Está en la página 1de 261

Robert J.

Sternberg

El triángulo· del amor


Intimidad, amor, compromiso

~
ediClones
PAIDOS
Título original: The Triangle o/ Lo ve: Intimacy, Passion, Commitment
Publicado en inglés por Basic Books, Inc., Nueva York

Cubierta de Julio Vivas


].a edición, 1989

Todos los derechos reservados. Ninguna pane de este libro puede ser reproducida. transmitida o
almacenada. sea por procedimientos mecánicos. ópticos o químicos. incluidas las fotocopias. sin
permiso del propietario de los derechos.

© 1988 by Basic Books, Inc., Nueva York


de la tabla 3.1 © 1987 by Robert J. Sternberg
de la tabla 6.1 © 1987 by Robert J. Sternberg y Sandra Wright
© de todas las ediciones en castellano,
Editorial Paidós, SAICF,
Defensa, 599 - Buenos Aires.
© de esta edición,
Ediciones Paidós Ibérica, S. A,
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona.

ISBN: 84-7509-562-3
Depósito legal: B-34.9881 1989

Impreso en Hurope, S. A;
cl Recaredo, 2 - 08005 Barcelona
3. Observaciones sobre el amor: aplicación de la teoría trian-
gular 71

7. Comienzos, etapas intermedias y finales: el curso de una


relación 184
Este libro es el resultado de una apuesta que hice a comienzos de
la década de los 80: que podría volcar mis energías como teórico y como
investigador en el estudio del amor y conseguir algo que no fuese ni
trivial ni una repetición de lo ya sabido. Cuando comencé a estudiar
el amor, soporté, espero que con buen humor, las típicas observacio-
nes acerca de la.~~tisis de la mitad de la vida y del declive de las
facultades men14les que padecen algunos psicólogos a la edad de
treinta años. Con el tiempo, sin embargo, al avanzar mis investigacio-
nes, las bromas fueron reemplazadas por preguntas serias acerca del
tema. En este libro recopilo mis hallazgos.
Los escritos sobre el amor pueden ser tan obscuros y esotéricos
como para perder de vista el objetivo, o tan vacíos como para reducirse
a homilía s inspiradas. He tratado de evitar estos dos peligros presen-
tando en términos no técnicos gran parte de la teoría y la investiga-
ción sobre el amor que constituyen la base para la psicología del amor,
y también mostrando las implicaciones prácticas en nuestra vida
diaria. Me he concentrado en el significado del trabajo erudito; los
datos técnicos pueden ser hallados en los artículos del diario y de otras
publicaciones citadas en ·las notas. Considerando mi propia concep-
ción "triangular" del amor como la interacción de tres componentes-
intimidad, pasión y compromiso- me baso en mi propio trabajo así
como en el de los más respetados investigadores de este campo.
En este libro me ocupo principalmente del amor heterosexual por
un compañero --cónyuge o amante- y trato tanto el gustar como el
amar. También me ocupo, aunque en menor grado, del amor entre
padres e hijos. Aunque sin duda gran parte de lo que digo es también.
aplicable al amor homosexual, la gran mayoría de quienes han
tomado parte en mis estudios y en los de otros investigadores han sido
heterosexuales, y yo he evitado generalizar. La investigación que cito
en este libro, realizada por mí mismo y por mis colaboradores, se llevó
a cabo principalmente en New Heaven, con adultos que diferían
ampliamente en cuanto a edad, entorno y experiencias. Aunque estas
muestras son geográficamente limitadas, a lo largo de mi obra me
baso también en los estudios de varios otros investigadores que
utilizaron miles de sujetos de otras zonas de los Estados Unidos y
Canadá. Además, mis ejemplos presentan un amplio rango de indivi-
duos, algunos de los cuales no proceden de los Estados Unidos. En
suma, creo que la extensa y variada población sobre la que baso este
estudio~es representativa de la experiencia de los habitantes de los
Estados Unidos y Canadá.
Comienzo el capítulo 1 con los resultados que se nos presentan a
todos nosotros cuando intentamos comprender el amor, y describo mis
investigaciones empíricas iniciales. Estas investigaciones concluye-
ron en mi teoría triangular sobre el amor, descrita en el capítulo 2. En
el capítulo 3 elaboro la evidencia para esta teoría, y en el capítulo 4
presento otros puntos de vista sobre el amor y su relación con el
gustar. Ya que tanto el gustar como el amar comienzan frecuentemen-
te con el mismo tipo de atracción, analizo, en el capítulo 5, qué se
esconde detrás de la atracción. Pero, ya que lo que inicialmente atrae
a una persona no siempre continúa haciéndolo, analizo en el capítulo
6 el modo en que lo importante en el amor cambia con el tiempo, y en
el capítulo 7 amplío mi enfoque para incluir una variedad de conside-
raciones acerca de cómo las relaciones cambian con el tiempo. En el
capítulo 8 pongo en práctica la teoría y los datos, con algunas pautas
para crear y mantener el amor. Doy las gracias a mis colaboradores
en la investigación sobre el amor, Michael Barnes, Susan Grajek y
Sandra Wright. También quiero agradecer a aquellos estudiosos en
este campo que, al enterarse de que un investigador de la inteligencia
humana quería estudiar el fenómeno del amor, apoyaron su esfuerzo.
Entre ellos, doy mi agradecimiento especialmente a Ellen Berscheid,
Elaine Hatfield y Harold Kelley. Judith Greissmann, mi editora de
adquisiciones en Basic, ha sido además un gran apoyo y una gran
crítica en todas las fases de la preparación del libro, y Phoebe Hoss,
mi editora de copias, ha realizado la relevante tarea de aportar
lucidez a las versiones anteriores. Sandra W. mi ayudante adminis-
trativa, fue paciente y generosa mecanografiando y comentando
versiones sucesivas del manuscrito, y Elizabeth Neuse, mi colabora-
dora en investigaciones, me ayudó en algunos de los análisis de datos.
Parte de lo que he aprendido acerca del amor lo he aprendido en
las fonnas usuales de los estudiosos -a través de libros, artículos y
mi propia investigación-o Pero la mayor parte de lo que he aprendido
proviene de gente que he conocido, muchas de cuyas historias -con
identidades ficticias-- he resumido en breves ejemplos. Por ende, es
a todos esos hombres y mujeres a quienes dedico este libro.
R.J.S.
Enero de 1988
Este libro está dedicado a las personas
que en mi vida me han enseñado lo que es el amor.
En los ejemplos que cito a 10 largo de este libro, todos los
nombres y características identificadoras han sido cambiados.
El amor es una de las más intensas y deseables de las emociones
humanas. Las personas pueden mentir, engañar y aún matar en su
nombre -y desear la muerte cuando lo pierden. El amor puede
abrumar a cualquiera, a cualquier edad -como a este psicólogo de
cuarenta años:

Aún recuerdo cuando ella me dijo que habíamos tenninado. No podía


creerlo. Ella lo decía en serio. Yo debí habénnelo esperado, pero no lo hice.
Recuerdo todo: el aspecto de ella, el aspecto de la habitación, cómo me sentía
yo. Está grabado en mi memoria. Deseaba morinne. Realmente deseaba
morinne.
Pocas semanas después, ella entró en un restaurante en el que yo estaba
comiendo con unos amigos. Me quedé sin aliento y pensé que me iba a
desmayar. De algún modo, logré salir y tambaleándome, llegue hasta el
aparcamiento. Ella estaba tan hennosa y ya no era mía. Hubiera hecho casi
cualquier cosa por recuperarla, pero ella no me quería.
Aún no comprendo realmente lo que pasó, pero ya lo he superado. Hasta
somos amigos en la actualidad. Me llevó algunos años, tal vez cinco o seis.

¿Qué es lo que este hombre tenía? ¿Qué fue lo que perdió?


Mi propio interés de estudioso del amor realmente surgió de mi
investigación sobre la inteligencia. Freud dijo una vez que los dos
órdenes principales de la vida son el trabajo y el amor. Yo había
pasado gran cantidad de años estudiando un aspecto crítico del éxito
en el trabajo, y me sentía preparado, a mis treinta y tantos años, para
comenzar a estudiar la "otra mitad" de la vida -el amor-o
Comencé, quizás inevitablemente, aplicando conceptos del estu-
dio de la inteligencia al estudio del amor. Obviamente, los contenidos
del amor tienen poco o nada que ver con la inteligencia. La conexión
Sentimientos
Pensamientos
{ Deseos

no era de contenido sino de estructura. Me preguntaba si podrían


aplicarse modelos alternativos estructurales de la inteligencia al
amor y, quizás, también a otros proyectos. Permítanme elaborar.

Mediante la aplicación de las teorías de la inteligencia al estudio


del amor, yo trataba de descubrir si el amor es una sola cosa omuchas,
aun cuando para la persona enamorada, muchas cosas pueden ser
subjetivamente sentidas comouna sola. Y si el amor es muchas cosas,
¿cuáles son y cómo se relacionan? Me parecía que tres antiguas
teorías de la inteligencia -las de Charles Spearman, Godfrey Thom-
son y Louis Thurstone, en las décadas de los años 20 y 30- podrían
ser aplicadas al estudio del amor (véase figura 1.1).1

A los comienzos de este siglo, Charles Spearman, un psicólogo


inglés, sostuvo que "todas las ramas de la actividad intelectual tienen
en común una función (o un grupo de funciones) fundamental,
mientras que los elementos restantes o específicos de la actividad
parecen ser, en todos los casos, completamente diferentes unos de
otros." 2 Su idea es por tanto, que existe al mismo tiempo un factor
general que está presente en toda acción inteligente, comoun conjun-
to de factores específicos los cuales, al ser relevantes sólo para tareas
únicas carecen de importancia. El centro de la teoría de Spearman es
g, es decir, el factor general que está siempre presente efi la inteligen-
cia. Spearman sugirió que g podría ser la expresión de algún tipo de
energía mental, pero jamás pudo ser más preciso.
En términos de este modelo estructural, el amor puede ser concep-
tualizado como g, es decir, como una experiencia emocionalmente
cargada y altamente positiva que no puede ser analizada. Suelo
referirme a esta concepción del amor como a la "concepción del
senador Proxmire", en honor al senador de Wisconsin que confiscó a
un famoso investigador del amor su premio Golden Fleece castigán-
dolo por haberse atrevido a estudiar el amor. Como muchas otras
personas, tal vez, Proxmire creía que el amor sólo concierne a poetas
y novelistas, y que ni puede ni debería ser estudiado científicamente.
El senador se equivocaba, sin embargo. En algunos casos, los hallaz-
gos de la investigación científica aportan una nueva demostración de
aquello que los novelistas ya nos han dicho, mientras que en otros
casos, podemos aprender a través del descubrimiento científico cier-
tas cuestiones acerca del amor que nos sería diñcil aprender de otra
manera.
Es posible, por supuesto, que aunque experimentemos el amor
comoun impulso unitario de emociones, los hechos sean distintos. El
amor puede ser realmente muchas cosas más que una sola cosa, la
mayor parte de ellas se pierde en la experiencia subjetiva -una
posibilidad admitida por el modelo thomsoniano.
Godfrey Thomson, otro psicólogobritánico, pronto señaló que la
teoría de Spearman no era la única teoría compatible con los datos de
Spearman: en otras palabras, aunque el análisis del resultado de
cierto número de tests de aptitud reveló un factor general subyacente
en ellos, la inteligencia aún podría ser muchas cosas. Thomson,
manifestando que el factor general obtenido por Spearman podría
indicar una unidad matemática más que psicológica, concebía la
mente como poseedora de un enorme número de lazos, incluyendo
reflejos, hábitos y asociaciones aprendidas. La realización de una
tarea cualquiera activaría un gran número de esos lazos, y las tareas
relacionadas, comoaquellas usadas en los tests mentales, activarían
circuitos superpuestos de esos lazos. En otras palabras, los mismos
lazos serían utilizados una y otra vez, llevados desde la ejecución de
un test hasta la ejecución del otro. Así, mientras el análisis estadístico
de un conjunto de tests apuntaría hacia un factor general, en realidad
lo que tendrían en común los tests sería una multitud de lazos.
En este modelo, el amor puede ser concebido comoun conjunto de
sentimientos, pensamientos y deseos que, al ser experimentados
simultáneamente, dan como resultado la compleja experiencia que
llamamos amor. De acuerdo conesta concepción,sin embargo, el amor
no es unitario; más bien puede descomponerse en un gran número de
lazos subyacentes que tienden a manifestarse simultáneamente en
ciertas relaciones íntimas, y que combinados dan como resultado el
sentimiento global del amor.
Supongamos, por ejemplo, que todos los amores tienen en común
sentimientos como un fuerte vínculo, con gran preocupación por y
deseo de estar con el ser amado. Cada vez que uno ama a alguien, estos
tres sentimientos -vínculo, gran preocupación y deseo de estar con
esa persona-deberían manifestarse simultáneamente. Aunque
podemos experimentarlos como una unidad y no somos capaces de
distinguir entre ellos, son, de acuerdo al modelo thomsoniano, sepa-
rables en un nivel psicológico profundo y pueden ser disociados
mediante un cuidadoso análisis psicológico.

Louis Thurstone, un psicólogonorteamericano de la Universidad


de Chicago, propuso en la década de los 30 una teoría de la inteligencia
que comprendía siete factores primarios e igualmente importantes, a
saber, comprensión verbal, fluidez de palabra, visualización espacial,
número, memoria, razonamiento y velocidad de percepción. La idea
subyacente era que la inteligencia está compuesta por un conjunto
relativamente pequeño de habilidades mentales interrelacionadas.
En términos de esta concepción, el amor es un conjunto estable y
limitado de sentimientos, pensamientos y deseos que tienen aproxi-
madamente la misma importancia dentro del sentimiento total que
describimos como amor. El amor no es una cosa principal, separable
(modelo de Thomson) o no (modelo de Spearman), sino más bien un
conjunto de emociones primarias que son más comprensibles separa-
damente que en un todo integrado. Todas contribuyen simultánea-
mente a la experiencia del amor. De acuerdo a esta concepción, un
pensamiento o sentimiento global (como la inteligencia o el amor)
puede ser descompuesto en múltiples factores integrados, pero los
factores siempre contribuyen a ese pensamiento o sentimiento global.
Un modo de apreciar esta visión sería imaginar la asignación a
algunas personas de una puntuación en cada uno de varios atributos,
como la medida en que uno se preocupa por el otro, la medida en que
uno quiere estar con el otro, y la medida en que uno apoya al otro.
Estas puntuaciones, sumadas, indicarían cuánto ama uno al otro.
¿Por qué debería ser importante cuál de estos modelos caracteriza
mejor el amor? Supongamos que su objetivo es evaluar cómo marcha
su relación. Si la concepción spearmaniana es correcta, entonces lo
importante para su evaluación es su sentimiento global de cómo van
las cosas -el sentimiento total de amor que usted siente hacia su
pareja-o No sería necesario un análisis más profundo. Si el modelo
thomsoniano es correcto, este análisis global es insuficiente. Usted
necesita saber qué son los "lazos", y evaluar su relación en relación con
cada uno de ellos. Usted podrá encontrar que, aunque su sentimiento
global no es exactamente lo que usted quisiera, usted tiene bastantes
de los elementos de una exitosa relación amorosa. O podrá encontrar
lo opuesto: que sus sentimientos globales están basados en relativa-
mente pocos elementos. Si el modelo thurtoniano es correcto, no es
suficiente hacer una lista de los variados elementos de su relación.
U sted podría también querer evaluar qué cantidad posee de cada uno,
y darse cuenta de que cualesquiera que sean sus sentimientos
globales, son decepcionantes porque no existe un verdadero "factor
general" subyacente al amor.
En nuestra investigación, buscamos evaluar estos modelos alter-
nativos del amor.
Mi primer estudio fue realizado a comienzos de la década de los 80
en colaboración con Susan Grajek, en ese momento estudiante del
predoctorado en el departamento de psicología, en Yale.3 Publicamos
un anuncio en el periódico local para que la gente participara, a 5
dólares la hora, en un estudio sobre el amor en relaciones íntimas. Los
reclutas potenciales podían ser elegidos para participar sólo si tenían
dieciocho años de edad o más, habían tenido al menos una relación
amorosa (por su propia declaración) y se autodefinían comoprincipal-
mente heterosexuales. Limitamos nuestro estudio a participantes
heterosexuales porque creíamos que los datos de participantes
homosexuales y heterosexuales deberían ser analizados por separa-
do; y, para que dichos análisis fuesen viables, necesitaríamos canti-
dades relativamente grandes de esos datos. Pero la experiencia
anterior de otros investigadores nos condujo a creer que no consegui-
ríamos suficientes participantes homosexuales para hacer viables los
análisis separados de sus datos. Los participantes fueron treinta y
cinco hombres y cincuenta mujeres de ciudades y pueblos del sur de
Connecticut. El mayor número de mujeres que de hombres probable-
mente refleje el hecho de que los hombres estaban posiblemente
trabajando durante las horas en que nosotros entrevistábamos.
Nuestros participantes tenían entre dieciocho y setenta años de
edad, con una edad promedio de treinta y dos. La mayoría (setenta y
ocho) eran blancos caucásicos. Los participantes variaban amplia-
mente en cuanto a su religión. Provenían de diferentes situaciones:
cincuenta y siete eran solteros, dieciséis eran casados, seis eran
divorciados que vivían solos, dos eran divorciados y casados de nuevo,
tres eran viudos, y uno era separado. Es posible, creo yo, que nuestros
muchos participantes solteros estuvieran buscando una guía para su
propia búsqueda del amor, y esperaban hallarla mediante el autoaná-
lisis y nuestro impulso relacionado con su participación en el experi-
mento.
De los sesenta y siete participantes que no vivían en pareja,
veintiuno vivían con sus padres, dieciochovivían solos,diez vivían con
un compañero de cuarto, nueve vivían con un amante, y nueve vivían
con sus hijos. El número de relaciones heterosexuales significativas
en las que los participantes habían estado involucrados oscilaba entre
1 y 15, con un promedio de 2,8.
De los múltiples cuestionarios administrados a nuestros partici-
pantes, el primero se refería a su perspectiva familiar. Losparticipan-
tes eran interrogados acerca de factores como edad, género, situación
matrimonial, arreglos corrientes de subsistencia, y el número de
relaciones amorosas heterosexuales "significativas" que habían te-
nido.
En uno de los múltiples cuestionarios, pedimos a los participantes
que nos dieran cierta información en relación a sus tres relaciones
amorosas heterosexual es más significativas -por ejemplo, cuánto
tiempo había durado cada relación, cuán felices habían sido en ella,
cuán satisfechos, y así sucesivamente. La que más nos interesaba, sin
embargo, era la relación más reciente: ¿Cuándo había comenzado y
terminado? ¿Por qué y quién la había terminado? ¿Con qué frecuencia
se veían y qué hacían cuando se veían? Pedimos a nuestros partici-
pantes que calificaran la calidad de su relación en una escala de siete
puntos (1= baja; siete= alta) para las siguientes dimensiones: inten-
sidad, significación, similitud entre los miembros de la pareja, grado
de satisfacción del amante de las necesidades de su pareja, grado de
sentimiento de "finalización" del participante con respecto a la rela-
ción (para aquellas que habían terminado), grado de autoestima del
participante durante la relación, y de satisfacción global con la
relación. También administramos varias escalas de gustar y amar, de
las cuales las dos más importantes fueron las Escalas de Gustar y
Amar construidas por Zick Rubin y una escala de compromiso inter-
personal desarrollada por George Levinger y sus colegas.4 Los ítems
de las escalas de Rubin están expresados en forma de preguntas y se
refieren a las características de la persona amada (por ejemplo, "¿Con
cuánta facilidad puede __ ganar la admiración de los demás?") y a
los sentimientos que el entrevistado tiene hacia la persona amada
("¿Cuán interesado está usted en el bienestar de _?"). Se solicitó a
los participantes del estudio utilizar una escala de siete puntos para
cada ítem, siendo el uno la calificación más baja (por ejemplo, "no
interesado en absoluto") y siete la más alta ("extremadamente inte-
resado").
Aunque las escalas de Rubin han sido usadas anteriormente para
estudiar solamente las relaciones entre cónyuges o amantes, pedimos
a nuestros participantes que utilizaran la escala no solamente para
caracterizar su relación con un cónyuge o amante, sino también para
caracterizar la relación con su madre, padre, hermano más próximo
en edad, y mejor amigo del mismo sexo. Hicimos lo mismo con la escala
de Levinger, que consiste en frases que describen aspectos potencia-
les de las relaciones amorosas, (tales como "compartir ideas y senti-
mientos profundamente personales" o "brindar apoyo emocional a
otra persona"). Nuevamente, los sujetos calificaron por medio de la
escala de siete puntos las mismas relaciones que fueron calificadas
para las escalas de Rubin. Para la escala de Levinger, sin embargo,
también solicitamos a los participantes que calificaran cada frase
según lo que ellos consideraban el ideal de relación amorosa román-
tica. Finalmente, administramos un conjunto de tests de personali-
dad con el fin de detectar cualquier correlación entre aspectos relati-
vos a características amatorias y personalidad.
Nuestro estudio se basó firmemente en cuestionarios, en parte
porque éstos aportaron un gran número de respuestas de los partici-
pantes en un período relativamente breve. Además, los datos así
obtenidos son numéricos, y en consecuencia susceptibles de análisis
estadístico y de interpretación psicológica. Los datos de los cuestiona-
rios pueden ser útiles en la investigación psicológica, siempre que sus
limitaciones estén claras: que no existe garantía de que lo que una
persona dice es exactamente lo que piensa, o aun de que uno conozca
sus sentimientos lo suficientemente bien como para expresarlos.
En cuanto a las otras fuentes de los datos, habíamos decidido no
recolectarlos a través de entrevistas, en parte porque éstas requieren
mucho tiE'llpO y no pueden ser analizadas eficazmente, pero también
en parte para que los individuos no perdiesen su sentido del anonima-
to, aun cuando les asegurásemos que sus respuestas permanecerían
anónimas. También habíamos decidido no utilizar datos referidos al
comportamiento ~sto es observación directa de los participantes en
sus relaciones- porque aunque probablemente fuesen los más útiles,
estos datos son también los más difíciles de recolectar, especialmente
debido a que el simple hecho de observar un comportamiento puede
variarlo. Las parejas difícilmente actúan exactamente del mismo
modo mientras son observadas y mientras están a solas. Más aun, a
veces es difícil saber qué hacer con los datos del comportamiento. Una
caricia, por ejemplo, puede significar una cosa para una persona, y
otra cosa completamente distinta para otra persona. Analizando los
datos de este estudio, buscábamos respuesta a cinco preguntas
primordiales: Primera, ¿a quiénes aman las personas y cuánto?
Segunda, ¿con qué exactitud podemos predecir cuánto amamos a
ciertas personas en base a lo mucho que amamos a otras personas?
Tercera, ¿cómo se relacionan el querer y el amar? Cuarta, ¿cuál es la
estructura del amor? Y finalmente, ¿podemos predecir la satisfacción
en las relaciones en base al tipo de variables consideradas en este
estudio? A continuación, nuestros resultados.
Las respuestas a nuestra primera pregunta, respecto a las canti-
dades relativas de cariño y amor que cada uno sentía hacia personas
concretas en su vida, diferían para hombres y para mujeres. En
gene~al, los hombres amaban a su amante (o esposa) más que a nadie,
luego a su mejor amigo del mismo sexo, luego a su padre, luego a su
madre, luego a su hermano más próximo en edad. Las mujeres
amaban a su amante y a su mejor amiga del mismo sexo más que a
nadie y casi en la misma medida; luego a su madre, luego a su padre
y luego a su hermano más próximo en edad. Así, en cuanto a los
amantes, los resultados eran parejos para hombres y mujeres, pero
las mujeres amaban a su mejor amiga casi tanto como a su amante,
mientras que los hombres amaban a su amante más que a su mejor
amigo. Las madres y los padres estaban situados después del mejor
amigo del mismo sexo, tanto para hombres como para mujeres, y la
clasificación para madres y padres era casi la misma. Una cosa en la
cual tanto hombres como mujeres estuvieron de acuerdo: reservaban
su puntuación más baja para sus hermanos más próximos en edad,
indicando que su hermano era al que menos amaban de todas las
personas mencionadas en el estudio. Se vio una notable diferencia
entre hombres y mujeres con respecto al cariño. Para los hombres, los
resultados con respecto al cariño fueron aproximadamente los mis-
mos que con respecto al amor, con la amante en primer lugar, el mejor
amigo en el segundo, luego la madre y el padre, y por último el
hermano más próximo en edad. Tanto la madre como el padre eran
más amados que queridos, y el grado de cariño por la madre no difería
significativamente del grado de cariño por el hermano más próximo
en edad. Por otro lado, las mujeres indicaron que querían a su mejor
amiga más que a su amante; luego a su madre, con el padre y el
hermano en último lugar. Los hombres mostraron significativamente
una leve preferencia por sus padres, mientras que las mujeres
mostraron una leve preferencia por sus madres. Para las mujeres, el
cariño por el padre no difería significativamente del cariño por el
hermano más próximo en edad.
¿Por qué las mujeres querían a su mejor amiga al menos tanto
como a su amante? Una hipótesis admisible estaría basada en una
posible diferencia entre los conceptos de amistad de hombres y
mujeres. Los hombres tienden a tener amistades a través de las
actividades compartidas, con relativamente poca intimidad y comu-
nicación persona a persona. Las mujeres tienen más tendencia a
intimar con sus amigas y a enfatizar la comunicación persona a
persona, para lo cual los hombres están menos predispuestos y son
menos capaces'JEn una relación íntima, una mujer suele sentirse
frustrada en sus intentos por lograr intimidad emocional y comunica-
ción con su amante o esposo y entonces podrá buscarlas en otro lugar
-por ejemplo, en otra mujer-o A medida que aumenta su confianza
en esta amiga y se acerca más a ella, podrá finalmente querer a esta
amiga más que al amante o al esposo. El ejemplo es demasiado
familiar: los hombres necesitan ser más receptivos de las necesidades
de las mujeres de intimidad y comunicación, y las mujeres más
sensibles a un esquema de socialización a través del cual los hombres
son educados para evitar la intimidad y la comunicación íntima.
Luis aprendió esta lección de un modo duro. Todos sus amigos y
colegas lo consideran una persona maravillosa. Destina tiempo,
dinero y una energía ilimitada a un gran número de causas humani-
tarias. Preocupándose profundamente por la gente en un nivel abs-
tracto, le resulta diñcil trasladar ese nivel de preocupación a su vida
personal. En lo que a ésta se refiere, Luis es como un libro cerrado con
las tapas pegadas. A pesar de su interés global por tantas personas,
en un nivel personal parece tener mucho menos para dar que en un
nivel social. Su mujer, finalmente se cansó de oír de boca de otras
personas lo maravilloso que era su esposo: no lo demostraba en su
relación personal con ella, la cual casi carecía de intimidad. Lo
abandonó. Ahora él está solo, y sigue haciendo por los demás todo lo
que parece incapaz de hacer por sí mismo en sus propias relaciones
personales.
Con respecto a la identificación con el mismo sexo ---eon los padres,
los hombres generalmente querían y amaban más a sus padres; las
mujeres, a sus madres- en contraste con el conflicto edípico tempra-
no, cuando los niños generalmente prefieren a sus madres y las niñas
a sus padres. Freud, por supuesto, explicó que los niños deben
resolver el conflicto edípico en primer lugar para poder desarrollar
atracción por los miembros del sexo opuesto, y luego, para ser
conscientes de que su pareja definitiva no será su progenitor del sexo
opuesto, quien ya pertenece a otra persona. Este descubrimiento -
que tiene lugar entre los cinco y los siete años de edad y que es esencial
para el desarrollo del niño- puede ser doloroso y despertar su enojo
al ser forzado a abandonar toda esperanza de tener al progenitor del
sexo opuesto exclusivamente para él. Este resentimiento puede
continuar en algún nivel dentro de la madurez, y así explicar la
preferencia de las mujeres por sus madres y de los hombres por sus
padres.
Tal vez sea poco sorprendente que los hermanos más próximos en
edad no hayan quedado tan bien situados en estas clasificaciones,
mientras que los amantes sí. Este resultado probablemente refleja los
efectos a largo plazo de la rivalidad entre hermanos, la cual tiende a
ser mayor entre hermanos de edades próximas que en consecuencia
se ven obligados a competir entre ellos por ciertas necesidades,
incluyendo el afecto de los padres. Esta competición, frecuentemente
impuesta a los hermanos por otras personas, puede llegar a minar la
intimidad entre ellos y perjudicar su relación.
Por supuesto que las clasificaciones de los participantes pueden
verse influídas por los prejuicios. Por ejemplo, los hombres pueden
aplicar clasificaciones más bajas que las mujeres, o las clasificaciones
de los hermanos pueden ser más bajas porque los participantes no
tienen un sentido de obligación interna que los lleve a dar a sus
hermanos clasificaciones más altas. No tenemos ninguna base para
creer que tales prejuicios hayan sido expuestos, pero siempre existe
la posibilidad. La validez e interpretabilidad de nuestros resultados
nos induce a creer que el grado de prejuicio fue probablemente
mínimo.

De acuerdo a una línea de pensamiento,¿cuanto más unida haya


sido la familia de una persona, mejor resultará ésta como miembro de
una pareja en una relación íntima. El razonamiento consiste en que
para que una persona se enamore con éxito, necesita buenos modelos;
que éstos son aportados por las familias unidas; y en consecuencia,
que una familia feliz y unida es propicia. Una hipótesis alternativa,
sin embargo, predice justamente lo opuesto: que las personas proce-
dentes de familias unidas tienen menos posibilidades de llegar a un
alto grado de compromiso en una nueva relación porque, habiendo
"gastado" su amor en su familia, no les queda mucho para darle a otra
persona. De acuerdo a esta hipótesis, la unidad de la familia de origen
es un mal pronóstico para la nueva relación. Simplemente, ocurre que
el amante no es demasiado necesario.
Nuestros datos no confirmaron ninguna de estas hipótesis.
Podemos predecir hasta cierto punto el amor por un miembro de
la familia de origen a partir del amor por otro de los miembros de esa
familia. En otras palabras, las familias aparentan ser, generalmente,
más o menos amantes y más o menos unidas.
Mientras que las clasificaciones de las escalas de amor y de cariño
p"ara un miembro de la familia generalmente se corresponden con las
clasificaciones de otros miembros, esta correlación no se produce
fuera de la familia de origen. En otras palabras, el saber cuánto ama
una mujer a su madre puede predecir hasta cierto punto cuánto ama
a su padre y a sus hermanos, pero no puede predecir de ninguna
manera cuánto ama a su pareja. Así, el amor dentro de la familia de
origen no es un índice de la capacidad de amar de una persona a otra.

Hallamos una íntima relación entre el cariño y el amor, medidos


con las escalas de Rubin. Esta relación era menor para el mejor amigo
del mismo sexo, pero bastante mayor para los restantes individuos
clasificados. Así, aparentemente el amor y el cariño no son dos
entidades separadas y distintas, sino que se relacionan de un modo
fundamental -aspecto que analizo en el capítulo 4-.

Con respecto a la cuestión fundamental planteada por nuestro


estudio --cuál es la naturaleza del amor- utilizamos en primer lugar
la técnica de análisis factorial para analizar los datos. El análisis
factorial considera la estructura subyacente de un conjunto de datos.
Analizando nuestros datos, hallamos un factor general específico,
factor que, además, era el mismo para todas las relaciones amorosas:
madre, padre, amante, hermano y mejor amigo del mismo sexo. En
otras palabras, aunque los niveles de amor variaban de una relación
a otra, al menos algún elemento de la estructura del amor no variaba.
Denominamos a este factor general comunicación interpersonal,
intercambio y apoyo. Estos elementos parecían estar en el centro de
todas las relaciones amorosas. Eran esenciales para este factor -y en
consecuencia para todas las relaciones amorosas- de acuerdo con
nuestros datos -el compartir intereses, ideas, e información, crecer
personalmente a través de la relación, descubrir intereses en común,
comprender al otro, hacer que el otro se sienta necesitado, recibir
ayuda del otro, ayudar al otro a crecer personalmente, y compartir
sentimientos profundamente personales.
Habiendo determinado que existe un factor general en las relacio-
nes amorosas, utilizamos la técnica estadística del análisis de conjun-
to para determinar si éste podía ser descompuesto en más elementos
básicos. Una vez más, los resultados fueron claros. Comprobamos que
el factor general era susceptible de ser descompuesto en conjuntos
importantes, tales como compatibilidad, intercambio, y apoyo mutuo,
y crecimiento personal, tal como lo expondré en detalle en el capítulo
2. Por ahora, la conclusión más importante es que, aunque el amor
puede ser sentido como una sola cosa, no lo es: cuando uno experimen-
ta amor, experimenta un gran conjunto de sentimientos, deseos, y
pensamientos que, en su totalidad, conducen a que la persona llegue
a la conclusión de que "ama a alguien". De este modo, los datos se
correspondían más con el modelo de Thomson que con el de Spearman
y, por supuesto, no confirmaban para nada el modelo de Thurstone.
Después de una de mis charlas ante un auditorio que casualmente
estaba compuesto en su mayor parte por personas jubiladas, una
mujer se me acercó y me relató una experiencia que confirmaba la
importancia de no confiar demasiado en los propios sentimientos
globales dentro de una relación. Años atrás, habiendo perdido ese
sentimiento global, ella consideraba que su matrimonio estaba casi
arruinado. Sin embargo, no pensaba romperlo, por sus hijos y porque
había crecido con la idea de que el matrimonio es algo en lo que uno
entra y luego se queda, para bien o para mal. Finalmente, su suegra
murió y, luego, ella descubrió que la relación con su esposo había
cambiado de forma drástica. El sentimiento global renació. Y ella se
dio cuenta de que lo había perdido porque se había visto a sí misma
en competencia con su suegra. Ella había sentido que su marido
prestaba más atención a su madre que a ella, y mientras sintió esto,
nunca pudo amarlo completamente. La pérdida del sentimiento
global no había sido completa al principio; más bien se relacionaba con
un problema particular en la relación con su esposo. Si ella hubiera
sido consciente de esto, podría haber hecho algo al respecto.

Para determinar si los tipos de registros utilizados en nuestro


estudio podrían predecir satisfacción en una relación con un amante,
utilizamos la técnica estadística de la regresi6n múltiple, en la cual
una variable individual, en este caso, la satisfacción con la relación
amorosa -se puede predecir por medio de la sucesiva evaluación
estadística de un conjunto de otras variables- en este caso, clasifica-
ciones dentro de las escalas de amor y variables de personalidad.
Sorprendentemente, las clasificaciones dentro de la escala de
cariño de Rubin resultaron más eficaces para predecir la satisfacción
dentro de una relación que aquellas de la escala de amor de Rubin.
Este resultado, a mi juicio, es importante, porque en relaciones sen-
timentales, uno suele ser mucho más consciente de cuánto ama que
de cuánto quiere a la otra persona. Mientras que las relaciones sen-
timentales pueden estar basadas en el amor, necesitan del cariño
para prosperar día a día. Muchas relaciones fracasan no porque las
personas no se amen, sino porque no gustan particularmente del otro
y no pueden llevarse bien. Para que una relación sentimental funcio-
ne por un largo tiempo, tanto el amor como el cariño son muy
importantes. Nuestros resultados sugieren que iÉm una convivencia
diaria, el cariño puede ser más importante que e{amor. Sin embargo,
vimos que también son importantes las variables de personalidad.
Las personas deprimidas y ansiosas tendían a estar menos satis-
fechas de sus relaciones, aunque es imposible saber si la menor
satisfacción se debía a la depresión y a la ansiedad; si la depresión y
la ansiedad se debían a la menor satisfacción dentro de la relación, o
si ambos factores se debían a una tercera variable. Las relaciones con
personas deprimidas o ansiosas tienden a ser dificiles por varias
razones. En primer lugar, la otra persona puede sentirse responsable
de la depresión o de la ansiedad de su pareja. Aun sabiendo intelec-
tualmente que no se es responsable es difícil permanecer indiferente
ante algo que puede convertirse en una creciente carga de culpa
acerca de la infelicidad del otro. En segundo lugar, es probable que el
otro sienta cierta obligación por hacer que la persona ansiosa o
deprimida se sienta mejor, se sienta o no responsable de su estado de
ánimo. Pero es probable que el otro descubra que.es pocolo que puede
hacer para aliviar la ansiedad o la depresión crónicas y, como
resultado, se sienta frustrado e impotente. Con el tiempo, como la
persona acongojada sigue sin responder a los intentos del otro para
alegrarla, aquel puede disgustarse. Finalmente, la depresión y la
ansiedad pueden ser contagiosas, de forma que si la relación comenzó
con una persona crónicamente deprimida o ansiosa, puede terminar
con dos personas de esas características.
Muchos de nosotros sabemos por experiencia cuán dificil puede
ser convivir con una persona crónicamente deprimida. El final de este
tipo de relaciones suele ser desgraciado, pero no siempre, como en el
caso de Sergio. Su amante parecía estar siempre deprimida. Había
intentado psicoanalizarse, pero sin éxito. Sergio mismo se había
deprimido porque sentía que era el culpable de la depresión de su
pareja, y sospechaba que ella sentía lo mismo. El ciclode la depresión
de una persona induciendo a depresión a la otra estaba destruyendo
la relación. La historia tiene un final feliz. La amante de Sergio
consultó al médico por un malestar físico. El diagnóstico fue difícil,
pero reveló que la depresión de esta mujer era un síntoma psíquico de
una enfermedad física que ella padecía. Cuando comenzó a tomar
medicación para esa enfermedad, la depresión cedió en gran parte
(aunque no por completo). Y Sergio se sintió mejor no sólo porque su
amante ya no estaba deprimida, sino porque ya no se sentía respon-
sable de su depresión.
Las personas que se sentían complementarias de sus parejas-en
otras palabras, diferentes en ciertos aspectos que hacían posible su
compatibilidad- estaban generalmente más satisfechas de sus rela-
ciones. Este resultado sostiene la teoría de la complementariedad en
las relaciones, a la cual me referiré en el capítulo 7. Aunque, en
general, las personas se llevan mejor si se parecen entre sí, existe un
área dentro de las relaciones interpersonales dentro de la cual la
complementariedad es particularmente importante -es decir, la
complementariedad respecto a las necesidades-. Si uno de los miem-
bros de una pareja tiene muchas, la relación sólofuncionará si el otro
miembro es realmente nutritivo. Si ambas personas tienen necesida-
des, pero ninguna de ellas es capaz de cubrirlas, lo más probable es
que la relación fracase. Igualmente, si uno de los miembros de la
pareja necesita sentirse dominante, será preciso que el otro necesite
sentirse dominado. Dos personas dominantes no podrían llevarse
bien durante mucho tiempo. Una dificultad potencial dentro de las
relaciones es que-las necesidades pueden cambiar con el tiempo. Por
ejemplo, uno puede estar habituado a ser la persona nutritiva dentro
de una relación, y luego decidir que es el momento de recibir un poco.
Si la otra persona tiene pocoo nada para dar, la relación puede entrar
en un período de tensión. También, algunas mujeres que probable-
mente han vivido siempre dominadas, y comienzan una relación
deseando ser dominadas, en cierto momento deciden que ya han
tenido demasiado: la relación se verá en peligro si su pareja no puede
modificar su necesidad de dominar.
Finalmente, los hombres (pero no las mujeres) que se considera-
ban físicamente atractivos eran más felices en sus relaciones que
aquellos que se consideraban poco atractivos. Este último resultado
sugiere que el atractivo físico en los hombres parece ser importante
para la satisfacción en su relación con los demás. Las mujeres se
sienten generalmente felices de ser físicamente atractivas, pero su
atractivo no las hace felices en su relación con otra persona]
En consecuencia, nuestro estudio mostró que existía una gran
probabilidad de poder predecir la satisfacción dentro de las relaciones
amorosas. En un estudio de seguimiento en 1985, Michael Bames y
yo intentamos investigar este punto de manera más sistemática
estudiando el rol de los otros, reales e ideales, en tales relaciones.

Mientras que las relaciones románticas involucran típicamente a


dos individuos de carne y hueso -uno mismo y el otro-- también
pueden estar involucrados otros dos individuos elusivos, pero intru-
sos -los dos compañeros ideales de cada uno--. Si cada miembro real
de la relación corresponde perfectamente al ideal del otro, el ideal
elusivo de los otros puede llegar a no interferir nunca. De todos modos,
si, como ocurre frecuentemente una u otra de ambas personas difiere
significativamente del ideal de la otra, intervendrán terceras perso-
nas que posiblemente interfieran en la relación en diversas formas.
Uno se verá comparado desfavorablemente con el otro ideal, o sentirá
que el objeto de amor del otro no es realmente uno mismo sino un otro
ideal que el otro ha creado. En cualquiera de los casos, la felicidad y
la satisfacción de uno en la relación podrá verse significativamente
afectada por una mera invención de la imaginación -sea ésta una
versión "holliwoodense" de la perfección o una expectativa basada en
el presente y en las experiencias pasadas de una persona-o
Consideremos a dos hombres, Raúl y Enrique, ambos igualmente
enamorados de sus esposas. ¿Significa esto que ambos son igualmente
felices? Supongamos que Enrique tiene un ideal muy elevado de una
relación amorosa, mientras que Raúl no lo tiene; Enrique simplemen-
te espera más que Raúl de una relación amorosa. Con una determi-
nada cantidad de amor, Raúl podrá realmente sentirse más feliz que
Enrique porque la cantidad de amor que recibe cubre sus expectati-
vas, mientras que no así las de Enrique. La diferencia entre los niveles
relativos de satisfacción de Raúl y de Enrique puede ser entendida en
términos de un concepto introducido por John Thibaut y Harold
Kelley denominado nivel de comparación (NC); o sea, lo que una
persona espera de una relación, según su experiencia en el pasado.5
El NC de una persona no solamente depende de las experiencias que
uno haya tenido u observado en los demás, sino también de la medida
en que esas experiencias le hayan afectado.6
Según Thibaut y Kelley, la felicidad de una persona dentro de una
relación dependerá de la medida en que esta relación supere o esté por
debajo de su NC. Supongamos, sin embargo, que modificamos y
ampliamos ligeramente la noción de NC. En primer lugar, definimos
el nivel de comparación para el presente propósito no solamente como
representativo del nivel promedio de amor que esa persona haya
experimentado en relaciones anteriores, sino más bien como su ideal
realista para las relaciones presentes y futuras --en otras palabras,
el ideal posible para su vida-o En segundo lugar, ampliemos la noción
de nivel de comparación para incluir no solamente el ideal de lo que
uno quisiera realmente sentir por el otro, sino también el ideal de lo
que uno quisiera que el otro sintiera por uno. De este modo, nos
encontramos ahora en condiciones de explorar más a fondo los
antecedentes de satisfacción en relaciones íntimas. Para cada miem-
bro de una pareja, podemos observar qué siente realmente cada uno
por el otro, lo que cada uno quisiera idealmente sentir por el otro, lo
que cada uno percibe que el otro siente por él, y cómo cada uno
quisiera, idealmente, que el otro sintiera por él.
Para investigar estos puntos, Michael Bames y yo administramos
las escalas de Rubin, la escala de Levinger, y otro conjunto de
preguntas a veinticuatro parejas heterosexuales involucradas en
relaciones amorosas. (Estudiantes de Vale, graduados y no gradua-
dos).7 Los participantes del estudio realizaron cuatro clasificaciones
diferentes para cada uno de los ítems de las escalas de Rubin y de
Levinger. Estas clasificaciones se referían a lo que cada uno sentía por
el otro, lo que cada uno creía que el otro sentía por él, lo que cada uno
desearía sentir por un otro ideal, y lo que cada uno desearía que el otro
ideal sintiera por él. Estas cuatro clasificaciones de cada miembro de
cada pareja nos permitieron computar varios tipos diferentes de
respuestas al cuestionario: analizando los datos aportados por estas
parejas, encontramos que ambos niveles absolutos de comparación,
tanto los niveles de amor experimentado como los niveles de amor
experimentados relativos a los niveles ideales de amor son altamente
predictivos de la satisfacción en las relaciones amorosas. Cuatro
clasificaciones entraron dentro de la satisfacción pronosticada: en
primer lugar, una valoración de lo que uno sentía por el otro, en
segundo lugar, de lo que cada uno desearía que el otro ideal sintiera
por él; Y por último, la diferencia entre la valoración de lo que cada uno
pensaba que el otro sentía por él y lo que cada uno desearía que el otro
sintiera por él. Esto último podría expresarse como la diferencia entre
lo que cada uno quería del otro y lo que cada uno creía que estaba
recibiendo.
Surgieron muchos hallazgos interesantes. En primer término,
consideramos en qué medida los otros ideales son importantes para
la satisfacción dentro de una relación amorosa. Efectivamente, los
sentimientos relativos a otros ideales en forma abstracta parecen
tener importancia, pero una importancia sustancialmente menor a la
de los sentimientos relativos a los otros reales. Lo importante no es
tanto lo que uno siente por su otro ideal, sino la diferencia entre lo que
uno siente por su otro ideal en contraposición a lo que uno siente por
su otro real. En otras palabras, lo importante no es solamente lo que
uno desea (idealmente), sino la diferencia entre lo que uno desea y lo
que uno siente que obtiene.
Considerando si la visión de lo que el otro siente por uno es
importante para la satisfacción en las relaciones amorosas, y si es tan
importante como los propios sentimientos hacia el otro, encontramos
que aquella es tan importante como éstos. En otras palabras, lo que
uno cree que el otro siente por uno es tan importante como lo que uno
siente por el otro. Este descubrimiento deja sin respuesta una impor-
tante pregunta: ¿Hasta qué punto son importantes los sentimientos
reales de la otra persona en contraposición a la propia percepción de
estos sentimientos?
Nuestros datos indicaban claramente quelIas diferencias percibi-
das predicen mejor la satisfacción que las diferencias reales.l En
efecto, después de considerar lo que uno cree que la otra persona
siente, lo que esa persona realmente siente no produce diferencia en
cuanto a la satisfacción dentro de la relación amorosa: o sea, la propia
percepción de los sentimientos de la otra persona son más importan-
tes para la propia satisfacción que sus sentimientos reales. Además,
en nuestro estudio, la correspondencia real entre las clasificaciones
de una pareja es mucho más baja que la correspondencia percibida, o
sea, lo que cada uno percibe que el otro siente. En otras palabras,
existe realmente una menor concordancia entre lo que uno y su pareja
sienten que lo que cada uno cree: ,Estos hallazgos sostienen la noción
de que el compañero con el cual üno se relaciona es, en cierto sentido,
tanto la propia concepción del otro como su forma de ser en realidad.
Ilustramos este punto con el ejemplo de una pareja. Vivieron
juntos razonablemente felices durante muchos años, pero luego las
cosas comenzaron a tomarse ásperas. El marido asumía actitudes
que la mujer no podía entender. Por iniciativa de la mujer, se sentaron
a conversar acerca de cómoiban las cosas. La mujer se quedó atónita
tras la conversación. Descubrió que los sentimientos de su marido
hacia ella eran muy diferentes de lo que ella había creído siempre. La
mujer ejercía una profesión, y descubrió que su marido siempre había
estado resentido por ello, y que tenía muy pocorespeto por lo que ella
estaba haciendo. El se había sentido presionado y soportando un
estilo de vida que nunca había deseado y que no le gustaba. Todo ese
tiempo, ella había pensado que su marido la respetaba y aun que la
amaba más por tener una profesión que era importante para ella.
Después de esta conversación, la relación nunca pudo volver a ser la
misma, porque la mujer ahora sabía que su marido no la apoyaba sino
que más bien la "soportaba". La pareja pronto se separo.
Ahora podemos ver el lado oscuro de los resultados del estudio: uno
suele continuar con una relación sobre la base de cierta información
esencialmente falsa. Debido a que nuestras percepciones de los
sentimientos de los otros suelen ser inexactas, podemos engañamos
siendo más o menos felices de lo que probablemente debiéramos ser,
basándonos en los sentimientos de nuestra pareja. Con el tiempo,
podemos construir una relación en base a ilusiones. Tarde o tempra-
no, algo sucederá que destruya esas ilusiones, y entonces nos veremos
en problemas. 0, si las ilusiones se refieren a experimentar menor
amor de lo que estamos recibiendo, podremos sentimos siempre no
queridos, sin importar loque los demás sientan por nosotros. Si somos
de esta manera, tendemos a ser infelices, y a hacer infelices a los
demás debido a nuestra incapacidad para sentir su amor.
Un conocidomío se crió en una familia en la cual había pocoamor.
Nunca aprendió a recibir o dar amor. Por último, se casó con una
mujer que lo amaba profundamente, a pesar del pocoamor que recibía
de él. Pero él nunca podía sentir el amor de ella, no importaba cuánto
le brindara. Irónicamente, él era el que se sentía fuertemente no
querido dentro de la relación, y finalmente la dejó, esperando encon-
trar amor en otra relación. Probablemente no lo encuentre, porque no
lo reconocerá cuando lo vea.
¿Cuál de las variables que hemos estudiado es el mejor índice de
satisfacción? El índice más poderoso de satisfacción dentro de una
relación es la diferencia entre lo que uno piensa que el otro siente por
uno y lo que uno quisiera que un otro ideal sintiera por uno. El mejor
modo de predecir la satisfacción en una relación amorosa con el
mínimo esfuerzo sería hallar la diferencia entre lo que una persona
espera de la otra y lo que esta persona piensa que está recibiendo. Es
posible tanto recibir demasiado como muy poco. Los individuos
infelices no siempre desean más de los que sienten que reciben. A
veces, desean menos. Desean mantener cierta distancia mientras que
su pareja desea acercarse.
¿Qué hace uno en una relación en la que desea más proximidad de
la que desea su pareja? La mayoría de las personas en este dilema
intentan aproximar al otro -y generalmente descubren que esta
estrategia es ineficaz. Mientras uno intenta acercar al otro, éste
reacciona alejándose. Cuando uno ve que el otro se aleja, puede
intentar una estrategia diferente. Pero a estas alturas, el otro ya es
consciente de que éste está intentando acercársele, y esta nueva
estrategia probablemente haga que se aleje más aun. El resultado
suele ser que cuanto más intenta uno acercar al otro, más se aleja éste.
Cada persona desea una cierta distancia o proximidad, y lucha por
conseguirla. El problema se toma más complejo porque con frecuen-
ch{1a persona que desea menos compromiso es la que más control
ejerée sobre la relación. Esa persona tiene el recurso que la otra
persona quiere: amor. Como resultado, las relaciones suelen terminar
cuando la persona menos comprometida descubre que no hay modo de
que él o ella puedan continuar felizmente la relación con un menor
grado de compromiso. Esa persona suele terminar por completo la
relación.
No siempre es la persona menos comprometida la que decide
terminar. Mis conversaciones con muchas personas que han estado
implicadas en relaciones asimétricas me han persuadido de que es
igualmente frecuente que la persona más vinculada decida terminar.
Una de estas personas, Sandra, explicó por qué. Ella dejó a un hombre
que, con toda seguridad, tenía fobia al compromiso, al menos con ella.
Ella sentía, simplemente, que estaba perdiendo su tiempo. Nunca
obtendría lo que quería de él, y aunque resultaba doloroso terminar
la relación, la alternativa -una relación en perpetua quietud-
parecía aun peor.
Si uno desea un mayor grado de compromiso por parte de la otra
persona, la mejor estrategia, paradójicamente, es comprometerse
menos uno mismo. Si uno es capaz de comprometerse hasta un nivel
inferior al de su pareja, realmente descubrirá que él o ella se
acercarán en lugar de alejarse. Así, para lograr mayor proximidad,
uno realmente deberá comenzar por mantener alguna distancia. Las
relaciones funcionan debido a un equilibrio entre la intimidad y la
independencia, y pueden fracasar cuando la balanza se inclina
demasiado hacia un lado o hacia el otro. Para que una relación
funcione, uno no solamente necesita saber cómo acercar a la otra
persona hacia sí (10 que generalmente creemos cuando pensamos en
las relaciones), sino también cómo dar al otro el espacio que necesita.
Otro hallazgo del estudio fue que en la mayoría de las relaciones,
los sentimientos entre las personas son percibido s como más o menos
simétricos. Más aun, cuánto más asimétricos o desiguales sean per-
cibidos estos sentimientos, menos satisfechos estarán los miembros
de la relación. Este resultado sugiere que es importante buscar al
menos alguna simetría. En las relaciones asimétricas, la persona más
implicada está continuamente frustrada por su incapacidad para
aproximar a la otra persona, mientras que la persona menos implica-
da está continuamente frustrada por los continuos intentos de la
persona más implicada por "atraparla". Esta relación será más feliz
si se vuelve más simétrica, aún si esto significa que la persona más
implicada se torne menos implicada, al menos por un tiempo.
Finalmente, nuestro estudio reveló una diferencia entre las clasi-
ficaciones de los hombres y de las mujeres. El mayor compromiso en
la relación por parte de los hombres aportó más satisfacción a las
mujeres, mientras que un mayor grado de compromiso por parte de
las mujeres no aportó satisfacción a los hombres ..Este hallazgo era
acorde con el estereotipo cultural según el cual, en su gran mayoría
son las mujeres las que desean mayor proximidad, así como según los
resultados descritos anteriormente, las mujeres, pero no los hombres,
generalmente luchan por lograr una mayor intimidad en sus rela-
ciones.
A partir de estos hallazgos, podemos concluir, en primer lugar, que
evaluando una relación, es importante tener en cuenta los ideales de
las personas tanto como sus sentimientos. Una persona que tiene
ideales inalcanzables probablemente nuncjlllegue a ser feliz con otra,
no importa lo que ésta haga. Del mismo modo, si uno tiende a tener
ideales inalcanzables, probablemente se sienta constantemente infe-
liz. Por ejemplo, conozco a un hombre que, a los treinta y tantos años,
nunca se ha casado, en parte porque tiene un ideal tan alto que
ninguna mujer se ajusta a él. Pero tener un ideal muy bajo también
puede resultar desafortunado, conduciendo a sentar cabeza con
demasiada rápidez, y luego sentirse decepcionado con la relación que
uno ha elegido. Por no esperar un mejor compañero, uno puede lograr
mucho menos de lo que desea o cree que merece. Las personas con baja
autoestima son especialmente propensas a establecerse demasiado
tempranamente y con menos de lo que realmente desean. Así, la meta
es fijarse un ideal realista y luego intentar obtenerlo en la vida.

EL PAPEL DE LA CIENCIA
EN LA COMPRENSION DEL AMOR

Ustedes han comprobado ahora cómo estudia un científico el


amor. Creo firmemente que la ciencia tiene un papel en la compren-
sión del amor, pero no un papel exclusivo. La ciencia no nos ayudará
a comprender la evolución del amor a través de la historia de la
civilización: éste es el cometido de la investigación histórica. La
ciencia no nos permitirá experimentar a través de los demás los
misterios y tribulaciones del amor, y así aprender acerca del amor: esa
es la función de la literatura y de las artes. La ciencia no nos iluminará
en lo referente a las propiedades metafísicas del amor o a las
cuestiones éticas que lo rodean: ese es el papel de la filosoña. Y la
ciencia no nos proveerá de primeras aproximaciones al amor: ese es
el papel de la experiencia vital. Pero la ciencia puede ayudamos a
comprender tanto las bases psicológicas como las dimensiones del
amor, y el por qué amamos de la manera en que lo hacemos. La
investigación científica no reemplaza a otras formas de investigación
sobre el amor, pero tampoco las otras formas de investigación sobre
el amor eluden la necesidad de la ciencia. El amor puede ser explorado
en una amplia variedad de formas complementarias. Aunque existen
discrepancias ocasionales acerca del modo "correcto" de estudiar el
amor, no existe ningún modo correcto. Necesitamos concentramos en
la noción más que en la metodología de su estudio, y una gran
variedad de metodologías convergen para esclarecer la noción en toda
su riqueza. Si uno tuviese que "diplomarse en amor", en una univer-
sidad o como estudio independiente, desearía probablemente recibir
clases o realizar lecturas independientes no solamente sobre psicolo-
gía y sociología, sino también sobre historia, literatura, arte y filoso-
ña. Ninguna disciplina podría aportar una comprensión completa del
amor -¡O de alguna otra cosa! Y además de los muchos cursos o
lecturas que uno realizara, desearía añadir una buena dosis de
experiencia vital para diplomarse. Yo mismo dudaría mucho de lo que
alguien tuviera que decir acerca del amor, si él o ella nunca lo hubiese
experimentado en carne propia. Así, la ciencia puede darnos algunas
respuestas, pero de ninguna manera puede damos todas.
Cuando digo la ciencia del amor, me refiero sólo a un segmento de
este campo en su sentido más amplio. Mi propia tradición en este
campo es la de la psicología social, la cual intenta comprender las
bases internas, psicológicas, de las relaciones sociales, incluyendo el
amor. Otra tradición, históricamente más antigua dentro de la
psicología, es la psicología clínica, representada por la obra de
Sigmund Freud, Theodore Reik y otros (véase capítulo 4). Mientras
que yo intento demostrar mis teorías principalmente por medio de
experimentos que hacen gran uso de cuestionarios, y sólo secundaria-
mente por medio de la evidencia anecdótica que he difundido a lo largo
de este libro, los psicólogos clínicos confían en gran medida en sus
experiencias con pacientes en terapia como base para demostrar sus
teorías. Tal vez por esta razón, sus teorías tienen otro modelo que las
mías y que las de otros psicólogos sociales, con más énfasis en lo
atípico y en lo anormal que en las teorías socio-psicológicas.
Otras tradiciones científicas en el estudio del amor y los fenóme-
nos con él relacionados superan los límites de la psicología. Por
ejemplo, Diane Vaughan, cuya obra se describe en el capítulo 7, es
socióloga, y el énfasis en su investigación, así como en la investigación
de otros sociólogos, está situado en cómo afectan las instituciones
sociales a la conducta individual y colectiva, y en cómo dicha conducta
afecta a las instituciones. Creo que la obra de Vaughan es un ejemplo
particularmente bueno de la forma en que la sociología y la psicología
pueden complementarse, ocupándose de distintos aspectos de los
mismos fenómenos o de fenómenos relativos. Otra tradición es aque-
lla de la biología, la cual se destaca especialmente en la investigación
de la conducta sexual. Los investigadores en este campo estudian la
pasión, pero desde un punto de vista casi totalmente diferente al mío:
Estudian una variedad de respuestas sexuales y los mecanismos que
las producen. Y, por supuesto, los antropólogos y los psicólogos de
orientación antropológica pueden elegir entre concentrarse en las
cuestiones evolutivas subyacentes al desarrollo del amor, o en el papel
de la cultura para definir qué se entiende por amor. Todos estos dife-
rentes tipos de investigación científica contribuyen individualmente
a nuestra comprensión del amor. ~
2. Los ingredientes del amor

Yome enamoré por primera vez en primer grado. La niña, a quien


llamaré Irene, era una de mis compañeras y vivíamos en la misma
manzana de casas. Ambos pasábamos mucho tiempo juntos, jugando
(1ostípicos juegos infantiles, como el escondite, el mazo) de camino
hacia la escuela y ayudándonos mutuamente de todas las formas
posibles. Irene y yo teníamos un modesto plan: convertimos en los
reyes del mundo y que todos los demás fueran nuestros súbditos.
Finalmente, Irene cambió de vivienda y ese fue el fin de nuestra
amistad y de nuestro reinado: nunca más la vi. Pero, retrospectiva-
mente, es evidente que ella y yo teníamos, al menos, uno de los
elementos críticos del amor: éramos amigos íntimos y compartíamos
intimidades que no compartíamos con nadie más. Nos comunicába-
mos el uno con el otro y siempre nos sentíamos reconfortados en
presencia del otro. Aunque tal vez no contábamos con todos los
ingredientes del amor, ciertamente teníamos uno de los más impor-
tantes: nos queríamos y nos apoyábamos. En resumen, teníamos una
relación emocionalmente íntima.
Más tarde, me enamoré de Paula, que se sentaba junto a mí en la
clase de biología de tercer año. El primer día que la vi, me enamoré
perdidamente. Pasaba clases enteras mirándola -pero nunca le dije
lo que sentía por ella. Mi falta de comunicación no se debía a una
ausencia de sentimientos. Pensaba en Paula casi continuamente y,
durante un año de mi vida, en pocas cosas más. Hacía mis tareas
escolares comoun autómata. Cuando hablaba con otra gente, estaba
con ellos a medias, porque estaba pensando secretamente en Paula.
Volvía a mi casa al final de lajomada y me perdía entre pensamientos
acerca de ella. Pasaron los meses, y yo seguía sin poder expresar mis
sentimientos hacia ella; en realidad la trataba fríamente, porque
temía entregarme (lo cual probablemente ocurrió, de todos modos).
Me derrumbé cuando, justo el día después de Año Nuevo, la sorprendí
leyendo clandestinamente una carta escrita a mano, y su mejor amiga
me contó que Paula había conocido a un muchacho en la fiesta de Año
Nuevo, y se había enamorado de él. Por si fuera poco, el muchacho era
capitán de uno de los equipos de atletismo del colegio, y yo ni siquiera
pertenecía a un equipo. Por fin, superé mi obsesión por Paula, y hasta
nos hicimos amigos, aunque descubrí que ella me gustaba decidida-
mente menos de lo que la había amado.
El sentimiento que yo tenía por Paula era un ingrediente secun-
dario del amor: pasión. Y mientras que la intimidad que yo tenía con
Irene era mutua, tal y como debe ser la intimidad, la pasión que sentía
por Paula era unilateral, como suele ser la pasión. Volviendo atrás,
por supuesto, yo denominaba capricho a mi amor por Paula, ya que
éste se había desarrollado sin que tan siquiera la conociese, y había
continuado en ausencia de una verdadera relación mutua entre
nosotros. Pero el capricho se alimenta más vigorosamente de las
dudas e incertidumbres que del conocimiento de la forma de ser de
una persona. Por último, Paula marchó a la universidad, y yo nunca
más la vi.
La tercera vez, me enamoré de Claudia, a quien conocí poco
después de Paula. Mi relación con Claudia era todo lo que mi relación
con Paula no era, y viceversa. En una palabra, mi relación con Claudia
era "sensible". Habíamos tenido un entorno y una educación relativa-
mente similares; a los dos nos iba bien en el colegio y ambos queríamos
estudiar una carrera; y, en resumen, éramos lo que la gente llamaría
una buena pareja. Nuestra relación no tenía ni la profunda intimidad
de mi relación con Irene, ni la abrumadora pasión de mi relación con
Paula, pero tenía algo de lo que carecían esas otras dos relaciones.
Claudia y yo sentíamos que nos amábamos, y nos comprometimos el
uno con el otro relativamente pronto. Establecimos un sistema para
llamarnos por teléfono todas las noches y vemos regularmente. Los
demás nos veían como una unidad, y nosotros también nos considerá-
bamos así. Nuestra relación era bastante exclusiva, y a medida que
pasaba el tiempo y que aumentaba el compromiso hacia el otro, el
tiempo que pasábamos con los demás disminuía. Nuestro compromiso
siguió aumentando; finalmente, sin embargo, declinó, y más tarde nos
separamos. Siempre resulta difícil decir por qué se separa una
determinada pareja, pero en nuestro caso, yo creo que, con el deterioro
de la pasión a través del tiempo, no habíamos desarrollado la intimi-
dad suficiente como para alimentar nuestro compromiso.
El supremo ingrediente de cada una de mis tres relaciones era uno
de los tres componentes del amor: intimidad (con Irene), pasión (por
Paula) y compromiso (con Claudia).l Creo que el amor puede ser
entendido como un triángulo (lo cual no debe ser confundido con un
"triángulo amoroso" de tres personas) dentro del cual cada vértice
representa uno de estos tres componentes: intimidad (el vértice
superior), pasión (el vértice izquierdo) y decisión/compromiso (el
vértice derecho).2(véase figura 2.1)

Figura 2.1 El triángulo del amor. La. asignaci6n de los componentes


a los vértices es esencialmente arbitraria.

Una evidencia sustancial, que citaré a lo largo de este libro,


sugiere que los componentes de la intimidad, pasión y compromiso
juegan un papel clave en el amor, por encima de otros atributos. Aun
antes de reunir los primeros datos para probar mi teoría, tuve
diversos motivos para elegir estos tres componentes comosus pilares
fundamentales.
En primer lugar, muchos de los restantes aspectos del amor
demuestran, al examinarlos detenidamente, ser parte o manifesta-
ción de estos tres componentes. La comunicación, por ejemplo, es un
pilar fundamental de la intimidad, así como la preocupación o la
compasión. Si tuviésemos que subdividir la intimidad, la pasión y el
compromiso en sus propios componentes, esta teoría contendría
finalmente tantos elementos que resultaría pesada. No existe una
única subdivisión correcta. Pero una división en tres componentes es
útil por diversos aspectos, como espero demostrar en este capítulo y
más adelante.
En segundo lugar, mi revisión de la literatura sobre parejas en los
Estados Unidos, así como en otros países, sugiere que, mientras que
algunos de los elementos del amor dependen parcialmente de la época
o son específicos para cada cultura, los tres que yo propongo están
generalmente más allá de la época y dellugar.;JLos tres componentes
no tienen el mismo peso en todas las culturas, pero cada uno tiene al
menos algún peso, de forma manifiesta en cualquier época o lugar.
En tercer lugar, los tres componentes parecen ser distintos,
aunque, por supuesto, están relacionados.
Cualquiera de ellos está presente en ausencia de uno o de los otros
dos. En contraste, otros pilares potenciales para una teoría del amor
-por ejemplo, entrega y cuidado- tienden a ser diñciles de indivi-
dualizar, tanto lógica como psicológicamente.
En cuarto lugar, como expondré en el capítulo 4, muchas otras
estimaciones sobre el amor suelen dar comoresultado una conclusión
similar a la de mi propia estimación, o un derivado de ella. Si
eliminamos las diferencias de idioma y de matiz, el espíritu de
muchas otras teorías coincide con el de la mía.
Finalmente, y tal vez lo más importante, esta teoría es válida -
como espero demostrar en lo que resta de este capítulo y a lo largo de
este libro.

En el contexto de la teoría triangular, la intimidad se refiere a


aquellos sentimientos dentro de una relación que promueven el
acercamiento, el vínculo y la conexión. Mi investigación con Susan
Grajek (comoexplico en el capítulo anterior) indica que la intimidad
incluye al menos diez elementos:
1. Deseo de promover el bienestar de la persona amada. El amante
busca a su pareja y procura promover su bienestar. Uno puede
promover el bienestar del otro a expensas de él mismo -pero con la
expectativa de que el otro actúe de igual forma cuando llegue el
momento-.
2. Sentimiento de felicidad junto a la persona amada. El amante
disfruta estando junto a su pareja. Cuando hacen cosas juntos, lo
pasan bien y construyen un cúmulo de recuerdos con los que pueden
contar en tiempos diñciles. Más adelante, los buenos tiempos compar-
tidos inundarán la relación y la mejorarán.
3. Gran respeto por el ser amado. El amante estima y respeta a su
pareja. Aunque el amante puede reconocer defectos en su pareja, esto
no disminuye la alta estima que le tiene.
4. Capacidad de contar con la persona amada en momentos de
necesidad.
El amante siente que su pareja está presente cuando la necesita.
En tiempos difíciles, el amante puede recurrir a su pareja y esperar
que ésta acuda.
5. Entendimiento mutuo con la persona amada. Los amantes se
entienden mutuamente. Conocen sus puntos fuertes y débiles, y cómo
responder al otro de un modo que demuestre una genuina simpatía
por los estados emocionales de la persona amada. Cada uno sabe "de
donde viene" el otro.
6. Entrega de uno mismo y de sus posesiones a la persona amada.
Uno desea entregarse, y entregar su tiempo y sus posesiones a la
persona amada. Aunque no todas las cosas necesitan ser propiedad de
ambos, los amantes comparten sus posesiones cuando surge la nece-
sidad. Y, lo que es más importante, se comparten ellos mismos.
7. Recepción de apoyo emocional por parte de la persona amada.
El amante se siente apoyado y hasta renovado por la persona
amada, especialmente en momentos de necesidad.
8. Entrega de apoyo emocional a la persona amada. El amante
apoya a la persona amada simpatizando con ella y apoyándola en los
momentos de necesidad.
9. Comunicación tntima con la persona amada. El amante es
capaz de comunicarse profunda y honestamente con la persona
amada compartiendo los sentimientos más íntimos.
10. Valoración de la persona amada. El amante siente la gran
importancia de su pareja en el esquema de su vida.
Estos son sólo algunos de los posibles sentimientos que uno puede
experimentar a través de la intimidad del amor; además, no es
necesario experimentar todos estos sentimientos para experimentar
la intimidad. Por el contrario, nuestra investigación indica que se
experimenta la intimidad cuando uno demuestra una cantidad sufi-
ciente de estos sentimientos, siendo esta cantidad probablemente
variable de una persona a otra y en diferentes situaciones. General-
mente, estos sentimientos no se experimentan en forma independien-
te, sino como un sentimiento global.
¿Qué contribuye a la intimidad? Diferentes psicólogos dicen cosas
similares, aunque de diferentes formas. Para Harold Kelley y sus
colegas, la intimidad resulta de las interconexiones fuertes, frecuen-
tes y diversas entre las personas.3 Así, la pareja tiene fuertes lazos e
interactúa frecuentemente en una variedad de formas. Lilian Rubin
enumera como cualidades de la amistad algunas de las que yo
considero las claves de la intimidad: confianza, honestidad, respeto,
compromiso, seguridad, generosidad, lealtad, reciprocidad, constan-
cia, comprensión y aceptación.4
La intimidad probablemente se inicia con la autoexposición. Para
intimar con alguien, es necesario derribar los muros que separan a
una persona de la otra. Es bien conocido que la autoexposición
engendra la autoexposición: si uno quiere saber cómo es el otro, debe
mostrarle cómo es él mismo.5 Pero la autoexposición es frecuentemen-
te más fácil en amistades del mismo sexo que en relaciones amorosas,
probablemente porque las personas sienten que pueden perder más
si se exponen dentro de una relación amorosa.6 Aunque parezca
extraño, existe evidencia real de que los esposos pueden ser menos
simétricos en la autoexposición que los extraños, probablemente
porque los costes de la autoexposición pueden ser muy elevados en el
amor.7
Un teórico ha intentado reunir los distintos hallazgos sobre la
autoexposición sugiriendo una relación curvilínea entre la reciproci-
dad y la autoexposición.8 La idea se basa en que las compensaciones
de la reciprocidad dentro de la autoexposición aumentan hasta un
cierto punto; cuando una relación se vuelve muy íntima, los costes de
la autoexposición llegan a ser tan altos que ésta frecuentemente
disminuye, al menos para uno, si no para ambos miembros de la
pareja.
Muchos de nosotros hemos tenido la experiencia de confiar un
profundo y oscuro secreto a alguien, solamente para encendemos por
haberlo hecho así. Una vez tuve un amigo a quien le confié un secreto
que yo consideraba íntimo. Hablando con un amigo de él, me di cuenta
con mucho dolor de que esta persona, que no era amiga mía, estaba
al tanto de todos los detalles. De más está decir que nunca más confié
en mi "amigo", y que por un tiempo me costó confiar en alguien.
Así, la intimidad es un fundamento del amor, pero un fundamento
que se desarrolla lentamente, y que es difícil lograr. Además, una vez
que comienza a afirmarse, paradójicamente puede comenzar a diluir-
se, debido a la amenaza que constituye. Constituye una amenaza no
en términos de los peligros de la autoexposición, pero sí en cuanto a
los peligros que uno comienza a sentir con respecto a su existencia
como persona independiente y autónoma. Pocas personas quieren ser
"consumidas" por una relación, sin embargo muchas personas co-
mienzan a sertirse consumidas cuando se acercan demasiado a otro
ser humano. El resultado es un balance entre la intimidad y la
autonomía, que continúa a lo largo de la vida de muchas parejas, un
balance en el cual nunca se logra un equilibrio completamente
estable. Pero esto en sí mismo no es necesariamente malo: el incesan-
te balanceo del péndulo de la intimidad aporta gran parte del estímulo
que mantiene vivas muchas relaciones.

