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ARQUITECTURA CONTEMPORANEA EN EL

CARIBE COLOMBIANO

DOCENTE/ARQUITECTO
ALFREDO REYES

ESTUDIANTE
LUIS FERNANDO MENDOZA OVIEDO

ASIGNATURA
HISTORIA DE LA ARQUITECTURA CARIBE
VIRTUAL 1

UNIVERSIDAD DE LA COSTA CUC


BARRANQUILLA, ATLANTICO
29/05/2020
ARQUITECTURA CONTEMPORANEA EN EL CARIBE COLOMBIANO
La construcción histórica de la arquitectura colombiana, separados entre sí por hechos de especial
significación. Se denomina “prehispánico” al período anterior al inicio del siglo xvl, cuyo fin hipotético
se marca por el arribo de los conquistadores europeos y por su posterior ocupación del territorio. El
período denominado “colonial” comprende los tres siglos de dominación española y finaliza en 1819
con el triunfo patriota y la constitución de la República de Colombia. En ese año se inicia el período
conocido en arquitectura con el nombre de “republicano”, el cual concluye, también hipotéticamente,
alrededor de 1930 cuando se inicia un último período, el “moderno”, que se prolonga hasta el
presente. Estas delimitaciones son más de orden operativo que exacto. Lo que viene de un período
se funde en el siguiente en unos umbrales de transición y muchas veces no desaparece pues pervive
en las tradiciones de las culturas populares.

I HERENCIA E INICIOS
En su texto El Mar Caribe y su arquitectura vernácula el Arq. Daniel M. Taboada hace la reflexión
necesaria sobre la herencia e influencia en la arquitectura caribe necesariamente se debe partir de
este concepto para darle un buen inicio al estudio de ella.

Cuando se acude al diccionario para conocer el significado de vernáculo, encontramos que es un


adjetivo similar a doméstico, nativo, propio de nuestra casa o país. En el caso de la arquitectura, el
vocablo adquiere mayor trascendencia, por cuanto significa, además, que casi siempre utiliza
materiales de construcción fáciles de encontrar en la región o en el lugar de asentamiento; que su
ejecución va acompañada de una larga experiencia en su creación, mantenimiento y renovación; que
cuenta con una buena mano de obra trasmitida de generación en generación; que es una
arquitectura sin arquitecto; y por último, y en El Caribe la característica común, que es capaz de
atravesar largas distancias por tierra o por mar.

La arquitectura vernácula en el mar Caribe tiene todas las características expuestas y, en


consonancia, múltiples expresiones formales, de acuerdo con la metrópoli colonizadora y la
procedencia de sus habitantes, insertados en un nuevo y particular ecosistema insular. La
arquitectura vernácula está íntimamente imbricada al factor humano, al ser que la ocupa con su
familia, de manera que llega a formar parte y modelar su idiosincrasia, la manera de ser de un pueblo
y, de algún modo, su propia identidad nacional.

Todas las influencias culturales a partir del siglo XVI llegaron al Caribe desde la península ibérica,
desde Norteamérica, desde otras potencias europeas y también de otros pueblos de continentes más
alejados. Esa variedad, donde la cultura indígena dejó poco o nada, constituye hoy su mayor riqueza.
Y se constata en la diversidad de idiomas, de gastronomía, de música, de manera de vivir y, por
supuesto, de construir. El Caribe es uno y múltiple; hay islas grandes, medianas y pequeñas, y
territorios continentales, que debieran integrarse usando las nuevas tecnologías de la información, ya
que las distancias geográficas son cortas, pero las reales para la comunicación son enormes.

El mar Caribe es un crisol de culturas, religiones, conquistas y emancipaciones: pero sobre todo es
un espacio de convivencia y mestizaje que, a pesar de la variedad geográfica, conserva señales de
identidad compartida. A través de los siglos de historia de contactos eventuales, el mar siempre se
vio con recelo, como propiciador de incursiones peligrosas, nunca como una fuente productiva.
Mayoritariamente nuestra producción fue agrícola y ganadera, una cultura de plantación, marcada
por la esclavitud de negros de África.

Muy recientemente, el mar se ha convertido en un estupendo recurso económico, no tanto por la


pesca, sino como principal atractivo de la región para el turismo, de un enorme potencial de
desarrollo cuando es bien manejado. Y ha quedado demostrado día a día, que en un mundo
globalizado se busca lo singular de cada cultura y ahí entra de lleno la importancia de conocer y
conservar la arquitectura vernácula, siempre símbolo de identidad. La arquitectura vernácula, popular
o tradicional, que de varias maneras se conoce, es una de las más completas y contundentes
muestras de la gran riqueza cultural de la cuenca del Caribe y eficiente reclamo para difundir el
turismo cultural.

