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HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA SUBJETIVACIÓN

El texto inicia dándole la importancia a la pedagogía desde la perspectiva del sentimiento, la


imaginación, la subjetivación, del lenguaje no racional, algo que es contrario a la pedagogía
moderna. Ésta pedagogía, surge, no como un nuevo método, sino como una nueva mirada, en una
base formativa, oculta para la pedagogía moderna.

En países en aparente desarrollo como Estados Unidos, Francia y Alemania, se han generado
diversas perspectivas en cuanto a la pedagogía, donde reemplazan las funciones del pensamiento
y la percepción por el sentimiento y la intuición, sin tener en cuenta que lo que se debe hacer es
revalorizar esta última para la búsqueda de una síntesis entre dimensiones psíquicas. Es por ello,
que las funciones de sentimiento e intuición no potenciarán el desarrollo humano por sí solas, sino
que se da por procesos independientes y posteriormente integrados, Jung lo denomina como:
“función trascendente”.

A lo largo de la lectura se hará énfasis en la concepción junguiana y sus implicaciones para la


pedagogía.

SENTIMIENTO E IMAGINACIÓN EN LA PEDAGOGÍA COLOMBIANA

En la pedagogía se ha buscado una vocación civilizadora que aparenta el progreso, el desarrollo de


la modernización y el orden racionalizador, excluyendo de esta forma la subjetividad, vista como
un peligro para la razón científica. La educación pública y privada ha tenido como misión la
formación de individuos autónomos, independientes, y con capacidad de aportar democrática y
económicamente a la nación, pero no se fijan en las dimensiones del sentimiento y la imaginación,
las cuales, a pesar de ser esenciales por su valor con el aporte a las dimensiones humanas,
adoptando una desconfianza dogmática e inquisidora hasta la actualidad.

Ésta atribución negativa a las dimensiones del sentimiento y la imaginación se pueden ver desde
dos aspectos; el primero, visto desde la degeneración moral de la raza humana; el segundo,
mirado desde el retroceso del progreso económico y el orden social, donde se consideraba que la
formación de los estudiantes debía ser proyectada para la sociedad hostil; además, dichas
dimensiones eran atribuidas al sexo femenino, desviando al ser humano en la inmoralidad y el
desequilibrio de energías.

Foucault menciona el proceso de individualización, donde se crea una barrera que no permite la
subjetivación, desarrollándose en la exterioridad del sujeto, separando al individuo para actuar
sobre sí mismo. En este caso, Foucault habla sobre la tecnología del yo, la cual posibilita la
introspección del ser humano, garantizando la transformación propia para alcanzar la felicidad,
sabiduría, y pureza, resumido en: «el modo en que un individuo actúa sobre sí mismo.»

Este texto es enfocado en el discurso de la normalidad de la subjetividad, donde el ser humano por
naturaleza es instintivo, lo que lo convierte en un sujeto sensible con cierto tono afectivo que lo
hace perceptible a la imaginación y a los sueños.

La historia ha descrito una lucha mínima de la pedagogía de la subjetividad, y actualmente, se


sigue direccionando desde la racionalización y la pedagogía moderna. Aclarando que no es un
acontecimiento a nivel nacional, sino mundial, siendo dividido el pensamiento de la imaginación, y
la intuición de la sensibilidad. En proceso escolar se sigue con la línea anterior, y según estudios,
en el plano educacional se integra lo cognitivo con lo sensible, y los contenidos ya no son el pilar
que conforma la construcción del ser del educando, sino quién enseña, y las relaciones afectivas
que se generan en su proceso de enseñanza-aprendizaje. Pero, no se tiene en cuenta las
dimensiones integradas, fragmentando lo cognitivo de la relación vital, pues es un impedimento
que desacelera la formación racional y útil del ser humano. La palabra “sentido común” se concibe
en el mundo de la pedagogía moderna de forma dividida, donde el sentir se pierde, y la enseñanza
común para ellos relega los sentimientos, la imaginación, la estética, los valores, la música, el arte,
el teatro, y las relaciones afectivas, pasando al plano extracurricular en la educación, donde no es
el campo esencial, sino pensado como algo secundario.

En la etapa inicial de los niños, los pedagogos manifiestan que en esta primera etapa es donde los
sentimientos predominan, pero al pasar los años, se cree que la enseñanza debe inclinarse a los
contenidos curriculares de pensamiento, a lo academicista y racional. Aquí es ineludible aportar
que la racionalización no tiene el éxito total, pues consciente o inconscientemente, las
dimensiones sensibles e imaginativas intervienen en los procesos sociales, políticos, culturales,
educativos, y demás, haciendo uso de la expresión natural que el ser humano posee.

HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA EMOCIÓN Y LA IMAGINACIÓN

Se presente que la pedagogía de la emoción y la imaginación no gire en torno a la racionalización y


obligación moral, sino a las nociones de símbolo y metáfora, sin debilitar la primera, se quiere
valorar ésta última noción sobre la razón, y los individuos tengan la capacidad de manifestarse en
todas sus expresiones humanas. Para Jung, la razón no domina ni siquiera el pensamiento
inconsciente, y el lenguaje simbólico juega un papel sumamente importante para la para la
subjetivación y autoconocimiento del ser humano. La concepción junguiana sobre el símbolo
mantiene que el amor, y el sentido de la vida y la muerte se expresan mejor que la racionalidad
analítica, afirmando que el ser humano produce símbolos de forma inconsciente y
espontáneamente, en pensamientos y en actos. Igualmente, el símbolo es polisémico, con varias
interpretaciones, sin reducirlo a una sola cosa.

