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Prof.

Natalia Souto Liceo nº1 26 Líber


Falco
Guía de estudio para el poema “Al lector” de Charles
Baudelaire

“El libro debe ser juzgado en su conjunto, y entonces surge una terrible moralidad (…) Podría hacer una
biblioteca de libros modernos no perseguidos y que no respiran como el mío, el horror del mal (…) A una
blasfemia opondré impulsos hacia el cielo, a una obscenidad flores platónicas. Desde el comienzo de la poesía,
todos los volúmenes de poesía están hechos así. Pero era imposible hacer de otra manera un libro destinado a
representar la agitación del espíritu del mal”

Charles Baudelaire Notas y documentos para mi abogado

El hecho de un prefacio, dedicado al lector, advierte ya sobre una característica fundamental de Las Flores del
Mal: este es un libro estructurado y destinado; no un simple conjunto de poemas, sino una obra meditada que
se abre con este prefacio, que se cerrará con un epílogo, y que desarrollará un itinerario.

Es este prólogo, un punto de partida. La obra toma impulso, se apoya para su posterior despliegue, en una
visión moral del hombre. Su primer verso es la enumeración de los pecados, que el poeta no trata como
abstracciones, sino por el contrario, resumiendo una tradición cristiana de matriz medieval, infundiéndoles una
agobiante materialidad, haciéndole ocupar los espíritus, trabajar los cuerpos. El fondo, la constitución, la trampa
del hombre es el pecado. Ambigüedad formal que es reflejo de una ambigüedad moral que será veta inagotable
de toda la obra: el placer en el pecado. Ambigüedad metafísica del mal y la tentación que fascinan, encantan y
pierden. A lo que Baudelaire llama, alegría al descender, él dirá “hay en todo hombre, a toda hora, dos
postulaciones simultáneas, una hacia Dios, otra hacia Satán. La invocación a Dios, o espiritualidad, es un deseo
de subir de grado; la de Satán, animalidad es una alegría de descender”.

La trama pecadora constituyente del hombre es maleada, gobernada por Satán. La presencia del demonio en la
poesía de Baudelaire no es una abstracción sino una de vigorosa: leemos en un proyecto de prefacio a Las flores
del mal: “El Diablo. El pecado original… Es más difícil amar a Dios que creer en él. Al contario, es más difícil para
la gente de este siglo creer en el Diablo que amarle. Todo el mundo lo siente y nadie cree en él. Sublime sutileza
del diablo”. Se opone una fuerza: la voluntad. La voluntad que es tan acomodaticia que se evapora como el
propio Yo, en manos del titiritero del mal, nos colocamos pasivamente como muñecos que siguen los hilos que
nos mueven.

Líneas de análisis del poema

Título

El poema emblemático del francés Charles Baudelaire, es introductorio a su libro “Las flores del mal”, (1857).
Emblemáticamente, el texto se abre con la referencia concreta de su destinatario: Al lector, al que toma estas
páginas en sus manos y que comparte, al igual que todos los seres humanos (incluído el autor), los mismos
valores y vicios. El contenido de este poema por tanto, estará directamente vinculado con un nosotros.
Recuerda, dicha reminiscencia, al poeta uruguayo conocido como Conde de Lautreamont, el cual en sus célebres
Cantos de Maldoror, introducción, utiliza la apelación e increpación al que recién se aventura en la lectura. 1
1
“Plegue al cielo que el lector, enardecido y momentáneamente feroz como lo que lee, halle, sin desorientarse,su abrupto y salvaje
sendero por entre las desoladas ciénagas de estas páginas sombrías y llenas de veneno; pues, a menos que ponga en su lectura una lógica
rigurosa y una tensión de espíritu igual, como mínimo, a su desconfianza, las emanaciones mortales de este libro embeberán su alma
como azúcar en agua. No es bueno que todo el mundo lea las páginas que siguen; sólo algunos saborearán sin peligro ese fruto amargo.
Por lo tanto, alma tímida, antes de adentrarte más por semejantes landas inexploradas, dirige hacia atrás tus pasos y no hacia delante.
Escucha bien lo que te digo: dirige hacia atrás tus pasos y no hacia adelante, como la mirada de un hijo se aparta, respetuosamente, de la
contemplación augusta de la faz materna…” Lautreamont, Conde, Los cantos de Maldoror.
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Temática

El autor maneja una temática novedosa, valiéndose de imágenes y símbolos propios del contexto cultural e
histórico en el que surge. La temática tabú, censurada hasta entonces, sale a la luz a partir del ingenio del poeta.

