentas y susurros entregados Maca había
sido la primera en caer dormida, una vez cerró sus ojos se separó
tímidamente del cuerpo de Esther, se puso sobre su lado derecho y
su mujer le pasó sobre su cintura el brazo. Ante ella, aquella

208 ”Adiós Esther” © by ldana


espalda desnuda que tanto le gustaba contemplar, aquellos hombros
en los que por la mañana le dejaba besos suaves, eran lo más
parecido a rozar el cielo, siempre lo pensó y muchas mañanas le
decía con voz placida, besarte es como si pudiera rozar el cielo y
quedarme en el Paraíso, sonrió al pensarlo y entonces, sin saber
porque una triste sombra se posó en su mirada. No podía descansar,
miró alrededor y todo aquello que había vivido con ellas la transición
hasta su mejoría, sabía iba quedarse atrás, no lo pudo evitar y un
escalofrío recorrió su piel. Se levantó sin hacer ruido, sin despertar a
una más que entregada al descanso merecido Maca, que quedó allí
tapada con la sábana aquel cuerpo desnudo que hacia unos
instantes había vivido un éxtasis de placer.

Esther se levantó, se detuvo ante aquel enorme ventanal


recordó su impresión cuando se encontró con él la primera vez, y
recordó como si fuera ese mismo momento la sensación de calma
que llenó su interior, aquello era lo que necesitaba Maca para
curarse, y aquella ventana mostrando sin tapujos la maravilla de la
tierra, le dio su primera esperanza. Después recorrió con la yema de
sus dedos aquella chimenea que tanto calor les había dado, que les
daba luz por las noches para a hurtadillas contemplarse, le sirvió de
guía aquella maravillosa noche que entró a escondidas y fue
inolvidable, sonrió al recordar a su madre y su suegra allí y ella
desnuda bajo la cama, sonrió, pero su sonrisa mostraba una
pequeña mueca de pena. Cuando fue a salir de la habitación, apoyó
su mano derecha sobre el marco de la puerta, despacio giró su
cabeza y aunque su melena había sido recortada, le molestó lo
suficiente para no poder ver a Maca completamente, sacudió a un

209 ”Adiós Esther” © by ldana


lado el pelo con un golpe seco de cuello y al poder verla sonrió
ampliamente, allí estaba su mujer, descansando como tanto le
gustaba admirarla, Maca relajada, por fin su Maca estaba allí.
Despacio deslizó su mano por la madera y recogió su melena para
seguir hasta el comedor. A su mente tantas y tantas imágenes
llegaron de golpe que pudo sentirse por un momento cuando Maca
fue despertado de su letargo y cada imagen llegaba a ella de golpe,
si a ella le estaban provocando un alud de emociones podía
entender el sufrimiento de su mujer. Allí la había masajeado, leído,
reñido, sonreído, jugado con Daniel... todo había sido compartido
allí, frente aquella chimenea había saboreado el cuerpo de mujer,
una sonrisa salió mientras se emocionaban sus ojos, y con paso
lento se adentró hasta la cocina, era medio día y la luz que entraba
le daba ese calor que cuando estaban allí las madres, tenía, ese
color y ese calor especial, con sus palabras de aliento, de apoyo, de
algún que otro regaño, al mirar la mesa sonrió sin más allí en aquel
lugar habían vibrado de una manera loca, de una manera unilateral,
ambas siendo una. Recogió con cuidado todo lo que ella misma
había hecho rodar, algunos platos rotos a cambio de ese placer valía
la pena, desde luego estaba convencida de que Carmen así lo diría.
Carmen... una mujer tan bondadosa que no sabía como podían
devolverle todo cuanto les había entregado, al recordarla volvió a
entristecerse, ellos Carmen y Fermín le habían dado muestras de
apoyo, comprensión y sobre todo Carmen que le había dado un
amor maternal sin esperar nada a cambio, si, los iba a echar de
menos.

210 ”Adiós Esther” © by ldana


La jornada para Teresa había terminado, después de pasar por
su casa prepararse una bolsa con la ropa que quería llevarse al día
siguiente, pues hablando habían acordado todos ir con ropa cómoda,
y ella, no sabía que podía elegir de su armario como ropa cómoda.
Después de estar un buen rato con las puertas abiertas desechando
palomillas con ropa, decidió llevarse unos pantalones negros con
una camisa y un buen polar. Se despidió de su marido que ya
estaba empezando a acostumbrarse a aquellos abandonos de su
mujer y antes de pasarse por casa de sus niñas, lo hizo por la
peluquería.

Cuando llegó a casa, fue Pedro quien le abrió y con una sonrisa
le hizo pasar adelante.

P_ ¿Qué tal Teresa?

T_ Muy bien Pedro –le contestó alegre dándole dos besos que ya no
sorprendieron al hombre acostumbrado a los gestos cariñosos de la
mujer-. ¿He llegado muy pronto?

P_ No, para nada, pasa pasa, yo me iba a comprar.

T_ ¿A comprar? –lo miró con los ojos abiertos como platos.

P_ Pues sí... es que en casa hay poca cosa y Rosario me ha


mandado... pero ven –Teresa se acercó un poco y puso su oreja
cerca de la boca de Pedro mientras miraba hacia delante-. Creo que
es una táctica para poder hablar vosotras.

T_ ¡Ah, ya entiendo ya! –soltó una carcajada acompañada por él.

R_ ¡Pero Teresa qué haces aquí!, pasa, pasa.

211 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Acabo de llegar y Pedro me estaba contando... –le guiñó el ojo al
hombre mientras él se iba.

R_ Ya... Encarna te está esperando un tanto inquieta.

T_ Ya... ¿te ha contado algo?

R_ No, me ha hecho mandar a mi marido fuera –sonrió.

T_ Vale... pues venga... que traigo noticias frescas, ¿dónde dejo


esto? –le preguntó señalando ambos bolsos.

R_ Aquí, luego ya los subimos. Encarna ya está aquí Teresa.

En_ Hija mía si que has tardado –se besaron pues Encarna estaba
retumbada en el sofá por órdenes expresas de Rosario-. Cuenta.

T_ Pero si Rosario no sabe nada aún...

R_ Voy a por el café que está preparado.

T_ ¿Cómo te encuentras?

En_ Bien hija, sin novedad –le sonrió.

T_ ¿Y qué sabemos de la parejita?

En_ Pues –miró hacia la cocina por si volvía Rosario y le dijo


sonriendo-. Nada, mi consuegra estaba como loca llamando a todos
los teléfonos.

T_ ¿Y? –la miró fijamente con la mano en la barbilla.

En_ Pues nada, que las pobres criaturas deben haber arrancado
todas las clavijas –dio una carcajada.

T_ No me lo puedo creer –murmuró atónita.

212 ”Adiós Esther” © by ldana


R_ ¿Qué no te puedes creer? –le preguntó Rosario mientras salía
con la bandeja.

T_ Lo de las chicas –le hacía espacio en la mesa-. ¿Nunca van a


tener suficiente?

R_ Bueno... ya he desistido ¿eh? –sonrió también.

T_ Imagino –resopló y aquel gesto hizo que tanto Encarna como


Rosario rompiera en una carcajada que al final fue acompañada por
ella misma-. Maca diría... ¡qué fuerte!

En_ Y tanto –agregó sonriendo y una vez se calmaban le dijo-.


Bueno y ahora cuenta.

T_ Pues nada, mira Rosario hemos encontrado al hijo de Carmen y


Fermín.

R_ ¿No me digas? –esta vez quien puso gesto de sorpresa fue ella.

T_ Así es, la vida que tiene cada casualidad que te deja perpleja.

R_ ¿Y qué ha dicho? –la miraba con interés.

T_ Estuvimos hablando con él y hoy, me he pasado para


asegurarme que vendría mañana con nosotros.

En_ ¿Y qué ha dicho? –la miró un tanto inquieta.

T_ Que no, que no está preparado que en su vida hay muchos


cambios y sus padres no los van a aceptar... no quiere volver a
sufrir otro rechazo.

En_ Normal, lo entiendo.

213 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Ya pero yo no comparto esa decisión con él, he hablado con
Rafael su pareja, es pintor, un chico más majo y le encanta el
campo, yo creo que sería feliz en casa de sus suegros.

En_ Ya está Teresa planificando el futuro del chico –sonrió mirando


a Rosario.

R_ ¿Y no podemos hacer nada para que cambie de opinión?

T_ Yo creo que irá, solo tiene que pensarlo bien además tiene un
hijo.

En_ ¿Carmen es abuela?

T_ Sí.

En_ Se nos muere cuando lo sepa.

T_ No podemos decirlo.

R_ ¿Por qué no?

T_ Porque creo que eso tiene que ser su hijo el que le explique el
entramado de la situación. Además yo lo único que veo posible, es...
que si él no va los traigamos nosotros y los dejemos frente a la
peluquería.

R_ Eso también es verdad –le entregó la taza de café a Teresa.

En_ No está mal pensado Teresa...

T_ Gracias. Pues no ¿verdad Encarna?

En_ Madre mía puedo imaginarme los lloros de Carmen.

R_ Si, la verdad que cuando recuperas lo que crees perdido siempre


es un alivio para el alma –susurró Rosario ante la mirada de las dos
apenada.

214 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Si, así es.

R_ ¿Y eso? –preguntó sobresaltada ante una música.

En_ La Campanera de Teresa –dio una carcajada que resonó por


todo el comedor siendo acompañada por una Rosario que parecía
haber aprendido a reír.

T_ ¡Son las chicas! –exclamó feliz abriendo el teléfono-. ¿Con quién


hablo?

E_ Hola Teresa soy Esther... –su voz sonó un tanto extasiada.

T_ Esther hija no te reconocía... creíamos que habíais tenido algún


problema en la línea.

E_ ¿Ah si?

T_ Espera voy a poner el altavoz. Nunca veo el dichoso botoncito...


¿tú lo ves Rosario?

E_ Desde luego... –sonreía Esther mientras con la mano que le


quedaba libre le ponía agua al gato-. ¿Ya?

T_ Ya, hija, menos mal que Rosario entiende estas cosas –le guiñó
el ojo-. Así que problemas con la línea ¿eh?

E_ Pues no Teresa, pero era la única forma de tener un ratito de


intimidad.

T_ ¿Más? –casi fue un grito ante el comentario.

E_ Tú no tienes arreglo a escandalizarte... hola Rosario.

R_ Hola hija, ¿qué tal?

E_ Muy bien... la verdad que casi ni me creo lo bien que estoy.

215 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Normal hija... normal... –repitió contenta con mucho cariño en
sus palabras.

E_ ¿Cómo estás mamá? –le preguntó contenta.

En_ Muy bien hija, yo casi tampoco me creo lo bien que estoy –
sonrió.

T_ ¿Y Maca qué no la oigo? –preguntó en su estado más cotilla.

E_ Durmiendo.

En_ Hace bien –intervino Encarna cortando el comentario que iba a


hacer Teresa.

E_ Os voy a dejar... sólo quería saber como estabas mami, a la


noche volveré a llamar.

En_ No hace falta hija todo está bien.

E_ ¿Sobre qué hora vendréis mañana Rosario?

R_ Pues Pedro me ha dicho que ha quedado con Vilches a la una del


mediodía para llegar con tiempo.

E_ Está bien, ¿dónde está Pedro?

R_ Lo mande a comprar.

E_ ¿A comprar? –preguntó asombrada.

R_ Pues sí, nosotras teníamos cosas de que hablar.

E_ Eso está bien –dio una carcajada que denotaba su felicidad-.


Bueno... pues os dejo... voy a ver si preparo algo de comer.

T_ Eso, reponer fuerzas ¡guapa!

216 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Se hará lo que se pueda... de verdad –sonrió por lo bajo
mientras negaba con su cabeza.

En_ Hasta mañana hija y no hace falta que desconectéis todo, no


vamos a llamaros ¿eh?

E_ Mamá... –la riñó pero sonriente-. Hasta luego.

T_ Adiós, hija.

R_ Adiós –dijo Rosario sonriente también-. Que gusto da hablar con


ella y notarla así de feliz.

En_ Se lo han ganado a pulso ¿eh?

T_ ¡Ay Dios quiera que todo siga bien!

Y allí se quedaron las tres hablando de sus planes, de sus


proyectos y de lo que esperaban para la pareja.

Hacía ya algo más de media hora que Esther se había


levantado, estaba en la cocina preparando la comida, y necesitaba ir
a ver a su amor, necesitaba llenarse de ella, tenerla controlada. Al
entrar la vio dormir tan plácidamente que no pudo más que sonreír
emocionada, después se acercó y le dejó un suave beso sobre la
sien, allí estaba su Maca, repetía tanto aquel pronombre porque era
lo que tanto le decía siempre, “eres mía”, que por fin podía exhalar
con profundidad los suspiros porque ya llegaban a su alma. Así se
giró y volvió nuevamente a apoyarse en el ventanal, el día era
estupendo, había vuelto a salir el sol y la nieve se deshacía con
lentitud, miró dibujando sus labios una media sonrisa como su
muñeca de nieve iba perdiendo la forma, entonces notó como los

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brazos de Maca rodeaban su cintura, y como con suavidad le
obligaba a reposar la cabeza sobre su hombro desnudo. Por el cristal
reflejada la vio desnuda, sonriendo y dejando suaves besos sobre la
cara de Esther que cerró sus ojos entregándose a aquellas tiernas
caricias.

M_ ¿Qué te pasa? –le preguntó.

E_ Nada –susurró mientras se aferraba a las manos de Maca que


cubrían su tripa.

M_ No me mientas... sé que te pasa algo.

E_ ¡Ay Maca! –suspiró dejando caer todo su peso sobre ella que la
acunó.

M_ Te da pena irte ¿verdad?

E_ Sí, hemos pasado muchas cosas aquí, buenas y malas pero... me


encanta este lugar.

M_ ¿Podríamos proponerle a Fermín que nos la venda?

E_ ¿Y qué hacemos con la casa de la sierra?

M_ Bueno... se nos está quedando pequeña... la compré solo para


mí –le besó nuevamente la sien.

E_ Vamos... si solo tenemos a Daniel... ¿no exageras un poco? –le


golpeó suavemente la mano.

M_ No, sé que te encanta este lugar... ¿por qué no vamos a


intentarlo?

E_ Sería maravilloso –sonrió y se dio la vuelta para pasar sus brazos


alrededor del cuello desnudo de Maca-. ¿Verdad?

218 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Sí... tal y como están las cosas, nos vendría muy bien volver, así
podríamos pensar y valorar con la calma que da este lugar algunas
de nuestras cosas –dijo lentamente mirándola a los ojos.

E_ ¿Pensar? –la miró sin entenderla muy bien.

M_ Pues...

En aquel momento llamaron a la puerta. Esther fue abrir,


pensativa

E_ “ ¿Qué ha querido decir con pensar y valorar?. Dios mío ¿no


serán nuevas lagunas...?, ¿no estará pensando en ... dejarme?...”.

Y así con un gesto de preocupación abrió la puerta, ante ella


una sonriente Carmen que miraba divertida aquel cartel que Maca
había colgado y que el que Esther se había olvidado completamente
de él.

Ca_ ¿Molesto?

E_ No Carmen, claro que no, tú nunca molestas ya lo sabes –sonrió


y al ver el gesto de la mujer con sus cejas dirigiéndolas hacia el
cartelito añadió-. Cosas de Maca.

Ca_ Me encanta esta Maca... oye, mírame, ¿qué te pasa?

E_ Nada Carmen.

Ca_ ¿Seguro?, mira que a mí no me engañas.

E_ No es nada.

M_ ¡Carmen! –apareció Maca con su amplia sonrisa y se dirigía


hasta ella-. ¿Pero qué haces en la puerta? –la abrazó con cariño.

E_ Pues que está aún alucinando con tu cartelito Maca...

219 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¡Ah! –dio una carcajada acompañada por la mujer.

E_ No le veo la gracia ¿eh? –dijo un tanto seria arrancando el cartel


y yéndose hacia la cocina.

Ca_ ¡Vaya se ha molestado! –le dijo mirando un tanto intrigada a


Maca.

M_ No, está cansada.

Ca_ No me extraña hacéis unas caras –dio otra carcajada.

M_ ¡Pero vas a pasar o qué!, anda pero si vienes cargada. ¡Esther!

E_ ¡Qué! –le dio un grito desde la cocina.

M_ Anda ven ayúdanos que Carmen viene cargada –le decía sin
gritar pero alzando un poco la voz.

E_ ¿Y por qué no me lo has dicho?

Ca_ Pero si no es nada... veréis es que he pensado que mejor tener


ya todo aquí hoy, así mañana podéis estar un ratito más solas –
entraron en la cocina.

E_ Oye Carmen nos tienes que decir cuanto te debemos ¿eh?, para
nada vamos a dejar que gastes tú dinero por nosotras.

M_ A ver cariño –la apartó un poco y cogió un poco de frambuesa.

E_ Maca... estoy haciendo la comida.

M_ Ya... tengo hambre –la miraba fijamente.

E_ Pues creo que no deberías comer ahora, ¿eh?

M_ Joder Esther pareces mi madre –le dijo sonriendo.

220 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Eso sabes porque –decidió intervenir porque notó el
comportamiento un tanto extraño de Esther-. Porque te ha estado
cuidando tanto que piensa que debe continuar con su protección.

M_ Si es que mi Esther es un encanto –la abrazó por detrás dándole


un beso en la mejilla.

Ca_ Ni que lo digas.

E_ Anda, anda –le hizo que se apartara suavemente.

M_ ¿Cómo está mi niño? –aquel “mi”, no pasó desapercibido para


Esther que estaba pendiente de todo cuanto Maca hablaba.

Ca_ Pues está hecho un sol con su abuelo Fermín jugando en las
caballerizas, pero no os preocupéis, en cuanto llegue lo baño.

E_ No te hemos dicho nada –le dijo con tono conciliador.

Ca_ Es que no me hace falta que me lo digáis, me basta con


vuestras caras

M_ Creo que luego nos va costar tenerlo en la civilización.

Ca_ Eso os quería preguntar, realmente, lo de la carne era una


excusa. ¿Puedo sentarme? –les preguntó.

M_ No creo que nos lo tengas que preguntar –elevó una ceja de


manera irónica.

Ca_ ¿Cuándo os vayáis, podremos ir a Madrid a verlo?

E_ No solo eso Carmen, te prometo que vendremos a veros.

Ca_ Gracias –sacó un pañuelo de su manga y se limpió los ojos,


aquel gesto de la mujer fuerte que para ellas era, les llegó a las dos
al alma-. Es que el niño es un bendito como sus madres y...

221 ”Adiós Esther” © by ldana


bueno... una que os ha tomado mucho cariño, ¿qué queréis que
haga? –dijo a modo de disculpa.

M_ Eso Carmen. Precisamente eso, ser como eres con nosotras, ser
como has sido el apoyo de Esther, y habernos ayudado como lo has
hecho con Daniel, y de verdad que no sé como os lo vamos a
agradecer –le cogió la mano ante la mirada atenta de Esther y al
mirarla Maca, agregó un tanto dubitativa.

E_ Claro Carmen, ya lo sabes que nosotras también te apreciamos


mucho y además, cuando estemos en Madrid, te prometo que
buscaremos la manera de localizar a tu hijo.

Ca_ Eso será lo que Dios quiera hija, yo sigo rezando y


agradeciéndooslo. ¡Y ahora me voy!, vuelve a poner el cartel –sonrió
limpiándose los ojos.

M_ Es que Carmen no paraban de molestarnos.

Ca_ Si me hago cargo, no me tienes que dar explicaciones, ha sido


una muy buena idea.

E_ Eso tú ves dándole ánimos, que me veo que mañana no deja


pasar a nadie.

M_ Será que solo me gusta a mí, ¿eh? –la miró mordiéndose el labio
sin esconder en su mirada unas ganas enormes de devorarla.

Ca_ Ya me voy, ya me voy –decía la mujer levantando las manos.

M_ Te acompaño.

E_ Hasta mañana Carmen –le besó.

Ca_ ¿Seguro estás bien?

222 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Seguro.

Esther comenzó a poner la mesa mientras su cabeza no cesaba


ni un instante de funcionar. No sabía porque le había cubierto el
alma el miedo que las palabras de Maca le habían causado. Quería
aprender del pasado y no cometer los mismos errores, así que en
cuanto Maca entrara hablarían de lo sucedido, porque aquella
reacción suya no era normal. Estaba nuevamente de espaldas a la
puerta poniendo el tomate en la ensalada, cuando puso la sal y se
giró vio a Maca apoyada en ella con sus dos manos tras la espalda,
su cara mostraba una expresión un tanto inquieta, algo que todavía
preocupó más a Esther.

E_ ¿Qué haces?

M_ Contemplarte.

E_ Me pones nerviosa, ¿lo sabes? –le acusó con el cuchillo.

M_ Sí.

E_ Claro y por eso lo haces.

M_ Sí –le sonrió.

E_ ¿Comemos? –Maca asintió y se acercó hasta ella tomándole del


brazo obligándola a que se girara-. ¿Qué?

M_ No me gusta ver la sombra que tienes en tus ojos, ¿vale? –le


dijo con tono serio.

E_ No tengo ninguna sombra. Solo tengo hambre.

223 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca no contestó solo la miraba intensamente, una caída de
sus parpados dio por buena la explicación de Esther, la atrajo
suavemente hasta ella y la besó con infinita dulzura.

Durante la comida, hablaron de temas intrascendentes


sintiendo ambas que algo había sucedido, Maca sabía lo que era
pero no quiso arreglarlo ella, prefirió ser sincera después, total, el
daño ya lo había hecho.

En el cuarto de invitados, descansaba una Encarna que no


paraba de darle vueltas a la situación que había vivido con Pablo,
había subido a descansar por orden de Teresa, pero le era imposible
cerrar los ojos, a su mente llegaban todas las imágenes más duras
de su vida, aquellas donde por segundos pensaba que delante suya
iban a matar a su hija, podía notar como su sangre hervía como
aquella otra vez, hizo un gesto de rabia y tras exhalar un profundo
suspiro, trató de cerrar los ojos. Pero en aquel momento oyó como
su consuegra hablaba con alguien.

En_ Pasa Rosario estoy despierta –le dijo al oír que daba dos golpes
en la puerta.

R_ Es Maca... quiere hablar contigo.

En_ Claro –sonrió.

R_ Adiós hija... está bien –tapó el auricular y le dijo-. La noto un


poco seria.

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En_ ¡Madre mía! –murmuró. Cogió el teléfono y Rosario se marchó-.
Dime hija.

M_ ¿Qué tal Encarna?

En_ Mucho mejor de verdad Maca, ahora estoy descansando porque


ya sabes tú la pesada de Teresa no me dejaba hacer nada.

M_ Hace bien, te tiene que cuidar, aunque pronto podrá cuidarte


Esther.

En_ Deja, deja que yo estoy bien y Esther necesita otras cosas –
Maca guardó silencio Encarna no vio su rostro pero de haberlo visto
se hubiera alertado. Su seriedad y el ceño fruncido era el típico
gesto que no gustaba nada a su suegra porque daba muestras de su
alto grado de preocupación-. ¿Va todo bien hija?

M_ Sí, sí... todo bien...

En_ ¿Y Esther?

M_ Ha ido a descansar un poco.

En_ Bien. ¿Y Daniel?

M_ Estaba en las caballerizas –sonrió por primera vez-, con Fermín


ya sabes...

En_ Es un hombre maravilloso ese Fermín.

M_ Si. Encarna... –nuevamente silencio.

En_ Dime hija...

M_ Sólo quería decirte que te quiero... te quiero mucho.

En_ ¿Y eso por qué me lo dices así?, parece que te fueras a


desaparecer.

225 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No digas cosas raras Encarna... sólo necesitaba decírtelo.

En_ Vale cariño –le contestó no muy convencida.

M_ Pues nada Encarna, dale un beso a Teresa, voy a ver si arreglo


un poco la cocina... Cuídate.

En_ ¿Qué habrá pasado ahora? –murmuró un tanto inquieta.

Mientras en el caserío, Esther estaba acostada, se había


quedado dormida, y en sueños le había parecido escuchar un sonido
extraño, no se movió porque estaba tan cansada que no le dio
importancia, al rato oyó como tras el ruido se cerraba la puerta de la
habitación, al mirar a su lado, Maca no estaba, se había levantado
de hacer la siesta, sin saber porque... los latidos de su corazón se
dispararon, así que decidida se levantó y entonces se dio cuenta que
faltaba algo de ropa del armario, su boca se secó y un gesto de
espanto cubrió su rostro... salió precipitadamente al comedor y allí
la vio.

E_ ¿Qué haces Maca? –le preguntó extrañada al verla poniéndose el


abrigo y sobre el sofá preparado su bolso y una pequeña bolsa de
mano.

M_ Me voy –contestó segura.

E_ ¿Adónde? –se acercó a ella con gesto de incertidumbre y su


frente arrugada por el miedo.

M_ Lo siento Esther... te he dejado una carta –se pasó la lengua por


el labio inferior.

E_ ¿Una carta?, Maca –su voz sonó fuerte como advirtiéndole.

226 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No puedo Esther... lo siento de verdad... pero no puedo –cerró
sus ojos.

E_ ¡Quieres explicarte de una puta vez! –explotó nerviosa ante lo


que era inminente.

M_ Lo he intentado pero no puedo... no quiero seguir contigo... no


puedo seguir contigo.

Aquella frase dejó completamente helada a Esther, no podía


reaccionar, Maca decidió quitarse el abrigo, sabía que si la había
descubierto debía dar la cara. Dejó el bolso a un lado y se dirigió al
centro del comedor, cogió la carta y la rompió, después miró a
Esther que seguía como si fuera una estatua en el medio del
comedor, completamente impactada por aquellas palabras frías que
habían supuesto para ella, como balas que surcaron el aire para
adentrarse todas juntas en su corazón, balas que habían logrado
hacerle estallar en añicos aquel músculo que le daba vida, y que en
ese instante había cesado de latir.

E_ No te entiendo... ¿a qué viene esto? –acertó a murmurar.

M_ Viene a que tú y yo no podemos seguir juntas.

E_ Es lo que antes querías decir ¿no?, cuando hablaste de pensar y


hablar con calma –Maca asintió un tanto nerviosa sin poder soportar
su mirada-. Maca ¿te encuentras mal?, ¿has vuelto a tener algún
problema en la cabeza?, es eso ¿verdad?, ¡es eso! –necesitaba que
le dijera que sí, necesitaba sacudirse el miedo y la incomprensión
ante la actuación de Maca.

227 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Creo que es lo mejor, tú encontrarás a otra persona y yo...
bueno... yo me llevo a Daniel y...

E_ ¡Un momento! –exclamó alertada por la situación que le estaba


planteando con su hijo-. ¿Quieres llevarte a Daniel de mi lado?

M_ Esther es lo mejor.

E_ Eres una egoísta... solo estás pensando en ti –trató de calmarse


para continuar diciéndole bajo la atenta mirada de Maca-. Por eso
dijiste mi hijo, porque lo consideras así... y yo como una imbécil
pensando que habíamos conseguido volver a ser una familia...

M_ No me lo hagas más difícil.

E_ ¿Difícil?, ¿sabes lo que me estás pidiendo? –la miraba con el


miedo grabado en sus pupilas y una sonrisa repleta de miedo-.
Pensabas marcharte así, huyendo... dejándome una carta...

M_ Creí que era lo mejor.

E_ ¿Lo mejor? –sonrió entristecida con lagrimas en los ojos y cara


totalmente desencajada.

M_ ¿Recuerdas cuándo pasó lo del accidente?, ¿aquel día que tú me


ibas a pedir volver?

E_ Sí –se acercó a ella temerosa notaba como todo su cuerpo


temblaba.

M_ Sabía que me lo ibas a pedir.

E_ ¿Y? –la miró con seriedad y mirada penetrante.

M_ No iba a volver.

228 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ No ibas a volver –fue lo único que se le ocurrió, lo único que
pudo hacer fue murmurar lo mismo que le acababa de decir su
mujer-. Pero...

M_ Lo siento Esther... lo siento.

E_ ¡Maca! –la agarró fuertemente del brazo cuando pasaba por su


lado, ella se detuvo con su gesto serio marcado en el rostro-.
¿Desde cuándo sabes que me ibas a abandonar?

M_ Desde que volví a tener conciencia de todo.

E_ ¿Y me lo dices ahora? –seguía mirándola incrédula pero también


repleta de indignación y su tono fue sobrecogedor por la intensidad
del reproche.

M_ Sí.

E_ Después de todo lo que hemos hecho, después de hacer el amor


como fieras... de devorarnos, después de rogarme que me quedara
a tu lado... de decirme que me amabas...

M_ Lo siento... me pareció lo justo por todo cuanto te has ocupado


de mí.

E_ ¿Te has acostado conmigo por agradecimiento?

M_ Esther no le pongas el lado dramático ¿vale?, no seas infantil.

Empujada por el dolor cruel al que estaba infringiéndole las


palabras de la que era su vida, sin pensarlo con la palma de la mano
bien abierta, la abofeteó, el sonido de la bofetada resonó en toda la
casa, el frío entró de golpe como si toda la calidez que habían
construido en aquel lugar, se evaporara del mismo modo que los
sentimientos entre ellas habían desaparecido.

229 ”Adiós Esther” © by ldana


Maca volvió poco a poco la cara, tenía marcada en ella los
dedos de Esther la furia de su dolor había salido con todas sus
fuerzas contra ella, sabía que era una reacción normal después de lo
que estaba ocurriendo. Pero Esther allí mirándola con los ojos
repletos de desolación, de pena, de rabia, de dolor no estaba
dispuesta a aceptar aquello como algo normal.

E_ No puedo creerlo Maca, no puedo creer lo que me estás diciendo,


no puedes mentir tan bien... en la cama... con mis besos... con mis
caricias...

M_ No he mentido Esther, sabes que hacer el amor contigo es algo


que me apasiona, pero no puedo estar a tu lado solo por sexo, ya
no.

E_ ¡No digas eso! –le dijo entre dientes con rabia y cerrando los
ojos.

M_ Las cosas no son siempre como queremos –fue a acariciarle la


cara pero Esther se apartó-. Es lo mejor, ahora no lo ves pero es lo
mejor.

E_ Para ti, puede –su voz apareció ronca por el dolor y la angustia
que sentía en su garganta-. ¿A dónde vas a ir? –ante la mirada de
Maca agregó-. No me importa por ti, pero sí por mi hijo –murmuró
con pena y al hacerlo sintió como su alma se desgarraba.

M_ De momento con mis padres a Jerez.

E_ Otra vez no... otra vez no... Maca –repetía con negando con la
cabeza, cerrando los ojos, agachando la cabeza, sintiéndose
perdida.

230 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Podrás venir cuando quieras a verlo... siempre y cuando quieras
venir, claro.

Esther sintió como si aquel comentario fuera aceite hirviendo


que le estaban echando lentamente sobre su piel, había tratado de
controlar su cólera pero la actitud para ella incomprensible de Maca,
sus palabras, su frialdad, aquella postura tan suya de superficialidad
de haberse puesto una coraza ante todo cuanto ella decía o hacía,
pudieron con su autocontrol, su respiración comenzó a agitarse, su
boca comenzó a secarse y sin poderlo evitar, Esther con rapidez, dio
los pocos pasos que le separaban de ella y se abalanzó contra el
cuerpo de Maca, comenzó a pegarle, gritándole, insultándola, quería
arañarle, sacarle a golpes aquella frialdad, Maca que parecía no
haberse sorprendido de su reacción, dio un paso que le fue
suficiente para enganchar sus brazos y darle la vuelta, la apoyó
contra su pecho, pasó sus brazos y los de la propia Esther por su
vientre, al ver que no podía con su fuerza, la enfermera rompió en
un llanto desgarrador, cayendo poco a poco hasta el suelo, su amor,
se marchaba y no podía hacer nada, todo el tiempo a su lado, todos
los días todas las noches, y todo había sido mentira. ¿Qué iba a
hacer con todo el amor que sentía?, ¿cómo iba a vivir sin ella?. Maca
la acunó, le susurró con su voz más trémula de lo normal que la
perdonara, que la amaba pero no podía perdonarla

E_ ¿Perdonarme... qué he hecho para qué no me puedas perdonar?


–le preguntó sin fuerzas tras el ataque de histeria que le había
dado, con los puños apretados, con la mirada perdida, con el alma
rota.

231 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Tú lo sabes, no me lo hagas repetir –seguía acunándola contra
su propio cuerpo, la cabeza de Esther reposaba sobre su hombro
mientras lloraba con una gran congoja. Mientras con la voz rota
Maca le susurró-. Lo siento.

E_ ¿Y qué digo mañana? –quería retenerla como fuera... no sabía


que más podía utilizar y con su voz rota fue lo único que se le
ocurrió susurrar.

M_ La verdad...

La dejó sobre la alfombra allí medio echada y con la espalda


apoyada sobre el sofá, no vaciló ni un instante quizá porque si lo
hacía, podría dar marcha atrás a todo cuanto había dicho, o eso
quiso pensar Esther mientras la veía ponerse el abrigo, mientras la
vio coger el bolso, la bolsa de mano y con un dolor punzante, agudo
e insoportable en su corazón, vio como abría la puerta, vio entre el
mar de lagrimas que resbalaban por su rostro, como ni siquiera se
giraba, como ni la buscaba con su mirada ante de macharse, tan
solo escuchó como musitó con la voz apagada:

M_ Adiós Esther...

Rota por el dolor, desgarrada el alma se quedó sentada en el


suelo, llorando sin poder ceder en las lagrimas, en los sentimientos
que Maca había destrozado de un solo golpe, pero ella no podía
dejarla marchar, no podía dejar que se fuera de aquella manera, de
aquel modo tan cruel. Se levantó con las pocas fuerzas que le
quedaban, las lagrimas bañaban su rostro, el corazón galopaba
como si fuera un caballo salvaje a galope por el prado libre, llegó a

232 ”Adiós Esther” © by ldana


la puerta abriéndola de golpe, el intenso frío y ventisca que hacía,
golpearon su rostro, pero ni siquiera aquel helor le hizo temblar
como lo hizo la actitud desconcertante para ella de Maca, no la veía,
no estaba y allí rota en la puerta volvió a caer poco a poco al suelo
mientras rompía en un llanto cruel... un llanto desolador, y comenzó
a murmurar su nombre, con ira, con rabia, hasta que con un golpe
de furia gritó al viento ese viento frío, ese viento helado, ese viento
que parecía con su sonido burlarse de ella una y otra vez de una
manera despiadada.

E_ ¡Maca! –la voz resonó por toda la montaña podría escucharla si


iba caminando, y nuevamente desesperada elevó al cielo con sus
pulmones repletos de dolor su voz rota por el llanto y volvió a gritar-
. ¡Maca!

M_ ¡Esther!, ¡Esther cariño despierta!, Esther mi vida... –la


zarandeaba en la cama con la expresión del temor reflejada en cada
movimiento que hacia para sacarla de allí, de aquel lugar tenebroso
en donde se encontraba.

E_ Maca... Maca –se abrazó a ella muerta de miedo con la


respiración agitada y sudando, mientras las lagrimas derrapaban por
su rostro.

M_ Ya está mi vida, ya pasó –la abrazaba con fuerza, con ternura,


mientras trataba de arreglar su despeinado pelo, trataba de calmar
lo que veía en sus ojos un miedo atroz-. Ya está, estoy aquí.

E_ Te ibas... me dejabas... me moría...

M_ Esther cariño, ¿cómo me voy a ir?, nada más ha sido una


pesadilla, sólo eso.

233 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ No me dejes por favor –se aferraba a aquellos brazos, aquel
cuerpo que la estaba meciendo y protegiendo de aquel miedo.

M_ A ver... mírame –Maca separó un poco su cuerpo para poder


quedar cara a cara con ella, le tomó de la barbilla, le limpió las
lagrimas que caían aún por el miedo que había sentido-. Jamás te
dejaré... te quiero como no he querido a nadie en mi vida, eres la
persona más importante para mí ¿vale? –la miró con ímpetu.

E_ Vale... pero lo vi tan real –decía llorando.

M_ Es solo una pesadilla Esther... –insistía con una sonrisa tierna


dibujada en sus labios mientras retiraba sus lagrimas.

E_ Me decías que habías hecho el amor conmigo por agradecimiento


a cuanto había hecho por ti–un hipo provocado por el sofoco la hizo
detenerse-. Porque te apasionaba... pero solo por agradecimiento...
–hacía continuados pucheros como si aquella parte de la pesadilla le
hubiera impactado aún en la realidad.

M_ Bueno... en algo tiene razón esa pesadilla –la miraba con sus
ojos repletos de ternura y ante el gesto de Esther agregó-. En que
me apasiona hacerte el amor, en que me vuelve loca –Esther sonrió
con pesar mientras le daba un golpecito suave en el brazo. Maca se
acercó poco a poco a ella besándola con ternura mientras con sus
dos manos le sujetaba la cara con cuidado como si fuera algo
sagrado-. Ay Esther, ¡mi niña!, que ya vuelve a ser la Esther mía, la
Esther de siempre –la miró fijamente a los ojos y le susurró con su
voz suave como la seda al desgarrarse-. La mujer que amo más que
a mi vida.

234 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Tú Esther? –trataba de tragar saliva porque los besos de Maca
siempre la dejaban trastornada y después de lo que acababa de vivir
mucho más.

M_ Sí, la Esther niña que me gusta, la Esther atemorizada que me


busca por la noche en la cama, la Esther llorona que quiere que la
mime hasta la saciedad, mi Esther –volvió a besarla con pasión-.
Pero la nueva Esther que encontré al despertarme me vuelve loca
igual ¿eh? –le sonrió.

