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Poblamiento de América

Artículo principal: Poblamiento de América


La historia de México empieza con la llegada de los primeros seres humanos al
territorio que actualmente corresponde a ese estado nacional. El momento en que
esto ocurrió y los procesos históricos que le sucedieron es objeto de debate. En
comparación con otras épocas de la historia prehispánica del país, las fases que
antecedieron a las sociedades sedentarias de Mesoamérica han sido poco exploradas,
lo que algunos autores atribuyen a que la arqueología mexicana —desarrollada en el
marco de una relación muy cercana al Estado posrevolucionario1— se concentró desde
sus inicios a la exploración de zonas de monumentos arquitectónicos. Por esta
razón, son pocos los datos y la evidencia arqueológica correspondiente a esos años,
y todos son motivo de controversia.2

Incertidumbre sobre el origen de los indígenas americanos


El poblamiento de México está indisolublemente ligado con el poblamiento de
América, que también sigue siendo ampliamente debatido por los especialistas. Las
propuestas en torno al origen de los pueblos amerindios se dividen en dos grandes
categorías. La que cuenta con mayor aceptación es la hipótesis clovis o teoría del
poblamiento tardío, por ser la que cuenta con mayor evidencia de apoyo y con menos
objeciones en cuanto a su fechamiento. La teoría del poblamiento tardío fue
formulada por especialistas de las universidades estadounidenses, y básicamente
señala que los seres humanos llegaron a América a través de Beringia alrededor
13500 años AP. Algunos grupos llegarían a desarrollar la cultura clovis —cuyo
marcador más emblemático es la punta del mismo nombre, llamada en memoria del sitio
epónimo en Nuevo México— y se convertirían en el origen de todas las industrias
líticas indígenas posteriores.3

El hallazgo posterior de evidencias más antiguas de la presencia humana en América


generó una controversia con los defensores de la hipótesis clovis. Desde el punto
de vista de estos especialistas, el poblamiento de América fue un proceso de una
antigüedad mucho mayor, como mostraban los descubrimientos en sitios de América del
Sur como Pedra Furada (Brasil) y Monte Verde (Chile), a los que se atribuyó una
antigüedad aproximada de 32000 y 40000 años. El caso de Monte Verde, al que los
fechamientos más conservadores dan una antigüedad de 14500 años y cuyos materiales
no guardan ninguna semejanza con la cultura clovis, ha servido como apoyo
indiscutible de la teoría del poblamiento tardío —cuyas bases son anteriores a los
propios descubrimientos en Chile— y abrió la puerta para la considerar seriamente
rutas migratorias distintas a la del puente de Beringia.4

La ruta migratoria de Beringia es incontrovertible, aunque el momento en que los


humanos pasaron por ella sea motivo de discusión. Apoyan esta teoría no sólo los
materiales arqueológicos, sino también la evidencia genética y probablemente la
evidencia lingüística. Si bien se había propuesto que los pueblos indígenas de
América son producto de migraciones que ocurrieron en diferentes momentos de la
historia,5 los trabajos de Luigi Cavalli-Sforza y otros genetistas permitieron
demostrar que al menos ocurrieron tres grandes movimientos migratorios desde Asia a
América.6 El más antiguo corresponde a los amerindios, que conforman el grupo de
pueblos más numeroso de los indígenas americanos. Los orígenes de este grupo
probablemente se ubican en La segunda oleada corresponde a los pueblos de habla na-
dené, que se asentaron principalmente en la región subártica de Canadá y llegaron
en migraciones posteriores hasta el actual territorio de México, donde se
encuentran extintos desde el siglo XIX. Los avances en la lingüística sugieren una
relación entre los pueblos de lenguas na-dené con los yeniseicos de Siberia
central, pero esta posible relación todavía requiere más evidencia de apoyo antes
de considerarse completamente demostrada.7 La última migración asiática fue la de
los esquimales, que ocupan las costas de Alaska y el océano Glacial Ártico.

Otras rutas propuestas para la llegada de los humanos a América se basan en


evidencia arqueológica o en suposiciones a partir de los hallazgos disponibles. La
hipótesis solutrense considera una relación formal entre la tecnología lítica de la
cultura clovis con la tecnología europea del período Solutrense (22000-17000 AP).
Sin embargo, no hay evidencia consistente que muestre la posibilidad de un contacto
tan temprano entre Europa y América, por lo que se considera una propuesta
desechada. Otra hipótesis sostiene que pudo ser posible una migración hacia América
del Sur desde Polinesia, apoyada en las semejanzas entre algunos vocablos de las
lenguas andinas y malayopolinesias y en el hallazgo de restos precolombinos de
gallinas en Chile. Aunque estas hipótesis no se descartan entre sí y pueden ser
complementarias a la ruta de Beringia ampliamente demostrada, aun requieren mayor
investigación.

