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XXXII CONGRESO COLOMBIANO DE DERECHO PROCESAL

MEMORIAS DEL CONGRESO.


LA UNIFICACIÓN DE LOS PRESUPUESTOS PROCESALES.

INTRODUCCION:
El Proceso es una de las instituciones fundamentales del Derecho procesal, pero
primordialmente de la sociedad, hace parte de su cultura, tiene sus propias garantías y
principios, entendida la cultura en los términos definidos por la Unesco en 1982: “La
cultura puede considerarse como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y
materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social.
Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos
fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”
Solamente se puede hablar de proceso como institución entendido como instrumento
para cumplir la función jurisdiccional cuando estén verificados y satisfechos todos los
requisitos de forma, que a saber son: los presupuestos procesales, los presupuestos
materiales de la sentencia de fondo y los requisitos para garantizar un procesamiento
amparados en los postulados constitucionales de la publicidad y la contradicción o de la
bilateralidad de la audiencia.
En Colombia la ley procesal civil expresamente consagra que los hechos de la
demanda sirven de fundamento a las pretensiones y que los hechos que el demandante
tiene que alegar y probar para obtener el fin de la pretensión son los hechos en
correspondencia con el supuesto normativo sustancial; luego existe diferencia entre los
presupuestos para una sentencia de fondo y una sentencia favorable o desfavorable.
Los referidos presupuestos materiales los resume Calamandrei en la legitimación y la
subsunción del hecho al derecho objetivo y la necesaria existencia de un interés de
acudir al proceso.
El Juez como director del proceso debe ejercer el control de legalidad para asegurar la
sentencia de fondo, debiendo efectuar dicho control desde el comienzo del proceso y
limitarse hasta la audiencia inicial, solo así pueden los justiciables esperar la realización
de la justicia mediante un instrumento eficaz donde prevalezca el derecho sustancial y
los valores de verdad y justicia.
El proceso no es un sector de la realidad natural sino de la realidad social, de la vida del
hombre en grupo, por eso culturalmente el proceso tiene explicación y justificación,
constituyéndose en un instrumento para la realización de la justicia.
Amartya Sen, Premio nobel de economía en su obra “La idea de la justicia, sobre las
instituciones como fundamentos sostiene: “ Cualquier teoría de la justicia tiene que
otorgar un papel importante a las instituciones, de suerte que la elección de
instituciones constituye un elemento central en cualquier descripción plausible de la
justicia. Sin embargo, por razones ya examinadas, tenemos que buscar instituciones
que promuevan la justicia, en lugar de tratar a las instituciones como manifestaciones
directas de la justicia, lo cual reflejaría un cierto fundamentalismo institucional. (Sen:
2010 Pág. 112)
Para todos es verdad averiguada un hecho evidente: en el proceso coexisten dos
relaciones jurídicas: una de derecho material y la otra de derecho procesal. La primera
integra el contenido del proceso, la segunda constituye su forma. La relación sustancial
liga solamente a las partes, mientras la relación procesal liga a las partes y al juez,
todos los cuales son a su vez sujetos procesales.
Cada vez que se profiere una sentencia inhibitoria o la mayor actividad se desplaza
únicamente para aspectos procesales como la proposición, trámite y decisión de
excepciones previas se advierten las profundas conexiones existentes entre el proceso
y la realidad social. Se trata de explicar un proceso formalista y excluyente totalmente
mudo para el hombre, de puro orden técnico, incapaz de explicar en un determinado
momento el propio fin del proceso que es la paz social y la efectividad de los derechos
reconocidos en la ley sustancial.
La actividad del Juez tiene justificación para demostrar que el proceso en modo alguno
se puede divorciar de la realidad social y que los principios constitucionales y
procesales deben ser estudiados con base a la vida misma en medio de la cual el
instituto se desenvuelve, hoy por hoy el Juez debe tener claro la tutela efectiva, el
debido proceso y la prevalencia del derecho sustancial.
Como sostiene el Científico EMILIO YUNIS TURBAY: “Impartir justicia es una condición
básica de una sociedad que cifra en el respeto a las leyes gran parte de la posibilidad
de convivencia” (YUNIS: 2008. Pág.11)
En el proceso los temas de jurisdicción, competencia, capacidad para ser parte,
capacidad para comparecer al proceso, la demanda en forma, la ausencia de
capacidad, la legitimación en la causa, el interés para obrar, la ausencia de cosa
juzgada, la ausencia de litis pendentiae, la ausencia de conciliación, la ausencia de
transacción, la ausencia de desistimiento de la pretensión, la debida acumulación de
pretensiones, la ausencia de pacto arbitral, son de naturaleza procesal, sin discusión
alguna deben ser examinados por el Juez como garante de una sociedad que exige la
tutela efectiva y el plazo razonable, lo cual manifiesta cómo el proceso recibe la
influencia directa de la vida social, manifestada a través de los principios
constitucionales y procesales.
De manera doctrinaria y jurisprudencial se reclama como principio que toda persona
tiene derecho a la tutela jurisdiccional efectiva para el ejercicio de sus derechos y la
defensa de sus intereses, con sujeción a un debido proceso de duración razonable.
Solamente deben existir las formas propias y esenciales del proceso sin exceso para
sacrificar la justicia material.
El Juez y solamente él como director del proceso, debe adoptar las medidas para
sanear los vicios de procedimiento o precaverlos, integrar el litisconsorcio necesario e
interpretar la demanda de manera que permita decidir el fondo del asunto, tomando
como fundamento los presupuestos del proceso que es la fusión de los presupuestos
procesales y materiales para la sentencia de fondo.
En el Estado Social de Derecho la tutela efectiva y el despacho saneador solamente
pueden encontrar su fundamento y fin con la figura del Juez Director del proceso quien
al tener la claridad de los presupuestos del proceso, podrá entender que en la práctica
en Colombia ya existen mecanismos como las excepciones previas y las causales de
nulidad previstas en los artículos 97 y 140 del C. de P.C. fundadas en la teoría de los
presupuestos procesales, debiendo desde un comienzo ejercer su control y no
establecer procedimientos destinados a las partes para que el proceso tenga más
importancia formal y prevalezcan las formas como contienda sino por el contrario el
instrumento para la efectividad de la ley sustancial.
