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Vazquez, E. - Ficha de Catedra - Positivismo
Vazquez, E. - Ficha de Catedra - Positivismo
POSITIVISMO
Ficha de Cátedra
2008
I. MARCO HISTÓRICO1
La Sociología se constituye a mediados del siglo XIX.
Hay un punto de ruptura, una bisagra entre el pensamiento medieval y el pensamiento
moderno, que se puede ubicar en el Renacimiento (fines del Siglo XV y primera mitad del
Siglo XVI).
La primera de las ciencias sociales que se constituye es la Teoría Política, con Nicolás
Maquiavelo. En esa época la constitución de los Estados centralizados de Europa
Occidental cataliza una reflexión sobre la organización del poder.
El segundo movimiento es la Economía Política, a fines del Siglo XVIII. Es el momento de
la Revolución Industrial y la consolidación del Capitalismo moderno. Sus figuras
destacadas son William Petty, Adam Smith y David Ricardo.
El tercer movimiento, o tercer campo de conocimiento que se constituye es la Sociología,
estimulada por las consecuencias sociales de la Revolución Industrial. Nace como “ciencia
de la crisis”. Desde sus orígenes está ligada a los objetivos de estabilidad social de las
clases dominantes. Es una ideología del orden.
La Ciencia Social, para la mentalidad del Siglo XIX, debe ser construida a imagen y
semejanza de las ciencias de la naturaleza. Debía constituirse positivamente. Sería una
rama de la ciencia general de la vida, autónoma, con su propio objeto, pero integrada a
ellas por idéntica actitud metodológica.
Para los positivistas la sociedad es un organismo. Claude Henry de Saint-Simon (1760 –
1825) ya habla de una “fisiología social” o de una física social. La Sociología Positivista
encuentra su método en el de la Biología. Durkheim escribe Las reglas del método
1
Adaptado de J. C. Portantiero: La sociología clásica: Durkheim y Weber. Estudio preliminar, Buenos Aires,
CEAL. 1990.
sociológico (1895) tomando como modelo la Introducción al estudio de la medicina
experimental (1865) de Claude Bernard.
El origen de la Sociología se confunde con el origen del pensamiento positivista. El
positivismo debe entenderse al menos en dos sentidos:
1) Exigencia de estudiar a la sociedad como se estudia a la Naturaleza;
2) Reacción contra el negativismo de la filosofía racionalista de la Ilustración,
precursora de la Revolución Francesa.
Para la Sociología positivista la dinámica social puede incluir proceso de cambio, pero
ellos deben estar incluidos dentro del orden.
Todo conflicto que tendiera a destruir radicalmente el orden debía ser prevenido y
combatido, lo mismo que la enfermedad en el organismo.
Los padres fundadores de la Sociología positivista recuperaron la reacción anti iluminista a
la Revolución Francesa, especialmente las obras de Louis de Bonald (1754 – 1850) y
Joseph de Maistre (1754 – 1821). Es un pensamiento reaccionario. Si en sus orígenes el
Positivismo discute con la Ilustración, en su madurez (Durkheim) ensayará una
“refutación” del marxismo.
Augusto Comte (1798-1857) es el fundador de la Sociología. En un principio había
llamado a su disciplina “Física Social”. Su intención es asimilar el estudio de los
fenómenos sociales a las perspectivas de las Ciencias Sociales.
Esta “Física Social” haría ascender al estudio de la Sociedad a la tercera etapa por la que
tienen que pasar todas las disciplinas: la positiva, culminación de los dos momentos
anteriores del espíritu humano, el teológico y el metafísico.
Primera lección
El individuo y la humanidad pasa por tres fases diferentes, tres métodos de filosofar que se
excluyen mutuamente:
1) estado teológico o ficticio;
2) estado metafísico o abstracto;
3) estado positivo o científico
Segunda lección
Trata la clasificación racional de las ciencias.
En esta clasificación se debe tener en cuenta:
1) orden histórico: cómo se han formado de hecho;
2) orden dogmático: dependencia lógica de sus datos.
El Curso de Filosofía Positiva es el libro teórico por excelencia del Positivismo. Otras
ideas que desarrolla Comte son:
• El tercer estado se basa en lo real
• Queda cerrado para las ciencias el progreso indefinido
• La filosofía positiva solucionará la crisis de la sociedad
• El Positivismo cierra un círculo muy grande en la evolución de la humanidad
Nota biográfica
Augusto Comte nació en Montpellier en 1798. Estudió Matemática. Fue expulsado de la
Escuela Politécnica por republicano; entonces volvió a Montpellier y estudió medicina.
