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SARDIS: La iglesia Moribunda

“Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete
estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé
vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas
delante de Dios.  Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete.
Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero
tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo
en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y
no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante
de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Apocalipsis 3:1-6
Geografía
Sardis se encontraba a 35 km al sureste de Tiatira. y Estaba a 80 km al noreste de filadelfia
 
Fundada por el rey Giges (680 a.C.–644 a.C.)
 
Sardis fue capital del Imperio Lidio hasta caer en mano de los persas en el año 549
a.C. Primeramente por Ciro el grande, La segunda vez por Antioco III el grande en el año de
218. A. D. Cristo. Para el tiempo del imperio romano Sardis ya comenzaba a decaer, pero se
enorgullecía de su pasado. 
 
Era una ciudad protegida por su topografía. Estaba construida en un plató a 500 metros sobre el
valle, rodeada por altos riscos de roca por tres lados. Sólo el lado sur de la ciudad estaba
abierto, y allí estaba localizada la puerta a la ciudad. Por esto se
consideraba “impenetrable”. Esto los hizo sentirse seguros y protegidos. El problema es que se
confiaron, y en dos ocasiones fueron conquistados cuando descuidaron la única entrada. Los
guardias se durmieron, y los enemigos pudieron entrar sin siquiera dar batalla. En la actualidad
lo que queda es un montón de escombros.

Economía
De los griegos, Sardis era renombrada por sus industrias de lana y tintorería. Esta era una
ciudad muy próspera. Fue el lugar donde se acuñó la primera moneda. Era un importante centro
comercial, conocida sobre todo por su industria textil. Allí se inventó el arte de teñir
lana. Sardís sufrió un terremoto tremendo en el año 17 después de Cristo, el emperador Tiberio
ayudo generosamente en la reconstrucción de la ciudad, sardís demostró su gratitud al
emperador con una devoción muy especial.

Ambiente Religioso
 Parece que sardís era un pueblo pagano dado al lujo en el cual abundaban la inmoralidad y un
carácter muy débil. Predominaba allí el culto a Cerees, la de Deletree (Madre de los dioses)
 
En Sardis había un templo enorme dedicado a la principal diosa pagana del lugar, que
era Cibeles, también luego conocida como Artemis o Diana. Muchas de sus imágenes la figuran
como una mujer sentada sobre un trono, con uno o dos leones al costado.  Según la mitología,
esta diosa tuvo un hijo, quien luego se convirtió en su amante. En un ataque de celos de la
madre, el hijo se castró a sí mismo, y murió como resultado. Pero la madre logró resucitarlo.
Por esta razón, creían que esta diosa tenía el poder de levantar a alguien de los muertos. Los
griegos la adoraban como la “madre de los dioses, la salvadora que escucha las oraciones, la
que está accesible a todos”. 
 
Ciudad de Sardis y el Cristianismo
 
FUNDACIÓN DE LA IGLESIA: Se cree que Sardis fue fundada por el apóstol pablo
Hech.19:10. Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en
Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús. Uno de sus obispos fue Melitón
 
Significado: Sardis como se sabe significa "Remanente, los
escapados" ó "sobrevivientes", lo que da idea de cuál es el significado del mensaje para
esa iglesia.

GLORIAS PASADAS 
 
Sardis fue la capital del reino de Lidia, hasta que los romanos la conquistaron. En el año
17 a.C. la ciudad fue destruida por un fuerte terremoto, al igual que la ciudad de
Filadelfia. Luego fue reconstruida por el emperador Tiberio, pero ya nunca recuperó su
pasada gloria. En el momento en que se escribió la carta de Apocalipsis, la ciudad estaba
en decadencia. Lo mismo era cierto de su estado espiritual…
 
La iglesia de Sardis se estableció como consecuencia del avivamiento espiritual que comenzó
en Efeso y se extendió por toda Asia Menor (Hechos 19:10-11). 
 
En un tiempo esta iglesia vivió un avivamiento, pero ya no siguieron avanzando. Una poza de
agua sin movimiento se estanca, una planta sin crecimiento se muere. Esto fue lo que le pasó a
la iglesia de Sardis. Se quedaron viviendo del pasado sin sembrar para el futuro. 
 
