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lanigiro aipoc

Plaza prohibida

María Meleck Vivanco


Meleck Vivanco, María
Plaza prohibida / María Meleck Vivanco ; dirigido por Nicolás Mariano Antonioli ;
prólogo de Carlos Juárez Aldazábal. - 1a ed . - Martínez : Baldíos en la Lengua, 2016.
64 p. ; 21 x 15 cm. - (Plaza prohibida / Antonioli, Nicolás Mariano)

ISBN 978-987-28462-5-1

1. Poesía Argentina Contemporánea. I. Antonioli, Nicolás Mariano, dir. II. Juárez Al-
dazábal, Carlos, prolog. III. Título.
CDD A861

Ilustración: María niña de Juana Guaraglia.


Diseño interior: Para la presente edición fueron utilizados tres
manuscritos originales de María Meleck Vivanco que conforman
el libro inédito “Los regalos de la locura”, cedidos gentilmente por
su hija Juana Guaraglia.
Toda parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta,
puede ser reproducida, almacenada o transmitida de todas las
maneras posibles, por todos los medios, ya sea eléctrico, químico,
mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin el previo per-
miso escrito del editor y/o autor, pero citando la fuente.

Primera edición
©María Meleck Vivanco
©Herederos de María Meleck Vivanco

Ejemplar N°:

Hecho el depósito que prevé la ley 11.723


Impreso en Argentina
ISBN 978-987-28462-3-7

Baldíos en la lengua -editorial


www.baldiosenlalengua.wordpress.com
baldiosenlalengua@gmail.com
Tel: (011) 4793-8211
Provincia de Buenos Aires
Argentina

Impreso en Argentina
Printed in Argentina
El Aleph de Ramos|
Hablar de María Meleck Vivanco es hablar de un lugar en Ramos
Mejía, en el oeste bonaerense, de siestas con mate, de recuerdos en
los que la medicina (la otra pasión de la poeta) y la infancia, brilla-
ban en imágenes espléndidas, bruñidas en la exactitud de un pen-
tagrama.
Cuando recién llegué a Buenos Aires, a comienzos de los 90, por
algún motivo injustificado, su nombre no circulaba en los mundi-
llos poéticos. Sí el de sus amigos Francisco Madariaga, Olga Orozco
y Enrique Molina. Por suerte para mí, ya iniciado el nuevo milenio,
en una noche de lecturas nuestros caminos se cruzaron, y el destino
hizo que naciera una amistad basada en su generosidad y en la ad-
miración que despertaban sus versos, poesía que por fin había em-
pezado a circular y a ser muy bien recibida entre algunos poetas
jóvenes, con quienes compartía anécdotas y recuerdos, enseñanzas
veladas de una pedagoga agradecida y feliz por la Poesía, la pro-
pia, la ajena, la de todos.
Que este libro, Plaza Prohibida, se haya escrito en 1975 y recién se
publique ahora, es otra de sus grandes enseñanzas. A contra co-
rriente de las velocidades de la época, María Meleck Vivanco nunca
persiguió una carrera literaria. Se limitó a vivir, y ese vivir incluía
la urgencia de los poemas, donde escribir (o decir, o imaginar) era
igual a respirar, a curar, a existir. Y ese estar en poesía no precisaba
del apuro de las publicaciones. Así lo testimonian siete libros in-
éditos que recién ahora, póstumamente, empiezan a encontrar lec-
tores, para el placer y el asombro.
En Plaza prohibida, como en toda la poesía de Vivanco, las imáge-
nes sorprenden, en una complejidad pictórica que expresa, con cla-
ridad indiscutible, alegrías y pesares, modos de conmover
articulados en una maquinaria de perfecta musicalidad. Prueba de
cuidado y amor por la palabra en cada verso escrito. Una poesía
necesaria y vital, arropada por un surrealismo personalísimo an-
clado en el humus de la honestidad y la experiencia, donde la raíz

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vernácula del quechua era una más de las piedras preciosas, que
adornaban, explícita o implícitamente, la sonoridad de los textos.
Cada lector tendrá su experiencia de lectura: los caminos de la
significación que nos propone Meleck son infinitos. En mi caso per-
sonal, la lectura silenciosa de estos poemas me condujo al reen-
cuentro con la querida voz de esta admirada amiga: música
bienhechora que en su Aleph de Ramos hacía florecer el Universo.

