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Ética Posmoderna

• Introducción

En esta lectura el alumno podrá abordar la cuestión de la construcción del


sujeto y su conciencia moral en este mundo actual en el que nos
encontramos sumergidos, más concretamente, lo que tiene que ver con el
modo de vivir la ética en la cultura posmoderna. Zigmunt Bauman será un
autor de referencia al respecto. Él cree que el modo de vivir la ética en la
posmodernidad, es una superación del modo como la ética fue asumida
en la modernidad. Como todo en la modernidad, la ética también estaba
fundada en la razón. Ahora bien, la ética posmoderna tiene también
algunas problemáticas propias que tienen que ver con el individualismo e
indiferencia con respecto a las relaciones humanas. En esto, y como
comentábamos en la lectura sobre filosofía de la técnica, el avance
tecnológico ha sido clave.

• Modernidad vs. Posmodernidad en el debate ético

Recordemos: la emancipación del ser humano fue el proyecto moderno


por excelencia. La razón era la luz principal que lograría el proyecto
emancipador. La ética, en este sentido, estaba fundada en la razón. Basta
pensar en Kant y su obra “Crítica de la razón práctica” para darnos cuenta
que la posibilidad de una ética y una moral se dan dentro del marco de la
razón, que termina siendo el juez de las virtudes o el criterio último de
moralidad. Libertad, emociones, sentimientos, normas, debían atarse a los
criterios de la razón. Ahora bien, esta racionalidad fuerte, segura de sí
misma, que se erigió en criterio absoluto, trajo consecuencias funestas. En
nombre de la razón, la humanidad se vio amenazada, pueblos enteros
exterminados, aumento de una marginalidad a manos de poderosos,
atropello de la ley y otros frutos amargos cuya lista sería interminable.

La época actual asiste un avance tecnológico sin precedentes.


Posmodernidad y tecnología son una extraña dupla que conviven en
tensión. La tensión de descubrir que nuestras acciones morales tienen una
repercusión inusitada precisamente por la mayor tecnología. La
posmodernidad le ha dado la espalda a la razón moderna. En este sentido,
ya no existe una ética universal fundada en la razón. Podríamos decir que
se ha dado un estallido ético en el sentido que cada sujeto asume la
responsabilidad de sus actos y los justifica con un sinnúmero de razones
que no necesariamente se adecuan a un código preestablecido. Más bien
se trata de vivir con independencia y de poder elegir libremente. Esto
puede ser visto como un logro posmoderno en relación a una ética basada
en una racionalidad moderna. Pero también es susceptible de ser
analizada porque una ética basada en la libre elección de metas, bienes e
intereses puede traer como contrapartida un sinnúmero de
inconvenientes que tienen como base el individualismo. En relación a los
otros, se va creando una suerte de indiferencia que puede llegar a la
deshumanización convirtiendo sus actos en algo mecánico y sin sentido
ético. Esto crea, por otro lado, un creciente aislamiento para sumergirse
en el mundo virtual. El anonimato o el ocultarse detrás del mundo virtual
es un nuevo modo de conducta que elimina, de algún modo, criterios
morales. Cada uno es su propio mundo y cada mundo es su propia
virtualidad. Y el propio mundo tiene sus normas donde se vive la libertad
de un modo único y peculiar.

• Felicidad y libertad

Este modo de ejercer la ética, donde el individuo está solo en su mundo y


según criterios que él mismo se postula, parece ser el estilo moral
posmoderno. Sin embargo, es importante advertirlo, se trata de que el
individuo tome conciencia de que ejerce plenamente su libertad en cada
decisión que toma. La felicidad estaría cimentada en esta toma de
conciencia o dicho de otra manera, en el ejercicio de su propia libertad.
Por eso se entiende que no pueda fijarse un código moral universal para
una ética posmoderna porque las acciones morales no pueden contenerse
en un solo código. Es por eso que, al no existir una norma universal, el
criterio último de moralidad estaría en el propio sujeto.
La felicidad consistiría, entonces, en una toma de conciencia de aquello
que esclaviza al ser humano para poder ejercer la libertad de una manera
más plena. Sin embargo, esto trae aparejada una pregunta no menor en
orden a una convivencia ética: ¿qué hay de los otros? ¿No se podría
plantear una especie de felicidad compartida? Aquí aparecerá de nuevo la
tensión entre aquellos que postulan códigos universales, porque si no se
piensa en los otros, la única salida es el aislamiento, el individualismo y
finalmente el egoísmo. Algo de eso puede advertirse en el mundo
contemporáneo.

