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HILDEBRANDO BRIONES:

NEGRITUD Y CULTURA AFROPERUANA EN LA DÉCIMA

Milagros Carazas

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

La ciudad de Zaña fue fundada el 29 de noviembre de 1563 en Lambayeque,

en la parte noreste y a 46 kilómetros de Chiclayo. Su historia registra 453 años de

existencia política. En 2006 numerosos participantes de las comunidades

afroperuanas se reunieron aquí para firmar la “Declaración de Zaña”, que buscaba el

reconocimiento de los afrodescendientes, promover el respeto a la diversidad cultural

así como rescatar y valorar los pueblos en sus diversas manifestaciones, entre otras

demandas1. El Ministerio de Cultura la declaró “Repositorio Vivo de la Memoria

Colectiva” en junio de 2015, ya que su patrimonio compuesto por tradiciones culturales

como la danza, la música, la gastronomía y la literatura de origen afrodescendiente, se

conserva todavía vigente en la actualidad.

La tradición decimista en Zaña, conformada por varias generaciones, ha

logrado gran prestigio más allá del departamento de Lambayeque. Tan solo en el siglo

XX, surgieron personajes emblemáticos como Christian Colchado (1910-1979), Juan

Leiva Zambrano (1905-1979) y Medardo Urbina Sánchez (1916-1993), entre otros2. La

competencia entre decimistas ha sido siempre una práctica muy apreciable y

concurrida en la zona, llegando a su mayor algarabía durante la celebración de su

1
El documento completo ha sido incluido en el libro publicado por el Museo Afroperuano de Zaña (2007).
2
Dicha obra ya ha sido motivo de análisis en un trabajo previo. Ver Carazas (2013).
2

aniversario, lo que ha ayudado a conformar una identidad cultural muy arraigada entre

sus pobladores.

Me parece oportuno recordar que la décima es una forma poética bastante

rígida estructuralmente. Como su nombre lo indica, está compuesta por diez versos de

rima consonante, cuyo esquema es abbaaccddc. Según Rudolf Baehr (1984), esta es

la forma clásica de la décima espinela. En el caso del Perú se suele componer en la

llamada décima de pie forzado que, en países como Cuba o España, es conocida

como décima glosada. El tema recurrente es el canto a lo “divino” (o lo religioso) y lo

“humano” (o, más exacto, lo mundano).

Considerando la importancia que las literaturas regionales están adquiriendo en

los últimos años y con el ánimo de descentralizar la crítica literaria, este artículo tiene

como objetivo principal proporcionar, en primer lugar, una mirada introductoria y crítica

a la reconocida obra de Hildebrando Briones Vela (1943- ), miembro fundador del

Museo Afroperuano de Zaña y, actualmente, el máximo exponente de la décima en la

región norteña. En segundo lugar, intento analizar la representación de la negritud y la

cultura afroperuana que plantea este autor en su producción, sobre todo en su más

reciente libro ​Décimas afroperuanas. Antología (2014), el que reúne un centenar de

composiciones, por lo que no voy a referirme a lo publicado en revistas y diarios como,

por ejemplo, ​La Industria​ de Chiclayo.

I. UNA MIRADA CRÍTICA A LA OBRA DE HILDEBRANDO BRIONES

Inicialmente, sus décimas son recopiladas por el sociólogo Luis Rocca en ​La

otra historia (Memoria colectiva y canto del pueblo de Zaña) (​ 1985). En este libro

aparecen treinta décimas del repertorio de Brando Briones, que por entonces ya
3

contaba con cuarentaitrés años de edad y era, como todo afamado zañero decimista,

un autor inédito. Rocca plantea tempranamente una clasificación de la producción

literaria de Briones y observa una temática social, costumbrista, amorosa y religiosa.

