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III Simposio Internacional

Infancia, Educación, Derechos de niños, niñas y adolescentes: Las


prácticas profesionales en los límites de la experiencia y del saber
disciplinar

Celebrado en la ciudad de Mar del Plata, Argentina


Los días 11, 12 y 13 de agosto de 2011
ISBN 978-987-544-392-1

………..

 Organizado por:
Universidad Nacional de Mar del Plata - Facultad de Psicología - Sec. de Extensión y Sub. de
Postgrado | Especialización en Infancia e Institución(es).

FLACSO - Argentina - Area Educación - Diplomatura en "Psicoanálisis y Prácticas Socio -


Educativas".

Universidad Nacional de Mar del Plata | FLACSO-Argentina | Centro de Estudios Sup. Universitarios, Univ. Mayor de San Simón, Cochabamba,
Bolivia (CESU-UMSS) | Laboratorio de Estudios e Investigaciones Psicoanalíticas y Educacionales sobre Infancia LEPSI IP/FE-USP | Red de Estudios
en Familia de la Universidad de Murcia, España. REFMUR | Programa de Postgrado en Educación de la Universidad Federal Minas Gerais, Brasil |
Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación | Universidad Católica de Santiago del Estero | Universidad Kennedy | CURZA-Viedma,
Universidad Nacional del Comahue

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www.mdp.edu.ar/psicologia
educacion.flacso.org.ar
III Simposio Internacional sobre Infancia, Educación, Derechos de niños, niñas y
adolescentes. Las prácticas profesionales en los límites del saber y de la experiencia
disciplinar.

“Infancia y Políticas Públicas. Recrear (nos) en la práctica,


hacer lugar a una clínica psicoanalítica”

Eje n°:6 “Infancia, Institución y Políticas Públicas.


Autoras: Alarcón, Maricel
Bacelli, Flavia
Codina, Laura
Crisci, María Soledad
Tazzo, Mariana
Institución: Dirección General de Infancias y Familia- Municipalidad de Rosario.
Domicilio de la Institución: Santa Fe 638. Ciudad Rosario, Pcia. Santa Fe.
Función: Psicólogas Dispositivo Clínico Ambulante.

-2011-

Breve historización del dispositivo clínico


“Trabajo clínico ambulante en el abordaje integral de las problemáticas de la infancia”, se
denomina al dispositivo que echamos a andar alrededor de marzo del 2009 en el Área de la Niñez de la

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Secretaría de Promoción Social de la Municipalidad de Rosario. Proyecto éste creado por cinco psicólogas
de dicha institución, quienes transitamos desde el 2004 diferentes programas y proyectos que abordan
fundamentalmente situaciones de vulnerabilidad. Desde nuestra especificidad, desde un bagaje
psicoanalítico, desde el replanteo de nuestra práctica, desde nuestra formación académica y retrabajo de
situaciones dentro y fuera del ámbito Municipal; y desde la visualización de aquellos niños que no acceden a
un trabajo clínico creamos dicho dispositivo presentándolo como proyecto a la hoy denominada Dirección
General de Infancias y Familias (ex Área de la Niñez).
La “Dirección General de Infancias y Familias” de la Secretaría de Promoción Social, se denomina
de este modo desde diciembre del 2009. El hasta entonces llamado “Área de la Niñez”, tiene su antecedente
en el “Departamento de Minoridad y Familia”, fundado en el año 1988. En el mes de junio de 2001 se
modificó su denominación por la de Área de la Niñez, según resolución Nº 351/2001, “por considerar que
el término “menores” reproduce una fragmentación en el tratamiento de la infancia, ya que la doctrina
basada en la legislación de principios de siglo ha referido a “menores” como a los niños pobres o de clases
sociales marginales, involucrando dicho criterio una fuerte estigmatización social”.1
Ahora bien, con el cambio de nomenclatura, ¿existe materialmente una modificación sustancial en
dichas políticas?
Si reseñamos brevemente los programas2(“Programa Integral de Atención e Intervención en
problemáticas de la infancia”, se nombra como equipo de seguimiento familiar; “Programa de Promoción
familiar”, se nombra como operadores de calle; “Programa de Familia Sustituta”), entre otras cuestiones,
podemos preguntarnos: ¿Cuál es la política hoy? ¿A quién se dirige? ¿Qué prescribe? ¿A quién produce?
Algunas de las “problemáticas” que atraviesan el devenir de las infancias (fundamentalmente
“abandono” y “situación de calle”) han sido materia de “incumbencia” primero de la Iglesia, luego del Poder
Judicial y por último del Estado, sin un desentendimiento completo de uno u otro a lo largo de la historia,
con una convivencia en su participación en la actualidad.
En relación al “nombre” del dispositivo:
 Con respecto a la nominación de “ambulante”, se trata de romper la lógica de “división
distrital” que ha caracterizado la política de la Municipalidad de Rosario pensada para
“todas” las áreas de las que se ocupa (trámites, documentación, etc.). Notamos que tal
“organización” barre con la historización del niño y lo convierte en “objeto administrativo”,
entre otras consecuencias de tal implementación.
 Al enunciar “trabajo clínico” apuntamos a la recuperación de la especificidad y la identidad
profesional. En la Secretaría de Promoción Social es histórico el borramiento de las mismas
y particularmente de los psicólogos. En la convocatoria a esta disciplina, como con otras, no