Fue colaborador de Saint-Simon y participó en la redacción del “Catecismo político de los
industriales”.
Después de los cuarenta años sufre delirios místicos y comienza a escribir “Sistema de
política positiva instituyendo la Religión de la Humanidad” (1851-54).
Termina sus días en medio de fantasías persecutorias, ayudado por Stuart Mill, Littré y
otros amigos positivistas.
1. La exigencia de realidad
3
Adaptado de Antonio Rodríguez Huéscar: Prólogo a Discurso sobre el “espíritu positivo” de Augusto
Comte, Barcelona. Ed. Folio, 1999.
Comte hace una interpretación estrecha de los hechos y de la realidad. Desconoció que lo
que él entendía por hechos son ya interpretaciones de la inmediata realidad, y no ésta
misma.
De este modo, pensando huir de lo abstracto y arraigar en lo concreto, incurría sin
advertirlo en una nueva forma de abstracción.
El segundo carácter del saber positivo es la utilidad. Los cometidos de la ciencia son el
mejoramiento del ser humano y el progreso.
Lo que desde el punto de vista de la estructura del saber es un naturalismo, desde el punto
de vista de la finalidad es un humanismo.
3. Utopismo
4. Sentido histórico
Para Comte la Ciencia sólo se comprende plenamente dentro de una concepción general
de la historia, porque no es otra cosa que la manifestación intelectual del espíritu positivo,
y éste, a su vez, representa el estadio terminal en el desarrollo evolutivo de la humanidad.
Pero en este punto aparece, “como por arte de magia”, un nuevo absoluto: el Progreso.
Se le critica a Comte haber establecido el dogma del progreso. El saber positivo se declara
tributario del conocimiento científico–natural pero es un saber histórico.
Es un intento de comprensión sistemática de la Historia, incluida en ella la Ciencia misma.
La forma concreta de ese intento es la ley de los tres estadios.
EMILE DURKHEIM
LAS REGLAS DEL MÉTODO SOCIOLÓGICO
CAPÍTULO I
¿QUÉ ES UN HECHO SOCIAL?
Existe un grupo de fenómenos que se distinguen por caracteres bien definidos de aquellos que
estudian las demás ciencias de la Naturaleza.
Hay una realidad objetiva que yo no he inventado, sino que la he recibido por la educación. Las
creencias y prácticas religiosas tienen vida independiente; lo mismo pasa con el sistema de signos
que usamos para expresarnos, con el sistema de moneda y crédito que utilizamos; las reglas del
derecho, las convenciones en la vestimenta presentan la importante propiedad de existir con
independencia de las conciencias individuales.
Son maneras de obrar, de pensar y de sentir, exteriores al individuo, y que están dotadas de un
poder coactivo. Consisten en representaciones y en acciones que no tienen vida en la conciencia
individual; se les ha de dar y reservar la calificación de sociales.
Somos víctimas de la ilusión de que los hemos elaborado nosotros mismos lo que se nos impone
desde fuera. Pero el aire no deja de ser pesado porque no sintamos su peso.
Para confirmar con una experiencia característica esta definición del hecho social, basta observar la
manera como son educados los niños.
No se debe confundir estos hechos sociales con lo que se puede llamar sus encarnaciones
individuales, privadas. La cantidad de nacimientos, de matrimonios o de suicidios que ocurren en
una sociedad expresan un determinado estado del alma colectiva.
Las manifestaciones individuales dependen de las circunstancias individuales, son socio- psíquicas.
Los hechos sociales son generales porque son colectivos; si algo se repite en todos o casi todos los
individuos de una sociedad es porque se les impone.
Un hecho social se reconoce por:
El poder de coerción externa que ejerce sobre los individuos
La existencia de alguna sanción por su incumplimiento
Por la difusión que tiene al interior del grupo
Porque existe con independencia de las formas individuales que toma al difundirse.
Algunos hechos sociales son maneras de hacer; son de orden fisiológico. Otros son maneras de
ser colectivas; es decir hechos de orden anatómico o morfológico. Las maneras de ser son maneras
de hacer consolidadas: el tipo de vivienda que se nos impone es el resultado de la forma de
construir casas que viene de generaciones anteriores.
