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Continuamos en el mundo itálico.

Teocrito nace en Sira-


cusa, gran ciudad de Sicilia a la que dedica inolvidable recuerdo
en boca de las protagonistas de XV; el hecho de que los nombres
de sus padres, abajo citados, aparezcan en inscripciones de Cos
podría, pero no necesariamente, reforzar la hipótesis alternativa
de que el poeta vio la luz en dicha isla del SE. del mar Egeo. En
todo caso era, c o m o veremos, de origen modesto; nada sabemos
de su esposa e hijos y resultaría anecdótico que el apelativo Si-
mfquidas de VII aludiera etimológicamente a unas narices chatas
por parte del bucólico. Como su fecha natal situaríamos el 3 0 0
a. J. C ; su temprana muerte se habría producido hacia el 2 6 0 , o
bien hay que suponer que nada escribió desde entonces.
Su vida debió de desarrollarse entre sus tierras itálicas de
origen, Cos y la capital egipcia Alejandría. Es difícil discernir en
ella diferentes épocas, pero tentativamente podríamos distinguir
un período siracusano inicial (el idilio XVI busca, entre 275 y
274 y parece que inútilmente, el mecenazgo del estratego Hierón
II, que iba a ser tirano c o m o tal desde 2 6 9 ; y en este m o m e n t o
se cifrarían los contactos con Leónidas de Tarante, el epigrama-
tista al que luego leeremos, de cronología discutida); una estan-
cia hacia el 2 7 4 en Cos, el idílico lugar dominado por los Egip-
cios y de que es inmortal testimonio VII (en ella florecían un
exquisito ambiente literario y una buena escuela de Medicina;
quizá Teocrito fue allí compañero de estudios del conocido Era-
sfstrato, y en todo caso sus cantos exhiben ciertos términos mé-
dicos de carácter muy técnico) con otros datos, c o m o el de que
el corredor Filino de II 115 pudiera ser el así llamado de Cos
que venció en las carreras olímpicas de 264 y 260 o el de su
amistad con Nielas de Mileto, también médico y poeta que allí
se formó y al que Teocrito dedica el epigrama VI 337 y los idi-
lios XI, XIII y XXVIII; un viaje en 2 7 3 , probablemente a través
de Rodas, con dirección al emporio cultural y económico que
era Alejandría, la ciudad cosmopolita bien descrita en XV, don-
de buscó, probablemente tampoco sin mucho éxito, la protec-
ción de los reyes (XVII, al que hay que asociar XIV y el idilio
que acabamos de citar, fue escrito con motivo de la gran fiesta
del 270 y con destino a Ptolemeo II Filadelfo, rey entre el 285 y

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TEOCRITO

el 2 4 6 , y su esposa Arsinoe) y debió de amistarse con personali-


dades literarias c o m o Calimaco de Cirene (cuyas ideas en rela-
ción con la preferencia hacia los pequeños poemas frente a los
grandes comparte en VII 45-48) y aquellos de quienes se dice
que fueron sus maestros, Filitas de Cos (escritor y filólogo, pre-
ceptor de Filadelfo, rey nacido por otra parte en dicha isla) y
Asclepíades de Samos, insigne epigramatista, el famoso Sicéli-
das de VII; y tal vez una nueva etapa siracusana, demostrada en
la manifestación de XXVIII 17 sobre una rueca allí elaborada.
Nadie cree de verdad que, c o m o cuentan, el poeta fuera ahogado
por orden de Hierón ; ni se duda de su gran fama en los últimos
decenios de su vida. Un epitafio compuesto para é l en fecha tar-
día y que recogen sus códices {Ant. Pal. IX 4 3 4 ) rechaza toda
pretensión de competir con Homero, insiste en su familia humil-
de y reivindica con razón su originalidad poética :
No es el Quío quien esto escribió; soy Teocrito, el hijo
que engendraron Praxágoras y la ilustre Fitina,
solamente uno más de entre los Siracosios; y nunca
me atribuí Musa alguna que no me fuera propia.
En su obra suelen distinguirse "grosso m o d o " un estadio
juvenil m í m i c o , realista y lleno de humor (XI, IV-V, X ) , el cen-
tral más erudito (III) y el más maduro e idealizado en cuanto a
la pintura de tipos a que corresponden las obras maestras de I,
VII y VI.
, Los códices medievales (en que figura también la obra
auténtica o no de Mosco y Bión y que van precedidos por un
epigrama del compilador, Ant. Pal. IX 205, Bucólicas Musas que
hasta ahora dispersas estabais, / ya de un mismo rebaño sois y
un mismo aprisco) transmiten c o m o suyos treinta poemas, a los
que hay que agregar los llamados XXXI (pequeños restos de un
tercer Pederàstico en un papiro de A n t í n o e ) ; XXXII (fragmento
transmitido por Ateneo de un elogio de Berenice, esposa de Pto-
lemeo Soter, citada en XVII 5 7 ) ; XXXIII (el evidentemente no
genuino A Adonis muerto, que más abajo recogeremos); el gru-
po (XXXIV) de veintitrés epigramas recogidos por la Antología
Palatina y los propios manuscritos teocriteos (más adelante se
encontrarán seis muy bellos, pero dudosos) con otro ausente de
éstos y de paternidad no segura; tres fragmentos banales y el
tecnopegnio o poema figurado La siringa, también copiado en la
Antología y los códices, que puede ser auténtico.

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TEOCRITO

Por razones que en la introducción general se daban, no lo


traducimos aquí t o d o , sino sólo doce idilios sobre cuya autoría
no hay dudas (I-VII, X-XII y XIV-XV), dos que pueden ser autén-
ticos según lo dicho en nuestro apéndice (VIII-IX) y cuatro pro-
bablemente apócrifos (XIX-XX, XXIII y XXVII). Faltan, por
tanto, nueve genuinos (XIII, Hilas; XVI, Hierón; XVII, Elogio
de Ptolemeo; XVIII, Epitalamio de Helena; XXII, LosDioscuros;
XXIV, El pequeño Heracles; XXVIII, La rueca; XXIX-XXX,
Pederásticos I y II), dos quizá falsos ( X X V , Heracles el matador
del león, y XXVI, Las Bacantes) y uno no teocriteo (XXI, Los
pescadores).
En cuanto a las características generales de este insigne
poeta, a cuyas obras ya varias veces hemos llamado idilios (pala-
bra en diminutivo, c o m o corresponde a las ideas arriba expues-
tas, cuyo significado puede ser "escenitas", "cuadritos" o "poe-
millas") y que casi siempre escribe en hexámetros (salvo en los
dísticos de VIII 33-60 y en XXVIII-XXXI), es mejor que el lec-
tor opine. Enumeraríamos, sin embargo, la versatilidad agilísima
por lo que toca a géneros y dialectos; la ingeniosa novedad, llena
de realismo y humor, en el material m í m i c o ; la viveza con que
pinta los caracteres un buen psicólogo y profundo conocedor de
las clases populares; la acerada vena satírica o paródica; la ele-
gante sutileza de obras de clave c o m o la llamada mascarada de
VII; el equilibrio entre la grosería demasiado realista y la fría
idealización libresca; la forma no exhibicionista en que se des-
pliega una sólida cultura; y una honda concepción de la Natura-
leza que ve en ella no un inexistente paraíso, pero sí un amable
refugio para el azacaneado hombre de la ciudad.

Terminaremos remitiendo al apéndice que, para no deshacer


la paginación, h e m o s reservado al final de esta antología. En él
puede hallarse el desarrollo actual de una interesante teoría so-
bre la composición de los idilios de Teocrito que, de confirmar-
se, marcaría una verdadera época en estos estudios.

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TIRSIS

Dicen que este idilio es el mejor de Teocrito. Es difícil es-


tablecer comparaciones, pero por lo menos descuella en cuanto
a delicadeza del asunto y armonía de la lengua y estilo. En un
paisaje idílico (tal vez de la isla de Cos, porque la cercana Calid-
nas es mencionada en 57) dialogan sin narrador Tirsis y un ca-
brero innominado. Los dos núcleos principales del poema giran
en torno a un vaso que el último promete al primero si éste
actúa (15-63) y al canto mismo de Tirsis (64-145) sobre Dafnis
del que también hay bellos ecos en V.
Lo prometido era probablemente un vaso real, quizá de
plata, a c u y o artífice desconocido quería honrar Teocrito. Se
especula mucho sobre su estructura: posiblemente la guirnalda
corriera por la parte exterior, el relieve del pescador ocupara el
fondo y los dos de la coqueta, escena urbana, y el niño y las
zorras, escena rural, estuvieran en las paredes internas.
Ya se habló de Dafnis, el mítico pastor siciliano, en rela-
ción con Estesícoro y otros textos. Su figura, en estas estrofas
desiguales separadas por estribillos, parece adquirir un relieve
ideológico considerable. Por lo visto, al jactarse el boyero de que
él resistía al amor. Afrodita ha querido castigarle inspirándole
pasión hacia una moza que le persigue. El burdo Priapo no puede
comprender co'mo Dafnis no aprovecha la ocasión ; pero el héroe
se consume de otro tipo de amor, el anhelo nunca totalmente
satisfactorio del que sobrenaturalmente se siente llamado a una
castidad en este caso tal vez ceñida a moldes místicos de tipo
òrfico o dionisiaco. Dafnis morirá en medio de un silencio obsti-
nado, tras recibir las visitas acongojadas de dioses y pastores, en
medio del luto general de la Naturaleza, y aun en el Hades segui-
rá odiando a Afrodita, de la que se burla cruelmente. Y el hecho
de que Pan herede su siringa tiene significación espiritual sin du-
da importante.

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IDILIO 1

También es este caso se han buscado claves. Tirsis llevaría


en su nombre el del tirso dionisiaco y representaría al propio
autor; éste ha ido a Libia (24) a competir, cosa anormal en un
simple pastor, lo cual podría simbolizar alguna rivalidad con el
cirenaico Calimaco, el llamado en este pasaje Cromis;ese cabre-
ro tan culto, tan p o c o conforme ( 8 6 ) a un tipo vulgar que se ha-
llaba en la escala social por debajo del boyero, sería tal vez el
maestro Filitas, juez en cierto m o d o de la ejecución.

57
Tirsis

Es d u l c e , c a b r e r o , el m u r m u l l o del p i n o q u e canta
j u n t o a la fuente y es dulce t a m b i é n la siringa
que t a ñ e s . Será para ti tras de Pan el segundo
galardón. Si le t o c a u n c o r n u d o c a b r ó n , tú la cabra
5 o b t e n d r á s ; si su p r e m i o es la cabra, t e n d r á s la cabrita;
y son b u e n a s sus carnes en t a n t o q u e n o se la o r d e ñ a .

Cabrero

Más bello, pastor, es tu c a n t o q u e el ruido del agua


aquella q u e m a n a y r e z u m a del alto p e ñ a s c o .
Si consiguen las Musas el d o n de la oveja, el carnero
1o lechal ha de ser para t i ; si les place llevarse
el c a m e r o , la oveja o b t e n d r á s c o m o p r e m i o s e g u n d o .

Tirsis

Por las Ninfas te r u e g o , c a b r e r o , ¿sentarte q u e r r í a s


conmigo en la cuesta del cerro en q u e están los tarayes
y t o c a r la siringa? Y o en t a n t o las cabras te g u a r d o .

Cabrero

15 N o , n o , al m e d i o d í a la flauta t o c a r n o p o d e m o s ,
p a s t o r , pues t e n e m o s a P a n , q u e a tal h o r a reposa
de la caza c a n s a d o ; es amargo su genio y hay siempre
áspera bilis dispuesta a invadir sus narices.
Mas, c o m o c a n t a s , ¡oh, Tirsis!, las penas de Dafnis
20 y en la musa bucóHca al grado m á s alto llegaste,
a q u í bajo el o h n o s e n t é m o n o s , j u n t o a Priapo

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IDILIO I

y las crénides Ninfas, a q u í d o n d e se halla este asiento


pastoril y los robles. Si cantas igual que aquel d í a
c o m p i t i e n d o con Cromis el libio, daréte una cabra
25 q u e , a pesar de t e n e r d o s c a b r i t o s , acude al o r d e ñ o
tres veces y da hasta d o s c u e n c o s , y un vaso p r o f u n d o ,
recién h e c h o , que aun huele a cincel, de dos asas, en cera
dulce b a ñ a d o ; y enróscase en él p o r la parte
de encima la y e d r a , de flores brillantes y c u y o s
30 zarcillos discurren a t o d o lo largo del b o r d e
serpenteando y luciendo en color de a z a f r á n . D e n t r o se halla
una mujer esculpida con p e p l o y d i a d e m a ,
obra digna de dioses; al lado u n o s h o m b r e s de h e r m o s a s
cabelleras discuten hablándole e n t r a m b o s por t u r n o
35 cada cual; mas n o llegan al f o n d o del alma las frases,
sino q u e al u n o le mira sonriendo y al o t r o
en seguida su e s p í r i t u vuelve; enardece a los h o m b r e s
el juego a m o r o s o y en vano p o r ella se esfuerzan.
En el c e n t r o una roca rugosa se ve y u n anciano
40 pescador que se o c u p a en halar u n a gran red cargada
de peces, y el de alguien que m u c h o se afana es su a s p e c t o .
Se diría q u e p o n e en su pesca la e n t e r a potencia
de sus m i e m b r o s , tal es el vigor juvenil con q u e se h i n c h e n
en el cuello del h o m b r e canoso los m ú s c u l o s t o d o s .
45 Y, algo aparte del viejo h e c h o tal en la brega m a r i n a ,
crece una viña cargada de h e r m o s o s , d o r a d o s
racimos q u e un niño peqtieño vigila en la cerca
s e n t a d o . D o s zorras r o d é a n l e ; la u n a los liños
recorre pillando las uvas m a d u r a s y la o t r a
5o contra el n i ñ o y su alforja asechanzas sin c u e n t o p r o y e c t a
y n o cesará m i e n t r a s n o haya r o b a d o su a l m u e r z o ;
pero él entreteje g a m o n e s y j u n c o s con q u e hace
u n a red de cazar saltamontes h e r m o s a y le i m p o r t a
m u c h o más su gozosa labor q u e la alforja y las uvas.
55 Tiene el vaso t o d o él en su t o r n o flexibles a c a n t o s :
¡la visión de un c a b r e r o , u n a s o m b r o q u e el á n i m o pasma!
Di p o r él c o m o precio u n a cabra a u n b a r q u e r o calidnio
y u n gran queso de leche b l a n q u í s i m a ; y n o lo h a n t o c a d o
t o d a v í a mis labios, aún está i n t a c t o . Con s u m o
60 placer t e lo diera e n o b s e q u i o si a ti te agradara,
amigo, t u s h i m n o s cantar deleitables. Ni pienses
que de ti e s t o y b u r l á n d o m e ; v a m o s , n o creo q u e quieras
t u s cantos al Hades llevarte en q u e t o d o es olvido.

59
TEOCRITO

Tirsis

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o , Musas a m a d a s .

65 S o y Tirsis y dulce es mi voz y del E t n a y o vengo.

Consumíase Dafnis y /.dónde os hallabais, o h . Ninfas?


¿Del Peneo en los valles h e r m o s o s ? ¿Quizás en el K n d o ?
Pues n o estabais de cierto en la cima del E t n a o las o n d a s
del A n a p o espacioso o las aguas sagradas del Acis.

70 C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o . Musas a m a d a s .

Por él aun los l o b o s a u l l a r o n , por él los chacales;


su m u e r t e lloró hasta el león en la densa espesura.

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o . Musas a m a d a s .

G e m í a n ante él m u c h a s vacas y t o r o s sin c u e n t o ,


75 infinitos novillos t a m b i é n y t e r n e r a s g e m í a n .

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o . Musas a m a d a s .

Hermes llegó a n t e s q u e nadie del m o n t e y le dijo:


" ¿ Q u i é n te a t o r m e n t a , b u e n Dafnis? ¿A quién amas t a n t o ? "

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o . Musas a m a d a s .

80 Vinieron b o y e r o s , p a s t o r e s , cabreros y t o d o s
p r e g u n t a b a n cuál era su p e n a . Le dijo P r i a p o :
" ¿ P o r q u é te c o n s u m e s así, p o b r e Dafnis? T u m o z a
t o d a s las fuentes y t o d o s los b o s q u e s r e c o r r e "

- c o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o , Musas a m a d a s -

85 " b u s c á n d o t e . ¡Torpe resulta t u a m o r e i m p o t e n t e !


Te llamaban b o y e r o y cabrero pareces t a n sólo
q u e , c u a n d o ve c ó m o m o n t a a las cabras el m a c h o ,
con los ojos brillantes l a m e n t a n o ser él q u i e n lo h a c e " .

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o . Musas a m a d a s .

60
IDILIO I

90 " Y a t i , c u a n d o ves c ó m o r í e n las m o z a s , los t u y o s


se t e e n c i e n d e n en ganas de unirte con ellas d a n z a n d o " .
Pero n a d a el b o y e r o r e p u s o , e n t r e g a d o a la acerba
pasión del a m o r a q u e su h a d o fatal le i n d u c í a .

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o . Musas, de n u e v o .

95 Llegó t a m b i é n Cipris con dulce sonrisa, mas sólo


de labios afuera, q u e e s t a b a su e s p í r i t u a i r a d o ,
y dijo: "Al a m o r doblegar p r e t e n d í a s , ¡oh, Dafnis!
¿No eres t ú q u i e n a h o r a se pliega ante A m o r el t e r r i b l e ? "

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o , Musas, de n u e v o .

100 Y e n t o n c e s repúsole Dafnis: " ¡Oh, Cipris t r e m e n d a ,


cruel, diosa odiada p o r t o d o s los h o m b r e s del m u n d o !
¿Crees acaso q u e ya para m í n o h a y m á s soles?
Del A m o r será D a f n i s t o r m e n t o a u n q u e esté y a e n el H a d e s " .

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o . Musas, de n u e v o .

105 " V e a d o n d e cuentan q u e t ú y el b o y e r o . . . ve al Ida,


j ú n t a t e a Anquises; allí tienes robles y j u n c i a ,
allí se o y e el dulce z u m b a r del enjambre de a b e j a s " .

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o . Musas, de n u e v o .

" E n b u e n a sazón está A d o n i s , pastor de r e b a ñ o s ,


11 o cazador de las liebres q u e a t o d a s las bestias a c o s a " .

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó h c o . Musas, de n u e v o .

"Afronta o t r a vez a D i o m e d e s , acércate y dile:


'A D a f n i s , b o y e r o , he v e n c i d o : c o m b a t e c o n m i g o ' " .

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o . Musas, de n u e v o .

115 " L o b o s , chacales, adiós, y v o s o t r o s , los osos


de las cuevas del m o n t e ; ya Dafnis n o m o r a en las selvas
ni habita espesuras n i b o s q u e s . ¡Adiós, Aretusa
y ríos q u e al T í b r i d e vais con h e r m o s a s c o r r i e n t e s ! "

61
TEOCRITO

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ò l i c o . Musas, de n u e v o .

120 " Y o soy aquel Dafnis q u e a q u í a p a c e n t a b a sus vacas,


el q u e a beber los t e r n e r o s y t o r o s t r a í a " .

C o m e n z a d con el c a n t o b u c ó l i c o , Musas, de n u e v o .

" ¡ O h , Pan, ya estés h o y del insigne Liceo en las


cumbres,
ya el Menalo ingente frecuentes, la cima a b a n d o n a
12 s de Calisto o la altura en q u e admiran incluso los dioses
el t ú m u l o de Arcade y ven a Sicilia la isleña!"

Cese ya vuestro c a n t o b u c ó l i c o , cese y a . Musas.

" V e n , señor, llévate esta siringa olorosa a la dulce


cera q u e ata y ajusta sus bellas boquillas de caña;
130 p o r q u e a m í ya a r r a s t r á n d o m e está mi pasión hacia el
Hades".

Cese ya vuestro c a n t o b u c ó l i c o , cese y a . Musas.

" Q u e violas p r o d u z c a n a h o r a las zarzas y espinos,


con h e r m o s o narciso florezca el e n e b r o , q u e t o d o
resulte al revés y dé peras el p i n o , pues Dafnis
13 5 m u e r e , y persiga a los perros el ciervo y emule
al ruiseñor en los m o n t e s el grito del b u h o " .

Cese ya vuestro c a n t o b u c ó l i c o , cese y a , Musas.

Así dijo y callado q u e d ó . Quiso alzarle Afrodita,


mas ya n a d a q u e d a b a del hilo q u e a Dafnis las Meras
140 dieran y al agua cayó y se tragaron las olas
a aquel a quien t a n t o las Musas y Ninfas a m a r o n .

