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Didáctica en la Educación Inicial I

Clase 7: Ambientes que promueven una construcción subjetiva


saludable

En las clases anteriores fuimos analizando la importancia que revisten los


vínculos en la educación infantil.
Con María Emilia López (2008), retomando el texto trabajado la clase
pasada, miramos al niño que ingresa al jardín maternal, antes que nada, como
sujeto del vínculo, en tanto todas las prácticas que el bebé demanda remiten a
él y todas las prácticas que implican aprendizajes se andamian en los vínculos.
Esta autora nos habla de una función básica de sostén, ligada a la palabra
y a la ternura, que ya no corresponde únicamente a la madre y/o padre, sino
que está compartida con los maestros, como “andamiadores de la
subjetividad”. En tal sentido vimos que un buen jardín maternal puede ser una
instancia más que subjetivante para un niño pequeño, y un amparo más que
interesante para las familias.
Ya fuimos pensando junto con otras autoras como Silvia Schlemenson
(2005) acerca de ¿quiénes son los que están disponibles afectivamente para
ocuparse de las necesidades de los niños?
En esta clase nos proponemos profundizar en la necesidad del niño de
ser sostenido. Lidia Maquieira nos aporta para ello algunos criterios
psicológicos que guiarán la intencionalidad pedagógica a la hora de pensar en
un ambiente saludable que facilite el desarrollo emocional de los pequeños.
Para hacer más llevadero la lectura del texto original de Lidia Maquieira,
que se encuentra en la Sección Archivos, les proponemos luego de leer la
clase, ir recuperando las preguntas que presentamos a lo largo del texto.

LA NECESIDAD DEL NIÑO ES SER SOSTENIDO

Lidia Maquieira (2007), en el capítulo “En el jardín maternal: la primera


necesidad del niño es ser sostenido” (disponible como material de estudio)
aborda al ambiente como facilitador del desarrollo emocional de los niños
pequeños desde la pregunta acerca de cómo crear un espacio para la
construcción subjetiva saludable en los jardines maternales u otras
instituciones que atienden a la primera infancia.
Plantea tres cuestiones básicas para la salud mental que cada sujeto
construye como producto de un “buen sostén” y que, logradas, hacen posible
aquello a lo que denomina “el placer de estar vivo”. Ellas son: la continuidad
existencial, la seguridad y la predictibilidad.

La autora habla de “nido”, de hacer sitio”, “hacer lugar”, “buen sostén”


¿Cómo lo caracteriza? ¿con qué lo relaciona del mundo animal?
¿qué recupera del planeo de Winnicott?

Propone un modo de poner en relación estas cuestiones con tres criterios


que se interrelacionan entre sí y que pueden orientar las acciones en las
instituciones educativas. Ellos son:
1º- La regularidad contextual
2º- El reconocimiento y asunción de sentimientos
3º- Hacerse a la idea y a la posibilidad del reencuentro

Primer criterio: La regularidad contextual se produce cuando hay un


adulto disponible, de forma regular, al vínculo.

¿Qué significa esto? ¿cómo lo trabaja la autora? ¿qué relación pueden


establecer con lo trabajado la clase anterior?

Esta regularidad contextual también se genera atendiendo de manera


cuidadosa al ambiente, o dando “continuidad al ambiente”. Para ello hacen falta
pequeños “referentes contextuales-afectivo-emocionales”, ya que imprimen
seguridad y confianza, entre ellos los puntos de referencia del ambiente físico.

¿Cuáles son estos puntos de referencia que el adulto debe tener en cuenta?

Segundo criterio: El reconocimiento y asunción de sentimientos está


vinculado al lugar del adulto que “garantiza amor”, aún en los momentos de
inestabilidad emocional del bebé, desde la confianza. La clase anterior
poníamos la mirada en la importancia fundante que tiene para el pequeño la
disponibilidad afectiva del docente en momentos de máxima fragilidad y cómo
la entrega afectiva en el vínculo es la que posibilita la construcción de esa
confianza.

¿Por qué se producen y cómo se caracterizan los momentos de inestabilidad emocional del
bebé?
¿Cómo puede ayudar el adulto a canalizar las emociones del bebé?
¿cómo “sobrevive” a los enojos de los niños?
¿Cómo acompaña el adulto al niño para que pueda comprender lo que siente?

Tercer criterio: Hacerse a la idea y a la posibilidad del


reencuentro tiene que ver con la necesidad que tienen los pequeños de poder
anticiparse emocionalmente a situaciones que implican separarse de personas
y objetos significativos.

¿Por qué es tan importante anticipar la separación temporal del pequeño?


¿Cómo hacen los padres para mantenerse vivos en la memoria del niño cuando tienen que
despedirse?
¿Qué aporte ha realizado Winnicott que les permite a los niños simbolizar la ausencia?

Acá es importante detenerse en el significado que tiene para los niños (y


también para los padres y madres) en el jardín maternal, los rituales de
despedida que en palabras y gestos permiten hacer predictible el reencuentro.

En síntesis, dice Lidia Maquieira:

“Cuando trabajamos sobre el criterio basado en la regularidad


contextual, estamos propiciando en el niño la continuidad existencial;
cuando el adulto acompaña al pequeño a reconocer y asumir sentimientos,
será posible para él la confianza en sí mismo y en su cuidador y, por último,
cuando el niño puede hacerse a la idea de cómo sucederán las cosas que a
él le preocupan, y cuál será el destino de las personas a quien ama, se hace
predictible el reencuentro” (2017, p. 21)

Otras preguntas que complementan lo anterior y orientan el abordaje del


texto:
1. ¿En qué radica la importancia que la autora le asigna a la seguridad, la
predictibilidad y la continuidad existencial?
2. A partir de lo que expone Maquieira, ¿qué es lo que puede hacer
específicamente el Jardín Maternal para contribuir a ellas?
3. ¿Cuál es la diferencia que se plantea entre la función que cumple la madre y
la docente? ¿De qué manera se establece esta función?

En la sección Actividades encontrarán un Trabajo Práctico para resolver

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