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Eduardo Vázquez

POSITIVISMO

Ficha de Cátedra
2008

I. MARCO HISTÓRICO1
La Sociología se constituye a mediados del siglo XIX.
Hay un punto de ruptura, una bisagra entre el pensamiento medieval y el pensamiento
moderno, que se puede ubicar en el Renacimiento (fines del Siglo XV y primera mitad del
Siglo XVI).
La primera de las ciencias sociales que se constituye es la Teoría Política, con Nicolás
Maquiavelo. En esa época la constitución de los Estados centralizados de Europa
Occidental cataliza una reflexión sobre la organización del poder.
El segundo movimiento es la Economía Política, a fines del Siglo XVIII. Es el momento de
la Revolución Industrial y la consolidación del Capitalismo moderno. Sus figuras
destacadas son William Petty, Adam Smith y David Ricardo.
El tercer movimiento, o tercer campo de conocimiento que se constituye es la Sociología,
estimulada por las consecuencias sociales de la Revolución Industrial. Nace como “ciencia
de la crisis”. Desde sus orígenes está ligada a los objetivos de estabilidad social de las
clases dominantes. Es una ideología del orden.
La Ciencia Social, para la mentalidad del Siglo XIX, debe ser construida a imagen y
semejanza de las ciencias de la naturaleza. Debía constituirse positivamente. Sería una
rama de la ciencia general de la vida, autónoma, con su propio objeto, pero integrada a
ellas por idéntica actitud metodológica.
Para los positivistas la sociedad es un organismo. Claude Henry de Saint-Simon (1760 –
1825) ya habla de una “fisiología social” o de una física social. La Sociología Positivista
encuentra su método en el de la Biología. Durkheim escribe Las reglas del método

1
Adaptado de J. C. Portantiero: La sociología clásica: Durkheim y Weber. Estudio preliminar, Buenos Aires,
CEAL. 1990.
sociológico (1895) tomando como modelo la Introducción al estudio de la medicina
experimental (1865) de Claude Bernard.
El origen de la Sociología se confunde con el origen del pensamiento positivista. El
positivismo debe entenderse al menos en dos sentidos:
1) Exigencia de estudiar a la sociedad como se estudia a la Naturaleza;
2) Reacción contra el negativismo de la filosofía racionalista de la Ilustración,
precursora de la Revolución Francesa.
Para la Sociología positivista la dinámica social puede incluir proceso de cambio, pero
ellos deben estar incluidos dentro del orden.
Todo conflicto que tendiera a destruir radicalmente el orden debía ser prevenido y
combatido, lo mismo que la enfermedad en el organismo.
Los padres fundadores de la Sociología positivista recuperaron la reacción anti iluminista a
la Revolución Francesa, especialmente las obras de Louis de Bonald (1754 – 1850) y
Joseph de Maistre (1754 – 1821). Es un pensamiento reaccionario. Si en sus orígenes el
Positivismo discute con la Ilustración, en su madurez (Durkheim) ensayará una
“refutación” del marxismo.
Augusto Comte (1798-1857) es el fundador de la Sociología. En un principio había
llamado a su disciplina “Física Social”. Su intención es asimilar el estudio de los
fenómenos sociales a las perspectivas de las Ciencias Sociales.
Esta “Física Social” haría ascender al estudio de la Sociedad a la tercera etapa por la que
tienen que pasar todas las disciplinas: la positiva, culminación de los dos momentos
anteriores del espíritu humano, el teológico y el metafísico.

II. EL “CURSO DE FILOSOFÍA POSITIVA” (1830 – 1842)2


El Curso fue escrito para servir de guión a las clases de Comte. Son 72 en total; reducidas
a 60 para su publicación. Se encuentran allí las dos ideas básicas de la Filosofía Positiva:
1) la organización de las ciencias;
2) la reorganización de la sociedad de una manera científica partiendo de los resultados
de una sociología, al fin positiva.

Primera lección

Se enuncia la Ley de los tres estados como


una ley de la evolución humana.

El individuo y la humanidad pasa por tres fases diferentes, tres métodos de filosofar que se
excluyen mutuamente:
1) estado teológico o ficticio;
2) estado metafísico o abstracto;
3) estado positivo o científico

• Se renuncia a conocer el absoluto.


