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Introducción
Los principios básicos de la psicología humanista asumen que el ser humano va más allá
de la suma de sus capacidades. Su motivo de vivir se manifiesta dentro de las relaciones
interpersonales y su capacidad de concientizar le permite asimilar sus vivencias y
aplicarlas a su aprendizaje, por lo cual es capaz de discriminar y escoger, permitiendo
que influya en su medio ambiente. Es así, que también es capaz de orientar sus acciones
hacia metas determinadas, basándose en valores que le permiten diferenciarse de otros
seres vivos Quitmann citado por Osequeda (2011, p.2). Asimismo, el ser humano como
ser, para sí mismo y a su vez para el otro, es un agente activo que le da sentido a una
sociedad comprendida como un proceso social, la cual concibe al individuo en sus
dinámicas relacionales, consigo mismo, con el mundo natural y social (Quitmann,
2006).
A partir de lo intersubjetivo, la validación de lo que es ser pareja y el logro de su
consolidación, depende de la satisfacción de los intereses y necesidades de sus
integrantes. En esa interacción interpersonal profunda, las relaciones de pareja están
expuestas a distintas situaciones que de alguna manera podría afectar el bienestar,
calidad de vida y crecimiento tanto personal como el de la pareja. Aguilera citado por
Salazar (2018, p.15).
Por otro lado, las parejas buscan apoyo psicoterapéutico en gran medida debido a
situaciones de interrelación como son las emocionales, incompatibilidad, luchas de
poder, solución de problemas, valores, conflictos de roles, insatisfacción sexual y
violencia. El constante conflicto de pareja o matrimonial y la separación están asociados
con un gran número de secuelas negativas en niños y adultos. Los miembros de la pareja
que son afectados por los problemas de relación están expuestos a padecer ansiedad,
depresión, intentos suicidas y abuso de sustancias, problemas de conducta y
desequilibrio en la salud física. Gurman y Fraenkel citado por Osegueda (2011, p.6 -
p.7).
El objetivo del presente trabajo es exponer una revisión teoría de como el enfoque
humanista conceptualiza y aborda la psicoterapia dirigida a las relaciones de pareja,
citando los puntos de vista y enfoque de la terapia centrada a la persona, Gestalt y
análisis Transaccional.
Marco teórico
La psicoterapia es el tratamiento de los trastornos mentales o emocionales además del
manejo de problemas en la búsqueda de soluciones, dando preferencia al uso de técnicas
psicológicas en lugar de utilizar procedimientos físicos o biológicos.
La terapia de pareja se concentra en la forma de interrelación de dos personas, que por
lo general manejan un vínculo amoroso o sexual. La terapia pretende enfocar la atención
sobre los problemas de la relación y hace que cada parte sienta que tiene una misma
participación dentro de la misma relación. Gale Encyclopedia of Mental Disorders
citado por Osegueda (2011, p.6).
Según Rogers citado por Fadiman y Frager (2001, p.429 – p.430), desde la
perspectiva centrada en la persona, menciona que las relaciones parejas o
matrimonios exitosos se componen de parejas congruentes, que acepten genuinamente a
los demás, y que tengan menos conductas o actitudes que nieguen ciertos aspectos de sí
mismos para conseguir valor o amor de los demás. Cuando se recurre a la pareja o al
matrimonio para sostener la incongruencia o reforzar tendencias defensivas, resulta
menos satisfactorio y más propenso al fracaso.
Las conclusiones de Rogers en torno a las relaciones íntimas de largo plazo se basan en
cuatro elementos básicos:
1. Perseverancia en el compromiso: Todo lo que se hace tiene como fin la
satisfacción tanto personal como mutua. Rogers propone que formulemos este
compromiso en los siguientes términos: "Ambos nos comprometemos a colaborar en el
proceso cambiante de nuestra relación actual, pues deseamos que crezca en virtud de
que enriquece nuestro amor y nuestras vidas". Toda relación implica trabajo, un trabajo
dirigido a conseguir los objetivos tanto personales como de la pareja.