Cese ya vuestro c a n t o b u c ó h c o , cese y a . Musas.

Y t ú d a m e la cabra y el vaso y haré libaciones


a las Musas después del o r d e ñ o . Y o m u c h o os s a l u d o ,
145 Musas: oiréis algún d í a canciones más dulces.

62
IDILIO I

Cabrero

Que t u b o c a exquisita se llene de miel y panales,


Tirsis; q u e c o m a s dulcísimos higos de Egilia,
p o r q u e a la propia cigarra superan t u s c a n t o s .
A q u í tienes, amigo, t u vaso; lavado en la fuente
ISO de las Horas parece h a b e r sido, tal es su p e r f u m e .
V e n , Ciseta, y ordéñala t ú ; n o os andéis con r e t o z o s ,
cabritas, y venga el-cabrón para echárseos e n c i m a .

63
II

LA HECHICERA

Ni este título ni el alternativo de Las hechiceras responden


bien al contenido del famoso idilio, de carácter ciudadano c o m o
antes se dijo, cuya escena se desarrolla probablemente en Cos
según lo demostrarían la aparición del corredor Filino, mencio-
nado en la introducción a Teocrito, el hecho de que el juramen-
to por las Parcas o Meras pudiera ser usual en las mujeres de
aquella isla y el de que Delfis es natural de Mindo, ciudad cerca-
na de Asia Menor : esta mujer que monologa entregada a prácticas
mágicas, reproducidas por la égloga VIII de Virgilio, en el patio
de su casa y a la luz de la luna (Selene/Artemis a quien invoca
junto con la siniestra Hécate), no es una profesional de la bruje-
ría, sino una pobre amante abandonada. Y en cuanto a sus ma-
nejos (nótese el empleo de la rueda mágica o iínge, en que giraba
un ave viva, disecada o simulada), alguno de ellos ya lo hemos
visto en el fragmento de Sofrón.
Las maniobras hechiceriles son objeto de la primera parte
del poema, en estrofas de cuatro versos separadas por estribillos;
en la segunda, de cinco ordenados del mismo m o d o , hallamos
los antecedentes del caso, entre ellos una curiosa imitación del
célebre fragmento 31 L.-P. de Safo sobre los efectos físicos del
amor, y una vivaz descripción de los dos caracteres principales :
la muchacha de clase media tirando a baja, que tiene una sola
criada, ha pedido prestado un mantón ( 7 4 ) y es amiga de perso-
nas no bien vistas en público c o m o "su" flautista, con la quizá
colabora artísticamente de algún m o d o ( 1 4 5 - 1 4 6 ) , ha perdido
la cabeza, deslumbrada por el joven de la "high life" social y
deportiva, egoísta, presuntuoso, fanfarrón al hablar de preten-
didos triunfos atléticos, que sólo buscó en ella una vulgar aven-
tura y ahora la olvida. Y Simeta, el eterno tipo de la mujer de
buena fe realmente enamorada, ni aun ahora le odia y desea su
regreso.

64
¿ D ó n d e están mis laureles y filtros? ¡Oh, Téstilis,
tráelos!
El vaso corona con finos vellones t e ñ i d o s
de rojo y así y o e n c a d e n e a mi a m o r , que m e t r a t a
tan m a l . Va a hacer ya doce d í a s q u e a q u í el desgraciado
5 n o se arrima y ni sabe siquiera si e s t o y viva o m u e r t a .
Ni ha llamado a mi p u e r t a el cruel; es q u e A m o r y Afrodita
han llevado sin d u d a a o t r a parte su frivola m e n t e .
Mañana, por ver si le e n c u e n t r o , m e iré a la palestra
de Timageto a afearle lo q u e hace c o n m i g o .
1o Y ahora con fuego he de atarle; y t ú l u c e , Se lene,
bien, p o r q u e a ti es a q u i e n c a n t o en voz baja, señora,
y a H é c a t e , diosa de abajo, a quien t e m e n los canes
c u a n d o m a r c h a e n t r e fúnebres t u m b a s y sangre negruzca.
Diosa terrible, s a l u d ó t e , a y ú d a n o s hasta
15 el final y h a z q u e n o sean peores mis drogas q u e aquellas
de Perimede la rubia o Medea o de Circe.

Trae, rueda mágica, al h o m b r e q u e r i d o a mi casa.

A n t e t o d o consúmase el farro en la llama. ¿Lo viertes


o n o , Téstilis? ¿ D ó n d e , infeliz, t u razón ha volado?
2o ¿Es que t a m b i é n t ú te burlas de m í , miserable?
Échalo y d i : " L o q u e esparzo son h u e s o s de Delfis".

Trae, rueda mágica, al h o m b r e q u e r i d o a mi casa.

Delfis me h i r i ó ; para Delfis y o e n c i e n d o este r a m o


de laurel; y lo m i s m o q u e cruje m u y fuerte al prenderse
25 y ardió de r e p e n t e y n o v e m o s siquiera ceniza,
así se c o n s u m a en las llamas la carne de Delfis.

27 Trae, rueda mágica, al h o m b r e q u e r i d o a mi casa.

65
TEOCRITO

33 Ahora el salvado q u e m e m o s . P u e s , Á r t e m i s , p u e d e s
c o n m o v e r el acero del Hades y t o d o lo d u r o ...
35 En las calles aullan los p e r r o s , ¡oh, Téstilis! Corre
p o r ellas la diosa. Golpea en el b r o n c e a h o r a m i s m o .

T r a e , rueda mágica, al h o m b r e q u e r i d o a mi casa.

Mira c ó m o se calla la m a r y se callan los vientos,


p e r o n o los dolores que albergo en mi p e c h o , m a s a r d o
40 y o t o d a p o r él, q u e de m í , desdichada, una esposa
n o h i z o , m a s u n a mujer d e s h o n e s t a y p e r d i d a .

42 T r a e , r u e d a mágica, al h o m b r e q u e r i d o a mi casa.

28 C o m o y o con la diosa esta cera d e r r i t o , al instante


de a m o r igualmente derrítase Delfis el m i n d i o .
30 E igual q u e p o r o b r a de Cipris el r o m b o de b r o n c e
gira, t a m b i é n él d é vueltas en t o r n o a mi p u e r t a .

32 T r a e , rueda mágica, al h o m b r e q u e r i d o a mi casa.

43 Tres veces libo y te digo tres veces, señora:


sea mujer o varón quien se acuesta a su l a d o ,
45 q u e a Delfis invada el olvido cual dicen q u e e n D í a
a Teseo o c u r r i ó con Ariadna de rizos h e r m o s o s .

T r a e , rueda mágica, al h o m b r e q u e r i d o a mi casa.

Hay u n a planta en Arcadia q u e al p o t r o t r a s t o r n a


y a t o d a s las yeguas del m o n t e y caballos veloces:
50 tal a Delfis y o vea; la p u e r t a de casa atraviese
dejando lo m i s m o q u e un loco la u n t u o s a palestra.

T r a e , r u e d a mágica, al h o m b r e q u e r i d o a mi casa.

Esta es la cenefa q u e Delfis perdiera de u n m a n t o ;


ahora y o la deshilo y arrojo a las llamas feroces.
55 ¡Ay, a m o r d o l o r o s o ! ¿Por q u é de mi c u e r p o la negra
sangre a b e b e r , sanguijuela del c h a r c o , viniste?

T r a e , r u e d a mágica, al h o m b r e q u e r i d o a mi casa.

66
I D I L I O II

De lagarto majado m a ñ a n a le llevo u n brebaje;


y t ú , Téstilis, haz u n a pasta con estos e m b r u j o s ,
6o mientras aun es de n o c h e , en la p u e r t a de aquél y al hacerlo
62 di: " L o s huesos de Delfis son estos que e s t o y a m a s a n d o " .

Trae, rueda mágica, al h o m b r e q u e r i d o a mi casa.

Ahora q u e sola ya e s t o y , ¿ c ó m o voy a quejarme?


65 ¿Por d ó n d e e m p e z a r ? ¿Quién m e trajo este mal a m o r o s o ?
C o m o canéfora A n a x o , que es la hija de E u b u l o ,
fue al bosque de Á r t e m i s , d o n d e en su h o n o r se e x h i b í a
una leona y con ella t a m b i é n m u c h a s fieras.

Fíjate c ó m o vino mi a m o r , venerable Selene.

70 Y la Tracia, h o y difunta, q u e fue de T e u m á r i d a s a m a


y al lado vivía, rogóme con m u c h a insistencia
que viera con ella las fiestas; y y o a acompañarle
a c c e d í , i n f o r t u n a d a , llevando u n a t ú n i c a h e r m o s a
y larga de lino y encima el m a n t ó n de Clearista.

75 Fíjate c ó m o vino mi a m o r , venerable Selene.

Y vi, c u a n d o estaba a mitad de c a m i n o , en el predio


de Licón, que E u d a m i p o venía con Delfis a n d a n d o ,
Más rubias que ñ o r e s de y e d r a sus barbas brillaban
y t a m b i é n m á s q u e tú refulgían sus p e c h o s , Selene,
8o pues de la bella labor del gimnasio salían.

Fíjate c ó m o vino mi a m o r , venerable Selene.

Viles y loca volvíme y a r d i ó , desdichada,


mi alma y se ajó mi belleza y en n a d a ya tuve
las fiestas aquellas; a casa t o r n é n o sé c ó m o
85 y enferma en seguida m e puse con fiebres agudas
y diez días así con diez n o c h e s estuve en el l e c h o .

Fíjate c ó m o vino mi a m o r , venerable Selene.

Y a veces mi piel el color del fustete t o m a b a


y t o d o el cabello perdió mi cabeza y en huesos

67
TEOCRITO

90 solamente q u é d e m e y en piel. ¿ H u b o acaso una p u e r t a


de vieja e n t e n d i d a en conjuros q u e y o n o cruzase?
Mas n o eran ligeros mis males y el t i e m p o c o r r í a .

Fíjate c ó m o vino mi a m o r , venerable Selene.

Y así la verdad a m i sierva e x p l i q u é : " V a m o s , b u s c a ,


95 Téstilis, algo q u e sane m i grave dolencia.
T o d a e s t o y , infeliz, p o s e í d a del M i n d i o . Al gimnasio
de T i m a g e t o en seguida te vas y le aguardas,
que allí es d o n d e ir suele y estarse s e n t a d o le g u s t a " .

Fíjate c ó m o vino mi a m o r , venerable Selene.

100 " Y , c u a n d o veas q u e n o h a y nadie cerca, hazle señas


a escondidas y dile 'Simeta te l l a m a ' y le g u í a s " .
A s í dije y se fue y luego vino a mi casa con Delfis,
el de cuerpo l u c i e n t e , y , t a n p r o n t o le vi c o m o e n t r a b a
traspasando con rápidos pies el u m b r a l de mi p u e r t a

I o5 —fíjate c ó m o vino mi a m o r , venerable Selene—,

m e q u e d é más helada q u e nieve, mi frente perlaba


u n sudor c o m o gotas de fresco r o c í o y n o p u d e
ni h a b l a r cual balbucen los n i ñ o s l l a m a n d o a sus m a d r e s
queridas en s u e ñ o s , m a s rígido t o d o mi c u e r p o
II o h e r m o s o q u e d ó s e c o m o u n a m u ñ e c a de cera.

Fíjate c ó m o vino mi a m o r , venerable Selene.

Y m i r ó m e el ingrato sus ojos en tierra p o n i e n d o ,


en mi c a m a sentóse y s e n t a d o m e dijo estas frases:
"Me has l l a m a d o , S i m e t a , a t u casa y con ello t a n sólo
115 has p r e c e d i d o a mi i n t e n t o en t a n p o c a distancia
c o m o y o el o t r o d í a al gracioso Filino c o r r i e n d o " .

Fíjate c ó m o vino m i a m o r , venerable Selene.

" P o r q u e h a b r í a a c u d i d o , lo j u r o p o r Eros el d u l c e ,
en seguida de n o c h e c o n d o s p con tres c o m p a ñ e r o s ,
12 0 de Dioniso m a n z a n a s t r a y e n d o en mi seno y llevando

68
I D I L I O II

en mis sienes el á l a m o , sacro r e t o ñ o de Heracles,


t r e n z a d o t o d o él con p u r p ú r e a s tiras de l a n a " .

Fíjate c ó m o vino mi a m o r , venerable Selene.

" Y , si a c e p t a d o m e hubieses, te fuera ello g r a t o ,


125 pues es de ágil y bello mi fama e n t r e t o d o s los m o z o s ,
y , besados t u s labios h e r m o s o s , me h a b r í a d o r m i d o .
Mas, si prohibiera mi e n t r a d a un cerrojo en t u p u e r t a ,
hachas y a n t o r c h a s h a b r í a n l u c h a d o con e l l o " .

Fíjate c ó m o vino mi a m o r , venerable Selene.

130 " P e r o ahora p r o c l a m o q u e gracias y o d e b o a Afrodita


y a ti después de ella, mujer, q u e al t r a e r m e a t u casa
me sacaste del fuego en q u e ya estaba m e d i o q u e m a d o
c o m o ves, p o r q u e suele prender m á s ardientes hogueras
a veces A m o r q u e el taller lipareo de H e f e s t o "

135 — fíjate c ó m o vino m i a m o r , venerable Selene —

" y saca a la virgen su mala pasión de la alcoba


o hace q u e salga a la esposa del cálido l e c h o
del v a r ó n " . A s í dijo y y o , crédula, asiendo su m a n o ,
que yaciera a mi lado déjele e n la c a m a mullida.
140 Y p r o n t o los cuerpos se dieron calor y la cara
se puso e n c e n d i d a y charlamos con dulce s u s u r r o .
Y, para n o alargar e s t o , querida Selene,
consumóse allí t o d o y cumplióse el deseo de e n t r a m b o s .
Y hasta ayer r e p r o c h a r a su a m o r n a d a p u d e y t a m p o c o
145 él a m í ; mas la m a d r e llegó de Melixo y Filista,
nuestra flautista, h o y a la h o r a en q u e corren las yeguas
desde el m a r p o r el cielo hacia arriba llevando a la A u r o r a
de brazos r o s a d o s , y h a b l ó de mil cosas y dijo
entre ellas q u e Delfis parece q u e está e n a m o r a d o .
150 N o sabía de cierto si es de h o m b r e o mujer su deseo,^
pero sí que se h a c í a servir vino p u r o ofrecido
a A m o r y que al fin se m a r c h ó a t o d a prisa, pues iba
a adornar con guirnaldas la casa de aquella p e r s o n a .
Eso c o n t ó la visita y es cierto el r e l a t o .
15 5 Pues solía tres veces venir o hasta c u a t r o a m i casa

69
TEOCRITO

y en ella dejar a m e n u d o su dórica alcuza


y ahora, en c a m b i o , hace ya doce d í a s q u e a q u í ni le veo.
¿No será q u e a olvidarse de m í sus dehcias le llevan?
V o y , p u e s , con mis filtros a atarle y, si más m e entristece,
16 o por las Meras q u e h a b r á de llamar a las p u e r t a s del Hades,
tales son los funestos venenos q u e g u a r d o en el arca,
cuyos usos, señora, a p r e n d í de u n viajero de Asirla.

Pero t ú , soberana, tus p o t r o s radiante c o n d u c e


hacia el m a r , p o r q u e y o mi pasión seguiré s o p o r t a n d o .
I 65 ; Salud, o h , Selene de rostro brillante y las o t r a s
estrellas q u e al carro seguís de la N o c h e tranquila!

70
Ili

EL CORTEJO

Monólogo de un cabrero también culto, aunque de feo ex-


terior, que, dejando sus animales a cargo de un tal Títiro (a quien
encontraremos muchas veces en Teocrito y también en Virgi-
lio), corre a la fantástica cueva de la desdeñosa Amarilis, que no
se digna comparecer, para explayarse en esa modalidad del c o m o
o canción de cortejo que es el paraclausitirón o canto entonado
ante una puerta cerrada y terminado generalmente, c o m o aquí,
en una desesperada declaración de suicidio que nunca hay que
tomar demasiado en serio.
El esbozo psicológico de este innominado galán está bien
trazado a lo largo de una serie de estrofas en que a las de dos
versos siguen las de tres, precedido t o d o ello de un exordio apro-
piadamente compuesto de dos más tres hexámetros y separado
lo uno de lo otro por el verso suelto 2 4 . Comienza con las que-
jas usuales mezcladas con halagos, ofertas y buenos augurios ( 3 7 ,
palpitaciones en el lado favorable del cuerpo) o malos presagios
(29-30, una flor, no sabemos cuál, cuyos pétalos, en caso posi-
tivo, deberían producir un estallido o dejar una señal o las dos
cosas al ser frotados en el brazo) respecto a su amor; y, ante el
fracaso de todo esto, se emplea a fondo con el cantar mitológico
(40-51) en que ni las diosas o heroínas desprecian el amor. Tan-
ta complicación erudita termina por no provocar más que dolor
de cabeza al simple cabrero.
Por falta de espacio relegamos al apéndice las significativas
observaciones hechas últimamente sobre este idilio, que consti-
tuiría el prólogo entero de la colección de las diez obras propia-
mente pastoriles de Teocrito.

71
Cortejar a Amarilis p r e t e n d o y en t a n t o mis cabras
T í t i r o al m o n t e llevó y en el m o n t e a h o r a p a c e n .
T í t i r o , amigo del alma, apacienta mis c a b r a s ;
llévalas a la fuente y del m a c h o , del Libio pajizo,
5 g u á r d a t e , T í t i r o , n o vaya a ser que te e m b i s t a .

¿Por q u é , deliciosa AmariUs, n o sales c o m o antes


a la p u e r t a del a n t r o a llamar a t u a m o r ? ¿Me detestas?

¿Te parezco de cerca ser c h a t o , m u c h a c h a , o la barba


demasiado a b u n d a n t e tener? ¡Vas a hacer q u e m e cuelgue!

1o Diez m a n z a n a s te traigo, a q u í t i e n e s ; cogflas en d o n d e


tú m e dijiste; m a ñ a n a t e n d r á s o t r a s t a n t a s .

Mira el d o l o r q u e mi espíritu a p e n a ; ¡si fuese


posible t o r n a r m e en abeja q u e z u m b a y p e n e t r a
a través del helécho y la y e d r a q u e cubren t u gruta!

1s A h o r a c o n o z c o al A m o r : es u n dios f o r m i d a b l e .
Le a m a m a n t ó u n a leona y su m a d r e e n los b o s q u e s
le crió, p u e s en m í se insinúa y mis h u e s o s r e q u e m a .

¡Ay, m o z a lustrosa de bello semblante y oscuras


cejas, abraza al cabrero y p e r m í t e l e u n b e s o !
20 ¡También hay placer en los besos q u e al aire se lanzan!

Lograrás que m u y p r o n t o d e s t r u y a en m e n u d o s p e d a z o s
la guirnalda de y e d r a q u e traje, q u e r i d a Amarilis,
para ti e n t r e l a z a n d o las flores al apio o l o r o s o .

¿Cuál va ser mi d e s t i n o , infeliz, pues q u e ya n o m e


escuchas?

72
I D I L I O III

25 Me h a b r é de quitar la zamarra y saltar de la m i s m a


atalaya a d o n d e Olpis se sube a acechar los a t u n e s ;
y, si m u e r o con ello, ya p u e d e s estar satisfecha.

Me di cuenta de t o d o p e n s a n d o anteayer si m e a m a b a s ;
n o dejó traza la ñ o r del a m a n t e lejano
30 ni hizo ruido en lo liso del b r a z o , m a s floja arrugóse.

Y dijome Agreo t a m b i é n la verdad, la hechicera


del cedazo q u e yerba a mi lado c o r t ó el o t r o d í a :
que soy t o d o t u y o , m a s tú ningún caso a m í m e h a c e s .

Te g u a r d o una blanca cabrita parida dos veces;


35 Erítacis siempre la q u i e r e , la negra criada
de M e r m n ó n , y al final la t e n d r á , ya q u e t a n t o p r e s u m e s .

P a l p í t a m e el ojo d e r e c h o . ¿Tal vez voy a verla?


Cantaré recostado en el pino que a q u í se levanta
y quizá ella me m i r e : n o va a ser t a m p o c o de a c e r o .

40 A la virgen H i p ó m e n e s quiso t o m a r p o r esposa


y en su carrera llevaban sus m a n o s m a n z a n a s .
Y al verle Atalanta en frenético a m o r incendióse.

Desde el Otris a Pilo se trajo el r e b a ñ o M e l a m p o


el vate y de Biante en los brazos cayó aquella que iba
45 de Alfesibea la sabia a ser m a d r e deseable.