• Toda explicación se reduce a los hechos y a relaciones necesarias entre hechos (leyes).
• Para completar el estado positivo hacen falta dos cosas por hacer:
1) constituir la Física Social o Sociología;
2) Jerarquizar el conjunto de las Ciencias
2
Adaptado de José Manuel Revuelta: Prólogo a Curso de Filosofía Positiva, Barcelona, Ed. Folio, 1999.
• Las aplicaciones del positivismo son:
1) buscar las leyes del espíritu humano
2) reformar la educación;
3) perfeccionar las ciencias especializadas
4) REORGANIZAR A LA SOCIEDAD

Segunda lección
Trata la clasificación racional de las ciencias.
En esta clasificación se debe tener en cuenta:
1) orden histórico: cómo se han formado de hecho;
2) orden dogmático: dependencia lógica de sus datos.

Clasificación o jerarquía de las Ciencias


1. Matemática  abstracta (álgebra)
 concreta (geometría)

2. Física Celeste o Astronomía


CIENCIAS DE LOS
CUERPOS BRUTOS 3. Física Terrestre o Física Mecánica

4. Química o Físico- química

CIENCIAS DE 5. Física orgánica o fisiología


LOS CUERPOS
ORGANIZADOS 6. Física Social o Sociología

El Curso de Filosofía Positiva es el libro teórico por excelencia del Positivismo. Otras
ideas que desarrolla Comte son:
• El tercer estado se basa en lo real
• Queda cerrado para las ciencias el progreso indefinido
• La filosofía positiva solucionará la crisis de la sociedad
• El Positivismo cierra un círculo muy grande en la evolución de la humanidad

Hay tres corrientes de pensamiento contemporáneas del Positivismo:


1) Romanticismo
2) Idealismo alemán
3) Socialismo
Comte polemiza o toma distancia de las tres. Al idealismo lo acusa de “metafísico”;
ataca especialmente la idea de un Espíritu universal de Hegel. Del Socialismo critica su
“negativismo”, heredero de la Revolución Francesa. En cuanto al Romanticismo, es un
movimiento muy complejo, que no se puede considerar estrictamente “científico” tal como
entendemos hoy este término.
El orden es el principio; el progreso es el objetivo.
Hay que crear una ciencia positiva sin restos de metafísica.

Nota biográfica
Augusto Comte nació en Montpellier en 1798. Estudió Matemática. Fue expulsado de la
Escuela Politécnica por republicano; entonces volvió a Montpellier y estudió medicina.
Fue colaborador de Saint-Simon y participó en la redacción del “Catecismo político de los
industriales”.
Después de los cuarenta años sufre delirios místicos y comienza a escribir “Sistema de
política positiva instituyendo la Religión de la Humanidad” (1851-54).
Termina sus días en medio de fantasías persecutorias, ayudado por Stuart Mill, Littré y
otros amigos positivistas.

III. DISCURSO SOBRE EL ESPÍRITU POSITIVO3

El rechazo de la metafísica, como rasgo negativo, y la exigencia de atenerse a los hechos,


como rasgo positivo son las ideas básicas de la filosofía positivista. Son, de alguna manera,
parte del “espíritu de la época”. Tras la muerte de Hegel, en 1831, se acentúa la
declinación del idealismo. Al mismo tiempo se estaba produciendo un progreso
espectacular de las ciencias físicas y naturales.
Comte entiende a la palabra “positivo” según las siguientes acepciones:
1. Lo real, por oposición a lo quimérico;
2. Lo útil, por contraste con lo inútil;
3. La certeza, opuesta a la indecisión;
4. Lo preciso, frente a lo vago;
5. Lo positivo, contra lo negativo (crítico, disolvente);
6. Lo relativo, en sustitución de lo absoluto.

Postulados del saber positivo

1. La exigencia de realidad

Es la regla fundamental. Lo asequible a la inteligencia son los hechos.


