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IGNORANCIA Y RIESGO DE
SACRILEGIO. CONOZCA LA VERDAD.
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¡Qué historia tan conmovedora! Lástima que no sea verdadera.
La verdadera historia.
Los Papas, Santos Padres.
Un siglo y medio más tarde, pero todavía tres siglos antes de que la práctica
fuera supuestamente introducida (según el relato comúnmente difundido al
que antes hicimos referencia) el Papa San Gregorio Magno (590-604) es otro
testigo. En sus Diálogos (Roman 3, c. 3) relata cómo el Papa San Agapito obró
un milagro durante la Misa, después de haber colocado la Hostia en la lengua
de una persona. También Juan el Diácono nos habla acerca de esta manera
de distribuir la Santa Comunión por ese Pontífice.
Estos testigos son del siglo V y VI. ¿Cómo se puede razonablemente decir que
la Comunión en la mano fue la práctica oficial hasta el siglo X? ¿Cómo
alguien puede sostener que la Comunión en la boca es una invención
medieval? No estamos afirmando que en ninguna circunstancia los fieles la
hayan recibido en sus propias manos. Pero, ¿en qué circunstancias? Parece
que desde muy temprano era usual que el sacerdote colocara la Sagrada
Hostia en la boca del comulgante.
Excepciones
Resumiendo
Para resumir, la práctica era que se podía tocar la Hostia cuando no hacerlo
equivalía a quedar privado del Sacramento. Pero cuando había un sacerdote,
no se la recibía en la mano. Así, San Basilio (330-379) afirma claramente que
sólo está permitido recibir la Comunión en la mano en tiempos de
persecución o, como era el caso de los monjes en el desierto, cuando no
hubiera un diácono o un sacerdote que pudiera distribuirla. “No hace falta
demostrar que no constituye una falta grave para una persona comulgar con
su propia mano en épocas de persecución cuando no hay sacerdote o
diácono” (Carta 93). Lo que implica que recibirla en la mano en otras
circunstancias, fuera de persecución, será una grave falta3. El Santo basa su
opinión en la costumbre de los monjes solitarios, que reservaban el
Santísimo en sus celdas, y en ausencia de sacerdote o diácono, se daban a sí
mismos la Comunión.
En su artículo “Comunión” en el Dictionnaire d’Archéologie Chrétienne,
Leclercq afirma que la paz de Constantino llevó la práctica de la Comunión
en la mano a su fin. Esto reafirma el razonamiento de San Basilio, que la
persecución era la que creaba la alternativa de recibir la Comunión en la
mano o verse privado de Ella. Cuando la persecución cesó, evidentemente la
práctica de la Comunión en la mano persistía aquí y allí. Era considerada
como un abuso por la autoridad de la Iglesia, puesto que era juzgada
contraria a la costumbre de los Apóstoles. Así, el Concilio de Rouen que se
reunió en el año 650, dice: “No se coloque la Eucaristía en las manos de
ningún laico o laica, sino únicamente en su boca”.
El Concilio de Constantinopla, conocido como in trullo (por no ser uno de los
concilios ecuménicos realizados allí) prohibía a los fieles darse la Comunión
a sí mismos (que es lo que sucede cuando la Sagrada Partícula es colocada en
la mano del comulgante). Decretó una excomunión de una semana de
duración para aquellos que lo hicieran en la presencia de un obispo, un
sacerdote o un diácono.
¿Clericalismo?
12 OBJECIONES VÁLIDAS
3. LAS PARTÍCULAS.
Para demostrar que la Comunión en la mano fue universal alguna vez, suele
citarse un texto particular de San Cirilo de Alejandría, en el que explica cómo
debemos hacer un trono de nuestras manos para recibir al Rey. Sin embargo,
lo que habitualmente no se observa es lo que cualquier patrista confiable
podría verificar: que el texto en cuestión es de origen dudoso. En realidad, es
más factible que proceda de un obispo X, nestoriano. Además, contamos con
los textos de San León Magno, San Gregorio el Grande … y los de San Basilio,
etc.
En general se supone que sí. Pero aunque así hubiera sido debe tenerse
presente que los propios Apóstoles eran sacerdotes o, incluso, obispos. Pero
no debemos olvidar la costumbre hospitalaria del Medio Oriente, que se
practicaba en tiempos de Jesús y que todavía subsiste: se alimentaba a los
propios huéspedes sirviéndoles con la mano, colocando un bocado simbólico
en la boca del convidado. Tenemos prueba de esto en las Escrituras: Nuestro
Señor embebió un trozo de pan en vino y se lo ofreció a Judas. ¿Colocó el
bocado mojado en la mano de Judas? Habría resultado algo engorroso.
¿Acaso no se dirigió a aquél más tarde en el Monte de los Olivos llamándolo
«amigo» en el gesto de hospitalidad que hemos mencionado? Y entonces,
¿por qué no haberlo hecho con su Santa Comunión, «dándose a Sí Mismo con
Su propia mano?».
Santo Tomás de Aquino nos recuerda que la veneración debida requiere que
el Santísimo Sacramento sólo sea tocado por lo que ha sido consagrado. El
cristiano, mediante el bautismo, ha sido consagrado para recibir al Señor en
la Santa Comunión, pero no para distribuir la Sagrada Hostia a otros ni para
tocarla si no hay necesidad. «Tocar las sagradas especies y distribuirlas con
sus propias manos es un privilegio del que ha sido ordenado, de quien
denota una participación activa en el ministerio de la Eucaristía» (Juan Pablo
II, «Dominicae Coenae», 11).
Notas: