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Cristian Arriaga Jiménez

Historia de la Música Mexicana

La música en la Colonia

El desplazamiento o verdadera evangelización en la Nueva España no sucedió de la noche a la


mañana ni de la manera más pacífica. Existieron métodos violentos que, si bien no convencieron a
la gente, sí la atemorizaron para comenzar a cultivarse en la nueva fe (Turrent118). A cambio de
adoptar el nuevo dogma, los indígenas podían conservar rasgos de su tradición musical y danzas,
siempre y cuando contaran con las variantes adecuadas (129). Con las primeras celebraciones
religiosas en el país nacen las muestras tempranas de un sincretismo que no solamente es
religioso, sino artístico (Mauleón 47).

A la vez que se daba la evangelización de los naturales por medio de la música, se les
educaba en el castellano (Saldivar 87). Existieron escuelas anexas en los monasterios que
cumplían básicamente esas dos intenciones, pero más allá de educar al pueblo de manera
desinteresada, los sacerdotes tenían la intención de formar un selecto grupo de jóvenes para que
fueran modelo de la nueva sociedad ideal que nacería a partir de la evangelización (Turrent 148).

Una de las primeras escuelas de importancia destinadas la educación de los indígenas fue San
José´ de los Naturales. Torquemada la describe de la siguiente manera: “El primero y único
seminario que hubo en la Nueva España para todo género de oficios y ejercicios, no sólo de los
que pertenecen al servicio de la iglesia, más también para los que sirven para el uso de personas
seglares…” (en Turrent 134).

Los franciscanos adoptaron las diferencias sociales que los indígenas tenían antes de su llegada,
siendo que los hijos de nobles y principales gozaban de mayores privilegios que los hijos de los
demás
habitantes (Turren 122). En cuanto a la educación musical, Motolinía relata:

Pautaban y apuntaban canto llano como canto de órgano, y de estos que apuntaban hay
hartos e cada casa y han hecho muy grandes libros de canto llano, y de canto de órgano,
con sus letras grandes. El tercer año les pusieron el canto, e algunos reían y burlaban y otros lo
estorbaban a los que lo comenzaron a enseñar, porque decían que no saldrían con
el canto, así porque mostraban flacas voces; y en verdad no tienen tan recias voces, ni tan

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suaves como la de los españoles (...); pero hay muchos en que escoger, siempre hay
buenas capillas. (en Saldívar 88)
Si bien la música no recibió mucha atención, sí se cantaban las melodías indicadas para los oficios,
además de haber traducciones y adaptaciones a la lengua de los indígenas (138).
Los colegios anexos a las iglesias producían generaciones de indígenas cultos en el latín,
la gramática castellana, las artes y la música; muchos de ellos se dedicaban a labores destinadas a
las órdenes menores, como el abrir la puesta o el cuidado de la iglesia, y otros tantos
desempeñaban roles de ejecutantes, constructores o maestros.

Un caso del que existe registro es el de Don Antonio Valeriano, un indígena de


Azcapotzalco, egresado del Imperial Colegio. Don Antonio trabajó como maestro en la escuela
en la que estudió y otros conventos, además de tener alumnos de gran importancia como Fray
Juan de Torquemada, misionero y cronista franciscano de la Nueva España (Turrent 137-140).
Salieron tan buenos latinos –informaron los franciscanos al rey– que han leído la
gramática de muchos años, han enseñado su lengua a quienes la han aprendido, han
traducido sus libros, servido de intérpretes en las audiencias, y se han desarrollado
hábilmente como jueces y gobernadores de su república. (Códice franciscano en
Turrent )

Los indígenas no solamente podían cantar y transcribir música, sino que además podían
componerla. Uno de los primeros maestros en el aspecto musical fue Pedro de Gante, y
posteriormente llegaron ministriles europeos para seguir con la educación musical de los
naturales. Narra Motolínia:

Algunos mancebos de estos, que digo han ya puesto en canto de órgano villancicos a
cuatro voces, y los villancicos en su lengua, y esto parece señal de gran habilidad, porque
aún no los han enseñado a componer, ni contrapunto, y lo que ha puesto en admiración a
los españoles cantores, es que un indio de estos cantores, vecino de esta ciudad de
Tlaxcala ha compuesto una misa entera por puro ingenio y la han oído hartos españoles
cantores, buenos cantantes y dicen que no le falta nada, aunque no es muy prima. (en
Saldívar 88-89)

Tal capacidad demostraron los indígenas que decidieron organizarlos según el modelo europeo,
es decir, en capillas de cantores y ministriles. Escribe Mendieta:

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No hay pueblo de cien vecinos que no tenga cantores que oficien las misas en Vísperas de
canto de órgano con sus instrumentos de música. Ni hay aldeas, apenas por pequeñas que
sean, que dejen de tener siquiera tres o cuatro indios que cantes cada día en su iglesia las
horas de Nuestra Señora. (en Turren 129-130)

