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PASTORAL VOCACIONAL DIOCESIS DE SAN PEDRO SULA

ESCUELA DE FE PARA LAICOS


PRIMER MODULO: ESTUDIO DEL CREDO – Clase# 3
“Todos vivan preparados para confesar a Cristo ante los hombres y a seguirle por el camino de la
cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia” (CCE 1816)

SEGUNDA VERDAD: “CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA”

DIOS HA CREADO EL MUNDO DE LA NADA


"En el principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1). Con estas palabras solemnes comienza la
sagrada Escritura. El Símbolo de la fe las recoge confesando a Dios Padre Todopoderoso como "el
Creador del cielo y de la tierra", "de todo lo visible y lo invisible"…CEC 279)

La creación del mundo es, por así decirlo una “obra en común” del Dios Trino. El Padre es el creador,
el todo poderoso. El Hijo es el sentido y el corazón del mundo pues “todo fue creado por él y para
él” (Col 1,16). Solo cuando conocemos a Jesucristo sabemos que el mundo es bueno y
comprendemos que el mismo avanza a hacia una meta: la verdad, la bondad y la belleza del Señor.
El espíritu Santo es quien mantiene tono unido, él es quien da vida (Jn 6,63). Ahora bien ¿cómo crea
Dios?, pues la respuesta que el catecismo nos da es que Dios crea de la nada, así lo leemos en los
numerales 296 y 297.

“Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear, la creación
tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina, Dios crea libremente”. CEC 296
Esta aseveración catequética deja en claro que el Dios en quien creemos es tan autosuficiente y
autónomo, como para necesitar algo previo (materia prima) para crear el mundo, y tampoco ubica
a la creación como si fuera una consecuencia involuntaria o apremiante de la divinidad, el catecismo
lo deja claro Dios ha creado libremente es decir por amor no por necesidad.

Esto es clave para diferenciar al Dios de Israel como el Dios verdadero, distanciándolo así de
cualquier otra tradición pagana pues en las religiones antiguas era muy normal encontrar una cierta
dependencia entre dioses y criaturas al momento de tratar de explicar el origen del mundo, por
ejemplo los sumerios creían que el cielo estaba formado por una gran bóveda semiesférica que
descansaba sobre una muralla, este había sido diseñado y construido por el “dios” Marduk, quien la
hizo de un metal duro y pulido que reflejaba la luz del Sol durante el día. Al llegar la noche, el cielo
tomaba un color azul oscuro porque Marduk lo convertía en un telón que servía de fondo a la
representación que hacían los dioses, identificados con los planetas, la Luna y las estrellas.

La fe judeocristiana en la creación de la nada, esta atestiguada en la escritura como una verdad


llena de promesa y de esperanza. Así la Madre de los siete hijos macabeos los alienta al martirio con
estas palabras:
«Yo no sé cómo aparecisteis en mis entrañas, ni fui yo quien os regaló el espíritu y la vida, ni tampoco
organicé yo los elementos de cada uno. Pues así el Creador del mundo, el que modeló al hombre en
su nacimiento y proyectó el origen de todas las cosas, os devolverá el espíritu y la vida con
misericordia, porque ahora no miráis por vosotros mismos a causa de sus leyes [...] Te ruego, hijo,
que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada lo
hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia» (2 M 7,22-23.28). (Cfr
CEC 297)
Creer que Dios ha creado de la nada repercute en nuestra fe con consecuencias grandiosas (Leer el
numeral CEC 298.

En el numeral citado hemos identificado quizás sin darnos cuenta el instrumento creacional de Dios,
pues aunque es cierto que crea de la nada, también es verdad que utiliza una mediación propia: su
Palabra. La expresión que aparase en la cita de Gn 1,3 es el hebreo “Dabar” que en español se
traduce, como: Palabra, acción o cosa, la traducción griega del A.T. usa el termino Logos (lego) que
en español es: verbo, palabra , discurso o tratado, ya en el N.T. esta Palabra cobra rostro:

En el principio existía el Verbo, y el verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios, Él estaba en el
principio junto a Dios, todo se hizo por él y sin él no se hizo nada de cuanta ha sido hecho. (Jn 1, 1-
3)….Y el verbo se hizo carne y habito entre nosotros.(Jn 1,14)

Como hemos dicho antes el corazón mismo de la creación, el pincel, el cincel, el molde de Dios para
crear todo incluyéndonos a nosotros, fue su Hijo, por eso le correspondía al Hijo, y no el Padre y ni
al Espíritu santo, venir al mundo para recrearnos y redimirnos.