La primera décima de Briones, “Muchachos de mi collera”, fue compuesta en

1961 y las posteriores corresponden a la década del setenta. La mayoría exaltan las

tradiciones históricas de su localidad como “En este pueblo he nacido”, “Tierra de

mucho pasado”, “El Corbacho y su tesoro”, “Y la María Angola dio alarma”, etc. Se

trata de un “yo” que se muestra orgulloso heredero del pasado y una etnicidad

compartida, tal como se refiere en “Como zañero que soy”, cuyos versos cito: “Tierra

de gente morena / pero de gran corazón / que viven en comunión / entre amarguras y

penas / la cal, es tu gran faena / zañero de ayer y hoy” (p. 438). Algunas de estas

décimas aparecen en diarios chiclayanos e integrarían luego su primer libro.

En dicha zona, la práctica de la décima era y es todavía cantada o recitada,

incluso memorizada o improvisada, según la competencia del participante y la

exigencia del contrapunto. Aunque se sabe que algunos decimistas de antaño (e

incluso los posteriores) tenían una libreta en la cual anotaban sus composiciones,

predominaba la oralidad y no existía el interés en la obra impresa como libro.

En este sentido, Briones es un caso excepcional ya que cuenta con siete libros

editados hasta el momento3, tal como: ​Al lundero le da... ¡Zaña! ​Décimas de Brando

(1995), ​Así es la ciudad de Zaña (2002), ​Cayaltí dulce canto al mundo ​(2004), ​El candil

del norte ​(2009), ​Negro cantar (​ 2012), ​Pimentel, historia, tradición e identidad (2013) y,

3
Cuando Nicomedes Santa Cruz visitó Zaña en la década del sesenta, Briones estaba aún muy joven y
recién se iniciaba en el camino de la décima, por eso no es incluido en su antología de 1982. Pero sí,
algunas composiciones aparecen posteriormente en César Toro Montalvo (1994), Luis Rocca (2010),
César Huapaya (2012) y Octavio Santa Cruz (2014).
4

por último, su antología ya antes mencionada, ​Décimas afroperuanas. Antología

(2014), editada por el Ministerio de Educación.

Una lectura atenta de lo publicado por el autor hasta el momento, me permite

observar la recurrencia de ciertos temas. Enumero aquellos que considero los más

encomiables desde mi punto de vista, a saber: 1) la historia local y la identidad, 2) la

valoración de la negritud, 3) la cultura afroperuana y sus personajes, 4) lo

socio-político, y 5) lo religioso. Voy a tratar de explicar cada uno y ofrecer algunos

ejemplos a continuación.

En primer lugar, un tema central de la obra de Briones es la historia del pueblo

del cual es originario o de aquella comunidad a la que se ha relacionado, ya sea

porque vivió o trabajó en la zona, como es el caso de Zaña, Cayaltí o Pimentel. De

este modo el autor le ha dedicado a cada poblado un libro entero, el que está

compuesto por décimas y otros poemas como sonetos y cumananas. Se trata de

composiciones costumbristas en la que se describe las prácticas culturales, los

personajes y las instituciones locales, la comida norteña, la geografía, la fauna y la

flora regional, etc.

Por ejemplo, en su primer libro Al lundero le da... ¡Zaña! ​Décimas de Brando

(1995), Briones reúne alrededor de ochenta décimas, entre las que destaca “¡Oh!

Zaña ¡Cómo te quiero!”, “Canto a mi tierra”, “Así es la ciudad de Zaña” o “Yo no canto

porque sé”. Es clara la intención, contar la historia popular le vale para reafirmar una

identidad, es el “yo” que se reconoce a sí mismo y que asume su pertenencia a una

colectividad que comparte la misma herencia ancestral.

En cambio, en ​Cayaltí dulce canto al mundo (2004), Briones apela a la historia

no oficial y la memoria para contar lo sucedido en la ex hacienda del mismo nombre.

En las décimas interesa la versión del peón y el trabajador de campo como en


5

“Recuerdos de Cayaltí” o “Machetero”, cuya glosa expresa: “Corta caña machetero… /

que luego azúcar será / si ya no la sientes dulce /seguro amarga será…” (p. 5). Hay en

estos versos una crítica social a ese pasado de explotación y un tono esperanzador

que canta al pueblo multiétnico que representa el Cayaltí contemporáneo.

