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Debussy y el impresionismo

Origen del impresionismo

Características compartidas

Bio Debussy

Que hizo

Influencias

La música impresionista: ideología

Técnica compositiva

Obras importantes de Debussy y por que

Autores y obras importantes

Otras corrientes del momento

El término impresionismo surgió en 1874, cuando un grupo de pintores organizaron en Paris una
exposición de cuadros, tratando de conseguir en sus obras una salida al margen del salón oficial.
Uno de los participantes, Claude Monet (1840 - 1926) expuso un cuadro que llevaba por título
Impression, soleil levant (Impresión, sol naciente); varias reseñas de la exposición escogieron este
título por considerarlo el reflejo más característico del estilo de sus obras, y un crítico, Louis Lorey,
tituló su reseña "La exposición de los impresionistas". La denominación se hizo famosa, y lo que
había sido una ocurrencia del título de una crítica más bien burlesca y despectiva, se convirtió en el
nombre de uno de los movimientos más importantes en la pintura del siglo XIX.

Posteriormente este término también sería compartido por otras disciplinas, como la poesía y la
música. La música impresionista es un género musical que surgió en Europa, específicamente en
Francia, a finales del siglo XIX y que se extendería hasta el siglo XX, influenciado por los pintores
impresionistas franceses y por la poesía de Paul Verlaine, Charles Baudelaire y Stéphane Mallarmé,
y cuyo principal representante es Claude Debussy.

Antecedentes de la música impresionista

La música, ya se apoyaba de complejos sistemas armónicos desde la Antigua Grecia, donde se


usaban aproximadamente 7 escalas. Estas escalas pasaron de Grecia a Roma y sucesivamente a la
Iglesia Católica. Estas eran frecuentemente utilizadas en la música medieval. Pero al llegar el
período barroco, se consolidaron en sólo dos escalas (con sus respectivas variaciones): la escala
mayor y la escala menor (armónica y melódica). Al llegar a los finales del romanticismo, autores
como Gabriel Fauré o Camille Saint-Saëns experimentaron con estas escalas y con el timbre
(aspecto que más tarde sería esencial en el impresionismo) de una manera pionera, pero sin
profundizar demasiado.

A finales del siglo XIX, la vanguardia y el progreso nunca habían tenido tanta repercusión, tanto en
política y en sociedad como en el ámbito artístico. En música surgió así el impresionismo, dotado
de la ampliación del uso de la armonía musical de forma no convencional, retomando los modos
gregorianos y adaptándolos al lenguaje moderno, haciendo uso de formas ya olvidadas entonces
como la Suite y las danzas que la conformaban, tan empleadas en el Barroco, y experimentando con
texturas tímbricas hasta entonces inéditas. Como ya fue antes expuesto, Francia fue la cuna de este
movimiento y, Claude Debussy, Maurice Ravel y Déodat de Séverac, siendo este último menos
reconocido, fueron los autores a los que podemos llamar impresionistas en aquella época.

Características del Impresionismo

El impresionismo, en cualquier rama del arte, surge de la idea de representar algo de forma que no
sea directa, es decir. En la pintura se ven de cerca manchas y de lejos crea una figura por decirlo así.
En la primera fotografía, se puede observar el Parlamento británico retratado de un modo en el que
apenas se puede intuir su forma.

Aspectos de la música del impresionismo[editar]

Syrinx de Claude Debussy

Un tempo más libre, y con capacidad de un rubato a gusto del intérprete (siempre respetando las
indicaciones del autor).

Utilización de los modos, introduciendo numerosas variaciones de cada uno, e incluso


inventándolos (como en la obra Syrinx para solo de flauta, de Claude Debussy). No sólo se utilizan
modos clásicos, ya que también es muy frecuente encontrar escalas propias de diferentes etnias
(Como en el tercer movimiento de Ma mère l'oye de Maurice Ravel, Laideronnette, l'impératrice
des Pagodes).

