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Alfredo M. Vitolo*
Sobre el tema son muchísimas las opiniones que se han vertido, en un sentido y
en otro. Lamentablemente, muchas de ellas, llevadas por las pasiones que un tema tan
controversial genera –no sólo en la Argentina–, lejos de realizar un análisis académico y
fundado de la cuestión, han motivado una radicalización de posturas que impide todo
debate racional y científico sobre el tema. Es nuestra intención aquí plantear nuestra
visión desde una óptica netamente jurídica, desapasionada y, desde ya, abierta a la
crítica1.
*
Profesor Adjunto de Derecho Constitucional y Derechos Humanos y Garantías en la
Universidad de Buenos Aires. Master of Laws, Harvard Law School.
1
Como sostuvo el juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos William Blackmun
al exponer su postura en el caso Roe v. Wade (410 US 113 (1973)), “Nuestra tarea, por
supuesto, es resolver la cuestión conforme a la medida constitucional, libre de emociones y
predilecciones”.
1
podía pretenderse que la constitución fuese exhaustiva en la enumeración de los
derechos de los individuos (cabe resaltar, por ejemplo, que el texto constitucional
guarda también silencio con relación al “derecho a la vida” en términos generales),
bastando simplemente la enumeración de los lineamientos fundamentales de aquellos 2.
Esto permite a las constituciones mantener su vigencia y estabilidad en el tiempo,
adaptándose a las nuevas realidades por vía de interpretación.
Por su parte, nuestro derecho penal desde antiguo ha penado el aborto, siguiendo
la definición del Código Civil, y considerándolo como un delito contra las personas en
donde la víctima es el feto4.
2
El dictamen de la Comisión Revisora de la Constitución Nacional, reunida en 1860,
destacaba: “los derechos de los hombres que nacen de su propia naturaleza, como los derechos
de los pueblos que, conservando su independencia, se federan con otros no pueden ser
enumerados de una manera precisa. No obstante esa deficiencia de la letra de la ley, ellos
forman el derecho natural de los individuos y de las sociedades, porque fluyen de la razón del
género humano, del objeto mismo de la reunión de los hombres en una comunión política y del
fin que cada individuo tiene derecho a alcanzar”. Más adelante agregaba: “Una declaración de
derechos intransmisibles de los pueblos y de los hombres, en un gobierno que consiste en
determinados poderes limitados por su naturaleza, no podía ni debía ser una perfecta
enumeración de los poderes y derechos reservados. Bastaba en todas cosas algún ejemplo, la
enumeración de determinados derechos reservados, sin que por esto todos los derechos de los
hombres y de los pueblos quedasen menos asegurados que si estuviesen terminantemente
designados en la Constitución: tarea imposible de llenarse por los variados actos que pueden
hacer aparecer derechos naturales, así en los individuos como en la comunidad...” (Emilio
Ravignani, Asambleas Constituyentes Argentinas, Tomo IV, p. 772).
3
Código Civil, art. 70.
4
Ver Carlos Fontán Balestra, Tratado de Derecho Penal, Tomo IV, Doc. Lexis Nº
1505/001076. Ver también, Edgardo Alberto Donna, Derecho Penal. Parte Especial, t. 1, pág.
2
La discusión en nuestro país sobre la despenalización limitada del aborto surge
recién en la reforma al Código Penal de 1919, a instancias de la comisión de legislación
penal del Senado de la Nación. Así, y con fundamentos que muchos relacionan con las
tesis racistas en boga en tales momentos 5, y con una redacción confusa y muy criticada,
se despenalizaron los llamados abortos terapéuticos, o sea aquellos realizados para
prevenir un peligro en la salud o vida de la madre, y el aborto eugenésico, entendido
como aquel practicado en caso de violación de una mujer idiota o demente. Tras las
reformas de 19686 y 19767, que despenalizaron también el aborto sentimental, esto es el
proveniente de una violación, en 1984 se restableció el texto de 1919, actualmente
vigente.
3
sostiene el artículo 19 de nuestra Constitución Nacional, “las acciones privadas de los
hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un
tercero, están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados”. La
amplitud de este derecho, que reconoce al individuo un ámbito de autonomía sobre un
conjunto de decisiones individuales8, subsume otros derechos más refinados, y que se
han ido develando con el desarrollo histórico de la sociedad 9, tales como la libertad
sexual, el derecho a disponer del propio cuerpo e, incluso, los llamados “derechos
reproductivos” (reconocidos como tales, con algunas variantes menores, desde la
primera Conferencia Internacional de Derechos Humanos, reunida en Teherán en
1968)10.