¿Y EL BIG BANG Y LA EVOLUCIÓN?

Los científicos tienen varias teorías que desde las ciencias naturales tratan de explicar el origen y la
evolución del universo y eso está bien, el catecismo en el numeral 283 nos dice:

“…numerosas investigaciones científicas han enriquecido magníficamente nuestros conocimientos


sobre la edad y las dimensiones del cosmos, el devenir de las formas vivientes y la aparición del
hombre. Estos descubrimientos nos invitan a admirar más la grandeza del creador, a darle gracias
por todas sus obras y por la inteligencia y sabiduría que da a los sabios e investigadores…”
En las últimas décadas las ciencias naturales como la antropología, y la paleontología nos han
sorprendido cada vez más, con la profundidad de sus estudios y la aparición de fósiles semejantes
a los seres humanos modernos, pero a la vez con características muy distintas. Los Neanderthales,
los homo erectus, o más recientemente los desinovanos, no obstante estos hallazgos muchas veces
representan para muchos católicos y en especial para los jóvenes en la escuela y los colegios una
autentico dilema y desafío respecto a su fe. ¿Qué dice la iglesia ante esto?
En 1927 el astrónomo Georges Lemaître observó por primera vez, que las galaxias se alejaban, y
dedujo que el universo estaba en permanente expansión, esto le hizo deducir que si se remontarse
en el tiempo vería que el cosmos se iría haciendo cada vez más pequeño hasta alcanzar un punto de
origen que en algún momento exploto. Es así que en 1931 publicó un artículo al que llamo el átomo
primigenio,mejor conocida como la teoría del big bang. Si bien desde entonces la comunidad
científica estuvo dividida en aceptar o no esta teoría, la acumulación de evidencia observacional
hoy en día ha proporcionado en los últimos años un fuerte apoyo, es decir que la ciencia está de
acuerdo con Lemaître, si el universo se expande es porque tuvo un punto de inicio en donde todo
comenzó, hay que aclarar que Georges Henri Joseph edouard Lemaître, fue astrónomo, profesor de
física en la universidad católica de Lovaina y además Sacerdote católico Romano, hasta su muerte
en 1966.
Dios es el creador del mundo, esta es un verdad, irrefutable e irrenunciable para todos los
cristianos, jamás podrá ser superada, por ninguna investigación o hipótesis científica, sin embargo
debemos recordar que esta es una verdad de fe, una afirmación teológica , es decir una afirmación
sobre el sentido y el origen divino de todas las cosas, no una explicación de cómo y cuándo se creó
el Universo, por eso la fe esta abierta a los descubrimientos e hipótesis de las ciencias naturales, ya
que el interés humano-religioso por su origen trasciende el simple campo biológico-científico así lo
dice el catecismo en el numeral 284 (leer)
Es cierto que la teología no tienen autoridad en lo científico- natural , pero tampoco las ciencias
naturales tienen autoridad teológica, el relato bíblico de la creación no es un modelo explicativo
del principio del mundo sino una afirmación teológica sobre la relación del cosmos con Dios, Porque
Dios ha querido que el mundo exista; él lo acompaña y lo lleva a su plenitud. Ser creadas es un
cualidad permanente en las cosas y una verdad elemental acerca de ellas, porque han sido pensadas
en la sabiduría de Dios, planificadas con un fin determinado y no fruto del azar, de un capricho o
del destino.
Un cristiano puede aceptar incluso la teoría de la evolución como un modelo explicativo útil de los
proceso y las etapas, por las que ha tenido que pasar el mundo hasta llegar al tiempo presente, pero
no confundirlo con creer o defender el evolucionismo , (que es herejía) pues ve al hombre y al
resto de la creación como producto de la casualidad, peor aún del descarte, en donde lo que cuenta
es la supremacía del más fuerte y no un plan superior que ordeno todo hacia un fin.
Ninguna autoridad científica, hipótesis, estudio o profesor tienen el derecho a hacernos pensar
que la creación, incluyéndonos a los seres humanos somos producto de la casualidad, o la
contingencia. La evolución solo supone que hay algo que puede desarrollarse en etapas y formas
distintas, pero no nos ayuda a conocer nada acerca del origen del ser, de la dignidad, de la misión
o el sentido de ese algo o alguien creado, la biología y la ciencia no pueden responder a esas
preguntas, es allí donde entran las verdades de la fe.

