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Amable lector, en la edición anterior dejamos un tema inconcluso sobre los retos que el uso
de la tecnología traía para los creyentes; sin embargo, debido a las circunstancias sanitarias
que nos rodearon los últimos meses quisiera tratar de una cuestión pastoral que a muchos
fieles les ha marcado: recibir la comunión en la mano.
Dicho tema trajo muchas confusiones, sea por medios mal informados, a fieles e incluso
sacerdotes con un criterio muy estrecho, cuando no escrupuloso, y aclaro, no mal
intencionado.
Como diácono, al servir en el altar en las diversas comunidades en las que participé en la
Eucaristía, durante la contingencia, más de un fiel me suplicó: “por favor, deme la
comunión en la boca”, aunque hubo otros cuyas expresiones antes de comulgar no fueron
las más edificantes y por ello prefiero omitirlas.
“Si la Comunión se recibe sólo bajo la especie de pan, el sacerdote, teniendo la Hostia un
poco elevada, la muestra a cada uno, diciendo: El Cuerpo de Cristo. El que comulga
responde: Amén, y recibe el Sacramento, en la boca, o donde haya sido concedido, en la
mano, según su deseo. Quien comulga, inmediatamente recibe la sagrada Hostia, la
consume íntegramente”.
De acuerdo a esta normativa, lo ordinario, lo pongo en negritas, es que la eucaristía se
reciba en la boca, salvo en los lugares donde se ha concedido que sea recibida en la mano;
con todo, se deja a criterio del fiel recibirla en la boca si así lo desea. Con esto quiero
desmentir esa idea que es un “sacrilegio” tomar la comunión en la mano, al contrario es una
forma lícita de recibir la comunión que está prevista por la Iglesia.
Ahora bien, eso es en los casos ordinarios, pero en los casos extraordinarios está lo
estipulado en el número 390 del documento arriba citado, donde se otorga la facultad a las
Conferencias de los Obispos de definir las adaptaciónes que considere convenientes para el
buen pastoreo de la grey, siempre en comunión con la Sede Apostólica, entre esas
adaptaciones están: la forma de dar la paz y el modo de recibir la sagrada Comunión.
Esto me lleva a afirmar que el Comunicado COVID-19 Emergencia Sanitaria del 16 de
marzo de 2020 por parte de la CEM (Conferencia del Episcopado Mexicano) fue llevado a
cabo con una autoridad legítima. En coherencia con ese comunicado, nuestro Arzobispo
emitió diversos boletines de prensa, que más que ser vistos con ojos de fe y santa
obediencia llevaron a muchos a diversas acusaciones.
Quisiera preguntar: ¿no es acaso una pandemia un caso extraordinario que, tras un
discernimiento claro, lleve a los pastores a modificar, con justa autoridad (misma que les ha
sido dada por Dios para guiar a su pueblo), la forma en que se distribuye la comunión?
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También puede encontrarse como Catequesis sobre el Bautismo, dependiendo de la traducción que se use.
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En esa época se bautiza siendo adulto y tras un periodo de formación llamado catecumenado, en la misma
celebración se recibía la eucaristía. Después los nuevos fieles recibían una serie de catequesis para
profundizar en los misterios que habían recibido.