En segundo lugar, en una sociedad discriminadora y elitista, se agudizan más

las relaciones de alteridad y convivencia. Por lo general, se asume que el otro es

diferente e inferior y no responde a un conjunto de rasgos sociales, étnicos,

económicos, etc., que son los más idealizados. El acto de marcar la diferencia o, mejor

dicho, señalar al otro y desvalorarlo, implica su rechazo y exclusión. Contrario a lo

anterior y realizando una crítica directa, para Briones, la etnicidad es asumida y

valorada positivamente, y a veces esto se expresa en su obra con mucho desenfado,

ironía y humor, incluso apelando a un lenguaje coloquial.

Sin duda un tema reiterativo en las primeras décimas de Briones es la

valoración de la negritud. Esto se aprecia en composiciones como “Baila negro”,

“Negro noble”4, “Canto negro”, “Negra es mi raza” o “Me dijeron: ¡Negro!” cuya glosa

expresa, por ejemplo, lo siguiente: “Ayer me gritaron: ¡Negro! / Les juro que me gustó.

/ Cuando yo le dije: ¡Cholo! / El cholo… se molestó” (1995: 17). En estos versos se

evidencia la relación interétnica, a veces conflictiva y tensiva, en los sectores más

populares.

Al mismo tiempo Briones evidencia un interés por desarrollar el tema de la

discriminación, ya sea étnica, social o económica. Así, por ejemplo, en ​El candil del

norte (2009), el poema “Discriminación” reproduce el diálogo entre un niño y su madre,

en el que se pregunta: “¿Por qué soy negro?” (p. 93). Es decir, se devela el carácter

traumático que puede producir la valoración negativa de la etnicidad en una sociedad

4
Estas décimas, “Baila negro” y “Negro noble”, han sido analizadas con anterioridad. Ver Carazas (2011).
6

racista. Este se ha convertido en un poema emblemático en las comunidades

afroperuanas del norte, donde se suele recitar y ya es parte del repertorio de los

cantores populares de la zona5.

En tercer lugar, Briones es un escritor que destaca, difunde y valora

sobremanera la herencia afroperuana recibida en su pueblo natal de Zaña. Así no es

extraño que mencione varios de sus elementos culturales, a los cuales les ha dedicado

alguna décima como, por ejemplo, los instrumentos musicales (“El checo”, “Su

majestad el cajón”), las danzas y bailes (“La marinera”, “Marinera con cajón”, “El

tondero”), entre otros. En el libro ​El candil del Norte (2009: 16) aparece la siguiente

glosa: “El señor de la jarana / de la criolla canción / eco de sangre africana / su

majestad el cajón”.

También son comunes las décimas dedicadas a personajes afroperuanos

relevantes a nivel nacional e internacional como las intérpretes Eva Ayllón (1956- ) y

Susana Baca de la Colina (1944- ), los decimistas Nicomedes Santa Cruz (1925-1992)

y Juan Urcariegui García (1928-2003); así como las personalidades más bien

regionales como el decimista Cristian Colchado Zambrano (1910-1979), el cajonero

Medardo Urbina “Tana” (1916-1993) y el poeta chiclayano Alfredo José Delgado Bravo

(1924-2008), entre otros. En realidad, en cada entrega, Briones incluye décimas

referidas a uno o varios personajes afroperuanos y, por extensión, del mundo musical

criollo, como un homenaje, ya sea póstumo o no. En este caso, es meritorio el libro

Negro cantar (2012), en el que reúne gran parte de estas composiciones dedicadas.

Aquí hay una necesidad por ensalzar tanto el aporte musical y la etnicidad de la

comunidad afroperuana.

5
En Yapatera (Piura), durante una entrevista, el cumananero don Fernando Barranzuela recitó conmovido
dicho poema.
7

En cuarto lugar, lo social y lo político son dos ejes temáticos bastante comunes

en la obra de Brando Briones. Desde un principio, el autor zañero ha demostrado su

preocupación por la situación socioeconómica de la población de la región norteña y,

en especial, de la zona rural. Esto es, en sus décimas surge una voz que representa a

toda una colectividad, sobre todo a los marginados y la clase trabajadora. Es cuando

los versos transitan entre la denuncia y la reivindicación. Por ejemplo, es lo que se

percibe en “Jubilado”, “Estudiante de mi tierra”, “Señor policía”, “Zapatero”, “Soy

maestro”, “Minusválido”, etc.