Los presupuestos indudablemente se refieren a todo el proceso, por ello los
presupuestos que la doctrina llama “presupuestos materiales de la sentencia de fondo”
y “presupuestos procesales” deben fusionarse, dejándose el control al Juez y la
ausencia de ellos sancionarse con la nulidad, quedando superado la distinción entre
presupuestos procesales y materiales, ligándose a la figura del despacho saneador y la
efectividad del llamado control de legalidad.
Por ello en nuestro sistema procesal se deben eliminar las excepciones previas. La
eliminación de dichos instrumentos no vulnera el debido proceso ni la bilateralidad de la
audiencia, pues sencillamente será el juez quien oficiosamente reconozca su ausencia
y tome los correctivos.
LOS PRESUPUESTOS PROCESALES.
Siendo el proceso una institución, los presupuestos procesales una teoría y el debido
proceso un principio, los valores de verdad y justicia tienen importancia en la medida en
que el Juez juegue el papel que la sociedad le ha encomendado desde el punto de vista
cultural.
Nadie discute que el Proceso es una relación jurídica; planteada inicialmente como
teoría por Oscar Von Bülow asumida posteriormente por Chiovenda, fundador de la
escuela sistemática de Derecho procesal, quien la hizo centro de su sistema y de su
doctrina sobre el proceso, llevando su estudio a la naturaleza, su contenido, sus
sujetos, el desarrollo, la constitución y el fin de la relación.
En 1859, en Alemania, Von Bülow expuso la teoría de la relación jurídica procesal que
permitió explicar el proceso como: una relación jurídica autónoma y de derecho público,
porque está regulada por la ley procesal, en la que interviene como sujeto principal el
juez, titular de la jurisdicción, que es un poder del Estado. La autonomía de estos dos
conceptos -acción y proceso fue el mayor mérito de la ciencia procesal alemana, que
preparó las condiciones para la autonomía del derecho procesal. Los aportes de Von
Bülow fueron recogidos en Italia por Chiovenda quien incorporó el método sistemático y
proclamó la autonomía de la nueva ciencia, que resumió en la frase con que culminó la
prolusión de su cátedra en Bologna, en 1903: "Y dígase de una vez derecho procesal".
(DE LA RUA: 1991, Pág. 6)
La teoría de Von Bülow de 1868, estableció la diferencia o distinción entre presupuestos
y excepciones procesales lo que le permitió de paso ser considerado el fundador del
moderno procesalismo.
Dice NICETO ALCALÁ ZAMORA, en su obra, Proceso autocomposición y autodefensa,
“ …El mérito indiscutible y excepcional de Bülow, el que permite considerarlo fundador
del moderno procesalismo, aun cuando no descubridor del derecho procesal, además
de haber marcado el camino para cosechar los resultados que acabamos de anotar,
consiste en haberle buscado, mediante su doctrina de la relación jurídica, una
explicación de derecho público a la naturaleza del proceso”, (ALCALA ZAMORA: 2003
Pág. 51 ).
Por su parte el Maestro GIOSEPPE CHIOVENDA, señala al respecto: “Para que pueda
nacer la obligación del juez de proceder acerca de las demandas, se requieren (además
de la existencia de una demanda regular y regularmente notificada, que es el acto
constitutivo) algunas condiciones que se llaman presupuestos procesales. No sólo
deben existir los tres sujetos, o sea un órgano revestido de jurisdicción ordinaria (según
las normas que regulan la jurisdicción y la organización judicial) y dos partes
reconocidas por el derecho, o sujetos de derecho (capacidad para ser parte) sino que
éstos, además, deben tener ciertos requisitos de capacidad (competencia de los
órganos jurisdiccionales, capacidad procesal de las partes, capacidad de representar a
otro y, en algunos casos, el poder de pedir en nombre propio la actuación de una
voluntad de la ley que garantice un bien a otro, lo cual se llama sustitución procesal).
(CHIOVENDA: 2002. Pág. 40)
Más adelante dice, “llámense presupuestos procesales, como hemos visto, las
condiciones necesarias para que se consiga un pronunciamiento cualquiera, favorable o
desfavorable, respecto a la demanda”. (CHIOVENDA: 2002. Pág. 40)
“Para que se pueda tener una sentencia relacionada con la demanda, sea en un sentido
o en otro, es necesario que exista un órgano estatal regularmente investido de
jurisdicción: es necesario que este órgano sea objetivamente competente en la causa
determinada y subjetivamente capaz de juzgarla; es necesario que las partes tengan la
capacidad para ser parte y la capacidad procesal”. (CHIOVENDA: 2002. Pág. 40)
Para PIERO CALAMANDRE, “Los actos que componen el proceso son, como se ha
dicho, actos jurídicos, esto es, regulados por el derecho; y la relación procesal es, en sí
misma, una relación jurídica, en cuanto las vinculaciones que en ella se desarrollan
entre los varios sujetos, están también reguladas por el derecho. Este derecho, que
regula en sí mismas y en su recíproca relación, las actividades de los sujetos del
proceso, es el derecho procesal” (CALAMANDREI: 1996. Pág. 345)
Refiriéndose a la teoría de Von Bülow LUIS LORETO dice: “Esta original y genial
construcción adolecía, sin embargo, de un grave error dogmático que los juristas
posteriores (Wach, Stein, Helhvig, Kirsch, Rosenberg, Blomeyer, Lent, Jauernig, etc.)
pusieron de manifiesto y corrigieron. Para Bülow la falta de uno de esos requisitos
acarreaba la inexistencia de la relación jurídica procesal. Tal era su opinión y el
fundamento del concepto de presupuestos procesales. Su concepción a este respecto
era precisa y clara, mas tal afirmación no era correcta. Los presupuestos procesales no
son presupuestos del proceso, en el sentido de que sin tal requisito no existe proceso
alguno, pues en todo caso, el Tribunal examina y juzga el proceso que presupone su
existencia, y si falta, lo declara inadmisible. Los presupuestos procesales no son
presupuestos de algo que no existe, sino la admisibilidad de un proceso existente.
(LORETO: 1987. PÁG 64.)
De manera sencilla pero contundente podemos afirmar que los presupuestos
procesales sirven para saber si estamos frente a un proceso valido.