Cuando en 1492 los españoles llegaron a Cuba se encontraron las ligeras construcciones aborígenes
con techo de guano. Y, aunque resultara exótico para aquellos marinos, las primeras construcciones
emergentes que se levantaron en los nuevos parajes –hasta entonces desconocidos para los
europeos– fueron hechas a semejanza de las aborígenes. Dentro del enfrentamiento singular de
culturas, hay que señalar una sutil ambivalencia en la europea. Los españoles llegaron como
abanderados de una cultura occidental-latina, que acababa de vencer y expulsar de la península otra
cultura oriental-árabe, que ancestralmente tenían formas diametralmente opuestas de vivir. La
occidental-latina vencedora vivía de pie y la oriental-árabe vencida vivía sentada en el piso. La
primera necesita del mueble y la segunda utiliza el suelo. Con la adopción del bohío de los
aborígenes y los muebles rudimentarios, se produce el bohío postcolombino, el primer mestizo
constructivo de la América. En Cuba, hasta la época contemporánea, el bohío es característico de
las regiones de población dispersa en fincas, potreros, estancias o haciendas y vegas de tabaco.

El bohío cubano ha permanecido, pero muestra un franco declive cuantitativo producido por el propio
desarrollo. Se puede decir que es un exponente arquitectónico en peligro de extinción. Otra
expresión arquitectónica emparentada, pero con el mismo peligro, es la casa de madera,
representativa de la construcción urbana del siglo XIX y de las tres primeras décadas del pasado
siglo XX.

En muchas naciones de la cuenca del Caribe, la casa de madera es de estructura, paredes y


tabiques del mismo material: la preciosa madera. La cubierta puede variar de acuerdo con la región,
pero prevalece el techo de madera cubierto de teja de barro criolla o curva, francesa o plana y en
menor proporción cubierta de metal acanalado o del llamado papel de techo (asfáltico). Cada día las
nuevas tecnologías añaden sucedáneos, que resultan a veces muy agresivos para esa arquitectura
tradicional y frágil por excelencia, que puede perder sus valores ante cualquier pequeño cambio.

En general, hasta ahora, la casa aislada propia de los asentamientos vinculados a los centrales
azucareros era mejor mantenida. Los bateyes constituyen, en realidad, agrupaciones urbanas de alto
valor patrimonial. En la casi totalidad de los casos su diseño está inspirado en la modalidad de la
casa norteamericana armable, la tipología del balloon frame. Estas tipologías evolucionadas
localmente se establecieron también en zonas de veraneo, como las de Cayo Smith en la bahía de
Santiago de Cuba, las de Punta Gorda en la bahía de Cienfuegos o las de la famosa playa de
Varadero, en la provincia de Matanzas. Y llegan a Colombia y se establece esta tipología en el
caribe.
Las técnicas constructivas aplicadas en las viviendas de la costa Caribe colombiana han
evolucionado de acuerdo con las necesidades espaciales, las posibilidades de los materiales, los
gustos estéticos imperantes y los recursos económicos que han tenido las poblaciones de la región
en sus diferentes épocas. En este artículo queremos hacer una revisión de los usos más populares
de la vivienda y la utilización de materiales, técnicas y estilos adoptados por estas poblaciones. Aquí
lo tradicional se entiende como modelos, materiales y técnicas que se popularizaron dentro de la
comunidad y que por su practicidad y fácil acceso permitieron el mayor uso por parte de la población.
II PERIODO PREHISPANICO
La herencia prehispánica y la casa de palma y bahareque

Las poblaciones indígenas que habitaban las costas del Caribe colombiano utilizaban los materiales
que el medio les proveía para realizar sus viviendas; piedras, tierra, árboles y palmas eran los más
utilizados. Al igual que en el resto de las comunidades americanas prehispánicas, fue común la
utilización del bohío como un espacio único para la vivienda, estos se agrupaban formando caseríos
que en algunas ocasiones estaban rodeados por empalizadas de madera, este fue el caso de la
población de Calamarí, en la actual Cartagena, según relatan las crónicas sobre este poblado a la
llegada de Pedro de Heredia en 1533.