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Del escrito institucional del Área de la Niñez.
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Recordemos “la focalización” que implica las políticas por programas: un recorte en la población y en el tiempo. Generándose la
captura por el diagnóstico, como efecto iatrogénico.
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hay un fundamento particular. Este dispositivo intenta rescatar y dar un estatuto más definido
a la práctica específica del psicólogo.
 En alusión a: “en el abordaje integral de las problemáticas de la infancia”, pretendíamos
evitar una “derivación” en los términos en los cuales suele aparecer en estos ámbitos: “te lo
paso y me desligo porque yo ya no sé qué hacer con esto”, práctica muy extendida también
en las intervenciones con situaciones muy complejas. Por lo general dicha “derivación”
viene de la mano de la frase “agotamos todas las instancias de intervención”. Podríamos
leer como subtexto de lo antedicho: “estamos agotados, con esto no podemos hacer más
nada... -o bien- lo tuvimos que tomar porque no podemos decir que NO como institución
territorial del Estado, de primer nivel de intervención”. Podríamos pensar en éstos como
mandatos institucionales. Otro motivo importante para llamarlo “abordaje integral”
consistió en hacer viable el proyecto en la institucionalidad en la cual lo presentamos.
Cualquier proyecto del Área de la Niñez llevaba ese sello con la intención de enmarcarse en
los preceptos de la Convención por los Derechos del Niño con la Doctrina de la Protección
Integral, de este modo figura en toda la folletería institucional. Hoy nos llaman
informalmente “Dispositivo clínico ambulante”

¿Cómo pensamos la conformación de nuestro trabajo?


El dispositivo consta no sólo del trabajo clínico con los niños y quienes están ligados a ellos desde
algún lazo significativo, sino también la participación en reuniones interdisciplinarias e interinstitucionales
con otros agentes públicos. En ellas los participantes varían de acuerdo a la situación en cuestión, pero a
grandes rasgos podemos nombrar los lugares de pertenencia de los equipos y profesionales: “Dirección
Provincial para la Promoción de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes” (Ministerio de Desarrollo
Social de la Provincia de Santa Fe); “Hogares” (pertenecientes a dicho ministerio o no); “Centros
Territoriales de Referencia” (con quienes compartimos la institución denominada “Dirección General de
Infancias y Familias”); Centros de Salud (Secretarías de Salud Pública Municipal y Provincial); Escuelas;
Centros Comunitarios, ONGs; etc.
En lo concreto, recibimos el pedido de un equipo formado por diversos profesionales, pero cuyo
“seguimiento” de la situación la vienen realizando desde el CTR (Centro Territorial de Referencia) de
nuestra Dirección. Se trabaja en algunos primeros encuentros, por lo general más de uno, ya que la
complejidad de la exposición e historización de la situación así lo requieren. Cuando decimos “situación”
nos referimos tanto a los avatares en la historia familiar, los lazos de los miembros familiares con las
instituciones, los modos de transitar esos lazos, como también las intervenciones de las instituciones del
Estado y sus modos de responder, mirar y escuchar a la familia. Este momento de trabajo abre interrogantes
y conmueve algunas cuestiones en los equipos, no sólo de la situación puntual que se debate, sino también
conflictos institucionales, movilizando de diverso modo (o no) a los actores.
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Por nuestra parte, seguimos trabajando esta suerte de “admisión” y de allí tratamos de circunscribir el
pedido y de determinar condiciones mínimas de posibilidad de trabajo (lugar / tiempo de encuentro). En
ocasiones deriva en el trabajo con el niño o adolescente, y en función de aquel las entrevistas con los adultos
(profesionales de quienes proviene el pedido, personal de los hogares o adultos significativos), tal como se
los incluye a los adultos en el trabajo clínico con niños. El encuentro con un niño puede derivar o no en un
tratamiento, y es parte del trabajo particular con él el armado del encuadre. Para cada niño en particular
llevamos “la caja” de juegos, que de acuerdo a las posibilidades de cuidado de la misma por parte de la
institución donde se trabaje, queda allí o la lleva y trae el terapeuta. Estas condiciones de posibilidad para el
cuidado de “la caja” develan de algún modo las condiciones de alojamiento, resguardo, apertura o cerrazón
de la institución en cuestión. También este “llevar y traer” la caja grafica algo de “lo ambulante”.

