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Aunque las primeras estrellas fulgurantes pueden haber sido detectadas en 1924, las
primeras observaciones confirmadas se atribuyen al astrónomo Willem Jacob Luyten,
que descubrió espectros variables en dos estrellas enanas, V1396 Cygni y AT
Microscopii. Sin embargo, no sería hasta 1948 que se descubrió la estrella
fulgurante más conocida, UV Ceti. Se observó en muy poco tiempo un incremento de 4
magnitudes en el brillo de la estrella y un aumento de la temperatura a 10.000 K
desde los 2700 K iniciales, volviendo a la normalidad en menos de un día. Hoy, este
tipo de estrellas variables también son conocidas como variables UV Ceti.1
Historia
En 2004 se registró una gran erupción en la estrella GJ 3685A que aumentó su brillo
unas 10.000 veces, en un llamarada de 20 minutos de duración.3 Incluso para este
tipo de estrellas, su intensidad fue anormalmente alta. Igualmente, en 2008 se
observó una enorme erupción en la estrella EV Lacertae, miles de veces más grande
que la mayor erupción observada en el Sol.
Características físicas.
Se piensa que las llamaradas en las estrellas fulgurantes son análogas a las
erupciones solares, pero con algunas diferencias importantes. Por una parte, las
estrellas fulgurantes son intrínsecamente débiles en luz visible, especialmente en
longitudes de onda cortas. Por ello, la erupción eleva drásticamente la luminosidad
en el rango ultravioleta-azul. En segundo lugar, el tamaño de las erupciones puede
tener un tamaño significativo en comparación con la propia estrella, mientras que
en el Sol están limitadas a unos pocos miles de km.1