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Caso:
El paciente es un hombre de 30 años.
Problema: el paciente fue llevado a la sala de emergencias de psiquiatría por una asistente
social. Él la había llamado en medio de la noche para decirle que no podía más con su vida,
había llorado y hablaba de suicidio.
La asistente social explicó que su paciente vivía solo, que ella no se sentía capaz de
ayudarlo y que su psicoterapeuta estaba de vacaciones, por ello aconsejó internarlo. El
paciente estaba retraído y tenso, y pidió disculpas por los problemas que estaba causando;
no obstante, se notó más tranquilo cuando se le dijo que podía permanecer en el hospital, y
no tuvo objeciones cuando se le indicó la habitación que por el momento debía compartir
con tres pacientes mayores.
Antecedentes: A los cinco años perdió a su padre quien murió en un accidente de tránsito.
El paciente era hijo único y le había ido bien en la escuela y nunca había dado a su madre
ningún tipo de problema. Eran muy unidos y él hacía todo lo posible para satisfacerla. Aún
de niño, solía entender que ella era todo lo que él tenía. Se comportaba bien en la escuela, y
siempre hacía lo que las maestras le pedían, todo el tiempo estaba dispuesto a aceptar las
tareas adicionales que sus compañeros no querían realizar, y aparentemente siempre estaba
contento de complacer a los demás.
A los 16 años quiso iniciar una carrera universitaria, pero esto significaba irse a vivir a otra
ciudad, lo que a su madre no le gustó, por ello dejó el colegio y comenzó a trabajar en un
supermercado. Trató de hacer su trabajo lo mejor posible, siempre dispuesto a reemplazar a
sus colegas, y nunca se quejaba de tener que realizar horas extras. Durante su adolescencia
le hubiera gustado salir con amigos, pero comprendía su responsabilidad de pasar casi todas
las tardes con su madre.
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A los 20 años tuvo la primera pelea con su madre. Ella estaba totalmente en desacuerdo con
que saliera, con una chica que a ella no le gustaba. Cuando su madre le dijo que tendría que
irse de la casa si deseaba continuar viendo a “esa chica”, entró en pánico, le rogó a su novia
que tuviera paciencia y finalmente permitió que ella lo dejara por otro. Finalmente se casó
con otra mujer, se separó de esta dos años después, por lo que volvió a vivir con su madre.
Ella murió poco tiempo después, de un ataque al corazón. Desde entonces, el paciente fue
hospitalizado varias veces por depresión, generalmente sólo por uno o dos días. Se hacía
atender por un psicoterapeuta dos veces por semana, y le pedía a su asistente social que lo
aconsejara acerca de las cosas más triviales.
Datos actuales: el paciente estaba orientado con respecto al tiempo, espacio y persona. La
mañana de su internación se notaba un poco preocupado y tenso. Se lo veía algo pálido,
pero no se lo observaba ni cansado, ni deprimido y negó pérdida de interés o disminución
de su capacidad de experimentar placer o alegría. Explicó que se había sentido con pánico
la noche anterior y que había reaccionado mal, pero que ahora se sentía bien de nuevo. Sin
embargo, el examen de concentración y memoria reveló algunas dificultades. Al contar
hacia atrás desde 100 se cansaba y cometía algunos errores; logró deletrear palabras de
cinco letras hacia atrás después de dos intentos. Su memoria inmediata se limitaba a cinco
dígitos y se olvidaba uno de tres objetos al cabo de tres minutos. Su capacidad de lectura,
escritura, cálculos simples y abstracciones no mostraban ningún impedimento grave, pero
se lo notó tenso y dubitativo durante todo el examen.
Cuando se le preguntó por su actitud con los demás, el paciente declaró que le gustaba estar
con otra gente. Dijo que no le gustaba estar solo y que en realidad se sentía perdido cuando
lo estaba. No tenía dificultad para relacionarse con otra gente y se sentía confortable con
casi toda la gente. Negó ser consumidor de sustancias psicoactivas.
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Del caso expuesto se pueden emitir dos impresiones diagnósticas, con una multicausalidad
de vieja data y acontecimientos progresivos y repetitivos:
leve”. Citando a Eva Martínez en su blog el taller de mis memorias, se puede describir
el deterioro cognitivo leve como
Razón por la cual en el paciente se detecta la incapacidad de establecer sus propias metas y
alcanzar sus aspiraciones, priorizando la satisfacción de las necesidades del otro en todas
las esferas en el cual se desarrolla (laboral, familiar… entre otras), generándole esto un
placebo adaptándose erróneamente a la concepción del yo previamente construida por él
mismo.
Otra realidad que también describe acertadamente este deterioro en su personalidad es que
en la evaluación realizada al paciente, se detectan algunos síntomas afectivos tal y como lo
propone el doctor Gabriel Ramírez: sensación de tristeza, deseos de llorar, rabia con las
demás personas cuando no cumplen las expectativas, temor al abandono, rencor hacia la
pareja por el trato recibido, temor a no ser querido, temor a ser sorprendido realizando
algún acto contra la moral, celos, miedo a fracasar o equivocarse en alguna cosa, temor a
la evaluación. (p.3, 2009).
