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Meningitis definición según aiepi

Es una infección grave en el sistema nervioso central que produce inflamación de las meninges y

alteración del líquido cefalorraquídeo, edema cerebral y necrosis local de fibras nerviosas y vasos

cerebrales, que afecta principalmente a los niños menores de dos años de edad.

Signos y síntomas

Los síntomas varían dependiendo de la edad del niño, el agente patógeno y la duración de la
enfermedad antes del diagnóstico. La presentación puede ser súbita o es posible que la
enfermedad se desarrolle a lo largo de 1 o 2 días. Los síntomas en la primera lactancia pueden
incluir fiebre, variaciones en el patrón de alimentación, vómitos o diarrea. La fontanela anterior
puede estar abultada o plana. El niño puede mostrarse alerta, agitado, aletargado o irritable. Sin
embargo, si tiene meningitis, acciones como acunarlo o mecerlo, que normalmente le calman, le
irritan aún más

Los niños mayores suelen estar febriles. Pueden mostrar confusión, delirio o conciencia alterada;
pueden estar irritables, aletargados o confusos, presentar vómitos y quejarse de dolor muscular o
articular. En la meningitis meningocócica puede observarse exantema hemorrágico, inicialmente
en forma de petequias que cambian a púrpura o a grandes manchas necróticas . El niño muestra
asimismo otros síntomas que responden a la irritación meníngea: cefalea (con mayor frecuencia
frontal), fotofobia, esotropía y rigidez de nuca (resistencia del cuello a la flexión)

Los síntomas pueden avanzar hasta incluir convulsiones, apnea, edema cerebral (aumento del
líquido intracelular y extracelular en el cerebro, resultante de anoxia, vasodilatación o estasis
vascular), derrame subdural, hidrocefalia, coagulación intravascular diseminada (CID), shock y
aumento de la presión intracraneal

Meningitis vírica (aséptica)

La meningitis vírica es una respuesta inflamatoria de las meninges caracterizada por un aumento
del número de células sanguíneas y de proteínas en el líquido cefalorraquídeo. El enterovirus es la
causa de más del 80% de los casos de meningitis vírica

En general, el niño con meningitis aséptica no parece tan enfermo como el niño con meningitis
bacteriana. El pequeño puede mostrarse irritable o aletargado y generalmente tiene fiebre. Otros
síntomas son malestar general, cefalea, fotofobia, molestias gastrointestinales, síntomas
respiratorios altos y exantema maculopapuloso. El niño puede mostrar también signos de
irritación meníngea, como rigidez de cuello, dolor de espalda y signos positivos de Kernig y
Brudzinski (v. fig. 26-9). El lactante puede presentar fontanela anterior tensa. Las convulsiones son
poco frecuentes. Los síntomas suelen resolverse de manera espontánea en 3 a 10 días. El niño con
fiebre y signos meníngeos es hospitalizado. Se realizan análisis de sangre, orina y líquido
cefalorraquídeo. Las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa detectan los casos de
meningitis vírica. Hasta confirmar el diagnóstico de meningitis aséptica, el niño recibe tratamiento
agresivo, como si tuviera una meningitis bacteriana.

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Epidemiologia

Desde el punto de vista de la socio-epidemiología, la meningitis tiene


dos diferentes comportamientos tanto en su etiología como en su
distribución, morbilidad y letalidad. La meningitis viral o aséptica, con
manifestaciones clínicas menos severas, responde principalmente en su
distribución a hábitos personales, factores educativos y estilos de vida,
siendo principalmente los enterovirus sus agentes etiológicos.

La meningitis de origen b

acteriano, causada principalmente por Neisseriae meningitidis y el


Streptococcus pneumoniae, representa la forma más letal de la
enfermedad, y tanto su distribución, morbilidad y mortalidad están
determinadas por las condiciones económicas y sociales de los países y
comunidades más pobres del mundo, en donde la vacunación para su
prevención como los medicamentos para su control están muy limitados
por el nivel de desarrollo económico.

Etiología

Tres gérmenes son los principales agentes causales de la mayoría de los casos observados en niños
entre los 2 meses y los 12 años de edad: Haemophylus influenzae tipo b, Neisseria meningitidis y
Streptococcus pneumoniae. El estreptococo del grupo B y los bacilos entéricos gramnegativos son
los microorganismos que con mayor frecuencia causan meningitis en recién nacidos
Pruebas diagnósticas

El diagnóstico se basa en la historia, la presentación clínica y los hallazgos de laboratorio. Entre las
pruebas de laboratorio se incluyen hemograma completo, cultivos sanguíneos, osmolaridad y
electrólitos séricos y factores de la coagulación. Los cultivos de sangre suelen identificar a la
bacteria responsable de la meningitis. Se realiza una punción lumbar para valorar el líquido
cefalorraquídeo (LCR), realizando un recuento diferencial de leucocitos, así como una
determinación de los niveles de proteína y glucosa. En la meningitis bacteriana el nivel de glucosa
en LCR es bajo (Chávez-Bueno y McCracken. 2005). Se realizan una tinción de Gram y un cultivo del
LCR. Puede llevarse a cabo una TC si la presión intracraneal está aumentada o se sospecha de la
existencia de un absceso cerebral. También se determinan electrólitos séricos y nitrógeno ureico
en sangre.