Carlos J. Aldazábal1

1
Carlos J. Aldazábal (Salta, 1974). Poeta. Autor, entre otros libros
de Por qué queremos ser Quevedo (1999), El Caserío (2007) y Piedra al
pecho (2013)

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|PLAZA PROHIBIDA
1975
María niña-Juana Guaraglia
Vida – Muerte, dos esferas inmersas que en algún punto se
tocan Quizá en una dimensión nueva, mediante ondas y
radiaciones, nos sería dada la facultad del gozoso intercambio
La penetración sensual en los reinos de la naturaleza nos afi-
naría, nos pondría a punto para la invasión sutil de lo desco-
nocido Como grandes luciérnagas, como fósforos cósmicos,
arderíamos sin consumirnos
¡Oh Revelación! (lecho paradisíaco de los sueños), la “tierra
de nadie” que separa la Vida de la Muerte sería transitada de
continuo por los duendes lúcidos del “aquí” y del “ahora”,
cuyas apetencias vehiculizan los insectos, las flores, los vientos
inagotables del terror y del placer, la tierra engendradora de
desastres
Mi “plaza prohibida”, ese límite desgarrante y entero que ac-
cede a zonas de deslumbramiento, al revés de lo que siempre
acontece, dejaría pasar sólo livianamente los fantasmas y los
ángeles que retornan a consolarnos, y con ellos la visita ines-
perada de la Luz, entre bosques, vestida de espejos con sus
múltiples ojos mojados de piedra agua marina
En el día del juicio, inclinaríamos las cabezas y Dios colocaría
su mariposa virgen como señal, sobre la nuca de cada uno de
sus hijos Las secretas heridas, los olvidos, el desamor, los
agravios más hondos hablarían por nosotros haciendo inne-
cesarias las palabras de la boca
El perdón caería del cielo sin estrépito, como al desmoronarse
un arcoíris
Y seríamos arrastrados gloriosamente a la Eternidad

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“Con aquel mundo que fue frágil bajo los suspiros”
Jorge Guillén
DUEÑA DEL DÍA

La oveja a su redil La sangre por sus fueros, sometida a su


alma Salvajemente presa en aristas de jade
El camino me lleva en amarillos péndulos y de la noche al
día nos separa una lágrima
¿Sobre cuáles arcadias se borrará mi nombre Y qué verdad
del mar lo escribirá de nuevo?
La corteza del árbol suspira y me conmueve Siento cuchillos
fríos que escriben en mis huesos
Claridad de honda savia Arriba abajo idénticas
Qué oscuridad tan ciega Que alborada tan blanca

Con su asedio me bastan las antenas del río Y mis besos le


mojan los párpados al alba

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CORAZÓN DE ALTOS PÁJAROS

Llega lo más amado y resistido Desangrado poema Bella


Muerte La magia engalanada en primavera con su ríspido
sueño empecinado, con su mástil cerrado de claveles
Llega lo más amado y peregrino Mil pétalos procuran su
custodia entre vidrios que arrasan las ciudades entre cactus
de miel y mansa lluvia
Vuelve el fondo del mar a repetirse Rompen los pies del
viento su crisálida El quebrado rumor de agua secreta por
los rincones verdes de una casa
Corre a la vera de un estuario ardido como si se quejaran las
palabras
Inútilmente el alma se prodiga en grito despiadado y solita-
rio
Adivino la fiebre entre diluvios (sus cuchillos de sol, sus
rosas tristes)

Desangrado poema Bella muerte Corazón de altos pájaros


heridos

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NAVEGAR A SOLAS

En crueles máscaras, lágrimas y hojas su dolor repiten Pa-


recidas al polvo de tus labios, en remolinos vírgenes de san-
gre
Aguamarina diurna y soberana que se fija a los bordes de la
tierra en diques contenidos y vibrantes Respirando la fiebre
del milano
Tú vienes regresando en sedas límites de pulsos solitarios
sensitivos Y una tortuga alada te corona de cerrojos y oscuros
amarantos
¿Qué tristezas te parten y regresan? ¿Qué monasterios claros
te cobijan?

Si la madera canta me conoces Y yo conozco el navegar a


solas

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LA BRÚJULA

Late en mí sordamente el pulso del aroma Enferma que son-


río Desarraigada brújula sin furia sin hechizo, en diáfanas
canoas regresando junto al verano de las mariposas
Un patrimonio de sutil herencia atraviesa mi sed y me con-
tiene Vengo de la montaña dura de ajenos miradores al in-
creíble río de la pena La lluvia enfría mis espaldas Los
astros aún me desconciertan
Enferma de alta piedad De enhiestas profecías
Bajo solemnes piedras castigadas y ruinosos lagartos - los la-
gartos sonoros – en la fogata trémula del sol
¿Era el dolor mi eco? ¿Mi fuego diminuto? ¿Mi siesta sin
malicia? ¿La infancia confundida en un relámpago?

Oh tan pequeña y lazarillo de los ciegos Por la tormenta de


sus ojos, bebía la palabra amor

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EL SONIDO

Siempre Los ángeles ebrios que trepan las murallas del


vacío Heridos y centelleantes como el amor Siempre
Vibro bajo tus párpados de atravesar mi sangre
Tiernos e inaccesibles campanarios Siempre
Planificados hijos de la lumbre enlazados en tiernos remoli-
nos
Siempre Monedas del ayer en torno de la mesa
Deslizo la mortaja del licor solitario Siempre
Palabras como acacias Palabras que lamentan el derrumbe
del día

Siempre Festejando con gritos las efímeras columnas del


rocío

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ALICIA Y SUS LUCIÉRNAGAS

Bajo el sol las gardenias Su maleza de aromas deja pasar tu


pelo de medusa en la noche Y allí -Oh Alicia en viaje – fina
almendra de otoño, te afinas en la tierra de cárceles henchida
Estos que aquí morimos condenamos la guerra y un rubor
poderoso bajo los rascacielos
Tus palabras son gotas del aire iluminado -Oh Alicia de los
átomos – madre que regocija
Míranos en el páramo Un helecho te nombra Mas perfecto
ese helecho que todas las ciudades No hay besos trascenden-
tes ni logradas caricias sino ojos anegados en caudales oscu-
ros
Estos que aquí morimos somos tercos y firmes Trabajamos
el alba como orugas azules, para extender los cuerpos en mo-
radas felices

Oh Alicia, con tu voz derramada en luciérnagas

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AMAPOLA INSISTENTE

Antes de ti, era como si los ríos no alcanzaran el mar Las


flores clausuraban su espejo y allí desvanecían Tantos opacos
y miserables años en esta cima oscura de la tierra
Ahora bendigo tu nombre de enjambre alborozado
Tus palabras, serafines de lluvia que refrescan el tedio Tu
sangre, amapola insistente sobre la aldaba inmóvil de la
muerte

Y tus signos Tus signos para encontrar a dios

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QUE AFIRME ESA HERMOSURA

Israel siglo XX Su arboleda apacible -esa selva- se colma


de frágiles campanas Qué perfectas medidas de fuerza hay
en sus rosas, que abren en holocausto desde la otra orilla
Allí elefantes híbridos y adelfas nos conmueven
El dolor y el vacío exhuman sus cadáveres Y los trenes des-
bordan en helados murmullos mientras el dulce invierno nos
envuelve las manos
Israel siglo XX Los narcisos del sol adelantan sus cirios, ma-
duran sus diamantes Tan de prisa en el dédalo de las gran-
des ciudades con pétalos de portland y niños fusilados
Y nos constrita ahora ese hálito amarillo, ese dolor del hom-
bre parecido a una flauta Pisando cobertizos Gastando
duras piedras donde yacen las ágatas con el rostro lavado
Jerusalén se yergue sobre urnas funerarias Su bendita arro-
gancia alza fieles alondras, en un mar que rescata juguetes de
la muerte

Voy a pedir a Dios que afirme esa hermosura Sus ángeles


fragantes que perfuman el mundo

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ENTRE FIELES LEBRELES
(a Luis Guaraglia)

Este nombre constante iluminado Este nombre sostenido y


eterno entre dorados filodendros y lloviznas y sedas entrete-
jidas para un largo resplandor
Este nombre vivo y prisionero entre ciudades Crepitantes
murallas Densos humos Cenizas y dineros que oscurecen
el aire
Aquí y no obstante de cabeza erguida Durmiente en las al-
cobas de la luna
Este nombre de miel gozosa y de maitines De campana en
la selva amanecida De gaviotas de mar recién creado De
antípoda raíz de primavera De querubín amado y defendido
Este nombre constante iluminado Con venas de ondas venas
silenciosas Con sueños de otros sueños recreando su rosa de
los vientos
¡Oh solitario!
Y tan real con su palabra océano Nos ubica en la tierra de
los huesos Nos deslumbra con islas sumergidas Nos enseña
los prismas del diamante Caminando en la casa del otoño
bajo malvones y ciruelos húmedos

Entre fieles lebreles alto y fino Este nombre constante ilu-


minado

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LA BAILAORA
(a Carmen Amaya)

Su voz atraviesa una begonia luminosa Gime Sus cabellos


son tactos en vuelo Suben de sus tobillos algas de plata lí-
quida multiplicando soles Y ella baila envuelta por los fue-
gos del aire Las arenas de sus senos se acercan y estremecen
Toca el Paraíso con largos dedos lentos ¡Ay! Y sus pulseras
repiqueteantes inventan la lluvia Yo me pregunto ¿Es ella?
Y el sueño desborda su transparente alforja de ágata maravilla
Tendida sobre lujosas costas que retoñan al galopante mar
del Este, ella con su alma púdica y caliente se recubre

Y gira y gira acariciándonos las manos

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EL MAR ES TODO EL MAR

El mar es todo el mar Fundido en gris morado y claroscuros


tiernos que extrañan al corazón y alzan la lumbre
Acres fluidos circulan sobre su piel de bodas En su victoria
regia inmerecida
Esa pelambre es sudorosa y única Escualos tapizados de
aros de mar con dientes de liebres instantáneas y relámpagos
verdes de cielos decididos
Ese amor Ese amor dorado y zumbador lanzando paracaí-
das y estandartes Donde el tábano quema la prisa de la tarde
y rojas mariposas cubren las siestas mudas
Allí la sangre libre llega a su costa roma y hace probar su vino
Su ley de oscuro llanto (escarabajo de ala desprendida)
El mar es todo el mar, ardido en frondas húmedas
Tallos de vidrio que fragmenta el aire Tallos de mar y ven-
daval de herrumbre Gastando rocas su jalea amarga y eter-
nidades pensativas

Nadie es tan alto tan definitivo tan solitario y firme y


tembloroso que se parezca al mar cuando partimos

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“Es la muerte en plena floración La muerte en medio de una volup-
tuosa e hirviente corrupción”
Henry Miller

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DEVUÉLVELE SU LUZ

Niño cebra del hambre Niño lirio del frío Tu corazón nos
quema como una flor bermeja que manchara de sangre la me-
jilla de un príncipe
El vagido del aire tiene preso tu rostro La noche ya sin alas
se desploma en tu nuca Y cercan tu inocencia las pequeñas
miserias y las grandes miserias de nuestro nacimiento
Del ombligo de Dios distraído en las rosas De los pozos del
mar brotará tu diamante De la nube incendiada que se des-
nuda a solas y con el viento a pulso va labrando los valles
Brotará tu diamante del humus más violento De la sombra
esponjosa que nos cierra los labios De almendras como es-
padas en los ojos del búho y de gravadas lápidas bajo el llanto
del hombre