¿Quién es el paciente?
Es un hombre de 30 años de edad, nació y creció en un pueblo de campo. A los cinco años
perdió a su padre quien murió en un accidente de autos, al parecer no tiene ningún título
profesional, se ha casado dos veces y ambos matrimonios terminaron en divorcio, después
del deceso de su madre el paciente ha estado en varias ocasiones hospitalizado solo por uno
o dos días debido a su estado depresivo y está asesorado permanentemente por su
psicoterapeuta.
¿Qué le pasa?
El paciente se nota orientado con respecto al tiempo, espacio y persona. La madrugada del
su evento se notaba un poco preocupado y tenso. Se lo veía algo pálido, pero no se lo
observaba ni cansado, ni deprimido y negó pérdida de interés o disminución de su
capacidad de experimentar placer o alegría. Explicó que se había sentido con pánico la
noche anterior y que había reaccionado mal, pero que ahora se sentía bien de nuevo. Sin
embargo, el examen de concentración y memoria reveló algunas dificultades. Al contar
hacia atrás desde 100 se cansaba y cometía algunos errores; logró deletrear palabras de
cinco letras hacia atrás después de dos intentos. Su memoria inmediata se limitaba a cinco
dígitos y se olvidaba uno de tres objetos al cabo de tres minutos. Su capacidad de lectura,
escritura, cálculos simples y abstracciones no mostraban ningún impedimento grave, pero
se lo notó tenso y dubitativo durante todo el examen.
Cuando se le preguntó por su actitud con los demás, el paciente declaró que le gustaba estar
con otra gente. Dijo que no le gustaba estar solo y que en realidad se sentía perdido cuando
lo estaba. No tenía dificultad para relacionarse con otra gente y se sentía confortable con
casi toda la gente. Negó ser consumidor de sustancias psicoactivas.
¿Cómo es la persona?
Es sobresaliente el nivel de dependencia hacia los demás, razón por la cual se le observa
bastante inseguro a la hora de tomar por sí mismo sus propias decisiones, esto revela, la
distorsionada referencia frente al self y lo alterado que se encuentra su campo fenoménico,
que además es el resultado de la construcción de su ser (persona) a partir de las condiciones
prestablecidas por su madre cuando él era niño, por ello hoy su comportamiento sumiso y
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su actitud de servilismo en los diferentes ambientes laborales, sin descartar claro está, los
intentos fallidos a la hora de conformar con sus “parejas” una vida estable.
Tal y como lo menciona Robert M. Sapolsky y sus colaboradores (1986), citado en (Pérez,
T. 2017).
La “Hipótesis de la cascada de glucocorticoides” defiende que el estrés
crónico nos puede producir cambios a nivel cerebral que hacen que el eje
que controla nuestras respuestas de estrés (Eje Hipotálamo– Hipófiso-
Adrenal o HPA) pierda el control. Más recientemente, está hipótesis se ha
ido modificando y ha pasado a ser llamada como la “Hipótesis de la
neurotoxicidad”.
Vale la pena destacar que los expertos en aprendizaje y memoria se refieren a que los
estados de excesiva preocupación, miedos irracionales, u obsesiones con algo, alteran el
proceso de consolidar, almacenar y recuperar la información (memoria). (Pérez, T. 2017).
“Que hacer”
Gran parte del problema se mantiene por el hecho de no ejercer control y dominio en las
decisiones que atañen a su vida sin antes obtener la aprobación de otras personas, estas altas
expectativas generadas por el mismo y que distorsionan la imagen del self están generando
episodios de pánico excesivo por no ser alcanzadas, llevándole a tener pérdidas leves de
memoria, atención y concentración.
Este plan de acción tiene como objetivo comprender e intervenir al paciente para estimular
su crecimiento personal, consiguiendo con esto la adaptación a su ambiente cotidiano, al
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mismo tiempo que restablece sus nociones cognitivas fortaleciéndolas a través de los
encuentros terapéuticos y la generación de espacios personales tanto para el ocio, como el
descanso.
Además, como lo sugiere el doctor Alfonso Chávez, se tendrán en cuenta los métodos de
observación clínica y estrategias de intervención, y se aplicarán técnicas objetivas
(preferentemente) observación y auto-observación, entrevista libre, técnicas proyectivas y
psicométricas. (p.4, 2014).
Este modelo, tiene unas características que permitirán que el paciente a través de un
intercambio permanente de experiencias con su terapeuta tanto a nivel emocional, como
profesional desarrolle las siguientes capacidades subrayadas por el doctor Arturo Bados
López:
Referencias
Cibergrafía
https://articulos.mercola.com/sitios/articulos/archivo/2016/10/06/deficiencia-de-vitamina-
b12-y-el-cerebro.aspx
Papeles del Psicólogo (2017). Psychologist Papers. Vol. 38(3), pp. 169-176. Recuperado de
http://www.papelesdelpsicologo.es/pdf/2833.pdf