El componente pasional del amor incluye aquello a lo que Elaine


Hatfield y William Walster llaman "estado de intenso deseo de unión
con el otro".9La pasión es en gran medida la expresión de deseos y
necesidades -tales comonecesidades de autoestima, entrega, perte-
nencia, sumisión, y satisfacción sexual. La fuerza de estas diversas
necesidades varía esencialmente según las personas, las situaciones,
y los tipos de relaciones amorosas. Por ejemplo, la satisfacción sexual
suele ser una fuerte necesidad en las relaciones románticas, pero no
en las filiales. Estas necesidades se manifiestan a través del desper-
tar fisiológicoy del psicológico,que suelen ser inseparables.
En el amor, la pasión tiende a interactuar fuertemente con la
intimidad, y ambas suelen alimentarse entre sí. Por ejemplo, la
intimidad en una relación puede ser en gran medida una función del
grado en que la relación satisface la necesidad de pasión de una
persona. Inversamente, la pasión puede ser despertada por la intimi-
dad. En algunas relaciones íntimas con miembros del sexo opuesto,
por ejemplo, el componente pasional se desarrolla casi inmediata-
mente; y la intimidad, sólo después de un tiempo. La pasión puede
haber acercado a los miembros de la relación en el primer momento,
pero la intimidad ayuda a mantener la proximidad dentro de la
relación. En otras relaciones íntimas, sin embargo, la pasión, espe-
cialmente en lo que se refiere a atracción ñsica, se desarrolla solamen-
te después de la intimidad. Dos amigos íntimos del sexo opuesto
pueden desarrollar finalmente una atracción ñsica hacia el otro, una
vez que han logrado cierta intimidad emocional.
A veces, la intimidad y la pasión se oponen. Por ejemplo, en una
relación con una prostituta, un hombre puede buscar la máxima
satisfacción pasional, minimizando intencionalmente la intimidad.
Una relación inversa entre intimidad y pasión puede ser una función
de la persona así como de la situación: algunas personas sienten que
el logro de la proximidad emocional y de la intimidad en realidad
interfiere en la satisfacción sexual, o que el compromiso pasional
disminuye la intimidad emocional. La cuestión es, simplemente, que
aunque la interacción entre intimidad y pasión puede variar de
acuerdo con la persona y con la situación, estos dos componentes del
amor casi siempre interactúan de una manera u otra en las relaciones
íntimas.
Muchas personas consideran la pasión como sexual. Pero cual-
quier forma de despertar psicofisiológico puede generar la experien-
cia pasional. Por ejemplo, un individuo con una gran necesidad de
pertenencia puede experimentar pasión hacia un individuo que le
brinda una oportunidad única de pertenecer. Por ejemplo, Ana creció
en un hogar destruido, sin familiares a quienes hacer mención, con
padres que se peleaban constantemente, y que por último se divorcia-
ron cuando ella era adolescente. Ana sentía que nunca había tenido
una familia, y cuando conoció a Juan, su pasión se encendió. Lo que
él tenía para ofrecerle no era primordialmente sexual; era una familia
numerosa, cálida y unida, que acogía a Ana con los 'brazos abiertos.
Juan era el pasaporte de Ana para el sentimiento de pertenencia que
ella nunca había experimentado, pero siempre había anhelado y la
capacidad de Juan para brindarle ese sentimiento de pertenencia fue
lo que despertó su pasión por él. Con el correr del tiempo, sin embargo,
ella descubrió que no bastaba con una gran familia para un buen
matrimonio, y finalmente se divorció de Juan. Sin embargo, sigue
viendo a su familia.
Para otras personas, la necesidad de sumisión puede ser el
pasaporte hacia la pasión. El padre de Susana era feliz nada menos
que con la completa subyugación de su esposa, tanto física como
psicológica. Para Susana, así como para otras mujeres que se criaron
en un entorno de clase trabajadora, como ella, ser amadas era
equivalente a ser subyugadas. Hasta cierto punto, el estímulo que
enciende la pasión constituye una respuesta aprendida. En conse-
cuencia, Susana aprendió a ser dominada tanto corporal como men-
talmente. Los asistentes sociales se sienten frustrados cuando, des-
pués de meses intentando que una mujer maltratada deje a su
marido, la mujer finalmente vuelve con él. Para algunos observado-
res, su retorno puede parecer incomprensible; para otros, puede
significar una decisión de conveniencia. Pero no suele ser ninguna de
las dos cosas. Estas mujeres tienen la desgracia de identificar el abuso
con el ser amadas y, retornando al abuso, retornan a lo que para ellas
es el amor, tal como lo han aprendido.
Estos modelos de respuesta han sido establecidos a través de años
de observación y, a veces, de primeras experiencias que no pueden ser
fácilmente restablecidas por un asistente social ni por nadie en el
curso de unos meses. Tal vez el mecanismo de aprendizaje más
extraño de los que conducen a elaborar una respuesta apasionada sea
el refuerzo intermitente, es decir, la recompensa periódica, a veces
aleatoria, de una determinada respuesta a un estímulo. Si una
persona trata de realizar algo y sus esfuerzos son recompensados en
algunos casos, pero no en todos, se dice que recibe un refuerzo
intermitente.
Extrañamente, el refuerzo intermitente es aun más poderoso en
cuanto a desarrollar o mantener cierto patrón de conducta que el
refuerzo continuo. Es más probable que uno pierda interés odeseo por
una cosa, y que se aburra, si siempre logra una recompensa cuando
la consigue, que si a veces la logra y a veces no. Otro ejemplo, en
ocasiones, la gracia está más en desear algo que en conseguirlo. Y si
uno nunca logra una recompensa a través de cierto patrón de conduc-
ta, es probable que uno lo abandona ("extinga", al decir de los
teóricos), simplemente debido a la gran frustración experimentada
actuando de ese modo.
La pasión prospera en base al refuerzo intermitente, que resulta
intenso al menos en los comienzos de una relación. Cuando uno quiere
a alguien, a veces siente que se está aproximando a él o a ella, y a veces
siente que no -una alternancia que mantiene despierta la pasión.
Así, el niño, cuando busca a su madre, puede sentir por un momento
que está logrando conseguirla; pero luego, como menciono en el
capítulo 1, deberá acostumbrarse al hecho de que nunca la tendrá en
la forma en que la desea. Estos sentimientos pasionales no desapare-
cen completamente, sino que entran en un estado latente, esperando
ser nuevamente encendidos, generalmente años después, por alguna
mujer que, generalmente, se parece significativamente a la madre. Y
el patrón de refuerzo intermitente comienza nuevamente, excepto
que esta vez uno tiene cierta esperanza de conseguir el objeto deseado.
Pero si el conseguirlo o conservarlo resulta demasiado fácil, y el
refuerzo continuo reemplaza al intermitente, el hombre puede, iróni-
camente, perder interés en 10 que ha estado buscando. Los mismos
principios se aplican a las mujeres, pero con respecto a los padres.

El componente decisión-compromiso del amor consiste en dos


aspectos -uno a corto plazo y uno a largo plazo-. El aspecto a corto
plazo es la decisión de amar a otra persona,'mientras que el de largo
plazo es el compromiso por mantener ese amor. Estos dos aspectos del
componente decisión-compromiso del amor no necesariamente tienen
lugar simultáneamente. La decisión de amar no implica necesaria-
mente un compromiso por ese amor. Extrañamente, lo inverso tam-
bién es posible, en aquellos casos en los que existe un compromiso por
una relación que uno no eligió, como en los matrimonios arreglados.
Algunas personas están comprometidas en amar a otras, sin haber
siquiera admitido su amor. Más comúnmente, sin embargo, una
decisión precede al compromiso, tanto temporal como lógicamente.
Ciertamente, la institución del matrimonio representa una legaliza-
ción del compromiso por una decisión de amar a otro de por vida.
Mientras que el componente decisión-compromiso del amor puede
carecer del "calor" o de la "carga" de la intimidad y de la pasión, las
relaciones amorosas presentan casi inevitablemente sus altibajos, y
en última instancia, lo que mantiene una relación es el componente
decisión-compromiso. Este componente puede resultar esencial para
atravesar períodos diñciles y para volver a otros mejores. Ignorándolo
o separándolo del amor, podemos desdeñar exactamente aquel com-
ponente del amor que nos permite atravesar tanto los períodos
difíciles como los fáciles. A veces, nos vemos obligados a confiar en
nuestro compromiso para atravesar las dificultades en busca de los
mejores tiempos que anhelamos.
El componente decisión-compromiso del amor interactúa con la
intimidad y con la pasión. Para la mayoría de la gente, este componen-
te resulta de la combinación de la relación íntima y el despertar
pasional; sin embargo, la relación íntima o el despertar pasional
pueden surgir del compromiso, como en ciertos matrimonios concer-
tados o en relaciones en las que no podemos elegir a la otra persona.
Por ejemplo, no elegimos a nuestro padre, hijos, tías, tíos o primos. En
estas relaciones, podemos ver que, cualquiera que sea el grado de
intimidad o de pasión que experimentamos, éste resulta de nuestro
compromiso consciente con la relación, más que en sentido inverso.
Así, el amor puede comenzar como una decisión.
La persona experta en el estudio del compromiso es Harold Kelley,
quien opina que el amor y el compromiso están entrelazados, pero que
uno puede existir sin el otro.IO. El da como ejemplo el proceso Michele
Triola-Lee Marvin, en el cual Triola demandó al actor por palinodia.
Aunque habían vivido juntos durante algún tiempo, nunca se habían
casado. Y, aunque pudieran haber estado enamorados, el compromiso
permanente no estaba dentro de los planes de Marvin.
Para Kelley, el compromiso es el grado según el cual una persona
está dispuesta a acoplarse a algo o a alguien y hacerse cargo de esto
o de esta relación hasta el final. Una persona que está comprometida
con algo persistirá hasta alcanzar la meta referida a ese compromiso~
Uno de los problemas de las relaciones contemporáneas es que ambos
miembros de una pareja pueden tener distintos conceptos sobre lo que
significa acoplarse a alguien hasta concluir o alcanzar un objetivo.
Estas 'diferencias, además, pueden no ser expresadas jamás. Por
ejemplo, una persona puede considerar como final el punto en el que
la relación ya no funciona, mientras que la otra puede considerar
como el final el fin de la vida de uno de los miembros de la pareja. En
épocas de cambios con respecto a los valores y a las nociones de
compromiso, resulta cada vez más frecuente que las parejas estén en
desacuerdo acerca de la exacta naturaleza y duración de su compro-
miso con el otro. Cuando los compromisos maritales eran invariable
y automáticamente asumidos como de por vida, el divorcio era
claramente desaprobado. Hoy en día, el divorcio es evidentemente
más aceptado que hace quince años, en parte porque mucha gente
tiene ideas diferentes acerca de cúan duradero debe ser el compromi-
so matrimonial.
Las desavénencias entre los miembros de una pareja respecto de
la noción de compromiso no pueden siempre ser solucionadas a través
de la discusión de la definición de cada uno, ya que éstas pueden
variar a través del tiempo y en forma diferente para cada miembro de
la pareja. Ambos pueden pretender un compromiso de por vida en el
momento del matrimonio, por ejemplo, pero uno de ellos puede sufrir
un cambio de opinión ~ de sentimiento- con el paso del tiempo.
Además, como señ.ala Kelley, es importante distinguir entre el com-
promiso con una persona y el compromiso con una relación. Mientras
que dos personas pueden estar mutuamente comprometidas, una de
ellas puede considerar que el compromiso involucra a la otra persona
ya su relación con ella, pero no necesariamente al tipo de relación que
la pareja ha tenido hasta ese momento. Esta persona puede desear
alterar el tipo de relación que tienen. Por ejemplo, uno puede estar
comprometido con su pareja y con su relación con ella, pero no con el
papel de sumisión que uno asumió en el pasado.

Los tres componentes del amor tienen diferentes propiedades


(véase tabla 2.1). Por ejemplo, la intimidad y el compromiso tienden
a ser relativamente estables en relaciones próximas, mientras que la
pasión tiende a ser relativamente inestable y puede fluctuar de forma
imprevisible. Tenemos cierto grado de control consciente sobre nues-
tros sentimientos íntimos (si somos conscientes de ellos), un alto
grado de control sobre el compromiso del componente decisión-
compromiso que invertimos en la relación (nuevamente, el tomar
conciencia), pero poco control sobre la fuerza del despertar pasional
que experimentamos comoresultado de estar con o considerar a otra
persona. Generalmente somos conscientes de la pasión, pero la
conciencia respecto de los componentes intimidad y decisión-compro-
miso puede ser altamente variable. A veces experimentamos senti·
mientos cálidos de intimidad sin ser conscientes de ellos o capaces de

TABLA 2.1
Propiedades del triángulo

Propiedades Intimidad Pasión Decisión!


Compromiso

Estabilidad moderadamente baja moderadamente


alta alta
Control consciente moderado bajo alto
Relevancia experiencial variable alta variable
Importancia típica
en relaciones
de corta duración moderada alta baja
Importancia típica
en relaciones
de larga duración alta moderada alta
Frecuencia dentro
de las relaciones
amorosas alta baja moderada
Grado de compromiso
psicofisiológico moderado alto bajo
Susceptibilidad
de conciencia moderadamente alta moderadamente
baja alta

identificarlos. De igual modo, a veces no estamos seguros de cuán


comprometidos estamos en una relación hasta que la gente o los
hechos intervienen para amenazar ese compromiso.
La importancia de cada uno de los tres componentes del amor
varía, según el promedio, de acuerdo a si una relación amorosa es de
corta o de larga duración. En relaciones de corta duración, especial-
mente románticas, la pasión tiende a jugar un gran papel, mientras
que la intimidad puede jugar sólo un papel moderado, y la decisión-
compromiso puede no jugar papel alguno. A modo de contraste, en una
relación de larga duración, la intimidad y la decisión-compromiso
desempeñan típicamente papeles relativamente importantes. En
una relación de este tipo, la pasión juega típicamente sólo un papel
moderado, que puede declinar en cierto grado a través del tiempo.
Los tres componentes del amor también difieren en su presencia
en diferentes relaciones amorosas. La intimidad parece estar en el
centro de muchas relaciones amorosas, mientras esa relación sea con
un padre, hermano, amante o amigo íntimo. La pasión tiende a ser
limitada en ciertos tipos de relaciones amorosas, especialmente las
románticas; mientras que la decisión-oompromiso puede ser altamen-
te variable a lo largo de diferentes relaciones amorosas. Por ejemplo,
el compromiso tiende a ser alto en el amor por los hijos, pero
relativamente bajo en el amor por los amigos, que vienen y van a lo
largo de la vida.
Los tres componentes también difieren en la cantidad de compro-
miso psicofisiológico que ofrecen. La pasión depende en gran medida
del compromiso psicofisiológico, mientras que la decisión-compromi-
so parece implicar poca respuesta psicofisiológica. La intimidad re-
quiere una cantidad intermedia de compromiso psicofisiológico.
En suma, los tres componentes del amor tienen propiedades algo
diferentes, que tienden a reflejar algunas de las maneras en que
funcionan dentro de las experiencias amorosas, ya que están presen-
tes en diversas relaciones estrechas.

¿Cómo aman las personas, y cuáles serían algunos ejemplos de las


formas en que aman? En la tabla 2.2 se presenta un sumario de las
diversas formas de amor abarcadas por la teoría triangular.

Pedro era intensamente celoso. Había pensado que él y Rosa eran "una
pareja". Pero, aparentemente, Rosa pasaba casi tanto tiempo con Jorge como
TABLA2.2
Taxonom(a de los tipos de amor

Tipo de amor Intimidad Pasión Decisión!


Compromiso

No-amor
Cariño +
Amor apasionado +
Amor vacío +
Amor romántico + +
Amor-compañerismo + +
AmorCatuo + +
Amor consumado + + +

Nota: + = componentepresente; - = componente ausente Estos tipos de amor represen-


tan casos idealizados basados en la teoría triangular. La mayor parte de las relaciones
amorosas estarían dentro de categorfas intermedias, debidoa que los componentes del
amor se presentan en grados variables, en vez de estar simplemente presentes o
ausentes.

con Pedro. Pedro temía que ella estuviera jugando a dos bazas. Finalmente,
le hizo frente.
"Ya no puedo aguantar más esto."
"¿Eh? ¿Qué es lo que no puedes aguantar?"
"Tu relación con Jorge. Si lo prefieres a él, de acuerdo. Sólo dilo, y yo me
iré. Pero parece que nos quieres a los dos y yo no pienso aguantar esto más
tiempo".
"No sé de qué me estás hablando Jorge no es ninguna competencia para
ti. ¿Qué es lo que te hace pensar que lo es?"
"Pero, tú pasas casi tanto tiempo con él como conmigo, sin mencionar lo
que podrías hacer en ese tiempo".
"Pedro, estás equivocado, estás muy equivocado. Jorge es un buen amigo.
Me gusta realmente su compañía. Me gusta hacer cosas con él. Me gusta
hablar con él. Pero no le amo, y nunca le amaré. No planeo pasar mi vidajunto
a él. Es un amigo y nada más, pero tampoco nada menos".
"¡Ah! Ya veo.". Pero Pedro no creía realmente que la relación de Rosa con
Jorge fuese solamente amistosa.

El cariño surge cuando sólo experimentamos el componente de


intimidad del amor, sin la pasión o la decisión-compromiso. El
término Cariño está usado aquí en un sentido no trivial, para
describir no solamente los sentimientos que tenemos hacia las rela-
ciones casuales y pasajeras, sino más bien al conjunto de sentimien-
tos que experimentamos en relaciones que pueden ser realmente
caracterizadas como amistades. Sentimos proximidad, unión calidez
hacia el otro, sin sentimientos de intensa pasión o de compromiso de
larga duración. En otras palabras, nos sentimos emocionalmente
próximos a un amigo, pero él no despierta nuestra pasión ni nos hace
sentir que queremos pasar el resto de nuestra vida con él o ella.
Es posible que las amistades tengan elementos de despertar
pasional o de compromiso de larga duración, pero tales amistades van
más allá de un simple cariño. Podemos utilizar el test de la ausencia
para distinguir el simple cariño del amor que va más allá del cariño.
Si un amigo al que queremos se marcha, aunque sea por un largo
período, podemos extrañarlo pero no tendemos a quedamos aferrados
a la pérdida. Podemos retomar la amistad algunos años más tarde,
confrecuencia de un modo diferente, sin haber pensado mucho en esa
amistad durante los años intermedios. Cuando una relación próxima
va mas allá del cariño, sin embargo, extrañamos activamente a la otra
persona y tendemos a quedamos aferrados o a preocupamos por su
ausencia. La ausencia tiene un efecto sustancial y de larga duración
sobre nuestras vidas. Cuando la ausencia del otro despierta fuertes
sentimientos de intimidad, pasión o compromiso, la relación ha
pasado a situarse más allá del cariño.

Martín conoció a Luisa en el trabajo. Verla fue suficiente para cambiar su


vida: se enamoró perdidamente de ella. En lugar de concentrarse en su
trabajo, el cual detestaba, pensaba en Luisa. Ella era consciente de esto, pero
Martín no le interesaba mucho. Cuando trató de entablar una conversación
con ella, ella le evitó. La forma en que él la miraba y su torpeza al hablar con
ella le hicieron sentir incómoda. Por otra parte, él pensaba en pocas cosas
además de en ella, y su trabajo comenzó a resentirse ya que el tiempo qué él
debía dedicarle lo empleaba en pensar en Luisa. El estaba obsesionado. La
obsesión podía haber continuado indefinidamente, pero Luisa cambió de
trabajo. Martín nunca volvió a verla, y después de varias cartas de amor sin
respuesta, finalmente se resignó.

El "amor a primera vista" de Martín es un amor fatuo, o simple-


mente, apasionamiento. Resulta de la experiencia del despertar
pasional sin los componentes intimidad y decisión-compromiso del
amor. El apasionamiento es generalmente obvio,aunque tiende a ser
más fácilmente reconocido por los demás que por la persona que lo
experimenta. El apasionamiento puede despertar casi instantánea-
mente y disiparse del mismo modo. Los apasionamientos general-
mente manifiestan un alto grado de despertar psicofisiológico, así
como síntomas físicos, taquicardia e incluso palpitaciones, aumento
de secreciones hormonales y erección de los genitales (pene o clítoris).
El apasionamiento es, esencialmente, lo que la investigadora del
'amor Dorothy Tennov denomina "embeleso" y, como éste, puede ser
bastante duradero. 11

José y María habían estado casados durante veinte años, quince de los
cuales, María había estado pensando en divorciarse, pero nunca había podido
hacerlo. Al no trabajar fuera de su casa, ella temía no ser capaz de ganarse la
vida; además la vida en soledad podría ser peor que conJosé. Yla vida conJosé
noera mala. El no estaba en casa casi nunca; y cuando estaba, se dedicaba casi
por completo a su trabajo. Fuera cuál fuese el grado de pasión que alguna vez
habían sentido, ésta se había acabado hacía tiempo. María sentía desde hacía
mucho tiempo que José tenía otras mujeres y hasta la escasa intimidad que
alguna vez habían tenido se había esfumado. Llegados a este punto, ya casi
ni conversaban. María se preguntaba frecuentemente si José se iría y, a veces
deseaba que lo hiciese. Pero él parecía satisfecho de que ella lavara su ropa,
preparara su comida, se ocupara de la casa e hiciera todo lo que le habían
enseñado que debía hacer una esposa. María sentía frecuentemente que su
vida estaría completamente vacía si no fuese por sus hijos.

El tipo de amor de María procede de la decisión de que uno ama a


otra persona y está comprometido con ese amor, aun careciendo de la
intimidad o de la pasión asociados a algunos amores. Es el amor que
suele verse en relaciones inertes que han durado años pero que han
perdido su inicial compromiso mutuo y atracción física. Si el compro-
miso no es demasiado fuerte, ese amor casi puede no existir. Aunque
en nuestra sociedad consideramos al amor vacío como el estadio final
o semi-final de una relación de larga duración, en otras sociedades el
amor vacío puede ser el primer estadio de una relación de larga
duración. Como hemos mencionado, en sociedades en las que los
matrimonios se conciertan, los cónyuges se comprometen inicialmen-
te a amarse mutuamente, o intentan hacerlo, y no mucho más. Aquí,
vacío implica una relación que puede llegar a llenarse de pasión e
intimidad, y así marca un comienzo más que un final.
Silvia y Rafael se conocieron en la escuela secundaria. La relación
comenzó siendo una buena amistad, pero rápidamente se convirtió en un
romance de mucho compromiso. Pasaban j untos la mayor cantidad de tiempo
posible, y disfrutaban prácticamente de cada momento. Pero Silvia y Rafael
no estaban preparados para comprometerse permanentemente en una rela-
ción: ambos sentían que eran demasiado jóvenes para tomar decisiones a
largo plazo, y hasta que al menos no supieran a dónde irían después de la
universidad, era imposible incluso predecir cuánto tiempo estarían juntos.
Rafael fue admitido en UCLA y decidió irse allí. Silvia, ingeniero, había
realizado un examen en el Instituto de Tecnología y había sido aceptada, pero
sin ayuda financiera. También había sido aceptada en el Instituto de Tecno-
logía de Massachussetts con una importante beca. La diferencia entre las
posibilidades financieras no le dejó otra opción que ir a Massachussetts.
Cuando ella marchó al norte, ni ella ni Rafael confiaban demasiado en que su
relación sobreviviría a la distancia; y en efecto, después de un año de viajes
ocasionales y de tensiones no tan ocasionales, terminó.

La relación de Rafael y Silvia combina los componentes intimidad


y pasión del amor. En esencia, se trata de cariño con un elemento
agregado: o sea, el despertar producido por la atracción física. En
consecuencia, en este tipo de amor, el hombre y la mujer no son
atraídos sólofisicamente hacia el otro, sino que también están unidos
emocionalmente. Esta es la visión del amor romántico de las obras
clásicas de la literatura, como Rorneo y Julieta. Elaine Hatfield y
William Walster, sin embargo, opinan que el amor romántico no
difiere del apasionamiento.12

Durante sus veinte años de matrimonio, Samuel y Sara habían atravesa-


do épocas dificiles. Habían asistido al divorcio de muchos de sus amigos,
Samuel había tenido varios empleos y Sara había tenido una enfermedad que
en cierto momento parecía ser fatal. Ambos tenían amigos, pero no cabía duda
de que cada uno era el mejor amigo del otro. Cuando las cosas se ponían
dificiles, cada uno de ellos sabía que podía contar con el otro. Ni Samuel ni
Sara sentían una gran pasión por medio de su relación, pero nunca habían
buscado a otras personas, porque ambos creían que tenían lo que más les
importaba: la capacidad de decir o de hacer cualquier cosa que quisieran sin
miedo a ataques o a represalias. Aunque ambos sabían que probablemente
existían límites a su preocupación por el otro, nunca habían buscado probar
esos límites, porque eran felices viviendo dentro de ellos.

El tipo de amor de Samuel y Sara es el resultado de una combina-


ción de los componentes intimidad y decisión-compromiso del amor.
Se trata, esencialmente, de una amistad comprometida, de larga
duración, del tipo que se ve frecuentemente en los matrimonios en los
que la atracción física (una fuente primordial de pasión) ha disminui-
do. Esta visión de amor y compañerismo -descrita en el libro Amigos
para siempre. 13 de Steve Duck- también es, básicamente, la misma
que la de Ellen Berscheid y Elaine Walster.14

Cuando Iván y Diana se conocieron en un balneario en las Bahamas,


ambos acababan de sufrir desengaños. La novia de Iván había roto brusca-
mente su compromiso y se había ido con un compañero de 1ván. Además, Iván
acababa de perder su empleo. Diana se había divorciado recientemente,
victima de "la otra mujer". Ambos necesitaban desesperadamente un amor,
y cuando se conocieron, inmediatamente consideraron que eran el uno para
el otro. Ciertamente, era como si alguien hubiera adivinado sus deseos y los
hubiera reunido. El administrador del balneario, en busca de romances de
vacaciones como buena publicidad, les ofreció que se casaran en el balneario
y hacerles una gran recepción a cambio, solamente, de cooperación en materia
de promoción. Después de pensarlo, Iván y Diana aceptaron. Sabían que eran
el uno para el otro, y, ya que ninguno estaba en una buena posición económica
en ese momento, la posibilidad de una boda gratuita era atrayente. Lamen-
tablemente, el matrimonio resultó un desastre una vez que Iván y Diana
regresaron de sus vacaciones. Aunque era muy divertido estar con él, Iván
nunca se había tomado demasiado en serio el tener un empleo, mientras que
Diana esperaba que él la mantuviese. Iván, por su parte, se sorprendió al ver
que Diana no pensaba trabajar, decepcionándole en su expectativa de recibir,
al menos, algún apoyo financiero por parte de ella para así posibilitar sus
aspiraciones de ser poeta.

El amor vano, como en el caso de Iván y Diana, resulta de la


combinación de pasión y decisión-compromiso sin intimidad, la cual
requiere un tiempo para desarrollarse. Es el tipo de amor que solemos
asociar con Hollywood, o con los "romances relámpago" en los cuales
una pareja se conoce un día, se compromete dos semanas después, y
se casa el mes siguiente. Este amor es insensato en el sentido de que
la pareja se compromete en base a la pasión, sin el elemento estabi-
lizador del compromiso íntimo. Debido a que la pasión puede desarro-
llarse casi instantáneamente y la intimidad no, las relaciones basa-
das en el amor vano no suelen durar.

Alberto YEIsa eran, para todos sus amigos, la pareja perfecta. Y lo que les
distinguía de muchas de esas "parejas perfectas" era que ellos reunían los
requisitos para serIo. Se sentían próximos el uno al otro, seguían teniendo una
buena vida sexual después de quince años, y no podían concebir la idea de ser
felices junto a otra persona. Alberto había tenido algunas aventuras, ninguna
de ellas seria, y finalmente se lo confesó a EIsa, sin ser consciente de que ella
ya lo sabía, puesto que él era muy transparente. EIsa, por otra parte, no había
tenido aventuras extramatrimoniales. Ambos habían atravesado épocas
dificiles, pero ambos estaban plenamente satisfechos con la relación y con el
otro.

El amor consumado, o completo, como en el caso de EIsa y Alberto


resulta de la combinación de los tres componentes en igual propor-
ción. Este es el tipo de amor por el que muchos de nosotros luchamos,
especialmente en las relaciones amorosas. Lograr el amor consumado
es análogo, al menos en un aspecto, a alcanzar el objetivo de un
régimen para adelgazar: llegar a tener el peso ideal suele ser más fácil
que mantenerlo. Lograr el amor consumado no es garantía de que éste
durará; ciertamente, uno puede ser consciente de la pérdida sólo
después de pasado mucho tiempo. El amor consumado, como otras
cosas de valor, debe ser cuidadosamente preservado.
Yo no creo que todos los aspectos del amor consumado sean
necesariamente difíciles de desarrollar o de mantener. Por ejemplo,
el amor por los hijos a veces lleva consigo el profundo compromiso
emocional del componente intimidad, la satisfacción de necesidades
motivacionales (tales como nutrición, autoestima, reafirmación) del
componente pasional, y el firme compromiso del componente deci-
sión-compromiso. Para muchos padres, pero no para todos, desarro-
llar y mantener ese amor no representa un problema. Tal vez los lazos
entre padres e hijos en el momento del nacimiento hacen que este
amor sea relativamente fácil de mantener, o tal vez las fuerzas
evolutivas trabajan para asegurar que el vínculo se mantenga al
menos hasta el fin de los años de formación en los que el niño es
altamente dependiente del amor y del apoyo paterno. Cualquiera de
estas posibilidades confirma (y tal vez sea más de una), que la
capacidad de desarrollar y de mantener el amor consumado depende
de la relación y de la situación.

Raúl veía a su compañera de trabajo, OIga, casi todos los días. funciona-
ban bien en su relación profesional, pero ninguno de los dos quería, especial-
mente, al otro. Ninguno se sentía particularmente cómodo hablando con el
otro acerca de asuntos personales; y después de algunos intentos, decidieron
limitar sus conversaciones a temas de negocios.

El no-amor, como en la relación de Raúl y OIga, se refiere


simplemente a la ausencia de los tres componentes del amor. El no-
amor caracteriza muchas de las relaciones personales, que son
simplemente interacciones casuales que no toman parte en el amor ni
en el cariño.

Cada uno de los tres componentes del amor tiene un curso


diferente, y las modificaciones de cada uno a través del tiempo
producen casi inevitablemente cambios en la naturaleza de la rela-
ción amorosa.

Pablo y Celia tenían 10 que para ambos era un romance ideal. Compartían
los mismos intereses y valores y sentían que podían confiar en el otro. Cuando
se casaron, sentían que contaban con todos los motivos para vaticinar un
matrimonio feliz. Y no estaba mal. Pero, con el paso del tiempo, cada vez
tenían menos cosas que decirse, y a veces se sorprendían hablando de asuntos
triviales para mantenerse ocupados. Pablo trabajaba mucho, pero no quería
que su trabajo invadiera su hogar, y por tanto no le hablaba de él a Celia. Celia
participaba en varias actividades colectivas pero a Pablo no parecía interesar-
le saber de ellas. Su vida sexual seguía siendo buena, pero ambos sentían que
se estaban alejando. No se trataba de una cosa en particular, simplemente era
una alejamiento lento y aparentemente inexorable. Lo que había comenzado
comouna relación íntima se volviómás bien distante, y por último Celia se dio
cuenta de que sentía que más que viviendo juntos estaban viviendo en
paralelo. En ese punto, buscaron consejomatrimonial, lo cual resultó útil para
volver a unirlos, ya que se dieron cuenta de que su falta de comunicación y
apoyomutuo se había convertido, fundamentalmente, en un mal hábito, pero
que podía ser superado con un esfuerzo por ambas partes.

El curso del componente intimidad del amor, tal como lo expongo


aquí, se basa en la teoría de la emoción en las relaciones íntimas, de
Ellen Berscheid, que a su vez se basa en la teoría general de las
emociones, de George Mandler.15 Según Berscheid, la emoción en las
relaciones íntimas se experimenta solamente como resultado de la
interrupción de las interacciones estereotipadas entre los miembros
de la pareja, o sea, a los que llamamos libretos.16 En otras palabras,
la ejecución de una acción esperada no nos hará sentir ninguna
emoción en particular, pero si nuestra pareja no ejecuta una acción
esperada, seguramente sentiremos alguna emoción en relación a ello.
Cuando dos personas se conocen, establecen cantidades crecientes de
estos libretos. Tempranamente en una relación, cada persona sentirá
una gran incertidumbre respecto a lo que la otra siente, dice o hace,
porque ninguno de los dos es capaz todavía de predecir el comporta-
miento del otro. En general, se producirán frecuentes interrupciones
y rupturas en la relación hasta que las dos personas lleguen a
conocerse. Con el paso del tiempo la frecuencia de las interrupciones
suele decrecer, porque los miembros de la pareja se conocen mejor, son
más previsibles el uno para el otro, y se vuelven dependientes del otro
en cuanto a la conducta esperada. Según la teoría de Berscheid, a
medida que disminuyen las interrupciones, también disminuye la
emoción experimentada. Finalmente, alguno de los miembros de la
pareja puede no experimentar emoción alguna. Este curso de la
emoción en las relaciones íntimas puede haber llevado a Kenneth
Livingston a referirse al amor como a un proceso de reducción de la
incertidumbre. 17

La disminución de la intimidad experimentada en una relación


íntima, especialmente en una amorosa, tiene su aspecto positivo y su
aspecto negativo. El aspecto positivo es que la disminución de la
intimidad experimentada es el resultado de un aumento de la vincu-
lación interpersonal: en otras palabras, del acercamiento de la pareja.
Los miembros de la pareja están tan conectados el uno con el otro que
cada uno deja de reconocer que el otro está presente, de igual modo
que puede ser garantizado el aire que respiramos, a pesar de su
necesidad para la vida. Así, la relación puede ser considerada posee-
dora de una gran cantidad de intimidad oculta. El aspecto negativo es
que la patente falta de intimidad puede hacer difícil la distinción
entre una relación íntima y una relación inexistente. Esta situación
está representada en la figura 2.2, que muestra los niveles ocultos y
experimentados de intimidad como una función del curso temporal de
la relación. La relación fracasada diferirá de la exitosa, principalmen-
te en términos de intimidad oculta más que de intimidad experimen-
tada o evidente.
Mortunadamente, hay maneras de distinguir una relación viva de
una relación moribunda o muerta. La manera más obvia es generando
alguna interrupción (acción imprevista, o cambio de conducta) para
activar la intimidad. Por ejemplo, la ausencia del ser amado incluso
por un breve período, puede ayudamos a descubrir cuánto amor
sentimos aún por él. 0, un cambio en la rutina establecida, como en
unas vacaciones compartidas, puede ser útil para evaluar el grado de
intimidad de una relación.

Nivel latente Nivel manifiesto


de intimidad de intimidad
--~ Relaciónexitosa
•__ Relaciónfallida

Figura 2.2 El curso de la intimidad en funci6n


a la duración de la relación.

A veces, es sólo mediante la intervención extrema, intencionada o


no, como uno se entera de cuánta intimidad tiene o ha tenido en una
relación. Por ejemplo, cuando uno de los miembros de la pareja muere,
el que sobrevive suele sorprenderse tanto como los demás de su
intenso dolor e infelicidad. Según Berscheid, incluso las parejas que
discuten y nunca parecen llevarse bien pueden tener una gran
cantidad de intimidad invertida en la relación, cualquiera que sea la
naturaleza de esa intimidad.18 La muerte del cónyuge es una de las
maneras más seguras de descubrir cuánto se ha invertido en la
relación. Esto no significa que uno deba matar a su pareja para saber
lo que realmente siente por ella, pero el simple hecho de imaginar que
uno jamás volverá a verla puede encender algo de la intimidad oculta.
De igual modo, las parejas que se divorcian suelen sorprenderse de la
cantidad de arrepentimiento, o al menos de emoción, que experimen-
tan después. Muchas veces, no tienen idea de la cantidad de intimidad
que tenían en la relación hasta que efectivamente la terminan.
Ciertamente, el divorcio puede haberse producido en parte debido a
la falta de conciencia de uno de los miembros de la pareja respecto a
su propio compromiso íntimo y al del otro. En consecuencia, de
acuerdo con esta visión del curso de la intimidad en las relaciones
estrechas, es esencial que las parejas experimenten interrupciones
menores para poder recobrar la conciencia de su compromiso íntimo,
antes de crear una interrupción mayor como el divorcio.

Cuando Ricardo conoció a Eva, se enamoró apasionadamente por primera


vez. El tenía otras relaciones y algunas aventuras ocasionales, pero la
relación con Eva era diferente: nunca antes se había sentido realmente
apasionado y absorbido por una mujer. Eva, a su vez, consideraba esta
relación como su salvación. Ella acababa de concluir la segunda de dos
relaciones desastrosas, y ésta era completamente diferente. Ricardo y Eva se
veían todos los días y hacían el amor cada vez que estaban juntos. Pasado un
tiempo, la relación seguía siendo buena, pero ambos sentían que la pasión se
apagaba. Y ambos estaban preocupados: ¿Qué había pasado con la pasión que
sentían antes el uno por el otro? ¿Cómo podían vplver a sentirla? Aunque lo
intentaron, no pudieron recobrarla, y sintieron una gran decepción ante la
pérdida de algo que alguna vez había sido tan valioso para ellos.

El curso de la pasión en las relaciones íntimas difiere del de la


intimidad. El punto de vista que presento aquí está basado en la teoría
del proceso opuesto a la motivación adquirida, de Richard Solomon.19
De acuerdo a la teoría de Solomon, la motivación experimentada
(desear o anhelar) a una persona o a un objeto, es una función de dos
procesos opuestos subyacentes: el primero, proceso positivo, se desa-
___ Nivel experimentado
___ Curso positivo 1
___ Procesos opuestos
C ursonegalvot
o

\ Duración de la relación

,----------
Figura 2.3 El curso de la pasión en función
a la duración de la relación

rrolla rápidamente pero también se desvanece rápidamente; el se-


gundo, proceso negativo u opuesto, es lento en su desarrollo, pero
también lento en su desaparición. El resultado de estos dos procesos
actuando en conjunción es un curso motivacional similar al represen-
tado en la figura 2.3.
El componente pasional aparenta tener un gran peso en el desper-
tar psicológico y ñsico. Además, su curso se asemeja bastante al
presentado en la teoría de Solomon. Así, esta teoría aporta una buena
descripción del curso temporal del componente pasional o, al menos
de sus aspectos motivacionales.
Según esta aplicación de la teoría, podemos experimentar el
surgimiento de la pasión inmediatamente después de conocer a otra
persona hacia la cual nos sentimos atraídos, ñsicamente o en otro
sentido. Este despertar pasional se incrementa rápidamente, pero
también alcanza rápidamente una cima. Al llegar a esta cima, una
fuerza negativa comienza a actuar y literalmente se opone a la pasión.
En este punto, la pasión que experimentamos comienza a decrecer; y
bajo la influencia de la fuerza negativa, alcanzaremos gradualmente
un estado de habituación, más o menos estable, respecto al sentimien-
to por esa persona u objeto. Ahora ambas fuerzas, la positiva y la
negativa (opuesta), se encuentran en equilibrio. Si perdiésemos a la
persona o el objeto, no retornaríamos simplemente a la línea de base
-o sea, al nivel nulo de despertar pasional que sentíamos antes de
encontrar a la persona o el objeto-; más bien es probable que nos
hundamos en la depresión, los remordimientos y un malestar extre-
mo. Esta regresión resulta de la pérdida de la fuerza pasional positiva
(el objeto o la persona se han ido) pero en presencia de la fuerza
negativa (Continuamos sintiendo los efectos de la ausencia). Es sólo
gradualmente que los efectos de la fuerza negativa, la cual es lenta en
desaparecer, comienzan a atenuar se y por último volvemos a nuestro
estado inicial.
Es útil considerar el modelo motivacional en términos de una
adicción. Ciertamente, la similitud del componente pasional del amor
con el aspecto motivacional de una adicción ha llevado a Stanton
Peele a referirse al amor como a una adicción.20 Con respecto, por
ejemplo, a sustancias adictivas como drogas, cigarrillos, o café, no
tenemos inicialmente una motivación particular o una necesidad de
tal sustancia. Cuando comenzamos a utilizarla, experimentamos una
sensación intensa, y luego es más probable que volvamos a utilizarla.
Al aumentar el uso, sin embargo, comenzamos a habituamos: cierta
cantidad de la sustancia ya no tiene el mismo efecto o no produce la
misma sensación que anteriormente. Por fin, estamos tan habituados
que necesitamos continuar consumiendo la sustancia simplemente
para prevenir la abstinencia, con sus síntomas de depresión, irritabi-
lidad, y desesperación por su carencia. Si dejamos de utilizar la
sustancia, existirá un arduo período de abstinencia en el cual experi-
mentamos una variedad de síntomas desagradables, psicológicos y
somáticos. Finalizado el período de abstinencia, por último retorna-
mos al estado normal.

Juana y Julio estaban completamente comprometidos el uno con el otro:


ninguna otra cosa tenía prioridad sobre su relación. Se casaron después de un
noviazgo de cuatro años. Su matrimonio tenía los altibajos usuales, con
algunas épocas difíciles porque el empleo de Julio requeIÍa frecuentes cam-
bios para permitirle escalar posiciones dentro de la corporación. Pero pudie-
ron atravesados, y cuando Julio cumplió sesenta años, decidieron que
estaban listos para su segunda luna de miel. Durante la luna de miel, se
dieron cuenta de que aún cuando se casaron, no habían sido conscientes de
cuán comprometidos estaban el uno con el otro. El compromiso no con si stía ya
en promesas de amor eterno o aseveraciones de que su amor era para siem pre.
Consistía en estar juntos y permanecer juntos en épocas difíciles así como en
las placenteras, y reafirmando al otro y a ambos que, su relación siempre
había estado por encima de todo lo demás, y que siempre lo estaIÍa.
El curso del componente decisión-compromiso del amor en una
relación íntima depende en gran medida del éxito de esa relación (y
viceversa). Generalmente, este nivel comienza de cero, antes de
conocer a la persona, y luego aumenta. Generalmente, si la relación
es duradera, el aumento del compromiso en el componente decisión-
compromiso, será gradual al principio y luego más rápido. Si la
relación continúa durante un largo tiempo, el compromiso general-
mente se nivelará, formando una curva en S.

Relación exilDsa;! .
Relación deteriorada
Relación fallida

Figura 2.4 El curso de la decisi6n / compromiso en función


a la duración de la relación.

Si la relación comienza a debilitarse, el compromiso empezará a


declinar; y si la relación fracasa, el compromiso puede desaparecer
por completo.
Como siempre, la pendiente de la hipotética curva no toma en
cuenta las tribulaciones de muchas relaciones. Aun la relación con
más éxito tiene sus altibajos. La figura 2.4 muestra una curva ideal
de decisión-compromiso a lo largo de una relación, sin tener en cuenta
las oscilaciones que inevitablemente ocurren.
Para concluir, las respectivas curvas que representan los grados
de pasión y de decisión-compromiso presentan trazados algo diferen-
tes -diferencias que pueden ser aun mayores que las presentadas
aquí a causa de las diferencias individuales en relaciones ínti-
mas-. Debido a las diferentes trayectorias de los componentes del
amor a través del tiempo, las relaciones se modifican. Mediante la
geometría del triángulo del amor, analizaré en el siguiente apartado
los cambios que se producen en una relación a través del tiempo.

Andrés y Marina sabían que se amaban. También sabían que tenían un


problema. Para Andrés, el verdadero amor estaba basado en la pasión ffsica.
Tras una serie de relaciones insatisfactorias él había llegado a la conclusión
de que si una pareja se llevaba bien en la cama, podía llevarse bien en todo 10
demás. Para Marina, primero estaba la proximidad. Ella simplemente no
podía hacer el amor con Andrés si estaban discutiendo o estaban distantes uno
con el otro. Pero su acti tud frustraba a Andrés, porque él creía que diffcilmen-
te existía un problema que una pareja no pudiera resolver en la cama, si tenía
la oportunidad. Al mismo tiempo, Marina se sentía frustrada con Andrés: los
problemas debían solucionarse antes de ir a la cama; no podían resolverse
después de ir a la cama, porque entonces no se trataba realmente de so-
luciones sino de evasión. Por fin, Andrés y Marina se separaron, incapaces de
resolver esta diferencia fundamental.

.Decisión!
,ComprOmiso

Más amor

Figura 2.5 Area del triángulo como tndice de la magnitud del amor.
He simplificado demasiado las cosas procediendo como si sólo
existiera un tipo de triángulo del amor. Ahora es el momento de
ampliar la teoría triangular para tomar en cuenta la gran compleji-
dad del amor en las relaciones íntimas. En la viñeta precedente, está
claro que Andrés y Marina tenían ideas diferentes acerca de cuál
debía ser la forma del triángulo del amor.
La geometría del triángulo del amor depende de dos factores:
cantidad de amor y equilibrio del amor.

La figura 2.5 muestra tres triángulos que sólo difieren en el área.


Estas diferencias de área representan las diferencias en las cantida-
des de amor experimentadas en tres relaciones hipotéticas: cuanto
más grande es el triángulo, mayor la cantidad de amor experimenta-
da. Es realmente posible especificar coordenadas para los tres compo-
nentes del amor, con mayores valores absolutos de coordenadas
representando mayores cantidades de cada una de las tres construc-
ciones hipotéticas.

TRIANGliLOS NO EQUILIBRADOS
Intimidad

Decisiónl
Compromiso
La figura 2.6 muestra cuatro triángulos distintos de diferente
forma. El triángulo equilátero superior representa el amor equilibra-
do, en el cual los tres componentes del amor están igualmente
combinados. El segundo, un triángulo escalen o (no hay dos lados
iguales), apuntando hacia el lado izquierdo, representa una relación
en la cual la pasión está enfatizada sobre el resto de los componentes
del amor. En esta relación, la atracción física suele tener un papel más
importante que la intimidad y la decisión-compromiso. El tercero, un
isósceles (dos lados iguales), representa una relación en la cual la
intimidad tiene un importante papel, y la pasión y la decisión-
compromiso tienen papeles secundarios. Este triángulo representa
una relación en la cual los dos amantes son buenos amigos y están
próximos el uno al otro, pero los aspectos físicos y el compromiso para
el futuro son marginales. El cuarto, un triángulo escaleno que apunta
hacia el lado derecho, representa una relación en la cual la decisión-
compromiso predomina sobre la intimidad y la pasión. Este triángulo
representa una relación altamente comprometida en la cual la intimi-
dad y la atracción física han disminuido o nunca estuvieron pre-
sentes.
Modificando el área y la forma del triángulo del amor, podemos
representar una amplia variedad de relaciones y, particularmente, el
curso de una relación íntima a través del tiempo. El triángulo es, por
supuesto, solamente una burda representación de las sutilezas del
amor dentro de una relación. Como se mencionó anteriormente, el
componente de intimidad en una relación amorosa no es un senti-
miento aislado sino más bien la unión de varios sentimientos diferen-
tes. De igual forma, muchas fuentes diferentes de pasión pueden
formar parte del amor en una relación íntima, y una variedad de
condiciones del componente decisión-compromiso producen la deci-
sión de amar a alguien y la decisión de comprometerse con ese amor.
En consecuencia un detallado diagnóstico del estado de una relación
debería ir más allá de la mera observación del área y la forma del
triángulo. Además, se necesita mucho más que amor para que una
relación funcione. Por ejemplo, factores tales como seguridad finan-
ciera, puntos de vista sobre cómo educar a los niños, posible apoyo
externo para educarlos, y compromiso paterno pueden contribuir a
construir o a destruir una relación.
Mis sentimientos por Irene, mi compañera de primer grado,
pueden ser descritos como "amor de cachorro". La mayoría de nosotros
conoce parejas que construyen una relación sobre poco más que su
amistad con el otro. Ellas enfatizan la intimidad. Para algunos, la
amistad puede ser todo lo que desean, pero otras parejas pueden
frustrarse por su incapacidad de lograr algo más. Gustavo y Marta,
por ejemplo, se separaron recientemente. Durante afios, cada uno era
el mejor amigo del otro. Se llevaban de maravilla, nunca parecían
pelearse, y hacían muchas cosas juntos. Eran la pareja por la cual
todos apostaban, la que todos estaban seguros de que no se separaría.
Después de que se separaron, hablé con ambos. Marta, la que decidió
irse, aún describe a Gustavo como su mejor amigo. Pero su frustración
en la relación, según me dijo, era que ella y Gustavo eran "más
compañeros de cuarto que amantes". Ella quería un amigo, pero
también quería algo más, y sentía que, por más que lo intentara, no
podía tenerlo con Gustavo. La relación era cálida, decía ella, pero
nunca caliente. No había pasión entre ellos. La descripción de Gusta-
vo de la relación era similar a la de Marta. Pero él estaba muy dolido
por la decisión de ella, para él inesperada e injustificada, de dejarlo.
El pensaba que se amaban como en toda relación duradera: segura-
mente pudo haber intensa pasión al comienzo, pero, según Gustavo,
esa pasión más adelante es reemplazada por amistad. Así, cada
miembro de la pareja definía de forma diferente lo que significa amar
dentro de una relación prolongada -una diferencia que Marta creía
irreconciliable.
Las relaciones que implican poco más que pasión no son raras en
absoluto. A veces, la pasión es correspondida, y puede darse tanto
dentro como fuera del matrimonio. Este es el caso de Teresa y Alfredo.
Casados desde hace tres afios, se pelean constantemente y, en sus
peleas, se propinan "golpes bajos" con frecuencia. (Irónicamente,
Alfredo es un consultor cuyo trabajo es el de crear armonía dentro de
grandes organizaciones). Si Alfredo y Teresa se quieren, lo ocultan
muy bien a los ojos de los demás y aun ante ellos mismos. Les he
preguntado a cada uno qué es lo que les mantiene juntos. "El sexo",
dice Alfredo, "el mejor sexo quejamás he tenido, y he tenido bastante".
Según Alfredo, él y Teresa se pelean aun cuando hacen el amor, y a
él le gusta así. Para él, eso resulta más excitante. "El amor", dice
Teresa. "No nos llevamos bien, pero estamos locamente enamorados
el uno del otro, desde hace tres años. Incluso era así cuando empeza-
mos a salir. Nunca nos hemos llevado bien, pero es como un magne-
tismo: somos polos opuestos que se atraen".
Muchas parejas permanecen unidas debido a un compromiso
consciente -a veces un compromiso directo respecto a la otra perso-
na, y otras veces, un compromiso indirecto. En este último caso, los
miembros de la pareja pueden estar realmente comprometidos con la
institución del matrimonio, con mantener una familia unida, a causa
de los hijos, para mantener la solvencia económica, o por muchas
otras cosas. Existen, por ejemplo, muchas parejas como Esteban y
Dora. Dora manifiesta no sentir nada por Esteban. Alguna vez estuvo
enamorada de él, pero ya no. Ha tenido la idea de dejarlo, pero lo más
probable es que no lo haga. ¿Por qué permanece junto a él? "Por los
niños", dice ella (tienen dos), "y porque no tengo fortuna ni profesión.
Podría intentar llevarle a juicio, pero lo perdería; él ha llegado a
decirme que si alguna vez le dejo, no obtendré un centavo. Yo le creo.
Simplemente, no puedo arriesgarme. Tal vez lo haría si fuese yo sola,
pero no es así. No puedo arriesgar a mis hijos". Para Dora, lo que
queda es el compromiso con un estilo de vida que ella siente que sólo
puede tener si vive con Esteban.
Los tamaños y las formas de los triángulos pueden traducirse en
los eventos cotidianos que diseñan y son diseñados por las relaciones.
Las relaciones en las que las personas están diferentemente implica-
das -diferentes tamaños de triángulos- suelen fracasar porque el
miembro menos vinculado siente que no puede darle al otro lo que el
otro desea, mientras que el miembro más involucrado siente que el
otro siempre está retrayéndose e impidiendo que la relación se
desarrolle en todo su potencial.
Si cada miembro de la pareja tiene un triángulo de diferente
forma, el resultado puede ser igualmente devastador. Si uno de los
miembros de la pareja está frustrado debido a la falta de intimidad,
y el otro debido a la ausencia de pasión, es poco probable que exista
un acuerdo -cuando la pareja intente hacer funcionar la rela-
ción-. Cada uno desea algo que el otro no puede ofrecerle, y lo más
probable es que la pareja dé vueltas y vueltas tratando de hacer
funcionar una relación que fracasa debido a los diferentes "triángulos
de amor" que cada uno desea.

Germán, a los treinta y seis años, era razonablemente feliz y estaba


ansioso por casarse. Pero aunque había conocido a muchas mujeres no creía
que ninguna de ellas fuera adecuada para él. Consideraba que tenía altos
ideales, y que ninguna de las mujeres que había conocido podía alcanzarlos.
Germán no podía imaginarse en una relación permanente con una mujer que
no creyera idónea para él. Ya que ninguna de las que había conocido era lo que
él quería. Al principio de algunas de sus relaciones, él había creído encontrar
lo que estaba buscando, para luego decepcionarse al conocer mejor a la mujer.
Desesperanzado, se preguntaba si alguna vez hallaría a la mujer de sus
sueños. Sus amigos le sugirieron que se planteara ideales más razonables,
pero él no creía que los suyos fuesen irrazonables. Un matrimonio que
representara un compromiso no podía ser un matrimonio para él porque
siempre se preguntaría si habiendo esperado un poco más no hubiera
encontrado a la mujer que siempre había estado buscando.

El amor no solamente implica un triángulo, sino más bien, un gran


número de triángulos, de los cuales sólo algunos tienen un interés
teórico y práctico. Los triángulos principales son los reales versus los
ideales, los autopercibidos versus los percibido s por los demás, y los
sentimientos versus las acciones.

Existen, en una relación íntima, no solamente el triángulo que


representa nuestro amor por la otra persona, sino además un trián-
gulo que representa al otro ideal de esa relación. Este ideal puede
estar basado, en parte, en la experiencia en relaciones previas del
mismo tipo -nivel de comparación de Thibaut y Kelley (como se
plantea en las páginas 26 y 27)- y, en parte, en las expectativas de
lo que puede ser una relación íntima.21 Las expectativas del potencial
de una relación pueden estar o no basadas en la realidad. La figura
2.7 representa cuatro de las posibles relaciones entre los triángulos
reales y los ideales. La primera figura muestra los triángulos reales
y los ideales como coincidentes: en otras palabras, la relación real
corresponde esencialmente, en forma perfecta, al ideal para esa
relación. La segunda figura muestra un bajo nivel de compromiso: el
triángulo de la persona en la relación real muestra niveles más bajos
de los tres componentes de lo que la persona idealmente desearía. La
tercera figura muestra un alto nivel de compromiso: los niveles de los
tres componentes son más altos de lo que quisiéramos. El cuarto
triángulo muestra ausencia de compromiso: aquí los niveles de
intimidad y pasión son menores de lo que idealmente desearíamos,
pero el nivel de decisión-compromiso es mayor que el deseado.
Nótese que mientras el segundo y el tercer triángulo difieren
principalmente en área, el cuarto difiere principalmente en forma.
~ ~_;oo;_

Pasión _.. •••••••••• Decisión!


CorT1lf'Omiso

l\
/Á\\
;~\
a. •. •.•••.•.•••. __ •.•••• \

/
l\\
/ \
;/ \.

L~
~

Por supuesto, es posible que difieran tanto en área como en tamaño,


o en ninguno de los dos, como en el primer triángulo.
Nuestra investigación sugiere que las áreas superpuestas entre
los triángulos reales y los ideales están asociadas con la satisfacción
en las relaciones íntimas, mientras que las áreas no superpuestas
entre los dos triángulos están asociadas con la insatisfacción.22
En otras palabras, una vez más, somos más felices cuando el nivel
de compromiso se aproxima a lo que deseamos, ni más ni menos.
Intimidad

Pasión
~ =~"- Decisión!
,Compromiso

Compromisos
próximamente concordantes

Compromisos
moderadamente
discordantes

Compromisos
gravemente
discordantes

Figura 2.8 Relaciones entre el grado de compromiso


de dos individuos en una relación.

Finalmente, es posible distinguir entre la auto-percepción (la


forma en que nosotros percibimos las cosas) y la exo-percepción (la
forma en que nuestra pareja percibe las cosas) de los triángulos. En
una relación amorosa, tenemos un triángulo que representa nuestro
amor por la otra persona. Sin embargo, no existe garantía de que este
triángulo que representa nuestros sentimientos sea experimentado
por la otra persona en la misma forma que lo experimentamos
nosotros. Debido a que el otro miembro de una relación amorosa
puede no percibir nuestro nivel de los tres componentes del amor, de
la misma manera que nosotros percibimos nuestro compromiso,
puede haber discrepancias entre la auto-percepción de uno de los
triángulos y la percepción del otro. La figura 2.8 muestra dos niveles
posibles de discrepancia -uno menor y uno mayor- entre la auto y
la exo-percepción de los triángulos.

Triángulos de sentimientos
versus triángulos de acciones
Carlos había jurado a Lucía que ella era todo para él, que su vida no
significaba nada sin ella. Al principio, ella estaba muy complacida con sus
promesas. Ella quería un hombre que la considerara una prioridad en su vida.
Pero, al pasar el tiempo, las promesas comenzaron a debilitarse, porque,
aunque Carlos decía que Lucía era lo más importante en su vida, ella sentía
que él no actuaba como si así fuese. El viajaba mucho, y cuando no estaba
fuera, siempre parecía tener cosas que hacer que eran más importantes que
estar con Lucía. Carlos y Lucía hablaron acerca de lo que ella sentía, y él le
aseguró que él comprendía por qué ella sentía eso -pero también que estaba
malinterpretando sus actos porque ella seguía siendo lo más importante para
él. Al mismo tiempo, sin embargo, él tenía otras responsabilidades que,
simplemente, no podía dejar de lado. Por último, Lucía decidió poner fin a la
relación: incapaz de reconciliar la actitud de Carlos con sus palabras, ella
decidió que las actitudes son más importantes que las palabras.

El caso de Lucía y Carlos demuestra que los sentimientos y las


actitudes pueden ser divergentes. Pueden existir numerosas fuentes
de discrepancia entre los sentimientos de una persona por otra y el
modo en que la otra persona percibe esos sentimientos. Pero casi
siempre, una de las fuentes más poderosas es la incapacidad de
expresar plenamente el amor mediante las actitudes. Una cosa es
sentir de un modo determinado, pero otra completamente distinta es
expresar esos sentimientos, y solemos fracasar al intentar comunicar
esos sentimientos debido a nuestra incapacidad o aversión por mos-
trar nuestros sentimientos amorosos. Otra fuente de discrepancia es
el hecho de que ciertos actos realizados por una persona para demos-
trar amor pueden no ser percibidos por la otra como tales, o pueden
pasar completamente inadvertidos. Esta discrepancia puede deberse
a un entorno o a una educación diferentes, mediante los que las
personas llegan a comprender las conductas que representan ciertas
cosas. Esta situación es más evidente en parejas que proceden de
diferentes entornos culturales o religiosos, en los que el esquema de
una relación íntima puede ser especial. En otras palabras, una acción
realizada por una persona que según su educación representa un acto
de amor, puede ser vista por otra como fría o carente de significado.
Consideremos por ejemplo el amor físico. Para algunas personas, el
amor físico es un ingrediente crucial del amor romántico; para otras,
no lo es.
Cada uno de los tres componentes del amor se expresa a través de
acciones particulares. Por ejemplo, podemos expresar la intimidad
comunicando nuestros sentimientos íntimos, promoviendo el bienes-
tar del otro, compartiendo nuestras posesiones, nuestro tiempo y
nuestro ser; expresando simpatía por el otro, y ofreciéndole apoyo
emocional y material. Algunas formas de expresar la pasión incluyen
el besarse, abrazarse, contemplarse, tocarse y hacer el amor. Algunas
formas de expresar la decisión-compromiso incluyen el jurarse fide-
lidad, mantener una relación en tiempos difíciles, el compromiso y el
matrimonio. Por supuesto, las acciones que expresan un componente
particular del amor pueden variar levemente de una persona a otra,
de una relación a otra y de una situación a otra.
Sin embargo, es importante considerar al amor tal como éste se
expresa a través de la acción, puesto que las acciones tienen mucha
repercusión en la relación. En primer lugar, las acciones pueden
afectar el nivel de los tres componentes. Según la teoría de la auto-
percepción, nuestros sentimientos y pensamientos pueden ser afecta-
dos por nuestras acciones así como nuestras acciones pueden ser
afectadas por nuestros pensamientos y sentimientos.23 En otras
palabras, el modo en que las personas actúan modela el modo en que
sienten y piensan, posiblemente tanto como el modo en que sienten y
piensan modela el modo en que actúan. En segundo lugar, ciertas
acciones conducen a otras acciones. En otras palabras, el actuar de
ciertas maneras tiende a producir otras acciones relativas y, así, a
construir una red de acciones. El expresar nuestro amor a través de
la acción puede conducir a expresiones de ese amor a través de la
acción, mientras que el fracaso de la auto-expresión puede conducir
a posteriores fracasos de ese tipo. En tercer lugar, el modo en que
actuamos suele influir en lo que el otro piensa y siente por nosotros.
En otras palabras, puede esperarse que nuestras acciones tengan
efecto en el triángulo del amor de la otra persona por nosotros. En
cuarto y último lugar, nuestras acciones incidirán casi inevitable-
mente sobre las acciones del otro, conduciendo así a una serie
mutuamente reforzadora de secuencias pareadas de acción.
Así, una teoría sobre el amor implica no solamente a los miembros
de una relación, sino al modo en que ellos expresan su amor. Sin la
expresión, aun el más grande de los amores puede morir.
La teoría triangular puede ser muy útil para demostrar que las
relaciones son dinámicas. "Felices para siempre" no es necesariamen-
te un cuento de hadas; pero si es una realidad, debe ser una felicidad
basada en configuraciones diferentes de sentimientos mutuos en
diferentes momentos de la relación. Las parejas que esperan que la
pasión se mantenga siempre, o que la intimidad permanezca inmuta-
ble, sufrirán una gran decepción. Las relaciones son construcciones
que decaen a través del tiempo si no son mantenidas o aun mejoradas.
Una relación no puede cuidar de sí misma más de 10 que puede hacerlo
un edificio.Más bien, debemos tomar la responsabilidad de hacer que
nuestras relaciones sean 10 mejor posible, y de trabajar constante-
mente para comprenderlas, construirlas y reconstruirlas.
3. Observaciones sobre el amor:
aplicación de la teoría triangular

La teoría triangular explica muchos de los principales descubri-


mientos de la investigación sobre el amor. Después de ocuparme, en
el capítulo 2, de las diversas combinaciones de intimidad, pasión y
decisión-compromiso, así como del papel de los niveles comparativos
y de acción, demostraré a continuación el modo en que la teoría
triangular puede e~plicar aun más características de las relaciones
amorosas. Aplicaré la teoría a los descubrimientos de otros investiga-
dores además de a10s míos propios, con el objeto de enfatizar la amplia
aplicabilidad de la teoría.

ALGUNOS DESCUBRIMIENTOS
ANTERIORES SOBRE EL AMOR

La investigación muestra claramente que, en un primer encuen-


tro, el atractivo físico es casi todo lo necesario para la satisfacción.1 La
teoría triangular explica porqué: el componente pasional del amor se
manifiesta antes que los otros. Por este motivo, después de un primer
encuentro, podemos encontrar relativamente pocas causas -más
allá de los criterios pasionales, corno el atractivo físico- para consi-
derar apropiada a una persona para una relación amorosa.

Según la teoría triangular, el componente pasional del amor actúa


corno una adicción.2 El curso de las motivaciones adquiridas, descri-
tas anteriormente -habitación, incremento en el uso, dependencia-
se aplica al menos tanto a la dependencia de sustancias como las
drogas y el alcohol, como a la dependencia de otras personas.3 Aun
cuando estas otras dependencias son fisiológicas, mientras que la
dependencia de otra persona es psicológica, las dependencias de
sustancias, en realidad, presentan un componente principal de orden
psicológico. En consecuencia, el retorno a la adicción es probable, aun
después de haber conquistado la dependencia fisiológica. Además, la
dependencia de otras personas probablemente adquiere tanto propie-
dades fisiológicas como psicológicas. (Ciertamente, algunos psicólo-
gos sostienen que los estados psicológicos siempre tienen bases
fisiológicas). Cuando somos rechazados por un amante, la reacción
puede ser tanto psicológica como fisiológica, incluyendo síntomas
tales como irritabilidad, pérdida del apetito, depresión, e incapacidad
de concentración.
Ignorar el componente aditivo del amor pasional-y la probabili-
dad de una recaída, una vez terminada la relación- puede ser
peligroso, tal como descubrió Vera. Ella fue la "otra mujer" en la vida
de un hombre casado durante tres años, y finalmente decidió termi-
nar el romance. Aunque él siempre hablaba de dejar a su mujer, algo
"sucedía" precisamente cuando estaba a punto de dar el paso defini-
tivo. Vera le dijo a Julio, su amante, que estaba decidida a terminar
su relación con él. El le imploró que le diera otra oportunidad, y esta
vez realmente dejó a su mujer. Desafortunadamente la historia que
él contó a su mujer era muy diferente de la que le había contado a
Vera. Julio le dijo a su mujer que necesitaba un tiempo y un espacio
de soledad -un deseo habitual dentro de la comunidad de California
en la que ellos vivían-o El nunca mencionó a Vera, no porque no le
importara sino porque simplemente no sabía lo que quería. Deshones-
tamente, decidió jugar a dos bazas. Vera, mientras tanto, estaba en
el éxtasis. Ella y Julio no se fueron a vivir juntos, pero comenzaron a
hacer planes para el futuro. Esto duró unos seis meses. Luego,
repentinamente, Julio decidió que simplemente no podía ser feliz sin
su mujer y su familia y de repente volvió a vivir con ellos, esta vez
terminando su relación con Vera. Creo que Julio amaba a Vera, pero
era adicto a su mujer y también le importaban muchos sus hijos,
aunque había dejado de sentirse cerca de su mujer mucho tiempo
atrás.
Una de las observaciones más comunes en la vida cotidiana-que
la gente desea lo que no puede lograr- se aplica también a las
relaciones: uno se siente atraído por el hombre o la mujer que es
"difícil de conseguir". Pero esto no es tan simple. Por ejemplo, Elaine
Hatfield y sus colegas descubrieron que las personas tienden a
sentirse atraídas no hacia aquellas que son difíciles de conseguir, en
general, sino hacia las que son difíciles de conseguir para los demás
pero relativamente fáciles de lograr para ellos mismos.4 Conozco a
muchas personas que confirman este hallazgo: desean que una mujer
no sólo se sienta atraída, sino que se sienta únicamente atraída hacia
ellos. El halago supremo para estos hombres es escuchar que él es el
hombre que la mujer ha estado esperando. Muchas mujeres segura-
mente dicen esto en parte porque saben que el hombre quiere oírlo.
Existe, sin embargo, una ironía en esto. Después de disfrutar de la
gloria de ser "únicos", algunos de estos hombres comienzan a sentir
que su libertad está en peligro, y a preocuparse por ser conducidos a
un compromiso. Comienzan a retroceder, y la relación se termina.
Aquello que funciona a corto plazo puede ser perjudicial a largo plazo.
Leandro, por ejemplo, repite este patrón una y otra vez. A los cuarenta
años, aún es soltero, y, doble ironía, es un consejero matrimonial
respetado a nivel nacional.
Por supuesto, el estudio de Hatfield tiene aplicaciones más am-
plias que únicamente el amor. Extraer todo cuanto uno puede de lo
que los demás no pueden conseguir puede ser una cualidad común a
todas las personas. Si uno consigue una promoción en su empleo, otra
persona no la consigue. Si uno hace una buena inversión, otra persona
pierde.
En la literatura psicológica, la teor(a de la reactancia intenta
explicar por qué algunas personas desean aquello que tienen dificul-
tades en conseguir.5 En efecto, reaccionan contra las amenazas que
perciben hacia su libertad de elección. Según esta teoría, las personas
tienden a rebelarse cuando se les quita su libertad de elección (o sea,
reaccionan contra la restricción de su libertad). En consecuencia,
aquellas cosas que pudimos no haber deseado cuando nos era posible
obtenerlas, probablemente las deseemos cuando ya no nos es posible.
Angel es un buen ejemplo del funcionamiento de esta teoría. Durante
los dieciséis años que él y su mujer vivieron juntos, él parecía tener
poco tiempo y poco interés por ella. Pero después de que ella lo dejara,
y ya no estaba disponible para él, Angel se interesó rápidamente en
ella.
La teoría de la reactancia tiene una incidencia interesante en el
motivo por el cual las parejas que viven juntas antes de casarse no
tienen más probabilidades de permanecer juntas después de casarse
que aquellas que no viven juntas antes de casarse, y, al menos en
Suecia, las parejas realmente tienen más probabilidades de permane-
cer juntas después del divorcio. Cuando una pareja convive sin estar
casada, puede tener ataduras de todo tipo, pero cada miembro de la
pareja sabe que el otro puede irse, legalmente, en cualquier momento
y sin previo aviso. Pueden existir compromisos psicológicos, pero no
existe compromiso legal; y cada miembro de la pareja que prescinda
del compromiso psicológico siempre es libre de irse. El matrimnio
puede generar un estado de reactancia, especialmente entre aquellos
que están habituados a su libertad, y es probable que aquellos que
eligen vivir juntos fuera del matrimonio estén particularmente inte-
resados en retener algún tipo adicional de autonomía.
La teoría triangular atribuya la resistencia, en gran medida, al
componente pasional del amor. Para experimentar resistencia, uno
debe tener dificultades para conseguir un objetivo deseado (por
ejemplo, conseguir un amante) y creer que el objetivo deseado está
fuera de su alcance. La dificultad intensifica la pasión y generalmente
conduce a renovados intentos de conseguir el objetivo. Después de un
cierto momento, estos intentos pueden comenzar a alimentarse de sí
mismo, y a persistir, aún en ausencia de la posibilidad real de
conseguir el objetivo.