E_ Te quiero...

M_ Vamos a hacer una cosa cariño... vas a ducharte, voy a preparar


una cafetera mientras te arreglas bien cargadita, vamos al sofá, he
encendido la chimenea tengo preparada la mantita –Esther cerraba
los ojos y se mordía el labio pensando en lo que llegaría bajo aquella
manta-. Y, hablaremos.

E_ ¿Hablar?

M_ Eso he dicho.

E_ ¡Joder Maca!, ¿de qué quieres hablar? –la miró nuevamente


desconcertada y un tanto asustada.

M_ De ti.

E_ ¿De mí?

M_ Eso he dicho, ¿no me explico bien? –elevó su ceja derecha con


mirada desafiante. Esther suspiró con gesto aún marcado por la
pena-. Mi niña... no me pongas esa carita, no me gusta.

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E_ Lo sé –de repente como si recordara el vacío de su alma cuando
en sueños la veía marchar, se lanzó a su cuello aferrándose a ella
arrancándole una sonrisa-. Te quiero mi amor.

M_ Lo sé. Venga ve a ducharte...

E_ Si –se separó y cuando fue a entrar a la ducha se giró y le


preguntó-. ¿Lo que me quieres decir es bueno o malo?, es que la
incertidumbre me va a matar a mí y al resto del Foro.

M_ Tranquila –dio una carcajada al pensar en todas las Foreras con


sus subidas y bajadas de humor-. Ya lo verás...

E_ Maca –la llamó cuando Maca se levantaba de la cama-. Te


quiero.

M_ Y yo mi niña, y yo.

La vio meterse en el cuarto de baño, aquellos gritos la habían


sacado de sus pensamientos de todo cuanto quería aclarar con
Esther, de todo cuanto la quería ayudar, era cierto que la Esther que
había luchado por ella, la Esther que le había plantado cara, que le
había ayudado sin descanso, era una nueva Esther, más fuerte y
más segura de si misma, le gustaba verla así y al pensarlo se le
escapó una sonrisa fina, para cuando llegó a la cocina la sonrisa se
había transformado en amplia y clara. Mientras preparaba la
cafetera pensaba en cuanto había sufrido en esa pesadilla, su grito
ensordecedor le había provocado a ella un estremecimiento que aún
le daba miedo sentirlo, encendió la cerilla para acercarla al fogón.
Sí, Esther había sufrido y era la hora de ayudarla, sabía que aquel
sufrimiento dejaría huella, dejaría una herida si no la ayudaba del
mismo modo que le había ayudado a ella, al ver como se consumía

236 ”Adiós Esther” © by ldana


la cerilla tuvo que soplar para no quemarse los dedos, y así pensó
que se sentía su mujer, como una débil llama que se iba apagando
tras tanto sufrimiento pasado.

Separó un poco la cortina para mirar por la ventana, ya estaba


oscureciendo, entendió que a Esther le diera pena separarse de una
maravilla así, pero la vida continuaba y había que seguir adelante
con sus vidas. Había estado un buen rato preparando como
plantearle la cuestión, preparando de que manera decirle aquello
que le había hecho despertar a mitad noche y llenarse los ojos con
el cuerpo desnudo de su mujer, sabiendo que lo necesitaba,
sabiendo que ella nunca lo pediría porque le daba miedo. El mismo
miedo que había visto en aquellos ojos que tanto le enloquecían, en
aquel temblor de su barbilla, agachó la cabeza un tanto decaída, su
pelo cubrió su rostro, y sus manos temblorosas se apoyaron sobre la
pila, la pasión había tapado algunos problemas, y ella como siempre
había pasado en su relación, quería arreglarlos, debía arreglarlos por
el amor incondicional que Esther le había demostrado.

De repente unas manos rodearon su cintura, le dejaron un


beso, y tuvo que suspirar con fuerza para controlar el temblor de su
corazón. Apoyó por instinto su cabeza sobre la de Esther, que seguía
aferrándola firmemente dándole las fuerzas que parecía haber
perdido.

E_ Hace rato que ha salido el café.

M_ Vaya... no me he dado cuenta –dijo sin moverse.

E_ Y hace rato que te llevo observando, mírame Maca –ella se giró


no quería mirarla porque sus ojos se habían llenado de lagrimas

237 ”Adiós Esther” © by ldana


tristes. Esther comprendió porque lloraba, la besó suavemente y
sorprendiéndola le dijo-. Ve al sofá, voy a llevar el café.

M_ No –dijo con rapidez-. Tú vas al sofá y me esperas, ¿vale? –le


sonrió.

E_ Vale –devolvió su sonrisa sin poder evitar cierta zozobra.

Se besaron y tras un fuerte suspiro de Maca, comenzó a


preparar todo para servir a su mujer, iba cómodamente vestida y
con el pelo mojado, le encantaba verla así de natural, le provocaba
una paz tremenda y cuando salió sonrió, aquella visión de Esther
envuelta en la manta abrazada a sus rodillas y con la mirada fija al
fuego, le hizo entender que por eso la quería tanto, porque era
maravillosa y por eso la hacía tan feliz.

M_ Ya está mi vida, el café, y unas tostaditas que hemos gastado


mucha energía.

E_ Es verdad –sonrió con esa sonrisa dulce que le caracterizaba.

M_ ¿Estás mejor? –se sentó a su lado dándole la taza de café.

E_ Sí, la verdad que la ducha me ha ido muy bien –resopló aún con
cara de susto.

M_ Mira que eres tontita, pensar que yo te voy a dejar...

E_ Joder Maca, lo he pasado fatal, no quiero ni acordarme, gracias –


le dio una tostada.

M_ Si, será mejor. Oye Esther –la miró con cariño-. No me has
contado nada de lo que sucedió mientras yo estaba en coma.

E_ ¿Para qué lo quieres saber? –la miró un tanto desconcertada.

238 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Porque no, recuerda que me perdí cosas –le dijo sonriente.

E_ La verdad que no te perdiste nada importante. Bueno...

M_ A ver cuéntame que quiero saber...

E_ Fue un revuelo en el hospital, Vilches, Cruz, Héctor, Laura,


Javier, Dávila, todos hicieron lo imposible por salvarte. Fue terrible.

M_ Imagino –la miraba fijamente con un gesto de tranquilidad en su


cara tratando de transmitirle esa misma calma.

E_ Cuando me dijeron que estabas en coma, no pude reaccionar –le


dio un bocado a la tostada-. Me quedé como si nada fuera real...
¿sabes lo qué más miedo me daba?

M_ ¿Qué?

E_ ¿No lo adivinas? –la miró con los ojos rasgados.

M_ Que dieran con mi ultima voluntad.

E_ Sí, yo no dije nada pero... al final fue creo que Cruz quien lo dijo.
Me negué por supuesto, es más, cuando volvamos a Madrid
romperás esa ultima voluntad –Maca dio una carcajada-. No me río
Maca, de verdad que lo pasé muy mal.

M_ Por eso quiero que me cuentes –la miró con extrema dulzura,
con extremo amor.

E_ La primera vez que te vi pensé que no eras tú, que sólo era una
broma del destino –Maca asintió dejando su taza y tomándole la
mano-. Era horrible.

M_ Imagino, debo tener una buena cicatriz en mi cabeza –sonrió


para ayudarle a ablandar aquellas emociones.

239 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Si, te cortaron el pelo y yo pensaba ¡dios mío cuando despierte y
vea su melena a trasquilones! –se puso la palma de la mano abierta
sobre su frente.

M_ Me hubiera dado algo –dijo quitándole la taza pues ya había


terminado.

E_ Pues... sí, así fue todo, recuerdo las noches cuando nada más oía
el pitido de la máquina y el sonido del respirador, es algo que a
veces sigo escuchando, me daba pánico Maca –sus ojos se llenaron
de lagrimas-. Me daba pánico dejarlo de oír, a veces me daba
cuenta, que no respiraba casi por no romper la monotonía de aquel
aparato.

M_ Debe ser duro ver a la persona que amas ahí, si hubiera sido al
revés no sé si lo hubiera resistido cariño.

E_ Seguro que sí, tú eres más fuerte que yo.

M_ Puede que sea más fuerte que tú para según que cosas, sé que
cuando te trajeron del accidente de helicóptero, pensaba que me
moría, y solo fueron unas horas, no creo que hubiera resistido a
tanto dolor –Maca quería llegar al punto donde sabía le dolía, la
había escuchado en sueños, y quería que le hablara de su intento de
suicidio. Le acarició la cara.

E_ Estuve a punto de cometer una locura –no la miró al


murmurarlo.

M_ Lo sé, me lo dijiste.

E_ Lo siento... no pensé en otra cosa que en dejar de sufrir, fui


egoísta no pensé en ti ni en Daniel.

240 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ No pasa nada mi amor, es natural... el dolor se expresa de
multitud de formas, de sentimientos, de miedos.

E_ Ya pero hubiera fallado.

M_ No, te hubiera matado yo de nuevo al despertar y no tenerte –le


sonrió ampliamente-. Pero yo sí te entiendo mi vida, en los
momentos que recobraba el conocimiento y no te veía, creía
morirme, te necesitaba tanto que no podía ni respirar en tu
ausencia. Pero quiero que pienses que no lo hiciste y eso quiere
decir muchas cosas, entre ellas, que fuiste valiente y nada más fue
un momento de debilidad pasajero.

E_ Maca... lo pasé tan mal.

M_ Lo sé, y no quiero que nada de ese dolor quede dentro de tu


alma –Maca volvió a apoyar su mano en la barbilla con infinito
amor-. No quiero ver el dolor en tus ojos, ni la sombra de la duda en
ti.

E_ Pero no puedo evitarlo.

M_ Pero ya ha pasado cariño... y tú debes sacar fuera todos los


miedos, de noche te oigo murmurar mi nombre –Esther tomó la
mano de Maca que tenía en su barbilla y la besó-. Noto temblar tu
cuerpo, sé que fui injusta contigo y quizá mis ganas de disfrutar de
ti de otra manera, mis ganas de tenerte así, cuidándome,
mimándome de la manera tan especial y maravillosa que hiciste, ha
influido en ti para hacerte más daño.

E_ No Maca... tú no me has hecho daño.

241 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Claro que te he hecho daño –en un flashback le llegó el
momento en que la abofeteó, sintió un dolor en su alma y se acercó
para abrazarla y besarla-. Pero quería que te dieras cuenta que
vales por ti misma, sin mí... has sacado adelante mi situación, a
nuestro hijo, a nuestra familia, nuestras madres, todo...
absolutamente todo sola, y no era fácil –Esther ante el abrazo se
sintió desnuda en el alma y comenzó a llorar-. Siento si a lo mejor
me equivoqué, te pido que me disculpes, pero sólo quería ayudarte.

E_ Maca...

M_ Llora, quiero que llores, que saques ese miedo que tienes
dentro... no volverá a suceder mi amor, no volveremos a sufrir así –
la miraba fijamente a los ojos, buscando transmitirle ese
pensamiento mientras Esther lloraba desconsoladamente-. Y si
tenemos que hacerlo, sabemos que nos tenemos la una a la otra y
que detrás tenemos nuestra propia familia, la que hemos creado con
nuestro amor, tenemos gente maravillosa que nos quiere.

E_ Maca... no podía soportarlo más...

M_ Esto es lo que quería hablar... esto es lo que quería conseguir,


llora cariño... saca el miedo estoy aquí –la abrazó contra su pecho,
dejó que reposara la cabeza en ella, le besaba el pelo, sabía que
estaba derrumbándose y era justo lo que buscaba-. Jamás te
dejaré... estoy aquí...

E_ No me dejes nunca Maca...

M_ Sabes que no... –volvió a besarle con un nudo en la garganta-.


Te quiero.

242 ”Adiós Esther” © by ldana


Durante un rato, Esther sacó fuera más sentimientos de miedo,
las pruebas, la lucha contra todos para que no le retiraran el
respirador, también quiso hablarle de sus charlas con Dios, un tanto
avergonzada al principio, era un tema que no solía hablar con Maca,
pero quedó sorprendida ante su respuesta.

M_ Dios nos ayuda claro que sí, está con nosotras diariamente. Yo
también me refugio en Él a veces.

E_ ¿Sabes?... cuando vinimos aquí y dormimos juntas por primera


vez, pensé que todo cuanto tuviera que sufrir lo daría por bueno –su
voz sonaba más calmada, mas tranquila, mas serena, su alma había
quedado limpia y refugiada bajo la manta entre los brazos de Maca
se sentía feliz-. ¿Y sabes con qué me despertaba cada día?

M_ Dime –sonreía estrechándola suavemente pero con decisión.

E_ Aquella nota tuya “La vida es maravillosa”. Y supe que era cierto.

M_ Tú sí eres maravillosa y yo afortunada.

E_ Nunca había sentido este amor por nadie, no pensé que


existiera, no pensé que se pudiera amar así –la miró fijamente a los
ojos.

M_ Yo tampoco –le puso un gesto simpático-. Pero ya ves... hemos


aprendido juntas.

E_ Quiero vivir cada día para ti, cada noche para ti –Maca asintió
sonriente-. Bueno... y para Daniel...

Sonrieron... y aquellas confesiones habían dejado paso a la


ternura, no se amaron, pero sí se entregaron amor, besos cálidos,
suaves, tiernos, juguetones, besos lentos sin prisas, pequeños

243 ”Adiós Esther” © by ldana


mordiscos en sus labios, sus manos rozándose, entrelazando los
dedos, aferrándose la una a la otra, se miraron millones de veces,
susurraron millones de te quiero.

Maca pensaba que había conseguido arrebatarle el miedo, al


menos lo había compartido y sabía que era un buen momento para
plantear la cuestión que llevaba días pensando.

Mientras Esther sabía que lo que acababa de suceder entre


ellas, era la mejor cura para su interior, la comprensión, la ayuda, la
admiración de Maca, hicieron que su interior saliera tan reconfortado
que estaba dispuesta a todo, hasta a confesarle cual era su sueño.
Su mayor anhelo que llevaba tanto tiempo en silencio esperando.

E_ ¿Crees que la vida da una segunda oportunidad para según qué


comportamientos? –seguía besándola.

M_ Pues claro... –la aupó sobre ella mientras Esther encajaba sus
piernas a los lados de las de Maca y se sentaba.

E_ Maca... –juntó su nariz con la suya.

M_ ¿Qué? –musitó mientras se miraban a los ojos.

E_ Me encanta cuando hacemos el amor, pero estos momentos creo


que no los voy a olvidar mientras viva.

M_ Ves tontita como hemos tenido tiempo para todo... mi niña


guapa... mi princesa –le acariciaba la cara con ternura-. Quiero
pedirte algo.

E_ Tú dirás... –le sonrió.

M_ Esther... no sé… quiero que me respondas con sinceridad, me da


un poco de miedo –la miraba con ese miedo reflejado en sus ojos.

244 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Te escucho –notó el efecto de la conversación, notó que su
cuerpo ya no temía, no temblaba de miedo por la inseguridad, ahora
estaba tranquilo, relajado y repleto de calma.

M_ Me gustaría... bueno... me gustaría que me dieras un hijo...

Esther se giró separándose de su cuerpo para mirarla a los


ojos, allí estaba Maca, esa Maca que tan solo ella conocía, la mujer
tierna, sensible, repleta de dulzura mirándola con los ojos colmados
de amor. No podía responderle porque su voz se había apagado por
la emoción, Maca nunca dejaba de sorprenderla, siempre sabía en el
momento adecuado como hacerle tiritar con tan solo una palabra.
Sin poder casi hablar con una voz inaudible, le preguntó con los ojos
acuosos.

E_ ¿Quieres qué tenga un hijo?

M_ Sí –sonrió ampliamente acariciando su rostro con máxima


ternura.

E_ Maca –no sabía que decir y por respuesta se subió sobre ella que
estaba retumbada sobre el sofá y la besó suavemente-. En este
momento es lo que más me apetece... poder tener un hijo contigo...
con la mujer que amo.

M_ Bien... pero será niña, será una Esthercita –sonreía con picardía
mientras se repartían sedosos besos.

E_ ¿Estás segura que quieres una Esthercita? –le mordió


delicadamente el labio inferior mientras su lengua lo recorría
después con suavidad.

245 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Claro, quiero una replica de la madre, una niña que sea
despistada –la besó-, un poco manazas –volvió a besarla ante el
gesto boquiabierto de Esther que no podía dejar de sonreír-, un
poco mala –metió sus manos por la camiseta mientras con los
dientes juntos demostraba el escalofrío que a Maca le suponía
acariciar su cuerpo-. Pero tan dulce, guapa y maravillosa como su
madre.

E_ Maca... –se mordió el labio con felicidad-. ¿Te das cuenta que
podríamos tener la parejita?

M_ Pero yo quiero más... ya lo sabes... tenemos pendiente el tema


de Jorge –le volvió a acariciar con ternura.

E_ Ya no Maca...

M_ ¿No? –la miró con cierta pena.

E_ Lo adoptaron cuando tú estabas en coma... –al ver el gesto de su


mujer agregó con rapidez-. Pero estoy contenta Carlos dice que son
una gente estupenda, que ha sido afortunado, creo que era mejor
así cariño... siento todo lo mal que me comporté y lo cabezota que
fui.

M_ Bueno... eso Esthercita también tendrá que serlo...

E_ ¿Y eso es bueno o malo?

M_ No te voy a responder... que te conozco... –le dijo sonriendo y


mordiéndose el labio.

E_ ¡Va dímelo! –le decía con gesto de ponerse a llorar.

M_ Pues... es... a veces bueno y casi siempre malo.

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E_ ¡Eres una bruja! –le decía haciéndole cosquillas sin parar.

M_ Para, para Esther por favor –le decía riendo mientras Esther no
cesaba y se revolcaban por el sofá-. ¡Para!

E_ No voy a parar.

Mientras Esther seguía haciéndole cosquillas y le decía mala,


más que mala, Maca trataba de zafarse aunque tampoco hacía
demasiado por ello porque le encantaba ver en los ojos de Esther el
brillo que nuevamente estaba mostrando. Tanto se movieron que
cayeron al suelo, gateando y muerta de risa, aunque también de
cansancio, Maca quiso huir de aquellas manos que le estaban
haciendo llorar de la risa.

E_ Ven aquí.

M_ ¡Esther por lo que más quieras para! –le decía sin poder detener
su risa.

E_ Por ti, lo que más quiero eres tú –la miró llena de deseo.

M_ Pues para por favor... o me voy a hacer pipi.

E_ ¡Yo seré cabezota pero tú eres de un pijo insoportable!

M_ ¡Te vas a enterar! –esta vez quien le dio la vuelta fue ella
echándola sobre la alfombra, se subió sobre ella luchando con sus
manos en el aire.

E_¡Maca, por favor, piensa en Esthercita!

M_ ¡Pero... tendrás morro! –exclamó sujetándole los brazos y


acoplándose con su cuerpo sobre el suyo-. No te va a librar nadie.

E_ Mmmm ni lo quiero –decía con su mirada haciéndole chiribitas.

247 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ De acuerdo.

Maca se acercó lentamente, puso su boca a un milímetro de


esa otra boca que le producía un deseo fulminante, se miraban y se
devoraban con los ojos, ambas pupilas demostraban ese deseo
ardiente que las quemaba por dentro.

E_ Hazlo –le dijo con la mirada encendida, lanzando flechas que


iban directamente al centro del deseo de Maca.

M_ Esther... Esther...

No dijo más, tan solo fueron dos susurros envueltos en una


calidez tal que Esther ni pudo ni quiso evitar mover su cuerpo
buscando el contacto con el de su mujer, que al notar como Esther
subía su pelvis, ella con una sonrisa bajaba la suya, ambas cerraron
los ojos, no necesitaban desnudarse para sentirse, sabían de
memoria sus pieles, y empujadas por el deseo más apasionado que
podían sentir, se fueron lanzando a esos movimientos que creaban
en ellas mayor ansiedad, Maca soltó los brazos de Esther,
necesitaba enlazar sus manos, sus dedos, blancos por la fuerza que
ejercían uno contra otro para sentirse unidas, se miraban a los ojos
sin tapujos ambas querían ver ese deseo, ese amor reflejado en los
ojos de la otra.

E_ Maca...

M_ No pares Esther –le susurró.

E_ ¡Uf! –suspiró con fuerza pero de repente sonaron dos golpes en


la puerta secos-. ¡No!

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M_ ¡Joder, joder, joder, joder!, ¿por qué habrás quitado el cartelito?
–la miró tratando de calmarse bajándose de ella.

E_ No sé quien será... pero te juro que me oye.

M_ ¡Que castigo!, no me han matado en un accidente... pero me


van a matar aquí de tanto parar –murmuraba poniéndose en pie.

E_ Desde luego y a mí –sonreía tratando de controlar su respiración


abrió-. ¡Fermín! –exclamó sorprendida de ver allí al hombre justo en
ese momento Maca apareció por detrás de ella quedándose un paso
atrás-. ¿Ha pasado algo?

F_ No, me manda la Carmen, me ha dicho que... bueno... –titubeó.

M_ ¿Qué ha dicho? –Maca se puso a la altura de Esther.

F_ Sus palabras fueron, que os pongáis lo más elegantes posibles y


me acompañéis.

E_ ¿A dónde? –lo miraba expectante.

F_ Solo puedo decir eso... os espera fuera... no más de veinte


minutos que conozco a las mujeres y sé que sois capaces de pasaros
horas.

M_ ¡Qué fuerte! –murmuró Maca, ante la mirada del hombre


agregó-. Quiero... decir, ¿vamos a estar solas o... o con más gente?

F_ Veinte minutos.

Se puso la boina y se perdió en la luz del atardecer. Esther


cerró la puerta cariacontecida.

E_ ¿Le he visto una sonrisa?

M_ Yo diría que sí, pero date prisa o tú no estás en veinte minutos.

249 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Joder, eso es muy poco –dijo seria.

M_ ¿No tienes curiosidad? –esta vez sonrió feliz ante la sorpresa que
les había causado la llegada de Fermín.

E_ Me muero por saber.

M_ ¡Venga, corre! –estiró de ella para buscar algo elegante les había
dicho y salir a descubrir que pasaba.

E_ ¿Crees que estarán todos?, no sé, que en lugar de mañana,


hayan venido aquí todos no se... a la Fonda o...

M_ No lo sé Esther... pero conociendo a Carmen... es capaz de


cualquier cosa –se había dado una ducha veloz y salía desnuda.

E_ Desde luego es un acontecimiento. ¡Oye te estás poniendo mi


tanga!

M_ ¡Es verdad! –sonrió ampliamente-. Da igual corre.

E_ Claro así también acabo yo la primera, ¡no te jode!

M_ Ay mi niña madre lo que le gusta renegar –le dio una palmada


en su culo desnudo pues iba a la ducha-. ¿Y tenemos algo elegante?

E_ Nada, absolutamente nada.

M_ ¿Y qué nos vamos a poner?

E_ Pues no sé... –decía mientras se duchaba.

Entonces oyeron la puerta de la casa.

M_ Joder que ha debido de entrar Fermín a buscarnos y nos va a


pillar en bolas –decía muerta de risa en tanga y sujetador.

E_ ¡La hostia!

250 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Voy a ver –salió con el albornoz-. ¡Esther! –la llamó a voz en
grito.

E_ ¿Qué... pero... y esto? –decía con la boca abierta por la


impresión.

M_ Ni idea.

Habían dejado dos vestidos sobre el sofá, ambos negros, uno


con tirantes y otro con el cuello redondo y sin mangas, ambos lisos
y largos, zapatos de tacón, y dos abrigos.

M_ ¿Será de las sobras que tenga Carmen de la Fonda? –no se lo


podía creer.

E_ No creo porque este es mi talla.

M_ ¡A ver! –dijo con interés-. Y esta la mía.

E_ Pues será cuestión de ir dejándose sorprender.

M_ Pues será...

E_ Venga... ¿has visto que monada de zapatos?

M_ Sí. Debes estar para comerte en ese traje.

E_ No entres –le dijo de golpe.

M_ ¿Cómo que no? –la miraba impertérrita.

E_ Como que no, no es noche de sorpresas, ¡pues venga!, yo te la


doy a ti, y tú a mí, porque con ese vestido no sé si aguantare mucho
tiempo sin hacerte alguna locura.

M_ ¡Esther, Esther!, que nos conocemos y no llegamos –le decía


pues había metido la mano por su albornoz.

251 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ay es... que una no es de piedra y así medio desnuda aún me
pones más.

M_ Pues anda que tú, ya puedes rezar que Fermín no esté mirando
por la ventana, porque vas desnuda –le dijo sonriente.

E_ ¡Mierda y me lo dices ahora! –le protestó.

M_ Pero no te dabas cuenta como me caía la baba.

E_ Mala... diez minutos.

M_ Vamos ¡eh! –la llamó cuando se iba-. Mi beso.

E_ Perdón. Es cierto –se besaron con rapidez-. Sabes que por si


acaso no vamos a estar luego solas, ven.

Esther enganchó la boca de Maca besándola con toda la pasión


que sentía, que era mucha. Luego, cada quien marchó a una
habitación distinta para vestirse.

A los diez minutos y tal como habían quedado, Maca cerró la


luz del comedor. Y esperó.

E_ ¡Maca!

M_ Dime –se oyó su voz sedosa cerca de ella.

E_ ¿Qué haces?

M_ Quería descubrirte primero –salió tras ella abrazándola y


aspirando su olor-. Podría morirme así, te lo aseguro.

E_ Pues no, te necesito muy viva, y mucho más ahora que nunca,
debemos quedarnos embarazadas.

M_ Dios...

E_ ¿Me vas a dejar verte?


252 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ Claro –le dijo sonriente.

Maca dio la luz, ambas se quedaron mirando con total


admiración, estaban hermosas, tanto que ambas que lo sabían
suspiraron al mismo tiempo. Todo era tan mágico, tan pasional, tan
tierno que mientras el sol jugaba a marcharse en el horizonte, la
luna salía ya dispuesta a alumbrarlas y observarlas.

M_ ¿Preparada?

E_ Vamos allá –su sonrisa amable, sincera y repleta de amor hizo


que Maca suspirara y aquella tímida sonrisa se volviera carcajada.

M_ Veamos que nos depara ahí fuera –su sonrisa mostró felicidad
plena.

E_ Ponte el abrigo que debe hacer frío.

M_ Que ideal ¿no? –dijo al verlo.

E_ Pues sí.

Abrieron la puerta y frente a ellas, el coche las esperaba, pero


no un coche cualquiera, no era el de Fermín ni mucho menos,
ambas lo observaban reflejando sus rostros verdadera sorpresa.
Frente a ellas un Chevrolet antiguo, cuatro puertas blanco, con los
tapizados de piel negros, con las ruedas negras brillantes como si
los neumáticos también estuvieran pintados y unos tapacubos
plateados que hacían juego con los parachoques.

M_ Dios mío –murmuró Maca con los ojos fuera de sí.

E_ Que preciosidad, pensaba que ya no quedaban coches así.

F_ ¿Nos vamos? –apareció Fermín sujetándoles la puerta.

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M_ Muy amable Fermín –le sonrió agradecida mientras él daba un
mínimo golpe de cabeza hacia delante sin llegar si quiera a ser una
inclinación.

E_ Pero... ¡y esto! –exclamó encantada al ver dentro una botella de


champán y dos copas.

M_ Joder... –fue lo único que pudo decir.

E_ Pero Fermín ¿me puedes explicar esto? –lo miraba fijamente.

F_ Cosas de la Carmen.

M_ ¿Y esta maravilla de coche? –preguntaba observándolo con


calma.

F_ Un Chevrolet de 1938 –ambas silbaron-. El Palomino, ¿os


acordáis?

EyM_ Sí –contestaron a la vez.

F_ Le gusta coleccionar coches, este lo trajo de Argentina.


¿Preparadas?

M_ Sí, no sé que nos espera pero sí.

E_ Esta Carmen –murmuró mirando a Maca feliz.

F_ Podéis brindar... está fresco y recién abierto.

Las dos se miraron totalmente turbadas ante tanta preciosidad,


tanto misticismo, y cuando el coche fue a arrancar. Maca le tendió
una copa a su mujer y brindaron.

M_ Por nuestro amor, para que dentro de cincuenta años volvamos


a este lugar a brindar.

E_ Por nuestro amor –le sonrió y brindaron-. Mmmm que bueno.

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M_ Si.

No dijeron más palabras, se recostaron cómodamente sobre el


asiento trasero, pensaban que iban a ir hasta el pueblo, ambas
miraban todo con los ojos bien abiertos repletos de emoción, la
noche que estaba llegando era como la esencia del amor que ambas
sentían, única, bella y fuerte.

Cuando vieron que llegaban al pueblo y que Fermín no entraba,


se miraron un tanto sorprendidas, ambas levantaron las cejas como
si aquel gesto fuera para ellas las palabras que no necesitaban,
elevaron sus hombros y se dejaron llevar por Fermín. Maca despegó
uno de sus brazos retirando el abrigo para que Esther pudiera
refugiarse en ella, y así con las manos que les sobraban
entrelazadas y las miradas perdidas por la ventanilla, dejaron que
todo cuanto tuviera que ocurrir, ocurriera. Sin más, de vez en
cuando se miraban, miradas repletas de amor, de vez en cuando
Maca dejaba un beso sobre el pelo de Esther, que al contacto
cerraba los ojos feliz. Hasta que la carretera se estrechó tanto que
se alarmó.

E_ Fermín ¿estás seguro que este trasto puede ir por aquí?

F_ Siempre y cuando no venga otro coche de cara, sí –dijo con


tranquilidad

E_ ¿Y si viene? –no pudo ocultar cierta zozobra.

F_ Tendremos que bajar marcha atrás.

E_ ¡Marcha atrás!, ¿pero Fermín tú has visto que precipicio tengo a


mi derecha?

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M_ Cariño Fermín vive aquí –le dijo sonriendo mientras daba un
sorbo a su copa relajadamente.

E_ Ya... pero no hemos llegado hasta aquí para que nos caigamos
por este precipicio ¡Dios mío!

F_ ¿Tan poco confías en mí? –la miró por el espejo retrovisor y ante
el gesto de Maca, negó con su cabeza suspirando-. Pues relájate.

M_ Ves mi amor... siempre te lo digo, no tengas miedo a nada.

E_ Vale... pero no me lo digas con ese tono de riña de mami.

M_ Ya te diré yo quien es tu mami –le susurró en el oído mientras


ella daba una risa provocativa y volvía a abrazase a ella-. Eso está
mejor.

El camino continuaba por curvas bastante cerradas, pero


sabían que el paisaje desde allí arriba debía ser estupendo, por lo
que los rayos de la luna les dejaba ver. Se relajaron tal como dijo
Fermín, ambas rezaban para que al lugar donde aquel maravilloso
coche les llevaba, no hubiera nadie, y con sus miradas se lo decían,
entonces sonreían como si fueran dos quinceañeras enamoradas. Su
sonrisa se transformó en admiración cuando vieron que el coche
recorría un camino repleto de Cipreses, y al final una construcción
que parecía un castillo estaba esperándolas. En la ventanas grandes
velas encendidas, y en la puerta una luz les dejó ver la preciosidad
del lugar.

F_ Ya estamos –abrió la puerta y luego abrió la de ellas.

E_ Nunca había visto algo igual.

M_ Es precioso.

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F_ Es para vosotras... vuestra última noche de solteras dijo la
Carmen se merecía algo grande, os lo merecéis –les sonrió por
primera vez.

E_ ¿Para nosotras? –murmuró perpleja y ante el gesto del hombre


se le echó al cuello sonriendo y muy emocionada-. Tú si eres grande
Fermín.

M_ Gracias Fermín –le dijo ilusionada porque el lugar era idílico.

F_ Mañana a las doce vendré a recogeros... no os preocupéis por


nada.

E_ ¿Y vamos a estar solas?, aquí, en medio de la montaña.

F_ Sí. Hasta mañana –se subió al coche y asomado por la ventanilla


les dijo-. A las doce.

Allí, quietas, absorbidas por tanta belleza a su alrededor, no


salían de su asombro, ni el frío las hizo reaccionar. Una noche en
aquel maravilloso lugar...

M_ Seguro que tenemos más sorpresas –dijo ilusionada.

E_ Seguro. ¿Vamos?

M_ Vamos.

Maca agarró con suavidad la mano de Esther, juntas se


encaminaron hacia aquel castillo, ambas sentían una curiosidad
enorme por saber que habían preparado allí dentro. Se miraron
sonrientes antes de entrar

E_ ¡Qué yuyu!

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M_ Oye –se le acercó besándola dulcemente y mirándola a los ojos
con un amor maravilloso y entregado le susurró-. ¿Quieres que te
entre en brazos?, eso trae buena suerte.

E_ ¡Estás loca! –le abrazó tan espontáneamente como necesitada de


demostrarle el mismo amor que veía reflejado en los ojos de su
mujer-. Eres mi loca maravillosa.

M_ Porque no querrás tontita mía –y seguido de este comentario


fundieron sus labios, sus bocas con dependencia con pasión y tras
separarse mirándose nuevamente a los ojos le musitó-. Creo que
será mejor entrar.

E_ ¡Ay!, será mejor entrar –repitió tras un susurro completamente


entregado a ella.

Entre tanto en casa de las chicas, las tres mujeres habían


preparado la cena, Pedro había entrado al despacho de su hija para
poder utilizar su ordenador, debía mandar una información por
email y pensó que Maca no se enfadaría. Al entrar a aquel cuarto
sencillo, ligero de muebles, tan solo la mesa de madera fuerte, el
portátil sobre ella, una lámpara moderna, un sillón que pudo
contrastar era comodísimo y una librería repleta de libros. Justo al
lado de la única ventana que había en el cuarto, una planta hermosa
que le daba un toque realmente hermoso. No había estado nunca en
aquel lugar, era una visión totalmente nueva para él, y al sentarse,
sobre la mesa había un portarretratos, el hombre lo miró con los
ojos entrecerrados, su mano derecha lentamente se dispuso a
tomarlo para observarlo de cerca, allí dos mujeres medio abrazadas,

258 ”Adiós Esther” © by ldana


dos mujeres sonrientes con los ojos repletos de felicidad y la luz en
su rostro de la dicha iluminaba aquella fotografía, conocía lo
suficiente a su hija como para entender que aquel retrato estaba allí
porque aquella sonrisa que mantenía Esther era la que le había
cautivado, la que le había hecho ir contra corriente, la que le había
dado la oportunidad de plantar cara y no sólo a su familia, a la
sociedad de jerez, a sus compañeros, la sonrisa que había hecho a
Maca feliz. Sus ojos se tornaron grises, su boca sintió como se
secaba, y con cuidado y la clase que le distinguía, apoyó su dedo
índice de la mano que le quedaba libre sobre el labio inferior, con
una expresión marcada en su rostro pensativa que se podía leer en
las arrugas marcadas en su frente. Tras un suspiro dejó a un lado la
fotografía, pensando intensamente en su hija, en esa hija que había
sido su ojo derecho y la que por mucho tiempo pensó que le había
fallado, esa hija que sin embargo se había mostrado valiente a la
hora de luchar por lo que ella creía y quería, Rosario en los últimos
días había estado convenciéndole de muchas cosas, su mujer había
cambiado y él sabía que debía aceptar aquel cambio y dar un paso
adelante, lo había conseguido al poder entender el dolor por amor
en el rostro de Esther, lo había entendido cuando veía a su hija, con
su mujer y su hijo, formando una familia. Y por primera vez desde
que Maca les dijo cuales eran sus motivos para no casarse con
Fernando, comprendió, acepto y se sintió orgullosa de ella. Una
sonrisa ladeada, se escapó al notar como su cansado corazón latía
más tranquilo. Entonces tras darle a la tecla “on”, el ordenador se
fue encendiendo, lentamente, tras los pasos pertinentes y cuando
hubo arrancado, otra fotografía como fondo de pantalla, le arrancó

259 ”Adiós Esther” © by ldana


esta vez sí una sonrisa repleta. Maca y Esther estaban sentadas en
el suelo con Daniel entre ellas, el niño tenía una sonrisa tan amplia
como las dos mujeres, Esther tenía apoyada su cabeza en el hombro
de Maca y nuevamente el brillo de sus ojos denotaba todo cuanto
había visto durante los cinco meses que habían vivido en aquel
infierno. No pudo más que sonreír orgulloso.

Mientras, fuera las tres mujeres esperaban ansiosas que La


Campanera de Teresa comenzara a dar señales. Entre tanto
hablaban del futuro de la pareja y Rosario se enteró de lo que Pablo
había significado en la vida de su nuera, al ver el dolor reflejado en
los ojos de Encarna no pudo más que darle la mano y sonreírle.

En_ Eso es el pasado, ahora tienen un futuro repleto de fuerza,


repleto de ilusión.

R_ Así es Teresa, yo creo que esta vivencia tan amarga, les ha


demostrado que para vivir en pareja tienen que estar seguras de
muchas cosas, no es fácil para nadie, yo creo que mucho menos
para ellas, simplemente porque tiene el añadido de nuestra
incomprensión, la incomprensión de la sociedad y contra eso tiene
que ser un amor muy fuerte para contrarrestar todo cuando les
hemos hecho sufrir. Necesitan gente como vosotras dos, les habéis
apoyado incondicionalmente y eso me ha enseñado a mí que debía
pensar antes en mi hija que en el resto del mundo.

T_ Bueno Rosario, creo que de esta hemos aprendido todas muchas


cosas, nos han demostrado que se aman por encima de todo lo

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malo. Y tan solo una mentira donde más les podía doler provocó
esta cataclismo.