• Un nuevo tiempo para una nueva ética

La ética posmoderna ha resignificado el concepto de “tiempo”. El “hoy”,


el “ahora” es la clave de interpretación del tiempo. Es un ahora efímero
que se fuga con cada acción que busca ser reemplazada por otra
inmediatamente. En este marco, la autoridad es puesta en duda. Las
instituciones tradicionales que constituyeron los motores de la sociedad
desde la antigüedad, como la familia, la iglesia, la escuela, instituciones
gubernamentales, etc.) ahora caen en descrédito. Además, se advierte un
deseo fuerte de aplazar la vejez. Hay un deseo generalizado de venerar la
juventud y hacer todos los esfuerzos, incluso económicos, en parecer
joven. Esto trae aparejada la búsqueda del éxito cuya fuente proviene del
dinero y un estilo de manejo de la economía marcada por las leyes del
mercado. Aquí está claro que el consumo y los bienes también tienen
carácter efímero. Esto crea una cultura del descarte donde lo más
cómodo es usar y tirar. Un tema aledaño tiene que ver con la tensión
entre imagen y realidad. Como vimos en la lectura sobre la filosofía de la
técnica, el mundo de la imagen está ganando terreno sobre el de la
realidad de modo tal que lo virtual es el nuevo nombre de la realidad. El
nuevo “dios” es la imagen, por ella hay que vivir y desvivirse. La apariencia
triunfa por sobre lo que se es. Con la adoración a la propia imagen viene
también un deseo de gratificación y de la realización personal, pero de un
modo individual.

En la escena pública, domina lo plural. Si en la modernidad se buscaba una


hegemonía de la razón y con ella una homogeneización del pensamiento,
en la posmodernidad no es posible una ética sin una multiplicidad de
voces, opiniones e intereses que rompan con los grandes relatos que
dominaron anteriormente. Las grandes ideologías como también
religiones son puestas en duda y esto trae como contrapartida que los
criterios éticos que dominaron hasta el presente pierdan fuerza. La
libertad de expresión sobre todo en el marco del mundo virtual, el hacer
lo que uno sienta, una estimulación de los sentidos y la sensualidad, son
tomados como valores supremos.

Un elemento no menor es el rol cada vez mayor de los medios de


comunicación que van teniendo una fuerte influencia en la formación de
la opinión pública, en el impacto sobre los modelos a seguir y, sobre todo,
lo que se debe consumir. En relación a esto, la comunicación también se
ha vuelto volátil. Se trata de transmitir palabras pero no siempre con
contenido. Se busca la comunicación distante y descomprometida, la que
sucede por chat, con amigos que tal vez no lo sean en realidad pero que
llenan vacíos de tiempos que parecen tortuosos.

Este es el marco desde el cual debe plantearse una ética para este tiempo.
Si el deber ser era el punto neurálgico de la ética en la modernidad, ¿no
debería plantearse en la posmodernidad una ética que vaya más allá del
deber? ¿Cómo se entendería esto? Se trata más bien de problematizar las
razones por una ética del deber pero no la renuncia a una ética en cuanto
tal. Lo que se deja de lado ahora son los valores absolutos pero se pugna
por valores más bien pasajeros, con aquellos que no bloqueen las
realizaciones individuales. Pero esto, insistamos, no significa una negación
de la ética sino de una en donde el deber no ponga en juego los intereses
personales. Se necesita una ética que prescriba el control del
individualismo pero que tampoco lo prohíba.

El gran problema moral en la posmodernidad no es el tema de los valores


sino que la libertad corra peligro. Todo aquello que ponga en riesgo los
derechos del individuo debe ser dejado de lado. La vida de los grandes
sacrificios, de la ideología como motor de la ética, ya no existen. Los
sacrificios sólo existen para los pobres pero no para las clases acomodadas
que ven en el consumo el nuevo nombre de la vida.
Paralelamente a esto, se observa también un sostenimiento de la moral
que denuncia la falta de libertad y la autonomía humanas. El tema de los
derechos humanos está siempre vigente, el cuidado del medioambiente,
prevención y consumo de drogas, discriminación, abuso de menores y
explotación infantil, el tema de los refugiados (sobre todo en Europa),
temas todos estos que forman parte de la agenda ética actual. Aquí es
donde resulta difícil conciliar, o más bien, hay que advertir el doble
estándar moral que, por un lado, atiende a las demandas sociales actuales
y, por otro, cuida de los pseudovalores a favor de una cultura más
hedonista.

Frente a este panorama siguen siendo válida la pregunta por un deber ser
y deber hacer que cuide de todo aquello que hoy se pretende defender. Es
por eso que, hoy como siempre, se debe apelar a la conciencia y su propia
intuición para discernir en cada caso la salida ética. No se tratará de una
ética universal que se plasme en un código para todos. Como se verá en la
siguiente lectura sobre el lugar de las emociones en la moral, estas
cumplen un rol importante a la hora de la constitución de una conciencia
ética posmoderna. Sin embargo, esto trae como contrapartida la
necesidad de educar también las emociones para que la intolerancia no
gobierne la vida de las personas y terminemos construyendo muros entre
nosotros.