Uno de los hallazgos más comunes de la literatura sobre la


atracción interpersonal es que es más probable que las personas se
relacionen y luego se casen con otras personas que sean similares a
ellas mismas, y que sean más felices en las relaciones con tales
personas.6 Dentro de la teoría triangular, un alto grado de semejanza
en cada uno de los tres componentes del amor conducirá a la forma-
ción de triángulos de áreas superpuestas. En consecuencia, siempre
que los miembros de la pareja tengan similares entomos, actitudes
ante la vida, y actitudes acerca de la relación en particular, la pareja
tendrá más probabilidades de ser feliz.
Los efectos de la semejanza son, al menos, de tres tios, dos de ellos
se manifiestan tempranamente en una relación; el otro no suele
manifestarse hasta mucho más tarde.
El primer tipo de semejanza que se manifiesta es generalmente
con respecto a las actividades preferidas por cada miembro de la
pareja. Si a uno le gusta la vida al aire libre y el otro sólo sale de la casa
bajo presión, esta desavenencia pronto se pondrá de manifiesto. Las
parejas son capaces de determinar con bastante rapidez si tienen o no
preferencias por actividades en común.
El segundo tipo de semejanza es con respecto a las creencias y
valores básicos. El punto de vista de la pareja en cuanto a religión,
política, hijos, monogamia, posesiones compartidas, dinero, etcétera.
Así, mientras que las semejanzas y las diferencias se manifiestan
rápidamente, lo que puede no manifestarse es el grado de importancia
de cada una de estas creencias y valores para cada miembro de la
pareja. Una persona suele no saber siquiera cuán importantes son sus
creencias y valores hasta que éstos se ven desafiados o amenazados.
Así, la pareja puede aceptar no estar de acuerdo sobre asuntos
religiosos, pero más tarde verse obligada a confrontar la diferencia
cuando nacen los hijos, y surgen temas como las celebraciones o la
educación religiosa. También, la pareja puede no estar de acuerdo en
cuestiones políticas, o encontrar divertida esta diferencia, hasta que
uno de los miembros de la pareja se vincula a un movimiento político
con el que el otro no está de acuerdo. O, los diferentes puntos de vista
respecto a cómo gastar el dinero y cuánto ahorrar, pueden volverse
súbitamente importantes cuando, por primera vez, una pareja que
siempre ha tenido una posición desahogada, se encuentra en apuros
económicos. Simplemente, la causa es que los desacuerdos en cuanto
a creencias y valores pueden perder su encanto cuando las circunstan-
cias externas, en algunos casos, fuera del control de la pareja, les
fuerzan a confrontar la importancia de un valor o una creencia
determinados para cada uno de ellos.
El tercer tipo de semejanza es el más dificil de detectar, y sus
efectos pueden permanecer latentes por mucho tiempo. Extraordina-
riamente, si los miembros de la pareja son semejantes con respecto a
este tema, ni siquiera serán conscientes de que existe, pero si no lo
son, podrá convertirse en un tema de crucial importancia. Esta
tercera fuente de semejanza (o diferencia) se refiere a las suposiciones
tácitas acerca de cómo deberían ser el mundo y las relaciones. Debido
a que estos prespuestos son tácitos, casi nunca se habla de ellos, y
mucha gente ni siquiera es consciente de que existen. Pero están ahí,
esperando ser traídos a colación en los momentos más inesperados.
Por ejemplo, un hombre o una mujer pueden creer que bueno que la
mujer trabaje -y sostener esa creencia hasta el nacimiento del
primer hijo. Pero luego, el lugar de la mujer estará en la casa, con el
niño. Quiero destacar el hecho de que esta creencia puede ser
sostenida tanto por un hombre como por una mujer. Para algunos,
esta creencia puede resulta anticuada, para otros, puede ser simple-
mente la realidad de lo que es mejor para el niño. Pero más allá del
punto de vista que uno sostenga, pueden existir serias dificultades si
la pareja no puede llegar a un acuerdo. Otro ejemplo relacionado con
este tema es cuánto debe sacrificar cada miembro de la pareja por una
profesión. ¿Y si la empresa en la que trabaja uno de los esposos le exige
un traslado? ¿Cuánto tiempo o energía deben ser sacrificados en aras
de una promoción, un incremento en los salarios o un aumento de
prestigio? Nuevamente, este tipo de asuntos es dificil de confrontar a
priori porque la mayoría de las personas son sólo vagamente conscien-
tes de lo que sienten en relación a ellos. Así, las presuposiciones
pueden influir en gran medida en una relación, y es una ventaja para
la pareja el tratar de hacer explícito lo implícito.

Uno de los descubrimientos más extraordinarios de la literatura


es lo que Robert Zajonc ha denominado Efecto de la simple exposición.7
Se ha demostrado que la simple exposición ante otro individuo puede
fomentar el cariño, aunque es mucho menos claro el hecho de que sea
capaz de fomentar el amor. Este hallazgo concuerda con la teoría
triangular. Mientras que la simple exposición no suele generar
atracción física por sí sola, suele generar al menos algunos elementos
de conexión emocional. Es dificil estar con una persona durante un
tiempo prolongado y no crear algún lazo emocional. Y es éste lazo
emocional el responsable de la intimidad, y en consecuencia, del
cariño dentro de la teoría triangular. En consecuencia, el efecto de la
exposición es susceptible de promover el cariño, pero no necesaria-
mente el amor pasional o comprometido.
El efecto de la simple exposición se aplica casi a todas las cosas
-por ejemplo, a la comida-o A mucha gente no le gusta el café cuando
lo prueba por primera vez -o el alcohol, en sus diversas formas- pero
gradualmente adquiere un gusto por él. Similarmente, uno puede
desarrollar gradualmente el gusto por cierto tipo de música.
Un peligro potencial del efecto de simple expOSlClOnse ve en
diversos tipos de relaciones extramaritales que comienzan como
amistades entre personas de distinto sexo sin pretender ser otra cosa.
El marido o la mujer pueden tener sinceramente las mejores intencio-
nes, y luego sentir que esas intenciones fluctúan mientras el efecto de
la simple exposición sigue su curso. Así, Abel, un ingeniero, desarrolló
una amistad con una colega, Beatriz. Trabajaron juntos en varios
proyectos, y era natural que su relación pudiese modificarse, dadas su
proximidad y sus intereses en común. La historia de Abel y Beatriz es
una historia común. Lo que comenzó como una relación profesional se
convirtió en una buena amistad, y esa amistad estaba en vías de
convertirse en lo que para ambos pudo haber sido una aventura
extramarital. Este caso particular, sin embargo, no siguió ese camino.
Beatriz expuso a Abel lo que ella percibía que estaba ocurriendo, y
ambos decidieron que sería un riesgo demasiado grande para ambos
el vincularse sentimentalmente. Siguieron siendo amigos, y aún lo
son, a pesar de que Beatriz fue ascendida y finalmente, trasladada a
otro lugar.

Una vez que se establece una relación, ésta sigue un cierto curso.
Entre varias ideas sobre este curso, algunos teóricos han propuesto
modelos de desarrollo y, en algunos casos, de disolución de las
relaciones.8 La teoría triangular pronostica que una relación general-
mente fluctuará en su calidad a través del tiempo, debido a los
diferentes cursos temporales de los tres componentes del amor. (véase
capítulo 2)
Un hallazgo frecuente, tanto en la experiencia personal como en
la literatura sobre la atracción interpersonal, es que es dificil mante-
ner el amor romántico durante un largo período.9 Este aspecto del
curso de las relaciones está motivado por el rápido ascenso, pero
también por el relativamente rápido descenso del componente pasio-
nal en las relaciones íntimas. El romance puede declinar de forma
relativamente rápida. Sin embargo, el grado de declive de la pasión
dependerá de las intensidades relativas de las fuerzas positivas y
negativas dentro del proceso opuesto de la motivación, y las intensi-
dades relativas de esas dos fuerzas suelen variar según los individuos
implicados. Por ejemplo, la necesidad general de gratificación sexual
de una persona puede mantenerse al margen de la necesidad de
gratificación sexual con una persona en particular. Las necesidades
que conducen a que muchos de nosotros sintamos amor incondicional
por nuestros hijos también parecen ser evidentemente persistentes,
por razones que no están del todo claras. En general, las relaciones
atraviesan diferentes etapas en función del curso de los tres compo-
nentes; y aunque existen diferencias específicas, según las personas,
es decir las relaciones y las situaciones en la forma exacta de las
respectivas curvas de intimidad, pasión y compromiso, siempre
existirán cambios en la naturaleza de la relación y cambios en los tres
componentes del amor a través del tiempo.
Consideremos una analogía. Muchos de nosotros conocemos al
menos a varias personas que han tratado de dejar de fumar. Algunas
de ellas tuvieron éxito, otras fracasaron. De las que tuvieron éxito,
para algunas resultó más fácil que para otras. La facilidad con la que
la gente dejó de fumar está sólo moderadamente relacionada con la
intensidad y la antigüedad del hábito (la fuerza positiva subyacente
a ese hábito), porque las personas difieren en cuanto a la fuerza
contraria (proceso opuesto) que pueden ejercer en contra del hábito.
De igual modo, las personas difieren en cuanto a cuán fácilmente
pueden superar (así como formar) relaciones en función de la inten-
sidad relativa de aquello que les ha llevado a permanecer en la
relación versus la intensidad de la fuerza que pueden reunir para
superarla.
Uno de los aspectos del desarrollo de casi todas las relaciones
exitosas es lo que Irvin Altman y Dalmas Taylor denominan penetra-
ción social -la creciente profundidad y amplitud de las relaciones a
medida que las personas llegan a conocerse mutuamente a través del
tiempo-. 10 En la teoría triangular, la penetración social, que equiva-
le a la penetración a través de las sucesivas capas de la fachada
exterior de una persona, tiene sus efectos más inmediatos sobre el
componente de intimidad de una relación. Ciertamente, los resulta-
dos del estudio de Stemberg y Grajek sugieren que la capacidad de
comunicarse en forma eficaz es un "sine qua non" de una relación
amorosa exitosa.ll Dentro de las concepciones tradicionales de los
roles sexuales, las mujeres tienden a dar mayor importancia a la
intimidad y a la penetración social en sus vidas que los hombres.
Por supuesto que la "buena comunicación" es un cliché de nuestra
cultura y puede sonar demasiado evidente como para ser cuestionado.
En ese caso, podríamos preguntamos cuán buena es la comunicación
dentro de nuestra propia relación, y si es poco satisfactoria -como en
la gran mayoría de las relaciones- ¿cuál es el motivo? El motivo, creo
yo, está en lo que yo denomino metástasis de la crisis de la comunica-
ción. Cuando la comunicación comienza a deteriorarse, metastatiza
como un cáncer: y, si no se realiza una intervención terapéutica,
finalmente el cáncer puede consumir la relación por completo. Según
mi experiencia, a pesar de lo que la gente sabe acerca de la importan-
cia de la buena comunicación, esta crisis es más frecuente que
excepcional.
Tarde o temprano, algo sucederá en nuestra vida, y probablemen-
te ya haya sucedido, que hará que nos sintamos incómodos al hablar
con nuestra pareja. Puede ser cualquier cosa -un incidente en el
trabajo o con otra persona, o simplemente un sentimiento que expe-
rimentamos-. Tal vez una o dos veces pasó algo similar anteriormen-
te, y tratamos de hablar con nuestra pareja -pero para contrariedad
nuestra, se produjo una discusión. Entonces, esta vez no decimos
nada, y recibimos lo que se denomina un refuerzo negativo, la ausen-
cia (o la interrupción) del castigo. Esta vez, no existe discusión ni
pelea, y, ciertamente, no puede haberla, porque nuestra pareja no
sabe siquiera que exista algo por lo que discutir. Entonces, nos
sentimos reforzados por nuestro silencio, y el refuerzo tiende a
producir la repetición de la conducta (en este caso, silencio). Y cada
vez, nos sentimos negativamente reforzados. Gradualmente, el silen-
cio se extiende a más áreas y pronto nos encontraremos como muchas
otras parejas -sin nada de qué hablar-o La forma de combatir esta
metástasis es en primer lugar, no dejar que comience, o, si ya ha
comenzado, combatirla con rapidez. Podremos sufrir un daño a corto
plazo. Podrá existir una discusión. 0, mejor aun, ambos podremos
aprender a tratar un tema difícil. Pero en la mayoría de los casos
conseguiremos un logro a largo plazo.
Pero, ¿qué es lo que falla en primer lugar? ¿Por qué las relaciones
comienzan con tanta frecuencia a ir cuesta abajo? En primer lugar,
consideremos el componente de intimidad del amor. Si de acuerdo con
la teoría de Berscheid, la emoción en las relaciones íntimas es
experimentada cuando existe una interrupción de la interacción
esperada entre dos personas, el peor enemigo del componente de
intimidad es el estancamiento.12 Aunque la gente desea cierto grado
de predicción de una relación amorosa, demasiada predicción proba-
blemente minará la intimidad experimentada en una relación íntima.
En consecuencia, es necesario introducir algunos elementos de cam-
bio y variación -para mantener la relación viva y en permanente
crecimiento-. Obviamente, el cambio y el crecimiento pueden produ-
cirse de diferentes formas: para algunas personas, los elementos del
cambio son aportados por las vacaciones, para otras, experimentando
nuevos patrones de conducta dentro de la relación. Los medios de
crecimiento y cambio deben ser individualizados en la relación, pero
la necesidad de estos dos elementos para experimentar intimidad es
probablemente común a todas las relaciones de larga duración.
La separación, intencionada o no, es casi con certeza una de las
pruebas más fuertes en una relación. Hugo, un profesor universitario,
pensaba dejar a su mujer. En lugar de eso, decidió tomarse un año
sabático, y pasar parte de éste lejos de su casa como forma de poner
a prueba su relación. Nunca se lo dijo de ese modo a su esposa, más
bien hizo hincapié sobre lo buena que era profesionalmente esa
oportunidad para él. Ella no podía ir, a causa de su trabajo, y porque
ambos habían decidido no interrumpir los estudios de sus hijos.
Cuando el año sabático estaba por comenzar, Hugo anhelaba partir.
Pero después de tres semanas, estaba dispuesto a abandonar y
retomar a su hogar. Odiaba vivir solo, y las aventuras románticas que
se imaginaba no tuvieron lugar. Ahora, cinco años después, Hugo está
otra vez con su familia. Por supuesto, se supone que el final de la
historia es que fueron felices para siempre. Pero, él se queja tanto
como de costumbre. Pero nunca piensa en irse como en una opciÓn
seria. Es un hombre a quien, simplemente, le gusta quejarse.
Por otro lado, una mujer residente en el extranjero, Felisa, hizo un
largo viaje de negocios, cuando regresaba a los Estados Unidos, por la
misma razón que Hugo se tomó su año sabático. A Felisa le gustó lo
que encontró, y aún vive en Estados Unidos; su marido aún vive en el
extranjero.
En segundo lugar, consideremos el componente pasional del amor.
En cierto sentido, este componente es probablemente el más dificil de
sostener porque es el que está menos sujeto al control consciente y
más sujeto a un rápido deterioro. Es bien sabido a partir de la teoría
del condicionamiento, como anteriormente se ha mencionado, que el
refuerzo intermitente (o sea, la recompensa ocasional) es probable-
mente el mejor sostén de la conducta que resulta de la motivación
adquirida (o sea, la motivación que uno desarrolla en el curso de su
vida, no aquella con la que se nace). Sin embargo, el refuerzo
intermitente en el contexto de una relación íntima de larga duración
puede tener un carácter siniestro. La administración del refuerzo
intermitente puede volverse manipuladora, como en el caso de abste-
nernos de hacer el amor con nuestra pareja como estrategia discipli-
naria. Tal vez el mejor modo de dar relevancia al componente pasional
del amor, es, en primer lugar, analizando las necesidades que la
relación satisface y haciendo lo que sea posible para aseguramos de
que estas necesidades sigan siendo satisfechas; y, en segundo lugar,
analizando las necesidades que la relación no satisface y tratando de
desarrollar la relación con el fin de lograr satisfacerlas.
El intento de utilizar el principio del refuerzo intermitente de
forma deliberada puede ser contraproducente. Julián gustaba de
tener a su mujer "al pie del cañón", como él decía, teniéndola siempre
desprevenida. El tenía el más imprevisto de los temperamentos,
impredecible en sus reacciones con respecto a lo que su mujer hacía.
La misma conducta que a veces provocaba su gratitud, otras veces la
hacía acreedora de un azote (en sentido figurado). Julián se autode-
finía como "marxista" en sus relaciones (aunque no en política). Hay
que sostener la revolución para mantener viva una relación. Su mujer
le dejó por un político liberal, absolutamente predecible, y muy
conservador con respecto a las relaciones. Yo no sé si ella es feliz hoy
en día. Julián no lo es.
En tercer lugar, consideremos el componente decisión-compromi-
so del amor, en el cual es más sencillo intervenir porque es el más
sujeto al control consciente. La mejor manera de mantener el compro-
miso en una relación es, probablemente, por un lado, mantener la
importancia de la relación y enfatizar la felicidad que obtenemos a
través de ella. El hacer estas cosas implica trabajar sobre los compo-
nentes de intimidad y pasión, y en especial, expresar estos componen-
tes así como nuestro compromiso con la relación a través de la acción.
Más adelante, es posible que necesitemos ponerlo en común con
nuestra pareja con el fin de estar ambos seguros de lo que ciertas
actitudes significan para cada uno y lograr una mayor comprensión
de las actitudes de nuestra pareja hacia nosotros. Muchas de las
discusiones que las parejas tienen proceden de que cada uno de los
miembros define ciertas situaciones en diferentes formas. Por ejem-
plo, a uno de los esposos puede gustarlerecibir lujosos regalos del otro:
lo que uno interpreta como un signo de atención y cuidado, el otro
puede interpretarlo como un despilfarro de recursos materiales
duramente logrados.

La teoría triangular del amor tiene al menos dos aplicaciones


prácticas: diagnosis y terapia. Para la primera, he desarrollado una
escala para medir cada uno de los tres componentes, que permite que
TABLA 3.1
La escala triangular del amor, de Stemberg

INSTRUCCIONES
Los espacios en blanco representan a la persona con quien usted mantiene
una relación. Califique cada afirmación dentro de una escala del 1 al 9, en la
cual 1= "en absoluto", 5= "moderadamente", y 9 = "extremadamente". Utilice
las puntuaciones intermedias de la escala para indicar niveles intermedios de
sentimientos.

1. Apoyo activamente el bienestar de __ o

2. Tengo una cálida relación con __ o

3. Puedo contar con en momentos de necesidad.


4. __ puede contar conmigo en momentos de necesidad.
5. Estoy dispuesto a entregarme y a compartir mis posesiones con __ o

6. Recibo considerable apoyo emocional por parte de __ o

7. Doy considerable apoyo emocional a __ o

8. Me comuinico bien con __ o

9. Valoro a __ en gran medida dentro de mi vida.


10. Me siento próximo a __ o

11. Tengo una relación cómoda con __ o

12. Siento que realmente comprendo a __ o

13. Siento que __ realmente me comprende.


14. Siento que realmente puedo confiar en __ o

15. Comparto información profundamente personal acerca de mí mismo con

16. El solo hecho de ver a me excita.


17. Me encuentro pensando en __ frecuentemente durante el día.
18. Mi relación con __ es muy romántica.
19. Encuentro a __ muy atractivo personalmente.
20. Idealizo a __
21. No puedo imaginarme que otra persona pueda hacerme tan feliz como

las parejas adquieran una noción más completa del lugar que ocupa
cada uno de ellos dentro de la relación amorosa. La escala puede,
además, señalando las diferencias específicas entre las formas de
amor de ambos miembros de una pareja, ser terapéutica, ayudando a
señalar las áreas en las que es necesario el cambio y sugiriendo los
modos de acción que podrían hacerlo efectivo. Así, una pareja puede
23. No hay nada más importante para mí que mi relación con __ o

24. Disfruto especialmente del contacto físico con __ o

25. Existe algo casi "mágico" en mi relación con __ o

26. Adoroa
27. No puedo imaginarme la vida sin __ o

28. Mi relación con __ es pasional.


29. Cuando veo películas románticas y leo libros románticos, pienso en __ o

30. Fantaseo con __


33. Debido a mi compromiso con __ o no dejaría que otras personas se in-
terpusieran entre nosotros.
34. Tengo confianza en la estabilidad de mi relación con __ o

35. No dejaría que nada se interpusiera en mi compromiso con __ o

36. Espero que mi amor por __ se mantenga durante el resto de mi vida.


37. Siempre sentiré una gran responsabilidad hacia __ o

38. Considero sólido mi compromiso con __ o

39. No puedo imaginar la ruptura de mi relación con __ o

40. Estoy seguro de mi amor por __ o

41. Considero mi relación con __ permanente.


42. Considero mi relación con una buena decisión.
43. Siento responsabilidad hacia __ o

44. Planeo continuar mi relación con __ o

45. Aun en los momentos en que resulta difícil tratar con -----' permanez-
co comprometido con nuestra relación.

Los items del 1 al 15 son para medir el componente de intimidad; del 16 al 30,
para medir el de pasión; y del 31 al 45, para medir el de decisión/compromiso.
Para obtener su puntuación, sume sus calificaciones para cada una de las
subescalas de componentes y divida el total por 15. Así obtendrá una
calificación promedio para cada ítem. (En la utilización de esta escala fuera
del contexto de este libro, los ítems aparecen ordenados al azar, en vez de
divididos por componentes, como aparecen aquí.)

ser llevada a un acercamiento o al menos al punto en que puede


comprender y respetar sus diferencias. Estas dos aplicaciones depen-
den de la escala para medir los componentes del amor.
La tabla 3.1 muestra un cuestionario que he utilizado para medir
el amor -La Escala Triangular del Amor de Sternberg-. En uno de
mis estudios, he buscado confirmar esta nueva escala, y simultánea-
mente, confirmar la teoría triangular. Los participantes en este
estudio fueron 101 adultos de la zona de New Haven, 50 hombres y 51
mujeres, que respondieron a un anuncio en el periódico local. Para ser
elegidos, los participantes debían ser mayores de 18 años, autodefi-
nirse como primordialmente heterosexuales y ser casados o estar
implicados en una relación sentimental con alguien. No era impres-
cindible que hubiesen participado en alguno de nuestros experimen-
tos anteriores. El rango de edad de los participantes oscilaba entre
dieciocho y setenta y uno, con una edad promedio de treinta y un años.
La duración de las relaciones sentimentales oscilaba entre 1 y 42
años, con un promedio de 6,3 años.
Los participantes del estudio aportaron algunos datos demográfi-
cos sobre ellos mismos, y luego llenaron un cuestionario de satisfac-
cion, en el cual se les requería evaluar en una escala del uno ("de
ningún modo") al nueve ("extremadamente") cuán satisfactoria, feliz,
reconfortante, próxima, importante, buena, personalmente inspira-
dora, emocionalmente íntima, pasional y comprometida era la rela-
ción sentimental en la que él o ella estaban involucrados. Los parti-
cipantes también cumplimentaron la Escala Triangular del Amor de
Stemberg (table 3.1) y las escalas de cariño y amor de Rubin.
Los sujetos calificaron dos veces cada uno de los enunciados de las
escalas: una vez en cuanto a lo característico de su relación (cómo
marchaban realmente las cosas); y luego, de acuerdo con el grado de
importancia que creían que ese enunciado tenía (a sujuicio) para que
la relación fuese ideal.
Las puntuaciones promedio para las calificaciones de caracterís-
ticas fueron 7,39 para la intimidad, 6,51 para la pasión, y 7,20 para
el compromiso. Las puntuaciones típicamente altas fueron 8,6; 8,2 y
8,7 para intimidad, pasión y compromiso, respectivamente. Las
puntuaciones bajas correspondientes fueron 6,2; 4,9 Y 5,7. Las pun-
tuaciones altas representan aproximadamente el 15 por ciento supe-
rior, y las puntuaciones bajas, el 15 por ciento inferior. La puntuación
promedio más baja para la pasión, comparada con la de la intimidad
y la del compromiso puede ser un reflejo de la duración media de las
relaciones -6,3 años- siendo la pasión el componente más difícil de
mantener. Las puntuaciones promedio para la calificación de la
importancia fueron levemente más altas que las de las características
-8,18; 6,75 y 7,64 para intimidad, pasión y compromiso, respectiva-
mente. Las puntuaciones bajas correspondientes fueron 7,4; 5,4 Y 6,5.
La puntuación total de satisfacción fue de 7,02, con una puntuación
máxima de 8,4 y una mínima de 5,6. En comparación, las escalas de
Amor y Cariño de Rubin obtuvieron un promedio de 6,87 y 6,79 en
características, pero fueron calificadas con puntuaciones levemente
menores en cuanto a la importancia (6,32 y 6,75, respectivamente).
Las diferencias entre los sexos no resultaron significativas, aun-
que hubo una edad promedio superior entre mujeres y hombres
(treinta y dos frente a treinta años de edad) y un mayor tiempo de
permanencia en la relación (6,8 frente a 5,7 años). Las mujeres
también tendieron a calificar las características con puntuaciones
más elevadas que los hombres, aunque para la importancia resultó al
revés. También es interesante el hecho de que la mayor disparidad
total entre las características y la importancia se encuentra en la
in timidad (para ambos sexos) y luego en el compromiso (para hombres
únicamente).
Utilicé la técnica estadística del análisis factorial con el fin de
determinar si la estructura subyacente del cuestionario era la que
esperábamos. En otras palabras, mientras que la teoría identifica la
intimidad, la pasión y la decisión-compromiso como componentes
principales del amor, no existe garantía de que estos tres componen-
tes sean los únicos, o de que las calificaciones asignadas por las
personas que rellenaron el cuestionario estén de acuerdo con la
estructura sugerida por la teoría. El análisis factorial constituye un
modo de determinar si el cuestionario realmente evalúa estos tres
componentes, o alguna otra cosa. El análisis factorial de las califica-
ciones de importancia y de características reveló tres factores, corres-
pondientes a compromiso, pasión e intimidad (el orden indica la
intensidad de los factores). La gran mayoría de los ítems evaluaron lo
que debían. Aunque en general los ítems funcionaron bien, algunos
(quince en tre cuarenta y cinco) no se ajustaron al modelo pronosticado
por la teoría triangular.
Consideremos otra cuestión acerca de la Escala Triangular del
Amor. ¿Hasta qué punto son capaces, en un promedio, los ítems de
una determinada subescala para un componente, de evaluar ese
componente? Cada uno de los componentes es supuestamente, rela-
tivamente coherente y distinto de los otros. Una medida denominada
confianza de consistencia interna indica hasta qué punto cada ítem de
una subescala determinada evalúa a un componente individual. La
confianza de consistencia interna de las subescalas de los tres compo-
nentes resultaron todas muy altas, indicando que los ítems evalúan
distintos atributos.
Con respecto al grado en que las calificaciones para un componen-
te pronostican las de otro, las correlaciones totales para las califica-
ciones de características resultaron más altas entre intimidad y
compromiso y entre compromiso y pasión y levemente más bajas entre
pasión e intimidad. El compromiso aparentemente pronostica los
niveles tanto de intimidad como de pasión; la intimidad, por otro lado,
es menos eficaz en cuanto al pronóstico de la pasión, particularmente
en las calificaciones de importancia.
Finalmente, consideremos la cuestión de cómo se corresponde mi
Escala Triangular de Amor con las Escalas de Cariño y Amor de
Rubin, y con cuánta precisión se refieren cada una de ellas a la
satisfacción según se la evalúa a través de la escala de satisfacción.
Las puntuaciones de intimidad, compromiso y pasión se correlacio-
nan totalmente de forma correcta con las escalas de Rubin, y en mayor
medida con la escala de Amor que con la de Cariño. La pasión se
correlaciona en forma ligeramente más correcta que los otros dos
componentes, especialmente con la escala del Amor. En cuanto al
pronóstico de la satisfacción en las relaciones sentimentales, las
puntuaciones de intimidad y pasión son las que se correlacionan con
más exactitud, seguidas por las de compromiso, y luego las escalas de
Amor y Cariño. La intimidad, en particular, pronostica la satisfacción
preferentemente en términos de felicidad, proximidad, compensación
y bienestar de la relación. En general, entonces, la Escala Triangular
del Amor pronostica la satisfacción total en forma más exacta que las
dos escalas de Rubin.
En suma, estos y otros datos técnicos aportaron un apoyo bastante
sólido para la teoría triangular del amor. La teoría no sólo es
intuitivamente plausible, sino que tiene sentido mediante los datos
empíricos. En consecuencia, podemos utilizar la teoría y la escala con
cierta confianza para la comprensión del amor en las relaciones
sentimentales, reconociendo que ni esta ni ninguna otra teoría podrá
responder a todas las posibles preguntas sobre el amor.

Las escalas de amor desarrolladas por mí mismo y por otros


investigadores en psicología revelaron ciertos aspectos del amor, pero
¿qué es lo que el amor representa realmente para las personas?
Probablemente, la manera más honesta de descubrirlo es preguntán-
doles -como ciertamente hicimos Michael Barnes y yo en un estudio
sobre las concepciones de las personas sobre el amor-o Primero,
preguntamos a varios adultos de la zona de New Haven (excluyendo
a los estudiantes universitarios) qué tipos de comportamiento consi-
deraban ellos como característicos del amor romántico. A diferencia
del enfoque de los estudios presentados en otras partes de este libro,
pedimos a los sujetos mismos que aportasen los ítems, en lugar de que
respondiesen a ítems preformulados, en un intento de evitar predis-
poner los resultados en favor de una teoría determinada, incluyendo
la teoría triangular. Después de clasificar una larga lista de ítems en
140diferentes comportamientos, les pedimos a 114 adultos de la zona
de New Haven -nuevamente, excluyendo a los estudiantes- que
calificaran cada comportamiento en una escala del 1 al 9 con respecto
a la importancia de cada uno en cuanto a su concepto del amor
romántico. Utilizando la técnica estadísticas del análisis factorial,
encontramos cuatro dimensiones básicas subyacentes a las nociones
de la gente.
La primera noción era bastante semejante al componente de
intimidad de la teoría triangular. Algunos de los comportamientos
principales, en orden de importancia, eran:

1. Ser amado por su pareja.


2. Saber con certeza que su pareja siempre estará presente si uno
la necesita.
3. Creer en la excelencia del otro y apoyarse mutuamente cuando es
necesario.
4. Hacer feliz al otro.
5. Tener una pareja considerada y sensible con respecto a las nece-
sidades de uno.
6. Confiar plenamente en su pareja.
7. Creer en el otro.
8. Tener un compañero que al mismo tiempo sea su mejor amigo.
9. Sentir que uno puede confiar en su compañero.
10. Sentir cariño por lo que se ha gestado entre los dos.
11. Vivir de la manera más plena y más reconfortante cuando uno
está con su compañero.
12. Disfrutar de estar emocionalmente próximo a su compañero.
13. Depender de su compañero para la comprensión y el apoyo.
14. Sentir que la relación tiene un buen futuro.
15. Confiar en la fidelidad del compañero.

Las conductas en esta dimensión ponen de relieve la comunica-


ción, el intercambio, la aceptación y el apoyo -exactamente lo
esencial del componente de intimidad de la teoría triangular. Pero las
personas distinguen entre diferentes aspectos de la intimidad, por-
que la segunda dimensión, aunque similar a la primera, parece ser un
aspecto especial de la intimidad: es decir, tener un compañero que sea
bueno para uno en particular. Las conductas esenciales de esta
dimensión son:

1. Tener un compañero que comprenda sus sentimientos y persona-


lidad.
2. Tener un compañero que le estimule intelectualmente.
3. Tener un compañero que favorezca sus puntos fuertes y le ayude
en sus puntos débiles.
4. Tener un compañero que esté atento a sus deseos.
5. Estar contento con cómo se siente uno con su compañero.
6. Tener un compañero que le permita tener tiempo libre para sí.
7. Trabajar juntos para que las cosas funcionen.
8. Tener un compañero que tenga compasión.
9. Sentirse cómodos, felices y tranquilos juntos.
10. Recibir sentimientos constantes de seguridad a través del cuida-
do de su compañero.
11. Ser honesto con su compañero.
12. Tener un compañero que tenga un buen sentido del humor y que
pueda reírse de sí mismo.

Pasando por alto la tercera dimensión por el momento, la cuarta


es aun más especial: tener un compañero y una relación verdadera-
mente especial. Las conductas esenciales son:

1. SeJ)tir que su compañero es especial.


2. Respetar a su compañero.
3. Tener un compañero que haga que uno se sienta especial.
4. Ser necesitado por su compañero.
5. Tener un compañero gentil y generoso.
6. Tener un compañero que trate de hacerle feliz.
7. Tratar de hacer feliz a su compañero.
8. Tratar al otro como a alguien especial.

Estos hallazgos sugieren algunos perfeccionamientos en la teoría


triangular. Estas tres dimensiones parecen referirse más bien a
distintos niveles que a distintos tipos de intimidad. Los aspectos
generales de la primera dimensión de la intimidad se aplican a
cualquier relación sentimental, mientras que la segunda se refiere a
aspectos que son particularmente buenos para la persona. Y la
tercera va aun más lejos -se refiere a aquellos aspectos de la
intimidad que hacen que la relación sea especial y quizás única. Esta
dimensión se refiere en especial a las cosas que hacen que una pareja
realmente unida se sienta próxima dentro de su alejamiento del resto
del mundo. Con respecto a los lazos que configuran la intimidad de
una pareja, distinguimos al menos tres niveles de intimidad: aquellos
que son buenos para cualquiera dentro de una relación sentimental,
aquellos que son especialmente buenos para la persona individual, y
aquellos que hacen que ambos miembros de una pareja sean únicos.
La tercera dimensión, que pasé por alto con el fin de analizar por
secuencias los niveles de intimidad, es una dimensión de pasión,
particularmente pasión sexual, e incluye los siguientes comporta-
mientos esenciales:

1. Tener un compañero sexualmente bueno.


2. Sentirse sexualmente atraído por su compañero.
3. Querer estar con su compañero más que con ninguna otra
persona.
4. Tener un compañero que le estimule sexualmente.
5. Estar sexualmente próximo a su compañero.
6. Experimentar mucha emoción al hacer el amor.

¿La ausencia de una dimensión de compromiso en nuestros aná-


lisis rechaza la teoría triangular? N o, porque el amor romántico, de
acuerdo con esta teoría, consiste en intimidad y pasión, pero no
necesariamente compromiso (el amor consumado incluye los tres).
Una peligrosa generalización surge de estas tres dimensiones: las
concepciones del amor se apoyan más en aquello que el compañero
puede hacer por uno que en lo que uno puede hacer por el compañero.
Semejante orientación "consumista" de la relación conducirá necesa-
riamente a repetidas decepciones, haciendo imposible sostener una
relación fuerte y recíproca de apoyo mutuo.
Uno necesita encontrar a alguien que no solamente tenga mucho
para ofrecerle, sino que pueda obtener inusuales beneficios de lo que
uno tiene para darle, y cuya recepción de ello haga que uno se sienta
bien con la relación y con uno mismo. En una relación, uno necesita
considerarse "productor" tanto como "consumidor".
Una segunda generalización importante es que una persona en
una relación puede no desear el mismo nivel de intimidad que su
compañero desea. Por ejemplo, uno puede buscar solamente el primer
nivel, pero su compañero puede buscar los tres, o viceversa. Una
frustración común en muchas relaciones es el deseo de uno de los
miembros de que la relación sea extra especial, mientras ....
que el otro
desea una relación menos próxima y probablemente más mundana.
Es importante, entonces, llegar a un equilibrio entre lo que uno desea
y lo que la otra persona puede dar.
José y Alicia habían estado saliendo juntos durante, aproximadamente,
tres meses. Ambos parecían felices en su relación, pero sus amigos percibieron
problemas. Alicia parecía estar mucho más comprometida que José. Una
noche, ella le confesó su amor y los planes que tema para un futuro juntos. José
se sintió aturdido. El no había hecho planes y no deseaba hacerlos. Le dijo a
Alicia que la quería, pero que no la amaba y que no creía que algún día lá
amase. Al día siguiente, José puso fin a la relación.

Este ejemplo ilustra algo de lo que muchos de nosotros somos


conscientes, a veces con dolor: querer y amar no son la misma cosa.
Querer, según el Webster's New World Dictionary, significa "cariño" o
"afecto" por el otro, mientras que amar o amor significa "intenso
afecto por o apego o devoción por una persona o personas", o un
"intenso, y generalmente pasional, afecto por una persona del sexo
opuesto".! Pero estas definiciones sólo rozan la superficie de lo que
significan el querer y el amar, y nos dan sólo una pequeña idea de la
forma en que ambas cosas se relacionan
Varios psicólogos han tenido diferentes ideas acerca del querer y
el amar y la relación entre ambos (véase figura 4.1), y estas ideas
serán tratadas en este capítulo.

Algunos estudiosos consideran el querer y el amar como cuantita-


tivamente diferentes: el amor es más que aquello que signifique
querer. La literatura de investigación apunta a la atracción
interpersonal como el ingrediente común. Según Ellen Berscheid, y
1. Enfoque de la diferencia cuantitativa

Nivel de atracción

~
Carilla Amor

88
B. Carilla y Amor como entidades entrelazadas

ES

Figura 4.1 Modelos alternativos de la relación


entre el cariño y el amor

Elaine Hatfield, dos renombradas psicólogas, la atracción interperso-


nal es la tendencia o la predisposición de un individuo a evaluar
positivamente a otra persona o a una representación de esa persona.2
Una representación puede ser cualquier cosa que nos recuerde a la
otra persona, o que de algún modo la evoque en nuestra mente. La
atracción tiene tres componentes: el cognitivo (pensamientos), el
afectivo (sentimientos) y el conductual (acciones).
Según esta visión, ¿cómo puede el querer convertirse en amar? O,
del mismo modo, ¿cómo es que a veces el amar "retrocede" al querer?
Existen varias escuelas de pensamiento en cuanto a este tema: la
teoría del refuerzo, la teoría del intercambio social, la teoría de la
igualdad, y las teorías de la consistencia cognitiva. Consideraré
primero la más antigua de estas teorías -la del refuerzo- que data
de principios de siglo.

Supongamos que nos presentan a alguien que inmediatamente


elogia algo que nos importa: nuestro aspecto, o nuestro cerebro, o
nuestros músculos, o lo que sea. Es muy factible que esa persona nos
guste más a causa del cumplido. En términos psicológicos, hemos sido
reforzados por esa persona, que ha incrementado nuestra atracción
hacia él (o ella). Desgraciadamente, existe una contrapartida al
refuerzo: el castigo. Suele suceder en las relaciones que alguien hace
algo que realmente nos duele. Esa acción -ya sea intencionada o
totalmente inconsciente- incrementa nuestra aversión hacia esa
persona. Este resultado, también, surge de la teoría del refuerzo. Lo
triste es que la aversión puede no desaparecer, aún después de haber
perdonado a la persona (si es que lo hacemos). La mayoría de los
refuerzos y de los castigos dentro de las relaciones interpersonales
son respuestas emocionales condicionadas sobre las cuales uno tiene
relativamente poco control consciente. Así, ver a alguien evoca cierta
respuesta, aunque no deseemos tener esa respuesta.
Por ejemplo, Nuria había terminado en un amargo divorcio con su
esposo David, que era cruel con ella. Para él, divorciarse significaba
quedarse con la mayor cantidad de cosas posible, aun a expensas de
la otra persona. Cuando todo terminó, David quiso olvidar el pasado
y ser amigo de Nuria. Pero, aunque ella pudo perdonarle, no podía
olvidar. Cada vez que lo veía, sentía un nudo en el estómago. David
no podía entender que, efectivamente, se había convertido en un
estímulo adverso, que Nuria trataba de evitar a toda costa.
La teoría del refuerzo, aunque a veces simplifica en extremo una
situación, suele aportar la explicación más simple y elegante de lo que
sucede en las relaciones interpersonales.
Los principios básicos del refuerzo, aunque aparentan ser obvios,
en realidad tienen explicaciones no tan obvias. Por ejemplo, una
persona que tiene una opinión negativa de sí misma, hallará senti-
mientos reforzadores que concuerden con los suyos. Irónicamente, se
sentirá más reforzada si alguien expresa acerca de ella una opinión
negativa que si expresa una opinión positiva, porque la opinión
negativa concuerda con la suya. Esto es exactamente lo que ocurrió
con una estudiante graduada que desconfiaba de cualquiera que la
elogiara, sospechando que tal persona debía tener un motivo oculto.
Estar junto a ella era muy frustrante, porque siempre lo colocaba a
uno en una situación de "no ganar".
Consideremos una segunda incidencia de la teoría del refuerzo,
una poderosa razón para que las cosas marchen mal en una relación.
Sabemos que las personas, en general, reaccionan con más fuerza
ante los comentarios negativos que ante los positivos. En las cartas de
recomendación, por ejemplo, los comentarios negativos generalmente
tienen más peso que los positivos. En las relaciones, también, los
castigos suelen tener más peso que las recompensas. Así, con el
tiempo, nuestra pareja puede llegar a tener más habilidad para
castigamos que para reforzamos positivamente. La promoción nega·
tiva puede muy bien exceder así a la positiva, y las relaciones pueden
resultar cada vez menos atractivas con el paso del tiempo.
Dos de los primeros teóricos del refuerzo de la atracción fueron
Albert y Bernice Lott.3 Según ellos, la atracción es una actitud
positiva hacia otra persona; el querer es una respuesta anticipada a
un logro, y la persona querida es alguien que actúa como reforzador
directo o indirecto. En otras palabras, uno encuentra que los atributos
de la otra persona son primariamente reforzadores; y debido a que la
otra persona posee continuamente esos atributos, esa persona se
toma secundariamente reforzadora.
Según los Lott, el querer a una persona vendrá motivado porque
uno se sienta reconfortado en su presencia (posibilitándole así conver-
tirse en un reforzador secundario). El condicionamiento puede tener
un cometido en el desarrollo del querer. Una interesante implicación
de esta visión es que uno puede llegar a querer a alguien no por lo que
la persona es, sino porque uno experimenta refuerzos positivos en su
presencia. De igual modo, podemos llegar a no querer a personas que
asociamos a circunstancias poco placenteras (matar al mensajero que
trae malas noticias, por ejemplo). Los Lott han realizado una inves-
tigación considerable para demostrar que uno llega a querer a
personas que están asociadas sólo circunstancialmente al refuerzo
positivo. Por ejemplo, los Lott descubrieron que los niños que son
sistemáticamente recompensados por sus maestros llegan a querer
más a sus compañeros que los niños que son ignorados o castigados
por sus maestros.4 La otra cara de la moneda es el descubrimiento de
William Griffitt y Russell Veitch de que la gente tiende a no querer a
los extraños que conoce en un ambiente caluroso y superpoblado, lejos
de sus personalidades reales.5
Este principio demuestra por qué es un error, en las relaciones,
postergar para mañana, o para el día siguiente la diversión que
podemos tener hoy. Resulta muy fácil poner una relación en segundo
plano mientras nos ocupamos de otros asuntos. El problema está en
que si no hacemos juntos las cosas que nos gustan, no tiene sentido
aferrarse a la relación. En efecto, si hacemos pocas cosas juntos, o
hacemos cosas que son esencialmente aburridas, nos aburriremos
pronto de la otra persona.
Una típica pareja de profesionales, Gerardo y Silvia, ambos
preocupados por su desarrollo profesional, se comprenden el uno al
otro en este aspecto, pero porque ambos desean las mismas cosas
-ser los mejores en su trabajo-. Parece ser que siempre alguno de
ellos está agobiado por su trabajo. Raramente tienen tiempo de hacer
cosas juntos, pero ambos han estado esperando --durante media
década- que "vengan épocas de menos trabajo". Hoy en día, parecen
haber olvidado cómo divertirse juntos y disfrutar uno del otro, y
obviamente están utilizando su trabajo para evitar el hecho de que su
relación se ha vuelto vacía. Ellos constituyen un buen ejemplo de
cómo el proceso puede cambiar el producto. Alguna vez consideraron
su crecimiento profesional como la meta de la felicidad mutua. Pero
su absorción en el terreno profesional les dejó poco espacio para el
terreno personal, y ahora parecen incapaces de recobrar 10 perdido.
Un punto de vista similar ha sido expresado por Gerald Clore y
Donn Byrne,6 quienes opinan que una experiencia reconfortante en
presencia de una persona crea una respuesta emocional positiva que
en su momento conduce a querer a esa persona. Su opinión deriva, en
parte, de la extensa investigación de Byrne, que indica que una
poderosa fuente de atracción es la similitud de opiniones.7 Según
Byme, la similitud de opiniones conduce a la atracción porque le
brinda a uno la evidencia independiente de la exactitud y el valor de
sus opiniones. Los hallazgos de Byrne sugieren que es la proporción
más que el número de opiniones compartidas con el otro lo que
conduce a la atracción. Según se teoría, la atracción hacia otra
persona puede ser calculada como una función del número de refuer-
zos positivos asociados con el otro, dividido por el número total de
refuerzos positivos y castigos asociados al otro. ¿Qué significa todo
ésto en términos prácticos? Por un lado, ayuda a explicar cómo los
recién llegados pueden amenazar las relaciones antiguas. Cuando
uno conoce a otra persona desde hace mucho tiempo, es probable que
uno conozca muchas de sus opiniones, y, casi inevitablemente, exis-
tirá un número regular de ellas que uno no comparte. En el caso de
una persona a la que apenas conocemos, conoceremos inicialmente
sólo algunas de sus opiniones, conocer un número sustancial de ellas
nos llevará un tiempo. Si en principio algunas de las opiniones de esa
persona no concuerdan con las nuestras, es probable que nos alejemos
de ella rápidamente, aunque sólo se trate de una pequeña parte del
conjunto total de opiniones de esa persona.
Sin embargo, supongamos que conocemos a una persona y descu-
brimos que inicialmente estamos de acuerdo con sus opiniones.
Aunque el número de concordancias puede ser pequefio, porque aún
no conocemos demasiado bien a esa persona, la proporción de concor-
dancias será elevada. jVoilá! Nos sentiremos atraídos. Esta reciente
atracción, sin embargo, puede no durar mucho. Si las opiniones
iniciales que conocemos concuerdan en su mayoría con las nuestras,
existe una alta probabilidad de obtener una muestra contaminada y,
a medida que conozcamos otras de las opiniones de esa persona, las
diferencias serán mayores de lo que esperábamos.
Según la opinión de Donn Byrne, el hacer cosas placenteras con
otra persona puede incrementar nuestro cariño por ella, aunque él o
ella no sean particularmente agradables. Por supuesto, muchas
clases diferentes de cosas pueden ser positivamente reforzadoras.
Sharon Brehm considera tres categorías principales de compensacio-
nes: las características intrínsecas de una persona, tales como belle-
za, sentido del humor, e inteligencia; el comportamiento de la persona
hacia uno, como ofrecer atención o consuelo sexual en momentos de
stress; y el acceso a los recursos externos garantizados por la otra
persona, como prestigio, dinero, y otras personas.8 Edna Foa y Uriel
Foa han propuesto además una teoría del recurso, según la cual los
recursos externos pueden ser caracterizados como pertenecientes a
seis tipos distintos: amur, servicios, bienes, dinero, información y
status.9
Las personas suelen tener dos creencias erróneas en cuanto a las
relaciones. La primera consiste en pensar que la otra persona valora
las mismas cosas que uno: si uno piensa que el amor es importante,
asume que el otro piensa lo mismo; o si uno piensa que el dinero es
importante, asume que lo es también para el otro. En realidad, uno no
deberíd asumir nada. Descubrir qué cosas valora la otra persona.
Pregu:ltarle, y también observar a qué tipos de compensaciones (y de
castigos) responde con más fuerza. La segunda creencia errónea es
que la otra personS\ valora --o debería valorar- en gran medida
aquellas cosas que uno posee cuantitativamente. Pero especialmente
cuando uno sale fuera de su propio círculo inmediato de amigos y
compañeros, es probable que descubra que la gente no responde
porque sus valores son diferentes de los propios.
En mi primera charla para un grupo de ejecutivos de negocios, mi
introductor mencionó una larga lista de credenciales académicas.
Observando al auditorio, pude comprobar que les había perdido antes
de haber comenzado. Ellos suponían que alguien interesante sólo
podía proceder de afuera de la "torre de marfil". No solamente no
valoraban las credenciales, sino que sospechaban de ellas. Hoy en día,
cuando me presento ante gente de negocios, hago que mi introductor
enfatice mi experiencia práctica, relacionada con los negocios, y paso
por alto la lista de credenciales académicas.
Este principio opera también a nivel individual. Por ejemplo,
cuando en una fiesta un hombre trató de impresionar a una mujer
mediante indicios de su bienestar económico, ella rápidamente se
excusó y ya no le habló durante el resto de la velada. El cometió el error
de asumir que ella valoraba lo mismo que él, en vez de antes averiguar
qué era lo que ~lla realmente valoraba.

Una aplicación más distendida de la teoría del refuerzo se expresa


en la teoría del intercambio social de George Homans, la cual ha
recibido influencias de las teorías del intercambio económico, así
como de la teoría del condicionamiento operativo de B. F. Skinner.1o
Según Homans, las personas tienden a maximizar las compensacio-
nes y a minimizar los castigos. Al mismo tiempo, el principio de
saciedad sostiene que cuanto más posee una persona de una cosa
determinada, menos valiosos serán los incrementos de la misma. Así
como mil dólares significan menos para un millonario que para un
pobre, el ser querido por alguien es menos valioso para una persona
que es casi universalmente querida que para una que generalmente
no lo es. El principio económico de la oferta y la demarlda también se
aplica a las relaciones sociales: la gente está más dispuesta a pagar
más por bienes escasos que por bienes abundanbs. En consecuencia,
uno puede estar más dispuesto a hacer grandes concesiones para
obtener las atenciones de otra persona si esa persona es única en las
atenciones o dones que tiene para ofrecer, que si esas atenciones o
dones pueden obtenerse fácilmente de otras personas.
La teoría de Homans tiene varias repercusiones importantes
sobre las relaciones interpersonales. La primera es que la gente desea
ser recompensada fundamentalmente en sus áreas de inseguridad.
Celia, por ejemplo, es una profesional extremadamente atractiva que
siempre es elogiada por su aspecto. El hombre a quien ella responderá
más probablemente no será aquel que elogie su aspecto, sino el que
elogie su trabajo profesional, un área en la cual ella se siente insegura.
Curiosamente, lo importante en este caso no es cuán buena es la
persona en un sentido objetivo, sino lo que la persona piensa de sí
misma.
Una segunda repercusión de la teoría de Homans puede resumirse
en un viejo refrán: en el país de los ciegos, el tuerto es rey. En una
situación competitiva, en el trabajo o en lo personal, las personas
tienden a acentuar aquello en lo que les va bien. La teoría de Homans
señala que esta actitud no es del todo correcta. Lo que uno necesita
acentuar es aquello en lo que a uno le va bien y a los demás no. En otras
palabras, lo que nos distingue de los demás. Javier, un médico, utiliza
correctamente este principio. Cuando conoce a alguien en una reu-
nión de médicos, ni siquiera se molesta en exagerar sus conocimientos
médicos, ni siquiera se molesta en exagerar sus conocimientos médi-
cos. Su opinión --correcta o incorrecta- es que, en primer lugar, las
mujeres que conozca supondrán que todos los médicos presentes en la
reunión son buenos, y que las diferencias son insignificantes; y, en
segundo lugar, que las mujeres que conocen médicos se preocupan
más por si éstos son huraños, avaros, egoístas y posiblemente adictos
al trabajo que por su competencia profesional. Javier, en consecuen-
cia, acentúa sus cualidades personales -las que él piensa que le
distinguirán de otros hombres ante los ojos de las mujeres que
conozca-o

La teoría de la igualdad deriva directamente de la teoría del


refuerzo, pero más directamente aun de la teoría del intercambio
social. Según Elaine Walster, William Walster y Ellen Berscheid,
probablemente los principales impulsores de la teoría de la iguladad
aplicada a las relaciones interpersonales, esta teoría puede ser
entendida en términos de cuatro proposiciones.ll Primero, los indivi-
duos intentan maximizar sus logros (o sea, las compensaciones menos
los castigos recibidos). Segundo, un grupo de personas puede maximi-
zar su compensación colectiva desarrollando un sistema acordado
para distribuir equitativamente las compensaciones disponibles y
sus costes entre los miembros del grupo. Tercero, cuando uno se
encuentra en una relación desigual, se siente atormentado, siendo el
grado de tormento proporcional a la desigualdad experimentada.
Finalmente, uno intentará eliminar ese tormento restableciendo la
igualdad en la relación: cuanto mayor sea la desigualdad experimen-
tada, mayor será el esfuerzo por reestablecer la igualdad.
Dentro del presente contexto, las personas se sentirán más atraí-
das hacia otras con las cuales tienen una relación más igualitaria. Se
sienten atraídas hacia personas que toman en proporción a lo que
dan. Los resultados de muchos experimentos dirigidos a probar la
teoría de la igualdad y a explorar sus implicaciones, en general la
avalan.12 Entre las interesantes implicaciones está la de que las
víctimas se sienten mejor si, al comunicarse con alguien que las ha
lastimado o explotado, minimizan la cantidad de daño que dicen
haber soportado. De otro modo, el causante del daño interpretará que
ellas han soportado tanto daño que la igualdad no puede volver a ser
restablecida, y luego podrán convencerse de que las víctimas real-
mente merecían el daño que ellos les hicieron. Los grupos explotados,
por supuesto, suelen ser inducidos a sentir que merecen el trato que
se les da -una sorprendente implicación de la teoría de la igualdad;
con el fin de restablecer la igualdad, los agresores se autoconvencen
de que los grupos explotados están siendo efectivamente tratados con
justicia.
La teoría de la igualdad tiene importantes incidencias en cuanto
a las relaciones. La primera y la más simple es que, a largo plazo, es
importante que ambos miembros de una pareja sientan que compen-
saciones (y castigos) en la relación son aproximadamente iguales. A
corto plazo, siempre existirán injusticias -por ejemplo, que una
persona se sacrifique por el trabajo de la otra. Pero lo que comienza
a destruir una relación es que sea siempre la misma persona la que
se sacrifica. A veces, uno de los miembros de la pareja puede pensar
que su carrera profesional es la más importante. Ambos miembros de
la pareja pueden estar de acuerdo en esto, por razones financieras o
de otro tipo. Pero si el que se sacrifica por la carrera del otro no es
recompensado en alguna otra forma, las deudas se acumularán, y
tarde o temprano ambos las pagarán. Una pareja que conozco se las
arregló para encontrar una solución razonablemente creativa para el
problema de los traslados laborales. El marido trabaja en una firma
de alta tecnología que tiende a trasladar muy frecuentemente a sus
empleados. El arreglo que concertó esta pareja fue que se traslada-
rían a otra localidad si así lo requería el trabajo del marido, pero que
la mujer elegiría la casa y el barrio. Cada uno tiene carácter de veto,
de modo que si la mujer no desea de ninguna manera volver a
trasladarse, no se mudan; y si el marido no puede soportar la casa o
el barrio, buscan otra cosa. Ninguno de ellos ha utilizado jamás el
poder del veto, pero el hecho de tenerlo les brinda a cada uno de ellos
una válvula de seguridad que aparentemente es necesaria para que
la relación continúe.
Otra implicación de la teoría de la igualdad es que cuando uno se
siente maltratado por su compañero, el echarle en cara continuamen-
te ese mal trato puede ser perjudicial. El miembro de la pareja que
siente que, a pesar de todos sus esfuerzos, la igualdad no puede ser
restablecida, probablemente se dará por vencido. Sergio y Elisa
habían estado casados durante siete años cuando Eiisa tuvo una
aventura. Sergio lo descubrió. Sólo había sido una aventura, pero
Sergio la utilizó como arma, trayéndola a colación cada vez que él y
Elisa discutían. Después de un tiempo, Sergio comenzó a recordar la
aventura cada vez que quería discutir con Elisa. Ella intentó, sin
éxito, que él dejara de hacerlo. El no quería. Ella le abandonó,
sintiendo que no era capaz de restablecer la igualdad a pesar de sus
esfuerzos.

La teoría de la igualdad es, en cierto sentido, un puente entre las


teorías del refuerzo, por un lado, y las teorías de la consistencia
cognitiva, por otro lado. Según las teorías de la consistencia cognitiva,
los individuos luchan por mantener sus concepciones psicológicamen-
te (aunque no necesariamente lógicamente) consistentes. Cuando
surgen inconsistencias en cuanto a las concepciones, las personas
luchan por restablecer la consistencia.
Las teorías de la consistencia cognitiva surgieron como respuesta
a los problemas planteados por las teorías del refuerzo. En su clásico
experimento sobre la disonancia cognitiva, León Festinger y J.
Merrill Carlsmith demostraron que uno puede llegar a disfrutar más
de una tarea cuanto menos le paguen por hacerlaP Dentro de un
contexto interpersonal, si uno está haciendo por otra persona cosas
que, en sí mismas, no son gratificantes, es probable que uno llegue a
la conclusión de que uno debe querer a esa persona, porque de otro
modo no podría estar haciéndolas. Interpretando de este modo la
situación, uno adquiere la consistencia cognitiva.
Una interpretación alternativa es la de la teoría de la autopercep-
ción de Daryl Bem, según la cual uno decide cómo es uno mismo
observando su propio comportamiento. Así, si uno está haciendo algo
no gratificante por otra persona, puede llegar a la conclusión de que
esa acción debe reflejar el cariño que uno siente por esa persona.a
Este resultado, por supuesto, parece estar en oposición directa con la
teoría del refuerzo. Aunque las teorías de la consistencia cognitiva
surgieron como reacción ante las inconsistencias de la teoría del
refuerzo, Berscheid ha señalado que ambas teorías tienen en común
la suposición, frecuentemente implícita, de que el individuo está
comprometido en una lucha por la supervivencia y el bienestar.16 Pero
las teorías difieren en la forma en que justifican la búsqueda del
individuo por lograr el bienestar.
Una interesante implicación de la teoría de la consistencia cogni-
tiva es que probablemente no sea una buena idea explícita y extrín-
secamente el recompensar a alguien cada vez que esa persona hace
algo. Ciertamente, el recompensar a alguien extrínsecamente con
dinero o con algún otro símbolo de gratitud puede minar su motiva-
ción intrínseca. Mi hijo de nueve años, Carlos, por ejemplo, cortaba el
eesped porque le gustaba hacerlo, y porque ello era un signo de sus
sentimientos hacia mí: si él lo hacía, yo no tenía que hacerlo. Sintién-
dome culpable porque él cortaba el cesped (error por parte mía),
comencé a pagarle por ello. Ahora, él sólo lo hará por dinero. Ya no le
gusta hacerlo, y ya no considera cortar el cesped un signo de su afecto
por mí. Por supuesto, el mismo principio se aplica a los niños en la
escuela o a los adultos en el trabajo. Otorgando categorías, promocio-
nes u otras recompensas, podemos minar la motivación intrínseca
que las personas tienen inicialmente para hacer una tarea, y conven-
cerlos realmente de que sólo la realizan por la recompensa.
En la teoría del balance de Fritz Heider, el cariño es uno de los dos
tipos de relación que puede existir entre las personas;16 él la denomina
relación de sentimiento. El otro tipo de relación es la relación de
unidad -la percepción de que dos o tres personas cualesquiera están
o no conectadas. La unidad depende de la percepción más que de
cualquier "verdad objetiva". Según Heider, las relaciones (ya sean de
sentimiento o de unidad) están equilibradas cuando se tienen senti-
mientos positivos hacia individuos u objetos con los que uno siente que
está en una relación de unidad, y sentimientos negativos hacia
aquellos con los que uno no siente que está en una relación de unidad.
Para cualquiera de las entidades (individuos u objetos), existe un
desequilibrio cuando existe un número impar de relaciones de senti-
miento negativo. Así, por ejemplo, si uno no quiere a alguien (senti-
miento negativo) que es querido (sentimiento positivo) por alguien a
quien uno quiere (sentimiento positivo), existe entonces un desequi-
librio, que uno intentará corregir llegando a querer más a la persona
que uno no quería, o llegando a no querer más a la que uno quería. Una
teoría relacionada es la de Theodore Newcomb, según la cual las
personas luchan por la simetría en sus relacionesP Hasta cierto
punto, la teoría de Newcomb puede ser considerada una generaliza-
ción en sentido colectivo de la teoría de Heider: cuando existe un
desequilibrio dentro de un grupo grande, uno o más de los miembros
del grupo intentarán reducir el desequilibrio modificando las percep-
ciones de las personas entre sí.
La teoría del balance de Heider explica por qué, en una relación,
cada uno de los amigos de una pareja puede ser importante para el
modo en que marcha la relación. Supongamos que uno no quiere a los
amigos de su compañero, pero sí quiere a su compañero. Según la
teoría del balance, esta situación le lleva a un estado de desequilibrio.
Uno puede permanecer en este estado. Pero es más probable que
intente lograr un equilibrio. Una manera de lograrlo es intentar
querer más a los amigos del compañero, lo cual probablemente sea lo
primero que uno intente. Pero otra manera es comenzar a querer
menos al compañero. Así se lograría un equilibrio, pero a expensas de
la relación.
Probablemente la más conocida de las teorías de la consistencia
cognitiva es la teoría de la disonancia cognitiva de León Festinger.18
Según esta teoría, las nociones son disonantes cuando son psicológi-
camente incompatibles o aparentemente contradictorias. Cuando
surge la disonancia, las personas tienden a eliminarla, o al menos a
reducirla. Un ensayo experimental de esta teoría produjo un resulta-
do acorde con la teoría de la igualdad: Keith Davis y Ned Jones
descubrieron que una persona inducida a hacer sufrir a otra por
motivos que nada tienen que ver con sus sentimientos hacia ella
llegará a no querer a esa persona con el fin de reducir la disonancia
resultante de dañar a alguien que no le desagrada.19 En otro famoso
experimento aplicando la teoría de la disonancia, Elliot Aronson y
Judson Mills descubrieron que el hecho de haber pasado por una
severa iniciación para unirse a un grupo llevaba a las mujeres a
querer más a ese grupo que si dicha iniciación era más suave, o no
existía iniciación alguna.20 En este caso, el efecto parecía ser el
resultado de una justificación del esfuerzo: si una mujer trabajaba
duramente para poder unirse al grupo, entonces, según ella, éste
debía ser un grupo al que valía la pena afiliarse.
He observado el funcionamiento de la teoría de la disonancia
dentro de las relaciones interpersonales laborales. Por ejemplo, Luis
se encontraba en la incómoda posición de tener que despedir a un
empleado que era además su amigo. Durante años, él había hablado
bien de éste personalmente, aunque tenía dudas en cuanto a su
competencia profesional. Sin embargo, en ese momento, comenzó a
atacar también personalmente al empleado, buscando así una justi-
ficación para lo que tenía que hacer, de un modo que era injusto para
el empleado. Por supuesto, lo mismo puede ocurrir fuera del ámbito
laboral. Yo mismo me encontré hablando con un hombre al que
apenas conocía acerca de cómo iba a decirle a su esposa que tenía una
amante. Se sentía obligado a decírselo. No esperaba que ella lo tomase
bien. Pero, mientras hablaba, comenzó a decir más y más cosas
negativas sobre ella, aparentemente intentando convencerse de que
ella era tan poca cosa que él realmente merecía tener una amante.
Estaba claro que nada de esto se le había ocurrido nunca anterior-
mente, y era poco probable que así fuera, porque según él mismo lo
había afirmado, era realmente feliz en su relación marital. Pero tenía
que desmerecer a su esposa para poder justificarse por lo que había
hecho.

Las nociones cuantitativas de la relación entre querer y amar son


menos aceptadas actualmente que en el pasado, (nuevamente, con la
advertencia de que las teorías analizadas en general no estaban
directamente dirigidas a la cuestión de cómo están relacionados el
querer y el amar). Existen varias razones por las cuales estas nociones
están menos en boga.
En primer lugar, tienden a referirse directamente a otras entida-
des -tales como la atracción interpersonal o los tipos de relaciones-
más que a los temas del cariño y el amor. Estas últimas entidades en
especial el amor, son más bien tratados como asuntos secundarios, y
con frecuencia parecen ser completamente ignorados.
En segundo lugar, las relaciones entre· los temas principales y los
secundarios a veces parecen perderse. ¿Ocurre siempre que mayores
refuerzos conducen a querer más, o podemos realmente llegar a
resentirnos a veces con las personas que tienen un gran poder de
reforzamos (o de castigamos)? ¿Y no es verdad que las relaciones
amorosas suelen ser, en apariencia, menos reforzadoras que las
relaciones cariñosas? Las peleas y confrontaciones de los enamorados
suelen ser mucho más dolorosas que los conflictos entre amigos.
En tercer lugar, como señala Elliott Aronson en su teoría de la
ganancia y la pérdida dentro de la atracción, a veces resulta extrema-
damente difícil especificar qué cosa constituye una gratificación
dentro de una relación determinada.21 El alimento de un hombre
puede ser el veneno de otro: por ejemplo, un determinado cosmético
usado por una mujer puede ser una compensación para un hombre y
un castigo para otro. Aronson y sus colegas han presentado una fuerte
evidencia para la dificultad de señalar qué cosas constituyen una
gratificación. Aronson, junto con Ben Willerman y Joanne Floyd,
descubrió que cuando una persona medianamente hábil comete una
torpeza social, queremos a esa persona menos que antes, pero cuando
una persona de habilidad superior comete una torpeza social, la
queremos más.22 Según la teoría de la ganancia y la pérdida, quere-
mos más a las personas que en un principio nos brindan pocas
gratificaciones, pero que van en aumento con el paso del tiempo, y no
a aquellas que simplemente nos brindan más gratificaciones. Inver-
samente, queremos menos a las personas que inicialmente nos
brindan muchas gratificaciones, que luego decrecen de forma consis-
tente pasado un tiempo. En resumen, la pregunta ¿qué cosas consti-
tuyen una gratificación? no puede ser respondida de una manera
simple o directa.
Finalmente, resulta mucho más clara la forma en que las teorías
basadas en el refuerzo se aplican al cariño más que al amor. La
experiencia personal y la investigación parecen indicar que el cariño
puede ser entendido, al menos en parte, en términos de proporción de
gratificaciones. Pero el amor parece no operar en absoluto de esta
forma. Existen muchos ejemplos del amor pasional en las que el
amante sólo recibe castigos.23 Por supuesto, uno podría definir estos
castigos, de alguna manera, como gratificantes, pero llegaríamos al
problema planteado por Aronson; la definición de gratificaci6n se
vuelve demasiado flexible como para que este concepto resulte útil.
Parecería, entonces, que las teorías que sostienen que el cariño y
el amor son cuestiones de grados pueden ser mejor comprendidas si
se aplican solamente a uno o más aspectos del cariño y del amor, y no
a cada entidad en su totalidad. Por ejemplo, las teorías parecen ser
más aplicables a las nociones de intercambio que a la intimidad en la
comunicación. Además, est:>s aspectos pueden no ser un elemento
principal del cariño y en especial del amor. La siguiente serie de
teorías -en su mayoría reacciones ante las teorías cuantitativas-
consideran el cariño y el amor cualitativamente distintos, más que
entidades cuantitativamente continuas.

EL CARIÑO Y EL AMOR
COMO CUALITATIV AMENTE DISTINTOS

Por los motivos que he señalado, algunos teóricos del cariño y del
amor se decepcionaron ante las teorías del refuerzo en general y en
particular ante las teorías sobre el cariño y el amor basadas en el
refuerzo. Otros teóricos nunca creyeron que el cariño y el amor
estuviesen en continuidad. Dentro de estos últimos se incluyen
quienes formularon las teorías clínicas, la teoría de los dos componen-
tes, la teoría de la interrupción, la teoría evolutiva y la teoría del
apego.

La mayoría de los teóricos clínicos sostiene que existe una discon-


tinuidad entre el cariño y el amor, pero han expresado más acerca del
amor que acerca del cariño. Freud, por ejemplo, consideró el amor en
términos de sexualidad sublimada. Como deseamos tener relaciones
sexuales con mayor frecuencia, con mayor cantidad de personas y en
mayor cantidad de lugares de lo que la sociedad en general u otras
personas en particular permiten, el amor es un modo de sublimar -
trayendo a un plano más elevado- nuestros deseos sexuales. Reca-
naliza, al menos, algunos de estos deseos en una forma socialmente
aceptable.
El amor adulto también ayuda a recanalizar las frustraciones
propias de la niñez, cuando los niños y las niñas se decepcionan al
descubrir que su deseo por el progenitor del sexo opuesto (1os comple-
jos de Edipo y de Electra, respectivamente) no puede ser satisfecho.
Después de este doloroso descubrimiento, que generalmente tiene
lugar alrededor de los seis años de edad, los niños entran en un
período latente, en el cual el deseo por el progenitor del sexo opuesto
se adormece. Herido por la percepción del rechazo por parte del
progenitor del sexo opuesto, el niño simplemente reprime todos sus
deseos sexuales. Durante el período de latencia, muchos niños no
quieren relacionarse con niñas, y viceversa.
Theodore Reik, por otro lado, consideró que el amor surge de la
insatisfacción con uno mismo y con su vida.24 Las personas buscan el
amor cuando la vida resulta decepcionante y cuando uno necesita a
otra persona para llenar el vacío. Uno busca la salvación en el amor,
así como mucha gente la busca en la religión, esperando encontrar en
otra persona la perfección que uno no puede hallar en sí mismo. Al
principio, uno puede pensar que la salvación está a su alcance. Al
inicio de una relación, la otra persona puede, efectivamente, ser justo
lo que uno estaba buscando, y el enamorarse equivale a ser salvado
-del resto del mundo y frecuentemente de uno mismo-. Pero final-
mente, casi siempre aparecerá la desilusión. Uno descubre dos cosas.
Primero, que la otra persona tiene defectos: uno no puede mantener
la ilusión de perfección ante la evidencia creciente de que la otra
persona en realidad no es perfecta. Segundo, ningún ser humano es
capaz de salvar a otro, ni siquiera al amor de su vida. Tal vez uno
mismo pueda salvarse, pero no puede esperar o pedírselo a otra
persona. En tal momento, uno tiene que ajustarse a una nueva clase
de amor o si no vivir con la eterna decepción de saber que uno no puede
lograr la salvación a través del amor de otra persona. Por supuesto,
algunas personas toman otro camino: intentan encontrar a otra
persona que les salve y vuelven a entrar en la dinámica de las
elevadas expectativas seguidas de decepciones.
Mientras que, por un lado, las personas pueden saber en un nivel
intelectual que nadie puede "salvar" a otro a través del amor, pueden,
por otro lado, tener dificultades para convencerse de ello en un nivel
emocional.
Según Melanie KIein, que tiene una visión similar a la de Reik, el
amor surge de la dependencia de una persona de otras personas para
la satisfacción de sus necesidades.25 Cierto grado de dependencia es
saludable, y las personas que no pueden permitirse ser dependientes
para nada, probablemente serán infelices. Oscar, por ejemplo, un
encumbrado abogado, es altamente dependiente de otras personas en
su vida profesional, delegando la preparación del material para sus
casos en los socios de su firma, y el procesamiento de datos, en sus
secretarias. Pero él nunca se permite ser dependiente de nadie en su
vida personal. Si no le gusta el modo en que otra persona actúa, puede
eliminarla de su vida de inmediato, y nunca más preocuparse por ella.
Las personas que conocen superficialmente a Oscar lo consideran una
persona muy fuerte. Pero en realidad es al revés. El se ha sentido
rechazado por casi todas las personas significativas de su vida. Su
padre murió cuando él tenía sólo ocho años. Su madre entró en un
círculo social y estaba demasiado ocupada como para estar con él,
especialmente después de su nuevo matrimonio. Sus dos esposas le
abandonaron. El se considera a sí mismo tan vulnerable que la única
forma en que puede protegerse es aislándose completamente de las
demás personas. No permitirá que le dañen nunca más, aun a
expensas de ser incapaz de acercarse a nadie.
El "amor-D" o "amor de deficiencia", de Abraham Maslow, es
similar al descrito por Reik y Klein, que surge de la necesidad de
seguridad y pertenencia.26 Ciertamente, el término "deficiencia"
constituye una caracterización adecuada para la mayor parte de estas
teorías, que consideran que el amor surge de una carencia personal.
El "amor-S" o "amor del ser", de Maslow, surge de las necesidades
emocionales más elevadas de una persona, en especial del deseo de
autorrealización y de realización de la otra persona.27 Esta clase de
amor representa para Maslow el tipo más elevado de plenitud per-
sonal.
Las teorías psicológicas son productos de una época. Así, la teoría
de Freud es considerada frecuentemente un reflejo de los tiempos
victorianos de los que él mismo era producto; y la de Maslow parece
muy adecuada a los años 60, la "era del yo", durante la que la
autorrealización era considerada por muchos como la meta del nivel
más elevado de bienestar emocional. Leyendo las descripciones de
Maslow sobre el amor, me pregunto si alguna pareja ha experimen-
tado alguna vez el tipo de amor completamente seguro, plácido y
despreocupado que él describe. Lo dudo, y sospecho que cualquiera
que realmente lo viviera, se aburriría rápidamente. La completa
autorrealización, para uno mismo y para el otro, puede ser una buena
meta, pero sospecho que la mayor parte del placer está en llegar hasta
ella, y que cualquiera que alguna vez haya alcanzado el estado
tranquilo y autosuficiente descrito por Maslow tendría dificultades
para ponerse en movimiento.
Erich Fromm, casi contemporáneo de Maslow, consideraba que el
amor surgía del cuidado, la responsabilidad y el conocimiento de otra
persona.28 A mí se me acusa a veces de hacer que el amor parezca
demasiado frío, racional y sensible. Pero creo que los teóricos que más
se ajustan a esa descripción son Maslow, con su "amor-S" y Fromm,
con sus nociones sobre el arte de amar. Resulta fácil especular con las
fuentes de la teoría de Fromm: él fue sorprendido y muy afectado por
la locura fascista de la Segunda Guerra Mundial. Para él, el amor era
un escape a aquella locura, el cuidado, la responsabilidad, el respeto
y la confianza parecían estar ausentes en ese mundo.
Recientemente, Dorothy Tennov ha introducido el concepto de
"embeleso" que supone tener pensamientos obsesivos con respecto a
otra persona, extrañarla desesperadamente y depender intensamen-
te de ella.29 Tennov parece referirse a aquello que Hatfield y Walster
denominaron amor romántico, un estado de intenso embeleso por el
otro, en el cual los enamorados desean a sus compañeros y desean
lograr el éxtasis y la plenitud completa a través de ellos.so Este es
ciertamente el tipo de amor que Stantón Peele considera adictivo, y
que Dennis de Rougemont y muchos otros obsevadores han conside-
rado como necesitado de obstáculos e impedimentos para poder
sobrevivir.31 El libro de Tennov, es en mi opinión, un clásico, insufi-
cientemente apreciado por los investigadores del amor, en parte
debido a que está escrito para un público popular. Demuestra, a
través de las calificaciones en ciertas entrevistas, las experiencias y
la angustia de aquellos que han estado envueltos en relaciones
amorosas pasionales, obsesivas, pero no correspondidas. Ciertamen-
te, la frustración parece ser necesaria para que la experiencia de
"embeleso" se mantenga. (Tennov planeaba continuar su libro me-
diante otro basado en investigaciones posteriores, más meticulosas,
pero la enfermedad le impidió continuar su investigación al ritmo
acostumbrado.)
Kenneth Livingston, otro investigador clínico del amor, se refiere
al amor como a un proceso de reducción incierta: una vez que la
incertidumbre se disipa, y no existen obstáculos para la consumación
del amor romántico, éste parece desvanecerse.32 El punto de vista de
Livingston, en mi opinión contiene un importante mensaje. Para que
el amor prospere, debe darse al menos algo de misterio --cierto grado
de duda acerca de lo que ocurrirá en cada momento-. No es una
coincidencia que los grandes seductores y seductoras de la historia
hayan mantenido cierto aire de misterio. Conocían de forma intuitiva
lo que los científicos han aprendido a través de la investigación: que
para que el amor se fortalezca, uno debe sentir siempre que está
aprendiendo cosas nuevas, haciendo cosas nuevas con su compañero,
sentir que la relación no se ha estancado.
Un punto de vista muy diferente pero también basado en la
investigación clínica es el de Scott Peck, quien no considera la pasión
como amor verdadero.33 Más bien, considera el amor en principio una
decisión, y posteriormente, un compromiso con esa decisión. Después
de la fuerte atracción física inicial en un romance, una pareja debe
situarse en la vida cotidiana que la convierte en un equipo; y cuando
llegan épocas difíciles, como ocurrirá inevitablemente, lo que hace
que la pareja las atraviese es el compromiso de cada uno con la
decisión de amar al otro. Mientras que Peck indudablemente tiene
razón en enfatizar la importancia del compromisc, pienso que le hace
poca justicia a la intimidad y en especial a la pasión, que alimentan
al compromiso. Cuando los tiempos se tornan difíciles, el compromiso
ayuda, pero también la intimidad y la pasión.