En_ Y no olvides el miedo de mi hija, creo que eso también les va a


enseñar a mirar el futuro porque yo espero que nos den otro nieto –
sonreía feliz.

R_ Yo también, para que te voy a engañar –sonreía-. Y ojalá te lo


digo de corazón esta vez fuera Esther quien lo tuviera, creo que
sería una maravillosa noticia.

En_ Gracias Rosario, por dar una oportunidad a mi hija –le tocó la
mano sonriente.

R_ No, gracias a ti Encarna.

T_ Bueno.. bueno… bueno… que voy a llorar –decía Teresa


emocionada justo cuanto Joselito comenzó a cantar-. Dios voy a
tener que cambiar la canción definitivamente.

En_ No hija, que te pega mucho.

Dio una carcajada acompañada por una Rosario que ya no


demostraba su porte distinguido con cierta soberbia, al contrario, su
expresión en el rostro se había ablandado, posiblemente porque
había escuchado a su corazón.

T_ ¡Carmen! –rápidamente se callaron-. Si, ¿si?, ¿si?, ¿si? –alzó


tanto la voz en el último sí, que hasta ella misma se sorprendió.

En_ ¡Teresa me estás poniendo de los nervios!

T_ Calla, calla –decía emocionada.

En_ Mírala… vamos como si fuera ella la novia…

261 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Quieres callar… nada hija Encarna que tiene celos… le voy a
regalar un móvil –sonreía graciosamente-. Tranquila… ya lo digo yo,
besos a mi Danielito mañana llegan sus abuelas.

R_ ¿Qué? –la miraban expectantes.

T_ Ya están allí –su rostro reflejó una inmensa emoción.

R_ Dios mío… -murmuró feliz.

En_ Es como un cuento de hadas…

T_ Si –suspiró.

R_ Esperemos que todo esté bien –suspiró también.

En_ Yo creo que les va a encantar –como sus compañeras suspiró.

T_ ¿Os dais cuenta lo ñoñas que estamos?

En_ Pues sí hija… ¿qué le vamos a hacer?, eso es el amor.

R_ En estado puro además…

T_ Lo dicho –las sorprendió de golpe-. En la próxima vida, seré


lesbiana –decía apoyando su mano en la barbilla con gesto
simpático que arranco la sonrisa a las dos mujeres-. Os lo aseguro.

R_ Cuanto tarda Pedro –murmuró preocupada-. Voy a ver.

En_ Está mucho mejor ¿eh?

T_ Sí, yo creo que cuando todo vuelva a la normalidad, porque tiene


que volver, todo será mejor Encarna... estoy segura...

En_ Oye y finalmente ¿el hijo de Carmen qué?

T_ No lo sé Encarna, el chico ha sufrido mucho... yo le he dicho que


les dé una segunda oportunidad porque de todos modos yo no les

262 ”Adiós Esther” © by ldana


iba a reñir, y que el día menos pensado los encontraba en la puerta
de la peluquería.

En_ Y tanto que si.

T_ Pues nada, me ha dicho que no, que él es incapaz de ir, que no


quiere volver a sentir el rechazo de sus padres y que si ellos vienen,
será distinto aunque esta convencido que no va a venir.

En_ Qué difícil hacemos la vida, ¿te das cuenta Teresa?

T_ Sí, la verdad que sí. Pero nuestras niñas están en el Paraíso, dice
que se quedaron con la boca abierta al ver aquel lugar.

En_ Como para no quedarse con la boca abierta... menuda


maravilla.

T_ Esperemos que todo vaya bien.

En_ Seguro que si, ya verás.

Rosario extrañada ante la tardanza de su marido que le dijo iba


a tardar no más de diez minutos, entró en aquel despacho donde
tampoco ella había entrado demasiadas veces, sabían que aquel era
el lugar más íntimo de Maca y que pocas veces entraba nadie. Pero
al hacerlo, su mirada fue directa al sillón que permanecía vacío. Y
entonces al ver una sombra junto a la ventana, divisó allí a su
marido, mirando a través del cristal, con la mirada perdida en el
jardín. Se acercó con cuidado, no quería asustarlo aunque ella lo
estaba de verlo en aquellas circunstancias, nunca lo había visto así,
tan pensativo, tan alejado de todo, se asustó.

R_ ¿Pedro qué te pasa? –le preguntó con cautela.

263 ”Adiós Esther” © by ldana


P_ Nada Rosario...

R_ No me engañes.

P_ Estaba aquí... peleándome con mi corazón –la mujer le apoyó la


mano sobre el hombro-. No dejo de pensar si Maca hubiera...

R_ ¡Pedro por Dios! –le interrumpió cerrando los ojos.

P_ Rosario hubiera perdido la oportunidad de pedirle perdón por mi


comportamiento, ¿cómo pude apartar a mi hija así?, ¿cómo fui
capaz de darle la espalda?

R_ Yo también... no te culpes porque...

P_ No Rosario, no –le interrumpió mirándola y la mujer asombrada


vio lagrimas en los ojos de su marido y un nudo en la garganta se
instaló sin ser invitado-. Tú tan solo tuviste que elegir entre ella y
yo, cuando por las noches te oía llorar, le echaba a Maca la culpa,
cuando te veía triste, pensaba que ella era la unica culpable de todo,
y desconocía lo equivocado que estaba –le tomó las manos y las
agarró con calidez-. De nuestros tres hijos, creo que la más
afortunada es Maca, justo a quien le dimos la espalda

R_ Ha sufrido mucho... pero ahora Pedro todo será diferente.

P_ Desde luego, pienso lo primero pedirle perdón por mi actuación


tan estúpida.

R_ Bien –sonrió ampliamente.

P_ La vida nos da otra oportunidad Rosario... no estoy dispuesto a


desaprovecharla.

264 ”Adiós Esther” © by ldana


Rosario lo abrazó con fuerza, el hombre tenía los ojos rojos de
la emoción, sentía las palabras de Encarna tan profundas en su
alma, que sabía que era la verdadera culpable de aquella pista que
le dejó caer sutilmente. La actitud de Esther con su hija, las
fotografías juntas, la lucha de ambas para seguir dando sentido a
sus vidas juntas, le demostraba que su hija había tenido fortuna a la
hora de elegir compañera de viaje por la vida.

El pequeño castillo, tenía dos plantas, estaba hecho de piedra,


a las dos les dio la impresión que debía ser frío, tanto por el material
con que estaba construido como por la altitud del lugar, pero como
todo cuanto habían encontrado en aquel pueblo y en aquellas
gentes, el castillo resultó de una calidez que les embriagó de tal
manera, que sus labios dibujaron la misma sonrisa al cruzar el
umbral, se miraron y aquella tímida sonrisa se transformó en
amplitud. Sus ojos brillaban de igual manera que la gran chimenea
que se encontraba en lo que les pareció el comedor, era amplio con
una mesa alargada tan grande que pensaron que podían estar allí
todos los habitantes del pueblo sentados. Unos cuadros del paisaje
que desde la ventana debía visualizarse decoraban la estancia, una
alfombra roja, y un sofá que tenía aspecto de comodidad.

E_ Seguro que estás pensando lo mismo que yo

M_ Ese sofá tiene una pinta…

E_ Luego lo probamos.

M_ Será mejor que dejemos los abrigos cariño –le dijo pues la
percha de hierro antiguo estaba justo al lado de Esther-. ¿Cuántos
años tendrá esto?

265 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Pues no lo sé, pero más de cien seguro –se quitó el abrigo
quedándose con aquel vestido que le favorecía tanto. Maca no pudo
esconder una mirada de admiración y Esther le sonrió-. ¿Por qué me
miras así?

M_ Porque cariño… te queda tan bien ese vestido, pero tan bien –
asentía mirándola de arriba a bajo.

E_ Maca joder que me da vergüenza que me mires así –le decía


sonrojándose mientras juntaba sus manos y se movía un poco sobre
sus pies quietos en el suelo.

M_ Pues… te vas a aguantar, porque me encanta mirarte así –le


besó suavemente.

E_ ¡Ay Maca! –suspiró cuando se quitó ella el abrigo-. Que buena


estás.

M_ ¡Ah!, ya tardabas en decírmelo ¿eh?

E_ Como ves yo no sé decirlo tan bonito como tú…

M_ No importa como lo digas, importa que me lo digas –Esther pasó


sus manos por la cintura de Maca que la estrechó contra su cuerpo
sonriendo-. Pero sobre todo que lo sientas.

E_ ¿Puedo intentarlo?

M_ Claro que sí tonta –sonreía porque sabía que Esther se esforzaba


por ser romántica en su manera de hablar, siempre era algo que le
acomplejaba, Maca todo lo decía mucho mejor. Y con gesto que le
daba seguridad le dijo-. Así me gusta que lo intentes.

E_ Eres la mujer más maravillosa, hermosa y dulce que existe en la


tierra –cuando fue a contestar le apretó con sus manos la cintura

266 ”Adiós Esther” © by ldana


para hacerle callar-. No he terminado. La mujer que me vuelve loca
–le besó-, la que por las noches me hace despertar para admirarla
bajo los rayos de la luna –con un roce mínimo con las yemas de sus
dedos recorrió su espalda desnuda liberada de la tela del vestido,
que Esther agradeció aquel escote mientras la piel de Maca se
erizaba al contacto-. La que le ha dado el mejor motivo a mi vida
para seguir luchando cada uno de mis días, eres… -Maca la miraba a
los ojos entre embelesada y emocionada-. Eres el mejor regalo que
me ha dado Dios.

Sus bocas se fundieron en un beso entregado, lento pero


pasional, un beso que sellaba todo cuanto había dicho con amor,
con un amor sincero y entregado. Después de aquel beso, un
suspiro emocionado por parte de Maca que la abrazó con ternura
sonriendo.

M_ Ves como lo sabes hacer mi vida… además mucho mejor que yo.

E_ Es que… me lo llevo repitiendo y practicando mucho tiempo –dijo


entre risas nerviosas y la carcajada de Maca.

M_ Eres fantástica –la abrazó con una sonrisa amplia que iluminó
aquella entrada del castillo-. Bueno mi vida… ¿seguimos?

E_ Vale –dijo sonriente e ilusionada como una niña pequeña-. ¿Tú


crees qué habrá algún fantasma?

M_ ¡Qué va! –exclamó divertida mientras la cogía de la mano-.


Vamos. Además, yo no dejaría que un fantasma te hiciera nada,
porque te quiero entera para mí.

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E_ Mala –le golpeó el brazo sonriendo-. Aunque pensándolo bien,
me encanta, como dice mi pija preferida.

Se asomaron aquel salón para descubrir que más sorpresas


aguardaba.

E_ Mañana podíamos hacer aquí la comida.

M_ Aún así nos sobraría mesa.

E_ Tienes razón –se cogieron de la cintura-. Que pedazo de


chimenea.

M_ Si, seguro que el bueno de Fermín se ha pasado aquí horas


preparando este fuego.

E_ Seguro.

M_ Sigamos.

Salieron del comedor y se adentraron en un pasillo iluminado


por tres antorchas a ambos lados, el final de aquel pasillo había una
puerta grande de madera gruesa, con unos pomos de plata, sobre
aquellos pomos una nota. Maca miró a Esther para que la tomara y
abriera. Ella la leyó en voz alta.

E_ “La vida es maravillosa” –sonrió emocionada.

M_ Carmen –le dijo sonriente.

E_ Si, hablamos mucho durante los primeros días que tú estabas


rebelde, muchas tardes se quedaba junto a mí mientras yo le
contaba cosas nuestras… se enterneció y además, te dio la razón

268 ”Adiós Esther” © by ldana


cuando le conté aquella flor que me regalaste con una nota que
decía esto.

M_ Me acuerdo –le acaricio la cara con ternura-. Y es verdad, a tu


lado la vida es así de maravillosa.

E_ Si –se besaron nuevamente al separarse sonrientes, Esther


quedó con ganas de más y aunque llevaba tacones, se aupó para
volver a besar aquellos labios que tanto le gustaban-. Ahora me
quedo mejor.

M_ Pues yo ni te cuento cariño… anda vamos a ver que más hay.

Abrieron la puerta y parecía una especie de salón cuadrado, a


ambos lados habían dos puertas y en la pared que enfrentaba el
hueco de una escalera. Sin saber muy bien hacia donde ir, se
quedaron de pie justo en el centro de la sala.

E_ ¿Y ahora qué?

M_ Primero una y luego otra. Luego subimos a ver que encontramos


en la planta superior.

E_ Oye me está encantando tanto misterio.

M_ Y a mí .

Se dirigieron primero hasta la puerta de la izquierda, al abrirla


se llevaron una grata sorpresa, sobre una mesa de madera dos
ramos de flores silvestres, se miraron nuevamente asombradas y
sonrientes.

M_ Que original, son silvestres.

E_ En mi vida había visto unos ramos así.

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Se miraron sonriendo y al mismo tiempo dijeron.

EyM_ ¡Carmen! –y dieron una carcajada enorme.

M_ Mira, esta flor estaba el día que fuimos al lago –le dijo calmando
aquella sonora explosión de alegría.

E_ ¡Uf el lago!, tenemos que volver.

M_ Si, pero de noche.

E_ ¿De noche? –sus ojos se abrieron como platos.

M_ Sí mi princesa sí, de noche –la besó con suavidad.

E_ Me vuelves loca, por favor te comería aquí mismo –se mordió el


labio en actitud pasional.

M_ Yo tengo otra clase de hambre, pero te aseguro… -le habló en


voz baja insinuantemente-… que después que mi estómago esté
repleto… te comeré a ti –le besó en la frente.

E_ Pues vamos a encontrar la cena –le susurró con los ojos


entrecerrados por la emoción-. No sea que me precipite a tu cuello
sin remedio.

M_ Vamos… -sonrió oliendo el ramo y dándose la vuelta. Momento


que aprovechó Esther para darle una buena palmada en el trasero-.
¡Ah!

E_ No lo puedo resistir –se aferró a su espalda pasando la mano que


le quedaba libre por la cintura y de esa manera la atrajo hasta su
propio cuerpo.

M_ Cariño –susurró con un escalofrío pues la lengua de Esther


recorrió lentamente un trozo de espalda-. ¡Joder qué no llego!

270 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Eso quiero… eso quiero…

M_ Mira Esther, vamos a centrarnos ¿vale?, no vamos a


estropearnos los vestidos, tenemos que cenar –Esther la miraba
provocativamente, Maca andaba hacia detrás, pero no hizo nada
cuando la mano de la enfermera le quitó la flor de la mano, no puso
resistencia cuando Esther la llevó suavemente hasta la pared y allí la
apoyó con una sonrisa ardiente-. Tenemos que… -Esther sonriendo
lascivamente con suavidad dejó recorrer a su mano por aquella
obertura ladeada que llevaba su vestido-. Aunque… pensándolo
bien… digo yo que… que… -tragó saliva y cerró los ojos cuando
Esther recorrió con la punta de su lengua el cuello de una Maca que
se entregó a sus caricias-. Que ni se te ocurra parar.

La obedeció con gusto, sus bocas se unieron


desesperadamente, el deseo ya había tomado con avidez sus venas,
su sangre lo transportaba de manera frenética hasta sus corazones,
ambos latían respondiendo de manera insaciable a aquellos besos, a
aquellas caricias, más todavía cuando al mismo tiempo, ambas que
tan bien conocían el cuerpo de la otra como si fuera el propio,
separaron hábilmente su ropa interior, buscando y hallando el
secreto mejor guardando de sus cuerpos, aquel que únicamente les
pertenecía a ellas. Sus melenas habían perdido la perfección con la
que se habían arreglado por los movimientos de sus cabezas
buscando sus bocas hambrientas, jugando con ellas, sus vestidos,
intactos la parte superior mientras que la inferior se encontraba
enrollada la falda de la una con la otra, Maca tenía una de sus

271 ”Adiós Esther” © by ldana


piernas acomodada en la cadera izquierda de Esther que le ayudaba
a que aquella postura no se le hiciera pesada, sus pechos a cada
roce más se erguían provocando en ellas un placer que había
sustituido al deseo en aquella sangre que volaba por ambos
cuerpos. Los gemidos resonaban en aquella sala, las bocas cuando
se secaban se buscaban para jugar a aquel juego entre sus lenguas,
que sabían ganado de ante mano, ninguna perdía ambas ganaban.
Los jadeos iban aumentando, cada vez con mayor frecuencia, mayor
intensidad, Esther sentía sus piernas flaquear y tuvo que apoyar su
frente contra el pecho agitado de Maca, sentían que se acercaban al
Olimpo de las Diosas, sentían como las respiraciones ya no podían
parar, como sus gargantas secas rompían en mayores gemidos,
como sus manos libres se aferraban a la otra piel, hasta que
llegaron a tocar el cielo ambas a la vez. Exhaustas se abrazaron,
Maca estrechó a Esther entre sus brazos con fuerza dejando que
reposara su cansado cuerpo sobre ella, la enfermera por su parte,
agradeció aquel apoyo y se aferró a la cintura de su mujer con los
ojos cerrados. Trataban de controlar las respiraciones, notaban
como sus pulsaciones iban recobrando su frecuencia normal, sus
pechos bajaban sus movimientos, recobrando la serenidad. Y
cuando ambas se habían recompuesto un poco, Maca besó
suavemente la cabeza de Esther que seguía reposando sobre su
pecho.

M_ Te quiero.

E_ Maca mi vida...

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M_ Te quiero –insistió musitando con su voz repleta de cansancio
pero de ternura.

E_ Y yo cariño, y yo.

M_ ¿Seguimos?

E_ Deja que me recupere ahora mismo no podría aguantar otro


orgasmo así, creo que las piernas no me funcionan.

M_ ¡Estás obsesionada! –rompió a reír y Esther la miró fijamente.

E_ ¡Ah!, ¿quieres que sigamos viendo el castillo?. Disculpa –le puso


un pucherito gracioso con su barbilla.

M_ Estás perdonada... de momento. ¿Vamos?

Mientras en Madrid, en su casa sus padres y Teresa habían


cenado distendidamente hablando de todo excepto, de lo que
últimamente se había convertido en el centro de todas las
conversaciones, después, mientras Rosario y Teresa preparaban las
tazas para tomar un cafetito, Encarna y Pedro se sentaron en el
salón. Ambas mujeres habían prohibido a la buena de Encarna hacer
nada y aunque la mujer protestó lo suyo, lo consiguieron. Una vez
sentados en los cómodos sillones, Pedro quiso aprovechar la
coyuntura para hablar a solas con ella.

P_ ¿Qué tal estás Encarna?

En_ Ahí voy, pero reconozco que no tengo mucha fuerza hoy,
seguro que mañana estaré mejor.

P_ Ahora es el turno de que tú descanses, ya has sufrido y luchado


bastante por la pareja.

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En_ Como tu mujer, como tú, como Teresa –se quitó importancia.

P_ Ya, pero tengo que reconocer que tú has sido para todos, incluido
yo, nuestro soporte, nuestro mejor apoyo –la miró fijamente con los
ojos repletos de gratitud-. Y quiero decirte que… tantas veces
critiqué que Maca estuviera con tu hija, haciéndotelo llegar incluso a
ti sin ningún pudor –suspiró demostrando su alto grado de
arrepentimiento ante su actitud, después la miró con una sonrisa de
lado y concluyó-. Que necesito ahora agradecerte Encarna no sólo lo
que has hecho por mi hija, también por lo que has hecho por mi
mujer, y hasta por mí, hoy cuando he entrado en el despacho, he
sido consciente de que todo cuanto tú me decías era cierto, que
estaba tan equivocado… ahí dentro he reconocido mi error y te pido
disculpas.

En_ ¿Sabes Pedro?, en cierta manera no me importaba todo lo que


me decías, pensaba que eras un hombre amargado que no sabía
disfrutar de otra cosa que no fuera su trabajo, su fortuna, sus
viñedos, sólo me dolía porque sabía que a ellas les hacías daño con
tu actitud, pero esto te honra… errar es de humanos y de sabios
reconocer tal error y rectificar.

P_ Últimamente, he hablado mucho de esto con Rosario, adoro a mi


nieto y adoro a mi hija, pero no quería admitir a Esther ni siquiera
como la madre de mi nieto, no te miento si cuando estuvieron en
Jerez, traté de hacer entender a Maca que era un error vivir con
ella… -Encarna no pudo reprimir una expresión que demostró el
escalofrío que había sentido recorrer su espalda-. Lo sé Encarna, mi
hija dice las cosas tal como las piensa, yo también, creó que se

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parece a mí en muchos aspectos, quizá por eso me dolía más. Y
mientras estaba en el despacho contemplando una fotografía de
ellas, tuve la necesidad de ser sincero contigo.

En_ Yo eso lo suponía –lo miró fijamente asintiendo mientras decía


convencida-, como tampoco te gustaba yo como consuegra –rió
aunque con tristeza.

P_ Es verdad… pero debo reconocer que no tengo otra mejor que tú,
ya no sólo como te dije antes por la ayuda inestimable que le has
dado a Maca, también a Rosario, y por supuesto a mí. Pues si en su
día recé para que no volviera con Esther, hoy rezo para que no la
deje nunca –le tomó la mano con una caricia tan sincera como
tierna y con esos ojos y esa mirada de Maca le dijo-. Gracias
Encarna, gracias por todo cuanto has hecho y gracias por
enseñarnos a apreciar el amor que tu hija siente por la mía y
viceversa. Cuanto necesites sabes que nos tienes tanto a mi mujer
como a mí.

En_ Gracias Pedro, si en su día me decías en mi cara sin ningún


pudor cosas contra mi hija, hoy sé que me estás diciendo la verdad
de tu corazón, y eso es de agradecer y me alegra saberlo porque
para ellas tú eres muy importante, y si bien alguna discusión
tuvieron por eso, creo que con tú aprobación también ayudamos a
las niñas a que vivan más tranquilas con la aceptación de todos
nosotros, de lo que para ellas es importante, su familia.

R_ ¡Ya estamos aquí! –dijo contenta Rosario que le había cambiado


el semblante desde la última vez que la vio. Al dejar las tazas sobre
la pequeña mesa de cristal se percató que la conversación que

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habían mantenido había sido intensa en emociones por los ojos de
Encarna-. Bueno… ¿cómo les estará yendo a la parejita?

P_ ¿Cómo crees que les va a ir?, en un lugar así de mágico, se lo


merecen

T_ ¡Quién te ha visto y quien te ve! –exclamó sonriente Teresa

R_ Mi marido ha abierto los ojos por fin, creo que el tiempo le ha


dado la victoria a Maca

P_ Ahora lo que deberían hacer, es ponerse a buscar a nuestro


próximo nieto, y espero que esta vez sea Esther quien lo tenga.

T_ Lo que yo diga, el aire de aquellas montañas, debe ser poderoso


para cambiar conductas… -sonrió.

En_ A mí me gustaría para que voy a engañaros, pero lo tenga una


como lo tenga otra… será mi nieto como lo es Daniel al que echo de
menos.

R_ Carmen lo debe estar malcriando sin parar.

En_ Nos va a venir de brutote –sonrió.

P_ Seguro, y más que va a estar porque cuando Maca y Esther se


vayan al crucero, tú Encarna te vendrás con nosotros a Jerez con el
niño, tiene que conocer los caballos de su abuelo…

T_ La baba Pedro, la baba –insistía sonriente Teresa.

P_ Y a ti también te espero.

T_ ¿A mí? –preguntó impresionada por la invitación, pues pensó que


por primera vez podría ver aquella mansión Wilson que tanto le

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había preguntado a Maca y ella quitando importancia le decía que
era como cualquier otra.

P_ Pues claro.

En_ Como sigas así Teresa, la que se va a separar de verdad eres


tú, tu marido te va a echar la cuerda –dio una carcajada
acompañada por Rosario y más tímidamente por Pedro.

P_ No hará falta, que se venga tu marido.

T_ No si al final, voy a ser como de la familia ¿eh?

En_ Ya lo eres tonta.

R_ Es verdad… eres la Madrina de bodas de nuestras hijas.

T_ Eso sí –dijo orgullosa.

P_ Pues lo dicho, te vienes a Jerez con tu marido cuando ellas se


vayan.

Allí se quedaron hablando, riendo y sobre todo disfrutando de


la mutua compañía. La alegría volvía nuevamente hasta aquella casa
que durante tanto tiempo había guardado un silencio tan pesado,
que las carcajadas parecían dispuestas a arrasar con él, y cuando
fueron a dormir, aquellas risas lo habían logrado, el silencio era
diferente, nuevo, esperanzador, al menos con ese pensamiento se
acostó Encarna rezando para que nada volviera a trastornar la paz
de aquel hogar.

Las chicas se habían arreglado los vestidos, la una a la otra se


arregló algo el pelo, se miraban sonreían y cuando llegó el momento

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de andar, Esther agarró fuertemente la mano de Maca entrelazando
sus dedos tal y como le gustaba hacer. Se detuvieron delante de la
puerta que les faltaba abrir.

E_ No tiene nota.

M_ No, en esta la sorpresa estará en su interior –dijo graciosamente


recordando las palabras que Encarna decía.

E_ Como imitas a tu suegra… eres mala.

M_ Ella está encantada ¿eh?

E_ La tienes en el bolsillo.

M_ Claro, ¿qué te pensabas tú? –le acarició la cara-. Si yo soy


estupenda –la besó-. Pero no tanto como tú.

E_ Ya, venga va payasa que tengo hambre.

M_ ¡Ah! –sonrió-. Ahora como tú –alzó su voz y su nariz se frotó con


la de su mujer-, tienes hambre, ahora hay que correr –se puso en
jarras.

E_ ¡Pero cómo me pones mala, más que mala! –se abrazó a ella y
Maca la estrechó fuertemente entre sus brazos necesitando sentirla-
. Te quiero.

M_ Y yo –la miró llenándose sus ojos con la luz del amor.

E_ Pero más quiero una buena cena –dio una carcajada porque
Maca cerró los ojos con gesto de cansancio.

M_ ¡Ay Dios mío que cruz tengo con la niña! –se puso las manos en
la cabeza.

E_ Pues antes no me has dicho eso –le dijo insinuante.

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M_ Es que antes, era la cara, esa niña que me vuelve loca, ahora es
la cruz, esa niña pesadita que me vuelve loca –sonrió-. Va vamos
que yo también tengo hambre.

E_ Abre con cuidado –se puso tras ella.

M_ Oye –se detuvo.

E_ ¿Qué pasa? –preguntó con temor.

M_ Te imaginas que está aquí Carmen y nos haya escuchado.


Porque hay que ver como resuenan aquí los gemidos.

E_ Joder pues te aseguro que me moría de vergüenza.

M_ Y yo –sonrió-. A ver que puede ser esto...

E_ ¡Ay que hambre!

M_ ¡Joder! –murmuró con los ojos completamente abiertos por la


impresión-. ¡Vaya cocina!

E_ Esto es como si lo hubieran sacado de una película antigua –


decía mirándolo todo.

M_ Pero oye, aquí no está nuestra cena.

E_ No, y se supone que deberíamos tenerla... –se miraron


intrigadas-. Voy a ver en la nevera. Maca mira.

M_ ¿Qué...?... pero bueno –decía totalmente perpleja ante la nevera


abierta porque dentro habían varios recipientes cerrados con nata.
Entonces la miró fijamente preguntándole-. ¿No le habrás contado a
Carmen también esto?

E_ Pues... ¡jo Maca! –protestó ante su mirada-. ¿Qué quieres?, algo


tenía que hacer...

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M_ Ya, pero contar nuestras intimidades.

E_ Estaba desesperada a veces hablaba sin saber muy bien que


decía, tan solo necesitaba que alguien me escuchara –le decía con
gesto un tanto preocupado por su reacción.

M_ ¡Ay Esther Esther!, menos mal que era Carmen si llega a ser otra
salen publicadas nuestras noches de lujuria –rompió a reír
abrazándola con enorme cariño.

E_ Tonta si llega a ser otra no lo cuento –se defendió mientras le


dejaba un beso en el hombro desnudo.

M_ Sigamos a ver.

E_ ¿Me llevo un bote?

M_ No creo que haga falta ahora, estamos muertas de hambre.

E_ Ya pero donde demonios está nuestra cena.

M_ Mira aquí hay una puerta.

E_ A ver –la abrió-. Joder es una bodega –y cuando Maca fue a


pasar le gritó asustándola-. No pases no se nos vaya a cerrar la
puerta.

M_ Joder Esther que susto, otro así y te quedas viuda.

E_ ¿Tendrán Wilson? –sonrió.

M_ Todo pudiera ser –contestó divertida mientras se apoyaba en la


puerta.

E_ Pues no tienen, pero aquí hay unas botellas bien raras. No voy a
tocar nada, si acaso venimos después.

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M_ ¿Después de que?, porque si esto es una broma desde luego a
mí ya se me está haciendo una perforación en el estómago.

E_ ¡Ay que quejica eres! –entonces soltó la puerta y dejo que se


cerrara ante el susto de Esther-. ¡Maca!, pero... pero... ¡no puedo
abrir, Maca!

M_ Retira lo dicho –sonreía con picardía divirtiéndose ante aquella


situación pues sabía lo que a Esther le agobiaba estar en un sitio
cerrado.

E_ ¡Maca que esto no tiene gracia!

M_ ¡Que lo retires! –insistió.

E_ Lo retiro –entonces se abrió la puerta-. Eres de lo peor sabes la


claustrofobia que me da quedarme encerrada y tú... –no pudo
continuar porque selló su boca con sus labios aprisionando los de la
enfermera entre los suyos.

M_ ¿Decías? –le preguntó después de retirarse de su boca ante el


silencio de Esther-. Vamos.

Volvió a salir con Esther cogida de la mano, guardaba silencio,


pues aquel beso la trastornaba y ella que lo sabía, siempre cuando
la situación se volvía comprometida, acababa por besarla igual.

M_ Vamos a subir imagino que arriba debe haber otro comedor.

E_ Y las habitaciones –murmuró aún abducida por el beso.

M_ Por supuesto.

E_ Entre el beso y ver como se mueve tu culito subiendo las


escaleras tendré que hacerte mía nuevamente –murmuraba

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subiendo detrás ante el silencio de Maca pero su amplia sonrisa-.
Eres una provocadora espectacular ¿los sabías?

M_ Sí –le dijo aceptando aquella pregunta.

E_ La cena estará fría –decidió pensar en otra cosa porque notaba


como el calor se instalaba en su entre pierna y le iba quemando-. Si
es que tenemos cena.

Al llegar al final de la escalera en forma de caracol, se


encontraron con un pasillo amplio, al igual que el pasillo de la parte
inferior, a lo largo de su recorrido, habían antorchas con una llama
que hacía la función de alumbrar aquel pasillo que tenía dos puertas
a cada lado y una justo al final, allí vieron algo, sobre la puerta, se
miraron sonrientes y marcharon directamente hasta ella, pasando
de largo de las demás.

M_ ¿Qué es? –le preguntó a Esther que había cogido un papel.

E_ Una nota.

M_ ¿Qué pone? –asomó su cabeza por el hombro de Esther


apoyando su barbilla en él. Leyó al igual que lo hacía ella-. Que
bonito, ¿no?

E_ Pues sí, y que verdad. Somos afortunadas, nos tenemos y hay


que valorarlo.

M_ Carmen sería una psicóloga estupenda.

E_ Si, a mí me daba unos consejos increíbles, y una calma para


escucharme, creo que me ayudó más ella, con sus silencios que
nadie con sus palabras.

282 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Fue una suerte que eligieras venir aquí –le pasó las manos por la
cintura dejándole un beso en su cuello.

E_ Estaba desesperada y pensé que aquí sería el único lugar donde


nadie me diría de apartarte de mi lado, lejos de todos, solo para mí.

M_ Que bien suena eso... y lo mal que te lo hice pasar... ¿me


perdonaras algún día?

E_ Me lo pensaré... igual si esta noche te portas bien... pues...

M_ Llevo unos días portándome bien, ¿no?

E_ Pues esta noche tendrás que superarte –decía mientras apoyaba


su cabeza sobre el hombro de Maca y hablaba sonriente.

M_ Lo intentaré. ¿Abrimos?

E_ Sí, espero que esté aquí la cena –giró con cuidado el pomo y al
entrar las dos no pudieron más que silbar-. ¡Pero qué barbaridad!

Ambas no podían quitar su gesto de asombro, ante ellas una


cama enorme con dosel, ambas detuvieron su mirada en ella, se
miraron totalmente absortas pero no era lo único que les llamó la
atención, justo a los pies de la cama una mesa de madera con unos
candelabros y velas encendidas, una cubertería de plata, unas copas
del mejor cristal, y una cena que podía calmar el hambre de tres o
cuatro personas porque por mucho que estuviera tapado todo,
podían percatarse que aquello era una cena a lo grande. Justo al
lado de la mesa, en la pared una chimenea con el fuego adecuado
para que la calidez de aquella habitación fuera la precisa. Sobre la
chimenea un cuadro que mostraba un mar revuelto y un faro, las
cortinas rojas a juego con la colcha sobre la cama y la alfombra que

283 ”Adiós Esther” © by ldana


se encontraba frente al lar, hacía que el dosel blanco como las
nubes, aún resaltara más. Ambas lo miraban todo boquiabiertas.

E_ Vaya tela, ¡qué maravilla! –exclamó emocionada.

M_ Y que lo digas cariño, ¿has visto esto? –le enseñó las copas.

E_ Deben de tener cientos de años, no lo había visto en mi vida.

M_ Si. ¿Y la cama? –no salía de su asombro.

E_ Nunca he hecho el amor en una cama así.

M_ Ni yo –sonrió-. Oye pero encima de la cama hay algo –le dijo con
expresión seria entrecerrando los ojos.

E_ Es verdad –se acercaron-. ¿Pero qué es esto?

M_ ¡Que fuerte! –murmuró mientras apartando el dosel levantaba


un camisón corto, de seda rosa suave. Miró a Esther que tenía en su
mano otro, parecido pero de color blanco roto.

E_ Teresa...

M_ Teresa –dieron una carcajada enorme las dos que resonó en


toda la habitación, entonces Esther bordeó la cama y se abrazó
emocionada a su mujer-. Esto solo se le ocurre a ella.

E_ ¿Te has dado cuenta mi amor?, esto ha sido cosa de todos.

M_ Sí, oye... espera... espera –volvió sobre sus pasos y se quedó


mirando los cubiertos fijamente

E_ ¿Qué pasa?, son muy monos, muy de tu estilo ¿eh?

M_ ¡Toma como qué son los cubiertos que Carmen me guardaba


para mi dote!, pero... –decía totalmente pasmada.

284 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Pero qué fuerte! –exclamaba sonriente ante el gesto gracioso de
Maca

M_ Parece que vas a tener razón, nos lo han preparado todo...

E_ Si.

M_ ¿Y a ti?

E_ ¿A mí qué?

M_ Vamos no creo que Encarna se haya quedado sin poner su


granito de arena.

E_ Pues no veo nada que me recuerde a algo mío ¿eh?

M_ A lo mejor como ha estado malita –se acercó a ella pasando sus


manos por la cintura tratando que no se desanimara.

E_ Seguramente –dijo con cierta nostalgia en su voz pero


rápidamente se recuperó sabía que aquella noche iba a ser especial-
. Pero me imagino que mi madre lo que me ha dejado para mí... –la
besó-... pues eres tú.

M_ ¡Ah, es verdad!, eso sí puede ser si –dio una carcajada.

E_ ¿Has escuchado ese ruido?

M_ Sí Esther, ¿te da miedo?

E_ La verdad que me gusta mucho este lugar, ¡pero me da un


respeto! –ladeó su cabeza delicadamente.

M_ Pues tranquila porque una vez cene ese ruido no volverá a sonar
–Esther la miró y ante su carcajada le golpeó el culo-. ¡Oye!

E_ No te burles –le riñó.

M_ Venga... ¿qué tendremos de cena?


285 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ A saber pero me muero de hambre... además parece que han
querido hacernos entender que la noche va a ser intensa –sonrió.

M_ Eso parece. ¿Dónde te sientas tú?

E_ Pues no sé... a ver... ¡joder! –exclamó de repente.

M_ ¿Qué pasa? –la miró intensamente.

E_ Mira tu servilleta.

M_ ¿La servilleta? –Maca la tomó entre sus manos y vio bordados


los dos nombres unidos por un corazón y murmuró-. Encarna.

E_ Pues si, esto es cosa de mi madre... fijo –sus ojos se


emocionaron.

M_ Es que Encarna es mucha Encarna.

E_ Bueno vamos a comer o tus tripas me darán otro susto.

Cuando destaparon ambas bandejas que tenían delante de


plata, rieron porque cada una tenía ante ella su plato favorito.
Aquello les hizo sonreír de buena gana, se sentían en una nube,
como si aquel pequeño castillo en medio de la naturaleza las tuviera
apartadas del mundo, como si por unas horas les dejaran estar en la
gloria, juntas, solas, sonriendo, hablando, provocándose. Y en ese
cielo tan especial con nubes rojas de amor, encontraron la
tranquilidad que siempre tenían, volvieron a ellas las ganas de
hablar del hospital, de los amigos, de futuros proyectos que les
habían quedado en el tintero.

E_ A propósito Maca, tengo una noticia que darte –ella elevó una
ceja de manera tentadora-. No es lo que piensas.

286 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Y qué pienso?

E_ Alguna postura nueva... –dijo insinuante ante la carcajada de


Maca que rompió a reír sin poder parar dando una palmada sonora
al viento.

M_ Si no fuera porque esta servilleta tiene mucho valor, te la


echaba. ¡Ay por Dios que a gusto me he reído!

E_ ¿Y? –esta vez quien la miraba con un ardor en sus ojos que no
quería esconder era ella.