¿Qué son los hechos?: cosas o acontecimientos accesibles a la observación. Fenómenos u
objetos de la experiencia.
1. a. El positivismo es un empirismo. Rechaza toda elaboración a priori o puramente
racional de conocimientos. En suma, en lenguaje positivista, toda metafísica.
1. b. El positivismo es un naturalismo. El modelo de conocimiento lo proporciona la
ciencia natural.
1. c. En un tercer sentido, el positivismo es un realismo, contra el idealismo. La
realidad como algo distinto y exterior al yo.

3
Adaptado de Antonio Rodríguez Huéscar: Prólogo a Discurso sobre el “espíritu positivo” de Augusto
Comte, Barcelona. Ed. Folio, 1999.
Comte hace una interpretación estrecha de los hechos y de la realidad. Desconoció que lo
que él entendía por hechos son ya interpretaciones de la inmediata realidad, y no ésta
misma.
De este modo, pensando huir de lo abstracto y arraigar en lo concreto, incurría sin
advertirlo en una nueva forma de abstracción.

2. Destino práctico del conocimiento

El segundo carácter del saber positivo es la utilidad. Los cometidos de la ciencia son el
mejoramiento del ser humano y el progreso.
Lo que desde el punto de vista de la estructura del saber es un naturalismo, desde el punto
de vista de la finalidad es un humanismo.

3. Utopismo

Comte imaginaba una humanidad futura en la que reinara la armonía y la comunión


espiritual.

4. Sentido histórico

Para Comte la Ciencia sólo se comprende plenamente dentro de una concepción general
de la historia, porque no es otra cosa que la manifestación intelectual del espíritu positivo,
y éste, a su vez, representa el estadio terminal en el desarrollo evolutivo de la humanidad.
Pero en este punto aparece, “como por arte de magia”, un nuevo absoluto: el Progreso.
Se le critica a Comte haber establecido el dogma del progreso. El saber positivo se declara
tributario del conocimiento científico–natural pero es un saber histórico.
Es un intento de comprensión sistemática de la Historia, incluida en ella la Ciencia misma.
La forma concreta de ese intento es la ley de los tres estadios.
EMILE DURKHEIM
LAS REGLAS DEL MÉTODO SOCIOLÓGICO

CAPÍTULO I
¿QUÉ ES UN HECHO SOCIAL?

Existe un grupo de fenómenos que se distinguen por caracteres bien definidos de aquellos que
estudian las demás ciencias de la Naturaleza.
Hay una realidad objetiva que yo no he inventado, sino que la he recibido por la educación. Las
creencias y prácticas religiosas tienen vida independiente; lo mismo pasa con el sistema de signos
que usamos para expresarnos, con el sistema de moneda y crédito que utilizamos; las reglas del
derecho, las convenciones en la vestimenta presentan la importante propiedad de existir con
independencia de las conciencias individuales.
Son maneras de obrar, de pensar y de sentir, exteriores al individuo, y que están dotadas de un
poder coactivo. Consisten en representaciones y en acciones que no tienen vida en la conciencia
individual; se les ha de dar y reservar la calificación de sociales.
Somos víctimas de la ilusión de que los hemos elaborado nosotros mismos lo que se nos impone
desde fuera. Pero el aire no deja de ser pesado porque no sintamos su peso.
Para confirmar con una experiencia característica esta definición del hecho social, basta observar la
manera como son educados los niños.
No se debe confundir estos hechos sociales con lo que se puede llamar sus encarnaciones
individuales, privadas. La cantidad de nacimientos, de matrimonios o de suicidios que ocurren en
una sociedad expresan un determinado estado del alma colectiva.
Las manifestaciones individuales dependen de las circunstancias individuales, son socio- psíquicas.
Los hechos sociales son generales porque son colectivos; si algo se repite en todos o casi todos los
individuos de una sociedad es porque se les impone.
Un hecho social se reconoce por:
 El poder de coerción externa que ejerce sobre los individuos
 La existencia de alguna sanción por su incumplimiento
 Por la difusión que tiene al interior del grupo
 Porque existe con independencia de las formas individuales que toma al difundirse.

Algunos hechos sociales son maneras de hacer; son de orden fisiológico. Otros son maneras de
ser colectivas; es decir hechos de orden anatómico o morfológico. Las maneras de ser son maneras
de hacer consolidadas: el tipo de vivienda que se nos impone es el resultado de la forma de
construir casas que viene de generaciones anteriores.

