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Marcelo Percia
1994
1. Estar plural.
No ando en una sola dirección. No voy en un único sentido. Deseo vivir diferentes vidas. Y
apenas hago una costura definitiva en mis pensamientos, se hincha el argumento. Y todo
vuelve a estallar.
2. ¡Tanto horror!
La intimidad es una experiencia que nos es ajena, dice el Dr. Jekyll. En 1886,
Stevenson narra El extraño caso del Dr Jekyll y Mr. Hyde. Un reputado y agradable médico
inglés –por obra de un droga de su invención– descubre el camino para hacer vivir a ese otro
que habita en las sombras de su alma: el impulsivo y malvado Mr. Hyde. Pero, ¿tanto horror
para decir: misterio de la mismidad, deseo tenaz de ser otro e ilusión de vivir otra vida en
esta vida?
3. Cierto pensamiento.
4. Amenaza.
En uno de los grabados de su serie Los caprichos, Goya escribe que: El sueño de la
razón produce monstruos. Muestra la figura de un hombre sentado que duerme con la cabeza
sobre una mesa. Con los brazos apoyados sobre hojas de papel. Y se ve un lápiz. O una pluma.
Por detrás llegan animales. Vuelan orejudos. Parecen murciélagos y lechuzas. Vienen de su
sueño. Goya piensa que la fantasía abandonada por la razón engendra deformes. Monstruos
imposibles. Criaturas que viven por su cuenta. Y que nos ponen en peligro. Y piensa que la
fantasía unida a la razón, es la madre de las artes. El origen de todas las maravillas. Las
fantasías necesitan vigilancia. Sin precaución, hacen el amor con hordas del infierno. Y andan
dando aullidos por el aire. Entre tinieblas. Una muchedumbre de terror. Y piensa que las
fantasías, bajo tutela de la razón, transforman esa furia en belleza.
Dice: Eso mismo que me asedia sale de mí. Y dice: Suelo ser testigo de actos y
pasiones que no dirijo ni gobierno.
7. El secreto de la mismidad.
El otro puede ser pensado como doble, como espejo, o como manifestación de lo
mismo. El otro puede ser pensado como perseguidor, como personificación de la conciencia
dividida, o como extraña libertad de un impulso ingobernable. Y, aún así, el pensamiento y la
razón no consiguen rodear el misterio.
8. Semblanza neurótica.
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Está enfermo de un símil que lo hace sufrir.
9. Trozos de roca.
– ¿Y la mujer –pregunta una joven sentada en primera fila– ¿Cree, usted, que
también vive esa vida de piedras?
11. Mi miedo.
Cuando Unamuno se pregunta qué es lo más íntimo, lo más creativo, lo más real de un
hombre, se responde con la historia de los tres Juanes y los tres Tomases. Recuerda que
cuando Juan y Tomás hablan hay seis en conversación. El Juan real que sólo conoce dios, el
Juan ideal de Juan, el Juan ideal de Tomás. De modo que tenemos para cada cual: uno propio
y esencial, uno que cree ser y uno que el otro cree que es. Y añade Unamuno un cuarto Juan:
el que Juan quisiera ser. El pensador español persigue otra cosa que ubica más allá de la
pluralidad. Busca un modo singular que oriente a Juan para su vida imperdurable. Dice: “Y
por el que hayamos querido ser, no por el que hayamos sido, nos salvaremos o perderemos.
Dios le premiará o castigará a uno a que sea por toda la eternidad lo que quiso ser.”
Unamuno piensa lo plural como condición pasajera de la existencia. Un estado provisorio
entre el uno original concebido por dios y el uno eterno (premio o castigo divino). En el
principio uno, en la eternidad uno. Mientras tanto, fragmentos terrenales de un vida que pasa
por lo plural.
Mario de Andrade escribió este hermoso poema: Soy trescientos, soy trescientos
cincuenta/ Pero un día al final yo daré conmigo. Andrade piensa dar (al final) con el que es.
Mi amigo no comparte esa ilusión. Pero (igual) le gustan estos versos.
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16. El asunto está en saber qué se contenta.
Mi amigo se dice: ¡No te quejes! ¡No me gusta esa satisfacción que no te entiendo! Y
recuerda una frase de Osvaldo Lamborghini que siempre lo hace reír: El Sebregondi con plata
es un Sebregondi con-tento.
17. Disidente.
18. Desdoblamiento.
Plena y extendida en su sueño, desdobla los silencios del día y siente vibrar las voces
no escuchadas.
Cuando anda despierta muchas cosas pasan inadvertidas. Pero en los sueños ella no se
desdobla. No se hace doble. No se hace dos. No se hace otra. Ni se extiende sobre la cama
como una tela. En los sueños libera tiempo. Y mientras duerme algo que le pasa se hace
notar.
Lleva una vida poco unificada. Además de olvidos, omisiones, represiones, negaciones
y ausencias inconscientes; vive deseos contrapuestos. Y no sabe si es genuino lo que siente. Y
no puede creer lo que le pasa.
23. Fuga.
Tiene un sueño que le deja húmedo el sexo. Ya despierto borra las huellas de esa vida
nocturna.
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25. Inseguro.