¿No sintió tal a m o r Citerea la bella hacia A d o n i s ,


quien al m o n t e a pacer sus ovejas llevaba, q u e aun m u e r t o
le abraza amorosa en su seno y se niega a dejarle?

¡Envidiable Endimión que reposa en u n sueño infinito!


50 Y t a m b i é n de Jasión siento envidia, q u e r i d a m u c h a c h a ,
que gozó lo q u e n u n c a podréis conocer los profanos.

La cabeza m e duele y a ti n o te i m p o r t a . Ya dejo


de cantar, en el suelo caeré, c o m e r á n m e los l o b o s .
¡Ojalá te deleite cual miel que el gaznate recorre!

73
IV

LOS PASTORES

El idilio se desarrolla en las cercanías ( 3 2 ) de la ciudad de


Crotón, del S. de Italia. Dialogan un cabrero. Bato, y un tal
Coridón (nombre que hallaremos en V 7 y que hizo famoso
Virgilio) que cuida vacas provisionalmente porque se las ha de-
jado el boyero Egón, hombre gigantesco a quien el atleta Milón
(hubo, en efecto, un famoso vencedor olímpico del s. VI a. J. C.
llamado así y natural de la citada ciudad) ha convencido para
que compita en Olimpia. Bato, que ha estado ausente, tiene mu-
chas cosas que preguntar y comentar con su amigo, estrecha-
mente vigilado por el padre de Egón, viejo vicioso (nótense las
metáforas de 58-61) y avariento.
Aunque Coridón y Egón son músicos (los mencionados en
31 parecen haber sido artistas de la vida real), no hay canto algu-
n o , particularidad rara en Teocrito. La caracterización es fina:
Bato resulta más suspicaz y malévolo, Coridón más ingenuo.

74
Bato

¿De quién son, C o r i d ó n , esas vacas? ¿Quizá de

Filondas?

Coridón

N o , mas de Egón; me las dio que en los pastos las

tenga.

Bato

¿Quizá las ordeñas a t o d a s o c u l t o de n o c h e ?

Coridón

N o , p o r q u e el viejo me observa al ahijar los t e r n e r o s .

Bato

¿Y a qué tierra marchóse el b o y e r o , que n o hay quien

le vea?

Coridón

¿No lo oíste? Milón al Alfeo llevóle consigo.

Bato

Pero ¿ c u á n d o vio aquél con sus ojos siquiera el aceite?

Coridón

Dicen que a Heracles e m u l a en valor y p o t e n c i a .

75
TEOCRITO

Bato

T a m b i é n dijo m i m a d r e q u e y o a Polideuces v e n c í a .

Coridón

10 Se fue, p u e s , con la azada y con veinte c o r d e r o s de

casa.

Bato

¡Ahora enfurezca a los l o b o s Milón al instante!

Coridón

Por él m u g e n y le e c h a n de m e n o s a q u í las novillas.

Bato

¡Pobres b i c h o s , q u é triste b o y e r o t o c ó l e s en suerte!

Coridón

P o b r e s , s í , pues pacer ya n o quieren ahora t a m p o c o .

Bato

1s A aquella ternera t a n sólo los h u e s o s le q u e d a n .


¿Quizá a las cigarras i m i t a , q u e n u t r e el r o c í o ?
Coridón

N o , q u e al Esaro a c o s t u m b r o a llevarla a q u e pazca


y u n b u e n fajo de fresco forraje le d o y ; y o t r a s veces
retozar del L a t i m n o la dejo en la u m b r o s a ladera.

Bato

2o Flaco está el t o r o rojo, p o r c i e r t o . ¡ Que tal c o r r e s p o n d a


a los de Lampriadas el d í a en q u e t o q u e sus d o n e s
a Hera a p o r t a r , p o r q u e m a l o es el d e m o y su g e n t e !

76
I D I L I O IV

Coridón

Pues lo suelen p o n e r a pastar en las tierras de Fisco


o el fangal o el N e e t o , que t o d o lo b u e n o p r o d u c e ,
2s gatuña y coniza y t a m b i é n la melisa o l o r o s a .

Bato

¡Ay, ay, que t u s vacas al Hades se irán, miserable


E g ó n , p o r q u e t ú te prendaste de u n triunfo m a l d i t o
y e n m o h e c i d a está ya la siringa q u e a n t a ñ o te hicieras!

Coridón

Eso n o , p o r las Ninfas, p o r q u e es un regalo q u e al irse


30 a Pisa me d i o ; pues t a m b i é n y o soy algo flautista
y sé tocar bien lo de Glauce o de Pirro y celebro
a Crotón - " e s h e r m o s a c i u d a d c i e r t a m e n t e , e s Z a c i n t o s . . . " -
e igualmente el santuario lacinio q u e mira hacia el alba,
en q u e el púgil Egón se z a m p ó o c h e n t a panes él s o l o .
35 Allí fue d o n d e asió la pezuña del t o r o y lo trajo
arrastrando del m o n t e por darlo a AmariUs; y m u c h o
las mujeres chillaron e incluso sonrióse el b o y e r o .

Bato

¡Ay, Amarilis graciosa, a ti sola n o olvido


a u n q u e m u e r t a ya estés! ¡Qué d o l o r , de q u é m o d o te fuiste!
40 ¡Ay, q u é destino t a n d u r o el que rige mi vida!

Coridón

Á n i m o , B a t o , el futuro tal vez mejor sea;


la esperanza es de vivos y sólo les falta a los m u e r t o s ;
Zeus se muestra sereno a m e n u d o y con lluvia o t r a s veces.

Bato

Ya m e a n i m o , pero e c h a del c a m p o de abajo a los


chotos:
45 r a m o n e a n los b r o t e s de olivo los m u y desgraciados.

77
TEOCRITO

Coridón

¡Sita! ¡Lepargo, Cimeta! ¿Me o í s ? ¡Al o t e r o !


¡Voy, te lo j u r o p o r Pan, a acabar con vosotros
si de a h í n o os largáis! ¡Mira c ó m o vuelve ésa a la carga!
¡Si tuviera y o a q u í m i c a y a d o y pudiera arrearte!

Bato

50 Pero ¡mira, p o r Z e u s , C o r i d ó n !
¡A m í sí que en la
pierna
de arrear u n espino m e acaba! ¡Y qué espesos los cardos
están! ¡Mala m u e r t e a la c h o t a le den! Pues m e he h e r i d o
p o r mirarla c o m o u n p a s m a r o t e . ¿Estás viendo la espina?

Coridón

Sí, sí, con las u ñ a s la saco, la t e n g o en la m a n o .

Bato

55 ¡Tan leve p i n c h a z o q u e tenga a u n h o m b r ó n a b a t i d o !

Coridón

Si vas p o r los m o n t e s , ¡oh. B a t o ! , descalzo p r o c u r a


n o a n d a r , q u e a q u í crece profuso el c a m b r ó n y r e t a m a .

Bato

Di, C o r i d ó n , ¿muele aún el vejete con ese


amorcillo de cejas oscuras que loco le trajo?

Coridón

60 ¡Todavía, i n o c e n t e ! Yo m i s m o al establo hace p o c o


a c e r q u é m e y allí t r a b a j a n d o e n c o n t r é q u e se hallaban.

Bato

¡Vaya viejo rijoso! ¡Tal raza tener m e r e c í a


las patas hirsutas de Pan o los Sátiros mismos!

78
V

DE UN CABRERO Y UN PASTOR DE OVEJAS

El cabrero Comatas y el ovejero Lacón, ambos esclavos,


conversan en los campos vecinos a Turios, en el S. de Italia. Allí
se alzó en tiempos la célebre Síbaris, las costumbres decadentes
de cuyos habitantes dieron al lugar mala fama; pero al parecer
quedan aún restos de la antigua población junto a la nueva Turios,
lo que es causa por lo visto de rivalidad entre ambos bandos de
ciudadanos, c o m o lo demuestran las bromas agrias que los dos
siervos se gastan, agravado el tema por el hecho de que Lacón,
sibarita, guarda reses de un Turio, mientras Comatas, de Turios
probablemente, pastorea las de Enmaras de Síbaris.
Sea esto así o n o , el tono de este diálogo sin narrador es
grosero y hostil: los pastores se acusan, se insultan, se desafían y
no sólo musicalmente. El leñador Morsón será quien juzgue la
pugna que al fin surge en estrofas amebeas o alternadas. Cada
cantor actúa veintinueve veces con dos versos ( 8 0 - 1 3 7 ) , pero
con la ventaja para Comatas, y éste es quizá el motivo de que re-
ciba el premio en forma al parecer un poco arbitraria, de que, al
haber sido desafiado, puede comenzar cada turno, lo que obliga
al rival a improvisar sobre un tema más o menos dado. Natural-
mente, la contienda eleva el tono poético, aunque al final retor-
nen las querellas.
Está muy logrado, tanto en el aspecto de la invectiva c o -
m o en el del certamen, este canto en que Teocrito, desde Cos
(las fiestas citadas en 8 3 , que además desmuestran que el diálogo
se supone desarrollado en agosto, se celebraban allí; y el Praxíte-
les de 105 puede ser o el celebérrimo escultor o alguno de sus
hijos, que trabajaron en el templo asclepieo de aquella isla, a no
ser que se trate de otro artista homónimo de principios del III a.
J. C ) , debió de pintar con nostalgia y con su acostumbrado vi-
gor mímico los cuadros que había vivido en años juveniles.

79
Comatas

R e t i r a o s , mis cabras, huid del pastor sibarita,


huid de L a c ó n , p o r q u e ayer m e r o b ó mi pelleja.

Lacón

¿No querréis apartaros, ovejas, al fin de la fuente?


¿No veis a C o m a t a s , q u e ha p o c o r o b ó mi siringa?

Comatas

¿Qué siringa? ¿Ha t e n i d o tal cosa j a m á s el esclavo


de Sibirtas? ¿Quizá n o te basta una flauta de caña
en q u e t ú y Coridón p e d o r r e t a s hagáis de c o n s u n o ?

Lacón

Licón, ¡oh, señor!, m e la d i o . ¿Cuál es esa pelleja


que robé y con la cual según t ú m e largué? ¡Di, C o m a t a s !
1o ¡Si ni E n m a r a s , t u d u e ñ o , t e n í a u n a piel en que echarse!

Comatas

Es una m o t e a d a , regalo de Crócilo c u a n d o


ofrendaba u n a cabra a las Ninfas. A ti te roía
la envidia hasta q u e a h o r a p o r fin m e has dejado d e s n u d o .

Lacón

N o te r o b ó la z a m a r r a , p o r Pan el c o s t e r o ,
1s L a c ó n , de Caletis n a c i d o ; y , si crees q u e t e e n g a ñ o ,
enloquezca y al Cratis de aquellos peñascos m e t i r e .

80
IDILIO V

Comatas

N o , por las Ninfas que h a b i t a n , a m i g o , este e s t a n q u e ,


y ojalá q u e propicias y gratas p o r siempre m e sean,
Comatas n o fue q u i e n h u r t ó t u siringa a e s c o n d i d a s .

Lacón

2o Sufra y o , si es verdad algo de e s o , las penas de Dafnis.


P e r o , en fin, si quisieras jugarte u n c a b r i t o , y n o es cosa
i m p o r t a n t e , rendirte c a n t a n d o tal vez y o p o d r í a .

Comatas

R e t ó a n t a ñ o u n a p u e r c a a A t e n e a . Pues a h í va el
cabrito:

¡ea, frente a él p o n t a m b i é n u n c o r d e r o bien g o r d o !

Lacón

2s ¿ C ó m o , insolente, va a ser ello j u s t o ? ¿Quién quiere


pelo y n o lana esquilar? ¿Quién q u e tenga u n a cabra
primeriza prefiere o r d e ñ a r u n a mísera perra?
Comatas

T ú , q u e mejor piensas ser q u e el vecino y q u e r r í a s


ser cigarra y n o avispa q u e z u r r e . Si n o te c o m p e n s a
30 el c a b r i t o , a q u í tienes el m a c h o . E m p e z a r ya t e c u a d r a .

Lacón

No tengas prisa, q u e n o estás en ascuas. S e n t a d o


mejor cantarás bajo aquel a c e b n c h e , en el b o s q u e .
Allí m a n a agua fresca, allí crece la y e r b a , allí tienes
follaje e n q u e p u e d a s y a c e r , saltamontes q u e charlan.

Comatas

35 No tengo prisa; m e irrita q u e a h o r a a m i r a r m e


de cara a los ojos te atrevas, a m í q u e , c u a n d o eras

81
TEOCRITO

un n i ñ o , lecciones te d i . ¡Tales son los favores!


¡Cría lobeznos y perros q u e luego t e c o m a n !

Lacón

Pero ¿ c u á n d o r e c u e r d o q u e m e h a y a s j a m á s e n s e ñ a d o
40 n a d a b u e n o ni d i c h o , h o m b r e c i l l o envidioso y grotesco?

Comatas

C u a n d o y o te a p r e t a b a y a ti te d o l í a y las cabras
estas balaban y el m a c h o m o n t a b a sobre ellas.

Lacón

Que n o a h o n d e n m á s en t u e n t i e r r o , c h e p o s o , q u e
entonces;

pero ven, ven acá p o r q u e e n t o n e s t u c a n t o p o s t r e r o .

Comatas
45 No v o y , que a q u í están las e n c i n a s , la j u n c i a , a q u í
zumba
bellamente el enjambre de abejas, a q u í de d o s fuentes
agua fresca r e z u m a , en el árbol los pájaros c a n t a n ;
hay m u c h a más s o m b r a sin d u d a q u e en esos parajes
y además desde arriba n o s llueven las pinas del p i n o .

Lacón

5o Piel de cordero y vellón pisarás si a q u í vienes,


t o d o m á s b l a n d o q u e el s u e ñ o ; y , en c a m b i o , los cueros
de cabrón q u e a h í tienes apestan p e o r q u e t ú m i s m o .
Y un gran cráter de candida leche con o t r o de aceite
suave p o n d r é c o m o ofrenda en h o n o r de las Ninfas.

Comatas

55 Mas, si vienes t ú a q u í , delicados heléchos y m e n t a


en ñ o r pisarás y en el suelo h a b r á pieles de cabra
más blandas con m u c h o q u e aquellas de oveja q u e dices.

82
IDILIO V

Y p o n d r é para Pan c o m o ofrenda o c h o c u e n c o s de leche


y o c h o orzas y en ellas panales de miel r e b o s a n t e s .

Lacón

6o Sea, p u e s , ese m i s m o el lugar en q u e luches c o n m i g o :


guárdate t u s encinas y suelo. Mas ¿quién va a j u z g a m o s ?
¡Ojalá presenciara esta lid el b o y e r o Licopas!

Comatas

Para n a d a a ése y o n e c e s i t o ; si quieres, d a r e m o s ,


en c a m b i o , unas voces a aquel l e ñ a d o r q u e a t u vera
65 está h a c i e n d o fajos de b r e z o : Morsón es su n o m b r e .

Lacón

Hagámoslo así.

Comatas

Llámale.

Lacón

Forastero, un momento
acércate y o y e . L u c h a m o s p o r ver q u i e n descuella
en el c a n t o b u c ó h c o ; y t ú , b u e n M o r s ó n , ni te m u e s t r e s
parcial hacia m í ni t a m p o c o a ése des t u s favores.

Comatas

7o S í , p o r las Ninfas, q u e r i d o M o r s ó n , ni te inclines


m á s de la cuenta hacia m í ni t a m p o c o le a y u d e s .
Esa grey pertenece a Sibirtas el t u r i o y de E n m a r a s
el de Síbaris son estas cabras q u e ves, b u e n amigo.

Lacón

¿Es q u e te h a n p r e g u n t a d o , b r i b ó n , si el r e b a ñ o a
Sibirtas
75 o a m í p e r t e n e c e , p o r Zeus? ¡Qué h a b l a d o r m e resultas!

83
TEOCRITO

Comatas

Yo la verdad sólo digo, b u e n h o m b r e , y de nada


m e j a c t o ; mas t ú p e n d e n c i e r o en exceso pareces.

Lacón

Di, p u e s , lo que quieras, m a s deja que a casa con vida


el amigo regrese. ¡Qué lengua la t u y a , C o m a t a s !

Comatas

80 Las Musas m e quieren a m í m u c h o más que al p o e t a


Dafnis; y y o dos cabritos ayer ofrecíles.

Lacón

Apolo t a m b i é n se deleita c o n m i g o ; le c r í o
u n bello c a r n e r o : las fiestas carneas ya vienen.

Comatas

Salvo d o s , h a n t e n i d o gemelos las cabras que o r d e ñ o


85 y la niña p r e g u n t a : " ¿ T ú solo, infeliz, las o r d e ñ a s ? "

Lacón

Veinte encellas o así de cuajada L a c ó n ha llenado


y c o r r o m p e , t e n d i d o e n t r e flores, al n i ñ o a u n i m p ú b e r .

Comatas

Clearista al c a b r e r o , c u a n d o él a sus cabras arrea,


m a n z a n a s le arroja y c o n dulce siseo le llama.

Lacón

90 Crátidas viene hacia m í y con sus lisas mejillas


m e e n l o q u e c e y las o n d a s lustrosas q u e c u b r e n su n u c a .

84
IDILIO V

Comatas

Pero nadie la flor equipare del viento o la zarza


con la rosa que crece en arriates al lado del s e t o .

Lacón

No se parecen bellota y melapia: p o r fina


95 que tenga la cascara aquélla, n o es dulce c o m o ésta.

Comatas

Daré una paloma torcaz en seguida a mi m o z a ;


voy a cazarla al e n e b r o en que suele posarse.

Lacón

Yo a Crátidas t e n g o que dar, c u a n d o esquile a la oveja


gris, su vellón delicado y con él se hará u n m a n t o .

Comatas

100 ¡Del acebnche a p a r t a o s , cabritas, venios


a pacer en la cuesta del cerro en q u e están los tarayes!

Lacón

¡Cónaro, deja la encina! ¡Y lo m i s m o Cineta!


¡Id a pastar, c o m o F á l a r o , al lado de Oriente!

Comatas

Tengo u n t a z ó n de ciprés y t a m b i é n t e n g o u n cráter


105 que Praxíteles h i z o ; a m i niña los d o s se los g u a r d o .

Lacón

Y y o u n can que al r e b a ñ o defiende y al l o b o estrangula;


al n i ñ o lo d o y por q u e atrape con él alimañas.

Comatas

Saltamontes q u e entráis a mi c a m p o saltando la cerca,


n o hagáis d a ñ o alguno a mis vides, q u e ya se secaron.

85
TEOCRITO

Lacón

11 o Cigarras, mirad c ó m o y o desafío al cabrero


y vosotras así desafiad a los h o m b r e s q u e siegan.

Comatas

Odio a las zorras de r a b o p e l u d o q u e el c a m p o


de Micón p o r la n o c h e recorren pillando sus uvas.

Lacón

Yo t a m b i é n a los escarabajos q u e van p o r el aire


11 s volando a comerse los higos q u e cría F i l o n d a s .

Comatas

¿No recuerdas que y o te a p r e t a b a y q u é caras p o n í a s


y q u é c o n t o r s i o n e s hacías asido a aquel roble?

Lacón

N o , pero el d í a en q u e F u m a r a s te a t ó y u n a b u e n a
paUza te d i o , de eso sí que m u y bien y o me a c u e r d o .

Comatas

120 Alguien agriándose e s t á ; t ú , M o r s ó n , ¿no lo n o t a s ?


De u n a vieja a la t u m b a ve al p u n t o a coger albarranas.

Lacón

T a m b i é n h a y , Morsón, ya lo ves, quien conmigo se


pica;

pan de p u e r c o a arrancar al Hálente en seguida h a b r á s de i r t e .

Comatas
De H í m e r a m a n e la leche y t ú , Cratis, con vino
12s enrojezcas y frutos a dar t u s berreras se p o n g a n .
IDILIO V

Lacón

Que t a m b i é n baje al alba p o r agua de la Sibaritis


y e n c u e n t r e la n i ñ a panales de miel en su j a r r a .

Comatas

C o m e n mis cabras codeso con ruda cabruna


y el almacigo pisan y sobre m a d r o ñ o s se a c u e s t a n .

Lacón

130 Mis ovejas t a m b i é n de a b u n d a n t e melisa d i s p o n e n


en su pasto y de flores de estepa q u e rosas p a r e c e n .

Comatas

N o quiero a Alcipe, q u e , c u a n d o le di la p a l o m a
anteayer, n o m e vino a besar ni agarró mis orejas.

Lacón

A E u m e d e s y o sí que le q u i e r o , p u e s , al regalarle
135 la siringa, me dio m u y bien d a d o u n b o n i t o y b u e n b e s o .

