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Para que el hombre se plantee que su vida tiene (o no) un sentido necesita primero ser un sujeto
autónomo en el mundo, un sujeto que posea un mínimo de voluntad que, para empezar, le
permita hacer este tipo de preguntas. Por lo tanto, podríamos presumir que esta problemática
comienza cuando ya existe el sujeto.
Una vez que el ser humano es el centro de la historia puede hacerse la pregunta: ¿cuál es el
sentido de mi vida?
¿Qué tiene que ver el concepto de existencia aquí? Si pensamos la existencia como se piensa en el
existencialismo, es decir, como una vivencia concreta e individual que fundamentaría la esencia (o
lo que es) cada ser humano, el concepto de sentido tendría bastante importancia.
La existencia como vivencia individual es libre, entendiendo libre como indeterminada. Si es una
existencia indeterminada, el ser humano puede decidir.
El ser humano decidirá en cada momento de su vida, lo que significa que existirá un sin número de
decisiones en el marco de la cotidianidad. Sin embargo, el sentido de la vida tiene un carácter
diferente: al parecer es una decisión MACRO.