La teoría de los dos componentes


de amor pasional
Elaine Walster y Ellen Berscheid, como los teóricos clínicos, han
sostenido que el amor, o al menos el amor pasional, es cualitativamen-
te distinto del cariño (o el amor-compañerismo, que Walster y Bers-
cheid consideran una forma duradera del cariño dentro de una
relación sentimental de larga duración).34 Estas teorías se basan en
la teoría de la emoción de Stanley Schachter y Jerome Singer, según
la cual las emociones humanas dependen en gran medida de cómo uno
clasifique, de una forma circunstancial adecuada, el estímulo que uno
experimenta.35 (La teoría de Schachter y Singer se basa a su vez en la
teoría de la emoción de J ames- Lange.)36 Así, la reacción provocada por
un estímulo amenazante será experimentada como miedo, mientras
que la misma reacción experimentada en presencia del ser amado
será sentida comó deseo.
Según estos teóricos, entonces, la experiencia fisiológica objetiva
de ver una serpiente venenosa deslizándose hacia nosotros y pre-
parándose para atacar es, en esencia, la misma que la experiencia
objetiva de ver un miembro del sexo opuesto extremadamente atrac-
tivo caminando hacia nosotros con brillo en sus ojos. Lo que difiere es
la interpretación que uno le asigna a cada uno de estos hechos y, en
consecuencia, la experiencia ps5cológica subjetiva que uno tiene. La
diferencia dentro de la experienria psicológica tiene un claro valor de
supervivencia; en ella, el m~jor movimiento en el ~aso de la seTpiente,
~ es hacia el lado opuesto; mientras que en el caso del atractivo miembro
del sexo opuesto, existe al menos cierta ambigüedad respecto a ia
dirección en la que uno debería moverse.
Una teoría de la "interrupción"
sobre la emoción en el amor
Recientemente, Ellen Bersheid ha propuesto una nueva teoría de
la emoción en las relaciones sentimentales, basada en la te ría de la
emoción de George Mandler.37 Según Berscheid, uno siente emoción
en una relación sentimental hasta el momento en que una interrup-
ción de cualquier tipo dentro de la relación (por ejemplo, el descubrir
que la esposa tiene una aventura) detiene el logro de los propios
objetivos o deseos para esa relación (por ejemplo, el deseo de exclusi-
vidad sexual dentro del matrimonio). Al inicio de una relación, cuando
aún existe mucha incertidumbre, el número de interrupciones es
probablemente sustancial. Pasado un tiempo, al decrecer la incerti-
dumbre, también decrece el número de interrupciones, y también
somos menos susceptibles de sentir emoción en una relación senti-
mental. Al ser el amor romántico dependiente de la propia experien-
cia emocional-y casi con certeza lo es, hasta cierto punto- el amor
romántico es difícil de mantener a largo plazo.
Nótese que el punto de vista de Berscheid es similar al de
Livingston. Para mantener con vida una relación, uno necesita un
toque de incertidumbre o dificultad. Conozco a una pareja que luchó
duramente para conseguir todo lo que quería. Ellos eran sorprenden-
temente triunfadores, alcanzando los principales objetivos de sus
vidas alrededor de los treinta y cinco años. Sus amigos sentían envidia
-hasta el momento en que se separaron-o Habían llegado a un
punto en el que ya no sabían qué hacer con sus vidas o cómo lograr que
éstas fueran interesantes, y sospecho que la solución que hallaron
para su problema fue separarse para generar algún interés en sus
vidas. Lo que llevaron a cabo, aunque mediante un amargo divorcio
en lugar de descubriendo cosas para realizar juntos. Ganaron, final-
mente, enfrentándose el uno al otro, la batalla contra el aburrimiento
que no pudieron ganar trabajando juntos.

La teoría de la evolución fue inicialmente aplicada, por supuesto,


a las especies biológicas. Una cuestión fundamental planteada por
esta teoría es el origen del ser humano. La hipótesis evolutiva explica
que, a través de un proceso de selección natural, sobrevivieron las
especies que fueron capaces de adaptarse al entorno, y sucumbieron
las que no pudieron hacerlo. Con el paso del tiempo, las fuerzas
selectivas favorecieron a algunas especies sobre otras. Las nuevas
especies evolucionaron a través de mutaciones principalmente fortui-
tas, la mayor parte de ellas obstaculizaron la capacidad de adaptación
de los mutantes. Pero de vez en cuando, tendría lugar una mutación
favorable, otorgando al mutante una ventaja sobre las especies
existentes. Por último, los seres humanos evolucionaron y fueron
favorablemente dotados para la adaptación al entorno.
Durante el siglo diecinueve, se intentó aplicar la teoría de la
evolución a la esfera social, así como a la biológica, pero el "darwinis-
mo social" demostró ser poco más que una apología del orden social
imperante. Teniendo poco que aportar, el movimiento se extinguió.
En tomo a la década pasada, se intentó nuevamente utilizar la
teoría evolutiva en la esfera social, bajo la denominación de sociobio-
logía. Uno de los exponentes de este punto de vista, el psicólogo Glenn
Wilson, propuso una hipótesis evolutiva del cariño y del amor que
utiliza un marco sociobiológico para comprender cada entidad, pero
en especial el amor.38 La sociobiología es esencialmente el estudio de
la evolución biológica del comportamiento social. Wilson sugiere que
el amor adulto es un producto de al menos tres instintos principales
que, para los sociobiólogos, forman parte de la vida humana así como
también forman parte de la vida de otras especies.39
El primer instinto es la necesidad del niño de ser protegido, ya sea
por sus padres o por los sustitutos de éstos. Wilson sugiere que la
función evolutiva del apego es primariamente la de la protección de
los predadores; y que, ciertamente, las personas -tanto niños como
adultos- tienden principalmente a buscar el apego cuando son
amenazados por el entorno. Observamos esta tendencia en las gue-
rras, por ejemplo, cuando las naciones sitiadas buscan aliados; o en la
gente que, amenazada por una acción legal, busca abogados; o en
familias que, cuando uno de los miembros está en algún tipo de apuro,
se agrupan a su alrededor, aun a pesar de que en el pasado no hayan
tenido demasiado contacto. La tragedia puede unir a las parejas así
como a las familias, aunque una gran desgracia también puede
destruir una pareja o una familia.
Wilson sugiere una analogía aproximada entre el apego que John
Bowlby ha estudiado en los niños y el apego que puede ser observado
en los adultos enamorados.40 Bowlby observó la tendencia del niño a
buscar -a apegarse- a la madre como forma de seguridad y como
refugio ante el peligro. Wilson opina que, siendo niños, los seres
humanos reciben la influencia de sus padres, y que más tarde, siendo
adultos, tienden a enamorarse de personas que les recuerden a sus
padres en ciertos aspectos básicos. El sugiere que los hombres son
particularmente susceptibles a la influencia visual, de modo que
pueden incluso llegar a buscar amantes que se parezcan ñsicamente
a sus madres de forma significativa. Es sabido que las ratas macho
influidas desde el nacimiento por un olor particular de su madre, años
más tarde preferirán a las ratas hembras que huelan como su madre.
y los hombres suelen descubrir que, a medida que llegan a conocer
mejor a las mujeres que les atraen, encuentran más similitudes con
sus madres.
El segundo instinto básico -en algunos aspectos, el reverso de la
moneda- es el instinto de protección paterna. Uno no solamente
busca ser protegido por su compañero, sino que además quiere
protegerlo a él. Así, sostiene Wilson, los hombres suelen sentirse
atraídos por mujeres que en cierto modo se parecen a los niños, por
ejemplo, que tienen ojos grandes y piel suave. Estos hombres descri-
ben a sus compañeras como dulces y mimosas, utilizan diminutivos
como sobrenombres, y suelen hablar como niños en los momentos
íntimos. Las mujeres, también, suelen disfrutar de los "aspectos
infantiles" de sus novios y esposos y utilizar diminutivos como
sobrenombres. La función evolutiva es la protección que uno ofrece al
otro, y, a través de ella, a los hijos que puedan ser fruto de la relación.
El tercer tipo de instinto sexual. Wilson sugiere que la influencia
sexual se desarrolla alrededor de los tres o cuatro años, y que la
orientación sexual también surge en ese momento. Generalmente,
aunque no siempre, la influencia se realiza sobre un miembro del sexo
opuesto.
Wilson opina que los hombres son fundamentalmente polígamos,
"constructores de harenes", cuya inclinación natural es formar unio-
nes sexuales de poca duración. En la elección de compañeras sexua-
les, los hombres tienden a ser menos selectivos que las mujeres
porque ellos pueden esparcir sus gene s con relativa facilidad a través
de la unión sexual, y pueden continuar haciéndolo durante gran parte
de su vida adulta. Las mujeres tienden a ser más selectivas porque
tienen oportunidades limitadas de esparcir sus genes. Ellas ovulan
una vez al mes, y sólo antes de la menopausia, y pueden ser fecunda-
das solamente una vez al año, mientras que casi no existe un límite
para el número de mujeres que un hombre puede fecundar, incluso en
un corto período de tiempo. Para las mujeres, teniendo en cuenta sus
limitadas oportunidades, su mejor propósito con tal de tener los
mejores hijos posibles -genéticamente- es ser muy cuidadosas en la
elección del hombre con el que se unen, y también en la elección del
momento de la unión. Wilson remarca que nuestra civilización es una
excepción, entre las civilizaciones humanas, en su tendencia a la
monogamia, y que dos fuerzas -un sentido de moralidad y justicia,
y condiciones estables de vida para padres e hijos- nos impulsan en
esta dirección. Por ejemplo, los niños poseen un entorno más estable
dentro de un hogar convencional que cuando pasan el tiempo con uno
de los padres, de un amante a otro.
La función última del amor romántico, desde un punto de vista
evolutivo, es la propagación de la especie a través del acto sexual. El
amor romántico, señala Wilson, no dura mucho; y si ésta fuese la
única fuerza que mantiene unidas a las parejas, sería ciertamente
difícil asegurar que los niños son criados de una manera que les
permite desarrollarse en todo su potencial,41 El amor-compañerismo,
o simplemente el cariño, suele ayudar a que una pareja se mantenga
unida y críe a sus hijos después de que se ha acabado el amor
romántico. Pero Wilson enfatiza el hecho de que él no cree que las
relaciones de larga duración sean, evolutivamente, el estado natural
para los seres humanos. Ciertamente, muchas parejas se separan
cuando sus hijos han crecido. La mayor incondicionalidad de nuestro
amor por nuestros hijos tiene sentido evolutivo si consideramos la
mayor necesidad que tiene el niño frente al adulto de que su padre
permanezca junto a él en sus primeros años. Ciertamente, al menos
para algunos padres, algo de esa incondicionalidad se diluye al crecer
el niño y no ser tan básicamente dependiente del padre.
Aunque Wilson no especifica las funciones evolutivas del cariño
fuera del vínculo de pareja heterosexual, está claro que el cariño no
conduce generalmente a la procreación y, en consecuencia, a la
continuidad de los propios genes. Dentro del vínculo de pareja
heterosexual, sin embargo, el cariño puede ayudar a que una pareja
se mantenga unida y, así, disponible para los hijos necesitados, una
vez concluido el amor romántico.
La teoría de Wilson constituye un audaz intento de situar el amor
dentro del marco sociobiológico. Obviamente, no responde a todos los
interrogante s sobre el amor. Al mismo tiempo, ofrece respuestas que
ninguna otra teoría sobre el amor ha podido ofrecer: por ejemplo, por
qué el amor por los niños pequeños parece tener un tipo de incondi-
cionalidad que está ausente en otros tipos de amor; y por qué los bebés
nos resultan guapos, aun cuando según algunos parámetros, puedan
parecer feos. Evidentemente, el hecho de que la gente considere a los
bebés más gl1apos que feos entraña un valor de supervivencia para la
especie. Aunque la teoría de Wilson aún no ha tenido éxito entre los
investigadores del amor, y no es citada frecuentemente ni muy
conocida, yo pienso que al fin logrará un reconocimiento.
En un interesante estudio acerca de las concepciones de las
personas sobre el amor motivado por un punto de vista sociobiológico
del amor, David Buss, de la Universidad de Michigan solicitó a cien
estudiantes universitarios que "pensaran en personas de su mismo
sexo, que ellos conocieran, que hubieran estado, o estuvieran general-
mente enamoradas. Pensando en esos invididuos, debían indicar por
escrito cinco acciones o comportamientos realizados por ellos (o que
podrían realizar) que reflejaran o ejemplificaran su amor".
En un segundo estudio, se les pidió a cuarente estudiantes que
clasificaran cuánto se aproximaba cada uno de los 115 "actos de amor"
así obtenidos al concepto de amor. Debido a que en el estudio de Buss,
así como en el nuestro, fueron juristas y no psicólogos quienes
eligieron los comportamientos clasificados, los comportamientos
obtenidos resultaron "libres de teoría" con respecto a los preconceptos
de los psicólogos acerca de lo que debía ser enumerado o clasificado.42
Las clasificaciones se hicieron en base a una escala de siete
puntos. Consideremos los primeros quince actos de amor según las
clasificaciones. Los comportamientos se enumeran en orden decre-
ciente según su importancia:

1. Ella aceptó casarse con él.


2. Ella le fue fiel mientras estuvieron separados durante más de un
mes.
3. Ella llamaba por teléfono cuando se sentía deprimida.
4. El canceló sus planes para poder estar junto a ella cuando se
sentía mal.
5. Ella dejó de salir con otros hombres por él.
6. Ella le esc~.:Jlaba con devoción cuando él le contaba sus proble-
mas.
7. El no aprovechó la oportunidad de sexo que tuvo con otra persona.
8. El le dijo que quería casarse con ella.
9. Ella le defendió cuando otra persona le criticó.
10. Ella le dijo "Te amo".
11. El soportó los "malos días" de ella.
12. El le dijo que quería tener hijos con ella.
13. El le habló sobre matrimonio y sobre el futuro.
14. Ella le cuidó cuando él estaba enfermo.
15. Ella le contó sus problemas personales.
Existen dos diferencias fundamentales entre el estudio de Buss y
el que realizamos Michael Barnes y yo (véase capítulo 3).
En primer lugar, los participantes de nuestro estudio eran mayo-
res, mientras que Buss encuestó a estudiantes universitarios, que
típicamente parecen estar más interesados en comprometerse y
casarse. Una segunda diferencia, más fundamental, se refiere a qué
era lo que los participantes estaban clasificando realmente. En nues-
tro estudio, estaban clasificando el amor romántico; mientras que en
el estudio de Buss, estaban clasificando el "estar enamorados", lo que,
al menos para muchas personas, parece aproximarse tanto a la noción
de amor consumado como a la de amor romántico. En cualquiera de
las dos ocasiones, la decisión y el compromiso tienen un papel
decididamente más importante en los datos de Buss que en los
nuestros, un hallazgo coincidente con el hecho de que los participan-
tes del estudio de Buss estaban clasificando el amor consumado. La
decisión-compromiso estaba expresada en ciertos enunciados, no
todos ellos ilustrados en la precedente enumeración parcial: "Ella
aceptó casarse con él", "Ella le fue fiel mientras estuvieron separados
durante más de un mes", "Ella dejó de salir con otros hombres por él",
"El le habló sobre matrimonio y sobre el futuro", y "Ella le dio un anillo
simbólico". La intimidad está reflejada en comportamientos tales
como: "El la llamaba por teléfono cuando estaba deprimida", "El
canceló sus planes para poder estar junto a ella cuando se sentía mal",
"Ella le escuchaba con devoción cuando él le contaba sus problemas",
y "Ella le contó sus problemas personales". La pasión está reflejada en
comportamientos tales como: "Ella no podía dormir pensando en él",
"Ella miró a los ojos", "Ella le escribió un poema", "El le escribió una
carta de amor", y "El le hizo el amor".
Mientras que yo he discutido los datos de Buss en relación a sus
implicaciones en la teoría triangular, Buss mismo toma una perspec-
tiva evolutiva del amor. (Muchos de los comportamientos relevantes
para el marco evolutivo no aparecieron, sin embargo, dentro de las
quince primeras enumeraciones anteriores, sin.o que más bien apare-
cieron dentro de las últimas.) Permítanme ahora considerar los datos
de Buss desde una perspectiva evolutiva, similar a la de Glenn
Wilson. A Buss le interesa la forma en que el amor puede promover
la propagación de las especies, y cita ocho objetivos aproximados de
los actos de amor, todos tendentes a un mayor éxito reproductivo.
1.Despliegue de recursos. El éxito reproductivo será mayor si tanto
la mujer como el hombre pueden hallar un compañero con mayores
recursos para ofrecer. En muchas sociedades, un recurso principal del
hombre es su éxito financiero, que ayuda a asegurar el bienestar de
su descendencia. Un recurso principal de la mujer es su atractivo, el
cual, según ha demostrado la investigación, aumenta el prestigio del
hombre.
2. Exclusividad. Fidelidad y cuidado del compañero. En muchas
especies, el macho y la hembra protegen al compañero del interés
sexual de terceros -nuevamente, por una razón evolutiva-o La hem-
bra tiene un especial interés en que el macho no tenga hijos con otras
hembras, por temor a que su descendencia se vea privada de los
recursos del hombre. El macho tiene un especial interés en cuidar a
la hembra porque si ella es fecundada por otro macho, esto impedirá
que la fecunde él mismo. Así, la fidelidad encaja dentro del marco
evolutivo.
3. Apoyo mutuo y proteccwn. Debido a que los hijos dependen de
sus padres en cuanto al alimento y a muchos otros tipos de apoyo, se
beneficiarán si los padres se apoyan y se protegen el uno al otro.
4. Compromiso y matrimonio. Ante la pregunta de por qué, dado
que las tasas de divorcio son tan altas, debe uno preocuparse por el
matrimonio, existe nuevamente una respuesta evolutiva. Los hijos
que proceden de hogares estables tienen mayores probabilidades de
crecer y desarrollarse. Y, ciertamente, muchas parejas permanecen
unidas "por el bien de los hijos". Por supuesto, un hogar con ambos
padres puede resultar más inestable y destruido que uno con uno solo
de ellos, pero el matrimonio ayuda a asegurarse de que no se
producirá un abandono de forma arbitraria. Ciertamente, casi todas
las sociedades tienen costumbres y leyes que hacen que el abandono
sea, al menos, un poco difícil.
5. Intimidad sexual. Debido a que, desde un punto de vista
evolutivo, el objetivo de la intimidad sexual es la reproducción de las
especies, la reproducción es una meta a corto plazo de los actos de
amor.
6. Compartir los recursos. El compartir los recursos puede ser
considerado una forma de protección y apoyo mutuos, en cuanto a que
mejora el entorno en el que son educados los hijos.
7. Investidura paterna. La investidura paterna de los hijos es
necesaria para que éstos crezcan y se desarrollen y, en última
instancia, tengan éxito a la hora de reproducirse ellos mismos.
La teoría de Buss y la mía propia son básicamente compatibles,
pero mi teoría se interesa por la estructura interna del amor -¿qué
es el amor?- mientras que la de Buss se interesa por la función
evolutiva del amor -por qué el amor es como es-o Cuando nació mi
primer hijo, estuve presente en el parto, y experimenté lo más cercano
a una "experiencia de conversión", habiendo sentido anteriormente
cierta ambivalencia. Instantáneamente, sentí por el niño un amor y
un vínculo que jamás creí que pudiera sentir. Volví a tener la misma
experiencia cuando nació mi hija, diecisiete meses después. El com-
prender la teoría evolutiva me ayuda a comprender por qué tuve esas
experiencias, sin despreciar en lo más mínimo los sentimientos que
tenía en ese momento y los que tengo ahora. Y, ciertamente, creo que
existe una realidad importante en esto: el comprender el amor no
minimiza su poder emocional, sino que más bien, lo aumenta.

Glenn Wilson, como he señalado, vincula el amor romántico con el


apego y desarrolla este vínculo dentro de un marco evolutivo.43 Philip
Shaver y Cindy Hazan han ampliado en gran medida este concepto
del amor como procedente del apego infantil, y han propuesto una
teoría del amor romántico como apego.44 Como Wilson, toman el
concepto de apego de Bowlby, pero lo extienden demostrando que los
estilos de amor, romántico corresponden a estilos de apego de los niños
por sus madres, tal como se explica en la teoría de los estilos de apego
propuesta por Mary Ainsworth.45
Ainsworth observó que los niños, cuando son separados de sus
madres y colocados en una situación extraña con alguien desconocido
para ellos, tienden a reaccionar en una de estas tres formas diferen-
tes. Los niños seguros pueden tolerar separaciones breves y luego se
alegran cuando la madre regresa; parecen confiar en que su madre
volverá. Los niños esquivos parecen relativamente despreocupados,
por el regreso de su madre; parecen estar más distantes de ellas y
confiar menos en ellas. Los niños ansiosos-ambivalentes tienen gran
dificultad en tolerar la separación, y se aferran a su madre cuando
ésta regresa.
Según Shaver y Hazan, los enamorados románticos tienden a
adoptar uno de esos tres estilos diferentes dentro de una relación. El
estilo que adopta una persona es una cuestión de diferencias indivi-
duales, y deriva en parte del tipo de apego que uno ha sentido por su
madre de niño. Los enamorados seguros tienen una relativa facilidad
para acercarse a otros. También se sienten cómodos dependiendo de
otros y teniendo a otros que dependan de ellos. No se preocupan por
ser abandonados o por si alguien se acerca demasiado a ellos. Los ena-
morados esquivos se sienten incómodos estando cerca de otras
personas. Tienen dificultades para confiar completamente en
otras personas y para permitirse depender de otras personas. Se
ponen nerviosos cuando alguien se les acerca demasiado, y suelen
sentir que sus compañeros desean una mayor intimidad de la que a
ellos les resulta cómoda. Los enamorados ansiosos-ambivalentes
sienten que los demás se resisten a estar tan cerca de ellos como ellos
desearían. Suelen temer que sus compafieros no les amen realmente
o que no deseen permanecer con ellos. Desean fundirse completamen-
te con otra persona -un deseo que a veces espanta a los demás-. En
su investigación, Shaver y Hazan comprobaron que alrededor de un
53 por ciento de los sujetos eran seguros, un 26 por ciento, esquivos,
y un 20 por ciento, ansiosos-ambivalentes, proporciones que corres-
ponden aproximadamente a aquellos tres tipos de relaciones infanti-
les de apego.
La noción de apego puede explicar ciertos fenómenos empíricos en
términos de la teoría del desarrollo. Por ejemplo, la disminución de la
pasión puede ser interpretada como el desarrollo de un apego de
creciente seguridad, con su consecuente reducción de la incertidum-
bre.46 La entidad "embeleso" de Tennov se considera en gran medida
una función del estilo de apego, y de este modo la teoría de Shaver-
Hazan explica las diferencias individuales en la predisposición al
"embeleso" observada por Tennov.47 En general, la teoría del apego es
un avance importante en la comprensión del amor.

Mientras que las teorías del refuerzo y de la consistencia cognitiva


tienen mucho que decir sobre el carifio pero poco sobre el amor, las
nociones cualitativas tienen mucho que decir sobre el amor y poco
sobre el carifio. Más aun, se concentran en lo que Hatfield y Walster
denominan "amor pasional", y no sobre el "amor-compañerismo".48
Otra limitación es la debilidad de la evidencia que sostiene la mayor
parte de estas teorías, qU&han sido objeto de una comprobación
empírica escasa o indirecta. Finalmente, estas teorías parecen ser
excesivas simplificaciones de los mecanismos subyacentes al amor,
así como también lo son las teorías del refuerzo y de la consistencia
cognitiva. La investigación reciente sugiere, por ejemplo, que el des-
pertar psicofisiológico en realidad difiere de una emoción a otra.49 En
consecuencia, parece poco probable que el amor sea meramente una
etiqueta para un conjunto de respuestas psicofisiológicas que tam-
bién podrían ser llamadas miedo, enfado u odio. Del mismo modo, el
amor pasional parece ser algo más que un intento de llenar un vacío
dentro de uno mismo, ya que aun las personas que poseen una elevada
autoestima pueden enamorarse apasionadamente. Las siguientes
teorías consideran el amor un fenómeno más complejo e intentan
describirlo de un modo más complejo.

Algunos teóricos han considerado el cariño y el amor como cuali-


tativamente distintos, pero sin embargo entrelazados. Dos de estos
enfoques son la teoría psicométrica y la teoría de los vínculos.

Como he señalado en el capítulo 1, una forma de comprender el


amor es realizar cierta investigación preliminar sobre lo que es,
construir una escala para medirlo, y luego, definirlo -operativamen-
te- como aquello que la escala mide. Mientras se ha utilizado este
enfoque, con resultados diversos, para estudiar la inteligencia, los
resultados han sido mejores dentro del campo del amor, debido a que
la primera persona que utilizó seriamente este enfoque psicométrico
-Zick Rubin- es un psicólogo muy competente.
Rubin era estudiante graduado en la Universidad de Michigan
cuando comenzó sus estudios sobre la forma de medir el amor, y los
continuó más tarde en Harvard y luego en Brandeis. El generó la
primera teoría sobre cariño y amor con base psicométrica.50· Rubin
utilizó el análisis factorial y otros métodos relativos para obtener dos
escalas: la Escala del Cariño y la Escala del Amor. El análisis
factorial, como se señaló anteriormente, es una técnica estadística
para descubrir las fuentes latentes de las diferencias individuales
entre las personas, que subyacen en las clasificaciones de un conjunto
de tests.
En primer lugar, Rubin propuso aproximadamente ochenta ítems
que medían una variedad de- sentimientos que una persona podía
expresar hacia otra. Luego, solicitó a 198 estudiantes que respondie-
ran a cada ítem en términos de lo que sentirían hacia un novio o hacia
una novia, por un lado, y hacia un amigo platónico del sexo opuesto,
por otro lado. Rubin utilizó su análisis factorial para seleccionar
aquellos ítems que resultaran especialmente característicos del amor
o del carifio. Corno resultado, surgieron dos escalas de trece ítems.
Rubin sugirió que los ítems de la Escala del Amor podían ser
considerados corno pertenecientes a tres constelaciones distintas.51
Así, propuso una teoría del amor de tres componentes, aunque estos
componentes no estaban estrictamente basados en el análisis facto-
rial. Algunos ítems miden la necesidad dependiente de la otra persona
(por ejemplo, "Si yo jamás pudiera estar con ..., me sentiría desgracia-
do."). Otros miden la predisposición a ayudar a la otra persona ("Si...
se sintiera mal, mi deber principal sería darle ánimo. "). Y otros miden
la exclusividad y la posesividad ("Yo me siento muy posesivo
hacia ... ").
La Escala del Cariño contiene ítems que miden atributos más
afines a la amistad. Sin embargo, Rubin no propone una teoría de
"componentes" del cariño análoga a la teoría del amor. Algunos
ejemplos de los ítems de la Escala de Cariño son "Yo creo que ... está
inusualmente bien adaptado." , "Yo tengo confianza en el buen criterio
de ... " y "Yo pienso que ... somos muy parecidos".
Las escalas de Rubin han demostrado ser algo así corno un tour de
force psicométrico, y Rubin ha recorrido un largo camino para confir-
marlas, tanto estas corno su teoría. Las escalas son fiables, en el
sentido de que cuando una persona responde por dos veces sucesivas,
las clasificaciones tienden a ser similares cada vez.52 También están
relacionadas con las clasificaciones de diversas mediciones externas.
Por ejemplo, para aquellas parejas que dan un gran valor al amor
dentro de sus elecciones matrimoniales, las clasificaciones de la
Escala del Amor pronostican el rango de probabilidades de que
eventualmente contraerán matrimonio; pero para las parejas que no
consideran el amor corno una base significativa para su elección
matrimonial, las escalas no pronostican correctamente esta elección.
Las clasificaciones de la Escala del Amor también pueden predecir en
qué medida se contemplarán, el uno al otro, ambos miembros de una
relación sentimental. Así, cuand(l una pareja se encuentra en una
sala de espera, y se le dice que prl'nto llegará alguien para hacerles
un experimento, sin saberlo ellos están siendo observados por una
cámara oculta que registra la cantidad de tiempo que ambos pasan
contemplándose mutuamente. Las más altas clasificaciones de las
escalas del amor se asocian a un mayor tiempo de contemplación.
Además, aunque tanto los hombres como las mujeres aman y quieren
a sus enamorados más que a sus amigos, la diferencia entre los
enamorados y los amigos es mayor para las clasificaciones de las
escalas del amor que para las de las escalas del cariño. En otras
palabras, el grado en que los sentimientos de una persona por su
enamorado supera a los que tiene por sus amigos es mayor para el
amor que para el cariño.
Aunque los ítems de la escala son distintos, el amor y el cariño son
entidades que claramente se entrelazan, al menos estadísticamente,
según la teoría de Rubin. Rubin describe una relación moderada entre
las Escalas de Amor y de Cariño para los hombres, y una relación
entre baja y moderada para las mujeres.53 En mi trabajo con Susan
Grajek, hallamos relaciones considerablemente más bajas para
hombres y mujeres.54 Michael Barnes y yo, utilizando una muestra de
estudiantes universitarios, más restringida en el rango de los tipos de
relación que la muestra de ciudadanos de New Haven que utilizamos
con Grajek, hallamos una relación moderada entre ambas escalas.56
En otras palabras, la relación entre el cariño y el amor parece ser
mayor dentro de una población general que dentro de una población
de estudiantes universitarios.

Después de evaluar las teorías psicométricas alternativas sobre el


amor, Grajek y yo propusimos una teoría del amor como una muestra
de varios vínculos entrelazados, como ha sido descrito anteriormen-
te.56 Basamos nuestra teoría en la teoría psicométrica de la inteligen-
cia de Thomson.57 Según Thomson, la inteligencia puede ser compren-
dida en términos de que la mente posee un gran número de vínculos,
incluyendo reflejos, hábitos, conocimientos, y similares. El realizar
cualquier tarea activaría un gran número de estos vínculos. Las
tareas relacionadas, como aquellas utilizadas en los tests mentales,
mostrarían subconjuntos de vínculos entrelazados. Por ejemplo,
todos los tests mentales requieren que uno perciba estímulos, recuer-
de conocimientos, y saque conclusiones.
La teoría de los vínculos constituye un correcto enfoque de la
naturaleza del entrelazado entre el amor y el cariño: algunos, pero no
todos los vínculos, están compartidos por las dos entidades. Por
ejemplo, "la felicidad experimentada con" y "la gran preocupación
por" otra persona son ciertamente característicos tanto del cariño
como del amor, pero el "despertar pasional" sería solamente caracte-
rístico del amor. En consecuencia, el desarrollo completo de esta
teoría requeriría especificar todos los vínculos implicados en las
relaciones sentimentales, particularmente aquellos que se refieren al
amor, al cariño y a ambos al mismo tiempo. Nuestros resultados,
descritos en el capítulo 1, explican algunos de los vínculos (por
ejemplo, poder contar con la otra persona, y que la otra persona pueda
contar con uno.).

Debido a que las teorías de Rubin y Grajek y la mía propia han sido
derivadas u evaluadas psicométricamente, al menos tienen algún
sostén empírico. La fuerza particular de estas teorías está en sus
modelos estructurales de la naturaleza del amor. Sin embargo estas
teorías, así como aquellas consideradas anteriormente, tienen sus
limitaciones.
En primer lugar, las escalas del amor parecen hacer con el amor
lo que los tests de inteligencia hacen con la inteligencia, lo dejan
desvitalizado y desangrado. La correlación relativamente alta entre
las escalas de amor y de cariño no es sorprendente, ya que las escalas
del amor parecen medir aquellos aspectos del amor que son más
afines al cariño. Realmente, no miden en forma total los aspectos
pasionales del amor aludidos en las teorías de Freud, Reik, Tennov,
y otros psicólogos clínicos considerados anteriormente.58 Ciertamen-
te, los resultados de Stemberg y Grajek sugieren que el tipo de amor
es el mismo de una relación sentimental a otra, pero sin duda este
hallazgo denota una excesiva simplificación con respecto al amor en
toda su riqueza.
En segundo lugar, las teorías psicométricas son débiles en el
mecanismo y especialmente en el desarrollo, así como también tien-
den a serIo las teorías psicométricas sobre otras entidades. Aunque
las teorías especifican con cierto detalle la estructura de las entidades
consideradas (uno de los puntos fuertes de las teorías psicométricas),
tienen poco que decir acerca del desarrollo de esas entidades. Las
teorías del refuerzo y de la consistencia-cognitiva, y la teoría de los dos
componentes, en contraste, tienen bastante qué decir acerca del
desarrollo de las entidades. En consecuencia, las teorías psicométri-
cas no son completas.
En tercer lugar, y nuevamente en común con otras teorías psico-
métricas, las teorías psicométricas del amor tienen una cierta cuali-
dad ad-hoc. Debido a que no sólo son evaluadas por medio del análisis
psicométrico, sino que además se basan en él, estas teorías surgen en
gran parte de los datos, en lugar de ser al revés. Estas teorías
probablemente sean las que más se aproximan, de todas las teorías
consideradas hasta ahora, a reformulaciones de datos, ya que el
análisis factorial reduce los datos de una forma u otra.
Finalmente, estas teorías, contrariamente a muchas otras consi-
deradas anteriormente, no se agrupan en teorías más generales del
funcionamiento psicológico. Las teorías del refuerzo, de la consisten-
cia cognitiva, de los dos componentes, del apego, y de la interrupción
son todas ellas casos especiales de teorías psicológicas generales. Las
teorías de Rubin y de Sternberg y Grajek no lo son. Por supuesto, no
existe una razón a priori para que una teoría del cariño y del amor
deba ser un caso especial de una teoría psicológica general. Al mismo
tiempo, aún está por ver el modo en que los enfoques psicométricos del
amor pueden ser incluidos dentro de las teorías generales del funcio-
namiento psicológico.
Pero, en el lado positivo, el enfoque psicométrico del cariño y del
amor demuestra que éstos pueden ser medidos, al menos hasta una
primera aproximación. Por supuesto, ninguna medición será perfecta
o completa, pero hasta una medida aproximada representa un avance
para la psicología del amor, demostrando que aquello que parece ser
inconmensurable es al menos, en parte, mensurable. En segundo
lugar, habiendo demostrado Rubin y otros investigadores que el
estudio del amor puede ser tan científico como cualquier otro aspecto
de la psicología, este enfoque equipara a este estudio con otras áreas
de la psicología. Finalmente, un instrumento de medición abre el
camino para una genuina valoración de la psicología del amor como
base para el diagnóstico y la mejora de las relaciones reales.

Las tres teorías descritas en la sección precedente fueron en parte


concebidas para mejorar los defectos de las teorías basadas en la
psicometría. Estas tres teorías han sido todas evaluadas por medio de
escalas psicométricas, pero ninguna deriva totalmente del análisis
psicométrico; más bien la psicometría es posterior al desarrollo de la
teoría. Ademas, las teorías son más amplias que las teorías basadas
en la psicometría en su conceptualización de la naturaleza del amor.
Las teorías que deben ser consideradas son la de los colores del amor,
de Lee, la de la constelación, de Davis, y mi propia teoría triangular.
John Lee empleó la metáfora de los colores como base para su
propuesta para una tipología de los tipos de amor.59 Uno podría
imaginar diferentes tipos de amor dispuestos en un disco, igual al
disco de los colores. Lee derivó esta tipología no sólo a partir de la
metáfora, sino de un examen de la literatura, tanto de ficción como de
no ficción, que luego verificó sobre la base de una prueba en la cual se
solicitó a los individuos que separaran en pilas aproximadamente mil
quinientas taIjetas que contenían breves descripciones de sucesos,
ideas y emociones relacionados con el amor. Los resultados de esta
clasificación fueron sujetos luego al análisis factorial, el que en
general, confirmó la teoría.
La tipología de Lee distingue entre seis tipos principales de amor:
(1) eros, el tipo de amor caracterizado por la búsqueda de un ser amado
cuyo aspecto fisico encarna una imagen ya representada en la mente
del amante, (2) ludus, el término utilizado por Ovidio para el amor
lúdico o juguetón, (3) storgé (afecto natural), un estilo basado en el
desarrollo progresivo del afecto y del compañerismo, (4) manía, un
estilo de amor caracterizado por la obsesión, los celos, y una gran
intensidad emocional, (5) ágape, o amor altruista, en el cual el amante
considera que es su deber amar sin expectativas de reciprocidad, y (6)
pragma, un estilo práctico que se vincula a la consideración conscien-
te de las características demográficas y otras características objetivas
del ser amado. Marcia Lasswell y Norman Lobsenz utilizan la teoría
de Lee como base para la confección del Cuestionario de la Escala del
Amor.60 Parte del refuerzo más fuerte para la teoría de Lee proviene
de la obra reciente de Clyde Hendrick y Susan Hendrick, que han
evaluado la teoría con su propio cuestionario, utilizando métodos de
análisis factorial. 61
Una persona determinada no despliega necesariamente el mismo
estilo en cada una de sus relaciones. Más bien, diferentes relaciones
pueden evocar diferentes estilos de amor. Además, las personas
pueden pasar de un estilo a otro con el tiempo dentro de una misma
relación. Resulta útil conocer y comprender tanto el estilo propio como
el del compañero dentro de una relación determinada. Por ejemplo,
para un amante lúdico el romance es más probable con un amante
erótico. Y si uno se relaciona con un amante agápico, no debe esperar
ser siempre el centro de su atención: la persona que ama en forma
agápica tiende a ser muy generosa -y puede muy bien ser generosa
con otras personas además de con el otro--. Finalmente, si uno tiene
un amante pragmático, debe estar preparado para una relación
basada en practicidades que pueden aflorar aun con ocasión de un
trato de negocios.
La teoría de Lee se incluye dentro de esta sección porque uno de
los tipos de amor, el estórgico, es esencialmente un amor amistoso
basado en el cariño.62
El amante estórgico es básicamente el mejor amigo de su com-
pañero (ó algo similar); y en consecuencia, el cariño (obviamente, en
un sentido no trivial que va más allá de un mero conocimiento) puede
ser considerado como una de las formas de amor de la teoría de Lee.

La teoría de las constelaciones


del amor y del cariño
Keith Davis ha propuesto que el cariño, como la amistad, puede
ser entendido a través de ocho elementos principales: disfrute, asis-
tencia mutua, confianza, comprensión, y confidencia.M El propone
además, sin embargo que el amor es comprometido cuando dos
constelaciones de sentimientos se añaden a la base de la amistad: la
pasión, que incluye la fascinación por el otro, el deseo sexual por el
otro, y la exclusividad de la propia relación con el otro; y la preocupa-
ción, que supone ser la persona que más lucha por la otra, y dar lo
mejor de uno mismo a la otra persona. Los datos de Davis indican que
los esposos o los amantes no difieren mucho de los amigos íntimos en
términos de la base de amistad que él considera subyacente tanto en
las relaciones cariñosas como en las amorosas.64 Pero éstas sí difieren
considerablemente en la mayoría de los atributos que forman las
constelaciones de la pasión y el cuidado. Así, Davis considera el amor
como cariño, y algo más -es decir, pasión y preocupación-o
La teoría de Davis tiene algunas implicaciones prácticas a la hora
de discernir cuándo una amistad se ha convertido en una relación
amorosa, o cuándo una relación amorosa se ha convertido en amistad.
Las cuestiones a evaluar en estos casos son las constelaciones de la
pasión y la preocupación. Si uno siente que su pasión declina al mismo
tiempo que se preocupa cada vez menos por su amante y por su
relación con él o ella, uno puede estar perdiendo sus sentimientos de
amor. y si uno tiene una relación de amistad con una persona, pero
siente que la atracción crece y que su preocupación por su amigo
aumenta de forma constante, uno puede estar en camino de enamo-
rarse.
También entre estas teorías se encuentra la teoría triangular, que
sostiene que el amor puede ser entendido en términos de los tres
componentes que pueden ser considerados en conjunto como forman-
do los vértices de un triángulo. (véanse capítulos 2 y 3).65

Limitaciones de las teorías del cariño


como un tipo de amor
Estas teorías poseen varias limitaciones. En primer lugar, ni la
teoría de Davis ni la mía cuentan con una amplia base de datos
procedentes de evaluaciones específicas de la teoría.66 La base de
datos para la teoría de Lee es sólo levemente mayor.67 Aunque tanto
Davis como yo nos basamos en datos del pasado que son compatibles
con nuestros puntos de vista, obviamente tales pruebas de compati-
bilidad no equivalen a una base extensiva de datos que las apoyen
directamente.
En segundo lugar, la relación de subconjunto-conjunto propuesta
entre el amor y el cariño puede ser aproximada, pero exactamente
correcta. Existen probablemente ciertos aspectos de cariño dentro de
las amistades del mismo sexo, o aun entre las de sexos opuestos, que
no aparecen en ninguno de los tipos de relaciones sentimentales
consideradas por estas teorías. Por ejemplo, podemos confiar a un
amigo íntimo ciertas cosas que no nos sentiríamos cómodos confiando
a nuestra esposa, tales como aventuras extramaritales u otras cosas
que podrían causar un impacto y ser probablemente destructivas
para la relación con el ser amado. Por supuesto, una manera de
afrontar este fenómeno es que ciertos aspectos de la intimidad pueden
ser mayores junto a un amigo del mismo sexo. Otra, sin embargo, es
que existen en la amistad aspectos del cariño que son diferentes a los
aspectos del cariño presentes en una relación amorosa.
En tercer lugar, incluso las teorías más aproximadamente com-
pletas sobre el amor resultan probablemente incompletas con respec-
to a la comprensión que nos brindan sobre el fenómeno global del
amor. Por ejemplo, muchas personas sienten que existe algo relacio-
nado con el amor que sienten por sus hijos que es diferente del amor
que sienten por cualquier otra persona -tal vez la incondicionalidad
de ese amor. La teoría triangular puede expresar esta diferencia en
términos de un mayor compromiso dentro de tales relaciones, pero
esta diferencia cuantitativa tal vez no comprende lo que para algunos
es una diferencia cualitativa. Corno se ha señalado anteriormente,
esta diferencia puede tener una base evolutiva.

INTEGRANDO LAS TEORIAS


DEL CARIÑO Y DEL AMOR

La teoría triangular del cariño y del amor, entrelazando aspectos


de teorías anteriores y sus mecanismos subyacentes, aporta una base
adecuada para comprender las interrelaciones entre esas teorías y
sus mecanismos. La tabla 4.1. resume el modo en que la teoría
triangular se aplica a cada una de las teorías que he analizado.
Los principios del refuerzo parecen afectar tanto al componente
pasional corno al de intimidad, pero ambos componentes parecen
susceptibles a diferentes mecanismos. El cariño -derivado del
componente de intimidad- parece operar primariamente en condi·
ciones de refuerzo consistente: uno llega a querer a las personas que
le nutren constantemente con refuerzos. La obra de Byrne y otros
sobre el paradigma de la atracción sugiere que uno querrá a otras
personas en función de la proporción de refuerzos positivos que recibe
de ellas.68
El amor pasional o fatuo -derivado primariamente del compo·
nente pasional- parece operar principalmente en condiciones de
refuerzo intermitente (ocasional). La evidencia sugiere que el amor
puede sobrevivir solamente en condiciones de refuerzo intermitente,
mientras que la reducción de la incertidumbre juega un papel capital
en los sentimientos de una persona por otra.69 El análisis de Tennov
sugiere que el "embeleso" puede sobrevivir solamente en condiciones
de pleno desarrollo y consumación del amor, y en las que el estímulo
de uno o de otro tipo continúe a través del tiempo.7o
Una vez que a la relación se le permite desarrollarse o se convierte
en un completo imposible, el "embeleso" se extingue.
Los principios del intercambio social y de la igualdad parecen ser
más aptos para aplicarse al componente de intimidad de las relacio-
nes cariñosas. Esperamos un intercambio más o menos justo de
nuestros amigos. Judson MilIs y Margaret Clark han distinguido
entre el intercambio y las relaciones comunitarias: en el primero, uno
espera básicamente que se mantengan los principios de reciprocidad
e igualdad, mientras que en el último, no.71 Las amistades pueden ser
tanto intercambios como relaciones comunitarias, dependiendo del
TABLA 4.1
La teorla triangular: teorlas integradas del cariño y del amor

Componentes de la teoría triangular


al que mejor se aplica

Teorías de la diferencia cuan-


titativa
Teorías del refuerzo (Lott y
Lot1. Clore y Byrne)
Refuerzo consistente
Refuerzo intermitente
Teorías del intercambio so-
cial (Homans, Mills y
Clark)
Relaciones de intercam-
bio
Relaciones comunitarias
Teoría de la igualdad
(Walster, Walster, and
Berscheid)
Teorías de la consistencia
cognitiva (Heider, Festin-
ger)
Teorías de la diferencia cuali-
tativa: cariño y amor como
entidades distintas
Teorías clínicas
Freud
Reik
Maslow
Amor-D
Amor-S
Fromm
Tennov
Peele y Brodsky
Peck
Teoría de los dos componen-
tes (Walster y Berscheid)
Amor romántico
TABLA 4.1
(continuación)

Componentes de la teoría triangular


al que mejor se aplica

Intimidad Pasión Compromiso

Amor-compañerismo X X
Teoría de la "interrupción"
(Berscheid) X
Teoría evolutiva (Wilson)
Autoprotección X X
Procreación X
Protección de los hijos X
Teoría del apego (Shaver y
Hazen) X X
El amor y el cariño como enti-
dades entrelazadas
Teoría psicométrica de los
multicomponentes (Rubin)
Cariño
Amor*
Teoría de los vínculos
(Sternberg y G1'9jek)*
El cariño como un tipo de amor
Teoría de los colores del
amor (Lee)
Eros
Mania**
Ludus***
Storge
Agape***
Pragma
Teoría de las constelaciones
(Davis)
Cariño
Amor
Teoría triangular (Stern-
berg)
No-amor
Cariño
TABLA 4.1
(continuación)

Componentes de la teoría triangular


al que mejor se aplica

Teoría Intimidad Pasión Compromiso

Amor de apasionamiento X
Amor vacío X
Amor romántico X X
Amor-compañerismo X X
Amor fatuo X X
Amor consumado X X X

*Componente pasional desestimado en relaci6n con el componente de intimidad.


··Pasi6n violenta.
···Los estilos pueden aplic81'lle a cualquiera de los componentes, pero no son
equivalentes a los mismos.

nivel y del tipo de compromiso, mientras que las relaciones amorosas


son principalmente comunitarias. El apasionamiento -la presencia
del componente pasional en ausencia del componente de intimidad-
implica poco intercambio igualitario. Un individuo que experimenta
"embeleso" suele recibir un alto grado de realimentación negativa por
parte del objeto de "embeleso" y esto persistirá mientras exista la más
leve esperanza de desarrollar y finalmente consumar la relación.
Según su nivel, el compromiso parece ser diferencialmente suscepti-
ble al intercambio. En niveles bajos e intermedios, generalmente
esperamos algo de compromiso a cambio de nuestro propio compromi-
so. En ausencia de reciprocidad, los compañeros pueden disminuir su
compromiso de común acuerdo. En los niveles más altos -como en el
amor de una madre por su hijo- el compromiso incondicional puede
ser relativamente poco susceptible al intercambio: la madre continúa
amando a su hijo, sin importarle su comportamiento.
Los principios de las teorías de la consistencia-cognitiva parecen
ser más aplicables a las relaciones cariñosas, y, en consecuencia, al
componente de intimidad del marco triangular. Estos principios
aportan una interpretación alternativa para aproximadamente el
mismo tipo de fenómenos que intentaron abarcar las teorías del
refuerzo. Mientras que la teoría de Fritz Heider, por ejemplo, intentó
abarcar las relaciones cariñosas y parece ser razonablemente apta
para describirlas 72, en general, no esperaríamos poder aplicarla a la
mayor parte de las relaciones amorosas. No existe un equilibrio, por
ejemplo, si Inés ama a su novio Ernesto y a su hermana Gema, pero
Ernesto y Gema no se aman. Sin embargo, si Ernesto y Gema no se
quieren, también existirá tensión y desequilibrio, al criticar Gema a
Ernesto y Ernesto a Gema.
La teoría clínica y la teoría de los dos componentes del amor
parecen ocuparse principalmente de la pasión dentro de las relacio-
nes amorosas. Algunos de los teóricos clínicos, como Reik, hablan de
la búsqueda de la salvación, de la complementación, o de la autorrea-
lización a través de otra persona.73 El amor de deficiencia de Maslow
parece ser esencialmente de naturaleza pasional, al igual que la lucha
por un ideal, de Freud.74 Walter y Berscheid describen un tipo de amor
basado en gran medida en el despertar psicofisiológico, una caracte-
rística esencial de la pasión.75 Además, según Peele y Brodsky, el
amor puede ser comprendido en parte como una adicción, de acuerdo
con la noción de pasión como una motivación adquirida que posee
varias de las propiedades de una adicción.76 Por supuesto, no todos los
teóricos de mayor orientación clínica se ocupan solamente de la
pasión. El concepto de Peck del amor se basa esencialmente en el
papel del compromiso que genera compromiso dentro del amor, y el
concepto de Fromm parece describir un amor-compañerismo que
representa una combinación de los componentes de intimidad y
compromiso.77
La teoría de Wilson, de base sociobiológica, se basa en la teoría
evolutiva, intentando comprender el amor y, en menor grado, el
cariño.78 La sociobiología tiene la importante función de señalar el
modo en que diferentes tipos de amor pueden servir a diferentes
propósitos evolutivos. El amor basado esencialmente o solamente en
la pasión está al servicio de una función reproductiva -asegurar la
reproducción de la especie. El amor(o el cariño) basado esencialmente
en la intimidad, está al servicio de una función de protección; los
miembros de una especie determinada forman pares o grupos para
protegerse de los extraños, potencialmente hostiles. El amor basado
esencialmente, o al menos en parte, en el compromiso está al servicio
de la función de mantener a los padres, y especialmente a la madre,
junto al hijo en sus primeros años, cuando el hijo necesita de los
padres para poder desarrollarse. Además, este tipo de amor, hasta
cierto punto une a los padres, aumentando así la probabilidad de que
el hijo tenga la protección y la nutrición adicional que ambos padres
pueden potencialmente aportar mejor que uno solo.
La teoría del apego, de Hazan y Shaver, derivada de las teorías de
Bowlby y especialmente de Ainsworth, parece aplicarse esencialmen-
te a la forma que adopta la intimidad en una relación pasional
adulta.79 Así, aunque la teoría se ocupa de los diversos tipos de
intimidad, no se ocupa de cualquier relación íntima, sino solamente
de aquellas que vinculan algún elemento romántico, al menos inicial-
mente.
Las teorías psicométricas de Rubin y Grajek y la mía propia
parecen ocuparse esencialmente del componente de intimidad del
amor, y sólo levemente de la noción de pasión.so El compromiso
aparece poco. La correlación relativamente alta entre las escalas de
cariño y de amor presumiblemente reflejan este énfasis coyuntural
sobre el componente de intimidad. La intimidad parece ser el compo-
nente más fácilmente susceptible de ser medido en una escala
unidimensional y, ciertamente, el componente más fácilmente cuan-
tificable, tal vez debido a la susceptibilidad del cariño a principios de
refuerzo más directos.
La relación de la teoría de Lee con el presente enfoque es compleja.
Eros sería considerado, dentro de la teoría triangular, como aproxi-
madamente cercano al amor fatuo (pasión), mientras que la manía
sería vista como el amor fatuo descontrolado. Ludus sería considera-
do no como un tipo de amor en sí mismo, sino más bien como un estilo
de interrelación que las personas pueden adoptar en varias relaciones
amorosas. Por ejemplo, los amantes fatuos, los amantes románticos
y los amantes compañeros, así como los amantes de otros tipos, son
todos capaces de jugar el uno con el otro. El storgé (afecto natural)
sería considerado cercano al amor-compañerismo; el ágape, como una
concomitancia de la característica amatoria de las personas de perso-
nalidad tendiente al altruismo; y el pragma, no como un tipo de amor,
sino más bien como un estilo pragmático de búsqueda de un amante,
como su nombre indica. Aquellos que muestran pragma pueden
pretender el confort físico, financiero o de otro tipo, más amor.
Se considera que la teoría de Davis basa tanto el amor como el
cariño en el componente de intimidad, una característica que hasta
cierto punto se aplica también a la teoría triangular.sl El ingrediente
de la atracción física en el amor sería equivalente al ingrediente del
componente pasional de la teoría triangular al componente de intimi-
dad del cariño. Mientras que la teoría triangular considera que la
atracción ñsica distingue el amor fatuo o romántico del cariño, no
distinguiría la preocupación del cariño existente en la amistad, o tal
vez lo haría si existiera una mayor cantidad de preocupación dentro
del amor. Según la teoría triangular, la preocupación dentro del amor.
Según la teoría triangular, la preocupación es típicamente una parte
del cariño dentro de una amistad y, ciertamente, los mismos datos de
Davis no sostienen claramente su división entre las constelaciones de
preocupación y de cariño vinculadas a las buenas amistades.
A pesar de sus discordancias, estas teorías del cariño, del amor y
la relación entre ellas tienen mucho en común y cada una de ellas
ilustra diferentes aspectos del cariño y del amor. Uno puede utilizar
estas teorías en sus propias relaciones, interrogándose acerca de las
cuestiones de las que cada una de las teorías se ocupa mejor.
1. ¿Está usted siendo suficientemente reforzado en la relación con
su compañero? ¿Aún obtiene usted las gratificaciones que hacen que
una relación valga la pena, o continúa usted la relación sobre la base
de ciertas gratificaciones que alguna vez tuvo pero que ya no recibe?
Si es así, ¿puede usted recobrar algunas de las antiguas gratificacio-
nes de su relación, o introducir otras nuevas?
2. ¿Está usted siendo intermitentemente reforzado? ¿Tiene usted
dificultades en superar a un antiguo amante porque él o ella le está
reforzando intermitentemente, o está siendo usted engañado por
alguien que le brinda apenas el refuerzo periódico suficiente para
mantenerle en la relación?
3. ¿Qué tipos de refuerzo desea usted de su compañero, y qué tipos
de refuerzo recibe realmente? ¿Si usted no está recibiendo lo que
desea, es porque su compañero no está dispuesto a dárselo, no dispone
de ello, o no sabe qué es lo que usted desea porque usted es incapaz de
o no está dispuesto a comunicar sus necesidades o deseos?
4. ¿Valora usted las mismas cosas que su compañero, y viceversa?
¿O tienen ustedes conflictos de valores que simplemente no pueden
ser resueltos?
5. ¿Es su relación equitativa, o está uno de los miembros, general-
mente, en el extremo de dar o de recibir? ¿Si la relación no es
equitativa, que puede hacerse para que lo sea?
6. ¿Existe alguna justificación o esfuerzo vinculados a su relación?
En otras palabras, ¿en qué medida su permanencia en ella no se debe
a un deseo de justificar lo que anteriormente ha invertido en ella, más
que al hecho de disfrutar de ella por lo que aún le brinda?
7. ¿Quiere usted a los amigos de su compañero? Si no es así, ¿en qué
medida afecta esto a su relación? (si es que afecta).
8. ¿Busca usted la salvación en su pareja, u otras cosas que nadie
puede realmente darle, excepto tal vez, usted mismo?
9. ¿Su amor es de naturaleza obsesiva -por ejemplo, está usted
constantemente asustado y preocupado a causa de la relación? Si es
así, ¿qué quedaría de la relación si eliminara la obsesión? ¿Es la
obsesión un sustituto del amor?
10. ¿Su compromiso con la relación es tal que, si usted tuviera la
oportunidad de decidir ahora, volvería a adquirirlo, o está basado en
lo que fue alguna vez la relación, y ya no es?
11. ¿Su relación sigue siendo interesante, vital y cambiante, o está
estancada?
12. ¿Ama usted a la otra persona por cómo es, o por cómo usted
desearía que fuera?
13. ¿Cuál es su estilo del apego dentro de la relación, y cuál es el
de su compañero? ¿Son armónicos ambos estilos? (Por ejemplo, si
ambos son esquivos, es probable que tengan dificultades).
14. ¿Cuál es su forma de amar dentro de su relación, y cuál es la
de su compañero? ¿Son armónicas ambas?
15. ¿En qué medida le preocupa lo que le ocurra a su compañero,
y en qué medida le preocupa a él lo que le ocurra a usted?
No existen respuestas correctas e incorrectas para estas pregun-
tas, pero su patrón de respuestas puede enseñarle mucho acerca de
usted mismo, de su compañero, y de lo que les mantiene unidos -() lo
que les está separando-.
Si ha existido un problema en las teorías del amor, éste ha sido que
algunas de las teorías que han enfocado parcialmente el fenómeno
han sido frecuentemente consideradas teorías del fenómeno global.
Una meta para el futuro debería ser la integración de las teorías
existentes dentro de una teoría unificada y más amplia, con la
consecuente investigación tendente a demostrarla.82 Así, creo, vamos
en camino de que sea posible entender el cariño y el amor como
denominaciones para una variedad de fenómenos interrelacionados,
más que como fenómenos individuales cuyas complejidades desafian
el análisis científico.
5.La atracción: ¿qué la produce?,
¿qué la destruye?

El amor podría ser una parte de la atracción, podemos sentimos


atraídos por alguien a quien no amamos; pero si amamos a alguien,
es muy probable que nos hayamos sentido atraídos, en un principio,
por alguna cualidad impactante de esa persllna (aunque no sea
necesariamente por su apariencia ñsica). ¿Qué es, entonces, princi-
palmente, lo que ~{lce que dos personas se sientan atraídas? ¿Qué es
lo que hace más o menos probable que se comprometan en una
relación amorosa?" Estas preguntas surgen a partir del área de la
investigación llamada atracción interpersona1.1
Existe una cantidad considerablemente mayor de investigación
empírica sobre la atracción interpersonal que sobre el amor. Cierta-
mente, la atracción interpersonal ha sido considerada durante mucho
tiempo como un campo dentro de la psicología, y el estudio del amor,
tan sólo una pequeña gota dentro de esta gran laguna. El estudio de
la atracción ha generado una mayor cantidad de investigación, y
también probablemente ha sido considerado más "aceptable", tanto
dentro como fuera de la psicología, que el estudio del amor. Existen
varias razones para esta preferencia. En primer lugar, los investiga-
dores han podido identificar factores concretos del entorno que
generan atracción. Los mejores ejemplos, cada uno de los cuales será
considerado a su vez en este capítulo, son: atractivo físico, despertar,
proximidad entre dos personas, reciprocidad (en el sentido de que la
atracción es mutua), afinidad entre ambas personas, y las barreras
que dificultan el actuar sobre la atracción de una persona hacia otra.
Los estudios sobre la atracción tienden a ser estudiados sobre el modo
en que estas variables, generalmente concretas, inciden en la atrac-
ción. El amor no posee un conjunto claramente definible de variables
concretas como éstas para ser estudiadas.
En segundo lugar, la gente ha preferido el estudio de la atracción
personal al del amor porque la atracción personal es más fácilmente
mensurable. La gente se ha contentado con aceptar como medidas de
atracción pequeñas encuestas consistentes en un breve número de
preguntas superficiales: ¿En qué medida le gusta a usted estar con
Fulano? ¿En qué medida le gustaría hacer algo (por ejemplo, partici-
par en un experimento) con Mengano? Nadie afirmaría que unas
cuantas preguntas de este tipo puede medir todo lo que significa
sentirse atraído por alguien, pero los investigadores parecen conten-
tarse con ocuparse sólo de una parte de la atracción. En cuanto al
amor, tal vez, las expectativas son más elevadas. De alguna manera,
se espera que el investigador pueda medir el fenómeno global.
En tercer lugar, parece haber al menos valores en cierto modo
objetivos para la atracción. N o resulta particularmente extraño para
nadie el decir que, de acuerdo con los valores de una sociedad
determinada, algunas personas son reconocidas como más atractivas
que otras, pero es injusto decir que algunas personas son más
susceptibles que otras de ser amadas. La sociedad no posee un valor
claro, objetivo para la "susceptibilidad de ser amado", y, ciertamente,
la sola idea de un valor semejante resulta desagradable, lo cual nos
conduce a la última razón por la cual la gente ha preferido general-
mente estudiar la atracción a estudiar el amor.
En cuarto y último lugar, el estudio del amor representa una
amenaza mucho mayor para la gente que el estudio de la atracción.
La mayor parte de la gente está de acuerdo en poseer cierto grado de
atractivo. Pueden creerse más atractivos de lo que los demás creen
que son, pero poseen una cierta noción de cómo los demás los perciben
(que, por supuesto, puede ser errónea), y probablemente están de
acuerdo con su percepción. Pero poca gente sabe y probablemente
desea saber cuán amable o incluso cuán amada es, y la investigación
sobre el amor amenaza con hacérselo saber. Uno puede temer conocer
los resultados, y, luego, cuando los llega a conocer, puede no estar muy
seguro de qué hacer si éstos no cumplen sus expectativas. Sin
embargo, yo creo que es preferible reconocer, y tratar de mejorar,
cualquier discrepancia entre tales expectativas, a vivir en una igno-
rancia que la realidad puede finalmente hacer estallar.
Por todas estas razones, por consiguiente, la atracción interperso-
nal ha sido un objeto de estudio más popular que el amor. Analizaré
algunos de los principales hallazgos dentro de esta literatura, anali-
zando las variables primarias que inciden en la atracción de una
persona hacia otra: atractivo físico, despertar, proximidad, reciproci-
dad, afinidad y barreras.