26. Orgulloso.
Prefiere decir que se halla a disgusto en su alma antes que admitir que tiene mal
aliento.
27. Funes.
Escribe Borges: Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es
olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el alborotado mundo de Funes no había sino
detalles, casi inmediatos.
30. Enterados.
Se lee en una novela de Armonía Somers: La soñante quedó por unos momentos como
superada por lo inexplicable. A veces, dijo, yo no entiendo nada de lo que sueño, pero no
quisiera despertar, me parece que el mundo es sólido allá y que lo de aquí se deshace como
una nube de humo, o que aquello era el cuerpo y lo de acá la sombra.
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Entrar en diálogo. Encontrarnos en nuestros actos. No sólo para captar, en el griterío
que somos, las mismas voces dominantes sino para hacer –también– recepción de las débiles,
las acalladas, las que no han tenido tiempo de decirse. Las voces por inventar.
Estar escuchantes de las voces que se dicen en nosotros mismos puede ser un motivo
de felicidad, indiferencia, pesadilla y otras tantas posibilidades. Por momentos, no podemos
expresar nada de lo que nos pasa. Es una locura hacerse oír cuando uno se encuentra
aturdido.
En el texto Borges y yo, Borges presenta una intuición de lo plural. Dice que al otro, a
Borges, es a quien le ocurren las cosas. Y dice que el otro comparte sus gustos y preferencias
de un modo vanidoso. Y que vive, y se deja vivir para que Borges pueda tramar su literatura,
y que esa literatura lo justifica. Y recuerda la prosa de Stevenson. Y evoca una idea de
Spinoza que dice que las cosas quieren perseverar en su ser. Y piensa en un Borges íntimo. Y
en un Borges público. Y dice que su vida es una fuga, y que todo lo pierde, y que todo es
olvido, o del otro. Y no sabe cuál de los dos escribe esa página.
La noción de mundo interno que se lee en Pichon proviene de otro debate. Discute la
idea de instinto como destino prefigurado. Y viene a dar racionalidad, esclarecimiento y
causalidad al doloroso misterio de la locura. En Pichon insiste la idea de producción de una
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modalidad vincular singular a partir de la internalización de las experiencias psicosociales de
la infancia. Es una teoría de la subjetividad como aprendizaje social. Y la idea de mundo
interno está próxima de los efectos que tiene la expresión mi mundo. El adjetivo posesivo
(mi) designa algo propio y algo impropio. Y alude a mi estar poseedor y a mi estar extraño.
Así como en nuestra lengua el adjetivo posesivo concuerda con la cosa poseída antes que con
el poseedor; parece que en el pensamiento de Pichon el poseedor se hace sujeto necesario a
consecuencia de un acto de apropiación del mundo. Mientras tanto, a la idea de un estar
plural de la subjetividad acuden otros problemas: la inestabilidad, la multiplicidad de
estares, el griterío que aturde a la conciencia limitada; y la simultaneidad que provoca la
existencia, en un sólo individuo, de muchos sujetos.
40. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces, Alejandra Pizarnik.
Conozco una mujer que presta su cuerpo para que viva en ella el cuerpo de su madre
insatisfecha. Y siente una satisfacción inexplicable. En su piel suave, en su corazón
sobresaltado y en su alma silenciosa. Anda de un lado en otro. Satisfaciendo a vivos,
holgazanes y dichosos,
1 El otro, el mismo es el título que Leandro Berra toma prestado de Borges para su muestra de esculturas realizada
en el Centro Cultural Recoleta Buenos Aires, del 23 de abril al 16 de mayo, 1993.
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No quiere tejer la intriga de lo real. Se contenta con estar.
51. ¡Muchas!
No hay una sola vida. Son muchas. Qué desperdicio vivir una sola vez cada instante. A
veces, siento multitudes que vienen a disputarse tiempo.
52. Error.
Las voces que escucho hablar en mí son una de las claves para sostener como un
trágico error mi creencia de que sólo hablo en mi nombre.
53. Desdoblamiento.
Atahualpa Yupanqui compuso una canción que se llama Vidala para mi sombra.
Presenta un desdoblamiento: el del cuerpo y su sombra. Y en esa separación las partes
traman amistad.
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54. Nombre de distinción.
Recuerda que la niña inventaba un mundo para sus juegos. Y era otras. Era Alejandra
Hamilton. Y era, en los días tristes, Sandra Morgan. Se comprende que la mujer era
completamente feliz siendo una Hamilton.
55. Seudónimos.
56. Heterónomo.
Vive siendo muchos en su ser. Y cada uno de los que es lleva una existencia prolija. Y
todo ese mundo de gente diversa proyecta una sombra única y compacta.
Dicen que es un farsante. Y que soy una de sus víctimas. Y que he caído en su trampa.
Y que sus heterónomos son payasadas. Pero no me importa.
Fue internado ayer con un cólico hepático. Hoy ha muerto. A los cuarenta y ocho
años. Escribió: “Huyéndome vivo y así vivo estoy”. El optimista creía haber escapado de su
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propio encierro.
[capítulo 6 del libro Una subjetividad que se inventa. Diálogo demora recepción. Lugar Editorial. Buenos Aires, 1994.]
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