Hablar de un “entre”: propuesta y puesta en marcha.


Nos es sabido que el papel del Estado, desde la conformación de los estados modernos en Occidente,
ha consistido en la función de control de las poblaciones, entre otras. Para tal fin, dispositivos tanto estatales
como eclesiásticos le han adjudicado a los niños diferentes espacios y adjetivaciones; tal como se han
configurado divisiones y diferencias en el espacio de lo social, bajo los preceptos de la familia, la escuela y
el trabajo.
Lo que se ha dado en llamar: menores, infancia tutelada, infancia peligrosa, infancia riesgosa o en
riesgo; han sido el fundamento y el destino de las intervenciones en el ámbito de lo público –a nivel
macropolítico- en el cual se enmarcan los programas –a nivel micropolítico- a los que se hace referencia al
inicio de este escrito.
Bajo los preceptos de la Doctrina de la Protección Integral y las nuevas leyes en materia de infancia,
dichas políticas se pretenden para la infancia. Ahora bien, si lo que se pretende es considerar al niño como
sujeto de derechos, nos interrogamos por algunas cuestiones que dan fundamento a la creación del
dispositivo en sí.
Algunas condiciones que han marcado cierto tratamiento de estos niños como objeto más que como
sujetos, son: la escasez de recursos humanos y materiales dispuestos para atender a problemáticas complejas
y la disposición que, en función de dichos recursos, se le han ofertado a estos niños. Entre ellos,
dispositivos grupales e institucionales a los que, precisamente, no acceden aquellos niños con mayores
dificultades en la constitución del lazo. Las situaciones más visibles aparecen como dificultades por
consumo de sustancias, situaciones de abuso sexual, maltrato, abandonos, situación de calle; los menos
visibilizados son aquellos cuya problemática se apuntala en lo nodal de la constitución subjetiva. Nos
encontramos entonces con que el intento fallido de encuentro con el otro aparece por vías disruptivas,
violentas, coercitivas. Lo que nos devela que, si no hay cabida para trabajar estas cuestiones no hay para
éstos otras posibilidades. Con lo que se encuentran es con un vacío, que nos habla en definitiva de una
política en infancia que genera fragmentación y que sólo en lo enunciativo el niño es “sujeto de derechos”.
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Se grafica de este modo en la anulación de aquellos niños que van errantes de la calle al hogar de
menores, del hogar de menores a los circuitos delictivos, de éstos a los penitenciarios, y así sucesivamente,
sin que se arbitre algún lugar que los aloje a no ser por la vía de la adjetivación: será un “chico en situación
de calle”, abordado por tal programa para tal fin; un “huérfano” en un hogar; un “adicto; un “delincuente”…
en fin… quedarán perdidas las coordenadas transferenciales y filiatorias necesarias al soporte constitutivo.
Otro modo de graficar esta cuestión se vincula a la situación del niño múltiplemente intervenido por
tales prácticas fragmentadas e itinerantes, enmarcadas en la focalización de los programas del Estado, de la
mano de dicha adjetivación de las infancias.
La creación de este dispositivo implica una apuesta a la construcción de lazos…
Desde la tensión de la articulación interinstitucional e interdisciplinaria escuchamos: “las
intervenciones con este niño ya están agotadas”. Ante lo cual lanzamos las siguientes preguntas a nuestro
propio campo específico: ¿Qué es lo que se agotó? ¿Para quién cabe la intervención analítica? ¿Para el
niño por el que se demanda? ¿Para las instituciones? ¿Para los actores institucionales en su singularidad?
Desde tales apreciaciones e interrogantes, comenzamos a pensar en una praxis que, desde el
psicoanálisis, no vuelva a replicar aquello que leemos: la reducción del niño al lugar de objeto. Nuestro