Uno de los estudios más famosos dentro de la literatura sobre la


atracción interpersonal -y uno de los más deprimentes- fue reali-
zado por Elaine Hatfield (cuyo apellido de soltera es Walster) y sus
colegas.2 Este estudio se llevó a cabo para evaluar la denominada
hipótesis de correspondencia, según la cual las personas buscan
compañeros cuyo nivel de atractivo interpersonal, a grandes rasgos,
corresponda al suyo. El contexto de este estudio era un "baile por
computadora", en el cual se formaron parejas entre 376 estudiantes
varones y 376 estudiantes mujeres. Se informó a cada uno de ellos que
el criterio para seleccionar las parejas era el perfil de sus calificacio-
nes en un test de personalidad administrado durante una entrevista
anterior, en la cual se habían comprometido a participar en el baile.
En consecuencia, esta selección fue considerada por ellos como simi-
lar a la que utilizan los servicios estándar de citas por computadora.
En realidad, los individuos fueron emparejados entre sí al azar,
con la única restricción de que se emparejaran hombres con mujeres.
Los investigadores recogieron información sobre cada persona con el
fin de intentar determinar qué aspectos de las parejas conducirían a
un mayor o menor éxito en la cita inicial del baile. La idea consistía
en que las personas que resultaban mejores partidos difrutarían más
de la cita, y la pregunta planteada era: ¿qué constituye un buen
partido? Sin que los individuos lo supieran, cada uno había sido
calificado en cuanto a su atractivo físico en la sesión inicial durante
la cual se había administrado el test de personalidad. Después de
cada cita, se le pidió a cada persona que completara un breve
cuestionario valorando la cita.
Los investigadores encontraron que sólo había un factor que
incidía en el grado en que a cada persona le había gustado su pareja,
en las ganas que tenía de volver a verla, y en la frecuencia en que los
hombres, realmente, invitaron a las mujeres para futuras citas. Este
único factor era el atractivo físico de la persona: cuanto más atractiva
fuera ésta, más altos fueron los porcentajes. Ni siquiera se encontra-
ron efectos de correspondencia por los que las personas gustaran más
de otras cuyo atractivo se correspondiera con el suyo. Más bien, casi
todos preferían a las personas más atractivas físicamente.
¿Por qué era tan importante el atractivo físico? Después de todo,
pocas personas admitirían que consideran tan importante el atracti-
vo físico en sus elecciones de personas, o en el grado en el que disfrutan
de las citas. Yo creo que existen dos razones. Primero, ya que lleva un
cierto tiempo valorar la mayoría de los atributos personales, mientras
que el atractivo físico se registra inmediatamente, éste es uno de los
pocos atributos que puede ser valorado con cierta precisión después
de una primera cita. Segundo, mientras que el contacto en una
primera cita tiende a ser superficial, los aspectos superficiales de una
persona tienden a sobresalir. La implicación es más o menos clara: si
uno realmente desea llegar a conocer a otra persona, no debe darle
demasiada importancia a la primera cita. 0, si uno desea ir más allá
del atractivo físico, no debe fiarse de lo "manifiesto". Probablemente
obtenga muy pocos datos, y es muy probable que sobreestime el
atractivo físico.
Una posibilidad, por supuesto, es que la sola importancia del
atractivo físico y el fracaso de la hipótesis de concordancia se hayan
debido al hecho de que los compañeros fueran asignados. En el curso
normal de la vida, las personas eligen a quienes citan, y se arriesgan
a ser rechazados cuando invitan a salir a alguien. El riesgo del rechazo
puede llevar a la gente a apostar por lo seguro y a buscar compañeros
que concuerden con ellos, en vez de aquellos físicamente atractivos.
Debido a que en este estudio los compañeros fueron asignados,
ninguno de ellos se arriesgaba a ser rechazado por parte del otro.
Ellen Berscheid y sus colegas consideraron la posibilidad de que
el riesgo de ser rechazado influyera en los resultados.3 En otro
experimento, se les hizo creer nuevamente a los individuos que las
citas serían realizadas por computadora. La mitad de la gente se
comprometió bajo condiciones similares a las del primer experimento,
en el que se les hizo creer que irían al baile con sus compañeros
asignados; A la otra mitad se le hizo creer que sus respectivos
compañeros tendrían la posibilidad de rechazarlos tras un breve
encuentro. Mientras que no hubo diferencias en los efectos del
atractivo físico entre ambos grupos, los investigadores sí comproba-
ron que los individuos más atractivos físicamente deseaban compañe-
ros más atractivos, resultado que concuerda con la hipótesis de
concordancia. En su siguiente experimento, Berscheid y sus colegas
solicitaron a los individuos que eligieran un compañero de cita entre
seis fotografías de miembros del sexo opuesto cuyo atractivo físico era
variable (según la calificación de distintos observadores). Estos inves-
tigadores descubrieron que la posibilidad de rechazo nuevamente no
afectaba al nivel preferido de atractivo del compañero de cita; pero, de
acuerdo con la hipótesis de concordancia, los individuos más atracti-
vos eligieron fotos de otros individuos atractivos para sus citas.
La obra de Bernard Murstein también aporta cierta evidencia
para la hipótesis de la concordancia.4 En uno de sus estudios, Murs-
tein hizo que distintos observadores juzgaran el atractivo ñsico,
mediante fotos, de noventa y nueve parejas que estaban comprome-
tidas o que mantenían un noviazgo, y también el atractivo de un
conjunto de parejas formadas por hombres y mujeres emparejados al
azar. Las parejas que realmente estaban comprometidas fueron
calificadas, en general, como más similares en atractivo ñsico que
aquellas que no lo estaban. Murstein también observó que las parejas
de mediana edad de clase media tendían a concordar con respecto al
atractivo ñsico.
Mi propio punto de vista es que los investigadores no han conside-
rado en profundidad todas las variables que pueden conducir a la
concordancia en el atractivo ñsico. Una de esas variables, creo, es la
concepción de una persona acerca de lo que ella merece. Aunque uno
pueda desear idealmente una persona más atractiva ñsicamente que
uno mismo, uno puede sentir que no merece a tal persona. Del mismo
modo que algunas personas se sienten incómodas cuando reciben una
recompensa que no creen merecer, algunos pueden sentirse incómo-
dos con un compañero mucho más atractivo ñsicamente que ellos.
Pueden salir con esa persona sin demasiada dificultad, pero creer que
la relación no funcionará a largo plazo. Esta situación puede ser
explicada por medio de la teoría de la igualdad (véanse páginas 98-
100).Una persona que cree que su compañero o compañera es mucho
más atractivo que ella puede también creer que supondría demasiado
esfuerzo, a largo plazo, el restablecer la igualdad, y hasta incluso, que
la igualdad ~o puede ser realmente alcanzada.
Dos estereotipos aparentemente opuestos parecen existir en
nuestra cultura. Uno es que lo que es bello es bueno y viceversa.6 Tal
vez, su más famosa expresión es la de Keats: "La belleza es verdad; la
verdad, belleza". El punto de vista opuesto indica que uno no debe
juzgar un libro por su cubierta, o que la belleza sólo es superficial.
Según este punto de vista, la belleza superficial suele ser una cubierta
para la falta de profundidad emocional, mientras que la simplicidad
superficial puede esconder un diamante en bruto. Ciertamente, las
personas que no son físicamente atractivas bien pueden necesitar
desarrollar sus recursos internos para compensar de alguna manera
su falta de atractivo físico. Varios estudios se han realizado con el fin
de examinar estos puntos de vista alternativos.
Uno de estos estudios, realizado por Kenneth Dion, Ellen Bers-
cheid y Elaine Walster, requirió que estudiantes universitarios,
varones y mujeres, calificaran las fotografías de tres personas de
atractivo físico variable de acuerdo con un extenso número de carac-
terísticas.6 La mitad de los individuos calificó fotos de personas de su
mismo sexo; la otra mitad, de personas del sexo opuesto. Los resulta-
dos fueron claros: las personas más atractivas físicamente fueron
juzgadas como poseedoras de mejores personalidades, mayor felici-
dad conyugal, mayor éxito laboral, social y profesional, y mayor
felicidad en la vida que las personas menos atractivas físicamente. No
hubo evidencia de celos, aunque los investigadores valoraron esto
tratando de observar si los calificadores desvalorizaban las fotos de
individuos muy atractivos de su mismo sexo debido a que hacían que
ellos mismos resultaran desagradables en comparación.
Es importante señalar exactamente qué es lo que se está estudian-
do aquí: o sea, las percepciones de las personas sobre otras persona-
lidades, la felicidad, el éxito, y así sucesivamente. Las percepciones no
siempre corresponden a realidades. Realmente, existen personas
muy atractivas que son infelices, como lo demuestran ocasionalmente
los suicidios de famosos actores y actrices. Las vidas felices que ima-
ginamos que tienen las personas muy atractivas sólo existen a los ojos
de los observadores.
Harold Sigall y David Landy observaron que cuando un hombre
está relacionado con una mujer atractiva, produce una impresión
global mucho más favorable en la gente y se le aprecia más que cuando
está relacionado con una mujer que no es atractiva.7 Esta mejor
impresión se produce tanto respecto a hombres como a mujeres. Este
resultado sugiere que una mujer hermosa debe tener una especie de
efecto radiante hacia el hombre con el que está vinculada. Se ha
insistido frecuentemente en que algunos hombres eligen mujeres
hermosas para intensificar su propio atractivo, como, por ejemplo, el
matrimonio de Aristóteles Onassis con Jacqueline Kennedy.
Un hallazgo muy desconcertante es el de Sigall y Landy, quienes
hicieron que algunos individuos calificaran la calidad de un ensayo,
con la foto del escritor adjunta a éste.8 Las fotos adjuntadas a los
ensayos eran variables en cuanto al atractivo, pero se utilizó el mismo
ensayo en cada caso. Un determinado sujeto vio cada ensayo con una
sola foto. Las personas más atractivas recibieron mejores calificacio-
nes para sus ensayos, independientemente de la calidad real del
ensayo. Así, parece ser que el atractivo físico puede influir en el modo
en que sejuzga la obra de una persona. Este hallazgo tiene importan-
tes incidencias en las solicitudes de ingreso a universidades, las
cuales hasta hace poco requerían la inclusión de una foto en la
solicitud, y también en solicitudes de trabajo que requieren una
fotografía.
Suele decirse que Richard Nixon perdió sus debates televisivos
con John F. Kennedy tanto por su aspecto fisico como por cualquier
otro motivo. Kennedy aparecía relajado y "arriba"; Nixon, tenso y
"abajo". Parte del problema de este último era que su espesa barba le
dejaba una pronunciada "sombra de las cinco de la tarde". Más
recientemente, por supuesto, como la política se ha convertido cada
vez más en un acontecimiento masivo, se presta aun más atención a
la apariencia física.
Los efectos de la apariencia física pueden ser diferentes para
hombres y mujeres. Daniel Bar-Tal y Leonard Saxe observaron que
las esposas tienden a ser calificadas por su atractivo fisico indepen-
dientemente del atractivo físico de sus maridos, mientras que la
valoración del marido está afectada por el atractivo de la esposa.9
Cuando un hombre que no era atractivo estaba casado con una mujer
hermosa, se asumía tácitamente que debía tener algunas cualidades
excepcionalmente compensatorias, por ejemplo, altos ingresos o un
alto status social.
Estas hipótesis asumidas están, nuevamente, avaladas por los
preceptos de la teoría de la igualdad. Las parejas pueden utilizar una
variedad de recursos para intentar conseguir la igualdad: dinero,
inteligencia, o entorno pueden sustituir a otros recursos, o a cada uno
de ellos.
Parece ser que, valorando posibles compañeras, los hombres
consideran más el atractivo físico de las mujeres que las mujeres el de
los hombres. 10 Sin embargo, no todos los hombres parecen valorar el
atractivo físico en la misma medida. En un estudio reciente, Mark
Snyder, Ellen Berscheid y Peter Glick contrastaron la importancia
del atractivo fisico de la mujer para hombres que poseían un alto o un
bajo grado de un atributo llamado auto-monitoreo.l1 Las personas con
un alto grado de auto-monitoreo son aquellas que tienden a a<laptar
su conducta a la situación, en el sentido de que actúan de una manera
con una persona y de otra diferente con otra persona para así
extremar su armonía con cada una de ellas. Las personas con un bajo
grado de auto-monitoreo son más coherentes en su interacción con-
ductal: tienden a actuar más o menos de la misma manera, no importa
con quién estén. Su opinión es: "Así es comosoy yo, pueden aceptarlo
o rechazarlo".
Snyder y sus colegas observaron que los hombres que poseen un
alto grado de auto-monitoreo valoran más el aspecto físico que los que
tienen un bajo grado de auto-monitoreo.12 Aun más importante
resultó el hallazgo de que cuando loshombres tenían una oportunidad
de elegir entre salir con una mujer considerada como físicamente
atractiva pero no excesivamente simpática y otra no muy atractiva
pero realmente simpática, los que poseían un alto grado de auto-
monitoreo preferían a la más atractiva mientras que los otros prefe-
rían a la que se les presentaba como menos atractiva pero más
simpática. Este resultado sugiere que los hombres con un alto grado
de auto-monitoreo parecen estar más interesados en el efecto radian-
te de una mujer hermosa que aquellos con un bajo grado de auto-
monitoreo.
Uno de los estudios más interesantes sobre los efectos del atrac-
tivo fisico conducía una conversación telefónica de unos diez minutos
de duración entre un hombre y una mujer. Mark Snyder, Elizabeth
Tanke y Ellen Berscheid dirigieron este estudio en el cual hombres y
mujeres que no se conocían tenían la oportunidad de llegar a conocer-
se.18 Se le mostraba a cada uno de loshombres una foto de la mujer con
quien estaban hablando. En la mitad de los casos, la foto era la de una
mujer hermosa y en la otra mitad, la de una mujer muy pocoatractiva.
Sin que los hombres lo supieran, la foto no pertenecía a la mujer con
la cual cada uno de ellos estaba hablando. Las conversaciones fueron
grabadas, y evaluadas en distintos aspectos por observadores que
desconocían qué foto había visto cada uno de los hombres.
Los observadores que escucharon la parte masculina de la conver-
saciónjuzgaron a los hombres que creían estar hablando con mujeres
atractivas como más sociables, sexualmente cálidos, permisivos,
interesantes y atractivos que aquellos que creían estar hablando con
mujeres poco atractivas. Del mismo modo, los observa~ores que sólo
escucharon la parte femenina de la conversación juzgaron a las
mujeres cuyos interlocutores las creían atractivas como más socia-
bles, equilibradas, sexualmente cálidas, y dispuestas. En otras pala-
bras, cuando los hombres creían estar hablando con una mujer muy
atractiva, tanto ellos como la mujer parecían más atractivos en la
conversación telefónica que cuando creían estar hablando con una
mujer poco atractiva. Esencialmente, el saber que se las creía atrac-
tivas hacía que las mujeres reaccionaran de un modo más atractivo,
y también hacía que los hombres actuaran de un modo más atractivo.
En este caso, la creencia se convierte en realidad.
Los resultados de estos diversos estudios sobre el atractivo físico
podrían ser considerados deprimentes si las relaciones culminaran
con los encuentros iniciales. Por otro lado, los estudios parecen
confirmar lo que algunos de nosotros tememos: que el atractivo físico
tiene una gran importancia al inicio de las relaciones. Pero, con el
paso del tiempo, otras variables se vuelven más susceptibles de ser
evaluadas y adquieren mayor importancia para las relaciones.
Además, aún al comienzo de las relaciones, el atractivo físico no
resulta del mismo modo importante para todas las personas.
Valdría la pena estudiar el modo en que se modifica la percepción
del atractivo físico a medida que las personas llegan a conocerse
mejor. Lo que se ha analizado es el modo en que la percepción del
atractivo físico influye en lo que sentimos por una persona, pero es
igualmente importante el modo en que lo que sentimos por una
persona influye en nuestra percepción de su atractivo físico. Yo he
observado, como muchas otras personas que conozco, que mi percep-
ción del atractivo físico de una persona suele aumentar si quiero a esa
persona, y disminuir si no la quiero. A tr&vés del tiempo, el cariño
puede incidir en la percepción del atractivo físico tanto como la
percepción del atractivo físico incide en el cariño.

Existe un viejo truco que algunos hombres que persiguen a una


mujer han adoptado casi intuitivamente: con el fin de despertar el
interés de la mujer por ellos, la llevan a un espectáculo emocional-
mente estimulante, como una sesión de lucha libre o de boxeo. Para
muchas mujeres, por supuesto, un buen ballet o una obra de teatro
pueden producir un mejor efecto. La intuición consiste en que el
despertar emocional actúa en cierto modo como un afrodisíaco. En
efecto, existen actualmente evidencias de que el despertar emocional
realmente actúa de este modo.
Tal vez el más famoso experimento que demuestra el vínculo entre
el despertar emocional y la atracción fue dirigido por Donald Dutton
y Arthur Aron.14 El experimento fue realizado en un contexto poco
común: un lugar turístico donde había dos puentes en sitios diferen-
tes. Uno de los puentes se extendía sobre una profunda garganta y se
balanceaba de lado a lado mientras la gente lo cruzaba. Para mucha
gente, cruzar ese puente resultaba terrorífico. El otro puente era
estable y no estaba lejos del suelo. Cruzarlos no producía ansiedad. Se
les asignó a los colaboradores masculinos uno u otro puente para que
lo cruzaran, y, mientras lo hacían, eran abordados por un ayudante
del investigador que conducía el experimento, que podía ser hombre
o mujer. El ayudante solicitaba a cada persona que respondiera a
algunas preguntas y que escribiera una breve historia basada en un
dibujo. El dibujo pertenecía al Test de Percepción Temática, un test
para medir las necesidades de la personalidad. Después de que los
individuos escribían la historia, el ayudante les daba su número de
teléfono, y les decía que si deseaban obtener mayor información
acerca del experimento, podían llamarle en cualquier momento que lo
desearan. Los investigadores estaban particularmente interesados
en calificar las historias según el grado de fantasía sexual. Observa-
ron que los niveles más altos de fantasías sexualeb en las historias
eran obtenidos por aquellos hombres que habían cruzado el puente
colgante y que fueron abordados por ayudantes femeninas. Además,
estos sujetos fueron los más propensos a telefonear a las ayudantes.
La investigación de Dutton y Aron presenta el estereotipo que
aparece en numerosos libros, obras de teatro y películas acerca de que
las personas que atraviesan juntas situaciones de estrés tienden a
sentirse atraídas. En efecto, muchas "aventuras de trabajo" suelen
comenzar cuando dos personas se unen al compartir una situación de
estrés que les afecta a ambas, y posteriormente resolverla conjunta-
mente. Así, es importante en las relaciones de pareja el continuar
afrontando de forma conjunta los desafíos comunes, y no dejar que
sólo uno de ellos les haga frente, ya sea en el trabajo o en el hogar. Por
todos los medios, deben plantearse objetivos posibles de alcanzar,
pero una vez alcanzados éstos -si es que eso ocurre deben plantearse
otros nuevos. Las relaciones que se mantienen inamovibles, en
realidad, están retrocediendo.
Un segundo experimento, realizado por Dutton y Aron, demostró
el efecto del despertar emocional dentro de un contexto ansiógeno.15
Sujetos masculinos concurrieron para participar en el experimento.
A algunos de ellos se les dijo que recibirían una serie de descargas
eléctricas potentes y dolorosas; a otros, que sólo recibirían descargas
leves e indoloras. Mientras esperaban, los sujetos fueron presentados
a una joven mujer que supuestamente era otra participante como
ellos, pero que en realidad actuaba como "señuelo". Mientras los
sujetos estaban esperando recibir las descargas, se les pidió que
llenaran un cuestionario calificando a la mujer. Los sujetos que
esperaban recibir las descargas potentes y dolorosas la calificaron
más favorablemente que los que supuestamente recibirían las descar-
gas leves e indoloras. Ninguno de los sujetos llegó a recibir descargas;
éstas fueron mencionadas solamente como un elemento destinado a
producir o no el despertar emocional de los sujetos experimentales.
Este experimento, como el anterior, demuestra la importancia del
despertar emocional en la génesis de la atracción. Es más probable
que una persona se sienta atraída hacia otra estando emocionalmente
despierta, aun cuando el despertar emocionál no se genere a partir de
esa otra persona. Por otro lado, este trabajo demuestra que el
despertar emocional es importante. Del mismo modo que cuando uno
se encuentra con una persona por primera vez como cuando pasa una
noche en la ciudad después de haber cuidado a tres hijos, el generar
excitación ayuda a que una relación continúe. Al mismo tiempo, es
importante destacar que los estudios sobre el despertar emocional,
así como los estudios sobre el atractivo físico, se refieren a la primera
etapa de una relación: la atracción inicial. Con el tiempo, las personas
que no nos generan un despertar emocional en un comienzo, pueden
llegar a hacerlo, aunque la situación inversa también puede ser
cierta. El planear sorpresas, divertirse y hacer cosas nuevas y exci-
tantes siempre es importante para las relaciones.

Entre los millones de compañeros en potencia con quienes uno


puede llegar a vincularse en una relación amorosa, uno conoce sólo a
una fracción infinitesimal. Muchos de nosotros elegimos un futuro
compañero sobre la base de haber conocido y llegado a conocer
profundamente a menos de una docena de competidores, y es raro el
caso de la persona que conoce y llega a conocer profundamente a más
de una docena. El factor más importante que determina a quienes
conocemos es también el más simple: es decir, la proximidad. Es más
probable que conozcamos a personas de las cuales, por una u otra
razón, estamos físicamente cerca.
Dos estudios clásicos han examinado los efectos de la proximidad
sobre la atracción interpersonal. El primero fue dirigido por León
Festinger y sus colegas a comienzos de los años '50.16 Festinger y sus
colegas investigaron patrones de amistad entre veteranos militares y
sus esposas que vivían en dos complejos residenciales para estudian-
tes, en el Instituto de Tecnología de Massachusetts. Los dos complejos
residenciales tenían diseños arquitectónicos diferentes, de manera
que fue posible investigar los efectos de la proximidad en dos contex-
tos ligeramente diferentes. El hallazgo básico fue que las personas
que vivían próximas unas de otras tenían más probabilidades de
hacerse amigas entre sí que las personas que vivían más lejos. Las
personas que vivían en apartamentos de ubicación central tendían a
entablar más amistades que las que vivían en los extremos de cada
piso. De forma esperada, los amigos de las personas que vivían cerca
del centro del pasillo tendían a ser las que habitaban en ese piso. Las
personas que vivían en apartamentos cerca de las escaleras tenían
muchas más probabilidades de hacerse amigas de personas que
vivían en el piso de arriba, porque estaban en situación de interactuar
con esas personas cuando subían por la escalera. El aprendizaje
subyacente a esto es que, al elegir un lugar para vivir, uno también
elige un conjunto de personas con quienes vivir.
Un segundo estudio fue dirigido por Theodore Newcomb, bajo
circunstancias poco comunes dentro de la psicología socialP La
mayoría de los psicólogos deben decidir si prefieren el control experi-
mental de un contexto de laboratorio, o la mayor validez del mundo
real que ofrece un contexto de campo. Newcomb pudo disponer de
ambas posibilidades cuando se le dio la oportunidad de crear una
situación de convivencia en dormitorios para estudiantes en la Uni-
versidad de Michigan. Durante dos años, diecisiete estudiantes
universitarios varones vivieron en su dormitorio sin pagar alquiler a
cambio de participar en su experimento sobre la formación de amis-
tades.
Los resultados coincidieron en general con los de Festinger y sus
colegas. Durante el primer año del experimento, Newcomb no halló
evidencia alguna de que la proximidad fisica tuviera influencia sobre
la atracción interpersonal. Pero durante el segundo año -con un
grupo completamente distinto de personas viviendo en el dormitorio
la proximidad sí tuvo influencia sobre la atracción, con la consecuen-
cia de que los compañeros de dormitorio se querían más entre ellos
que con los que no convivían. ¿Cuál podría haber sido la causa de la
discrepancia entre los resultados de los dos años? Durante el primer
año, los compañeros de dormitorio habían sido asignados al azar;
durante el segundo año, las asignaciones de dormitorios estuvieron
basadas en la concordancia de valores y opiniones de los individuos,
expresadas previamente a su traslado a los dormitorios. La mitad de
los estudiantes fue asignada a vivir con otros cuyas opiniones iniciales
eran notoriamente diferentes. Sin tener en cuenta la distribución, sin
embargo, el efecto general aún se mantenía: los compañeros de
dormitorio tenían más tendencia a ser amigos que los que no convi-
vían. Nunca estuvo realmente claro p<>rquéNewcomb obtuvo los
significativos .efectos de la proximidad durante el segundo año y no
durante el primero.
Otro estudio sobre los efectos de la proximidad fue conducido por
Mady Segal, quien envió cuestionarios por correo a cincuenta y dos
estudiantes de la Academia Estatal de Entrenamiento para Policías
de Maryland.18 Se le pidió a los estudiantes que señalaran a sus tres
mejores amigos dentro de la tropa, después de seis semanas de
entrenamiento. En la academia, la ubicación de los estudiantes en las
aulas no era asignada de forma casual. Sin embargo, ésta se asignaba
en base al orden alfabético de los apellidos, que dificilmente parece
una base para entablar amistades. A pesar de ello, Segal observó que
el orden alfabético tenía un poderoso efecto sobre la amistad. De
sesenta y cinco amistades, casi la mitad se había formado entre
estudiantes cuyos apellidos comenzaban con la misma letra o con
letras adyacentes.
Los efectos de la proximidad pueden ser diversos. Por un lado, la
proximidad puede generar atracción, como lo demuestran los estu-
dios descritos hasta ahora. Ciertamente, con respecto al efecto de la
simple exposición (véanse páginas 76-77), según el cual la simple ex-
posición de una persona a un estímulo es una condición suficiente
para que esa persona llegue a gustar de este estímulo, Zajonc ha
observado que el efecto opera no sólo en las personas sino también en
las cosas.19 Así, la exposición a signos de la China, fotografias u otros
objetos incrementa el gusto por ellos. Un experimento realizado por
Su san Saegert, Walter Swap y Robert Zajonc demostró que aún el
gusto por sustancias de sabor desagradable aumenta con sucesivas
exposiciones a éstas.20
Por otro lado, existe la opinión de que la familiaridad engendra
menosprecio, de que el llegar a conocer demasiado bien a una persona
puede conducir al fin de una amistad. Existe la evidencia de que la
familiaridad engendra menosprecio también. En un estudio, Ebbe
Ebbesen, Glenn Kjos y Vladimir Konecni observaron que, dentro de
una comunidad de clase media en California, la proximidad se
asociaba tanto a la simpatía comoa la antipatía entre las personas.21
Además, el efecto de la proximidad era mayor sobre la antipatía que
sobre la simpatía: mientras que el sesenta y dos por ciento de las
amistades de las personas eran con otros residentes de la misma área,
el se~nta por ciento de los sentimientos de antipatía también estaban
dirigidos hacia personas de la misma área.
Mientras que no es posible determinar con precisión en qué casos
la familiaridad provocaba cariño, y en qué casos provocaba menospre-
cio, yo puedo especular un poco. Cuánto más conocemos a una
persona, más oportunidades tiene esa persona de gratificamos o de
castigamos; y nosotros a ella. Un determinante, entonces, de si la
familiaridad conducirá a sentimientos positivos o negativos es si
nosotros le brindamos a nuestros compañeros principalmente grati-
ficaciones o castigos: o sea, si les fortalecemos; o, más bien, si ellos se
sienten fortalecidos. Un castigo tiende a producir un efecto más
sustancial que una gratificación; lo que nosotros creemos que es una
gratificación puede no serIo para la otra persona, y lo que nosotros
consideramos con indiferencia puede ser percibido por el otro como un
castigo.
Un segundo factor que puede determinar el efecto de la familiari-
dad es el grado con el que uno asocia la familiaridad con el despertar
emocional y la excitación. La familiaridad puede aportar oportunida-
des de hacer cosas gratificantesjuntos (y las gratificaciones liman las
aristas de las personas, haciéndolas parecer más atractivas) o ser una
excusa para permitir que el aburrimiento esté a la orden del día. Las
personas tienen distintos niveles de excitación que les resultan
óptimos, y lo que resulta poco para una persona puede resultar
demasiado para otra.
El tercer factor que en mi opinión constituye una diferencia son las
expectativas de una persona. Si uno espera aburrirse, es probable que
actúe de manera tal que termine aburriéndose: uno genera una
profecía de auto-cumplimiento. Pero si uno considera el llegar a
conocer mejor a una persona un camino de oportunidades práctica-
mente ilimitadas para nuevos tipos de experiencias compartidas y
excitación, entonces es probable que sea justamente eso lo que uno
obtenga.

Tendemos a querer a quienes nos quieren, factor que motivó un


estudio realizado por Carl Backman y Paul Secord.22 Además, lo que
cuenta para nuestro cariño no es necesariamente cuánto nos quiere
realmente el otro, sino cuánto creemos que nos quiere.
En el experimento de Backman y Secord, personas que no se
conocían previamente fueron distribuidas en pequeños grupos de
debate. Previamente a la formación de los grupos, se le informó, a cada
persona en forma individual, que, sobre la base de la información
aportada por unos tests de personalidad (que era falsa), los conducto-
res del experimento eran capaces de afirmar que ciertos miembros del
grupo, pero no otros, se sentirían muy atraídos hacia esa persona.
Durante el primer encuentro, tuvo lugar, realmente, una sesión
colectiva informal. Después de este encuentro, el conductor del
experimento les comunicó a los miembros del grupo que por último se
les dividiría en parejas, y entonces le pidió a cada uno que calificara
a cada uno de los otros tres miembros de su grupo en términos de
preferencia como compañero potencial de debate. Todo el grupo
continuó reuniéndose durante un total de seis sesiones, y después de
la tercera y de la sexta se obtuvieron calificaciones para compañeros
potenciales de debate mediante un procedimiento similar al aplicado
tras la primera sesión. Los investigadores observaron que, al final de
la primera sesión, los sujetos preferían como compañeros potenciales
de debate a aquellos miembros del grupo que, según se les había
informado previamente, se sentirían atraídos hacia ellos en base a los
falsos datos de los tests de personalidad. Así, creer gustar a otra
persona puede hacer que ella nos guste a nosotros. Sin embargo, en
la tercera sesión, los efectos de los falsos datos habían desaparecido
y los sujetos se encontraban ya en posición de descubrir quién les
gustaba realmente, y a quién le gustaban ellos.
En un experimento relacionado con este último, Richard Staple-
ton, Peter Nacci y James Tedeschi demostraron que cuando los
sujetos eran evaluados por otra persona, su evaluación de esa otra
persona estaba fuertemente influida por el modo en el que ellos
habían sido evaluados por ella.23 Todos nosotros hemos sentido, hasta
cierto punto, las repercusiones de nuestras propias valoraciones de
los demás y, ciertamente, podemos dudar antes de criticar a personas
importantes en nuestras vidas que puedan, a su vez, criticamos a
nosotros.
La reciprocidad parece ser importante en el área de la auto-
exposición. Generalmente, las personas tienden a gustar de aquellos
que están dispuestos a mostrarse como realmente son.24 Cuando nos
descubrimos ante otra persona, generalmente esperamos que ella
haga lo mismo. Si no lo hace, nos sentimos incómodos y menos
atraídos hacia ella.
Los descubrimientos sobre la reciprocidad tienen una franca
implicación en las relaciones, que ha sido reconocida desde las
sociedades humanas más primitivas: uno tiende a recibir 10 que uno
da. Las personas que explotan a otras son reconocidas tarde o
temprano comoexplotadoras, y posteriormente otras reaccionan ante
ellas en consecuencia. A largo plazo, la explotación no nos conviene
dentro de una relación, aunque nos la planteemos desde un punto de
vista egoísta, porque cuando somosfinalmente descubiertos, tendere-
mos a recibir lo que hemos dado. Por supuesto que esta Regla de Oro
tiende a cumplirse en la mayoría de los casos, pero no necesariamente
se cumple en ciertos casos particulares. Algunas personas son "agu-
jeros negros": reciben, reciben y reciben, y sin embargo no dan nada
a cambio. Otras son capaces de dar pero reacias a tomar. La psicología
afirma lo que la religión, la filosoña y la literatura nos han dicho
durante mucho tiempo: lo que damos es lo que obtenemos.

El refrán "dime con quién andas y te diré quién eres" parece estar
avalado por la literatura empírica sobre la atracción interpersonal.
En general, los individuos similares tienden a sentirse atraídos
entre sí.
La similitud puede tener diversas formas, de las que varias se han
vinculado a una mayor atracción interpersonal. Quizás el conjunto
principal de variables es el demográfico; la investigación demuestra
que la similitud en las variables demográficas tales como la edad,
religión, educación, salud ñsica, entorno étnico, entorno económico,
auto-estima, y otras de este tipo están asociadas a una mayor
'atracción interpersonal.26 Existe al menos cierto indicio de que los
individuos que se sienten atraídos entre sí tienen personalidades
similares, y los estudios han sugerido que el tener personalidades
similares también se asocia a la satisfacción conyugal.26 Las parejas
que se atraen también tienden a tener opiniones más similares que
las que no se atraen.27 Comohe destacado anteriormente, las parejas
que mantienen relaciones estables también tienden a' ser más simi-
lares en atractivo ñsico que las parejas que coinciden en cuanto a la
edad, pero no en cuanto al atractivo físico.
Quizás el más renombrado y elocuente defensor del punto de vista
de que la similitud genera atracción es Donn Byrne. Como se ha
destacado en el capítulo 4, Byrne ha escrito extensamente sobre sus
intentos de predecir la atracción personal sobre la base de la simili-
tud. Muchos de los estudios de Byrne han requerido un procedimiento
experimental único. Los sujetos de sus estudios, generalmente estu-
diantes universitarios, comienzan por responder a ciertos cuestiona-
rios destinados a evaluar sus atributos y opiniones personales. Luego,
se le muestra a cada sujeto el cuestionario de otro individuo al cual
ellos no conocen. Sin que ellos lo sepan, el sujeto desconocido es falso,
y sus respuestas han sido concebidas de modo tal que resulten
similares o diferentes a aquellas del verdadero sujeto. Así, el sujeto
verdadero se forma una impresión general de la otra persona y se le
pide que la califique dentro de lo que Byrne denomina Escala de
Evaluación Interpersonal. La Escala de Evaluación Interpersonal
contiene varios ítems, dos de los cuales son críticos: uno de ellos se
refiere a los sentimientos personales hacia el sujeto desconocido, y el
otro se refiere al grado de disposición del sujeto a trabajar con el otro
en el experimento. Las puntuaciones de estos dos ítems, sumadas, se
consideran una medida de la atracción hacia el sujeto falso. Byrne ha
observado que las puntuaciones de la Escala de Evaluación Interper-
sonal están relacionadas en forma lineal con el grado de similitud
entre los patrones de respuestas del sujeto verdadero y los del falso.
Particularmente, la similitud de opinión resulta un excelente pronós-
tico de la atracción medida en la escala de Byrne. Su medida de la
atracción interpersonal es general y global, y no resulta claro el hecho
de que la fuerza de la relación que él obtiene pertenezca a una medida
más compleja y variada de la atracción.
¿Hasta qué punto es general la relación entre similitud y atrac-
ción? Sabemos que deben existir algunas diferencias básicas, entre
las que el sexo no es la menos importante. Ted Huston y George
Levinger sugirieron cuatro razones por las que la similitud puede ser
tan importante.28 En primer lugar, las personas pueden sentir que la
similitud les resulta gratificante. Precisamente el fenómeno de la
similitud puede conducir directamente a un aumento de la atracción
hacia determinada persona. En segundo lugar, la similitud puede
aumentar la auto-estima: el escuchar a alguien expresar opiniones o
valores semejantes puede enaltecer nuestra opinión de nosotros
mismos, ya que a través de la similitud podemos recibir apoyo para las
posiciones que tomamos en la vida. En tercer lugar, la similitud puede
presagiar un brillante futuro: las personas pueden confiar más en el
futuro de una relación con alguien similar, que con alguien que no lo
sea. Finalmente, puede que no sólo sea la similitud en las variables
demográficas, o en las opiniones, o en lo que sea, lo que influye
directamente en la atracción interpersonal, sino también la similitud
en las respuestas emocionales que se generan en consecuencia. En
otras palabras, las personas que son similares en una variedad de
cosas pueden responder a diversas situaciones de un modo emocional-
mente coincidente y, en consecuencia, tener más posibilidades de
sentirse atraídas entre sí.

Una de las obras teatrales de mayor éxito y que estuvo más tiempo
en cartel fuera del circuito de Broadway esFantasticks. La obra trata
de un muchacho y una chica cuyos padres son enemigos declarados,
y, debido a esto, han levantado un muro que separa sus propiedades.
El muchacho y la chica llegan a conocerse, se enamoran, y hacen todo
lo posible por encontrarse en citas secretas. Los padres, al descubrir
la relación entre sus hijos, los desaniman, pero finalmente llegan a la
conclusión de que no serán capaces de impedir esa relación. En
consecuencia, derriban el muro. Pero apenas lo hacen, comienzan los
problemas. La relación, que alguna vez había sido próxima y armóni-
ca, se vuelve distante y discorde. Por último, el muchacho parte a
recorrer mundo, y la chica, abandonada, también sale a ver qué más
existe afuera. Después de muchas dificultades y tribulaciones, el
muchacho y la chica vuelven a unirse. Pero ahora los padres han
aprendido una lección, y vuelven a erigir el muro para crear un
obstáculo que les separe. La lección que han aprendido es que el amor
sólo parece prosperar cuando existen obstáculos. El tema de Fantas-
ticks está realmente avalado por la investigación psicológica. Richard
Driscoll, Keith Davis y Milton Lipetz observaron que la intromisión
paterna en una relación determina que sus miembros se unan con
más fuerza, y que --como los padres de Fantasticks descubrieron- si
los padres quieren impedir una relación, lo peor que pueden hacer es
interferir en ella activamente.29
Las parejas a veces se unen sólidamente creando enemigos exter-
nos que intentan destruirlas. Estos enemigos pueden ser amigos,
suegros, hijastros, o, en cualquier caso, un consejero.
A veces, por supuesto, la percepción de estos enemigos externos no
es paranoica sino realista: a veces ciertas personas o instituciones
quieren destruir una pareja. Pero es útil tener un enemigo externo,
siempre que éste sea relativamente impotente. El buscar enemigos
puede tener sus inconvenientes: las parejas que adquieren ese hábito
pueden finalmente encontrar al enemigo en el otro.
El principio subyacente a la historia de Fantasticks se denomina
a veces "efecto de lo difícil de obtener" (véanse páginas 73-74). Como
he señalado, cuando Elaine Walster y sus colegas investigaron este
efecto, observaron que el mismo es difícil de obtener: o sea, no es que
las personas difíciles de obtener sean más atractivas, sino que
tendemos a preferir a las que son difíciles de obtener para otros, pero
fáciles de obtener para nosotros.30 R. A. Wright y R. J. Contrada
cuestionaron los resultados de Walster y sus colegas en distintos
aspectos, y observaron que tendemos a sentimos atraídos hacia
personas que son, al menos en cierto modo, selectivas respecto a con
quién salen.31 Sin embargo, nos sentimos más atraídos hacia aquellas
personas que son moderadamente selectivas que hacia las que son
extremadamente selectivas. Las personas extremadamente selecti-
vas, a menudo, pueden ser consideradas vanidosas y poseedoras de
opiniones demasiado elevadas sobre sí mismas.
En conclusión, al menos que alguno de los factores de la atracción
interpersonal -atractivo físico, despertar emocional, proximidad,
reciprocidad, similitud y barreras-- esté presente en una pareja, es
poco probable que ésta llegue a enamorarse.
6.¿Qué es lo importante
en cada momento?

Si nos propusieran una inversión financiera importante que sólo


tuviera un 50 por ciento de probabilidades de ser fructífera, o jugar a
la ruleta rusa con idénticas probabilidades de no matarnos, segura-
mente ni haríamos la inversión ni jugaríamos. Sin embargo, las
personas se casan, habitualmente, con aproximadamente las mismas
probabilidades de éxito. Pocas personas se casan pensando que serán
víctimas del divorcio, así como pocos fumadores piensan que contra-
erán cáncer de pulmón y pocos californianos creen que serán víctimas
de un terremoto. Sin embargo, si el porcentaje de divorcios se
mantiene constante, cerca de la mitad de los hombres y mujeres que
corrientemente contraen matrimonio, puede esperar finalmente
divorciarse.
Quizá muchas relaciones sentimentales, incluyendo los matrimo-
nios, se terminan porque las personas toman decisiones inadecuadas
en cuanto a sus compañeros potenciales: desestiman la evidencia, o no
buscan en primer lugar la evidencia más útil. Otra explicación, y el
enfoque de este capítulo, es que no se trata de que la gente elige
compañeros inadecuados, sino que los seleccionan sobre la base de las
cosas que resultan importantes al comienzo de una relación senti-
mental, y no en base a las que pueden resultar importantes a largo
plazo. Y, por supuesto, las relaciones sentimentales y las personas
vinculadas en ellas cambian a través del tiempo en aspectos que no
son totalmente pronosticables en un comienzo. Actualmente, la
investigación psicológica ha hecho posible al menos discernir las
características de una relación, así como las de las personas implica-
das en ella, que varían en importancia a través del tiempo. Así, uno
puede tener una mayor probabilidad, al comienzo de una relación, de
predecir su éxito tanto a largo como a corto plazo. En este capítulo,
analizo estudios sobre los cambios en las cosas que son importantes
en cada momento de la relación, y en el capítulo siguiente, analizaré
las teorías sobre lo subyacente a esos cambios.

ESTUDIOS SOBRE LOS CAMBIOS


EN LAS RELACIONES

Dos importantes estudios acerca de qué es lo que se modifica a


través del tiempo dentro de las relaciones han sido realizados por Zick
Rubin y sus asociados. El primer estudio, parte de la disertación de
Rubin, consistía en un seguimiento de 182 parejas, seis meses
después de una sesión inicial de cuestionarios.1 El 87 por ciento de los
364 participantes originales respondió. Las parejas estaban de acuer-
do en referir cambios, si los había, en la intensidad de sus relaciones.
Cinco o seis de las parejas permanecían unidas; el 60 por ciento refirió
que su relación se había tomado más intensa, el 19 por ciento no
refirió cambios en la intensidad, y el 21 por ciento refirió una
disminución de la intensidad. La mayor parte de las parejas dentro de
la última categoría se habían separado. Las parejas más propensas a
separarse eran aquellas que habían estado unidas durante períodos
más cortos o más largos. Aparentemente, las parejas de formación
más reciente dentro del estudio original aún se mantenían inestables,
y las más antiguas eran susceptibles de tener relaciones que parecían
haber tenido un desarrollo normal. Las puntuaciones de la Escala de
Amor de Rubin sólo anticiparon un desarrollo favorable de las
relaciones en un grado mínimo.2 Pero las correlaciones entre los
puntajes de la escala de amor y el progreso de las relaciones resulta-
ron más altas para aquellos individuos que habían indicado, en el
estudio inicial, que vivían de acuerdo con ideales más románticos,
expresados en afirmaciones tales como "Una persona debería casarse
con quien ella ama, sin importarle su posición social" y "Dos personas
no deberían tener dificultades para llevar adelante su matrimonio,
siempre que se amen una a la otra". Para las parejas cuyos miembros
eran ambos románticos, las correlaciones entre las puntuaciones
iniciales de la escala de amor y el progreso de la relación después de
seis meses resultaron moderadas, ligeramente mayores para los
hombres que para las mujeres. Las correlaciones para la Escala de
Cariño de Rubin resultaron similares, pero más débiles.
Este estudio ayuda a explicar por qué algunas relaciones aparen-
temente carente s de amor pueden mantenerse indefinidamente,
mientras que otras pronto se terminan. La mayoría de nosotros
conoce parejas que permanecen unidas en relaciones aparentemente
muertas (al menos emocionalmente), y otras que se separan uno de
sus miembros deja de sentirse "enamorado". El punto crítico es la
percepción de cada miembro de la pareja en relación a cuán importan-
te es el amor, y en especial el amor romántico, para la supervivencia
de una relación. Por ejemplo, en el amor estórgico (de mejor amigo) de
la teoría de los tipos de amor de John Lee (capítulo 4), los enamorados
no tienden a afligirse si su relación se enfría: en realidad, es probable
que ésta haya sido siempre una relación fría. Los enamorados eróti-
cos, por el contrario, pueden sentirse muy afligidos. Una variable
adicional que interviene es lo que los miembros de una pareja
esperan, no sólo de las relaciones en general sino de una determinada
relación en particular. Algunas personas, por ejemplo, adoran las
relaciones eróticas, pero no esperan que un matrimonio se mantenga
a largo plazo como una relación de este tipo.
El problema más grave y frecuente surge cuando cada uno de los
miembros de una pareja tiene una percepción diferentes, ya sea de la
importancia del amor dentro de una relación, o de lo que significa el
amor para su relación. Este es el caso de Elena y Félix. Después de
permanecer casados durante más de una década, parecían tenerlo
todo: una linda casa, dos profesiones con éxito, cuatro niños maravi-
llosos, gran cantidad de dinero para gastar, status dentro de la
comunidad, y prácticamente cualquier otra cosa que una pareja
pudiera desear. El problema era que Elena era infeliz, pero Félix no
lo era. Elena sentía que lo tenía todo, y que a la vez no tenía nada. Por
más grandiosa que parecía ser su vida, estaba vacía, excepto en
cuanto a su amor por sus cuatro hijos y el amor de éstos por ella. El
amor que ella había sentido alguna vez por Félix se había convertido
en lo que ella denominaba "paciencia". Ella lo toleraba, pero no se
sentía comprometida emocionalmente. Ella sentía que la vida y el
amor tenían que ser algo más que eso. En el momento en que yo la
conocí, ella estaba pensando en dejar su matrimonio, su hermosa
casa, el dinero, y el perfecto entorno de película en el que vivía para
buscar a un hombre por el que realmente pudiera volverse loca. Félix
sentía que Elena cometería una locura si dejaba todo lo que tenían,
puesto que lo tenían todo. Y esto era cierto, para Félix. Su noción del
amor era mucho más plácida que la de Elena. Los sentimientos
pasional es no eran importantes para él en un matrimonio, y se sentía
cómodo con modestas cantidades de intimidad. Elena y él tenían un
compromiso entre ambos, y ese compromiso les había dado todo lo que
querían, y aun más. Pero la falta de pasión y de intimidad dentro de
la relación resultaba progresivamente frustrante para Elena, y ella
no sabía qué hacer al respecto. Durante mi última conversación con
ella, aún estaba indecisa, corno lo había estado durante los cinco años
anteriores, y podría seguir están dolo durante otros cinco o más.
Por desgracia, no existe una respuesta adecuada para el problema
de Elena, ya que éste implica múltiples factores. Ella deberá conside-
rar no solamente sus sentimientos por Félix, o la ausencia de ellos,
sino también las necesidades emocionales de los niños, la seguridad
económica, las consecuencias sobre su modo de vida, etcétera. No es
sorprendente que ella, corno muchas otras en su misma situación, se
encuentre en un estado de prolongada indecisión.
El estudio inicial de Rubin examinó varias relaciones durante
solamente seis meses. Charles Hill, Zick Rubin y Anne Peplau
dirigieron un estudio longitudinal más prolongado -"Separaciones
antes del Matrimonio: El Final de 103 Relaciones", que se convirtió en
una especie de clásico-3 durante un período de dos años. En este
estudio, Hill y sus colegas examinaron factores que pronostican el fin
de las relaciones sentimentales entre estudiantes universitarios
antes del matrimonio, y observaron que el compromiso desigual en la
relación, así corno las discrepancias en la edad, aspiraciones educacio-
nales, inteligencia, y atractivo fisico, eran signos que pronosticaban
el final. El momento de las rupturas tenía una estrecha relación con
el calendario escolar: éstas tendían a producirse al comenzar o al
terminar los períodos escolares. La decisión de concluir la relación era
pocas veces de común acuerdo, y las mujeres eran más propensas que
los hombres a percibir problemas en la relación y a tornar la decisión
de terminarla.
Este estudio confirma la importancia de la similitud y la recipro-
cidad en las relaciones. También ilustra de qué modo las discrepan-
cias que pueden no ser problemáticas a corto plazo pueden llegar a
serIo a largo plazo. Consideremos, por ejemplo, el compromiso desi-
gual. En un primer momento, una persona puede sentirse halagada
(y hasta asombrada) por el alto nivel de compromiso que otra persona
demuestra hacia ella. Y, si esa persona se ha sentido relativamente
carente de amor durante un largo tiempo, el interés de la otra será
especialmente bienvenido. La persona podrá no sentir tanto amor por
la otra, pero estar tan agradecida por el amor que recibe, que estará
satisfecha de ser la más amada de la relación.
Carolina se encontraba justamente en esta posición. A los veinti-
cinco años, había tenido pocas relaciones sentimentales, ninguna de
las cuales había durado mucho tiempo, y estaba empezando a asus-
tarse. Se había enterado recientemente que existía un estudio que
supuestamente demostraba que sus posibilidades de casarse ya se
estaban tornando remotas, y ella realmente deseaba tener hijos y una
pareja adecuada. Cuando Andrés, a quien había conocido hacía poco
tiempo, le declaró su amor, se sintió fascinada, a pesar de que ella no
experimentaba mucho amor por él. Permaneció junto a él durante
más de un año y luego le dejó. Ella había confiado en que "aprendería
a amar" a Andrés, pero no fue así. Además, se había sentido frustrada
por encontrarse en una relación tan asimétrica. Se sentía asfixiada
por el amor de Andrés, probablemente porque ella era incapaz de
compensárselo.
Una diferencia de edad también puede resultar un factor impre-
decible dentro de una relación amorosa. La diferencia más común, por
supuesto, es que el hombre sea mayor que la mujer. Cuando la
diferencia es muy grande, los problemas pueden surgir a largo plazo.
Laura estaba fascinada con Héctor, en su primer encuentro: ella tenía
veintitrés años y él cuarenta y nueve. Laura, que había tenido una
relación problemática con su padre, estaba buscando la figura pater-
na que nunca había tenido. La encontró en Héctor. Un año después de
conocerse, Laura y Héctor se casaron. A los treinta años, Laura ya no
necesitaba ni deseaba una figura paterna. Había superado su ante-o
rior relación problemática con su padre, en gran medida con la ayuda
de Héctor. Héctor, a los cincuenta y seis años, consideraba que su vida
estaba entrando en decadencia, mientras que Laura ahora deseaba
comenzar a organizar su vida. La pareja afrontó serias dificultades,
que finalmente pudo superar. Laura y Héctor consultaron a un
consejero, y se dieron cuen ta de que parte de su problema no radicaba
en su diferencia objetiva de edad, sino en la percepción que Héctor
tenía de sí mismo, a los cincuenta y seis años, de estar entrando en
decadencia. El problema era su edad psicológica más que su edad
biológica. A medida que Héctor comenzó a darse cuenta de que no era
necesariamente un viejo a los cincuenta y seis años, fue capaz de
esforzarse por salvar su matrimonio que significaba mucho para él.
Las diferencias en la educación y en las aspiraciones educaciona-
les también pueden perjudicar el bienestar de un matrimonio. Fran-
cisco se casó con una joven que era estudiante de la escuela secunda-
ria, mientras que él era un estudiante de medicina a punto de
licenciarse. Eva dejó los estudios, pero le dijo a Francisco que más
tarde quería retomarlos, terminarlos y seguir una carrera. Francisco
no tomó muy en serio lo que ella le dijo, porque muchas mujeres decían
lo mismo en ese momento, quizá, pensaba él, para protegerse. La
mayor parte de ellas, creía él, finalmente se casaban, tenían hijos, y
brindaban a sus esposos el tipo de vida familiar tranquila y estable
que él deseaba, mientras continuaba su carrera de médico.Más tarde,
Francisco descubrió que Eva hablaba seriamente con respecto a sus
aspiraciones educacionales; tan seriamente que deseaba terminar el
colegio antes de tener hijos. Lo hizo, sin Francisco, quien busca otra
esposa, dócil y hogareña, como él quería.
En cuanto a la inteligencia, casi todo el mundo parece estar
buscando un compañero inteligente en los últimos tiempos; y en el
ambiente académico me encuentro con mucha gente que parece
equiparar la inteligencia a la divinidad, o casi. La afinidad intelectual
tiene sentido desde el punto de vista de que una persona muy
inteligente puede llegar a aburrirse con otra que definitivamente
carece de inteligencia. Pero la inteligencia adopta muchas formas, no
todas ellas mensurables por medio de distinciones académicas, u
otros signos claros. Uno puede equivocarse seriamente equiparando
el éxito o el fracaso escolar de un compañero potencial a su capacidad
y compatibilidad intelectuales.
Los dos estudios de Rubin efectuaban seguimientos longitudina-
les de duración relativamente corta. Un estudio realizado por Richard
Cimbalo, Virginia Faling y Patricia Mousaw efectuaba un análisis
transversal de treinta y dos parejas que llevaban quince años casadas
o menos.4 Los investigadores observaron que a través del tiempo, la
importancia del sexo aumentaba, mientras que la importancia de la
seguridad disminuía. Las puntuaciones del amor también dismi-
nuían a través del tiempo.

En este capítulo, planteo cinco preguntas básicas acerca de los


cambios dentro de las relaciones sentimentales a través del tiempo:

1. ¿Cuáles son los atributos de una relación que tanto los


hombres como las mujeres consideran importantes para el
éxito de una relación sentimental en diferentes momentos
de la misma?
2. ¿Cuáles son los atributos de una relación que caracterizan
esa relación en diferentes momentos?
3. ¿Hasta qué punto pueden las calificaciones del grado de im-
portancia de diferentes atributos predecir el éxito de una
relación en diferentes momentos de ésta?
4. ¿Hasta qué punto pueden las calificaciones del grado de re-
presentatividad de diferentes atributos predecir el éxito de
una relación en diferentes momentos de ésta?
5. ¿Qué diferencias existen entre los sexos en cuanto a qué
cosas son importantes y qué cosas son representativas en las
relaciones?

Para formular estas preguntas, Sandra Wright y yo realizamos un


estudio preliminar y luego un estudio principal: el primero, para
agrupar constelaciones de sentimientos y de actividades dentro de las
relaciones sentimentales, y el segundo, con un nuevo grupo de sujetos,
para examinar estas preguntas en relación a dichas constelaciones.

En el estudio preliminar, 32 sujetos, la mitad hombres y la mitad


mujeres, fueron rec1utados por medio de anuncios en un periódico
local; ninguno de ellos era estudiante en Yale. Se les pidió que
calificaran el grado de relación entre cada par posible de un conjunto
de 32 afirmaciones en una escala del! al 9, en la que el! indicaba que
las afirmaciones "no tenían ninguna relación" y el 9 indicaba que
"estaban estrechamente relacionadas"; entre éstos existían grados
intermedios de relación. El conjunto completo de afirmaciones, que
era además del estudio principal, se expone en la table 6.1. Los 496
pares de afirmaciones (todas las posibles combinaciones entre las 32
afirmaciones, tomadas de dos en dos) fueron presentados en cuatro
órdenes diferentes, para evitar los prejuicios que podrían presentarse
si todos respondieran las preguntas en el mismo orden.
Analizamos los datos por medio del análisis de constelaciones, el
cual identifica agrupaciones de atributos: o sea, los atributos que la
gente considera relacionados. Identificamos diez constelaciones prin-
cipales, las cuales eran, por orden de importancia: comunicación-
apoyo, entendimiento-apreciación, tolerancia-aceptación, flexibili-
dad-modificabilidad, valores-capacidades, familia-religión, finanzas-
ocupaciones, atracción ñsica-romance, cariño-amistad, y fidelidad
(véase tabla 6.2). Para la mayoría, estas constelaciones son coheren-
tes y sensibles, e indican un espectro relativamente amplio de bases
para determinar qué es lo que funciona y qué es lo que no funciona en
TABLA 6.1
Cuestionario de Sternberg- Wright para Relaciones Sentimentales

1. Capacidad de comunicarse bien con su compañero.


2. Atractivo físico.
3. Comprensión de los deseos y necesidades de su compañero.
4. El pasar buenos momentos junto a su compañero.
5. El encontrar tiempo para estar junto a su compañero.
6. El compartir intereses con su compañero.
7. El compartir valores con su compañero.
8. Capacidad de hacer el amor.
9. Capacidad de satisfacer las expectativas económicas de su compañero.
10. Cuán interesante es usted para su compañero.
11. Manejo de su relación con sus hijos (si los tienen).
12. Manejo de su relación con sus padres.
13. El manejo de su relación con los padres de su compañero.
14. Capacidad de escuchar atentamente a su compañero.
15. Capacidad de sentir simpatía hacia su compañero.
16. Grado de libertad que usted está dispuesto a otorgar a su compañero.
17. Fidelidad exclusiva a su compañero.
18. DilJposición a cambiar en respuesta a los deseos de su compañero.
19. Disposición a realizar tareas domésticas.
20. Valoración de su compañero.
21. Disposición a tolerar los defectos de su compañero.
22. Capacidad de congeniar con los amigos y con los socios de su compañero.
23. Respeto por su compañero.
24. Concordancia con el nivel intelectual de su compañero.
25. Concordancia con las creencias religiosas de su compañero.
26. Conocimiento de la forma de ser de su compañero.
27. Expresiones de afecto hacia su compañero.
28. Orgullo por los logros de su compañero.
29. Apoyo hacia su compañero.
30. Aceptación de su compañero tal cual es.
31. Amor romántico por su compañero.
32. Cariño por su compañero.

Nota: En todo el cuestionario, el número de enunciados está duplicado; en otras


palabras, cada enunciado aparece en dos formas, la primera con respecto a la relación
con su compañero (tal como figura en la table); la segunda, con respecto a la percepción
del compañero de su relación con usted. Por ejemplo, la segunda forma del enunciado
N° 1 sería: -Capacidad de su compañero de comunicarse bien con usted", y la segunda
forma del enunciado N° 2 sería: -Atractivo físico de su compañero".
TABLA 6.2
Constelaciones formadas a partir de la Escala de Sternberg- Wright
para Relaciones Sentimentales

1 capacidad de comunicarse
14 capacidad de escuchar atenta-
mente
15 capacidad de sentir simpatía
29 apoyo

3 comprensión de deseos y necesi-


dades
20 valoración
23 respeto
26 conocimiento

21 tolerancia de defectos
30 aceptación del compañero como
persona

16 disposición a otorgar libertad


18 disposición a cambiar

7 compartir valores
22 congeniar con los amigos del
compañero
24 concordancia con el nivel intelec-
tual del compañero
28 orgullo por los logros del com-
pañero

una relación sentimental, desde los sentimientos por el otro hasta las
acciones y las variables situacionales que inciden en el buen desarro-
llo de la relación. Estas constelaciones resultaron una base útil para
algunos de los análisis de datos en el experimento principal.
El orden, así como los contenidos de las constelaciones, indican
TABLA 6.2
(continuación)

11 manejo de la relación con los hi-


jos
12 manejo de la relación con sus
padres
13 manejo de la relación con los
padres de su compañero
25 concordancia en las creencias
religiosas

9 satisfacción de expectativas eco-


nómicas
19 disposición a realizar tareas do-
mésticas

2 atractivo físico
8 capacidad de hacer el amor
27 expresión del afecto
31 amor romántico

4 pasar buenos momentos juntos


5 encontrar tiempo para estarjun-
tos
6 compartir intereses
10 ser interesante para el otro
32 cariño por el otro

Nota: Las constelaciones están enumeradas siguiendo un orden en relación a su


fuerza.

cuán importante siente la gente que cada una de estas constelaciones


es para una relación amorosa. Otorgando el valor más alto a la
comunicación y el apoyo, las personas demuestran que desean a
alguien que no solamente pueda comunicar eficazmente cómo se
siente, sino también escuchar atentamente. El escuchar es quizá la
habilidad intelectual a la que más importancia se le resta. Se nos
enseña a leer, y nuestra comprensión de la lectura se valora continua-
mente. También se nos enseña a escribir y a hablar con propiedad.
Pero en la mayoría de los casos, nunca se nos dan instrucciones
precisas acerca del escuchar. Algunas personas no saben escuchar.
Otras no desean hacerlo, tan preocupadas por sus propiospensamien-
tos y problemas que no tienen tiempo para escuchar a los demás. Si
,;

uno desea lograr una importante mejoría en su relación en un tiempo


mínimo, debe intentar escuchar atentamente lo que su compañero
dice, e -igualmente importante- demostrar su simpatía colocándo-
se en el lugar de la otra persona. ¡Nuevamente, la Regla de Oro! Si uno
desea que su compañero comprenda su posición, debe intentar com-
prender la del otro. Y luego, apoyarle. Esto no significa aprobar toda
posición que el otro pueda asumir sino demostrarle al otro que es
importante, al margen de la posición que pueda adoptar.
La segunda constelación es la de la comprensión y la valoración del
otro. Todo el mundo quiere ser comprendido y valorado, pero más
personas se sienten infravaloradas que sobrevaloradas. En los co-
mienzos de una relación, uno es muy capaz de descubrir los puntos
fuertes de una persona, pero suele no reconocer sus puntos débiles.
Por el contrario, después de un tiempo de conocer a alguien, uno
parece convertirse en un experto en reconocer sus puntos débiles, a
expensas de sus puntos fuertes. Las relacione¡:¡ serían más felices si
las personas fueran más equilibradas en su acercamiento e intenta-
ran ser honestas consigo mismas en cuanto a sus propios puntos
débiles y fuertes y los de sus compañeros.
Los elementos de la tercera constelación -tolerancia y acepta-
ción- son, a largo plazo, indispensables para que una relación
funcione. Los defectos que uno puede pasar por alto, o incluso
encontrar atractivos a corto plazo, pueden resultar intolerables a
largo plazo. Marcos y Sofía, por ejemplo, parecen estar siempre en
deuda el uno con el otro. Aunque él la culpa a ella, y ella, a él, ambos
son responsables. Marcos siente debilidad por los equipos de alta
fidelidad y suele complacerse frecuentemente comprando algún
nuevo accesorio, mientras que Sofía tiene debilidad por las joyas
caras. Aunque se entusiasma mucho con cada nueva joya, siempre
está pensando en comprar la siguiente. Su situación financiera,
próxima a la ruina, determinaría la ruptura de muchas otras relacio-
nes. Sin embargo, siguen juntos, quizás porque cada uno acepta la
debilidad del otro a cambio de la aceptación del otro con respecto a la
propia.
Si nuestro compañero no puede aceptar, o al menos tolerar,
nuestra forma de ser, aún nos queda una opción abierta dentro de la
esfera de lo que puede funcionar. Podemos cambiar para parecemos
más a lo que nuestro compañero desea, ejercitando la flexibilidad y la
modificabilidad de la cuarta constelación. Esto puede constituir un
gran riesgo. Si llevamos a cabo un cambio en nosotros mismos,
debemos estar seguros de que éste es compatible con nuestra perso-
nalidad y carácter básicos. De lo contrario, podríamos llegar aarre-
pentimos del cambio y así perjudicar nuestra relación. A la larga, es
poco probable que semejante cambio resulte duradero: las personas
.pocas veces toleran cambios que les hacen sentirse deshonestas
consigo mismas.
Algunas personas pueden estar tan seguras de que lo que desean
para el otro es "10 correcto" que lo presionan para que consulte a un
profesional. Tomando un caso extremo, Javier estaba pensando en
dejar a Teresa, y ella pensaba que él estaba loco. Ella le rogó que
consultara a un ~rapeuta, cosa que él hizo, y así logró reunir la fuerza
necesaria para dejarla.
El mantener una relación supone un delicado equilibrio- entre
conceder y obtener libertad. Cuando uno integra una relación compro-
metida, normalmente concede algunas libertades a cambio de obtener
otras. Pero para que las cosas funcionen, los límites que uno intenta
imponer a su compañero deben ser razonables. Si no lo son, uno puede
estar sembrando las semillas que destruirán la relación. Marga, por
ejemplo, era extremadamente exigente con respecto al tiempo de
Martín. Ella no solamente deseaba que él le dedicara la mayor
cantidad posible de su tiempo, sino que además quería que él le
rindiera cuentas sobre cada minuto de éste. Cuando Martín hacía
cosas que ella no aprobaba, protestaba violentamente. Por último,
Martín comenzó a mentirle para mantener la paz, y luego decidió
dejarla. El se cansó de rendirle cuentas sobre cada minuto de su
tiempo, y de mentir.
La quinta constelación generalmente abarca las concordancias
entre valores y capacidades, a las cuales ya me he referido. Sin
embargo, dentro de esta constelación, un elemento digno de especial
mención es el orgullo por los logros del compañero. Uno tiende a
felicitar con bastante frecuencia a su compañero por sus logros en los
comienzos de una relación, pero con el transcurso del tiempo, lo hace
con menor frecuencia. A la gente le gusta ser felicitada por los logros
de los que se enorgullece, y las felicitaciones del año pasado, o las de
la semana pasada, necesitan ser reforzadas hoy.
La sexta constelación se refiere a cuestiones familiares y religio-
sas: el modo en que uno se ocupa de los hijos, de los padres y la religión,
que suele enmarcarse, esencialmente, dentro de la vida familiar. La
séptima constelación se refiere a las finanzas y a las ocupaciones; y la
octava, a la atracción ñsica y al romance. La novena constelación
incluye el carifio y la amistad; y la décima, la más débil, consta de un
solo elemento, relativo a la fidelidad exclusiva hacia la otra persona.
Aunque esta constelación surgió en último término, su debilidad
puede estar, simplemente, en función al hecho de que solamente uno
de los ítems medía la fidelidad exclusiva, y este atributo no tiende a
relacionarse estrechamente con otros.
No existe una prescripción mágica para la fidelidad sexual exclu-
siva. Mientras que muchas parejas que conozco mantienen las deno-
minadas "relaciones abiertas", la mayoría espera fidelidad exclusiva.
Diferentes modalidades pueden funcionar para diferentes personas,
pero mi impresión es que las relaciones "abiertas" funcionan mucho
peor en la práctica que en la teoría, o al menos, según las teorías de
algunas personas. Conozco pocas personas que a la larga pueden
adaptarse a que sus compafieros tengan relaciones sexuales con otras
personas. En la mayoría de los casos, los celos sexuales destruyen la
relación, y no parece ser provechoso que los miembros de una pareja
"tengan permiso" para salir con otras personas.

¿Cuán importantes y cuán representativas


son las constelaciones?
En nuestro estudio principal, buscamos formular directamente
las cinco preguntas planteadas anteriormente en este capítulo. Los
participantes del estudio principal fueron cuarenta hombres y cua-
renta mujeres de la zona de New Haven, que oscilaban entre los
diecisiete y los sesenta y nueve afios de edad, con un promedio de
treinta afios. Fueron divididos en tres grupos, según la duración de su
relación sentimental de ese momento: corta duración (veintiseis
participantes, cuyas relaciones oscilaban entre el afio y los dos años
de duración), media duración (treinta participantes, con relaciones de
dos a cinco afios de duración), y larga duración (veinticuatro partici-
pantes, cuyas relaciones oscilaban entre los cinco y los treinta y seis
años de duración). La duración promedio para cada uno de los tres
grupos era de 0,8 afios, 3,2 años y 12,5 afios, respectivamente. Aunque
dividimos a los participantes en tres grupos, para obtener aproxima-
damente el mismo número de participantes en cada grupo, nuestro
grupo de larga duración presentaba variaciones sustanciales en
cuanto a la duración de sus relaciones, y pudo haber mostrado
diferencias sustanciales. A la larga, se requerirá otro estudio con más
participantes para determinar estas diferencias.
Materiales utilizados:

1. Un cuestionario demográfico, con preguntas sobre el entor-


no familiar, edad, número de relaciones anteriores, y otros
ítems relacionados.
2. Una escala que indagaba acerca de los cambios en la rela-
ción desde sus comienzos.
3. Un cuestionario sobre la satisfacción dentro de la relación,
con preguntas relativas a satisfacción, felicidad, intimidad,
proximidad, gratificación, e importancia de la relación.
4. La Escala de Sternberg- Wright para Relaciones de Proximi-
dad, para ser completada en relación a cuán importante
resultaba cada afirmación en cuanto a su contribución a la
satisfacción dentro de la relación.
5. La Escala de Stemberg-Wright, para ser completada en re-
lación a cuán característico era cada uno de los ítems de la
escala con respecto a la relación.
6. La Escala de Amor de Rubin.
7. La Escala de Cariño de Rubin.
8. Una versión abreviada de la Escala de Relaciones Senti-
mentales, de Levinger, Rands y Talaber.5

Todas las diferentes escalas que evaluaban la relación sentimen-


tal de un sujeto estaban expresadas de un modo tal que permitía
realizar las calificaciones dentro de una escala del 1 (bajo) al 9 (alto),
con las calificaciones exactas para cada escala, variables según 10
apropiado a cada una de ellas. Se les pidió a los sujetos que comple-
taran las últimas seis escalas (3-8) con respecto, en primer lugar, al
carácter de la relación en ese momento, y, en segundo lugar, al
carácter de la relación en el momento en que el sujeto se había
enamorado de su compañero.
Sandra Wright y yo construimos nuestra Escala de Relaciones
Sentimentales sobre la base de anteriores teorías e investigaciones,
así como de nuestras propias experiencias y las de las personas que
conocíamos. Deseábamos obtener una amplia muestra dentro del
terreno de las relaciones para incluir una gran variedad de pensa-
miento s y sentimientos que nos parecían importantes, a nosotros y a
otras personas, para el funcionamiento de las relaciones. Obtuvimos
muestras solamente dentro del terreno de las relaciones, sin embar-
go, no hemos incluidc todas aquellas cosas que posiblemente son re-
levantes para esta escala.
Las calificaciones diferían según las épocas evaluadas (presente
versus pasado), tipo de calificación (importancia versus representati-
vidad), persona calificada (sujeto versus compañero), y constelación
de elementos (diez constelaciones en total).
Las constelaciones con calificaciones particularmente altas --()
sea, aquellos atributos que la gente considera más importantes para
las relaciones sentimentales- fueron comunicación-apoyo (1), com-
prensión-valoración (2), tolerancia-aceptación (3), cariño-amistad
(9), y fidelidad (lO). Las constelaciones con calificaciones particular-
mente bajas fueron familia-religión (6) y finanzas-ocupaciones (7).
Las constelaciones que obtuvieron calificaciones altas no fueron
necesariamente aquellas que habían resultado más fuertes en el
análisis previo de constelaciones, porque la "fuerza" tiene un signifi-
cado diferente dentro de cada estudio. En el estudio preliminar, una
constelación resultaba fuerte si muchas personas consideraban que
los elementos que formaban parte de ella armonizaban entre sí. Aquí,
una constelación resultaba fuerte si muchas personas la con-
sideraban importante para las relaciones.
Estos valores de constelaciones tienen sentido, tanto intuitiva
como teóricamente, en términos de la teoría triangular del amor.6
Según esta teoría, las cuatro constelaciones con valores más altos
(comunicación-apoyo, comprensión-valoración, tolerancia-acepta-
ción, cariño-amistad) pertenecen todas al componente de intimidad
del amor y son las únicas dentro ¿el análisis global de constelaciones
que se refieren a la intimidad. La última constelación, también con un
valor alto, es la única que se refiere a una acción que refleja el
compromiso (fidelidad). Las constelaciones con valores más bajos
(familia-religión, finanzas-ocupaciones) reflejan consideraciones
pragmáticas dentro de una relación sentimental que no son conside-
radas, en el contexto de la teoría triangular, como relacionadas
directamente con el amor. Después de las primeras constelaciones,
q'le pertenecen a la intimidad y al compromiso, se sitúa la única
constelación que pE'rtenece al componente pasional-atracción físi-
ca-l'Omance- y después la flexibilidad-modificabilidad, que no perte-
nf>ce directamente a ningur.o de los componentes. En resumen, las
constelaciones calificadas como más importantes para las relaciones
sentimentales son compatibles con la teoría triangular del amor,
mientras que las constelaciones calificadas comomenos importantes,
no son compatibles. Este modelo de resultados sugiere que los compo-
nentes del amor, comoespecifica la teoría triangular, son precisamen-
te aquellos aspectos de las relaciones que la gente considera particu-
larmente importantes para la supervivencia de las mismas, sugiere
por tanto, una buena demostración de la teoría triangular, especial-
mente teniendo en cuenta que la escala de Stemberg-Wright no fue
construida explícitamente para evaluarla. Pero los resultados tam-
bién revelan que, a pesar de su gran importancia, el amor no es lo
único que importa en una relación. Muchas cuestiones cotidianas -
que son importantes--, tales comoel acuerdo respecto a cómoeducar
a los hijos o manejar las finanzas, tienen poco o nada que ver con el
amor.
En algunas de las constelaciones, las calificaciones de importan-
cia tienden a ser más altas que las calificaciones de representativi-
dad; mientras que en otras constelaciones se observa lo contrario. Las
constelaciones en las cuales las calificaciones de importancia son
uniformemente más altas (o sea, para todos los períodos de duración
de la relación, y tanto para el sujeto como para el compañero) son
comunicación-apoyo (1), comprensión-valoración (2), tolerancia-
aceptación (3),y cariño-amistad (9). Estas son, de nuevo, precisamen-
te aquellas constelaciones pertenecientes al componente de intimi-
dad del amor, lo cual indica que los sujetos consideraron la intimidad
más importante para su relación sentimental que representativa de
ésta. Las constelaciones en las cuales las calificaciones de represen-
tatividad son uniformemente más altas que las calificaciones de im-
portancia son: valores-capacidades (5), familia-religión (6) y finan-
zas-ocupaciones (7); todas, salvo una de ellas, son irrelevantes para
la teoría triangular del amor y, también desde un punto de vista
intuitivo, parecen ser las constelaciones menos directamente rele-
vantes para el amor "per se". En otras palabras, la gente considera
más representativos que importantes para una relación aquellos
aspectos de ésta que no son particularmente relevantes para el amor,
al menos según los preceptos de la teoría triangular.
Observamos que las calificaciones de cada sujeto con respecto a sí
mismo (sentimientos hacia el otro) resultaron uniformemente más
altas que sus calificaciones con respecto al otro (1ossentimientos del
otro hacia él) para las constelaciones de comprensión-valoración (2),
tolerancia-aceptación (3), y flexibilidad-modificabilidad (4). Las cali-
ficaciones del otro nunca resultaron uniformemente más altas que las
calificaciones propias, aunque, globalmente, la fidelidad obtuvo cali-
ficaciones más altas para el compañero que para el sujeto mismo. Por
tal causa, las personas tendían a considerarse a sí mismas como los
miembros más comprometidos de la pareja, y además, consideraban
que ellos calificaban los atributos evaluados por el cuestionario como
más importantes de lo que los calificaban sus compañeros, esto último
con respecto a algunos, pero no a todos los atributos. Particularmente,
consideraban que ellos mismos eran los que más comprendían y
valoraban al otro, los que más toleraban y aceptaban al otro, y los más
flexibles.
Este conjunto de observaciones sugiere una dificultad básica para
el funcionamiento de las relaciones. Si ambos compañeros se conside-
ran a sí mismos como los que más comprenden, valoran, toleran, y
aceptan al otro, resultará dificil lograr sentimientos de igualdad
dentro de una relación: cada uno siente que él es quien contribuye en
mayor medida al funcionamiento de la relación. Por tanto, es prefe-
rible que cada uno intente comprender mejor el punto de vista del
otro, y por qué cada uno se inclina a sentir que él es el que contribuye
en mayor medida. Si no pueden hacerlo, y cada uno se siente
desvalorizado, la relación puede comenzar a deteriorarse. La repre-
sentación de papeles es útil en este caso: la próxima vez que discutan
por un asunto serio, inviertan los papeles, y hagan todo lo posible por
pensar como sus compañeros. Podrán llegar a comprender mejor por
qué ellos o ellas sienten que son los que más contribuyen a la relación,
y sus compañeros podrán comenzar a comprender por qué ustedes
sienten lo mismo. Si, como la mayor parte de las parejas, ustedes
nunca han recurrido a la representación de papeles, puede resultar
una buena idea comenzar a hacerlo con un asunto poco serio, y luego
avanzar gradualmente.
La diferencia entre las calificaciones propias frente a las del otro
variaba de una constelación a la otra en diferente proporción con
respecto a las calificaciones del presente frente a las de los comienzos
de la relación. En otras palabras, la diferencia entre las percepciones
de una persona con respecto a sí misma y a su compañero se modifica
a través del tiempo. Por ejemplo, la primera constelación (comunica-
ción-apoyo) mostraba una mayor diferencia en cuanto a representa-
tividad, entre las calificaciones del sujeto y las de su compañero, para
el presente que para el pasado. La segunda constelación (compren-
sión-valoración) también mostraba mayores diferencias en el presen-
te que en el pasado. Además, la diferencia entre las calificaciones para
el presente y para los comienzos de una relación era mayor para
algunas constelaciones que para otras. Por ejemplo, finanzas-ocupa-
ciones obtuvo calificaciones mucho más altas para el presente que
para el pasado, mientras que atracción ñsica-romance obtuvo califi-
caciones más altas para los comienzos de la relación que para el
presente.
El desacuerdo entre las calificaciones de los sujetos con respecto
a sus compañeros y las de los compañeros con respecto a los sujetos
resultó mayor para las calificaciones del presente que para las del
pasado. En otras palabras, existe una mayor percepción de asimetría
entre los sentimientos propios y los del compañero en el presente que
en el pasado. Generalmente, las calificaciones del presente de los
sujetos con respecto a sí mismos eran más altas que las calificaciones
relativas a sus compañeros. Las personas parecen sentir cada vez
más, con el paso del tiempo, que pierden a sus compañeros. Así,
cualquier incremento en la asimetría de las calificaciones se produce
en relación a calificaciones más altas para los sentimientos propios
hacia el otro más que para los sentimientos del otro hacia uno.
Además, la diferencia entre las calificaciones del presente y las del
pasado, de uno mismo frente al otro, resultaba mayor a medio plazo,
que a corto o a largo plazo, en especial para las calificaciones de
importancia. También observamos una diferencia respecto al sexo.
Las calificaciones de los hombres respecto al pasado mostraron
discrepancias algo mayores que las de las mujeres tanto en las
calificaciones de los sujetos conrespecto a sus compañeros comoen las
de los compañeros con respecto a los sujetos. En otras palabras, los
hombres perciben una mayor discrepancia en los sentimientos del
pasado, pero no en los del presente, entre ellos y sus compañeras.
Con respecto al efecto del tiempo en la calificación, dos constela-
ciones que obtuvieron calificaciones de importancia distintivamente
mayor para el presente de la relación que para sus comienzos, fueron
familia-religión y finanzas-ocupaciones. En otras palabras, estas
cuestiones pragmáticas adquirieron mayor importancia a medida
que la pareja se vio obligada a adaptarse a la realidad de estar
compartiendo la vida cotidiana. Ninguna de las constelaciones pre-
sentó calificaciones distintivamente mayores para el pasado sobre el
presente.
Estos resultados sugieren, entonces, que una de las razones por
las cuales las relaciones pueden "andar mal" es que las cosas que son
importantes en los comienzos son diferentes de las cosas que son
importantes más tarde, pero tendemos a elegir a nuestro compañero
en base a las cosas que son importantes en el principio de la relación
y no en base a las que lo son más adelante. Sería prudente que las
parejas conversaran, al iniciarse la relación, sobre las cuestiones
pragmáticas, tales como el tener y educar a los hijos, las diferencias
religiosas, y el manejo de las finanzas y de las ocupaciones. Estas
conversaciones deberían tenerlugar tan pronto como la pareja sienta
que existe una buena probabilidad de que ambos deseen pennanecer
juntos durante un período largo, o pennanentemente. Probablemente
no sea una coincidencia que las parejas que contraen matrimonio por
segunda vez tengan generalmente una mayor orientación pragmáti-
ca que aquellas que contraen matrimonio por primera vez: las parejas
que tienen la experiencia anterior de un matrimonio (o de más de uno)
son más conscientes de la gran importancia que pueden adquirir las
cuestiones pragmáticas.
La diferencia entre las calificaciones de importancia y de repre-
sentatividad resultó mayor para las calificaciones del presente que
para las de los comienzos de la relación para las constelaciones de
comunicación-apoyo (1) y comprensión-valoración (2), dos de las cons-
telaciones de intimidad. En otras palabras, la discrepancia entre la
importancia de cada uno de los dos atributos de intimidad y su
representatividad se percibe como mayor en el presente que en los
comienzos de las relaciones sentimentales calificadas. Los partici-
pantes perciben sus relaciones como más deficientes en intimidad en
el presente que en el momento en que se enamoraron, tal y como lo
pronosticaría la teoría triangular: o sea, a medida que las parejas
comienzan a funcionar más unifonnemente, con menos discontinui-
dad, su percepción de intimidad disminuye.
Las mujeres tendían a adjudicar calificaciones más bajas que los
hombres con respecto a la representatividad, pero no con respecto a
la importancia. En otras palabras, las mujeres tendían a considerar
sus relaciones en peores condiciones que los hombres, como lo de-
muestra que adjudicasen calificaciones de representatividad más
bajas a los atributos positivos de las relaciones, con respecto a las
calificaciones de los hombres. Pero estas calificaciones de representa-
tividad más bajas no reflejaban solamente una tendencia en el uso de
la escala: las mujeres no percibían los atributos enumerados en el
cuestionario como menos importantes de lo que los percibían los
hombres. Este resultado concuerda además, con la observación gene-
ral dentro de la literatura de que las mujeres, al menos en general,
están más familiarizadas con lo que está sucediendo dentro de la
relación que los hombres.
La importancia de los diferentes atributos
a través del tiempo
Se efectuaron comparaciones para los elementos individuales
relativos a los cambios en el curso de una relación. Se observó que
cuatro de los atributos de las relaciones aumentaban en importancia
durante los tres períodos de tiempo: el compartir valores, la voluntad
de cambiar como respuesta a los deseos del otro, la voluntad de tolerar
los defectos del otro, y el acuerdo con las creencias religiosas. El
segundo y el tercer ítem son de particular interés, en mi opinión,
porque demuestran la importancia de la flexibilidad dentro de una
relación. Para que las cosas funciones, debemos cambiar en la forma
que mejor se adapte a nuestro compañ.ero, o nuestro compafiero debe
llegar a aceptar un determinado aspecto de nuestra conducta como
"nuestra forma de ser" y como algo que no es posible modificar.
Tres de los atributos de las relaciones disminuían en importancia
en el curso de los tres períodos de tiempo: interés por el otro, la forma
de la relación con los padres del otro, y el escuchar atentamente al
otro. Uno puede ver por qué la forma de la relación con los padres del
otro puede volverse menos importante para un cierto número de las
personas. Los padres suelen intentar tomar parte en la decisión de si
una determinada relación se formaliza. Pero una vez que ésta, en
efecto, se ha formalizado, la influencia paterna disminuye. La impor-
tancia decreciente del interés sugiere que las parejas tienden, con el
paso del tiempo, a encontrar intereses fuera de la relación. Pero esta
reducción, unida a la disminución en la importancia percibida del
escuchar atentamente, no es de buen augurio. Si las parejas perciben
el mantener el interés del otro y el escucharle como menos importan-
tes a través del tiempo, pueden dejar de trabajar sobre dos de las cosas
que pueden resultar más importantes a largo plazo. En mi opinión,
por tanto, las personas se equivocan al asignar una importancia
decreciente a estos elementos a través del tiempo, y pagan por su error
ya que sus relaciones se vuelven, en efecto, menos íntimas. Si uno
desea mantener la intimidad, debe escuchar atentamente al otro e
intentar seguir resultándole interesante.
Se observó que cinco atributos aumentaban en importancia den-
tro de las relaciones de corta a media duración, pero luego disminuían
en importancia: atractivo físico, capacidad de hacer el amor, capaci-
dad de simpatizar, conocimiento de la forma de ser del otro, y
expresión del afecto hacia el otro. Sólo se observó un atributo que
disminuía en importanc:a, y que luego aumentaba: la concordancia de
nivel intelectual.
¿A qué se debe que los aspectos referidos a la pasión -atractivo
físico, capacidad de hacer el amor, afecto- primero aumentan en
importancia y luego disminuyen? Al principio, cuando una pareja está
muy enamorada, la pureza de la técnica física y el atractivo de una
persona pueden estar sobrevalorados en importancia por la excita-
ción que produce el simple hecho de estar enamorados. A medida que
la temperatura del amor comienza a disminuir, como generalmente
ocurre, y la relación comienza a enfriarse, la excitación de estar
enamorados puede ya no ser suficiente para compensar, por ejemplo,
la falta de técnica en la cama. Al terminar el período de "luna de miel",
las parejas pueden experimentar una desilusión al verse a través de
cristales cuyo color rosa se está diluyendo. Pero estos elementos
relativos a la pasión disminuyen en importancia a largo plazo,
probablemente en parte debido a las expectativas variables acerca de
lo que cada persona, y cada relación, puede ofrecer, razonablemente,
a un adulto mayor.
Existían algunas diferencias interesantes con respecto al sexo. En
primer lugar, los hombres y las mujeres estaban de acuerdo en que el
atractivo físico femenino es m4s importante que el masculino. En
segundo lugar, los hombres opinaban que los intereses compartidos
son más importantes de lo que los consideraban las mujeres. En tercer
lugar, los hombres opinaban que la capacidad de hacer el amor es más
importante de lo que la consideraban las mujeres. En cuarto lugar,
hombres y mujeres estaban de acuerdo en que la situación financiera
del hombre es más importante que la de la mujer. En quinto lugar, las
mujeres opinaban que el tipo de relación con los padres es más
importante de lo que la consideraban los hombres: sin embargo, tanto
los hombres como las mujeres estaban de acuerdo en que el tipo de
relación con los padres de la mujer es más importante que la forma de
relación con los padres del hombre. En sexto lugar, las mujeres
opinaban que la fidelidad exclusiva es más importante de lo que la
consideraban los hombres; pero los hombres opinaban que la fidelidad
exclusiva es más importante para las mujeres que para los hombres,
mientras que las mujeres opinaban que es igualmente importante
para ambos. En séptimo lugar, los hombres concedieron una califica-
ción más alta a la importancia de su disposición para realizar tareas
que ~a que adjudicaron las mujeres a la importancia de la disposición
de los hombres para realizar tareas. En octavo lugar, las mujeres
opinaban que la capacidad de congeniar con los amigos del otro es más
importante de lo que la consideraban los hombres. Finalmente, los
hombres opinaban que el acuerdo en las creencias religiosas es más
importante de lo que lo consideraban las mujeres.
Estos modelos de diferencias sexuales demuestran que los anti-
guos estereotipos sexuales no se extinguen fácilmente. Aún a fines de
1980, cuando fueron recogidos los datos, las creencias de hombres y
mujeres son, sorprendentemente, estereotipadas sexualmente: el
aspecto de la mujer tiene más importancia que el del hombre, por
ejemplo, y es el hombre el que debe ser juzgado por su capacidad para
generar ingresos económicos. Quizás el resultado más problemático,
desde algunos puntos de vista, es el doble modelo de los hombres, pero
no de las mujeres, con respecto a la fidelidad sexual. Los resultados
demostraron claramente que los hombres opinan que la fidelidad
sexual es importante, para las mujeres.

