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Sobre la comunión en la mano…

Diácono Enrique López Guzmán 4T


Seminario Mayor Diocesano de Guadalajara

Amable lector, en la edición anterior dejamos un tema inconcluso sobre los retos que el uso
de la tecnología traía para los creyentes; sin embargo, debido a las circunstancias sanitarias
que nos rodearon los últimos meses quisiera tratar de una cuestión pastoral que a muchos
fieles les ha marcado: recibir la comunión en la mano.
Dicho tema trajo muchas confusiones, sea por medios mal informados, a fieles e incluso
sacerdotes con un criterio muy estrecho, cuando no escrupuloso, y aclaro, no mal
intencionado.
Como diácono, al servir en el altar en las diversas comunidades en las que participé en la
Eucaristía, durante la contingencia, más de un fiel me suplicó: “por favor, deme la
comunión en la boca”, aunque hubo otros cuyas expresiones antes de comulgar no fueron
las más edificantes y por ello prefiero omitirlas.

¿Cómo está estipulada la comunión?


En la Instrucción General del Misal Romano en el número 161 se da la normativa general
para la distribución de la Eucaristía a los fieles en la misa:

“Si la Comunión se recibe sólo bajo la especie de pan, el sacerdote, teniendo la Hostia un
poco elevada, la muestra a cada uno, diciendo: El Cuerpo de Cristo. El que comulga
responde: Amén, y recibe el Sacramento, en la boca, o donde haya sido concedido, en la
mano, según su deseo. Quien comulga, inmediatamente recibe la sagrada Hostia, la
consume íntegramente”.
De acuerdo a esta normativa, lo ordinario, lo pongo en negritas, es que la eucaristía se
reciba en la boca, salvo en los lugares donde se ha concedido que sea recibida en la mano;
con todo, se deja a criterio del fiel recibirla en la boca si así lo desea. Con esto quiero
desmentir esa idea que es un “sacrilegio” tomar la comunión en la mano, al contrario es una
forma lícita de recibir la comunión que está prevista por la Iglesia.
Ahora bien, eso es en los casos ordinarios, pero en los casos extraordinarios está lo
estipulado en el número 390 del documento arriba citado, donde se otorga la facultad a las
Conferencias de los Obispos de definir las adaptaciónes que considere convenientes para el
buen pastoreo de la grey, siempre en comunión con la Sede Apostólica, entre esas
adaptaciones están: la forma de dar la paz y el modo de recibir la sagrada Comunión.
Esto me lleva a afirmar que el Comunicado COVID-19 Emergencia Sanitaria del 16 de
marzo de 2020 por parte de la CEM (Conferencia del Episcopado Mexicano) fue llevado a
cabo con una autoridad legítima. En coherencia con ese comunicado, nuestro Arzobispo
emitió diversos boletines de prensa, que más que ser vistos con ojos de fe y santa
obediencia llevaron a muchos a diversas acusaciones.
Quisiera preguntar: ¿no es acaso una pandemia un caso extraordinario que, tras un
discernimiento claro, lleve a los pastores a modificar, con justa autoridad (misma que les ha
sido dada por Dios para guiar a su pueblo), la forma en que se distribuye la comunión?

Dos puntos a considerar:


Primero, el recibir la comunión en la mano nos debe llevar a actuar con toda reverencia, y
lo repito, esta forma de comulgar es lícita y no implica un sacrilegio o pecado, sacrilegio es
comulgar sin estar en gracia, y pecado es la desobediencia u obstinación. Dicho sea de paso
que esta manera de recibir el cuerpo de Cristo está atestiguada desde la época patrística, por
ejemplo, san Cirilo de Jerusalén en sus Catequesis sobre la Eucaristía 1 explica a los recién
bautizados2 la forma en la que había de comulgar con su mano:
“No te acerques, pues, con las palmas de las manos extendidas ni con los dedos separados,
sino que, poniendo la mano DERECHA bajo la IZQUIERDA a modo de trono que ha de
recibir al Rey, recibe en la concavidad de la mano el cuerpo de Cristo diciendo: «Amén».
Súmelo a continuación con ojos de santidad cuidando de que nada se te pierda de él. Pues
todo lo que se te caiga considéralo como quitado a tus propios miembros. Pues, dime, si
alguien te hubiese dado limaduras de oro, ¿no las cogerías con sumo cuidado y diligencia,
con cuidado de que nada se te perdiese y resultases perjudicado? ¿No procurarás con
mucho más cuidado y vigilancia que no se te caiga ni siquiera una miga, que es mucho más
valiosa que el oro y que las piedras preciosas?”
El segundo punto a considerar es: en este mundo lleno de información, hay que revisar
siempre las fuentes de las noticias, recuerda querido lector, que la opinión de una persona,
aún de un sacerdote, no agota el magisterio de la Iglesia. Cuando tengas una duda observa
si en esa noticia o artículo se consulta el Catecismo de la Iglesia Católica, el Código de
Derecho Canónico, un texto del Papa, o las Instrucciónes de cada sacramento, según sea el
caso, de lo contrario es sólo un punto de vista.
Espero que esta reflexión te sea de ayuda, amigo de Apóstol, nos vemos en la siguiente
edición de Cuestiones pastorales.

1
También puede encontrarse como Catequesis sobre el Bautismo, dependiendo de la traducción que se use.
2
En esa época se bautiza siendo adulto y tras un periodo de formación llamado catecumenado, en la misma
celebración se recibía la eucaristía. Después los nuevos fieles recibían una serie de catequesis para
profundizar en los misterios que habían recibido.

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