M_ Qué tienes razón... porque últimamente no hacemos otra cosa –


sonrió

E_ En serio.. verás...

M_ Espera voy a por el champán y nos tumbamos al lado de la


chimenea

E_ Vale pero yo quiero probar esa cama lo primero.

M_ Todo a su tiempo, Esther, todo a su tiempo.

E_ ¡Ay es que me vuelves loquita! –la perseguía con la mirada fija


en su trasero, con su andar seguro, aquel vestido le hacía un cuerpo
más esterilizado, aquella figura que se sabía de memoria pero no
por eso dejaba de sentirse atraída de manera visceral por ella-.
¡Pero muy loquita!

M_ ¿Ah si?, pues no entiendo que haces sentada...

E_ ¿Me provocas?

M_ Nada más lejos de mi intención –sus ojos incitantes se clavaron


en su escote.

287 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ah... creía –se acercó a ella que tenía la botella de champán y
dos copas, entonces con un toque suave apartó la falda del vestido
haciendo que Maca suspirara-. Vamos a la chimenea.

M_ ¡Ay Esther, Esther qué mala eres! –le susurró apoyando su


frente en la suya

E_ Vamos...

Justo al lado de la chimenea que continuaba con su


característico crepitar, había un diván de terciopelo blanco, era
insuficiente para que tumbaran en él, pero era bastante para que
ambas se sentaran en el suelo apoyándose en él, sobre aquella
alfombra roja, el fuego reflejaba en sus caras dándoles un color que
acompasaba el del aire que se respiraba allí, rojo pasión. Maca
destapó la botella yendo a parar el tapón a la otra punta de la
estancia, Esther reía abiertamente mientras la espuma caía sobre la
alfombra.

E_ Te vas a manchar –le decía muerta de risa.

M_ Joder, la botellita ha debido moverse lo suyo.

E_ Que cara has puesto –seguía sonriendo sin parar.

M_ A ver si te vas a mear –le dijo de golpe y entonces volvieron a


dar una carcajada mientras con cariño se besaban-. Te quiero mi
niña.

E_ Y yo –le acarició con ternura la cara mirándola y llenándose de


ella.

288 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Bueno trae la copa guapa que esto sigue saliendo –decía
mirando hacia la alfombra-. Luego nos tocara pagar los
desperdicios, te lo advierto.

E_ Pues los pagamos –dijo mientras retiraba la botella a un lado y


se acercaba a su amor-. Brindamos.

M_ Si, te cedo el honor –le sonrió.

E_ Brindo por ti, y por mí, brindo porque nuestro amor no


desfallezca nunca, porque aquello que me dijiste cuando leíste la
carta de Luna, no se cumpla, que nadie se cruce en nuestras vidas,
brindo por nuestro amor fuerte y sano, brindo por que te quiero,
porque te amo y porque eres la dueña de mi vida.

M_ Brindo por ti –le dijo con su voz susurrante mirándola a los ojos,
devorándola de manera consciente-. Brindo porque ni nada ni nadie
nos separe, por nuestro amor, brindo porque eres la dueña de mi
vida.

Sonrieron y chocaron sus copas débilmente, después bebieron


sin dejar de mirarse, para suspirar ambas al mismo tiempo una vez
dado el primer sorbo.

M_ Me vas a contar ya.

E_ A ver... tu padre el último día que vino me comentó que nos


había preparado un crucero.

M_ ¿Un crucero?, ¡qué horror! –murmuró un tanto apática.

E_ ¿No te gustan?

M_ No, no soporto estar en la habitación haciendo el amor y


teniendo que sujetarte a la cama...

289 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿Así que lo has probado en un barco, eh? –la miraba con los ojos
entrecerrados de manera desafiante.

M_ Sí, y te aseguro que a ti no te gustaría, ahora, que si tú quieres


que vayamos, vamos, bueno pero que vamos ¿eh? –insistía
asintiendo a sus palabras con la cabeza y a cada movimiento su
melena se movía graciosamente.

E_ Pues no sabes lo que me alegra que no quieras ir –dio una


carcajada y ante su mirada agregó-. De fin de curso en bachiller
hice uno, y a parte de que tienes razón, no podríamos hacer el amor
demasiado bien, me pase todo el viaje de ida vomitando.

M_ No me extraña lo más mínimo, vamos –entonces dejó la copa y


se acercó hasta su hombro desnudo besándolo-. ¿Así qué... tú...
también?

E_ Claro, que no sea pija no quiere decir que no aprovechara las


ocasiones.

M_ Eres malvada a más no poder –se le echó encima mientras


sonreía-. ¿Qué me dijiste antes? –se había sentado sobre ella y la
miraba con pasión.

E_ Que después del susto que me habías dado, debías portarte


bien... –le acariciaba los muslos suavemente provocando que la piel
de Maca se erizara ante el contacto.

M_ Eso es... que debía portarme bien... –comenzó a moverse tan


suavemente ejerciendo una tímida presión en ella, pero tan intensa
que Esther suspiró-. ¿Y... qué quieres que haga? –la miró
sugerentemente.

290 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Lo que estás haciendo... no está nada mal –susurró subiendo sus
manos por los muslos.

M_ Vale –musitó intensificando un poco más su movimiento.

E_ Debimos subir la nata.

M_ Tenemos tiempo cariño... sigue –le dijo pues se había detenido


la excursión que sus manos estaban haciendo.

E_ ¿Te gusta?

M_ Como me lo puedes preguntar –sus pezones se marcaban por


encima de la tela del vestido mostrando la excitación que sentía en
todo su apogeo.

E_ Maca... –susurró débilmente cerrando los ojos pues sus caderas


comenzaron a complementarse en los movimientos.

M_ Que... –devolvió el susurro y ante la presión de las manos de


Esther gimió sin poderlo resistir mirando como de igual manera que
a ella, los pezones de su mujer se erguían demostrando que todo
cuanto estaba haciendo, era lo correcto.

E_ ¡Sigue! –fue un susurro repleto de ternura.

M_ Apriétame Esther.

E_ No pares –decía jadeando no solo por su propio placer, también


por el que sabía le estaba causando a Maca.

M_ Esther... Esther...

Y así juntas, de la manera más divina posible, rozaron las


estrellas, no les importó entregar al silencio de la noche los gemidos
que cruzaban las paredes de aquella habitación, quizá pensaban

291 ”Adiós Esther” © by ldana


habían logrado despertar la curiosidad de algún fantasma, pero de lo
que no cabía duda, era del placer tan brutal que habían vivido.
Esther se levantó de un solo movimiento, necesitaba humedecer sus
labios , y sabía de que manera, Maca se acopló a la nueva postura,
abrió sus piernas, abrazando con ellas el cuerpo de Esther, mientras
ella se sentaba apoyada sobre el diván lo suficiente como para
poder soportar bien su peso, por su parte la enfermera, había
abrazado a su mujer por la cintura, la aferraba con fiereza a su
cuerpo, mientras Maca con uno de sus brazos rodeaba su cuello y
con el otro, lo pasaba por el torso bajo su brazo aferrándola también
ella. Así tratando de controlar sus respiraciones, se entregaron a
besos apasionados que no hicieron más que disparar más aun el
delirio que sentían, sus lenguas jugaban, se rozaban, se escapaban,
se mordían, sus labios succionaban la lengua contraria, atrapaban
los labios contrarios y así, ambas quedaron saciadas de su sed.
Trataron de detener aquel énfasis del que tanto disfrutaban pero lo
único que lograban era excitarse aún más, exaltarse repletas de
pasión, repletas de ganas de llenarse la una de la otra. Ninguna era
sensata en aquel arrebato, ambas se erguían como dos locas
entregadas a la fogosidad de sus cuerpos, de sus necesidades
físicas.

E_ Maca... Maca –trató de poner algo de cordura, Maca se separó


mirándola con su boca entreabierta y sus ojos repletos de pasión-.
Deberíamos cambiarnos, no podemos hacerle ese feo a Teresa.

M_ ¿Teresa? –murmuró un tanto desconcertada.

E_ Los camisones.

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M_¡Ah!, si, bueno da igual mañana nos los ponemos –le decía
tratando de ganar su cuello, pero ella se apartó sonriente-. ¡Joder
Esther!. ¡Uf!, está bien, está bien –dijo no muy convencida.

E_ Vamos a tener toda la noche mi vida... ¡venga! –le dio un golpe


suave en el culo-. Además luego Teresa nos pedirá detalles y...

M_ Joder... odio parar –murmuró abatida sentándose en el suelo.

E_ Voy a cambiarme –le dijo poniéndose en pie y mostrándole sus


manos para ayudarla a levantar.

M_ Vale –dijo una vez de pie cogiéndola fuertemente del culo-. Voy
a por la nata mientras te cambias.

E_ ¡No! –gritó deteniendo a Maca que se había soltado de sus


manos.

M_ ¿No? –la miró sin entender muy bien y con un resoplido-. Esther
no estoy para esperar mucho rato, te lo advierto, tengo un fuego
interior que me va a abrasar –decía mordiéndose el labio y
dirigiéndose de forma impulsiva a besarle.

E_ No te vayas y me dejes sola –le dio después de besarla como


una loca pero retándola con la mirada-. Tengo miedo.

M_ ¿A qué?, ¡está bien!, ¡vamos! –tiro de su mano bajando


precipitadamente por las escaleras.

E_ Maca, que me mato... Maca –decía riendo como una loca


mientras bajaban los escalones.

M_ Venga, venga –abrió la nevera y cogió un recipiente con nata,


otro con fresas. Cerró la nevera. Se giró y volvió a abrir-. Dos
mejor.

293 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Menudo atracón, a ver si vamos a pillar un empacho.

M_ Va no te entretengas –volvió a tirar de ella.

E_ ¡Espera!

M_ ¿Y ahora qué?

E_ Hielo –sonrió con picardía.

M_ Venga, venga... –decía mientras volvía a besar su nuca.

E_ ¡Uf!, vamos –esta vez fue ella quien tiro de Maca.

M_ ¿Te cambias tú primero? –la miraba provocativa.

E_ No, a la vez.

M_ Pero eso es poco Romántico cariño –le puso pucheritos.

E_ Vale pues yo en el lavabo tú aquí.

M_ Venga si.

E_ No tardo –sonrió feliz.

M_ Esther que nos conocemos y sé que tardas, piensa en el hielo


recorriendo tu vientre –le decía mordiéndole el lóbulo.

E_ Dos minutos, lo prometo –la besó con pasión y salió corriendo.

Ambas reían divertidas, aquella noche estaba siendo realmente


especial, quizás el saber que al día siguiente todo volvería a la
normalidad, les daba esa sensación de querer devorarse, de querer
estar una sobre la otra, pegar sus cuerpos y no separarse jamás.
Maca se quitó todo de un solo golpe, miraba aquel camisón tan
picante y no podía imaginarse a la buena de Teresa comprándolo, se
reía solo de pensarlo, pero también se moría de ganas por ver a
Esther. Ella en el lavabo se había tropezado dos veces, las prisas
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nunca habían ido con su forma de ser, pero aquel momento a ella
misma le premiaba la necesidad.

E_ ¿Salgo? –preguntó desde dentro con una amplia sonrisa divertida


y nerviosa.

M_ Sí, yo ya –le contestó con la misma sonrisa.

E_ Voy.

M_ ¡Va Esther! –rozaba la histeria y su nerviosismo le hacía no


estarse quieta en la cama.

Al salir del cuarto de baño, vio que tan solo quedaban


encendidas las velas de mesa, y dentro de aquella cama veía tras el
dosel la figura de Maca, ella caminaba dilatando un poco más el
momento de llegar, sabía que estaba provocando a su mujer de
manera cruel, pero como tantas veces ella misma le había dicho, la
recompensa valía la pena. Por su parte, Maca podía ver entre la
tenebrosidad de la habitación el cuerpo de Esther, reflejado por la
luz de la chimenea, era espectacular, terrible y abrumadoramente
espectacular. La deseaba tanto, la amaba tanto, la necesitaba tanto.
Esther separó el dosel lentamente, con su sonrisa amplia, aquella
sonrisa que había cautivado a Maca, aquella sonrisa que la
desbordaba una y otra vez, que le encendía el interior como aquella
chimenea encendía aquel cuarto, y daba calor.

M_ Estás divina...

E_ Tú si estás divina.

No hubieron más palabras, en aquel momento sobraban porque


en lugar de sus voces extasiadas, hablaron primero sus ojos, tanto

295 ”Adiós Esther” © by ldana


decían, que no hacía falta nada más, hablaban sus manos, con
caricias lentas recorriendo el cuerpo deseado con calma pero
intensidad, lo hacían sus labios, con besos robados, con besos
entregados, besos dependientes, lo hacían sus cuerpos bajo aquel
camisón tan especial para la ocasión. Y así, primero lentamente
devorándose con la mirada, se dijeron todo cuanto sentían sus
corazones, después, con las caricias buscaron territorios que no por
descubiertos con anterioridad, les resultaba menos excitante
volverlos a recorrer. Los camisones duraron poco en sus cuerpos, el
tiempo que les dio la pasión para despojarse de ellos, después se
revolcaron por la cama de un lado a otro, se besaron
frenéticamente, se acariciaron como si en ello se les fuera la vida,
sin palabras fue primero Maca quien decidió disfrutar con las fresas,
Esther tan solo recibía amor y pasión, se dejaba hacer; después fue
Esther quien jugó con la nata por el cuerpo perfecto de su mujer, y
más tarde, no necesitaron más que sus cuerpos desnudos, sus
pieles saciándolas, sus labios enrojecidos, sus manos ardientes para
llegar a allá donde tan solo un buen amor, donde dos personas
únicas, donde dos mujeres entregadas la una a la otra son capaces
de llegar.

El fuego de la chimenea fue bajando su intensidad, conforme a


ellas se les fue acabando las fuerzas, rendidas, caían sobre una
nube algodonosa de terciopelo, se abrazaban y se dejaban llevar, así
estuvieron durante algunas horas, otras tan solo se miraban, se
acariciaban, se sonreían, se besaban tímidamente, cuando se
quedaban adormiladas, una observaba y admiraba a la otra,

296 ”Adiós Esther” © by ldana


sabiéndose feliz, sabiéndose afortunada y rogando a Dios, que
aquella visión no le fuera arrebatada nuevamente.

En silencio, Maca dormía de lado, abrazando el cuerpo de


Esther que tenía los ojos abiertos, las formas en la pared
jugueteaban, se difuminaban y volvían como sus recuerdos, sin
poder evitarlo una lagrima resbaló por su rostro, tanta felicidad, le
ahogaba y si bien había rogado que llegara ese momento, le estaba
superando sentirse tan feliz, tan amada. Y la mano que jugaba
lentamente con su vientre, la tomó, entrelazó sus dedos, y se aferró
a ella, como se puede aferrar el recién nacido al pecho de su madre,
para su vida, Maca era el motor que daba ese funcionamiento a su
corazón.

E_ Maca... ¿duermes?

M_ No... pero no me puedo mover cariño –le dijo con voz extasiada.

E_ Yo tampoco –sonrió.

M_ Mañana tendremos que usar un kilo de tapa ojeras.

E_ Es verdad, porque llevamos cuatro días de locura.

M_ ¿Cuatro?, pues mi cuerpo parece que me diga muchos más.

E_ Oye.

M_ Dime mi vida –se aferró más a su mano.

E_ Quería decirte algo...

M_ Tú dirás –se apoyó con el codo en la almohada mientras la


miraba con adoración.

E_ Te quiero.

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M_ Esther... –se aferró con fuerza a su cuerpo suspirando con
fuerza-. ¿Sabes?, nunca he sentido esto...

E_ ¿Ni con Azucena? –le preguntó con temor.

M_ Con nadie mi amor –le besó la sien-. A veces tenía miedo porque
lo que sentía y siento por ti es tan fuerte, que me daba miedo.

E_ A mí me pasaba igual... me pasa igual –otra lagrima resbaló por


su rostro.

M_ ¿Por qué lloras? –la miró preocupada.

E_ Porque soy feliz... –musitó besándole la mano.

M_ Mi amor... yo también lo soy, inmensamente feliz.

Esther se volvió y sonriendo se besaron aferrándose después


en un abrazo entregado.

No sabían muy bien porque, ni tampoco les importaba, pero no


podían parar de amarse, sus cuerpos era cierto que se mostraban
un tanto extasiados pero bastaba un ligero roce, una ligera caricia
para que nuevamente la pasión entre ellas se desatara. Volvieron a
amarse logrando aquel nexo de unión que parecía que cuando se
entregaban sus cuerpos estuvieran unidos el uno al otro, se movían
acompasadas sabiendo justo el rincón donde una hacía explotar a la
otra, ambas devoraban con la misma euforia sus bocas, sus pieles,
sus sexos, no cesaban de sentir y querían seguir sintiendo aquella
maravillosa sensación de estar en aquella nube particular, de la que
eran dueñas y señoras, viajaban por el cielo pudiendo llegar al sol
sin derretirse porque el propio calor que tenían sus cuerpos, el ardor
que sentían en su interior, aplacaba la fuerza del astro rey, podían

298 ”Adiós Esther” © by ldana


rozar con sus yemas la luna que las seguía iluminando para que
pudieran hacer con ella una fiesta de amor, podían notar como
subían a las estrellas y llegar al Universo con un temblor intenso en
sus cuerpos.

E_ ¿Sabes una cosa Maca? –murmuraba con una voz más que rota
por el cansancio, mientras reposaba en el pecho de su mujer

M_ ¿Qué? –su respuesta no fue mucho más intensa

E_ Creo que Carmen le ha debido echar algo a la comida

M_ ¿Por qué? –sonreía divertida imaginándose lo que iba a decir

E_ No es normal cariño… es que no puedo con mi alma pero te


deseo como una loca.

M_ Nos habrá puesto una Viagra femenina –soltó una carcajada


enorme-. No seas tonta, somos así, ¿o no recuerdas ya otros
momentos en la Sierra por ejemplo?

E_ Sí –sonrió graciosamente.

M_ ¿Y cuando fuimos de luna de miel?

E_ Sí –exclamó extasiada de placer al recordar.

M_ ¿Y en el coche?

E_ Dios sí, solo nos falta en la moto.

M_ Pues a mí se me está ocurriendo algo, ¡levanta!

E_ No puedo –sonreía divertida ante el gesto insinuante de Maca-.


No puedo.

299 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Venga Chiquita de la Calzada, ¡arriba! –le ayudó a levantarse
sonriendo, cogió una manta y se enrolló, luego abrió un poco para
que Esther se metiera dentro-. Ponte delante.

E_ Nos vamos a caer.

M_ Confía en mí.

E_ Joder… ¡que flojera de piernas!

M_ Y más que te va a entrar.

E_ Me encanta, me encanta –repetía feliz-. ¿Dónde me llevas?

M_ Ahora veras… a ver… quisiste hacerlo en la cocina en nuestro


refugio y no nos fue nada mal, y yo desde que he entrado en este
maravilloso lugar, me muero de ganas de probar aquel sofá y la
mesa, ¿qué me dices?

E_ Que te des prisa.

M_ Mi Princesa… que hoy más que nunca eres mi Princesa –le


musitaba en el oído.

E_ ¡Eres lo peor Maca! –le dijo mientras bajaban las escaleras.

M_ ¿Y eso? –la llevaba cogida del vientre con sus manos mientras
Esther sujetaba la manta.

E_ Porque sabes que cuando me hablas así me derrito por fuera y


ardo por dentro.

M_ Y me gusta tanto lo último…

E_ Definitivamente… esto no es normal… tendremos que hablar con


Carmen es capaz de todo –dio una carcajada mientras llegaba al
salón principal-. ¿Aquí quiere su Majestad?

300 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Sí, aquí quiero poseer a mi Princesa.

E_ ¿Y si me niego? –la miraba con expresión picarona.

M_ No será capaz de negarse a esto… pero si lo consigue… asumiré


mi fracaso y me conformare yo solita –le dijo poniendo su mismo
gesto mientras retiraba la manta de ambos cuerpos-. ¿Le parece
bien?

E_ Le va a resultar complicado Majestad –le hizo una reverencia


simpática y con su sonrisa amplia repleta de ironía-. No creo que su
Princesa pueda acceder a sus necesidades.

M_ No crea Princesita mía –se le acercó mientras Esther se retiraba


dando cortos pasos hacia detrás- Tengo mis armas para doblegar
tanta frialdad.

E_ No lo niego, pero… -tropezó con la mesa y ante la mirada seria y


desafiante de Maca, con su ceja elevada tal y como le gustaba a
ella, sonrió subiendo de un salto a la mesa-. A ver que es capaz de
hacer para encender la pasión que en este instante esta apagada.

M_ ¿Ah si? –le abrió las piernas y se puso entre ellas sin tocarla,
Esther se estremeció-. Veamos que te parece esto –pasó su dedo
corazón por el vientre de su Princesa que no pudo evitar con una
gesto rápido y un golpe de respiración, esconder su vientre-. Bien…
veamos… ¿y esto? –con la otra mano le apartó la melena pasando
delicadamente su dedo por el cuello mientras la miraba con la boca
entreabierta y una ligera sonrisa vencedora.

E_ No está nada mal –susurró mordiéndose el labio.

301 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Bien. Sigamos. Por lo que veo… no me va a costar tanto –le dijo
al ver como sus pechos se endurecían al contacto frágil de las
yemas de sus dedos-. Me encanta tenerte así –le susurró y entonces
acercó su boca hasta la de Esther que ante las caricias no podía
reprimir sus ganas de tocarla-. Me encanta saborearte, voy a
intentarlo, ¿eh? –le dijo sonriendo mientras volvía con su mano a
separar el pelo, luego se acercó lentamente hasta su oreja, pasó su
nariz por ella ante el gemido incontrolado de Esther que no lo pudo
omitir. Un segundo después de aquel gemido, Maca se mojaba sus
labios para besar poco a poco, con un roce minúsculo su cuello.
Esther cerró sus manos, apretó sus puños, sentía como la sangre
hervía, como el corazón corría y como el deseo la enloquecía, pero
no había nada mejor que sentir todo aquello, sentirse morir ante
Maca. Pero ésta de repente y sin previo aviso se detuvo y se separó-
. ¿Y bien?

E_ Sigue –le dijo vencida.

M_ No creo que sea justo seguir –hizo amago de separarse de ella.

E_ ¿Cómo qué no? –abrió graciosamente sus ojos.

M_ Porque soy tu Reina y yo debería ser quien mandara, ¿no te


parece?

E_ Joder…

M_ Las Princesas no dicen tacos –le sonrió subiendo a la mesa-. Que


caliente está.

E_ Uf pues tu Princesa esta ardiendo –a gatas fue hasta ella.

302 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¡Eso no puede ser! –le dijo entrecerrando los ojos-. Mi Princesa
no iba a arder en el deseo, iba a ponérmelo difícil.

E_ Vale, acepto, no puedo –dijo definitivamente rendida-. Me rindo


a los pies de su Majestad, me rindo para toda la vida, es superior a
mí, no tengo voluntad propia ante sus caricias Señora mía.

M_ Eso me gusta más –le dijo acercándose a ella lentamente por


encima de la mesa-. ¡No sé que voy a hacer contigo!...

E_ Le puedo dar ideas… -le guiñó el ojo.

M_ Bien… eso puede ser divertido.

E_ Vale –le cogió su mano y la llevó a la boca, Maca cerró sus ojos y
se humedeció los labios. Esther besó con delicadeza cada uno de sus
dedos.

M_ Eso está bien –susurraba mirándola embobada.

E_ Lo sé –lentamente con su mano sobre la de Maca, le obligó a


recorrer desde su boca, hasta su esencia con cuidado mirándose a
los ojos sonriendo ambas con felicidad, Maca se mordió el labio
graciosamente, Esther cerró sus ojos ante su contacto íntimo y sin
apartar su mano de la otra le dijo-. Ahora Majestad… ahora soy toda
suya.

Con cuidado Maca siguió el camino que su mujer le había


marcado, siguió cada una de sus caricias con mayor o menor
profundidad, y cuando alcanzó la cima del placer, fue Esther quien le
hizo llegar con un éxtasis maravilloso. Se besaron gastando las
pocas fuerzas que les quedaban, se miraban a los ojos entregándose
amor, se llenaron de ternura, también de pasión, utilizaron la mesa,

303 ”Adiós Esther” © by ldana


el sofá, parecía que cuanto más querían parar menos podían, se
abrazaban, se besaban, se susurraban mil te quiero, todo envuelto
en una gran devoción, un cuerpo necesitaba estar junto al otro
cuerpo, como si el amor los cosiera, como si cada caricia fuera la
última.

Finalmente después de muchas risas, agotadas por el esfuerzo,


se metieron en aquella cama que parecía sacada de un cuento de
hadas.

E_ Cuando tengamos dinero nos compraremos una cama así.

M_ Que Romántica es mi niña –susurró mientras se Esther se


acomodaba entre sus brazos

E_ Si.

M_ ¿Y qué haremos cuando la pequeña Esther esté en su cuna? –le


dijo sonriente dejándole un suave beso en el hombro

E_ En cuanto volvamos a Madrid comenzaremos con todos los


papeleos –no ocultó las ganas que tenía de que aquello sucediera.

M_ Si.

E_ Me enloquece la idea de darte una Esthercita –sonreía


graciosamente

M_ Dios y a mí tenerla. ¿Te imaginas?, Daniel y Esther, suena


fabuloso –Esther pudo notar la emoción en su voz, y aquello aún le
hizo sentir mucho mejor-. Nuestra parejita.

E_ Si –decían medio adormiladas-. ¿Y si le ponemos Esther


Macarena?

304 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Tú que quieres cariño, hundirla de por vida.

E_ ¿Por qué?... bueno suena un tanto a telenovela pero… -enlazó


sus dedos con los de Maca.

M_ Un poco… -rió con ganas pero con pocas fuerzas-. Mi nombre es


horrible, no me gusta nada, será mejor llamarla Esther.

E_ Como tú quieras –murmuró pues tanta felicidad le estaba


dejando dormida por mucho que no lo quisiera.

M_ Seremos una familia… una maravillosa familia… -repitió


entregándose a la dulzura del sueño.

E_ Si… lo que siempre soñamos…

No hubieron más palabras, enlazadas con sus manos,


abrazadas con sus cuerpos, cubiertas por el amor, se quedaron
dormidas, en el mayor de los silencios, en aquel lugar que quedaría
grabado para siempre en sus retinas, para siempre en sus
corazones. Con tan solo la luz de la chimenea a la que tanto se
habían acostumbrado, con sus respiraciones tranquilas, con sus
rostros relajados, con sus corazones descansando del trote del amor
y la pasión, allí planeando nuevos retos, soñando con aquella niña
que aún estaba por llegar, con volver a ser una familia, la familia
que cuando se conocieron en sus mejores sueños soñaron con
formar.

La madrugada ya estaba bien entrada, el cielo estaba abriendo


paso lentamente al amanecer, entre tonos oscuros y claros, con un
aire fino pero un tanto helado, allí en aquel lugar seguían dormidas

305 ”Adiós Esther” © by ldana


y abrazadas la pareja. Sin embargo y aunque todo había sido bello
desde que Maca volvió a ser Maca, todo cuanto había pasado había
dejado también huella, tanto en una como en otra. Tenían muchos
miedos que superar, muchos que se habían ido acomodando en sus
corazones, en su interior y de donde sería un tanto difícil sacarlos si
no echaban las dos por el mismo camino, el de vivir como una
pareja que había superado cada obstáculo que se les había
interpuesto en su camino.

Entregadas a sus sueños, también se entregaban a sus


pesadillas, quizá porque quien más había sufrido el miedo a perder
había sido Esther, se veía nuevamente enfrascada en una pesadilla.
Estaba trabajando en el Hospital cuando de pronto sin saber porque,
se encontraba en el lago, allí llamaba desesperada a Maca, y ésta
salía desnuda de allí, su visión era maravillosa, su cuerpo se
mostraba todo para ella, sonreía Esther hasta que veía como detrás
de Maca salía otra mujer igualmente desnuda, entonces echaba a
correr, huía por el camino lleno de espinas, las hojas de los árboles
golpeaban su rostro, caía y se levantaba, llevaba sangre en las
rodillas, le dolían las manos, las lagrimas bañaban su rostro de
manera asfixiante, el sabor salado se colaba en su boca, la ahogaba
hasta hacerle parar, su respiración jadeante estaba a punto de
matarla. Estaba perdida, no sabía a donde ir, entonces se giró y vio
a Maca que le estaba hablando, no sabía que le decía no podía
entenderla, tan solo veía su rostro preocupado, sus ojos tristes, su
voz trémula, se acercó y le habló, pero Maca no estaba, la había
perdido. Entonces volvió a girarse y vio como aquel maldito hombre
se la llevaba, ella trató de correr pero se enganchó con un rama que

306 ”Adiós Esther” © by ldana


le hizo caer, al levantarse la vio marcharse pero esta vez no era un
hombre, era Azucena, con ella cogidas de la mano, besándose
delante suya, sentía como su corazón dolía, como sus entrañas le
estaban empujando a ir contra ellas a pegarles, sentía un odio
acumulado que no podía soportarlo, notaba como sus puños
apretaban tanto, que se estaba haciendo daño, negaba con su
cabeza, más lagrimas y la carcajada de Maca, estaba tan bella, pero
se estaba burlando, estaba provocándole, y al mismo tiempo
burlándose, aquella no era Maca, no podía ser ella, la que quería
tener una hija, la que quería ponerle su nombre, su nombre… la
oía… la estaba oyendo como la llamaba, pero su frente se fruncía
ante tanto dolor, ante la locura que estaba viviendo…

M_ ¡Esther, Esther cariño despierta! –la zarandeaba con cuidado


Maca y con gesto preocupado ya que la había despertado su temblor
y su respiración agitada.

E_ No te vayas Maca… -seguía murmurando con la voz rota sin


despertar de su pesadilla que parecía tenerla bien presa

M_ Esther es una pesadilla, vamos despierta… estoy aquí cariño… mi


amor despierta –le acariciaba con cuidado la cara mientras le
hablaba con tono preocupado.

E_ Maca –fue lo único que acertó a decir, mientras se abrazaba con


fuerza y dependencia a su cuello.

M_ Estoy aquí y no me voy a marchar, te lo aseguro.

E_ No puedo soportar estas pesadillas –decía dejándose abrazar y


besar por ella.

307 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Cariño es normal, has estado bajo mucha presión y ahora que
estás relajada te pasa esto –le puso su dedo en la barbilla
elevándole la cara para mirarla con devoción-. Mi niña… me siento
tan mal de verte así.

E_ Maca –volvió a repetir mostrándole cuanto dependía de ella que


volvió a aparecer la misma Esther de siempre, insegura y repleta de
miedos

M_ Voy a traerte agua ¿vale?

Le puso los almohadones sobre la espalda para que reposara


en ellos, su cara reflejaba el pánico que había vivido y su mirada se
perdió por cualquier lugar de aquella habitación, sin lugar fijo. Hasta
que reaccionó y la buscó necesitada de ella diciéndole con la voz
apagada.

E_ No tardes…

M_ Estoy aquí –le dijo desde detrás del dosel. Con cuidado le llevó el
vaso hasta la cama y se lo dio-. Bebe, te hará bien.

E_ ¿Cuando se marcharan? –le preguntó antes de beber, notaba que


su garganta estaba seca y su pulso aún estaba acelerado.

M_ No lo sé, me gustaría que no tuvieras ninguna más, pero si


sigues así deberíamos ir a que nos ayudaran un poco.

E_ Yo no quiero soñar pero…

M_ Es el miedo Esther, y solo cuando tú te mentalices que nada va a


pasar, que estoy a tu lado, que estamos juntas… entonces las
pesadillas remitirán.

308 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ No lo puedo evitar, cuando me acuesto, siento el miedo a que no
me abraces, a que no me beses, a volver a despertar y tenerte tan
distante –se refugió entre sus brazos ante la mirada triste y sería de
Maca.

M_ Pero cariño eso puede pasar, y no necesariamente porque te


quiera dejar para irme con otra –le dijo un tanto sonriente.

E_ Más te vale, porque nadie te hará lo que te hago yo.

M_ Por eso no me voy tontita –sonrió besándole la sien que quedaba


a su altura.

E_ ¿Tan buena soy?

M_ Mucho, no lo dudes –sus manos que tenían aferrada su cintura


instintivamente la apretaron más.

E_ Cuando sueño así, me duele el corazón.

M_ No creas que a mí no me pasa cariño… claro que me pasa y claro


que tengo miedo, pero no podemos vivir así. De todos modos
cuando volvamos a la rutina de siempre, a trabajar, a tener a
nuestro pequeño con nosotras… todo irá desapareciendo. ¡Ah!, y ni
te cuento cuando estás embarazada –sonrió ampliamente.

E_ A eso también le tengo miedo.

M_ ¡También!, ¿dónde está la Esther fuerte y valiente que me ha


sacado hacia delante?

E_ Trato que esté, pero el miedo me puede

M_ ¿A que tienes miedo realmente? –le preguntó con expresión


preocupada

309 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Tengo miedo a no hacerlo bien, fui tan estúpida contigo, tan…

M_ Para Esther… esto no tiene nada que ver… y no quiero que vivas
el presente de recuerdos pasados ¿vale? –le alzó nuevamente la
cara para mirarla a los ojos-. Aquello pasó y está olvidado. Si no lo
olvidamos no podremos seguir adelante, aprendamos de nuestros
errores.

E_ Eres maravillosa, ¿te lo había dicho?

M_ No –le contestó seria aunque no podía evitar que sus labios


tuvieran cierto temblor ante la risa que quería esconder.

E_ Pues lo eres –le confirmó buscando de nuevo el lugar tan


exquisito donde Maca la tenía abrazada-. ¿Y te he dicho que te
quiero?

M_ No hace rato que no me lo dices, y me tenías preocupada

E_ Te quiero –Maca le dejó un beso en la frente mientras ella


respiraba con fuerza abrazándose más

M_ Así me gusta, que seas un buena esposa y me digas lo mucho


que amas

E_ ¿Y tú?

M_ Te quiero como jamás he querido a nadie.

E_ Lo sé –le enlazó sus dedos con los otros que estaban calientes-.
Siempre tienes las manos calientes. No como yo.

M_ Claro, porque tú tienes el corazón caliente mi vida, aunque sea


un martirio que me roces tus pies o tus manos cada vez que me
acueste –Esther dio una carcajada que resonó en toda la habitación-

310 ”Adiós Esther” © by ldana


. Eso es lo que quiero mi amor, que sonrías, así los problemas serán
menos.

E_ Mi madre tiene razón –murmuró mientras sus dedos jugueteaban


con calma.

M_ Encarna siempre tiene razón.

E_ Me dijo que si te perdía nunca más volvería a ser feliz, porque


eras lo mejor que tenía en la vida, tú me habías dado calma, y me
dijo que era una inconsciente por portarme mal contigo. ¿Y sabes? –
Maca sonreía con ternura mientras suspiraba aferrándola más contra
su pecho-. Tiene razón.

M_ Y Teresa también –le susurró apoyando su cabeza contra los


almohadones que habían colocado en el cabezal.

E_ ¿Qué te dijo Teresa?

M_ Me decía que un día me arrepentiría de todo cuanto te estaba


haciendo –Esther le acariciaba la mano lentamente llenándose de su
piel y su perfume, escuchándola atentamente, pues si cuando
guardaba silencio le gustaba, cuando hablaba la adoraba-. Y la
verdad que cada vez que te veo con las pesadillas, me arrepiento de
tantas cosas.

E_ Tú no tienes la culpa de mis pesadillas cariño –su mano apretó


con fuerza la de Maca que le correspondió al tacto-. Pero sí, tanto mi
madre como Teresa tenían razón fuimos bastante orgullosas.

M_ Estuvimos a punto pero no nos separamos –susurró


acariciándole ella esta vez el pelo suavemente.

311 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Porque nos queremos mi niña –aferró nuevamente su mano a la
de Maca.

M_ Pues por eso mismo Esther, por ese amor que nos tenemos y
que no han conseguido vencer, es por lo que tenemos que
levantarnos cada día seguras de lo que somos, y de quienes somos.

E_ Es cierto… y ahora con Esthercita –sonrió

M_ Te gusta la idea, ¿eh? –le besó

E_ Desde que llevamos aquí, todos los días me repetía lo mismo,


cuando Maca esté bien le pediré si quiere tener un hijo conmigo.

M_ ¿Lo dudabas?

E_ No, pero… ya sabes…

M_ Tu inseguridad, y que también te gusta que te lo pida yo.

E_ Pues… si… ¿sabes que recordaba por las noches? –sonrió.

M_ Dime –le acompañó con la sonrisa.

E_ Cuando me pediste matrimonio, ¿recuerdas?

M_ Sí, tú estabas enfadada.

E_ Es cierto, siempre estaba yo enfadada ¡anda que ya me vale! –se


quejó graciosamente mientras Maca le alzaba la cabeza para besarle
con ternura en los labios-. Quiero aprender y mejorar, ¿crees qué
podré?

M_ Yo creo que sí, pero oye, que sino lo logras, a mí me encanta


ese lado tuyo, borde, porque me dices a mí, pero…

E_ ¡Pero si soy un encanto! –se separó de su cuerpo para mirarla a


los ojos sonriendo.

312 ”Adiós Esther” © by ldana


Guardaron nuevamente silencio, abrazadas sintiendo en ese
silencio que ambos corazones caminaban unidos y tranquilos.