4
manifestación de la tendencias a mantener la dominación del hombre sobre la mujer al
forzar a ésta a asumir el rol de madre12.
No escapa a nuestro análisis el hecho que hoy en día la discusión sobre el aborto
se encuentra teñida por la realidad sociológica de que muchas mujeres deseosas de
abortar, imposibilitadas de acceder a un “aborto seguro”, optan por recurrir a métodos
abortivos que ponen en riesgo su vida. Pero este argumento es meramente efectista, ya
que no toma en consideración los derechos que se ven enfrentados en una situación de
aborto y, por otra parte, parte de considerar válida la premisa cuya validez constituye,
precisamente, el punto en discusión, esto es, que la mujer posee el derecho a abortar13.
5
necesariamente sobre dicha realidad. En este sentido, los avances científicos nos van
permitiendo, poco a poco, ir develando las dudas que un tema tan complejo genera.
15
Fontan Balestra, cit.; Marcelo Manigot, Codigo Penal Anotado y Concordado, 4ta.
Ed., tomo 1, p. 272.
16
Ver http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/002398.htm Medline
Plus, Enciclopedia Médica de la Salud, Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU, voz
“Desarrollo Fetal”.
6
La segunda postura ha sido la que adoptó la jurisprudencia norteamericana, a
partir del caso Roe v. Wade17, fallado en 1973. Allí, en holding que se mantiene hasta
hoy, la Corte Suprema de aquel país declaró que “el derecho a la privacidad18… es
suficientemente amplio para abarcar la decisión de una mujer acerca de terminar o no su
embarazo”. Sin embargo, contradiciendo a quienes postulaban el carácter cuasi–
absoluto del derecho, la Corte expresó que el mismo se encuentra –como todo otro
derecho– sujeto a reglamentación a fin de hacerlo compatible con los restantes intereses
en juego19. En base a esta afirmación, el tribunal realizó la confrontación entre dicho
derecho y los eventuales intereses que pudieran argumentarse como entrando en
conflicto con aquél y, aplicando el mecanismo conocido como “escrutinio estricto” 20,
consideró que sólo en la primera etapa del embarazo (la cual sitúa en aproximadamente
tres meses desde la concepción), dichos intereses no prevalecen por sobre el derecho de
la mujer21.
17
410 US 113 (1973). El voto de la mayoría de la Corte es expuesto por el juez
Blackmun. El juez Stewart emite un voto concurrente, y el entonces juez (luego presidente del
tribunal) William Rehnquist, emite el único voto en disidencia.
18
La Corte Suprema de los EE.UU. se ha rehusado históricamente a reconocer la
existencia de un derecho autónomo a la privacidad, sino sólo ciertas áreas de privacidad
protegida, como la aquí señalada.
19
“Los argumentos del apelante de que Texas no tiene interés en regular la decisión de
abortar o que dicho interés no es lo suficientemente fuerte para sustentar una limitación de la
sola decisión de la mujer, no resulta convincente. Las decisiones de la Corte reconociendo un
derecho a la privacidad, reconocen también que resulta apropiada cierta regulación estatal en
áreas protegidas por dicho derecho. …[U]n estado bien puede alegar intereses importantes en la
protección de la salud, en mantener estándares médicos y en proteger la vida potencial. En
determinado momento del embarazo, estos intereses se transforman en suficientemente
importantes para justificar la regulación de los factores que gobiernan la decisión de abortar. El
derecho a la privacidad involucrado, por lo tanto, no puede decirse que sea absoluto.”
20
“Cuando se encuentran afectados ‘derechos fundamentales’, la Corte ha sostenido que
la regulación limitando estos derechos solo puede ser justificada por la existencia de un interés
público intenso (compelling state interest) y que la sanción legislativa debe encontrarse
diseñada en forma estricta para expresar sólo el interés que se pretende proteger. Sobre el
mecanismo conocido como “escrutinio estricto” y sus diferencias con el criterio de
razonabilidad en la reglamentación de los derechos constitucionales, ver, Alfredo M. Vitolo,
Regulation and restriction of constitutional rights: a comparative analysis, tesis para la
obtención del título de master en la facultad de derecho de la Universidad de Harvard,
Cambridge, EE.UU., 1989.