La iglesia de Sardis no tenía enemigos externos que los persiguieran, ni tampoco dejaron que
falsas doctrinas los corrompieran internamente, como Pérgamo y Tiatira. Esta iglesia hacía
“obra”, pero sólo de la clase que impresiona a la gente, y no a Dios. 
El remitente de la carta
(Ap 3:1) "Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las
siete estrellas, dice esto:"
1. "El que tiene los siete espíritus de Dios"
Como más adelante veremos, el Señor le dice a la iglesia de Sardis que está muerta (Ap 3:1).
Seguramente por esto el Señor se presenta como "el que tiene los siete espíritus de Dios". Esta
expresión describe los infinitos recursos espirituales que tiene el Señor, y que eran precisamente
los que esta iglesia necesitaba para volver a la vida.
Esto nos recuerda que ni nosotros como creyentes, ni tampoco la iglesia en su conjunto,
podemos mantener nuestra vida espiritual por nosotros mismos, necesitamos el poder del Señor
Jesucristo que nos viene por su Espíritu Santo.
2. "Y las siete estrellas"
A continuación nos dice que también tiene "las siete estrellas", que como recordamos, eran los
ángeles o mensajeros de las iglesias, probablemente una referencia a sus líderes (Ap 1:20). Ellos
también aparecen aquí bajo el control de Cristo. Podemos decir que tanto el Espíritu Santo
como los líderes espirituales de la iglesia están en la mano de Cristo y son cauces de bendición
para la iglesia.

El Problema.

“Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto”.
Apocalipsis 3:1

El problema tiene tres aspectos. En primer lugar, La iglesia de Sardis estaba espiritualmente
muerta. Posiblemente los habitantes de Sardis vivían de la gloria pasada, en los tiempos de Ciro
era una ciudad rica y poderosa, pero en tiempos de los romanos solo le había quedado su fama.
De igual manera los creyentes de Sardis vivían en el pasado, su antigua gloria los había
abandonado y actualmente estaban espiritualmente muertos. Pensaban que la iglesia aún era lo
que había sido en el pasado, pero al igual que Sansón, no sabían que la presencia del Señor se
había apartado (Jueces 16:20). El coro seguía cantando, pero la unción se había ido. Las
personas seguían adorando, pero con palabras vacías que no salían del corazón. Los
pastores ya no lloraban por los perdidos. Los creyentes ya no daban ofrendas. Oraban,
pero no el tiempo suficiente para agradar a Dios. Espiritualmente la iglesia se había
convertido en un verdadero cementerio. En segundo lugar, sus obras no eran perfectas.
Posiblemente su frialdad espiritual los llevo a tener obras imperfectas delante de Dios, carentes
de amor, no eran generadas por una fe genuina y por tal motivo Dios reprobó sus obras.
Finalmente, estaban caminando con vestiduras sucias
Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán
conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. Esto nos dice que la mayoría de creyentes
en Sardis estaban contaminados por el pecado y llevaban una doble vida lo cual desagradaba en
gran manera a Jesús. Desde el principio Satanás ha buscado la forma de ensuciar al pueblo de
Dios a través del pecado.
Por ejemplo, logro seducir a la descendencia de los israelitas con las hijas de Moab provocando
una gran mortandad por causa de su pecado: “Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a
fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y
el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de
Jehová se encendió contra Israel”, (Números 25:1-3). Y en tiempos cuando los judíos volvían
a su tierra amada después de 70 años de exilio, el pueblo se encontraba contaminados con el
pecado, e incluso el sumo sacerdote Josué, el líder espiritual de la nación se encontraba en esta
lamentable condición: “Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de
Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle.  Y dijo Jehová a Satanás: Jehová
te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón
arrebatado del incendio?  Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del
ángel”, (Zacarias 3:1-3). Y ahora nuestro Señor amonesta a esta iglesia donde la mayoría de
creyentes se encontraban contaminados por el pecado, y como Josué sus vestiduras estaban
sucias. Obviamente el pecado había manchado sus vestiduras y los había conducido a una
muerte espiritual, por ello la Biblia nos exhorta a morir a los deseos de nuestra carne y andar en
el Espíritu: “Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir
las obras de la carne, viviréis”, (Romanos 8:13).