EL HOMBRE Y LA MUJER
Nuestro planeta tiene una edad aproximada de 4,543 miles de millones de años, lo más hermoso
es que nuestra especie apareció hace tan solo 3,5 millones de años, y el hombre moderno hizo su
entrada hace tan solo 200,000 años, la prehistoria humana como la conocemos se comenzó a
escribir hace unos 12,000 años tras el descubrimiento de la agricultura. La ciencia respalda lo que
revela la Sagrada Escritura, somos la corona de la creación, Dios ha puesto al hombre en el mundo
como co-creador y mayordomo de todo lo creado.
En el libro del génesis leemos lo siguiente: El señor Dios formo al hombre del polvo de la tierra,
insuflo en sus narices aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente…. (Gn 2,7) Y de la
costilla que había sacado del hombre, hizo a una mujer y se la presento al hombre (Gn 2,22)
Al autor Sagrado no le interesa demostrar científicamente como fue que Dios hizo al hombre, si del
barro de la tierra o de la costilla del varón a la mujer, o por evolución de las especies, lo que trata
de transmitir es que al tener un origen divino directo (manos, soplo, boca), ocupamos un lugar único
en la creación, porque nos hizo a su imagen y semejanza: “ Y creo Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios los creó; varón y mujer los creó.”(Gn 1,27)
Si hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios” significa que nos parecemos a el , pero ¿En
que nos parecemos a Dios?
 Tenemos la dignidad de ser persona, no somos solamente algo sino alguien.
 Tenemos inteligencia, somos capaces de abstraer, pensar, razonar, investigar, y continuar
creando, somos co-creadores con él en el trabajo.
 Tenemos voluntad, es decir podemos desear, querer, amar a semejanza de Dios.
 Somos libres, podemos decidir y por ende aceptar las consecuencias de esas decisiones.
 Somos seres sociales como exigencia de nuestra naturaleza (no es bueno que el hombre
este solo (Gn 2,18) Dios nos ha hecho para vivir en sociedad, unidos, compartiendo,
expresándonos, comunicándonos. Por intercambio, el servicio y el dialogo con los otros
desarrollamos nuestras capacidades y respondemos a nuestra vocación comunitaria.
 Somos seres irrepetibles, no personas en serie como podría resultar de una técnica de
clonación. Esta técnica de reproducción humana atenta contra la integridad de cada
individuo, pero sobre todo, contra el derecho a la identidad o singularidad de cada ser
humano.
 Somos los únicos seres capaces de conocer, dialogar y amar a su creador, al único al que
Dios le participa su misma vida.
 Dios creo al mundo y luego al ser humano, dándole un lugar especial, que no conlleva
privilegios sino responsabilidades, el ser mayordomo de la creación.
El vaticano II, afirma que Dios ha hecho todo para el hombre. Pero al hombre la única criatura
querida por Dios por sí misma, lo ha creado Dios para que sea eternamente feliz. Y esto lo alcanza
conociendo a Dios, amándole, sirviéndole y viviendo con agradecimiento a su creador (CEC 358)