Comatas

Ni al cisne e m u l a r la abubilla. L a c ó n , ni la urraca


podrá al ruiseñor. Pero a ti las querellas te gustan.

Morsón

Que a b a n d o n e le o r d e n o al pastor y el cordero concede


a Comatas Morsón. Y n o olvides q u e debes m a n d a r m e
140 una b u e n a tajada c u a n d o hagas la ofrenda a las Ninfas.

Comatas

¡Por Pan, sí lo haré! Que retoce la grey de cabritos


entera y mirad con q u é gran carcajada m e b u r l o
de Lacón el p a s t o r , p o r q u e ya le he g a n a d o el c o r d e r o .

87
TEOCRITO

Hasta el cielo p o r ello veréis c ó m o s a l t o . T r a n q u i l o s


145 q u e d a d , mis cabritos c o r n u d o s ; m a ñ a n a y o a t o d o s
al e s t a n q u e de la Sibaritis os llevo a lavaros.
¡Eh, t ú , t o p a d o r , e h , Leucitas! Si m o n t a s a alguna
cabra y n o esperas q u e y o h a y a o f r e n d a d o el c o r d e r o
a las Ninfas, te voy a capar. ¿ O t r a vez? Si n o lo h a g o ,
15 o dejaré que m e llamen Melantio en lugar de C o m a t a s .

88
VI

LOS CANTORES BUCÓLICOS

El autor dedica el delicioso poema, que tantas analogías


muestra en relación con VIII y IX, a Arato, que no es el de So-
los, bien conocido autor cilicio del poema astronómico i o s / « c ó -
menos, sino un amigo e o o de Teocrito que reaparecerá en el idi-
lio siguiente, y cuenta c ó m o cantan, pero no en desafío de tipo
amebeo ni con arbitro, sino en dos tiradas seguidas de catorce y
veinte versos respectivamente (6-19 y 2 1 - 4 0 ) , el boyero Dafnis,
retador, que p o c o tiene que ver con el héroe mítico de I, y su
colega Dametas: la acción parece situarse en Sicilia. El primero
llama la atención a Polifemo sobre la forma coqueta en que le
provoca Calatea; Dametas toma el papel del propio Ciclope y lo
pinta magistralmente, inspirándose de m o d o parcial en los textos
de Filóxeno y otros que vimos, no con los feroces atributos de
la Odisea, sino en la integridad de su grotesco y patético figurón :
presunción al suponer a la moza prendada de él, inocente picar-
día al pretender darle unos injustificados celos, insensatez al des-
deñar la profecía de Téleme según la cual perdería algún día su
único ojo a manos de Ulises, ridiculas exigencias eróticas en su
papel de amante sin esperanzas y , sobre t o d o , la absurda idea
que tiene el monstruo de su propia belleza, de la cual vemos por
otra parte que duda un p o c o al tomar en 39-40 precauciones
apotropaicas contra la venganza divina hacia alguien desmesura-
damente ambicioso. Todo ello preanuncia ya el hermosísimo idi-
lio XI: no es extraño que, en un cortés y galante final sin vence-
dores ni vencidos sellado por el fraternal beso de los contendien-
tes y un cambio de regalos, hasta las terneras dancen bellamente.
Las consideraciones hechas en nuestro apéndice excluirían
la condena del verso 4 1 , idéntico a X 1 6 .

89
A n t a ñ o r e u n i e r o n sus greyes D a m e t a s y Dafnis
el b o y e r o . Ya de ellos, ¡oh, A r a t o ! , m o s t r a b a su b o z o
rubio el u n o y el o t r o su p o c o de b a r b a . S e n t a d o s
un m e d i o d í a de e s t í o al frescor de la f u e n t e ,
5 Dafnis así c o m e n z ó , q u e a D a m e t a s r e t a r a :

"Está Calatea al r e b a ñ o m a n z a n a s t i r a n d o ,
P o h f e m o , y l l a m á n d o t e mal a m a d o r y c a b r e r o ;
y tú ni la miras siquiera, m a s sigues tu dulce
siringa t a ñ e n d o , infeliz. Mira c ó m o provoca
1o ahora a t u perro ovejero y él gruñe m i r a n d o
al m a r , cuyas olas h e r m o s a s recogen su e s t a m p a
m i e n t r a s hace crujir suavemente la arena su t r o t e .
Ten c u i d a d o , n o vaya a atacar a la niña si sale
ella del agua y desgarre su pierna b o n i t a .
15 Pero aun desde allí j u g u e t e a contigo y , cual seco
vilano del cardo q u e m a d o del bello v e r a n o ,
h u y e de aquel q u e la busca y persigue al arisco
y saca al p e ó n de la raya. En a m o r , Polifemo,
suelen por b u e n a s pasar las j u g a d a s t o r t u o s a s " .

20 Y D a m e t a s , después de u n p r e l u d i o , c a n t ó de esta
guisa:

" Y a la he visto, por Pan, q u e al r e b a ñ o tiraba m a n z a n a s ;


m e fijé, por el ojo q u e solo m e q u e d a lo j u r o ,
t a n q u e r i d o y q u e m u c h o m e dure (y sus m a l o s presagios
a T é l e m o el vate y sus hijos alcancen en casa);
25 pero y o , p o r picarla t a m b i é n , ni la m i r o y aun finjo
que tengo o t r a m o z a ; ella lo o y e y se llena de celos,
¡oh. Pean!, se c o n s u m e y se p o n e frenética y deja
las olas y e m p i e z a a mirar a m i cueva y mis reses.

90
IDILIO VI

Y azuzo a mi can q u e le ladre; p u e s , c u a n d o la a m a b a ,


30 solía gruñir a p o y a n d o en sus muslos el m o r r o .
Quizá al verlo u n mensaje m e m a n d e , m a s pienso la puerta
cerrar m i e n t r a s n o h a y a j u r a d o q u e a h a c e r m e se aviene
en esta isla ella misma una c ó m o d a c a m a . T a m p o c o
tan fea resulta además c o m o dicen m i cara:
35 anteayer en el m a r con las aguas en calma m i r é m e
y h e r m o s a m i barba y h e r m o s a m i sola pupila
l u c í a n , si n o m e e q u i v o c o ; y el m a r reflejaba
el brillar de mis dientes m á s blancos que el m á r m o l de P a r o s .
E incluso e s c u p í c o n t r a el mal en m i enfaldo tres veces
40 cual la vieja Cotítaris dijo q u e hacer c o n v e n í a " .

42 Tal D a m e t a s c a n t ó y besó a Dafnis y luego u n a h e r m o s a


flauta y siringa u n o al o t r o se d i e r o n . Y Dafnis
el b o y e r o t o c ó la siringa y la flauta D a m e t a s
45 y en el b l a n d o herbazal las terneras d a n z a r o n al p u n t o .
Nadie fue vencedor, nadie fue d e r r o t a d o aquel d í a .

91
VII

LAS TALISIAS

Se le ha llamado el rey de los idilios teocriteos y es real-


mente difícil discutirle un tal t i t u l o .
Muchos topónimos demuestran, entre otros pormenores,
que la escena se sitúa idealmente en Cos y aun es posible (re-
cuérdese la introducción a Teocrito) que t o d o responda a una
grata vivencia del año 2 7 4 . El supuesto boyero Simfquidas nos
relata su viaje con dos amigos locales hacia una finca campestre
en la que dos hermanos de una distinguida familia de la isla les
han invitado a tomar parte en las Talisias, fiesta que se celebra-
ba para Deméter probablemente cuando ya la cosecha llevaba
mucho tiempo recogida, pues el detalle botánico de 1 3 4 apunta
a julio o agosto. Los caminantes encuentran a un c o n o c i d o , Líci-
das, quizá natural de una Cidonia coa que ningún otro t e x t o
menciona, vestido c o m o un cabrero, pero que, al igual que en
otros casos ya vistos, no va a comportarse c o m o tal. En medio
de una serie de amistosas bromas deciden unos y otros, que van
todos por el mismo camino, amenizarlo con canciones bucólicas.
El primero en actuar es Lícidas, que entona un propémpti-
co de 3 8 versos ( 5 2 - 8 9 ) , canto dedicado a desear buen viaje a
alguien, en esta circunstancia Ageanacte, que deberá tener feliz
travesía solamente si corresponde al amor del propio cabrero.
Y a continuación contesta Simfquidas con un poema más
breve (96-127) consagrado al Arato amigo de quien se habló en
VI, que ama sin éxito a un m o z o , tal vez ( 1 0 3 , 121) el Filino
mencionado en la introducción a Teocrito y en II.
Luego Lícidas, antes de separarse de Simfquidas, le regala
el cayado prometido y llegan los demás a la fiesta en lo que es
probablemente el más bello trozo de descripción paisajística,
inundado por el calor y la fertilidad de un mediodía estival en
el campo, con que nos haya obsequiado la Literatura griega, no
muy pródiga en este aspecto.

92
I D I L I O VII

Es interesante comparar las dos canciones. El tema de am-


bas es el erótico-homosexual tan del gusto de los alejandrinos,
pero su tratamiento resulta distinto : la queja amorosa de Lícidas
es más blanda y sentimental, más insinuante, más "epicúrea" en
la magnífica escena del final ; Simíquidas no se limita a pedir, si-
no también amenaza virilmente a Pan si se muestra hostil y al
propio Filino, cuya sazón se halla próxima a la decadencia, por
lo que Arato no debe poner en su aventura demasiada pasión.
Pero los cantos coinciden en estar montados sobre un complica-
do armazón cultural que curiosamente no se hace nunca pedante :
precisiones astronómicas, leyendas recónditas (Dafnis otra vez,
el cabrero turio Comatas), ritos raros (el castigo de Pan por los
mozos), una muy helenística mitología del vino al final (con la
inevitable mención de Polifemo, c o m o en VI), geografía a todo
pasto, todo ello componiendo un cuadro impregnado de sor-
prendente y delicada belleza dentro de una intencionada breve-
dad. Es difícil, al respecto, no creer que Teocrito comparte él
mismo la opinión de Lícidas (45-48) tan afín a t e x t o s de Calí-
maco c o m o el fr. 1, 25 Pf., del principio de sus Causas, el final del
himno II y su epigrama 276 de nuestra colección (Ant. Pal. XII
43), infinitamente expresivos sobre la afición del de Cirene a los
cantos breves y refinados: algo más diremos sobre la égloga VI
de Virgilio.
Aquí sí, aunque no en otros idilios respecto a los que se
ha exagerado, es evidente q u é se encierra un poema de clave o
mascarada pastoril. Simíquidas es el propio Teocrito (recuérde-
se el pormenor fisiognómico de su introducción); Sicélidas (allí
también hablábamos de ello) es Asclepíades de Samos, denomi-
nado así por los epigramatistas Hédilo (Aten. 4 7 3 a) y Meleagro
(Ant. Pal. IV 1, 4 6 ) ; Ageanacte podría ser el citado elegiaco
Hermesianacte; tanto en este idilio c o m o en III se ha supuesto
que Títiro es Alejandro de Pleurón, el bien conocido poeta y fi-
lólogo de Alejandría, que escribió sobre Dafnis ; el otro maestro
de nuestro poeta, Filitas, aparece sin seudónimo; nada sabemos
de los dos pastores aludidos en 71 ; y sobre Lícidas, y la ignoran-
cia al respecto es grave, hay toda clase de opiniones: Arato de
Solos (recuérdese la introducción a VI), Leónidas de Tarante
(igualmente la general de Teocrito); el filólogo, poeta épico y
epigramatista, a quien leeremos, Riano de Creta; sobre t o d o
Calimaco (véase el apéndice) o quizá el Astácides que será men-
cionado en un epigrama; o incluso —¿por qué no?—alguien real-
mente llamado Lícidas.

93
Dejábamos É u c r i t o y y o la ciudad u n a m a ñ a n a
con A m i n t a s y a Hálente m a r c h á b a m o s , pues a Deme'ter
se ofrendaban Talisias en casa de los Licopidas
Frasidamo y A n t í g e n e s , gentes selectas y nobles
5 de antiguo linaje, nacidos de Clitia y del p r o p i o
Galeón, aquel q u e h i z o b r o t a r con su pierna, a p o y a n d o
la rodilla en la roca con fuerza, la fuente Burina;
sombreábala un b o s q u e tejido p o r álamos y o l m o s
cuyas copas de verde follaje c u b r í a n sus aguas.

1o Todavía n o estaba m e d i a d o el camino y la t u m b a


de Brásilas aun n o v e í a m o s , c u a n d o e n c o n t r a m o s
por favor de las Musas a u n h o m b r e cidonio e x c e l e n t e .
Llamábase Lícidas y era cabrero y al p u n t o
dijéranlo t o d o s , pues tal parecía en su a s p e c t o .
15 Llevaba en los h o m b r o s el flavo pellejo de u n m a c h o
de hirsuta pelambre q u e a cuajo reciente apestaba
y u n a t ú n i c a vieja ceñíase en t o r n o a su p e c h o
con u n cinto t r e n z a d o y llevaba en su diestra u n c a y a d o
de a c e b n c h e . Miróme tranquilo y , con burla en el rostro
20 y sonrisa a s o m a n d o a sus labios, tal dijo el c a b r e r o :

"¿Adonde, S i m í q u i d a s , vas t a n de prisa en lo fuerte


del d í a , si incluso el lagarto se d u e r m e en las grietas
del seto y cesó el aletear de la alondra m o ñ u d a ?
¿No invitado a u n a fiesta, afanoso concurres o acudes
25 a invadir el lagar de u n amigo? Pues pisan t u s b o t a s
el camino y n o h a y piedra q u e al c h o q u e con ellas n o c a n t e '

Y y o r e s p o n d í : "Dicen t o d o s q u e t ú eres, q u e r i d o
Lícidas, gran t a ñ e d o r de siringa y superas
a cualquier segador o p a s t o r ; y ello m u c h o complace
30 mi alma, m a s y o en m i o p i n i ó n u n c e r t a m e n contigo

94
I D I L I O VII

p u e d o osar. De Talisias se trata esta vez. U n o s h o m b r e s


amigos ofrecen primicias de mies a b u n d a n t e
y festín a D e m é t e r de espléndido p e p l o , pues ella
ha c o l m a d o sus eras con pingüe m e d i d a de g r a n o .
35 Ea, p u e s , ya q u e el m i s m o c a m i n o y el t i e m p o n o s u n e n ,
al c a n t o b u c ó h c o d é m o n o s y u n o del o t r o
aprenda quizá. T a m b i é n y o de las Musas soy b o c a
sonora y p o e t a mejor q u e n i n g u n o m e l l a m a n ,
mas n o m e c o n v e n c e n , p o r Z e u s , pues mis versos n o creo
40 que al gran samio Sicélidas p u e d a n vencer ni a Filitas,
mas soy una rana q u e e m u l a c r o a n d o a los grillos".

A s í dije adrede y repuso con dulce sonrisa


el c a b r e r o : ' T e d o y el c a y a d o , p o r q u e eres r e t o ñ o
de Z e u s , esculpido t o d o él en verídicos m o l d e s .
45 A m í el c o n s t r u c t o r m e es odioso en e x t r e m o q u e e m p r e n d a
el alzar una casa q u e iguale en altura a la cima
del O r o m e d o n t e y las aves canoras q u e graznan
en vano q u e r i e n d o e m u l a r al p o e t a de Q u í o s .
Mas, ea, prmcipie sin más el b u c ó l i c o c a n t o ,
5o S i m í q u i d a s ; y o ... m i r a , amigo, si tal vez te agrada
esta p e q u e ñ a canción q u e hice h a p o c o en el m o n t e .

Ageanacte t e n d r á a Mitilene feliz travesía,


a u n q u e el N o t o las h ú m e d a s olas, e s t a n d o a Occidente
los Cabritos, agite, y su pie en el O c é a n o moje
55 Orion, si a su Lícidas salva, a q u i e n t u e s t a Afrodita;
pues por él siento u n cálido a m o r q u e m e está d e v o r a n d o .
Los alciones la m a r calmarán y el oleaje y el N o t o
y el E u r o , que incluso revuelve las últimas algas;
los alciones, las aves m á s gratas, de t o d a s aquellas
6o que e n c u e n t r a n su presa en el agua, a las glaucas Nereides.
Que t o d o a Ageanacte le sea p r o p i c i o en su m a r c h a
a Mitilene y q u e arribe tras viaje d i c h o s o .

Y y o en aquel d í a , ceñidas mis sienes de e n e l d o ,


campanillas y rosas, al lado del fuego a t e n d e r m e
65 iré y en las copas pteleático vino del cráter
echaré y freiránse al calor de la llama las h a b a s .
Y el jergón que debajo t e n d r é llevará e n c i m a u n c o d o
de flor de apio crespo y g a m ó n y t a m b i é n de coniza.
Beberé b l a n d a m e n t e a c o r d á n d o m e de Ageanacte

95
TEOCRITO

70 c u a n d o apure mi labio las heces del vino en la c o p a .


T a ñ e r á m e sus flautas u n par de p a s t o r e s , el u n o
licopita y el o t r o de A c a m a s , y T í t i r o al lado
de m í cantará c ó m o a X é n e a a n t a ñ o el b o y e r o
Dafnis a m ó ; las m o n t a ñ a s por él sollozaban,
75 lloraban los robles q u e a orillas del H í m e r a s crecen
m i e n t r a s él se fundía cual nieve a los pies del gran H e m o
o el A t o s o R ó d o p e o C á u c a s o , e x t r e m o del m u n d o .
Y t a m b i é n c a n t a r á c ó m o en u n a gran arca encerrara
vivo u n d í a al cabrero la grande maldad de su d u e ñ o
80 y c ó m o del p r a d o a c u d í a n con flores suaves
al cedro oloroso las chatas abejas, pues dulce
n é c t a r h a b í a vertido la Musa en su b o c a .

Bendito C o m a t a s , t ú fuiste q u i e n estas delicias


gozaste e n c e r r a d o en el arca y pasaste la b u e n a
85 estación p o r abejas n u t r i d o . ¡Ojalá e n t r e los vivos
estuvieras a u n h o y y contigo a pastar en los m o n t e s
llevara las bellas ovejas t u voz e s c u c h a n d o
y , bajo los robles o p i n o s t u m b a d o , t u s gratas
canciones m e hicieras oir, o h , C o m a t a s d i v i n o ! "

90 Se calló tras aquello y habléle con estas r a z o n e s :


" C u a n d o era pastor en los m o n t e s , t a m b i é n m e e n s e ñ a r o n
a m í , caro Lícidas, c a n t o s preciosos las Musas
que q u i z á h a b r á llevado la fama hasta el t r o n o de Z e u s .
Pero h a y u n o q u e a t o d o s e x c e d e y con él voy a h o n r a r t e ;
95 e s c ú c h a m e , p u e s , y a q u e afecto a las Musas te m u e s t r a s .

Los A m o r e s p o r m í e s t o r n u d a r o n , p u e s gústale Mirto


a este infeliz c o m o la primavera a las cabras.
Y A r a t o , a q u i e n quiere S i m í q u i d a s m á s q u e a n i n g u n o ,
lleva en su e n t r a ñ a el deseo de u n m o z o . Ya sabe
100 Aristis, con m u c h o el m e j o r , a q u i e n n o prohibiera
F e b o m i s m o cantar j u n t o al t r í p o d e con su forminge,
que q u e m a el a m o r de ese m o z o los h u e s o s de A r a t o .

Haz, ya se trate del b l a n d o F i ü n o o bien de o t r o ,


que a su abrazo a m o r o s o e s p o n t á n e a m e n t e él a c u d a ,
IOS ¡oh. P a n , e l q u e de H ó m o l e riges los gráciles llanos!
Si lo quieres h a c e r . Pan a m a d o , t u s h o m b r o s n o a z o t e n

96
I D I L I O VII

con cebolla albarrana y t u s flancos los m o z o s de Arcadia


c u a n d o exigua resulte la carne cazada; y , en o t r o
caso, tu c u e r p o picado t u s uñas arañen
11 o t o d o él, entre ortigas te acuestes y e n c u é n t r e t e el pleno
invierno a la orilla del H e b r o , m i r a n d o hacia la Osa
y los m o n t e s que h a b i t a el E d o n o , y p a s t o r en verano
debas ser del e x t r e m o confín de E t i o p í a , en la peña
de los Blemies, allí d o n d e ya n o es visible ni el Nilo.

115 Y vosotros, A m o r e s iguales q u e rojas m a n z a n a s ,


dejad Hiétide y Bíblide, fuentes amables, y E c u n t e ,
la sede escarpada de Dione la rubia, y q u e hieran
vuestras saetas af bello F i h n o ; s í , heridle,
miserable, q u e n o c o m p a d e c e a mi amigo aun e s t a n d o
120 c o m o pera m a d u r a ; y le dicen ' ¡Ay, ay! ' las mujeres,
' ¡Filino, se pasa, se pasa tu flor deleitable!'