Así con el dulce sonido de la chimenea y algún que otro sonido


de animal nocturno que parecía cantar únicamente para ellas, volvió
a despertarse Maca, tenía sobre su pecho abrazada a su mujer,
había sido testigo de aquellas pesadillas y de aquel sufrimiento
reflejado en su rostro cuando dormía, aquel síntoma de haber
sufrido hasta casi quitarse la vida, al pensarlo un escalofrío recorrió
todo su cuerpo, sabía que aquella experiencia a la que la vida las
había empujado estrepitosamente, les iba a costar olvidarla,
instintivamente ante su propio miedo a perderla, la abrazó más
fuerte, no quería ni podía olvidar ni un solo segundo de todo cuanto
había pasado, recordó como la cuidaba, su paciencia para tratarla
cuando se enfadaba, cuando no quería hacer los ejercicios, recordó
sus noches en vela, su sonrisa pese a lo mucho que estaba
sufriendo. Y quizá su suegra estaba equivocada en algo, no sólo
Esther había sido afortunada, en su vida había encontrado alguien
que le hiciera tanto caso, la cuidara como ella, que la mimara y
hasta que se enfadara por ese amor grandioso que sentían
mutuamente. Era afortunada sin ningún tipo de duda, volvió a
observarla dormir, tranquila, segura de sentirse protegida por Maca,
por sus brazos que la mantenían llevándola suavemente entre
algodones, entre primaveras, entre geranios de colores, suspiró
porque entendía sus miedos, porque ella misma los tenía, cuando
volvieran a la realidad, al día a día, a batallar juntas en el hospital, a
encontrarse en situaciones comprometidas, tenía miedo a sentir otra
vez el pánico, el inmenso dolor y la angustia que sintió. Por más que

313 ”Adiós Esther” © by ldana


le dijera a Esther que debían olvidar, podía entenderla porque ella
misma no podía hacerlo, quizá porque solamente duele perder lo
que tanto se ama. Quizá porque los sentimientos más bellos son los
más horribles cuando giran, cuando pasan al otro lado de la línea,
cuando amas y te sientes traicionada, cuando amas y ves que te
alejas de tu pareja, cuando amas y no ves en la otra mirada lo que
tú sientes, estos pensamientos inundaron a Maca de tristeza, ella
también era débil, también sufría y también sentía esos celos a los
que tantas veces había recriminado a Esther. Una vez le dijo

“E_ Lo siento Maca, sé que soy estúpida, sé que no tengo motivo


para estar celosa, pero te amo tanto que no puedo evitarlos, el
amor y los celos, van de la mano, cariño, si no te amara no me
dolería verte sonreír a otra”.

Que cierto era, pensó, sonrió, la besó, la admiró.

M_ Cuanto te quiero mi niña… cuanto te quiero. Me gustaría tanto


poder llenarte de calma, creo que tendré que hablar con Cruz, pero
sé que quedarte embarazada va a significar para ti un cambio como
lo fue para mí, y sé que por fin formaré esa familia que tanto
anhelé, porque te tengo a ti, la mujer más maravillosa del mundo.

Le besó la sien, le sonrió, la amaba, la amaba por encima de


muchas cosas, si miraba atrás podía comprender cuanto la amaba, y
sí, quizá no había demostrado estos sentimientos porque su forma
de ser no le ayudaba, pero la amaba de muchas maneras, por
muchas razones. La amaba por ser Esther, esa Esther medio loca, a
veces olvidadiza, apasionada en su trabajo, siempre apasionada
con su mujer, embobada con su hijo, cabreada sin un porque, a

314 ”Adiós Esther” © by ldana


veces niña, siempre mujer. La amaba profundamente, y con ese
pensamiento y una sonrisa en sus labios se dejó vencer por el
sueño.

Cuando Esther se despertó, lo hizo de una manera tan dulce


que le dio rabia hacerlo, allí estaba sobre el pecho desnudo de su
mujer, recibiendo el calor de ésta, no tuvo que levantar su cabeza
para contemplarla, sabía perfectamente como era su gesto cuando
dormía, lo había admirado tantas veces en los últimos meses que su
mente podía dibujarlo exacto. Notaba las manos entrelazadas de
Maca como la sujetaban, y así quería sentirse, sujeta a ella para
toda la vida, hablar con su mujer sobre sus miedos, disfrutar del día
a día a su lado, sin exigir nada más a la vida que estar junto a ella.
Y como Carmen le había recordado en aquella nota en aquel lugar,
la vida es maravillosa, y sabía que debía luchar por Maca, como
había estado luchando en aquel rincón el mundo. Notaba su mano y
notaba el calor de su cuerpo, así se sentía protegida y segura, pero
también había aprendido que debía proteger y hacer que Maca se
sintiera segura a su lado, sabía que era débil aunque ella dijera que
no, aunque llevara puesto sin ella querer, el disfraz de chica dura,
sabía que habían miedos en su interior y no por saber que uno de
ellos era poder perderla, le hacía sentir orgullosa, pero sí le daba un
motivo más para llenar su alma de la mayor tranquilidad, y esa
tranquilidad era la que quería Maca tuviera en la suya.

Se le fueron cerrando poco a poco los ojos... el sueño feliz la


venció...

315 ”Adiós Esther” © by ldana


Un golpe seco las despertó de golpe, haciendo que se sentaran
en la cama de un solo salto.

E_ ¿Qué ha sido eso? –preguntó con temor.

M_ No lo sé –contestó con la voz ronca aún por el sueño.

E_ Joder...

M_ ¿De dónde viene?

E_ Ha sido como si fuera aquí dentro, ¿verdad? –se miraban


incrédulas

M_ Pues sí... voy a ver.

E_ Espera... espera no sea un fantasma y te rapte.

M_ Qué cosas tienes brujita mía –sonrió besándola.

E_ Eso está mejor. Recuerda que vamos a tener una Esthercita y me


tienes que mimar.

M_ Me encanta –le sonrió ampliamente.

E_ Siempre y cuando ese golpe no sea de alguien que quiere


matarnos...

M_ Cariño –se levantó mirándola fijamente-. Los fantasmas no


tienen fuerza.

E_ Ponte algo... no vayas desnuda.

M_ Tampoco tienen... –no pudo acabar porque ante su gesto rompió


a reír.

E_ ¡Pero qué mala eres! –le golpeó el brazo de un manotazo


mientras trataba de no reír.

316 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Uf me duele todo el cuerpo.

E_ No me extraña... a mí también –le sacó la lengua.

M_ Normal Esther, normal.

E_ Pero... ha estado genial ¿eh mi niña? –la abrazó por detrás


dejándole un beso en el hombro.

M_ ¿Sabes Esther?, creo que a partir de hoy tenemos que mejorar


algo

E_ ¿El qué? –la miró un tanto risueña pues lo podía imaginar

M_ Tendremos que hacer más el amor, ya sabes... consejo de mi


suegra

E_ ¿Más?, pero si con Daniel siempre nos interrumpía... ni te


cuento con Esthercita... con los dos... va a pasar como aquí, ¡porque
mira que nos han interrumpido, eh!

M_ Es verdad –dio una carcajada-. Oye pues yo no veo ni fantasma,


ni nada de nada...

E_ ¿Y qué sería?

Y sin esperarlo, nuevamente aquel sonoro golpe volvió a sonar,


ambas saltaron del susto y Esther se abrazó a Maca.

M_ Joder si es un despertador –murmuró mirando fijamente un reloj


grande que había sobre la chimenea.

E_ ¿Eso estaba ahí anoche? –le preguntó un tanto desconcertada.

M_ No lo sé... no lo vi, desde luego.

E_ Esto es cosa de...

M_ Carmen debe haberse reído de lo lindo, ¿eh?


317 ”Adiós Esther” © by ldana
Sonrieron durante un buen rato, después instintivamente sin
abrir sus bocas para pedirlo, tan solo con sus ojos, con su mirada
que hablaba mucho más, se fundieron en un abrazo, ambas con
ternura sujetaban el cuerpo de la otra con los ojos cerrados, sin
hablar, solo sintiendo y compartiendo aquel sentimiento de amor.

Se ducharon juntas, entre besos dulces y miradas entregadas


de amor, con las manos saciadas de la otra piel, y sonrisas que se
escapaban ante alguna que otra diablura que iban provocándose.

En albornoz bajaron hasta la enorme cocina, les quedaban dos


horas de las que quisieron disfrutar en parte, porque sabían que
Carmen quería que fuera así, sin duda, aquella maravillosa sorpresa
la había pensado para que pudieran despedirse de aquel lugar, de
aquellos días y noches donde habían sufrido y disfrutado, donde se
habían vuelto a enamorar, donde se habían vuelto a descubrir,
quizás eran mejores que cuando lo hicieron en el Hospital, quizá no,
pero lo que sí sabían, era que se habían compenetrado nuevamente,
que habían aprendido y crecido juntas. De allí, de aquel lugar

318 ”Adiós Esther” © by ldana


tendrían los mejores recuerdos y de aquel castillo, se llevaban la
recompensa de una batalla de amor verdadero. Ganada por ambas,
reforzada en primera línea, habían hecho de su ejercito de amor,
infranqueable donde nadie podría derrotarles nuevamente, donde su
fuerza nacía de su corazón, y mientras en otras guerras las
estúpidas balas, mataban a gente inocente, las de ellas, saldrían de
sus corazones, transformadas, en besos, caricias, ternura, y de
aquella manera, no volverían a perder batalla alguna.

Se prepararon tostadas, miel, con la que bromearon, Esther


como sabía lo que disfrutaba Maca con la miel, se la puso en el dedo
para que se deleitara saboreando lo que más delicioso le parecía,
aquella mezcla entre miel y piel de Esther.

E_ ¿Esta rica? –le musitó con voz ahogada por el gemido


entrecortado que le salió, y preguntó al ver el gesto ardiente que
reflejaba el rostro de Maca-. ¿Eh?

M_ Está delicioso –murmuró y se acercó a sus labios, la besó-. Toda


tú estás deliciosa.

E_ ¿Y no voy a poder probar yo? –la miraba de manera totalmente


provocativa.

M_ ¿Quieres? –le respondió elevando su ceja, quedándose con la


boca entre abierta, lo justo para excitar a su mujer.

E_ Eso no se pregunta –apoyó su mano sobre el muslo desnudo de


Maca

M_ ¿Frambuesa?

319 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sí por favor –ejerció un poco de fuerza en aquella piel
maravillosa

M_ Está bien... veamos que te parece –le dio a probar de su dedo,


Esther la miró mientras lo saboreaba, y Maca se quedaba con la
boca abierta y las cejas elevadas porque sentía arder el fuego en su
interior-. ¿Y?

E_ De muerte.

M_ ¿Sabes si hay algún extintor en este castillo? –le preguntó al ver


que Esther seguía comiendo como si nada.

E_ ¿Dónde está el fuego? –se hizo la ingenua.

M_ Lo tienes justo delante –Esther sonrió-. Me vuelve loca esa


sonrisa...

E_ Lo sé.

M_ ¿No vas a hacer nada ante el fuego que ha nacido?

E_ ¿Ahora?

M_ Esther –la miro intensamente.

E_ Es que yo no veo el fuego...

M_ Pues lo vas a sentir así que...

Se levantó con un poco de esfuerzo separó la enorme silla de


la mesa, ante la sonrisa pícara de Esther que sabía había logrado su
propósito de excitarla y llenarla de deseo. Maca con la misma
sonrisa se sentó abriendo sus piernas sobre una Esther que se moría
de ganas por recibirla, cuando se hubo puesto como deseaba, sintió
las manos de su mujer recorriendo sus piernas lentamente.

320 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Ahora si siento el fuego –susurró mordiéndose el labio.

M_ ¿Lo vas a apagar? –desabrochó el albornoz de Esther.

E_ ¿Tú que crees? –seguía recorriendo sus muslos ya muy cercanos


a su objetivo suave, salado y hermoso, que le esperaba abierto
como si fuera una rosa esperando que la luz del sol la llenara de
energía.

M_ Más te vale porque si no haces algo arderemos.

E_ Soy tu bombera especial –entonces rozó aquella llama.

M_ ¿Tenía yo razón o no?

E_ Voy a necesitar emplearme a fondo, ¿eh?

M_ Sí.

Se besaron con pasión, los albornoces quedaron perdidos, en el


suelo a los pies de la silla.

Una más que nerviosa Teresa, andaba de un lado a otro


esperando que Encarna bajara, al verla, supo que se había
recuperado del susto y parecía nuevamente la misma Encarna de
siempre, con su melena bien arreglada, con su suave toque de
pintura en los labios, con su falda y su blusa como le gustaba ir, son
sus ojos brillantes e ilusionados. La admiraba, aquella mujer era
todo fuerza, una madre leona con tanto coraje que le hubiese
gustado parecerse a ella con sus propios hijos. Poder recibir con el
calor que ella recibió a Maca, aunque claro su nuera era bastante
menos comprensible que Maca, y mucho más fea, sonrió ante tal
locura.

321 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ ¿Qué te pasa? –le preguntó sonriente.

T_ Estoy histérica.

En_ Pues pronto lo estás... son las siete de la mañana –le apuntó
acercándose a ella-. Vamos a preparar el desayuno.

T_ Ya está preparado.

En_ ¿Ya?, ¿pero criatura a qué hora te has levantado?

T_ A las cinco –sonrió un poco avergonzada.

En_ Ay Teresa que no estás tú preparada para tanto trote.

T_ Tienes razón, mírate tú, te da una angina de pecho, tienes que


estar ingresada y mira –se puso en jarras mirándola de arriba a
bajo-. Estás estupenda.

En_ Hay un dicho que dice: “mala hierba nunca muere” –soltó una
de sus encantadoras carcajadas.

T_ ¡Qué cosas tienes! –le dio un golpecito en el brazo recordándole


los que graciosamente le daba su hija y sonrió emocionada-. ¿Qué
te pasa?, has cambiado el gesto?

En_ ¡Ay que aún estoy flojita!, venga...

R_ Hola chicas, buenos días –apareció estupenda como siempre


Rosario sin poder borrar del todo su toque pijo.

T_ Otra que tal, ¿tú crees que esto es normal?, vosotras divinas de
la muerte y yo...

En_ Tú también, pero estarás mejor si te relajas –le dijo Encarna


mientras Rosario tomaba por los hombros a Teresa sonriente

R_ Vamos a preparar el desayuno –se le notaba contenta

322 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ No hace falta Rosario hija, Teresa ya lo hizo.

R_ Tan nerviosa estás

T_ Nerviosa es poco... es que yo tenía mis ilusiones depositadas en


Juan, quería ver la reacción de sus padres, quería...

En_ Tú lo que quieres es estar en primera línea para después


cotillear –le apuntó con el dedo graciosamente.

T_ Bueno eso también...

R_ Si, es una lastima que no venga –dijo poniendo gesto de pena-.


Pero al menos sabemos donde está para decírselo a la pareja,
podríamos invitarlos y sin decir nada, provocar un encuentro...

En_ Mira Rosario como sabe –sonrió

R_ Gracias Encarna... y tú siéntate ¿eh?, nada de preparar las


cosas.

En_ Pero si estoy mejor.

T_ ¿Y qué?, ya sabes que Vilches nos dijo que a la menor


desobediencia tuya, le avisáramos.

R_ Es cierto... venga siéntate.

En_ Desde luego, es la última vez que me pongo enferma...

Ambas la miraron y rompieron felices a reír, las tres estaban


contentas, iban a reunirse con las chicas, que aunque solo fueran
cinco los días que no se habían visto, para ellas eran demasiados.
Las ganas de reunirse todos, les hacían sentir que todo había
quedado atrás, el sufrimiento había terminado y ahora era por fin la
hora de volver a disfrutar.

323 ”Adiós Esther” © by ldana


La pasión había dejado pasó nuevamente a la racionalidad, y a
la cordura de cuanto tenían que hacer en aquel día tan señalado y
especial para ellas. Se habían vuelto a vestir con las mismas ropas,
se arreglaron de la mejor manera posible acompañadas de risas.

E_ Oye Maca cariño... me falta el botón de la falda

M_ Anda ¿y ahora qué hacemos? –la miraba seria

E_ ¿Por qué me da que te estás burlando de mí? –se acercó a ella


de manera desafiante

M_ Esther para que te conozco –sonrió

E_ Eres tan mala, tan bicho, tan... divina –le dijo después de que
Maca la besara con dulzura.

M_ A mí también me falta algo.

E_ ¿Qué?

M_ Las bragas –dijo mirando alrededor ante la carcajada de Esther-.


No te rías... a ver que hago yo, esto es más grave que tu botón

E_ A ver, yo creo que deben estar abajo, ¿recuerdas dónde


empezamos a perder el control?

M_ No, porque las llevaba cenando... tienen que estar por aquí.

E_ Vamos Maca por favor... faltan cinco minutos para que llegue
Fermín y quiero ver lo de fuera.

M_ ¡Esther cariño qué me faltan las bragas joder!

E_ Pero si no te va a ver nadie.

M_ ¿Y Fermín? –la miraba atónita.


324 ”Adiós Esther” © by ldana
E_ Si cruzas las piernas no tiene por que, además... saber que no
llevas bragas... es... como diría yo... –se acercó a ella sigilosamente
mientras Maca buscaba bajo la cama, una vez llegó a su altura le
levantó de golpe la falda del vestido.

M_ ¡Esther! –la riñó con gesto serio bajándose de golpe la falda.

E_ A ver... si te desnudaste tú aquí, si no está aquí estará en otro


sitio.

M_ Me hubiera dado cuenta si no la hubiera llevado, ¿no crees? –el


gesto simpático de Esther con esa sonrisa que la volvía loca le hizo
replantearse la pregunta mordiéndose parcialmente el labio-.
Miremos bajo.

E_ Eso está mejor.

Salieron de allí cogidas de la mano entre risas hasta que


llegaron a la puerta y como si compartieran el mismo pensamiento
se detuvieron, se giraron miraron aquel cuarto tan maravilloso y
después se sonrieron.

M_ Si lo que Carmen pretendía era que este lugar fuera mágico para
la despedida, lo ha conseguido

E_ Sobradamente además –respondió algo emocionada.

M_ Mi niña... no estés triste ¿eh? –le sujetó la barbilla mirándola


como tan solo ella era capaz de hacerlo. Con pasión y ternura.

E_ No –trató de sonreír y verse reflejada en aquellos ojazos que le


estaban dando tanto amor-. ¿Vamos a buscar tus braguitas?

M_ Si por favor... –sonrió-. Te lo agradecería.

325 ”Adiós Esther” © by ldana


Sonrieron y bajaron hasta el salón donde habían desatado por
primera vez su locura pasional. Esther se quedó en la puerta
mirándola tiernamente, aquella mujer era lo mejor que le había
pasado en su vida y por ella debía mostrarse mejor, mucho mejor.

E_ ¿Las encuentras mi amor?

M_ Pues no.

E_ Vamos Maca no pasa nada no abres las piernas y ya esta.

M_ Desde luego... esto me pasa por dejarme llevar de la manera


que lo haces.

E_ ¿Cómo?

M_ Pues...

E_ ¿Volviéndote loca?

M_ Ya te digo –y de pronto gritó-. ¡Aquí están!

E_ ¡Bravo! –aplaudió como loca silbando fuertemente

M_ Eres más mala... eres de lo peor –y una vez se puso las bragas
salió corriendo tras ella-. No te vas a librar, ven aquí...

E_ No –daba una carcajada.

M_ Voy a cobrarme todas juntas te lo aseguro.

Esther sonreía divertida mientras Maca la perseguía con una


sonrisa aún mayor, entonces abrió la puerta al mismo tiempo que
Maca le cogía de la cintura, dio un grito pero llegó a abrir la puerta
entonces...

326 ”Adiós Esther” © by ldana


Al abrir la puerta entre juegos, se encontraron con la figura de
Fermín plantado en la puerta, entonces no pudieron evitar ambas
dar un grito de susto.

M_ Fermín...

F_ Siento si os he asustado, me disponía a llamar.

E_ Lo siento... lo siento... es que... –vieron como el hombre sonreía


tímidamente-. Ya estamos.

F_ Os espero en el coche –se puso la gorra y se adelantó a ellas.

E_ Ostia que susto –murmuró-. ¿Has visto la sonrisa?

M_ Sí –entonces se miró y miró a Esther-. Creo saber porque.

E_ ¿Ah si? –entonces la miró con gesto serio.

M_ Yo llevo la falda metida por las bragas y tú, el escote por donde
no es –le señaló con las cejas y se miró encontrándose que tenía el
sujetador por fuera de su escote. Luego miró a Maca que se estaba
sacando la falda que se había metido en las bragas con las prisas y
dio una carcajada. Mientras Maca murmuraba-. Que fuerte, ¡qué
fuerte!

E_ Dios mío que vergüenza.

M_ Bueno... vamos al coche –decía nerviosa.

E_ Si, ¡qué corte!

M_ Tú como si nada –le dijo con un ligero rubor en sus mejillas.

E_ Te has puesto colorada –murmuró cuando abrió la puerta y


salieron.

327 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Vale Esther... pues si yo estoy colorada, ni te cuento tú como
estás.

E_ ¡Qué fuerte!; a nuestra edad y así de... de...

M_ Déjalo es mejor no ponerle nombre –sonrió tímidamente a la vez


que Esther.

E_ Tú como si nada ¿eh?

M_ Vale.

El camino hasta el coche era corto, pero se les hizo demasiado


largo hasta llegar, una vez en el interior, ambas decidieron guardar
silencio entre otras razones porque sentían vergüenza ante lo vivido
momentos antes con el hombre adusto que era Fermín, les
provocaba ese sentimiento por su seriedad y al ver en él aquella
tímida sonrisa, les hizo sentirse más azoradas, ambas se miraban
de reojo sin querer fijar sus miradas, así prefirieron disfrutar del
paisaje que les rodeaba, del último regalo que les hacía aquel
maravilloso lugar, donde parecía que nada les era ajeno, donde se
habían sentido como parte de aquel lugar y parte de sus gentes, el
recorrido que aquel viejo coche les estaba llevando a lo que iba a
ser para ellas la vuelta a la realidad quisieron disfrutarlo por
separado, aunque fue Maca quien deslizó con cuidado sin necesitar
mirar a su mujer su mano derecha hasta encontrar fácilmente la
mano izquierda de Esther, quien le dejó enlazar con suavidad y
ternura los dedos, así, dirían adiós a aquel lugar que les había
devuelto la vida.

328 ”Adiós Esther” © by ldana


Justamente en la carretera pero que iba hasta ellas, se
encontraban tres coches parados en el arcén, fuera de ellos se
intercambiaron besos, abrazos y sonrisas sinceras de felicidad.
Sobre todo, cuando salió Encarna del coche, todos los compañeros
de las chicas fueron a saludarla.

V_ Yo no sé mi Encarna que secreto tiene para estar así después del


susto que pasamos.

En_ Un potaje que quita el sentido hijo, un potaje –le decía


tocándole la cara con cariño.

C_ La verdad que estás estupenda –la saludó Cruz.

En_ Gracias... trato de estarlo.

P_ Bueno... cuando digáis nos vamos.

H_ ¿Ya estarán las chicas recuperadas? –preguntó Héctor ante la


sonrisa de todos.

V_ Tú tan boludo como siempre.

D_ Bueno chicos vámonos que yo soy el único que no las ha visto


desde el accidente y me muero de ganas.

R_ Eso –añadió Roberto

P_ Vilches sabes ir ¿verdad?

En_ ¿Qué preguntas tienes Pedro?, ¿cómo no va a saber ir mi


Vilches? –lo miraba orgullosa.

V_ ¿Algún comentario? –miró desafiante a todos y ante su silencio


agregó-. Ale, todos a los coches.

La_ Madre mía Cruz, solo le falta tener el apoyo de Encarna.

329 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Insufrible, sí –puntualizó.

La_ Tengo unas ganas de verlas.

Ev_ Y yo también –agregó contenta Eva.

H_ Ché Vilches, mejor nos vamos que las chiquitas comienzan a


hablar y no terminan.

V_ ¡Cada uno a sus puestos!

Y cada quien se subió a los coches, en el primero que abría el


camino Vilches, llevaba a Cruz, Laura, Eva y Carlos; después en el
coche de Javier, Dávila, Héctor y Aimeé; en el último Pedro iba
rodeado de mujeres y un tanto nerviosas comentaban lo que les
preocupaba.

R_ ¿Tú crees que Juan no va a venir?

T_ Tiene mucho miedo... y sabía que habíamos quedado aquí y la


hora, al no venir creo que nos está diciendo que no va a venir.

En_ El chico sabe llegar solo, no nos necesita –añadió una Encarna
que aún estaba un tanto impresionada por la reacción de todos
hacia ella.

T_ Ya... pero pensé que le sería más fácil ir con nosotros

P_ No perdamos la esperanza –les sorprendió un Pedro que hasta


ese momento no había tomado parte en la conversación.

En_ Claro que no, yo sigo presintiendo que acudirá, pero en su


preciso momento.

T_ Me hacía tanta ilusión poder entregarles esa sorpresa.

R_ Bueno... solo nos queda esperar a ver que pasa.

330 ”Adiós Esther” © by ldana


Nuevamente centraron la conversación en aquella pareja que
tanto les había ayudado a superar aquel momento tan complicado
en la vida de todos.

Cuando llegaron, Fermín bajó del coche y les abrió la puerta,


sorprendiéndolas todavía más. Maca bajó la primera y con una
tímida sonrisa le agradeció el gesto, poco después lo hacía Esther.

F_ Tenéis una hora y media.

E_ Pero Fermín si tenemos que preparar la carne y...

F_ De eso no os preocupéis.

M_ Pero... es que...

F_ Es cosa de la Carmen, yo no sé nada –elevó graciosamente sus


grandes hombros.

M_ De acuerdo –sonrió ante el gesto-. Venga... no podemos perder


tiempo Esther, hay que preparar cosas.

E_ Sobre todo quitar cosas –le dijo bajito cerca de su oído.

M_ Eso también.

Se cambiaron entre besos rápidos, caricias furtivas, sonrisas


nerviosas, se pusieron ambas con vaqueros y camisa Esther, suéter
Maca. Sus rostros sin una gota de pintura, aunque habían tratado de
tapar un poco sus ojeras, no querían aguantar bromas que sabían
podían venir sobre todo por parte de Vilches. Cuando lo tuvieron
todo arreglado, preparada la mesa grande del comedor y ellas más
relajadas, compartieron un zumo de tomate sentadas en el balancín

331 ”Adiós Esther” © by ldana


que tantas cosas había vivido. Se pusieron las cazadoras y
enlazaron sus manos, tras unos minutos en silencio Maca miró con
sus ojos entrecerrados la figura de Esther, suspiró, porque allí
estaba junto a ella y sonrió al pensar que siempre lo estaría

M_ Esther estás temblado, ¿estás nerviosa?

E_ Un poco, la verdad.

M_ Ven aquí –le pasó su brazo por los hombros reposándola en su


brazo-. Creo saber porque.

E_ Claro, por lo mismo que tú.

M_ Nos conocemos bien, ¿eh? –sonrió de lado mientras sus dedos


apretaban su brazo-. Todo irá bien... no tengas miedo.

E_ Lo sé, sé que irá bien pero no deja de inquietarme.

M_ Viviremos al día mi amor, sin pensar más allá del hoy.

E_ Voy a echar de menos todo esto –miró con pena alrededor.

M_ Eso también lo sé.

E_ ¿Sabes?, estaba recordando aquella noche que tú me echaste de


tu lado, me vine aquí, la noche era oscura demasiado oscura –Maca
le dejó un beso en su sien mirándola con cierta pena por lo que
suponía había sufrido en aquel momento-. Me senté en este mismo
lugar con el miedo corriendo por mis venas, y ¿sabes quién me
ayudó?

M_ ¿Quién? –le preguntó sonriendo al pensar en Encarna

E_ Tu madre

M_ ¿Mi madre? –no pudo evitar sorprenderse

332 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Sí, ya sabes que ha cambiado mucho el tiempo que ha estado
aquí, aquella noche creo que las dos empezamos a vernos como
algo más que una suegra y una nuera distantes, creo que nos
hicimos amigas porque compartíamos el mismo dolor.

M_ No me alegro de que lo pasaras tan mal, la verdad, pero me


alegro que mi madre por fin se haya dado cuenta de la mujer tan
maravillosa que tengo a mi lado.

E_ Gracias cariño –le sonrió. Entonces se apartó de su hombro, la


miró intensamente gritándole con aquellos ojos que la amaba tan
profundamente que casi pudo ver su alma reflejada en aquellas
pupilas tan hermosas-. Quiero hacerte feliz.

M_ Lo haces.

E_ Quiero darte lo mejor de mí, tú me has dado siempre lo mejor de


ti y no he estado a tu lado, querías ver a la mujer que ha cambiado
por la experiencia de la vida, te prometo, que no bajare la guardia,
no vas a tener que llevar tú sola el peso de nuestro matrimonio.

M_ Eso me parece muy bien –le sonrió y Esther le besó


suavemente-. Pero por favor Esther, tampoco quiero perder a mi
loca maravillosa

E_ Eres muy mala –dio una carcajada abrazándose a ella

Ca_ Bueno, bueno, bueno. ¡No mires hijo que tus mamis aún no han
acabado con sus cosas! –exclamó entre una carcajada sonora
Carmen mientras las chicas rompían a reír por el comentario.

M_ ¡Carmen! –fue feliz hasta ella abrazándola mientras Esther


tomaba al pequeño entre sus brazos.

333 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Hija, hija, por Dios que me ahogas –le decía entre risas
poniéndose colorada.

M_ Gracias por todo –le dijo mirándola con sus ojos emocionados.

E_ Carmen –Esther la abrazó de igual manera.

Ca_ Vale ya está bien –trató de reprimir sus lagrimas.

E_ Ha sido maravilloso, de verdad, no creo que nos merezcamos


tanto

Ca_ Os merecéis eso y mucho más, os lo aseguro.

M_ ¿Cómo está Benilde?

Ca_ Estupenda, en unos días a casa.

M_ Nos alegramos

Ca_ Y ahora a jugar con vuestro hijo que os echa de menos

M_ Está hermoso este pequeñajo de su mami –le decía mientras


Esther se lo pasaba a los brazos de una más que feliz Maca

E_ Y guapo como su madre, ¿verdad? –Esther había pasado su


mano por la cintura de su mujer, aquel gesto repleto de ternura,
conmovió a Carmen quien le cayó una lagrima-. ¿Qué te pasa?

Ca_ Nada hija, que hoy una tiene el día tonto.

M_ Vamos Carmen... no nos gusta verte así.

Ca_ A mí tampoco y no sé porque estoy así, pero no me gusta –


reposó su cabeza en el hombro libre de Maca que la había
estrechado con su brazo libre

E_ Lo mejor será que vayamos a hacer cosas –su nudo en la


garganta le hizo quebrar la voz
334 ”Adiós Esther” © by ldana
M_ Creo que será lo mejor, porque como vengan ahora y vean este
panorama, se van a pensar que somos la casa de la pradera

Aquel comentario bastó para que las tres rompieran la pesada


emoción que se había instalado entre ellas. La despedida sería difícil
para todas y eso pesaba en el animo de las tres.

Durante el rato que estuvieron haciendo cosas, el niño volaba


entre risas de los brazos de Maca a los de Esther y viceversa, ambas
le contaron todo lo que pudieron de la cita en el castillo, no fue
mucho, pero Carmen no cesaba de sonreír contenta más por los
silencios y las miradas cómplices de las dos que por lo poco que
podían contarle, ella era consciente que aquella sorpresa les había
dado un último empujón para acercarse mucho más de lo que ya
estaban. A ellas se les había unido un Fermín serio y callado, ponía
la leña en aquel asador enorme que había detrás de la casa que
mientras se hacía la comida, se podía divisar una montaña tan
rabiosamente verde y hermosa, que a veces era difícil no
abandonarse en ella. Las chicas disfrutaban con Carmen y él solo
ponía o quitaba madera, daba más o menos fuerza a las llamas,
aunque de vez en cuando miraba con ojos repletos de amor a su
mujer, y una cierta melancolía con las chicas, porque aquella pareja
le recordaba insistentemente a su hijo. Hubo un momento que Maca
se quedó sola con él, quería desde hacía un tiempo hacerle una
propuesta y pensó que aquel era el momento indicado antes que
llegara toda la tropa y la machacaran como sabía que iba a pasar.

M_ Fermín, ¿puedo hablar un momento con usted?

F_ Claro.

335 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Verá... yo quería preguntarle algo –el hombre parco en palabras
tan solo asintió para que siguiera-. Esta casa ha significado mucho
tanto para Esther como para mí, sé que a ella le encantaría poder
venir, a mí también, y había pensado si usted tenía previsto
venderla.

F_ ¿Venderla? –la miró como si le hubiera con su pregunta ofendido

M_ Bueno... yo entendería que no... claro... sé que tiene a su hijo


y... quizá pensaba en él y... –no sabía muy bien que decir pues notó
el gesto del hombre

F_ Por supuesto que no la voy a vender, cuando Esther nos dijo de


venir, pensé que era el mejor sitio para recuperarse, ¿queréis
venir?, es vuestra casa cuando queráis, os daré las llaves, podréis
hacer todo cuanto queráis, pero jamás te la vendería

M_ Ya... –dijo un tanto confundida

F_ Entiéndeme, no porque no quiera, sino porque para mí y quizá te


sorprenda lo que voy a decirte, pero sois como dos ángeles –aquel
comentario no le hubiera emocionado tanto a Maca, de no ser, por
la voz trémula y cálida que le salió a aquel hombre tan frío-. Habéis
conseguido arrancar a mi mujer la pena, habéis hecho que sonría
nuevamente, que se sienta madre otra vez, eso no hay dinero que
yo os pueda pagar...

M_ Nosotras... –no sabía muy bien que decir-... no sé que decir la


verdad.

F_ No digas nada, esta casa es vuestra, y podéis hacer con ella lo


que queráis, es mi regalo mi profundo agradecimiento por devolver

336 ”Adiós Esther” © by ldana


la sonrisa a la persona que más amo, a la persona más maravillosa
de mi vida.

M_ Gracias –sus ojos se llenaron de lagrimas.

F_ Las gracias hija mía, os las tengo que dar yo, te lo aseguro

Maca le abrazó y suspiró con fuerza, no esperaba algo así y lo


que más le impactó no fueron las palabras que sabía sinceras, lo
que más le impactó fue la sonrisa de aquel hombre que se notaba
amargado por la terrible ausencia de su hijo.

Mientras la pareja hablaba fuera de la casa, dentro lo hacía


Carmen con Esther, quien acababa de dormir a Daniel y lo había
dejado en su carro. Lo miraba con tanta devoción que Carmen la
abrazó y le sonrió.

Ca_ No hay nada como un hijo.

E_ No Carmen, y lo mejor, no hay nada como un hijo tan deseado


como él, con todo lo que nos costó, con todo lo que significó.

Ca_ ¿Para cuándo el próximo? –Esther la miró con una sonrisa


delatadora-. ¿No me digas?

E_ Lo vamos a decir en la comida, ¡soy tan feliz! –la abrazó repleta


de emoción-. Maca me ha pedido que tenga una niña, porque será
una niña y se llamará Esthercita.

Ca_ ¡Pobre criatura! –dijo de golpe-. Llamarla Esthercita.

E_ ¡No seas mala Carmen! –le golpeó el brazo sonriendo.

337 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Nunca te había visto tan feliz, tienes una sonrisa amplia, fresca,
ilusionada repleta de felicidad. Me alegro.

E_ Yo también Carmen, ya pensaba que no iba a poder ser –volvió a


abrazarla.

Ca_ Nunca hay que perder la Fe.

E_ Lo sé, y siento si alguna vez te dije algo que pudo ofenderte

Ca_ No hija, que va, si eres un sol y tienes una mujer que es otro
sol

E_ ¿Me crees ahora cuándo te decía que sin ella prefería morirme?

Ca_ Siempre te creí –le acarició con ternura la cara.

E_ Me siento tan feliz... y ahora que estamos solas, me gustaría


darte las gracias por todo cuanto has hecho por nosotras.

Ca_ No me digas eso –sus ojos se pusieron acuosos

E_ Es la verdad, y no me quiero ir sin decírtelo, aunque creo que lo


sabes

Ca_ Esther hija mía, yo también soy feliz de veros a vosotras así de
bien, y le pido a Dios que os ayude en vuestro camino.

E_ Gracias, con Su ayuda así será. ¡Ah pero ni creas que nos vas a
perder de vista, eh! –le decía sonriendo aunque ella también estaba
emocionada-. Vendremos siempre que podamos, y quiero que tú y
Fermín, vengáis a nuestra casa en Madrid, y os ayudaremos a
encontrar a vuestro hijo

338 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Ves como os tengo que dar las gracias yo, sois dos ángeles
caídos del cielo para mi Fermín y para mí –se abrazaron
fuertemente

E_ Te quiero Carmen

Ca_ Yo también mi niña, yo también.

Estaban abrazadas cuando oyeron que Maca entraba en la


casa, al verlas así no pudo más que sonreír.

M_ Oye... si os molesto me voy, ¿eh?, vamos, que... me voy... –dijo


haciendo amago de irse.

E_ Anda no seas tonta –le dijo estirando de su brazo y abrazándola


M_ Carmen que dice Fermín que el cordero va a salir andando por si
solo como tardes mucho.

Ca_ Este hombre mío –dio una carcajada enorme.

E_ Oye Carmen.

Ca_ Dime corazón –se detuvo ante ellas que seguían cogidas de la
cintura

E_ En el castillo... nos echaste algo en la comida...

Ca_ ¿Echar... no te entiendo? –la miró muy seria.

E_ Verás es que... bueno...