El remanente fiel.

“Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán
conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas”.
Apocalipsis 3:4

Si bien es cierto, esta iglesia es reprendida por su mundanalidad, que bueno es saber que en
medio de esta congregación que es reprendida existían unas pocas personas que no se habían
contaminado por el pecado: Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado
sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. A lo largo del
tiempo el pueblo de Dios ha luchado con mantenerse fiel a Él; pero muchas veces ha fallado, no
obstante, aun en medio de la mayoría de infieles, el Señor ha tenido su remanente fiel. Por
ejemplo, en tiempo de los primeros patriarcas ya vimos como los hijos de Dios se desviaron con
las hijas de los hombres, pero en medio de esa perversión, Noé hayo gracias: “Y vio Jehová que
la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho
hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a
los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del
cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”,
(Génesis 6:5-8). En tiempos del éxodo, los israelitas se contaminaron espiritualmente con las
hijas de las moabitas lo cual despertó la ira de Dios quien trajo una terrible mortandad sobre
Israel, pero Finees el nieto de Aarón fue fiel y celoso de Dios: “Moraba Israel en Sitim; y el
pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios
de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. Así acudió el pueblo a Baal-peor; y
el furor de Jehová se encendió contra Israel… Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y
trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de
Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabernáculo de reunión. Y lo vio Finees hijo de
Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una
lanza en su mano; y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de
Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel. Y murieron de
aquella mortandad veinticuatro mil. Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: Finees hijo de
Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de
celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel.”, (Números
25:1-3, 6-11). En tiempos de los jueces de Israel los hijos del sacerdote Elí eran corruptos y
pecaban contra Dios, pero Samuel ministraba delante de Dios con fidelidad y creció en
integridad en medio del mal: “Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de
todo este pueblo vuestros malos procederes. No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo
oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces
le juzgarán; más si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron
la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir. Y el joven Samuel iba
creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres”, (1 Samuel 2:23-26). En
tiempos del rey Acab y Jezabel, Israel estaba inmerso en una gran idolatría a tal punto que Elías
creía que era el único que había quedado de sus profetas, pero Dios le dijo que no era así porque
aún quedaba un remanente fiel: “El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los
ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han
matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. Y le
dijo Jehová: Vé, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a
Hazael por rey de Siria. A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de
Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. Y el que escapare de la
espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará. Y
yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas
no lo besaron”, (1 Reyes 19:14-18). En tiempos del regreso de Israel a su nación después de 70
años de exilio, el pueblo vivía en muchos pecados y en Malaquías se puede ver como el Señor
los reprende por sus faltas y haber abandonado su amor por Él, pero aun en medio de este
ambiente de pobreza espiritual Dios levanto hombres que le sirvieron con fidelidad como
Zorobabel, Malaquías, Hageo, Zacarías, Esdras y Nehemías. Aun en tiempos del oscurantismo
de la edad media donde el pueblo vivía en una terrible ignorancia de la palabra de Dios,
idolatría y supersticiones que la iglesia católica había introducido, se levantaron hombres
como los valdenses y albigenses que se mantuvieron fieles a Dios. Y ahora aquí, al
considerar los pecados de esta iglesia en Sardis, cuyos miembros habían ensuciado sus
vestiduras blancas con la inmundicia del mundo, Jesús dice que había unos pocos que se
mantenían fieles a los cuales Dios promete honrar. Dios es claro al decirnos que vale la pena
mantenernos fieles a pesar del ambiente que nos rodee, aunque la inmensa mayoría se
contamine con la inmundicia de este mundo y muchos piensen que no vale la pena mantenerse
en santidad delante de Dios, nuestro esfuerzo no será en vano porque seremos
recompensados: “Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y
Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a
Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová
de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su
hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo,
entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”, (Malaquías 3:16-18). Por tanto, esforcémonos
por ser siempre de ese remanente fiel que se mantiene para Dios.