Constituye la temática central del mismo la esencia misma del ser humano desde la hipocresía y ocultamiento
de su verdadera identidad y ser. La unión inexorable entre el hombre-mal-tedio, también aparecen en el poema
como temas fundamentales.

Primera estrofa

La estupidez, el error, el pecado, la angurria


ocupan nuestras almas, trabajan nuestros cuerpos,
y alimentamos nuestros blandos remordimientos,
como los pordioseros nutren a sus gusanos.

La primera estrofa presenta con mucha fuerza y sin temor una enumeración ascendente de elementos que son
inherentes al ser humano, y consecuentes uno con otro. La estupidez humana, la debilidad presente en la
condición misma nos conducen a cometer errores, los cuales se traducen en pecados, los cuales no se sacian.
Recordemos que la angurria es el deseo vehemente o insaciable, hambre o codicia, con lo cual la enumeración
anterior se constituye como más terrible, puesto que dichos errores no son saciados nunca, e indefectiblemente
nos arrastran en un círculo vicioso eterno. Estamos por lo tanto ante una visión moral del hombre.

Por otra parte estos pecados u errores parecen estar personificados, y parecen ser, contradictoriamente más
fuertes que nosotros mismos: nos ocupan, nos trabajan, es decir nos transforman en seres pasivos, carentes de
voluntad y muy culpables. Nuestra pasividad de espíritu y física es tal, que dejamos ser trabajados, moldeados.
Como consecuencia de nuestros actos, el tema de la culpa cristiana se hace presente. No solamente nos
dejamos oprimir y violentar a conciencia, sino que también generamos remordimientos poco sinceros
(representados en la imagen de “blandos”) e imágenes desagradables y de pasividad. No existe un
arrepentimiento sincero ni duradero. La imagen “blando” nos hace visualizar una entidad que se quiebra con
facilidad y se mancilla, algo inestable que no puede sostener nada, algo que se pierde con facilidad. El sentir del
hombre es insuficiente, la culpa que le han inculcado las instituciones sociales y humanas es insuficiente para
contrarrestar el mal cometido: no hay culpa que pueda suplir el deseo de hacer el mal, de actuar
instintivamente por este.

También, el remordimiento débil y blando, se materializa en la comparación con la forma de alimentar de


“pordioseros nutren a sus gusanos”, con esto el Yo lírico pretende materializar cómo el hombre se deja estar, y
entra en una pasividad física que no controla la situación, de la misma manera que el pordiosero no puede
controlar las alimañas que alimenta, dada su condición de podredumbre y marginalidad. Los gusanos, son
alimañas que refuerzan la imagen de pobreza exterior e interior del ser humano.

Si pensamos la nutrición como una acción positiva, en este caso se encuentra desrealizada, puesto que la
nutrición se asocia a elementos negativos: se podría nutrir el espíritu, las buenas acciones y sin embargo se
nutren los remordimientos en un estado de pasividad que genera hasta poéticamente imágenes nauseabundas.

Segunda estrofa

Nuestros pecados, tercos; nuestro arrepentir, débil;


Con creces nos hacemos pagar las confesiones,
y volvemos alegres al camino fangoso,
creyendo nuestras manchas lavar con viles lloros

El poema continúa caracterizando a nuestros pecados y cualidades, personificándolos nuevamente: estos son
tercos y débiles respectivamente. La terquedad se asocia indefectiblemente con la recurrencia en la caída, es
una imagen de fuerza y persistencia que termina venciendo la voluntad humana, débil como el arrepentimiento.
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En segunda instancia el verso II plantea la idea religiosa de la confesión: la misma como la purificación
acomodaticia de los pecados cometidos y la hipocresía de un ser humano carente de humanidad que vuelve a
cometer los mismos pecados que lo condujeron a ese espacio en primer lugar. La materialización del camino de
vida como fangoso, nos recuerda a un camino desvirtuado experimentado por Dante personaje (Divina Comedia
Canto I) con la diferencia notoria que el mismo se perdía en sus alegóricos pecados (selva) y en este caso el ser
humano camina siempre por un camino inestable, sucio y resbaloso. El camino fangoso, metáfora moderna de la
inestabilidad emocional y moral del humano que lo transita, deja entrever que a cada paso que da, continúa
movilizando la suciedad, la mancha, el pecado. El hombre no se limpia nunca de este, ni se aparta del mismo, e
hipócritamente continúa avanzando “alegremente” por esta vida contaminada e impura.