El Maestro ENRIQUE VESCOVI, se refiere así: “El tema de los presupuestos
procesales es relativamente moderno en el estudio del proceso; solo data desde que
VON BÜLOW, autor alemán, escribió, en 1868, un libro sobre la materia en el que
llamaba la atención acerca de la confusión en que se había incurrido, luego del derecho
romano, entre las excepciones y los presupuestos procesales. Señalaba dicho autor,
que por un oscurecimiento producido en el curso de la historia se confundían las
excepciones (especialmente las llamadas dilatorias), que son medios de defensa de las
partes, con ciertas denuncias de la falta de algún presupuesto que fuera necesario para
constituir un proceso válido. Es decir, que hay ciertas condiciones, objetivas y
subjetivas (capacidad de las partes, competencia del juez, etc.), que deben darse en
todo caso para que pueda constituirse una relación procesal válida. Y tan importantes
son, que, aun cuando las partes no denuncien su ausencia, el propio juez puede notar
su falta y entonces el proceso no puede continuar. En realidad no estamos, en ese
caso, ante un verdadero proceso, o por lo menos un proceso válido” (VESCOVI: 2006
Pág. 202).
HERNÁN FABIO LÓPEZ BLANCO, sobre el tema dice: “Se entiende por presupuestos
procesales "los requisitos indispensables para la formación y desarrollo normal del
proceso y para que éste pueda ser decidido en fondo mediante una sentencia
estimatoria", habiéndose señalado por la Corte inicialmente como tales "demanda en
forma, competencia del juez, capacidad para ser parte y capacidad para obrar
procesalmente", pero los cuales, de acuerdo con la evolución jurisprudencial
experimentada en torno a ellos, hoy se reduce la tendencia a que desaparezca su
tratamiento como si fueran entidad autónoma dentro del sistema procesal colombiano y
se les englobe de donde nunca han debido salir, las causales de nulidad, por ser esa
su naturaleza”. (LOPEZ BLANCO: 2009. Pág. 968).
CALAMANDREI sostiene “Las cuestiones acerca de la jurisdicción y de la competencia
son cuestiones atinentes al proceso y no al merito .., es decir, cuestiones atientes a un
presupuesto procesal. Ahora bien, en tema de presupuestos procesales, es regla
fundamental, de razón intuitiva ésta: que todo juez tiene competencia para decidir sobre
los presupuestos procesales concernientes al proceso instaurado ante él, y que esas
decisiones no vinculan a los demás jueces ante quienes se instaure, sobre la misma
causa, un proceso distinto. Mientras como veremos, el paso en cosa juzgada de la
decisión de merito importa que sobre la misma causa no se pueda ya volver a discutir
ante ningún otro juez (cosa juzgada en sentido sustancial: art. 2901, C. c.), las
decisiones sobre los presupuestos procesales, "refiriéndose a una relación que se
consuma en el proceso mismo, limitan su efecto a la relación procesal para la cual han
sido emitidas, y no vinculan al juez en los procesos futuros…”(CALAMENDREI: 1996
Pág. 245 Volumen II).
Para el profesor ADOLFO RIVAS: “Los presupuestos procesales son los elementos
necesarios para concretar sobre los mismos, un proceso válido como tal. No deben ser
con fundidos con los de actuación jurisdiccional, pues éstos hacen a la existencia de la
jurisdicción misma, creada como estructura por el orden jurídico —en especial el
constitucional—, por la presencia de la acción y de la pretensión. - La existencia de
aquéllos debe ser controlada por los jueces, pues no puede concebirse que desarrollen
su actividad por un cauce inválido; no obstante, queda también en manos de las partes
velar por su vigencia.” (RIVAS: 2005 Pág. 322 y 323).
REPLANTEAMIENTO DE LOS PRESUPUESTOS PROCESALES
La doctrina procesal viene reclamando un replanteamiento para unificar los
presupuestos procesales y materiales de la sentencia partiendo de la unidad del
proceso, levantándose voces autorizadas como la de Beatriz Quintero seguida por
Martin Agudelo Ramírez y Rodrigo Rivera Morales, entre otros, para que el justiciable
encuentre un proceso sin traumatismo y formalismos no esenciales, que hagan posible
la tutela efectiva.
El profesor AGUDELO RAMIREZ, sostiene: “La problemática sobre los presupuestos
procesales y materiales para la sentencia de fondo, generalmente en la doctrina, ha
sido abordada con imprecisión y sin el rigor que merece. Se trata de una temática que
requiere un replanteamiento frente al viraje negativo que se le ha dado, unida a
soluciones plegadas de posturas concretas que han permitido un tratamiento
peyorativo, debiendo realizarse una fusión de los presupuestos dentro del género de los
requisitos formales del proceso, cuyo parámetro esencial es la garantía constitucional
del debido proceso” (AGUDELO RAMIREZ: 2007. Pág. 277.)
Y precisamente adherido a dicha corriente se encuentra el tratadista RODRIGO
RIVERA MORALES, quien afirma: “Se trata de construir una teoría de presupuestos
procesales no reducida por las inconsistencias de los diferentes ordenamientos
jurídicos. El derecho fundamental de la tutela judicial efectiva exige que los justiciables
accedan a instrumentos procesales que sean aptos desde el punto de vista formal para
el procesamiento de la pretensión; no es suficiente la mera comprobación de que hubo
decisión de fondo y en derecho, toda vez que deben respetarse los presupuestos que
sean indispensables para conocer del fondo del proceso…. Pero deben ser aglutinados
los diversos grupos de presupuestos bajo una denominación similar y un mismo tipo de
sanción que permita el reenvío ante la posibilidad del despacho saneador para aplicar
los correctivos del caso y evitando la ambigüedad existente, sin que se comprendan
controles sobre vicios intrascendentes, como producto del formalismos desmedidos. El
núcleo del debido proceso permite ligar todos los aspectos relacionados con los
requisitos formales del proceso (derecho al juez, formas preestablecidas y derecho a
ser oído). (RIVERA MORALES: 2009)
De la posición doctrinaria anterior se infiere que tanto la doctrina nacional como
extranjera reclaman por la unificación de los presupuestos del proceso ante la
existencia en dichos ordenamientos de las mal llamadas excepciones procesales y la
teoría de la sentencia inhibitoria.