21 ?
A lo largo de los años, sin embargo, la Corte ha ido reconociendo la validez de
regulaciones adicionales al derecho de la mujer, en protección del interés estatal de proteger una
potencialidad de vida.
7
La decisión del caso Roe v. Wade se apoya en una definición previa,
determinante para el análisis: la Constitución de los Estados Unidos no reconoce al feto
(ni al embrión) como persona22 y, por lo tanto, éste no goza de la protección
constitucional de las enmiendas quinta y catorceava que impiden privar a una persona
de su vida sin el debido proceso legal. La Corte misma expresó en aquella oportunidad
que “si pudiera determinarse que [el feto] es persona, el caso del apelante, por supuesto,
colapsaría, ya que el derecho a la vida del feto entonces estaría garantizado
específicamente por la [catorceava] enmienda”.
22 ?
“Nada indica, con seguridad, que [el concepto de persona utilizado por la
Constitución], posea alguna aplicación prenatal”.
23 ?
Es importante notar que la gran mayoría de los sostenedores de una postura a favor de
los “derechos reproductivos de la mujer” basan su análisis en esta misma premisa, ello es, que el
feto no es “persona”. Ver, por ejemplo, Cecilia Medina Quiroga, La Convención Americana:
Teoría y jurisprudencia. Vida, Integridad Personal, Libertad Personal, Debido Proceso y
Recurso Judicial, Centro de Derechos Humanos, Facultad de Derecho, Universidad de Chile,
2003, pág. 73, quien expresamente señala, al interpretar el art. 4 de la Convención Americana
de Derechos Humanos: “Para interpretar la norma, parto de dos ideas básicas. La primera es que
la madre es una persona tanto en el ordenamiento jurídico de los Estados partes de la
Convención como frente a la Convención misma y que, por consiguiente, es titular de todos los
derechos humanos consagrados en ese tratado. La segunda es que el feto que no ha sido extraído
del vientre de la madre, es dependiente de ésta, no es una persona y por lo tanto no puede
tener derechos por sí mismo” (el resaltado es propio).
8
nacimiento con vida del niño24, reduce en nada tal afirmación. Así, a más de cien años
de aquél reconocimiento, éste se reitera en una nueva norma de jerarquía
infraconstitucional (a ese momento). Al aprobarse por ley 23.849 25 la Convención Sobre
los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea de las Naciones Unidas en 1989, y
siguiendo la solicitud formulada por el Presidente de la Nación a fin de defender la vida
de la persona por nacer ante la falta de claridad del texto de la Convención, el Congreso
instruyó a que el Poder Ejecutivo, en el acto de ratificación, realizara una “declaración
interpretativa” indicando que “Con relación al art. 1 de la Convención sobre los
derechos del Niño26, la República Argentina declara que el mismo debe interpretarse en
el sentido que se entiende por niño todo ser humano desde el momento de su
concepción y hasta los 18 años de edad”.
9
reservas30, en que mientras éstas persiguen excluir o modificar los efectos legales de
ciertas cláusulas del tratado en su aplicación al autor de la reserva, las declaraciones
interpretativas tienen por objeto interpretar el tratado, sea en su totalidad, sea en alguna
de sus cláusulas, sin procurar modificar el mismo sino solamente clarificar el sentido
que el estado o la organización internacional atribuyen al tratado o a sus cláusulas 31.
Como expresa la Comisión, “para determinar si una declaración unilateral formulada
por un Estado o una organización internacional en relación con un tratado es una reserva
o una declaración interpretativa, debe interpretarse el planteo de buena fe y de
conformidad con el sentido ordinario de los términos a la luz del tratado al cual la
misma se refiere. Se tendrá particular consideración a la intención del estado o de la
organización internacional correspondiente al momento de realizarse la misma”32.
30
El Report señala (pág. 98) que originalmente se trataba a ambos mecanismos
(declaraciones y reservas) como equivalentes, lo cual se debía en parte a cuestiones
terminológicas y a la propia definición del término “reserva” utilizada por la Convención de
Viena sobre Derecho de los Tratados (Aprobada por la República Argentina por ley 19.865,
ADLA 1972-D, pág. 6412) en su art. 2.1.d.) que parecería extender aquél concepto a toda
declaración unilateral.
31
Id. pág.100 y sigs., en part. pág. 110.