La representatividad de los diferentes atributos


a través del tiempo
Existe una impactante variedad dentro de los modelos de aumento
y disminución de los diferentes atributos de las relaciones a través del
tiempo. Sólo un atributo aumentaba en representatividad en los tres
períodos de duración: la concordancia en las creencias religiosas.
Ocho atributos disminuían en representatividad en los tres períodos
de duración: capacidad de comunicación con el otro, atractivo fisico,
pasar buenos momentos, compartir intereses, capacidad de hacer el
amor, capacidad de escuchar, respeto por el otro, y amor romántico
por el otro.
Resultaría fácil considerar deprimentes estos resultados. Muchos
aspectos importantes de una relación se consideran como en continua
decadencia. No muchos se consideran en evolución: las personas
parecen sentirse cada vez menos felices en sus relaciones con el correr
del tiempo. En realidad, los resultados son aun más desalentadores
de lo que parecen, ya que estos datos corresponden a relaciones en las
que las personas realmente han permanecido unidas. Los resultados
hubieran sido casi con seguridad peores si hubiésemos incluído
calificaciones de relaciones en las cuales las parejas se hubiesen
separado.
Se observó que dos de los atributos aumentaban en representati-
vidad al principio, y luego disminuían: el conocimiento de la forma de
ser del otro y el cariño por el otro. Finalmente, se observó que cinco de
los atributos disminuían al principio y luego aumentaban: el otorgar
libertad al otro, la fidelidad exclusiva, la tolerancia de los defectos del
otro, la capacidad para congeniar con los amigos del otro, y la
aceptación del otro tal cual es.
Varios resultados sobresalen. Primero, uno siente inicialmente
que está llegando a conocer mejor a la otra persona, y luego que está
perdiendo lo que había ganado. Este resultado demuestra la impor-
tancia del cambio dentro de una relación. Cuando uno conoce a
alguien, uno espera que esa persona sea más o menos la misma
durante un período de tiempo indefinido. Con el paso del tiempo, uno
llega a conocer mejor a la otra persona, esperando que la información
recogida sea válida de forma permanente. Pero gran parte de ella no
lo es, porque la gente cambia. Y cuando una persona comienza a
cambiar, uno puede sentir que la conoce cada vez menos, especial-
mente si, como lo demuestran los resultados anteriores, uno comienza
a desvalorizar la importancia de escuchar al otro y de seguir resultán-
dole interesante.
En estadística, la regresión estadística describe el efecto por el cual
una persona a quien le va particularmente bien en algo en una ocasión
probablemente, en general, no le vaya tan bien la próxima vez; por el
contrario, alguien que se desenvuelve mal una vez, probablemente lo
haga mejor la próxima vez. La regresión estadística explica por qué
el jugador de béisbol considerado el más valioso durante su primer
año en un equipo, generalmente no iguala ese record durante su
segundo año. También explica por qué el jugador menos valioso
generalmente mejorará su rendimiento durante el segundo año, si
aún se le permite jugar.
Yo opino que algo del efecto de regresión estadística opera en las
relaciones, y que esto ofrece una explicación de por qué muchos
aspectos de las relaciones parecen empeorar a través del i;iempo.
Cuando dos individuos se conocen y deciden tener una relación, es
probable que cada uno esté en un momento de su vida en el que se
adapta particularmente al otro. Si no fuera así, no permanecerían
juntos. Pero, ya que la gente cambia, la regresión estadística por sí
sola pronosticaría que, a través del tiempo, ambos tienen más proba-
bilidades de volverse menos afines entre sí. Efectivamente, no existe
casi ningún lugar hacia donde ir excepto hacia abajo.
No hay mucho que hacer con respecto al efecto de la regresión
estadística. N o tiene nada que ver con la psicología "per se", pero se
aplica también a los seres no humanos, y tanto a objetos animados
como inanimados. Podemos, sin embargo, intentar seguir creciendo
juntos en vez de separados, y esto significa prestarse atención el uno
al otro, escucharse y hacer todo lo posible por seguir siendo parte
integral de la vida del otro.
Un segundo resultado de interés dentro de estos datos es que las
relaciones parecen atravesar al menos un punto crítico, o crisis, y que
muy probablemente atraviesen más de uno. Ya se denomine "la
comezón del séptimo año" (que puede aparecer antes o después de
siete años) o de otra manera, parece haber una reducción de la
fidelidad exclusiva, de la tolerancia y de la aceptación del otro después
de algunos años, pero estas cosas mejoran más adelante.
Este resultado no garantiza de ninguna manera una mejoría si
uno permanece junto a su compañero. Se basa solamente en personas
que han permanecido unidas, y podría haber sido diferente si hubié-
ramos pedido a la gente que calificara relaciones en las que hubiera
habido una ruptura.
Nuevamente, existieron diferencias interesantes con respecto al
sexo, indicaron, de forma abrumadora, que los hombres percibían la
relación como mejor de lo que la percibían las mujeres. En primer
lugar, los hombres calificaron la comunicación mejor de lo que lo
hicieron las mujeres. Los hombres calificaron sus aptitudes para
comunicarse comomás altas que las de las mujeres, mientras que las
mujeres calificaron sus aptitudes para comunicarse como más altas
que las de los hombres. En segundo lugar, los hombres y las mujeres
estuvieron de acuerdo en que las mujeres son mejores en cuanto a
encontrar tiempo para estar con los hombres que los hombres para
estar conlas mujeres. En tercer lugar, los hombres calificaron el hacer
el amor dentro de la relación mejor que las mujeres. En cuarto lugar,
los hombres calificaron la situación financiera mejor que las mujeres.
En quinto lugar, los hombres calificaron la forma de relación con los
padres mejor que las mujeres. En sexto lugar, los hombres calificaron
el escuchar dentro de la relación mejor que las mujeres. En séptimo
lugar, las mujeres calificaron la fidelidad exclusiva dentro de la
relación mejor que los hombres (indicando que puede haber cierta
falta de conocimiento por parte de las mujeres). En octavo lugar, los
hombres calificaron la tolerancia de los defectos mejor que las muje-
res. En noveno lugar, loshombres calificaron el amor romántico mejor
que las mujeres. Finalmente, los hombres calificaron el cariño mejor
que las mujeres.
De las muchas razones posibles para que los hombres sean más
positivos acerca de sus relaciones que las mujeres, todas o cualquiera
de ellas puede ser correcta. Una posibilidad es que las mujeres son
más astutas, y que los hombres niegan los problemas de sus relacio-
nes. Una segunda posibilidad es que las mujeres son más críticas y
esperan más de una relación. Pero yo opino que tanto los hombres
como las mujeres tienen razón. La relación realmente funciona con
diferencia entre ambos, con mejores logros, según una media, para los
hombres que para las mujeres. Las estadísticas de mortalidad real-
mente confirman este argumento: los hombres solteros mueren antes
y son más susceptibles a las enfermedades y a los accidentes que los
hombres casados; pero lo opuesto es verdad para las mujeres. Así, aun
en términos concretos, relativos a la salud, los hombres obtienen más
beneficios que las mujeres de las relaciones de larga duración, aunque
parecen ser ellos los más reacios a entrar en ellas.

Pronóstico del éxito a partir


de las calificaciones de importancia
La técnica estadística de la regresión múltiple fue utilizada para
pronosticar la satisfacción calificada en la relación a partir de cada
una de las variables de importancia. En la regresión múltiple, uno
intenta predecir la puntuación de una variable a partir de las
puntuaciones de un grupo de otras variables. Por ejemplo, si yo
quisiera predecir los ingresos de una persona a partir de otras
variables, podría querer utilizar variables tales como la edad de la
persona, su clase social, su nivel de trabajo, el número de años en ese
trabajo, y así sucesivamente. En estos análisis, no le preguntamos a
la gente qué era lo que ellos creían que se había vuelto más o menos
importante a través del tiempo, sino que utilizamos el análisis
estadístico para determinar qué se tornaba realmente más o menos
importante en el pronóstico de la satisfacción en la relación.
Dos atributos demostraron un modelo creciente de correlación con
el éxito: el encontrar tiempo para estar con el otro y la voluntad de
cambiar en respuesta a los deseos del otro. En otras palabras, las
puntuaciones más altas sobre estos atributos se volvieron, con el paso
del tiempo, más indicativas de la satisfacción en la relación. Las
personas que estaban satisfechas con sus relaciones encontraban más
tiempo para estar con el otro y deseaban cambiar para el otro. Yo opino
que la variable de "encontrar tiempo" puede en realidad ser una
representación de otras cosas. Particularmente, es más probable que
encontremos tiempo para estar con alguien si disfrutamos positiva-
mente de estar con esa persona, y es menos probable que encontremos
ese tiempo si encontramos desagradable cada minuto de su compañía.
Así, puede no ser el tiempo en sí mismo lo que importa, sino lo que
representa el tomarse ese tiempo.
Sólo un atributo mostró un modelo decreciente de correlación con
el éxito: la fidelidad exclusiva. En otras palabras, la fidelidad exclu-
siva era más importante para el éxito de una relación en los comienzos
de ésta que más adelante. Nuevamente, existían algunas diferencias
sexuales, todas a favor de una mejor predicción para los hombres. El
interés del compañero, la voluntad de cambiar las respuestas según
los deseos del compañero, la disposición para emprender tareas, el
conocimiento del otro y el enorgullecerse de los logros del otro eran
todos signos de mejor pronóstico en cuanto a la satisfacción, mejores
para los hombres que para las mujeres. Para decirlo de otro modo,
fuimos más capaces de predecir la felicidad de los hombres en sus
relaciones que la de las mujeres, en base a las calificaciones de
importancia de nuestro Cuestionario para Relaciones Sentimentales.

Predicción del éxito a partir


de las calificaciones de representatividad
En estos análisis, utilizamos las calificaciones de representativi-
dad más que las calificaciones de importancia para predecir el éxito
de las relaciones. Cinco atributos mostraron un modelo creciente de
correlación con el éxito: la comprensión de los deseos y de las
necesidades del otro, el compartir valores con el otro, la capacidad de
escucharse entre sí, el conocimiento de la forma de ser de cada uno,
y el apoyo mutuo. Dos atributos mostraron un modelo decreciente de
correlación con el éxito: la fidelidad exclusiva y el orgullo por los logros
del otro. Nuevamente, existieron algunas diferencias sexuales, pero
todas al menos resultaron a favor de una mejor prf;ldicción para las
mujeres. La atracción fisica resultaba más importante para los
hombres que para las mujeres. Pero la comprensión de las necesida-
des del otro, el compartir valores, la capacidad de escuchar al otro, la
valoración del otro y el acuerdo en las creencias religiosas, todas
resultaban más importantes para las mujeres. Para los hombres, la
satisfacción dentro de una relación parece basarse fundamentalmen-
te en lo que ellos perciben como importante dentro de una relación,
mientras qué para las mujeres, la satisfacción parece basarse funda-
mentalmente en lo que la relación realmente es.
Yo opino que el resultado más importante que debe obtenerse de
este conjunto de análisis es la diferencia entre qué es lo que predice
la satisfacción dentro de una relSlción para los hombres y qué para las
mujeres. Los hombres consideran más que las mujeres aquello que es
importante para ellos en una relación. Las mujeres consideran más
que los hombres la forma en que las cosas realmente son. En otras
palabras, los hombres otorgan un mayor peso a la abstracción de la
forma en que deberían ser las cosas, mientras que las mujeres otorgan
más peso a la situación concreta tal como es realmente.
En resumen, lo que importa en una relación parece modificarse
sustancialmente a través del tiempo, tanto con respecto a lo que es
importante para ésta, como con respecto a lo que realmente la
caracteriza. Podríamos predecir mejor la satisfacción a largo plazo
dentro de las relaciones si prestásemos más atención a las variables
que resultarán importantes a largo plazo, y quizás un poco menos de
atención a aquellas que resultan importantes a corto plazo.

Correlación de la Escala de Sternberg- Wright


con otras mediciones
Si la Escala de Stemberg- Wright para Relaciones Sentimentales
concentra su aspiración en medir los aspectos importantes de las
relaciones interpersonales sentimentales, debería mostrar correla-
ciones significativas y sustanciales con otras mediciones de aspectos
relevantes de las relaciones sentimentales. La Escala de Stemberg-
Wright se correlaciona moderadamente con las Escalas de Amor y
Cariño de Rubin, con la Escala de Levinger, Rands y Talaber para
Relaciones Sentimentales, y con nuestra propia escala de satisfac-
ción.7 La mayor parte de las constelaciones mostraron correlaciones
significativas con las escalas de Rubin y de Levinger. De mayor
interés, probablemente, resultaron las correlaciones con la satisfac-
ción. Las constelaciones cuyas calificaciones de representatividad
demostraron correlaciones particularmente altas en la medición de la
satisfacción fueron comunicación-apoyo, comprensión-valoración,
tolerancia-aceptación, valores-capacidades y cariño-amistad. Aque-
llas constelaciones que mejor pronosticaron la satisfacción incluyeron
a todas las constelaciones de intimidad obtenidas a partir del análisis
de constelaciones, y solamente una constelación no asociada directa-
mente a la intimidad (valores-capacidades), aunque tal vez está
indirectamente asociada. En otras palabras, parece ser que los
mejores pronósticos de satisfacción fueron aquellos aspectos de la
relación pertenecientes al componente de intimidad de la teoría
triangular del amor. La constelación de pasión (atracción física-
romance) mostró una correlación más baja para el común uno mismo
hacia otro; y la fidelidad exclusiva, frecuentemente considerada un
signo de compromiso, mostró la correlación más baja. Las correlacio-
nes para las calificaciones de importancia resultaron más bajas, en
general, que las correlaciones para las calificaciones de representati-
vidad.
Las calificaciones de representatividad para el presente constitu-
yen un mejor pronóstico de la satisfacción presente que de la satisfac-
ción del pasado, mientras que las calificaciones de importancia para
el presente constituyen un mejor pronóstico de la satisfacción del
pasado que de la del presente. En otras palabras, si UQO desea saber
cuán felices son las personas con sus relaciones en el presente, debe
preguntarles cuáles son las cosas que caracterizan y las que no
caracterizan a su relación. Si uno desea saber cuán felices fueron en
el pasado, debe preguntarles qué cosas consideran importantes.
Quizás la importancia de un atributo, y en especial la importancia de
un atributo sobre la que ambos miembros de la pareja están de
acuerdo, resultaba importante para el pronóstico de la satisfacción en
los comienzos de la relación; pero, con el paso del tiempo, la importan-
ciay, el acuerdo acerca de esa importancia, dejaron de ser suficientes.
En el presente, la cuestión radica en si la pareja podría continuar
incrementando a través del tiempo aquellas cosas que resultaban
importantes dentro de su relación, o si incluso las cosas que la pareja
consideraba importantes para sostener su relación fueron dejadas de
lado ante las realidades pragmáticas de la vida.

En general, las calificaci1mes de importancia más altas fueron


asignadas a aquellos elementos especificados como esenciales para
los componentes de intimidad y compromiso de mi teoría triangular
del amor. Se le asignó una importancia intermedia a los elemeTltos del
componente de pasión. Y la menor importa::lcia fue asi6Jlada a
elementos irrelevantes paru la teoría. Aunque el efJtudio no fue
diseñado para evaluar la teoría triangular, los recultados sugieren
que la teoría triangular toca aspectos ..:entrales de las relaciones
amorosas; y que, a largo plazo, el mantener la intimidad -la comu-
nicación, el poder compartir, el apoyo y otros aspectos similares- es
más importante que mantener la pasión.
Los estudios más simplistas sobre el amor, como los tipos de
modelo unifactoriales analizados por Sternberg y Grajek (véanse
páginas 13-14) consideran al amor como una entidad simple, unidi-
mensional, que no varía a través del tiempo ni del espacio.8 Las teorías
más completas reconocen que le amor contiene múltiples elementos,
y que esos elementos pueden estar presentes en diferentes proporcio-
nes, en diferentes momentos y en diferentes lugares. Varias teorías,
comolas de Berscheid y Sternberg, -parte de las cuales está basada
en la de Berscheid- elaboran tratados bastante específicos acerca de
qué es lo importante dentro de una relación y qué es lo que se modifica
a través del tiempo.9 Los resultados de este estudio fueron bastante
coherentes con las predicciones de estas teorías. Comohe mencionado
anteriormente, las constelaciones a las que se les asignó mayor
importancia dentro de una relación sentimental fueron aquellas
relativas a los componentes de intimidad y compromiso de la teoría
triangular de Sternberg, seguidas en importancia inmediata por una
constelación procedente del componente de pasión. La teoría también
predice que se producirá un declive a través del tiempo (más allá de
las primeras etapas de una relación amorosa) en la intimidad mani-
fiesta y en el despliegue de la pasión experimentada dentro de una
relación sentimental. En efecto,todos los ítems que mostraron dismi-
nuciones en las calificaciones de representatividad a través del
tiempo fueron aquellos relativos a los componentes de intimidad y
pasión de la teoría triangular. La intimidad incluía la capacidad de
comunicarse con el otro, de pasar buenos momentos juntos, compartir
intereses y respetarse entre sí. La pasión incluía el atractivo físico, la
capacidad de hacer el amor, y el amor romántico por el otro. Así, los
modelos de tiempo presentados en este estudio están de acuerdo con
las predicciones de la teoría triangular, predicciones no evaluadas en
otro estudio diseñado específicamente para evaluar la teoría trian-
gular.IO
Los resultados del presente estudio también son coherentes con el
modelo de Levinger del desarrollo de las relaciones, aunque este
modelo es algo menos específico que los otros en cuanto a predecir
exactamente qué conductas se modificarán en el curso de una rela-
ción.H Según Levinger, el desarrollo de las relaciones puede ser
comparado con la intersección progresivamente mayor de dos círcu-
los. Cuanto más se acercan dos personas, mayor resultará la "inter-
sección de sus círculos". Una relación se termina con el caso o en el
momento en que los círculos comienzan a separarse nuevamente, y los
miembros de la pareja sienten que cada vez tiene menos cosas en
común.
Las calificaciones de representatividad constituyeron una buena
predicción estadística de la satisfacción en las relaciones sentimenta-
les, mientras que las calificaciones de importancia constituyeron
predicciones más débiles, aunque, muchas veces, estadísticamente
significativas. La importancia parece tener una mayor influencia en
la satisfacción del pasado que en la del presente, sugiriendo que, con
el correr del tiempo, las parejas pueden perder algunos de sus ideales
acerca de cómo deberían ser las relaciones.
Este estudio mostró algunos de los atributos de una relación
sentimental que se modifican con el tiempo, así comoaquellos que no
se modifican. Al mismo tiempo, reconocemos las limitaciones de los
diseños transversales, como el que hemos empleado. Las personas
que han tenido relaciones de mayor duración son, en general, mayo-
res, y en consecuencia podría producirse alguna confusión entre la
duración de la relación y la pertenencia a un grupo determinado: las
parejas mayores pueden simplemente valorar y experimentar cosas
diferentes, al margen de la duración que haya tenido su relación.
Además, otras variables pueden ser confundidas con la duración de la
relación, comopor ejemplo, la estabilidad en otras circunstancias de
la vida y la capacidad de comprometerse en una relación a largo plazo.
Como siempre, los datos transversales comolos recogidos en nuestro
estudio requieren ser complementados con datos longitudinales,
recolectados a través del tiempo, para poder extraer conclusiones
válidas. Sin embargo, creemos que nuestros datos aportan al menos
hipótesis para un estudio longitudinal. Por supuesto, los estudios
longitudinales presentan sus propios inconvenientes, tales como las
casi inevitables calificaciones diferenciales de las parejas que se
separan (las parejas que aún permanecen unidas, a la larga no
constituirán una muestra representativa de aquellas que estaban
unidas en los comienzos)y los posibles efectos de grupo (osea, la época
en que nacieron los participantes) dentro de la muestra estudiada.
Por tanto, ni los diseños transversales ni los longitudinales son
perfectos en sí mismos, lo ideal es utilizarlos en combinación.
7. Comienzos, etapas intermedias
y finales: el curso de una relación

Después de presentar algunos de los datos que hemos recogido


acerca de qué es lo que se modifica en las relaciones con el paso del
tiempo, me referiré ahora a las teorías sobre la formación, el progreso
y el fin de las relaciones.

Se han desarrollado varias teorías acerca de cómo las personas


seleccionan compañeros determinados: similitud, complementarie-
dad, selección secuencial, estímulo-valor-función y formación diá-
dica.

Hasta hace poco, la opinión más aceptada era, tal como lo expresan
los escritos de Donn Byrne, que las personas seleccionan compañeros
que sean similares a ellas mismas (véanse páginas 150-52). Así,
según el punto de vista de la similitud, tendemos a seleccionar como
compañeros a personas que nos gratifican, y probablemente el único
aspecto más gratifican te de un compañero potencial es la similitud
con uno mismo. Es obvio que las personas buscan a otras que sean
similares a ellas mismas al menos en algunos aspectos fundamenta-
les, pero los teóricos que se refieren simplemente a la similitud no
suelen expresar con claridad cuáles son los aspectos en los que
deseamos que un compañero sea similar o diferente a nosotros. Un
grupo de teóricos particularmente interesado en este punto ha inves-
tigado la complementariedad.

Algunos teóricos han sugerido que buscamos a determinadas


personas, cornocompañeras, principalmente no porque sean simüa-
res a nosotros, sino más bien porque resultan complementarias para
nosotros; o sea, se destacan en algo en lo que nosotros no nos
destacamos, o hacen algo que nosotros no hacemos. De este modo, si
no nos gusta lavar los platos o limpiar la casa, probablemente
deseemos un compafiero que realice estas tareas. Si no nos gusta
manejar las finanzas, sería bueno que encontráramos a alguien a
quien sí le guste. Si hablamos mucho, es probable que deseemos
encontrar a alguien que escuche.
La teoría más conocida sobre la complementariedad es la de
Robert Winch, que está basada en una rama específica de la teoría de
la personalidad: la teoría de las necesidades de Henry Murray.l La
idea consiste en que cada uno de nosotros tiene un conjunto de
necesidades. Por ejemplo, algunas personas tiene una gran necesidad
de atenciones, de ser mimadas o cuidadas, y así, naturalmente desean
un compañero que sea atento. Una persona con una gran necesidad
de dominio buscará a alguien que sea sumiso. Así, según esta teoría,
buscamos a alguien que sea complementario a nosotros en el sentido
de que él o ella cubran nuestras necesidades particulares.
Yo opino que la teoría de Winch está muy bien encaminada,
aunque ha resultado dificil recoger datos que la confirmen. La mayor
parte de pruebas para esta teoría presuponen un amplio conjunto de
necesidades y posteriormente evalúan si las personas son comple-
mentarias con respecto a éste. Pero estos investigadores han tendido
a no considerar el hecho de que las necesidades particulares no tienen
la misma importancia para todas las personas. La necesidad de
dominio (o de sumisión) podría ser realmente importante para una
persona pero no tener ninguna importancia para otra. Para valorar
adecuadamente esta teoría, necesitamos saber no solamente cuáles
son las necesidades sino también cuán importante es cada una de
ellas para una determinada persona.
Parecería razonable combinar los puntos de vista de la similitud
y de la complementariedad, como 10 hicieron Alan Kerckhoffy Keith
Davis en su teoría de la selección secuencia1. Según esta teoría, uno
busca, en primer lugar, gente que sea similar a uno mismo en aspectos
básicos, tales como clase social, religión, raza, educación y así sucesi-
vamente. Si uno continúa la relación, y empieza a considerar con su
compañero una pareja potencial, uno busca la similitud también en
los valores personales. Finalmente, la complementariedad comienza
a tener un papel en el curso de la relación después de un tiempo algo
mayor. Según Kerckhoff y Davis, es probable que uno valore una
relación y que permanezca en ella si su pareja potencial también
cubre sus necesidades.
En su famoso estudio de 1962 sobre 130 parejas de edad univer-
sitaria, 94 de las cuales fueron nuevamente entrevistadas siete meses
después de unos contactos iniciales, Kerckhoffy Davis postularon que
el grado de consenso en los valores y el grado de complementariedad
en las necesidades resultarían críticos tanto para el mantenimiento
de una relación como para su progresión hacia una unión permanen-
te.2 Esta idea, basada en el modelo de Kerckhoff y Davis, supone que
el consenso en los valores aparecería como un aspecto importante de
forma más tardía. Básicamente, los datos de Kerckhoff y Davis
sostuvieron la importancia del consenso en los valores a corto pero no
a largo plazo, y la importancia de la complementariedad de las nece-
sidades lo haría de forma más temprana, y la complementariedad en
las necesidades a largo plazo pero no a corto plazo. Así, según estos in-
vestigadores, los puntos de vista de similitud y de complementarie-
dad no son contradictorios, sino que más bien ambos se aplican a
diferentes etapa" en el desarrollo de una relación que puede conducir
al matrimonio.
Aunque el modelo de Kerckhoff y Davis resulta atractivo, su
evidencia es heterogénea. Cuando, por ejemplo, George Levinger,
David Senn y Bruce Jorgensen intentaron repetir y ampliar las
observaciones de Kerckhoffy Davis, ni el consenso en los valores ni la
complementariedad en las necesidades demostraron ser importantes
para el progreso de una relación.3 Siendo los ejemplos de Levinger y
sus colegas tres veces más extensos que los de Kerckhoffy Davis, los
resultados de los primeros cuestionan inevitablemente el modelo de
los últimos. Levinger y sus colegas sí hallaron un signo particular-
mente exacto de pronóstico del progreso de una relación, entre una
primera entrevista valorativa y una segunda: la mejor medida del
progreso era la propia predicción de la pareja de cuál sería su progreso
a través del tiempo. Así, lo que una pareja pensaba que le ocurriría era
un signo de pronóstico más exacto de lo que realmente ocurriría que
la predicción del consenso en los valores o la complementariedad en
las necesidades.
Yo opino que este simple resultado es importante. En el intento de
comprender el amor o cualquier otro fenómeno, es fácil dejar de lado
lo obvio. Podemos formular modelos predictivos relativamente com-
plicados de qué es lo que funciona y qué es lo que no funciona, pero a
veces las predicciones más simples son las mejores. En este caso, si
queremos saber que les ocurrirá a las personas en una relación,
debemos preguntarselo a ellas. David Buss, de la Universidad de
Michigan, ha hecho exactamente eso, solicitando a las personas que
especifiquen actos que ejemplifiquen el amor (tales como el consenti-
miento en casarse con alguien).' Existe una alta probabilidad de que
estas profecías se hagan realidad, aunque solo sea porque las profe-
cías suelen ser de auto-cumplimiento. Si uno cree que una relación no
funcionará, probablemente no funcione. Si uno cree que sí funcionará,
no existe garantía de que así sea, pero al menos, es probable que uno
haga un intento honesto y firme.

Bernard Murstein ha preconizado la teoría del estímulo-valor-


función para la selección del compañero y el desarrollo de la relación,
que es un poco más refinada que la de Kerckhoff y Davis, aunque
ambas comparten algunos elementos comunes.6 Según Murstein,
para que dos personas se sientan atraídas entre sí, necesitan inicial-
mente corresponder, una y otra, en un nivel básico y simple: aparien-
cia ñsica, posición financiera, entorno religioso o étnico, estilo en el
vestir, primera impresión de personalidad, y aspectos similares.
Básicamente, uno se rodea de personas cuyas cualidades y aptitudes,
o fortalezas y debilidades, parecen constituir una probable afinidad
con uno mismo.
Cuando las personas se unen, los valores comienzan a adquirir
una mayor importancia. Es más probable que una relación se encami-
ne a la unión permanente si, en un nivel más profundo, uno descubre
que comparte valores personales, familiares y generales con la otra
persona. Aquí resultan importantes valores tales como los puntos de
vista acerca de tener y educar a los hijos, la importancia de la religión
en la vida, el ganar y el gastar dinero, el tiempo utilizado en trabajar
frente al tiempo utilizado en divertirse, y así sucesivamente. Aún en
el caso de uno se sienta inicialmente atraído hacia alguien, es poco
probable que la relación avance a no ser que, en la segunda etapa, sus
miembros puedan lograr algún grado de consenso en los valores. Si no
pueden hacerlo, es probable que consideren la relación superficial, y
que busquen otros compañeros más compatibles.
En la tercera y última etapa, que continúa el proceso de selección
mediante el cual uno descarta a las personas con quienes no es
compatible, los aspectos de las funciones devienen importantes.
¿Puede uno, en el funcionamiento cotidiano de la relación, encontrar
funciones complementarias de características tales que hagan que
uno se sienta cómodo interactuando con la otra persona? Aquí surgen
aspectos tales como la asignación de tareas: quién se ocupa de la casa,
de las finanzas, de la vida social de la pareja, y así sucesivamente. Uno
puede tener valores similares a los de otra persona, pero descubrir
que sus expectativas en cuanto a las funciones para uno mismo y para
el otro no coinciden. En otras palabras, puede haber algunos papeles
que ambos compañeros deseen, y otros que ninguno de ellos desea. A
no ser que puedan resolver la división de las tareas y la asignación de
las responsabilidades, es poco probable que la relación continúe o, si
continúa, que tenga éxito. Para apoyar esta teoría, Murstein ha
recopilado una cantidad sustancial de datos, que demuestran que las
relaciones fracasan por diferentes motivos en diferentes momentos,
siguiendo las líneas que determina la teoría.

Robert Lewis ha propuesto una teoría en relación con los procesos


que él considera esenciales para la formación de una relación senti-
mental.6 El opina que los procesos más temprano s deben ser comple-
tados con éxito antes de continuar con otros más tardíos. Los seis
procesos que enumera en su lista son: percepción de similitudes,
establecer una relación de pareja, conseguir una comunicación abier-
ta a través de una auto-exposición mutua, establecer funciones
cómodas para cada persona, establecer funciones que sean cómodas
tanto para el otro como para uno mismo, y consecución de la
denominada cristalización diádica, mediante la cual se establece el
compromiso mutuo y la identidad como pareja.
En resumen, las teorías sobre la formación de las relaciones han
tendido a construirse unas en base a otras, desde las teorías de la
similitud y la complementariedad, hasta el intento de Kerckhoff y
Davis de combinar ambas. Las elaboraciones de Murstein y Lewis
parecen ofrecer un panorama bastante aproximado de al menos
algunos de los aspectos importantes vinculados a la selección de un
compafiero.

Mientras que las teorías que he considerado hasta ahora se han


concentrado en la selección de un compafiero y en los pasos que,
aparentemente, conducen a una unión permanente, otras teorías
enfocan el desarrollo de la relación a largo plazo, frecuentemente
considerando a las relaciones desde el comienzo hasta el final. Una de
las más renombradas teorías sobre el desarrollo de las relaciones fue
presentada por George Levinger y J. D. Snoek, quienes intentaron
abordarlo considerando una única dimensión para la forma en que se
relacionan las parejas.7

La etapa 0, según Levinger y Snoek, es una etapa de no contacto.


Es la relación -o, para ser más exactos, la no-relación- que cada uno
de nosotros tiene con todas las personas del mundo, excepto un
pequeño grupo. Básicamente, uno sigue su camino en la vida sin ser
consciente de la mayor parte de las personas; uno sabe que existen,
pero su vida no está esencialmente afectada por ellas.
La etapa 1 de la teoría de Levinger y Snoek es la toma de
conciencia. En esta etapa, uno toma conciencia del otro como com-
pafiero potencial en una relación. Por ejemplo, un amigo puede

la llamemos. °
llamamos y decimos que cierta persona está disponible, y sugerir que
uno puede enterarse de que la relación de una
determinada persona acaba de concluir, de modo que esa persona se
encuentra disponible. Hasta este momento, no existe contacto.
En la etapa 2, los compañeros potenciales se conocen. Pueden
mantener una primera conversación por teléfono o tener un primer
encuentro cara a cara, pero el contacto es superficial y se caracteriza
por la independencia de los individuos. Esta etapa correspondería a
la etapa del "estímulo" en la teoría de Murstein del estímulo-valor-
función.
La etapa 3 del desarrollo de la relación, mutualidad, se divide en
tres sub-etapas: intersección menor, intersección moderada e inter-
sección mayor. Los niveles de intersección se refieren simplemente al
grado de interdependencia que logra la pareja.
En trabajos posteriores, perfeccionando su noción de mutualidad,
Levinger ha notado que ésta realmente consta de tres aspectos.8 El
primer aspecto es lo que él denomina interrelación. El segundo
aspecto, compromiso, se refiere a la fuerza de los límites entre ambas
personas. Así, dos personas pueden estar muy próximas entre sí, y sin
embargo estar relativamente no comprometidas. En tales relaciones
no comprometidas, la fuerza de los límites sería poderosa, aunque la
pareja parece estar unida. En relaciones más comprometidas, los
límites se toman más débiles, y existe una mayor fusión entre ambas
vidas. El tercer aspecto de la mutualidad es la simetria entre ambos
individuos, que llama la atención sobre el hecho de que ambos
miembros de una relación pueden no estar igualmente próximos el
uno al otro: uno puede invertir más cosas que el otro en la relación.
El curso general del desarrollo de una relación es que la pareja se
aproxime progresivamente. Levinger ha reconocido, por supuesto,
que en el transcurso de la vida, las relaciones no siempre continúan
tomándose más próximas y, en sus últimos trabajos, ha mencionado
etapas de estancamiento y de decadencia de las relaciones.9

Una de las teorías más elaboradas sobre el desarrollo de las


relaciones es la teoría de la penetración social de Irwin Altman y
Dalmas Taylor.10 Penetraci6n social se refiere tanto al comportamien-
to externo como a los sentimientos internos que preceden, acompañan
y siguen al comportamiento. Básicamente, según Altman y Taylor,
nuestras interacciones con los demás tienen dos aspectos: amplitud y
profundidad. Amplitud se refiere a la variedad de temas que discuti-
mos ya las interacciones que tenemos. Profundidad se refiere al nivel
en el cual discutimos e interactuamos sobre cada uno de estos temas.
Las relaciones varían en términos de la amplitud y de la profundidad
de la penetración social. Por ejemplo, con alguien que es sólo un
conocido, nuestras interacciones se producirán sobre un número
limitado de temas y en una profundidad superficial. En una amistad
casual, podemos interactuar sobre más temas, pero seguir sin abor-
darlos en profundidad. En una amistad más profunda, o en el
comienzo de una relación sentimental, la variedad de temas tiende a
expandirse al mismo tiempo que comenzamos a discutirlos en profun-
didad. Finalmente, las relaciones que se toman realmente íntimas
van más allá, tanto en amplitud como en profundidad. En otras
palabras, los miembros de la relación comienzan a compartirlo todo
de sí mismos, interactuando sobre todos los temas, no sólo del
presente, sino también relativos al pasado y al futuro. Discuten estos
temas en mayor detalle y con mayor sentimiento. La extensión de la
amplitud y de la profundidad indica el grado de penetración social.
No todas las relaciones se generan comenzando por la amplitud.
Ocasionalmente, uno puede tener una intensa interacción con otra
persona, pero sólo dentro de una variedad limitada de temas. El
fenómeno del "extraño del tren", mediante el cual uno confía algún
aspecto de la historia de su vida a una persona que ha conocido
casualmente y no espera volver a ver, es un ejemplo de una relación
en la cual una considerable profundidad puede ser lograda sólo en
algunos temas. O uno puede tener una amistad con una persona
determinada ante la cual uno desnuda su alma, pero probablemente
sólo dentro de un área específica de interés que, casualmente, está en
su mente en ese momento y necesita ser expresada.

La evidencia generalmente sugiere que la felicidad conyugal


tiende a declinar a través del tiempo. Investigadores como Richard
Cimbalo, Virginia Faling y Patricia Mousaw han observado una
decadencia relativamente constante en la satisfacción conyugal: los
matrimonios parecen seguir un camino que por último va cuesta
abajo.u P. C. Pineo ha sugerido que el declive de la satisfacción
conyugal se debe a dos factores principales: desaparición del romance
que caracteriza el noviazgo prematrimonial y una disminución casi
inevitable en la compatibilidad.12 Presumiblemente, cuando las per-
sonas se casan, suelen sentir que son "el uno para el otro". Si esto es
realmente verdad, o se aproxima a la verdad, entonces casi todos los
cambios que se produzcan serán probablemente para peor. En una
interesante distorsión de esta noción de "el uno para el otro", William
Graziano y Lynn Musser tomaron de la idea de Theodore Reik y otros
el hecho de que las personas suelen vincularse en relaciones debido a
las propias dudas acerca de sí mismas, principalmente dudas acerca
de su valía personaJ.l3 Una vez dentro de una relación próspera, la
auto-imagen mejora debido al refuerzo que aporta el compañero. Pero
posteriormente la relación puede deteriorarse ya que la necesidad
que motivó la relación ha sido satisfecha.
Por ejemplo, Antonio, que era muy inseguro, buscó durante mucho
tiempo una mujer que pudiera apoyar su frágil ego, y finalmente
encontró a Victoria. Ella era excepcional: la mayoría de las mujeres
se cansaba de apoyar constantemente a un hombre que era tan
patéticamente inseguro, pero Victoria parecía tener una energía
ilimitada en este aspecto. Ella era realmente el estilo "agápico" de
amante de John Lee (véase página 152): ella daba, y daba, y daba.
Finalmente, ella dio tanto que Antonio realmente comenzó a sentirse
mejor con respecto a sí mismo. Pero, para entonces, él había llegado
a asociar su relación con Victoria a sus sentimientos de inseguridad,
y ya no deseaba ocuparse de esos sentimientos e incluso ya no era
consciente de que hubieran existido alguna vez. Entonces, buscó otro
nuevo amor. El también descubrió, cuando ella le dejó, que sus
sentimientos de inseguridad nunca se habían superado realmente.
Volvió con Victoria, que le aceptó, y hoy en día siguen con la única
rutina que parece funcionar para ellos: alimentando Victoria, conti-
nuamente, el débil ego de Antonio.
No todos creen que el curso de la felicidad en el matrimonio
siempre conduce a un camino cuesta abajo. Algunos investigad-:>res,
como Boyd Rollinns y sus colegas, opinan que la satisfacción conyugal
es elevada durante los primeros años, declina durante los años
intermedios, y luego vuelve a elevarse durante los últimos años. u Una
razón para este modelo en forma de U es probablemente el efecto de
educar a los hijos. Está bien documentado el hecho de que la llegada
de los hijos crea nuevas tensiones y se asocia a una disminución de la
felicidad conyugal. A medida que los hijos crecen y por último
abandonan el hogar, existen evidencias de que los matrimonios
vuelven a mejorar.15
Los hijos no son la única fued.e del creciente descontento en las
relaciones sentimentales. Otra d alIas es lo que podemos denominar
ia tensi6n de funciones: el conflicto acerca de quién de ellos y qué cosas
debe hacer cada uno dentro de la relación.16 Mientras que en un
tiempo las expectativas relativas a los papeles de hombres y mujeres
estaban relativamente claras, hoy en día no 10 están. Con todas las
presiones que soportan las parejas para ganar dinero, tener hijos,
mantener una bonita casa, entretenerse, y tener una relación signi-
ficativa, muchas parejas descubren que la magnitud de las tareas que
deben afrontar excede su capacidad de realizarlas. Y su capacidad de
realizarlas puede ser obstaculizada más adelante por la confusión
acerca de qué tareas son responsabilidad de cada uno de ellos. Con el
paso del tiempo, la tensión producida por esa confusión de funciones
puede tornarse una fuente principal de descontento.
Las personas realizan constantemente inculpaciones ~omo en el
caso de la responsabilidad de las funciones- sobre sí mismos y sobre
el otro, imputaciones que pueden tornarse particularmente cruciales
en épocas de conflicto. Bruce Orvis, Harold Kelley, y Deborah Butler
han sugerido que los procesos de imputación son especialmente
importantes en relaciones que han entrado en un período de conflic-
toP Los procesos de imputación son las interpretaciones que uno hace
acerca de sí mismo, de los demás, y de las situaciones.
El primer postulado de estos investigadores es que los procesos de
imputación son activos principalmente durante los períodos de con-
flicto. Es durante estos períodos cuando uno se encuentra más preo-
cupado por los motivos, tanto por los del compañero como por los
propios. En contraste, cuando las cosas marchan bien, uno está menos
preocupado por quién hizo qué cosa y por qué. Varios investigadores
han observado que es más probable que uno busque los motivos de
otro individuo cuando siente la necesidad de controlar su comporta-
miento1S -una actitud razonable, ya que el conflicto con el otro indica
que uno ha perdido el control sobre el comportamiento de esa persona,
y un primer paso para recuperar al menos una parte de ese control es
preguntarse por qué esa persona actúa de esa manera-o Cuando uno
tiene al menos alguna comprensión de las acciones del otro, es más
probable que se sienta capaz de recuperar el control sobre esa
persona.
Por ejemplo, el marido de Rita, Eduardo, trabajaba hasta tarde,
pero ella nunca cuestionó tal situación mientras su relación con él
marchó bien. Pero cuando las cosas comenzaron a ir mal, ella empezó
a hacer preguntas e imputaciones en relación con la conducta de
Eduardo que anteriormente nunca la habían perturbado. Y comenzó
con la cuestión de que Eduardo trabajaba hasta tarde en la oficina.
Mientras que anteriormente nunca le había concedido importancia a
este tema, ahora se preguntaba qué era lo que él estaría haciendo y
con quién. Ella no tenía la certeza de que él estuviera haciendo algo
con alguien, pero una vez que comenzó a pensar en esa posibilidad, le
fue dificil eliminarla de su mente. En realidad, Eduardo trabajaba
hasta tarde porque tenía que hacerlo, y cuando la pareja resolvió sus
dificultades, las dudas, que para Rita eran un síntoma de sus
dificultades, se disiparon.
Orvis y sus colegas también postularon que cada uno de nosotros
cree comprender las razones de su propio comportamiento y que esas
razones justifican tal comportamiento. Según estos investigadores,
nuestros procesos de imputación se modifican durante el conflicto.
Estos no son ni objetivos ni imparciales, sino más bien, considerable-
mente egocéntrico s y auto-indulgentes. Creemos saber por qué actua-
mos como lo hacemos y creemos que nuestros motivos son válidos.
En tercer lugar, y tal vez lo más interesante, Orvis y sus colegas
sugieren que los conflictos de imputación que conciernen a los motivos
suelen ser imposibles de resolver. Inicialmente, la mayor parte de los
conflictos surgirá a partir de quién hizo qué cosa, pero finalmente,
dichos conflictos se transpondrán al aspecto posterior del por qué. Así,
ambos compañeros, cada uno creyendo estar motivado por buenas
razones e intenciones, puede llegar al extremo de defender su propia
inocencia y acusar al otro de ser el culpable. Una vez que los
argumentos se concentran en torno a la inocencia y a la culpa, ambos
miembros de la pareja se vuelven cada vez más auto-indulgentes en
vez de intentar resolver el conflicto. Por ejemplo, Jaime y Elena, como
muchas otras parejas, parecen no poder llegar a resolver casi nunca
ninguna de sus discusiones. Comienzan discutiendo sobre cuestiones
sustanciales, pero rápidamente la discusión pasa a ser sobre cuestio-
nes de culpa e inocencia. Por ejemplo, si discuten a causa del dinero,
una discusión acerca de qué cosas deberían comprar degenera en una
discusión sobre quién es el que malgasta el dinero. Una vez que la
discusión ha tomado este curso, no existe esperanza alguna de llegar
a un acuerdo, porque las cuestiones de culpa y de inocencia no son
cuestiones que ellos estén en posición de resolver; y los asuntos que
sí están en posición de resolver nunca llegan a ser discutidos. Harold
Kelley ha señalado que, una vez que se presenta el conflicto, las
personas implicadas en él se vuelven especialmente susceptibles al
error fundamental de imputación: la tendencia a considerar las
causas de la propia conducta como situacionales (motivadas por
acontecimientos del entorno) y las causas de la conducta del otro como
disposicionales (motivadas por la clase de persona que es).19En otras
palabras, cuando uno hace cosas que pueden resultar desagradables
para otros e incluso para uno mismo, éste tiende a considerar que la
situación es la causa de su comportamiento: uno ha sido presionado
por otros, o no parecía haber ninguna otra opción, o la situación
requería una decisión inmediata. En contraste, uno tiende a consi de-
rar que las restantes personas están motivadas por su propia predis-
posición. Así, si alguien hace algo que a uno no le gusta, éste tiende
a interpretar que eso confirma las propia sospechas sobre quién es
realmente esa persona.
Sin duda, estos conflictos acerca de los motivos son destructivos
porque uno tiende a juzgarse a sí mismo como bueno, y al otro como
no tan bueno. Ciertamente, gran parte de la investigación confirma
actualmente el punto de vista de Kelley de que los resultados de los
conflictos de imputación tienden a ser negativos y destructivos.20 Si
uno cree realmente que está relacionado con alguien que no es una
buena persona, uno puede decidir terminar la relación o buscar otra
persona. La investigación de William Doherty sugiere que las muje-
res son un poco más susceptibles a un estilo de imputación negativa
que los hombres: en otras palabras, las mujeres tienden a ser más
críticas, tanto acerca de sí mismas como de los demás. Quizás ésta es
una de las causas del hallazgo descrito en el capítulo 6 de que las
mujeres tienden a ser menos felices en sus relaciones que los hom-
bres.21
F. Fincham y K O'Leary investigaron los procesos de imputación
en parejas felices e infelices.22 Se le pidió a los sujetos que imaginaran
que sus cónyuges se habían comportado de una determinada manera,
que calificaran las posibles causas de ese comportamiento, y que
indicaran qué es lo que ellos sentirían y lo que harían frente a ese
comportamiento. La mitad de las situaciones imaginarias implicaba
buenas conductas; y la otra mitad, malas conductas por parte del
cónyuge. Los investigadores observaron que las parejas que eran
felices en sus matrimonios generalmente consideraban las buenas
conductas de sus cónyuges como probables, resultado de los deseos de
sus cónyuges y de los suyos propios, y que dichas conductas, a su vez,
producirían reacciones favorables por parte de ellos mismos. Las
malas conductas, en contraste, fueron consideradas relativamente
raras e involuntarias. Así, las malas conductas recibieron una impu-
tación situacional más que disposicional, aunque pertenecían al
compañero. Las parejas infelices mostraron resultados opuestos: el
mal comportamiento era considerado común, extensivo, deliberado, y
provocador. Además, el buen comportamiento no era generalmente
tenido en cuenta. Corroborando estos resultados, Neil Jacobson y sus
colegas han observado que las parejas felices tienden a enfatizar el
papel de los factores disposicionales en el buen comportamiento, y el
papel de los factores situacionales en el mal comportamiento. Las
parejas infelices tienden a hacer lo inverso.
Todo esto significa que puede no ser el comportamiento de la gente
sino el modo en que percibimos ese comportamiento lo que influye, y
está influido por la calidad de una relación. Las mismas conductas
pueden ser percibidas de formas radicalmente diferentes, dependien-
do de si una persona en feliz o infeliz con el estado de su relación. Así
ocurrió con Rita, que no hizo una imputación negativa acerca del
hecho de que su marido trabajara hasta tarde a partir del momento
en que comenzó a sentirse infeliz en la relación.
Francisco y Marga constituyen otro de estos ejemplos. Durante
mucho tiempo, habían tenido una relación relativamente feliz, aun-
que algo apagada. Más tarde, Francisco conoció a otra persona y tuvo
una aventura con ella. Pero él no podía ni aceptar su responsabilidad
por haber tenido esa aventura ni admitir que, si su relación con Marga
ya no era excitante, ésto era al menos en un cincuenta por ciento,
culpa suya. Francisco se volvió extremadamente crítico con respecto
a Marga, reprochándole conductas que ella había mostrado siempre,
pero que éljamás había criticado anteriormente. El estaba utilizando
las nuevas imputaciones negativas para excusarse por su infidelidad.
En resumen, si somos felices en una relación, tendemos a destacar
la importancia de lo positivo y a minimizar la importancia de lo
negativo, mientras que si somos infelices en una relación, hacemos lo
contrario. Además, si somos infelices, también tendemos a enfatizar
los factores situacionales para las cosas positivas, y los factores
disposicionales para las negativas.23 Por ejemplo, cuando uno es
infeliz con alguien, puede atribuir al entorno el hecho de que esa
persona se comporte de forma agradable, pero considerar que su mal
comportamiento es intrínseco a ella. 0, si alguien en quien uno no
confía se comporta de forma agradable con éste, uno puede interpre-
tar esto como que esa persona desea congraciarse con uno, con inten-
ciones de conseguir algo.
Jacobson y sus colegas, estudiando a parejas felices e infelices,
observaron que las parejas infelices responden más a los aconteci-
mientos negativos, tales como los desacuerdos, que las parejas felices.
Entre las parejas felices, el número de sucesos negativos que tiene
lugar en el transcurso de un día sólo,tiene una débil influencia en la
satisfacción global cotidiana; mientras que para las parejas infelices,
el número de sucesos negativos está altamente relacionado con la
satisfacción cotidiana.24 Pero las parejas infelices también parecían
responder más a los acontecimientos positivos, tales como novedades
acerca de un crédito o el buen resultado escolar de uno de los hijos, una
observación que sugiere que las parejas infelices son más re activas en
general. En otras palabras, cada miembro responde con más fuerza
ante cualquier suceso. Este hallazgo indica que los miembros de una
relación infeliz que realizan un esfuerzo deliberado para comportarse
de forma positiva con el otro, tienden a percibir este esfuerzo y a
responder de la misma manera. A medida que las acciones positivas
aumentan, la pareja infeliz puede ser más feliz. Este resultado no se
producirá, sin embargo, a no ser que la pareja pueda aprender a no
atribuír las acciones positivas a situaciones particulares. En otras
palabras, si uno busca justificar una acción positiva en lugar de
disfrutarla, ésta no tendrá un efecto positivo. Por ejemplo, cada
miembro de la pareja podría decir que el otro se está comportando de
una manera más positiva debido a un acuerdo para mejorar la
relación, en lugar de pensar que se debe a que el otro es realmente una
buena persona. Salir de esta ciénaga no es una hazaña fácil.
Existe aún otro paso más que uno puede dar para mejorar sus
relaciones, basado en la investigación de Margaret Madden y Ronnie
Janoff-Bulman.26 Uno puede asumir mayor responsabilidad sobre lo
que sucede en una relación. Si uno se cree responsable de las cosas
buenas que ocurren, pero culpa al otro de las cosas malas, no existe
esperanza de que la relación mejore. Pero si uno puede realizar de
buena fe un esfuerzo para entender el punto de vista de la otra
persona, y ponerse en su lugar, podrá ver en qué medida uno es
también responsable de los problemas de la relación. En lugar de
atijudicar toda o casi toda la culpa a la otra persona, uno debería
asumir parte de ella e intentar comprender en qué medida las
acciones de la otra persona pueden ser, en parte, reacciones ante las
propias acciones. Madden y Janoff-Bulman observaron que el tener
capacidad de control sobre la interacción conyugal resulta esencial
para la felicidad: cada miembro de la pareja necesita sentir algún
grado de responsabilidad por lo que ha sucedido, y alguna capacidad
de control sobre lo que pueda ocurrir en el futuro. Ciertamente, si uno
siente que sus acciones están totalmente determinadas por la situa-
ción, tiene poca capacidad de control sobre sí mismo, y si uno siente
que las acciones de la otra persona se deben exclusivamente a su
forma de ser, uno no tiene ninguna capacidad de control sobre ésta.
Por ello, uno necesita asumir su función comofuente de su comporta-
miento y el papel de los aspectos situacionales en el comportamiento
del otro, superando así el error de imputación fundamental.
Esto no significa que siempre debamos seguir un camino que nos
lleve a mejorar la relación. Algunas relaciones realmente no funcio-
nan y no pueden funcionar, o simplemente las personas no son
compatibles. Con un compañero que es fisica o mentalmente agresivo
e incapaz de cambiar, la búsqueda de buenas razones para su
comportamiento puede no conducir a un resultado favorable. Quizás
lo más dificil en una relación es saber cuándo se debe intentar salvar
las cosas y cuando no. A veces, las personas necesitan la ayuda
objetiva de un tercero, por ejemplo, de un terapeuta, para poder
resolver la situación.
Una experiencia reciente que tuve cuando visité Japón ilustra los
malentendido s que pueden tener lugar en las relaciones sentimenta-
les. Una estudiante japonesa graduada que parecía hablar muy bien
el inglés, se ofreció a ser mi guía durante una excursión de todo un día
por Tokio. En varias ocasiones, se refirió a mí como a un "ario", y esto
comenzó a disgustarme. En primer lugar, la Segunda Guerra Mun-
dial había terminado hacía tiempo, y me molestaba que la absurda
denominación de "ario" persistiera en la mente de la japonesa. En
segundo lugar, estaba disgustado porque tengo pocas, si es que tengo
alguna, características que podrían identificarme como ario: no soy
rubio ni tengo ojos azules, ni soy de derechas. Finalmente, corriendo
el riesgo de insultar a mi anfitriona, le hice una observación sobre el
uso inapropiado que ella hacía de esta denominación. Le expliqué que
yo no era un ario y que, además, esa entidad en realidad no existe. Ella
me miró, perpleja, y me dijo que no comprendía. Al poco rato, ambos
nos dimos cuenta de que la palabra que ella estaba diciendo --o al
menos, queriendo decir- era extranjero. Los japoneses tienen gran
dificultad para escuchar y para pronunciar el sonido de laL en inglés,
y suelen confundirlo con la R.*
Después seguimos conversando y, en cierto momento, al mencio-
narle el Muro de Berlín, ella se sorprendió ante la idea de que se
hubiera declarado una nueva guerra.
La cuestión es que mi guía estaba haciendo distinciones que eran
diferentes a las mías. Aunque yo pensé que ella había escuchado las
que yo realizaba, en realidad estaba escuchando las suyas, del mismo
modo en que ella pensó que yo estaba escuchando sus distinciones,
mientras que en realidad yo estaba escuchando las mías. En una
relación, cada uno de nosotros puede ver el mundo de manera
diferente, pero aceptamos nuestro propio análisis, y asumimos que
los demás también lo aceptan. En realidad, tanto mi guía japonesa
como yo estábamos escuchando lo que decíamos nosotros mismos y lo
que decía el otro desde nuestros diferentes puntos de vista, cada uno
de los cuales parecía válido, de acuerdo a las diferenciaciones que
habíamos aprendido.
En las relaciones interpersonales, las personas suelen hacer la
misma cosa: no se escuchan entre sí. Cada una de ellas puede decir la
misma cosa una y otra vez, y sorprenderse, o sentirse insultada, por
no ser aparentemente comprendida correctamente. El oyente escu-
cha desde su propia ventajosa posición y de acuerdo a su propio
conjunto de valores. A consecuencia de esto, el conflicto nunca se
resuelve.
Este incidente me resultó útil para comprender un conflicto
interpersonal que yo mismo tenía en ese momento. Había tenido
varias diferencias con una persona cercana a mí, y a pesar de haber
sostenido reiteradas discusiones, parecíamos incapaces de resolver-
las. Además, seguíamos utilizando los mismos argumentos para
intentar resolver nuestros conflictos.Me di cuenta de que ninguno de
nosotros estaba realmente escuchando lo que el otro estaba diciendo.
Más bien, lo escuchábamos de acuerdo a nuestra propia visión de las
cosas, que no se ajustaba a la del otro.
En las interacciones interpersonales, las personas tienden a
cumplir libretos, o sea, guiones, que' constan de un comienzo, un
desarrollo y un final bastante predecibles. No solamente contamos
con libretos de nuestra propia autoría, sino que clasificamos las
observaciones de otras personas de acuerdo al conjunto de libretos
que poseemos. Si el otro individuo posee libretos diferentes, tendemos
a malinterpretar lo que está diciendo.
Frecuentemente, en las interacciones, las personas repiten los
mismos libretos una y otra vez, como si estuvieran representando
siempre el mismo papel en una obra. Uno puede pensar que su papel
se entrelaza con el de otro, cuando en realidad no es así. Es comosi una
pareja estuviera bailando y no se diera cuenta de que cada uno está
realizando un paso diferente porque se mueven al compás de distintos
ritmos. En el intento de resolver los conflictos interpersonales, no
solamente es esencial el escuchar lo que el otro está diciendo, sino
también el comprenderlo dentro del contexto de la vida de la otra
persona. Ya sea que uno acepte o no el punto de vista de la otra
persona, para comunicarse con ella de forma fructífera es necesario
que uno intente al menos comprender ese punto de vista.
A veces, uno es simplemente incapaz de comprender tanto el
comportamiento del otro individuo como los guiones que lo generan.
Por una u otra razón, los guiones de la otra persona son demasiado
diferentes de los propios. Cuando se produce esta falta de compren-
sión, la solución óptima es probablemente no volver a caer en el propio
guión. A veces, uno es el que debe hacer el acto de fe, confiando en que
la otra persona tiene buenas intenciones. Obviamente, uno no puede
tener fe en todo el mundo. Pero las acciones y los motivos que no son
comprendidos en un momento de la vida frecuentemente podrán ser
comprendidos más tarde. Si uno realmente desea reconciliarse y
mantener la relación, resulta prudente tomarse un tiempo para
comprender a la otra persona, y evitar que el conflictollegue a niveles
cada vez, más altos.
Las personas crean guiones para poder interpretar, no solamente
lo que ocurre durante una relación, sino también lo que ocurre cuando
ésta se termina. Suele ocurrir que ninguno de los miembros de una
relación comprende exactamente qué es lo que fue mal. Es como si la
relación, en sus últimos tiempos, hubiera adquirido vida propia,
quizás una vida que resulta casi incomprensible para ambos. Las
rupturas generalmente son dolorosas, y para poder afrontar conve-
nientemente ese dolor, uno puede crear libretos hipotéticos acerca de
qué fue lo que anduvo mal. Uno puede atribuir la ruptura a la
deslealtad, desconsideración o avaricia de la otra persona, o, en parte,
a la propia falta de esfuerzo por intentar que las cosas funcionaran.
Pero en general, el guión señala a la otra persona comola responsable
principal de la ruptura. Las personas pueden necesitar este tipo de
libretos auto-indulgentes para superar una ruptura y seguir ade-
lante.
Existe un fenómeno bien conocido en psicología, denominado
efecto Zeigarnik, por el cual las personas tienden a recordar los
sucesos incompletos mejor que los completos. Si uno quiere superar
una relación y desterrarla de su mente, necesita darle un cierto final,
y un guión que explique qué fue lo que marchó mal puede cubrir esta
necesidad. La creación de tales argumentos suele ser una tarea difícil,
porque éstos casi nunca hacen justicia a lo que realmente ocurrió, y
en algún momento, uno sabe que el guión que ha creado es una
simplificación. Sin embargo, el libreto puede ayudar a que uno se
recupere.
Los guiones de este tipo casi siempre tienen cierto grado de
inexactitud, y sus beneficios pueden ser básicamente contrarrestados
por sus inexactitudes. En primer lugar, impiden que nos relacione-
mos significativamente con nuestro ex compañero. Es posible que
tengamos que seguir colaborando con él, ya sea en nuestro trabajo o
en la educación de nuestros hijos. Una mejor comprensión del com-
pañero y de su relación con nosotros nos ayuda a poder seguir
trabajando juntos.
En segundo lugar,.una ruptura puede proporcionamos una mejor
comprensión de nosotros mismos y de la forma en que nos relaciona-
mos con los demás. Cuanto más inexacto sea nuestro guión, menor
será la comprensión que lograremos de nosotros mismos y de los
demás; en realidad, es posible que aprendamos poco de la ruptura y
que procedamos a cometer los mismos errores en relaciones futuras.
Si esperamos aprender de nuestro pasado y luego aplicar lo que hemos
aprendido a nuevas relaciones, necesitamos al menos una compren-
sión bastante aproximada de qué fue lo que marchó mal y de cómo
evitarlo en relaciones futuras. Finalmente, si nuestro guión es inexac-
to y nosotros lo sabemos, puede darse un efecto Zeigamik a partir de
nuestro conocimiento de que la historia no está realmente completa-
da. Nos convendría intentar mejorar la aproximación del guión para
concluir la historia de la relación pasada. Si no podemos hacerlo, la
relación permanecerá viva en nuestra mente, siempre buscando una
resolución que sabemos que aún no hemos hallado.

La gente suele sorprenderse de lo difícil --o de lo fácil- que es


superar una ruptura.26 El hecho de que resulte fácil o difícil puede
depender de una variedad de factores, uno de los cuales es la
diferencia entre nuestro grado de compromiso emocional con la otra
persona y la cantidad de beneficios que realmente obtuvimos de la
relación. Berscheid ha señalado que a las personas que están alta-
mente implicadas en una relación, pero que en realidad obtienen poco
de ésta, en cuanto a gratificaciones y beneficios objetivos, puede
resultarles más fácil de lo que esperaban el superar una ruptura
definitiva. Del mismo modo, a las personas que no están profunda-
mente implicadas emocionalmente, pero que se benefician en gran
medida con la relación, puede resultarles más difícil de lo que
esperaban el superar una ruptura.27 Así, la dificultad real a la hora de
superar una ruptura no necesariamente coincide con la dificultad
esperada.
Básicamente, lo que mejor puede ayudarnos a superar la ruptura
_de una relación, sea probablemente reconstruir nuestra al1toestima
y nuestro sentido de independencia. Frecuentemente, cuando una
relación se termina, no podemos imaginamos la vida sin la otra
persona. Parece como si la vida no pudiera continuar. Pero conti-
nuará. Podemos también creer que sólo podríamos vivir sin la otra
persona si encontráramos a otra que la reemplazara. La gente suele
pasar largos períodos de tiempo buscando a otra persona que les
ayude a terminar una relación. Efectivamente, quieren dejar a una
persona por otra para hacer más fácil la transición. En realidad, en
tener a otra persona por quien dejar a alguien puede facilitar las cosas
a corto plazo, pero no a largo plazo. En primer lugar, la nueva relación
tiene mayores probabilidades de fracasar, ya que al haber sido
construida en base a un conjunto particular de circunstancias, cuan-
do la situación cambie, también cambiará la relación. Además, los
sentimientos residuales de culpa de una persona o de la otra pueden
hacer que resulte difícil continuar la relación. Por último, existe
siempre la posibilidad de que la persona que ha dejado al primer
individuo por otro deje a éste por algún otro, y viceversa.
Por ejemplo, Fernando y Clara comenzaron teniendo una aventu-
ra en la oficina que terminó por convertirse en un comentado roman-
ce. Fernando estaba casado, Clara, no, y nunca había estado casada.
Después de largas cavilaciones, Fernando dejó a su mujer por ella.
Pero apenas lo hizo, la relación, que nunca había presentado conflic-
tos, se tomó increíblemente conflictiva. Resultó ser que, sin que ella
misma lo supiese, parte de la atracción de Clara hacia Fernando y su
felicidad con él procedía del hecho de que él estuviera casado.
Mientras él continuara casado, Clara se sentía "a salvo". Pero, una vez
que Fernando dejó a su mujer, comenzó a solicitar de Clara cosas que
ella se sentía incapaz de darle. Ella había pensado que estaba
preparada para comprometerse, mientras el compromiso fuese impo-
sible. Pero, cuando se hizo posible, Clara se sintió presionada y
terminó rompiendo con la relación.
A la larga, es mejor no dejar a una persona por otra sino por uno
mismo. La decisión no consiste en que uno preferiría estar con otra
persona en lugar de con la primera, sino en que uno preferiría estar
solo que con la primera persona. Las decisiones de dejar a una persona
y unirse a otra deberían, en lo posible, ser independientes, tanto para
que la nueva relación esté libre de presiones como para asegurarse de
que el dejar a la primera persona fue la decisión correcta. Más
adelante, uno puede consolarse sabiendo que la dejó porque eso era lo
mejor para sí, más que por haber creído que el césped era más verde
en otro lugar, especialmente si uno descubre que el césped no es en
realidad más verde. Al finalizar una relación sentimental, la gente
generalmente necesita reconstruir su sentido de auto-estima y de
independencia, y, aunque los amigos pueden contribuir a ello, en el
fondo es responsabilidad de uno mismo. Uno puede tener realmente
éxito en su relación con otro si tiene una buena relación consigo
mismo, y, frecuentemente, cuando se termina una relación con una
persona significativa, la propia relación con uno mismo está necesi-
tada de reconstrucción y, posiblemente, de reparación. En consecuen-
cia, conviene desarrollar cariño por uno mismo y hacerse cargo de la
propia vida; una vez que uno ha reconstruido y creado una vida nueva
e independiente, entonces podrá buscar a otra persona desde una
posición más fuerte. Si todo esto parece obvio,así es, pero sin embargo
es verdad, y es más dificil hacerlo que decirlo.