M_ Lo que mi mujer quiere decir, es que no podíamos ni un segundo


parar de... –no acabó la frase, pero su expresión enarcando las
cejas y sonriendo la delató

Ca_ No me lo puedo creer –murmuró un tanto incrédula.

339 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¿A que si? –la miraba sonriente-. Lo sabía.

M_ ¿Si? –le preguntó boquiabierta

Ca_ Tendré que hablar con Encarna –dijo muy seriamente

E_ ¿Mi madre?

M_ ¿Encarna... qué tiene que ver mi suegra? –no salían de su


asombro

Ca_ Me dio unos polvitos y me dijo que los pusiera en la comida,


pensé que era una broma... ¡tendré que hablar con ella!, le pediré
un saco –dijo rompiendo a reír

E_ Mi madre –murmuró perpleja.

M_ ¡Qué fuerte!, yo que pensaba que éramos nosotras.

E_ Me va a oír cuando la vea.

M_ Y a mí, pienso pedirle sacos yo también –dijo seria y al ver el


gesto de Esther dio una carcajada enorme, abrazándola
fuertemente-. Te quiero

E_ Y yo... te quiero

Se besaron con pasión.

A lo lejos, en el horizonte el polvo que se levantaba al paso de


los coches, anunciaba que ya estaban llegando. Con una sonrisa
amplia, sincera y porque no, también nerviosa, les esperaban Esther
y Maca cogidas de la mano, mientras Carmen quedaba en un
segundo plano y Fermín cuidaba del asado. No tuvieron que decirse
nada, ni tan solo mirarse para entender por el tacto de sus manos,

340 ”Adiós Esther” © by ldana


que la vida verdadera empezaba en aquel instante, que todo cuanto
habían vivido, un amargo cuento por un tiempo que se transformó
en un hermoso final y que les empujaba irremediablemente a la
realidad, la rutina diaria, el trabajo, los problemas, la vida por la que
estaban dispuestas a luchar en común, y todo eso, lo comprendieron
con el suave tacto de sus manos, sus pieles que parecía habían
inventado un código secreto que tan solo con el roce más o menos
profundo sabían entender.

Pudieron distinguir como el primer coche era el de Vilches,


después venía Javier y por último Pedro, otra vez volvían a reunirse
con quienes eran su familia y sus amigos, un hormigueo en sus
estómagos acompañó el trayecto final de los tres coches, sus ojos
no perdían detalle, sus sonrisas demostraban la alegría y emoción
de volverlos a ver, hasta sus movimientos parecían ir acordes al
entorno maravilloso en el que estaban viviendo, tranquilas, serenas
y bellas.

Pero mientras ellas sentían aquel cúmulo de emociones, en los


coches cada quien también sentía sus propias emociones del
reencuentro. De esta manera en el primer coche, la expresión de
impacto por el lugar correspondió a Carlos y Laura que eran los
únicos que no habían visitado a la pareja en toda su rehabilitación.

L_ Esto es maravilloso

C_ ¡Pero qué guapas están! –exclamó feliz al verlas allí en el porche

Ca_ Eso lo hace vivir en un lugar tan maravilloso como este

Ev_ Están radiantes, se les ve tan diferentes

341 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Eso lo hacen otras cosas que no tienen nada que ver con el
entorno.

C_ Cariño no empieces…

V_ Esas ojeras las delatan

C_ ¡Rodolfo!

V_ Hay que joderse, cuando uno dice la verdad siempre se lleva la


bronca

Todos comenzaron a reír mientras iban desabrochándose los


cinturones con ganas de estrecharlas entre sus brazos.

En el segundo coche, las sensaciones eran las mismas que en


el coche de Vilches, el primero en soltar un silbido que por poco
hace trizas los tímpanos de los demás, fue Héctor.

H_ ¡Bárbaro che, bárbaro!

A_ Es precioso, sí.

H_ Ellas son las que están preciosas, ché, no viste… ¡dios que par de
mujeres!

D_ La verdad que les ha sentado estupendamente estar aquí.

Y mientras en ambos coches habían palabras, en el tercero


reinaba el silencio, allí iban las cuatro personas que habían vivido en
primera plana todo el sufrimiento y el dolor, también las alegrías,
pero verlas así, de aquella manera tan unida les hizo temblar el
corazón de emoción pero un movimiento en la parte trasera de

342 ”Adiós Esther” © by ldana


aquel coche, daba a entender que la calma se apoderaba de aquel
lugar donde la angustia había habitado por más de cinco meses,
aquellos largos, penetrantes y amargos cinco meses, y donde hasta
ese momento exacto había ahondado una herida la visión de la paz
en sus expresiones la había borrado. Y no fue otro movimiento que
la mano de Encarna apretando la mano de Teresa, no solo por la paz
que sentían, también por agradecimiento un agradecimiento infinito
a aquella mujer porque una madre sufre porque no le queda más
remedio cuando ve el dolor de sus hijos, y ese dolor no se agradece
porque se vive, pero una amiga como Teresa, con su
comportamiento, con su infinita calma y ayuda en los peores
momentos, con la comprensión y el abrazo preciso, aquello era de
agradecer y agradecer el resto de su vida. Teresa que así lo
entendió, no pudo menos que sonreírle con los ojos repletos de
lágrimas emocionadas, por aquel gesto.

Cuando las puertas se abrieron del primer coche, y Cruz puso


el pie en el suelo, la pareja se adelantó, Esther sabía y quería que
Maca fuera la protagonista en aquel preciso instante. Y aunque el
fresco del día hizo tiritar algo a los viajeros, el calor de los abrazos
borró la sensación del aire frío que volaba libre desde las montañas
hasta sus caras.

C_ ¡Dios mío Maca que alegría! –la estrechó fuertemente Cruz entre
sus brazos

M_ Gracias Cruz –le dijo con palabras sinceras que no hacían falta ni
más, ni más concisas.

343 ”Adiós Esther” © by ldana


Ev_ ¡Esther cariño!

E_ Hola guapa, ¡qué ganas de veros! –sonreía ampliamente


mientras en ese abrazo daba con fuerza su mano a Roberto que le
devolvió ambos gestos.

V_ ¿A ver qué vea yo a mi Pediatra favorita? –la miraba puesto en


jarras seriamente.

M_ Ven aquí guapetón –le dijo sorprendiéndole y arrancándole un


gesto tierno y una vez lo tuvo lo suficientemente cerca le musitó en
el oído-. Gracias.

V_ De nada –le dijo de igual manera.

C_ ¿Cómo estás Esther? –la abrazó y después de sentir su felicidad


agregó-. No hace falta que me respondas.

H_ Mi enfermera radiante y fabulosa –la abrazó levantándola del


suelo Héctor que se mostraba feliz

E_ ¿Cómo está mi maestro?

H_ ¡Qué bien suena eso mi amor!. Pero oírme, la Maquita está


estupenda ¿eh?, si alguna vez me pongo enfermo, ya sabes lo que
quiero

E_ Tonto –le dijo golpeando graciosamente su mejilla

H_ Esta es mi chiquita –volvió a abrazarla

V_ Deja algo para mí ¿no?

H_ Ya la regó el proteston.

E_ Vilches pero mira que eres majo.

344 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ Oye, oye, oye aquí pasa algo –la miraba fijamente-. Me ha
llamado majo.

E_ Si es que lo eres –lo abrazó dándole un besazo que sorprendió


hasta Vilches-. Y te quiero

V_ El aire de la montaña me hace daño en las orejas.

E_ Da igual me moría de ganas de decirlo, pero jurare que no te he


dicho nada.

V_ Esta si es mi enfermera jefe.

Cuando Esther soltó a Vilches, se abrazó con Javier y después


con un Dávila que se mostró encantado de verlas, sus ojos buscaron
rápidamente la figura de Maca, estaba justo al otro lado hablando
con Laura y Aimeé, parecía que aquel momento no fuera real, que
hubiera escapado de alguno de sus sueños, su corazón temblaba por
si así fuera y al despertar, volvía a la pesadilla de sus días, sacudió
la cabeza justo en el momento en que notó como una mano pasaba
lentamente por su espalda.

R_ ¿Cómo estás hija?

E_ Rosario, muy bien –la abrazó aunque no pudo sentir un rubor en


sus mejillas después de todas las locuras que habían hecho y era
consciente que su suegra alguna había descubierto-. Todo muy bien.

R_ Me alegro, Maca esta exultante.

P_ Esther, no voy a preguntarte como estás, no hace falta –sonrió


dándole un beso en la mejilla que la sorprendió-. ¿Y mi nieto?

E_ Está dormidito…

345 ”Adiós Esther” © by ldana


En el otro lado Maca había dado abrazos, besos y
agradecimientos a todos sus compañeros, en ese instante en que
había terminado sus ojos fueron a parar a la silueta de su mujer, se
había dado cuenta que la echaba de menos, al verla sonriente con
sus padres una sonrisa repleta de sosiego inundó sus labios, en ese
momento notó como una mano pasaba lentamente por su espalda.

En_ ¿Cómo estás hija?

M_ Encarna –no dijo nada más porque la estrechó con fuerza y le


murmuró-. Mi suegra guapa, mi suegra adorada

En_ Deja de hacerme la pelota –le dijo sonriente para no demostrar


su emoción.

M_ Que mal eres –acurrucó sus ojos mirándola con la cabeza un


tanto ladeada-. ¿Me vas a decir cómo estás?

En_ ¿Tú como me ves?

M_ Estupenda, como siempre.

En_ Pues así estoy.

T_ ¿Piensas soltarla?, o ¿tengo que ponerme a gritar? –oyeron la


voz irritada pero alegre de Teresa y ante la carcajada de las dos
agregó-. Esto es el colmo, de los colmos, ¡qué tenga que rogar para
que me des un abrazo!

M_ Vamos Teresa que tú sabes que eres la recepcionista de mis ojos


–la abrazó fuertemente.

T_ ¡Qué me vas a estrujar! –protestó muerta de risa

346 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿No querías que te abrazara?, y eso –la miró fijamente y
bajando su voz con gesto serio le dijo-. Que estoy llena de agujetas
que si no…

T_ ¡Y yo qué me alegro que estés llena de agujetas! –le contestó de


igual manera para romper en una carcajada y abrazarse
nuevamente-. ¡Cuánto te quiero Macarena!

M_ ¡Teresa! –le dio a modo de advertencia.

E_ ¿Y esto como me lo tengo que tomar?... así que abrazando a mi


mujer como una loca y sin decirme palabra a mí.

T_ ¡Ay Dios mío ya la tenemos aquí a la pesada de turno!, es que no


tenemos intimidad Maca.

E_ Serás… -le dijo dándole un suave pellizco en el culo que hizo


saltar a Teresa bajo la sonora risa de Maca que se mostraba feliz

T_ Pero si tú sabes que te quiero mucho

E_ Ya como la trucha al trucho, ¡no te jode!, pero quieres más a


Maca porque tiene más estilo y porque es una pija de cuidado.

T_ ¡Anda pues claro!

Se quedaron un rato riendo de buena gana, para luego pasar


todos hacia aquella casa tan especial, que si algo tenía y todos
sintieron fue una apacible calidez.

Ca_ Bueno chicos, vamos a continuar con el asado mi Fermín ha


preparado algo de beber y fuera estaremos mejor.

V_ Yo Carmen con usted, al fin del mundo

347 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ ¡Pero que resalaó madre! –le cogió de los carrillos y ante su
asombro le dio dos sonoros besos

V_ ¡Joder! –murmuró atónito ante las risas de todos

C_ Cariño mucho te están besando a ti hoy… voy a ponerme celosa

V_ Es el aire Cruz, el aire de la montaña que a uno le realza su


belleza

H_ Yo más bien diría que es el alto grado de felicidad que reina en el


ambiente porque decirte que eres un resalaó… no se yo ¿eh? –Cruz
se mondaba de risa.

V_ Oye argentinito vete tú con cuidado no vaya a darte un aire


demasiado fresco.

Ja_ Vamos Vilches, solo falta que Encarna te dé su besito de rigor

En_ Oye tú guaperas, no te metas con mi ojito derecho, ¡vamos


será posible!, anda hijo vamos, que te voy a preparar un vermutito
que se van a quedar todos boquiabiertos.

V_ Gracias Encarna por rescatarme de esta gente deshumanizada –


les guiñó el ojo en señal de victoria y salió cogido del hombro de
Encarna.

C_ No si luego a ver quien lo aguanta en casa –protestó riéndose.

H_ Vayamos para fuera, es lindo este lugar como para estar acá
encerrados

348 ”Adiós Esther” © by ldana


Mientras, Laura y Eva estaban junto a la cuna donde Daniel
dormía placenteramente, con ellas una más que orgullosa Maca les
explicaba como Carmen había cuidado de él.

M_ Le encantan los caballos, las gallinas, cuando vayamos a casa no


sé que vamos a hacer, Esther dice de poner una pequeña granja en
el jardín

L_ No estaría nada mal, ¿eh? –sonrió

Ev_ Ya te imagino dándole de comer a las gallinas –rieron

L_ Lo malo es que a ti Maca, no te pega nada eso de ir con el pitas


pitas pitas pitas.

M_ Serás mala, ¡y luego tengo yo la fama de borde! –exclamó


riendo

E_ Hola cariño, ¿qué os pasa? –le rodeó por la cintura sonriéndole

M_ ¿Verdad que tú si me ves dando de comer a las gallinas que


vamos a ponerle a nuestro Daniel?

E_ Francamente, no.

M_ Pues que os enteréis que cuando era pequeña me encantaba


darles de comer –dijo a modo de defensa.

E_ Es que cariño… entonces no eras tan pija como ahora.

M_ Serás… -le apretó el brazo y Esther se quejó muerta de risa-.


Esta me la pagas.

E_ Maca –le dijo un tanto azorada por el tono que había gastado
ante sus compañeras-. Bueno… Carmen ha dicho que vayamos

349 ”Adiós Esther” © by ldana


fuera… así que… -no podía dejar de sonreír pues sabía
perfectamente aquella mirada de Maca lo que quería decir.

L_ Esa mujer es estupenda, me ha dicho que le gusta ese hombre


para mí sin yo decir palabra –decía completamente atónita.

Ev_ Y a mí me ha dicho que espabile….

E_ ¿Qué espabiles? –la miró un tanto desconcertada al igual que


Maca que posó sus ojos en ella.

Ev_ Con Rober.

Entonces todas rieron de buena gana, ya no solo por el


comentario sino, por el rubor que había subido inesperadamente en
las mejillas blanquecinas de la chica. Así salieron para reunirse con
los demás excepto Maca que se quedó unos pasos atrás.

M_ ¡Esther ven! –la llamó desde la habitación.

E_ Ya salgo –les dijo a ellas que se marcharon comentando


divertidas la situación con Carmen-. ¿Qué qu…?

No le dio tiempo a pronunciar palabra alguna, Maca la tomó por


la cintura apoyándola contra la puerta, yendo directamente sin
rodeos hasta sus labios, Esther pasó sus brazos por la cintura de la
Pediatra y se entregó absolutamente a aquel beso espléndido y
majestuoso de su mujer. Una vez separó sus labios vio como Esther
seguía aferrándose a su cintura sin abrir los ojos. Tras un suspiro
hondo, muy hondo, volvió en sí.

M_ Me moría de ganas.

E_ Dios –fue lo único que supo decir.

350 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Voy a tener que acostumbrarme a la vida cotidiana otra vez.

E_ Pues sí… nos va a costar lo nuestro ¿eh?

M_ Volveremos a escondernos y encontrar el momento adecuado –le


pasó la mano por la mejilla con suma delicadeza.

E_ Seguro que sí, pero de todas maneas, gracias porque lo estaba


deseando.

M_ Estás muy guapa –la miraba a los ojos con esa devoción,
idolatrándola como el primer día que la miró con los ojos del amor-.
Estás realmente hermosa, cariño.

E_ Soy muy feliz, tener a todos aquí –le dijo mientras pasaba sus
manos por la espalda delicadamente de Maca, allí en aquel lugar
que se habían amado tanto, apoyada contra la puerta-... tenerte a ti
así... tan cerca de mí... tan maravillosamente cerca de mi corazón
otra vez.

M_ Pues no pienso moverme de ahí, me encanta –musitó con una


fineza que provocó que ambas tiritaran de felicidad.

E_ Y a mí que estés...

T_ ¿Chicas puedo pasar?

Les interrumpió Teresa, de manera que ambas sonrieron y


Maca con esa sonrisa y expresión traviesa que enloquecía a su
mujer, le hizo un gesto de silencio que Esther tuvo que reprimir
poniendo su mano sobre la boca para que no se escuchara su risa.

M_ ¡Joder Teresa! –oyó la mujer protestar desde el otro lado de la


puerta y reconoció la voz extasiada de Maca, sin querer, se ruborizó.

351 ”Adiós Esther” © by ldana


La puerta se abrió lo justo para que la Pediatra asomara un poco la
cabeza-. ¿Qué quieres, estamos en medio, eh?

T_ ¿En medio de qué? –preguntó sin pensar sus palabras... ante la


sonrisa, el guiño de ojo y el suave mordisquito de labio de Maca se
dio cuenta y abrió sus ojos como platos-. ¡Pero bueno!, ¡esto ya es
enfermedad!, ¡no puede ser!, con todos aquí y vosotras...
vosotras... –entonces oyó la carcajada de Esther y se dio cuenta de
la broma porque abrió de todo la puerta y allí estaban las dos
muertas de risa. Teresa muy digna ella, entrecerró los ojos
mirándolas de manera acusadora-. No me hace gracia.

E_ Venga Teresa es que nos persigues –decía muerta de risa.

T_ Menudo par sois vosotras... –pero no pudo seguir riñéndolas


porque ella también explotó en una gran carcajada

M_ Pero no creas ¿eh?, que estaba la cosa a punto de caramelo

E_ ¡Maca no seas mala! –le riñó divertida mostrando plenamente su


felicidad

T_ Vale, vale, vale seré rápida. Cierra la puerta Esther

E_ Uy, ¿secretos?, ¿cotilleos?, mira que viniendo de ti... me espero


cualquier cosa –Maca la miraba sonriente con esos ojos repletos de
amor

T_ Maca cierra la boca

M_ ¡No me da la gana!, me tiene embelesada Teresita, ven aquí


anda –le dio a Esther mientras la abrazaba y sin poder reprimirse
dejándole un beso en el cuello ante la sonrisa de Esther

T_ Bueno –chasqueó con la lengua.

352 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¡Qué marimandona has venido eh, guapa!

E_ Por cierto, ese conjunto te sienta divino.

T_ ¿Verdad? –sonrió para luego hacer un ademán gracioso con su


mano-. Bueno no me liéis que sois un par de liantas –ellas
sonrieron-. Bien, a lo que iba necesito un favor muy especial y muy
grande

M_ ¿Ahora? –la miró con seriedad.

T_ Ahora y es serio.

M_ De acuerdo, somos todas oídos.

T_ Necesito que una de las dos haga una llamada, lo necesito de


manera desesperada –juntó sus manos sobre el pecho demostrando
su inquietud

E_ ¿Qué pasa? –la miraban ya con seriedad.

T_ Se trata de una llamada de teléfono a alguien especial.

Allí Teresa se quedó explicándoles a las chicas que la


escuchaban sorprendidas la historia, una vez terminó, ambas
cruzaron una mirada repleta de emoción y también de algo de
temor, así que decidieron que fuera Maca quien se pusiera en
contacto, y así lo hizo. Habló bajo la supervisión de Esther de la
puerta para que no fueran descubiertas y bajo la mirada nerviosa y
un tanto asustada de Teresa. Cuando colgó, su gesto la delató.

T_ ¡Qué malo es sentir tanto miedo al rechazo!

M_ Y a la posibilidad de ser feliz, yo le comprendo Teresa.

E_ Bueno... siempre está la otra posibilidad.

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T_ En fin... lo hemos intentado –suspiró con algo de pena.

M_ Venga Teresa... seguro que al final viene.

T_ No sé yo... no sé yo...

E_ ¡Carmen nos busca, vamos!

De la habitación salieron las tres a reunirse con una Carmen


que se mostraba feliz, aunque una sombra cubría aquellos grandes
ojos negros, al verlas llegar una amplia sonrisa les hizo sentir en
cada uno de sus interiores un pellizco de pesar.

Aquel lugar siempre les pareció maravilloso, pero con la


presencia de todos aquellos que significaban para ellas algo tan
importante como la familia y los amigos, les hizo sentir mucha más
belleza al reunirse con todos. Las risas eran las principales
protagonistas, todos querían demostrar que se sentían felices de ver
la mejora de Maca y la recuperación de una Esther que volvía a
sonreír como siempre.

En muchos momentos se separaban para compartir momentos


más íntimos con cada uno de ellos, pero siempre, sus miradas
terminaban encontrándose y acariciándose. Una de esas veces
donde se miraban con ternura era porque Esther quería hablar
tranquilamente con su madre, la había visto bien pero la conocía
perfectamente y sabía que algo grave había ocurrido para que le
pasara aquello, por mucho que todos trataban de convencerla que
era el resultado de tanta presión vivida.

354 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Mamá te he traído un poco de limonada que ha hecho Carmen –
le dijo sentándose a su lado en aquella butaca que Fermín había
puesto cuidadosamente para ella.

En_ Gracias hija.

E_ ¡Estoy tan contenta mamá! –la abrazó dándole en aquel abrazo


todo su amor de hija-. Parece que no pueda ser verdad

En_ Ha sido largo ¿eh?, pero ha merecido la pena tanta lucha

E_ Sí. Si me paro a pensar, desde el nacimiento de Daniel todo ha


sido un sin fin de problemas entre las dos, tontamente y más
agudizados por mi parte.

En_ ¿Has aprendido de tus errores hija? –le preguntó tras dar un
trago a la limonada-. ¡Todo lo hace bueno esta mujer!

E_ Es verdad –sonrió a su madre y ante el gesto de espera de ésta


prosiguió-. ¿Aprender dices mamá?, la verdad que más que eso,
ahora sé muy bien lo que quiero con Maca, ahora sé que me quiere
y que tanto su amor como el mío propio por mucho que tengamos
hijos no cambiará, mi miedo no era otro que perderla, y tú lo sabes,
fui torpe lo sé.

En_ Mucho, francamente.

E_ Gracias mamá –sonrió.

En_ La vida es un camino largo hija, siempre hay que pensar que es
largo, y vas aprendiendo de tus errores, de tus sufrimientos…
siempre y cuando puedas salvar la situación pues es hasta normal
porque nadie es perfecto, pero lo que sí es importante cariño, es
aprender de ellos. Tú tienes una mujer que te adora, un hijo por

355 ”Adiós Esther” © by ldana


quien habéis ido contracorriente sin importaros nada, a eso os
debéis aferrar cuando lleguen los malos momentos hija, a vuestro
amor.

E_ ¿Sabes una cosa mamá? –la miraba emocionada-, tengo suerte


por Maca, por Daniel, hasta por Teresa, pero no tengo la mínima
duda de que soy muy afortunada en tenerte como madre.

En_ Cariño –la abrazó bajo la atenta mirada de una Maca que
comprendía perfectamente a que era debido y sonrió mientras
seguía hablando con Javier y Héctor-. Eres mi hija del alma... lo
mejor que me ha dado la vida

E_ ¿Y ahora vas a decirme que pasó?

En_ ¿De qué? –quiso disimular.

E_ Mamá nos conocemos de sobra para saber que algo grave te


pasó.

En_ Nada hija... que me puse tonta yo que sé... –elevó los
hombros-. La tensión acumulada.

E_ Ya, eso es lo que me han querido vender.

En_ Nadie te ha vendido nada.

E_ ¿Esto no tendrá nada que ver con la visita al hospital de Pablo,


verdad?

En_ Ya me extrañaba a mí que lo olvidaras.

E_ Preferí omitirlo, además estaba Rosario delante, ¿crees que una


cosa así es fácil olvidar?, por mucho que Maca con su amor haya

356 ”Adiós Esther” © by ldana


borrado otras cicatrices que tenía en mi alma –sonrió y la vio riendo
con las locuras de Héctor-. ¿Te dijo algo?

En_ No hija, pero al verlo... los recuerdos volvieron a mí, el miedo y


todo lo que habíamos pasado con Maca pues... una ya no es una
jovencita.

E_ Mamá yo...

En_ Cariño... nadie tiene la culpa de esto.

E_ Te quiero.

En_ Lo sé –le acarició la mejilla-. No hace falta que me lo digas así


con esa tristeza.

E_ No quiero que te ocurra nada –la miró con sus ojos llenos de
miedo.

En_ Pues es ley de vida ¿eh? –entonces miró hacia Maca que seguía
mirándola aunque en esta ocasión lo hacía con su frente fruncida-.
Venga Esther Maca esta mirando con esa cara que pone ella de
preocupación, que aún así está guapa, ¿eh?

E_ Ella siempre está guapa, hasta cuando se enfada –le mandó un


beso con una ligera sonrisa. Después cogió la mano de su madre y
le dijo con amor-. Gracias mamá.

C_ Esther... que me ha dicho Teresa que vayas.

E_ ¿Dónde?

C_ Creo que Daniel se ha despertado y está allí haciéndole


carantoñas, cantándole diciéndole unas cosas, que el pequeño está

357 ”Adiós Esther” © by ldana


mirándola fijamente de vez en cuando, da una carcajada y Teresa
acabara haciéndose pipi...

En_ Esta Teresa... –murmuró sonriendo.

E_ Voy a ver –se levantó yendo hacia la casa.

C_ ¿Le has dicho algo?

En_ No, es mejor así, algún día se enterara pero ahora no.

C_ Hacía mucho tiempo que no veía a Esther así... feliz –hizo una
mueca elevando sus hombros.

En_ Si hija. ¿Y qué me dices de Maca? –en ese momento estaba


muerta de risa por algo que había dicho Carmen en ese corrillo.

C_ Maca creo que se ha dado cuenta de muchas cosas, y una de


ellas que Esther la quiere más que a su propia vida.

En_ Creo que esto les ha hecho fuertes.

Ambas veían reír a Maca y vieron como aparecía una Esther


rabiosamente feliz con Daniel al brazo, tras ellos una Teresa
encantada que buscó con sus ojos a Encarna para hacerle una
mueca de fastidio.

Mientras Daniel encantado de la vida, pasaba de unos brazos a


otros, Maca había entrado a la cocina a preparar unas cuantas
cervezas más, en ese momento oyó como la puerta se abría y allí
estaba su padre. Ese hombre serio, con su porte de hombre
perfecto.

M_ Hola papá

358 ”Adiós Esther” © by ldana


P_ Vengo a ayudarte –le dijo con una media sonrisa amable

M_ Gracias –le dijo algo sorprendida

P_ Y también a ver si podemos hablar con un poco de intimidad –


puso gesto de fastidio

M_ Entiendo –le dijo sin ese lado suyo tan defensivo de cuando
hablaba con su padre.

P_ Creo que te debo una disculpa, y sabes que me gusta aclarar las
cosas cara a cara.

M_ Lo sé –la miró con una sonrisa alegre en sus labios

P_ No sé ni por donde empezar la verdad –dejó las cervezas que


Maca le había pasado sobre la mesa.

En ese momento hubo un silencio denso, como siempre que


hablaban de lo que rodeaba a Maca, pero a diferencia de otras
ocasiones, aquella vez algo había cambiado, ella lo notaba y sabía el
que. Por eso, aún sin haber pronunciado palabra alguna, ya le había
emocionado el gesto que su padre había tenido con Esther y quiso
ser ella quien suavizara el momento, se acercó hasta su padre aquel
hombre estricto al que ella adoraba de pequeña y al que no
comprendía de mayor, y lo abrazó, no hacían falta palabras de
disculpa, sabía lo que a su padre le costaba y sabía que no las
necesitaba, lo que necesitaba era aquello que había perdido
segundos antes de decir que no se casaba, para decir lo que
realmente sentía su corazón, desde aquel momento, los abrazos con
su padre podían contarse con una sola mano, y les faltaba el calor.
Sabía que no eran muy dados a ser efusivos, pero notaba cuanto

359 ”Adiós Esther” © by ldana


calor faltaba entre ellos, sin embargo en aquella cocina, que parecía
hecha para reconciliarse, su padre la estrechó emocionado entre sus
brazos, la retuvo cerrando los ojos reencontrándose con su hija,
volviendo a sentir ese amor infinito por ella, a pesar de todo, a
pesar de que por su mente pasaron tantas discusiones, tantos malos
gestos, tantas recriminaciones, tantas injusticias, allí estaba su hija
abrazándole enterrando todo lo anterior y mostrándose feliz,
inmensamente feliz.

M_ Te quiero papá –murmuró en su oído.

P_ Yo también hija mía, yo también.

Sus ojos estaban emocionados, al separarse y mirarse, Maca


sonrió le pasó la mano por aquella barba canosa y él la besó.

P_ He sido muy injusto contigo cariño.

M_ Papá... dejemos todo cuanto ha ocurrido –le dijo cortando


aquella disculpa-. Quiero ser feliz o al menos tratar de serlo con
Esther y nuestro pequeño, no quiero pensar ni recordar el ayer.

P_ Pero existió y quiero reconocer mi error –esta vez quien acarició


aquella piel suave, fue Pedro, ella cerró los ojos-. Sé que lo serás
porque Esther es maravillosa, se ha enfrentado a todo incluidos
nosotros por ti, me ha demostrado quererte sobradamente hija, y
me he dado cuenta que... a pesar de todo estáis hechas la una para
la otra y yo, no soy nadie para impedir que seáis felices –su voz
grave sonó más grave de lo habitual, quiso retener la emoción que
sentía en ese momento de reconciliación con su hija-. Me alegro
porque a tu lado tienes una gran mujer.

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M_ Gracias papá, sólo espero estar a su altura –murmuró mirando
por la ventana y a través del cristal, la vio y su alma se llenó de
paz-. La quiero más que a nada en el mundo.

P_ Lo sé, y será mejor que saquemos las cervezas o Vilches entrará


hecho una fiera –sonrió levemente.

M_ Tienes razón –dio una carcajada repleta de paz.

Mientras ellos conversaban en la cocina, Teresa había ido hasta


Encarna, se moría de ganas de hablar con ella, así que
delicadamente echó a Cruz para sentarse ella.

En_ ¿Has sabido algo?

T_ Algo pero no es bueno...

En_ Paciencia hija, paciencia –en ese momento salían Maca y Pedro
de la cocina. Encarna le hizo una señal a Teresa con sus cejas hacia
ellos-. Creo que Pedro ha firmado la paz

T_ Menos mal. Creo que hoy es un día importante para ellas,


míralas, son felices, creo que pocas veces las he visto así.

Ca_ ¿Pero qué hacéis aquí? –les preguntó Carmen.

T_ Hablando de mis niñas.

Ca_ Tus niñas –murmuró poniéndose en jarras con gesto serio.

T_ Bueno... nuestras niñas, ¿así mejor?

Ca_ Así perfecto –Encarna sonrió ampliamente-. La comida ya está,


así que si queréis vamos poniendo la mesa, mi Fermín dice que hay
unas nubes por el sur y seguro va a llover.

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T_ Pues nada, Encarna se queda aquí y tú y yo ponemos la mesa
dentro.

Ca_ Será lo mejor.

En_ Encarna no se queda aquí, Encarna va a preparar las ensaladas


y va a mover su culo gordo para ayudar. ¡Está claro parejita!

T_ Pero...

Ca_ De acuerdo... esa es mi Encarna

Tras la carcajada de Carmen, las tres mujeres se entraron en la


cocina seguidas por Rosario que también quería ayudar.

Cuando Esther se percató les dijo a las demás que ya era hora
de ayudar y dejar de hablar, de esa manera, se fueron todas hasta
la cocina y los hombres se quedaron todos allí ayudando a Fermín.

V_ Fermín usted sabe si esta casa la alquila.

F_ Esta casa es de Maca y Esther.

H_ ¿No me diga? –preguntó un sorprendido Héctor

F_ Así es.

P_ ¿Mi hija te la ha comprado? –mostró también sorpresa y su


mente dada a los negocios comenzó a pensar que habría vendido

F_ No, eso sería una ofensa para mí, se la he regalado –dijo


tranquilamente mientras con ayuda de Vilches daba la vuelta a la
enorme asadora con la carne

V_ Joder Fermín... menudo regalo –le dijo sinceramente

F_ Se lo merecen –murmuró sin alzar su vista de las chuletas


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V ¿Y no hay otra casa por aquí que se alquile o se venda?, me
gustaría darle una sorpresa a... –al ver que todos lo estaban
mirando carraspeó y agregó-. A mis hijos

F_ Eso siempre se puede mirar, yo le puedo decir al Antonio que


tiene una allá arriba, creo que la deja bien de precio –lo miró
entendiendo sus intenciones

H_ ¡Bárbaro! –murmuró Héctor dirigiéndose a Javier que rompió en


una carcajada

F_ Regalarle una sorpresa a su mujer bien lo merece –le guiñó el ojo


mientras iba a por más leña

V_ Joder con el Fermín, habla poco pero cuando habla...

P_ Es extraordinario –agregó Pedro viendo como se perdía

V_ Mira Héctor, ya va a pedirle otra para él

J_ Si –sonrió Javier-. Además parece que se las sabe todas, ha dicho


que iba a llover y mira como está cambiando el color del cielo

R_ Esto lo da el vivir en el campo, mi padre era como él

P_ Pues si está refrescando ¿eh? –añadió Pedro-. Quizá lo mejor


sería ir recogiendo las cosas, nuestras mujeres deben estar
cuchicheando todas en la cocina, mejor recoger esto y cuando el
terreno esté despejado entramos

V_ ¡Cómo lo sabes Pedro, cómo lo sabes!

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Ciertamente la cocina era un hervidero, todas las mujeres
hablando, trabajando con risas constantes, Encarna y Rosario se
encargaban de preparar las ensaladas, Eva y Laura de preparar la
mesa, mientras Cruz cortaba junto a Carmen ese fiambre artesano
como le decía Cruz. Todas soportaban a una Teresa que con Daniel
en brazos no paraba de dar ordenes, y de vez en cuando picar algún
que otro trozo de comida ante las riñas divertidas de todas. Por su
parte, Esther había acompañado a Maca a la bodega, allí Fermín
tenía unas cuantas botellas de vino de crianza y fue la excusa
perfecta para tener cinco minutos de soledad.

Sobre una de las paredes reposaba el cuerpo de Maca y sobre


ella, el de Esther, sus labios se habían fundido y sus manos
sujetaban a la otra suavemente, con alguna caricia lenta. Al
despegar aquellos sedientos labios Maca murmuró extasiada un
gemido que hizo sonreír a su mujer.

E_ Me moría de ganas por un beso

M_ ¿Te acuerdas aquella vez que nos pillo Elisa?

E_ ¡Qué momento! –sonrió mientras metía su mano por el jersey


rozando su piel con ternura

M_ La vergüenza que te dio –sonrió de manera burlona abriendo sus


ojos graciosamente

E_ Si, la verdad. Fíjate como hemos cambiado desde entonces, ¿eh?

M_ Sí, aunque yo estaba segura que serías la mujer de mi vida

E_ ¿Ah si? –ladeó su cabeza un poco elevando sus cejas con una
sonrisa triunfante

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M_ Sí, ¿tú no?

E_ Joder Maca, si yo estaba muerta de miedo... me dabas miedo


porque nadie había hecho lo que tú

M_ ¿Qué hice? yo sin enterarme? –le dio una palmadita en su culo

E_ Volverme loca, volver mi vida del revés, cambiar todo cuanto


había sido, fue difícil asimilarlo todo, pero una vez lo hice, supe que
quería vivir el resto de mi vida a tu lado

M_ Te quiero mi vida –le besó suavemente

E_ Y yo

T_ ¿Puedo pasar niñas?

E_ La madre que la parió –renegó apoyando su frente en la de Maca

M_ Pasa Teresa, pasa

T_ ¿Interrumpo algo? –las miraba divertida con el niño en brazos y


ante la mirada represora de ambas se disculpó rápidamente-.
Chicas, chicas, que se estaban oyendo rumores sobre vuestra
tardanza, yo solo venía a avisaros

M_ Ya Teresa

T_ También quería aprovechar el momento para pediros algo

E_ Tú dirás, ven aquí pequeño –le cogió al niño de sus brazos


llenándolo de besos

T_ Yo… quería recordaros que…

M_ Venga Teresa no se vayan a pensar que estamos montándonos


un trío –la mirada ofendida de la mujer le hizo romper en una gran
carcajada

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E_ ¡Qué bruta eres Maca!

M_ Es la verdad –sonreía aún

T_ A lo que iba

M_ Eso

T_ Quería recordarte que me debes lo que me prometiste –Maca


elevó una ceja-. El balneario

M_ ¿Qué balneario? –Esther sonrió

T_ ¿Cuál va a ser hija?, el que me prometiste cuando pasó lo que


pasó y después todo lo que hemos pasado creo que mis nervios bien
merecen una pequeña recompensa

M_ Teresa tú no sabes que he perdido parte de mi memoria –Esther


volvió a sonreír sacándole la lengua a Teresa mientras acunaba a
Daniel

T_ Tú lo que tienes es mucha cara, bonita

E_ Es verdad Teresa. No has dicho una verdad tan grande nunca,


tiene una cara bonita que quita el sentido

M_ Gracias mi amor –le besó-. Anda sube con el pequeñajo y ya me


encargo con Teresita, la lista, del vino

E_ No tardes cariño… o pensaré mal…

T_ ¡Cuánta tontería por Dios!.