La arquitectura de palma es herencia cultural de grupos indígenas como los caribes, zenúes, o
taironas. Fue común la construcción de bohíos cónicos delimitados con paredes de caña o madera y
cubierta de palma, también se construyeron bohíos cónicos en los que la cubierta de palma llegaba
hasta el suelo. Otro tipo fue la construcción de bohíos elevados sobre tierra o piedra, delimitados por
paredes de madera y con cubierta en palma. Hoy se conservan en el territorio caribe importantes
ejemplos heredados de esta tradición, entre los que se destacan las aldeas de la Sierra Nevada de
Santa Marta, las rancherías de la Guajira o los cabildos de Sucre y Córdoba.
La casa tradicional de palma y bahareque que se encuentra actualmente en la región está
compuesta por: a) un núcleo principal rectangular, dividido por paredes en tres bloques, el central, de
acceso, que funciona como sala, y los dos laterales donde se encuentran las habitaciones
(dependiendo del ancho de la casa pueden haber cuatro habitaciones en los laterales); algunas
veces hay otro espacio anexo a uno de los laterales para guardar instrumentos de labranza o los
aperos; b) El bohío del comedor: es un espacio múltiple abierto, soportado por horcones de madera y
cubierto también de palma, está anexo al núcleo principal y se conecta con la cocina; sirve para
realizar diversas actividades cotidianas del hogar; c) La cocina: es un bohío independiente, cerrado
en madera y caña, con el fogón al centro. El baño puede ser también un bloque independiente donde
se ubica la letrina y una a zona húmeda con alberca para la ducha.
En la fachada de este tipo de vivienda solo se aprecian las puertas de acceso en madera y
generalmente de hojas con tableros para las habitaciones y las ventanas con rejas. Lo que más
domina el aspecto de la vivienda es la cubierta en palma amarga, armada sobre una estructura de
pares y una hilera o caballete amarrados y que sirven de soporte para la palma.
En esta construcción se utilizan horcones de madera a manera de columnas en las esquinas y las
paredes están constituidas por una estructura de madera recubierta por esterilla de caña sobre la
cual se coloca una capa de barro amasada con estiércol de vaca que se hacía con los pies. El piso
tradicionalmente era en tierra apisonada y frecuentemente era suavizado y decorado mediante
movimientos envolventes con agua y escobas de barbasco para hacer parches como se le denomina
a este acabado en algunas partes del caribe colombiano; este tipo de piso fue reemplazado por
plantillas de cemento pulido o por baldosas hidráulicas decorativas.
III PERIODO COLONIAL
La casa colonial baja y las accesorias
La casa colonial tuvo en Cartagena, Santa Marta o Mompox un amplio desarrollo, su evolución
espacial y refinamiento fue acorde con las necesidades o usos que surgían en el transcurrir de los
años de la colonia y en la medida que aumentaba la riqueza de sus propietarios. Los rasgos de la
arquitectura colonial se remontan a siglos de historia y en ella confluye la superposición de diversas
culturas presentes en la península ibérica.
Las casas bajas coloniales en Cartagena están compuestas espacialmente por un núcleo básico, una
o dos crujías laterales y una posterior en torno a un patio central que le dan esa típica apariencia de
claustro (en forma de C, L, O o U). El núcleo básico presenta dos crujías, una hacia la calle donde se
ubican un salón y el zaguán y la otra hacia el patio con vestíbulo y, algunas veces, una habitación.
Las crujías laterales estaban destinadas para las habitaciones y la posterior para espacios de
servicio.
Otro tipo de vivienda de carácter popular durante este periodo son las llamadas accesorias, que se
utilizaban, por ejemplo, en Cartagena, y que consistían en una agrupación de viviendas con un
espacio social y uno privado, estas viviendas compartían la misma cubierta y el mismo patio. Ambos
tipos de vivienda, tanto la casa baja como la accesoria, se multiplicaron en la ciudad pues cumplían
con las necesidades básicas. En Mompox también encontramos pequeñas casas bajas con patio y
de tipo tienda –que eran para familias con menos recursos económicos– construidas de acuerdo con
las técnicas locales.

Son muy variados las técnicas y materiales utilizados para la construcción de las casas coloniales en
Cartagena, los cimientos eran de tipo ciclópeo, los muros eran construidos con piedra o ladrillo, las
cubiertas de madera y con teja de barro. Las fachadas de las casas bajas cartageneras se destacan
por la sobriedad donde dominan las ventanas de panza, copa o repisa o caja, con rejas de balaustres
de madera y portadas en piedra o en mampostería. En cambio las fachadas momposinas son más
elaboradas pues tienen rejas forjadas coronadas, portadas de mampostería y múltiples detalles en
las cornisas.