El agua, purificadora desde su simbología, no logra su cometido y el Yo Lírico es consciente de ello: el hombre
cree que purifica su conciencia, su camino, pero no es así. Las manchas no se lavan metafóricamente con
arrepentimientos parciales ni con llantos viles. Moralmente el autor describe como este ser (humano?!)
encuentra su tranquilidad en la hipocresía, en el arrepentimiento momentáneo.

En síntesis, el hombre camina y cree que lo que hace es suficiente para erradicar sus errores:
contradictoriamente con lo que cree, en el devenir de su camino el mismo sigue transportando las manchas, e
incrementándolas.

Tercera estrofa

En la almohada del mal es Satanás Trismegisto


quien largamente acuna nuestro encantado espíritu,
y el precioso metal de nuestra voluntad
íntegro lo evapora este sabio alquimista .

La tercera estrofa se abre con una imagen de pasividad y descanso: la almohada del mal. La misma puede ser
asociada al sueño, pero también al estado de inconciencia que el mismo genera 2. El hombre, es un ser pasivo
manipulado por el mal. Recordemos que anteriormente el poema nos muestra la inestabilidad característica del
hombre, su falta de fortaleza, firmeza y seguridad. El mal, en este caso, reposa en un elemento cotidiano que se
muestra como inofensivo, y de la misma manera que el ser humano, inerte ante el poder del mal e inofensivo (a
simple vista). Satán, nominado como “Trimegisto”, es decir caracterizado como tres veces más grande,
nominado así por el dios egipcio Thot, se hace presente.

Este personaje es el responsable de “acunar nuestro encantado espíritu” y de evaporar “el precioso metal de
nuestra voluntad”. Con la presentación de Satán, el Yo Lírico pretende demostrar varias cosas: cómo el hombre
desprovisto de culpas no asume su naturaleza humana y su rol, es más fácil quitarnos responsabilidad que
asumirla. Una vez evaporada la voluntad, metafóricamente mediante el juego Satán-alquimista, nada frena el
avance del mal. El hombre tiene una herramienta a su favor y es el deseo de detener el mal, hecho que no frena
por falta de utilización de la misma. Con ello, poco resta por hacer.

El alquimista elimina cualquier resabio que impida concluir su rol, es por ello que el Yo Lírico utiliza las imágenes
de manipulación de elementos alquímicos como son los metales y su posterior evaporación. Recordemos que
los alquimistas3 experimentaron por siglos con metales en pos de conseguir en sus pruebas, transmutaciones de
materia y funciones de las mismas. En el caso de Satanás, no tiene que esforzarse mucho puesto que el hombre
facilita la tarea: la voluntad si bien es un precioso metal metafórico, puede ser transmutado en su totalidad
mediante la capacidad del mal. La palabra íntegro nos refleja cómo no queda resabio de la voluntad humana, la
cual cede ante una figura activa y de poder como es la del alquimista y Satán.

2
Recordemos como en la Divina Comedia Canto I, Infierno, Dante dice “Lleno de sueño estaba cuando dejé la senda
verdadera”, en este caso el sueño se relaciona con la idea de que el adormecimiento de la razón nos lleva a la pérdida del
sentido, y del camino auténtico.
3
Los alquimistas cambian la naturaleza de los materiales. Los metales innobles por ejemplo pueden ser trasmutados en
nobles (como ser en oro). En este caso se cambia lo positivo por lo negativo, la sabiduría por el conocimiento del mal.
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Cuarta estrofa

¡ es el Diablo quien tiene los hilos que nos mueven!


Atractivo encontramos en cosas repugnantes;
cada día al infierno descendemos un paso,
sin horror, a través de tinieblas que apestan. .

Esta cuarta estrofa da comienzo con una exclamación que recoge aspectos referidos al accionar humano,
evidenciándose una cualidad muy mortal e hipócrita como es la evasión de la culpa. El hombre es un ser
controlado por fuerzas oscuras superiores, “Es el Diablo quien tiene los hilos que nos mueven”. La pasividad del
hombre es finalmente asumida, como también su condición de marioneta metafórica.