32
Id. pág. 107.
33
Incluso si se considerase a la declaración interpretativa como una reserva, la falta de
objeción a la misma por los restantes estados importa la aceptación de la misma (Convención de
Viena sobre Derecho de los Tratados, art. 20). Las objeciones formuladas por diversos estados a
las declaraciones interpretativas y a las reservas efectuadas a la Convención sobre los Derechos
del Niño se pueden consultar en la página web
http://www.ohchr.org/english/countries/ratification/11.htm.
10
dará a un término un sentido especial”. Por ello, no cabe duda alguna que, para la
República Argentina, la Convención sobre los Derechos del Niño obliga
internacionalmente a ésta a respetar la vida desde la concepción. Así lo reconoció
expresamente el representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF), al exponer como invitado ante la Comisión de Integración y Tratados de la
Convención Nacional Constituyente de 1994. Dicho funcionario resaltó la seriedad con
la que la República Argentina consideraba el tema de los Derechos del Niño,
expresando: “La incorporación de los derechos del niño es muy trascendente, sobre todo
por la gravitación que la Argentina tiene en este continente. Evidentemente la agencia
de UNICEF al mostrar un país como la Argentina destacará aún más la importancia que
tienen los derechos del niño. Es una forma de promover los derechos del niño en otros
países. No es Haití la que está reformando su constitución, sino la Argentina, con lo que
se sentaría en este sentido, un enorme precedente, al considerar que los derechos
humanos comienzan a partir de que el individuo es concebido”.
Pero hasta aquí nos encontramos que las normas que refieren a esta cuestión son
de base infraconstitucional y, por lo tanto, sujetas a los vaivenes de la decisión
legislativa34. Mas en 1994, la Convención Reformadora de la Constitución Nacional, al
modificar el artículo correspondiente a las atribuciones del Congreso, enumeró
expresamente un conjunto de instrumentos internacionales sobre derechos humanos,
entre ellos la Convención sobre Derechos del Niño, a los cuales otorgó, en las
condiciones de su vigencia, “jerarquía constitucional”35.
34 ?
Sin perjuicio de ello, cabe recordar que en 1992, la Corte Suprema de Justicia, en la
causa Ekmekdjián c. Sofovich (Fallos 315:1492), había reconocido la supremacía de los tratados
internacionales por sobre las leyes.
35
Constitución Nacional, art. 75 inc. 22. Esta situación nos evita tener que entrar a
discutir la cuestión de cuál es la jerarquía que el derecho internacional posee en el ordenamiento
jurídico interno.
11
así como en el Plenario de la Convención, se debatió profusamente la cuestión del
aborto con relación a los alcances de la declaración interpretativa realizada a la
Convención de los Derechos del Niño. Las sugerencias que se hicieron en los discursos
(difícilmente se los podría llamar debates) del Plenario (esencialmente en la sesión del
día 3 de agosto de 1994) apuntaron en su gran mayoría a defender el principio de la vida
desde la concepción rechazando la existencia de un presunto “derecho al aborto”. Los
cuestionamientos a esta postura partieron de algunos convencionales que sostuvieron
que el tema no se encontraba habilitado para su tratamiento (Fernández Meijide,
Bercoff, Lipszyc); del convencional Estevez Boero quien se limitó a manifestar que la
legislación sobre el punto debería tener en cuenta a la madre y que haría falta un debate
en otros ámbitos; y Roulet, quien realizó un análisis histórico y filosófico sobre el
aborto y el derecho a la vida. La postura del convencional y ex presidente Raúl
Alfonsín, por su parte, se limitó a mencionar que en su opinión, la redacción de la
Constitución autorizaba al legislador tanto permitir como prohibir el aborto (Sesión del
19 de agosto de 1994).
12
declaración interpretativa que acompañó la ratificación al tratado y que integra la
obligación constitucional argentina, goza también de jerarquía constitucional39.
13
delitos que afectan distintos bienes jurídicos, está de hecho jerarquizando los diferentes
derechos protegidos. No es igual la pena aplicable por el delito de homicidio que la
aplicable en caso de hurto, lo que determina que para el mundo jurídico, el derecho
vida, “vale más” que el derecho propiedad. Del mismo modo, el derecho internacional
aplicable en la República (y hoy con jerarquía constitucional) sostiene esta misma
postura. Así, los tratados sobre derechos humanos, al prever la posibilidad de
suspensión de ciertos derechos en los estados de excepción (para nosotros, el estado de
sitio), prohíben expresamente la suspensión del llamado “núcleo duro” de aquellos,
entre los cuales se encuentra el derecho a la vida42, demostrando así que ciertos derechos
prevalecen, o son más importantes, que otros, más allá de construcciones artificiosas
que postulen lo contrario.