La tutela efectiva, el despacho saneador y el Juez Director del proceso hacen
necesaria la fusión de los presupuestos procesales dentro de la garantía constitucional
del debido proceso, máxime que en nuestro medio las excepciones previas y las
causales de nulidad se fundamentan en la teoría de los presupuestos procesales,
partiendo del hecho cierto e indiscutible que en todo proceso se presentan dos
relaciones jurídicas, una procesal y otra sustancial, pero la que permite volcar el
derecho sustancial al proceso es precisamente la pretensión la cual constituye el objeto
del proceso.
Los presupuestos indudablemente se refieren a todo el proceso, por ello los
presupuestos que la doctrina llama “presupuestos materiales de la sentencia de fondo”
y “presupuestos de la bilateralidad de la audiencia” deben fusionarse, dejándose el
control al Juez y la ausencia de ellos sancionarse con la nulidad, quedando superada la
distinción entre presupuestos procesales y materiales, ligándose a la figura del
despacho saneador.
HUMBERTO BRICEÑO SIERRA, advierte que los planteamientos de Bülow no fueron
entendidos por la doctrina procesal, pues pese a su existencia se siguió hablando de
excepciones procesales, habiendo precisamente deslindado los presupuestos de las
excepciones. En efecto, dice:
“En consecuencia, lo importante en este campo terminológico, es que pese a los
argumentos de Bülow, la doctrina ha continuado hablando de excepciones procesales y
más particularmente de las dilatorias. No han faltado autores que como Couture, hablen
de excepciones mixtas para aludir a las perentorias deducidas en forma de artículo
previo, ejemplificando el caso con el tipo de la cosa juzgada; con tal olvido de que
Bülow afirmó que se trataba de un término equivocado, pues se comprende que toda
excepción o es puramente perentoria o simplemente dilatoria. La idea de una excepción
mixta, agregó, es el público reconocimiento de que no está clara la distinción entre los
dos conceptos.
A Bülow se le reconoce haber expuesto la teoría del proceso como relación jurídica, el
haber descubierto los presupuestos procesales y el haber combatido la idea de las
excepciones procesales. Sin embargo, ninguna de sus aportaciones logró sobrevivir en
su prístina pureza. La tesis de la relación encontró desenvolvimientos contradictorios y
fue atacada finalmente por Goldschmidt, creador de la tesis del proceso como situación.
Los presupuestos han sido explicados de tan diversos modos, que actualmente no
tienen la función que les asignara su autor. Y las excepciones continúan siendo tratadas
como si nada definitivo hubiera sido argumentado en su contra. Tal vez el primer
culpable de todo esto fuera el mismo autor, más interesado en la historia que en la
sistematización conceptual”. ((BRICEÑO: 2004 Pág. 857)
En Alemania los Juristas Goldschmidt y Rosenberg, no compartieron la teoría de la
relación jurídica, hablaron de la situación jurídica y refirieron los presupuestos a la
sentencia sobre el fondo, aunque últimamente se está discutiendo esta concepción por
entender que los presupuestos son del proceso y no de los actos procesales.
Siguiendo con la línea de los inconformes frente a la teoría de Von Bülow, encontramos
al profesor ALVARADO VELLOSO, quien afirma inequívocamente que los presupuestos
del proceso no existen. En efecto, sostiene: “Dando a la palabra presupuesto el preciso
significado apuntado en la lección 6, resulta claro que el proceso en sí mismo carece de
presupuestos. Antes bien, y dado que contiene una serie consecuencial de instancias
bilaterales, los presupuestos serán de cada una de las fases que integran tal serie. Así,
hay presupuestos de la acción (ya vistos en la Lección 6), de la demanda (explicados
en la Lección 8), de la contestación de la demanda (enunciados en la Lección 11), de la
fase de confirmación (ver Lección 24) y de la fase de evaluación (ver Lección 4)”.
(ALVARADO VELLOSO: 2004 Pág. 244).
El célebre Jurista Couture señala:
“Los escritores alemanes que trabajaron por primera vez con estos conceptos,
distinguieron apenas entre presupuestos de admisibilidad de la demanda y
presupuestos del fundamento de la demanda. Pero la distinción debe precisarse aún
más y llevarse adelante.
En el estado actual de nuestras reflexiones creemos conveniente distinguir: a)
presupuestos procesales de la acción; b) presupuestos procesales de la pretensión; c)
presupuestos de validez del proceso; á) presupuestos de una sentencia favorable”.
(COUTURE: 2002. Pág. 85)
Sin desconocer las posiciones de los juristas mencionados anteriormente, no podemos
compartir las mismas en el marco de los valores y principios constitucionales donde la
sociedad toma el proceso como el un instrumento para la realización de la justicia
destinado nada menos que para obtener la tutela efectiva.
Precisamente nuestro tema se estudia y justifica en el marco de las garantías
constitucionales apareciendo como una de ellas el debido proceso.
RENE MOLINA con relación a los fines del proceso afirma: “En efecto, todo instrumento
como tal, es un medio, y todo medio se legitima en función de los fines a que se
destina. De manera que fijar los fines del proceso equivale a revelar cuál es su grado de
utilidad. Si el proceso no es más que una creación cultural, impuesta por el Estado, su
legitimidad dependerá de su capacidad para realizar su objetivo, es decir, alcanzar la
justicia; pero esa instrumentalidad del proceso debe ser percibida por la sociedad, ya
que se trata de una premisa metodológica que le advierte tanto al juez como al usuario
del sistema de administración de justicia que, deben estar atentos y vigilar que el
proceso se desarrolle en función de sus fines. (MOLINA: 2008 pág. 223)
Desconocer que el proceso tiene presupuestos es ignorar en nuestra cultura jurídica
colombiana, los requisitos indispensables para la formación y desarrollo normal del
proceso y para que éste pueda ser decidido en fondo mediante una sentencia
estimatoria, como lo afirma el propio autor de la teoría.
Precisamente, MONTERO AROCA, dice:
“Los presupuestos se refieren sí, a todo el proceso, pero no pueden ser condicionantes
de la existencia del proceso mismo, pues si los presupuestos se examinan y se
resuelve sobre su existencia en el proceso, es que ya ha existido éste. Por eso
Goldschmidt y Rosenberg refirieron los presupuestos a la sentencia sobre el fondo,
aunque últimamente se está cuestionando esta concepción; ahora se trata de que esos
presupuestos lo que condicionan es la validez misma del proceso, pues un proceso
realizado, por ejemplo, sin que el órgano judicial sea competente convierte en invalido
todo el proceso.