Pero muchos sacerdotes creían ingenuamente que este entusiasmo por los cantos y fiestas
religiosas se debía al verdadero interés de convertirse a la nueva fe. Después se dieron cuenta de
que la producción musical de cantos fuera de la iglesia comenzaba a crecer, además de introducir
lenguas autóctonas, lo que impedía que los sacerdotes supieran con exactitud qué es lo que
cantaban o con qué intenciones. La corona española estaba preocupa por el uso excesivo de
instrumentos indígenas y el esplendor del culto. El Concilio Provincial I dijo lo siguiente:

Mandamos y ordenamos que de hoy más, no se tañan trompetas en las iglesias en los
divinos oficios, ni se compren muchos de los que se han comprado, los cuales solamente
servirán en las procesiones que se hacen fuera de las iglesias y no en otro oficio
eclesiástico. Y en cuanto a las chirimías y flautas, mandamos que en ningún pueblo las
haya, si no es cabecera; los cuales servirán a los pueblos sujetos en los días de fiesta de
sus sacramentos. Y la vigüelas de arcos y los diferentes instrumentos queremos que del
todo sean extirpados y exhortados a todos los religiosos y ministros que trabajen para que
en cada pueblo haya órgano. (Concilios Provinciales I y II Celebrados en la Muy
Leal y Muy Noble Ciudad de México, en Turrent 131)
Era un intento desesperado por controlar la producción musical y el interés que los
naturales le daban a la música. A pesar de la petición del uso del órgano, debido a las
complicaciones para traer uno de España y las especificaciones que implicaba construir uno, se
sustituyó con música de flautas (Mauleón 50-51).
Además de ejecutar, los indígenas se dedicaban a la construcción y embellecimiento de
instrumentos musicales. Algunos maestros los tomaban como aprendices y otros como
esclavos por temor a una futura competencia (Mendieta en Turrent 150). Sin embargo,
debido a que existía una prohibición de la esclavitud, legalmente no podían ser tratados como
tales, lo cual les facilitó las cosas para poder ganarse un lugar dentro del gremio de artesanos.
Muchos músicos, aparte de ejecutantes, eran constructores, lo que les brindaba mayor número de
oportunidades de trabajo y libertad que algunos otros oficios no permitían (153).

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Otro modelo que se adoptó en la Nueva España fue el de las cofradías, y en ellas
los músicos indígenas educados en los colegios monasteriales tuvieron muchas más libertades:
Al no poder entrar al clero de manera oficial, se dedicaron a desarrollar los cantos, festejos y
demás elementos expresivos. Las mujeres indígenas educadas también encontraron lugar en las
cofradías, pues eran ellas principalmente las que llevaban la organización (Mauleón 170-172)
Uno de los beneficios de pertenecer al ambiente musical era liberarse de los trabajos casi
esclavizantes de los que podían ser víctimas los indígenas, como el trabajo en minas o en casas
de grandes señores españoles. Además, contaban con la oportunidad de relacionarse con
diferentes sectores sociales, pues si se demostraba habilidad se podía viajar a otras capillas para
ser escuchado e inclusive contratados. Se tiene noticia de indígenas llevados ante el rey para
ejecutar música debido a su gran habilidad, además de existir orquestas de indígenas
acompañantes contratadas en diferentes capillas y catedrales (Mauleón 50, 54-55)

El intento de una conquista, absoluta, musical parece fallido, pues las constantes
traducciones a lenguas autóctonas y las libertades que permitieron en cuanto a creación y
ejecución daban pie a un mestizaje artístico. ¿Por qué los indígenas contaban con tanta libertad
en el ámbito musical?
Habrá quien llegue a pensar que la música europea fue más bien conquistada por los
indígenas, desde la acción de traducir textos castellanos y latinos a lenguas autóctonas con una
intención evangelizadora, hasta el suplir órganos con flautas y chirimías, era la música de los
españoles la que sufría modificaciones. Por supuesto que las manifestaciones de los naturales
también se adaptaron, pero si alguna vez existieron intentos verdaderos por evitar estas
manifestaciones, no pudieron eliminarlas por completo, muestra de ello es la herencia musical
que aún existe en zonas indígenas del país.

Se puede pensar que el significado y la utilidad de la música entre las dos culturas era
muy diferente, pero si se simplifican estas supuestas diferencias, encontramos que los naturales y
los españoles compartían muchos momentos en que la música estaba presente. Más bien la
diferencia radicaba en las reglas y particularidades estéticas de cada cultura. El indígena se
convirtió en una pieza clave para la producción musical novohispana pues la nueva música no
podía encasillarse como netamente española o indígena. Nació una música mestiza, la cual
tomaba elementos de los conquistadores y de los naturales y se moldeaba a las necesidades
sociales Con el tiempo, la sociedad novohispana se fue acostumbrando a esta nueva sonoridad,
que no era más que el reflejo de los movimientos sociales de la Nueva España.

Cristian Arriaga Jiménez

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