No sigamos de guardia en su p ó r t i c o , A r a t o , ni n u e s t r o s
pies cansemos; q u e sea o t r o q u i e n sienta, al c a n t a r con el alba
el gallo, p e n o s o t o r p o r ; q u e Molón se e x t e n ú e ,
125 buen a m i g o , en palestra tan a r d u a ; n o s o t r o s t r a n q u i l o s
reposemos y al lado a la vieja t e n g a m o s q u e escupa
a p a r t á n d o n o s todas las cosas q u e n o n o s c o n v i e n e n " .

Así dije y a m í su c a y a d o , con suave sonrisa


c o m o a n t e s , me d i o , p o r que fuera amistoso regalo
130 de las Musas; t o r c i ó hacia la izquierda y se fue p o r la senda
que a Pixa conduce ; y llegué y o con Éucrito y j u n t o
al h e r m o s o Amintillas a casa del b u e n F r a s i d a m o
para echarnos gozosos en muelle jergón de flexibles
j u n c o s y de hojas de vid frescamente c o r t a d a s .
13 5 M u c h o s álamos y o l m o s sus frondas m o v í a n encima
de nuestras cabezas y cerca las aguas rituales
de las Ninfas cantaban fluyendo del a n t r o sagrado.
Charlaba la oscura cigarra en la fresca espesura
sin cansarse j a m á s ; desde lejos el sapo ululaba
140 o c u l t o entre zarzas y densos e s p i n o s ; g e m í a
la t ó r t o l a , alondra y jilguero c a n t a b a n , en t o r n o
a las fuentes volaban sin pausa las rubias abejas.
T o d o a verano a b u n d a n t e y a frutas o l í a .
Pródigamente a cubrir n u e s t r o s pies y c o s t a d o s

97
TEOCRITO

145 venían m a n z a n a s y peras r o d a n d o ; e l ciruelo


con sus ramas de fruto a b r u m a d a s el suelo t o c a b a .
Se q u i t ó a las tinajas la pez de c u a t r o a ñ o s . ¡Oh, Ninfas
castáhdes, d u e ñ a s del alto Parnaso! ¿Tal era
el cráter acaso q u e el viejo Q u i r ó n para Heracles
150 d e s t a p ó en la rocosa caverna de F o l o ? ¿Igualaba
a este n é c t a r , que al lado de su ara a D e m é t e r Haloide
h o y escanciasteis, aquel q u e impulsó al p o d e r o s o
Polifemo, el pastor del A n a p o , capaz con m o n t a ñ a s
de apedrear los bajeles, a andar p o r su cueva d a n z a n d o ?
15 5 ¡Ojalá q u e o t r a vez p u e d a y o en el almiar un gran bieldo
clavar y benigna sonría la diosa, cargadas
de amapolas y espigas de trigo t e n i e n d o a m b a s m a n o s !

98
vili

LOS CANTORES BUCÓLICOS

El idilio comparte con VI y IX no sólo el titulo, sino tam-


bién muchas similitudes, entre ellas la de comenzar con palabras
de un narrador y la de desarrollarse en Sicilia ( 5 6 ) . Los conten-
dientes del certamen son esta vez el boyero Dafnis (que, a dife-
rencia de VI, sí pudiera mostrar aquí algunos rasgos del prototi-
po mítico, c o m o ser el primero entre t o d o s y casar con una nin-
fa, 93-94) y el ovejero Menalcas (personaje también en su origen
más o menos legendario y amante de otra ninfa en alguna versión),
ambos desde luego pastores muy cultivados. El arbitro es un ca-
brero innominado. El esquema amebeo, estropeado por proba-
bles corruptelas que han producido un verdadero revoltijo en la
numeración y la pérdida de una de las intervenciones de Dafnis,
comprende una alternación (33-60) de estrofas de cuatro versos,
pero, cosa única para Teocrito de que ya se hizo eco nuestra in-
troducción, en dísticos elegiacos; y dos respectivas tiradas de
ocho hexámetros (63-70 y 72-79) seguidas del discurso en que
el juez premia a Dafnis.
Virgilio, imitador de este poema, lo consideraba evidente-
mente c o m o teocriteo, pero la citada anomalía métrica y otras
singularidades (en el rebaño de Menalcas hay cabras según 4 5 ,
50 y 6 3 ; hasta 84 no se nos dice que los cantores se jugaban una
siringa) han hecho pensar en un "pastiche" escrito por un imita-
dor de V y VI. Ahora bien, la antigüedad de su tradición (está
en un papiro y los antiguos lo comentan) y el esquema numérico
expuesto en nuestro apéndice lo defenderían c o m o teocriteo
respetando la totalidad de sus versos: no sería suprimido el 7 7 ,
casi igual que IX 7 ; no se supondría caída la citada estrofa entre
52 y 5 3 , etc.
Allí también veremos que Menalcas puede ofrecer rasgos
que lo asimilen a Calimaco.

99
Se e n c o n t r ó , según d i c e n , en la alta m o n t a ñ a Menalcas,
que allí ovejas p a s t a b a , con Dafnis, h e r m o s o b o y e r o .
R u b i o s de pelo e r a n a m b o s , i m p ú b e r e s a m b o s ,
en c a n t a r y t o c a r la siringa los d o s e n t e n d i d o s .
5 Vio a Dafnis, hablóle el p r i m e r o y le dijo Menalcas:
"Dafnis, guardián de los b u e y e s q u e m u g e n , ¿ c a n t a m o s ?
Ganarte p o d r é si consigo c a n t a r c u a n t o q u i e r o " .
Y Dafnis e n t o n c e s con estas palabras r e p u s o :
"Pastor de lanudas ovejas, flautista Menalcas,
1o j a m á s vencerásme p o r m á s q u e te m a t e s c a n t a n d o " .

Menalcas

¿Quieres, p u e s , que veamos? ¿Te avienes a q u e algo

apostemos?

Dafnis

Q u i e r o , s í . q u e v e a m o s ;avéngome a q u e algo a p o s t e m o s .

Menalcas

¿Y qué p r e m i o a p o s t a r n o s p o d r í a m o s digno del caso?

Dafnis

Y o , u n t e r n e r o ; y t ú p o n u n c o r d e r o q u e oveja parezca.

Menalcas
15 Un cordero n o p u e d o a p o s t a r ; son severos mi padre
y m i m a d r e , q u e t o d a s las n o c h e s m e c u e n t a n las reses.

100
IDILIO V i l i

Dafnis

E n t o n c e s ¿qué pones? ¿Qué p u e d e llevarse el q u e


triunfe?

Menalcas

Una h e r m o s a siringa q u e y o hice de nueve c a ñ o n e s ,


revestida con candida cera de arriba h a s t a abajo;
2o esto es lo que a p u e s t o , m a s n a d a q u e tenga mi p a d r e .

Dafnis

T a m b i é n y o u n a siringa poseo de nueve cañones


revestida con candida cera de arriba hasta abajo;
la armé el o t r o d í a y aun h o y m e lastima este d e d o ,
pues abrióse al hacerlo la caña y en él m e di u n c o r t e .

Menalcas

25 Mas ¿quién va a juzgarnos? ¿Habrá q u i e n los c a n t o s


escuche?

Dafnis

Mira, al cabrero l l a m e m o s a q u e l , que a su vera


tiene u n p e r r o b l a n c h e t e q u e está a las cabritas l a d r a n d o .

Gritaron los m o z o s y vino el cabrero a escucharles;


cantaron los m o z o s y q u i s o arbitrar el c a b r e r o .
30 Al c a n o r o Menalcas tocóle iniciar la c o n t i e n d a
y después t o m ó Dafnis la vez y siguió con el c a n t o
b u c ó l i c o . A s í la canción del p r i m e r o e m p e z a b a :

Menalcas

Valles y r í o s , linaje divino, si alguna


vez os gustó el c a n t o del flautista Menalcas,
35 criadle benignos las reses; y Dafnis, si viene
con sus t e r n e r a s , n o goce de p e o r t r a t o .

101
TEOCRITO

Dafnis

F u e n t e s y p r a d o s y dulce h e r b a z a l , si c o m p i t e
con el ruiseñor la música de Dafnis,
engordad su r e b a ñ o ; y si el s u y o trajere Menalcas,
40 bienvenido sea y a b u n d a n c i a halle en t o d o .

Menalcas

45 Paren gemelos la oveja y las cabras, se llenan


46 de abejas los panales, las encinas son altas
47 d o n d e pise el h e r m o s o Milón; p e r o , si se retira,
44 seco q u e d a el p a s t o r y secas las y e r b a s .

Dafnis

41 Siempre es primavera y h a y p a s t o s , rebosan las ubres


42 de leche y e n g o r d a n las crías allí d o n d e
43 ponga Naide la bella su p i e ; p e r o , si se retira,
48 más se seca el p a s t o r , m á s las vacas se secan.

Menalcas

Ve al corazón de la selva infinita, m a r i d o


so de las blancas cabritas — ¡eh, chivos, al agua! —,
que allí está Milón; vete, m o c h o , y le das mi r e c a d o :
" P r o t e o , siendo dios, pastoreaba f o c a s " .

Dafnis

Menalcas

No q u i e r o la tierra de PeTope, el o r o de Creso


poseer, ni vencer al viento en mi carrera,
55 mas bajo este peñasco cantar y contigo en los brazos
ver el mar sicélico con mi grey q u e p a c e .

Dafnis

Para el b o s q u e el mal t i e m p o es fatal, para el riego la seca,


la red para la fiera, para el ave la t r a m p a .

102
JDILIO VIII

para el h o m b r e el deseo de tierna doncella. N o he sido,


60 Z e u s , el único a m a n t e , que t ú t a m b i é n lo fuiste.

Tal c a n t a r o n los m o z o s en copla alternada y con estas


palabras principio al p o s t r e r o cantar dio Menalcas:

Menalcas

R e s p é t a m e , l o b o , respeta a cabritas y m a d r e s ;
n o abuses; p e q u e ñ o soy y o para t a n t o g a n a d o .
65 L a m p u r o , mi can, ¿tan p r o f u n d o es el sueño en que
duermes?
Haces m a l ; e s u n n i ñ o el q u e al pasto ha salido c o n t i g o .
No t e m á i s , ovejitas, de yerba reciente saciaos;
n o estaréis h a r t a s aún c u a n d o crezca de n u e v o .
Sita, paced y llenad vuestras u b r e s ; q u e m a m e n
7o los corderos y q u e aun encellar p u e d a y o lo q u e s o b r e .

Y Dafnis al p u n t o e m p e z ó con su c a n t o s o n o r o :

Dafnis

T a m b i é n a m í ayer de su gruta al pasar c o n mis b u e y e s


h e r m o s o llamóme u n a m o z a de cejas corridas.
Pero n o contesté ni siquiera palabras amargas,
75 mas puse mi vista en el suelo y seguí m i c a m i n o .
76 Suave es el mugir de la chota y es suave su aliento
78 y e s grato en verano d o r m i r j u n t o al agua c o r r i e n t e .
Las bellotas del roble son p r e z , del m a n z a n o su fruta,
80 de la vaca el novillo y la vaca a su vez del b o y e r o .

Tal cantaron los m o z o s y dijo el cabrero en seguida:


"Dulce e s , ¡oh, Dafnis!, t u b o c a y t u voz deleitable;
es preferible a la miel el oir t u s c a n c i o n e s .
Las siringas te d o y , pues venciste en la p r u e b a . Si acaso
85 enseñarme quisieras a m í m i e n t r a s llevo contigo
el r e b a ñ o a pacer, te daré c o m o precio la cabra
m o c h a q u e suele hasta el b o r d e llenar mi c o l o d r a " .
Y el m o z o alegróse y saltó y aplaudió a n t e su triunfo
c o m o cervato q u e acude triscando a su m a d r e .

103
TEOCRITO

9o Y el otro afligióse y en su alma quedóse turbado


como la novia que uncida se encuentra a un marido.
Y ya desde entonces fue Dafnis primero entre todos
los pastores y joven casóse con Naide la ninfa.
IX

LOS CANTORES BUCÓLICOS

Otro miembro del trío temático en que hemos hallado VI


y VIII, y también con narrador c o m o ellos, pero más corto. So-
bre el escenario hay dudas, pues a Sicilia apuntaría la mención
del Etna ( 1 5 ) , pero, si en 26 se habla de la isla de Icaros o Icaria,
ello indicaría el mar Egeo, a no ser que, según otros, hubiera ahí
mención de la ciudad sfcula de Hícara.
Los cantores son el boyero Dafnis, otra vez sin atributos
míticos, y el pastor Menalcas, cada uno de los cuales recita
siete versos (7-13 y 15-21); pero lo curioso es que el narrador,
con una expresión ( 3 0 ) más o menos equivalente a "si no canto
y o , reviento", añade por su parte una oda de seis (31-36) muy
distinta de las otras y, sin discernir méritos, hace regalos a los dos.
Todo esto, y el hecho, como en VIII, de que en el rebaño
de Menalcas figuren alternativamente vacas (3) y cabras ( 1 7 ) , ha
hecho pensar que el idilio, aunque anterior a Virgilio, que lo uti-
lizó, puede ser producto de una fusión de textos heterogéneos
por obra de un imitador. Mosco en opinión de algún comentarista.
Sin embargo, no sólo supondría pertenencia genuina a Teocrito
la aceptación del esquema sugerido en nuestro apéndice, sino
que, conservando en el verso 29 la lección de los códices frente
a una conjetura, podríamos traducir que canté a los pastores
antaño y desgajar del poema propiamente dicho los nueve últi-
mos versos, himno a las Musas que constituiría el epílogo de la
colección bucólica.

105
E n t o n a el bucólico c a n t o , c o m i e n z a el p r i m e r o ,
Dafnis, con él y q u e siga en seguida Menalcas;
dejad q u e a las vacas los c h o t o s a c u d a n y el t o r o
a la q u e aun n o parió y q u e con ella el follaje recorra
5 sin dejar el r e b a ñ o ; t ú a m í c á n t a m e desde d o n d e
estás y a su vez desde allá te r e s p o n d a Menalcas.

Dafnis

Dulce es la voz del t e r n e r o y la vaca y es dulce


la siringa q u e t o c a el b o y e r o y t a m b i é n son mis c a n t o s .
J u n t o al fresco a r r o y u e l o u n jergón m e he h e c h o y o c o n las
bellas
1o pieles de t o d a s mis blancas novillas q u e desde
la atalaya el lebeche t i r ó c u a n d o e s t a b a n c o m i e n d o
m a d r o ñ o s ; m e i m p o r t a t a n p o c o el ardor del verano
c o m o el consejo del p a d r e y la m a d r e a q u i e n a m a .

A s í Dafnis a m í m e c a n t a b a y Menalcas r e p u s o :

Menalcas

15 E t n a , mi m a d r e , t a m b i é n y o p o s e o u n a cueva
preciosa e n t r e cóncavas rocas y allí c u a n t o en sueños
p u e d e u n o ver, m u c h e d u m b r e de ovejas y cabras
c u y o s vellones r o d e a n mis pies y cabeza.
Aso t o r t a s con lefia de encina o , c u a n d o hace mal t i e m p o ,
2o secas bellotas y t a n t o el invierno m e i m p o r t a
c o m o al h o m b r e sin d i e n t e s las n u e c e s si tiene pasteles.

Yo aplaudíles y al p u n t o les hice regalos: a Dafnis


u n c a y a d o le di q u e en el c a m p o p a t e r n o naciera

106
I D I L I O IX

ya h e c h o así y q u e m t a c h a b l e resulta a cualquier a r t e s a n o


25 y al o t r o u n a bella bocina q u e vi en unas rocas
icarias ~ su carne c o r t a d a en p e d a z o s los cinco
c o m p a ñ e r o s c o m i m o s — y a q u e él sacó u n son con su s o p l o .
Musas bucóUcas, m u c h o os saludo y os ruego
que los cantos mostréis que escuché a los pastores e n t o n c e s ,
30 n o sea q u e vaya a llenarse de ampollas mi lengua.
La cigarra amará a la cigarra, la hormiga a la h o r m i g a ,
el halcón al halcón y a m í , en c a m b i o , la Musa y las o d a s .
De ellas se pueble mi casa, pues n o son m á s dulces
la primavera ni el s u e ñ o ; c o m o a m a la abeja
35 a la flor, así quiero a las Musas; aquel a q u i e n m i r a n
con g o z o , ningún d a ñ o t e m a de Circe y sus drogas.

107
LOS JORNALEROS O SEGADORES

Es un buen idilio, con escenografía y caracteres p o c o


usuales: quizá se desarrolle en Cos, isla con que tiene algo que
ver el nombre Polibotas de 15. La época es la de la siega, el mes
de m a y o : recuérdense ciertos versos de Hesíodo, con quien coin-
ciden en algo 42-55.
A un diálogo sin narrador de dos segadores (1-23) sigue,
esta vez sin certamen, un canto de Buceo ( 2 4 - 3 7 ) ; tras elogios
irónicos de Milón ( 3 8 - 4 1 ) , la oda de éste, en el mismo número
de versos ( 4 2 - 5 5 ) , de tipo artesanal y que él dice inspirada por el
legendario Litierses, hijo del rey frigio Midas y compositor de
cantos de este tipo; y al final, una especie de sobria moraleja del
mismo pastor (56-58).
Muy interesante resulta el contraste de personajes: Milón
es mayor, tiene más experiencia, practica una filosofía utilitaria
y prosaica sin muchas concesiones a la poesía; Buceo, menos
cuajado y probablemente mimado por su madre, con la que vive
( 5 8 ) , se muestra incurablemente sentimental y enamoradizo. Su
amada Bombica es persona de ínfima categoría social (flautista
según 16) y extremadamente fea para los gustos griegos, con tez
negra que le da ( 2 6 ) un aspecto oriental, pero ello no importa a
su amante, c u y o temperamento vago y blando recuerda al del
cabrero de HL
Teocrito describe magníficamente el ambiente rústico en
que se mueven personas modestísimas, aunque Buceo posee un
pequeño campo ( 1 4 ) .

108
Milón

¿Qué tienes h o y , infeliz j o r n a l e r o Buceo?


¿No llevas, c o m o antes llevabas, t u c a m b a derecha
ni siegas al ras del vecino, m a s vas rezagado
al igual q u e la oveja q u e tiene u n a espina en la p a t a ?
¿ C ó m o a la tarde estarás y en lo fuerte del d í a
si n o hincas el diente al s e m b r a d o en los m i s m o s principios?

Buceo

Milón, segador incansable, m á s d u r o que piedra,


¿jamás te ha o c u r r i d o el echar a u n ausente de m e n o s ?

Milón

J a m á s : ¿qué nostalgia u n o b r e r o t e n d r á del q u e falta?

Buceo

¿Jamás por a m o r te has pasado despierto la n o c h e ?

Milón

Ni m e ocurra, q u e el perro n o debe habituarse a la tripa.

Buceo

Pues hace ya casi diez días q u e y o a n d o p r e n d a d o .

Milón

Bebes, p u e s , en tinaja y a m í ni el vinagre m e llega.

109
TEOCRITO

Buceo

¡Si desde la siembra n o he d a d o a mi c a m p o u n mal

golpe!

Milón

15 ¿Quién es ella?

Buceo
La de P o h b o t a s , flautista en là casa
de Hipoción anteayer para aquellos q u e estaban s e g a n d o .

Milón

¡Los dioses castigan al m a l o ! T e n d r á s por la n o c h e


la rezandera del c a m p o y sus garras e n c i m a .

Buceo

A burlarte ya e m p i e z a s , mas n o sólo Pluto está ciego,


2o t a m b i é n el i m p ú d i c o A m o r ; n o te llenes la b o c a .

Milón

N o me lleno la b o c a ; t ú corta la mies y dedica


entre t a n t o a la m o z a t u c a n t o a m o r o s o y con ello
mejor segarás; t e gustaba la música a n t a ñ o .

Buceo

Musas de Pieria, c a n t a d m e a la esbelta m u c h a c h a ,


25 pues aquello q u e , ¡oh, diosas!, tocáis en h e r m o s o se t o r n a .
Bombica graciosa, de siria m o t e j a n t e t o d o s ,
de seca y t o s t a d a , m a s y o p o r miel dulce te t e n g o .
Oscura es la viola y t a m b i é n los inscritos j a c i n t o s ,
mas los escogen p r i m e r o al hacer las c o r o n a s .
30 La cabra el codeso persigue y el l o b o a la cabra
y la grulla va en p o s del a r a d o y p o r ti y o e n l o q u e z c o .
Ojalá las riquezas tuviera de Creso el f a m o s o ,
pues en o r o los d o s n o s alzáramos p a r a Afrodita,

110
IDILIO X

tú con t u flauta o quizás una rosa o m a n z a n a ,


35 y o con nuevo calzado de A m i d a s y b u e n o s vestidos.
Bombica graciosa, t u s pies son cual t a b a s , b e l e ñ o
es t u voz; para hablar de t u s aires palabras me faltan.

