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¿LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA COMO DERECHO?

Hugo César Salas Ortiz

La Guerra de Vietnam, es entre otras acciones intervencionistas de los Estados Unidos en


su pretendida labor de árbitro del mundo, uno de los episodios más cuestionables de la
política exterior norteamericana. Durante la misma realización del conflicto armado, el
tema fue objeto de muchas discusiones al interior de la sociedad norteamericana. Uno de
ellos fue el reclutamiento obligatorio1.

…el reclutamiento militar fue punto central de la controversia social y jurídica, ya


que apareció una forma distinta de objeción, no dirigida hacia toda guerra o hacia la
guerra, sino tan sólo hacia el actual conflicto armado. Muchos norteamericanos se
enrolaron en un nuevo pacifismo y rechazaron el servicio militar obligatorio; otros
modificaron los tradicionales esquemas de objeción de conciencia hacia lo que se
denominó la objeción selectiva [CITATION Pal02 \p 58 \l 3082 ].

En ese sentido, muchos de los objetores de conciencia fueron procesados de acuerdo a las
leyes de reclutamiento por desobediencia a la ley. Finalmente, esto ocasionó que la Corte
Suprema tuviese que pronunciarse en algunos casos (Gillette v. United States y Negre v.
Larsen) sobre la constitucionalidad de las leyes de reclutamiento y la objeción de
conciencia. Resumiendo, la Corte resolvió defender la constitucionalidad de las leyes de
reclutamiento y sostener que solo las objeciones basadas en motivos religiosos, debían ser
amparadas. Este “privilegio” dado a la libertad religiosa, aunque injustificado, se entendía
en la medida de que la Corte buscaba impedir que se produjera cuestionamientos selectivos
a la guerra de Vietnam. Es decir, los objetores por motivos religiosos se oponían a las
guerras en general; mientras que muchos otros objetores se oponían a la guerra de Vietnam
por considerar exclusivamente a esta, como injusta.

1
Por ejemplo, en la novela El ruido de las cosas al caer del escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez se
menciona en parte la historia de jóvenes estadounidenses que se enlistaban como voluntarios del Cuerpo de
Paz en Colombia para evitar ser reclutados para la Guerra de Vietnam.
Esto nos lleva a plantearnos como se entiende la objeción de conciencia y cuál es su mayor
limitación: su limitada aplicación.

Se entiende que la objeción de conciencia se encuentra dentro de la desobediencia civil, en


una relación de Especie – Género. No obstante, mientras la desobediencia civil se encuentra
al margen del Derecho, la objeción de conciencia, como señala Peces-Barba: Es además
una desobediencia regulada por el derecho, con lo cual deja de ser desobediencia para ser
un derecho subjetivo o una inmunidad y supone una excepción a una obligación jurídica,
que puede ser, incluso, fundamental”[CITATION Pec88 \p 168 \n \y \t \l 3082 ] . En esa línea,
la objeción de conciencia se comprende como una manifestación del derecho de libertad
ideológica o libertad religiosa. De esa forma, la objeción de conciencia no solo está
permitida sino necesariamente protegida por la ley.

Sin embargo, la objeción de conciencia termina por ser un derecho “frágil” por cuanto se
presenta solo como una excepción a cumplir determinada obligación sin afectar la
legitimidad de la obligación en sí2. Es así como se explica la decisión adoptada en la Corte
Suprema en el caso del reclutamiento militar para la Guerra de Vietnam: solo se admitió las
objeciones que no cuestionaran la legitimidad de la guerra.

De esa forma, la diferencia entre la objeción de conciencia y la desobediencia civil, termina


por ser eminentemente formal. Por cuanto, cuando una persona alega la objeción de
conciencia, no solo está defendiendo su derecho a no realizar determinada obligación, sino
que además considera que tal obligación y por tanto la ley que la ampara, es injusta o
moralmente equivocada. Por ejemplo, cuando un médico se opone a realizar un aborto
terapéutico por motivos religiosos, lo que él cuestiona, no es su obligación sino el mismo
hecho de que se permita el aborto terapéutico. Entonces, otro problema se presenta, al
preguntarnos qué objeciones son los suficientemente importante para ser reconocidas y
amparadas por la ley.

2
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el caso Christián Daniel Sahli Vera y otros c. Chile
señaló incluso que:”La Convención Americana no crea y ni siquiera menciona expresamente el derecho de
‘objeción de conciencia’, el alegado derecho a no ser obligado a cumplir, por razones de conciencia, las
imposiciones de la ley”
En ese sentido, el derecho (en esencia, estatal) admite solo aquellos casos de desobediencia
que le resulte conveniente aceptar. El Estado como detentador de la verdad y la moral
correcta, admite algunas situaciones en las que los individuos puedan alegar objeción de
conciencia para no cumplir con determinada obligación, siempre y cuando otros puedan
cumplir con esa obligación. Tal es el caso del ámbito militar. Se puede eximir a alguien del
servicio militar porque existe un gran número de personas que pueden realizar ese servicio.
Así, la objeción de conciencia se asemeja más a una concesión del Estado en favor de los
individuos que un auténtico derecho.

Ello se representa más claro en la objeción médica, en el que para que la objeción sea
válida “debe realizarse frente a una autoridad competente que se encargará de relevar y
validar las objeciones, así como de archivar, diseñar las listas o registro de objetores y
dictar medidas para garantizar la disponibilidad de personal no objetor para la realización
de las prácticas en todo momento” [CITATION Ari13 \p 11 \l 10250 ] 3. Además, en situaciones
de emergencia en la que la vida de un paciente corra peligro, el objetor no podrá alegar sus
convicciones morales o religiosas para no cumplir con sus obligaciones. En ese sentido,
frente a otros derechos, el de objeción de conciencia tendría un menor peso abstracto.

Por lo tanto, la concepción de la objeción de conciencia como un derecho humano termina


por ser cuestionable, al menos como se configura actualmente. Así mismo, el que este
reconocida o no como tal, en cada ordenamiento jurídico tampoco resulta relevante. Ello
por cuanto, tiene un carácter tan excepcional que no resulta plenamente exigible como en la
mayoría de derechos. Así, que sea el mismo derecho el que establezca cuales son las
situaciones en los que unas obligaciones no resultan absolutamente exigible, no tiene mayor
incidencia en el problema central: ¿Cuáles es la legitimidad para que los individuos puedan
desobedecer una ley que resulte injusta?

3
Lo cual nos parece positivo, por cuanto en ciertas sociedades es probable que gran número de médicos
compartan esas posturas conservadoras y, por tanto, puedan incidir negativamente en el derecho de las
mujeres para acceder a métodos anticonceptivos o al aborto seguro.

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