Un tema ineludible para una ética de los tiempos será siempre el lugar
de los “otros” en la vida de los seres humanos. Aquí, el filosofo
Emmanuel Levinas, nos da una clave ética de interpretación válida
también para hoy: no puede haber convivencia humana sin que los otros
formen parte, de alguna manera, de nuestra vida. Y sobre todo el otro
marginado. Más allá de las posturas posmodernas de indiferencia,
también se advierte, al menos por estas latitudes, que cuando hace falta
hacer un esfuerzo solidario, la ética ocupa un lugar privilegiado poniendo
las necesidades de los otros en primer lugar. Claro que estos esfuerzos
serán puntuales, pero existen. Esto también refleja la esperanza de que
hay valores universales que nunca podrán ser soslayados.
La ética es un tema que lamentablemente viene a “ponerse de moda”,
precisamente en los tiempos en que se muestra ante los ciudadanos y la
opinión pública, una flagrante contradicción ética y política entre los
intereses privados y lucrativos provenientes de los negocios y el poder
económico, y el interés general del que son principales responsables el
Estado y la Política…así con mayúsculas.
El poder económico y el poder político chocan allí donde las barreras
éticas de la sociedad se han disuelto, por falta de educación cívica y de
capacidad ciudadana para incidir en las decisiones públicas.
En América Latina, la frecuencia creciente de denuncias por casos de
corrupción en los años recientes y que involucran a empresarios y
políticos, de jueces y gobernantes, deja al descubierto una falencia ética,
un quiebre grave en el contrato social que une a ciudadanos y
gobernantes, que requiere de una reflexión descarnada y de la toma de
decisiones de medidas de política pública y de política corporativa o
empresarial de corto y mediano plazo.
Chile golpeado por el escándalo del financiamiento de empresas a
campañas políticas, y políticos acusados de hacer negocios en beneficio
propio en el curso de su gestión pública, con empresas pesqueras y desde
paraísos fiscales. Brasil golpeado por la destitución institucional de una
Presidenta en ejercicio por supuestos negocios ilícitos, pero, acusada por
políticos que ahora también comparecen ante tribunales por denuncias de
corrupción. Argentina golpeada por una campaña presidencial donde los
candidatos en competencia se lanzaban mutuas acusaciones
de
corrupción y de uso de paraísos fiscales como zonas encubiertas para
ocultar dineros y capitales.
Lo peor que podría ocurrir es la banalización de la acusación y de las
denuncias, e incluso que se instale un clima político y comunicacional de
carnicería pública, de acuchillamiento de imagen, una guerra mediática de
todos contra todos acusándose mutuamente de inmorales y de corruptos.
El libro de Zygmund Bauman, pone el acento precisamente en la
disolución de esos límites.
El índice del libro es el siguiente:
Índice
Introducción: La moralidad en las perspectivas modernas y posmodernas
1. Responsabilidad moral, reglas éticas
Incertidumbre moral

Un dilema ético

El juicio moral expropiado y rehabilitado

Posmodenidad: moralidad sin un código ético


2. La elusiva universalidad
El universalismo y sus descontentos

Rearraigo del yo desarraigado

Los límites morales de la universalidad ética

La soledad del sujeto moral


3. Los elusivos fundamentos
Cimientos de desconfianza

Moralidad antes que libertad

Fundamento sin fundamento

El insoportable silencio de la responsabilidad


4. El grupo moral de dos
La asimetría del Yo-Tú
Aporía de la proximidad

La moralidad como caricia

Males y remedios, y más males del amor


5.Más allá del grupo moral
El terremoto del tercero, o el nacimiento de la sociedad

Estructura y contraestructura

Rebasando racionalmente el impulso moral

Rebasando estéticamente el impulso moral

Historia natural de estructura y contraestructura

El divorcio posmoderno

Mutis del Estado-Nación, entrada de las tribus


6. Espacios sociales: cognitivos, estéticos, morales
Conocer al otro, conocer del otro

El forastero del al lado

El arcano arte del desencuentro

La aporía del extraño


Espaciamiento moral: desmantelamiento del espacio cognitivo

El espacio estético

La convivialidad como un patio de juegos

El campo de juegos administrado

Espaciamiento moral: el desmantelamiento del espacio estético

Tierra de nadie, tierra propia


7. Moral privada, riesgos públicos

Los medios liberados

Encubrimiento tecnológico del yo moral

La “sociedad de riesgo”, último baluarte de la tecnología

La serpiente se muerde la cola

En busca de soluciones estéticas a los problemas de la modernidad


8. Panorama general: al final está el principio

¿Progreso moral?

El nuevo desorden mundial, o el reespaciamiento del mundo


Inseguridad y crueldad

Vagabundo y turista: tipos posmodernos

Sabiduría posmoderna, impotencia posmoderna

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