Y desde este punto de vista, somos de la opinión de que el derecho a la vida del
feto-persona (derecho en un todo igual al de cualquier persona nacida 44), sólo podría
42
Ver, por ejemplo, art. 27 de la Convención Americana de Derechos Humanos.
43
El mecanismo conocido como “escrutinio estricto” para analizar la validez de las
restricciones a los derechos fundamentales tiene su origen en los Estados Unidos, a partir de la
causa Carolene Products, 304 US 144, habiendo sido aplicado en numerosas ocasiones por
nuestra Corte Suprema. Ver, entre otros, Arena, Fallos 312:2218, Dessy, Fallos 318:1894;
Hooft, Sentencia del 16 de noviembre de 2004. Ver también, Alfredo M. Vítolo, ob. cit.
44
| ?
Desde esta óptica, negamos validez a la postura de quienes, como Edgardo Donna,
consideran que “la vida no es un fenómeno estático al que le es posible asignar un valor único e
invariable. Por el contrario, durante su desarrollo, este bien se ve sometido a una serie de
transformaciones que inciden en su consideración social, lo que a su vez se refleja en su diversa
valoración jurídica” (Edgardo Alberto Donna, ob. cit., pág. 72). En similar sentido, Andrés Gil
Domínguez, cit. No encontramos justificación, ni filosófica ni jurídica, a dicha postura. En
razón de los argumentos desarrollados, no encontramos razones que permitan distinguir entre
una presunta “vida humana en formación” y la “vida humana plena”, que aparentemente
surgiría con el nacimiento (ver, por ejemplo, Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires,
14
eventualmente ceder cuando se le opusiera un derecho de superior jerarquía. Ni el
derecho a la privacidad (entre los que incluimos los derechos reproductivos de la
mujer), ni la dignidad de la mujer violada, ni los eventuales sufrimientos psicológicos
de la madre por llevar adelante un embarazo no deseado, etc., superan, en nuestra
opinión, el mencionado test. Sólo podría admitirse la despenalización del aborto
resultante de procedimientos médicos tendientes a salvaguardar la vida de la madre. En
tal caso, el legislador podría llegar a sostener que, en base al principio de inviolabilidad
de la persona, conforme el cual a nadie se le pueden imponer sacrificios sólo porque
dichos sacrificios redunden en beneficio de otro45, permitiría a una mujer recurrir al
aborto y eliminar así la vida del feto en protección de la propia vida. Nadie podría ser
legalmente obligado a transformarse en mártir sacrificando su vida a favor de otro, ni
podría –en principio– ser castigado por hacerlo46.
15
social, puedan servir de excusa para la violación de un derecho reconocido
constitucionalmente47.
47
Ver Arena, Fallos 312:2218, disidencia del Dr. Fayt.
48
Proclamación de Teherán, del 13 de mayo de 1968, Documento UN A/CONF.32/41
p. (1968).
49
18 de octubre de 1994, Documento ONU A/CONF.171/13.
16
Por las razones antedichas, consideramos que, en el derecho constitucional
argentino, no puede sostenerse la existencia de un “derecho al aborto”.
BIBLIOGRAFIA:
Legislación Nacional:
Instrumentos Internacionales
17
Jurisprudencia Argentina
Jurisprudencia Extranjera
Doctrina
18
Medline Plus, Enciclopedia Médica de la Salud, Biblioteca Nacional de Medicina de
EEUU, voz “Desarrollo Fetal”,
http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/002398.htm
Carlos S. Nino, Etica y Derechos Humanos, Astrea, 2da. Edición
Alfredo M. Vítolo, Regulation and restriction of constitutional rights: a
comparative analysis, tesis para la obtención del título de master en la facultad de
derecho de la Universidad de Harvard, Cambridge, EE.UU., 1989.
The case of the Speluncean Explorers (el caso de los exploradores de cavernas), 62
Harv. L. Rev. 616 (1949)
Rethinking Motherhood: Feminist theory and state regulation of pregnancy, 103
Harvard Law Review 1325 (1990).
19