Experimentar con el timbre, convirtiendo a este en el factor más importante de la música


impresionista. De esta manera, se conseguían efectos nunca vistos antes en la música. El preludio de
Claude Debussy La Cathédrale Engloutie es un claro ejemplo de los diferentes timbres y
sensaciones que pueden escucharse en una misma obra, interpretado aquí por Maurizio Pollini.

No existe una teoría. Sólo tienes que escuchar. El placer es la ley. Me gusta la música con pasión. Y
porque me gusta trato de liberarla de las tradiciones estériles que la ahogan. Es un arte libre que
brota - un arte al aire libre, sin límites, como los elementos, el viento, el cielo, el mar. En ningún
caso debe ser cerrado y convertido en un arte académico.

Claude Debussy

Autores como Gabriel Fauré o Camille Saint-Saëns se atrevieron a experimentar con la música de
su época, y a crear algo diferente a las obras de entonces. Pero fue Claude Debussy el primero en
crear una música totalmente diferente a la anterior, y nunca antes escuchada.

Claude Debussy[editar]

Sin duda, Claude Debussy es el autor impresionista por excelencia, creador de una de las músicas
más poderosas y más originales de la historia, que nos transporta a espacios más propios de la
mitología de la Antigua Grecia, o de los sueños, siempre sin olvidar la esencia del París bohemio de
finales del siglo XIX. Su música es en cierto modo "brumosa", evocando cantos lejanos y ecos, y
constantemente cambiante e impredecible

Otra de las características esenciales en su música, es la creación de un motivo musical sencillo y


repetitivo al comienzo, que va variando a lo largo de toda la obra, y aunque no se perciba a simple
vista, está presente en todas y cada una de las frases de esta.

Cuando Claude Debussy estudiaba en el conservatorio de París desde la edad de los 10 a los 22
años, muchos le consideraron un rebelde por su trato con la disonancia y su desdén por las formas
establecidas. Según se cuenta, durante un recital de Beethoven, se dirigió a un amigo, también
estudiante, y le dijo «Vamos, empecemos a innovar»

Ruth Ruggles Akers, crítico musical. Revista Vive la France, 2010

Maurice Ravel[editar]
Joseph Maurice Ravel (Ciboure, Labort, 7 de marzo de 1875-París, 28 de diciembre de 1937) fue un
compositor francés del siglo XX. Su obra, frecuentemente vinculada al impresionismo, muestra
además un audaz estilo neoclásico y, a veces, rasgos del expresionismo, y es el fruto de una
compleja herencia y de hallazgos musicales que revolucionaron la música para piano y para
orquesta. Reconocido como maestro de la orquestación y por ser un meticuloso artesano, cultivando
la perfección formal sin dejar de ser al mismo tiempo profundamente humano y expresivo, Ravel
sobresalió por revelar «los juegos más sutiles de la inteligencia y las efusiones más ocultas del
corazón» (Le Robert)

El impresionismo musical de Claude Debussy

por Alfredo Canedo

Principales componentes del impresionismo musical, nacidos de fuentes genuinamente francesas;


los estados emocionales y estimulantes tanto en armonías como en melodías, además de otras
cualidades no menores como sonoridad aterciopelada y matices pictóricos.

Había de alcanzar un punto máximo a finales del siglo XIX y principios del XX en coincidencia,
aparentemente, con el derrumbamiento del post-romanticismo; y desde entonces en adelante los
sonidos impresionistas al unísono de los de la poesía conquistaban una importancia insospechada en
el público de música cultivada, en ambientes de melómanos como de críticos de conciertos y
óperas.

Se admite, por lo general, que un artista virtuoso es merecedor de elogios y reconocimientos sólo
después de muerto. Excepción a esa regla fue Claude Achille Debussy, cuando en vida su música de
ambientes naturales, de bosques espesos, de leyendas medievales, de viejos castillos, de antiguas
murallas cubiertas de hierbas, de puestas de sol y de excitante fragancia de flores fue tan aclamada
en salas de concierto como en ambientes de escasa cultura musical. Reconocimientos que Debussy
dio cuenta por escrito a Charles Gounod:

"...El día que escuché mi música en la calle, entonada por gente que ni siquiera conocía mi nombre,
empecé a creer que gozaba ya de cierta reputación..."
Vulliremos, Emile. ‘Épocas musicales’.