Ha de surgir tu canto Tu grito de ángel loco Tu otro niño


que paren las brujas de los sueños

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LA CARAVANA

Todos esclavos La gracia no desciende El consuelo murió


con los álamos Atados a un sollozo que se abre a orígenes
de bastidores sórdidos De serpientes y arenas medidores del
pulso sudoroso del mar
Humana especie enardecida Y sola y dulcemente invicta
Más allá de toda lucidez y de toda piedad
Como si nuestra sangre nacida esclava en soles espesos de
tierra fuera una cábala, un juego impuro, una expiación, un
río abierto en oscuros geranios de iodo
Todos esclavos Fantasmas condenados a no reconocerse
Carne de agua fugaz y fugaz trino que a si misma se daña y
se empecina
Con desgarrado traje de lágrimas y anémonas Carne ta-
tuada y andariega inmóvil en lentas estructuras y agonías

Ya nadie cubrirá con su amor nuestra sombra


Y Dios, es apenas una piedra de sueño

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LA MUERTE DE UNA FLOR ( Vietnam)

En cada primavera que baja por la boca, está la muerte intacta


detrás de sus colores Nombro la muerte niña y todavía os-
cura, desafiando el furor de setiembre en la hoguera
Tú eres el hombre trémulo que resiste a la ausencia; a esa pie-
dra que dura con la misma rutina A sus yemas de fuego que
devuelven las balas pasando como un trueno por huecos ta-
marindos
Tú eres el hombre trémulo que enarbola su muerte, que pisa
sobre larvas llovidas de sus ojos El hombre enamorado que
muere de metralla en las castas vitrinas de nuestro mundo im-
pávido
Y la muerte en su boca siembra su sol opaco Y ha roto sur-
tidores de luz como entre sueños Escoltada de péndulos y
de antracitas vírgenes, va eternamente lúcida con su ardido
caballo
La muerte de una flor es la muerte increíble Muchachas y
muchachos son flores desarmadas

El ángel que los guarda abre y cierra corolas, en sus nichos


brillantes perdidos en el mar

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ÚLTIMAS SEÑALES

Guijarros de la nada por ti reconocidos ¿Es que vas a dejar-


nos la llave de la vida? ¿O a descubrir acaso las trampas de
ceniza que la muerte prepara?
Te esperan los albatros cada cual con su grito Un recuerdo
de gemas de lágrimas doradas que en la costa nocturna aban-
donan sus cantos
Te llamo desde el Este En esta ciudadela del sol
En este farallón del océano Con los ruidos del mar te he
preparado un círculo de alto horizonte azul que es amor sin
violencia
Yo te invoco de luz Con los reflejos últimos que blanquean
los páramos Con las señales últimas que te hagan descifrable
De noche las gaviotas se eternizan y callan
Te pregunto obstinada desde dónde nos llegas? Dónde fla-
meas tú? en qué ebria galaxia? Desde dónde nos viene este
gusto a tormenta y en que luna lejana remansas tus diaman-
tes? No sientes el deleite de dejarte caer feliz sobre la tierra?
Tus hipocampos de oro tus flores tus neblinas te reconocerían
en las hojas dormidas del otoño mojado?
Allí desde el vacío Ese sol que maneja los discos del infierno
Te reconocería?
Mensajero del éter Tú que viajas desnudo Tú que nos in-
corporas de pie sobre tus cirios Es que vas a dejarnos la llave
de la vida? O a descubrir acaso las trampas de ceniza que la
muerte prepara?