Los presupuestos, pues, atienden a condiciones que, si bien referidas al proceso como
conjunto y no a actos procesales determinados, lo que condicionan es que el proceso
se realice válidamente y por ello que al final del mismo pueda llegar a dictarse una
resolución sobre el fondo del asunto. El órgano judicial puede haber tramitado todo el
proceso para advertir, en el momento de dictar sentencia, que todo el proceso se ha
hecho de manera inválida, por lo que no puede decidir sobre la pretensión planteada
ante la falta de alguna de esas condiciones” (MONTERO AROCA:2008. Pp. 173 y 174)
Regresando a la doctrina colombiana, el profesor JAIME AZULA CAMACHO, sostiene
que la citada teoría en la concepción moderna se clasifican en dos y expresa: “Ha sido
tradicional en la doctrina la concepción de los presupuestos procesales, denominados
así por constituir requisitos para la integración y desarrollo de la teoría que concibe el
proceso como una relación jurídica procesal, pero que, de acuerdo con la concepción
moderna, los circunscribimos al proceso, que es el fenómeno central o fundamental,
clasificándolos en dos: los procesales propiamente dichos y los materiales”. (AZULA
CAMACHO: 2010. Pág. 403).
Precisamente la clasificación mencionada es la que impulsa a la doctrina actual a titular
de problemática la situación sobre los presupuestos procesales y materiales para la
sentencia de fondo, reclamando un replanteamiento.
Esta problemática tiene en Colombia dos posturas: Doctrinariamente las de
HERNANDO MORALES MOLINA y HERNANDO DEVIS ECHANDIA. Para el último los
presupuestos procesales y materiales para la sentencia de fondo conllevan a una
sentencia inhibitoria o nulidad del proceso. La doctrina de HERNANDO MORALES,
quien determina que la legitimación en la causa y el interés para obrar son condiciones
de la pretensión, sin que sea posible proferir sentencia inhibitoria, sino de mérito, es
seguida por nuestra Corte Suprema de Justicia, la cual pregona así:
“Estos requisitos de mérito son llamados condiciones de la acción, porque la respaldan
y determinan su acogida y su éxito. Estas condiciones consisten en la tutela de la
acción por una norma sustancial, en la legitimación en causa y en el interés para obrar.
Se cumple la primera de estas condiciones cuando el hecho o hechos que le sirven de
fundamento a la acción (causa petendi) y la pretensión que constituye su objeto
(petitum), coinciden con el hecho o hechos previstos por la ley sustancial y con el efecto
jurídico que ésta atribuye a los mismos hechos.
Apareciendo esta concordancia, resulta la acción tutelada por la ley y satisfecha una de
las condiciones de su prosperidad. La legitimación en causa es en el demandante la
cualidad de titular del derecho subjetivo que invoca y en el demandado la calidad de
obligado a ejecutar la prestación correlativa. Y el interés para obrar o interés procesal,
no es el interés que se deriva del derecho invocado (interés sustancial), sino el interés
que surge de la necesidad de obtener el cumplimiento de la prestación correlativa, o de
disipar la incertidumbre sobre la existencia de ese derecho, o de sustituir una situación
jurídica por otra. - Estas nociones permiten ver que el petitum de una demanda no es
un presupuesto procesal, sino uno de los elementos constitutivos o definidores de la
acción y que además, para que se cumpla una de las condiciones de viabilidad de la
misma acción, se requiere que entre dicho petitum la causa petendi haya una tal
compenetración que estos dos factores resulten colocados en una relación jurídica de
causa a efecto. Si, con olvido de estas mismas nociones, se formula en la demanda un
petitum jurídicamente inadecuado a la causa petendi, este defecto no puede ser
considerado y tratado como falta de un presupuesto procesal, sino como una anomalía
de la acción que conduce a desestimar su mérito”. (CSJ, Cas. Civil, Sent. feb. 21/66.
M.P. Enrique López de la Pava).
Tomando todas las corrientes del derecho procesal contemporáneo la médula del
debido proceso, el cual forma parte de la tutela efectiva, permite agrupar todos los
aspectos relacionados con los requisitos formales del proceso, el cual es un
instrumento fundamental para la realización de la justicia.
Recurriendo al ordenamiento jurídico procesal Civil Colombiano podemos encontrar las
siguientes situaciones:
Que el Juez inadmita la demanda por indebida acumulación de pretensiones o la
rechace por falta de jurisdicción, competencia o caducidad.
Que el Juez ordene la integración del contradictorio, cuyo tema es propio con la
naturaleza de la legitimación en la causa, permitiendo la ley su examen previo.
Que la parte demandada alegue oportunamente la falta de jurisdicción, falta de
competencia, compromiso o cláusula compromisoria, inexistencia del demandante o del
demandado, incapacidad o indebida representación del demandante o del demandado,
ineptitud de la demanda por falta de los requisitos formales o por indebida acumulación
de pretensiones, o comprender la demanda a todos los litisconsortes necesarios, pleito
pendiente entre las mismas partes y sobre el mismo asunto.
Igualmente, la parte demandada puede alegar la cosa juzgada, transacción, caducidad
de la acción, prescripción extintiva y falta de legitimación en la causa.
Que el Juez decrete la nulidad por falta de jurisdicción o competencia.
Todos los mecanismos mencionados anteriormente se encuentran en el conglomerado
que la doctrina y jurisprudencia colombiana tiene bautizado como presupuestos
procesales que a saber son; Jurisdicción, competencia, capacidad para ser parte,
capacidad para comparecer al proceso, demanda en forma, pretensión en forma,
tramite adecuado, ausencia de caducidad.
El único avance en materia jurisprudencial es que no hay lugar a sentencia inhibitoria
en segunda instancia cuando el Juez de primera no integra el contradictorio, siendo
sancionada con nulidad toda la actuación anterior a la sentencia de primera instancia
para que se integre el contradictorio conforme al art. 83 del C. de P. C.
Puede afirmarse que los mencionados presupuestos procesales y los presupuestos
materiales de la sentencia de fondo, desde la óptica que se estudie, su naturaleza es
esencialmente procesal.