Milón

¡No supimos que Buco era a u t o r de t a n bellas canciones!


¡Qué bien calculó la a r m o n í a y m e t i ó en ella el r i t m o !
40 ¡Qué t o n t a m e n t e déjeme crecer esta barba!
V e a m o s q u é c a n t o c o m p u s o el divino Litierses.

¡Deméter, la rica en espigas y f r u t o s , q u e fácil


se presente la mies y que m u c h a cosecha n o s traiga!
Apretad las gavillas de espigas, n o pase q u i e n diga:
45 " ¡Hombres de higuera, p e r d i d o el jornal q u e les p a g u e n ! "
Al céfiro o viento boreal mire el tajo de vuestra
h o z , p o r q u e luego p o d r á n m a d u r a r las espigas.
Huid de la siesta al trillar, p o r q u e e n t o n c e s es c u a n d o
más fácilmente la paja del grano se a p a r t a ;
50 y, en c a m b i o , la siega e m p e z a d con la alondra que trina
y con ella cesad, p e r o n o trabajéis c u a n d o q u e m a .
Envidiable es, ¡oh, m o z o s ! , la rana y su vida, pues n a d a
le p r e o c u p a quién d e b a escanciarle, q u e el agua le sobra.
Hierve mejor las lentejas, avaro i n t e n d e n t e ;
55 n o vayas t u m a n o a cortar r e b a n a n d o el c o m i n o .

Esto es lo q u e debe cantar q u i e n al sol se fatiga;


y ese t u a m o r m u e r t o de h a m b r e . B u c e o , es u n c u e n t o
que p u e d e s c o n t a r a t u madre t e m p r a n o en la c a m a .

111
XI

EL CICLOPE

La versión que presentamos aquí ofrece algunas variantes


respecto a la que anticipamos en las págs. 1 7 1 - 1 7 3 de Sobre un
ensayo de versión rítmica de los bucólicos (Genethliakon
Isidorianum, Salamanca, 1 9 7 5 , 1 6 1 - 1 7 5 ) . En cuanto a esta in-
troducción, conviene leer con ella los textos no bucólicos reco-
gidos sobre Polifemo y Calatea, los de VI y VII y otros de Mos-
co y.Bión.
El poema tiene implicaciones biográficas. Ya se habló en
la introducción a Teocrito de su amistad con el médico Nielas,
que probablemente era muy joven a la sazón, pues c o m o adoles-
cente (9) se presenta también a Polifemo. El amigo, mediocre
poeta por lo demás (a él se deben los epigramas 77-84 de nues-
tra Antología Palatina, de los que se leerán 81-82 y el último),
está por lo visto enamorado: el bucólico (cuyos idilios XIII y
XXVIII, aquí no recogidos, muestran, c o m o el epigrama 3 6 5 ,
también relación con Nielas) ironiza finamente sobre ello. No
hay que ir a los médicos, que además son caros ( 8 0 - 8 1 ) , para cu-
rarse de los males de amor; el Ciclope (la idea, se recordará, es
de Filóxeno) encontró una magnífica catarsis en la música; Ca-
limaco, c o m o vimos, añadió otra buena droga.
El personaje central, en el escenario típico de este mito,
cercano al Etna ( 4 7 ) , presenta características muy similares a
las del de VI, con sus patéticas ingenuidad y fanfarronería ex-
presadas en las razones con que quiere convencer a Calatea (él
no se encuentra tan feo, es rico, canta bien, hace regalos, está
perfectamente alojado, etc.) a lo largo de 19-71; a partir de lo
cual ( 7 2 - 7 9 ) , en resignados conceptos que hizo definitivamente
inmortales el Virgilio de II (a lo que hay que agregar la franca
traducción abreviada de 42-49 en la égloga IX 39-43 y algún eco
en V ) , piensa en abandonar su al parecer desesperada empresa.
Nicias contestó al poema con poca gracia a juzgar por los
dos únicos versos que c o n o c e m o s (Teocrito, tienes razón, mas

112
IDILIO XI

también los Amores / hicieron poetas de muchas personas incul-


tas), en que, con imitación de Eurípides (fr. 666 N.), se contra-
pone, a la poesía como sanadora del amor, el amor como sana-
dor de la ignorancia.
N o h a y , Nicias amigo, otras drogas, a m í me p a r e c e ,
contra el a m o r ni t a m p o c o o t r o u n g ü e n t o ni polvos
que las Piérides, p ó c i m a dulce y ligera a q u e el h o m b r e
p o d r á recurrir si la e n c u e n t r a , lo cual es difícil.
5 Lo sabes t ú b i e n : eres m é d i c o y te aman las nueve
Musas de m o d o especial. Ese fue p o r lo m e n o s
el r e m e d i o mejor para n u e s t r o Ciclope, el antiguo
Polifemo, que a m ó a Calatea c u a n d o u n fino b o z o
apenas su labio s o m b r e a b a y sus sienes. Y cosa
1o n o era su a m o r de m a n z a n a s o rosas o rizos,
mas locura c o m p l e t a que t o d o lo h u m a n o ignoraba.
Al aprisco a m e n u d o las propias ovejas volvían
desde el verde herbazal mientras él se a g o t a b a c a n t a n d o
a la m o z a del alba al ocaso en las playas algosas
15 y llevando en el alma la p e o r de las llagas, aquella
con que le hiriera la flecha de Cipris la g r a n d e .
Pero supo la droga e n c o n t r a r y c a n t ó de este m o d o
m i r a n d o hacia el mar y sentado en u n alto p e ñ a s c o :

" ¿ P o r q u é , C a l a t e a , n o aceptas mi a m o r , t ú q u e e x c e d e s
20 a la leche cuajada en b l a n c u r a , en t e r n u r a al c a r n e r o ,
al t e r n e r o en a r d o r , en el brillo a las uvas agraces,
y vienes así c u a n d o el dulce sopor m e posee
y en seguida te vas c u a n d o el dulce sopor me a b a n d o n a
y h u y e s de m í c o m o oveja del l o b o canoso?
25 De t i me p r e n d é el m i s m o d í a en q u e niña viniste
con mi m a d r e , q u e r i e n d o en el m o n t e la flor del j a c i n t o
coger, m i e n t r a s y o c o m o guía el c a m i n o os m o s t r a b a .
Y, después que te vi, ya m i a m o r n o ha cesado hasta a h o r a ,
pero n a d a , p o r Z e u s , n a d a a ti se te da de mis cuitas.
30 Y y o sé m u y b i e n , bella m o z a , p o r q u é m e r e h u y e s ,
p o r q u e t e n g o a lo largo de t o d a la frente una ingente
ceja peluda q u e a e n t r a m b a s orejas m e llega

114
IDILIO XI

y un solo ojo y mis chatas narices e n c i m a del l a b i o .


Pues b i e n , siendo así, mil ovejas al pasto y o llevo,
35 las o r d e ñ o y con ello m e b e b o la m á s rica leche.
Ni m e faltan t a m p o c o en verano y o t o ñ o los q u e s o s
ni en el m á s c r u d o invierno, en q u e llenas están mis encellas.
Ni h a y Ciclope n i n g u n o q u e a q u í la siringa d o m i n e
como yo cuando canto por ti, manzanita querida,
4 0 en la n o c h e cerrada y a solas. Te crío o n c e ciervas
de cuello m o t e a d o y t a m b i é n c u a t r o oseznos t e g u a r d o .
V e n , p u e s , j u n t o a m í , p o r q u e n a d a a perder vas con ello.
Deja al m a r glauco q u e venga a chocar con la c o s t a ;
mejor pasarás en mi cueva c o n m i g o la n o c h e .
45 Hay laureles allí con cipreses esbeltos y negra
y e d r a , una viña q u e frutos h e r m o s o s p r o d u c e
y agua fresca, bebida divina q u e el E t n a a b u n d a n t e
en árboles hace fluir de sus cimas n e v a d a s .
¿Quién prefiriera antes q u e esto la m a r y las olas?
5 0 Y, si y o te parezco tal vez d e m a s i a d o velludo,
en mi h o g a r tengo leña de encina y u n fuego insaciable;
por ti m e dejara q u e m a r hasta el alma o mi solo
ojo, q u e es para m í lo más dulce q u e t e n g o en la vida.
¡ Ay! ¿Por q u é n o m e dio u n a s agallas mi m a d r e al parirme?
55 Hasta ti b u c e a r y o p o d r í a y besarte la m a n o ,
pues t u b o c a me niegas; Uevárate c a n d i d o s lirios
• y amapolas suaves con pétalos rojos o r n a d a s ;
mas aquél en invierno florece y esta o t r a en v e r a n o ,
p o r lo cual n o p o d r í a a la vez regalarte con t o d o s .
6 0 Pero, en fin, aprender a n a d a r de m o m e n t o , mi n i ñ a ,
quisiera, si algún extranjero en su nave a q u í llega,
por saber c ó m o os p u e d e ser grato el vivir en el f o n d o .
Sal, C a l a t e a , y , c u a n d o hayas s a h d o , te olvidas
de volver a t u casa c o m o hago y o a q u í en este a s i e n t o .
65 ¡Ojalá q u e quisieras conmigo pastar las ovejas
y su leche o r d e ñ a r y hacer q u e s o s con ácido cuajo!
De mi m a d r e m e q u e j o , pues de ella es e n t e r a la c u l p a ,
que j a m á s u n a b u e n a palabra ha acudido a decirte
en mi n o m b r e a u n q u e vea q u e e s t o y cada d í a m á s flaco.
70 Le diré q u e palpitan al t i e m p o mis pies y cabeza
y así sufrirá, pues t a m b i é n y o p a d e z c o lo m í o .
¡Ay! ¿ A d o n d e , Ciclope, Ciclope, voló t u c o r d u r a ?
Si a trenzar te pusieras u n zarzo o coger el forraje

115
TEOCRITO

que al g a n a d o debieras llevar, m á s sensato e s t a r í a s .


7s ¡Ordeña a la oveja presente y la esquiva n o b u s q u e s !
¡Hallarás Calateas tal vez m á s h e r m o s a s a u n q u e ésta!
Muchas m o z a s m e piden q u e juegue con ellas de n o c h e
y t o d a s se ríen conmigo si caso les h a g o .
Está claro que en tierra t a m b i é n y o parezco ser alguien'

8o Tal e r a el t r a t o q u e d a b a a su a m o r el Ciclope
y m á s conseguía c a n t a n d o q u e d a n d o d i n e r o .

116
XII

EL QUE ESCUCHA

Es poco pastoril, salvo en 3-7, este monólogo algo frío de


amor homosexual triunfante que, c o m o todos los de su género,
corre el riesgo de la m o n o t o n í a . Teocrito ha estado por debajo
de su nivel habitual, sin la habilidad con que en otros poemas sa-
be encubrir sus preocupaciones intelectuales, c o m o la preocupa-
ción por la posteridad (11) o los motivos para lucimiento erudi-
to. Ya el propio título y los versos 13-14 se basan en dos raras
palabras técnicas que, en Laconia y Tesalia respectivamente, de-
signaban al amante "masculino", mayor en edad y preceptor en
cierto m o d o (eispnelos, literalmente "el que inspira"), que es
quien canta, y al "femenino" y más joven (aítes, literalmente
"el que escucha"), que ha regresado tras una ausencia. Y también
es libresca la alusión a otro famoso amante, el ateniense Diocles,
que se refugió en Mégara, murió defendiendo a su amado en una
batalla y fue celebrado con la instauración de unos juegos; lo
cual aprovecha el poeta para hablar de un certamen que, aunque
parezca hoy grotesco, existía en aquella ciudad tan dada, c o m o
otros pueblos dóricos, a la pederastia: un concurso de besos a
cuyo arbitro, claro está, envidia este enamorado.
Algunos ecos de Filitas embellecen la poesía. En cuanto a
lugar y fecha, tal vez se haya escrito en Cos (pero la creencia de
que los mentirosos se delatan por sus narices, 2 4 , es siciliana) y
en fecha indeterminada. Se ha supuesto que en 5-6 hay una alu-
sión a Arsínoe, la hija de Ptolemeo I Soter y Berenice a que ha-
cíamos referencia en la introducción a Teocrito y que casó tres
veces, con Lisimaco, con su hermanastro Ptolemeo Cerauno y
con su hermano Ptolemeo Filadelfo : si esto hubiera sido escrito
en vida de ella, tendríamos un rasgo malévolo impropio del ca-
rácter bondadoso de Teocrito; si después del 2 7 0 , en que murió
ella, una gratuita inelegancia. Probablemente no hay aquí más
que una casualidad.

117
¡Viniste, q u e r i d o , viniste d e s p u é s de d o s n o c h e s
y auroras! En u n solo d í a envejecen los q u e a m a n .
C o m o la primavera es mejor que el invierno y d e r r o t a
la m a n z a n a a la e n d r i n a , el vellón de la oveja es m á s suave
5 que el del c a r n e r o , aventaja la virgen a aquella
que tres veces casó, con la cierva el t e r n e r o n o p u e d e ,
el ruiseñor mejor canta q u e t o d a s las aves,
así me alegré con t u vuelta cual corre el viajero
h u y e n d o del fuego del sol a la encina c o p u d a .
1o Ojalá los A m o r e s a e n t r a m b o s su a r m ó n i c o soplo
dirijan y t e m a seamos de c a n t o s futuros:
" E s t o s fueron m o r t a l e s divinos de t i e m p o s antiguos:
u n o el q u e inspira, según el dialecto amicleo;
o t r o el q u e escucha, q u e así los Tesalios d i r í a n .
15 H u b o m u t u o equilibrio en su a m o r ; ¡realmente eran de o r o
los h o m b r e s q u e vieron el siglo en q u e a m a b a el a m a d o ! "
Noticias m e lleguen, incluso pasadas doscientas
generaciones, ¡oh, dioses que n u n c a sois viejos!,
al A q u e r o n t e , ese r í o del cual n o se vuelve:
20 "El a m o r q u e te u n i ó a aquel m u c h a c h o gracioso n o hay
nadie,
sobre t o d o si es m o z o , que n o lo celebre sin p a u s a " .
Pero esto a los dioses celestes i n c u m b e y aquello
que quieran h a r á n ; y o a q u í voy a c a n t a r t u s virtudes
sin t e m o r a q u e p u e b l e n mi esbelta nariz las verrugas.
25 Pues cualquier d a ñ o q u e m e hagas lo sanas al p u n t o
y con ello m e alegras el doble y me voy más d i c h o s o .
Megareos niseos, q u e así descolláis con el r e m o ,
felices viváis, pues t a n bien atendisteis al h u é s p e d
ático. Diocles, el b u e n a m a d o r de su amigo.
30 C u a n d o empieza cada año la b u e n a e s t a c i ó n , en c o n c u r s o
de besos se apresta a luchar una t u r b a de m o z o s

118
IDILIO XII

y aquel que de modo más dulce en los labios sus labios


imprima, a su madre retorna cargado de premios.
;Feliz el que entre ellos arbitre la erótica pugna!
3S ;Quizá pedirá a Ganimedes, el de ojos brillantes,
que su boca se torne en la piedra de Lidia que emplean
los cambistas por ver si es auténtico el oro o postizo!
XIV

ESQUINAS Y TIÓNICO

Escrito en un lugar indeterminado, probablemente en Cos,


de cuya relación con Egipto tratábamos en la introducción a es-
te autor. Sería difícil definir el poema, algo m í m i c o , pues en el
diálogo se intercala una viva y chispeante escena, y algo cortesa-
n o , con claros elogios a Ptolemeo Filadelfo que recuerdan lo di-
cho en torno a XII y XVII (en dicha introducción) y lo que se
verá sobre XV. Otra vez, por cierto, se plantea un problema cro-
nológico, el de si no sería espinoso, antes del 2 7 0 , año, c o m o se
dijo, de la muerte de Arsínoe, el aludir a escarceos extramatrimo-
niales de su marido y hermano ( 6 1 ) : si el canto es posterior, se
explicaría también que no sea mencionada.
Aunque no faltan los cultismos (mención de la rara dieta
pitagórica, 5-7; un conocido oráculo, 4 9 , en que Apolo ridiculi-
zó a los de Mégara), equilibrados con oportunos refranes y m o -
dismos ( 4 3 , 5 1 ) , el idilio revela la gran habilidad de Teocrito pa-
ra trazar tipos humanos c o m o el labrador Esquinas ( 1 4 ) , rico
( 1 4 - 1 7 ) , impulsivo ( 1 0 , 3 4 ) , demasiado viejo ya ( 2 8 , 68-69) para
hacer el ridículo con su delgadez y pelambre (3-4), y Tiónico,
más sosegado y práctico, c u y o consejo sobre una entrada en el
c ó m o d o servicio del rey puede resultar eficaz c o m o en el caso
de Simo ( 5 3 - 5 4 ) . Y más notable es aún que Cinisca ( 2 0 - 4 8 ) , sin
decir una sola palabra, aparezca con rasgos inolvidables en este
bello cuadro pueblerino, verdadera anticipación de comedias
de Menandro en que la figura del viejo amante impaciente y gro-
sero, soldado además, c o m o Ig será Esquinas, en La tonsurada y
El misántropo, ha quedado inmortalizada.

120
Esquinas

Mucho s a l u d ó t e , Tiónico amigo.

Tiónico

Y lo m i s m o
a Esquinas y o . ¡Cuánto t i e m p o !

Esquinas

S í , sí.

Tiónico

¿Qué t e pasa?

Esquinas

N o van bien mis a s u n t o s , T i ó n i c o .

Tiónico

Flaco p o r eso
estás y con t a n t o bigote y cabellos t a n lacios.
5 A s í un pitagórico vino a n t e a y e r , p a l i d u c h o
t o d o él y descalzo, ateniense d i c i é n d o n o s q u e era.

Esquinas

¿Quizá e n a m o r a d o ?

121
TEOCRITO

Tiónico

¡Tal vez de la harina cocida!

Esquinas

Te chanceas, amigo. Es que a m i m e desdeña la amable


Cinisca y me va a volver l o c o ; ni u n pelo me falta.

Tiónico

10 Así fuiste t ú , Esquinas, siempre, u n p o q u i t o i m p a c i e n t e ,


q u e r i é n d o l o t o d o a t u m o d o ; m a s dime q u é o c u r r e .

Esquinas

El Argivo conmigo y con Agis, tesalio q u e trata


en caballos, estaba b e b i e n d o y t a m b i é n C l e o n i c o ,
el soldado, en mi casa del c a m p o . Y o h a b í a m a t a d o
15 un lechón y dos pollos y un b ib lino a b r í para t o d o s
q u e , t e n i e n d o c u a t r o a ñ o s , olía a lagar t o d a v í a .
Saqué caracoles, cebolla; el festín era grato
y , al animarse, a c o r d a m o s q u e t o d o s con vino
p u r o fueran b r i n d a n d o y diciendo p o r quién lo b e b í a n .
20 N o s o t r o s citábamos n o m b r e s , pero ella, a u n q u e estaba
y o allí, se calló. ¿Qué creerás que s e n t í a y o e n t o n c e s ?
" ¿ V i s t e a L i c o ? " , dijo alguien en b r o m a , y se puso tan roja
que p o d r í a s haber e n c e n d i d o un candil en su cara.
Lico es el hijo de L a b a s , que vive a q u í cerca,
25 un m o z o alto y fino y q u e a m u c h o s h e r m o s o p a r e c e ;
por ése es por q u i e n la q u e m a b a su llama a m o r o s a .
Ya a m í p o r lo bajo me h a b í a n llegado noticias,
mas n o averigüé, que de n a d a m e sirve esta barba.
El caso es q u e , e s t a n d o los c u a t r o ya en pleno festejo,
30 e m p e z ó el Lariseo, el m u y b r u t o , a c a n t a r una copla
tesaha, "A mi L i c o " , y Cinisca se p u s o de p r o n t o
a llorar con más llanto que c u a n d o una niña de cinco
años reclama a su m a d r e q u e en b r a z o s la coja.
Yo e n t o n c e s , t ú ya m e c o n o c e s , le di un p u ñ e t a z o
35 y luego o t r o en la sien; remangóse ella e n t o n c e s el peplo
y corriendo se fue. " ¿ N o te g u s t o , mi ruina? ¿Hay alguno
más grato e s c o n d i d o en tu seno? ¡Calienta a o t r o amigo!

