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México prehispánico es un período de la historia del país anterior a la conquista y

colonización española a partir de 1521. Es necesario aclarar que México es un


Estado moderno cuyas fronteras fueron fijadas a mediados del siglo XIX. Por lo
tanto, la historia mexicana de la época prehispánica es la historia de los pueblos
que vivieron en ese territorio, no la historia del estado mexicano en la época
precolombina.

La historia prehispánica de México comienza con la llegada de sus primeros


pobladores. Sobre el poblamiento de América se han propuesto numerosas hipótesis,
pero la que cuenta con mayor aceptación y evidencia de apoyo señala que los humanos
entraron al continente a través de Beringia durante la época de las glaciaciones.
Esta teoría está demostrada por estudios recientes de ADN basados en los
haplogrupos del cromosoma Y (ADN-Y) y los haplogrupos del ADN mitocondrial (ADNmt).
La época en que esto ocurrió es motivo de debate entre quienes defienden la teoría
del poblamiento temprano y la del poblamiento tardío. En el caso de México, algunos
autores han querido ver evidencia que apoya la primera, como los hallazgos de El
Cedral (San Luis Potosí), a los que se atribuye una antigüedad de 33 mil años.

Con la llegada de los primeros habitantes comenzó la Etapa Lítica —correspondiente


con el período paleoamericano— durante el cual los grupos humanos eran nómadas,
sobrevivían de la recolección, la cacería y la pesca y contaban con una tecnología
lítica que fue mejorándose constantemente a lo largo de milenios. De esta época
data la invención del molcajete, el metate y otros instrumentos asociados al
aprovechamiento de las semillas; así como el desarrollo de armas de sílex y
obsidiana entre las que destacan las puntas clovis, que supusieron un gran adelanto
tecnológico por su eficacia.

La interacción de diversos factores ambientales, sociales y culturales fue uno de


los elementos que tomaron parte en la diversificación de las sociedades indígenas
que vivieron en lo que actualmente es México. Un hito fundamental en este proceso
fue el descubrimiento de la agricultura, que tuvo lugar entre los años 8000 y 2000
a. C. La domesticación de diversos vegetales —como la calabaza (Cucurbita sp.), el
maíz (Zea mays), el frijol (Phaseolus vulgaris) y el chile (Capsicum annuum), entre
otros— supuso condiciones que propiciaron la sedentarización humana en el sur del
actual territorio de México y América Central.

De acuerdo con la propuesta de algunos antropólogos y arqueólogos como Julian


Steward y Paul Kirchhoff, las sociedades prehispánicas de México forman parte de
tres grandes superáreas culturales. El norte de México, aproximadamente hasta la
línea del trópico de Cáncer, se encontraban los pueblos nómadas organizados en
formaciones sociales poco complejas. Esta gran área cultural es llamada
Aridoamérica, y se extiende hacia los Estados Unidos por el territorio de Texas,
las Montañas Rocosas y California. De estos pueblos se conservan escasos
testimonios, pero de ninguna manera debe pensarse que carecían de cultura.

En el sur de México y el noroeste de América Central se desarrolló la civilización


mesoamericana. Mesoamérica fue un mosaico étnico y lingüístico compuesto por
pueblos que compartían varios rasgos culturales, entre ellos la formación estatal,
la arquitectura monumental, la escritura, el uso de calendario civil y ritual, y
una economía basada en la agricultura del maíz. Las culturas mesoamericanas son las
mejor conocidas del México prehispánico porque la evidencia arqueológica de su
desarrollo ha sido investigada más intensivamente que en el caso de las otras
áreas. Se toma generalmente como hito inicial de la historia mesoamericana la
invención de la cerámica, que ocurrió aproximadamente alrededor del año 2500 a. C.
La conquista y colonización española supuso el fin de esta civilización, y los
pueblos mesoamericanos fueron sometidos desde entonces a un proceso de aculturación
que prosigue en la actualidad.
Oasisamérica es la tercera de las superáreas culturales del México , formada por la
progresiva sedentarización de algunos pueblos aridoamericanos en el noroeste de
México y la Gran Cuenca del suroeste de los Estados Unidos. Los pueblos de la
región oasisamericana tuvieron una relación muy intensa con Mesoamérica desde
épocas muy antiguas, pero fue alrededor del siglo VII de la era cristiana cuando se
establecieron las comunidades sedentarias y la organización social compleja que las
caracterizó. Los oasisamericanos también eran pueblos agricultores, pero solo unos
pocos cultivos fueron domesticados por ellos, entre ellos el frijol tépari
(Phaseolus acutifolius). Una mezcla de factores ambientales adversos y la crisis
social propició la ruina de las civilizaciones oasisamericanas, en algunos casos
antes de la llegada de los españoles.

La historia de las sociedades que vivieron en el México prehispánico básicamente es


conocida a partir de la investigación arqueológica por varias razones. En primer
lugar, porque no todos los pueblos habían desarrollado la escritura, que es uno de
los rasgos que distinguen a Mesoamérica del resto de las culturas y civilizaciones
americanas. En segundo lugar, porque cuando se retomó el interés en sus registros
escritos —monumentos, estelas, códices, cerámica— se había olvidado el modo de
leerlo, por lo que hubo que esperar a los avances en el campo de la arqueología, la
historiografía y la lingüística para poder interpretarlos. Finalmente, porque
muchos documentos indígenas fueron destruidos en las primeras décadas después de la
Conquista.

A los escasos registros documentales y los descubrimientos arqueológicos se suman


los documentos escritos después de la Conquista. Estos registros comprenden las
crónicas de conquistadores y evangelizadores, la investigación realizada por
algunos clérigos con información de personas que vivieron en la época precolombina,
la obra de autores indígenas que aprendieron a escribir en el alfabeto latino y los
códices históricos que emplearon algunas comunidades indígenas para reclamar la
posesión legítima de sus tierras ante el rey de España.

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