2. Comunicación o expresión de las emociones. Rogers insiste en una
comunicación abierta y plena: “Me arriesgaré a realizar un esfuerzo continuo por
comunicar cualquier sentir persistente, ya sea negativo o positivo, a mi pareja -en la
medida en que mi capacidad me permita comprenderlo- como si se tratara de una parte
viva de mí. En seguida, correré el riesgo de tratar de entender, con toda la empatía que
me sea posible reunir, la respuesta de mi pareja ya sea que se exprese de manera
acusatoria y crítica o solidaria y reveladora de sus propios sentimientos”.
La comunicación se compone de dos etapas igualmente importantes: la primera consiste
en expresar la emoción; la segunda, en mostrarse sensible y tratar de vivir la respuesta
de la otra parte. Lo anterior no significa que Rogers pugne por un mero desahogo de las
tensiones emocionales. Más bien, se trata de que reparemos en los efectos que causa en
la otra parte la expresión de nuestras emociones. De igual forma, debemos prestar
atención a las emociones mismas, lo cual es mucho más difícil que simplemente
"desahogar la tensión" o conducirse de manera "honesta y abierta". Ambas partes deben
estar dispuestas a correr los riesgos que: rechazo, situaciones equívocas, sensibilidades
heridas y retribución.
3. Rechazo de los papeles. Son muchos los problemas que genera tratar de
satisfacer las expectativas de los otros en vez de plantearse metas propias. "Viviremos
con base en nuestras propias decisiones, con las percepciones orgánicas más profundas
de las que seamos capaces; pero no permitiremos que nos gobiernen los deseos, las
reglas y los papeles que otros quieran imponernos" (1972, p. 260). Rogers explica que
muchas parejas enfrentan tensiones intolerables en sus esfuerzos por vivir de acuerdo
con imágenes inapropiadas que los padres y la sociedad intentan imbuirles.
4. La formación de un nuevo self. Este compromiso representa un esfuerzo
profundo por descubrir y aceptar la naturaleza propia, sean cuales fueren sus virtudes y
defectos. Se trata de uno de los compromisos más difíciles, el de destruir las máscaras
en forma expedita y oportuna. “Acaso pueda descubrir y acercarme más a lo que soy
realmente en la parte más profunda de mí -sintiéndome en ocasiones colérico o
aterrorizado, amante y sensible, bello y fuerte o salvaje y feo- sin ocultarme a mí mismo
estas emociones. Quizá un día consiga valorarme como la persona inmensamente
variada que soy y muestre abiertamente las cualidades de esta última persona. De ser
así, viviré de acuerdo con mis valores, aunque no escapen a mi conciencia los códigos
por los que se rige la sociedad. Además, espero que mi pareja pueda tomar su camino
hacia la autenticidad, de la cual también me gustaría participar”.
Es decir, Rogers recomendaba una relación centrada en la persona con confianza mutua,
tolerancia de los intereses separados y compartidos y énfasis en la unicidad de cada
compañero más que en las expectativas impersonales acerca de los roles. La mayor
reciprocidad y equidad dan resultado y la comunicación entre la pareja es más honesta.
Aunque tenemos aquí un conjunto de recomendaciones bastante difícil de seguir aun
para las mejores parejas, lo cierto es que, si se logra conseguir sus propósitos, se
alcanzará una relación inmejorable y duradera.
La terapia Gestalt según Perls y Col citados por Sequera (2015, p.37 – p.38) establece
un modelo de intervención terapéutica basados principios de: el darse cuenta, el aquí y
ahora y el concepto de responsabilidad. Además, se apoya en la fenomenología como la
forma más exacta para describir y/o interpretar el impacto de la interacción en la
relación de pareja. Tomando en cuenta estos principios básicos en el modo de
intervención, la mirada del terapeuta de pareja estará centrada en la forma cómo los
integrantes del sistema atienden sus necesidades, emocionales y relacionales.