Por otro lado, esta estrofa continúa manifestando el sentir del hombre y en el segundo verso se percibe cierto
grado de “autenticidad” del mismo: “Atractivo encontramos en cosas repugnantes”. De esta forma el hombre
asume un poco su condición de repugnancia y gusto por las mismas, como también que su accionar diario de a
poco lo va conduciendo a su propia ruina, un infierno asumido desde lo ético-moral hasta lo físico. La imagen del
paso, nos adelanta de cierta manera como de a poco vamos literalmente acercándonos a ese destino asumido y
final, “sin horror, a través de tinieblas que apestan”, asumimos nuestra esencia humana sin sorprendernos. Por
otra parte, la imagen de las tinieblas que apestan, sinestésica (puesto que une distintas sensaciones visuales,
olfativas y táctiles) explicita lo imposible de poder ver, auténticamente como movernos, como actuar y como
ser. Materializa también la falta de escapatoria de esta situación de caída.

Quinta estrofa
Cual pobre depravado que besa y que devora
el seno flagelado de una antigua ramera,
robamos al pasar un placer clandestino
que muy fuerte exprimimos como naranja vieja.

La quinta estrofa plantea una comparación que es central en el desarrollo del poema: se compara nuestra
actitud con la de un depravado. El nexo que muestra la comparación es “ cual” , las realidades comparadas son
“pobre depravado que besa y que devora el seno flagelado de una antigua ramera” con “robamos al pasar un
placer clandestino que muy fuerte exprimimos como naranja vieja”.

La imagen es desagradable y plantea distintos puntos. En primer lugar es una imagen dinámica, presurosa, que
nos coloca en la situación puntualmente planteada: la euforia con que, el depravado 4 ingiere5 esta parte del
cuerpo simbólica de la femeneidad, ideal caduco de lujuria, agredido, flagelado, blando de tanto tacto, de tanta
ruina humana, de tanto uso. Con ello, el matiz interpretativo es eterno: el autor plantea la circularidad que
encierra al hombre en tanto pecado, del cual no puede salir. Una imagen de ruina y de (ab)uso, de violencia,
donde el Yo lírico pareciera asomarse con desdén y tristeza al nominar al sádico como “pobre” . La amarillenta y
decadente imagen sigue ampliándose en la denominación de la portadora de tal flagelo, “una antigua ramera”,
la vejez se asocia a la ruina, y la unión naranja-seno se hace ineludible.

La comparación en sí intenta poner en vinculación la fuerza que tenemos como seres humanos de robar al
pasar un placer clandestino, de vivenciar ese sentir, que nos trae culpa, miseria, y remordimientos. No es
legítima la apropiación del placer: por algo el Yo lírico menciona la idea de “robamos”, obtenido mediante la
fuerza. El resultado de exprimir esa naranja vieja, es negativo y desagradable. Ya no queda jugo en esa naranja,
polisemia de lo que no podemos obtener, lo dulce, lo agradable, el placer. Intentamos recoger placer de lo viejo
y caduco, del pecado, pero no podemos finalmente. La naranja vieja, descompuesta, como el seno destruido y
agredido, no están embebidos del fruto de la vida, de la dulzura de ese néctar.

4
Del part. de depravar; lat. depravātus 'malo'.1. adj. Demasiado viciado en las costumbres (RAE)
5
Para algunas culturas Americanas, la antropofagia o ingesta del cuerpo humano como ritual se realizaba dado que la
misma aportaba el poder del enemigo o del devorado en cuestión.
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Sexta estrofa

Apretado, hormigueante, como un millón de helmintos


un pueblo de demonios se harta en nuestros cerebros,
y cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
baja, invisible río , con apagadas quejas.

Por otra parte, la estrofa sexta plantea la existencia y superabundancia de demonios ubicados en el cerebro del
hombre, los cuales son referidos mediante la comparación “como un millón de helemintos…” vinculando los
demonios con millones de gusanos parásitos. La rusticidad de la acumulación (mediante la nominación pueblo) y
exceso del mal, opera como forma de evidenciar el exceso del mismo y la falta de razón que posee el hombre a
la hora de actuar. La muerte, presente en esta estrofa, “baja, invisible río, con apagadas quejas” , poniendo en
evidencia como llega cuando menos se la espera.

Séptima estrofa
Si el estupro6, el veneno, el puñal, el incendio
no bordaron aún con graciosos dibujos
el banal cañamazo7 de nuestro ruin destino,
ay! es porque en nuestra alma no es bastante atrevida.

La enumeración de actividades u elementos referidos a elementos negativos sigue sumándose. Cada entidad
tiene connotaciones negativas, el estupro entendido como violación de derechos, el veneno referido al pecado
original (al inicio del mal), a las alimañas descritas en la estrofa siguiente, el puñal como objeto de corte,
sangrado, destrucción, y el incendio como devastación, eliminación, y fuego que sugiere la presencia del infierno
y la actualiza.