La solución.
“Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir… Acuérdate, pues, de lo que has
recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no
sabrás a qué hora vendré sobre ti.”. - Apocalipsis 3:2-3

                En cuanto a la amonestación el Señor los exhorta a que despierten de su estupor


espiritual y que continúen vigilando. Posiblemente esta exhortación a ser vigilantes tiene una
connotación histórica con lo que le paso a la ciudad cuando los persas los conquistaron.
Además, tenían que afirmar las otras cosas buenas que todavía estaban bien antes de que
también estas murieran. En otras palabras, Jesús exhortaba a la iglesia de Sardis a que se
arrepintieran de su pecado. El pecado fue apoderándose de ellos poco a poco hasta que llego a
matar su fe y amor por Dios contaminando así sus vestiduras de santidad. A través del
conocimiento de la palabra de Dios podemos llegar a discernir entre lo bueno y lo malo, y hay
una conciencia que nos acusa por medio de la cual podemos saber si algo está bueno o malo,
por ello la Biblia dice que, si nuestro corazón no nos reprende, tenemos la confianza en Dios
para hacer cualquier cosa: “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en
Dios", (1 Juan 3:21); sin embargo, cuando hacemos caso omiso y persistimos en nuestra
conducta errónea, el pecado puede llegar a esclavizarnos. Jesús les dijo: Acuérdate, pues, de lo
que has recibido y oído; y guárdalo, los creyentes de Sardis no necesitaban aprender algo nuevo
porque ya habían oído todo lo que tenían que saber, de igual manera nosotros tenemos la
palabra de Dios la cual nos edifica y fortalece para no caer en las manos del pecado. Por ello el
Señor llama a la iglesia a velar, ya que de lo contrario seremos vencidos por las tentaciones que
nos rodean: “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos”, (1 Corintios
16:13). El cristiano debe estar siempre en guardia en contra del pecado, ya que si nos
descuidamos caeremos en la tentación. Jesús les dijo a sus discípulos que para no ceder a la
tentación era necesario velar y orar, ya que solo así nuestra naturaleza pecaminosa no tomara
control de nuestra vida: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad
está dispuesto, pero la carne es débil”, (Mateo 26:44). El Nuevo Testamento exhorta al
cristiano a estar en guardia esperando la llegada del Señor, y la forma de velar es estando
siempre atentos, no ignorando las artimañas del diablo, perfeccionando cada día nuestra
santidad, edificándonos con la palabra del Señor y orando en todo momento, ya que de lo
contrario el Señor dice: Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora
vendré sobre ti. Por tanto, no debemos bajar la guardia y permitir que el pecado entre
silenciosamente en nuestras vidas, no debemos olvidar lo astuto que es el enemigo de nuestras
almas, sino debemos velar, ser sobrios y orar cada día, tal y como Pedro lo dice: “Mas el fin de
todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración”, (1 Pedro 4:7). Hoy en día
muchos cristianos hemos descuidado practicar este principio espiritual, y muchos como los
creyentes de Sardis sin darse cuenta han contaminado sus vestiduras blancas simpatizando con
el pecado y creyendo que se puede tener amistad con Dios y con el mundo a la vez ignorando
las palabras de Santiago: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye
enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: ¿El Espíritu que él ha hecho
morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios
resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y
huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos;
y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad.
Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él
os exaltará”, (Santiago 4:4-10). Vemos que Santiago es claro al decirle a los pecadores que se
limpien, y a los de doble animo que se purifique ya que no es tiempo de vivir una falsa fe, sino
comprometernos realmente con Dios, buscar agradarle en todo porque de lo contrario un día
nuestro Señor vendrá y que triste seria que nos encontrara en pecado, tal y como lo dice Jesús
en una de sus parábolas:
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el
padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su
casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la
hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su
casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su
señor venga, le halle haciendo así”.- Mateo 24:42-46

La promesa.
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la
vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”.
Apocalipsis 3:5

A los que hayan sido fieles se les hace una triple promesa.  Primero, serán vestidos con ropas
blancas, pero ¿qué significan las vestiduras blancas? En cuanto a esto se han dado las
siguientes sugerencias:

1. En el mundo antiguo representaban la alegría de las fiestas. “Que en todo tiempo


sean blancos tus vestidos, y nunca te falte perfume en la cabeza” (Eclesiastés 9:8). La
ropa blanca puede que represente el hecho de que los fieles serán huéspedes en el
banquete de Dios.

