La realidad está formada por aquello que existe de forma auténtica o
verdadera. Los sucesos que disponen de una existencia efectiva, y que no forman parte de la fantasía o de la imaginación, son reales. Virtual, por su parte, es lo que cuenta con la virtud de generar un efecto, pero que no se concreta de presente. Por eso, este adjetivo suele oponerse a la idea de lo real. Podría decirse, por lo tanto, que la idea de realidad virtual enfrenta dos conceptos que resultan opuestos o, al menos, contradictorios. Sin embargo, la noción es de uso muy habitual para referirse a aquel entorno informático que representa, de manera digital, algo que simula ser real. Mediante diversos equipos y programas informáticos, la realidad virtual genera una simulación de la realidad. Esto quiere decir que la persona que usa la realidad virtual (o que “ingresa” en un entorno de este tipo) siente que está interactuando con elementos reales, aunque no lo sean en sentido físico. Lo habitual es que el individuo utilice un casco con un visor que proyecta las imágenes. Además puede contar con diversos sensores en la ropa para interactuar con el entorno virtual. Cada vez se está avanzando más en la materia. Así, por ejemplo, en el año 2015 se han llevado a cabo distintos pasos que han hecho crecer a este tipo de tecnología: -Se presenta el casco Vive, realizado por HTC y Valve Software, que permite que quien lo lleva puesto pueda incluso moverse por distintos espacios. -La empresa Oculus lleva a cabo el lanzamiento de su primer casco virtual de consumo, que tiene que estar conectado a un ordenador, así como unos mandos complementarios, que permiten mover objetos. -Se da a conocer Jump, una cámara que permite grabar vídeos de realidad virtual. -Samsung empieza a comercializar su casco de realidad virtual Gear VR, que utiliza el smartphone de la misma marca como unidad de procesamiento.