Un error que las personas suelen cometer cuando buscan formar


una nueva relación es buscar con demasiada prisa, y luego intentar
que la nueva relación avance con demasiada rapidez. La acelerada
expresión del amor y del afecto suele alejar a la otra persona, porque
ésta siente que no es posible que uno le ame por lo que ella es, sino más
bien por la imagen que uno ha creado en su mente. Uno debe darse el
tiempo necesario para conocer al otro, de tal manera que ambos
puedan estar seguros de que si expresan mucho amor o afecto, esto se
debe a quién es en realidad el otro y no a la imagen que uno se ha
formado en su mente.
y mientras uno está buscando esta nueva relación, debe hacer lo
posible por ver al otro comorealmente es, y no como desea que el otro
sea. En este período, uno puede estar un pocodesesperado y deseando
proyectar en otra persona ciertas características que ésta puede no
tener. Si uno se toma el tiempo suficiente, es menos probable que
caiga en la trampa de quedar envuelto en una repetición de su
relación anterior, en la que la nueva persona difiere de la anterior sólo
en características superficiales. También es poco probable que uno
busque otra persona cuyo atractivo principal sea el de ser completa-
mente opuesta a la anterior. Más bien, uno debe procurar que su
nueva selección sea independiente, eligiendo a alguien adecuado,
según las propias necesidades y deseos. Uno debe tomarse un tiempo
para descubrir quién es en realidad, y a partir de ese momento buscar
relacionarse seriamente con otra persona. Además, uno debe recordar
que si es infeliz consigo mismo, no puede esperar que otro sea
feliz con él.
LA SEPARACION EN LAS RELACIONES
SENTIMENTALES

Muchas relaciones finalmente dejan de funcionar, y resulta útil


saber no sólo por qué ha ocurrido esto -por ejemplo, pérdida de la
intimidad, de la pasión o del compromiso- sino también c6mo. Un
libro reciente de Diane Vaughan, una socióloga, trata el tema de qué
es lo que ocurre cuando las relaciones dejan de funcionar.28

Todo comienza con un secreto:


la teoría de Diane Vaughan
Según Vaughan, la separación, o lo que ella denomina desacople
se inicia con un secreto. Uno de los miembros de la relación comienza
a sentirse incómodo en ella. Esta incomodidad puede comenzar
tempranamente, aún antes del matrimonio, o después de muchos
años. Pero el punto crítico radica en que la separación comienza
unilateral y silenciosamente: el compañero insatisfecho generalmen-
te no dice nada. El o ella puede no ser ni siquiera consciente de que
algo anda mal, o de qué es lo que anda mal; ni estar seguro de las
consecuencias de sus sentimientos: ¿conducirán éstos a la separación,
o son solamente transitorios y de poca importancia? Como el com-
pañero insatisfecho no quiere decir nada hasta estar absolutamente
seguro de qué es lo que anda mal, construye un mundo privado en el
que poder considerar esos sentimientos.
Al construir este mundo privado, el compañero insatisfecho,
generalmente sin quererlo, abre una brecha en la comunicación. No
cree, necesariamente, que está mintiendo, sin embargo, oculta infor-
mación que podría resultar importante para el otro.
El secreto permite que uno piense las cosas, haga planes, y en
general, resuelva qué hacer. Pero el otro, al no estar informado de la
insatisfacción de su compañero, es incapaz de hacer algo respecto a
esta situación. Finalmente, el compañero insatisfecho -que es el que
toma la iniciativa- comienza a intentar transmitir su insatisfacción
al otro, pero le resulta difícil porque probablemente aún no ha
comprendido totalmente el problema. Incapaz de expresar de forma
completa y precisa la fuente de su insatisfacción, el que toma la
iniciativa generalmente no se enfrentará a su compañero de modo que
le permita a éste último referirse a las cuestiones básicas, sino más
bien manifestará su insatisfacción mediante formas sutiles, muchas
de las cuales, quizás, no puedan ni siquiera ser interpretadas por el
compañero como signos de insatisfacción global.
Vaughan señala que los primeros intentos de expresar el descon-
tento que realiza el que toma la iniciativa son, en parte, un intento de
salvar la relación. Mediante la expresión de insatisfacción, el que
toma la iniciativa está intentando cambiar a su compañero o modifi-
car la relación de manera que se cree una situación aceptable. Estos
esfuerzos pocas veces logran un éxito inmediato. Este resultado no es
sorprendente, ya que el compañero todavía no se ha percatado de la
naturaleza y del grado de esa insatisfacción. Ciertamente, algunas de
las observaciones del que toma la iniciativa pueden más bien camu-
flar que revelar las fuentes de insatisfacción. Así, él sigue estando
descontento, y su compañero suele no estar en posición de hacer
alguna cosa al respecto.
El que toma la iniciativa, descontento con la relación, se vuelca en
fuentes de satisfacción alternativas -actividades al aire libre, nue-
vos amigos, o una aventura-o Así, comienza a construirse una vida
nueva, y en ese momento, es probable que su compañero se pregunte
qué es lo que está ocurriendo y por qué. Este último puede atribuir los
cambios a una segunda juventud, o a cualquier otra cosa, cuando en
realidad, la relación en sí misma es la verdadera fuente de insatisfac-
ción. Por fin, el que toma la iniciativa se creará una vida social
separada, que posiblemente le consuma cantidades crecientes de
tiempo y energía. Su compañero probablemente sea excluido de esta
nueva vida, y ni siquiera sepa gran parte de lo qué está ocurriendo en
ella.
Frecuentemente, el que toma la iniciativa formará una nueva
relación significativa, sexual o no, comomedio para expresar insatis-
facción y frustración, y para encontrar una alternativa. La nueva
relación, que hasta puede estar parcialmente basada en la fantasía,
puede satisfacer su necesidad de crear nuevos lazos. Esta situación
incrementa aun más la necesidad del secreto, en consecuencia, el
abismo entre ambos compañeros tiende a dilatarse.
Vaughan señala que lo que ocurre en la separación es, en muchos
aspectos, exactamente lo opuesto a lo que ocurre cuando uno se siente
inicialmente atraído hacia otra persona. Cuando uno se enamora,
tiende a concentrarse en las cualidades favorables de la persona de la
que está enamorado. Uno aprecia sus similitudes y compatibilidades
con respecto a este nuevo compañero, e intenta considerar cualquier
diferencia como complementaria. A medida que la relación crece, se
produce el fenómeno del "ángel caído": ninguna otra persona puede
alcanzar el grado de perfección que uno hubiera deseado. Pero si se
produce la separación, la mirada del que toma la iniciativa se vuelve
hacia los defectos del compañero, el cual es entonces redefinido en
términos de sus aspectos desfavorables. El que toma la iniciativa se
concentra en sus puntos de discordancia con el compañero, con si-
derándolos ahora perturbadores y desagradables. El que toma la
iniciativa tiende a reconstruir la historia de la relación, viendo
aspectos negativos en los acontecimientos que anteriormente habían
sido interpretados como positivos. La relación es repentinamente
vista desde una óptica nueva y desfavorable. El que toma la iniciativa
se vuelve víctima del hecho de que no existe un informe histórico
objetivo sobre el pasado, y lo reconstruye adecuándolo a las exigencias
del presente.
La creciente insatisfacción del que toma la iniciativa se toma cada
vez más evidente tanto para los demás como para él mismo. Mientras
que anteriormente pudo haber expresado su descontento con la
esperanza de salvar la relación, ahora intenta convencer a su com-
pañero de que la relación está en dificultades, o de que quizás ni
siquiera puede ser salvada. El que toma la iniciativa expresa insatis-
facción no solamente hacia su compañero sino también hacia otras
personas. Informa a sus amigos y a sus colegas de que las cosas no
andan bien en su relación personal. Puede hacer bromas acerca de su
compañero, exclamaciones de enfado, o alusiones sutiles. Pero el
mensaje se transmite de una manera o de otra. El que toma la
iniciativa tiende a evitar a aquellos que tienen un poderoso interés en
que la relación continúe, porque le hacen sentirse incómodo. En
cambio, tiende a elegir como amigos, en ese momento, sólo a aquellos
que le apoyarán en sus planes.
En este punto, es muy común que el que toma la iniciativa haya
encontrado lo que Vaughan denomina una persona transicional, o
sea, alguien que le ayude en la transición que está comenzando a
adquirir una mayor importancia en su vida. La persona transicional,
que puede ser un amante o un amigo, es alguien que le ayuda a
liberarse de la antigua relación. A veces, puede haber más de una
persona transicional, teniendo cada una de ellas un papel diferente.
Por ejemplo, un psicoterapeuta y un amante tendrían roles diferen-
tes, ayudando cada uno de ellos al que toma la iniciativa a que
abandone su antigua vida y encuentre una nueva.
A medida que el que toma la iniciativa comienza a expresar más
y más descontento, la percepción social de la pareja puede modificar-
se. Se les tiende a considerar infelices. A veces, el compañero puede
ser el último en ver lo mal que se han puesto las cosas. Los que toman
la iniciativa tienden a buscar información acerca de la transición que
están experimentando, a través de libros, revistas, obras de teatro,
películas o lo que sea. Analizando cómo han sobrellevado otras
personas transiciones similares, intentan aplicar esta información a
sus propias vidas. El que toma la iniciativa avanza hacia una nueva
vida, yse aleja gradualmente de la anterior. El que toma la iniciativa
puede disociarse de forma creciente de la antigua relación y ocuparse
cada vez menos de ella. A medida que los miembros de la pareja se van
apartando más y más, el papel de los amigos de cada uno de ellos
tiende a adquirir una mayor importancia. Mientras que, anterior-
mente, el énfasis de la relación pudo haber estado puesto sobre los
amigos y conocidos mutuos, ahora cada uno busca su propio grupo de
apoyo.
El comportamiento simbólico puede adquirir especial importan-
cia en este momento, por ejemplo, el que toma la iniciativa se quita el
anillo de boda (al que se ha vuelto repentinamente "alérgico"), o
ambos comienzan de pronto a realizar cada uno por su lado las
actividades que ~iempre habían emprendido juntos, como por ejem-
plo, viajes. Lleg~dos a este punto, el que toma la iniciativa está
completamente fuera de la relación, mientras que el otro puede aún
estar firmemente atrincherado en ella. Para el otro, la relación aún es
primordial en su vida y en su identidad, y en este momento puede
preguntarse seriamente qué es lo que está ocurriendo.
Suele parecer increíble que dos personas puedan vivir juntas y que
una de ellas se distancie tanto sin que la otra lo perciba. Los miembros
de una pareja que se separa suelen manifestar que no eran conscien-
tes o que sólo eran vagamente conscientes de que las cosas se
hubieran malogrado. Al mismo tiempo, el que toma la iniciativa suele
referir que él o ella ha realizado repetidos esfuerzos para informar al
compañero de la gravedad de la situación. Evidentemente, se ha
producido una importante ruptura en la comunicación, ya que ambos
compañeros consideran la situación de forma muy diferente.
Lo que ha ocurrido, según Vaughan, es que ambos han sido
cómplices de un encubrimiento. El que toma la iniciativa actúa en
forma indirecta y sutil con el fin de proteger a uno o a ambos
compañeros. El otro, toma lo que se dice más o menos superficialmen-
te, sin buscarle un significado más profundo. Si el que toma la
iniciativa se queja todo el tiempo, estas quejas se consideran avisos
más que síntomas de un problema más profundo dentro de la relación.
Mientras reconoce que algo anda mal, el compañero puede considerar
que esto es algo normal en las relaciones que siguen adelante. El
compañero puede mantener el asunto en privado, ya que la opinión
generalizada dentro de nuestra sociedad es que los problemas conyu-
gales son de índole privada. Al mismo tiempo, el que toma la inicia-
tiva, considerando que la relación está profundamente deteriorada,
tiende a hacer pública su insatisfacción. El compañero puede pensar
que cualquier problema que pudiera existir no está en la relación sino
en el que toma la iniciativa, y sugerirle a éste que busque ayuda
profesional u otro tipo de ayuda. Irónicamente, si lo hace, el que toma
la iniciativa encuentra un nuevo aliado en su marcha hacia la ruptura
del compromiso.
Debido a que es inherente a la terapia que el paciente acentúe su
punto de vista, es más probable que la situación se defina ell términos
más satisfactorios para el que toma la iniciativa que para el compañe-
ro. Finalmente, la complicidad se rompe y el encubrimiento fracasa.
Ahora, los enfrentamientos tienden a ser directos. El que toma la
iniciativa y tiene la certeza de que quiere separarse, tiende a ponerse
más firme, ya que tiene menos que arriesgar mediante la expresión
directa de sus sentimientos. Para el que toma la iniciativa, la cuestión
no consiste en si separarse o no, sino cómo. En este punto, el que toma
la iniciativa puede comenzar a hacer preparativos concretos para una
nueva vida, tales como abrir una cuenta secreta en el banco u ocultar
sus pertenencias al compañero. El que toma la iniciativa puede
consultar a un abogado y comenzar a planificar la separación. Hasta
puede ser que tenga en mente una fecha en la cual comunicar a su
compañero la decisión de separarse. A medida que esa fecha se
aproxima, continúa preparándose para su nueva vida. Frecuente-
mente, esa comunicación no tiene lugar en la fecha prevista. Puede
ocurrir alguna cosa -como por ejemplo, una crisis en la familia de
alguno de los miembros de la pareja, o un problema de trabajo o de
salud- que postergue temporalmente la fecha fijada para la sepa-
ración.
En este punto, es probable que el compañero considere que la
relación se ha deteriorado, mientras que quien toma la iniciativa
considera que se ha terminado. El enfrentamiento surge, pero el que
toma la iniciativa no está dispuesto a responsabilizarse de él. Más
bien, intenta encontrar algún modo de transferir al compañero al
menos una parte del peso del conflicto. A veces, el que toma la
in iciativa trata de incitar al compañero a cometer un "error fatal", que
probablemente sea la manifestación de alguna conducta que el que
toma la iniciativa puede describir como totalmente inaceptable. Este
error también puede suponer el intento fallido de adoptar una
conducta que el que toma la iniciativa consideraría necesaria. Por
ejemplo, si el compañero reacciona con un violento estallido emocio-
nal, el que toma la iniciativa puede decir que esto confirma lo que él
siempre había temido: que su compañero es totalmente irracional. Es
probable que el que toma la iniciativa reduzca su interacción con el
compañero, y hasta puede llegar a violar ciertas reglas anteriormente
tácitas de la relación. El compañero, al tomar conciencia finalmente
de que está ocurriendo algo grave, puede asumir el papel de detective,
intentando descubrir qué es lo que sucede. Es probable que busque
evidencias en las actitudes o en los efectos personales del que toma la
iniciativa, o a través de las informaciones de otras personas.
Una vez producida una discusión abierta, ambos compañeros
están preparados y dispuestos para reconocer que la relación está
profundamente deteriorada, y es probable que emprendan negocia-
ciones para salvarla. Pero ambos miembros no están negociando en
las mismas condiciones porque el que toma la iniciativa cree que él ya
lo ha intentado. Se han hecho intentos para comunicarse y para
mejorar la relación, pero nada parece funcionar. Para el que toma la
iniciativa, es probable que la relación haya llegado a un punto sin
retorno. Así, aunque el compañero realice un intento tardío, con la
esperanza de que las cosas cambien, el que toma la iniciativa puede
simplemente aparentar que también está haciendo un intento, mien-
tras que en realidad se propone terminar la relación. Es probable que
el compañero destine prioridad y energía crecientes a la relación, y
que realice un esfuerzo consistente para persuadir al que toma la
iniciativa de que se quede con él. Este esfuerzo puede salvar la
relación, pero generalmente fracasa porque en este punto, el que toma
la iniciativa ya está completamente encaminado hacia una vida
radicalmente diferente. En cierto sentido, el que toma la iniciativa se
ha convertido en una persona diferente, y puede sentir que su
compañero ya no le conoce. Cualquier cambio tiende a ser superficial
y a no llegar a la raíz del verdadero problema de la relación. Además,
es probable que ambos compañeros perciban que éste es un período de
prueba, y que lo que están viviendo no es realmente la relación sino
otra cosa: un intento de encontrar la relación. Aunque el compañero
busca la estabilidad intentando volver a lo anterior, la relación parece
revertirse constantemente a su estado de deterioro.
En este punto, el balance del poder dentro de la relación es
fundamental desigual. El que toma la iniciativa, al ser la persona
menos implicada, tiene un poder mucho mayor que su compañero,
porque es quien tiene el poder de continuar la relación o dejarla.
Finalmente, el que toma la iniciativa puede sugerir una separación
temporal, que hace público el estado de la relación. Es probable que
esta separación aleje aun más a los miembros de la pareja: mientras
que el compañero puede considerarla la última esperanza de reconci-
liación, el que toma la iniciativa tiende a considerarla como el primer
paso físico hacia el término definitivo de la relación.
Se suele preguntar para quién es más fácil la separación, si para
el hombre o para la mujer. Suele decirse que para el hombre, si sólo
fuera por los motivos económicos. Pero, según Vaughan, mucho más
importante que el sexo del individuo es su papel dentro de la separa-
ción: el que toma la iniciativa está mucho más preparado para la
separación y es probable que sea a quien le resulte más fácil. El que
toma la iniciativa ha estado asumiendo gradualmente el papel de
separado; mientras que para el compañero, la separación puede
resultar brusca, estando poco preparado o desprevenido. Esto no
significa que la separación no pueda ser difícil para el que toma la
iniciativa. Además, el compañero puede, en algunos casos, intentar
que la vida resulte difícil para el que toma la iniciativa, sin malicia ni
resentimiento. El compañero puede tener la esperanza de demostrar-
le al que toma la iniciativa que la vida en soledad es sustancialmente
peor que la vida en pareja. Pero los intentos del compañero por hacer
que la vida resulte difícil para el que toma la iniciativa probablemente
tengan un efecto de búmerang, haciendo sólo que este último se sienta
más decidido a terminar la relación. La magnitud total del duelo y de
la aflicción sufridas por cada uno de los miembros de la ex pareja
puede ser igual, pero para el que toma la iniciativa, estos sentimientos
se han ido desplegando durante un período más largo. El otro, que
debe sostener el duelo en un período relativamente más corto, puede
sentirse desorientado. Cada uno debe encontrar nuevos amigos y
tratar de mantener algunas de las antiguas amistades del matrimo-
nio. Puede generarse una competencia por la que cada uno intenta
persuadir a los amigos de la ex pareja de su propio punto de vista.
Generalmente, resulta difícil para éstos el seguir siendo amigos de
ambos, y pueden verse obligados a hacer una elección. Algunos
pueden alejarse definitivamente, no estando dispuestos a elegir entre
ambos miembros de la pareja que se ha separado.
Aquello que comenzó siendo una separación temporal tiende a
convertirse en definitiva, porque gran parte de lo que ocurre durante
la separación implica la creciente independencia de cada uno de los
compañeros respecto del otro. Además, uno de los compañeros puede
volverse tan hostil hacia el otro que la más mínima esperanza que
pudiera haber existido en algún momento, ahora se pierde. Ahora, el
compañero debe soportar la misma redefinici6n de la relación que
sufrió anteriormente el que toma la iniciativa. El compañero, al igual
que el que tomó la iniciativa, debe comenzar a ver las grietas de la
coraza y definir la ahora languideciente relación como una relación
que quizás, después de todo no fue tan buena. El compañero puede no
desear redefinir la relación de forma negativa; pero, según Vaughan,
esta redefinición es importante para el bienestar del compañero, ya
que debe superar la relación. La redefinición puede ser difícil, espe-
cialmente si el compañero tiene sentimientos latentes de fracaso.
Para poder sobrellevar con éxito la transición, el compañero debe
tomar conciencia de que ambos miembros de la antigua pareja son
parcialmente responsables.
Lo que sucede a partir de este momento puede resultar extraño en
varios aspectos para ambos compañeros, porque ahora se han conver-
tido en observadores externos de la vida de cada uno. Gran parte de
lo que escuchan acerca del otro puede provenir de terceras personas,
ya sea amigos o hijos. Ahora, ambos deben llegar a considerar a la
relación como imposible de reconstruir, aunque muchos compañeros
no adoptan este punto de vista hasta que el que tomó la iniciativa haya
establecido públicamente una nueva relación con otra persona.
La reconciliación puede ocurrir, y en ocasiones se produce, pero
Vaughan señala que es difícil. Para lograr una genuina reconcilia-
ción, ambos compañeros deben redefinir al otro y su relación de un
modo positivo. Además, deben modificar la definición pública de sí
mismos, que ahora es la de una pareja separada. La reconciliación no
puede ser una vuelta a lo anterior, sino más bien debe ser una
transición hacia algo diferente. Si es una vuelta a lo anterior, es
mucho más probable que fracase que que tenga éxito. Sólo funcionará
si se establece una nueva relación que sea más fuerte, más resistente
y más realista que la que sus miembros tenían anteriormente.

Creaci6n de un gui6n de separaci6n:


La teoría de Robert Weiss
Otra obra clásica acerca de la separación es el libro de Robert
Weiss sobre la separación matrimonia1.29 El comienza analizando por
qué el porcentaje de separaciones matrimoniales ha aumentado a
través de los años. Entre varios motivos, el primero es el socioecon6-
mico: tanto los hombres como las mujeres tienen actualmente un
mejor nivel económico que el que tenían en el pasado, y la sociedad
moderna concede una gran relevancia a los derechos individuales, de
manera que ambos miembros de la pareja están más capacitados para
ser social y económicamente independientes. En segundo lugar,
mientras que el divorcio en otros tiempos se consideraba escandaloso,
ya no lo es; de este modo, las personas, disuadidas en el pasado por el
estigma social del divorcio, actualmente tienen una mayor tendencia
a emprender este camino. En tercer lugar, él observa que la religión
organizada se ha tomado más permisiva, ya que aun algunos sacer-
dotes católicos aceptan cada vez más la noción de divorcio secular.
Según Weiss, los norteamericanos, valorizan todo aquello que consi-
deran un avance hacia la inevitable persecución de la felicidad; y si
esta ruta requiere un divorcio, pues que así sea. Weiss opina que,
durante la separación, cada uno de los miembros de la pareja realiza
una descripción o una historia del fracaso matrimonial, que es,
esencialmente, un libreto que describe la relación y su ruptura. Esta
descripción puede incluir algunos o muchos de los principales aconte-
cimientos que constituyeron índices del fracaso. No es solamente una
cronología, sino una asignación de culpas: a través de este recuento,
los compañeros se reparten la culpa, incluyendo además el efecto de
terceras personas y las circunstancias de la separación. Así, en su
descripción, se refieren tanto a sus temperamentos como a las
situaciones vividas en común.
Las descripciones de marido y mujer suelen ser diferentes, y si una
persona desconocida las escucha, puede incluso no darse cuenta de
que ambas son descripciones del mismo matrimonio. Cada compañe-
ro ha seleccionado y reinterpretado los sucesos de tal manera que los
han convertido en favorables para sí mismo y apropiados para brindar
una comprensión de lo que ahora parece haberse deteriorado. En
muchas de estas descripciones, Weiss observó que ni los hombres ni
las mujeres lamentaban el matrimonio, sino más bien los años que le
habían dedicado. Otro argumento común era que cada cónyuge
esperaba cosas diferentes de la vida. Algunas descripciones ponían
énfasis en ciertas deficiencias crónicas del cónyuge; y otras señalaban
cosas que, aunque resultaban irritantes, difícilmente parecerían ser
tan importantes para un observador como lo eran para la pareja
separada. Algunos cónyuges habían perdido la capacidad de hablar
entre sí, y otros eran infieles. Aunque la infidelidad puede contribuir
a la disolución de un matrimonio, suele ser en sí misma un síntoma
de que ya hay cosas que se han deteriorado. Un aspecto común de los
fracasos matrimoniales es la existencia de intercambios que tienen el
efecto de invalidar la opinión de cada cónyuge sobre sí mismo. Aunque
es posible que no lo hagan intencional mente, los miembros de la
pareja pueden buscar su propia autovaloración a expensas del otro. El
rechazo puede asumir diversas formas, y los miembros de la pareja
pueden tener una gran dificultad para mantener su autoestima.
Una apreciación especialmente importante que hace Weiss es su
análisis de la erosión del amor y la persistencia del apego. El observa
que, aunque el amor puede haberse disipado entre una pareja, el
sentido del apego de cada uno de sus miembros hacia el otro puede
persistir. Aunque hayan estado discutiendo durante mucho tiempo,
olvidan las discusiones. Los miembros de la pareja pueden experi-
mentar el mismo tipo de ansiedad por la separación que cada uno de
ellos experimentó cuando niño, al ser separado temporalmente de su
madre.
Desde el punto de vista de Weiss, es importante distinguir entre
amor y apego. Según él, el amor generalmente implica cierto grado de
idealización, confianza, identificación y complementariedad. El ape-
go, que generalmente acompaña al amor, es un vínculo con otra
persona que da lugar a "sentirse como en su casa" y a estar cómodo con
esa persona. Aunque el amor y el apego son cosas diferentes, resulta
fácil confundirlas, y algunas parejas inevitablemente lo hacen.
La pérdida del apego puede desencadenar una amplia variedad de
emociones, incluyendo algunas tan diversas como el estrés y la
euforia. La angustia de la separación se produce cuando la persona
perdida se convierte en el centro de la atención, y aparecen sentimien-
tos de intensa congoja por la pérdida. No solamente es el resultado de
estar solo, sino específicamente de estar sin la otra persona. En la
angustia de la separación, uno puede experimentar aprensión, ansie-
dad o temor. Algunas personas experimentan euforia en lugar de
congoja, como si una nube negra se hubiese disipado en sus vidas, o
como si estuviesen caminando sobre el aire. Aunque esta reacción de
euforia parece diferente de la de congoja, Weiss señala que ambas
pueden estar relacionadas: la euforia puede resultar de la toma de
conciencia de que la figura de apego, anteriormente considerada
necesaria para la vida de uno, en realidad no lo es, y que uno puede
arreglárselas solo. Pero esta euforia es solamente otra manera de
controlar la misma cosa: la pérdida del individuo a quien uno está
apegado.
Weiss seiíala varios factores que afectan a la angustia de la
separación. Uno de ellos es la previsión. Las separaciones que tienen
lugar después de un matrimonio, aparentemente armónico para uno
de los cónyuges, son mucho más penosas para éste que las separacio-
nes que se producen después de un matrimonio aparentemente
infeliz. Para el cónyuge que ha considerado satisfactorio su matrimo-
nio, la separación parece haber surgido del vacío.
Un segundo factor que afecta a la angustia es la duración del
matrimonio. Weiss opina que existe un intervalo de dos años, anterior
al cual la angustia de la separación es considerablemente menor que
después de transcurrido éste. Durante los primeros dos años, las
parejas aún no han integrado completamente su matrimonio en la
estructura de sus vidas; pero después de este período, según Weiss, la
diferencia en la cantidad de angustia que sienten los miembros de la
pareja parece ser escasa en cuanto a la duración del matrimonio.
Un tercer factor es quién deja a quién, mientras que la diferencia
entre ambos está en el carácter de la angustia más que en la
intensidad de la misma. Según Weiss, sin embargo, la definición de
cuál es el cónyuge que ha decidido separarse es en gran medida
arbitraria, ya que el matrimonio se ha vuelto intolerable para ambos.
Para Weiss, sólo en raras ocasiones es uno de los esposos el que decide
separarse mientras que el otro se opone. En contraste, Vaughan opina
que, en general, la persona que es dejada experimenta una mayor
angustia. Mi propia experiencia en la lectura sobre este tema se
ajusta más al punto de vista de Vaughan que al de Weiss. Dejar a
alguien es duro, pero ser dejado es aun más duro. En primer lugar, la
persona que deja a otra suele estar más preparada para la separación
que la persona que es dejada, quien puede ser realmente tomada por
sorpresa. En segundo lugar, la persona que deja a otra es la que toma
la decisión, y la persona que es dejada suele no estar de acuerdo con
esa decisión. Y, finalmente, la persona que deja a otra es la que ejerce
el poder dentro de la relación, en consecuencia, el compañero puede
no solamente sentirse solo, sino también impotente y, quizás, humi-
llado.
Un cuarto factor que afecta a la angustia es la presencia de una
nueva compañía, que puede ayudar a mitigar en algo el dolor y la pena
de la separación. Mientras que, obviamente, esta persona no puede
hacer desaparecer por completo la angustia, puede ayudar al com-
pañero separado a canalizar la energía construyendo algo nuevo, en
lugar de utilizarla para dar rienda suelta a las reminiscencias del
pasado. Finalmente, Weiss señala que el tipo de relación post-
matrimonial afecta al grado de angustia. El modo en que el marido y
la mujer se traten entre sí después de la separación será el determi-
nante principal de su forma de adaptación. Obviamente, un mejor
trato conducirá a una mejor adaptación.
Weiss opina que una de las principales consecuencias de la
separación es la pérdida de la identidad. Las personas se toman
inseguras con respecto a quiénes son.
Hasta cierto punto, su identidad social, y quizás también su
identidad psicológica, se encuentran en un estado de transición. Uno
puede volverse susceptible a la culpa y al autorreproche, tanto en el
caso de que uno sea el que deja al otro como en el de que uno sea dejado.
Uno puede tener problemas para planificar el futuro porque ignora
qué es lo que éste le deparará. Uno puede emprender una revisión
obsesiva del matrimonio, intentando descubrir qué es lo que marchó
mal. Irónicamente, esta crisis de identidad se produce en un momento
en que deben tomarse muchas decisiones; mientras que la capacidad
de la persona para tomarlas está deteriorada. Hasta la capacidad de
trabajar está deteriorada, y Weiss ha observado que las personas que
están en medio de una separación suelen esforzarse al máximo en los
trabajos cuya exigencia intelectual es considerable, pero no máxima.
Uno de los aspectos más difíciles de la separación es que lo que alguna
vez fue una relación bien definida se convierte en una relación mal
definida. Mientras que anteriormente pueden haber existido ciertas
reglas, muchas de ellas tácitas, ahora no resulta claro cuáles son las
reglas, y la pareja debe redefinir su relación. En algunos casos, es
probable que no exista mucho contacto entre ellos. Pero con mayor
frecuencia, sus vidas están lo suficientemente entrelazadas como
para que necesiten mantener una comunicación bastante frecuente,
especialmente si existen hijos, y ambos necesitan realizar un gran
esfuerzo para decidir de qué manera afrontarán ahora su relación.
Suelen producirse conflictos de intereses relativos a la división de los
bienes, la manutención, la custodia de los hijos, los derechos en cuanto
a las visitas, y otras cuestiones, que hacen que sea excesivamente
difícil construir una nueva relación. En muchos casos, la relación será
peor de lo que era antes.
Algunos cónyuges son tan contrarios a la separación que conside-
ran una reconciliación. No se sabe cuál es la proporción de las parejas
separadas que finalmente se reconcilian; pero se sabe que cuanto más
encaminada está la pareja hacia el divorcio, menos probable es que se
produzca una reconciliación. Si la separación fue impulsiva, la recon·
ciliación puede ocurrir rápidamente. Pero si fue deliberada, y si existe
realmente un acuerdo para el divorcio, las probabilidades de que
ocurra una reconciliación son aproximadamente solo de 1 entre 8.
Parece ser que las probabilidades de que una reconciliación tenga
éxito son solamente de alrededor de un cincuenta por ciento, y, como
he señalado anteriormente, es necesaria una redefinición de la
relación para que la reconciliación sea afortunada. Uno de los peligros
de la reconciliación es que, si no tiene éxito, uno o ambos miembros de
la pareja puede haber agotado sus recursos en cuanto a ser capaces de
iniciar o de sobrellevar una segunda separación.
Finalmente, si la separación se mantiene, ambos miembros de la
ahora disuelta pareja necesitan volver a empezar. Para ambos miem-
bros de la pareja, existirá un período de transición que será diferente
de todo lo que ha ocurrido anteriormente y probablemente de todo lo
que pueda ocurrir más adelante: este período marca el fin de una
etapa de la vida y el comienzo de la siguiente. Weiss sugiere que un
nuevo compañero puede resultar más efectivo que cualquier otro
método para aliviar la soledad. Pero, a no ser que uno se tome un
tiempo para evaluar, en forma honesta y realista, qué es lo que
anduvo mal y cuál fue la contribución de uno, en la nueva relación
podrán surgir los mismos problemas que deterioraron a la anterior.
Si los compañeros separados pueden crecer a partir de la experiencia
y corregir sus debilidades, la ruptura puede finalmente ser una fuente
de beneficios más que de desgracias para la vida de uno.
8. El triángulo del amor

Como todos sabemos, el amor puede ser conRiderado oscuro y


opaco, así como brillante y maravilloso. Esta dicotomía ha sido
sostenida por los investigadores del amor así comopor los hombres o
las mujeres enamorados. Las primeras teorías clínicas de Freud y de
Reik, por ejemplo, enfatizaban un aspecto algo pesimista del amor.
Para Freud, el amor era en gran medida la sublimación del deseo
sexual: una manera de canalizar los impulsos sexuales hacia una
actividad que resultara más aceptable socialmente y que dejara
espacio para el trabajo. Reik consideraba el amor como aquello a lo
que la gente recurre cuando se encuentra derrotada. Mientras que los
teóricos neofreudianos, comoMaslow, veían el amor bajo una luz más
positiva, tendían a pensar, en mi opinión en términos de "amor malo"
(de este modo el amor de deficiencia, de Reik y Maslow) y "amor
bueno" (el amor de ser, de Maslow, que parece ser tan bueno que uno
se pregunta si alguien realmente lo logra alguna vez). En los tiempos
modernos, los teóricos del refuerzo abandonaron completamente los
valores, dejándonos con la noción empobrecida de que uno se siente
atraído hacia otros en función al modo en que uno es reforzado por
ellos. Esta clase de teoría no parece ser más completa que las teorías
clínicas. La teoría cognitiva (según la cual el amor es el despertar
emocional calificado como amor) parece muy incompleta. Ahora,
considerando al amor como una relación triangular entre intimidad,
pasión y decisión-compromiso que varían en importancia y valor a
través del tiempo, creo que contamos con una teoría que explica en
una forma más completa y correcta que cualquier otra los muchos
aspectos de esta relación fundamental entre hombres y mujeres.
La teoría triangular no solamente es aproximadamente más
amplia; sino también refuta muchas de las nociones sobre el amor que
la gente ha aceptado durante mucho tiempo como "obvias". Por
ejemplo:

1. Dos de los mejores índices de cuán feliz es usted en una relación


son lo que usted siente por su compañero y lo que su compañero siente
por usted.
2. Una forma de predecir cómo les irá a usted ya su compañero en
el matrimonio es ver cómo marchan las cosas si previamente viven
juntos.
3. La manera de tratar a un compañero que tiene una baja
autoestima es fortaleciendo su ego.
4. Hoy en día, la religión es mucho menos importante para el éxito
de un matrimonio de lo que solía ser anteriormente, como lo evidencia
el número creciente de matrimonios entre personas de distintas
religiones.
5. Una forma de averiguar cuán cariñosa es una persona es
observar cuán cariñosa es su familia.
6. La pasión yel sexo son más importantes en los comienzos de una
relación.
7. La "química" es el elemento más impredecible dentro de una
relación.
8. La clave para una mejor comunicación estriba en que ambos
lleguen a conocerse mejor.

Cada una de estas afirmaciones es "obvia". Y cada una de ellas es


errónea. Pero no parecen erróneas; en realidad, parecen eminente-
mente plausibles y lo han sido para mucha gente durante mucho
tiempo. A continuación, consideremos cada una de estas afirmaciones
a la luz del estudio científico del amor y especialmente de la teoría
triangular que he perfilado en los capítulos previos.

1. La primera afirmación parecería ser la más obvia; y sin embargo


Bames y yo hemos descubierto que es errónea. Lo que usted siente por
su compañero no es un índice particularmente exacto de la felicidad
de la relación, a no ser que usted tome en cuenta su ideal para esa
relación. Usted puede amar a alguien, pero el ideal de lo que usted
esperaba puede ser tan alto que usted nunca esté satisfecho. Además,
lo que su compañero siente por usted no es lo esencial para que usted
sea feliz: lo que realmente importa es lo que usted siente que su
compañero siente por usted. Y sabemos, por el estudio de Stemberg-
Barnes que la relación entre lo que alguien siente por usted y lo que
usted siente que esa persona siente por usted no es particularmente
fuerte. Lo más importante, quizás es que ni lo que usted siente por su
compañero ni lo que su compafiero siente por usted son los principales
índices de felicidad. El mejor índice es la diferencia entre lo que usted
percibe que su compafiero siente por usted y lo que usted desearía que
su compafiero sintiera por usted.
2. Aunque el vivir juntos antes del matrimonio puede ser una
buena prueba para el matrimonio, el porcentaje de divorcios en los
Estados Unidos para la gente que convive antes del matrimonio no es
menor que para quienes no lo hacen. En Suecia, es mayor. ¿Cuál
podría ser el motivo de esto?
Primero, recordemos la teoría de la reactancia de Jack Brehm,
según la cual uno tiende a reaccionar ante las amenazas contra su
libertad de elección. Y el matrimonio es una amenaza manifiesta
contra la propia libertad de elección, debido a que constituye una
elección ya tomada. Cuando una pareja convive fuera de los vínculos
del matrimonio, cada uno de sus miembros es libre de dejar al otro en
cualquier momento, por más dura que sea esta separación y aunque
implique una gran dificultad, pena y dolor. Pero ninguno de los
miembros de una pareja casada puede simplemente irse: existen
leyes que requieren ciertos arreglos legales -un divorcio- para que
la relación pueda ser finalizada completamente. Así, el matrimonio,
restringiendo la propia libertad, es más susceptible de engendrar la
reactancia que el hecho de convivir.
Segundo, las parejas que conviven antes del matrimonio general-
mente tienden a ser más reacias a comprometerse y tienen una mayor
tendencia a experimentar reactancia frente a una amenaza para su
libertad de elección. Así, tienden a considerar al matrimonio como un
factor que no solamente modificará significativamente su relación,
sino que además reducirá significativamente su libertad.
3. Casi todos nosotros preferimos a la gente que está de acuerdo
con nosotros a la gente que no lo está, que nos critica constantemente,
a nosotros o nuestras opiniones. La persona con una baja autoestima
no es una excepción. Así, un hombre que no se siente valioso tiende a
sentirse gratificado cuando escucha que alguien está de acuerdo con
esa opinión -ya sea o no consciente de tal sentimiento- y finalmente
tenderá a sentirse atraído hacia una mujer que lo trate de la manera
degradante que él espera antes que hacia una mujer que lo trate bien,
cosa que no espera.
El hacer elogios, no importa cuán bien intencionados, a una
persona que tiene una baja autoestima sólo será interpretado por esa
persona como un signo de la falta de perspicacia de la persona que le
halaga. La mejor manera de acercarse a un hombre (o a una mujer)
que tiene una baja autoestima es encontrando formas de hacerle
tomar conciencia de sus aptitudes para determinadas tareas, de
manera tal que no pueda evitar sentirse halagado. Así, uno puede
reforzar esa autopercepción.
4. La religión sigue siendo importante: ya sea porque las parejas
que creen que no lo es comienzan a preocuparse por ella cuando tienen
hijos, o debido a que muchos valores están relacionados con la
educación religiosa, aunque uno ya no se considere religioso. Stem-
berg y Wright observaron que no hay nada que adquiera más impor-
tancia con el tiempo que la religión dentro de las relaciones. Así, si
usted y su compañero difieren en cuanto a la religión, deberían
discutir el asunto y hacer un intento real de descubrir si serán capaces
de tener éxito en este aspecto, tanto a largo como a corto plazo.
5. Lo cariñosa que sea la familia de origen de una persona no
constituye un buen índice de lo cariñosa que será esta persona con
usted. Susan Grajek y yo observamos que la proximidad familiar sólo
constituye un pronóstico trivial del amor, dentro de una relación
sentimental con un compañero adulto.
6. La pasión y el sexo aumentan en vez de disminuir en importan-
cia durante los primeros años de una relación, y presentan cierto
grado de disminución en su importancia muy a largo plazo, según el
estudio que realicé junto a Sandra Wright sobre qué es lo importante
en cada momento dentro de las relaciones. A medida que se establece
la costumbre en una relación pasional, la capacidad de la pareja para
mantener encendida la llama de la pasión y de tener una vida sexual
interesante deviene más, y no menos, importante.
7. La atracción física entre dos personas, frecuentemente denomi-
nada "química", no es totalmente impredecible. Tendemos a apasio-
namos por personas que llenan ciertas necesidades que tenemos,
tales como las de dominio, sumisión, apego o aprobación. Podemos no
ser conscientes de algunas de estas necesidades, y algunas de ellas
pueden ser esencialmente mal adaptadas. Por ejemplo, usted proba-
blemente no resulte ganador en muchas situaciones competitivas si
siempre necesita sentirse dominado, y también puede perder su
margen competitivo si siente que siempre debe dominar. Entonces,
acepte la química que sienta hacia alguien, cualquiera sea ésta, pero
asegúrese de que la relación aun puede funcionar al margen de ella.
8. La investigación, como he mencionado anteriormente, demues-
tra que, a medida que usted llega a conocer realmente bien a su
compañero, la comunicación puede volverse más diñcil, si ambos han
aprendido que el decir la verdad puede a la larga costarles más caro
que decir 1Ulamentira. Una pareja puede desmoronarse si conña más
en la ficción que en la realidad.
Así, el estudio científico del amor ha echado por tierra muchos de
los cuentos de matronas en los cuales desafortunadamente la gente
ha intentado basarse con demasiada frecuencia para que funcionen
sus relaciones. Otro de los resultados, cuyas ramificaciones se extien-
den mucho más allá del laboratorio del científico, es eminentemente
práctico.

Como he señalado a lo largo de este libro, los hallazgos de mi


propia investigación sobre el amor, así como los de otros psicólogos,
pueden aportar abundantes consejos prácticos tanto en relación a lo
que respecta al éxito de una relación amorosa como a los problemas
comunes en cualquier relación amorosa.

Corriendo el riesgo de ser reiterativo, permítanme explicar en


detalle diez reglas que resultarán útiles para los hombres y mujeres
que buscan una relación amorosa satisfactoria:

1.Los compañeros que tienen éxito en su relación no la consideran


incondicional. Las semillas de la destrucción de una relación no
tienen mejor terreno para germinar que aquel en que cada uno de sus
miembros siente que el otro está con él de forma incondicional.
Cuando dos personas entablan una relación, generalmente realizan
un esfuerzo adicional para impresionar al otro, prestando atención a
su aspecto, actitudes y selección de prioridades. La motivación de esta
conducta parece ser, en parte, más un deseo de promocionarse que
una honesta demostración de sentimientos, lo cual se hace evidente
cuando la pareja, asegurada a través del matrimonio, se vuelca hacia
otras cosas: ganar dinero, avanzar en sus carreras, criar a los hijos,
lograr una posición social, o lo que sea. Es probable que algunas
personas ya no se preocupen por hacer funcionar su relación, o que ya
no se enorgullezcan personalmente de ello. Durante el noviazgo, los
miembros de una pareja son mucho más conscientes del riesgo de
perder al otro y en consecuencia, realizan un esfuerzo adicional para
que la relación siga siendo estimulante. Un noviazgo puede ser
comparado a un acuerdo escrito con lápiz y papel. Una vez que la
pareja se casa, siente que el acuerdo está grabado en piedra. Pero la
piedra no es indestructible y, en ciertas condiciones, se quebrará.
A veces, la tendencia de las parejas casadas a poner énfasis en todo
menos en la relación no es intencionada. Las gratificaciones y los
castigos del trabajo suelen ser tangibles. El éxito significa promoción
y más dinero, mientras que el fracaso significa menos dinero y,
probablemente, hasta la pérdida de un trabajo. Las gratificaciones y
los castigos de una relación, sin embargo, no resultan tan obvios. Es
fácil considerar incondicional una relación, porque uno parece "tener-
la". No existen gratificaciones tangibles comparables a las promocio-
nes o a los aumentos de sueldo, y suele no haber castigos inmediatos
si uno pone la relación "en jaque". Mientras que los hijos obviamente
sufrirán si se les descuida, el esposo o el amante, siendo un adulto, no
mostrará signos inmediatos de abandono. Pero las relaciones, como
los jardines en flor, necesitan ser cultivadas. Si no crecen, tarde o
temprano se marchitarán y morirán.
Desgraciadamente, el precio que se paga por considerar una
relación como incondicional suele no ser visible durante algún tiem-
po. El compañero puede aparentar aceptar la situación, y luego un día
pedir el divorcio. Uno no desea ser considerado incondicional; ni
tampoco su compañero. La relación necesita ser constantemente
renovada y alimentada.
2. Los compañeros que tienen éxito en su relación la consideran la
principal prioridad. Durante la etapa del noviazgo, las personas
suelen considerar su relación como la principal prioridad, porque
existe algo concreto que desean: el amor y, posiblemente, el compro-
miso matrimonial con la otra persona. Con el paso del tiempo, la
presión de las ocupaciones, la familia y otras cosas nos tientan a poner
nuestra relación en un segundo plano, donde seguramente se deterio-
rará. La relación puede compartir el puesto de prioridad principal con
otras cosas, pero una vez que queda relegada por ellas, se encuentra
en peligro.
3. Los compañeros que tienen éxito en su relación intentan activa-
mente colmar las necesidades de cada uno. Un regalo es menos regalo
cuando es pedido o insistentemente solicitado que cuando procede de
la libre voluntad de una persona. La acción misma de hacer un regalo
en respuesta al requerimiento o a la solicitud de otra persona reduce
el significado de la palabra regalo. La situación se convierte en una
concesión a un requerimiento e incluso a una exigencia. Si considera-
mos los regalos en un sentido general, como todas aquellas cosas que
podemos hacer para mejorar la vida de otro, entonces podremos
comprender por qué un intento activo de colmar las necesidades del
otro, iniciado por uno de los compañeros, es mucho más efectivo que
un intento pasivo o exigido por el otro. El intento activo, de iniciativa
propia, de colmar las necesidades del otro demuestra que usted
comprende y se preocupa por el otro y que, además, desea hacer algo
para expresar sus sentimientos. N o espere que se 10 pidan. Hágalo,
sea 10 que sea, antes de que se 10 pidan, y el valor de 10 que haga será
mucho mayor.
4. Los compañeros que tienen éxito en sus relaciones saben cuándo
deben y cuándo no deben cambiar de respuesta a los deseos del otro.
Nuestra investigación revela que los compañeros que tienen éxito en
sus relaciones son flexibles: desean cambiar de respuesta a las
necesidades del otro. La teoría triangular del amor predice que las
relaciones se encontrarán frecuentemente en un estado dinámico con
respecto al equilibrio entre intimidad, pasión y compromiso. Sólo
mediante la flexibilidad serán capaces los miembros de una relación
de afrontar el desafío del crecimiento que requiere cada cambio en la
naturaleza de la relación. Los compañeros que tienen éxito en sus
relaciones pueden ceder si la situación 10 exige, pero también saben
cuándo no deben ceder. Saben 10 que pueden y 10 que no pueden ser,
y no lucharán por cumplir los requisitos que simplemente no pueden
llenar, si son honestos consigo mismos.
5. Los compañeros que tienen éxito en sus relaciones se valoran.
Como he señalado anteriormente, Abraham Maslow distinguía entre
el amor de deficiencia y el amor del ser: en el amor de deficiencia, uno
busca a otra persona para remediar alguna carencia propia; en el
amor del ser, uno busca otra persona para expandir un yo que ya está
completo.1 En realidad, la mayor parte de los amores probablemente
no son casos puros de amor de deficiencia o de amor del ser, sino que
son una combinación de ambos, que varía a través del tiempo. Una
persona que busca en otra el sentido y el valor qqe no puede hallar en
sí misma probablemente se decepcione. Uno no puede encontrar la
salvación en una relación. Las proyecciones que uno suele depositar
en otra persona de la cualidades que uno no posee pero que desearía
poseer pueden decirnos menos acerca de la otra persona que acerca de
10 que uno quiere que la otra persona sea. Así, llegamos a la siguiente
característica de una relación que funciona.
6. Los compañeros que tienen éxito en sus relaciones aman al otro,
y no la imagen idealizada del otro. Es mucho más fácil enamorarse de
un ideal que de una persona real, como he señalado en el capítulo lo
Los ideales no tienen defectos, no hacen exigencias "ilegítimas";
tienen todas las características que uno desea del verdadero amor; no
nos discuten, realmente son exactamente como queremos que sean.
El problema de los ideales es que sólo existen en la propia imagina-
ción. Uno puede estar enamorado, pero de un ideal imaginario más
que de una persona real. El amor basado en la idealización puede
mantenerse durante algún tiempo. Uno tiende a ver sólo lo que desea
ver ya ignorar o ajustificar el resto. Pero tarde o temprano, la burbuja
estallará. Uno llega finalmente a conocer a la persona y se decepciona
porque ésta no se ajusta al hipotético ideal. En las relaciones exitosas,
los compañeros se aman por lo que son, no por lo que desean que cada
uno sea.
7. Los compañeros que tienen éxito en sus relaciones toleran las
cosas que no pueden cambiar. Podemos cambiar algunas cosas en otra
persona; otras, no. Lo importante es tener la inteligencia de reconocer
cuál es cuál. Pero, aunque usted puede no siempre estar en lo cierto
acerca de qué es lo que se puede modificar, debe aprender a tolerar en
la otra persona las cosas que no puede cambiar, o sino, terminar la
relación. Si su compañero es depresivo, y siempre lo ha sido, es muy
probable que siga siéndolo. Y es poco probable que usted pueda
cambiar esta cualidad básica. Si su compañero tiende a ser desorde-
nado, lo más probable es que siga siéndolo, o que se sienta resentido
si se le obliga a cambiar. Si usted no puede tolerarlo, primeramente,
no debería haber entablado la relación. La cuestión es, simplemente,
que las personas pueden tener muchos defectos importantes; si los
únicos defectos que usted debe tolerar son de poca importancia,
debería sentirse agradecido.
8. Los compañeros que tienen éxito en sus relaciones son sinceros
entre st. Nadie es perfecto, pero pocas personas admiten sus errores.
A veces, parece mucho más fácil mentir, u ocultar la verdad, que
admitir los errores y los fracasos. El problema es que las omisiones,
las distorsiones y las mentiras tienden a ser como el cáncer. Una vez
que comienzan, tienden a extenderse y, finalmente, a infiltrarse y,
posiblemente, a destruir la relación. Si en una ocasión usted siente
que puede salvarse con una pequeña mentira, quizás la próxima vez
pruebe con otra ligeramente mayor. Si en una ocasión usted oculta sus
sentimientos y se da cuenta de que lo que podría haber sido una pelea
con uñas y dientes ha sido reemplazado por la placidez de la ignoran-
cia, resultará fácil volver a callarse la próxima vez. Finalmente, cada
compafiero dice cada vez menos, o lo que dice es vacío y carece de
importancia. Aunque la relación puede continuar, ha perdido gran
parte de su sentido y de su profundidad. Todo lo que ha quedado es una
cáscara, pero para entonces, los miembros de la pareja pueden no ser
ni siquiera conscientes de lo poco que queda en su interior.
9. Los compañeros que tienen éxito en sus relaciones pasan buenos
momentos juntos, y crecen a partir de los momentos malos. Se preocu-
pan por crear actividades conjuntas que podrán disfrutar ambosjunto
a quienes ellos elijan. En vez de esperar buenos momentos, los crean.
Al mismo tiempo, reconocen que habrá momentos malos, pero los
utilizan como oportunidades para crecer. Aunque usted y su com-
pafiero sean realmente honestos entre sí, no evitarán algunos malos
momentos, pero prepararán el camino para el mutuo crecimiento y
acabarán fortalecidos.
10. Los compañeros que tienen éxito en sus relfLCionestratan al otro
como desearían que el otro les tratase a ellos. Todos nosotros aprende-
mos esta regla de oro en la niñez, y muchos de nosotros seguimos
creyendo en ella, pero frecuentemente sin aplicarla a nuestras vidas
cotidianas. Solemos querer dar menos de lo que recibimos, o querer
recibir un trato que nosotros no estamos preparados para ofrecer al
otro. Si usted desea realmente que su relación funcione, considere las
cosas desde el punto de vista del otro, para poder desarrollar la
simpatía y la comprensión inherentes a toda relación sentimental
exitosa.

Estudiando el triángulo del amor, hemos hallado doce problemas


comunes en las relaciones amorosas:

1. "Estoy aburrido de mi relación". El aburrimiento suele aparecer


cuando la intimidad manifiesta comienza a disminuir o cuando la
pasión se debilita a causa de la costumbre. Si usted está aburrido, su
relación no le está brindando un sostén adecuado a través de una
cantidad suficiente de refuerzo positivo y de novedad. Todo el mundo
necesita gratificaciones y novedades, pero las personas difieren en
cuanto a las cantidades que necesitan. Ya que el hacer cosas agrada-
bles con alguien suele proyectar se hacia esa persona, siéntese y haga
una lista de cosas que usted podría hacer con su compañero, y luego
comience a hacerlas. Si usted necesita más novedad, entonces asegú-
rese de que algunas de las cosas que figuran en su lista no solamente
sean divertidas sino también diferentes. Además, piense en una lista
de cosas que su compañero pudiera hacer que resultarían gratifican-
tes para usted; y háblele acerca de la posibilidad de que las hiciera, a
cambio de que usted haga lo mismo por él. Sobre todas las cosas,
hágase responsable de hacer más interesante su relación. No espere
que eso suceda: haga que suceda.
2. "Nos peleamos mucho". Si se pelean mucho, sacrifican las
posibilidades de crecimiento de la intimidad. Haga un pacto con su
compañero: la próxima vez que comiencen a pelearse, cualquiera de
ustedes puede decir "¡Basta!" y en ese momento, ponerse de acuerdo
ambos para dejar de pelearse inmediatamente. Pelearse puede ser un
hábito; y para romper el hábito, usted debe hacer el mismo esfuerzo
que haría para romper cualquier otro hábito nocivo. Todas las parejas
se pelean ocasionalmente, pero el pelearse regularmente puede
convertirse en un guión para ambos, que puede ser adoptado ante el
más leve, y, a veces, el más tonto de los desacuerdos. Cuando uno de
ustedes dice "¡Basta!", pónganse de acuerdo en aprovechar la oportu-
nidad para tomar conciencia de qué es lo que está detrás de la pelea.
Póngase de acuerdo en discutir los motivos del desacuerdo y en llegar
a un arreglo. El pelearse tiende a adquirir un cierto tipo de "autono-
mía funcional", una vida propia, independiente de cualquier desa-
cuerdo genuino. Así, el pelearse puede realmente disminuir sus
posibilidades de llegar a un arreglo, porque usted puede estar más
concentrado en la pelea y en las técnicas efectivas (o destructivas)
para pelearse que en los motivos del desacuerdo. Usted no necesita
utilizar la regla del "basta" cada vez que se pelea. Póngase de acuerdo
con su compañero para utilizarla la próxima vez, y quizá también en
cualquier otra pelea posterior. Así podrá usted comparar su efectivi-
dad para resolver los conflictos cuando se pelea y cuando no se pelea.
Si usted prefiere pelearse, o lo encuentra necesario para resolver sus
conflictos, considere la posibilidad de consultar a un consejero junto
con su compañero. Usted puede necesitar ayuda exterior, si, teniendo
la posibilidad de elegir, considera que el pelearse es su guión prefe-
rido.
3. "Mi compañero no me comprende". A no ser que usted haya
alcanzado la cúspide de la intimidad, es probable que tenga razón.
Además, probablemente usted tampoco se comprenda del todo a sí
mismo. Uno de los mayores problemas en cualquier relación es la
expectativa, o la esperanza, de que el compañero tenga una percep-
ción extrasensorial. Pero no existen casos documentados de percep-
ción extrasensorial. Y aún si ésta existiese, no espere que su compañe-
ro sea uno de los casos no documentados. Póngase de acuerdo con su
compañero en sentarse un día o una noche, cuando tengan al menos
un par de horas de tiempo en las que nadie les interrumpa, para
mantener una charla de corazón a corazón. Póngase de acuerdo en que
cada uno de ustedes tomará un aspecto de sí mismo que siente que su
compañero no comprende, y tómese su tiempo para explicar detalla-
damente ese aspecto (por ejemplo, por qué bebe demasiado, o no bebe
nunca; por qué es impaciente con la gente, por qué cree en que "la letra
con sangre entra"). Defina ese aspecto de su personalidad, diga todo
lo que sepa acerca de cómo llegó a ser así, cómo se manifiesta este
aspecto suyo en su comportamiento, y cómo espera ser tratado al
respecto. No están permitidas las interrupciones, aunque su com-
pañero debe tener la oportunidad de hacer una lista de preguntas o
comentarios después. Cuando usted haya terminado, su compañero
debe disponer de todo el tiempo que necesite para hacer preguntas o
comentarios, y después, él debe estar de acuerdo en hacer lo mismo
que usted ha hecho. Es necesario sólo un elemento más en este pacto.
Lo que cada uno de ustedes diga debe ser respetado por el otro, y no
ser utilizado en contra suya o echársele en cara.
Si ustedes sienten que no están logrando una comprensión mutua,
complementen la próxima sesión de la siguiente manera: inviertan
los roles. Hagan exactamente lo mismo que hicieron en la sesión
anterior, pero hablen cada uno desde el punto de vista del otro.
Mediante esta inversión de roles, podrán comprender mejor el punto
de vista de cada uno. Realicen tantas sesiones como sean necesarias
hasta que ambos sientan que han logrado una mejor comprensión del
otro. Si no lo han conseguido, nuevamente deberían considerar el
consultar a un consejero.
4. "Mi compañero y yo no tenemos una buena comunicación". He
postulado en este libro que la intimidad es el componente principal del
amor, y que es difícil o imposible de lograr si no existe una buena
comunicación. Si usted no tiene una buena comunicación con su
compañero, el primer paso que debe dar es preguntarse por qué. Una
posibilidad es que uno de ustedes o ambos hayan adquirido el hábito
de no decir mucho, o, al menos, de no decir muchas cosas importantes.
Otra posibilidad es que simplemente usted tenga miedo de decirle a
su compañero qué es lo que piensa ante el temor a ser castigado,
verbal o físicamente. Por tanto, le resulta más seguro callarse. Una
tercera posibilidad es que usted sienta que su compañero no le
escucha; o que, si 10 hace, no tiene importancia, ya que de todos modos,
no parece comprender 10 que usted dice.
Cualquiera que sea el caso, elija un día en que usted y su
compañero puedan estar juntos durante al menos un par de horas. Si
es necesario, descuelgue el teléfono y deje a sus hijos con una niñera.
Pónganse de acuerdo en que, durante ese tiempo, cada uno de ustedes
planteará un problema que les concierna a ambos o solamente a uno
de ustedes. Pero debe ser algo que sea importante. Luego, utilicen la
mitad del tiempo para discutir el problema que le concierne a usted,
y la otra mitad para discutir el de su compañero. La próxima vez,
inviertan el orden. Pero cada vez, cada uno de ustedes debe estar de
acuerdo en prestar atención de forma total y absoluta tanto al
problema que plantee el compañero como al suyo propio. Y estar de
acuerdo en hacer todo lo posible por ayudar al compañero a resolver
su problema, cualquiera que éste sea.
5. "Me siento atraído hacia otras personas"; o "Mi compañero
parece sentirse atraído hacia otras personas". Usted no está solo. Casi
toda las parejas están en la misma situación, en especial cuando la
pasión comienza a debilitarse debido a la costumbre, o cuando su
compromiso con su relación se está demorando. Existen dos cosas
importantes para preguntarse: ¿Por qué la atracción hacia otras
personas? y ¿Qué es lo que usted (o su compañero) está haciendo al
respecto? Es normal y común sentirse atraído hacia otras personas.
Pero si se está convirtiendo en un problema, para usted o para su
compañero debido a la frecuencia o a la intensidad con que ocurre,
entonces usted debe querer hacer algo al respecto. Una solución es
que usted o su compañero mejoren su atractivo, reduciendo peso,
haciendo ejercicio, vistiéndose mejor o, en general, prestando más
atención a su aspecto.
Otro problema posible es que alguno de ustedes no sea particular-
mente competente haciendo el amor, y podría utilizar alguna guía. Si
éste es el problema, recomiendo los libros de Alexandra Penney sobre
este tema.2 Si esto no es suficiente, es posible que necesiten consultar
a un consejero sexual profesional.
Un tercer problema posible es que su compañero tenga alguna
característica o hábito que le haga menos atractivo para usted, o
viceversa. Pregunte. A veces, estos hábitos son fáciles de modificar;
pero, nuevamente, usted no puede esperar que su compañero cambie,
ni él puede esperar que usted cambie, si no empiezan por discutir este
asunto. Diga 10 que usted piensa, o pídale a su compañero que diga 10
que piensa él.
Una última posibilidad es que simplemente alguno de ustedes sea
muy susceptible a los miembros del sexo opuesto. Acepte esto como
parte de su forma de ser (o de la de su compañero), a no ser que la
atracción se convierta en algo más que simplemente atracción. En ese
caso, ustedes necesitarán ayudarse a sí mismos, o buscar ayuda
profesional.
6. "Simplemente no puedo comprometerme en esta relación". Las
personas difieren en el grado en el que pueden llegar a comprometerse
con otras, y probablemente, nadie alcanza el máximo posible con
respecto a este componente. La incapacidad de comprometerse en una
relación constituye un problema solamente si preocupa a alguno de
sus miembros. Si algunos de ustedes siente que necesita un mayor
grado de compromiso, entonces realmente tienen ustedes un proble-
ma, en especial debido al hecho de que generalmente la persona
menos comprometida es la que tiene mayor poder dentro de la
relación, lo cual produce un desequilibrio tanto en el compromiso
como en el poder.
Existen varias soluciones para el problema del compromiso desi-
gual. La primera de ellas es no hacer nada al respecto. Los miembros
de la pareja pueden ponerse de acuerdo en aceptar las cosas tal y como
son. En realidad, la persona más comprometida acepta una situación
que no es la que ella desearía. Ambos compañeros deben tomar
conciencia de que esto es peligroso para ambas partes. La persona
menos comprometida podrá permanecer en esta situación, o dejar la
relación, especialmente por otra en la cual sienta que existe un mayor
potencial para el compromiso. Pero la persona más comprometida
también puede dejar la relación, debido a su frustración o a su enojo,
o por otra relación que promete ser más gratifican te. Una segunda
posibilidad es que la persona menos comprometida acepte un mayor
grado de compromiso. Corriendo el riesgo de decir algo impopular, yo
no recomiendo esta opción, a menos que la persona menos comprome-
tida realmente esté dispuesta a asumir un mayor grado de compromi-
so. Si no lo desea, es probable que esta persona se vuelva aun más
resentida y que hasta sienta que ha sido presionada a aceptar estas
condiciones.
Una tercera posibilidad es que los miembros de la pareja decidan
terminar la relación, o al menos reestructurarla de manera tal que
cada uno se sienta totalmente libre y pueda buscar a otra persona
para sostener una relación más comprometida. A veces, esta es la
mejor opción, especialmente si uno de los miembros de la pareja siente
que está desperdiciando "los mejores años de su vida" esperando que
la relación tome un rumbo que nunca toma. Algunas personas, sin
embargo, no pueden comprometerse totalmente con nada ni con
nadie, y usted puede estar junto a una de esas personas. Si esto se
confirma, cada uno de ustedes debería realmente concederle al otro el
espacio suficiente para encontrar a otra persona, en vez de decir
simplemente que, en principio, cualquiera de los dos puede irse;
mientras que, en la práctica, ninguno de los dos tiene ni la libertad ni
el espacio suficientes como para buscar otra relación.
7. "Ya no tenemos nada en común". La intimidad suele disminuir
a medida que las persona crecen y se dan cuenta de que se están
alejando en lugar de acercarse. Loprimero que ustedes quieren hacer
es averiguar si éste es realmente el caso. Si lo es, es probable que
verdaderamente tengan dificultades y deban considerar el consultar
a un consejero, o posiblemente reestructurar o terminar la relación.
Pero, generalmente, éste no es el caso. Más bien, lo que ha ocurrido
es que las cosas que ambos tienen en común se han sumergido. Si éste
es el caso, comoprobablemente lo sea, existen tres opciones posibles.
Primero, intenten restituir a su relación aquellas cosas que
ustedes tienen en común pero que han quedado bajo la superficie. Si
hay cosas que solían hacer juntos pero que han dejado de hacer,
vuelvan a hacerlas. Si les gustaba ir al teatro, pero han eliminado de
sus vidas este hábito, recupérenlo. Comiencen a recobrar los intereses
comunes que han dejado atrás.
Quizá ya no les guste hacer juntos, o ya no puedan hacer aquellas
cosas que antes les gustaba compartir. Si se han mudado de Califor-
nia a Iowa, ya no es tan fácil hacer surf o pesca submarina. En este
caso, la segunda opción es hacer un esfuerzo dirigido a hallar nuevos
intereses en común. Estas nuevas cosas pueden ser nuevas para
ambos y provocar la apertura de dimensiones desconocidas de la
relación. .
La tercera opción es problablemente la más dolorosa. Es probable
que ambos hayan descubierto que aún tienen cosas en común, pero
que se trate de aquellos aspectos de sí mismos que menos les gustan.
Ciertamente, su compañero puede evocar en usted recuerdos de la
persona que fue alguna vez, pero que usted ya no desea ser. Usted
sabe que esos aspectos suyos aún están presentes, pero son precisa-
mente aquellos aspectos de su personalidad que usted no desea hacer
salir a la superficie. En tales casos, el compañero suele ser un
estímulo incómodo debido a su capacidad de rememorar recuerdos
desagradables o hasta dolorosos. Las opciones que usted tiene son: o
modificar la relación de forma radical o terminarla. No tiene mucho
sentido seguir manteniendo una relación que hace que usted se sienta
mal consigo mismo o con su compañero.
8. "Mi compañero es demasiado exigente conmigo". Ante la percep-
ción de un grado de exigencia demasiado alto, uno suele reaccionar
evitando la intimidad; y, por supuesto, según la teoría de la reactan-
cia, comenzamos a irritarnos cuando se nos quita la libertad. Cierta-
mente, solemos desear ciertas cosas, en gran medida debido a que no
podemos tenerlas. En mi juventud, leí un poema de Stephen Crane
sobre un hombre que ve una pelota de oro en el cielo. Este hombre
realmente deseaba esa pelota de oro. Decide ir a buscarla, e invierte
mucho tiempo y esfuerzo en construir un edificio lo suficientemente
alto como para subir a buscar la pelota. Cuando llega arriba, toma la
pelota y, con inmensa aflicción, descubre que está hecha de plomo.
Amargamente decepcionado y presa de una gran angustia, vuelve a
bajar, dejando la inservible pelota en el cielo. Cuando llega hasta el
suelo, vuelve a mirar al cielo por última vez, y allí está: la pelo-
ta de oro.
Con las relaciones puede suceder lo mismo. Solemos desear
precisamente aquello que no podemos tener o que no se nos permite.
Si su compañero es demasiado exigente con usted, usted puede
convertirse en un ejemplo viviente de la teoría de la reactancia,
deseando hacer exactamente lo contrario a lo que él desea. En
consecuencia, es conveniente que usted y su compañero elijan un día
en el que tengan bastante tiempo libre para sentarse a conversar y
decidir cuáles son para cada uno las exigencias razonables y las que
no lo son. Es probable que no se libre de todas las demandas que le
hacen sentir incómodo, pero sí que éstas puedan reducirse, tanto para
usted como para su compañero.
9. "No me gusta estar con mi compañero". Un motivo frecuente de
discordia entre los miembros de una pareja es el sentimiento de uno
de ellos de que no pasan suficiente tiempo juntos. Si el sentimiento es
mutuo, entonces todo lo que hay que hacer es tratar de hacerse un
tiempo. El problema es más serio si uno de los miembros de la pareja
no desea pasar mucho tiempo con el otro. Si éste es el caso, primero
necesita admitirlo usted mismo. Puede ser difícil admitirlo, ya que se
supone que los miembros de una pareja desean estar mucho tiempo
juntos. Una vez que lo admita, usted necesita preguntarse por qué no
desea estar con su compañero. Si es debido a alguno de los motivos
analizados en los once problemas restantes, usted debe intentar
seguir las recomendaciones asociadas a dicho problema. Pero existe
otra razón que creo que es más frecuente de lo que queremos admitir:
se trata, simplemente, de que disfrutraríamos más haciendo otra cosa
o de que sentimos que es mejor utilizar nuestro tiempo para otra cosa.
Si éste es el caso, recuerde que las relaciones no son una excepción a
la regla que dice que solemos perder aquello que no utilizamos. Vea
si puede encontrar algo gratificante para hacer con su compañero,
algo que actualmente él no le esté aportando. Si no puede, busque
ayuda profesional para determinar si lo que usted obtiene de la
relación es realmente valioso. Es muy probable que sí lo sea, pero que
usted necesite ayuda para darse cuenta de por qué lo es (o de por qué
no lo es). Pero la intimidad no está solamente en función de la
cantidad de tiempo que pasan juntos, sino de 10 que hacen durante ese
tiempo.
10. "Las ideas de mi compañero no me gustan, o son contrarias a
las m(as". A veces, usted descubre, quizá bastante avanzada la rela-
ción, que usted y su compañero tienen serias diferencias de opinión.
Por ejemplo, es probable que hayan creído que tenían ideas similares
en cuanto a la religión, o a la educación de los hijos, o al modo de ganar
dinero, y que luego descubran que no es así. También puede ocurrir
que sus ideas o las de su compañero se modifiquen, y que surjan entre
ustedes diferencias que nunca antes habían tenido. Como la intimi-
dad depende en parte del acuerdo en cuanto a los valores, es probable
que sientan declinar la calidad de su relación.
Los conflictos respecto a los valores pueden ser difíciles de mane-
jar y hasta de admitir. Como los valores tienden a ser esenciales para
una persona y para su definición de sí misma, no son fáciles de
modificar. Probablemente, usted no pueda modificar las ideas de su
compañero; y, a no ser aue éstas sean claramente perniciosas (por
ejemplo, "está bien asesinar a la gente", o "el consumo de drogas duras
es aceptable dentro de ciertos límites"), quizá ni siquiera debería
intentar hacerlo. Es mejor que acepten estar en desacuerdo y, posible-
mente, que elaboren estrategias que contemplen en parte las ideas de
ambos, aunque no reflejen exactamente lo que cada uno piensa. Por
ejemplo, si no están de acuerdo acerca de cómo educar a los hijos,
lleguen a un arreglo que ambos puedan aceptar. (Pero no sean
contradictorios en cuanto a la disciplina, porque existen pocas cosas
que confundan tanto a los niños como las normas de disciplina
contradictorias). 0, si no están de acuerdo acerca de cómo gastar el
dinero, tengan una cantidad de dinero para cada uno, además de una
cantidad en común, y pónganse de acuerdo en que cada uno puede
disponer de su propia cantidad en la forma que le parezca más
adecuada (mientras no sea ilegal, por supuesto). No intenten ni
siquiera estar de acuerdo en cada compra que hagan, porque uno de
los dos o ambos terminará frustrándose. Lo más probable es que
ninguno de los dos se sienta muy feliz. En general, pienso que la mejor
manera de manejar los conflictos de valores es mediante una combi-
nación de arreglos con una política en cuanto a los alcances del
desacuerdo: usted permite que' su compañero haga las cosas a su
manera dentro de ciertos límites, y él permite que usted haga lo
mismo.
11. "Tenemos ideas diferentes de lo que es el amor". Según lo que
he podido observar, no existen dos personas que tengan exactamente
la misma idea de lo que es el amor. Y, como hemos visto, las personas
pueden tener diferentes "triángulos" según lo que creen que debería
ser el amor. Lo que importa no es si dos personas tienen ideas
diferentes de lo que es el amor, sino lo que implica esta diferencia en
la práctica. Creo que este problema es mucho más común de lo que las
personas reconocen porque existe una tendencia a no cuestionarse
sobre lo que significa el amor, ni para sí mismas ni para sus compañe-
ros. Pero yo pienso que éste razonamiento es válido, porque probable-
mente usted descubra que su compañero le está expresando su amor
por medio de actitudes que usted no considera representativas del
amor, y viceversa. En consecuencia, yo le aconsejaría realizar un
experimento junto con su compañero: que cada uno de ustedes utilice
durante una semana su tiempo libre para pensar qué significa el amor
que siente por el otro, cómo lo expresan en actitudes, y cómo está
presente en términos de sentimientos, aunque no lo expresen en
actitudes. Tomen notas de todo lo que se les ocurra. Luego, al terminar
la semana, intercambien las notas que tomaron. Así podrán no
solamente aprender muchas cosas, sino también apreciar ciertas
expresiones de amor que han pasado por alto durante años. Después
de leer cada uno las notas del otro, consideren la forma de hacer que
el otro perciba el amor que sienten por él.
12. "Mi compañero no me apoya". Solemos formar una relación con
el propósito de obtener el apoyo que sentimos que no podríamos
obtener de ninguna otra manera. En consecuencia, nos sentimos
profundamente decepcionados cuando descubrimos que el apoyo con
el que contábamos es cada vez menor. En el momento en que
percibimos el problema, es posible que sea debido a que sentimos que
ya no estamos recibiendo casi apoyo. Y el apoyo es una parte esencial
de la intimidad. ¿Cómo recuperarlo? El primer paso ha sido reconocer
que ya no lo tenemos. Determine qué es lo que desea; luego, pídalo.
Nuevamente, no cuente con la telepatía. Y esté dispuesto a brindar
apoyo a cambio de obtenerlo. Yo he tenido varias relaciones en las que
sentía que estaba brindando apoyo, pero la otra persona no lo
percibía. En tales circunstancias, consideraba que estaba apoyando
a alguien, y después, inesperadamente -() al menos, así lo creía yo-
esa persona manifestaba que yo no la estaba apoyando. Pero enton-
ces, cuando le preguntaba qué podía hacer para demostrar mi apoyo,
la respuesta era tan general o tan distante que yo no tenía idea de qué
era lo que esa persona deseaba realmente. Entonces, si hay algo que
usted desea, sea concreto y preciso al respecto. No sea tan vago o tan
abastracto como para que el otro se quede sin saber qué actitud
adoptar en concreto. Para obtener lo que desea, usted debe ser claro
al solicitarlo. Y pida algo que la otra persona sea capaz de darle, y no
otra cosa. Las relaciones no mejoran pidiendo algo que el otro no
puede ofrecer. Mejoran tomando lo mejor de lo que cada uno tiene para
dar.