Cuando se configura el sistema pareja, los miembros de dicho sistema necesariamente
deben co-crear un modo de satisfacer sus necesidades vinculares. La pareja no es
estática, se dinamiza y sus necesidades van cambiando, se van renovando a lo largo de la
convivencia. La Gestalt se apoya en el aquí y en el ahora para satisfacer estas necesidades,
para lo cual el terapeuta debe observar cómo ciertas respuestas son aprendidas y
repetidas de forma inconsciente, pues esto es lo que caracteriza a la resistencia. Las
resistencias son protecciones contra el riesgo de dolor psíquico, daño, incomodidad,
confrontación dura, rechazo, etc. La meta de la terapia es traer estas resistencias a la
conciencia, para que la pareja pueda elegir transformarse a sí misma en una unidad más
conectada.
Zinker y Nevis citados por Sequera (2015, p.39- p.45) enumeran distintas fases de la
comunicación de la pareja, y describen como se producen los encuentros interpersonales
y las resistencias que pueden darse en el ciclo interactivo. Además, es el modelo
gestáltico que representa una descripción fenomenológica del proceso intrapsíquico, al
cual denominaron “ciclo de la experiencia Gestalt”:
Toma de conciencia. Cuando la toma de conciencia emerge en cada miembro y
es compartido por la pareja (sentimientos, preocupaciones, etc.), la pareja funciona
como un todo buscando la solución a los conflictos. Si ésta es débil, las parejas que
discuten constantemente las mismas cosas y quedan atrapadas en las mismas situaciones
sin encontrar la solución.
Resistencias en esta fase:
Introyección: En la búsqueda de soluciones evitan discutir y utilizan las mismas
reglas de siempre manteniendo el hacer las cosas como continuamente se han hecho,
en lugar de buscar otras nuevas formas actualizadas de hacerlo.
Proyección: Uno de ellos comunica poco, se lo guarda todo para sí mismo, y el otro
tenderá a adivinar o interpretar a su pareja, proyectará.
Confluencia: No analizan los temas con mentes independientes, los acuerdos a los
que llegan son de forma anticipada para evitar la incomodidad que pueda surgir
entre ellos.
Intervención del terapeuta:
Fortalecer la comunicación que se da entre ellos; enseñarles la habilidad de
percatarse, observar y escuchar al otro; enfocar la atención en las fortalezas y en los
patrones de resistencias en el intercambio de toma de conciencia.
Energía / acción Partiendo de que cada uno desea o se preocupa de cosas
diferentes, en esta fase surge un interés compartido acerca de algo, la pareja trabaja
unida reuniendo la energía necesaria para llevar a cabo la acción.
Resistencias en esta fase:
Confluencia: La energía está contenida solo en uno de ellos, absorbiendo mucho
poder, y la otra parte se esconde, se somete.
Retroflexión: La energía es contenida y la conducta expresiva es frustrada. Los
miembros de la pareja viven aislados entre ellos, no llegan a compartir su ira o su
dolor y tampoco ofrecen consuelo al otro, mantienen sus sentimientos y
pensamientos
para sí mismos.
Intervención del terapeuta:
Despertar el interés de la pareja tanto para sugerir como para recibir sugerencias del
otro, de este modo se trabaja para conseguir una integración de los deseos mutuos
mediante el desarrollo de una figura común que contenga y trascienda sus
diferencias.
Contacto Los conceptos, representaciones, percepciones surgidas no pertenecen
solo a un miembro de la pareja, han sido formadas de los distintos deseos, por un
proceso de influencia recíproca. Cuando el contacto es fuerte, hay suficiente energía
para llevar a cabo los acuerdos, los entendimientos, las visiones de futuro.
Resistencias en esta fase:
Confluencia Alcanzan la fase de contacto de manera rápida y débil, eso hace que
tengan dificultad para centrarse en un interés común.
Retroflexión El contacto no se logra, será superficial, y un miembro de la pareja se
esconderá en si mismo, evitando el contacto. Son incapaces de construir una
temática sólida para ser explorada y lograr la satisfacción de la pareja.