Pese a lo cual, no estaba exenta de incomprensiones y reparos por el lado de quienes cultivaban la
música sin aditamentos al impresionismo. Y en ese sentido, Maurice Dumesnil transcribe parte del
informe que la ‘Sociètè Nationale de Musique’ hiciera llegar a Debussy con motivo del estreno de
sus composiciones para cuartetos, fantasías y nocturnos:

"...Por cierto que el señor Debussy no puede ser censurado de vulgar o banal. Por el contrario,
muestra una inclinación pronunciada, hacia la investigación rara.

Sería de desear que se cuidara de ese vago impresionismo que le hace olvidar la importancia de la
precisión en la forma y el contorno, y que constituye uno de los peores enemigos de la verdad en las
obras de arte. Por lo mismo, la Sociètè espera, y lo desea, recibir algo mejor de un compositor de
tantas condiciones como el señor Debussy..."

Dumesnil, Maurice. ‘Claude Debussy, señor de los ensueños’.

No habían de mellar su cultivo en el impresionismo, ni siquiera la propia rebeldía contra la música


de tradición académica, las burlas, humoradas, los chascarillos y sarcasmos de la crítica diletante.
Postulado estético ya en su boceto sinfónico ‘El mar’ con el notable ‘crescendo’ en el juego de las
ondas, las luces del día y los tenues silbidos del viento marítimo, o en ‘Preludio a la siesta de un
fauno’, fantasía dramática basada en el poema de Stèphane Mallarmè, con impresiones armónicas, a
veces politonales, en lances amorosos del fauno y de ninfas a orillas de un lago, en parques
tapizados por el césped, en fuentes murmurantes y en luces solares a través de oscuros follajes.
Mallarmè tras la puesta escénica de su obra literaria en el Teatro de Conciertos de París escribió
estas líneas a Debussy:

"Acabo de salir del concierto, profundamente emocionado. La maravilla: su ilustración de ‘La siesta
de un Fauno’, que presenta una disonancia con mi texto, únicamente cuando uno penetra en realidad
mucho más adentro de la nostalgia y la luz, con finura, sensualismo y riqueza. Le estrecho la mano
con admiración, Debussy. Suyo: Mallarmé”.

Mallarmè, Stèphane. ‘Memorias de un escritor’’

Supo transmutar sus estímulos poéticos en apacibles sonidos y hábil aprovechamiento de colores, a
igual de los pintores de la patria del impresionismo. Prueba por demás evidente las armonías y
melodías refinadamente románticas en su canción ‘La flor del mal’ basada en el poema de Charles
Baudelaire, cuyos sonidos agudos y vibrantes estrictamente equilibrados, bellamente expresivos,
febriles, sutilizados, y, a momentos, pasionalmente mezclados con imágenes y signos paisajistas.
Pero la atmósfera de la crítica parisina encontraba en esta canción motivos suficientes para hostigar
al músico:

"...El señor Debussy ha arrojado el estiércol de su música sobre las Flores de Baudelarie. Por
momentos era pura cacofonía. De no ser una broma para con el público, tememos que el sentido
auditivo del compositor esté gravemente enfermo, en la misma hora que la visión distorsionada de
algunos pintores..."

Gauthier-Villars, Henry. ‘Ecos de París’

Para ese ambiente de diletantes Debussy había consumado la ruptura con los preceptos musicales
del clasicismo; siendo, por tanto, blanco de apreciaciones despreciativas e injustas.

Fue en esa época de nuevos métodos de expresión musical que Debussy tropezó con una obra del
poeta belga Maurice Maeterlink recientemente editada: ‘Pelleas y Melisenda’. La compró y la leyó.
En seguida comprendió que había llegado a sus manos una tragedia misteriosa sin tiempo ni sitio en
particular, que tanto podía haber ocurrido mil años atrás como en la actualidad, y que posible a
través de los años venideros.