Poblamiento de México
En el caso de la antigüedad de los humanos en México, la obra de referencia es la
investigación de José Luis Lorenzo. En 1967 publicó La etapa lítica en México,8
texto en el que plantea una propuesta de reconstrucción de la historia más antigua
del país con base en ciertos hallazgos arqueológicos que fueron dados por buenos en
su momento pero que han generado polémica. De acuerdo con Lorenzo, la Etapa Lítica
comienza alrededor del año 35000 AP, con la llegada de los primeros seres humanos a
México. Los indicadores más antiguos de esta presencia que fueron considerados por
el autor corresponden a El Cedral, donde se encontraron restos de mamuts colombinos
y equinos (Equus sp.) que tienen muestras de haber sido ingeridos por seres
humanos. Los restos pertenecen a varios horizontes arqueológicos distintos, el más
antiguo fue fechado por radiocarbono entre 30000 y 21000 AP y el más reciente entre
10000 y 8000 AP.9 Otros sitios que Lorenzo consideró para sustentar su propuesta
son la cueva del Diablo (Tamaulipas), Teopisca (Chiapas) y Santa Lucía y Tlapacoya
(estado de México).

La propuesta de José Luis Lorenzo sigue siendo la base sobre la que se escribe la
historia más antigua de México. Ha sido retomada en otras obras de consulta básica
como la Historia general de México, coordinada por Daniel Cosío Villegas;10 o en El
pasado indígena, de Alfredo López Austin y Leonardo López Luján.11 Algunos autores
como Christian Duverger han criticado la extraordinaria antigüedad que los
arqueólogos mexicanos han concedido a los testimonios del proceso de poblamiento de
México, y afirman que se trata de especulaciones que obedecen a necesidades
ideológicas y no a datos concretos. Duverger es partidario de la postura Clovis
primero, y por ello sostiene que no hubo condiciones físicas que pudieran haber
permitido la llegada de los humanos a América antes de 13500 AP.12 En cambio, otros
autores igualmente críticos hacia el trabajo de Lorenzo afirman que, dados los
nuevos descubrimientos en América del Sur, no se debe descartar la posibilidad de
que México haya sido poblado antes de 12000 AP, aunque para demostrarlo hace falta
mucha investigación y encontrar la evidencia arqueológica que soporte esa
cuestión.13

En ese sentido, la evidencia más antigua y libre de controversia —en parte por no
constituir una prueba en contra de la teoría del poblamiento tardío que predomina
en la paleoantropología de América— han sido fechados antes de 12000 AP. Se
encuentran entre ellos los mamuts de San Miguel Tocuila, de 11000 AP y los restos
de Tlapacoya XVIII, fechados alrededor del año 10000 AP.

Períodos de la Etapa Lítica

Sitios del Arqueolítico en México.

Yacimientos arqueológicos del Cenolítico Inferior en México.

Yacimientos arqueológicos del Cenolítico Superior en México.


La Etapa Lítica se denomina de esta manera porque es la época en la que se
desarrollan las industrias que permitieron la confección de herramientas de piedra
a través de las cuales los humanos aprovechaban los recursos que estaban
disponibles mediante el forrajeo, la cacería y la pesca. Esto no quiere decir que
la piedra fuera el único material que aquellos grupos humanos conocieron, sino que
éste fue el que mejor resistió el paso del tiempo y del que quedan más evidencias.
El período comienza con la llegada de los humanos a México y concluye
aproximadamente con el descubrimiento de la cerámica y la diversificación entre las
culturas mesoamericanas y aridoamericanas.

De acuerdo con el trabajo de José Luis Lorenzo, la Etapa Lítica mexicana se divide
en tres grandes períodos, que son el Arqueolítico, el Cenolítico y el
Protoneolítico. El primero de ellos corresponde a la época anterior a 14000 AP,
época en la que han sido fechados la mayor parte de los controversiales hallazgos
preclovis en territorio mexicano. Los otros dos períodos cuentan con mayor
evidencia e información, pero en general, como se dijo antes, es muy poco lo que se
conoce de este amplio período de la historia de México.