Intervención del terapeuta:
Observar cualquier signo de intercambio en el aquí y ahora de la situación para que
puedan emerger conceptos, representaciones, percepciones bien definidos;
acompañar en el proceso de contacto y de cualquier indicio de resistencia que pueda
iniciarse en la fase de Energía/accion que pueda conducir a un contacto ambiguo.
Resolución y cierre. En esta fase del ciclo, la pareja revisa lo que ha sucedido y
encuentran modos de expresar su experiencia, verificando que hay un entendimiento o
un acuerdo común, apreciándose a sí mismo y a los otros y lamentando juntos lo que no
se puede ser o hacer. El sistema resume, refleja, y saborea la experiencia y después la
dejan, esto permite que la energía vaya disminuyendo gradualmente y termina cuando
todo el
interés, la curiosidad o los sentimientos se disipan. Entonces el cierre es posible.
Resistencias en esta fase:
Confluencia: No se puede lograr la separación y la diferenciación. Tanto el dejar
partir demasiado pronto (no toman el tiempo suficiente para procesar y asimilar la
experiencia), como el seguir pegado a ella durante mucho tiempo (no permiten la
asimilación, la experiencia es continuamente con discusiones interminables).
Intervención terapéutica:
Notar la presencia o ausencia de las habilidades necesarias para la resolución. Si
observa que en la pareja no se da, puede introducir preguntas que ayuden a la
resolución, como: “Comenta a tu pareja qué has aprendido de todo lo sucedido”.
Retirada Es donde toman el tiempo suficiente para sentirse a sí mismos y
sentirse diferentes de su pareja.
Resistencias en esta fase:
Dejar partir, que se caracteriza por una dificultad de la pareja en soltarse el uno con
el otro; resistencia a retirarse, ésta se prolonga, y además evitan hacer contacto con
personas distintas a ellos.
Intervención terapéutica:
Explorar los signos del dejar partir que marcan la independencia y autosuficiencia.
Tal vez expresen frases como: “Estoy satisfecho y no quiero hacer nada más en este
momento”.
Según Yontef citado por Sequera (2015, p.47-p.48) en la relación terapéutica de la
terapia Gestalt destaca cuatro características del dialogo que deben darse tanto en la
terapia individual como de pareja:
1. Inclusión, situarse lo más plenamente posible en la experiencia del otro, sin
juzgar, analizar o interpretar, conservando simultáneamente el sentido de la
propia presencia, autónoma. Capacidad de empatizar, no simpatizar.
2. Presencia, la capacidad de expresar al paciente, de forma regular, sensata y
discriminada; observaciones, preferencias, sentimientos, experiencia personal y
pensamientos.
3. Compromiso con el diálogo, el contacto es algo que ocurre entre dos personas,
que surge de la interacción; por lo cual es una co-creación.
4. El diálogo es vivo, en él hay emoción y la inmediatez del hacer; la
experimentación fenomenológica.
Asimismo, Zinker resumen la intervención del terapeuta en tres pasos. La primera
intervención es para señalar lo que sí funciona, mostrarle a la pareja lo que están
haciendo bien, lo que les sirve en su sistema, lo que está bien desarrollado. En la
segunda intervención se hace explícito lo que hay que desarrollar y fortalecer. Es
probable que en esta segunda intervención surjan resistencias. Se anima a la pareja a
que procese la información generada y se apoya a ambos miembros de la pareja de igual
manera. Sólo cuando las necesidades de los dos sean legítimas avanzarán. Por último,
para que una sesión funcione es necesario hacer un ejercicio corporal. Si sólo se habla,
Zinker sostiene que no sirve, pues se queda solo en un nivel cognitivo. Entonces, como
tercera intervención, sugiere experimentos, para crear situaciones nuevas que les
permitan vivenciar nuevas formas de relacionarse más sanas e ir tomando conciencia de
ellos mismos y de su pareja.
Conclusión
Referencias Bibliográficas