Dimensiones colosales logrará Debussy con la musicalización del drama. Su técnica musicalmente
impresionista (utilización de escalas por tonos enteros, acordes con la quinta aumentada y acordes
de cuartas) le permitió recoger con una sutileza extraordinaria detalles ambientales y patéticos
efectos. El argumento enteramente lleno de presentimientos y sueños en música resonante detrás de
las palabras de Maeterlink. Sólo en raras ocasiones la repetición en motivos. El amor de dos almas
infantiles ornamentado con pasajes musicales de delicadeza insuperable; y cuando confiesan amor
mutuo, poco antes de la muerte de Peleas, la música en tonalidades vigorosamente apasionadas.

La obra a poco de estrenada en París recibía de la crítica especializada opiniones de que ‘no tiene
nada de notable’, ‘pobreza musical’, ‘por momentos inentendible’. Apreciaciones que a Debussy, de
extremada y hasta casi enfermiza sensibilidad, le llevó a escribir estas líneas a su amigo Pierre
Louys:

"¡Estoy tan terriblemente solo y triste! ¿Habré llegado realmente a esto por mi laxitud de luchar
contra invencibles fuerzas superiores? Quizá mi labor y yo mismo merecíamos una suerte mayor.
Tú me conoces, mi querido amigo, mejor que nadie, y solo tú, quizá, puedes venir y asegurarme
que no soy del todo un loco..."

Louys, Pierre. ‘Mi amistad con Debussy’.


Por encima de todo lo expuesto contra su obra, si hubo un músico en París de obras delicadas y rica
en virtudes galas ha sido, sin duda, Debussy. Basta sólo con sus obras impresionistas y tonales que
habían de marcar una nueva etapa de evolución en la música de Occidente.

Recoged las impresiones. No os


apresuréis en anotarlas. Porque la música tiene algo en lo que es superior a la pintura, al poder
centralizar las variaciones del color y de la luz en un mismo aspecto. (Claude Debussy a Raoul
Bardac, 1906).

El impresionismo es un movimiento pictórico francés nacido de la asociación de algunos artistas de


la segunda mitad del siglo XIX. Fuertemente criticado en sus comienzos, el movimiento se
consolidó firmemente de 1874 a 1886, con pintores como Monet, Cezanne, Degas y Renoir
quienes impulsaron la salida del arte de los talleres para acercarlo a la naturaleza, marcando la
ruptura entre el arte moderno y el academicismo.
El movimiento fue bautizado
como impresionismo basándose en un cuadro de Claude Monet llamado "Impression soleil
levant" pintado en 1872.

El impresionismo se caracteriza notablemente por una tendencia a notar las impresiones fugitivas,
la movilidad de los fenómenos climáticos, más que el aspecto estable y conceptual de las cosas, y a
transportarlas directamente sobre el lienzo. El impresionismo tuvo igualmente una gran influencia
sobre la literatura y la música de esa época.
La música impresionista es un género
musical que despierta en Europa en el último cuarto del siglo XIX influenciado por los pintores
impresionistas franceses y por la poesía de Paul Verlaine, Charles Baudelaire y Stéphane
Mallarmé, y cuyo principal representante es Claude Debussy.

Se caracteriza por una escritura no lineal en el tiempo sino como una sucesión de impresiones. En
las formas impresionistas lo que importa es el colorido o sonoridad de cada acorde con
independencia de las disonancias que estos puedan llegar a crear con sus choques con los demás
acordes.

En las obras se podían llegar a emplear escalas orientales y exóticas. Además, las formas no tienen
una estructura clara, ya que no presentan puntos climáticos o largas frases claramente distinguibles.
Las formas utilizadas fueron: sinfonía,
poema sinfónico, obertura, rondó, romanza, variaciones sinfónicas, suite, sonata o preludios.
Aunque siempre con la indefinición y subjetividad característica del impresionismo dejando a los
oyentes libertad para captar nuevas sensaciones. También se destaca la utilización de formas libres
(con unos instrumentos concretos y escalas determinadas) para imitar a los fenómenos naturales
como el sonido del mar, el viento, la lluvia, etc.