En mi opinión, es digno de destacar “La pobreza”, décima que empieza con una

glosa popular, ya antes recopilada en el libro ​Erasmo. Yanacón del valle de Chancay

(1974), compilado por José Matos Mar y Jorge Carbajal. Me refiero a “La pobreza es

una mancha / que a mucha gente salpica / que aunque quiera ocultarla / ella sola se

publica” (p. 88). Es decir, se cita la glosa pero no se desarrolla la décima que la

acompaña. En cambio, Brando Briones (2009) parte de una glosa muy parecida para

elaborar creativamente la décima. En su versión personal, esta va como sigue: “La

pobreza es una mancha / que a mucha gente salpica / aunque la quieras borrar / ella

sola se publica” (p. 26). Es obvio que Briones representa una voz que reflexiona y se

dirige a un interlocutor, el que no responde pero sí comparte el mismo raciocinio sobre

el tema.

Asimismo, como parte de la tradición oral y musical afroperuana, Briones

rescata unos versos que solía recitar un antiguo decimista, Martín Colchado en Zaña.

Esto se comenta en una entrevista que le hiciera Luis Rocca, la misma que es citada

en su libro de 1985, que ya antes he mencionado. En este caso particular, Briones

toma estos versos del repertorio popular como parte de la glosa de una de sus
8

décimas. Me refiero a “Yo no conozco la ‘O’”,6 que integra ​El candil del norte (2009) y

es recogida posteriormente en su antología. Cito estos versos: “Yo no conozco la ‘O’ /

me dicen que es redondita / mi madre fue pobrecita / a mí no me la enseñó” (p. 155).

Como consecuencia de la pobreza extrema, el “yo” poético ingresa a la clase

trabajadora desde niño y, por tanto, es impedido de acceder a una educación. De este

modo se critica el analfabetismo y la falta de oportunidades de las clases populares en

una sociedad en la que se sobrestima lo material, la escritura y el conocimiento.

Por último, en quinto lugar, en menor medida, lo religioso también se advierte

entre las composiciones de Briones. Está relacionado con personajes del fervor

cristiano como el Papa Juan Pablo II, los apóstoles o los miembros del clero más

destacados como San Pedro (Patrón de Cayaltí), Toribio de Mogrovejo (Patrón de

Zaña) y Santa Rosa de Lima. En su producción, resalta también la décima dedicada al

Señor de los Milagros.

Me parece que era necesario este recorrido temático por la obra de Brando

Briones para despertar, en cualquier lector, el interés por su lectura y, con el tiempo,

incentivar el estudio crítico que merece. Opino que las décimas de Briones dan cuenta

de un autor que, desde el canto a su pueblo originario, logra trascender más allá de lo

esperado.

II. REPRESENTAR LA NEGRITUD Y LA CULTURA AFROPERUANA

En un artículo, publicado en una revista universitaria, Aguayo y Llaja (2007)

plantean que las décimas de Zaña y, en particular, las de Hildebrando Briones,

6
Otra versión de esta composición es recopilada por la reconocida intérprete Susana Baca y la
musicóloga Chalena Vásquez e incluida en el libro ​Del fuego y del agua. El aporte del negro en la
formación de la música popular peruana (1992). Incluso Baca la canta e integra a su producción musical,
en el CD del mismo título del libro.
9

presentan una visión del negro a través de diferentes ejes temáticos y construyen el

origen de la raza negra, el cual es terrenal y divino. Para demostrar lo dicho, se analiza

detenidamente décimas como “Me dijeron ¡Negro!”, “Negro noble”, “Negra es mi raza”,

“Canto negro” y “Arrullo negro”, las que pertenecen al primer libro.