Arqueolítico
Dos de los sitios excavados por Lorena Mirambell en el cerro de Tlapacoya cuentan
con materiales que han sido fechados antes de 13000 AP. En Tlapacoya I se
encontraron los restos de una fogata asociada a unas hojas de obsidiana y otras
piedras. Los restos de esta fogata fueron fechados en 24000 ±4000 AP. En la segunda
trinchera de este sitio se encontraron restos óseos y de otras fogatas, fechados en
21700 ±500 AP; así como restos de fauna extinta hace más de 22 mil años. En
Tlapacoya II se encontró un tronco de un árbol con una hoja de obsidiana
incrustada. El árbol fue fechado en 23150 ±950 AP. Otros arqueólogos se muestran
renuentes a considerar válidos los hallazgos de Tlapacoya, y atribuyen la
asociación del hogar y su forma circular, la obsidiana y los restos orgánicos a
factores ambientales como la acción de otros animales, la mecánica del suelo y los
flujos acuáticos en este lugar que estuvo en la orilla del lago de Chalco. Sin
embargo, también resulta poco plausible que todos estos elementos se encuentren en
el mismo contexto debido a factores no culturales.14

Cenolítico

Cráneo de la cueva de Coxcatlán.

Mandíbula de mamut colombino en San Miguel Tocuila.

Recreación de la vida en Tlapacoya durante el Cenolítico


El Cenolítico comienza alrededor del año 14000 AP (milenio XII a. C.).8 A
diferencia de los yacimientos arqueológicos correspondientes al Arqueolítico, los
sitios del período Cenolítico presentan restos de puntas líticas de proyectil que
irán evolucionando a lo largo del tiempo con poca celeridad. Las más
representativas al inicio de este período son las puntas clovis, que toman su
nombre de un yacimiento en Nuevo México pero que en realidad se encuentran
presentes en gran parte de América del Norte. El período se divide en dos fases: el
Cenolítico Inferior, que abarca de 14000-9000 AP (milenios XII al VII a. C.) y el
Cenolítico Superior, desde 9000 hasta 7000 AP (milenios VII al V a. C.).

La transición entre el Arqueolítico y el Cenolítico está marcada por la


introducción de nuevas técnicas para la confección de herramientas. Mientras que en
el Arqueolítico éstas se producían mediante la percusión de piedra contra piedra,
en el Cenolítico se introdujeron la percusión con objetos más suaves de madera y
piedra, el tallado y la aplicación de presión que permitía desbastar la base en
pequeñas astillas para producir bordes más filosos y finos. Como resultado de estas
innovaciones tecnológicas, el repertorio de herramientas disponibles en las
culturas paleoamericanas aumentó significativamente para incluir raspadores,
cuchillos y puntas de proyectil.15 Se ha encontrado evidencia de la transición al
Cenolítico en algunos sitios como El Riego y Coxcatlán, en Puebla; Guilá Naquitz en
Oaxaca; Ocampo, en el estado de Tamaulipas y cueva Espantosa en Coahuila.16
Algunas de las tradiciones líticas más representativas de este período son la
cultura clovis y las tradiciones folsom y lerma, a las que más tardíamente se
añadió la tradición paiján. La cultura clovis —también conocida como cultura llano—
es un complejo tecnológico que al parecer se originó en el suroeste de los actuales
Estados Unidos. Se difundió en el Cenolítico Inferior por una amplia región de
América del Norte y Centroamérica. En México una gran concentración de yacimientos
correspondientes a esta tradición se encuentra en el noroeste, aunque hay sitios
más sureños como San Juan Chaucingo (Tlaxcala).

En el Cenolítico Inferior, grupos nómadas habitaban el territorio de México,


subsistiendo principalmente de la cacería, como muestra la gran cantidad de puntas
de proyectil que han sido fechadas en esta época. Estos grupos se especializaban en
la caza de especies menores, aparentemente la megafauna del Pleistoceno sólo se
aprovechaba cuando ya estaba muerta o en situaciones de alta vulnerabilidad. En
esta época los vegetales aprovechados por los humanos ya incluía a los ancestros
silvestres del maíz y del aguacate.16

Varios cambios en la tecnología y otros elementos de la cultura material asociados


a las extinciones masivas de la megafauna al final del Pleistoceno marcan la
transición hacia el Cenolítico Superior, que abarca aproximadamente del año 7000 al
5000 a. C. La desaparición de especies animales relevantes para la supervivencia
humana en esa época no fue un proceso súbito, sino el producto del cambio climático
global y la cacería. En América del Norte desaparecieron especies como el mamut
colombino, el perezoso, el mastodonte, los equinos y los camélidos. Esta situación
motivó una modificación en las formas de supervivencia y, por lo tanto,
modificaciones en la tecnología y en la cultura material.17

