Existen diferentes modelos y clasificaciones para comprender la manera como funciona la
memoria humana a largo plazo. El modelo más aceptado en la actualidad es el que diferencia la memoria declarativa de la no declarativa (Carrillo-Mora, 2010a). Por esta razón tomaremos como referencia dicha clasificación y los subtipos de memoria como aparecen en la figura 1. Es importante señalar que si bien existen debates alrededor de las diferenciaciones entre los tipos de memoria que aparecen en esta figura, sus defensores cuentan con evidencia proveniente de las denominadas disociaciones generadas experimentalmente o identificadas en casos clínicos (Ruiz, Fernández y González, 2006). Cuando hablamos de disociaciones nos estamos refiriendo al hallazgo de sustratos neurológicos con funciones cerebrales particulares (Sternberg & Sternberg, 2012). Por ejemplo, como en el caso de H. M., en el cual la memoria a largo plazo estaba asociada a las zonas extirpadas, mientras que las funciones como la inteligencia, no (las cuales quedaron preservadas después de la operación). A medida que presentamos los diferentes tipos de memoria retomaremos parte de esta evidencia comportamental.