Considerando lo anterior, mi intención es, ahora, centrarme en ​Décimas

afroperuanas. Antología (2014). Como se apunta en la introducción, se trata de “una

selección de las cien mejores” (p. 10) composiciones de Briones, las mismas que han

sido agrupadas en nueve divisiones. Paso a enumerar cada una: a) Brando; b) Cocina

peruana; c) Ecología y medio ambiente; d) Esperanza; e) Festividades; f) Niñez, mujer

y tercera edad; g) Perú diverso; h) Picaresca; y, finalmente, i) Valores y antivalores.

Este es un libro singular porque, primero, es una publicación reciente, que

estuvo a cargo de la Dirección General de Educación Intercultural, Bilingüe y Rural del

Ministerio de Educación. Segundo, está dirigido exclusivamente a la población escolar,

en especial a los niños y adolescentes de la región del norte y, claro está, del país

entero. El objetivo es visibilizar el aporte del pueblo afroperuano y ofrecer al docente

un material de alto valor pedagógico de uso permanente en el aula.

Mi interés en esta entrega es que toda antología permite al lector tener un

panorama de la producción literaria de un escritor. Así, al tratarse de la obra de Brando

Briones, por fin se ofrece a un público mayor, más allá de la región de Lambayeque,

una aproximación a lo escrito por él hasta el momento. Ya lo he dicho antes, es

prioritario difundir más nuestra tradición oral y musical afroperuana7.

Como ya lo anuncié, en este apartado, analizaré la representación de la

negritud y la cultura afroperuana en la obra de Briones. Para lo cual, he elegido del

7
En esta localidad ya se muestra un interés por conservar y dar a conocer su propia tradición. Revisar el
libro ​Décimas, mitos y leyendas de Zaña​ (2005), editado por la Municipalidad Distrital de Zaña.
10

repertorio del autor “Negra es mi raza”, que es una composición que mantiene el

formato de la décima de pie forzado8. Esto es, tiene una planta o mote (de cuatro

versos octosílabos) que se constituye en obligatorio para cada uno de los versos de su

desarrollo; de modo que cada verso de la llamada planta es incluida al final de cada

estrofa, las que son cuatro. Así cito la planta inicial:

Yo sé que negra es mi raza


pero no tengo prejuicios.
No me ofenden falsos juicios
por mi ser o por mi traza.

Desde mi perspectiva, este texto en análisis tiene una estructura dividida en

tres segmentos. La primera corresponde a la primera estrofa y bien puede llevar el

siguiente título: El origen divino del negro. Así se observa un locutor personaje que

habla en primera persona y compara lo divino y lo terrenal. Lo universal es la creación

del hombre y lo particular son “las rencillas por el color” en el mundo mundano. La

igualdad ante la divinidad es reforzada con el uso de la anáfora: “A los dos le dio razón

/ a los dos les dio esperanza”. Pero lo que predomina es la desigualdad étnica y social.

A pesar de ello, la negritud heredada no es cuestionada; por el contrario, es asumida

como tal, reafirmándola positivamente. Véase los siguientes versos:

Cuando el divino Hacedor


Hizo al hombre aquí en la Tierra
no se imaginó que hubiera
rencillas por el color.
Hizo al negro con amor
y al blanco de corazón.
A los dos les dio razón,
a los dos les dio esperanza
y en el fiel de la balanza
no hay inclinación alguna.
Para mi mejor fortuna
yo sé que negra es mi raza.​

8
He de comentar que este es un poema que no aplica estrictamente la estructura formal de una décima
espinela, pues cada estrofa consta de doce versos octosílabos, cuya rima es abbaaccddeed. Se trata de
una composición muy original del autor, la única en su producción por el momento.
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El segundo segmento estaría integrado por la segunda y la tercera estrofas. El

título propuesto es: El trabajo sacrificado del pasado. De modo que la segunda estrofa

se compone de dos condicionales “Si”, es decir se trata de expresar la probabilidad

referida al pasado. En la primera se reconoce la diáspora africana y no así la herencia

occidental; mientras que, en la segunda, se destaca el trabajo del negro, aunque a

este le haya costado la mortalidad. Hay en estos versos una cierta desazón y una

crítica muy explícita por lo sucedido.