La base de la economía de los paleoamericanos durante el Cenolítico Superior


consistió en la caza de especies menores. En las costas se intensificó la
explotación de moluscos, crustáceos y otras especies marinas. Quedan notables
testimonios de estas prácticas alimenticias en la costa de Chiapas, correspondiente
a la tradición costera del Pacífico; y en la península de California, donde se
desarrolló la cultura de Las Palmas. En el interior del país se intensificó la
cacería de pequeñas especies, que ya había sido importante a lo largo de los
períodos anteriores. Sin embargo, la recolección tomó un papel preponderante con el
paso del tiempo, particularmente aquellas especies como el mezquite (Prosopis
juliflora) con alto contenido de harina, y otras gramíneas que se incorporaron como
parte importante de la dieta.18

Por ello, la economía se reorientó hacia la recolección y la caza menor. La


consecuencia de este cambio en el modo de subsistencia propició el desarrollo de
tecnologías destinadas al procesamiento de los vegetales. Algunos instrumentos
inventados en el Cenolítico Superior , como el molcajete y el metate, son de uso
cotidiano en México.

Protoneolítico o protoagrícola.

Maíz fósil
Protoneolítico: se entreteje en el tiempo con el período anterior, pues va del año
5000 a. C. al 2500 a. C., y está relacionado con el desarrollo de una agricultura
incipiente en ciertas áreas de México, especialmente en el valle de Tehuacán, la
zona Occidente de Jalisco y la región Cuenca del Balsas, donde algunos autores
consideran que tuvo lugar la domesticación del maíz. Esta revolución tecnológica
propició el desarrollo de nuevos instrumentos, con un mejor acabado respecto de los
anteriores, en virtud de un mayor dominio de las técnicas de labrado de piedra. A
lo largo de este periodo, la agricultura se convertirá poco a poco en el principal
medio de subsistencia para el área mesoamericana, con lo cual la historia
precolombina de México seguiría caminos diferentes entre Mesoamérica y
Aridoamérica.

Descubrimiento de la agricultura
Las razones por las cuales ocurrió la transición entre las sociedades de
recolectores-cazadores a las agrícolas sedentarias no han sido bien establecidas.
Algunos autores señalan que probablemente se produjo por incapacidad del sistema
económico de apropiación directa de los recursos naturales para sustentar a una
creciente población. Sin embargo, no se han encontrado indicios de un aumento
demográfico importante al debutar el periodo protoneolítico.

Lo que se sabe es que en ciertas regiones de la futura Mesoamérica, incluso en el


desierto tamaulipeco, se han localizado puntos de ocupación humana prolongada por
milenios; algunos de los cuales están relacionados con el desarrollo de ciertos
cultivos. Por lo tanto, el descubrimiento de la agricultura en México debió ocurrir
en varios núcleos, a partir de los cuales se difundió a otras regiones.

Los cultivos más antiguos de México debieron ser el guaje y la calabaza, cuyos
restos más antiguos datan del final del periodo Cenolítico superior. Más tarde se
domesticaron el frijol, maíz, maguey, nopal, yuca, jitomate, aguacate, amaranto,
chile, zapote, ciruela y algodón. Tiene especial importancia la agricultura del
maíz, base de la civilización mesoamericana. Nuevos fechamientos de los restos
encontrados en Coxcatlán y Las Abejas, en el valle de Tehuacán, arrojan el dato del
año 3000 a. C. durante el cual se dio la generación de la especie Zea mays, a
partir de Zea mexicana (teocintle), que habría ocurrido en la cuenca de México. Sin
embargo, no debemos olvidar la disputa sobre el origen del maíz, al cual ciertos
investigadores lo atribuyen más bien de procedencia andina. Algunos restos
arqueológicos hallados en el Valle de México hacen suponer que ya desde el año 7000
a. C. al 5000 a.C., sus antiguos pobladores fueron capaces de domesticar algunas
especies de plantas comestibles, tales como el chile, aguacate y calabaza (la
especie Cucurbita mixta). Hay hipótesis de que pequeños grupos reunidos en pocas
decenas de personas, llevaban a cabo labores de agricultura, mantenían el terreno
libre de matorrales, cuidaban el crecimiento y daban atenciones necesarias a las
plantas a fin de obtener sus frutos. Esta actividad trajo como consecuencia que
estas plantas ya no fueran capaces de reproducirse por sí solas.

Durante la etapa conocida como horizonte Protoneolítico (5000 a. C. al 2500 a. C.),


se domesticaron otras especies, como el guaje, frijol, zapote blanco, zapote negro
y maíz, todas ellas de gran relevancia para los pobladores del Valle de México. En
particular el maíz (Zea mexicana), o teosinte, es resultado de diversas
manipulaciones que nos permiten aprovechar las actuales mazorcas de hasta 20
centímetros. A finales del Protoneolítico, los primitivos grupos de cazadores se
vuelven agricultores y deben cuidar sus sembradíos.

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