Tratamiento clínico

En la mayoría de los casos, se administran antibióticos en cuanto se conocen los resultados de las
pruebas diagnósticas. Los antibióticos utilizados habitualmente para tratar la meningitis bacteriana
son ampicilina, aminoglucósidos, cefotaxima, ceftriaxona, penicilina G y vancomicina. A menudo,
una vez que se han realizado los cultivos y las pruebas de sensibilidad, se cambia el antibiótico, ya
que muchos organismos son resistentes a ciertos antibióticos. Estos medicamentos se administran
por vía intravenosa durante 7 a 21 días, dependiendo del agente causal y de la respuesta clínica
del niño. Se administran corticoesteroides (dexametasona) de forma adicional a los niños de más
de 6 semanas de edad para reducir el riesgo de secuelas neurológicas graves, como pérdida
auditiva sensorineural, especialmente en casos de meningitis por Haemophilus influenzae tipo b
(Chávez-Bueno y McCracken, 2005). Si existe aumento de la presión intracraneal (PIC), los
medicamentos utilizados para reducir la PIC son antipiréticos, manitol y altas dosis de barbitúricos
(Chávez-Bueno y McCracken, 2005). Dependiendo del organismo causal, la enfermedad deberá ser
comunicada al departamento sanitario local, pudiendo ser necesario ponerse en contacto con el
mismo para recibir antibióticos profilácticos, como rifampicina o ciprofloxacino. Los lactantes y
niños no recibirán nada por boca y se iniciará la administración de líquidos i.v. Estos pueden en un
principio restringirse a dos tercios de la dosis de mantenimiento,

lAlgunos niños que han sufrido una meningitis bacteriana presentan lesión neurológica a pesar del
tratamiento temprano y agresivo. Las secuelas más frecuentes afectan a los nervios craneales,
especialmente al octavo, dando lugar a pérdida de audición. Por otro lado, los niños pueden
desarrollar también complicaciones como convulsiones, hidrocefalia, derrame subdural, diabetes
insípida, SIADH, retraso del desarrollo, problemas de aprendizaje y problemas conductuales

cuidados de enfermeria

Valore el estado fisiológico del niño, incluidos constantes vitales y nivel de conciencia.

Realice una valoración neurológica básica para identificar cambios en el estado del niño.

En lactantes, mida con frecuencia la circunferencia craneal, debido a la posibilidad de obstrucción


de los ventrículos, que causa hidrocefalia.

Preste especial atención a los signos de variaciones en el estado del niño y en la respuesta al
tratamiento.

Vigile la capacidad del niño para controlar las secreciones y beber líquidos suficientes.

Monitorice el aporte y la eliminación de líquidos.

Valore cualquier posible déficit sensorial.

Identifique las preocupaciones de los padres en relación con un trastorno que supone una
amenaza para la vida de su hijo

Identifique y oriente debidamente y con antelación al alta las necesidades de asistencia


domiciliaria.

Educación para los padres

Las visitas de seguimiento son importantes para detectar complicaciones y secuelas.

Ayude a los padres a afrontar cualquier necesidad física debida a la enfermedad del niño, así como
las repercusiones emocionales, sociales y económicas de la enfermedad.

Enseñe a los padres las pautas a seguir si el niño sufre una convulsión.

Los lactantes y niños pequeños con secuelas neurológicas han de ser incluidos en un programa de
intervención temprana….
Si el niño ha sufrido una pérdida de oído, derívelo a un otorrinolaringólogo, un logopeda y un
foniatra.

Promueva la identificación temprana de otras secuelas neurológicas, como problemas de


aprendizaje.

Los niños con trastornos de audición, comprensión o atención necesitan ser incluidos en planes de
educación individualizados y los padres deben recibir ayuda para responder a las necesidades
educacionales especiales del niño.

Ponga a los padres en contacto con los servicios sociales pertinentes para pedir ayuda y soporte.
Es necesario promover la vacuna meningocócica en los adolescentes, con objeto de prevenir esta
forma de meningitis

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