A continuación en el verso II el Yo lírico con ironía plantea si “no bordaron aún con graciosos dibujos”, es decir,
metafóricamente la imagen del bordado, marca que perdura a posteriori, elementos que quedan en el
recuerdo, camino recorrido y vivido, y también ridículo, banal, como lo es el cañamazo (tela bordada de muchos
colores y étnica) para el Yo lírico de “[banal cañamazo] nuestro ruin destino” (metáfora). Si eso no ha ocurrido es
que “nuestra alma no es bastante atrevida”, mostrando algún matiz de comportamiento, pero que no lo eximen
de los antedichos pecados, errores y pasividad antes mencionadas.

Octava y novena estrofa


Pero entre los chacales, las panteras, las perras,
los buitres, las serpientes, los monos y escorpiones,
los monstruos gruñidores, aullantes , trepadores,
en el infame circo de nuestros propios vicios,

hay uno que es más feo, más malo, más inmundo!.


Aunque no gesticule y no profiera gritos,
haría con placer de la tierra una ruina
y en medio de un bostezo se tragaría al mundo;

La octava estrofa nos coloca entre animales carnívoros, peligrosos, e instintivamente agresivos. Enumeración
que abarca distintas especies animales, con cualidades bien distintas pero en común poseen la capacidad de
agredir y violentar con facilidad. La serpiente y el mono se asocian en la Edad Media con la perdición y la lujuria
respectivamente. Los escorpiones y las serpientes son mencionados por el veneno. El espectro de agresión hacia

6
Del lat. stuprum 'violación'. 1. m. Der. Coito con persona mayor de 12 años y menor de 18, prevaliéndose de superioridad,
originada por cualquier relación o situación. 2. m. Der. Acceso carnal con persona mayor de 12 años y menor de 16,
conseguido con engaño. 3. m. Der. Por equiparación legal, algún caso de incesto.4. m. Antiguamente, coito con soltera núbil
o con viuda, logrado sin su libre consentimiento.
7
3. m. Tela de tejido ralo, dispuesta para bordar en ella con seda o lana de colores. 4. m. Tela de tejido ralo bordada con
seda o lana de colores.
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el hombre abarca todas las sensaciones, sonidos y colores. Las imágenes auditivas de gritos, producen un efecto
de violencia del lector y nos hace vivenciar la acumulación de sentires.

El Yo lírico remata las antedichas imágenes con la metáfora “en el infame circo de nuestros propios vicios”,
metáfora que denigra la condición humana a un ser digno de ser amaestrado en su estado animal, y expuesto en
un espacio de jolgorio y decadencia. Y es que, en la estrofa siguiente aparece la comparación con el hombre,
destacando a este como el peor de todos, puesto que su maldad, su naturaleza no depende, paradójicamente
hablando de su instinto, sino de su asociación inherente y determinada al mal. La caracterización empeora en la
enumeración, se eleva y se hace más terrible. No necesita hacer pública su barbarie para demostrar su maldad
(“aunque no gesticule…”).

El Yo lírico finalmente asume que el hombre tiene una tendencia que no debe ser justificada hacia el mal y la
destrucción: el hombre la desea, aunque no lo diga. El tedio, por otra parte, aparece mencionado
metafóricamente en la expresión “en medio de un bostezo se tragaría al mundo”.

Novena estrofa

Es el TEDIO! los ojos cargados de un llanto involuntario,


él sueña con patíbulos8 mientras fuma    su pipa
Tú conoces, lector,    al monstruo delicado,
¡hipócrita lector, - mi prójimo - mi hermano!

Finalmente, una de las principales causas del mal del hombre es el TEDIO. Resaltado con mayúsculas, el mismo
implica una actitud moral de aburrimiento o fastidio, hastío existencial, individual y hasta metafísico, en que
todos nos encontramos y del que en vano se intenta escapar. La sexualidad será una huida provisional; la
muerte, la solución definitiva. Participan del estado el hombre, el paisaje, el cosmos mismo.

Las caracterizaciones finales del ya no hombre, ahora lector, como monstruo delicado, van en crescendo hasta
culminar en la increpación de “hipócrita lector, mi prójimo, mi hermano” colocándose YO LÍRICO-LECTOR-
HOMBRE en un mismo nivel de hipocresía, como también de valores ético-morales.

8
1. m. Tablado o lugar en que se ejecuta la pena de muerte.

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