Hecho social es toda manera de hacer, fijada o no, susceptible de ejercer sobre el individuo
una coacción exterior; es general en el conjunto de una sociedad, conservando una existencia
propia, independiente de sus manifestaciones individuales.

CAPÍTULO II
REGLAS RELATIVAS A LA OBSERVACIÓN DE LOS HECHOS SOCIALES

La primera regla y la más fundamental es el considerar los hechos sociales como cosas.
I
El hombre no puede vivir en medio de las cosas sin formular sus ideas sobre ellas. Pero tiende a
reemplazar las realidades por estas ideas. Entonces, en lugar de una ciencia de realidades
realizamos un análisis ideológico, que va de las ideas a las cosas y no de las cosas a las ideas.
Este método no puede producir resultados objetivos.
Copérnico ha disipado las ilusiones de nuestros sentidos respecto al movimiento de los astros.
En el origen de la ciencia está la satisfacción de necesidades vitales y por eso se encuentra
orientada a la práctica. Por eso hay una serie de nociones vulgares o prenociones que Bacon llamó
ídola.
Esto ocurre en las ciencias naturales y en la sociología. Los hombres tienen ideas precientíficas
acerca del derecho, la moral, la familia y el Estado. Son representaciones esquemáticas y sumarias.
Constituyen prenociones que nos sirven para los usos corrientes de la vida.

“Es verdad que Comte ha proclamado que los fenómenos sociales


son hechos naturales, sometidos a las leyes naturales. Comte
reconoció, pues, y de manera implícita su carácter de cosas, pues
sólo hay cosas en la Naturaleza. Pero cuando abandonando estas
generalidades filosóficas, intenta aplicar su principio y hacer
emerger de él la ciencia que contiene, toma a las ideas como
objetos de estudio.
En efecto, lo que constituye la principal materia de su sociología,
es el progreso de la Humanidad en el tiempo. Comte parte de la
idea de que la evolución del género humano es continua, y
consiste en una realización siempre más completa de la
naturaleza humana; el problema que le preocupa es el de
encontrar el orden de esta evolución.
[...] se trata tanto de una concepción subjetiva, que en realidad
este progreso de la Humanidad no existe. Lo que existe, lo único
al alcance de la observación, son las sociedades particulares, que
nacen, se desarrollan y desaparecen con independencia mutua.”
[...] “Spencer rechaza tal concepción, pero es para reemplazarla
con otra que ha formado de la misma manera. Este autor hace a
las sociedades y no a la Humanidad, el objeto de la ciencia; pero
acto continuo define a las primeras de una manera tal que hace
evaporar la cosa de la que habla, para poner en su lugar la
prenoción que de ella se ha forjado.”

En este pasaje Durkheim parece reprochar a Comte y Spencer no haber sido consecuentemente
positivistas: enuncian como una cosa lo que no es más que un punto de vista del espíritu. Lo que se
define no es la sociedad sino la idea que de ella tiene Spencer.
Según Durkheim, lo mismo sucede en economía. La materia de la economía política no está
integrada por realidades que puedan “señalarse con el dedo” sino por simples posibilidades, por
meras concepciones del espíritu.
Por ejemplo, la ley de la oferta y la demanda no ha sido establecida jamás inductivamente, como
expresión de la realidad económica. Y lo mismo puede decirse de todas las leyes que la escuela
económica ortodoxa califica de naturales.
Estas leyes no pueden calificarse de naturales, si se entiende por ley natural toda manera de obrar
de la Naturaleza, comprobado inductivamente. Estas leyes no son más que consejos prácticos, y si
se ha podido presentarlos como la expresión de la realidad es porque, con razón o sin ella, se ha
llegado a suponer que estos consejos eran efectivamente seguidos por la generalidad de los
hombres en la generalidad de los casos.