campo discursivo epistemológico amerita una revisión, a través de la construcción y el andar de un
dispositivo que pretenda un trabajo con la singularidad. Es decir, un trabajo cuyos alcances son limitados;
y cuya invención de encuadre para cada situación singular no debería ser limitada por el acartonamiento de
algunas prácticas desde el accionar de nuestra profesión.
Entre otras, una de las revisiones fundamentales ha consistido en la distinción de aquellos desarrollos
teóricos que posibilitan o condenan al niño en función de algunas coordenadas. En lo concreto, la
posibilidad de pensar la configuración del infantil sujeto recuperando la asimetría adulto-niño nos ha
permitido desmontar imaginarios –expresados fundamentalmente en las reuniones interdisciplinarias e
interinstitucionales- que condenaban al niño a un destino cruel en función de una historia de origen que
rompe con los cánones de la “familia tipo burguesa” (imaginario vigente y efectivo a la hora de pensar
situaciones y tomar decisiones). En las primerísimas confrontaciones que develaban esta cuestión, nos
fuimos percatando aquello que desde nuestro propio campo discursivo era preciso afinar en función del
trabajo con otros, y en función del lazo. Es decir, deslindar por ejemplo, todo lo que hace al tratamiento de
“objeto” del niño que alimentan ciertas prácticas del campo psi; de aquellos que sitúan a un niño que, si bien
necesita del sostén y del alojamiento de un otro adulto asimétrico, cuenta con la posibilidad de
simbolización, y que se presenta como activo. De un modo u otro, si los fundamentos se tornan totales hacia
una u otra orilla, se replica el tratamiento del niño como objeto, despojado de sus derechos, del lugar de
“sujeto”, también dentro de las consideraciones psicoanalíticas.
En el mismo sentido, entre otras cuestiones, nos es preciso a partir de aquí enunciar que así como
constatamos que nuestras herramientas no son infalibles, también podemos situar que un niño que está
sufriendo no agotará su problemática en la intervención psicoanalítica transferencial con su analista. En la
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medida en la cual ciertas instituciones y muchos actores institucionales perpetúen las adjetivaciones, de la
mano de un Estado desfondado y desentendido del llamado a disponer coordenadas filiatorias disímiles a las
tradicionales perpetuadas en las prácticas, será muy difícil que el propio texto de la ley no sea utilizado en
los sentidos estatuidos.
En función de lo antedicho, el verdadero debate de las “nuevas” leyes se torna novedoso en el “cada
vez” no tanto por lo revolucionario de sus preceptos, sino más bien por las paradojas que bajo enunciaciones
y discursos para la infancia, perpetúan las políticas contra la infancia, al decir de Graciela Frigerio,
sosteniendo vigentes las preguntas: ¿qué implica considerar al niño un sujeto pleno de derechos? ¿Cuál es la
política hoy? ¿A quién se dirige? ¿Qué prescribe? ¿Qué sujeto produce y qué reproduce?
Nos interesa que este dispositivo sea un instrumento para analizar qué se está diciendo en el “cada
vez”, qué se le estará disponiendo al niño en función de determinadas enunciaciones, leyendo entre líneas lo
que se dibuja y desdibuja en las prácticas en las instituciones de nuestra época.

Bibliografía
 COREA, Cristina; LEWCOWICZ, Ignacio; “¿Se acabó la infancia? Ensayo sobre la destitución de
la niñez.”; Ed. Lumen/Hvumanitas; Bs. As.; 1999.
 FREUD, S.; “Más allá del principio del placer”; Ed. Amorrortu; Bs. As.; 1998.
 FREUD, S.; “Tres ensayos de teoría sexual”; Ed. Amorrortu; Bs.As.; 1998.
 MINNICELLI, M.; “Infancias en estado de excepción”; Ed. Novedades Educativas; Bs. As.; 2010.
 MINNICELLI, M.; “Infancias públicas. No hay derecho.”; Ed. Novedades Educativas; Bs. As.;
2004.

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