El término impresionismo para esta música estuvo sometido a un amplio debate, e incluso los
mismos compositores mostraron en su época una gran reticencia a esta denominación. El
compositor y musicólogo André Boucourechliev expresa esta prudencia denunciando “la famosa
denominación de impresionista aplicada a Debussy”. Boucourechliev limita esta aproximación
entre la pintura y la música impresionistas, admitiendo en todo caso que Debussy “nos reenvía a la
pintura impresionista”. Si la música puede ser impresionista, es porque nos reenvía a la poética del
“instante”. “El espacio impresionista se articula –se anima, toma vida, habla- en el color y en su
movimiento […]"
Se incluye generalmente a
Richard Wagner y a Franz Liszt como precursores del impresionismo. Después de una estancia
en Suiza, Liszt compuso en 1835 su Album d’un voyageur, que años más tarde aparecería como el
primer libro de Années de pèlerinage - Suisse. Las piezas que componen este libro  tienen un
íntimo vínculo con la naturaleza y, en particular, con el agua: el transcurso centelleante y pacífico
en Au lac de Wallenstadt, el murmullo cristalino que emana de una fuente en Au bord d’une source
o la violencia de una tormenta en Orage. Los ambientes pastorales y bucólicos de las montañas
suizas aparecen, por su parte, recreados en Pastorale, Eglogue y Le mal du pays, repletos de
melodías sencillas y ecos de flautas. Vallée d’Obermann es la pieza más larga y elaborada de la
colección, que se cierra con Les cloches de Genève, una canción de cuna dedicada a Blandine-
Rachel, la primera hija de Liszt y d’Agoult.
Aunque la evolución armónica que caracteriza al
impresionismo ya había dado entonces sus primeros pasos, se considera como primera obra
representativa de este género el poema sinfónico de Claude Debussy Prélude à l'après-midi d'un
faune (Preludio a la siesta de un fauno) compuesta en 1894. En esta obra aparecen ya de forma
notable los elementos característicos del impresionismo musical.  Debussy utiliza por una parte la
escala de tonos enteros e intervalos complejos que hasta ese momento no se habían utilizado, desde
la novena en adelante. También recurrió a los intervalos de cuartas y quinta paralelas propios de la
música medieval.

Debussy se consideró más próximo al mundo de los simbolistas, como los escritores y poetas
Baudelaire o Verlaine, quienes sugirieron esta interpretación a través de leitmotiv que no se
dirigen ─como en el caso de Wagner─ a una identificación del personaje o de la situación, sino a
recrear un ambiente lleno de sensualidad y fantasía.
Claude Debussy (1862 - 1918) fue uno de los más
importantes compositores franceses y una figura central en la música europea de finales del
siglo XIX y comienzos del siglo XX.

Debussy descubrió a Wagner en 1880. En el verano de aquel año, contratado como profesor de
música de los hijos de la aristócrata rusa Nadezhda von Meck, tuvo la ocasión de asistir a una
representación vienesa de Tristán e Isolda. Dos años después acudió por primera vez al Festival de
Bayreuth.

En 1894, Debussy estrenó su Prélude à l'après-midi d'un faune (Preludio a la siesta de un fauno),
basado en un poema bucólico de Stéphane Mallarmé que también fue ilustrado por el pintor
impresionista Manet. En 1912, el bailarín ruso Vaslav Nijinski, con el patrocinio del empresario de
ballets, Serguéi Diáguilev, lo coreografió e interpretó por primera vez en versión para ballet.
Las novedades que la obra presentaba eran muchas.
Por primera vez, Debussy se apartaba totalmente de la estética establecida, de cualquier obligación
tonal y tomaba a su antojo los recursos para expresar esa impresión general que en él dejó el poema
de Mallarmé.