Los fenómenos sociales son cosas y deben ser tratados como tales. Es cosa todo lo que es dado,
todo lo que se ofrece, o mejor, lo que se impone a la observación. Tratar los fenómenos como
cosas, es tratarlos como datos que constituyen el punto de partida de la ciencia.
Es posible que la vida social no sea más que el desarrollo de determinadas nociones, pero sólo
remontándonos a sus fuentes sabremos de dónde provienen.
Es preciso considerar los fenómenos sociales en sí mismos, desligados de los sujetos conscientes
que se los representan: es preciso estudiarlos como cosas exteriores, pues con este carácter se
presentan a nuestra consideración.

Es preciso que la sociología pase del estadio subjetivo en que todavía se mantiene, según
Durkheim, al objetivo.

¿QUÉ ES ESA COSA LLAMADA


CIENCIA?
Alan Chalmers

Introducción
Chalmers parte de una inscripción que leyó una vez en la fachada de la Social Science
Research de la Universidad de Chicago: “Si no puedes medir, tu conocimiento es escaso e
insatisfactorio”. Manifiesta su desacuerdo con esta afirmación y anuncia que en su libro se
propone cuestionar las concepciones empiristas e inductivistas de la ciencia.
Para el autor, las modernas tendencias de la filosofía de la ciencia señalan las dificultades
asociadas a la idea de que la ciencia se basa en un seguro fundamento adquirido gracias a
la observación y a la experimentación y a cierto tipo de procedimiento inferencial que nos
permite derivar teorías científicas de semejante base, de una manera fiable.
Una de las reacciones a las diversas formas del empirismo ha sido renunciar
completamente a la idea de que la ciencia es una actividad racional. Tal es la posición de
Paul Feyerabend (a quien Chalmers caracteriza como “filósofo e histrión”), en su obra
“Against Method: outline of an anarchistic theory of knowledge”.
Francis Bacon, a comienzos del siglo XVII, sostuvo que la ciencia recoge hechos a través
de la observación organizada y deriva de ellos teorías. De esta manera sentó las bases del
empirismo. El positivismo lógico es una forma extrema de empirismo, que floreció en el
siglo XX. Su influencia fue muy grande, a pesar de que ya en 1934 Karl Popper en Viena y
Gastón Bachelard en Francia ponían en tela de juicio los fundamentos del positivismo
lógico y del empirismo en general.

1 El inductivismo: la ciencia como conocimiento derivado de los


hechos de la experiencia
I. Una opinión de sentido común ampliamente compartida sobre la ciencia
Bacon y otros filósofos del Siglo XVII decían que para comprender a la Naturaleza no
servían los escritos de Aristóteles ni la Biblia. Había que basarse en hechos.

II. El inductivismo ingenuo


Según el inductivista ingenuo la ciencia comienza con la observación, la utilización de los
sentidos.
Los enunciados observacionales son la base de leyes y teorías que constituyen el
conocimiento científico.
Los enunciados singulares se refieren a hechos singulares. Los enunciados generales se
refieren a algún aspecto del universo. Los enunciados universales constituyen las leyes o
teorías científicas.
El inductivismo sostiene que es lícito generalizar una ley universal a partir de un número
de observaciones, bajo las siguientes condiciones:
1) Número grande de observaciones;
2) Variedad amplia de condiciones de observación;
3) No debe haber contradicción entre enunciados y la ley general derivada.
El razonamiento inductivo opera de lo singular a lo universal.

III. Lógica y razonamiento deductivo


Las leyes y teorías universales sirven para sacar consecuencias, es decir: explicaciones y
predicciones. La deducción actúa como fuente de enunciados verdaderos porque va de lo
general a lo particular. Deriva unos enunciados de otros enunciados. Si el razonamiento
deductivo es válido la verdad de los enunciados iniciales (premisas) garantiza la verdad de
las consecuencias lógicas de ese razonamiento (conclusión). En el razonamiento inductivo
esto no es así, porque la inducción va de lo particular a lo general.

IV. La predicción y la explicación en el inductivismo

Leyes y teorías

Inducción Deducción

Figura 1

Hechos adquiridos a Predicciones


través de la observación y explicaciones

A partir de las leyes y teorías y de ciertas condiciones iniciales puedo explicar fenómenos
y hacer predicciones.
La descripción de situaciones experimentales son ejemplos típicos de condiciones iniciales.

