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EDITORIAL
Contar la historia del diseño editorial, sin caer en un post con «tropecientas» partes, es poco
menos que imposible. Pero en Rayitas azules nada nos amedrenta, y nos hemos venido arriba
para ofreceros un resumen que os pondrá el «culturómetro» editorial en órbita. ¿Que si
podemos rizar el rizo? Of course…
No sólo os hemos resumido la historia del diseño editorial en 12 hitos, sino que, además,
hemos contado con todo el arte de Javier G. Martín, un «fistro» de ilustrador malagueño, que
ha aportado su visión de cada acontecimiento. Así que, sin más dilación, os dejamos con la
historia del diseño editorial ilustrada no, ilustradísima.
Eso sí, el soporte todavía no era papel, tal y como lo conocemos, sino el papiro. Aunque seguro
que lo reconoceréis de las películas, el papiro (nombre de la planta de cuyo tallo se obtenía)
era un rollo continuo pegado en sus extremos. Se almacenaban en unos cilindros como
protección y, para su confección, se solía emplear hollín para el cuerpo de texto, mientras que
para las ilustraciones se reservaban los pigmentos de procedencia vegetal o animal, más difíciles
de obtener.
Asimismo, los monjes contaban en sus filas con artistas de primer orden que «iluminaban» las
obras. «Iluminar» era ilustrar a mano las obras valiéndose de diversas técnicas. Esta
tendencia dio lugar a obras tan conocidas como los Beatos (escritos por el monje Beatus, de la
abadía de Liébana), cuyas belleza de las ilustraciones provocó que se «copiara» abundantemente.
Tanto es así que, a día de hoy, se conservan más de 30 completos.
03 China: El sutra del diamante
En el año 868 se autorizó la impresión de El Sutra del Diamante (un sutra es un texto que contiene
las enseñanzas de Buda). Escrito en sánscrito, para su impresión se emplearon bloques cortados
de forma similar al sistema que idearía Gutenberg 600 años más tarde. Durante siglos
permaneció oculto en una cueva cercana a Dunhuang. La única copia que se conserva se puede
visitar en laBiblioteca Británica.
Su importancia como hito radica, sobre todo, en romper o, al menos, puntualizar la concepción
eurocéntrica de la invención de la imprenta.
Foto: © British Library
Las ilustraciones, que durante la Edad Media se hacían a mano sobre el pergamino, se seguían
reproduciendo tradicionalmente al principio (se dejaba el hueco en la impresión, por ejemplo,
para iluminar capitulares), aunque posteriormente dieron paso a los grabados xilográficos en
madera.
Los formatos de papel (que sustituyeron al pergamino) se estandarizaron. Por un lado existía
el Forma regalis, que medía 70 x 30 cm y que, al doblar la hoja, daba lugar a un formato cerrado
de unos 34-35 cm. Recibía el nombre de folio. Por otro lado, estaba el Forma communis, que
medía 50 x 30 cm, y que daba lugar al cuarto (23-24 cm).
La letra gótica dio paso poco a poco a la humanística o romana, sobre todo debido a la
influencia italiana.
Foliación: se empezó a emplear para evitar errores en la impresión, e iba en números
romanos. No obstante, en pocos años, se empezó a generalizar en todas las páginas de la
obra y en números arábigos.
En esta época, la figura del editor era la de un impresor que es capaz de elaborar un
entramado comercial. Normalmente, se asociaba con alguien que aportaba el capital, o con
algún intelectual movido por la difusión de la cultura. A la expansión de esta figura indispensable,
ayudó la aparición de los «Privilegios», que otorgaban exclusividad sobre la obra. De esta
forma, las autoridades evitaban el «pirateo» (reeditar una obra que ya había tenido éxito).
Aldo Manuzio está considerado el primer editor comercial. Concebía la edición como un todo:
planificación, producción y comercialización.
Entre otros avances, creó una colección en octavo (en torno a los 16-17 cm) de clásicos latinos e
italianos, que podía ser sostenido mientras se leía (antes había que apoyarse en alguna
superficie), y que constituye el germen del libro de bolsillo. Para ello, se valió de una tipografía
cursiva, llamada cancilleresca (basada en la tipografía que usaba la cancillería papal), que
ocupaba menos espacio.
Asimismo, sustituyó la madera por una suerte de cartón reforzado para aligerar el libro, y
que fuera más atractivo para el lector.
Otro de los logros del bueno de Aldo fue generar «branding». Su imprenta Aldina contaba con
una marca muy reconocible. ¡El primer logo de editorial! Apareció por primera vez en 1502, en el
segundo volumen de Poetae Christiani veteres. El ancla y el delfín ilustran el eslogan «Festina
lente», algo así como «vísteme despacio, que tengo prisa».