Para el compositor y director de orquesta francés Pierre Boulez, el verdadero precursor de la


música contemporánea es Claude Debussy, y no la tríada Ígor Stravinski, Arnold Schönberg y
Béla Bártok; sin su obra no se entendería no sólo a Maurice Ravel, sino tampoco a Edgar Varèse
ni a Olivier Messiaen. Fue Debussy quien, al romper con la forma clásico-romántica de su tiempo,
descubrió un lenguaje musical nuevo, libre, oscilante, abierto a otras posibilidades. Un lenguaje
que, aunque tenía su origen en Wagner, establecía una alternativa diferente al modelo propuesto
por éste en todos los parámetros que rigen la composición musical. Sus innovaciones fueron, por
encima de todo, armónicas. Aunque no fue él quien inventó la escala de tonos enteros, sí fue el
primero que la utilizó con éxito. Su tratamiento de los acordes fue revolucionario en su tiempo; los
utilizaba de una manera colorista y efectista, sin recurrir a ellos como soporte de ninguna tonalidad
concreta ni progresión tradicional.
El impresionismo musical conoció una expansión
rápida, principalmente en Francia. Destacaron Erik Satie, representante de la bohemia de la Belle
Epoque, Paul Dukas, Gustave Charpentier y Albert Roussel, aunque el compositor de mayor
proyección fue Maurice Ravel, prolífico autor de obras que señalaron la transición a la revolución
estilística de principios del siglo XX, asociando melodías y ritmos inteligibles y tonales con
armonías cromáticas.

La obra de Maurice Ravel (1875 –1937) se vincula generalmente al impresionismo, mostrando


además un audaz estilo neoclásico y, a veces, rasgos del expresionismo, y es el fruto de una
compleja herencia y de hallazgos musicales que revolucionaron la música para piano y para
orquesta. Reconocido como maestro de la orquestación y por ser un meticuloso artesano, cultivando
la perfección formal sin dejar de ser al mismo tiempo profundamente humano y expresivo, Ravel
sobresalió por revelar «los juegos más sutiles de la inteligencia y las efusiones más ocultas del
corazón» (Le Robert).
Nacido en un tiempo bastante propicio a la aparición de las
artes, Ravel se benefició de influencias muy diversas. Por ello, la música de Ravel parece, como la
de Debussy, profundamente original, o incluso inmediatamente inclasificable de acuerdo a la
estética tradicional. Ni absolutamente |modernista ni simplemente impresionista (tal como lo hiciera
Debussy, Ravel negaba categóricamente este calificativo que consideraba sólo reservado a la
pintura), se inscribe mucho más en la línea del clasicismo francés iniciado en el siglo XVIII por
Couperin y Rameau y del cual fue su última prolongación. Por ejemplo, Ravel (al contrario que su
contemporáneo Stravinski) no deseó nunca renunciar a la música tonal y sólo utilizó con
parsimonia la disonancia, lo que no le impidió por sus investigaciones hallar nuevas soluciones a los
problemas planteados por la armonía y la orquestación, y dar a la escritura pianística nuevos
caminos.
Erik Satie (1866 - 1925), precursor del minimalismo,
el serialismo y el impresionismo, es considerado una de las figuras más influyentes en la historia
de la música. Denostado por la academia y admirado por otros compositores de su época, de
formación irregular, ingresó inesperadamente en el conservatorio a los 40 años, para sorpresa de
quienes le conocían, tras haberse dedicado, entre otras muchas cosas, a la música de cabaret.

Tras haber convivido con las vanguardias de su época, su obra resulta aún hoy tan extravagante
como su vida. De conducta transgresora, de carácter insoportable e intransigente, con ideas
disparatadas y ocurrencias en ocasiones irritantes e incluso paranoicas, se presentaba a sí mismo
como «gimnopedista» (antes incluso de escribir su más famosa composición, las Gymnopédies) y
como «fonometrógrafo» (alguien que mide y escribe los sonidos), prefiriendo definirse así que
como músico.
Titulaba sus obras de manera delirante (Tres fragmentos en forma
de pera, Españaña, Vejaciones) y las anotaciones de sus partituras resultaban en ocasiones
grotescas. En su Danse cuiraseé se puede leer: "Paso noble y militar. Se baila en dos filas. La
primera no se mueve. La segunda fila se queda quieta. Los bailarines reciben un sablazo que les
divide en dos la cabeza". Inventó la música de mobiliario, aquella compuesta específicamente para
no ser escuchada, anticipando así la música ambiental de los espacios públicos. En 1893 fundó la
«Eglise Métropolitaine d'Art de Jésus Conducteur», siendo él su único miembro, con el cargo de
«Parcier et Maître de Chapelle». Basó su obra en el humor y la ironía. Sólo a su muerte, tras entrar
en su apartamento, sus amigos se dieron cuenta de la miseria en la que vivía, miseria a la que
describía como «la muchacha de grandes ojos verdes».