En este sentido, el símbolo se convierte en el mediador entre lo consciente e inconsciente,


facilitando el equilibrio del pensamiento y sentimiento, entre sensación e intuición. Mientras que
lo racional se queda en el conocimiento del mundo material.

La definición de símbolo ha sido esclarecida por el filósofo Ramón Paniakkar, quien plantea que el
símbolo es una relación vivida que trasciende de lo objetivo y lo subjetivo.

Es aquí importante resaltar el fin de la pedagogía dentro de lo consciente e inconsciente,


valorando tanto lo racional como el sentir, de forma integrada y no fraccionada, donde el símbolo
haga parte de las manifestaciones y expresiones de los niños, no reduciendo sus aprendizajes al
significado racional. De este modo, y sin condenar una idea de otra, el buscar el equilibrio entre lo
consciente y lo inconsciente se traduce en lo que Jung llama: la función trascendente, definiéndola
como la: “función psíquica que surge de la unión de contenidos conscientes e inconscientes”, y es
en este punto que se forja el desarrollo humano para el fortalecimiento del proceso de
autoconocimiento.
Conocimiento y subjetividad

En este momento surge una importante pregunta: ¿Cómo lograr que el proceso necesario de
desarrollo sistemático del conocimiento en la educación formal no se haga a expensas de los
sentimientos, la intuición y la imaginación?

 Reconociendo que el conocimiento académico es subjetivo, pues antes de que el


conocimiento se convierta en verdad, debe ser apropiado por una conciencia subjetiva.
 Cabe aclarar que el conocimiento se convierte en conocimiento cuando el sujeto
interioriza la verdad y la apropia desde la subjetividad.
 Siguiendo la teoría Piagetiana, el proceso de asimilación y acomodación también hacen
parte de lo subjetivo, con naturaleza afectiva.
 Según planteamiento de Jerome Kagan, el desequilibrio cognitivo que se puede presentar
por las emociones, posibilita un cambio positivo en la búsqueda de nuevos equilibrios,
afianzando la seguridad y adaptándose al mundo que lo rodea, y que es además,
cambiante.
 Otra forma de lograrlo es eliminar la idea de que la razón por sí sola permite la realización
del humano como ser integral, es lo que sucede en el ámbito científico, donde así como se
usa la lógica, también se emplea la intuición para llegar a un determinado resultado.
 En el caso de las mal llamadas ciencias exactas, se ejemplifica con la física subatómica,
donde no se tendría el mayor impacto sin la subjetividad que se debe agregar al asunto.
 En cuarto lugar, aceptando que el conocimiento con pretensiones de «objetividad» es
unidimensional desde una perspectiva psicológica, y en éste sentido de poco valor para
asuntos concernientes a la ética y el autoconocimiento.

Teniendo en cuenta lo anterior, es importante mencionar que el aprendizaje debe ser, no sólo
concebido para lo científico y tecnológico, sino también para la expresión subjetiva que
permita el autoconocimiento. Así mismo, el inconsciente juega un papel primordial, pues
fomenta la creatividad tanto individual como social. Pero para que esto se priorice, la
pedagogía tiene que cambiar la mirada a la aceptación de la subjetividad del estudiante que se
forma en prácticas como: arte, danza, poesía, el teatro, y demás, viendo éstas como el
privilegio para la modernidad, pues expande la imaginación y creatividad. Viéndolo desde esa
perspectiva, la educación en el arte debe ocupar un lugar trascendental, desvaneciendo la
división de los subjetivo y objetivo.

Sentimientos, Imaginación y Formación

En este apartado, se quiere valer la importancia que tiene la subjetivación como prácticas
reales, apuntando al papel de los sentimientos y la imaginación, dejando de lado las
convenciones racionales.

 El desarrollo de la moralidad individual se ve fortalecido por la subjetividad, no por el


simple razonamiento, pues las emociones juegan un papel importante en este
proceso.
 Valores como la empatía y otros sentimientos son fortalecidos por las emociones y la
imaginación.
 En este punto, los planteamientos de Jung permiten resolver que el hecho de que no
se acepte la subjetividad en las escuelas formales como el conducto para la
autorrealización.

Tomando como referencia el mal, se manifiesta que se debe reconocer que no


desaparece, es constitutivo e irreductible, y es en la educación formal que se debe
reconocer la introspección y la auto observación, acompañado de la conciencia del mal,
donde no eliminamos el hecho de que existe, y se debe controlar, y en palabras de Jung:

«(...) el individuo que desea tener una respuesta al problema del mal, tal como este
se plantea hoy en día requiere, en primerísimo lugar, de auto-conocimiento, eso es,
el máximo conocimiento posible de su propia totalidad. Debe conocer,
infatigablemente, qué tanto bien puede realizar y de qué crímenes es capaz y debe
tener cuidado de no considerar el bien como real y el mal como una ilusión. Ambos
son elementos de su propia naturaleza y ambos, con toda seguridad, se harán
visibles en él, si llega a desear vivir - como debería - sin auto-engaños»

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