122
IDILIO XIV

¿Es por él p o r quien gimes? ¡Pues anda y llorando r e v i e n t a ! "


Suele volar, a sus pollos llevando u n b o c a d o ,
40 la golondrina al alero y dejarlo ágilmente;
pues m á s rápida q u e ella se alzó de su asiento mullido
Cinisca y marchóse a través del vestíbulo y p u e r t a :
c o m o dice el refrán, ya se fue p o r los m o n t e s el t o r o .
Veinte d í a s , luego o c h o con nueve y con diez y o t r o s o n c e
45 hasta el de h o y ; con d o s más son d o s meses q u e n o está
conmigo
y ni sabe siquiera si el pelo y o llevo a la tracia.
Ahora ya t o d o es Lico; las p u e r t a s se le abren de n o c h e
a Lico y n o s o t r o s ya n a d a para ella c o n t a m o s ,
"Megareos c u i t a d o s de la ú h i m a clase de t o d a s " .
50 Y, si m e resignara, las cosas quizá se arreglasen;
pero soy, c o m o dicen, r a t ó n q u e e n la pez h a c a í d o
y n o sé si hay droga q u e cure el a m o r imposible
a n o ser la de S i m o , q u e tiene mi edad y q u e en b a r c o
se fue y ya n o a m a b a al volver a u n a d u r a m u c h a c h a .
55 Y o t a m b i é n a ultramar m a r c h a r é y n o seré el mejor h o m b r e
ni el p e o r de la t r o p a , u n soldado c o m ú n c o m o h a y t a n t o s .

Tiónico

Ojalá los a s u n t o s t e salgan cual t ú lo deseas;


m a s , si decides p o r fin e x p a t r i a r t e , sería
el mejor pagador P t o l e m e o para un h o m b r e libre.

Esquinas

60 Mas ¿ c ó m o es su persona en los o t r o s aspectos?

Tiónico

Muy buena;
culto y amable, galante, agradable en e x t r e m o ;
conoce al amigo y mejor t o d a v í a al c o n t r a r i o ,
da m u c h a s cosas a m u c h o s y n u n c a se niega,
c o m o es p r o p i o de u n r e y ; p e r o n o h a y q u e estar siempre
pidiendo,
65 Esquinas. ¿Plácete, p u e s , a b r o c h a r t e la capa
en el h o m b r o d e r e c h o y plantar a m b o s pies con arrojo

123
TEOCRITO

para afrontar el ataque de un bravo guerrero'?


;A Egipto en seguida! Las sienes de todos se ponen
grises y van nuestra barba blanqueando los años.
7o ;Algo hay que hacer mientras fuertes estén las rodillas!
XV

LAS SIRACOSIAS O LAS DEVOTAS DE ADONIS

Es justamente famoso este gran idilio de Teocrito, cuyo


carácter ciudadano (las alusiones a las aglomeraciones, 5, gran-
des distancias, 8, problemas de tráfico, 4 5 , resultan sobrecoge-
doras para un hombre de h o y ) no podía impedirnos, c o m o diji-
mos, que lo recogiéramos aquí, c o m o tampoco el II.
Se dice desde antiguo que la obra está inspirada en otra de
Sofrón, uno de cuyos fragmentos antes leíamos, titulada Las
que van a los juegos ístmicos, indudablemente un mimo "feme-
nino". También aquí predominan las mujeres: Praxínoa, a quien
recoge la visitante en su casa, charlatana, curiosa, suelta de pala-
bra (85-95), descontentadiza respecto a su domicilio (8-9), su
marido (8-10, 15-17), su criada ( 2 7 - 3 1 ) , aficionada a vestir bien
(36-37) y cuidadosa de su peinado ( 3 9 ) ; su amiga Gorgo, más
pacífica, aunque se sume a las quejas matrimoniales en 18-21 y
147-148; una vieja sentenciosa, la cantante de que hablaremos, a
las que hay que sumar, c o m o personajes mudos, además del niño
Zopirión, hijo de Praxínoa, a tres siervas, Éutiquis y Éunoa, que
acompañan respectivamente a Gorgo y Praxínoa, y la Frigia,
ama que se queda en casa. Pero con ellas encontramos a dos pin-
torescos varones, un misógino y un grosero.
En fin, una perfecta descripción de tipos en no menos lo-
grado juego escénico, lleno de variedad, con sus cinco escenas in-
dependientes (en la vivienda, 1-43; en la calle, 4 4 - 6 4 ; ante el pa-
lacio, 65-77; dentro de él, 7 8 - 1 4 4 , con la adición, desde 1 0 0 , de
la canción que eleva el tono artístico y calma los nervios; y otra
vez delante del gran edificio, en la despedida, 1 4 5 - 1 4 9 , puesto
que Gorgo se irá directamente a casa) y el mérito añadido de
que el poeta no expresa ni un solo sentimiento en su propio
nombre, sino que con inmenso acierto deja intuir los matices al
lector o espectador. Por ejemplo, la localización social: las dos
vecinas de Alejandría pertenecen a un tipo de burguesía más
bien baja que, aunque no especialmente invitada a la fiesta, está

125
TEOCRITO

orgullosa de pertenecer al superestrato griego (46-50) frente a la


plebe egipcia mal educada y llena de malas mañas, a lo cual se
agrega un segundo motivo de vanidad, el proceder nada menos
que de Siracusa (89-95) hablando un dialecto un p o c o chocante,
por su abundancia de vocales abiertas, pero tan digno c o m ò el
que más.
Merece muy especial mención (ya en la introducción a
Teocrito nos referimos a ello) el enfoque de esta obra c o m o poe-
ma cortesano. Los elogios de Ptolemeo Filadelfo ( 2 2 - 2 4 , 46-47),
de sus divinizados padres Ptolemeo Soter (46-47) y Berenice
(22-24, 1 0 6 - 1 1 1 ) , de la reina Arsínoe (cuya muerte citamos en
la introducción a XII y que aquí vive todavía, lo cual fecha el
idilio entre el 276 y el 2 7 0 ) , inteligente y variadamente reparti-
dos a lo largo del mismo, debieron de gustar mucho a la corte,
tanto más cuanto que en el año en cuestión dio gran relieve a la
celebración de Adonis una carrera de carros en el hipódromo cu-
yos preparativos, con los vehículos y caballos por las calles, pre-
senciamos en 5, 4 4 y 51-52. Respecto a lo cual observa Teocrito
que la situación en ellas, aun siendo embarullada, ha mejorado
con este rey ( 4 6 - 4 7 ) .
Porque, en efecto, se trata de las fiestas rituales, especial-
mente consagradas a las mujeres, que conmemoran (más adelan-
te se verán otros textos importantes) a Adonis, amante sirio de
Afrodita que fue muerto por un jabalí y que, en una representa-
ción más del eterno teodrama de la cosecha, pasa medio año so-
bre tierra (el grano en el campo de la buena estación) y el otro
medio en el Hades (desde la siembra hasta la aparición de las es-
pigas) dando lugar en consecuencia a dos festividades muy dis-
tintas, la alegre de la primera jornada, en que se celebra, a fines
de junio, el regreso del divino mancebo y su reencuentro con
Afrodita, y la luctuosa que, al día siguiente, llora su muerte
violenta o su vuelta al Hades o las dos cosas.
Aunque el t e x t o es algo ambiguo, puede suponerse que en
los jardines del palacio, y dispuesto todo para su contemplación
por parte del pueblo, al que cantoras famosas c o m o ésta irían
entreteniendo, había suntuosos tapices (que, bordados parcial-
mente en plata, representaban a Adonis moribundo o muerto y
a Afrodita); macizos o macetas, típicos de este culto, con figu-
ras de Amores; mesas con toda clase de frutos, pasteles, perfu-

126
IDILIO X V

mes, etc. destinados al sucesivo banquete para los escogidos; y ,


en uno de los bosquecillos, la cama de oro y ébano cuyas patas
ostentarían en marfil a Ganimedes arrebatado por el águila y
en que otra vez está yacente la celestial pareja.
Gorgo

¿Está en casa P r a x í n o a ?

Praxínoa

S í . ¡Cuánto t i e m p o , querida
Gorgo! ¡Milagro que vienes! Acerca un b a n q u i l l o ,
E u n o a , p o n u n cojín.

Gorgo

Ya está b i e n .

Praxínoa

Toma asiento.

Gorgo

¡Ay, q u é locura! ¡Por p o c o n o llego a t u casa


5 con tal m u c h e d u m b r e , P r a x í n o a , y carros por t o d a s
partes y b o t a s y tipos con capa vestidos
y la calle infinita, pues cada vez vives más lejos!

Praxínoa

¡El m u y loco se fue al fin del m u n d o y t o m ó una


guarida,
que n o casa, q u e r i e n d o q u e t ú mi vecina n o fueras,
1o por molestar, siempre igual, mala bestia envidiosa!

128
IDILIO X V

Gorgo

No llames e s o , querida, a D i n ó n , t u m a r i d o ,
estando presente el p e q u e ñ o : ya ves q u é ojos p o n e .
¡Zopirión, n o es p a p á ese del que habla, n o t e m a s , mi vida!

Praxínoa

¡Sí, por la diosa, lo e n t i e n d e m u y bien!

Gorgo

¡Papá es b u e n o !

Praxínoa

15 Pues a ese papá el o t r o d í a le dije que fuera


a la tienda a c o m p r a r m e n a t r ó n y unas algas y vino
t r a y é n d o m e sal: ¡y es un h o m b r e que mide cien codos!

Gorgo

A s í el m í o t a m b i é n : ¡un desastre c o m p r a n d o es
Dioclidas!
¡Siete dracmas por cinco vellones de pelo de p e r r o
20 de ése que llena de calvas las viejas alforjas,
trabajo y basura! T u m a n t o y m a n t ó n , en fin, coge
y a Adonis nos v a m o s a ver al palacio del rico
P t o l e m e o , pues dicen q u e está p r e p a r a n d o la reina
algo precioso.

Praxínoa

¡En la casa del g r a n d e , a lo grande!

Gorgo

25 C u a n d o visto lo t e n g a s , p o d r á s a los o t r o s c o n t a r l o ;
pero hay ya q u e m a r c h a r .

129
TEOCRITO

Praxínoa

¡El gandul está siempre de fiesta!


É u n o a , coge el hilado y lo dejas en m e d i o
c o m o ayer, desgraciada. ¡A los gatos les gusta lo b l a n d o !
¡Muévete, ven con el agua! ¡Le p i d o y o el agua ·
30 y me trae el j a b ó n ! Es igual, d á m e l o . ¡Pero m e n o s ,
bribona! ¡Echa el agua! ¡Mi t ú n i c a , n o m e la riegues!
Ya me lavé bien o m a l . ¿Y la llave del arca
g r a n d e , por d ó n d e andará? ¡Tráela a q u í sin d e m o r a !

Gorgo

P r a x í n o a , te sienta p o r cierto m u y bien ese m a n t o


35 con pliegues. D i , p u e s , ¿ c u á n t o vino a costarte el tejido?

Praxínoa

N o me hables. G o r g o , del precio; fue más de d o s minas


de b u e n a m o n e d a y labor en q u e puse m u c h a alma.

Gorgo

Pues salió c o m o t ú lo q u e r í a s , bien p u e d e s d e c i r l o .

Praxínoa

Ahora dame el m a n t ó n y s o m b r e r o . ¡Cuidado al


ponerlos!
40 Hijo m í o , n o voy a llevarte: ¡hay caballos q u e m u e r d e n !
¡Viene M o r m o ! Ya p u e d e s llorar, n o te q u i e r o ver cojo.
V a m o n o s . Coge al p e q u e ñ o y distráelo. Frigia,
llama al perro y q u e cierres con llave la p u e r t a de fuera.
¡Qué tropel! ¿ C u á n d o y c ó m o p o d r e m o s salir de este a p u r o ,
45 o h , dioses? ¡Pues son c o m o hormigas sin fin y sin c u e n t o !
M u c h o es el b i e n , P t o l e m e o , q u e has h e c h o en los a ñ o s
en que está e n t r e los dioses tu p a d r e , pues ya n o h a y
tunantes
q u e a socapa al viandante se acerquen a hacerle algún t r u c o
a la egipcia c o m o antes aquellos m a l d i t o s t r a m p o s o s ,
5o t o d o s iguales, el mal y el e n g a ñ o en p e r s o n a .

130
IDILIO X V

¡Ay, Gorgo querida! ¿Qué vamos a liacer? ¡Los corceles


de parada del rey! ¡No me pises, amigo! ¡De m a n o s
se alzó el alazán! ¡Qué furioso! ¡No seas o s a d a ,
É u n o a , q u í t a t e de a h í ! ¡Matará a q u i e n lo lleva!
55 ¡Qué suerte t a n grande que en casa ha q u e d a d o el p e q u e ñ o !

Gorgo

¡Calma, P r a x í n o a ! Q u e d a m o s detrás ya n o s o t r a s
y ellos se van a sus p u e s t o s .

Praxínoa

Ya e s t o y m á s tranquila.
Desde niña n o h a y cosa a q u e más m i e d o tenga q u e al frío
reptil y al caballo. C o r r a m o s , q u e viene m á s g e n t e .

Gorgo

60 ¿Del palacio ya vuelves, abuela?

Vieja

Sí, n i ñ a s .

Gorgo

¿Entonces
es fácil e n t r a r ?

Vieja

Los A q u e o s llegaron a T r o y a
a fuerza de i n t e n t o s , q u e t o d o lo p u e d e el e m p e ñ o .

Gorgo

La vieja se fue y nos dejó sus o r á c u l o s .

Praxínoa

Saben
las mujeres t a m b i é n lo q u e hicieron Zeus y Hera en su b o d a .

131
TEOCRITO

Gorgo

65 ¡Mira, P r a x í n o a , qué t u r b a m u l t a a la p u e r t a !

Praxínoa

¡Tremenda! T ú , G o r g o , la m a n o m e coges y t o m e
la de Éutiquis É u n o a ; fíjate y n o te separes.
¡Todas j u n t a s a e n t r a r ! De n o s o t r a s t ú p o n t e m u y cerca,
É u n o a . ¡Pobre de m í , que el m a n t ó n m e p a r t i e r o n ,
70 G o r g o , en dos! O y e , amigo, c u i d a d o , respeta mi r o p a
si quieres, p o r Z e u s , ser d i c h o s o .

Hombre

De m i n o d e p e n d e ,

p e r o , en fin, lo t e n d r é .

Praxínoa

¡Qué g e n t í o , de veras! Se e m p u j a n

como cerdos.

Hombre

¡Paciencia, mujer, q u e ya e s t a m o s a salvo!

Praxínoa
Tú t a m b i é n , b u e n amigo, en este año y en m u c h o s a
salvo
75 estés, p o r q u e t a n t o n o s cuidas. ¡Qué b u e n o y piadoso!
Ahora con É u n o a a c a b a n . ¡Empuja, c o b a r d e !
¡Muy bien! " D e n t r o t o d a s " , decía en la b o d a el p a d r i n o .
Gorgo

P r a x í n o a , ven; los tapices c o n t e m p l a p r i m e r o .


¡Qué finos y h e r m o s o s ! Parecen trabajo de dioses.

132
IDILIO XV

Praxínoa

80 ¿Qué hilanderas, divina A t e n e a , tejieron tal obra?


¿Qué pintores supieron trazar t a n e x a c t o s dibujos?
¡Con cuánta verdad está de pie la figura o se m u e v e !
¡Vivas m á s bien q u e tejidas! ¡Es hábil el h o m b r e !
¡Qué a d m i r a b l e , y a c i e n d o en su lecho de p l a t a , m o s t r a n d o
85 en su sien juvenil la pelusa primera, está A d o n i s ,
tres veces q u e r i d o , al q u e se a m a en el m i s m o A q u e r o n t e !

Otro hombre

¡Dejad ya la charla incesante de t ó r t o l a s ! ¡Esas


bocazas abiertas m e van a rajar los o í d o s !

Praxínoa

¡Madre, qué t i p o ! ¿Charlamos? ¿Y a ti q u é te i m p o r t a ?


90 O r d e n a a t u s siervos, y n o a siracosias q u e s o m o s
y corintias de origen, e n t é r a t e de ello, paisanas
de Belerofonte. ¡Los Dorios t e n d r á n t u p e r m i s o ,
digo y o , para usar el dialecto del P e l o p o n e s o !
¡ L í b r a n o s , Melitodes, de u n d u e ñ o que venga a m a n d a r n o s !
95 Ya basta con u n o . ¡No pierdas el t i e m p o c o n m i g o !

Gorgo

Calla, P r a x í n o a ; a cantar a h o r a a A d o n i s ya la hija


de la Argiva se apresta: es artista m u y b u e n a q u e el año
pasado triunfó con el y á l e m o . Y algo m u y bello
será, lo sé b i e n , que la voz aclarando está a h o r a .

Cantante

100 , Señora q u e quieres a Golgos e IdaUo y el alto


Erice, diosa q u e juegas con o r o . Afrodita,
mira c ó m o las Horas de pies delicados a A d o n i s ,
al d u o d é c i m o m e s , del e t e r n o A q u e r o n t e t r a j e r o n ;
son las m á s lentas de t o d o s los dioses las Horas
1 o5 queridas, m a s llegan p o r fin a cumplir los afanes.
C u e n t a n , ¡oh, Cipris d i o n e a ! , q u e t ú a Berenice

133
TEOCRITO

hiciste i n m o r t a l de m o r t a l d e r r a m a n d o en su seno
f e m e n i n o a m b r o s í a y a cambio ¡oh, deidad de los m u c h o s
n o m b r e s y t e m p l o s ! , A r s í n o e , la hija de aquélla,
] 1o que en e n c a n t o s c o m p i t e con Helena, a Adonis h o y h o n r a
y por ti le regala en su fiesta con d o n e s soberbios.
A q u í están c u a n t o s frutos m a d u r o s los árboles c r í a n ,
preciosos vergeles en cestos de plata g u a r d a d o s ,
áureos frascos con sirios perfumes y t o d a s las pastas
115 q u e , m e z c l a n d o con varias esencias las blancas harinas
o bien con miel dulce o con l í q u i d o aceite, en bandejas
las mujeres p r e p a r a n ; a q u í están t a m b i é n c u a n t o s seres
recorren a n d a n d o la tierra o v o l a n d o los aires.
Se han h e c h o t a m b i é n verdes t o l d o s t r e n z a d o s de eneldo
12 o fresco y e n c i m a hay pueriles A m o r e s q u e vuelan
cual ruiseñores q u e p r u e b a n sus alas novicias
r e v o l o t e a n d o desde una a o t r a rama en el b o s q u e .
¡Oro y é b a n o y águila en b l a n c o marfil q u e arrebata
al c o p e r ò del Crónida Zeus! Por e n c i m a , tapices
12 5 p u r p ú r e o s , " m á s b l a n d o s q u e el s u e ñ o " , dirán los Milesios;
y contesta el pastor q u e apacienta en las samias regiones:
" N u e s t r o es el lecho en q u e Adonis el bello d e s c a n s a " .
Abrázanse Cipris y Adonis de róseos b r a z o s .
Serán diecinueve o dieciocho los años del n o v i o ;
130 n o hacen d a ñ o sus besos, que aun h a y b o z o rubio en su b o c a .
Gócese Cipris a h o r a , pues tiene a su a m a d o .
Con el alba y r o c í o a llevar t o d a s j u n t a s a A d o n i s
iremos a d o n d e las olas salpican la playa
y, suelto el cabello y el m a n t o q u e c u b r a el t o b i l l o ,
13 5 con los p e c h o s al aire el s o n o r o c a n t a r e n t o n e m o s .
C u e n t a n , A d o n i s q u e r i d o , que n o h a y ningún o t r o
semidiós c o m o t ú ni en la tierra ni el p r o p i o A q u e r o n t e ;
n o así A g a m e n ó n ni t a m p o c o el de furia t r e m e n d a ,
A y a n t e , ni H é c t o r , p r i m o g é n i t o de H é c a b e , o Pirro
140' al regreso de T r o y a o Patrocles, ni aquellas estirpes
de o t r o s t i e m p o s , Pelópidas, Lápitas, Deucaliones
o los Pelasgos q u e en Argos superan a t o d o s .
M í r a n o s con agrado en este a ñ o ; gozosas. A d o n i s , -
h o y t e acogimos y grato serás c u a n d o vuelvas.

134
IDILIO X V

Gorgo

14s ;Qué mujer, oh, Praxinoa! ¡Caso en verdad estupendo!