Hecho social es toda manera de hacer, fijada o no, susceptible de ejercer sobre el individuo
una coacción exterior; es general en el conjunto de una sociedad, conservando una existencia
propia, independiente de sus manifestaciones individuales.
CAPÍTULO II
REGLAS RELATIVAS A LA OBSERVACIÓN DE LOS HECHOS SOCIALES
La primera regla y la más fundamental es el considerar los hechos sociales como cosas.
I
El hombre no puede vivir en medio de las cosas sin formular sus ideas sobre ellas. Pero tiende a
reemplazar las realidades por estas ideas. Entonces, en lugar de una ciencia de realidades
realizamos un análisis ideológico, que va de las ideas a las cosas y no de las cosas a las ideas.
Este método no puede producir resultados objetivos.
Copérnico ha disipado las ilusiones de nuestros sentidos respecto al movimiento de los astros.
En el origen de la ciencia está la satisfacción de necesidades vitales y por eso se encuentra
orientada a la práctica. Por eso hay una serie de nociones vulgares o prenociones que Bacon llamó
ídola.
Esto ocurre en las ciencias naturales y en la sociología. Los hombres tienen ideas precientíficas
acerca del derecho, la moral, la familia y el Estado. Son representaciones esquemáticas y sumarias.
Constituyen prenociones que nos sirven para los usos corrientes de la vida.
En este pasaje Durkheim parece reprochar a Comte y Spencer no haber sido consecuentemente
positivistas: enuncian como una cosa lo que no es más que un punto de vista del espíritu. Lo que se
define no es la sociedad sino la idea que de ella tiene Spencer.
Según Durkheim, lo mismo sucede en economía. La materia de la economía política no está
integrada por realidades que puedan “señalarse con el dedo” sino por simples posibilidades, por
meras concepciones del espíritu.
Por ejemplo, la ley de la oferta y la demanda no ha sido establecida jamás inductivamente, como
expresión de la realidad económica. Y lo mismo puede decirse de todas las leyes que la escuela
económica ortodoxa califica de naturales.
Estas leyes no pueden calificarse de naturales, si se entiende por ley natural toda manera de obrar
de la Naturaleza, comprobado inductivamente. Estas leyes no son más que consejos prácticos, y si
se ha podido presentarlos como la expresión de la realidad es porque, con razón o sin ella, se ha
llegado a suponer que estos consejos eran efectivamente seguidos por la generalidad de los
hombres en la generalidad de los casos.
Los fenómenos sociales son cosas y deben ser tratados como tales. Es cosa todo lo que es dado,
todo lo que se ofrece, o mejor, lo que se impone a la observación. Tratar los fenómenos como
cosas, es tratarlos como datos que constituyen el punto de partida de la ciencia.
Es posible que la vida social no sea más que el desarrollo de determinadas nociones, pero sólo
remontándonos a sus fuentes sabremos de dónde provienen.
Es preciso considerar los fenómenos sociales en sí mismos, desligados de los sujetos conscientes
que se los representan: es preciso estudiarlos como cosas exteriores, pues con este carácter se
presentan a nuestra consideración.
Es preciso que la sociología pase del estadio subjetivo en que todavía se mantiene, según
Durkheim, al objetivo.
Introducción
Chalmers parte de una inscripción que leyó una vez en la fachada de la Social Science
Research de la Universidad de Chicago: “Si no puedes medir, tu conocimiento es escaso e
insatisfactorio”. Manifiesta su desacuerdo con esta afirmación y anuncia que en su libro se
propone cuestionar las concepciones empiristas e inductivistas de la ciencia.
Para el autor, las modernas tendencias de la filosofía de la ciencia señalan las dificultades
asociadas a la idea de que la ciencia se basa en un seguro fundamento adquirido gracias a
la observación y a la experimentación y a cierto tipo de procedimiento inferencial que nos
permite derivar teorías científicas de semejante base, de una manera fiable.
Una de las reacciones a las diversas formas del empirismo ha sido renunciar
completamente a la idea de que la ciencia es una actividad racional. Tal es la posición de
Paul Feyerabend (a quien Chalmers caracteriza como “filósofo e histrión”), en su obra
“Against Method: outline of an anarchistic theory of knowledge”.