2. En el mundo antiguo las vestiduras blancas representaban la victoria. Cuando se


celebraba un triunfo romano, todos los ciudadanos se vestían de blanco; Las vestiduras
blancas puede que representen la recompensa de los que hayan obtenido la victoria.

3. En cualquier país y época el blanco es el color de la pureza, y según esto las vestiduras
blancas puede que representen la pureza cuya recompensa es ver a
Dios. “Bienaventurados los puros de corazón, porque serán los que vean a
Dios”. (Mateo 5:8).

4.       Se ha sugerido que las vestiduras blancas representan los cuerpos de la resurrección que


tendrán algún día los fieles. Los que hayan sido fieles participarán de la blancura de la luz que
es la túnica de Dios mismo. “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta;
porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros
seremos transformados”, (1 Corintios 15:52).
En segundo lugar, el Señor afirma que sus nombres no serán borrados del Libro de la Vida. El
Libro de la Vida es una concepción que se encuentra a menudo en la Biblia. Por ejemplo,
Moisés estaba dispuesto a que su nombre fuera borrado del libro que Dios había escrito si su
sacrificio pudiera salvar a su pueblo de las consecuencias de su pecado: “Entonces volvió
Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se
hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has
escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro”,
(Éxodo 32:31-33). En los antiguos tiempos las ciudades acostumbraban tener un libro donde
registraban los nombres de todos sus habitantes. El salmista esperaba que los malvados fueran
borrados del libro de los vivientes: “Sean raídos del libro de los vivientes, y no sean escritos
entre los justos”, (Salmo 69:28). Cuando llegue el juicio del gran trono blanco, los que estén
escritos en el Libro de la vida serán librados de la ira de Dios: “En aquel tiempo se levantará
Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia,
cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu
pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro”, (Daniel 12:1). Pablo decía que los nombres
de sus colaboradores estaban escritos por Dios en el Libro de la Vida: “Asimismo te ruego
también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el
evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el
libro de la vida”, (Filipenses 4:3). En Apocalipsis se hace referencia 5 veces al Libro de la Vida
(Apocalipsis 3:5; 13:8; 17:8; 20:12, 15) y en una ocasión en Apocalipsis se le llama el Libro de
la Vida del Cordero (Apocalipsis 21:27). Cada persona que tiene a Jesús tiene la vida
eterna: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”, (1
Juan 5:12) y su nombre es inscrito en este libro, todos aquellos que no se encuentren inscritos
en el Libro de la Vida serán arrojados al lago de fuego (Apocalipsis 20:15). La promesa de
Cristo es enfática la decir: y no borraré su nombre del libro de la vida. Muchos ven aquí la
posibilidad de que una vez escrito el nombre de una persona pueda ser borrado de este libro si
pecamos en contra de Dios. Sin embargo, hay muchos pasajes bíblicos que nos enseñan acerca
de la seguridad de la salvación (Juan 5:24; 10:27-29; Romanos 8:1; Filipenses 1:6, etc.). Por
tanto, la promesa es firme para aquellos que a dado vida eterna y han sido regenerados por el
Espíritu Santo para no vivir en inmundicia sino en santidad; para ellos la promesa es que sus
nombres jamás serán borrados del libro de la vida. Finalmente, Jesucristo confesará sus
nombres ante su Padre y sus ángeles: ... y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante
de sus ángeles, esta es una gran promesa que debe llenarnos de orgullo, ya que muchos hoy en
día se sienten alagado que algún hombre importante de esta tierra mencione su nombre en
medio de sus conocidos, pero cuanto más glorioso será escuchar que Jesús mencione nuestro
nombre: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré
delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los
hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”, (Mateo 10:32-33).

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