El impresionismo musical tuvo también notables seguidores fuera de Francia; en España: Isaac
Albéniz, Manuel de Falla y Joaquín Turina; en Inglaterra: Frederick Delius y Franck Bridge,
en Alemania: Franz Schreker; en Italia: Ottorino Respighi; en Polonia: Karol Szymanowski  y
en Estados Unidos: Charles Griffes.
 

Claude Debussy

Prélude à l'Après-midi d'un faune

La mer, trois esquisses symphoniques pour orchestre

Images - Reflets dans l'eau

Préludes - La fille aux cheveux de lin

Préludes - La cathédrale engloutie

Suite bergamasque - Clair de Lune

Estampes - Jardins sous la pluie

Syrinx

Nocturnes
 

Maurice Ravel

Jeux d'eau

Ma mère l'oye

Gaspard de la nuit - Ondine

Dafnis et Chloé

Boléro
 
Albert Roussel

Evocations (I)

Le Festin de l'araignée (I)

Erik Satie

3 gymnopédies, 6 Gnossiennes

Jete veux
Vexations
 

Paul Dukas

L'Apprenti sorcier

Ariane et Barbe-Bleue

Charles T. Griffes

The Fountain of the Acqua Paola


 

Frederick Delius

The song of the High Hills

Frank Bridge

Two short pieces for cello and piano

Karol Szymanowsky
Stabat Mater
 

 Franz Schreker

Die Gezeichneten

Kleine Suite für Orchester


 

Isaac Albéniz

Suite Iberia - Corpus Christi en Sevilla

Azulejos

Manuel de Falla

Noches en los jardines de España

El sombrero de tres picos


 

 Joaquín Turina

Danzas fantásticas, para orquesta - Orgía

Sevilla - Bajo los naranjos

Ottorino Respighi

I pini di Roma
 
 
Si je lisais chaque soir Rimbaud, Baudelaire et Verlaine, si j'écoutais sans cesse Ravel, Fauré et
Debussy, je n'écrirais plus une note, plus un mot. Quand je lis Baudelaire, je comprends tout ce que
j'ai raté. (Jacques Brel)

Adriano del Valle


Antes del impresionismo no había sombras azules. (Oscar Wilde)

Tras varias décadas de búsqueda, el final del siglo XIX asistió finalmente a la síntesis de una
identidad musical francesa (ver Unidad 22) capaz de rivalizar en prestigio y modernidad con la
tradición germánica poswagneriana sin imitarla. Esta síntesis -a la que se bautizará Impresionismo
por analogía con el movimiento pictórico– pondrá en entredicho algunas de las bases conceptuales
-armonía, textura, forma musical, etc.- más firmes de la música occidental.

De este cuestionamiento resultará, en primer lugar, una revolución estilística de la que derivará una
profusión de tendencias y líneas de experimentación musical cuyos ecos resonarán a lo largo de
todo el siglo XX. Pero también resultará un profundo cambio de actitud ante la creación musical del
que beberán todas las vanguardias musicales del nuevo siglo, y que consistirá precisamente en el
cuestionamiento de las premisas -las reglas escritas y no escritas- que sustentan la creación musical,
como paso previo y necesario para el mismo.

Al dar este definitivo paso, las vanguardias musicales del siglo XX desarrollarán una fuerte
autoconciencia de su significado estético -premisas, filiación, objetivos-, a riesgo de perder
significatividad social e histórica -recepción, repercusión, función social-.