Francis Bacon, a comienzos del siglo XVII, sostuvo que la ciencia recoge hechos a través
de la observación organizada y deriva de ellos teorías. De esta manera sentó las bases del
empirismo. El positivismo lógico es una forma extrema de empirismo, que floreció en el
siglo XX. Su influencia fue muy grande, a pesar de que ya en 1934 Karl Popper en Viena y
Gastón Bachelard en Francia ponían en tela de juicio los fundamentos del positivismo
lógico y del empirismo en general.
Leyes y teorías
Inducción Deducción
Figura 1
A partir de las leyes y teorías y de ciertas condiciones iniciales puedo explicar fenómenos
y hacer predicciones.
La descripción de situaciones experimentales son ejemplos típicos de condiciones iniciales.
1) Leyes y teorías
2) Condiciones iniciales
___________________________
3) Predicciones y explicaciones
2. El problema de la inducción
I. ¿Se puede justificar el principio de inducción?
Según el inductivismo ingenuo la ciencia comienza con la observación.
La observación proporciona una base segura sobre la que se puede construir el
conocimiento científico.
El conocimiento científico se deriva, mediante la inducción, de los enunciados
observacionales.
El principio de inducción no se puede justificar apelando a la lógica (como sí ocurre con
las argumentaciones deductivas).
¿Cómo justificar, entonces, el principio de inducción?
Se puede apelar a la experiencia: “Se ha observado que la inducción funciona en un gran
número de ocasiones”.
La anterior justificación es inaceptable, como ya demostró David Hume a mediados del
Siglo XVIII: es circular ya que emplea una argumentación inductiva cuya validez se
supone que necesita justificación.
No podemos utilizar la inducción para justificar la inducción.
Además de su circularidad el inductivismo tiene otros problemas: la vaguedad y
equivocidad de sus premisas:
¿Cuántas observaciones constituyen un gran número?
¿Qué se ha de considerar como variación significativa de las circunstancias?
Las variaciones que son significativas se distinguen de las que son superfluas apelando a
nuestro conocimiento teórico de la situación y de los mecanismos físicos que intervienen.
Pero admitir esto es admitir que la teoría desempeña un papel vital antes de la observación.
II. Experiencias visuales que no están determinadas por las imágenes formadas en la
retina
Dos observadores normales que vean el mismo objeto desde el mismo lugar en las mismas
circunstancias físicas no tienen necesariamente idénticas experiencias visuales, aunque las
imágenes que se produzcan en sus respectivas retinas sean prácticamente idénticas.
Figura 2
La imagen de la Figura 1 se puede ver como una escalera en la que resulta visible la superficie
superior de los escalones. Pero también se puede ver como una escalera en la que resultan visibles
la superficie inferior de los escalones.
Los resultados de los experimentos realizados con miembros de varias tribus africanas, cuyas
culturas no incluyen la costumbre de dibujar objetos tridimensionales mediante dibujos
bidimensionales con perspectiva, indican que los miembros de estas tribus consideran que la figura
3 es una disposición bidimensional de líneas.
Se puede dar ejemplos de la práctica científica que ilustran la misma cuestión. Lo que ven los
observadores, las experiencias subjetivas que tienen cuando ven un objeto, no está determinado por
las imágenes formadas en sus retinas sino que depende también de la experiencia, el conocimiento,
las expectativas y el estado interno en general del observador.
Es necesario aprender a ver de un modo experto a través de un telescopio o de un microscopio. Las
reservas que mantenían los rivales de Galileo acerca de la aceptación de fenómenos tales como las
lunas de Júpiter, debieron resultar en parte no de los prejuicios sino de las dificultades para “ver” a
través de telescopios muy rudimentarios.
Los observadores que ven la mima escena desde el mismo lugar ven las misma cosa, pero
interpretan de diferente modo lo que ven.
Los inductivistas ingenuos y los empiristas suponen que hay una correspondencia unívoca entre las
imágenes de nuestras retinas y las experiencias subjetivas que tenemos cuando vemos.
Lo que vemos está causado, además de la imagen que se forma en nuestras retinas, por el estado
interno de nuestras mentes.
(Para Chalmers existe un solo y único mundo físico independiente de los observadores. Pero de eso
no se sigue que tengan experiencias perceptivas idénticas. Hay un sentido muy importante en el
que no ven la misma cosa, y en él se basa la crítica que realiza de la postura inductivista).