1) Leyes y teorías
2) Condiciones iniciales
___________________________
3) Predicciones y explicaciones

V. El encanto del inductivismo ingenuo


• Proporciona una explicación de algunas de las impresiones populares sobre el carácter de la
ciencia, su poder explicativo y predictivo, su objetividad y su fiabilidad;
• Se admite que tanto la observación como el razonamiento inductivo son objetivos en sí
mismos;
• No se permite ningún elemento personal, subjetivo;
• Los enunciados observacionales son seguros y fiables porque su verdad proviene del uso de
los sentidos;

(Sin embargo, según Chalmers, la concepción inductivista ingenua de la ciencia es muy


errónea).

2. El problema de la inducción
I. ¿Se puede justificar el principio de inducción?
Según el inductivismo ingenuo la ciencia comienza con la observación.
La observación proporciona una base segura sobre la que se puede construir el
conocimiento científico.
El conocimiento científico se deriva, mediante la inducción, de los enunciados
observacionales.
El principio de inducción no se puede justificar apelando a la lógica (como sí ocurre con
las argumentaciones deductivas).
¿Cómo justificar, entonces, el principio de inducción?
Se puede apelar a la experiencia: “Se ha observado que la inducción funciona en un gran
número de ocasiones”.
La anterior justificación es inaceptable, como ya demostró David Hume a mediados del
Siglo XVIII: es circular ya que emplea una argumentación inductiva cuya validez se
supone que necesita justificación.
No podemos utilizar la inducción para justificar la inducción.
Además de su circularidad el inductivismo tiene otros problemas: la vaguedad y
equivocidad de sus premisas:
¿Cuántas observaciones constituyen un gran número?
¿Qué se ha de considerar como variación significativa de las circunstancias?
Las variaciones que son significativas se distinguen de las que son superfluas apelando a
nuestro conocimiento teórico de la situación y de los mecanismos físicos que intervienen.
Pero admitir esto es admitir que la teoría desempeña un papel vital antes de la observación.

II. La retirada a la probabilidad


Los inductivistas argumentan que si las generalizaciones a las que se ha llegado mediante
inducciones lícitas no son perfectamente verdaderas, son probablemente verdaderas.
Pero el grado de probabilidad no se puede inferir del número de observaciones. O, dicho de
otro modo, la mayor cantidad de observaciones no aumenta el grado de probabilidad de un
enunciado. El número de observaciones será siempre incomparablemente pequeño respecto
de infinito, que es el número necesario para generalizar una afirmación de carácter
inductivo.
Un intento de salvar al inductivismo es atribuir probabilidad a afirmaciones y predicciones
individuales y renunciar a atribuir probabilidades a las teorías y leyes científicas.
Pero uno de los fines de la ciencia es producir conocimiento generalizable, no de casos
individuales.
Hay otro sentido de la probabilidad que es la probabilidad estadística; pero esta
probabilidad intuitiva aumentará de modo significativo si se dispone de una teoría
plausible y bien fundada que implique alguna conexión causal entre dos hechos. Por
ejemplo el fumar y el cáncer de pulmón.
Luego, una vez más la teoría está por delante de las observaciones individuales.

III. Posibles respuestas al problema de la inducción


La primera es la del escéptico. El primero que la enunció fue Hume. No se puede justificar
la inducción apelando a la lógica o a la experiencia. La consecuencia de esto es que no se
puede justificar la ciencia de un modo racional. Las creencias en leyes y teorías son hábitos
psicológicos que adquirimos como resultados de observaciones repetidas.
Una segunda respuesta es que el principio de inducción se basa en lo evidente. (Argumenta
Chalmers que lo que consideramos evidente depende de nuestra educación, nuestros
prejuicios y nuestra cultura).
Una tercera respuesta es la negación de que la ciencia se basa en la inducción. Esto es lo
que intentan los falsacionistas, y principalmente Karl Popper.

3. La observación depende de la teoría


En este capítulo se desarrolla una objeción más seria a los supuestos inductivistas sobre el estatus y
el papel desempeñado por la propia observación.
Hay dos supuestos importantes:
la ciencia comienza con la observación
la observación proporciona una base segura a partir de la cual se puede derivar el
conocimiento.