LA CAÍDA
El hombre y la mujer son fundamentalmente buenos porque así fueron creados por Dios ¿por qué
entonces estamos inclinados al mal? Pues porque abusamos de la libertad que Dios nos da, nos
dejamos seducir por el mal, optamos por el pecado y rechazamos a Dios. En el fondo el pecado es
esto, es rechazo a Dios y la negativa a aceptar su amor, esto se demuestra en el desprecio de sus
mandamientos (CEC 385-390)
El pecado más que un comportamiento incorrecto o una debilidad psíquica, en lo más hondo es la
destrucción del bien por excelencia, y en su grado más terrible el pecado es separación de Dios y
con ello separación de la fuente de vida. El pecado no era parte del plan de Dios, pues no puede
provenir del sumo bien algo que es intrínsecamente malo.
El pecado original es el estado caído de nuestra naturaleza humana (sin cristo), por eso el bautismo
lo borra, el pecado original según Benedicto XVI, puede entenderse como una gota de veneno
heredado del modo de pensar que el génesis describe en la primera pareja humana: desconfianza
de Dios, sospecha, sentirlo como un competidor que limita nuestra libertad; la tentación de hoy es
la misma que en el Edén, “solo seremos humanos y libres cuando hagamos a Dios un lado”. Pero al
hacer esto la consecuencia también es la misma: al fiarse de la mentira y el engaño de satanás el
ser humano se hunde en el vacío de la vergüenza, pierde la plenitud de vida que descubre en su
creador y finalmente encuentra la muerte. (CEC 388-389,402-404)
CIELOS Y TIERRA

325 El Símbolo de los Apóstoles profesa que Dios es "el Creador del cielo y de la tierra", y el Símbolo
Niceno-Constantinopolitano explicita: "...de todo lo visible y lo invisible".

326 En la sagrada Escritura, la expresión "cielo y tierra" significa: todo lo que existe, la creación
entera. Indica también el vínculo que, en el interior de la creación, a la vez une y distingue cielo y
tierra: "La tierra", es el mundo de los hombres (cf Sal 115, 16). "El cielo" o "los cielos" puede designar
el firmamento (cf Sal 19, 2), pero también el "lugar" propio de Dios: "nuestro Padre que está en los
cielos" (Mt 5, 16; cf Sal 115, 16), y por consiguiente también el "cielo", que es la gloria escatológica.
Finalmente, la palabra "cielo" indica el "lugar" de las criaturas espirituales —los ángeles— que
rodean a Dios.

327 La profesión de fe del IV Concilio de Letrán afirma que Dios, "al comienzo del tiempo, creó a la
vez de la nada una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana; luego,
la criatura humana, que participa de las dos realidades, pues está compuesta de espíritu y de
cuerpo" (Concilio de Letrán IV: DS, 800; cf Concilio Vaticano I: ibíd., 3002 y Pablo VI, Credo del Pueblo
de Dios, 8).

De esta forma el ser humano es síntesis de todo lo creado, carne espiritual y espíritu encarnado, en
nosotros se funde la creación entera constituyendo una unidad corporal y espiritual en maravillosa
armonía. Alma y cuerpo forman en cada persona una unidad perfecta de manera que tanto valor
tiene el cuerpo como el alma. La teología del cuerpo desarrollada por San Juan Pablo II nos dice al
respecto: El cuerpo humano contiene desde "el origen" (···) la capacidad de expresar el amor: este
amor en el que precisamente el hombre-persona se hace don y -por la intermediación de este don-
realiza el sentido mismo de su esencia y de su existencia. El cuerpo, y sólo él, es capaz de hacer
visible lo que es invisible: lo espiritual y lo divino. Este ha sido creado para transferir a la realidad
visible del mundo el misterio oculto en Dios desde la eternidad (el amor de Dios por el hombre) y
ser así el signo de ello.

CONCLUSIÓN
Dios ha querido que el mundo exista, él como un gran programador ha colocado desde el génesis
su propósito y su fin último en semilla y es él mismo el que lo ha acompañado a lo largo de la Historia
y quien lo llevará un día a su plenitud.
“¿Quién ha medido el aliento del Señor?¿Quién le ha sugerido su proyecto? ¿Con quién se aconsejó
para entenderlo, para que le enseñara el camino exacto, para que le enseñara el saber y le sugiriese
el método inteligente?” Is 40,13-14).
No somos resultado casual de procesos biológicos, o simples saltos evolucionistas, hemos estado
desde siempre en el pensamiento del creador, y sin importar como llegamos hasta aquí, lo mejor
está por venir, porque el creador desde el principio nos ha destinado hacia un lugar más allá de
lo que la biología es capaz de comprobar.

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