Resulta conveniente y oportuno destacar el planteamiento formulado por los juristas
BEATRIZ QUINTERO y EUGENIO PRIETO, quienes afirman: “Desde el mismo ángulo
de consideración puede entonces afirmarse que los presupuestos materiales de la
sentencia de fondo se estructuran como categorías jurídicas de naturaleza compleja,
muy vinculados al derecho sustancial, ubicados casi en sus fronteras, cuyos efectos
son decididamente procesales porque su ausencia, de alguna manera impide el estudio
de fondo de la pretensión, es óbice para que el juzgador examine el derecho sustancial
debatido en el proceso, los extremos litigiosos, el litigio, entendido este como relación
sustancial subyacente. Así pueden enumerarse: legitimación en la causa, interés para
obrar, ausencia de cosa juzgada, ausencia de litis pendentiae, ausencia de conciliación,
ausencia de transacción, ausencia de desistimiento de la pretensión, debida
acumulación de pretensiones, ausencia de pacto arbitral. Se advierte sí, que dada la
naturaleza umbrosamente sustancial de los institutos, esta enunciación no aspira a
agotar el posible elenco”. (QUINTERO: 2008 pág. 405)

LAS EXCEPCIONES PREVIAS Y NULIDADES PROCESALES INSPIRADAS EN LA


TEORIA DE LOS PRESUPUESTOS PROCESALES
Descendiendo ahora a los llamados presupuestos de la bilateralidad de la audiencia, su
razón de ser estriba en todo lo relacionado a la necesidad de oír a las partes, el debido
proceso, la publicidad, la contradicción y en general que se cumplan las fases
señaladas por el legislador, sancionándose siempre con la nulidad del respectivo acto
procesal.
Los presupuestos procesales son desarrollados en el estatuto procesal civil colombiano
en los artículos 97 y 140. Ha dicho la Corte Suprema de Justicia colombiana:
“Las excepciones procesales que el artículo 97 del Código de Procedimiento Civil,
califica como “previas”, tienen como finalidad controlar la existencia jurídica y la validez
formal del proceso, depurándolo cuando sea el caso de defectos o impedimentos que
atentan contra la eficacia misma del instrumento. De ahí que, por vía de principio
general, ellas tengan como objetivo salvaguardar los presupuestos procesales, para
disponer los saneamientos correspondientes cuando haya lugar, o provocar el aborto
del proceso, terminándolo formalmente. (Sentencia de casación, octubre 26 de 2000.
Expediente 5462. M.P. Dr. José Fernando Ramírez Gómez).
El Tratadista LÓPEZ BLANCO, ha señalado: “Realmente los presupuestos procesales
no son exóticos dentro de la legislación colombiana. No. La teoría que los inspiró, a
todas luces acertada, fue acogida por el legislador colombiano al tipificar las causales
de nulidad. No obstante, recordamos que VON BULOW destacaba que al ser el
proceso una relación jurídica, debían analizarse los requisitos que esa relación, al igual
que cualquier otra de carácter sustancial, requería para su adecuado nacimiento; si
esos requisitos no se reúnen la actuación procesal no ha nacido regularmente a la vida
jurídica, lo cual se impone declarar mediante el reconocimiento de la causal de nulidad
que la afecta”. (LOPEZ BLANCO: 2009 pág. 969)
Sobre el particular, el profesor JORGE PARRA BENITEZ, afirma: “Se discute, sin
embargo, el alcance -y la necesidad- de los presupuestos procesales. Por lo primero, al
paso que se afirma que la ausencia de tales presupuestos conduce a sentencia
inhibitoria, se debate si en realidad debe ser esa la consecuencia, cuando lo que debe
hacer el juez, en el ordenamiento colombiano, revisadas las causas de nulidad
-contempladas en el artículo 140 del Código de Procedimiento Civil y en el cual
aparecen casi todos los anotados presupuestos-, es verificar el saneamiento del
proceso. Se dice, por ende, que en Colombia los presupuestos procesales fueron
acogidos como causas de nulidad y de allí que el juez no debe llegar a la inhibición”.
(PARRA BENITEZ: 2010 pág. 36).
No existe ninguna duda y compartimos con el Maestro LÓPEZ BLANCO, que
ciertamente en la legislación colombiana las causales de nulidad están inspiradas en la
teoría de los presupuestos procesales, pero de la misma forma podemos asegurar que
las excepciones previas, consagradas en artículo 97 ibídem, igualmente están
inspiradas en la misma teoría (de los presupuestos procesales), debiendo denominarse
dicho artículo por su propio nombre, como lo consagró el Código de Procedimiento Civil
de Panamá: presupuestos procesales.
Estos escasos renglones permiten concluir hasta ahora, que es un derroche de
actividad jurisdiccional en el Siglo XXI consagrar las excepciones previas, las cuales
deben desaparecer de nuestro Código de Procedimiento Civil, por rendirle culto al
formalismo, por una parte, pero primordialmente porque las excepciones y los
presupuestos son dos cosas distintas y desconocer que el proceso jurisdiccional desde
el estado social de derecho adquiere una nueva perspectiva, en atención a que debe
orientarse hacia la consecución de los fines que señala expresamente la constitución
de garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes y asegurar la
convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo donde prevalecerá el derecho
sustancial.
En la comisión redactora del proyecto de Código general del proceso se avanzó
extraordinariamente en la unificación de los presupuestos del proceso al entregarle al
Juez como Director del proceso en la audiencia preliminar la posibilidad de resolver de
oficio sobre las excepciones de cosa juzgada, falta manifiesta de legitimación en la
causa, transacción, prescripción extintiva, caducidad de la acción y carencia del
derecho reclamado por expresa disposición legal, salvo la de prescripción extintiva.
Acta No 20 del día 18 de febrero de 2004 del Instituto Colombiano de Derecho
Procesal).
En el Proyecto de Ley 196 de 2011, que cursa en la Cámara de representantes del
Congreso colombiano: “Por medio de la cual se expide el Código General del Proceso y
se dictan otras disposiciones” en el Artículo 372, que regula la audiencia inicial del
proceso de conocimiento, dispone en el numeral 8: “Control de legalidad. El juez
ejercerá el control de legalidad para asegurar la sentencia de fondo y sanear los vicios
que puedan acarrear nulidades, los cuales, salvo que se trate de hechos nuevos, no se
podrán alegar en las etapas siguientes. Además, deberá verificar la integración del
litisconsorcio necesario”.