I. Una concepción popular de la observación


El sentido común sostiene que dos observadores que vean el mismo objeto o escena desde el
mismo lugar “verán” lo mismo. Una información similar viajará al cerebro de cada
observador a través de sus nervios ópticos normales, dando como resultado que los dos
observadores “vean” lo mismo.
(Chalmers anuncia que atacará estas dos afirmaciones).

II. Experiencias visuales que no están determinadas por las imágenes formadas en la
retina
Dos observadores normales que vean el mismo objeto desde el mismo lugar en las mismas
circunstancias físicas no tienen necesariamente idénticas experiencias visuales, aunque las
imágenes que se produzcan en sus respectivas retinas sean prácticamente idénticas.

Figura 2
La imagen de la Figura 1 se puede ver como una escalera en la que resulta visible la superficie
superior de los escalones. Pero también se puede ver como una escalera en la que resultan visibles
la superficie inferior de los escalones.
Los resultados de los experimentos realizados con miembros de varias tribus africanas, cuyas
culturas no incluyen la costumbre de dibujar objetos tridimensionales mediante dibujos
bidimensionales con perspectiva, indican que los miembros de estas tribus consideran que la figura
3 es una disposición bidimensional de líneas.
Se puede dar ejemplos de la práctica científica que ilustran la misma cuestión. Lo que ven los
observadores, las experiencias subjetivas que tienen cuando ven un objeto, no está determinado por
las imágenes formadas en sus retinas sino que depende también de la experiencia, el conocimiento,
las expectativas y el estado interno en general del observador.
Es necesario aprender a ver de un modo experto a través de un telescopio o de un microscopio. Las
reservas que mantenían los rivales de Galileo acerca de la aceptación de fenómenos tales como las
lunas de Júpiter, debieron resultar en parte no de los prejuicios sino de las dificultades para “ver” a
través de telescopios muy rudimentarios.
Los observadores que ven la mima escena desde el mismo lugar ven las misma cosa, pero
interpretan de diferente modo lo que ven.
Los inductivistas ingenuos y los empiristas suponen que hay una correspondencia unívoca entre las
imágenes de nuestras retinas y las experiencias subjetivas que tenemos cuando vemos.
Lo que vemos está causado, además de la imagen que se forma en nuestras retinas, por el estado
interno de nuestras mentes.
(Para Chalmers existe un solo y único mundo físico independiente de los observadores. Pero de eso
no se sigue que tengan experiencias perceptivas idénticas. Hay un sentido muy importante en el
que no ven la misma cosa, y en él se basa la crítica que realiza de la postura inductivista).

III. Los enunciados observacionales presuponen la teoría


Según la concepción inductivista se derivan enunciados universales a partir de enunciados
singulares mediante la inducción.
Los enunciados observacionales se deben realizar en el lenguaje de alguna teoría, por vaga
que sea, y serán tan precisos como lo sea el marco conceptual o teórico que utilicen.
En este sentido, las teorías preceden a la observación.
Por otra parte, los enunciados observacionales son tan falibles como las teorías que
presuponen. Kepler escribió en un cuaderno el resultado de una observación hecha con un
telescopio galileano: “Marte es cuadrado y de un intenso color”.
La ciencia no comienza con los enunciados observacionales, porque una teoría de algún
tipo precede siempre a todos los enunciados observacionales, y los enunciados
observacionales no constituyen una base firme sobre la que pueda descansar el
conocimiento científico, porque son falibles.