Mi trabajo y el de otros científicos sólo ha comenzado a dilucidar


los misterios del amor. En este libro me he concentrado en lo que
sabemos acerca del amor. Permítanme terminar mencionando tres
áreas en las que existen muchas cosas que no sabemos acerca del
amor, y en las que considero que la investigación es particularmente
urgente.
La primera se refiere al amor paterno y al amor filial. Los padres
y los hijos --en especial, los hijos pequeños- exhiben en sus relacio-
nes una incondicionalidad que es rara en las relaciones entre cónyu-
ges (o entre amantes). Los hijos y los padres pueden atravesar juntos
los momentos más difíciles, y sin embargo su amor permanece
indemne. Una mejor comprensión de los mecanismos subyacentes al
amor entre padres e hijos nos permitiría aplicar lo que hemos
aprendido a las relaciones entre adultos y así mejorar estas relacio-
nes, y tornarlas más tolerantes.
La segunda cuestión se refiere a qué es lo que atrae a las personas
entre sí inicialmente, y qué es lo que mantiene o disipa la atracción
a través del tiempo. Aunque se ha realizado una extensa investiga-
ción sobre este punto (gran parte de ella descrita en este libro),
considero que ésta sólo ha rozado su superficie. Una mejor compren-
sión de las bases de la atracción inicial y de su persistencia nos
ayudaría a elaborar fórmulas que podrían ayudar a las personas a
encontrar a otras que sean compatibles con ellas y a descartar a las
que no son compatibles, y también ayudarles a mantener vivo el amor
a través de los años.
El tercer punto, al que yo mismo me estoy dedicando en este
momento (y al que he dedicado este capítulo), es la elaboración de
estrategias para hacer viables nuestras relaciones. Solemos temer
que, si analizamos demasiado nuestra relación, la perderemos. Pero
yo pienso que es más frecuente que perdamos nuestras relaciones por
no comprenderlas. Consideremos, por ejemplo, un hecho común en las
relaciones: discusiones recurrentes sobre el mismo tema. Todos
nosotros hemos tenido relaciones en las que existe un problema que
somos, simplemente, incapaces de resolver, y apenas creemos que lo
hemos superado, vuelve a asomar la cabeza, frecuentemente, bajo
una nueva apariencia. Una pareja puede discutir una y otra vez
acerca del dinero, o del tiempo que pasan juntos, o del apoyo que uno
de los dos le da al otro. Estas discusiones suelen continuar debido a
que cada uno de los miembros de la pareja define el problema de una
manera diferente. En el caso del tiempo, por ejemplo, uno de los
miembros de la pareja define el tiempo que un cónyuge pasa lejos del
otro como una falta de interés, mientras que el otro lo define como una
muestra de interés, en el sentido, por ejemplo, de que ese tiempo está
siendo empleado en ganar dinero que facilita o que es indispensable
para la supervivencia de la relación. Si nos ocupamos de elaborar
estrategias adecuadas para ambos miembros de la pareja, podremos
mejorar considerablemente nuestras relaciones. Aunque necesita-
mos realizar una aproximación más reflexiva a las relaciones, exis-
ten, por supuesto, más elementos que la reflexión en las relaciones.
Como científico, no tengo reparos en decir que creo en la magia del
amor, pero también creo que mi investigación me ha ayudado a
comprender mejor aquellas experiencias. También me ha permitido
dar un paso atrás en ciertos momentos e intentar aplicar algunas de
las cosas que sé tanto a mis relaciones como a las de otros. Aunque esto
no me ha librado de cometer errores, me ha ayudado a aprender un
poco más a partir de esos errores de lo que hubiese aprendido en otras
circunstancias. Si de algo me ha servido mi trabajo científico ha sido
para apreciar aun más la magia del amor, así como cuán poco sé
acerca de ella. Cuanto más he aprendido acerca del triángulo del
amor, más consciente soy de las numerosas dimensiones del amor que
ni la ciencia ni ninguna otra disciplina han interpretado aún.
1. C. Spearman, The Abilities of Man (Nueva York, Macmillan, 1927); G.
H. Thomson, The FactorialAnalisis ofHumanAbility (Londres, University of
London Press, 1939), L. L. Thurstone, Primary Mental Abilities (Chicago,
University of Chícago Press, 1938).
2. C. Spearman, "General Intelligence Objectively Determined and
Measured", American Journal of Psychology 15 (1904): 201-93.
3. R. J. Stembergy S. Grajek, "The Nature ofLove" ,Journal ofPersonality
and Social Psychology 47 (1984): 312-29.
4. Z. Rubin, Liking and Loving Scales (1973); G. Levinger, Interpersonal
Scales (1980).
5. J. W. Thibaut y H. H. Kelley, The Social Psychology ofGroups (Nueva
York, John Wiley, 1959).
6. Ibíd., págs. 81-82.
7. R. J. Stemberg y M. Bames, "Real and Ideal Others in Romantic
Relationshíps: Is Four a Crowd?", Journal of Personality and Social
Psychology 49 (1985): 1586-1608.

1. Obviamente, las relaciones no eran completamente desiguales aunque


sí que diferían una de otras en virtud de los diversos componentes.
2. Para más detalles acerca de los diversos componentes, véase R. J.
Sternberg, "Una teoría triangular del Amor", Psychological Review 93 (1986):
119-35.
3. H. H. Kelley, "Analyzing Close Relationships", en H. H. Kelley y col.
(comps.), Close Relationships, págs. 20-67, Nueva York, W. H. Freeman,
1983).
4. L. B. Rubin, Just Friends (Nueva York, Harper & Row. 1985).
5. S. M. Jourard, Self-Discl08ure: An Experimental Analysis ofthe Trans-
parent Self(Nueva York, John Wiley, 1971).
6. V. J. Derlega, M. Wilson, y A. L. Chaikin, "Friendship and Disclosure
Reclprocity", Journal ofPersonality and Social Psychology 34 (1976): 578-82.
7. T. L. Morton, "1ntimacy and Reciprocity ofExchange: A Comparison of
Spouses and Strangers", Journal of Persona lity and Social Psychology, 36
(1978): 72-81.
8. P. C. Cozby, "Self-Disclosure, Reciprocity and Liking", Sociometry 35
(1972): 151-60.
9. E. Hatfield y G. W. Walster, A New Look at Love (Reading, Mass.
Addison-Wesley, 1981), pág. 9. Elaine Hatfield también ha publicado con el
nombre Elaine Walster.
10. H. H. Kelley, "Lave and Commitment", en H. H. Kelley y col. Close
Relationships, págs. 265-314 (Nueva York, W. H. Freeman, 1983).
11. D. Tennov, Love and Limerence (Nueva York, Stein Se Day, 1979).
12. Hatfield y Walster, A New Look at Love.
13. S. Duck, Friends for Life (Nueva York, Sto Martin's, 1983).
14. E. Berscheid y E. H. Walster, Interpersonal Attraction, segunda
edición. (Reading, Mass, Addison-Wesley, 1978).
15. E. Berscheid, "Emotion", en H. H. Kelley y col. (comps.), Close
Relationships, págs. 110-68 (Nueva York, W.H.Freeman, 1983),G.Mandler,
"The Generation ofEmotion: A Psychologica1 Theory", en R. Plutchnik y H.
Kellerman (comps.), Emotion: Theory, Research and Experience, vol. 1:
Theories of Emotion, págs. 219-43 (Nueva York, Prensa Académica, 1980).
16. R. Schank y R. Abelson, Guiones, planes, metas y entendimiento
(Barcelona, Paidós, 1987).
17. K. R. Livingston, "Lave as a Process ofReducing Uncertainty", en K.
S. Pope (comp.), On Love and Loving, págs. 133-51 (San Francisco, Jossey-
Bass, 1980).
18. Berscheid, "Emotion".
19. R. L. Solomon, "The opponent Process Theory of Acquired Motivation:
The Costs of Pleasure and the Benefits of Pain", American Psychologist 35
(1980): 691-712.
20. S. Peele y A. Brodsky, Love and Addiction (Nueva York, New
American Library, 1976).
21. J. W. Thibaut y H. H. Kelley, The Social Psychology ofGroups (Nueva
York, John Wiley, 1959).
22. R. J. Stemberg y M. Bames, "Real and Ideal Others in Romantic
Relationships: Is Four a Crowd?", Journal. of Personality and Social
Psychology 49 (1985): 1586-1608.
23. D. J. Bem, "Self- Perception Theory",Advances in Experimental Social
Psychology 6 (1972): 1-62.
Capítulo 3. Observaciones sobre el amor:
Aplicaci6n de la teoría triangular
1. E. Walster y col., "Importance of Physical Attractiveness in Dating
Behavior", Journal of Personality and Social Psychology 4 (1966): 508-16.
2. S. Peele y A. Brodsky,LoveandAddiction (Nueva York, New American
Library, 1976).
3. R. L. Solomon, "The Opponent-Process Theory of Acquired Motivation:
The Costs ofPleasure and Benefits ofPain", American Pychologist 35 (1980):
691-712.
4. E. Walster y col., "Playing Hard-to-get: Understanding an elusive
Phenomenon", Journal of Personality and Social Psychology 26 (1973): 113-
21.
5. J. W. Brehm, A Theory of Psychological Reactance (Nueva York,
Academic Press, 1966), S. S. Brehm y J. W. Brehm, Psychological Reactance,
A Theory ofFreedom and Control (Nueva York, Academic Press,1981).
6. E. W. Burgess y P. Wallin, Engagement and Marriage (Filadelfia,
Lippincott, 1953), D. Byrne, TheAttractionParadigm(Nueva York,Academic
Press, 1971).
7. S. C. Saegert, W. Swap y R. Zajonc, "Exposure, Context and Interper-
sonal Attraction", Journal of Persona lity and Social Psychology 25 (1973):
234-42.
8. A. C. Kerckhoffy K. E. Davis, "Value Consensus and Need Complemen-
tarity in Mate Selection", American Sociological Review 27 (1962): 295-303,
G. Levinger, "Development and Change", en H. H. Kelleyy col. (comps.), Close
Relationships, págs. 315-59 (Nueva York, W. H. Freeman, 1983), B. I.
Murstein, Who Will Marry Whom? Theories and Research in Marital Choice
(Nueva York, Springer, 1976), I. L. Reiss, Premarital Sexual Standards in
America (Nueva York, Free Press, 1960).
9. E. Berscheidy E. H. Walster,InterpersonaIAttraction, segunda edición.
(Reading, Mass, Addison Wesley, 1978).
10. I. Altman y D. A. Taylor, Social Penetration: The Development of
Interpersonal Relationships (Nueva York, Holt, Rhineheart & Winston 1973).
11. R. J. Sternberg y S. Grajek, "The Nature ofLove", Journal of
Personality and Social Psychology 47 (1984): 312-29.
12. E. Berscheid, "Emotion", en H. H. Kelley y col. (comps.), Close
Relationships, págs. 110-68 (Nueva York, W. H. Freeman, 1983).

1. Webster'sNew WorldDictionaryof American Languoge, edición univer-


sitaria (Cleveland, World Publishing, 1964).
2. E. Berscheidy E. H. Walster,InterpersonaIAttraction, segunda edición
(Reading, Mass, Addi80n-Wesley, 1981). E. HatfieldyG. W. Walster,ANew
Look at Lave, (Reading, Mass.: Addi80n-Wesley, 1981).
3. A. J. Lott Y B. E. Lott, "Group Cohesiveness, Communication Level and
Conformity", Journal of Abnormal and Social Psychology 62 (1961): 408·12,
A. J. Lott Y B. E. Lott, '"The Role of Reward in the fonnation of Positive
Interpersonal Attitudes", en T. L. Huston, OO., Foundations oflnterpersonal
Attraction, págs. 171-89 (Nueva York, Academic Press, 1974).
4. A. J. Lott Y B. E. Lott, "A Leaming Theory Approach to Interpersonal
Attitudes", en A. G. Greenwald y T. M. Ostrom, eds. Psychological Founda·
tions of Attitudes, págs. 67·68 (Nueva York, Academic Press, 1968).
5. W. Griffitt y R. Veitch, "Hot and Crowded: Influence of Population
Density and Temperature on Interpersonal Affective Behavior", Journal of
Personality and Social Psychology 17 (1971): 92-98.
6. G. L. Clore y D. Byrne, "A Reinforcement-Affect Model of Attraction",
en T. L. Huston, OO.,Foundations of lnterpersonal Attraction, págs. 143-70
(Nueva York, Academic Press, 1974).
7. D. Byrne, The Attraction Paradigm (Nueva York, Academic Press,
1971).
8. S. S. Brehm, lntimate Relationships (Nueva York, Random House,
1985).
9. U. G. Foa y E. B. Foa, Societal StructUreB ofthe mind (Springfield, m.
Charles C. Thomas, 1974); E. B. Foay U. G. Foa, "Resource Theory Interper-
sonal Behavior as Exchange", en K. J. Gergen, M. S. Greenberg y R. H. Willis
(comps.), Social Exchange: Advances in Theory and Research (Nueva York,
Plenum Press, 1980).
10. G. C. Homans, Social Behaviour: lts Elementary Forms, rev. ed.
(Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, 1974); B. F. Skinner, Science and
Human Behavior (Nueva York, Macmillan, 1953).
n.E. Walster,G. W. WalsteryE.Berscheid,Equity:TheoryandResearch
(Boston, Allyn & Bacon, 1968).
12. Ibíd.
13. L. Festinger y J. M. Carlsmith, "Cognitive Consequences of Forced
Compliance", Journal of Abnormal and Social Psychology 58 (1959): 203-10.
14. D. J. Bem, "Self-Perception Theory" Advances in Experimental Social
Psychology 6 (1972): 1-62.
15. E. Berscheid, "Interpersonal Attraction", en G. Lindzey y E. Aronson
(comps.), Handbook of Social Psychology, vol. 2 págs. 413-84 (Nueva York,
Random House, 1985).
16. F. Heider, The Psychology of lnterpersonal Relations (Nueva York,
John Wiley, 1958).
17. T. M. Newcomb, "Individual Systems of Orientation", en S. Koch, ed.,
Psychology: A Study ofa Science, vol. 3 (Nueva York, Mc Graw-Hill, 1959). T.
M. Newcomb, "Interpersonal Balance", en R. P. Abelson y col. (comps.),
Theories ofCognitive Consistency: A Sourcebook, págs. 25-51 (Chieago, Rand
Me Nally, 1968).
18. L. Festinger, A Theory of Cognitive Dissonance (Stanford, Calif.
Stanford University Press, 1957).
19. K. E. Davis y E. E. Jones, "Changes in Interpersonal Pereeption as a
Means ofReducing Cognitive Dissonanee", Journal of Abnormal and Social
Psychology 61 (1960): 402-10.
20. E. Aronson y J. Mills, "The Effeet of the severity of Inniciation on
Liking for a Group", Journal of Abnormal and Social Psyehology 63 (1959):
375-80.
21. E. Aronson, "Some Antecedents oflnterpersonal Attraetion", en W. J.
Arnold y D. Levine (eomps.), Nebraska Symposium on Motivation, vol. 17,
págs. 143-78 (Lineoln, University ofNebraska Press, 1969).
22. E. Aronson, B. Willerman y J. Floyd, "The Effeet of a Pratfall on
Inereasing Interpersonal Attraeti veness", Psychonomic Science 4 (1966): 227-
28.
23. D. Tennov, Love and Limerence (Nueva York, Stein & Day, 1979).
24. S. Freud, "Certain Neurotie Meehanisms in Jealousy, Paranoia and
Homosexuality", en Collected Papers, vol. 2, págs. 235, 240, 323 (Londres,
Hogarth Press, 1922), T. Reik, A Psychologist Looks at Love (Nueva York,
Farrar y Rinehart, 1944).
25. M. Klein y J. Riviere, Love, Hate and Reparation (Londres, Hogarth
Press, 1953). .
26. A. H. Maslow, Motivation and Personality (Nueva York, Harper &
Row,1954).
27. Ibíd.
28. E. Fromm, El arte de amar (Barcelona, Paidós 1()l!reimpr., 1989).
29. Tennov, Love and Limerence.
30. Hatfield y Walster, A New Look at Love.
31. S. Peele y A Brodsky, Love and Addiction (Nueva York, New
Ameriean Library, 1976), D. de Rougemont, Love in the Western World, M.
Belgion, trad. (Nueva York, Harcourt, Brace & World, 1940).
32. K. R. Livingston, "Love as a Process of Reducing Uneertainty", en K.
S. Pope, ed., On Love and Loving, págs. 133-51 (San Francisco Jossey-Bass,
1980).
33. M. S. Peck, The Road Less Traveled: A New Psychology of Love,
Traditional values and Spiritual Growth (Nueva York, Simon & Sehuster,
1978).
34. E. Walster y E. Berseheid, "A Little Bit about Love: A Minor Essay on
a Major Topie", en T. L. Huston (comp.), Foundations of Interpersonal
Attraction, págs. 355-81 (Nueva York, Academic Press, 1974).
35. S. Schaehter y J. E. Singer, "Cognitive, Social and Physiological
Determinants ofEmotional Sta';e", Psychological Review 69 (1962): 379-99.
36. W. James, "What is Emotion?", Mind 9 (1884): 188-204, C. G. Lange,
The Emotions, (Baltimore, Williams & Wilkins, 1885/1922).
37. E. Berscheid, "Emotion", en H. H. Kelley y col. (comps.), Close
Relationships, págs. 110-68 (Nueva York, W. H. Freeman, 1983), G. Mandler,
Mind and Emotion (Nueva York, John Wiley, 1975).
38. G. Wilson, The Coolidge Effect: An Evo1utionary Account of Human
Sexuality (Nueva York, William Morrow, 1981).
39. D. M. Buss, "Lave Acts: The Evolutionary Biology ofLove", en R. J.
Sternberg y M. Barnes (comps.), The Psychology of Love, págs. 110-18 (New
Haven, Yale University Press, 1988).
40. Bowlby, J., Attachment and Loss, vol. 1. Attachment (Nueva York,
Basic Books, 1969).
41. Wilson, The Coolidge Effect.
42. Buss, Love Acts.
43. Wilson, The Coolidge Effect.
44. C. Hazan y Paul Shaver, "Lave Conceptualized as an Attachment
Process", Journal of Personality and Social Psychology 52 (1987), 511-24.
45. Bowlby, Attachment and Loss, vol. 1. M. D. S. Ainsworth, "The
Development of the Infant-Mother Attachment", en B. M. Caldwell y H. N.
Ricciuttti (comps.), Review ofChild Development Research, vol. 3, págs. 1-94
(Chicago, University of Chicago Press, 1973).
46. Livingston, "Lave as a Process ofReducing Uncertainty".
47. Tennov, Love and Limerence.
48. Hatfield y Walster, A New Look at Love.
49. G. Schwartz y D. Weinberger, "Patterns of Ernotional Responses to
Affective Situations: Relations among Happiness, Sadness, Anger Fear,
Depression and Anxiety", Motivation and Emotion (41 (1980): 175-91.
50. Z. Rubin, "Measurement of Romantic Love", Journal of Personality
and Social Psychology 16 (1970), 265-73, Z. Rubin, Liking and Loving: An
Invitation to Social Psychology (Nueva York, Holt, Rinehart & Winston,
1973).
51. Rubin, "Measurement ofRomantic Love".
52. !bid.
53. !bid.
54. R. J. Sternberg y S. Grajek, "The Nature of Love", Journal of
Personality and Social Psychology 47 (1984): 312-29.
55. R. J. Sternberg y M. Barnes, "Real and Ideal Others in Romantic
Relationships: Is Four a Crowd?", Journal of Personality and Social Psycho-
logy 49 (1985): 1589-96.
56. Sternberg y Grajek, "The Nature ofLove".
57. G. H. Thomson, The Factorial Analysis of Human Ability (Londres,
University ofLondon Press, 1939).
58. S. Freud, Three Contributions to the Theory of Sex (Nueva York, E. P.
Dutton, 190511962); T. Reik, A Psychologist Looks at Love (Nueva York,
Farrar & Rinehart, 1944); Tennov, Love and Limerence.
59. J. A Lee, "A Typology of Styles of Loving", Persona lity and Social
Psychology Bulletin 3 (1977): 173-82.
60. M. Lasswell y N. M. Lobsenz, Styles ofLoving (Nueva York, Ballan-
tine, 1980).
61. C. Hendrick y S. Hendrick, "A Theory and Method ofLove", Journal
of Personality and Social Psychology 50 (1986): 392-402.
62. Lee, "A Typology ofStyles ofLoving".
63. K. E. Davis, "Near and Dear: Friendship and Love Compared",
Psychology Today 19 (febrero de 1985): 22-30.
64. K. E. Davis y M. K. Roberts, "Relationships in the Real World: The
Descriptive Approach to Personal Relationships", en K. J. Gergen y K. E.
Davis (comps.), The Social Construction of the Person (Nueva York, Springer-
Verlag,1985).
65. R. J. Stemberg, "A Triangular Theory ofLove", Psychological Review
93 (1986): 119-35.
66. Davis, "Near and Dear"; Stemberg, "A Triangular Theory ofLove".
67. Lee, "A Typology ofStyles ofLoving".
68. Byrne, The Attraction Paradigm.
69. Livingston, "Love as a Process ofReducing Uncertainty".
70. Tennov, Love and Limerence.
71. J. MilIs y M. S. Clark, "Exchange and Communal Relationships" en L.
Wheelei' (comp.), Review ofPersonality and Social Psychology, vol. 3 (Beverly
Hills, Calif., Sage, 1982).
72. Heider, The Psychology of lnterpersonal Relations.
73. Reik, A Psychologist Looks at Love.
74. A H. Maslow, Toward a Psychology of Being (Princeton, N. J., Van
Nostrand, 1962); Freud, "Certain Neurotic Mechanisms".
75. Walster y Berscheid, "A Little Bit about Love".
76. Peele y Brodsky, Love and Addiction.
77. Peck, The Road Leas Traveled; E. Frornm, El arte de amar (Barcelona,
Paidós, 10' reimpr. 1989).
78. Wilson, The Coolidge Effect.
79. C. Hazan y P. Shaver, "Love Conceptualized as an Attachment
Process", Journal of Personality and Social Psychology 52 (1987): 511-24;
Bowlby, Attachment and Loss, vol. 1; Ainsworth, "Infant-Mother Attach-
ment".
80. Rubin, "Measurement of Romantic Love"; Stemberg y Grajek, "The
Nature ofLove".
81. Davis, "Near and Dear".
82. R. J. Stemberg y M. Bames (comps.), The Psychology of Love (New
Haven, Yale University Press, 1988).
Capítulo 5. La atracción: ¿Qué la produce?
¿Qué la destruye?
1. Dos excelentes resúmenes de la literatura sobre la atracción interper-
sonal, en los cuales se basa este capítulo, han sido escritos recientemente por
Sharon Brehm y por Clyde Hendrick y Susan Hendrick, S. S. Brehm, Intimate
Relationships (Nueva York, Random House, 1985); C. Hendrick y S.
Hendrick, Liking, Loving ami Relating (Monterrey, Calif., Brooks/Cole
Publicaciones, 1983).
2. E. Walster y coL, "Importance of Psysical Attractiveness in Dating
Behavior", Journal of Personality ami Social Psychology 4 (1966): 508-16.
3. E. Berscheid y coL, "Psysical Attractiveness and Dating Choice: A Test
of the Matching Hypothesis", Journal of Experimental Social Psychology 7
(1971): 173-89.
4. B. 1. Murstein, "Physical Attraction and Marital Choice", Journal of
Personality ami Social Psychology 22 (1972): 8-12; B. 1. Murstein, Who will
Marry Whom? (Nueva York, Springer, 1976).
5. E. Berscheid y E. Walster, "Physical Attractiveness", en L. Berkowitz
(comp.), Advances in Experimental Social Psychology, vol. 7 (Nueva York,
Academic Press, 1974).
6. Dion, K. E. Berscheidy E. Walster, "WhatisBeautiful IsGood",Journal
ofPer80nalityami Social Psychology 24 (1972): 285-90.
7. H. Sigall y D. Landy, "Radiating Beauty: The EtTecte of Having a
Physically Attractive Partner on Person Perception", Journal of Per80nality
ami Social Psychology 28 (1973): 218-24.
8. D. Landy Y H. Sigall, "Beauty is Talent: Task Evaluation as a Function
ofthe Performer's Physical Attractiveness", Journal ofPer80nalityami Social
Psychology 29 (1974): 299-304.
9. D. Bar-Tal y L. Saxe, "Perceptions of Similarly and Dissimilarly
Attractive Couples and Individuals", Journal of Personality ami Social
Psychology 33 (1976): 772-81.
10. Berscheid y coL, "Physical Attractiveness and Dating Choice".
11. M. Snyder, E. Berscheid, y P. Glick, "Focusing on the Exterior and the
Interior: Two Investigations of the Initiation of Personal Relationships",
Journal ofPersonality ami Social Psychology 48 (1985): 1427-39.
12. Ibíd.
13. M. Snyder, E. D. Tanke, y E. Berscheid, "Social Perception and
Interpersonal Behavior: On the Self-Fulfilling Nature ofSocial Stereotypes",
Journal of Personality ami Social Psychology 35 (1977): 656-66.
14. D. G. Dutton y A. P. Aron, "Some Evidence for Heightened Sexual
Attraction Under Conditions of High Anxiety", Journal of Personality and
Social Psychology 30 (1974): 510-17.
15. Ibíd.
16. L. Festinger, S. Schachter y K W. Back, Social Pressures in Informal 1·· ..,.

Groups: A Study ofHuman Factors in Housing (Nueva York, Harper, 1950. ••


17. T. M. Newcomb, TheAcquaintaru:e Process (Nueva York, Holt, Rine-
hart & Winston, 1961). ~
18. M. W. Segal, "Alphabet and Attraction: An Unobtrusive Measure of
the EffectofPropinquity in a Field Setting", Journal ofPersonalityand Social
Psychology 30 (1974): 654-57.
19. R. B. Zajonc, "Attitudinal Effects of Mere Exposure", Journal of
Personality and Social Psychology Monograph Supplement 9 (1968): 1-27.
20. S. Saegert, W. Swap, y R. B. Zajonc, "Exposure, Context and Interper-
sonal Attraction", Journal of Persona lity and Social Psychology 25 (1973):
234-42.
21. E. B. Ebbesen, G. L.l\ios, y V. J. Konecni, "Spatial Ecology: Its Effects
on the Choice of Friends and Enemies", Journal of Experimental Social
Psychology 12 (1976): 505-18.
22. C. W. Backman y P. F. Secord, "The Effect of Perceived Liking on
Interpersonal Attraction", Human Relations 12 (1959): 379-84.
23. R. E. Stapleton, P. Nacci y J. T. Tedeschi, "Interpersonal Attraction
and the Reciprocation of Benefits", Jpurnal of Personality and Social
Psychology 28 (1973): 199-205.
24. M. Worthy, A. L. Gary, y G. M. Kahn, "Self-Disclosure as an Exchange
Process", Journal of Persona lity and Social Psychology 13 (1969): 59-63.
25. E. W. Burgess y P. Wallin, Engagement and Marriage (Filadelfia,
Lippincott, 1953).
26. A. Skolnick, "Married Lives: Longitudinal Perspectives on Marriage",
en D. Eichom y col. (comps.), Present and Past in Middle Life (Nueva York,
Academic Press; 1981).
27. D. Byrne, The Attraction Paradigm (Nueva York, Academic Press,
1971); A. Tesser y M. Brodie, "A Note on the Evaluation of a 'Computer Da-
te' ", Psychonomic Science 23 (1971): 300.
28. T. L. Huston y G. Levinger, "Interpersonal Attraction and Relations-
hips", en M. R Rosenzweig y L. W. Porter (comps.), Annual Review of
Psychology, vol. 29 (Palo Alto, Calif., Annual Review, 1978).
29. RDriscoll, K W. Davis, y M. E. Kipetz, "Parental Interference and
Romantic Love", Journal of Personality and Social Psychology 24 (1972): 1-
10.
30. E. Walster y coL, "Playing Hard-to-get: Understanding an Ellusive
Phenomenon", Journal of Personality and Social Psychology 26 (1973): 113-
21.
31. R A. Wright y R. J. Contrada, "Dating Selectivity and Interpersonal
Attractiveness: Support for a 'Common Sense' Analysis" (manuscrito no
publicado, Universidad de Texas, Austin, 1983).
1. Z. Rubin, "Measurement ofRomantic Love", Jaurnal afPersonality and
Social Psychology 16 (1970): 265-73; Z. Rubin, Liking and Loving: An
Invitation ta Social Psychology (Nueva York, Holt, Rinehart & Winston,
1973).
2. Z. Rubin, "Measurement ofRomantic Love".
3. C. T. Hill, Z. Rubin, y L. A. Peplau, "Breakups before Marriage: The End
of103 Affairs", Jaurnal ofSocial Issues 32 (1976): 147-67.
4. R. S. Cimbalo, V. Faling, y P. Mausaw, "The Course ofLove: A Cross-
Sectional Design", Psychological Reparts 38 (1976): 1292-94.
5. Rubin, Liking and Loving; G. Levinger, M. Rands, Y R. Talaber, The
Assessment af Involving and Rewardingness in Close and Casual Pair
Relatianships (National Science Foundation Technical Report DK; Amherst,
University ofMassachussets Press, 1977).
6. R. J. Stemberg, "'ATriangular Theory ofLove", Psychological Review
93 (1986): 119-35; R. J. Stemberg, "'Construct Validation of a Triangular
Theory ofLove" (en preparación).
7. Z. Rubin, Liking and Loving; Levinger, Rands y Talaber, AsseBsment af
Involvement.
8. R. J. Stembergy S. Grajek, "'Tbe Nature ofLove", Journal afPersonality
and Social Psychology 47 (1984): 312-29.
9. E. Berscheid, "'Emotion", enH. H. Kelley y col. (comps.),CloseReiations-
hips, págs. 110-68 (Nueva York, W. H. Freeman, 1983); Stemberg, "'A
Triangular Theory of Love".
10. R. J. Stemberg, "'Construct Validation".
11. G. Levinger, "'Toward the Analysis ofClose Relationships", Journal of
Experimental Social Psychology 10 (1980): 510-44.

Capítulo 7. Comienzos, etapas intermedias y finales:


el curso de una relación
1. R. F. Winch, Mate Selection: A Theory ofComplement!Jry Needs (Nueva
York, Harper, 1958); H. A. Murray, Explorations in Persona lit y (Nueva York,
Oxford University Press, 1938).
2. A. C. Kerckhoffy K. E. Davis, "'Value Consensus andNeed Complemen-
tarity in Mate Selection", American Sociological Review 27 (1962): 295-303.
3. G. Levinger, D. J. Senn y B. W. Jorgensen, "'Progress toward Permanen-
ce in Courtship: A Test of the Kerckhoff-Davis Hypotheses", Sociometry 33
(1970): 427-43.
4. D. M. Buss, "'Love Acts: The Evolutionary Biology of Love", en R. J.
Stemberg y M. L. Barnes (comps.), The Psycho¿ogy of Lave, págs. 100-18 (New
Haven, Yale University Press, 1988).
s. B. I. Murstein, "Stimulus-Value-Role: A Theory of Marital Choice",
Journal ofMarriage and the Family 32 (1970): 46S-81.
6. R. A Lewis, "A Developmental Framework for the Analysis ofPrema-
rital Dyadic Formation", Family Process 11 (1972): 17-48.
7. G. Levinger y J. D. Snoek, Attraction in Relationship: A New Look at
Interpersonal Attraction (Morristown, N. J.: General Learning Press, 1972).
8. G. Levinger, "TheEmbrace ofLives: Changing and Unchanging", en G.
Levinger y H. L. Raush (comps.), Close Relationships: Perspectives on the
Meaning of Intimacy (Arnherst, University of Massachussetts Press, 1977).
9. G. Levinger, "Developmentand Change", en H. H. Kelleyycol. (comps.),
Close Relationships, págs. 31S-S9 (Nueva York, W. H. Freeman, 1983).
10. I. Altman y D. A Taylor, Social Penetration: The Development of
Interpersonal Relationships (Nueva York, Holt, Rinehart & Winston, 1973).
11. R. S. Cimbalo, V. Faling, y P. Mousaw, "The Course ofLove: A Cr08s
Sectional Design", Psychological Reports 38 (1976): 1292-94.
12. P. C. Pineo, "Disenchantment in the Later Yean of Marriage",
Marriage and Family Living 23 (1961): 3-11.
13. W. G. Graziano y L. M. Musser, "The Joining and the Parting ofthe
Ways", en S. Duck (comp.), Personal Relationships, vol. 4: Dissolving Rela-
tionships (Nueva York, Academic Press, 1982).
14. B. Rollins y K. Cammon, "Marital Satisfaction over the Family Life
Cycle: A Reevaluation", Journal ofMarriage and the Family 36 (1974): 271-
82; B. C. Rollins y R. Galligan, "The Developing Child and Marital Satisfac-
tion of Parents", en R. M. Lemer y G. B. Spanier (comps.), Child Influences
on Marital and Family Interaction (Nueva York, Academic Press, 1978).
lS. A Skolnick, "Married Lives: Longitudinal Perspectives on Marriage",
en D. Eichom y col. (comps.), Present and Past in Middle Life (Nueva York,
Academic Press, 1981); N. D. Glenn, "Psychological Well-Beingin the Post-
Parental Stage: Some Evidence from National Surveys", Journal ofMarriage
and the Family 37 (197S): lOS-lO.
16. S. S. Brehm, Intimate Relationships (Nueva York, Random House,
1985).
17. B. R. Orvis, H. H. Kelley, y D. Butler, "Attributional Conflict in Young
Couples", en J. H. Harvey, W. J. Ickes, y R. E. Kidd(comps.),New Direction
in Attribution Research, vol. 1 (Hillsdale, N. J., Lawrence Erlbaum, 1976).
18. E. Berscheid y col., "Outcome Dependency: Attention, Attribution and
Attraction", Journal of Persona lity and Social Psychology 34 (1976): 978-89;
T. W. Smith y S. S. Brehm, "Person Perception and the Type A Coronary-
Prone Behavior Pattern", Journal of Persona lity and Social Psychology 40
(1981): 1137-49.
19. H. H. Kelley, "An Application of Attribution Theory to Research
Methodologyfor Close Relationships", en G. Levingery H. L. Rausch (comps.),
Close Relationships: Perspectives in the Meaning of Intimacy (Arnherst,
University ofMassachussetts Press, 1977).
20. W. J. Doherty, "Cognitive Process in Intimate Conflict: I. Extending
Attribution Theory", American Journal ofFamily Therapy 9 (1981): 1-13; H.
H. KeUey, Personal Relationships: Their Structu1"f!s and ProcesSeB (Hillsdale,
N. J., Lawrence Erlbaum, 1979).
21. W. J. Doherty, "Attribution Style and Negative Problem Solving in
Marriage", Family Relation 31 (1982): 201-5.
22. F. Fincham y K. D. O'Leary, "Casual Inferences for Spouse Behavior
in Maritally Distressed and Nondistressed Couples", Journal ofClinical and
Social Psychology 1 (1983): 42-57.
23. N. S. Jacobson y col., "Attributional Processes in Distressed and
Nondistressed Mamed Couples", Cognitive Therapy and Research 9 (1985):
35-50.
24. N. S. Jacobson, W. C. Follette, y D. W. Mc Donald, "Reactivity to
Positive and Negative Behavior in Distressed and Nondistressed Mamed
Couples", Journal ofConsulting and Clinical Psychology 50 (1982): 706-14.
25. M. E. Madden y R. Janoff-Bulman, "Blame, Control, and Marital
Satisfaction: Wive's Attributions for Conflict in Marriage", Journal of Ma-
rriage and the Family 43 (1981): 663-74.
* Esto último explica la confusión entre las palabras inglesas aryan (ario)
y alien (extranjero). [T.l
26. D. Phillips y R. Judd, How to FaU Out of Love (N ueva York, Fawcett,
1978).
27. Berscheid, "Emotion".
28. D. Vaughan, Uncoupling (Nueva York), Oxford University Press,
1986).
29. R. Weiss, Marital Separation (Nueva York), Basic Books, 1975).

1. A. H. Maslow, Toward a Psychology ofBeing (Princeton, Van Nostrand,


1962).
2. A. Penney, How to Make Love to a Man (Nueva York, Dell, 1981); A.
Penney, How to Make Love to Each Other (Nueva York, Berkley, 1982); A.
Penney, Great Sex (Nueva York, G. P. Putnam, 1985).
Aburrimiento 225-26 cariño relacionado con el 22
Aceptación, véase Tolerancia! véase además Cariño como
Aceptación adicción 57,72,73,131
Actividades, similitud en las 75 problema del significado del
Adicción: el amor como 57,72-73, 233-34
131 y satisfacción 23-25
la pasión como 57-58 véase también Inteligencia;
Afecto 173-74 Escalas de Cariño y Amor; Mi-
Afiliación, pasión y 40-41 tos sobre el amor; Amor Román-
Agape 124, 125, 132, 192 tico
Ainsworth, Mary 117-18 Amor-compañerismo 109-113
Altman, Irwin 78, 190-191 intimidad y compromiso en 50-
Amante: diferencias sexuales en el 51
cariño y el amor por el 19-20 Amor consumado 52
Amantes seguros 117-18 calificación del 114-16
Amigos para siempre (Duck) 51 "Amor de cachorro" 63
Amistad: Amor de deficiencia (D) 107, 128,
como cariño 125 131,223-24
cualidades de la 38-39 Amor del ser 107,128,223
pasión o compromiso en la 48 Amor fatuo 51-52
relación construida en base a la Amor romántico
63-64 como apego 117
véase además Mejor amigo como relación comunitaria 130-
Amor balanceado, triángulo 31
equilátero como representación concepciones del 86-89
del 62 embeleso como 107
Amor emoción experimentada en el
calificaciones del 19-20 110
cantidades relativas en la vida hijos criados con 113
de uno de 19-21 infatuación y 50-51
intimidad y pasión y 50-51 felicidad y 25-26
mantenimiento del 77 predicibilidad de la 218-20
valor del 175, 177 satisfacción en la primera cita Y
Amor-S 107, 128, 223 71-72
Amor vacío 48-49 similitud actitudinal y 94-96
Amplitud, véase teoría de la Pene- teoría de la ganancia y la pérdi-
tración Social da de la 104
Análisis de constelaciones 23, 160 y prestigio masculino 115-16
Análisis factorial: véase además Pasión
naturaleza del amor analizado Atracción fisica!Romance 160, 163,
por medio del 22-23 165, 169, 180
para las escalas de cariño y de a través del tiempo 171-75
amor 119-20 Atracción interpersonal 135-53
para la teoría de los colores del barreras y 152-53
amor 124-25 despertar emocional y 142-45
Antipatía, proximidad y 147 el amor como más importan~
Apego: que el cariño en la 91
función evolutiva del 111-12 interés de la investigación en,
niños y 117-18 vs. el amor 135-37
amor romántico como 117-18 proximidad y 145-150
ruptura y 213-14 reciprocidad y 148-150
Apego, teoría del amor sobre ell17 - similitud y 150-152
19,120,129,132 véase además Atracción fisica
Apoyo: Ausencia de compromiso 65-66
como factor general 23 Ausencia, test de 48
éxito reproductivo y mutuo 116 Autoactualización 106-7
falta de, en las relaciones amo- Autoestima
rosas 233 e intimidad 37-38
intimidad y apoyo emocional establecimiento en una rela-
37-38 ción y 31
véase además Comunicación! relación con una persona que
Apoyo tiene una baja 218-19
Apoyo emocional, véase Apoyo superación de una relación y
Apoyo mutuo, en el éxito reproduc- 202-203
tivo 116-17 Autoexposición:
Aronson, Elliot 102-104 intimidad y 38-39
Arte de amar 107 reciprocidad y 150
Atracción, Véase Atracción inter- Aut,omonitoreo 141-42
personal; atracción física Autonomía, intimidad vs. 39-40
Atracción física Autoprotección 111-12, 128
bases para la iniciación y man-
tenimiento de la relación 234
como problema 228-29 Backman, Carl148-49
en el amorJ.32-33 Barnes, Michael 26, 27-31, 86-90,
115,121,218 limitaciones del 121-23
Barreras, atracción interpersonal teoría de los vínculos 121-22,
y 150-53 129
Bar-Tal, Daniel 141 teoría psicométrica 119-21
Bem, Daryl101 véase también Escalas de Ca-
Berscheid, Ellen 51, 54-55, 79, 91, riño y de Amor
98, 101, 108-10, 128, 131, 139, Cariño vs. Amor, como cualitativa-
140-42, 181, 201-202 mente distintos 105-19
Bienestar del ser amado 37 limitaciones del 118-19
Bowlby, John 112, 117 teorías clínicas 105-109, 128,
Brehm, Jack 219 131-32
Brehm, Sharon 96 teoría del apego en el amor 117-
Brodsky, A. 131 19, 129, 131
Buss, David 114-17, 187 teoría de los dos componentes
Butler, Deborah 193-95 del amor pasional 108-109, 128,
Byrne, Donn 94-96, 127, 151-52, 131-32
185 teoría de la interrupción de la
emoción en el amor 109-10, 120
teoría evolutiva del 110-17,
Cambio, intimidad y 79 128,131-32
véase además Interrupciones Cariño vs. Amor, como cuantitati-
Capacidades, véase Valores/Capa- vamente distintos 91-105
cidades atracción interpersonal y 91
Cariño: limitaciones del 103-105
amor y 22, 119-21, 123-27, 129, teorías de la consistencia cogni-
132-33 tiva 100-103, 128, 131
véase además Cariño vs. Amor teoría de la igualdad 98-100,
calificaciones de, para hombres 128,130-31
y mujeres 20 teoría del intercambio social
efecto de simple exposición y 96-98, 128, 130-31
75-77 teoría del refuerzo 17-22, 127,
función evolutiva del 113 128,130
intimidad y 46-48 Carlsmith, J. Merrill 100
por determinarlas personas Castigos 93
importantes en la vida de uno Ciencia, en la comprensión del
19-21 amor 32-33
satisfacción en las relaciones Cimbalo, Richard 159, 191
determinada por el 23-25 Clore, Gerald 95
y amistad 160, 162-63, 165, Colores del amor, teoría de 124-25,
168, 169, 180 129,132
véase además Amistad Compartir:
Cariño vs. Amor: como factor general 23
como entidades entrelazadas intimidad y 37-38
119-23 Compatibilidad, véase Noción del
más apto mantenimiento de las relacio-
Complejo de Edipo 20-21, 105-106 nes y 78-79
ComprensiónNaloración 160,162- su ruptura en el desarrollo de
64,168-70,171, 180 las relaciones 204-12
a través del tiempo 171, 173 Comunicación/apoyo,
falta de 226-28 a través el tiempo 171-73, 174,
Compromiso 35, 36, 42-44, 63, 64, 175,177
108,131-32 valorada en las relaciones 160,
amor basado en el 132 161,162,164,168,169,171,180
amor romántico y 89 Comunicación interpersonal23
amor vacío y 48-49 Conciencia véase teoría de las eta-
aspecto a corto plazo 42 pas
aspecto a largo plazo 42 Condicionamiento, cariño y 93-94
curso temporal del 58-60 Confiabilidad véase Escala Trian-
deseo de un mayor nivel de 29- gular del Amor de Stemberg
31 Contrada, R. J. 153
diferentes niveles de 64 Convivencia, divorcio y 73-74, 232,
desigualdad del 229-30 218-19
divorcio y 44 Cónyuge, véase Diferencias sexua-
en las relaciones 157-58 les
escala triangular del amor de Crane, Stephen 231-32
Stembeg y 83-6 Crecimiento, véase Cambio
éxito reproductivo y 116-17 Crisis de identidad, en la separa-
formas de expresar el 69 ción 214-16
intercambio y 130-31 Cuestionario de la Escala del Amor
intimidad y 43, 50 124
intimidad, pasión y 52, 53 Cuidado del compañero, en el éxito
mantenimiento del 80 reproductivo 115-17
matrimonios arreglados y 49 Cuidado:
pasión y 43 en la amistad 132-33
propiedades del 44-45 en el amor 125
teoría de la mutualidad y de las
etapas del desarrollo de las re-
laciones y 190 Davis, Keith 102, 125, 132-33, 152,
valorado en las relaciones 181 186
y amor fatuo 51-52 Decadenciay disolución de las rela-
y mutualidad 190 ciones, 191-204
y tipos de amor 48-51, 51-52 hijos y 192-93
véase Fidelidad libretos y 198-201
Compromiso excesivo véase Trián- mejoramiento 197-98
gulos del amor parejas felices vs. parejas infeli-
Comunicación: ces 197-98
diferencias sexuales en la 20 procesos de imputación y 193-
falta de 227-28 97
superación de la 203-204 y44
tensión de roles y 193 convivencia y 73-74, 218-219
Véase además Ruptura de las intimidad reconocida después
relaciones del 54-55
Decepción 105-106 véase además Decadencia y
Decisión/Compromiso, véase Com- disolución de la relación, Rup-
promiso tura, Ruptura de la relación,
Demanda excesiva 231-32 Separación
Dependencia, amor originado en la Doherty, William 196
106-107 Dominación en las relaciones 25-26
Depresión y satisfacción 24-25 Driscoll, Richard 152
De Rougemont, Denis 107 Duck, Steve 51
Desarrollo de las relaciones 182, Dutton, Donald 142-45
189-91
estrategias para el 235 Ebbesen, Ebbe 147
teoría de las etapas del 189-91 Educación, nivel de 159
teoría de la penetración social Efecto de simple exposición:
de 190-91 atracción y 147
Despertar emocional, atracción cariño y 75-77
interpersonal y 143-45 relaciones extramatrimoniales
Diferencias de edad 158-59 y 76-77
Diferencf8s sexuales: Efecto Zeigarnik 200-201
en el amor 19-21 Electra, complejo de 105
en el cariño 20-21 Emoción,
en el compromiso en las relacio- intimidad y 54-55
nes 31 teoría de la interrupción de la
en la importancia del atractivo 109-10
fisico 25-26 teoría de Schachter-Singer de
en los atributos valorados en la 109
una relación a través del tiempo véase además Sentimientos
172-75,177-78,196 Empatía225
en la predicción del éxito de las Eros 124, 132
relaciones 179-80 Escala de Amor 119-21, 129, 179-
Dificil de obtener,teoría de lo 73- 80
74,153 cariño y amor y 22
Dinámicas, las relaciones como 69- Escala Triangular del Amor de
70 Sternberg y 83, 84, 86
Dion, Kenneth 140-41 ideal del otro y 27 •
Disonancia, véase Disonancia cog- limitaciones de la 122
nitiva para miembros de la familia 22
Disonancia cognitiva 100-103 satisfacción en una relación y
Distancia, deseo de una mayor 29- 23-25
30 Escalas de Cariño y Amor 17-18
Divorcio, compromiso matrimonial Cuestionario de la Escala del
Amor 124-125 de Amor
Escala de compromiso inter- Escala Triangular del Amor
personal 17-18, 27 véase Escala Triangular del
Escala de evaluación interper- amor de Stemberg
sona1151-52 Escala Triangular del Amor de
Escala de Levinger, Rands y Stemberg 81-86
Talaber para Relaciones senti- confiabilidad de la 85
mentales 179-80 Escaso compromiso 65, 66
Escala Triangular del Amor de Escuchar, véase Comunicación
Stemberg 81-86 Estilos de amor 117, 124-25
véase además Escala del Amor; Estima, véase Autoestima
Escala del Cariño; Escala de Estrés:
Stemberg-Wright para relacio- atracción y 143-45
nes sentimentales satisfacción en una relación y
Escala de Cariño 119-21, 129-30, 24-25
179-80 separación y 213-15
cariño y amor y 22 Estructura del amor 22-24
Escala Triangular del Amor de Euforia, separación y 213-14
Stembergcomparada con la 83, Evolutiva del amor, teoría 110-17,
84,86 128,131-32
ideal del otro estudiado por Exclusividad, véase Fidelidad
medio de la 27 Exposición, véase Efecto de Simple
para miembros de la familia 22 Exposición
progreso en las relaciones y 156 Extramatrimoniales, relaciones
satisfacción en una relación véase Efecto de Simple Exposi-
determinada a través de la 23- ción
25
Escala de compromiso interperso- Factor general (g) del amor:
na117-18 del amor 23
e ideal del otro 27 en la inteligencia 13-14
Escala de Levinger, Rands y Tala- Faling, Virginia 159, 191
ber para Relaciones Sentimen- FamilialReligión,
tales 179-80 a través del tiempo 172, 175
Escala de Stemberg-Wright para evaluada en las relaciones 160,
Relaciones Sentimentales 161- 162-63,165,168,170
68,179 Fantasticks 152-53
correlación con otras medicio- Felicidad conyugal véase Felicidad
nes 179-81 junto al ser amado
véase además Atributos valora- Felicidad junto al ser amado:
dos en las relaciones declinación de la 191-92
Escala de valoración interpersonal intimidad y 37-38
151-52 predicción de la 218-19
Escalas de Rubin Festinger, Leon 100, 102-3, 146
véase Escala de Cariño, Escala Fidelidad:
en las relaciones 160, 162-63, Hacer el amor:
165-66 a través del tiempo 173-75, 177
éxito reproductivo y 115-17 problemas con 228
valor a través del tiempo de la Hatfield, Elaine 40, 50, 73-74, 92,
174,175,177 107, 118-19, 137-39
valoren las relaciones de la 160, véase además Walster, Elaine
162-66,168,170,179,180 Hazan, Cindy 117-18, 129
Fidelidad sexual, véase Fidelidad Heider, Fritz 102-103, 131
Finanzas/Ocupaciones 160, 162- Hendrick, Clyde 124
63,165,168,170 Hendrick, Susan 124
a través del tiempo 171, 172, Hijos:
175,177 diferencias sexuales en el ca-
Fincham, F. 196 riño y en el amor por los 19, 20,
Flexibilidad 222-24 21
FlexibilidadIV ariabilidad rivalidad de los 21
a través del tiempo 173, 177 Hijos:
evaluada en las relaciones 160, felicidad conyugal e 192
162-65, 169, 170, 178 amor parental por los 52, 113-
Floyd, Joanne 104 14, 127, 131,234
Foa, Edna 95-6 Hill, Charles 157
Foa, Uriel 95-6 Hipótesis de Concordancia 137-40
Formación de las relaciones 184-89 Homans, George 96-98
complementariedad y 185-86 Hombres, véase Diferencias sexua-
formación diádica y 188-89 les
rol del estímulo-valor 187-88 Honestidad 218, 220-21, 224-25
selección secuencial y 186-88 Huston, Ted 151
similitud y 185
Freud, Sigmund 11, 20, 33, 105, Ideal del otro en las relaciones 26-
107,128,131,217 31,223-24
Fromm, Erich 107, 128 Igualdad, teoría de la 98-100,128,
Frustración 107 130-31,141
Imputación fundamental, error de
Geometría, véase Triángulos del 195,198
amor Incertidumbre 110
Glick, Peter, 141-42 reducción de la 54-5
Grajek, Susan 15-26, 37-39, 78, Incomprensión 226-28
121,131-32,181,220 Independencia 202-3
Gratificaciones extrínsecas 101- Infatuación
102 amor romántico y 50-51
Graziano, William 191 intercambio justo en la 130-31
Griffitt, William 94 pasión y 48-49
Ingredientes del amor véase Com-
Hábitos 228 promiso; Intimidad; Pasión
Habituación 57 Insatisfacción en las relaciones
sentimentales 66-67 182
Inseguridad 97 Investidura parental116-17
Inteligencia:
amor e 12 Jacobson, Neil196-98
en las relaciones 159 Janoff-Bulman, Ronnie 197-98
modelos de 13-16, 23, 121-22 Jones, Ned 102-3
Intercambio, relaciones de 130-31 Jorgensen, Bruce 186
Interés 173-75
Intereses y actividades comunes Kelley, Harold 27, 38, 43-44, 65,
230·31 193-95
Interrupción de la emoción, teoría Kerckhoff, Alan 186-88
de la 109-10,128 ~os, Glenn 147
Interrupciones 54-56 KIein, Melanie 105-106
Intimidad 34, 35, 36, 37-40, 63, Konecni, VIadimir 147
108-109
amor basado en la 131-32 Landy, David 140·41
amor consumado e 52 Lasswell, Marcia 124-25
calificación de la 114-16 Latencia, período de 105-106
compromiso e 43 Lazos familiares 21·22, 220
curso temporal de la 53-56 Lee, John 124-25, 129, 132, 156,
diferencias sexuales en la 20 192
efecto de simple exposición e 75 Levinger, George 17, 151, 182, 186,
en el cariño 24-25, 46-48 189-91
escala Triangular del Amor de Lewis, Robert 188·89
Stemberg y 83·86 Libretos:
formas de expresar 69 de ruptura 211-16
intercambio social e 130-31 en las interacciones interperso-
mantenimiento de la 79,173-74 nales 198-201
niveles de 87-89 Lipetz, Milton 152
observable 54-56 Livingston, Kenneth 54,108
oculta 54-56 Lobsenz, Norman 124-25
pasión e 40-41 Lott, Albert 93-94
penetración social e 78 Lott, Bemice 93-94
propiedades de la 44-47 Ludus 124, 125, 132
teorías de la consistencia cogni-
tiva e 131 Madden, Margaret 197-98
teorías psicométricas e 131-32 Madre:
tipos de amor e 46-48, 50-52 búsqueda del hijo de su 42-43
triángulo iSÓBCeles represen- diferencias sexuales en el ca-
tando 62 riño y el amor por la 19-21
valores de constelación e 168- identificación del hijo del mis-
70 mo sexo con la 20-21
valoración de la 54-56 véase además Padres
y relaciones 63-64, 173, 181, Mandler, George 54,109
Mania 124, 125, 132 indiferenciada 13·14
Mantenimiento de las relaciones como muestra de vínculos en·
77·80 trelazados 13-16
amor romántico y 77 de evaluación 15·26
compromiso y 80 estructurales 12-26
comunicación y 78-79 véase además Modelo Spear-
intimidad y 79 maniano; Modelo Thomsonia-
penetración social y 78 no; Modelo Thurstoniano
separación y 79·80 Modelos de roles para el éxito 21
Maslow, Abraham 106-107, 128, Modelo Spearmaniano 13·16,23
131,217,223 Modelo Thomsoniano 13·16, 23,
Matrimonio: 121
compromiso y 42-43 Modelo Thurstoniano 14·16, 23
éxito reproductivo y 116 Motivación:
reactancia y 219 intrínseca y extrínseca, gratifi.
véase además Matrimonios caciones y 101-102
arreglados; Divorcio; Relacio- teoría de la motivación adquiri-
nes; Segundos matrimonios; da 56-58
Separación Motivación adquirida 56·58
Matrimonios arreglados, compro· Motivación experimentada, véase
misoen49 Motivación
pasión y 43 Motivación intrínseca 101·102
Mejoramiento de las relaciones Mousaw, Patricia, 159, 191
197·98 Muerte del cónyuge 55
Mejor amigo, diferencias según su Mujeres, véase Diferencias sexua-
sexo en el cariño y el amor por les
19-20 Mujeres golpeadas 41
véase además Amistad Múltiples triángulos del amor
Metástasis de la ruptura de la véase Triangulos del amor
comunicación 78-79 Murray, Henry 185
Mills, Judson 102, 128 Murstein, Bernard 139, 187
Mitos sobre el amor 218-21 Musser, Lynn 191
atracción física y 218·21 Mutualidad 190
convivencia y 218·19
felicidad y 218-19 Nacci; Peter 149-50
Y honestidad 218, 220·21 Necesidades:
Y pasión y vida sexual a través Amor y 106·107
del tiempo 218·20 complementariedad de las 25-
y relación con una persona con 26,185-86
una baja autoestima 218-19 satisfacción activa de las 222
y religión 218-20 Newcomb, Theodore 102, 146-47
Modelos 14-16 Nivel de comparación (NC) 27
como conjunto de factores pri- No-amor 52-53
marios de experiencia unitaria Noción del más apto 191·92
Nueva relación, véase Formación relaciones que involucran sola-
de las relaciones mente a la 63-64
Nutrición 25-26 refuerzo intermitente y 41-43,
130-31
Ocupaciones, véase Finanzas/Ocu- teoría del apego y 118-19
paciones teoría del amor pasional y 108-
Orvis, Bruce 193-95 109, 128
teorías clínicas y 131-32
Padre: tipos de amor basados en la 48-
búsqueda de la hija de su 42-43 49, 50-51, 51-52
diferencias sexuales en cuanto triángulo escaleno representa-
al cariño y al amor por el 20-21 tivo de la 62
identificación del hijo del mis· y amor consumado 52
mo sexo con el 20-21 y adicción 72-73
véase además Padres véase además Atracción ffsica;
Padres: Atracción ffsica/Romance
amor de los hijos por los 234 Peck, Scott 108, 131-32
relaciones que valoran el mane· Peele, Stanton 57,107,131
jo de la relación con los 173, 174, Peleas 226·27
177 Penney, Alexandra 228
véase además Padre; Madre Peplau, Anne 157
Pamón: 34, 35, 36, 40-43, 63, 108 Pérdida y ganancia, teoría de la
amor fatuo y 51-52 atracción de la 104
amor infatuado y 48-49 Persona transicional en la ruptura
amor romántico y 50-51 206
calificación de la 114-15 Pineo, P. C. 191
como criterio para la primera Pragma 124, 125, 132
cita 71-72 Previsión, véase Angustia de Sepa-
curso temporal de la 56-58,218, ración
220 Primera cita:
dimensiones de la 87-89 atractivo ffsico y 137-42
en el amor 125, 131-32 pasión y 71-72
en los ti pos de amor inspirados Problemas en las relaciones amo-
en la Escala Triangular del rosas 225-34
amor de Stemberg y 83-86 aburrimiento y 225-34
expresión de la 69 apoyo y 234
importancia de la 181-82 atracción hacia otras personas
intimidad y 40-41 y 228-29
mantenimiento de la 79-80 conflictos de valores y 232-33
propiedades de la 44-47 desigualdad del compromiso y
puntos de vista cualitativos 229-30
sobre el cariño vs. el amor y 118- excesiva demanda y 231-32
19 incomunicación y 227-28
reactancia y 73-74 incomprensión y 226-28
nada en común y 230-31 peligros del 79-80
peleas y 226-27 Refuerzo negativo 78-79
significado del amor y 233-34 Refuerzo positivo 93-94
tiempo que pasan juntos y 231- Regresión estadística 176-77
32 Regresión múltiple 178
Proceso de Triola-Marvin 43 Reik, Theodore 32, 105-106, 128,
Procesos de imputación, infelici- 131,191,217
dad conyugal 193-97 Relación asimétrica 29-31
Véase además Relaciones, opi- Relación de citas 220-21
niones valoradas en las primera cita 137-42
Procesos en la fonnación de las Relación de larga duración 44-45
relaciones 188-89 definición del amor en la 63-64
Procreación: Relación de unión 102
amor y 115-17 Relaciones:
como meta de los actos de amor diferencias de edad en las 158-
116-17 59
en la teoría evolutiva del amor cuestiones que analizan las
112-13 133-34
Profundidad, véase Teoría de la orientación del consumidor a
Penetración Social las 89-90
Protección, simétricas 29-30, 102
éxito reproductivo y 116-17 véase además Satisfacción en
función evolutiva de la 112-13, las relaciones; Relaciones exito-
128 sas
Proximidad: Relación posmarital, véase Angus-
antipatía y 29, 30, 147-48 tia de Separación
atracción interpersonal y 145- Relaciones, atributos evaluados en
48 las 155-71
Psicología social 32 a través del tiempo 171-83
"Punto de vista del senador Prox- percepcón del amor y 157-58
mire" sobre el amor 13 predicción de éxito a partir de
los 178-80
Reactancia 73-74 predicción de la ruptura a par-
matrimonio y 218-219 tir de los 157
Reciprocidad, atracción interper- teoría triangular y 168-69, 181
sonal o 148-149 diferencias sexuales y 172, 173,
Reconciliación, 210-12 174-75,177-78
aversión a la separación y 215- Relaciones comunitarias 130
16 Relaciones de corta duración, com-
Recursos: ponentes del amor en las 44-45
despliegue de 115-16 Relación sentimental 102
el compartir 116-17 Relaciones exitosas,
Refuerzo intermitente: autovaloración de los compañe-
pa..c:ióny 41-42, 130 ros en las 223
empatía y 225 variables personales y 24-26
flexibilidad y 222-23 Saxe, Leonard 141
honestidad en las 223-25 Schachter, Stanley 109
ideal del otro y otro real en 223- Secord, Paul 148-49
24 Secreto véase Ruptura de las rela·
la relación como primera priori- ciones
dad en 222 Segal, Mady 146-47
necesidades y 222 Segundos matrimonios 172-73
períodos buenos y malos com- Seguridad 159-60
partidos en las 225 Senn, David 186
predicción de las 178-80 Sentimiento de amor gI0ba114-16,
relaciones no consideradas in- 23-24
condicionales en las 220·21 Sentimientos:
tolerancia y 224 simetría en los 30-31
Religión véase FamilialReligión y satisfacción 27-29
Representación de roles 171 véase además Emoción
Reproducción véase Procreación Separación:
Roles sexuales: angustia de 213-15
intimidad y 78 reconciliación y 215-16
penetración social y 78 relaciones evaluadas a través
Rollins, Boyd 192 de la 79-80
Romance véase Atracción ft'sical ruptura y 204-12
Romance véase además Ruptura; Divor-
Rubin, Lillian 38 cio; Decadencia y disolución de
Rubin, Zick 17,119-21,129-32 las Relaciones
Ruptura 199-201 Sexualidad en la relación 159-60
véase Ruptura de las relacio- a través del tiempo 218·20
nes; Separación dimensiones de la pasión relati-
véase además Divorcio; Deca- vas a la 87-89
dencia y disolución de la rela- éxito reproductivo y 112-13,
ción; Ruptura de la relación; 116
Separación satisfacción 40-41,77
Ruptura de las relaciones 204-16 sublimada 105-106
comienzo secreto de la 204-12 Shaver, Philip 117-19, 129
desigualdad del compromiso y Sigall, Harold 221-22
230 Simetría:
libreto para la 211-16 de las relaciones 29-30,102
rol del compañero en la 231 desarrollo de las relaciones y
190
Saegert, Susan 147 Similitud:
Satisfacción en las relaciones: atracción interpersonal y 74·
e ideal del otro 26·31 76,150-52
predicción de la 23-26 de actitudes 94-96
triángulos reales e ideales y 66 formación de relaciones y 185
Similitud de opiniones, véase Simi- Teoría de la selección secuencia1
litud 186-88
Singer, Jerome 109 Teoría de las etapas 189-91
Skinner, B. F. 97 Teoría del equilibrio, cariño y 102-
Snoek, J. D. 189-91 103
Snyder, Mark 141-42 Teoría del estímulo-valor-rolI87-
Sociobiología 131-32 188
amor y cariño y 111-14 Teoría del intercambio social 96-
Sociología, ciencias del amor y 32- 98,128,130-31
33 .Teoría de los dos componentes del
Solomon, Richard 56 amor pasional 108-109, 128,
Stapleton, Richard 149-50 131-32
Sternberg, Robert 15-26, 27-31, 37- Teoría de los tres componentes 120
39, 54, 78, 86-90, 114-15, 121- Teoría del proceso oponente de la
22, 131-32, 159-182, 218-19, motivación adquirida 56-58
220 Teoría del recurso 95-6
Storge 124, 125, 132 Teoría del refuerzo 17-22, 127, 128,
Sumisión, pasión y 41 131
Swap, Walter 147 véase además Refuerzo inter-
mitente; Refuerzo negativo
Tanke, Elizabeth 141-42 Teoría psicométrica 119-21, 129,
Taylor, Dalm, 78, 190-91 131-132
Técnica estadística de la regresión Teorías clínicas 105-109, 128, 131-
múltiple 23-24 32
Tedeschi, James 149-50 Teorías cualitativas, véase Cariño
Tennov, Dorothy 49, 108, 118, 128 vs. Amor,comocua1itativamen-
Tensión de roles 193 te distintos
Teoría de la autopercepción 101 Teorías cuantitativas, véase Ca-
actitudes y 69-70 riño y Amor como cuantitativa-
Teoría de la complementariedad mente distintos
25-26, 185-86 Teorías de la consistencia cogniti-
Teoría de la Formación diádica va 100-103, 128, 131
188-89 Teoría triangular 34-37
y cristalización diádica 189 atractivo fisico en la primera
Teoría de la penetración social: cita Y 71-72
amplitud y profundidad en la atributos evaluados en las rela-
190-91 ciones y 181-82
desarrollo de las relaciones y cantidad de amor y 61
190-91 efecto de simple exposición y
mantenimiento de las relacio- 75-77
nes y 78 el amor como adicción y 72-73
Teoría de las constelaciones, del el amor por los hijos y 127
cariño y del amor 125, 129, 132- equilibrio del amor y 62-65
33 reactancia y 13-74
similitud en la 74-76 isósceles 62
temías del cariño y del amor múltiple 64-70
comparadas con la 127, 128-30 sentimientos vs. actitudes 68-
valores de las constelaciones en 70
las relaciones y 168-69 Valores
véase además Compromiso; conflictos en los, como proble-
Intimidad; Mitos sobre el amor; mas 232-33
Pasión; Problemas en las rela- . intimidad y 38-39
cines amorosas; Mantenimien- similitud en los 75
to de las relaciones; Escala Valores/Capacidades 160, 162-63,
triangular del amor de Stem- 165,170,180
berg; Relaciones exitosas; a través del tiempo 173-74
Triángulos del amor. Valores de las constelaciones, véa-
Teóricos Neo-Freudianos 217 se Relaciones, atributos valora-
Tests de personalidad, dos en las
en la investigación del amor 13 Variabilidad véase Flexibilidad!
Thibaut, John 27, 65 Variabilidad
Tiempo pasado junto al compañero Variables de personalidad, véase
231-32 Satisfacción con la relación
Tolerancia/Aceptación 160, 162- Vaughan, Diane 32-33, 204-12, 214
65,168-70,180 Veitch, RusseIl 94
en las relaciones exitosas 224 Vínculos entrelazados, véase Mo-
Triángulo equilátero , véase Trián- delos estructurales
gulos del amor Vínculos, teoría de los 121-22, 129
Triángulo isósceles, véase Triángu- véase además Apego
los del amor Vivir juntos, véase Convivir
Triángulos de acción, véase Trián-
gulos del amor Walster, Elaine 50, 98, 107, 108-
Triángulos del amor: 109,118,131,140
área de los 61 véase además Hatfield, Elaine
autopercibido vs. percibido por Walster, William 40, 50, 98
el otro 67-8 Weiss, Robert 211-16
coincidentes 65-6 Wilson, Glenn 111, 117
equiláteros 62 Willerman, Ben 104
escaso compromiso y 65-6 Winch, Robert 185-86
escalenos 63-4 Wright, R. A 153
excesivo compromiso y 65-6 Wright, Sandra 160,182,220
geometría de los 60-5
ideales vs. reales 65-7

También podría gustarte