En su oscuro temblor, mi sangre se desvela

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CARNE DESMEMORIADA

Quema como un cauterio, entre llaves y parpados cerrados


Donde las codornices repiten incesantes el nombre primigenio
de los cánticos Su artificio su enigma su cielo inalcanzable?
El amarillo altivo del otoño terrestre? Alabastro en los ríos
polvo de oro en los árboles?
Caracolas de almíbar retoñan suspirando Mariposas muy
lentas hacen vivir el pánico

Carne desmemoriada Clarividencia oculta de las aguas

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LOS ÁNGELES VORACES

Amor con piel de viento Su miel es compartida con ángeles


voraces Abrillanta los dientes de felinos dormidos elevando
a su fuego las magnolias más puras
Burila piedras raras Rinde la alta custodia
Perfora la caricia de toda vena ardida Y de pie sobre rosas
ya pierde el equilibrio, cuando la noche ofrece su última red
al sexo
Socava sol y nubes Viola la transparencia Cada sonrisa
suya reconoce un navío Cada lágrima viva hace llover la tie-
rra
Peremniza la tarde Los radiantes erizos hechos de espejos
tenues al vasto mar arroja De puerto en puerto gira Se en-
ciende en las noctívagas como trompo nupcial libre de es-
perma ebrio
Aire en celo le ciñe sus locos abalorios, de su ombligo a los
párpados, de su lengua a los siglos

En la arena su oído oye crecer la grama Los fósiles dormi-


dos en un jardín de niebla

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LA DESTERRADA

Vengo desde el no aire Del no vacío eterno Voy a decir mi


cuerpo Voy a decir mi larva minúscula en el cosmos Bajo
el ombligo amargo de la tierra me esperan con mi libro de tris-
tes preguntas y de besos
De oscuridad me parto en granada y en rosa De ciénaga me
salvo con un rayo de luna Vengo contando huérfanos des-
calzos que atesoro desde un hambre afilado que todos com-
partimos
Traigo los colmenares que doró el horizonte Los pájaros del
alba que perforan el viento En túneles de fresnos se extravían
mis pasos Resbalo por andenes de lumbre derretida
¡Oh qué olvido! ¡Qué olvido más árido y extraño!
Me lleva por su nada, me trae por su río, con mi esqueleto
ardiente doblado sobre un páramo

Vengo escudada en flores Preguntando desnuda Y al mar


vuelco otro mar de medusas intrépidas

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PLAZA PROHIBIDA

Desde la tierra ascienden ónix y malaquitas a llorar en el


viento
Son árboles eternos en estado de pánico
La vida, la furtiva, la cazadora musical, la ágil desconocida,
cercando con arrullos de flor el área prohibida de mis muer-
tos
De pronto ruedan ángeles y se derrumba un aire de mudos
cascabeles y reptiles en llamas
Y en tanta muerte lila, en tanto puro resplandor de iniquidad
y muerte, la vida suelta pájaros surtidores y besos entre jardi-
nes claros de cornisas azules
Guarecidos en nieblas Terribles como signos Iluminados
de Dios en la emboscada
Hondo clamor de lluvia Columpios acerados despiertan en
la tarde entre árboles vacíos
Insisto en consolarme con Rimbaud y las fucsias ¿Hasta
cuando me quedaré sin nadie? Infinita y oscura, me quedaré
sin besos?

Con un trébol piadoso entre mis libros? Con un poema


entre dientes llorado?

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EL SOÑADOR

Nació en la costa triste de flores que se borran En un collado


solo que interrumpe la brisa, en absoluto fuego y en ceniza ab-
soluta Cuando miraba al cielo, la noche se encendía y ardían
en sus ojos las escamas del orbe
Temblaban como flechas las palabras los gestos que a él se
dirigían El soñador traía volcanes de la mano Negras con-
chas de amianto hervían en su tinta
¡Qué ocasos despojados! ¡Qué puertos de agua dura!
¡Cómo viene en un bote su sangre que se acerca!
Va de guantes ruinosos, levanta escarapelas de lienzo apoli-
llado, de orín con sus cerrojos
Se abriga en piel de escuerzos y se arrastra mojando su pelo
sumergido Lleva amarrada atrás kilómetros de lengua
Dios le perdone el rito Dios cubra su cabeza Nació en la
costa triste de un río subterráneo Los espejos le invaden por
detrás de su hoguera, lleva un sextante antiguo pesándole en
las manos