IV. La teoría guía la observación y la experimentación


Cuando Heinrich Hertz efectuó, en 1888, el experimento eléctrico que le permitió producir
y detectar las ondas de radio por primera vez. Estaba comprobando la teoría
electromagnética de Maxwell para ver si podía producir las ondas de radio predichas por la
teoría.
Las observaciones y los experimentos se efectúan para comprobar o aclarar alguna teoría.
Pero, a su vez, las teorías son falibles e incompletas. La guía que nos ofrecen las teorías
para observar puede ser engañosa, y pueden hacer que se pasen por alto algunos factores
importantes.
Hertz midió incorrectamente la velocidad de las ondas de radio que había conseguido
producir porque no tuvo en cuenta que las mismas ondas se reflejaban en las paredes de su
laboratorio e interferían en las mediciones. Hertz no tuvo en cuenta ese detalle.
Las teorías pueden ser concebidas antes de hacer las observaciones necesarias para
comprobarlas. Un ejemplo de esto son las leyes del movimiento planetario de Kepler.
Los inductivistas se paran entre modo de descubrimiento y el modo de justificación y de
esa forma eluden las críticas a la afirmación de que la ciencia comienza con la observación.
(Chalmers sostiene que “es esencial entender la ciencia como un conjunto de
conocimiento que se desarrollan históricamente y que sólo se puede apreciar
correctamente una teoría si se presta la debida atención a su contexto histórico”).

4. Introducción del falsacionismo


El falsacionista admite francamente que la observación es guiada por la teoría y la
presupone. Las teorías se construyen para solucionar los problemas y explicar
comportamientos.
Las teorías deben ser puestas a prueba y si no superan las pruebas experimentales deben
ser eliminadas y reemplazadas.
La ciencia progresa gracias al ensayo y al error, a las conjeturas y refutaciones. Nunca se
puede decir que una teoría es verdadera sino que es la mejor disponible.

I. Una cuestión lógica que apoya al falsacionista


La falsedad de enunciados universales se puede deducir de enunciados singulares
adecuados. El falsacionista explota al máximo esta cuestión lógica.
Premisa: En el lugar X y en el momento T se observó un cuervo que no era negro.
Conclusión: No todos los cuervos son negros.

II. La falsabilidad como criterio de teorías


Para formar parte de la ciencia, una hipótesis debe ser falsable. Una hipótesis es falsable si
existe un enunciado observacional o conjunto de enunciados observacionales lógicamente
posibles que sean incompatibles con ella.
Por ejemplo, las leyes de Kepler tienen contenido informativo y son falsables solamente
porque hacen afirmaciones definidas acerca de las órbitas de los planetas.
Para que una teoría posea un contenido informativo, ha de correr el riesgo de ser
falsada.

III. Grado de falsabilidad, claridad y precisión


Una buena teoría o ley científica es falsable justamente porque hace afirmaciones definidas
acerca del mundo.
Las teorías sumamente falsables se deben preferir a las menos falsables, siempre que no
hayan sido falsadas de hecho.
Aprendemos de nuestros errores. La ciencia progresa mediante el ensayo y el error.
Como la ciencia aspira a lograr teorías con un gran contenido informativo, los
falsacionistas dan la bienvenida a conjeturas audaces, las especulaciones temerarias,
siempre que sean falsables.
Esta actitud de “a vida o muerte” choca con la precaución recomendada por el inductivista
ingenuo.
La exigencia de que las teorías sean sumamente falsables tiene la atractiva consecuencia de
que las teorías sean establecidas y precisadas con claridad.

IV. Falsacionismo y progreso


Para el falsacionista la ciencia comienza con problemas. Los científicos proponen hipótesis
falsables como soluciones al problema.
Nunca se puede decir de una teoría que es verdadera, por muy bien que haya superado
pruebas rigurosas, pero afortunadamente se puede decir que una teoría actual es superior a
sus predecesoras en el sentido de que es capaz de superar pruebas que falsaron a sus
predecesoras.
Las observaciones son siempre problemáticas a la luz de alguna teoría. La ciencia no
comienza con la pura observación.
El progreso de la física desde Aristóteles a Einstein, pasando por Newton proporciona un
ejemplo. La física aristotélica tenía éxito en cierta medida. Podía explicar gran variedad de
fenómenos. Pero no podía explicar fenómenos como el movimiento de los satélites de los
planetas (que no giraban alrededor de la Tierra). Durante el siglo XVII se encontraron
muchos hechos que falsaban la física aristotélica. Mientras tanto se creó la física
newtoniana, a partir de las conjeturas de Galileo y Newton, que es superior a la aristotélica
porque no es falsada por esas observaciones.
A finales del Siglo XIX algunos descubrimientos falsaron la física newtoniana, lo que llevó
a Einstein a enunciar la teoría de la relatividad.

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