¡Cuánto sabe y qué dulce resulta su voz cuando canta!
Pero hay que ir a casa, pues aun no ha almorzado Dioclidas
y es puro vinagre en ayunas: jcualquiera se acerca!
;Adiós, nuestro Adón, y felices tu vuelta nos halle!
XIX

EL LADRÓN DE MIEL

Es en realidad un epigrama y no de los más largos. El tema


de Cupido, que iba a repetirse empalagosamente casi hasta nues-
tros días y en el que es conocidísima la Anacreóntica X X X V ,
está elegantemente esbozado. Sólo un manuscrito lo atribuye a
Teocrito; a la vista del abundante tratamiento del tópico, c o m o
veremos, en los fragmentos IX-X y XIII-XIV de Bión, no parece
descabellado pensar c o m o autor en él o en Mosco, de c u y o Amor
fugitivo nos tenemos que ocupar.

136
A A m o r , q u e r o b a b a la miel de u n p a n a l , una abeja
furiosa picóle y las y e m a s de t o d o s sus d e d o s
lastimó. Y él sentía d o l o r , se soplaba la m a n o ,
el suelo golpeó con su pie, d a b a saltos y a Cipris
su mal e n s e ñ ó y se quejaba, p u e s , siendo u n p e q u e ñ o
bicho la abeja, son graves los d a ñ o s q u e causa.
Y la madre sonrió: " ¿ P e r o qué? ¿No eres t ú c o m o aquélla?
¡Tan m e n u d o y q u é grandes heridas a veces p r o d u c e s ! "

137
XX

EL JOVEN BOYERO

Monólogo de un rústico pastor que, en t o n o s parecidos a


los del Ciclope en XI y con rasgos que recuerdan a los idilios III
y V-VI, se queja de que una hetera ciudadana le haya desdeñado.
En cuanto a autoría, hay razones de lengua, estilo y métrica que
nos impiden inclinarnos por Teocrito, demasiado sutil para ha-
ber trazado tan rudamente el contraste entre el campo y la urbe;
tampoco suele darse en él este súbito remontarse de pronto en
34 a una imaginería muy intelectual . Los comentaristas vuelven
a pensar en Mosco, Bión o incluso un escritor más moderno.

138
Eunica rióse de m í c u a n d o quise besarla
suavemente y b u r l o n a m e dijo: "A mi lado n o vengas.
¿Siendo b o y e r o , infeliz, a mis besos aspiras?
N o m e gusta a groseros besar, m a s a gente elegante;
s Ni en sueños rozarme p r e t e n d a s los labios h e r m o s o s .
6 ¡Cómo miras, c ó m o h a b l a s , qué b r o m a s t a n rudas las tuyas!
9 C o r t a d o s t u s labios están y negruzcas t u s m a n o s
10 y t o d o t ú hiedes. ¡Aparta de m í , n o m e ensucies! "
A s í dijo y al p u n t o escupió en su regazo tres veces
y m i d i ó m e de pies a cabeza frunciendo los labios
con aviesa mirada en sus ojos, j a c t á n d o s e m u c h o
de su bella figura y m o s t r a n d o u n sarcasmo insolente
15 en su risa. Y la sangre me hirvió y con la afrenta t o r n ó s e
roja mi piel c o m o rosa que b a ñ a el r o c í o .
Ella se fue y me dejó, p e r o mi alma se irrita
de que u n a vulgar cortesana a u n b u e n m o z o desaire.
Pastores, decid la verdad, ¿no soy bello? ¿Es que acaso
20 de p r o n t o algún dios me h a t r o c a d o en distinta persona?
Un t i e r n o b o z o n a c í a en m i faz c o m o y e d r a
en t o r n o del árbol y espeso mi labio c u b r í a ;
derramábase el pelo en mis sienes c o m o apio y mi frente
sobre mis cejas t a n negras m u y blanca brillaba!
25 Más relucían mis ojos con m u c h o que aquellos
de la glauca A t e n e a ; mi b o c a era dulce cual leche
cuajada y mi voz a la miel e x c e d í a en d u l z u r a .
Y t a m b i é n agradable es mi m ú s i c a , sea la flauta,
la siringa, la caña o la oblicua tal vez lo que t a ñ o .
3o Todas las m o z a s m e llaman h e r m o s o e n e i m o n t e ,
t o d a s me b e s a n , p e r o ésta es m u y fina y se niega
32 y p o r ser y o b o y e r o se escapa de m í y n o me escucha.
34 ¿No sabe q u e Cipris p a s t o r a en las frigias m o n t a ñ a s
35 fue p o r q u e a m a b a con loca pasión a u n b o y e r o

139
TEOCRITO

y a Adonis besó en la espesura en q u e luego gemía?


¿Quién era E n d i m i ó n ? Un p a s t o r ; y besóle Selene
m i e n t r a s él p a s t o r e a b a ; bajó del O l i m p o hasta el s o t o
latmio y d u r m i ó con el bello m u c h a c h o . ¿Y t í i . R e a ,
40 n o lloras t a m b i é n al b o y e r o ? ¿Y c o m o ave n o fuiste,
C r ó n i d a , en busca de u n m o z o q u e b u e y e s p a s t a b a ?
Sólo u n a se niega a besar al b o y e r o ; e s E u n i c a ,
que a Cíbele y Cipris supera y t a m b i é n a Selene.
J a m á s a su a m a d o en los m o n t e s o calles, ¡oh, Cipris!,
45 bese, m a s sola se acueste u n a n o c h e tras o t r a .

140
XXIII

EL AMANTE

Es una narración que lleva intercalado (19-48) un paraclau-


sitirón c o m o el de III, pero de tipo homosexual, con similitudes
como la amenaza de suicidio, que en este caso se cumple. Todo
es, sin embargo, un p o c o desaforado en este más que romántico
amor: resultan particularmente absurdas las peticiones finales y
además inútiles, pues el desdeñoso no o y e ; y, aunque efectista,
es psicológicamente inverosímil la soberana indiferencia con que
este último acoge el triste espectáculo. Hay desde luego un inte-
resante aspecto religioso en el hecho de que en tal m o m e n t o
(55-56) se contraiga un miasma; la venganza de Afrodita hacia
alguien que la desprecia (recuérdense el hado de Dafnis en I y las
alusiones de XXVII 15-16) responde a un viejo tema iniciado
desde época muy temprana, por ejemplo en Las suplicantes de
Esquilo o el Hipólito de Eurípides, pecadores unas y otro por no
seguir la ley natural. A esto se suma el tema (que puede hallarse,
por ejemplo, en Ant. Pal. IX 67) de la estatua que se venga o
venga a alguien. Lo cual ocurre en el bien trazado escenario de
un gimnasio al que asisten efebos y en el que se yerguen, 59, es-
tatuas de Eros: t o d o esto recuerda el mundo de la "high Ufe"
deportiva y juvenil que entrevimos en II. La lengua y la métrica
no psirecen teocriteas: la similitud del final respecto al fragmen-
to II de Mosco hablaría en favor de él, pero también se han su-
gerido Bión y el autor de XX, quienquiera que sea.

141
Un h o m b r e a m o r o s o p r e n d ó s e de u n d u r o m u c h a c h o
h e r m o s o en su a s p e c t o , m a s n o en su t a l a n t e , que odiaba
a su a m a n t e y j a m á s le t r a t ó con t e r n u r a n i n g u n a
ignorando q u é clase de dios es A m o r y con q u é arco
5 y flechas m o r t í f e r a s hieren sus m a n o s las almas.
Y n o se ablandaba j a m á s en palabras n i t r a t o s :
n i n g ú n refrigerio del alma inflamada ni sefia
del labio ni brillo en los ojos n i rojas mejillas
ni palabras ni besos q u e fueran alivio del que a m a .
1o Y c o m o a q u i e n caza e n la selva las fieras a c e c h a n ,
así c o n t e m p l a b a a su a m i g o : insolente la b o c a
mostrábase y h o s c o el mirar cada vez q u e se h a l l a b a n .
Y su cólera el r o s t r o alteró y esfumábase t o d o
el color q u e su gracia le diera al principio. Era b e l l o ,
15 sin e m b a r g o , y aun m á s al a m a n t e e x c i t a b a n sus iras.
Y el o t r o afrontar ya n o p u d o la llama de Cipris
y fue y a llorar e m p e z ó ante su casa implacable
y besaba las j a m b a s y a s í su l a m e n t o se alzaba:
" M o z o cruel, i n h u m a n o , r e t o ñ o de fiera l e o n a ,
20 m o z o de piedra q u e a m o r n o m e r e c e s , te vengo
a traer m i dogal, m i regalo p o s t r e r o ; m u c h a c h o ,
n o q u i e r o o f e n d e r m á s t u s ojos; me m a r c h o ya en busca
del lugar a q u e t ú m e c o n d e n a s , aquel en q u e e n c u e n t r a n
los a m a n t e s la droga c o m ú n de su m a l , el olvido.
2s P e r o , a u n q u e la acerque a mis labios y e n t e r a la a p u r e ,
ni aun así sanaré m i p a s i ó n . Por lo m e n o s a h o r a
consuelo en t u p u e r t a hallaré, pues c o n o z c o el f u t u r o .
Es bella la rosa y el t i e m p o la seca; florece
29 la viola vernal, p e r o se aja m u y p r o n t o ; es precioso
32 el e n c a n t o del m o z o e n s a z ó n , p e r o corta es su vida.
V e n d r á desde luego aquel d í a en q u e t ú t a m b i é n a m e s
y t u alma se tueste y amargas t u s lágrimas sean.

142
IDILIO XXIII

35 Pero h a z m e , m u c h a c h o , el p o s t r e r o favor q u e te p i d o :
c u a n d o salgas y veas colgado en t u puerta a este p o b r e
desgraciado, n o pases de largo, m a s párate y llora
un p o c o y , cuando h a y a s t u llanto o f r e n d a d o , la cuerda
q u í t a m e y p o n m e ropajes q u e lleves e n c i m a
40 y c ú b r e m e y bésame sólo una vez y q u e agraden
por lo m e n o s al m u e r t o t u s labios; y n o tengas m i e d o ,
que n o te haré d a ñ o y u n beso de m í te Ubera.
Y erige una t u m b a q u e oculte mi a m o r y al m a r c h a r t e
di tres veces con una gran voz ' A q u í yaces, a m a d o '
45 y, si quieres, también 'Ya n o t e n g o al q u e fue bello a m i g o ' .
Y mi epitafio lo grabo y o ahora en t u p u e r t a :
'A éste el a m o r le m a t ó ; c a m i n a n t e , n o pases
de largo, mas párate y di: Fue m u y d u r o su a m i g o ' ".
Dijo así y arrancó a la pared una piedra t e r r i b l e ,
so la puso en la e n t r a d a , subióse, la cuerda delgada
suspendió del d i n t e l , el dogal puso en t o r n o a su cuello,
hizo rodar con los pies el pedrusco y colgado
quedóse ya m u e r t o . Abrió el o t r o la p u e r t a , el cadáver
vio que de ella p e n d í a , mas n o se i n m u t ó en absoluto
55 su alma ni al m u e r t o reciente l l o r ó , m a s , m a n c h a n d o
al roce con él sus vestidos de e f e b o , a los juegos
del gimnasio se fue y m u y tranquilo a bañarse se puso
c o m o siempre solía y al agua saltó desde el m i s m o
zócalo p é t r e o del dios o f e n d i d o y la imagen
60 cayó e n t o n c e s tras él y m a t ó al cruel j o v e n ; y el agua
roja se puso y oyóse la voz del m u c h a c h o :
"Alegraos, a m a n t e s , al ver que el q u e odiaba fue m u e r t o ;
amad los q u e odiáis, que apHcar sabe el dios la j u s t i c i a " .

143
XXVII

EL GALANTEO

Es idilio muy celebrado, atrevido, pero no obsceno: no


hay nada en esta "experiencia prematrimonial" de lujuria viciosa
y sí de evolución psicológica inteligentemente seguida.
Lo que conservamos (falta el principio, en que la pareja ya
se ha dado un beso) comprende una esticomitia de 66 versos se-
guida de un final del narrador y de unos enigmáticos versos, 72-
7 3 , que pueden no pertenecer al poema y que constituyen una
especie de paso a otro canto.
En un cuadro pastoril bien trazado sin grandes precisiones
ni exageraciones se mueven dos figuras temperamentalmente dis-
tintas: él (su nombre Dafnis no se relaciona con el gran mito
tantas veces citado) es un m o z o sin muchas complicaciones que
sabe lo que quiere y lo busca sin escrúpulos: ella es una joven,
en medio de t o d o , sagaz y cauta que se convertirá, intuimos, en
una perfecta madre de familia. Arisca al principio ( 1 9 ) , defenso-
ra de una virginidad en que (recuérdese lo dicho sobre XXIII)
Ártemis se opone a Afrodita, está, por lo visto, pensando ya en
noviazgos ( 2 3 ) , pero teme o finge temer las secuelas inevitables
(25) de la boda (mal carácter del esposo, 2 7 ; partos, 2 9 , y lo que
ellos afean, 31) y considera importante el aspecto social del ga-
lanteo: aunque su nombre compuesto de Acrotima ( 4 4 ) indique
buena familia (los de los padres de ambos, 42 y 4 4 , pertenecen
al repertorio pastoril), la del boyero (7) es mejor que la de ella,
cabrera ( 4 7 ) , y además hay dote ( 3 3 ) por parte del novio y se
promete una buena vivienda ( 3 8 ) . La moza consigue hábilmente
una declaración formal ( 2 4 ) , un juramento ( 3 5 ) , una conversa-
ción de Dafnis con su padre ( 4 0 ) , y sólo una vez obtenido t o d o
ello toma la iniciativa ( 4 5 ) no sin ciertos temores ( 6 1 ) y con
pormenores burgueses c o m o el no querer manchar la ropa ( 5 3 ) .
Es en suma un diálogo m u y grato de leer, pero no de
Teocrito; lo que sí hay son huellas de imitación suya; una vez
más se acude a la paternidad de Mosco y Bión, pero, a juzgar
por algunos ecos de éste, tal vez habría que llevar la obra hasta
nuestra era.

144
Muchacha

A Helena, sabia como era, un boyero raptóla.

Dafnis

O ella más bien al boyero raptó con sus besos.

Muchacha

No presumas ya más, satirillo, que un beso no es nada.

Dafnis

No será nada, pero hay gran deleite en el darlo.

Muchacha

Me lavo la boca y escupo ese beso en seguida.

Dafnis

¿Te lavas la boca? Pues trae que de nuevo te bese.

Muchacha

Besa a tus chotos, que no a una muchacha soltera.

Dafnis

No presumas, que suele pasar la sazón como un sueño.

145
TEOCRITO

Muchacha

Vieja seré, p e r o h o y vivo de miel y de leche.

Dafnis

10 La uva algún d í a se pasa y la rosa se seca.

Muchacha

19 ¿La m a n o o t r a vez? ¡Que t e voy a arañar ese labio!

Dafnis

11 Ven debajo de aquel a c e b u c h e y te digo u n a cosa.

Muchacha

No q u i e r o ; antes y a m e engañaste con dulces palabras.

Dafnis

V e n bajo el álamo y me oyes t o c a r la siringa.

Muchacha

Diviértete t ú ; n o m e gusta el cantar q u e j u m b r o s o .

Dafnis

15 ¡Ay, m o z a , a la Pafia t a m b i é n y sus iras respeta!

Muchacha

¡Ártemis g u á r d e m e y vaya a paseo la P a ñ a !

Dafnis

No vaya a herirte y te a t r a p e en su red sin r e m e d i o .

Muchacha

18 ¡Que hiera a su g u s t o , pues Á r t e m i s siempre m e a y u d a !

146
IDILIO XXVII

Dafnis

20 Al amor n o p o d r á s escapar ni n i n g u n a doncella.

Muchacha

Pues e s c a p o , p o r Pan; ¡que a ti siempre su yugo te


oprima!

Dafnis

T e m o que acaso a varón aun p e o r te destine.

Muchacha

Muchos me h a n p r e t e n d i d o , m a s nadie a mi e s p í r i t u

agrada.

Dafnis

Pues a q u í vengo y o a cortejarte, u n o m á s de esos

muchos.

Muchacha

25 Pero ¿qué voy a hacer? El casarse son t o d o tristezas.

Dafnis

No trae pena o dolores la b o d a , m a s sólo c o n t e n t o .

Muchacha

Dicen, con t o d o , q u e t e m e al esposo la esposa.

Dafnis

N o , mas d o m í n a l e ; ¿a q u i é n t e m e r á n las mujeres?

Muchacha

La preñez me da m i e d o , IHtía y sus d a r d o s a g u d o s .


147
TEOCRITO

Dafnis

30 Pero Á r t e m i s , q u e es t u señora, los p a r t o s alivia.

Muchacha

T e m o parir, n o se pierda m i bella figura.

Dafnis

Si hijos e n g e n d r a s , t u e n c a n t o t e n d r á n u e v o brillo.

Muchacha

Y ¿qué d o t e m e t r a e s , si a c c e d o , q u e valga la pena?

Dafnis

T o d o el r e b a ñ o con t o d o s mis sotos y p a s t o s .

Muchacha

35 J u r a q u e n o has de m a r c h a r c u a n d o m e h a y a s t e n i d o .

Dafnis

N o , p o r Pan m i s m o , t a m p o c o a u n q u e quieras e c h a r m e .

Muchacha

¿Me harás u n a alcoba, m e harás u n a casa y rediles?

Dafnis

Una alcoba te h a r é y cuidaré a t u s ovejas c o n celo.

Muchacha

Y ¿qué digo a mi p a d r e , tan viejo, q u é voy a contarle?

148
IDILIO X X V I I

Dafnis

40 C u a n d o escuche quién soy, ya por b u e n o dará lo


ocurrido.

Muchacha

Dime c ó m o te llamas, q u e a veces deleitan los n o m b r e s .

Dafnis

Soy Dafnis, de Lícidas hijo, y mi m a d r e es N o m e a .

Muchacha

Son nobles t u s p a d r e s , mas n o es inferior mi familia.

Dafnis

A c r o t i m a , en efecto, eres t ú y es t u padre Menalcas.

Muchacha

45 E n s é ñ a m e d ó n d e está el s o t o q u e tienes y aprisco.

Dafnis

Ven y verás c ó m o crecen mis largos cipreses.

Muchacha

Mis cabras, p a c e d , voy a ver la heredad del b o y e r o .

Dafnis

T o r o s m í o s , paced mientras m u e s t r o a la m o z a mis


prados.

Muchacha

Satirillo, ¿qué intentas? ¿Los p e c h o s por d e n t r o me


tocas?

149
TEOCRITO

Dafnis

5o Quiero dar la primera lección a estas frescas m a n z a n a s .

Muchacha

Desfallezco, p o r P a n ; q u i t a de a h í o t r a vez esa m a n o .

Dafnis

Tranquilízate, amor. ¿Por q u é tiemblas? ¡Miedosa

pareces!

Muchacha

Me has e c h a d o al regato y m e m a n c h a s mi h e r m o s o

vestido.

Dafnis

N o , p o r q u e he puesto u n vellón deUcado debajo.

Muchacha

55 ¡Ay, ay, q u e m e has r o t o la faja! ¿Por q u é la desatas?

Dafnis

Este es el d o n q u e ante t o d o a la Pafia y o ofrezco.

Muchacha

¡Para ya, desgraciado! Alguien viene tal vez; oigo r u i d o .

Dafnis

Son mis cipreses q u e h a b l á n d o s e están de t u s n u p c i a s .

Muchacha

C o m o u n t r a p o dejaste m i m a n t o y d e s n u d a m e
encuentro.
150
IDILIO XXVII

Dafnis

60 O t r o m a n t o d a r é t e mejor q u e el q u e tienes a h o r a .

Muchacha

P r o m e t e s dar t o d o y quizás aun la sal m e la niegues.

Dafnis

¡Ojalá mi propia alma t a m b i é n añadir y o pudiera!

Muchacha

¡Ártemis, n o m e reproches q u e fiel n o te he sido!

Dafnis

A A m o r d o n a r é una t e r n e r a , u n a vaca a Afrodita.

Muchacha

65 Doncella a q u í vine y mujer a mi casa m e m a r c h o .

Dafnis

Y m a d r e t a m b i é n y n o d r i z a , q u e ya n o m u c h a c h a .

A s í , c o n f o r t a d o s sus jóvenes c u e r p o s , e n t r e ellos


susurraban; así c o n s u m ó s e su u n i ó n clandestina.
Ella alzóse y de n u e v o volvió a a p a c e n t a r sus ovejas,
70 con p u d o r en los ojos y el alma c o n t e n t a allá d e n t r o ,
y él satisfecho acudió a su r e b a ñ o de b u e y e s .

Ten la siringa de n u e v o p o r t u y a , dichoso


pastor, y o t r o c a n t o b u c ó h c o oigamos a h o r a .

151

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