Los hijos de los obreros accedían a la educación (entre otras cosas, gracias a los esfuerzos
sindicales de sus progenitores), con lo que la necesidad de material aumentó. Asimismo, se
disparó la producción en las imprentas que producían carteles, periódicos, folletos, etc., a destajo.
En pocas palabras, el aumento de la alfabetización, los movimientos políticos,
reivindicaciones y la industria, dispararon la necesidad de impresión y, con ello, la
proliferación de imprentas.
07. Linotipia: la revolución cultural
Al hilo del hito anterior, un invento (nunca lo suficientemente reivindicado) permitió acelerar el
proceso de impresión: la linotipia. Inventada por Ottmar Mergenthaler en 1885, era accionada
por un operador con un teclado de 90 caracteres (similar a una máquina de escribir). La
máquina contaba con unos moldes (matrices) para las letras, e iba reproduciendo líneas en una
sola pieza de metal. Vamos, que era algo así como fundir metal en vivo mientras se iban
reproduciendo los textos.
La linotipia influyó especialmente en el desarrollo de los periódicos al permitir producir
páginas más rápido y en mayor cantidad. De esta forma, las redacciones se llenaron de este
prodigio impresor, tal y como podemos ver en la fotografía.
Sala de composición del ‘New York Herald’
Jan Tschichold escribió y desarrolló sus teorías sobre tipografía en las obras La Nueva
tipografía(editada por nuestra amadísima editorial especializada Campgrafic) y Tipografía
Asimétrica (1928). Ambas asientan las bases para la modernidad.
Josef Müller Brockmann es uno de sus máximos exponentes, sobre todo en lo que a diseño
editorial se refiere. Su principal aportación la constituye la publicación de varios manuales sobre
la retícula y cómo utilizarla con flexibilidad, para conseguir variedad sin perder la importancia
del contenido frente a la forma. Su obra Sistemas de retículas, editada en español por Gustavo
Gili, es un imprescindible que goza de una vigencia envidiable.
Apple saca al mercado el primer ordenador con entorno wysiwyg (what you see is what you
get), que supone gestionar un sistema operativo de forma instintiva y sin necesidad de ser un
programador.
Aldus (junto con Apple) lanzó PageMaker, el tatarabuelo de nuestro amadísimo InDesign.
Adobe lanza el lenguaje PostScript, que allana el camino para el formato pdf.
Más adelante, aparece QuarkXpress, destinado a ser el rey del flujo editorial durante muchos
años (a costa de PageMaker), pero destronado «al más puro estilo Lannister», por InDesign, el
estándar actual sin paliativos.
La tarea editorial se encauzó ya vía ordenador hasta nuestros días, sólo que todo iba más lentico,
claro.
Los fieles a Rayitas sabéis bien lo que nos trastornan las revistas independientes, a las que
dedicamos numerosas publicaciones en el blog. Frente a los Nostradamus «de todo a cien», que
presagiaban el fin de las publicaciones impresas, nos encontramos con todo lo contrario. Nunca
antes habían coexistido tantas publicaciones independientes de calidad como ahora.
Suspira mezcla terror y feminismo, un nicho impensable una década atrás.
Una publicación digital explota las capacidades táctiles y multimedia de los dispositivos
inteligentes. Pero, ¡ojo! No hablamos de visualizar un pdf puro y duro en una tablet, sino de
generar una versión que se adapte a este soporte como un guante, y que permita acceder
directamente a webs, ver vídeo y navegar por ella de forma totalmente natural.
Como un vídeo vale más que mil imágenes, aquí os dejamos varios donde podéis apreciar
diversas publicaciones que lo hacen muy bien en versión tablet.
Y hasta aquí este repaso a vista de pájaro por la historia del diseño editorial. Nuestro profundo
agradecimiento a ese «peaso» de Javier G. Martín, si no os ponéis a seguirlo ya, es para
haceros «pupita en el diodeno».
Nota importante:
La intención de este post es la de resumir los principales hitos, según la visión personal del autor,
del desarrollo del diseño editorial a lo largo de la historia reciente. Queda, lógicamente, mucha
tela que cortar para profundizar. Nos hemos saltado, conscientemente, siglos enteros sin que
nos tiemble la mano. Nuestro objetivo ha sido dar unas pequeñas pinceladas generales de la
forma más ágil posible. En futuras publicaciones hablaremos largo y tendido de los diversos
aspectos que han conformado la disciplina de la que hemos hecho nuestra pasión.
Mientras tanto, si queréis profundizar, tenéis este post donde os recomendamos los mejores
libros sobre diseño editorial, muchos de los cuales se han consultado para la redacción de este
post.