Con su dolor de trópico


Con su coral helado
Con su memoria huérfana

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Traducciones|
PIAZZA VIETATA1| PLAZA PROHIBIDA

Dalla terra salgono onice e malachite a piangere nel vento


Sono degli alberi eterni in stato di paura
La vita, quella furtiva, la cacciatrice musicale,
l’agile sconosciuta, circondando con ninnananne di fior lo
spazio proibito
dei miei morti
Subitamente girano degli angeli e si precipita
Un’aria di sonagli muti e rettili in fiamme
E in tanta morte lilla, in tanto puro
Splendore d’iniquità e morte, la vita scioglie passeri zampi-
llanti e baci
Fra giardini chiari di cornici azzurre
Protetti dalle nebbie Terribili come segni Illuminati da Dìo
nell’imboscata
Profondo clamore di pioggia Dondoli d'acciaio svegliano
nella sera
Fra alberi vuoti
Insisto
A consolarmi con Rimbaud e le fucsie Fino a quando rima-
rrò senza nessuno?
Infinita e scura, rimarrò senza baci?

Con un trifoglio pietoso fra i miei libri? Con un poema pianto


fra i denti?

1
Traducción al italiano de Beatriz Olga Allocati (Buenos Aires) poeta, escri-
tora, biógrafa. Secretaria de Actas de APOA.

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XKUEPILE ITLAUILTSIN2| DEVUÉLVELE SU LUZ

Konexixikuil Konetl xochisesektsin


Moyoltsin techtlatsia ken xochitsintle chichiltik
uan kintenyesyotis se ueye tlayekanke
Ajaktsintle yokixtek moxayakatsin ichokilis Ipan
mokechkojyo popoliue tlayouisyotl imastlakapaluan
Niman san tlin uele kiyeualtsakuaj mokonechikaualis niman
okseke uejueye tlamantin kiyeualtsakuaj tonemilis
Uan ualeuaj itech Toetajtsin ixochitsitsiuan Tlatlajko
ueyeatl kan uajnemis se tetsintle uan sa yektle Kan
chantitok on mostle uan sa yektle niman on
xochiajakatsintle uan kinyekchiua tlalmanaltin Kan
uajtoponis se tetsintle uan melauak tlauelej Uan tlacha ken
totenxipaliuan in ajkauiliotsin Ken itla almendras uan
tlatekej niman uelis tikimitas ipan ixtololojtsitsiuan se
tekolotl niman ken itla se mekatsintle ikajon uan tlacha ken
se tlakatsintle ixtenayo

Ompa uajtoponis moxochikuikalis Moyemanke


ajakatsajtsilis Okse mokoneiknitsin uan kinnemitsia ipan
motlatemikuan siuaajakamej

2
Traducción al náhuatl de Martín Tonalmeyotl (Martín Jacinto Meza) 1983,
campesino, poeta y narrador nahua. Originario de Atzacoaloya, Guerrero, Mé-
xico.
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UAN TLATEMIKE| EL SOÑADOR

Onen itempan ueyatsintle kampa xochimej uan najmana


niman xuejkauej popoliuej Ipan se pitentsin tepetsintle
kanka nouijtsia on yemanke ajakatsintle, nojuitsiaj iuan
tlitsintle iuan tlikonextle Kuak kitlajtlataya iluikatl, xotlaya
tlayouisyotl niman ipan ixtololojuan tlatlayaj in tekauayo
uejuejimej altepemej
Melauak ueueyokayaj tlajtoltsintsin noche nomojtsiaya tlin
asiya itech On uan tlatemike ipan imauan kuajkuiya
tlitepetsintle Tetsitsintin kapostikej uan melauak totonkej
¡Tsiotlakiliomej uan san uajpoliuej! ¡Kaltlaseuiltin kan
yejkoj kanoas!
¡Ken kuak uajlo yenisi se barco niman kakiste kentla
nanalka iyesyotsin!
Yoj ika imatlakentsitsiuan uan sa tlaliojkej, tlakentsintle
uan sa kojkoyoktik, uan melauak tlapiyaskokojyak
Notlakentsia ika itlakentsin uan tekanaktik niman notilana
ika itsontsin uan sa pastik Ikuitlapan kitilanti se ueye
tlajtojle
Makitlapojpolue toetajtsin Kualtsin makonpiyale itsonte-
kon Onen itempan ueyeatsintle niman tepetsintle kan
uajchapantok atl
Iteskatsitsiuan kitlatsiaj ikuitlapan, kampa kuika ipan
imauan se ueuej niman yetik tepostsintle