E_ Te quiero, Teresa

M_ Bueno… vamos a ver que encontramos por aquí –se puso a mirar
las botellas mientras Teresa se ponía las gafas y también miraba

T_ Yo nunca he entendido esto, veo todas las botellas igual


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M_ Te enseñaré el día que vengas a mis bodegas

T_ Tus padres me han invitado –lo dijo orgullosa

M_ Mira que bien. Pues ahora ya que has querido tu fin de semana
en el balneario, te lo vas a tener que currar –se dio la vuelta
mirándola fijamente

T_ ¡Por Dios Maca no me mires con esos ojos! –le dijo un tanto
asustada

M_ ¡No seas mala quieres!, y dime, ¿qué pasó con Encarna?, y no


me vengas con ese cuento de tanta tensión y todo ese rollo

T_ Ella no quiere que lo diga… yo no soy una chismosa, ya lo sabes


¡y ni se te ocurra levantar la ceja que te veo! –la acusó con el dedo
índice

M_ ¿Quieres ir al balneario?

T_ Pues claro, pero no por traicionar a una amiga

M_ Joder… si que hemos cambiado Teresita

T_ Mira Maca, te lo cuento pero de esto ni palabra a Esther

M_ Ya lo sabía yo… ¿qué ha pasado?

T_ Un drama –le contó todo deprisa porque no tenían mucho


tiempo, le hablaba bajito cerca de la oreja, a Maca se le iba
transformando el rostro de tal manera que Teresa no supo si estaba
haciendo lo correcto-. Pero bueno… todo quedo en un susto porque
el canalla al final murió

Maca guardó silencio, toda la historia en sí le había producido


un escalofrío en su cuerpo, estaba pensativa mordiéndose un poco

367 ”Adiós Esther” © by ldana


el labio, entendió muchas cosas por las que había discutido con
Esther siempre que llegaba algún paciente con el problema de la
droga, ahora entendía sus reacciones su vivencia propia horrible, y
podía entender también la inseguridad en si misma que le
provocaba una dependencia total de ella, quizá si le hubiera contado
aquel horror, la hubiera entendido mucho mejor.

T_ Por favor Maca… no le vayas a decir…

M_ Claro que no, respeto que no me haya contado esto… aunque yo


la hubiera apoyado

T_ Bueno pero ocurrió hace muchos años y ella lo ha querido


olvidar

M_ Pobrecita –murmuró con gesto de profunda pena

T_ No vayas a ponerte triste por favor…

M_ Tranquila Teresa –le sonrió acariciándole el brazo con cariño

T_ Fue horrible, no me extraña que Encarna no pudiera más… es


una mujer extraordinaria

M_ Lo es…sin duda –sonrió con un gesto de profundo cariño hacia


ella. Después suspiró fuertemente-. Creo que será mejor que
vayamos con el vino o van a pensar que…

T_ ¡Maca! –la riño graciosamente-. Oye… ¿y de lo otro… qué?

M _ ¿Qué otro?

T_ No te hagas la despistada que no cuela

M_ Toma anda –le dio una botella bajó otra del altillo y se dirigió
hasta la puerta-. Yo no recuerdo tal cosa, además, ahora debo

368 ”Adiós Esther” © by ldana


pensar que estuviste aquí por ese balneario y no porque me quieres
tanto como dices

T_ Pues mira… ya me has descubierto –Maca se detuvo en seco, se


giró y la miró con los ojos entrecerrados. Teresa soltó una carcajada
enorme que resonó en la bodega-. ¡Ay la niña de mis ojos!, pero no
se lo digas a Esther

M_ Si en el fondo sé que soy tu ojito derecho, ¿por qué crees que te


hice mi madrina?

T_ Espera Maca –le dijo deteniéndola del brazo-. Me alegro mucho


que todo quedé en una pesadilla, que todo quedé atrás. Ahora lucha
por Esther y por tu hijo, no permitas que nadie trate de haceros
daño.

M_ Te aseguro que luchare con todas mis fuerzas, y defenderé con


uñas y dientes si hace falta la felicidad de mi familia.

T_ Soy muy feliz –se le llenaron los ojos de lagrimas

M_ ¡Ay cuanta tontería por Dios!

Después de reírse lo suyo, Maca abrazó con cariño y ternura


a una Teresa que no ocultaba la felicidad que sentía, aunque una
pequeña sombra cubría la luz de sus ojos.

R_ ¡Ya era hora!, íbamos a llamar a los bomberos

T_ Eso son celos, ¡lo que yo te diga Maca! –salió a pasos ligeros
hacia el comedor con las botellas de vino

M_ No puedo creer lo graciosa que está Teresa últimamente –


murmuró mientras le cogía un trozo de tomate de la ensalada que
estaba terminando de preparar Rosario

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R_ Siempre igual, ¿eh?, no se te irá esa costumbre –la riñó con una
sonrisa

M_ No me riñas mamá –le puso cara de buena

R_ No tienes remedio.

M_ ¿Y Esther?

R_ Ha ido a cambiar a Daniel –estaba repartiendo el atún por la


ensalada

M_ Vale… ¿y los demás?

R_ Los hombres han ido con Fermín a ver desde no sé que lugar una
montaña

M_ ¿Papá también?

R_ Sí hija –cogió el aceite para echarlo

M_ ¿Sabes qué hemos hablado antes? –antes que echara el aceite,


volvió a coger un trozo de lechuga y después de chuparse los dedos
graciosamente como cuando era niña, eso pensó Rosario le dijo-.
Creo que hemos logrado encontrar el punto de inflexión que se nos
rompió

R_ Me alegro mucho cariño

M_ Y yo, y también me alegro que tú hayas aceptado a Esther

R_ Si –sonrió mientras levantaba la cara y miraba a su hija-. Te iba


a preguntar si eres feliz, pero… tus ojos gritan su nombre

M_ Lo soy mamá, Esther y yo creo que nos hemos dado cuenta que
queremos vivir siempre juntas, que pase lo que pase, yo me muero
por ella y ella por mí, que tenemos una vida en común a partir de

370 ”Adiós Esther” © by ldana


ahora sin dudas, con claridad sabemos lo que queremos y miramos
hacia el futuro mamá. Soy muy feliz aunque para lograrlo, haya
tenido que pasar un infierno. Y me gustaría agradecerte tu apoyo en
esos momentos, tu presencia al lado de Esther para ayudarla.
Gracias mamá

R_ Eres mi hija, quizá a mí también me ha enseñado ese infierno a


veros de manera diferente. Ven aquí –la abrazó sintiendo su corazón
abierto de par en par, dejando que por su sangre corriera ese
sentimiento de amor de madre-. Te quiero hija

M_ Y yo, pero ahora si me permites llevo mucho tiempo sin saber de


Esther

R_ Ya me extrañaba a mí –sonrió

Esther estaba cambiando a Daniel y haciéndole infinitas


risas, se había quedado sola porque Laura tras acompañarla un rato,
se fue con las demás mujeres a por leña en la parte trasera de la
casa con Carmen quien ilusionada les iba contando todo cuanto
había sido aquel lugar con anterioridad. Estaba a punto de terminar
cuando el niño le hizo un pipi largo que arrancó la carcajada
divertida y feliz de su madre.

E_ ¡Pero bueno… serás gamberro!, sí, claro, no podías ser de otra


manera, eres igualito a tu mama –le besó la nariz-. Pero clavadito…
igual de guapo, igual de sonriente… ¿recuerdas cariño aquella noche
en la Fonda dónde te dije que todo volvería a ser como antes?,
bueno Daniel, creo que me equivoqué porque ahora todo es mejor
que antes… además… vamos a darte una hermanita porque tu mami
quiere que sea niña, así que, tendré que concentrarme mucho para

371 ”Adiós Esther” © by ldana


tener una niña –el niño sonreía-… si es que esa sonrisa me pierde
¡cómo cuándo me sonríe Maca!. La quiero tanto Daniel, me he dado
cuenta que no quiero otra cosa en la vida que no sea vivir a su lado,
la amo con locura cariño… con locura

Entonces unas manos la rodearon por la espalda, no le hizo


falta que hablara, aquel tacto era de su Maca.

M_ Yo también te amo con locura –le dijo besándole la sien,


mientras el niño pateaba al aire y sonreía.

E_ ¿Desde cuándo llevas ahí? –el balanceo de Maca sobre su cuerpo


le hacia perder su control

M_ Desde que le has llamado gamberro como su mami –le besó


ahora el cuello separando su melena

E_ ¡Qué mala eres! –murmuró sonriendo mientras echaba su cabeza


hacia tras dejando todo el peso sobre Maca

M_ Lo sé… pero me encanta oír esas cosas y como no me las dices a


la cara pues no tengo más remedio que hacer de espía –le dio la
vuelta lentamente y al encontrarse unos ojos con los otros, una
sonrisa iluminó su rostro, sin más dilación porque no era necesaria
se besaron-. Mi amor

E_ Cariño… -se abrazó a ella con fuerza

M_ Todo cuanto has dicho a Daniel, te aseguro que es lo que siento


yo, te quiero y eres el centro de mi vida, no puedo estar tanto rato
sin verte, sin tocarte -la miraba apasionadamente, con la locura de
amor grabada en sus ojos-. Me haces inmensamente feliz Esther, y
no quiero vivir de otra manera que no sea a tu lado

372 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Mi amor –la abrazó con fuerza en el mismo instante en que
Daniel rompía en una risa-. Mira… sabe que somos felices

M_ Claro que esté pequeñín sabe que sus mamis están felices –se
tumbó en la cama junto al niño y comenzó a juguetear con él

E_ Lo tenía ya preparadito y mira la que me ha hecho, es igual de


gamberro que tú

M_ Pues ni te cuento cuando tengamos a Esthercita y nos vaya


haciendo trastadas como tú

E_ ¿Yo hago trastadas? –le abrió las piernas poniéndose entre ellas
ante la sonrisa de Maca

M_ Sí –la miró con provocación

E_ ¿De verdad?

T_ ¡Chicas voy a entrar!

M_ La mato, yo la mato definitivamente

T_ Hola… ¡Por los Clavos de Cristo!, ¡pero bueno no podéis estar


quietecitas!, no estáis solas, tenéis la casa repleta de gente
¡inconscientes!, ¡par de inconscientes!

Ambas rompieron a reír y ante tal sonido, hasta el pequeño


Daniel se unió a la fiesta de sus madres y hasta Teresa, que al ver
la reacción de la pareja sonriente, no pudo más que acompañar sus
risas.

En la mesa estaba todo preparado, los hombres habían


vuelto de inspeccionar toda aquella maravilla, que un Fermín

373 ”Adiós Esther” © by ldana


contento les había enseñado. En el comedor la mesa se había
transformado en longitud, y sin ningún problema todos pudieron
sentarse cómodamente. Las chicas salían con el pequeño en los
brazos de Maca y Esther llevando de los hombros a una divertida
Teresa. En una parte se había sentado Encarna junto a Rosario y
Pedro, a su lado vacío se sentó rápidamente Teresa, los ojos de las
dos mujeres interrogaron a la recepcionista que con un leve
movimiento de cabeza, les di a entender que no había recibido la
llamada esperada. Por otro lado, Esther se sentó junto a Maca como
no podía ser de otra manera que había dejado al niño en el carrito y
Fermín lo hizo de espaldas a la puerta de la calle. Junto a Esther se
había sentado un encantado y relajado Vilches y a su lado Cruz, con
el resto de compañeros. Y por último Carmen, presidiendo la mesa
justo en la parte opuesta a su marido.

Sobre la mesa se habían colocado en dos grandes fuentes,


toda la carne, el embutido y la verdura que habían estado
preparando entre esmeros la pareja y un Héctor dicharachero que
había demostrado su habilidad como cocinero, también las
ensaladas y un fiambre que solo con su olor despertó el hambre de
todos los presentes. La comida discurrió entre bromas de unos y de
otros, sobre todo punzadas de Vilches a una Maca que respondía
alegremente a cada una de ellas, y que además se mostraba feliz
por la charla tan entretenida que veía que su padre mantenía con
Fermín, ambos parecían fuera de aquellas bromas que se gastaban
unos con otros. Quien parecía más nerviosa que los demás, era
Teresa que no cesaba de mirar el reloj.

En_ Teresa hija que me va a subir otra vez la tensión

374 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ No lo puedo evitar… Maca le ha dicho la hora

En_ Bueno… disfruta de la comida y olvídate, lo mejor será pasar al


plan B.

R_ ¿Qué sucede Encarna?

En_ Nada que Teresa está impaciente, bueno, algo histérica también

R_ La verdad que sería una pena no poder disfrutar de este


momento

En_ Ya pero hay que entender al muchacho

T_ Si entenderlo lo entiendo… pero…

Esther y Maca no perdieron detalle de la conversación de las


tres mujeres, porque aprovecharon que Carmen se levantó a la
cocina un momento para poder hablar.

M_ ¿Has visto lo bien que se lleva mi madre con la tuya?

E_ Sí cariño –le sonrió acariciándole suavemente y con disimulo la


pierna-. Se han hecho grandes amigas

M_ Esther –la miró con fijación-. Si no quieres que arme un


escándalo, por favor, retira la mano de ahí

E_ ¿Y si no lo hago? –le guiñó un ojo graciosamente-. Sería una


buena venganza… ¿no crees?

M_ ¡Esther! –la miró seriamente pero por la comisura de los labios


se le escapaba una sonrisa perversa

E_ Te salva que tengo a Fermín a mi lado… que si no…

375 ”Adiós Esther” © by ldana


V_ ¿Qué le pasa a este pequeño? –le decía Vilches mientras lo
tomaba en brazos elevándolo al aire con la consiguiente risa del
niño-. Este chavalote le gusta más una fiesta que sus mamis

E_ ¡Eh Vilches! –le riñó simpática Esther sacando la mano de la


pierna de Maca

R_ Es igualito que Maca, cuando era pequeña no paraba ni un


segundo quieta

En_ Vamos como ahora –le dijo seria pero irónicamente Encarna

M_ Yo también te quiero suegra mía

En_ Más te vale –ambas rompieron en risas

C_ Vamos Vilches deja al niño que vaya con su tito Héctor que se le
está cayendo la baba

L_ Estos hombres... luego nos dicen a nosotras

E_ Voy a traer el café y ese adorable pan quemado que hace


Carmen

M_ Yo te ayudo

C_ No hace falta ya voy yo, ¿no puedes estar unos segundos sin
ella? –le preguntó en voz baja sonriendo

M_ Pues... no... para que voy a mentirte, es no verla y me entra un


agobio

C_ ¡Qué fuerte! –murmuró muerta de risa

M_ No sé que voy a hacer cuando empecemos a trabajar... no sé


como lo voy a llevar

C_ Tenemos que hablar, ¿eh?

376 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Sí, te debo una disculpa

C_ ¿Una solo?

P_ Maca hija retira tu plato anda, que va a venir Esther cargada

M_ Oye... ¿pero esto que es? –protestó-. A ver si ahora voy a tener
que ponerme celosa –todos sonrieron

V_ Ya puedes ir empezando, oye Héctor no asustes al niño

CA_ Eso o tendré que darle alguna que otra sesión –dijo Carlos muy
serio

H_ Son todos unos boludos, ¿verdad rey?

L_ Héctor que tenemos que amueblarnos la casa... entiéndenos

Entre tanto en la cocina Carmen, Rosario y Esther estaban


preparando el café entre risas, charlas y buen ánimo, ante aquella
maravillosa visión donde Rosario estaba riéndose con su nuera hasta
casi engancharse de la risa, Maca no pudo más que sonreír también
y sumarse a ellas.

M_ Vaya... vaya... vaya... yo aquí trabajando y vosotras de


chachara

Ca_ Dios mío Maca si llevas un plato en tus manos –dijo poniéndose
las manos en la cabeza

E_ Esa si que ha sido buena –reía acompañada por su suegra

M_ ¡Pero bueno!

R_ Venga hija échanos una mano

377 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Yo sé a quien voy a echarle la mano –se dirigió corriendo hasta
Esther cogiéndola por la cintura mientras ésta trataba de soltarse de
una Maca divertida que no paraba de hacerle cosquillas-. A ver
ahora que dices, ¿eh?

E_ ¡Maca, Maca! –le decía muerta de risa

T_ ¡Ya estamos!

M_ ¡Vaya la aguafiestas! –dijo Maca mientras abrazaba fuertemente


a Esther por detrás ante la sonrisa de su madre

T_ Yo de verdad... estoy saturada ¿eh?

E_ Anda Teresa no seas quejica

T_ ¿Quejica yo?

E_ Sí, tú.

Ca_ Venga... venga que esto ya está y se va a enfriar

R_ Es cierto, Maca haz algo hija

M_ Ya estoy haciendo –le dijo dándole un beso a Esther en la sien

E_ Maca –se quejó graciosamente mientras se zafaba de sus brazos

T_ Me voy –cogió la cafetera y salió con una sonrisa divertida

En_ ¿Qué ya están? –le preguntó Encarna cuando se sentó a su lado

T_ Sí hija... ¡están peor que antes!. ¡Verdad que es maravilloso! –


exclamó feliz

En_ Lo es

Entonces salieron Esther y Maca sonriendo mientras una


llevaba el pan quemado, la otra llevaba una bandeja con los platos y

378 ”Adiós Esther” © by ldana


las tazas para el café. En la cocina se habían quedado Carmen y
Rosario, con el champán y las copas.

Ca_ Es un regalo de Dios ver así a las niñas

R_ La verdad que sí. Desde que he llegado siento que mi corazón


rebosa de felicidad, que late de otra manera distinta

Ca_ No late de una manera distinta amiga mía –se le acercó y con la
mano que le quedaba libre, le acarició suavemente la mejilla-. Late
gritando tu sentimiento de madre, más madre que nunca porque
ahora puedes abrazar a tu hija de manera abierta, sintiendo y
dejando sentir en tu alma su llegada. Ahora eres madre con todas
las palabras ya no tienes que luchar contra ti, ahora solo tienes que
dejar recorrer por tu sangre ese sentimiento de madre que tenías
amaniatado. Siéntelo con todas tus fuerzas Rosario siéntelo amiga
mía.

Rosario la miró emocionada, tenía razón, aquello que


recorría sus venas no era otra cosa que aquel sentimiento de madre
que durante años, había tenido que reprimir, ahora no, y lo mejor,
ahora no tendría que interponerse entre su marido y su hija, ahora
podía ser esposa y madre con todo orgullo, y sin duda, la lagrima
que recorrió su rostro al tacto de aquella mano cálida de una madre
coraje, que luchaba todos los días con su arrepentimiento por la
lejanía de aquel hijo perdido, sintió que era afortunada, la vida le
había dado la oportunidad de recuperar a Macarena, su hija, y lo
mejor, ganar su confianza con Esther.

379 ”Adiós Esther” © by ldana


El niño disfrutaba en los brazos de su abuelo, con las
palabras de su abuela Encarna y con las risas de todos, con el café
había llegado el momento distendido donde todos participaban,
contaban anécdotas y compartían risas. Cuando llegó el champán y
el momento del brindis, Esther le dijo algo al oído a Maca que sonrió
feliz.

V_ Venga chicas ¡hoy os toca a vosotras!.

H_ Eso venga niñas... no se me queden en mal lugar

M_ Ya va, ya va

V_ Vamos Macarena lúcete

M_ Mira que eres malo ¿eh? Rodolfo –le dijo entrecerrando sus ojos
graciosamente

V_ Ya ves... uno que aprende rápido a tu lado

C_ No empecéis que nos conocemos –intervino Cruz sonriendo

T_ Eso, venga... a lo que íbamos

M_ Bueno... primero daros las gracias personalmente por cuidarme


tan bien a mi niña –le sonrió y ella le devolvió la sonrisa feliz-.
Después gracias por estar siempre que os hemos necesitado por
aguantarme a mí sobre todo

T_ Y que lo digas hija –soltó Teresa muy seria y consiguió que todos
rompieran en una carcajada y algunos aplausos-. Gracias.

M_ Vale Teresa lo he captado. Pero Esther y yo queremos brindar


por otra cosa, bueno...–Esther le dio la mano-, queremos brindar
porque vamos a ser mamás otra vez.

380 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¡Pero...!.

M_ Cuando regresemos a Madrid nos pondremos manos a la obra,


así que, brindemos por nuestra hija Esthercita.

El jolgorio fue generalizado, entre aplausos, risas y


emociones, todos las besaron, y en ese momento pudieron sentir
que era ser feliz, ya no solo por lo que ellas sentían, sino, por el
cariño que recibieron, hubieron abrazos significativos, pero sin duda,
el de Encarna con su hija fue especial, emocionado por ambas
partes al igual que cuando abrazo a Maca.

En_ Gracias hija...

M_ Gracias a ti Encarna... gracias por todo lo que nos has dado de


verdad y te prometo... que no volveré a fallarte.

En_ Te quiero pequeña –le sonrió abrazándola emocionada.

M_ Y yo.

Mientras una Rosario feliz abrazaba a Esther, que sentía


como su suegra estaba radiante, aquel gesto y el siguiente de
Pedro, fueron los que más le conmovieron, en ese instante, sintió
como el pasado quedaba borrado, como lo que importaba era lo que
vendría a partir de ese momento, para ella que sus suegros la
aceptaran significaba mucho, y era el punto y final a una lucha sin
sentido porque los tres tenían un sentimiento común, el amor por
Maca.

Al terminar con los abrazos, enhorabuenas y besos. Maca


volvió a hablar, con una sonrisa enorme en sus labios.

381 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Otra cosa, a ver, tenemos una sorpresa para vosotros, Carmen y
Fermín –la pareja la miró un tanto desconcertada-. La verdad que os
habéis portado con nosotras de manera extraordinaria, y... bueno...
queríamos daros las gracias por ello ¡pero cómo sabemos que no os
gusta! –agregó con rapidez ante el gesto emocionado de Carmen-,
hemos pensado en regalaros dos billetes para un crucero por todo el
Mediterráneo

Ca_ ¡Madre del Amor Hermoso! –murmuró Carmen

F_ Pero... –por primera vez notaron que aquel hombre adusto, se


mostraba afectado por aquella sorpresa inesperada, y en su rostro
se dibujó la alegría

E_ No tenéis que hacer nada más que prepararos la maleta, eso si,
con ropa fresca ¿eh?, y pasarlo estupendamente

Ca_ Pero es que... es demasiado nosotros...

M_ Vosotros habéis sido un pilar fundamental para Esther y para


que yo tuviera las cosas más fáciles, así que... nada de peros ni
Amores Hermosos, os lo merecéis de todo corazón

Cuando Carmen soltó a Maca a la que por poco asfixia, hizo


lo mismo con Esther, sonreía feliz, aun con esa sombra que nadie
podría borrar por muy feliz que se sintiera. Fermín por su parte, fue
más contenido pero no por ello, menos agradecido. Pues entonces
después de un aplauso generalizado y divertido, Teresa saltó la
primera.

T_ ¿Y lo mío?

M_ Lo tuyo guapa, está verde... muy verde

382 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ ¡Que fuerte! –murmuró imitando a Maca pues era una de sus
frases más repetidas

E_ ¡Anda te ha salido el lado pijo de Maca!

C_ De aquí a nada... ya la veo llevando cazadora de cuero y


viniendo en moto a trabajar

Aquel comentario bastó para detonar nuevas risas, nuevas


bromas y nueva sensación de felicidad. Todo iba mejor de lo
esperado, cuando de repente rompió las risas y bromas un sonido
que a todos dejó helado

“ ¡Ay Campanera aunque la gente no crea, tú eres la mejor de las


mujeres porque te hizo Dios su pregonera!. ¡Ay Campanera!”

D_ Teresa me has devuelto a mi juventud

V_ ¿Los Dinosaurios cantaban La Campanera?

Todos comenzaron nuevamente con las risas la broma y


hasta a canturrear la canción y también, cuando vieron que Teresa
se sentaba nerviosa y miraba con los ojos abiertos a Encarna, la
hicieron blanco de sus críticas, a lo que la mujer ni respondía

M_ ¡Vamos defiéndete Teresita, te están llamando Campanera!

T_ No puedo ahora no puedo –decía muy nerviosa

V_ Vamos chicos “Campanera...

Entonces sonaron dos golpes en la puerta que les hizo callar


a todos.

T_ ¡Voy yo! –dijo con un grito desmesurado poniéndose en pie que


hizo que todos se quedaran petrificados, en silencio. Cuando se dio

383 ”Adiós Esther” © by ldana


cuenta bajó un tanto su tono ante el gesto desesperado por la risa
de Encarna por su reacción-. Voy yo.

H_ Este ambiente a Teresita no le va muy bien ¿eh?

D_ No, tendremos que llevarla a la capital

C_ No os metáis con ella, si esta divertidísima

E_ Eso es cierto...

Ca_ ¿Y ahora quién será? –preguntó intrigada

En_ Alguien especial, seguro –Rosario la miró y le apretó la mano


con alegría

Teresa abrió la puerta, sus ojos se abrieron como platos,


vieron que daba un abrazo a alguien y el silencio reinó por un
segundo, Esther y Maca miraban con la boca un tanto entreabierta,
en sus gestos demostraron también cierto nerviosismo, y solo
cuando Teresa dio paso a la figura de un hombre, cambiaron el
gesto sonriente mirando hacia Carmen ya que Fermín estaba de
espaldas a la puerta sin inmutarse.

Carmen no podía creer lo que estaba viendo, se levantó poco


a poco, como si su cuerpo pesara... como si aquello fuera uno más
de sus continuados sueños, entonces sus ojos se llenaron de
lagrimas... sus manos comenzaron a temblar, y solo en ese
instante, conociendo como conocía a su mujer, pudo Fermín adivinar
de quien se trataba, cerró sus puños y notó como su corazón latía
frenéticamente. Carmen lloraba y él, él se levantó con pausa,
contrayendo con fuerza los labios sintiendo a la vez un pánico y una
alegría desmesurada.

384 ”Adiós Esther” © by ldana


Todos miraban la escena un tanto desconcertados, mucho
más cuando Carmen con las lagrimas ya resbalando por sus mejillas
regordetas, más rojas que nunca corrió hasta los brazos de Juan, su
hijo, aquel hijo que ella parió y un día sin querer perdió, allí sobre el
pecho de su hijo lloraba emocionada, mientras él la abrazaba
sintiendo ese calor que tanto había añorado, aquella olor tan
hermosa que la piel de su madre manaba, hueles a leche de
almendra, le solía decir cuando era pequeño y ella lo acunaba, y
cuando era mayor y lloraba porque no sabía que le pasaba. Aquellos
brazos que de pequeño le daban seguridad en aquel momento le
estaban empujando a sentir un temblor emocionado y dependiente.
No podía evitar sentir temor por lo que pudiera llegar después y ese
después no era otro que su padre, allí parado contemplando la
escena con una Teresa que se había apartado y que con un pañuelo
sonaba su nariz, porque ella había sido la única en apreciar al
muchacho sin saber que muchos años después apreciaría de igual
modo a los padres, pero no solo Teresa, las mujeres todas, tenían
en sus ojos marcados la emoción, mientras los hombres
contemplaban la escena con todo el respeto y admiración que
podían sentir. Y allí, a dos pasos de su hijo y su mujer, impasible
Fermín, su expresión había cambiado de la tranquilidad que
compartió en la mesa a un apretar sus labios, a un temblor mínimo
de su barbilla, a un temblor de sus manos, a un temblor de su
corazón. Tan solo cuando Carmen se separó, y se giró para mirarlo
con sus ojos rojos del llanto, pudo reaccionar como tanto tiempo
había soñado, como tanto tiempo en tantas oraciones había pedido,
tan solo pudo abrir sus brazos, y en su fuerte pecho acunar a su hijo

385 ”Adiós Esther” © by ldana


con sus lagrimas a flor de piel. Juan, quedó tan impactado por el
gesto inimaginable para él de su padre, que lo abrazó como si en
ello se le fuera la vida, sus brazos estrecharon fuertemente el tronco
fuerte de su padre, sus ojos repletos de lagrimas las dejaron
escapar, y cuando se separó y vio como aquellas grandes manos
repletas de durezas por el uso de las herramientas del campo, se
apoyaban en su mandíbula para verlo bien, para llenar sus ojos con
la visión de su hijo, “ su hijo “, con todo el amor que existía en su
corazón por su padre murmuró.

Ju_ Perdóname padre.

F_ No hijo, perdóname tú a mí. Te quiero hijo mío.

Ju_ Padre –volvieron a abrazarse-. Madre.

Ca_ Hijo mío.

Llegados a ese punto, Teresa lloraba ya a moco tendido, al


igual que Encarna y Esther, Maca al ver así a su princesa sonrió
dándole un beso en la mejilla y abrazándola. Mientras Cruz repartía
servilletas aún sin salir de su asombro, a Eva y Laura.

Ju_ Gracias Teresa, teníais razón –Carmen la miró incrédula


mientras Fermín volvía a abrazar a su hijo con necesidad e ilusión-.
Padre... Madre... no he venido solo

Ca_ Espera hijo... ¿Teresa? –la miró limpiándose sus lagrimas


mientras todos cruzaban sus miradas, había más. Cruz volvió a
repartir servilletas-. ¿Qué quiere decir esto?

386 ”Adiós Esther” © by ldana


T_ Juan es mi peluquero desde hace más de diez años, cuando vi la
fotografía pensé que no podía ser real, así que al volver Encarna y
yo, fuimos a hablar con él –hablaba emocionada.

Ca_ ¡Teresa! –la abrazó con fuerza y murmuró en su oído-. Gracias


Teresa, gracias.

T_ No me las des, tienes un hijo encantador, como no podía ser de


otra manera –le dijo sonriendo mientras Carmen volvía a llenarse
con la visión de su hijo.

F_ ¿No te quedes ahí?, has dicho que no venías solo.

Ju_ Esto... si –le sorprendió que su padre le dijera aquello-. Veréis


es que... tenía miedo a venir y... bueno... he venido con mi pareja,
Rafael, está en el coche, rezando os lo aseguro –sonrió por los
nervios

F_ ¿Y a qué esperas a hacerle pasar? –le dijo con seriedad pero su


rostro lleno de bondad.

Ju_ Es que... viene alguien más, esperar.

Ca_ Gracias cariño –le dijo emocionada por la reacción de su marido

F_ Carmen –se abrazaron con amor

T_ Creo que mejor se siente Carmen –dijo con delicadeza

Ca_ ¿Sentarme?

T_ Sí, mejor, hazme caso

F_ Vamos

Fermín apartó la silla donde él estaba sentado no sin antes


recibir el abrazo emocionado tanto de Maca como de una Esther que

387 ”Adiós Esther” © by ldana


no paraba de llorar. La mujer no pudo cruzar palabra con ellas,
estaba tan desconcertada que no sabía muy bien que era aquello
que estaba a punto de ocurrir. Instintivamente agarró la mano de su
marido, aquella mano que tantas noches le daba fuerza para seguir
luchando con la vida y esperando un milagro que acababa de
ocurrir. Terminó de pensar aquello, cuando vieron entrar
nuevamente a Juan, los ojos de todos quedaron abiertos como
platos, de su mano llegaba un niño, que les recordó tanto a él
cuando era pequeño, llevaba en su mano que quedaba libre un
bonito ramo de rosas amarillas tal y como le gustaban a Carmen.
Fermín tragó saliva, mientras Carmen se levantaba despacio, no
necesitó que su hijo dijera nada, lo sabía, lo intuyó, lo sintió, aquel
era su nieto.

Ju_ Padre, Madre, os presento a Nacho, vuestro nieto.

Ca_ ¡Dios mío! –murmuró emocionada con las manos cruzadas


sobre su pecho mientras volvía a llorar y Fermín volvía a hacer
pucheros con su barbilla-. Y este es Rafael, mi pareja.

N_ Hola abuela... esto es para ti –murmuró el niño con una sonrisa


mientras le entregaba el ramo con su mano temblorosa porque el
ramo pesaba lo suficiente como para poder con él

Ca_ Mi niño –acertó a decir, mientras el niño veía como lo aupaba al


aire cogiéndole el ramo a la vez, y lo llenaba de besos cálidos
humedecidos por las lagrimas, pero el crío lo único que hacía era
mantener una sonrisa de oreja a oreja dejándose mimar-. Mi niño,
mi niño... eres igualito a mi Juan... mira tu abuelo.

N_ Hola –le dijo riendo.

388 ”Adiós Esther” © by ldana


F_ Ven aquí muchachote –lo alzó al aire abrazándolo de igual
manera con una emoción que no podía ni quería controlar.

Ca_ ¿Rafael has dicho? –le preguntó a su hijo que miraba a su padre
sonriendo.

Ra_ Así es señora –le dijo educadamente.

Ca_ ¿Cómo que señora?, ven aquí –con su habitual espontaneidad lo


estrechó ante la sonrisa de todos por el gesto del chico que se sintió
desbordado por tanto cariño-. Soy tu madre, ni señora ni suegra, ¡tu
madre, hijo!

Ra_ Ya me lo advirtió Juan. Encantado –le dio la mano a su suegro.

F_ Igualmente –la estrechó mirándolo fijamente a los ojos.

Ca_ ¡Pero bueno esto que quiere decir!, vamos a presentaros a toda
esta que es nuestra familia.

Y así con aquella ilusión enorme en la mujer, que parecía


haber recuperado en su mirada la alegría y felicidad fue presentando
uno a uno a todos los presentes. Cuando llegó el turno de las chicas,
con orgullo y bien alta la cabeza las presentó del siguiente modo.

Ca_ Hijo, Rafael, por último os voy a presentar a dos mujeres


encantadoras que son como si fueran mis hijas. Esther y Maca, mis
chicas.

M_ Encantada –les besó a cada uno sonriendo.

Ju_ Lo mismo digo, ¿hermana? –la miró con sonrisa simpática.

M_ Hermano.

E_ ¿Qué ganas teníamos de conocerte? –le dijo contenta Esther.

389 ”Adiós Esther” © by ldana


Ju_ Gracias... la verdad que no pensaba que todo fuera así.

Ca_ Hijo, hemos sufrido mucho, mucho –le dijo con voz
entrecortada-. Nos equivocamos tanto cariño... pero ahora todo será
diferente, ¿verdad?

Ju_ Claro que sí Madre –la abrazó-. Que ganas tenía de abrazarte,
de volver a olerte sigues oliendo a leche de almendra.

Ca_ ¡No cambias eh! –explotó en una sonora carcajada.

Ju_ He echado tanto de menos esa maravillosa sonrisa.

Ca_ Lo sé hijo, lo intuía.

Ju_ Padre está muy cambiado.

Ca_ Ha sufrido mucho, ¿verdad hijas?

M_ Sí, para nosotras ha sido una fuerza impresionante la que nos ha


ayudado a superar todo.

Ju_ ¿He hablado contigo antes, verdad?

M_ Sí.

Ca_ ¿Cómo que has hablado con ella? –la miró perpleja.

M_ Ya ves Carmen... una que tiene sus contactos –sonrió.

E_ Yo también ¿eh? –le sonrió graciosamente.

Ca_ Si es que ves como tengo razón y son mis niñas –las abrazó a
las dos a la vez haciendo que ambas quedaran muy juntas y
muertas de risa dándoles besos sin parar-. ¡Qué feliz soy madre!

390 ”Adiós Esther” © by ldana


Rafael hizo muy buenas migas con Fermín algo que alegro a
todos porque el muchacho parecía interesarse por todo aquello que
le gustaba al hombre, Carmen no podía creérselo mientras de vez
en cuando abrazaba, besaba y sonreía a su hijo, feliz, y se peleaba
con su marido por tener a su nieto, así pasaron buena parte de la
sobremesa, contándose cosas entretenidas, todos participaban en
aquella charla animada que les llenaba de felicidad.

A mitad tarde, y cuando el cielo comenzaba a apagarse,


Carmen, Fermín y su familia, decidieron ir a casa, ante la insistencia
de Rafael de conocer todo cuanto Juan le había hablado sin parar.
Se despidieron de todos con la felicidad marcada en sus rostros, con
Nacho sobre los hombros de su abuelo que parecía mostrarse
completamente encantado de ir allí con él, y Carmen en medio de
sus dos hijos como ya les decía oficialmente. Allí entre risas y
comentarios repletos de cariño se quedaron todos hablando de
aquella estupenda pareja.

En_ Bueno... será cuestión de preparar un poco más de café que


Vilches me lo tenéis muy abandonadito.

E_ Mamá...

V_ Oye... a ver como vas a hablar a mi Encarna –acentuó


graciosamente.

E_ Perdona, tú Encarna –acentuó ella también-. Es mi madre –volvió


a acentuar.

M_ Bueno... creo que será mejor que Cruz y yo vayamos a preparar


el café.

391 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Si, porque como Encarna siga tratándomelo así, ya me dirás tú
los humos con los que viene.

H_ Eso ya lo dije yo.

V_ Tú argentinito... –le advirtió.

D_ Tiene razón ¿eh?, que últimamente estás tú muy por las nubes –
le dijo sonriente Dávila mientras todos seguían la broma.

E_ ¿Quieres qué vaya mi amor? –le preguntó en voz baja.

M_ No, prefiero que te quedes aquí disfrutando de tanta sonrisa –le


dejó un suave beso en los labios que arrancó la sonrisa de Esther
que no dejaba de mirarla hasta perderla de vista al entrar en la
cocina-. ¡Cómo está Vilches con Encarna, eh!

C_ Dímelo a mí que lo sufro –sonrió.

M_ Bueno... mejor así.

C_ ¿Qué quieres decirme? –le preguntó mientras buscaba la


cafetera.

M_ Más que decirte... quiero disculparme –agradeció que no se lo


pusiera demasiado difícil.

C_ ¿Por qué?

M_ Bueno... ya sabes –los ojos de Maca reflejaban ese brillo que da


el amor.

C_ ¿Por tomarme vilmente el pelo?

