Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Es evidente,
por cierto, que el arte es algo que se acepta con placer, que muchas veces resulta de gran valor
para el coleccionista y que, incluso, puede robarse para exigir rescate. El arte se considera,
también, como un reflejo de la sociedad dentro de la cual surge.
El arte y la ciencia han conservado, de algún modo, las mismas formas en los más avanzados
estados del conocimiento en ambos terrenos; son muchos los que afirmarían el gran valor que
tiene la experimentación avanzada y al mismo tiempo, pocos conceden a los artistas el mismo
derecho a la experimentación que a los científicos, sin darse cuenta que el artista también maneja
masa, energía y movimiento, aquí también las aptitudes y los valores desempeñan su parte. Tanto
en el científico como el artista tratan de penetrar en lo desconocido en su búsqueda de la verdad.
El sentido del arte se ha considerado, generalmente, como algo con lo cual se nace, algo que
surge intuitivamente de la sensibilidad individual. Se ha discutido mucho sobre si el arte puede
realmente enseñarse. Pero también hay quienes piensan que el arte es algo tan vital para nuestra
sociedad que debemos comenzar desde muy temprano en nuestro sistema de educación a
“enseñar” buen gusto y a desarrollar el hábito de seleccionar cuidadosamente los objetos de
nuestro ambiente. Ninguno de estos dos puntos de vista extremos parece justificado. Según el
primero, nada puede hacerse para estimular a los niños en sus experiencias artísticas, todo sucede
como si una chispa mágica del cielo encendiera de algún modo a los pocos elegidos. El otro
concepto trata desesperadamente de desarrollar un programa que por medio de recompensas
apropiadas y una conveniente acción disciplinaria logre que los niños se adapten rápidamente a los
patrones artísticos del maestro. Fuera de estos dos puntos está el individuo que es libre de
rechazar o aceptar, de formular sus propias opiniones y de abrir nuevos caminos, pero que no
debe tener la libertad de convertirse en un espectador pasivo de nuestra sociedad.
El arte influye, asimismo, en el desarrollo estético del niño. La estética puede definirse
como el medio de organizar el pensamiento, los sentimientos y las percepciones en
una forma de expresión que sirva para comunicar a otros estos pensamientos y
sentimientos. No existen patrones ni reglas fijas aplicables a la estética. En los
productos de la creación de los niños, el desarrollo estético se revela por la aptitud
sensitiva para integrar experiencias en un todo cohesivo. Esta integración puede
descubrirse en la organización armónica y en la expresión de pensamientos y
sentimientos realizada a través de las líneas, texturas y colores utilizados11.