De acuerdo con lo anterior en el nuevo Código General del proceso, al tener el Juez
como director del proceso el control de legalidad para asegurar la sentencia de fondo,
queda erradicada la sentencia inhibitoria y por tanto en esa audiencia se puede
oficiosamente pronunciarse sobre la legitimación en la causa; interés sustancial para
obrar, el cual debe ser concreto, serio y actual; debida acumulación de pretensiones;
pleito pendiente;, ausencia de prejudicialidad; pacto arbitral y de las excepciones de
litis finitae, que significan que ese derecho sustancial ya ha sido decidido en otro
proceso; ausencia de cosa juzgada, de transacción, de desistimiento o renuncia del
derecho, de conciliación, de perención del proceso.
De manera que, el juez como director del proceso deberá en la audiencia inicial
establecer todos los requisitos de forma conformados por los presupuesto procesales,
presupuestos materiales para asegurar la sentencia de fondo y la bilateralidad de la
audiencia y satisfecho todo lo anterior podrá contar con un instrumento eficaz para la
realización de la justicia y entrar por último en la etapa pertinente: estudiar los
presupuestos de la sentencia favorable cuando la relación ya será de los hechos, el
derecho y la prueba.
Como el proyecto de Código General del proceso aún está en estudio de la Corporación
legislativa pueden proponerse como previas la cosa juzgada, transacción, caducidad,
prescripción y manifiesta falta de legitimación en la causa, todo lo cual es lo que la
doctrina denomina presupuestos materiales de la sentencia de fondo.

EL JUEZ DIRECTOR DEL PROCESO, DESPACHO SANEADOR Y ELIMINACION DE


LAS EXCEPCIONES PREVIAS.

Venezuela ha demostrado la evolución de sus instituciones jurídicas al ignorar el


instituto de las cuestiones previas en la Ley orgánica Procesal del Trabajo,
contemplando el instrumento del despacho saneador con eficacia en la figura del Juez
Director del Proceso, quien obra de manera oficiosa o solicitud de parte, sin que pueda
creerse que se está violando el debido proceso, por el contrario se está garantizando
una justicia eficaz sin reposiciones inútiles recordando a la doctrina originaria de Von
Bülow, al establecer que los presupuestos procesales se refieren siempre a la relación
jurídica procesal que es el derecho público, constituyendo el proceso un instrumento
que tiene como finalidad la paz y la convivencia como ya se señaló.
Precisamente en la Primera convención nacional de jueces del trabajo de la República
Bolivariana de Venezuela, desarrolladas en Porlamar, Estado Nueva Esparta, del 10 al
14 de noviembre de 2004, sobre la figura del despacho saneador, se dijo:
Mesa 2:
“En resumen, podemos concluir lo siguiente:
- La figura o institución procesal del "despacho saneador", tiene mucha relevancia
en este nuevo proceso, y constituye una tarea delicada e importante del juez
sustanciador; en primer lugar, porque su razón de ser es la de depurar y sanear el
proceso, es decir, que casi paralelamente con los oficios de la mediación -en esa fase-
de no lograrse la misma, debe pasar a la siguiente -de juicio- sin errores o deficiencias
que puedan comprometer el desenvolvimiento del juicio o provocar reposiciones
inútiles, atentando contra los principios fundamentales de la ley adjetiva laboral.
- Como refuerzo de lo anterior, podemos decir también, que tratándose del
equivalente a las otrora cuestiones previas, impensables en este nuevo proceso por su
tramitación exenta de incidencias dominantemente oral, el despacho saneador es de
suma importancia desde el punto de vista procesal y de la sustanciación de la causa.
- El despacho saneador se realiza de forma oral, dentro de la Audiencia
Preliminar, en una o varias sesiones, según lo amerite el asunto que deba subsanarse,
pero asentando en acta lo resuelto.
- Dependiendo de lo que resulte del despacho, podrá tener apelación inmediata, o
diferida para la discusión de fondo.
- Procede de oficio y a instancia de parte, quienes podrán hacer las observaciones
que consideren pertinentes.
- Constituye el cierre de la audiencia Preliminar.
- El Juez debe actuar con prudencia y ser cuidadoso de no suplir alegaciones o
defensas de las partes, y en todo caso razonar la orden de subsanar de una forma
clara.
- Por medio del despacho saneador, entre otras cuestiones que puedan surgir el juez
debe: verificar la cualidad y representación de las partes y apoderados, irregularidades
en el instrumento de representación , llamamiento de terceros, examinar la jurisdicción
y la competencia, verificar la cosa juzgada, conexidad o litispendencia, la notificación,
examinar las pretensiones de las partes, mantener el equilibrio procesal, vigilar la falta
de probidad y fraude procesal, la caducidad y vicios relacionados con la jurisdicción,
competencia y capacidad, que pudieran comprometer el desarrollo futuro del proceso.
- En este camino, el juez mientras dure su oficio de mediador, estudia y examina
los posibles errores procesales y al final, infructuosa la conciliación y aplicación de los
medios alternativos de resolución conflictos, en atención a lo que planteen las partes o
de oficio debe ordenar que se subsanen los defectos y errores que existan en el
proceso, para que éste pase exclusivamente a la discusión del fondo.
- Constituye la oportunidad procesal, para que las partes le informen al juez las
deficiencias procesales que consideren pudieran viciar la demanda, y así impedir que
nazca un juicio nulo.
- El despacho saneador es una actividad previa, necesaria para determinar si
puede iniciarse con propiedad el juicio, y continuar con el proceso, según lo pautado en
el artículo 136 de la LOPTRA”. (Pagina 206 Libro Primera convención Nacional de
Jueces del Trabajo).
En la misma convención se dejo establecido: La estructura e ideología del Despacho
Saneador acorde con los principios constitucionales, con fines de garantizar la
celeridad, brevedad y reposiciones inútiles que pudieron ser advertidas al inicio del
proceso por el Juez, diferencia de las cuestiones previas contempladas en el Código de
Procedimiento Civil, que debían ser opuestas por la demandada, con anterioridad a la
contestación de la demanda, elimina las cuestiones previas e incidencias que
retardaban el proceso, pues muchas de ellas al final no contemplaban resultado alguno,
considerando, entonces el Despacho Saneador, como supresión de las cuestiones
previas.