Debussy y la síntesis del Impresionismo musical

El Impresionismo musical es, en su sentido más restringido, el estilo musical sintetizado por Claude
Debussy y amplificado por el cosmopolitismo musical del París de la Belle Époque. Debussy cruzó
las corrientes más avanzadas de la música francesa y rusa de su tiempo, desde el modalismo del
movimiento neogregoriano francés hasta los experimentos armónicos -enlace no funcional de
acordes, escala/armonía de tonos enteros, espacialidad armónica- de compositores como Musorgsky
y Rimsky-Korsakov.

La soprano Mary Garden caracterizada como Mélisande, de la ópera de Claude Debussy.

A ello cabe sumar su admiración por la sensualidad del Tristán [1865] o el Parsifal [1882]
wagnerianos, el descubrimiento de la música de gamelán javanesa y, por último, la búsqueda de un
ideal sonoro evocador de la serenidad y belleza de una antigüedad helénica idealizada. Si a ello
añadimos la inspiración de las músicas populares española y estadounidense de algunas de sus
obras, obtendremos una idea bastante aproximada de la diversidad de las fuentes del estilo
debussyano.

Pese a la diversidad de influencias, el Impresionismo ofrece una sorprendente unidad estilística.


Uno de los mecanismos que sustentan esta unidad es sin duda la liberación del principio armónico
tradicional por terceras y la aproximación/sustitución por un concepto armónico basado en la
relación acorde/escala en la cual los “acordes” son el resultado de la texturalización de las escalas
mediante recursos como la polifonía estratificada o los acordes paralelos (ver más abajo).

Este sistema permitirá la integración de materiales escalísticos muy diversos –modos eclesiásticos o
gregorianos, escala de tonos enteros, escala pentatónica, escala andaluza, etc.-, que a su vez dotarán
a la armonía de colores muy variados y característicos sin comprometer la coherencia estilística.

Por otro lado, es importante destacar que el Impresionismo no se define por el empleo exclusivo de
las técnicas citadas, sino que admite la yuxtaposición de técnicas clásicas y modernas, de armonía
funcional y no funcional, y de ámbitos tonales, modales y atonales. La unidad del estilo reside en
buena medida en la continuidad de otros parámetros como el ritmo, la melodía, la textura o la
instrumentación.

INTRODUCCIÓN A LA ARMONÍA DEBUSSYANA

El caldo de cultivo del Impresionismo francés

El estilo debussyano sugiere tanto un pasado ancestral como a un futuro revolucionario. Sin
embargo, y pese a lo cosmopolita de sus influencias, es también un producto de su época y de las
aspiraciones nacionalistas del Ars Gallica francés (ver Unidad 22). Se inscribe así en una corriente
estética que reacciona frente al discurso dialéctico germánico, contraponiendo a éste un
refinamiento, desnudez y sensualidad específicamente franceses que podemos reconocer en la obra
de sus algunos de sus contemporáneos.

Gabriel Fauré – Pavana op.50 [1888]. Fauré fue uno de los compositores que prefiguró un estilo
muy próximo al del Impresionismo. El colorido modal de la armonía, la serenidad, la elegante
instrumentación y el protagonismo melódico de la flauta -instrumento fetiche del Impresionismo
francés-, hacen de esta popular pavana un elocuente ejemplo de la atmósfera musical que rodeó el
nacimiento del Impresionismo.

Erik Satie. Satie fue un músico bohemio muy poco convencional que ejerció una enorme
fascinación sobre varias generaciones de músicos franceses. Practicó un estilo muy simple y
desnudo que se ha considerado a menudo precursor del minimalismo musical. El título de esta
famosa obra hace referencia al mundo griego, en concreto a los jóvenes desnudos de los gimnasios
helénicos.

Claude Debussy – Preludio a la siesta de un fauno [1894]. Esta obra -un poema sinfónico- ha sido
considerada una obra fundacional del Impresionismo musical. La obra de Debussy fue llevada al
escenario de los Ballets rusos en 1912 causando escándalo por los gestos finales del fauno, que
sugerían una masturbación. La versión que vemos aquí es una versión contemporánea que recrea
igualmente el memorable final (ANÁLISIS COMPLETO).

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