En cambio, en la tercera estrofa, el locutor expresa un sentimiento que celebra

el origen divino de la negritud y la pertenencia a una colectividad, que es sometida a la

esclavitud, contribuyó como mano de obra en la minería y la agricultura en ese pasado

de explotación, a pesar del castigo corporal. Al aludirse a La Molina, una ex hacienda

algodonera en la costa limeña, se recuerda la letra de un viejo lamento afroperuano

tan difundido en el medio. En definitiva, el locutor no muestra rencor por el pasado de

sufrimiento. Estos son los versos referidos:

Si mi origen es de Angola
o de repente del Congo
a mi raíz no me opongo:
¡No sé por qué tanta cola!
No soy de raza “española”
ni la admiro ni rechazo.
Si el negro puso sus brazos
y su fuerza hasta el desquicio,
y fue tal su sacrificio
que dio su vida de amor:
Soy parte de su color
pero no tengo prejuicios.

Me alegro de que mi raza


con su negrura divina
haya sudado en la mina
donde fortuna se amasa.
Me alegro de que mi raza
con su divina negrura
fomentó la agricultura
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pañando algodón de inicio


y, en La Molina, su oficio
a látigo lo cumplió;
y aunque mal se le trató
no me ofenden falsos juicios.​

Por último, el tercer segmento coincide con la última estrofa, al que le doy el

título siguiente: El presente cauteloso y esperanzador. Ahora, el locutor se dirige en un

tono declarativo a un alocutorio representado (“tú”), tratando de acortar distancias

sociales. Reaparece la idea de igualdad pero esta vez en una sociedad peruana y

actual, en la que se ejerce la ley y el derecho.

El afrodescendiente representado en el texto está “al acecho”, esto es aguarda

cautelosamente para evitar el rechazo y la marginación. Su respuesta ya no es pasiva

sino agresiva: “pagaré golpe con golpe”. El locutor no se asume como el otro que

puede ser inferiorizado y hasta desvalorado. Más bien se reafirma tercamente en su

negritud y adopta una identidad propia. El verbo “ser” ayuda a intensificar lo

expresado. Cito los versos finales:

Ahora soy la realidad


viviente de este Perú,
y soy, al igual que tú,
parte de esta sociedad.
No pido por caridad
sólo exijo mi derecho
y estaré siempre al acecho
de quien margine mi raza
o quien mi color rechaza.
Porque cree al negro torpe
pagaré golpe con golpe
por mi ser o mi traza​.
(p. 108).

Como se ha podido advertir, esta es una composición en la que Brando

Briones plantea una vez más una posición crítica respecto a las relaciones interétnicas

en la sociedad, en la que suele oponerse lo blanco ​vs​. lo negro y estimarse lo primero


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a lo segundo. Para valorar la negritud heredada del presente, ha sido necesario

sobreponerse a un pasado de esclavitud y opresión. La voz lírica se reafirma con

orgullo en su etnicidad y en el derecho al trato igualitario. El estar “al acecho” implica

que hay todavía un conflicto latente que no se acaba ni se resuelve, a pesar del

presente de cambio y un futuro esperanzador. Importa entonces exigir o, mejor dicho,

resistir al interior de una sociedad que aprecia más la apariencia y que todavía se

empeña en establecer diferencias raciales.

Para terminar, la obra de Hildebrando Briones, al igual que la de otros

decimistas de Zaña, resulta muy atractiva para un trabajo crítico mayor. Este ha sido

solo un avance introductorio para dar cuenta de la producción literaria popular que se

ha venido gestando y que aún se sigue dando en la región del norte. En la medida que

la tradición oral y musical afroperuana se siga difundiendo, reproduciendo y valorando,

más se comprobará la diversidad y la riqueza que esta posee al interior de nuestras

comunidades afroperuanas.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Fuentes primarias

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2009 El candil del norte.​ Chiclayo: Casa de la Cultura de Zaña.
2012 Negro Cantar.​ Chiclayo: Casa de la Cultura de Zaña.
14

2014 Décimas afroperuanas. Antología​. Lima: Ministerio de Educación – Dirección


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