M_ Lo siento de verdad –sonrió ampliamente con gesto de disculpa.

392 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ No si te aseguro que tendré que ir a que Carlos me sicoanalice
después de aquello. ¿Puedes darme al menos una buena razón para
no traumatizarme? –le preguntó sonriendo.

M_ Porque necesitaba a Esther –Cruz la miró contrayendo sus cejas


mientras Maca apoyaba medio sentada su trasero en el banco de la
cocina mirándola-. Sé que suena un poco egoísta pero... me imagino
que como en todas las parejas uno siempre da más que otro, uno
siempre es más dado a ser más cariñoso.

C_ Es cierto.

M_ Esther se estaba comportando conmigo como nunca lo había


hecho antes, sé que puede parecer una tontería pero me encanta
que me mime, que me cuide, sé que parece que yo soy la fuerte, la
que todo puede sacarlo adelante, la que no tiene sentimientos.

C_ Yo jamás lo he creído, eres como Vilches pura fachada, recuerda


que lo sufro en mis carnes –la apuntaba con la cerilla que iba a
encender el fuego.

M_ Pues ese fue el motivo, la necesitaba como jamás he necesitado


a nadie en mi vida.

C_ ¿Y?

M_ ¡Joder Cruz cómo me conoces tan bien! –renegó mirándola con


una sonrisa en sus labios.

C_ ¿Te lo recuerdo? –la desafío.

M_ Tengo miedo.

C_ ¿A qué?

393 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ A todo esto, a lo que Esther está pasando, las pesadillas que
tiene me demuestran que no está bien.

C_ Pero ya te has encargado de solucionar una parte –Maca la invitó


a continuar-. Quieres que tenga un niño.

M_ Niña.

C_ Vale niña –respiró negando con la cabeza gesto que hizo que
Maca sonriera-. Sabes que eso le va a ayudar a superar este amargo
trago.

M_ ¿Y si no es así?, quiero decir, esto le ha hecho ser más fuerte sin


duda, le ha hecho madurar de golpe, creo que ha visto de que va la
vida definitivamente, que ha aceptado el reto de vivir a mi lado, de
luchar.

C_ No creo que sea un reto para ella –se sentó sobre la mesa de la
cocina igualmente que lo hacía ella-. Simplemente creo que te ama,
pero que con sus miedos no creía que para ti ella fuera tan
importante.

M_ Lo sé.

C_ Ese complejo que tiene ella, ese mar de dudas que siempre le
embargan, creo que lo ha superado.

M_ Pero ahora tiene otro problema más grave, pánico.

C_ Siempre tienes la posibilidad de que la ayude Carlos...

M_ Lo sé.

394 ”Adiós Esther” © by ldana


C_ Pero sinceramente creo que os vendrá bien volver a trabajar a
las dos, y espero que os comportéis y me hagáis madrina de esa
niña, ¿era niña, no?

M_ Sí, Esthercita.

C_ Pobre criatura.

M_ Ni se te ocurra decir eso delante de Encarna.

C_ Dios me libre –rompieron a reír.

M_ Gracias Cruz, gracias por salvarme y darme otra oportunidad –la


miraba con sus ojos repletos de agradecimiento.

C_ Fue difícil, saber que tu vida pendía de un hilo, no te mentiría si


te digo que fue la operación más complicada de toda mi vida.

M_ Lo sé –se levantó y la abrazó fuertemente con ese sentimiento


de amistad que hizo que el abrazo fuera largo y sincero-. Gracias
por cuidar de Esther mientras yo no estaba.

C_ Creo que deberíais aprovechar esta segunda oportunidad, la vida


no suele darlas.

M_ Lo sé... y Esther también lo sabe.

T_ ¿Ya está el café? –entró Teresa con su habitual buen humor.

M_ Mira que eres metomentodo ¿eh?

T_ Que fuerte hija que fuerte que me digas esto, precisamente tú –


se quejo.

C_ Es que ya te vale Teresita... ya te vale... pedir un fin de semana


en el balneario, ya te vale –salió de la cocina sonriendo.

T_ ¿Pero que... cae o no cae?

395 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ ¿Quién?

T_ El balneario mujer, ¿quién dice? –hizo un gesto negativo con su


cabeza de desaprobación.

M_ Ven aquí –le cogió por los hombros ante su gesto ilusionado-. Te
voy a mandar a uno que te va a encantar.

T_ ¿De verdad?

M_ De verdad –asintió sonriente.

T_ Vale –dijo feliz.

M_ Bien.

La hora de marcharse llegó, las chicas habían decidido


quedarse una noche más, estaban allí en el porche despidiéndose de
todos con el rostro repleto de felicidad.

V_ Ya sabes que tienes que hacerte la revisión, ¿eh?

M_ Sí, me lo has dicho cinco veces ya.

V_ Pues ya lo sabes –la abrazó y al oído le dijo-. Sé feliz

M_ Gracias.

V_ Pero no le digas a nadie que te quiero.

M_ Vale, tú tampoco –cuando se soltaron del abrazo sonrieron.

C_ Esther cuando llegues a casa danos un toque, te tendremos


preparada la cita para Maca.

E_ Si, me quedaré más tranquila.

C_ Vale. Te quiero guapa.

396 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Y yo, gracias por todo

T_ Recuerda que me has dicho que...

M_ Lo recuerdo Teresita, lo recuerdo –la abrazó fuerte


demostrándole el inmenso cariño que sentía por ella

T_ Me voy de un feliz.

M_ Me alegro mucho.

E_ ¿Ya estáis cuchicheando? –les dijo puesta en jarras

M_ Sí mi amor.

T_ Tendrás que acostumbrarte querida...

E_ Anda ven aquí –la abrazó y le dio un beso enorme en su mejilla

T_ Mi pequeña... ¡ay si es que eres un sol!

E_ Eso, ¡ahora arréglalo!

R_ Bueno hija, ¿seguro que no quieres que nos llevemos a Daniel?

M_ No mamá, ya es hora que esté en casa con sus mamis.

R_ Como quieras. ¿Cuándo volvéis?

M_ Mañana a mitad mañana, ¿estaréis en casa?

R_ No, tu padre quiere volver a Jerez por la mañana.

M_ Iremos a veros a Jerez en cuanto todo este en orden ¿eh?

R_ Eso espero hija –la abrazo besándola.

M_ Te quiero mamá.

R_ Y yo.

P_ Venga, venga estas mujeres –protestó como era habitual en él.

397 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Vale papá, estás mujeres son tus mujeres así que... no te quejes
–le sonrió.

P_ Cuídate.

M_ Tú también.

P_ Esther hija –la abrazó-. En cuanto sepas lo del examen de mi hija


nos llamas.

E_ Descuide Pedro, así lo haré, pero estén tranquilos que todo va a


ir bien.

En_ Maca cariño... os dejamos comida en casa.

M_ Es decir, la nevera llena –la abrazó-. Que te conozco Encarna...

En_ ¡Qué bichejo eres canalla! –la abrazó como ella solía hacer con
toda su fuerza-. Por eso te quiero tanto ahora que no me oye mi
hija.

M_ Y por eso yo te quiero tanto, a ti y a ella.

En_ Soy muy feliz, de verdad, pero quiero decirte algo que llevo en
mente, ¿puedes acompañarme hasta el coche?

M_ Claro –la miró un tanto preocupada-. ¿Ocurre algo?...

En_ Verás yo quería decirte que... aunque mi Esther vaya a darme


una nieta, Daniel será igual que esa Esthercita.

M_ Eso ya lo sé.

En_ ¿Y... estás segura... segura?

M_ ¿De qué?, ¿de tener una Esthercita? –la mujer la miraba con un
poco de temor en sus ojos-. Pues claro Encarna.

398 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Tendrá la misma pachorra que mi hija –Maca sonrió-, y será
una manazas como ella.. y... bueno... el carácter... ya sabes –puso
gesto de espanto.

M_ Si, lo sé, pero será tan maravillosa como tu hija.

Encarna con la emoción en sus ojos la abrazó sintiendo que por


fin, aquella pareja iba a ser completamente feliz. Al menos, lo
intentarían y estaba segura que en ese intento lograrían conseguirlo
porque se amaban por encima de todo.

Allí en el porche cogidas de la cintura con Daniel en los brazos


de Esther, dijeron adiós a quienes les habían ayudado día a día,
noche tras noches a llegar a ese lugar donde estaban, a esa nueva
vida que empezaba en aquel porche mismo, a darse la oportunidad
que la vida les regalaba de nuevo. Primero entró Esther besando al
pequeño que parecía encantado de estar nuevamente con sus
madres, después lo hizo Maca cerrando la puerta con un gesto un
tanto melancólico.

E_ Ha sido estupendo, ¿verdad?

M_ Sí –sonrió sentándose a su lado respirando profundamente.

E_ ¿Qué te pasa?, ¿qué te ha dicho mi madre?

M_ Tu madre es un encanto de mujer, no podía ser de otra manera


claro, teniendo una hija como tiene –le sonrió y Esther se acercó con
sutileza hasta sus labios, le dejó un suave beso mientras reposaba
en ella y Daniel se sentaba sobre las dos-. Por fin los tres.

E_ Si, tenía ganas cariño...

399 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Y yo –le acarició la cara al pequeño que ante el gesto de su
madre se echó a sus brazos-. Ven aquí pequeño.

E_ Se parece tanto a ti –le dijo orgullosa mientras Maca la obligaba


a no moverse-. Te quiero.

M_ Y yo...

E_ Estamos un poco tontitas, ¿no?

M_ Un poco bastante.

E_ Será que estamos llegando final.

M_ Creo que si.

E_ ¿Qué te pasa Maca?, a mí no me engañas no me hace falta ver tu


carita linda para saber que estás preocupada –ella no le contestó-.
¿Por qué has querido quedarte esta noche?

M_ Tengo miedo Esther, aquí eres mía, este lugar es como una
fortaleza, nuestra fortaleza, puedes reírte de mí si quieres.

E_ No me puedo reír de algo que yo siento igual.

M_ Sé que tenemos que afrontar nuevos retos, nuevas cosas, sé


que hay que volver a trabajar, sé que tenemos que volver a la
rutina... pero me da miedo –el niño de repente soltó una carcajada.

E_ Pero tenemos que hacerlo.

M_ Parezco una niña asustada, ¿verdad?

E_ Lo parecemos las dos, aquí hemos vivido lo mejor y lo peor, pero


ha sido nuestro nexo de unión, aquí todo es calma, paz, amor, es
como si nada existiera, no hemos visto la televisión desde que
estamos aquí, no hace falta

400 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Es verdad –sonrió mientras Daniel ahora pasaba a los brazos de
Esther-. Hasta Daniel lo va a notar.

E_ Tenemos morriña de esto y aún no nos hemos ido, nos costará


mi vida... pero estaremos juntas.

M_ Ya... lo sé... pero... ¿puedo decirte una cosa sin que te rías?

E_ Sabes que si empiezas así... me río solo de pensarlo cariño.

M_ Vale –le puso un gesto divertido.

E_ Venga prometo no reírme –le decía sonriendo.

M_ ¡Cómo eres... de verdad!.

E_ ¿Cómo soy?, dímelo –le susurró con voz melosa.

M_ A veces un cielo... a veces un demonio... pero siempre


maravillosa.

E_ ¡Ah, creía! –le besó mientras Daniel rompía a reír-. ¿Qué pasa
pequeño, te gusta que tus mamis se den cariñitos, eh?, a mí
también pero es un secreto.

M_ Además una payasa de cuidado –la abrazó retumbándose en el


sofá y abrazándola con Daniel encima.

E_ Oye... ¿por qué no bajamos del sofá, dejamos a Daniel en el


suelo jugando y me cuentas eso que me querías contar?

M_ De acuerdo.

Así lo hicieron, pusieron al niño con sus juguetes rodado de los


almohadones mientras ellas se sentaban abrazadas cara a cara,
porque Esther se había subido sobre Maca que la sujetaba por la
cintura mientras ella le rodeaba el cuello.

401 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ Dime.

M_ Está bien... no sé porque te he dicho nada –puso sus ojos en


blanco.

E_ Venga no seas tonta.

M_ Aquí me has malcriado, me he dado cuenta que me encanta que


me mimes, que me encanta que cuando crees que duermo, me des
un beso –Esther puso gesto de sorpresa-, me encanta que me
acaricies sin venir a que, que me mires por el rabillo del ojo, que
estés pendiente de mí, me vuelve loca cuando sin ninguna razón,
me miras y me sonríes –Maca le besó aquel lugar que para ella era
una bendición, aquel pequeño agujero entre las dos clavículas, lo
hizo dulcemente como le gustaba besarlo-. Que quiero que me
trates como me has tratado aquí... con ese cariño... con ese amor...
con esa dulzura... con esa pasión... en fin... ¡qué me he vuelto tonta
sin remedio! –la miraba a los ojos con alguna lagrima que retenía no
sin dificultad, demostrándole cuanto la amaba-. Que quiero ser tu
niña, tu princesa...

E_ ¿Sabes una cosa Maca?, esto también lo he aprendido aquí,


siempre pensé que a ti te bastaba con poco, con algún mimo, hasta
a veces me retenía porque no sabía si te molestaba.

M_ Lo sé...

E_ Pero reconozco que he aprendido a adorarte, y te aseguro, que


nunca más reprimiré una caricia que vaya a tu cuerpo sin más razón
que mi pura necesidad, que nunca más dejaré escapar un beso por
muy tonto que sea, que quiero volver a ser como lo fuimos al
principio de nuestra relación, que quiero que me mires con esa cara

402 ”Adiós Esther” © by ldana


de tonta con la que me mirabas y me derretía por dentro, que
quiero que me robes besos por los pasillos, que me guiñes un ojo
cuando menos espero, que me eleves esa ceja tuya con esa clase
que sólo tú tienes –le acarició con amor la mejilla mientras Maca le
dejaba un fino beso repleto de ternura-. Lo hemos aprendido las dos
aquí, y no quiero volver a perderlo... quiero que cuando me enfade
tener la capacidad suficiente de entender por que y decírtelo sin
más, que si es una tontería para ti entiendas que quizá para mí no,
porque soy así de tonta.

M_ Eres maravillosa, cariño, tengo grabadas cada una de tus noches


mimándome, cuando tuve fiebre en casa... cuando me cantaste, por
cierto, ¿llovió?

E_ ¡Pero que bicho eres! –le pegó un pellizco.

M_ ¡Ay! –Daniel se detuvo con el coche en alto mientras las miraba-


. Es tu mami cariño, que es muy mala.

E_ Tú si eres mala –le decía echándose para tras mostrándole


completamente su apetitoso cuello-. Encantadoramente mala.

M_ Ojalá tengamos la capacidad mi niña, de recordar todo esto y


que no vuelva a suceder algo así.

E_ Estoy segura que así será.

M_ Pues ahora ya puedes reírte de mí –la atrajo hasta ella con


fuerza apretando sus dientes por el deseo que nacía en ella
mirándola con una pasión desbordada.

E_ Que está Daniel cariño –le susurró pues la mano de Maca se coló
por su camiseta.

403 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Pero no puede evitar que te toque.

E_ Es que si me tocas... ya sabemos como acabamos.

M_ Me vuelves loca, de verdad, pierdo la cordura...

E_ Y yo... pero alguien debe tenerla ¿no?

M_ No... ¿para qué quieres estar cuerda?, con lo bien que lo


pasamos cuando nos volvemos locas.

E_ Ya pero tú quieres que el día de mañana Daniel nos diga ¡sé lo


que hacíais cuando era pequeño!

M_ Tendrá que acostumbrarse –su mano se llenó del pecho


izquierdo de Esther que suspiró-. ¿No?

E_ No Maca... aunque parezca increíble, tengo que ser yo la que


ponga conocimiento, ¿vale? –le retiró con cuidado la mano-. Habrá
tiempo para todo, por cierto, tendré que hablar con mi madre para
que nos diga... –elevó graciosamente sus cejas.

M_ Mmmmm sí por favor... –se mordió el labio.

E_ ¡Uf creo que mejor me bajo!

M_ No –la abrazó metiendo su cabeza entre sus pechos-. Déjame


aquí un ratito.

E_ Pero solo un ratito ¿eh?, y solo así.

M_ De acuerdo mami, de acuerdo. Oye Daniel como para tu


educación sea tan estricta, nos vas a salir además de pijo, alelao.

E_ ¡Pero serás! –le dio un buen golpe haciéndola reír como loca.

404 ”Adiós Esther” © by ldana


El coche de Pedro había parado tal y como Carmen les indicó
en su casa antes de irse, allí la buena mujer les sirvió el último café
hablaron distendidamente con su nueva familia, a la mujer se le caía
la baba literalmente con su nieto, al que no paraba de hacerle
carantoñas, regalarle besos y arrumacos. Hasta la puerta les
acompañaron la pareja para dejar un poco de intimidad a su hijo y
su pareja, que le iba a enseñar su cuarto y todo cuanto había
disfrutado y tanto añoraba.

P_ Bueno Fermín... me alegro que todo haya salido bien –le dijo
Pedro pues los hombres se habían adelantado a las mujeres que
reían divertidas con aquel bendito crío.

F_ Gracias Pedro, la verdad que no pensé que volvería a ver a mi


hijo, creo que aún me tiemblan las piernas... ver a mi Carmen otra
vez sonreír así, es lo único que deseaba en la vida y lo que le pedía
a Dios

P_ Yo os comprendo... creo que a veces pensamos en nosotros


mismos, en lo que dirán los demás, antes que en la felicidad de
nuestros hijos

F_ Así es... pero ver esa luz en su mirada, me deja muy claro que
me importa un bledo lo que piensen los demás... he perdido muchas
cosas de su vida como para que los comentarios de la gente me
pueda afectar

P_ A mí ahora me pasa igual, hasta me avergüenzo de mi


comportamiento –sonrió de lado tímidamente-. Un hijo es lo mejor
que Dios nos da en la vida

405 ”Adiós Esther” © by ldana


F_ Lo más grande, si señor... –admitió con un gesto sereno pero
repleto de dicha

P_ ¡Qué importa quien le hace feliz!, mientras le haga feliz

F_ Tú lo has dicho, ¡a quién le puede importar con quien!, si lo


verdaderamente importante es verlos felices.

P_ Enhorabuena –lo abrazó sinceramente

F_ Igualmente –le devolvió el abrazo con dos golpes sonoros en la


espalda con esas manos grandes que tenían tanta fuerza, pero que
habían acariciado a su hijo con ternura al verlo

P_ Somos afortunados.

Las mujeres salían con una sonrisa de oreja a oreja, aquellas


cuatro madres, que tanto habían luchado, que tanto habían llorado
por conseguir lo que finalmente la vida, Dios y sus grandes
corazones se merecían. Ver a sus hijos felices, a sus hijos con esa
luz en sus ojos, sobre todo, verlos cerca, sentirlos tan en su interior,
como un día lo estuvieron.

Ca_ Creo que nunca os podré agradecer suficientemente el regalo


que me habéis hecho

En_ El que te merecías, el que os merecíais –dijo mirando a Fermín


que por primera vez lo vieron sonreír

T_ La verdad Carmen, me alegro mucho por ti, por Fermín, pero


sobre todo por Juan, siempre hablaba de su madre, de su padre,
con tanto respeto y tanta añoranza... que verlo así me llena de
felicidad

406 ”Adiós Esther” © by ldana


Ca_ Gracias. Los hemos recuperado Rosario... lo que tanto soñamos
lo hemos hecho realidad

R_ Si, además tenemos unos nietos maravillosos, ¿qué mas


podemos pedir?

Ca_ Nada más, simplemente verlos así el resto de nuestros días y si


viene algún problema, poder estar ahí para ayudarles

En_ Tú lo has dicho, eso es ser madre, dar sin esperar nada a
cambio, dar el apoyo, el amor y el aliento que les falte.

P_ ¿Nos vamos?

R_ Sí cariño. Espero que aceptéis ese viaje ¿eh?

Ca_ Jamás he subido a un barco –decía emocionada

R_ Pues ya sabes...

Ca_ Gracias por todo Rosario

R_ Gracias a ti, por todo cuanto me has enseñado –la abrazó y


después con un gesto un tanto avergonzado le preguntó-. ¿Aún me
ves como una señora superficial?

Ca_ No, ahora te veo como una madre y una esposa de verdad –le
sonrió

R_ Te espero en Jerez –le dijo contenta

En_ Bueno Carmen cariño, recuerda que tienes que visitarnos

Ca_ Por supuesto... gracias Encarna –le dijo al estrecharla entre sus
brazos, con la emoción reflejada tanto en sus palabras como en sus
ojos-. Gracias amiga.

407 ”Adiós Esther” © by ldana


En_ Nunca es tarde en la vida para ganar amigas que merecen la
pena, y eso eres tú. Te quiero hija, he aprendido a quererte por tu
sencillez y bondad, estoy segura que con estas dos virtudes, a parte
un gran corazón, lograrás disfrutar de tus hijos y tu nieto.

Ca_ Gracias –le dijo a punto de llorar para abrazarla de nuevo

T_ Bueno... yo... no digo nada –le dijo emocionada porque las


palabras de Encarna siempre la emocionaban

Ca_ Teresa no tendré vida suficiente para agradecerte lo que has


hecho con mi hijo, gracias de todo corazón

T_ Claro –fue lo único que pudo decir.

Vieron perderse el coche a lo lejos, aquellos amigos que un día


llegaron de pronto a sus vidas, se habían quedado para siempre en
sus corazones. Carmen miró a su marido, su marido miró a su mujer
y como si fuera algo que habían esperando años desde una maldita
noche, se abrazaron emocionados, Fermín mirando al cielo,
agradeciendo ver así a su mujer, Carmen aferrándose al hombre
que había luchado por ella día y noche sin importarle nada más que
ella. Ambos necesitados de ese abrazo, de ese momento de
felicidad, de emoción, de volver a ser padres otra vez.

Esther salía de la habitación donde había dejado a un más que


rendido Daniel, feliz de estar con sus madres nuevamente, y rendido
de tanto jugar con ellas, al llegar al comedor se quedó quieta, allí
tenía una sorpresa preparada, la pequeña mesa frente a la
chimenea, tenía dos velas que alumbraban el lugar, dos copas, y

408 ”Adiós Esther” © by ldana


una cena. Y allí esperándola con una sonrisa de oreja a oreja una
mujer, su mujer quien la miraba con devoción, el fuego era
suficiente para alumbrar toda la estancia de manera tenue pero
intensa, no necesitaban más que la luz que manaba de sus ojos, de
sus sonrisas. En la cadena, la música que ella llevó un día y que
habían disfrutado, era como un sueño donde todo se hacía realidad.

E_ Es espectacular

M_ Como tú, ¡anda siéntate que tengo hambre! –le susurró


delicadamente

E_ ¿Y esto?, ¿atún, tomate?, pan... –sonreía

M_ Ya sé que es poco romántico cariño, pero esos glotones han


acabado con las existencias, lo siento –dijo con un gesto simpático
que hizo dar una carcajada a Esther

E_ ¿Dónde quieres que me siente?, ¿a tu lado, o en frente?

M_ En frente quiero llenarme de ti

E_ Lo sabía

M_ ¿Y por qué me lo preguntas? –le sonrió

E_ Porque me gusta que me lo digas –le regaló un guiño de ojo

M_ Y... ¿sólo te gusta que te lo diga? –elevó su ceja derecha

E_ Sabes que me gusta todo de ti... absolutamente todo de ti

Cenaron entre risas recordando la comida tan estupenda y


sobre todo, recordando la cara de felicidad de Carmen y Fermín, el
pequeño que era una monada según Maca.

409 ”Adiós Esther” © by ldana


E_ ¡Pero qué pija es mi niña madre! –no pudo aguantarlo más y se
tumbó encima

M_ Espera... espera... Esther –decía entre risas-. Espera

E_ ¿A qué? –la miró un tanto enfadada pues había empezado a


besarle el cuello

M_ ¡Uf déjame respirar! –Esther se apartó mirándola con gesto


serio-. Tengo una sorpresa para ti

E_ ¿De verdad? –se le pasó el gesto serio, y abrió sus ojos


emocionada

M_ Sí, sé el esfuerzo que hiciste para comprarme este anillo –le dijo
sonriendo

E_ Más que esfuerzo para comprar, ha sido esfuerzo para dártelo

M_ Es verdad –dio una rabiosa y encantadora carcajada que fue


acompañada por Esther-. Bueno, ¿preparada?

E_ Sí, ¿qué me has comprado?

M_ Nada, no te he comprado nada porque Fermín no me ha dejado

E_ ¿Fermín? –la miró sin apenas entender sus palabras

M_ Eso he dicho. Cariño... esta casa es nuestra, bueno... tuya

E_ Espera... me he liado –la miraba con su ceño fruncido

M_ Le hice una oferta a Fermín por ella, pero me dijo que no, que
esta casa no estaba en venta

E_ ¿Entonces?

410 ”Adiós Esther” © by ldana


M_ Pues que me la regaló para nosotras, dice que cuando estemos
más tranquilas una vez, volvamos a trabajar y todo ese arreglado,
nos traspasara los poderes.

E_ ¿Así? –la miraba incrédula

M_ Así –le confirmó con un gesto feliz

E_ ¿Y?...

M_ ¿Y qué?

E_ Joder Maca... que estoy impresionada... ¿tú la ibas a comprar?

M_ Para ti –le dijo orgullosa-. No quería perder este maravilloso


lugar donde tanto hemos disfrutado, ¿te imaginas a los niños
corriendo por el jardín?, ¿o viendo nevar?, sólo pensar en tu sonrisa
valía la pena el esfuerzo

E_ ¡Maca! –le dijo emocionada abrazándola

M_ Te quiero Esther... no pienso dejar de repetirlo durante todos los


días de mi vida

E_ Y yo, creo que mi corazón lo va a necesitar escuchar y gritar

Se fundieron en un beso tímido, pero suficiente para


estremecerse, justo en ese momento en que se besaban con
suavidad y ternura, en aquella cadena sonaba una canción tan
especial para ellas que Esther se levantó y le dio la mano.

E_ ¿Bailas?

M_ Será un placer –le hizo una pequeña reverencia

E_ El placer es mío

411 ”Adiós Esther” © by ldana


Se dejaron llevar por la música, por la increíble voz de Luz
Casal recordando algo que aunque a ellas no les hacia falta, en su
día fue la canción con la que compartieron el amor. Con los acordes
sus manos jugaban en la piel de la otra, sus cabezas apoyadas en el
hombro de la otra, se movían con suavidad, entregándose a aquella
letra mágica

Si tienes un hondo penar, piensa en mí:


si tienes ganas de llorar, piensa en mí.
Si tienes un hondo penar, piensa en mí:
si tienes ganas de llorar, piensa en mí.

Ya ves que venero tu imagen divina,


tu párvula boca que siendo tan niña

me enseño a pecar

Era justo el momento en que las dos se miraban, sabían que


ambas veneraban una a la otra, y una sonrisa iluminó ambos
rostros, a la vez que un suspiro profundo salía de ambos interiores.
Volvieron a abrazarse y a dejarse llevar por la música

Piensa en mí cuando sufras, cuando llores


también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, no lo quiero para nada,
para nada m sirve sin ti.

412 ”Adiós Esther” © by ldana


Con ternura separaron nuevamente sus cabezas, en esta
ocasión, ya no era necesario venerarse, porque lo sabían, una no
quería vivir sin la otra, y con lentitud Maca, acercó sus labios a los
de su mujer, mientras que las manos de ésta dibujaron un corazón
en su espalda justo, por debajo de la camiseta que había retirado
con esmero. Aquel beso cálido, fue subiendo poco a poco la
intensidad según avanzaban los acordes de la guitarra. Sus bocas
comenzaron a devorarse con más voracidad, sus manos volaban
mientras ambos alientos comenzaban a ser entrecortados.

Piensa en mí cuando sufras, cuando llores,


también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, no la quiero para nada,
para nada me sirve sin ti.

Despacio pero sin perder un segundo, se tumbaron sobre el


suelo, Maca como si fuera lo último que pudiera hacer en su vida,
por si la letra de la canción se hacia realidad, arrebató la ropa a una
Esther que la esperaba impaciente mientras era ella, la que le
quitaba de un solo movimiento la camiseta y desabrochó el
sujetador, rodaron por la alfombra, besándose con pasión,
dedicándose palabras repletas de dulzura y amor. Sus jadeos, sus
súplicas y sus síntomas de placer cada vez iban en aumento como si
la vida se fuera en cada segundo de la canción.

413 ”Adiós Esther” © by ldana


Piensa en mí cuando sufras, cuando llores
también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, para nada, para nada
me sirve sin ti.

Y así, con los últimos acordes de la guitarra, llegaron


enlazando sus manos al cielo, a esa parcela que tenían reservada
únicamente para ellas, jadearon, al mismo tiempo que un gemido
repleto de éxtasis salía de sus gargantas prácticamente al mismo
tiempo, y como si lo hubieran ensayado, la explosión final de placer
llegó con el último toque de guitarra.

Una vez llegaron en la cama, mirando por la ventana que


sabían que sería suya, ambas se mantenían abrazadas con sus
dedos entrelazados, ambas en silencio pero despiertas, con sus
respiraciones pausadas, relajadas, con sus pensamientos en orden y
seguras de si misma, tan solo las palabras que Maca pronunció la
sacaron de aquel ensimismamiento pensando en ella

M_ Me quedaría así para el resto de nuestra vida...

E_ Y yo... pero tenemos que seguir con nuestra vida...

Volvió el silencio a reinar la habitación, volvieron a pensar la


una en la otra, como últimamente solían hacer. Así hasta que unos
tímidos rayos de sol les reflejó en la cara, hasta que oyeron como
una vocecita canturreaba mientras trataba de dar palmas, y así poco
a poco fueron despertando los tres, aquella familia que se

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aumentaría, aquella familia que se había unido y hecho fuerte en la
desgracia.

E_ Buenos días mi amor

M_ Buenos días, creo que este niño es como su madre... tiene


hambre

E_ Es verdad, me muero de hambre

M_ Lo sabía –murmuró cerrando los ojos sonriendo

E_ Maca... sé que estamos muy bien pero... me gustaría llegar


pronto a casa, tenemos muchas cosas que hace y...

M_ Tienes razón. Venga... nuestra nueva vida empieza hoy chiquitín


–le dio un mordisquito juguetón en su tripa lo que hizo que el niño
diera una carcajada-. Ay que este pequeñajo tiene un regalo para
sus mamis

E_ ¿Si?

M_ Huele que alimenta cariño

E_ Eso lo dice Teresa –sonrió

M_ Ahora que lo dices... tengo que hacer una llamada

E_ ¿Ahora?

M_ Sí, no quiero que se me pase... anda sé buena mi niña y hazte


cargo un minuto de Daniel, prometo la siguiente quitarla yo

E_ ¡Pero tendrás morro! –le dijo sonriendo-. Anda vamos cariño que
tu madre tiene más morro que yo que sé... ¡ay que rico madre! –
explotó en una exclamación feliz

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Cuando Maca terminó con su llamada se reunió con su mujer y
su niño en la cocina, una vez allí, desayunaron entre juegos, risas y
besos entre las madres y el pequeño.

E_ ¿Me vas a contar lo que has hecho?

M_ Claro mi vida... le he reservado un balneario a Teresa

E_ ¿No me digas?,¿pero va en serio?

M_ Se lo prometí, ¡ah!, también a tu madre

E_ ¿A mi madre?, le va a encantar

M_ Espero que lo lleve bien

E_ ¡Ay Dios que se te ha ocurrido Maca!, que te conozco y miedo me


das

M_ ¿Recuerdas aquel balneario que fuimos cuando empezamos a


salir? –le preguntaba entre sonrisas divertidas

E_ ¡No! –exclamó poniendo sus manos sobre la cabeza

M_ Ese mismo

E_ Pero si es de lesbianas. ¡Teresa se muere! –le dijo muerta de risa

M_ ¡Qué va!, ¿tú sabes lo que va a cotillear? –decía riendo

E_ De esta nos retira la palabra

M_ Con lo bien que lo pasamos tú y yo

E_ Pero si no salimos de la habitación

M_ Por eso mismo –le hizo un guiño simpático

416 ”Adiós Esther” © by ldana


No demoraron mucho la vuelta a Madrid, Esther sabía que
aquel momento en que entrara en el piso, para Maca sería extraño,
se lo había advertido Cruz, pero también sabía que juntas
superarían aquellos momentos todavía que quedaban por afrontar.
Antes de marcharse, como no podía ser de otra manera, se
detuvieron en la Fonda donde como siempre Carmen, les tenía
preparadas varias bolsas para que tuvieran de todo en su casa. Así
distendidamente y mientras jugaban con el pequeño Nacho, se
enteraron que aquel niño era hijo de Juan y una amiga suya, habían
decidido tenerlo porque la chica anhelaba tener un niño, y según le
confesó Rafael, lo quería de un padre honesto, y del que pudiera
estar segura, claro nadie como Juan, agregó Carmen, pero aquella
chica a los tres meses de tener la criatura murió. Y él junto a su
pareja se hicieron cargo del niño del que tan orgullosa estaba
Carmen.

Ca_ Es un bendito, como su padre y como la madre debió ser

E_ Seguro Carmen, es afortunado

Ca_ Lo es... lo somos –dijo feliz-. Bueno y cuando vais a empezar a


encargar a Esthercita

M_ Bueno esto no es tan sencillo Carmen, lleva su tiempo

Ca_ ¿Seré la tercera en saberlo? –les preguntó con su sonrisa


amplia

E_ Te lo prometo

Después de dejarles los billetes del crucero, después de reírse


de buena gana con las locuras de Carmen, y después de un

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emocionado adiós, hasta Fermín pareció emocionarse, partieron
rumbo a su casa. Hicieron el recorrido que cinco meses atrás habían
hecho con el miedo en el cuerpo Esther y con las dudas en la cabeza
Maca, pero ese camino de vuelta estuvo lleno de sonrisas, y lleno de
amor. Al llegar a casa, Esther prefirió que Maca llevara al niño, así
sería menos la impresión de volver al que fue su hogar, y en el cual,
los últimos meses la vida había sido dura para ambas.

M_ Hogar dulce hogar –murmuró después de sonreír

E_ Así es, ya estamos en casa otra vez mi amor.

M_ Si

E_ Venga Maca que hay que bañar a Daniel.

M_ Me impresiona entrar Esther... es como si aquí todo fuera frío

E_ Ya le daremos calor mi vida –le dijo abrazándola con cariño

M_ Es verdad... –agradeció aquella ternura de su mujer

E_ Venga... venga...

M_ Oye, ¿y si nos bañamos los tres juntos?

E_ ¡Qué fantástica idea mi amor!, voy a prepararlo

M_ De acuerdo. No tardes

E_ No tardo –le dio un beso y desapareció aún con el pulso


acelerado por el miedo que le daba la reacción de Maca-. No tardo

Le grito desde el piso de arriba. Maca miró todo alrededor,


después miró a su hijo, le besó con ternura y le contó.

M_ ¿Sabes mi amor?, este será nuestro nido, el nido que siempre


quise formar, he tenido suerte, porque voy a compartir el resto de

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mi vida con la mujer que amo, con la mujer que me llena y a partir
de hoy, nos van a pasar muchas cosas, lo sé, pero lucharemos los
tres y cuando tengamos a tu hermanita, lucharemos los cuatro para
seguir unidos y encontrando motivos cada día para ser felices.
Somos afortunados de tener a Esther a nuestro lado cariño... lo
somos.

Después de aquel baño que duró largo rato, decidieron salir a


pasear con el niño, al regreso llamaron a sus respectivas madres
para avisar que estaban en casa, que todo estaba bien y que al día
siguiente que era Domingo irían a casa de Encarna a comer un buen
cocido como les preparaba de vez en cuando. Cenaron entre besos y
rieron de buena gana con su hijo, se miraban adorándose, se
besaban amándose y se tocaban idolatrándose. Todo volvía a
empezar de nuevo, o quizá, como Maca decía, todo sería mejor,
mucho mejor de lo que había sido. Y era cierto, les quedaban tantas
cosas, tantas que miraban el futuro con mucho ánimo, con
tremenda ilusión, así entre besos, abrazos, susurros, caricias,
mordiscos finos, besos apasionados llegaron hasta su cuarto.

El reflejo de la luna se colaba por la ventana con ganas de


juguetear con las dos, primero había reflejado el pelo que recogido
en una coleta llevaba Maca, después, había recorrido el rostro
sereno y feliz de Esther. Habían hablado del futuro, y esperaban ser
mejores de lo que fueron en el pasado, esperaban aprender de los
errores y nunca más volver a caer como lo habían hecho en dolor
tan grande. Les quedaba un camino por recorrer que ansiaban, la

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vuelta al trabajo, criar a Daniel, esperar con los brazos abiertos a su
nueva hija, porque Maca insistía en que sería una niña, y como
siempre acertaría respondía una Esther encantada. Y así... se fueron
quedando dormidas, entre murmullos de deseos por cumplir y algún
te quiero necesario. Maca tenía bien cogida a Esther era como si
tuviera miedo a perderla y aquella sensación llenaba de paz a la
enfermera que se despertó un tanto sobresaltada.

E_ Maca

M_ Mmmm

E_ ¿Duermes? –no se movió ni un ápice

M_ Casi –susurró con su voz apagada por el sueño

E_ Cariño... prométeme una cosa

M_ Lo que tú quieras

E_ Nunca más en toda tu vida, vuelvas a repetirme Adiós Esther

M_ Lo prometo

La apretó contra su cuerpo y así, tranquilas se durmieron


esperando el futuro, sabiendo disfrutar de un maravilloso presente.

FIN

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