Es ahora cuando recae sobre el propio Juez la responsabilidad de sanear el proceso,
por cuanto es él quien debe examinar si se cumple o no con los requisitos de la
demanda, no obstante que como se indicó anteriormente el artículo 206 contempla una
especie de Despacho Saneador, pero que de modo alguno logró agilizar los procesos.
Es así como se estima que fue acertada la Ley Orgánica Procesal del Trabajo
venezolana en eliminar las cuestiones previas y sustituirlas por el mencionado
despacho, que evita igualmente argucias procesales de las partes para dilatar el
proceso a su voluntad en desmedro del principio de justicia efectiva y rápida.
Debe señalarse que las cuestiones previas contempladas en los ordinales 2, 3, 4 y 6
del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, son subsumibles en los requisitos de
la demanda exigidos en el artículo 123 de la ley procedimental laboral, de modo que
con la aplicación del Despacho Saneador se evitan las anteriores cuestiones previas.
CONCLUSIONES
El Despacho Saneador constituye una verdadera institución depuradora no sólo de los
vicios que puedan traer como consecuencia la nulidad del proceso, y en consecuencia
una sentencia inválida, sino también que sirve como mecanismo que asegura el
derecho de defensa de las partes en el proceso, que evita incidencias en el proceso”. ( I
Convención Nacional de Jueces del Trabajo, de Paginas 244 y 245 )
Luego de tomar las lecturas de la convención nacional de Jueces del Trabajo de
Venezuela para unificar los presupuestos procesales y materiales de la sentencia
partiendo de la unidad del proceso, se infiere con absoluta seguridad que el control
sobre los presupuestos no debe darse en las etapas finales, sino que debe estar atado
al despacho saneador , como deber poder emanado del juez, durante toda la relación
jurídico procesal, que permita terminar el proceso en cualquier momento en que se
constate la ausencia de un presupuesto procesal.
En las figuras del despacho saneador y Juez director del proceso se encuentra la
oportunidad sin traumatismo para unificar los presupuestos procesales y materiales de
la sentencia partiendo de la unidad del proceso, asegurando que la fusión de los
presupuestos dentro del género de los requisitos formales del proceso, cuyo núcleo
esencial es la garantía constitucional del debido proceso.
Frente a la garantía del debido proceso para explicar que puede unificar los
presupuestos procesales y materiales de la sentencia partiendo de la unidad del
proceso, valga la pena recibir el respaldo doctrinario y sabido de la Jurista BEATRIZ
QUINTERO, citada por el profesor MARTIN AGUDELO, cuando afirma: “Las
contrapartidas de los presupuestos procesales se conocen como excepciones
procesales o formales, las de los presupuestos materiales de la sentencia de fondo,
como excepciones mixtas y las deficiencias del derecho de defensa, con el nombre
genérico de causales de nulidad. Todos los requisitos formales del proceso, como
género corresponden al concepto prístino del debido proceso” (AGUDELO: 2007 Pág.
282)
El instrumento eficaz para cumplir la función jurisdiccional solamente puede contener
una decisión justa si se funda en una determinación verdadera de los hechos del caso
siempre y cuando el proceso sea correcto, esto es, que se encuentren satisfechos los
presupuestos procesales, los presupuestos materiales de la sentencia de fondo y se
garantice el derecho de defensa.
El Profesor MICHEL TARUFFO, sostiene: “En cualquier caso, mi opinión es que el
proceso no solo pretende producir decisiones, sino también decisiones justas. Como ya
he dicho anteriormente, pienso que una decisión solo puede ser justa si se funda en
una determinación verdadera de los hechos del caso (además de derivar de un proceso
correcto y de la justa interpretación y aplicación de las normas). Por tanto el verdadero
problema no es si se debe o no buscar la verdad de los hechos en el proceso y
tampoco si la verdad puede o no ser alcanzada en abstracto, sino comprender cuál es
la verdad de los hechos que puede y debe ser establecida por el Juez para que
constituya el fundamento de la decisión”. (TARUFFO:2001. Pág. 525).
La teoría de la decisión justa está representada en tres criterios que a saber son: a)
corrección de la escogencia y de la interpretación de la regla jurídica aplicable al caso;
b) comprobación confiable de los hechos importantes del caso; c) empleo de un
procedimiento valido y justo para llegar a la decisión. (TARUFFO: 2001. Pág. 203)
Respecto al último criterio solamente se puede hablar de proceso valido cuando están
satisfechos los presupuestos procesales, pero es el Juez quien debe garantizar en
últimas el debido proceso. Todos los requisitos formales del proceso representados en
las excepciones previas, excepciones mixtas y las causales de nulidad, como género,
corresponden al concepto del debido proceso como lo sostiene la doctrina
contemporánea del derecho procesal, por ende, es posible la fusión de los
presupuestos procesales y materiales para la sentencia de fondo.

CONCLUSIONES

El Juez como director del proceso y garante del instrumento para la aplicación de la ley,
debe garantizar un proceso valido que logre satisfacer intereses.
Todos los requisitos formales del proceso, como género corresponden al concepto del
debido proceso.
El Estado debe garantizar una justicia gratuita, imparcial, idónea, transparente,
autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas,
sin formalismos o reposiciones inútiles.
Las excepciones previas, deben desaparecer de nuestro Código de Procedimiento Civil,
por rendirle culto al formalismo, por una parte, pero primordialmente porque las
excepciones y los presupuestos son dos cosas distintas y desconocer que el proceso
jurisdiccional desde el estado social de derecho adquiere una nueva perspectiva, en
atención a que debe orientarse hacia la consecución de los fines que señala
expresamente la constitución de garantizar la efectividad de los principios, derechos y
deberes y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo donde
prevalece el derecho sustancial.
Se deben fusionar los presupuestos procesales, presupuestos materiales para la
sentencia de fondo y presupuestos de la bilateralidad de la audiencia para dar paso a
los presupuestos del proceso.
Existiendo las figuras: despacho saneador y, Juez director del proceso, el control de los
presupuestos del proceso le corresponden a él, sin que impida que las partes lo puedan
alegar en la oportunidad correspondiente.

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