Yo chokatij ika itlajkokokolis


Ika ikoral tesesektsin
Ika ise tlamachilis uan amo kipiya ita nin inan

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QEPAJ CHINPUKUNA3| ÚLTIMAS SEÑALES

Mana imamantañutukunaqanparejsisqayki
Imapipunikawsanakichajtasaqewankiyku
Ichapasushpamantatoqllawamajyachaytachuwañuypawa-
kichisqanta
Alwatruskunasuyasunki, sapankamaqapariyninwan
Jemakunapayuyariynin, qorichasqaweqekunapa
Tutayajsutupitakiyninkutasaqenku.

Antisuyumantawajyamuyki
Kayintipajatunllajtanpi
KayMamaqochachawpinorqopi
Mamaqochapaikunwanwakichipurqayki
ruyruanqasjanajpachayojta
Mana piñanakujkhuyanakuy.

Ñoqakanchaytaituwayki
Qepajllipipijkunawanpurunkunayurajyachejta
Rejsichachisujniykiqepajchinpukunawan
Tutapikallawakunawiñaychakunku, upallankutaj.

Murqasqatapuyki, ¿maymantapunichayamuwankiyku?
¿Qanmaypirapapanki? ¿Mayqenmachasqaqoyllurqollqapi?
¿Kaytamyamiskichiyninmaymantapunijamuwanchej?
¿Mayqenkarukillapipuyunqunkiqespiumiñaykikuna?

Manachukawllankitijsimuyujpimiskiqasikajtasaqenayta
¿Qorihipokanpuykikuna, tik’aykikuna, yurajpuyuykikuna

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rejsiparqusunkichá?
Nuyusqachak’ipachapapuñusqarapinkunapi.

Waj, chusajmanta, ninawasiparuyrunkunakamachej inti


Rejsiparqusunkimanchu
Éterpachaskin
Qanqalatiwtiaywaj
Qanchakiykuwansayarichiwajkusiryuykikunajawanpi
Kawsanakichanataimapipunisaqewankiyku
Ichachusushpamantaqespitoqllawamajyachaytachuwañuy-
pawakichisqanta
Tutayajchujchuyninpi, yawarniyamukakun.

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Traducción al quechua de Alejandro Martínez (San Salvador de Jujuy, 1980)

poeta y escritor.

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ÍNDICE
Prólogo: El Aleph de Ramos|pág. 5
Vida – Muerte...|pág. 13
Dueña del día|pág. 17
Corazón de altos pájaros |pág. 19
Navegar a solas |pág. 21
La brújula |pág. 23
El sonido |pág. 25
Alicia y sus luciérnagas |pág. 27
Amapola insistente |pág. 29
Que afirme esa hermosura |pág. 31
Entre fieles lebreles |pág. 33
La bailaora |pág. 35
El mar es todo el mar |pág. 37
Devuélvele su luz |pág. 41
La caravana |pág. 43
La muerte de una flor (Vietnam) |pág. 45
Últimas señales |pág. 47
Carne desmemoriada |pág. 49
Los ángeles voraces |pág. 51
La desterrada |pág. 53
Plaza prohibida |pág. 55
El soñador |pág. 57

Traducciones

Piazza vietata |pág. 61


Xkuepile itlauiltsin|pág. 63
Uan tlatemike|pág. 65
Qepaj chinpukuna |pág. 67
Este libro se terminó de imprimir
en octubre de 2016

Ejemplar N°:

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