IV PERIODO REPUBLICANO
La casa en madera con tejas de cemento y la de mampostería con cubierta de zinc del período
republicano

Se la denominado arquitectura republicana en Colombia a la producción edilicia comprendida entre


los años 1860 y 1930 y que básicamente tiene que ver con la implementación del gusto neoclásico
en nuestro país. En la costa Caribe las elites utilizaron modelos eclécticos importados por los
arquitectos extranjeros, mientras que la arquitectura popular fusionó los modelos heredados de la
tradición prehispánica, los coloniales y las influencias antillanas de arquitectura en madera.
Estas casas responden espacialmente a un núcleo básico de doble crujía y dividido en tres bloques,
en el sector central se ubican la sala y el comedor y en los sectores de los lados se encuentran las
habitaciones. A partir de este esquema se pueden desarrollar diversas tipologías que, como en la
casa colonial, se organizan en torno a un patio central. Este modelo fue igual para las de
mampostería, madera o bahareque y se reprodujo tanto en la zona urbana como en la rural. El
crecimiento se daba hacia las crujías laterales y no es de extrañar que las edificaciones se
combinaran con bohíos de palma para espacios de descanso o la cocina. Los baños se encuentran
en los patios donde el aljibe es un elemento característico de estas viviendas pues el agua es
recogida de los techos mediante canales de zinc.

Las casas de madera tuvieron un gran desarrollo, y su uso se popularizó en toda la costa Caribe
colombiana. Algunas de ellas tienen en su fachada pies derechos o portales con columnas
salomónicas o mixtas. Las puertas y ventanas son de tablero con celosías. Las cubiertas son en
diversos modelos de teja de gancho o romboidales, colocadas sobre listones y pares de madera que
aligeran el peso de la misma. Luego se popularizó la cubierta de zinc y en ambos materiales se
promueve el uso del alero a diferencia del modelo colonial. Un caso interesante son los ejemplos de
Colosó en Sucre.

Un elemento significativo de esta arquitectura es el calado o las celosías con motivos ornamentales
que permiten una mejor ventilación de la casa, estos se ubican en puertas, ventanas o al finalizar las
paredes, en algunos casos se utilizan listones de madera en diagonal para permitir ventilación.
También es frecuente el uso de mansardas y techos altos para airear las cubiertas.

Las paredes son hechas en estructura de parales y enchapes de madera ensamblados a media
madera o sobre puesta. Al interior hay elementos de división decorativos entre salas y comedores.

V PERIODO MODERNO
La vivienda de transición al periodo moderno
El periodo previo a la arquitectura moderna entre los años 1930 y 1945 se la denominado como de
transición, tiene unos rasgos muy característicos pues involucra materiales contemporáneos con una
estética particular llena de ornamentos y referencias locales. En el caso de Cartagena estas tienen
que ver con el repertorio colonial.
Estas casas se popularizaron en Cartagena en barrios como El Cabrero, Manga, Torices o El
Bosque. Los solares son más pequeños en comparación con las grandes casonas de la república.
Sus componentes espaciales están basados en las casas del republicano popular e integran el baño
y la cocina a la vivienda, pero el desarrollo es similar en crujías de habitaciones y espacios comunes.
Lo que es interesante en este proceso es que estas viviendas retoman diversos elementos coloniales
y republicanos que los maestros de obra reprodujeron por toda la ciudad tales como molduras,
calados, columnas salomónicas, ventanas o blasones.

La vivienda republicana en el caribe colombiano

La arquitectura de la casa republicana en la región del Caribe colombiano es bastante diferente de la


del interior del país. Se la califica de “antillana”, o de “caribe”, para dar a entender que pertenece a
un ámbito cultural distinto de aquel propio de la zona andina y del resto del territorio. Algunos de sus
rasgos característicos derivan de sus antecedentes culturales, en particular de la fuerte herencia
colonial cartagenera. Otros provienen de las múltiples herencias entremezcladas en el rico espacio
cultural del Caribe.
Esa amalgama de fuentes culturales dio origen a varias tipologías domésticas y a múltiples formas
ornamentales. Al igual que en otras regiones, las casas republicanas construidas en los antiguos
centros de ciudad son variaciones de la tipología colonial de casa de zaguán y patio. Las nuevas
tipologías se generaron en los barrios periféricos a esos centros. Una de ellas, la más frecuente, es
la casa de un piso, de planta simétrica, en la cual el espacio central está ocupado por el área social
con habitaciones a lado y lado. Esta tipología no se asocia con un estilo particular, se presta para
diferentes expresiones estilísticas. Una de ellas es la casa neoclásica con su elaborado trabajo de
columnas y pórticos. Otra es la casa de madera, de clara estirpe antillana, con el fino trabajo de
celosías en puertas, canceles y ventanas. Y otra más es la casa estilísticamente ecléctica que llegó a
la Costa Atlántica colombiana a través de Cuba y que aportó, entre otras cosas, el colorido toque del
neomudéjar.

En las casas cartageneras construidas en el barrio de Manga entre 1900 y 1920 se encuentran
algunas de las expresiones más refinadas del eclecticismo arquitectónico caribeño de comienzos del
siglo XX.

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